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Federico Villanueva

De Caracas y la modernización de Venezuela

Las edificaciones van a representar 55% de la


inversión nacional total en construcción pública y
privada desde 1950 a 1957, incluyendo importantes
realizaciones estatales de modernización urbana en
Caracas. De 1958 a 1979, la proporción de las
edificaciones en la inversión total de construcciones va
a subir hasta el 60%. Gran parte de esas inversiones en
edificaciones, así como una parte significativa de lo
invertido en otras construcciones, se va a concretar en
la transformación del medio ambiente construido o
costra técnica de Caracas, como caso extremo de la
forma de urbanización venezolana, donde va a
reflejarse de manera concentrada el proceso de
modernización caracterizado en el desarrollo de
grandes ciudades, productos de la tecnología y de la
explosión e implosión demográfica. Si en todo el
mundo las ciudades con más de un millón de
habitantes no eran más de 49 hacia 1950, Caracas será
la primera ciudad venezolana que entre en ese rango
hacia mediados de esa misma década, a partir de la
muy modesta ciudad que era en la Venezuela pre-
petrolera de 25 años antes.

En la primera mitad de la década de 1920, Caracas


llega a 100.000 hab. A fines de 1945 tiene 500.000
habitantes, en 1955 llega a su primer millón de
habitantes, en 1968 a 2.000.000, y para 1990, a 2,88
millones de habitantes. Si llegar al primer medio
millón de habitantes tomó casi 380 años, el primer
millón se alcanza en los siguientes 10 años y el
segundo en 13, produciéndose una posterior
desaceleración del crecimiento poblacional que, en 23
años, no alcanzó al tercer millón.

El impacto del desarrollo petrolero en la capital es tal,


que entre 1936 y 1971 la población se multiplica por 9,
el área de la ciudad por 6 y las necesidades de
transporte por 8,5. La ciudad que en 1875 tenía un área
construida de unas 220 Has, se extiende a 542 Has en
1936, agregándose otras 61 Has para 1938, mientras
otras 84 se encontraban en estudio para su
incorporación dentro del área urbana; 129 Has se
incorporan para 1939 y 174 más para 1940. La
Caracas de 163.000 habitantes en 542 Has de 1936, se
transforma en una ciudad de 700.000 habitantes
ocupando más de 4.500 Has en 1952. De hecho,
aunque los criterios de distintas fuentes de información
para definir el límite urbano puedan diferir, la sola
urbanización del este del valle central incorporó un
área tres veces superior a la del casco central, que es
prácticamente equivalente a la ciudad pre-petrolera.
Cuando comienzan a urbanizarse las colinas del
sureste, hacia los inicios de la década de 1950, se
desata un proceso de expansión dispersa sobre un área
aún dos veces mayor, equivalente a siete veces el
casco central o la antigua ciudad. Utilizando
definiciones equivalentes del límite urbano, la ciudad
creció de 4.000 a 11.000 Has, entre 1945 y 1966,
pasando la densidad global de 125 hab./Ha, a 175
hab./Ha.
El Área Metropolitana Interna, definida por la Oficina
Metropolitana de Planeamiento Urbano contemplando
zonas desocupadas, tenía una extensión de 34.139 Has
y presentaba una densidad global de 84 hab./Ha a fines
de 1990. Acicateada por la importación de avances
tecnológicos en el transporte y en los sistemas de
control y de comunicación instantánea, en la capital se
han venido desarrollando las modernas tendencias
centrífugas del fenómeno de urbanización: la
dispersión urbana sobre las áreas adyacentes
sobreponiéndose a las divisiones político-
administrativas tradicionales, creando un área
metropolitana extensa con diversos sub-centros donde
también persiste el centro primario; la suburbanización
periférica, combinando la de los residentes de ingresos
medios y altos con la de desarrollos no controlados de
pobladores de bajos ingresos; la rápida construcción de
una nueva planta física con efectos transformadores de
las zonas preexistentes; la congestión automotriz y la
contaminación ambiental; todo ello determinando una
necesidad creciente, y en términos generales
insatisfecha, de planeamiento urbano y regional, no
solo físico sino social, económico y administrativo.

Con el impacto petrolero, Caracas sufre un proceso


acelerado de transformación. Hacia 1936 el viejo
orden urbano entra en crisis. Va a producirse el
retrazado vial determinado por el Plano Regulador de
1939 sobre la cuadrícula central, la renovación urbana
de El Silencio y, sobre todo, la expansión que
construyó la extensa zona metropolitana que hoy
conocemos.

Hacia 1946, con la emblemática “bola” de acero que


demolió el Hotel Majestic, comienza la fase de
transformación radical de la estructura urbana, en un
agudo proceso de metropolización-modernización que
aún persiste. Una vez restauradas las posibilidades de
importación, los recursos económicos acumulados
durante la segunda guerra mundial van a dedicarse en
gran parte a la construcción de la capital. La ciudad
crece violentamente, se diversifica y segrega. En ella
van a asentarse importantes contingentes de
inmigrantes externos e inmigrantes internos (para
1950, el 56% de la población caraqueña provenía de
movimientos migratorios, mayormente internos), van a
surgir nuevos sectores de clase media y se producirá la
coexistencia de un sector de la ciudad relativamente
controlado con grandes áreas de desarrollos
residenciales no controlados, o “barrios de ranchos”.

Si hasta la década de 1930 la Plaza Bolívar se mantuvo


como principal centro de reunión urbana, ya para
mediados de la década de 1950 existía una metrópoli
dominada por las relaciones impersonales, por lo
colectivo y abstracto sobre lo personal e individual.
Como en toda gran ciudad de los países
subdesarrollados, en Caracas la interacción urbana
potenciada por la concentración es más potencial que
real. Las migraciones masivas que explican la
excepcional aceleración de su crecimiento difícilmente
se adaptaron a la vida urbana o pudieron satisfacer sus
expectativas de mejoramiento de condiciones de vida,
a pesar de encontrarse en su tercera generación. Las
limitaciones impuestas por el gran peso de la
población de bajos y muy bajos ingresos, cuyas
condiciones socioeconómicas no mejoraron
sensiblemente a largo plazo, se reflejan en el incipiente
desarrollo del sistema de creencias que constituyen la
cultura urbana. Ello resultó en una aglomeración de
personas tan grande como la de muchas ciudades de
países desarrollados, pero donde el grueso de la
población apenas accede a un nivel mínimo de
condiciones físicas de urbanización y a las
oportunidades y amenidades de la vida urbana. Es la
segregación en el “consumo de ciudad” que se
construyó con los desarrollos no controlados y con la
concreción espacial de una sociedad donde la
distribución social del excedente terminó
concentrándose en pequeños sectores privilegiados.

La preeminencia de las relaciones interpersonales


secundarias, segmentadas y utilitarias sobre las
primarias, basadas en sentimientos y emociones, no es
cabal en aglomeraciones densas y heterogéneas sin
suficiente interacción social real, es decir, en
metrópolis tercermundistas como Caracas. Importantes
segmentos de su población, preteridos en el desarrollo
socioeconómico y cultural, mantienen
comportamientos más tradicionales que racionales
donde persisten las relaciones primarias en formas
heterodoxas e inestables de familia, con predominio de
las mujeres jefes de hogar. La metropolización debilitó
los controles sociales informales, sin sustituirlos por
controles formales igualitarios, adecuados y aceptados,
contribuyendo al desarrollo de graves problemas
sociales urbanos como la infancia abandonada, la
delincuencia y la drogadicción.

Frente al desarrollo incontrolado del suelo, el


descontrol de densidades, la proliferación de barrios
con servicios inadecuados y la decadencia general del
ambiente urbano, las respuestas venezolanas fueron las
clásicas: planificación urbana, renovación urbana y
otros mejoramientos cualitativos vinculados al diseño
urbano; promoción pública masiva de viviendas; y
tímidos intentos de consolidación de barrios. A ellas se
sumó en Caracas la política de descentralización desde
mediados de la década de 1970. Todas resultaron
insuficientes. Tras un complejo proceso histórico de
más de sesenta años, la institucionalidad establecida:
con sus modelos de desarrollo, fracasó en su objetivo
de mejoramiento sostenido de las condiciones
socioeconómicas de la mayoría de los pobladores
urbanos; y con sus modelos de desarrollo urbano, en
sus intentos de generalizar condiciones suficientes de
urbanización para todos. Nuestras ciudades,
particularmente la capital, así lo testimonian. Una
parte sustantiva de la población de Caracas vive en
barrios de ranchos con infraestructuras viales y
sanitarias muy precarias y escasos e inadecuados
servicios comunales, mientras otra parte similar reside
en deterioradas urbanizaciones de promoción pública
donde las condiciones de vida no son mucho mejores.
Los propios servicios de la ciudad controlada, en
general, se han hecho insuficientes y han sufrido un
fuerte desmejoramiento a consecuencia de la profunda
crisis económica que persistió desde inicios de la
década de 1980 hasta el 2000, solapándose a la crisis
administrativa de más larga data, vigente hasta el
presente.

De la planificación del desarrollo urbano

Con la metropolización de Caracas se desarrolló


también la administración del urbanismo en
instrumentos y ordenanzas de control urbano y planos
reguladores.
Para 1898, en las Notas para el Código de
Construcciones en lo relativo al alineamiento de las
construcciones en la Vía Pública, Ricardo Razetti
señalaba la necesidad de que toda población tuviera un
plano general de alineamiento aprobado por el
Concejo Municipal. En el Primer Congreso de
Municipalidades, de 1911, se abordó por primera vez
la necesidad de establecer para todos los municipios
del país una Ordenanza de Vías de Comunicación y
demás Obras Municipales, en la que se aspiraba dar
cuerpo orgánico a competencias, disposiciones y
organismos de control y sanción.

Al iniciarse la modernización petrolera, hacia 1926, la


reglamentación para la construcción de áreas públicas
y edificaciones en el Distrito Federal correspondía a la
Sección de Arquitectura Civil de la Ordenanza de
Policía Urbana y Rural, con reglas referentes a
permisos, alineamientos, tamaño de aceras, ancho
mínimo de calles, chaflanes, empotramientos,
porcentaje de ubicación, altura de las edificaciones,
incluyendo, también, los procedimientos previos a
toda construcción o demolición y la normativa en
higiene y salubridad de acuerdo con los distintos tipos
de edificios públicos e infraestructura urbana. Esta fue
sustituida en 1930 por la Ordenanza Sobre
Arquitectura Civil, que reglamentaba la amplitud de
los retiros para todas las vías de salida del centro
urbano y establecía restricciones, procedimientos y
normas mucho más exhaustivas y pormenorizadas para
controlar el primer desbordamiento del desarrollo
urbano de la capital, estipulando los anchos de las
avenidas principales y calles en las urbanizaciones, así
como las áreas a reservar para algunos servicios
comunales. Ya en 1933 se establecen
reglamentaciones y controles precisos de ingeniería
sanitaria para la construcción en general. Desde 1924
la Ingeniería Municipal del Distrito Federal llevaba un
registro de permisos de urbanización, que en el
Distrito Sucre comienza a partir de 1940. Esto, en
cuanto a los incipientes instrumentos de regulación y
control de la producción privada de ciudad.

Pero el acelerado proceso de transformación de la


ciudad moderna va a plantear nuevas dimensiones de
problemas que requerirán de un mayor desarrollo del
planeamiento urbano como función gubernamental y
práctica técnica o profesional, más allá de estas
primeras normas, del ornato urbano del pasado, de los
primeros tímidos intentos de tropicalizar la ciudad-
jardín y de los avances de la ingeniería de
infraestructuras urbanas.

El desarrollo de las infraestructuras para el transporte


automotor intra y extraurbano, incluyendo los
requerimientos de un retrazado sobre la ciudad
existente, que resolviera los problemas del creciente
tráfico y superara las clásicas limitaciones de la
cuadrícula sin jerarquías viales; la localización de
edificaciones para un Estado en expansión, material y
simbólica; las necesidades de vivienda pública y de
servicios comunales; y la normativa y complemento
del crecimiento y extensión por promoción privada son
los problemas crecientes desde el impacto petrolero
sobre la capital. Para guiar las inversiones urbanas del
Estado, preservar los valores de la propiedad del suelo,
ordenar el surgimiento de nuevos usos, la
estructuración entre ellos y la intensificación de la
construcción, van a formularse diversos planes de
ordenamiento y zonificación, hasta los más modernos,
con un enfoque más que físico, incluyentes no sólo de
la ordenación de los sistemas de circulación urbana,
sino de los conceptos de sistemas interrelacionados y
con su entorno. Aunque su aplicación haya sido
limitada y sus resultados discutibles, los planes
constituyen capítulo importante en la historia del
urbanismo de Caracas.

En 1936 se toman las primeras aerofotografías de toda


la ciudad. Para fines de ese año se elabora el primer
Plan de Urbanismo de Caracas, de la Asociación
Venezolana de Ingenieros y el Ministerio de Obras
Públicas. Este esbozo de plan para toda la ciudad no
pudo desarrollarse, por suponer restricciones inéditas
al derecho edificatorio privado y por conflictos entre el
Concejo Municipal y la Gobernación de Caracas. Poco
después la Gobernación impone el Plan Monumental
de Caracas o Plan Rotival de 1939, aprobado corno
Plan Director de Calles y Avenidas, que guió el
desarrollo de la circulación en el casco central hasta la
actualidad. Esta propuesta del urbanismo académico
francés colocaba el acento fundamental en la
valorización de un gran proyecto de diseño de
renovación urbana y se concentraba en el
sventramento de la ciudad del DF, sin propuestas para
el ensanche hacia el este.

Ya para 1942, la nueva Ordenanza sobre Arquitectura,


Urbanismo y Construcciones en General del DF,
descarga parte de sus competencias sobre el Plano
Regulador. En el mismo año y durante los tres años
siguientes debió ajustarse el Plan Director de Calles y
Avenidas para la construcción de la renovación urbana
de El Silencio.

En 1950 aparece oficialmente, con fines estadísticos y


censales, la denominación Área Metropolitana de
Caracas, que para la época no incluía zonas como
Macarao. En 1951 la Comisión Nacional de
Urbanismo elaboró el Plano Regulador y de
Zonificación para Caracas, gestionando su aprobación
como Plano Regulador para el Distrito Federal en
1952 y para el Distrito Sucre en 1953. Las Ordenanzas
de Zonificación correspondientes fueron
posteriormente modificadas y finalmente aprobadas en
1958, cuando ya la comisión había sido declarada
inexistente, pasando sus atribuciones, teóricamente, al
Ministerio de Obras Públicas.

El nuevo Plano Regulador, referido a la ciudad en su


conjunto, mantenía la continuidad con lo que persistía
del Plan Director de Calles y Avenidas de 1939,
presentaba consideraciones de escala nacional y
regional, definía el carácter y los elementos urbanos, e
incluía propuestas para los usos del suelo y los
sistemas de circulación urbana. Utilizaba la
clasificación de la ciudad por componentes, según las
pautas de la Carta de Atenas, apelaba a la Unidad
Vecinal como forma base de organización,
determinaba la jerarquización de infraestructuras
viales y la zonificación concentrada de áreas
comerciales, industriales y verdes, para enfrentar
problemas clásicos de planificación urbana del siglo
XX, como la extensión y densificación, la circulación
automotriz cada vez más compleja y con mayor
tránsito, la dispersión de la administración pública, la
desorganización de las actividades comerciales e
industriales, los requerimientos de distintos servicios,
y la particular escasez de zonas recreacionales. En fin,
el Plano Regulador y de Zonificación de 1951 era un
instrumento que preveía metas a largo plazo y servía
de base a las ordenanzas de zonificación.

Entre 1946 y 1957, la Comisión Nacional de


Urbanismo no solo se ocupó del Plano Regulador, sino
que intervino en los estudios y en la aprobación de
múltiples proyectos urbanos en Caracas. Para la
construcción de la infraestructura vial se utilizaron, en
esos años, comisiones especiales asesoras de los
avalúos y las expropiaciones. Asimismo, la Comisión
participó en referencia a varios planes zonales y a
estudios especiales, como el de los ranchos de la
ciudad en 1950.

Con todas las dificultades que tuvo su gestión, además


de las estructurales del tipo de planificación que
proponía, la Comisión Nacional de Urbanismo
concentró un gran poder de decisión sobre el
desarrollo de Caracas en su época crítica de expansión.
Sin embargo, con su liquidación, del Plano Regulador
de 1951 sólo quedaron las Ordenanzas Municipales de
Zonificación, en las versiones modificadas y
aprobadas tardíamente. Estas, como formas legales de
regulación de los usos del suelo, de las densidades, las
alturas y los volúmenes de las edificaciones y su
separación, debieron servir para ordenar los espacios,
construidos y abiertos, en nuevos desarrollos. Pero la
ausencia de criterios de diseño urbano y su difícil
conciliación con la división de la propiedad del suelo,
con los mecanismos de la renta del suelo y con el
máximo beneficio de cada propietario, limitaron su
capacidad de producir espacios urbanos con objetivos
cualitativos. Al mismo tiempo, ese tipo de Ordenanzas
no constituye mecanismos apropiados para la acción
sobre la ciudad existente. Los procesos de renovación
urbana, de rehabilitación urbana y de promoción de
viviendas públicas requerían de otros instrumentos,
más orientados hacia el diseño urbano, como los que
había manejado la Comisión Nacional de Urbanismo y
que no fueron retomados por otro organismo general
de planificación y control urbano, quedando cada
proyecto urbano desarticulado de referencias generales
y, a lo sumo, bajo el control de algún organismo
especial o sectorial, como el Banco Obrero o INAVI,
el Centro Simón Bolívar o, posteriormente, la
Compañía Anónima Metro de Caracas.

De 1960 a 1973 operó como organismo rector de la


planificación de la ciudad la Oficina Municipal de
Planeamiento Urbano, constituida en Oficina
Metropolitana de Planeamiento Urbano desde 1973
hasta su liquidación, 20 años después, cuando
comienzan a desarrollarse Oficinas Locales de
Planeamiento Urbano en las cinco alcaldías
independientes del Área Metropolitana y el Ministerio
del Desarrollo Urbano intenta producir un Plan de
Ordenación Urbanística para toda la zona
metropolitana. La OMPU presentó el Plan General
Urbano Caracas 1990 a fines de la década de 1960, el
Plan Caracas 2000 en 1981 y el Plan Rector o
Estrategia para Caracas en 1983-84, ninguno de los
cuales fue aprobado. Sin embargo, llegó a desarrollar
importantes Planes Zonales y algunos estudios
sectoriales, como los de transporte y de centros de
empleo, constituyendo, como la Comisión Nacional de
Urbanismo en su época y la Corporación Venezolana
de Guayana en su primer período, un importante
centro de formación de recursos humanos calificados
en planificación regional y urbana.

A través de elaborados análisis demográfico-


económicos, de estudios de demandas de espacio y
localización de los distintos sistemas de actividades
urbanas, así como de complejos y eficientes modelos
matemáticos de simulación de la interacción urbana,
los grandes objetivos de los últimos planes generales
elaborados en OMPU eran: el arreglo ordenado de las
partes especializadas de ciudad con un sistema de
circulación intra e interurbano eficiente; el desarrollo
normado de cada tipo de parte de ciudad con normas
de parcelamiento y de áreas de servicios; la provisión
de áreas residenciales adecuadas y diferenciadas
tipológicamente para todos los estratos sociales, es
decir, la forma técnica de la segregación zonal que
siempre marchó, en la práctica, contemplada o no en
los planes. Asimismo, los planes consideraban la
distribución de servicios comunales adecuados de
todas las escalas; y propuestas de usos e intensidades
de usos que implicasen economías en los servicios de
infraestructura. Para todo ello, de acuerdo a la
ideología predominante en la planificación para el
momento, más que concentrarse en el Plan Regulador
o Maestro como resultado, hacían énfasis en la
planificación de los procesos que van configurando la
ciudad donde se van obteniendo los objetivos. Pero
estos procesos escapaban al área de competencia y al
poder real de OMPU, mientras las decisiones
correspondían a la Comisión Metropolitana de
Urbanismo y a los Concejos Municipales. Sin
mencionar las limitaciones estructurales que pueda
tener cualquier normativa instrumental, así sea con
base científica, para controlar el desarrollo en la
ciudad real. Limitaciones tan importantes como las del
diseño urbano, por cierto ausente en las actividades de
OMPU; para ir más allá de algunos resultados
particulares en ciertas zonas de ciudad.

Por otra parte, los organismos nacionales, como el


Ministerio de Obras Públicas y el posterior Ministerio
del Desarrollo Urbano, continuaron dictando normas
que afectaron el proceso de urbanización, incluyendo
las desaforadas Normas para Equipamiento Urbano, de
1985.

Con la actuación urbana del Banco Obrero y del


posterior INAVI, de acuerdo a sus normas particulares,
junto a la relativa autonomía del Centro Simón Bolívar
en sus actuaciones urbanísticas, y la descoordinación
de los planes y ejecuciones de los distintos organismos
de infraestructuras y servicios urbanos, casos como el
de la lucha política por el control del primer Plan de
Caracas, el desfase entre el segundo Plan y las
Ordenanzas de Zonificación, el desconocimiento y
posterior liquidación de OMPU, o la desarticulación
en la elaboración del Plan de Ordenamiento
Urbanístico de 1995 del MINDUR, con las de los
Planes de Desarrollo Urbano Local de los municipios,
son la forma caraqueña de presentarse problemas
clásicos en la planificación de grandes ciudades: las
complejidades en la relación entre la elaboración de
planes y su gestión; el control real de la construcción
de ciudad por los particulares y la ejecución de
inversiones y obras como instrumentos activos de
planificación; la cuestión de las autoridades a cargo,
centrales o locales, legislativas, ejecutivas o
especiales. Dentro de una mezcla de planificación
económica y sectorial con territorial y urbana, cada
una con legitimidades y posibilidades diferentes en
una determinada sociedad capitalista. El panorama se
hizo aún mucho más complejo en los últimos tiempos,
con la participación directa de organizaciones
vecinales de la sociedad civil, y no sólo de sus
representantes electos en los gobiernos locales, o en el
nacional.

De las infraestructuras urbanas

Las infraestructuras de la ciudad de Caracas debieron


adaptarse a la nueva etapa de su desarrollo,
caracterizada por su crecimiento acelerado y
expansivo.

La pequeña red telefónica local de mediados de la


década de 1920 pasó a convertirse en un complejo
sistema nacional con más de un millón de suscriptores
y en constante actualización tecnológica, desde las
centrales magnéticas hasta las centrales digitales y las
líneas de fibra óptica de la década de 1990, pasando
por los sistemas de microondas, cables submarinos y
satélites, al tiempo que su propiedad y administración,
privada y extranjera hasta 1953, fue nacionalizadas,
para volver a privatizarse parcialmente casi 40 años
más tarde, y renacionalizarse últimamente.

El sistema de electrificación y alumbrado público de la


ciudad, en concesión de las municipalidades al capital
privado desde el período pre-petrolero, debió
incorporar las plantas termoeléctricas del Litoral
Central e interconectarse con el sistema nacional de
generación, mientras se multiplicaban las sub-
estaciones urbanas y la red de distribución, en
proporción al crecimiento urbano y del consumo de
este tipo de energía.

El acueducto de Caracas incorpora los pozos del 19 de


Abril y El Paraíso hacia 1931. En esa misma década se
estudian proyectos para aprovechar las aguas de las
quebradas al este del valle central. En la de 1940 se
construyen las instalaciones de captación de aguas en
La Mariposa y Agua Fría, ya ésta en la cuenca del
Tuy. En la década de 1950 se consolida el manejo de
los acueductos del este y se desarrollan los estudios y
las obras del Tuy I, para traer a la capital aguas
provenientes de este río, más allá de las hoyas de los
ríos metropolitanos. Al sistema se suman el Tuy II en
1967 y el Tuy III a inicios de la década de 1980. En
1995 se construye el sistema Tuy IV y deben
efectuarse grandes inversiones para rescatar y
actualizar el conjunto de los sistemas y de la
deteriorada red de distribución. Todo ello en ciclos de
crisis de abastecimiento, donde el crecimiento de la
concentración poblacional va rebasando las
posibilidades hidrográficas inmediatas y la capacidad
de las instalaciones, requiriendo cada vez de
soluciones tecnológicas más complejas. Por otra parte
se van construyendo y reconstruyendo nuevas redes
cloacales y de drenaje y, desde la década de 1930 se
emprenden los primeros proyectos de saneamiento y
embaulamiento del Güaire, cuyos tramos, junto a los
del río El Valle, van completándose en las tres décadas
siguientes, incluyendo el sistema de colectores
marginales. En estos procesos juega papel fundamental
la creación del INOS en 1943, que centraliza en el
Instituto de Acueductos y Alcantarillados del Área
Metropolitana atribuciones y controles antes divididos
entre el MOP y las municipalidades.

Con todo, las transformaciones infraestructurales más


evidentes y definitorias de la forma de la nueva ciudad
corresponden a las de transporte. En 1946 se construye
el aeropuerto de La Carlota dentro del área urbana, y
desde la década del 70 otros aeropuertos menores en la
gran región metropolitana. Las instalaciones del
aeropuerto principal, en Maiquetía, fueron
reconstruidas tres veces en el período petrolero y,
desde 1953, entra en servicio la autopista que lo
comunica con Caracas.
La infraestructura vial debe responder al vertiginoso
crecimiento de los vehículos automotores, que de
12.000 matriculados en 1942, pasan a más de un
cuarto de millón en 1966, cuando la ciudad ya tenía 1
carro por cada 11 habitantes y el 17% del área ocupada
correspondía a vialidad, con un 26% de vías rápidas.

Los principales componentes de la red vial de la


ciudad se construyen desde mediados de la década de
1940 hasta finales de la siguiente, de acuerdo a los
lineamientos de los Planos Reguladores. En las
décadas siguientes se completa la red de grandes
infraestructuras viales del Área Metropolitana.

Por otra parte, los estudios para un sistema subterráneo


de transporte rápido y masivo para la ciudad se
remontan a la década de 1950. Se retomaron una y otra
vez, hasta que a fines del período de mayor riqueza
relativa del país, en 1983, se inaugura el primer tramo
de la primera línea del Metro de Caracas. En la
actualidad éste cuenta con tres líneas completas y parte
de la cuarta, siendo las completas la Catia-Petare, la de
Caricuao, y la de la Plaza Venezuela y por El Valle.

De la segregación residencial

La explosión de la ciudad, con transformación del lo


previamente existente y crecimiento en varias
direcciones, va a incluir la estructuración, formal o
informal, de los sistemas de financiamiento y
obtención de distintos tipos de viviendas en
urbanizaciones de distinta clase, para los diferentes
niveles de ingresos, en un clásico proceso de
segregación social del consumo del espacio
residencial.

Los pobladores de mayores ingresos se desplazaron


desde sus zonas tradicionales en el actual centro de la
ciudad, ocupando originalmente urbanizaciones como
El Paraíso, Los Chorros, Caracas Country Club o La
Lagunita, para mantenerse hasta la actualidad en
algunas de ellas, además del último proceso de
densificación de lujo de urbanizaciones tradicionales
del este y próximo sureste.

Para los sectores superiores de las capas medias de la


población se promovieron urbanizaciones como La
Florida, Campo Alegre, Los Palos Grandes, o Prados
del Este, varias en las inmediaciones de las de más
altos ingresos. En décadas posteriores los mismos
sectores ocuparon varias nuevas urbanizaciones del
sureste y parte de las edificaciones multifamiliares en
esa zona y en el propio este del valle central. Los
ingresos medios propiamente dichos y las capas de
ingresos inferiores dentro de los medios, continúan
ocupando algunos sectores transformados de la
periferia del centro tradicional; ocuparon
urbanizaciones como San Agustín y El Conde, donde
regresaron con el Parque Central; y otras, tanto al este
del valle central como en el sureste. También
urbanizaciones al oeste de El Paraíso y hacia El Valle;
y los de menores ingresos, al suroeste de éstas y hacia
Catia. Parte de los desarrollos urbanísticos y de
viviendas del Estado se dirigieron hacia capas de
ingresos medios, otros a los sectores de ingresos
inferiores de estas mismas capas y otras, como el 23 de
Enero, a los sectores superiores de los pobladores de
bajos ingresos. Para las capas intermedias y de
menores ingresos dentro de los bajos, se contemplaron
unos pocos desarrollos del Estado, cada vez más
periféricos y de menor calidad, quedando para el
grueso de esta población las casas de vecindad o
pensiones de algunas zonas del centro y,
fundamentalmente, los barrios de ranchos.

En 1940 habían poco más de 2.000 apartamentos,


30.000 casas y 8.000 ranchos en Caracas. Para 1960
estas cifras se habían incrementado a 83.500, 83.000 y
53.000, respectivamente. Debe considerarse que la
denominación “rancho” se refería más al estado de la
vivienda que a sí estaba construida dentro de
desarrollos no controlados o barrios, lo que permitió
contar 19.000 en 1950, cuando un estudio de mayor
profundidad y con criterios más urbanísticos, hecho
por el Banco Obrero apenas tres años después,
cuantifica 54.000 viviendas en barrios de ranchos. En
el Área Metropolitana Interna había unas 600.000
viviendas ocupadas para inicios de 1991: cerca de
300.000 apartamentos y 70.000 casas en desarrollos
controlados; y cerca de 228.000 viviendas en
edificaciones desde multifamiliares a unifamiliares
aisladas y “ranchos” propiamente dichos, en
desarrollos no controlados de barrios.

Algunos de los barrios de ranchos de la ciudad,


comienzan a conformarse desde finales del siglo XIX.
Pero buena parte de las que hoy constituyen grandes
zonas continuas de barrios se desarrollaron hacia la
segunda parte de la década de 1930, mediados de la
década de 1940 y, sobre todo, desde finales de la
siguiente, coincidiendo con momentos de cambios
políticos.

Ya para 1951 se presenta un informe a la Gobernación


del Distrito Federal, que implica el reconocimiento de
las zonas de barrios como parte de la ciudad que tiende
a permanecer, adelanta tipos de soluciones técnicas
para urbanizar estas zonas en edificación progresiva y
recomienda emprender estudios para establecer las
características de urbanización existentes en cada zona
de barrios y determinar las obras e inversiones
necesarias para completar su urbanización. Tendrán
que transcurrir 43 años para que se elabore un estudio
de este tipo para todas las zonas de barrios del Área
Metropolitana de Caracas. En los años 50 más bien se
optó por emprender la “batalla contra el rancho”, con
Caracas como frente principal. Esta política de
producción masiva de viviendas de promoción pública
para pobladores urbanos de bajos ingresos, aunque no
pudo erradicar los barrios, fue la que permitió que
Caracas sea, entre las grandes ciudades venezolanas,
una de las que, comparativamente, tenga menos
barrios; en el sentido de que sólo el 40% de su
población reside en este tipo de desarrollos, mientras
en el conjunto de las ciudades supera el 61%.

En 1953, las principales zonas de desarrollo no


controlado de barrios de ranchos eran el norte de la
Parroquias San José, La Pastora y Altagracia, Catia,
Antímano, La Vega, la ladera norte a ambos lados de
Roca Tarpeya, El Valle, Sarría-Tiro al Blanco,
Chapellín y los cerros de Petare.

Entre 1953 y 1991, la población de la ciudad se triplica


y las viviendas en barrios se cuadriplican. Para la
última fecha existen 14 grandes zonas continuas donde
se concentra más del 90% de la población residente en
desarrollos no controlados: Ojo de Agua, Catia
Noreste, Cotiza, Petare Norte, Catia Oeste, 23 de
Enero-San Martín, Cementerio-Cota 905, Petare Sur,
Antímano, La Vega, Valle-Coche, Las Minas,
Macarao y Caricuao. En cada una de las siete mayores
reside una población superior a la del Municipio
Chacao.

Así como la urbanización controlada de las colinas del


sureste requirió de la adaptación de los proyectos y de
las ordenanzas que los regulaban a las extremas
condiciones topográficas existentes, la invasión no
proyectada de los cerros con fuertes pendientes por las
zonas de barrios acarreó condiciones muy precarias de
servicios locales de infraestructuras, particularmente
en lo referente a la vialidad vehicular. Esta condición
se ha mantenido a lo largo de los años y, con la
carencia de obras urbanas estructurantes de las grandes
zonas de barrios con el resto de la ciudad, constituyen
la principal característica de la urbanización, por
debajo de cualquier norma, de los barrios caraqueños.
Además, como el resto de la ciudad, tienen fuertes
restricciones para su crecimiento en extensión, y es así
como, de su crecimiento interanual del 2,4%, el 1,78%
corresponde a densificación, creando problemas
particulares de los que están exentos las 4/5 partes de
los barrios del país.

De la forma de expansión de la ciudad

En los setenta años transcurridos desde que el petróleo


pasó a ser el principal rubro de exportación, la
población de Caracas se multiplicó casi 30 veces y la
ciudad se dispersó sobre las áreas adyacentes,
creándose una extensa área metropolitana sobrepuesta
a las divisiones político-administrativas tradicionales.
La expansión de la ciudad integró varios pueblos y
poblados del Distrito Federal y del Estado Miranda,
como Antimano, La Vega, Macarao, EI Valle, Chacao,
Petare, Baruta y El Hatillo. Como el uso residencial es
el que demanda el mayor porcentaje del área urbana, la
forma de crecimiento de la ciudad puede presentarse
como la del desarrollo de nuevas urbanizaciones
residenciales de promoción pública o privada, que
determinaron la expansión de la ciudad hasta su forma
contemporánea. De esta manera, las urbanizaciones de
Caracas van a ir ocupando el valle del Güaire hacia el
suroeste, las planicies y colinas al noroeste del valle
central, El Valle al sur, el propio este del valle central,
y los valles y colinas del sureste.

El eje de desarrollo residencial en el abra del Güaire,


desde el valle central hacia el suroeste se vio
interrumpido en la margen derecha del río, donde
desde principios de siglo hasta 1934, se venían
construyendo urbanizaciones para pobladores de altos
y medios-altos ingresos. La hacienda La Vega
continuó en producción agrícola hasta la década de
1950 y solo posteriormente se inició el desarrollo
residencial de Montalbán-La Vega, último de
urbanización y edificación privada en el oeste de la
ciudad y donde, en la segunda parte de la década de
los 80, se construyó Juan Pablo II, final gran desarrollo
residencial de promoción pública en Caracas.
Adyacentes al oeste del poblado de La Vega y de la
Fábrica Nacional de Cementos instalada en 1907,
surgen los primeros barrios de ranchos en 1917,
desarrollándose en las décadas de 1940 y 1960, por las
colinas al este y sur del poblado y entre los
superbloques de la década de 1950, hasta constituir
una de las 14 grandes zonas de barrios de la ciudad
actual.

Por la margen izquierda del río Güaire y desde la


ladera sur del Cerro Central hacia Antímano, a lo largo
del primer tramo de la Gran Carretera Occidental, se
construyeron urbanizaciones para pobladores de
ingresos bajos y medios-bajos, y también barrios de
ranchos. Desde El Guarataro hasta El Algodonal se
extendían nueve urbanizaciones residenciales para
fines de la década de 1950, además de la
urbanizaciones industriales San Martín y La Yaguara.
La zona continuó densificándose durante las décadas
siguientes, particularmente en las partes bajas hacia la
avenida San Martín, con la construcción de edificios
de apartamentos de promoción privada o pública. En
El Guarataro aparece un grupo de ranchos rurales
desde 1897. Esa parte de la zona de barrios se llena
hacia 1936, mientras otras partes de la misma zona,
originadas hacia 1927, desarrolladas en la segunda
mitad de la década siguiente y saturadas a partir de la
década de 1960, llegan a invadir la ladera norte del
Cerro Central y la urbanización 23 de Enero, uniendo
Catia con San Martín, desde ambas laderas del
Observatorio Cagigal, El Calvario y Colombia, hasta
Casalta y Vista Alegre, conformando una de las
grandes zonas continuas de barrios de Caracas. Otra
gran zona de barrios, la segunda mayor de Caracas, se
desarrolló, fundamentalmente hacia 1947 y en la
década de 1960, al oeste y en los cerros sobre
Antímano y su zona industrial, hacia la carretera de El
Junquito.

En la misma abra del Güaire y en el extremo suroeste


de la ciudad se inauguró en 1968 la urbanización
Caricuao, para entonces con 12.500 viviendas y planes
para completar hasta 17.000, cuyos más de 100.000
habitantes la convertirían en la séptima ciudad del
país. Sólo que ciudad-dormitorio de Caracas, que
requirió para acceder a ésta de una autopista ejecutada
desde fines de la década de 1960 y de una línea de
Metro a fines de la década de 1980. Al sur y oeste de
Caricuao y de la zona industrial de los telares, se
desarrolló desde 1969 una de las grandes zonas de
barrios de la ciudad, mientras en la otra margen del
río, hacia Las Adjuntas y por el río San Pedro y la
carretera vieja de Los Teques, a partir de 1940
aparecen barrios de ranchos, que van a desarrollarse
desde fines de la década de 1950, para constituir otra
de las grandes zonas de Caracas y, desde la década
siguiente, van a producir la conurbación con Los
Teques, a través de los barrios de la Carretera Vieja.

Otra dirección de expansión residencial de la ciudad


fue hacia el noroeste de la quebrada de Caroata, el abra
de Tacagua y Catia. Urbanizaciones de promoción
publica y privada para pobladores de ingresos bajos y
medios-bajos se construyeron en esta dirección desde
finales de la década de 1920. hasta 1943, cuando ya se
han desarrollado parte de los barrios de ranchos de la
gran zona que hasta hoy se entremezcla con las
urbanizaciones y algunas industrias en ese sector de la
ciudad; nueve urbanizaciones populares, con conjuntos
de superbloques y 26 barrios en cuatro agrupaciones
principales se extienden desde Alta Vista al oeste
hasta, más allá de la propia Pastora al este. Por la
propia carretera vieja hacia La Güaira aparecen
invasiones en 1921 (Blandín), hasta desarrollar, desde
fines de la década de 1950, la gran zona de barrios de
Plan de Manzano-Ojo de Agua.

Del lado sur del Camino de La Guaira desde Caño


Amarillo, Colombia y Las Canarias, establecidas
desde la década de 1920, y en la altiplanicie al extremo
oeste, donde se desecó al efecto la laguna de Catia, el
Banco Obrero urbanizó Nueva Caracas a fines de la
década de 1920. Desde allí el municipio construyó
poco después el camino por El Atlántico hacia La
Quebradita y la vía de Antimano. Al noroeste de
Nueva Caracas se desarrollan La Cortada, hacia 1932,
y Los Magallanes; al oeste Ciudad Tablitas y
Urdaneta, de 1946; al suroeste, Propatria, en 1939-40;
y, al este, la urbanización industrial y residencial Los
Flores, de comienzos de la década de 1930. Al oeste y
sur de ese sector de la ciudad se construyen en la
década de 1950 los superbloques de Urdaneta y
Propatria; mientras hacia el este, en la ladera norte del
Cerro Central se edifica los superbloques de El
Atlántico y poco después, detrás de El Calvario, en la
cañada de La Iglesia, el gigantesco desarrollo del 2 de
Diciembre, hoy 23 de Enero, donde de 1955 a 1957 se
construyeron 9.000 apartamentos en 26 superbloques,
para 60.000 personas. En los cerros del extremo oeste
de Catia, donde surgen algunos barrios desde la década
de 1940, se desarrolla desde fines de la década
siguiente, la mayor zona de barrios de Caracas, que
para 1991 cubría 530 Has., con 130.000 habitantes.

Al sur de La Candelaria, de 1926 a 1928, se urbanizan


y edifican por promoción privada San Agustín del
Norte, con pequeñas viviendas continuas y, en parcelas
mayores, El Conde, incluyendo EI Ensanche al este de
la quebrada Anauco, en terrenos de la hacienda La
Güía, hasta la redoma donde comenzaba el Parque
Sucre, construido en 1925 en el bosque de Los
Caobos. Son las primeras urbanizaciones adyacentes al
sureste de la ciudad. Al sureste del actual casco central
y al sur del Güaire, el Banco Obrero financia San
Agustín del Sur a fines de la década de 1920, al pié del
cerro donde, desde 1923, se asienta el barrio La
Charneca, que da origen, a lo largo de las décadas
siguientes, a la gran zona de barrios que se extiende
por ambas laderas del cerro que separa al valle central
del Cementerio General del Sur.

Hacia ese valle y la margen izquierda del río El Valle


también se expande la ciudad: por El Portachuelo y la
carretera del Sur, desde Buenos Aires y la
urbanización hoy denominada Las Flores, accedida
desde el centro por Puente Hierro, donde existió el
tranvía que cruzaba el túnel de Roca Tarpeya hasta
avanzada la década de 1930 y donde se construyeron
posteriormente El Helicoide y la conexión de la
Avenida Fuerzas Armadas con la Nueva Granada y la
Presidente Medina. Allí se desarrollan urbanizaciones
para la primera mitad de la década de 1930.
otorgándose también el permiso para otras a fines de la
década. En la misma zona se van a desarrollar
posteriormente nuevas urbanizaciones, mientras, al
sureste, en la ladera de El Valle, desde La Bandera
hasta Coche, las invasiones comenzadas desde 1927 y
continuadas en las décadas siguientes hasta inicio de
los años 50, van a producir una de las grandes zonas
de barrios de la ciudad. En las zonas bajas de la
margen izquierda del río y al sur del pueblo de El
Valle, el Banco Obrero construyó Los Jardines de El
Valle en 1928-29 y, posteriormente, Las Veredas de
Coche-Delgado Chalbaud, así como varios conjuntos
de edificios, hasta la década de 1970. También se
construyeron algunas urbanizaciones privadas. Al
nordeste, en la otra margen del río, se urbanizan otras
para pobladores de ingresos mayores, dentro de la
tipología de urbanizaciones en colinas que
caracterizará al desarrollo del sureste de la ciudad. El
resto de las zonas planas en la margen derecha del Río
El Valle hacia el suroeste, serán ocupadas por el
conjunto monumental de Los Próceres y zonas
militares.

Con todo, la dirección fundamental de expansión del


área urbana fue hacia el este del valle central, con la
urbanización de los campos de hortalizas aledaños, y
de las viejas haciendas de caña y de café, a lo largo de
la carretera del este, de la línea del tramo Quebrada
Honda a Petare del Ferrocarril Central, y del tranvía
Santa Rosa-Petare. Como conjunto de desarrollos
independientes de promoción privada que fué, desde
1912 cuando se inicia al noreste del valle la
lotificación para residencias “de temperamento” en
Los Chorros, el surgimiento de las distintas
urbanizaciones no obedeció a un patrón lineal oeste-
este, desde el actual casco central, sino más bien a la
intercalación de las iniciativas de los urbanizadores, de
acuerdo a las negociaciones sobre las propiedades
existentes. La organización más frecuente para la
promoción de las primeras urbanizaciones privadas al
este de Caracas fue la constitución de compañías
denominadas “sindicatos urbanizadores”. Desde 1909
aparece la urbanización popular Santa Rosa,
desarrollada con relación a la estación de tranvías y a
la adyacente del ferrocarril en Quebrada Honda. El
tren se dirigía a poblados como Sabana Grande,
Chacao, Los Dos Caminos y Petare, antes de
descender hacia los valles del Tuy. En la zona también
preexistían puestos o paraderos de recuas con
pulperías y corredores, como Chacaíto. A mediados de
la década de 1930 se desarrolla Maripérez, adyacente a
Santa Rosa, y a fines de la década se otorgan el
permiso para la construcción de las urbanizaciones
Prado Emilia, Guaicaipuro y San Bernardino, por la
misma zona y hacia el noroeste. En 1939 se inicia la
promoción de Los Caobos, en terrenos de la parte este
de la hacienda Maripérez.

Entre 1928 y 1932 comienzan las urbanizaciones La


Florida, Las Delicias, Country Club, Campo Alegre,
Los Palos Grandes y Sebucán. En 1934 se observa el
desarrollo de los poblados de Sabana Grande, Chacao
y Los Dos Caminos. A fines de la década, se han
otorgado los permisos para las urbanizaciones La
Campiña y Sabana Grande. En 1941 comienza el
desarrollo de Santa Eduvigis, El Pedregal de
Chapellín, La Castellana y Altamira, que para 1942
estaba urbanizada, pero aún por edificar. En 1950 está
casi lleno el este del valle central y para 1954, la
urbanización Horizontes es el límite este del
desarrollo.

La edificación en las urbanizaciones del este alcanzó


su cúspide en la década de 1950, cuando la
construcción en el Distrito Sucre superó a la del
Distrito Federal. A mediados de la década siguiente se
extendían 49 urbanizaciones residenciales edificadas
(25 de ellas presentando construcciones
multifamiliares de apartamentos). Sólo faltaba La
Urbina, de fines de esa década, para colindar con la
gran zona de barrios de los cerros de Petare Norte,
desarrollada desde fines de la década de 1950.

El Parque de Los Caobos, el del Este, el aeropuerto de


La Carlota y algunas urbanizaciones industriales,
como Chacao-El Retiro, Los Ruices, Boleíta o Los
Cortijos de Lourdes, así corno la mezcla con otros
usos, en ocasiones dominantes, en los ejes viales
principales y en ciertas urbanizaciones como Chacao,
apenas interrumpían la continuidad del uso residencial
al este del valle central.

En el extremo este, en el pequeño valle entre los cerros


de Petare Norte y Petare Sur, se desarrollaron
urbanizaciones de promoción pública, y privadas
industriales y residenciales. Aún más allá, en las
colinas del noreste y por la vía de la Carretera de
Guarenas a la fila de Mariches, desde la década de
1950 comienza a desarrollarse urbanizaciones, hoy con
edificaciones multifamiliares, pasando las
universidades privadas del noreste, accesibles por la
autopista de Guarenas y la vieja carretera.

También en el este y en las vegas de la margen


derecha del Güaire se desarrolló en la década de 1940
la urbanización Las Mercedes y posteriormente, a
inicios de la década de 1950, la parte llana y las
pendientes por la vieja carretera hacia Baruta, de
Colinas de Bello Monte, urbanización pionera en el
aprovechamiento de las colinas del sureste de Caracas,
dirección emprendida por el desarrollo residencial para
ingresos medios y altos en las décadas siguientes. La
poca capacidad de adaptación topográfica del trazado
de mallas rectangulares condujo a la alteración de este
patrón cuando se ocuparon las colinas. Además, fue
necesario modificar las ordenanzas referentes a la
definición de pendientes urbanizables, así como a las
secciones-tipo de las calles, eliminando los
estacionamientos.

La urbanización del sureste comienza por las colinas


centrales y Valle Arriba, mientras que, accediendo por
el abra de la quebrada de Baruta, se promueven Prados
del Este al sur y San Román al norte, desde mediados
de la década de 1950, cuando aparece la construcción
de vías de varias urbanizaciones en las laderas al este
de la quebrada, del otro lado de la cresta y al sur.
Hacia mediados de la década siguiente existen otras 13
urbanizaciones en las colinas de ese acceso principal al
sureste, 2 de ellas en construcción, pocas totalmente
edificadas y sólo las inmediatas al acceso por Las
Mercedes con escasos edificios multifamiliares. Las
urbanizaciones se extienden al sureste, en las laderas
del conjunto de colinas de la margen derecha de la
quebrada, al este de la autopista y en la otra margen de
la quebrada Baruta y al oeste de la autopista, dónde
surgen nuevas urbanizaciones hasta finales de la
década de 1980. Para esta fecha la mayoría de las
urbanizaciones tiene edificios de apartamentos, en un
patrón inverso al ordinario, dónde la densidad se
concentra lejos de la vía principal de acceso, hacia las
partes altas y ello ha traído como consecuencia una de
las peores accesibilidades al valle central, a pesar de la
construcción de un segundo piso en la conexión con la
autopista del Este. La mayor concentración de barrios
de ranchos de la zona, en Santa Cruz-Las Minas, data
de 1947.

El problema de accesibilidad por el abra de Baruta se


agrava con el desarrollo a La Trinidad-Baruta y de allí
hacia La Lagunita Country Club, última frontera de la
suburbanización de lujo, antes que el problema de la
accesibilidad del sureste y de los cambios en los
patrones de vida de los pobladores de altos ingresos,
los condujesen a la redensificación del norte de las
urbanizaciones del este tradicional del valle central,
actual centro geométrico de la ciudad. La Trinidad,
con una pequeña zona industrial, se desarrolla desde
mediados de la década de 1950, así como la propia
Lagunita; dos urbanizaciones más, una con edificios
multifamiliares y otra en construcción para mediados
de la década siguiente; Y doce más en 1995,
incluyendo algunas “urbanizaciones piratas”, de
parcelas vendidas como parte de lote rural mayor y sin
urbanizar.

En las vegas al este de Las Mercedes se urbaniza


Chuao hacia finales de la década de 1950 y por esa
entrada al sureste se promueven seis urbanizaciones
más, hasta mediados del 60, cuando aparecen 8 más,
que se edifican, muchas de ellas con edificios de
apartamentos, en las décadas siguientes.

En las colinas al sureste de Chuao y Caurimare se


urbaniza Lomas de Los Ruices y más al este, también
desde finales de la década de 1950, se desarrolla otra
entrada al sureste, por Macaracuay y hacia La
Güairita. Ya este sector del sureste fue urbanizado y
posteriormente edificado, para niveles de ingresos
menores a los situados más al oeste, siempre dentro de
capas medias de la población.

Más al este, una vez pasada la urbanización Brisas de


Petare, se construyó el último acceso del sureste, por la
margen derecha del Güaire. En los cerros de la otra
margen del río se fueron construyendo barrios de
invasión desde la década de 1930, y la mayoría desde
fines de la de 1950, para constituir Petare Sur, una de
las más extensas y pobladas zonas continuas de barrios
de Caracas.

En la misma época que se desarrolló explosivamente


el este de Caracas, se construyeron un conjunto de
urbanizaciones y clubes recreacionales privados en el
Litoral Central. También en el extremo este del Litoral
Central y para pobladores de ingresos modestos, el
Estado construyó en la década de 1950 la Ciudad
Vacacional Los Caracas, y durante las décadas
siguientes varios balnearios públicos para la población
caraqueña, al tiempo que en la ladera norte de la
serranía de El Ávila se desarrollaron barrios de
ranchos que para 1995 se extienden desde Arrecife
hasta Caraballeda en 9 grandes zonas, con más de
150.000 habitantes.

En los años de 1927 a 1929 se presentan 17 solicitudes


para desarrollar urbanizaciones residenciales privadas
en el Distrito Federal. Entre 1936 y 1940 se otorgan 10
permisos de urbanización en toda la ciudad; más de 20
entre 1941 y 1945; 20 entre 1946 y 1950; y 50 entre
1950 y 1957, con 13.000 permisos de edificación: es el
ritmo acelerado de la promoción privada, que va a
concentrar en Caracas el 70% de los permisos a la
construcción en todo el país, desde 1948 a 1957.
Desde el inicio de la modernización petrolera hasta
mediados de la década de 1960 se habían construido
unas 120 nuevas urbanizaciones privadas.
La expansión de Caracas hacia el este consistió en la
yuxtaposición de urbanizaciones, cada una concebida
como unidad suburbana aislada, y basada en el
transporte automotor privado. Sobre el conjunto se
produjeron algunas obras urbanas estructurantes de
vialidad y, dentro de las urbanizaciones, procesos de
redensificación y cambios de usos, algunos
subrepticios y sin mayores transformaciones
morfológicas y otros, calificados jurídicamente, con
grandes reconstrucciones y transformaciones de lo
edificado, manteniendo el trazado original. Las
urbanizaciones se promovieron incluyendo las vías,
infraestructuras y servicios locales que les
correspondían, de acuerdo a las ordenanzas vigentes.
Pero la yuxtaposición de los conjuntos de
urbanizaciones, la densificación de su construcción y
la propia obsolescencia de las infraestructuras
mínimas, y en ocasiones rurales, con las que fueron
inicialmente dotadas, determinaron la necesidad de
que el Estado produjese simultánea y posteriormente
obras estructurantes de transporte, redes matrices de
infraestructuras, servicios comunales de ámbito
intermedio o metropolitano no mercantiles e incluso la
construcción de nuevas redes locales de
infraestructuras.

La mayoría de las urbanizaciones de promoción


privada sufrieron un proceso que va desde el
parcelamiento y la trama vial sin casi edificación
alguna, a la construcción de quintas y de algunos
edificios con algunos servicios comunales tardíos y
más edificios en adelante, con aparición de comercios
y otras mezclas y cambios con usos de empleo,
además de obras estructurantes con el resto de la
ciudad. Es la forma local del proceso de crecimiento
urbano con transformación de las partes de la ciudad
existente. El mismo tipo de proceso general que llevó
al espacio ocupado por la ciudad pre-petrolera a
convertirse en casco central de la gran ciudad: el
mayor centro comercial, de empleo y de servicios
metropolitanos y nacionales, con escasas viviendas
para pobladores de ingresos medios y bajos, y con una
trama vial jerarquizada que debía superar las
limitaciones de la cuadrícula tradicional sobre la que
se construyó. En el este del valle central ese proceso
histórico de desarrollo urbano condujo desde una
aglomeración de urbanizaciones residenciales poco
densas, con poblados y pueblos que poseían su propia
modesta estructuración de centralidad, comercio,
empleo y servicios no residenciales, a la densificación
residencial, el desarrollo de servicios de locales a
metropolitanos, el surgimiento de sub-centros y ejes de
empleo y comercios, con una trama principal de líneas
de transporte paralelas en sentido este-oeste,
sobrepuesta a las precarias conexiones iniciales y a las
vialidades locales, en su mayoría jerarquizadas en
sentido norte-sur.

Procesos similares ocurrieron hacia Catia, al noroeste,


Macarao y Caricuao al suroeste, y El Valle-Coche.
Sólo la gran extensión del sureste del Área
Metropolitana, con dominio casi absoluto del uso
residencial, ha dificultado que su estructuración urbana
desarrolle sub-centros de empleo adecuados para su
escala y composición social, o sistemas eficientes de
transporte hacia los sub-centros del valle central.
Problema equivalente al de los desarrollos periféricos
de ciudades-dormitorio en la región metropolitana,
hacia Guarenas-Guatire y, en mayor medida, hacia los
Valles del Tuy, dónde se planificaron en las décadas
de 1960 y 1970, sin llegar a realizarse, Ciudad Fajardo
y Ciudad Losada, respectivamente.

Como resultado del proceso de crecimiento y


transformación urbana en su conjunto se produjo la
estructuración jerárquica de centros de empleo
distribuidos en toda el Área Metropolitana.

Tipologías edificatorias residenciales

Las tipologías edificatorias de los asentamientos


residenciales pueden asociarse, no solo a períodos y
niveles de ingresos de los ocupantes, sino también a
las necesidades técnicas de las formas de promoción
principal y secundaria de las urbanizaciones y
viviendas. La tipología de quintas o viviendas aisladas
con retiros en todos sus lados, dominante en las
primeras fases de las urbanizaciones del este y del
sureste, y presente desde la urbanización de El Paraíso,
se asocia a promociones donde se construían las vías e
infraestructuras, para vender las parcelas, objeto de
autopromoción posterior de las viviendas individuales.
Las dimensiones de las parcelas y de las viviendas se
ajustan a los distintos niveles de ingresos de los
clientes de las urbanizaciones.

Otras urbanizaciones de promoción privada o pública,


destinadas a clientes de ingresos modestos,
contemplaban la urbanización de terrenos y la
edificación simultánea, para la venta de parcelas con
viviendas, permitiendo tipologías continuas, reducidas
y compactas, con empleo de paredes medianeras, sin
las complejidades de la medianería de las zonas
tradicionales del centro y del norte. Por otra parte, en
los barrios de ranchos prácticamente no existen
medianeras, incluso en los fuertemente ocupados y
densificados en altura, porque cada vivienda pasa por
procesos individuales de desarrollo progresivo auto
promovido.

La tipología de edificios de apartamentos se inicia con


la promoción pública de El Silencio a mediados de la
década de 1940, conjunto único en cierto sentido, pero
también pionero de otros de alta densidad y baja altura
construidos desde entonces; se desarrolla con
pequeños edificios de promoción privada en algunas
zonas centrales o de las vías principales de expansión
de la ciudad, desde finales de los 40 a nuestros días; se
potencia con los superbloques públicos de la década de
1950 y con los conjuntos de torres y bloques que los
sucedieron; incluye los conjuntos y edificios aislados
con los que la promoción privada fue dando respuesta
a las necesidades de vivienda de distintos sectores de
las capas medias en toda la ciudad durante cinco
décadas; asimismo, a construcciones multifamiliares
que comienzan a multiplicarse en los barrios desde la
década de 1970, hasta convertirse en la forma principal
de residencia en Caracas, para distintos niveles de
ingreso. En el caso de la promoción privada el proceso
requirió de la institución de formas apropiadas de
financiamiento hipotecario y de la creación de las
leyes de Propiedad de Apartamientos, en 1957, y de
Propiedad Horizontal, en 1958 y; en algunos casos,
pasó por tipologías intermedias de casas con
apartamentos, como las existentes en Las Mercedes, o
de edificios con forma de casas, como los que aún
pueden encontrarse en la misma urbanización o al
norte de El Paraíso, o evolucionó a otras formas
intermedias, como los modernos “Town Houses”, o
condominios de casas en buena parte de las
urbanizaciones del sureste casi completamente en
menos de un añode la región metropolitana.

Algunas urbanizaciones preveían desde su inicio la


construcción de edificios multifamiliares. Otras, van a
redensificarse sustituyendo quintas por edificios, como
parte del proceso de densificación general de la
ciudad, que viene incluyendo la informal por
subdivisión y ocupación de retiros en los propios
desarrollos controlados, y la de los barrios de ranchos
por una ocupación cada vez mayor y con edificaciones
más altas.

Los desarrollos multifamiliares privados han estado


asociados a promociones de segundo nivel, de la
edificación o conjunto de edificaciones, en parcelas
urbanizadas y frecuentemente integradas o
redensificadas, adquiridas por nuevos promotores, que
van a vender viviendas terminadas al usuario final. Por
su parte, los desarrollos multifamiliares públicos,
usualmente son de una escala mucho mayor e implican
la promoción simultánea de urbanización y
edificación, aunque hay casos de repromoción de
edificios en urbanizaciones construidas anteriormente,
donde el promotor público conservó la propiedad
sobre terrenos comunes y no edificados.
Conformación de la imagen de Caracas.

La ciudad de Caracas va a desarrollarse en un


ambiente orográfico privilegiado, que ha contribuido a
mantener por siglos la identidad formal de la ciudad, a
pesar de los ingentes cambios en la costra técnica,
aportando valores paisajísticos no proyectados, pero
perennes.

En la configuración de la Caracas contemporánea


contribuyen significativamente diversos tipos de
prefiguraciones de partes de la forma urbana. Algunos
son diseños urbanos referidos a proyectos de conjuntos
arquitectónicos o elementos paisajísticos en un área
restringida y definida, con programa determinado,
cliente único, tiempo establecido y control de todos los
aspectos significativos de la forma. Entre ellos el del
Parque Los Caobos. O el gran conjunto de la
Universidad Central de Venezuela con el Jardín
Botánico. También el Parque del Este. Pertenecen a
este grupo de diseños urbanos de proyectación única
otros importantes conjuntos edificados como El
Silencio, construyendo la confluencia de tres avenidas
principales en la Plaza O’Leary. También el gran
conjunto residencial del 23 de Enero, y la renovación
urbana en Parque Central. Asimismo, los conjuntos de
otras universidades públicas y privadas construidos en
la periferia urbana en las décadas de 1970 a 1990;
otros grandes parques como el zoológico de Caricuao,
de comienzos de la década de 1970, o el más reciente,
del Oeste, por renovación urbana en Los Flores de
Catia, e incluso el gran cementerio privado de La
Guairita. En el límite de este tipo de diseños urbanos
se encuentra también el complejo recreacional-
simbólico-militar en la margen derecha del río El
Valle.

Otros conjuntos edificados, aunque conservan


relativamente las condiciones definidas de límites,
programa, cliente y tiempo, combinan un proyecto de
diseño urbano de control parcial y de sólo algunos
elementos significativos de la forma con diseños
arquitectónicos independientes de las partes
construidas. Diferenciando al cliente para el diseño
urbano en el promotor, de los múltiples clientes de los
posteriores proyectos de edificación, pueden
considerarse dentro de este tipo de diseño urbano de
nuevos desarrollos la mayoría de las urbanizaciones
residenciales de promoción privada que conformaron
parte sustantiva de la ciudad contemporánea.

Hay un proceso cultural de alejamiento del modelo de


cuadrícula centro urbano de edificación continua y
compacta con patios, a nuevas formas de diseño
urbano para la tipología suburbana de quintas aisladas
en jardines individuales y con vías arboladas, iniciada
en El Paraíso y decantada con las urbanizaciones del
este. Las dimensiones de parcelas, las características
del trazado de vías con otros espacios públicos, el tipo
y calidad de los servicios de infraestructura, las
previsiones de servicios comunales y, en general, las
calidades de diseño urbano, van a. presentar
variaciones entre las distintos urbanizaciones. Esto
responderá a la autoría de cada proyecto individual,
sobre la base del balance entre negocio y calidad en
cada promoción, destinada a estratos diferenciados del
mercado.

Mientras el diseño original de algunas urbanizaciones


presentaba un cierto nivel cualitativo, otras no pasaban
de aglomeraciones de parcelas con un trazado
elemental, o de conversiones mas o menos afortunadas
de parcelamientos totalmente periféricos en parte de
una ocupación continua.

En los primeros desarrollos de las colinas, donde los


modelos culturales a apelar eran mucho más escasos,
se utilizó la jerarquización de vías arboladas
característica de los trazados de urbanizaciones en
pendientes moderadas para las partes que así lo
permitían, se construyeron servicios comunales
inusuales, como la concha acústica, e incluso se
efectuó un concurso para desarrollar el tipo de “quinta
en pendiente”. Posteriormente se aprovechó la
disminución de los requerimientos dimensiónales de la
vialidad y el aumento de las pendientes de
construcción permitida, obtenidos desde esas primeras
urbanizaciones, para parcelar al máximo, con un
trazado meramente funcional, obteniéndose el tipo
suburbano característico del sureste, posteriormente
modificado con edificaciones multifamiliares.

También con diseños urbanos de nuevos desarrollos de


trazado elemental y proyectos independientes para las
edificaciones, se produjeron las urbanizaciones
industriales privadas en distintas zonas de Caracas.
Con la presión del desarrollo urbano y con el proceso
de descentralización a partir de la década de 1970,
muchas industrias se fueron trasladando al interior
aunque mantuviesen la dirección de las empresas en la
capital, y parte de las zonas industriales han
transformado su uso, sin llegar a ejecutarse proyectos
de diseño urbano de renovación.

El tipo más complejo de proyectos de diseño urbano le


constituyen las prefiguraciones zonales con límites
relativamente imprecisos, sin tiempo establecido de
ejecución, programa indeterminado, clientes múltiples,
control parcial y de solo algunos elementos
significativos de la forma, con cambios constantes y
diseños arquitectónicos parcialmente independientes
del urbano. Este tipo de proyectos también contribuyó
significativamente a la configuración de Caracas. En
algunos casos apenas pasan de ordenanzas ordinarias
para restringir la forma de lo construible. En otros se
trata de poco más que la yuxtaposición o sobre
posición de proyectos arquitectónicos.

Como formas más elaboradas dentro de este tipo de


proyectos de diseño urbano, pueden citarse el del eje
Centro Histórico-Banco Central-Altagracia-Foro
Libertador, y el de la zona de la Avenida Bolívar.
Vinculados a este siempre variante proyecto
emblemático del desarrollo caraqueño, aparece
también el conjunto de edificaciones culturales al
inmediato noreste, en Los Caobos, de proyectación
descoordinada, sin un sub proyecto común de diseño
urbano, que tampoco existió para su prolongación este,
en la aglomeración de edificaciones culturales y de
culto de Quebrada Honda.

Un proyecto como el de la zona de la Avenida Bolívar,


donde se sobreponen, modificándolo, proyectos
parciales e incluso generales, uno tras otro a lo largo
de 50 años, constituye prácticamente el límite entre
una verdadera prefiguración de la forma urbana, o
diseño urbano, y la simple evolución histórica de la
construcción de una zona de ciudad, como la que ha
venido ocurriendo en la zona de El Calvario a Caño
Amarillo y Miraflores.
Otro tipo de proyectos de diseño urbano, también
relativamente importantes para la configuración de
Caracas, son los sectoriales o de sistemas de objetos
urbanos relacionados funcionalmente, bajo una gestión
única, pero que sólo constituyen parte del ambiente
urbano. En este sentido se orientaron diversos e
infortunados intentos referidos a la señalización
urbana, a los sistemas de alumbrado público o
semaforización y a algunos elementos de mobiliario
urbano, como las paradas de transporte público o los
quioscos de las aceras. También pueden inscribirse
dentro de este tipo de proyectos de diseño urbano los
de algunos elementos de la propia red vial o peatonal.

En él limite, algunos grupos de edificaciones, aunque


dispersos en el área urbana, pueden considerarse
integrantes de un diseño urbano sectorial. Muchos
otros sistemas sectoriales constituidos por
edificaciones, difícilmente pueden considerarse
prefiguraciones asumidas como oportunidades de
composición urbana.

Dentro de los proyectos sectoriales de diseño urbano


están los desarrollados por el Metro, incluyendo los
bulevares de Catia, Sabana Grande, Caricuao y
Quebrada Honda.
En la construcción de la Caracas moderna se han
presentado problemas típicos para el diseño urbano,
como la construcción de áreas especiales para
universidades, para conjuntos culturales y de culto,
para grandes instalaciones de exposiciones o
recreacionales; la constitución de zonas centrales y
comerciales; la especialización de líneas de
movimiento; la renovación urbana; la conservación y
restauración de áreas urbanas con valor patrimonial;
nuevos desarrollos, hasta nuevas ciudades;
rehabilitación de desarrollos existentes; y habilitación
urbana de zonas con condiciones sub-normales. Sólo
algunas veces fueron asumidos a través de proyectos
de diseño urbano. En otras, los proyectos no se
ejecutaron o se ejecutaron muy parcialmente. Buena
parte de los problemas, como la conservación del
centro histórico o la habilitación física de los barrios
de ranchos, fueron prácticamente ignorados y
abandonados a su propia dinámica.

Es así como, a pesar de significativas contribuciones


de los diversos tipos de diseño urbano en la
configuración de Caracas, la imagen de la ciudad
contemporánea es en gran parte producto de la
yuxtaposición y sobreposición de construcciones
descoordinados. Sólo algunas de estas construcciones
responden a proyectos formales de arquitectura o
ingeniería, independientes entre sí y sin más orden
general que el impuesto por ordenanzas deficientes en
consideraciones de diseño urbano. Y eso solamente
para la parte controlada de la ciudad.

Además de las urbanizaciones residenciales e


industriales determinantes en la forma de expansión de
la ciudad, la promoción privada contribuyó
significativamente a la configuración del ambiente
urbano contemporáneo, desarrollando elementos
sectoriales edificados y zonas características, sin más
diseño urbano de conjunto que las restricciones de
usos y constructivas de las ordenanzas
correspondientes. Aquí se incluyen edificaciones de
uso comercial, concentraciones de edificios de oficinas
y servicios comunales de ámbito intermedio y
metropolitano, donde los elementos construidos de
consumo colectivo educacional, asistencial o
recreacional se constituyen en capital privado, como
los complejos de clínicas privadas.

La tendencia a la concentración zonal o axial de


edificaciones comerciales independientes viene desde
la ciudad del siglo XIX, con la central Calle del
Comercio y continúa hasta la Caracas contemporánea.
Como en la Avenida España de Nueva Caracas, o en
Sabana Grande desde mediados de este siglo, hasta la
invasión y posterior sucesión del uso residencial por el
comercial en Las Mercedes, en la medida que se
convertía en zona de paso para un sureste cada vez
más poblado. Por otra parte, las tiendas por
departamentos, también de mediados de siglo, dieron
paso a los centros comerciales característicos de la
ciudad dispersa con El Helicoide, frustrado proyecto
de la década de 1950 y símbolo urbano de variadas
connotaciones, como antecedente, los centros
comerciales o “plazas contemporáneas” proliferaron
en toda la ciudad desde la década de 1960 hasta
nuestros días.

Inducidas conscientemente o aceptadas por los


cambios de ordenanzas, las concentraciones de
grandes torres de oficinas con fuerte impacto en la
imagen urbana y en la construcción de nuevas
centralidades, comienzan a producirse desde la década
de 1950 y se incrementan en el período de ingresos
extraordinarios, desde mediados de la década de 1970
a inicios de la siguiente, hasta la actualidad, como
concreción espacial de las tendencias a la
terciarización del empleo y al predominio del capital
financiero.
Arquitecto, (UCV, 1972). Magister
Scientiarum en Urbanismo, (UCV, 1981). Cursante del
Doctorado en Estudios del Desarrollo, CENDES,
(UCV, 1996-1998). Profesor de Economía Política
FAU-UCV. Autor de ensayos e investigaciones sobre
la teoría del valor, el intercambio desigual y las formas
sociales de la globalización. Experiencia de más de 30
años en Planes y Proyectos urbanos, vivienda y gestión
del desarrollo en instituciones privadas y públicas.
Práctica de diseño urbano y arquitectura, con énfasis
en desarrollos residenciales, industriales y espacios
públicos. Coordinador del Taller Vivienda FAU-UCV.
Profesor de Estructura Urbana, FAU-UCV. Profesor
de las Maestrías del Instituto Experimental de la
Construcción (IDEC) y del Instituto de Urbanismo
UCV; de la Facultad de Arquitectura de la ULA, de
Columbia University. Coordinador de la elaboración
de la metodología y de los Planes Sectoriales de
Incorporación de las Zonas de Barrios (desarrollos
residenciales no controlados) a la Estructura Urbana
para la Zona Metropolitana Extensa de Caracas y para
la conurbación Barcelona-Puerto La Cruz-Guanta.
Premio Nacional de Investigación en Vivienda 1995.
Autor de ensayos y publicaciones y de distintas
propuestas de acción sobre el hábitat de pobladores
urbanos de bajos ingresos. Asesor del Programa
Nacional de Vivienda, CONAVI, 1999-2000. Ganador
de Mención Obra Arquitectónica Cultural/Social, X
Bienal de Arquitectura, 2001. Administrador Delegado
del Ministerio para la Vivienda y Hábitat en el
Programa de Transformación Endógena de Barrios,
2004-2005. Coautor y promotor en escala nacional de
técnicas, instrumentos y prácticas de autogestión
comunitaria en materia de vivienda y hábitat.
Consultor de la Corporación Andina de Fomento CAF
para habilitación física de desarrollos urbanos
residenciales no controlados
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