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La diversidad de estos negocios es amplia, pero las condiciones higiénicas se han de mantener
en sus instalaciones como unas garantías en la atención al cliente, la cual también es controlada,
mediante inspecciones periódicas y otros medios, por las administraciones públicas.
Salud y estética son conceptos cuyos efectos positivos están correlacionados. De manera que
los tratamientos que se realizan en las clínicas que se dedican a ellos no pueden verse
complicados por la falta de higiene.
Estos centros, por su parte, pueden recurrir a los materiales que suministran los proveedores de
productos de belleza y consejos que se van a desgranar en las siguientes líneas.
En primer lugar, hay que recordar que los centros de estética son recintos en los que se
pueden concentrar, por el constante trasiego de personas y las actividades que se
realizan, microorganismos patógenos, tales como bacterias o virus. Estos organismos, solo
visibles con microscopio, son los causantes de enfermedades infecciosas muy diversas y de
gravedad variable.
Por consiguiente, resulta fundamental recordar cómo pueden, en diversas fases, ser combatidos.
En primer lugar, hay que proceder a limpiar con agua y un producto químico o jabón los objetos
utilizados. Este paso no erradica los agentes patógenos, pero acaba con sus restos visibles. De
forma que prepara la superficie para el siguiente estadio: la desinfección.
Por la desinfección pasarán los artilugios metálicos y plásticos. Hay que tener en cuenta que los
porosos (piedra pómez, algodón, limas de uñas, etc.) deben ser desechados tras un solo uso. La
desinfección, por su parte, se llevará a cabo con un producto homologado y siguiendo
escrupulosamente las instrucciones.
Por lo que respecta a los objetos empleados en el trabajo, los que tengan un contacto más sensible
con los clientes, como las cuchillas de afeitar, tendrán un solo uso. Otros, como las tijeras o los
aparatos para cortar las uñas, deberán ser limpiados a conciencia. Una vez se hayan eliminado
los restos, han de ser higienizados y desinfectados, por ejemplo, con spray o alcohol de 96º.
Por último, para materiales que, como los textiles, han estado en contacto con una gran superficie
corporal, se aconseja, con el fin de que puedan ser reutilizados, echar mano de esterilizadores
(como los ultrasónicos) y calentadores.
Para ello dispondremos de una planificación previa respecto a la organización del espacio de
trabajo y del equipo.
El espacio de trabajo
El espacio de trabajo en el salón de peluquería cumplirá con una serie de medidas que nos
permitan desarrollar nuestro trabajo con unas normas que garanticen la seguridad e higiene tanto a
nivel del operario como del usuario del servicio.
El salón es el lugar donde se van a realizar las operaciones de peluquería. Las paredes y suelos
han de ser impermeables y de fácil limpieza y desinfección.
En el salón estará dispuesto todo el material a utilizar de CFP, convenientemente organizado y
situado en cada zona de uso.
Para optimar el tiempo, haremos una previsión de los equipos, herramientas y materiales que
vamos a necesitar, teniendo todo organizado y preparado, evitando de esta forma alargar
innecesariamente el trabajo. Tener a mano y bien organizado todo el material facilitará la labor y
evitaremos pérdidas de tiempo buscando cosas posteriormente.
Colocaremos todo el material sobre un carro auxiliar que facilitará la labor del profesional. Ningún
material podrá ser metálico pues reaccionaría con el líquido reductor.
En los salones de peluquería debemos desinfectar además de limpiar todos los útiles,
herramientas, lencería, mobiliario, aparatos y el local en sí.
Hay que esterilizar todo aquello cuyo material nos lo permita, y sobre todo aquellos susceptibles de
atravesar la piel.
Teniendo en cuenta lo anterior, podemos decir que La limpieza es la acción de eliminar todo tipo
de suciedad.
Se trata de disminuir o exterminar microorganismos de la piel, muebles… (aunque con limpieza nos
referimos más bien a objetos inanimados).
Por la tanto, ¿qué es la higiene? La higiene es el concepto básico de aseo, limpieza y cuidado del
cuerpo.
Los trabajadores que prestan atención a su higiene personal pueden prevenir la propagación de
gérmenes y enfermedades, reducir su exposición a productos químicos y contaminantes, y evitar el
desarrollo de alergias a la piel, trastornos de la piel y sensibilidad a sustancias químicas.
El primer principio de la buena higiene es evitar la exposición por medio de una barrera sobre la
piel con el uso de equipos de protección personal.
El lavado básico de las manos y el cuidado de la piel pueden prevenir exposición y enfermedades.
Los profesionales deben lavarse las manos antes y después de cada servicio. Para lavarse las
manos correctamente, los trabajadores deben primero mojárselas bajo el agua y después usar un
jabón líquido o de pastilla. Las manos se deben mantener fuera del agua hasta que se enjabone y
frote toda la superficie de la piel durante al menos 20 segundos, incidiendo debajo de las uñas,
pues es ahí donde se produce una gran proliferación de microorganismos. Los profesionales
pueden entonces enjuagarse las manos con agua limpia y secárselas con una toalla desechable.
Si vamos a utilizar un desinfectante de manos, este debe aplicarse utilizando una cantidad
apropiada de desinfectante a la palma de la mano y después frotarse las manos entre sí hasta que
queden secas, teniendo cuidado de limpiarse todas las áreas de las manos.
Teniendo en cuenta todos los métodos de limpieza, desinfección y esterilización, utilizaremos uno
u otro en función del material que estemos utilizando y de su posible contaminación.
Primer grupo: suelos, instalaciones, muebles, armarios, estantes, espejos, etc. Limpiar bien con
detergente, y si los materiales lo resisten, se puede utilizar en la limpieza lejía (es un desinfectante
eficaz, además de económico.).
Segundo grupo: bandejas, carros, lupas, recipientes, etc. Mobiliario que se utiliza en el proceso de
CFP pero que no permanece en contacto directo con el cliente. Hay que llevar a cabo una limpieza
después de cada uso además de una desinfección diaria, al terminar la jornada laboral. La limpieza
se realizará con agua y detergente. Aclarar bien. Para su desinfección lo sumergiremos en una
solución desinfectante (como agua y lejía al 10% o glutaraldehido al 2%) durante 30 minutos. Tras
ello secar bien y proteger los materiales del polvo y la suciedad hasta su siguiente uso.
Tercer grupo: peines, cepillos, paletinas, boles, toallas, sillones, lavacabezas, etc.; todo el material
que se ponga en contacto directo con el cliente durante el tratamiento. Se deben limpiar y
desinfectar siempre tras su utilización. Hay que poseer varios equipos de estos utensilios y que
sean lo más resistentes posible a los detergentes y desinfectantes. Tras esto se deben guardar
separados y protegidos hasta nuevo uso. (si se emplean frecuentemente se pueden mantener
protegidos en el germicida).
Mantenimiento
Hemos de preocuparnos de mantener en buen estado todas las herramientas, útiles y aparatología
así como de las instalaciones del salón de peluquería y el espacio de trabajo destinado a los
cambios de forma permanente. Para ello adoptaremos una serie de medidas: