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Guillermo Wilde
(Compilación, introducción y edición)
ISBN 978-987-1256-93-8
© 2011, Editorial Sb
ISBN: 978-987-1256-93-8
1O edición, Buenos Aires,
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JESUITAS Y MUSULMANES
EN LA EUROPA DEL SIGLO XVII*
EMANUELE COLOMBO
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SABERES DE LA CONVERSIÓN
final del siglo XVII, Europa vio una multiplicación de libros escritos por
jesuitas relativos al Islam y a las misiones en las que se predicaba a musul-
manes, principalmente “manuales” para la conversión, libros de controver-
sias, catecismos, transcripciones de diálogos reales o imaginarios entre
musulmanes y católicos, así como antologías de sermones. Durante estos
mismos años, los martirologios de la Compañía de Jesús buscaban enfati-
zar la presencia de jesuitas asesinados por la fe en tierras musulmanas.5
Aunque muchos de estos libros se han perdido, me gustaría revisar
en este artículo los más importantes que sobrevivieron sobre el Islam,
escritos por jesuitas e impresos en Europa durante la década de 1680, en
un intento de comprender la imagen del Islam y el modo como los jesui-
tas se acercaron a los musulmanes en ese periodo.6
El jesuita italiano Nicolò Maria Pallavicino,7 un famoso teólogo
romano, escribió tres libros muy controversiales: Prosperità della Chiesa
Cattolica contro il Maccomettismo (1686), específicamente dedicado al Is-
lam, L’evidente merito della fede cattolica ad esser creduta per vera (1689)
y La grandezza della Madre di Dio contro le moderne eresie (1690), estos
dos últimos libros escritos en defensa del catolicismo fueron escritos tam-
bién en contra del Islam. L’incredulo senza scusa (1690), por el celebrado
predicador y teólogo italiano Paolo Segneri8 es una defensa de la razona-
bilidad de la fe de la iglesia católica que incluye varias referencias al Islam.
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JESUITAS Y MUSULMANES EN LA EUROPA DEL SIGLO XVII
El jesuita español Manuel Sanz,9 que pasó mucho tiempo en Malta, publi-
có en 1691 un “breve tratado” para convertir a los turcos, mientras que el
jesuita francés Michel Nau,10 misionero durante casi 20 años en Siria,
publicó dos libros en Paris: Religio Christiana contra Alcoranum (1680) y
L’état présente de la religion mahométane (1684). Finalmente, Tirso Gon-
zález de Santalla,11 un renombrado teólogo y al mismo tiempo predicador
de las “misiones populares” en España durante la década de 1670, predicó
regularmente a los musulmanes españoles con mucho éxito. Más tarde, al
convertirse en el décimo tercer General de la Compañía de Jesús, decidió
compartir su experiencia y escribió Manuductio ad conversionem Mahu-
metanorum (1687),12 una guía fidedigna destinada a la conversión de
musulmanes, que tuvo amplia difusión y conoció varias traducciones.
tra che non può non conoscere quale sia la vera Religione, chi vuol conoscerla (1690), del
cual existen muchas y muy buenas ediciones.
9 Manuel Sanz († 1719) fue jesuita de la provincia siciliana. Fue misionero en Malta, don-
de se convirtió en rector del Colegio jesuita y calificador de la Inquisición. Escribió Breve
trattato nel quale con ragioni dimostrative si convincono manifestamente i Turchi, senza
che in guisa veruna possano negarlo, esser falsa la legge di Maometto, e vera solamente que-
lla di Cristo (Bisagni, Catania 1691). La traducción española lleva por título Tratado bre-
ve contra la secta mahometana. En el qual por razones demostrativas se les convence mani-
fiestamente a los Turcos/ ser falsa la ley de Mahometo/ Con otros dialogos / contra cuales-
quiera sectas infieles, y particularmente contra la de los Judios, y Hereges (Sevilla, 1693).
Sobre la situación en Malta ver Brogini 2006.
10 Michel Nau (†1683) nació en Tours, y en 1665 fue asignado a la casa jesuita de Aleppo,
donde permaneció hasta 1682. Escribió Religio Christiana contra Alcoranum per Alcoranum
pacifice defensa ac provata (Martinum, Lutetiae Parisiorum 1680); y L’état présent de la reli-
gion mahométane, contenant le choses, les plus curieuses qui regardent Mahomet et l’établi-
ssement de la secte (Boüillerot, Paris 1684, 1685, 1687). Ver Heyberger (2008: 717-718).
11 Tirso González de Santalla († 1705) fue teólogo, misionero y en 1867 se convirtió en el
treceavo General Superior de la Compañía de Jesús. Escribió muchos libros de teología
moral. Ver Reyero 1913; [DHCJ] 2001: 1644-1650; Vincent 1998, 2001; Rico Callado 2006;
Colombo 2007, 2008, 2009.
12 Título completo: Manuductio ad conversionem Mahumetanorum in duas partes divisa.
In prima veritas religionis catholicae-romanae manifestis notis demonstratur. In secunda
falsitas mahumetanae sectae convincitur (Villa-Diego, Matriti 1687). Otras ediciones: Ben-
card, Dilingae 1688-89; Muzio, Napoli 1702. Solo la primera parte: Bencard, Dilingae
1691; Fiévet, Insulis 1696; Lipsiae 1697. Traducción al polaco por Theophil Rutka, Lwów
1694; una traducción manuscrita al árabe se conserva en la biblioteca del Vaticano. En es-
te artículo utilizo la edición de Dillingen 1688-89.
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Guerra
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17 Ídem: 192.
18 Ídem: 170-171; 251. Michel revela el uso selectivo que hace Pallavicino de la historia con
fines propagandísticos: «His silence concerning the significant role of Orthodox Russia in
the Holy League, the earlier Venetian refusal to take part in an anti-Ottoman Holy Lea-
gue which led to the papal interdict of 1605, and the contemporary opposition of Catho-
lic France leads to the conclusion that Pallavicino has been highly selective in his use of
history» (Michel 1989: 81).
19 Pallavicino (1689: 3).
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¿Cuáles eran las armas usadas en esta batalla peleada con pluma y
tinta? ¿Cuáles eran los argumentos utilizados por los jesuitas, expresados
en sus libros? Se trataba, principalmente, de argumentos medievales tra-
dicionales. En primer lugar está la condena de la figura de Mahoma, el
“primogénito del Adversario”, descrito de manera insultante por su con-
ducta moral y retratado como un hombre malvado; un mentiroso que
pretendía que su epilepsia fuera signo del don de la profecía.22
El tema moral es dominante. La falsedad de lo que llaman la “here-
jía mahometana” parecía evidente para estos autores católicos a la luz de
las costumbres sexuales del Islam, particularmente el tratamiento dado a
las mujeres, tanto por la práctica de la poligamia como por la facilidad
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Amigo Mustafa, pregunta todo lo que quieras, porque los sacerdotes cristianos
son distintos a los papaz turcos, que se rehúsan a dar razones para la ley musul-
mana. Hacen eso porque no saben y nunca sabrán las razones, simplemente
porque no existen. Pero nosotros tenemos razones, gracias a Dios, y siempre
respondemos las preguntas, es más, hallamos placer en responderlas.28
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sia: aunque ya habían sido derrotados por los Concilios, estas herejías
eran propuestas nuevamente por el Islam.30
Todos estos argumentos enfatizaban el valor de la razón, que es “la
base de la naturaleza humana”. Al utilizar la razón, la gente es capaz de y
debe discriminar entre lo que no es verdadero y lo que exalta la naturale-
za humana. La fe cristiana, según argumentan estos autores, está estricta-
mente conectada a la razón, no porque la razón le permita a uno com-
prender totalmente a Dios, sino porque hay algunas evidencias válidas de
que el cristianismo es posible y no está contra la razón. Al mismo tiem-
po, la razón es capaz de mostrar las contradicciones y la falsedad del Is-
lam. Sanz concluye sus explicaciones de los argumentos de la fe cristiana
de la siguiente manera: “Ahora Mustafa, la razón te obliga a confesar, te
guste o no, que sería una tremenda tontería y un evidente error, el seguir
a Mahoma y su Corán”.31
Por la misma razón, luego de su exposición de las bases del dogma
católico, Paolo Segneri agrega, utilizando el título de su libro que “el
hombre que no cree no puede ser excusado”.32
Todos estos argumentos –la inmoralidad de Mahoma, la incompa-
tibilidad del Corán con la razón humana, la falta de consideración de la
capacidad crítica del hombre, la falsedad de los supuestos milagros, la
idea del Islam como herejía– eran argumentos tradicionales tomados de
libros controvertidos del medievo y la temprana modernidad.33
De modo que aparentemente no hay nada nuevo en estos tratados
del siglo XVII. Todos los libros impresos en occidente estaban escritos
por y para occidentales, de suerte que parecerían haber servido principal-
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mente para reforzar un juicio preexistente antes que para agregar algún
nuevo conocimiento sobre el Islam. No obstante, una consideración más
profunda de estos textos revela ciertos aspectos de discontinuidad con el
pasado. En primer lugar, los argumentos medievales y de la primera
modernidad estaban imbuidos en el contexto histórico del siglo XVII.
Para sus autores, la “actual prosperidad de la Iglesia” coincidía no solo
con la derrota del Islam, sino también con la del Luteranismo y el Calvi-
nismo. En estos libros, a menudo los mismos argumentos para refutar al
Islam eran utilizados contra estas otras “herejías”. Así por ejemplo, los
argumentos de “falsos milagros” y de “ausencia de santidad” constituían
útiles armas contra los Luteranos;34 y el fatalismo islámico también era
comparado con la doctrina de la predestinación sostenida por los calvi-
nistas. El luteranismo, para Pallavicino, era un aliado del Islam, ya que
enseñaba que no era lícito luchar contra los turcos.35 Sanz y González
repitieron en varias ocasiones que la prédica dirigida a los musulmanes
daba útiles argumentos contra muchos luteranos y calvinistas con activi-
dad comercial en Malta y España. Incluso en los trabajos más teóricos de
Pallavicino y Segneri, los musulmanes y los judíos eran a menudo com-
parados con luteranos y calvinistas.36 Finalmente, los turcos y los herejes
eran también asociados como enemigos de la devoción mariana, que te-
nía mucha importancia durante el siglo XVII.37
Un segundo aspecto de novedad en estos libros era la presencia de
información mucho más auténtica sobre el Islam, a la que se tuvo acceso
durante el siglo XVII.38 González hizo algunos intentos, con limitado
éxito, de ganar una comprensión más profunda del Islam. Aunque no leía
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39 Dos fuentes originales de González son Confusión de la secta mahomética y del Alcorán
de Juan De Andrés ([1515] 2003) y Confutación del Alcoran y secta mahometana, de Lope
Obregón (1555). Sobre estos dos autores ver Elkolli 1983. González también usa Historia
Saracenica arábiga traducida al latín por Thomas van Erpen y publicada en Lyon en 1625.
En el primer capítulo de Manuductio hallamos una precisa «Vida de Muhammad» con una
a summa de muchos estudios occidentales. Ver González de Santalla (1687, II: 2 s).
40 Novissime autem prodiit ex Hispania, Manuductio ad conversionem Mahumetanorum:
opus prorsus egregium, ac praeclarum, atque Authore suo dignum, nempe, Reverendis P.
Thyrsi Gonzales de Santalla e Societate Iesu, olim in Salmaticensi Academia Sacrae Theo-
logiae Primario Antecessore Emerito: nunc vero eiusdem Societatis Praeposito Generali
dignissimo. Quo sane opere tam valide, ac nervose Mahumetanica Secta a fundamentis di-
rui- tur ac destruitur, ut omnis alia argumentorum ac rationum machina, superflua esse
videatur» (Marracci 1691). Bibliografía de Ludovico Marracci se encuentra en Saracco
(2008: 700-702).
41 Daniel (1960: 285). Es muy interesante el intento de Michel Nau de hacer una «lectura
cristiana» del Corán, por ejemplo tratando de demostrar que el Corán enseña la Trinidad
de Dios: «Liber tertius, in quo ex dictis Alcorani, et ex Scripturis Divinis, quas admittit, et
ex Divinis visionibus, et miraculis probatur Divinitas Christi, et Trinitas Personarum»
(Nau 1680, II, 74 s).
42 Nau (1684: Avertissement).
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Misiones impopulares
43 «Cum ego Malacae Mahumetanis praedicavi, anno 1670, nobilis vir, qui in urbe Oran
diu commoratus fuerat, mihi narravit, Mahumetanos, qui me concionantem audiebant,
contra me obmurmurare, quia eorum Prophetam Mahomam appellabam, existimantes id
a me dici in ludibrium, et irrisionem sui Legislatoris, quem ispi Muhammed accentu brevi
nominant, et ita deinceps ego nominavi, ut benevolentiam illorum captarem» (González de
Santalla 1687, II: 15). Michel Nau describe sus peregrinaciones, matrimonios y oraciones
muy bien; es claro que está describiendo la realidad como la ve (Nau 1684: passim). Esta
actitud de «aprender en las calles » a veces tenía lugar en España, durante la Edad Media y
en la Modernidad Temprana. Ver Daniel (1960: passim). Echevarria (1999: passim).
44 Michel 2001.
45 Ver Borja Medina (1988: 25-28).
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tenía en Malta, incluso entre los cristianos, de que no era necesario deba-
tir con los musulmanes para tratar de convertirlos, y que era suficiente
con mantener el status quo. Por el contrario, Sanz insistía en la importan-
cia de la prédica para contribuir al plan divino. Y se escandalizaba por los
muchos cristianos en Malta que prevenían a sus esclavos musulmanes de
convertirse al cristianismo, para no perder dinero con sus redenciones.
“Lo que resulta más detestable –escribía– es el hecho de que los esclavos
pidan tantas veces ser instruidos, o ser llamados con un nombre cristia-
no, y sus amos no lo quieran, y a veces los amenacen y prevengan de pe-
dir volverse cristianos”.46
Nau confirmaba que era posible hablar con los musulmanes sobre
el Islam y Mahoma, “pero solo con un profundo conocimiento de su reli-
gión”. Cuando en 1669 González, por primera vez, solicitó al obispo de
Málaga permiso para predicar a los musulmanes, el obispo fue muy
escéptico, y el jesuita tuvo que insistir para convencerlo.47
En definitiva, había cierta resistencia ante el proyecto de predicar a
los musulmanes. En estos libros es posible leer entre líneas un clima de
desconfianza en Europa hacia las misiones a los musulmanes. El silencio-
so escepticismo se desparramó en Occidente debido a la persuasión de
muchos obipos y hombres de iglesia de la imposibilidad de convertir a los
musulmanes. La misión a los musulmanes fue una “misión impopular” y
los jesuitas parecen haber sido fuertes impulsores de las mismas; ellos
insistían en que era posible y que era un deber cristiano tratar de conver-
tir a los musulmanes y lograrlo.
Los autores de estos libros daban siempre muchas “razones secun-
darias” a favor de la actividad predicadora. Si los musulmanes no iban a
convertirse, la prédica pública podía igual ser útil en la prevención del
fenómeno de “renegados”, o para convertir a luteranos, calvinistas o judí-
os, que se hallasen por coincidencia en los lugares de las misiones. La pré-
dica pública era utilizada sobre todo para reforzar los argumentos a favor
de la fe católica entre las personas que, siendo ya cristianas, no eran capa-
ces de explicar las razones de su fe, y no tenían deseos de expandirla.
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No hay casi nadie que no tenga la falsa convicción de que está prohibido
hablar a los turcos sobre religión, y que los misioneros en tierras islámicas tie-
nen que refrenar su lengua en estos temas […]. Por la gracia de Dios, los
mahometanos no son lobos tan feroces. Si uno los honra y trata con humildad
y amistad, de acuerdo al evangelio, ellos escuchan atentamente y os pregunta-
rán sobre religión.49
48 Es posible comprender los fines de estos autores en las dos cartas Para el lector cristia-
no en Sanz (1691), en la Introduction de González (1687), en el Advertissment de L’état
présent de Nau (1684). Según el Religio christiana (1680) de Nau: «siempre ten tu respues-
ta lista para la gente que te pregunta la razón de la esperanza que tienes » (1 Pt 3,15). En el
Manuductio (1687) de González: «Si no crees que soy él, morirás en tu pecado » (Jn 8,24).
En Nau, Religio christiana: «sal al mundo entero, y proclama a la creación el Evangelio”
(Mk 16,15).
49 Nau (1684, II: Avertissement).
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50 Sobre este género literario ver Heyberger (en prensa). Agradezco al autor por dejarme
leer el texto antes de su publicación.
51 González de Santalla (1687, II: 304). «Attirer, convaincre, susciter la demande de baptê-
me telle est bien la tache des religieux. Les jésuites et probablement tous les ordres religieux
au XVII siècle écar- tent la conversion forcée, ce qui constitue une explication supplémentai-
re à la présence de tant de musulmans sur le sol espagnol. La démarche adoptée, fidèle à l’en-
seignement de saint Thomas d’Aquin s’oppose au courant qui, à partir de Duns Scot, justi-
fie la licéité de la conversion forcée. On sait ce qu’il en advint au XVIe siècle avec les conver-
sions massives des morisques con- traints de choisir entre l’exil e le baptême. Au milieu du
XVIIe siècle, cette position n’a pas disparu, mais n’est plus dominante» (Vincent 2001: 199).
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González le daba tanto énfasis a los gestos porque trataba con gen-
te para quienes “los signos tienen más significación que las palabras”. Si
alguien buscara el bautismo durante la prédica, el misionero tendría que
abrazarlo cálidamente y colocarle un rosario alrededor del cuello. Sin
embargo, en el caso de una mujer, el misionero evitaría tal acto, que de-
bía ser realizado por una mujer cristiana de nobleza.
El problema lingüístico era otro tema importante en los debates del
siglo XVII sobre las misiones.54 La Compañía de Jesús insistía en el estu-
dio del árabe, aunque a menudo sin mucho éxito, debido al nivel de difi-
cultad que acarreaba aprenderlo. Para Michel Nau el conocimiento del
árabe y el sirio era muy importante, tal como puede entenderse a partir
de sus libros y su biografía. La actitud de los jesuitas en el oeste fue dife-
rente durante las primeras décadas del siglo XVII. Por ejemplo, Ignacio
Las Casas criticaba severamente a los jesuitas que predicaban a los musul-
manes en español.55 En el Manuductio, el tema de la barrera lingüístico
52 Sobre el uso del teatro en la Compañía de Jesús ver Valentin (1990); Zanlonghi (2002);
Mc Naspy (2001: 3708-3714).
53 González de Santalla (1687, II: 229-230).
54 Para una visión amplia ver Pizzorusso 2009.
55 Frente a la postura oficial y mayoritaria contraria, la estima de la lengua Árabe como
lengua de transmisión del mensaje evangélico fue común en la Compañía, a la mayoría de
sus miembros implicados en este apostolado, pero, a pesar de los intentos que se hicieron
para el aprendizaje del árabe, muy pocos lo llegaron a aprender suficientemente» (Borja
Medina 1988: 22). «Il semble que la connaissance de la langue arabe ait été très peu répan-
due parmi les religieux» (Vincent 2001: 200).
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Conversiones
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debían conciliar con ellos el rezar a su propio Dios para pedirle ilumina-
ción y ayuda para comprender la verdad. El fenómeno de las conversio-
nes del cristianismo al Islam en el área mediterránea está bien estudiado,
pero es más difícil determinar la cantidad de conversiones en la otra
dirección. Estudios recientes están en contra de la idea común de que hu-
bo solo un pequeño número de conversiones del Islam al cristianismo en
la Europa de los siglos XVI y XVII.62
Un examen cercano del caso de González confirma esto.63 El jesui-
ta asistió a cerca de 180 bautismos de esclavos musulmanes en diez años,
y a menudo es posible encontrar evidencia que confirma muchas de aque-
llas conversiones. En España, los bautismos eran un evento social impor-
tante y ocasionaban un festín para toda la ciudad. La nobleza estaba
envuelta, tanto porque los esclavos trabajaban para sus familias como por-
que los nobles eran usualmente padrinos del convertido.64 Los esclavos
heredaban a menudo el nombre de su padrino, y es muy interesante des-
cubrir los nuevos árboles genealógicos creados por las conversiones. Du-
rante los bautismos celebrados en Madrid en 1670, descritos en el Manu-
ductio de González, podemos encontrar a muchos miembros importantes
de la corte española haciendo las veces de padrinos. González insistía en
la importancia de tener celebraciones magníficas y “barrocas” para tales
ocasiones: todos, de hecho, podrían entender la importancia del sacramen-
to a partir de la belleza de la ceremonia.65 La conversión de personas
nobles del mundo islámico era a menudo celebrada como un milagro.66
En el Manuductio de González, la preocupación de los misioneros
por la educación religiosa de los catecúmenos aparece a menudo. Este tema
62 Larquié 1998; Bono 1998. Un muy útil artículo de reseña sobre España es Garcia-Arenal
(2009). Más en general sobre el área mediterránea: Fiume (2009); Heyberger y Fuess (e/p).
63 Resulta interesante comparar la información de Manuductio con los documentos (car-
tas, informes) conservados en el ARSI, y publicados parcialmente en Reyero 1913.
64 Habitualmente, la condición social del esclavo no cambiaba tras su conversión, rara-
mente el amo decidía liberarlo, o el padrino le daba dinero para redimirse.
65 «Quantum expediat, quod Mahumetani ad Fidem conversi magna cum solemnitate
baptizentur» (González de Santalla 1687, II: lib. VI cap. V).
66 Por ejemplo la conversión de un príncipe de Marruecos, Muley Larbe Xerife, bautiza-
do en Sevilla en 1671. Su padrino era el duque de Medinaceli, y colaboraba con los jesui-
tas en el seguimiento de las misiones. «Princeps iste non modico nobis adjumento fuit ad
conversionem Mahumetanorum, qui eum ut legitimum Regni successorem colebant, et
antequam Fidem Christi susciperet, ei necessaria ad victum, et vestitum suppeditabant»
(Ídem: 40 – 41).
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Un río subterráneo
67 Sanz (1691: 42). La misma imagen del jardinero está en Segneri (1690: 1).
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titulado Le mahometisme toleré par les Jesuites dans l’Isle de Chio, 1711
[El mahometanismo tolerado por los jesuitas en la Isla de Chio]. En esos
mismos años la controversia sobre los “ritos chinos” adquiría seriedad
creciente y muchas voces influyentes dentro de la iglesia católica se decla-
raron contra las actitudes de los misioneros jesuitas. La ambivalencia con
respecto al Islam, esa especie de “estatus especial”, se confirma también
en comparación con las actitudes jesuitas hacia los judíos en el mismo
periodo. En los libros que estoy revisando, el judaísmo es siempre pre-
sentado al mismo tiempo que el Islam (desde la edad media, los musul-
manes y judíos eran comparados en los tratados católicos). Los argumen-
tos utilizados para refutarlos eran similares, y las objeciones más relevan-
tes contra el catolicismo –los misterios de la trinidad y la encarnación–
eran los mismos.75 Sin embargo, en estos libros parecía que los “pérfi-
dos” judíos eran más peligrosos, más difíciles de convertir. De allí que su
fe fuera raras veces considerada con una actitud positiva, y no más bien
como un obstáculo para alcanzar la verdad.76
Considero que es necesario realizar más investigaciones en este
terreno, sobre todo en dos direcciones. La primera consiste en extender
los estudios de las fuentes impresas de la Compañía de Jesús sobre el Is-
lam. Este tipo de fuentes es algunas veces descuidada, considerando la
cantidad de documentos de archivo que tenemos sobre la Compañía de
Jesús. Pero no debemos olvidar la importancia de estos libros y tratados,
los cuales pasaron por varias ediciones y traducciones, en la formación de
una mentalidad dentro de la Compañía de Jesús y más generalmente en la
Iglesia Católica.77 Es sorprendente, por ejemplo, descubrir que en 1690
un jesuita de la China pidió por copias libres del Manuductio de Gonzá-
lez, deseando contrarrestar la propaganda musulmana en China.78 Estu-
diar la red y circulación de estos libros sería sumamente útil.
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79 Ver Borja Medina (1988: 26). ARSI (Tolet. 37ª, f. 460; 466v; Litt. Ann. 1609, 95).
80 Ver Possevino 1619, 1593; Lator 1943; Caccamo 1973.
81 Ver por ejemplo la Demonstratio evangelica sive religionis Iesu Christo revelatae certi-
tudo accurata methodo demonstrata adversus theistas et omnes antiqui et nostri aevi phi-
losophos antichristianos, quin et contra iudaeos et mahumetanos, de Stattler (1770).
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82 Mientras crece la cantidad de estudios sobre jesuitas y musulmanes, sería útil un estu-
dio comparativo de larga duración sobre un área extendida. Un congreso reciente, “Jesuits
and the Peoples of the Book. The Society of Jesus, Jews and Muslims”, realizado en Bos-
ton College el 24 y 25 de marzo de 2010, mostró muchas analogías en la actitud jesuita ha-
cia los musulmanes en diferentes lugares y tiempos. Ver Colombo 2010.
83 Como muchas de las otras leyendas fundacionales registradas en la Autobiografía de Ig-
nacio y en otros documentos tempranos de la Compañía, existen elementos clave que rea-
parecerán una y otra vez en la historia jesuita, especialmente en el modo como la relatarán
los escritores jesuitas.
84 Ver Reites 1977.
85 Ver Nadal ([1554] 1905, IV: 834-837).
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