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Nuestra nueva Carta Magna establece novísimas iniciativas en el campo de los derechos sociales,
tanto así que incluso le da rango constitucional a diferentes aspectos afines con las
relaciones laborales que eran de rango legal. Reconoce, como en la Constitución de 1961,
que la protección del Trabajo es fundamental para el buen desarrollo de la República;
aunque es de suma importancia asentir que muchos de esos “novísimas” propuestas ya
estaban establecidas en la Ley Orgánica del Trabajo y su Reglamento (vigentes al
momento del nacimiento de la Constitución de 1999) en uso actualmente.
Al ahondar en este tema tan interesante, hemos apreciado, que es sumamente arduo no tocar la
realidad política del país, no emitir ningún juicio de valor, es decir, que tomando en cuenta la
actual atmósfera social que vivimos y como estudiantes de derecho, el no poder hurgar en los
aspectos políticos, que a su vez derivan en jurídicos y económicos, nos ha dificultado la
consecución de desarrollar con éxito las propuestas planteadas por la cátedra.
El contenido del siguiente trabajo de investigación constará de 3 partes, estructurado de la
siguiente manera:
I.- Una primera parte contentiva de matices netamente constitucionales.
II.- Una segunda parte contentiva del Modelo de las Relaciones Laborales y del Modelo
Económico propuesto por la Carta Magna, y
III.- Una tercera parte contentiva de las tendencias actuales del modelo económico y del
derecho del Trabajo frente al modelo de relaciones laborales propuesto por la
Constitución Nacional.
Cabe hacer la referencia que en los matices constitucionales (primera parte) se abarca de grosso
modo el modelo propuesto por la constitución de acuerdo a las relaciones laborales.
Según García Pelayo citado por Ricardo Combella, en su libro Derecho Constitucional (2001:9),
sostiene que las funciones de la constitución son sus aportaciones positivas a:
La integración nacional: García Pelayo sostiene que en la medida en que la constitución logre
unir en un proceso de permanente de actualización, a los ciudadanos en torno a un orden de
valores, ideas, creencias, principios, que cohesionan el sistema político la constitución será un
factor principal de integración.
a.) Fundamento jurídico de la legitimidad: el autor sostiene que la constitución fundamenta la
legitimidad de los poderes del Estado, impidiéndose así la arbitrariedad, el abuso y el
despotismo, hace posible la existencia del estado de derecho.
b.) Proporcionar un orden político estable para el desarrollo de la vida política: es el marco
normativo, previsible y duradero, contribuyente a la estabilidad de un orden político. La
constitución establece los parámetros para la conflictividad política, es decir que los procesos
políticos tienen providencias constitucionales. “por el contrario, el conflicto existencial y
antagónico, donde el triunfo de un contendiente conlleva la aniquilación política de un adversario
(considerado como un enemigo), pone en jaque y, llevado a sus últimas consecuencias, termina
rompiendo el orden constitucional
c.) Ordenación del sistema jurídico: esta función ordenadora acoge al principio de jerarquía de
las normas, elaboración teórica de la Escuela de Viena y de la brillante habilidad del jurista
austriaco Hans Kelsen, quien nos explica dicho principio de la siguiente manera: “En razón del
carácter dinámico del derecho, una norma sólo es válida en la medida en que ha sido creada de
la manera determinada por otra norma....”. En esta función se habla de otro punto importante
presente en la constitución que es la rigidez constitucional. Lo que hace resguardar un valor
jurídico en primer orden, en este caso se trata de la seguridad jurídica; establecido en la
constitución.
Ahora bien en este orden de ideas consideramos importante otra clasificación funcional, que es,
la referente a su contenido y el cual desarrollamos en el siguiente cuadro sinóptico inspirado en el
constitucionalista Allan R. Brewer-Carías:
1.2.- PRINCIPIOS CONSTITUCIONALES.
Las constituciones como base de todo el orden jurídico y político de un Estado, contienen dentro
de su cuerpo de dispositivos técnico-legales, las normas o ideas fundamentales que rigen el
pensamiento ideológico y las tendencias de su alma, es decir Principios, que a su vez devienen
en profusos artículos y sirven para asegurar, dirigir, guiar, etc. a los ciudadanos y a la Ley. Los
Principios constitucionales remiten “a la Ley para la adopción de medidas tendientes para
garantizar el ejercicio de los derechos...”(Brewer-Carías.2000).
La Carta Magna contiene una serie de principios de carácter laboral de suma importancia para la
consecución de sus fines, éstas claves jurídico-laborales según Pérez Perdomo son: “...normas
permanentes que constituyen las bases del ordenamiento jurídico laboral y sirven de guías al juez
o a los interpretes de esas disposiciones para realizar la justicia.”(2002).
Los Principios Constitucionales del Derecho del Trabajo se encuentran consagrados en su
mayoría en el artículo 89 constitucional, el cual reza:
Artículo 89.- El trabajo es un hecho social y gozará de la protección del Estado. La ley dispondrá
lo necesario para mejorar las condiciones materiales, morales e intelectuales de los
trabajadores (...). Para el cumplimiento de esta obligación del Estado se establecen los
siguientes principios:
1. Ninguna ley podrá establecer disposiciones que alteren la intangibilidad y progresividad de
los derechos y beneficios laborales. En las relaciones laborales prevalece la realidad sobre
las formas o apariencias.
2. Los derechos laborales son irrenunciables. Es nula toda acción, acuerdo o convenio que
implique renuncia o menoscabo de estos derechos. Sólo es posible la transacción y
convenimiento al termino de la relación laboral, de conformidad con los requisitos que establezca
la ley.
3. Cuando hubiere duda acerca de la aplicación o concurrencia de varias normas, o en la
interpretación de una determinada norma, se aplicará la más favorable al trabajador o
trabajadora. La norma adoptada se aplicará en su integridad.
4. Toda medida o acto del patrono o patrona contrario a esta constitución es nula y no
genera efecto alguno.
5. Se prohíbe todo tipo de discriminación por razones de política, edad, raza,
sexo o credo o por cualquier otra condición.
6. Se prohíbe el trabajo de adolescentes en labores que puedan afectar su desarrollo
integral. El Estado los protegerá contra cualquier explotación económica o social.
La carta de la OEA de 1948, en el inciso b) del artículo 29, dentro del Capítulo “Normas
Sociales”; estableció lo siguiente: “El trabajo es un derecho y un deber social; no será
considerado como un artículo de comercio, reclama respeto para la libertad de asociación y la
dignidad de quien trabaja y ha de efectuarse en condiciones que aseguren la vida, la salud y un
nivel económico decoroso, tanto en los años de trabajo como en la vejez o cuando cualquier
circunstancia prive al hombre de la posibilidad de trabajar”.
Es importante destacar que no solo la constitución consagra al trabajo como un hecho social y
que está protegido por el Estado, sino que también lo hace la Ley Orgánica del Trabajo en su
artículo 1.
Además del artículo 89 constitucional, la Carta Magna contiene otra serie de Principios, que no
están expresados de manera tácita como laborales, sino que de forma implícita como por ejemplo
los Principios relacionados a los Derechos Humanos, los Principios a fines a los Tratados y
Acuerdos que firme la República, entre otros de igual importancia pero que llevarían todo un
trabajo particular el desarrollarlos y no estarían en tono con la materia que estamos desplegando.
Las funciones de los Principios Constitucionales Laborales: “(...)Inspiran, Informan, Gestan el
contenido del Derecho positivo, están, en cierto modo, condicionado por este...” (Plá
Rodríguez.1990); son el fundamento del ordenamiento jurídico del derecho del trabajo. Tienen
una función normativa ya que en caso de ausencia de la ley actuarán como fuente supletoria. Los
Principios Laborales, consagrados en la Constitución y en la Ley, tienen como función orientar al
Juez para impartir Justicia.
A partir de Diciembre de 1999, Venezuela estrenó una nueva constitución surgida de los cambios
políticos sociales y de la crisis nacional que se estaban viviendo. Ésta constitución trajo
numerosos aspectos antes desconocidos en un texto constitucional, así como el reforzamiento de
otros tantos. Y es en el campo de la materia de las relaciones laborales y económicas que
ahincaremos en éste punto.
Existen varias interpretaciones al modelo económico de nuestra Carta Magna, elucidaciones que
varían dependiendo de la corriente política y de la posición gubernamental, es por esto que el
equipo optó por transitar las diferentes opiniones sin entrar de lleno en la discusión doctrinaria,
sino un mero análisis global.
“La relación entre el Estado y la sociedad obedece al modelo político de la democracia
participativa que se corresponde entre nosotros en un Estado rentista, petrolero, de orientación
capitalista y estatista. Esa orientación económica rentista petrolera tenía un modelo político
democrático-representativo de partidos, de democracia sin gente, donde los ciudadanos no
aparecían.
El gran cambio es cómo nosotros podemos una lograr una orientación del Estado que permita dar
el salto desde una economía rentista a una economía más productiva, y que el modelo político
pase de un modelo democrático representativo a uno democrático participativo y protagónico”
(Istúriz. Sin fecha)
El modelo económico trazado por la Constitución Nacional, no se puntualiza de forma precisa,
rígida, tal como se verifica en la exposición de motivos de la misma. La autora Claudia Briceño A.
nos plantea que la constitución establece “...las bases de un modelo económico que
paralelamente reconoce la función de la iniciativa privada, pero en el cual el Estado no está
ausente, teniendo una función como ente regulador, promotor, planificador y hasta empresario”.
(Briceño, N. Sin fecha).
Siguiendo este cúmulo de pensamientos, observamos que el modelo planteado está basado en
la libertad económica y la iniciativa privada, con un Estado intervencionista que garantiza la
justicia social como fin principal.
¿Podemos decir que Venezuela es una República con una economía mixta?. Aparentemente si,
porque al tener una economía basada en la libre competencia, en la diversidad económica, en la
fomentación de la iniciativa privada, y a la vez definirse como un Estado Social de Derecho, toda
vez, que cómo plantea J. Garay “...nuestra constitución no es Socialista, pues protege y proclama
la libre empresa, la iniciativa privada y la propiedad individual de toda clase de bienes –salvo el
petróleo y las minas (...)”.
Es de relevante importancia hacer notar, que no pudimos enfocarnos con claridad con respecto
al modelo planteado, debido a que, y sin entrar en discusiones políticas, se nota una clara
contradicción entre las propuestas inherentes al modelo económico, inclusive indagamos en el
espíritu e intención que el legislador constituyentista le quiso dar a la parte referida a la fracción
económica, y permanecimos igual.
La economía, desde principios de la década de los noventa del siglo XX. ha manifestado un
interesantísimo fenómeno de transformación, generando grandes cambios a nivel mundial, una
especie de post-modernidad que ha concebido lo que llamaríamos las directrices o tendencias
actuales, como lo son, según el Esp. en Gestión Administrativa Don Martínez A.:
.- La globalización del comercio, diferente a la mundialización de la economía.
.- Capital distribuido en diferentes países.
.- Economía virtualizada y sin acceso al dinero, a través de los canales tecnológicos como la
Intenet.
.- El interés por la mayor productividad a menor precio.
.- Mayor competitividad.
.- Economía social-capitalista, como un ejemplo, los grupos organizados como las cajas de
ahorros de empleados, manejan mayores riquezas que los grandes magnates
tradicionales, los grandes países capitalistas aplican amplias políticas sociales, y los
países socialistas aplican el modelo capitalista.
.- Menor dependencia por la mano de obra y mayor interés en la producción intelectual.
.- Otros.
CONCLUSIÓN
BIBLIOGRAFÍA
BREWER-CARÍAS, Allan. La Constitución de 1999. Editorial Arte. Caracas, 2.000.
BRICEÑO A., Claudia y NÚÑEZ M., Ana Cristina. Aspectos Económicos de la Nueva Constitución
en COLECTIVO DE AUTORES DEL ESCRITORIO TINOCO, TRAVIESO, PLANCHART Y
NÚÑEZ. Comentarios a la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.. Caracas,
TINOCO, TRAVIESO, PLANCHART Y NÚÑEZ. 2000, pp.177 a 199