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Exodo 6:6-7:1

En nuestro programa anterior, interrumpimos nuestra lectura en el párrafo que


incluía la respuesta de Dios a la oración de Moisés, en la que se reveló como el
SEÑOR, que iba a salvar y liberar a su pueblo de la esclavitud, conduciéndolo a
la Tierra Prometida.
En los versículos 6 al 8 vemos que Dios revela las 7 promesas que conciernen a
la redención. Este pasaje Bíblico presenta una maravillosa ilustración apropiada
para nosotros en la actualidad y que, en su día constituyó un gran estímulo para
Moisés. Dios anunció quién era y lo que llevaría a cabo. En lo que a nosotros se
refiere, tenemos un Salvador que nos explica quién es El, y lo que tiene intención
de hacer. El puede salvar completamente a todos los que vienen a El. Leamos
los versículos 6 al 8:
"Por tanto, di a los hijos de Israel: "Yo soy el Señor, y os sacaré de debajo de
las cargas de los egipcios, y os libraré de su esclavitud, y os redimiré con brazo
extendido y con juicios grandes. Y os tomaré por pueblo mío, y yo seré vuestro
Dios; y sabréis que yo soy el Señor vuestro Dios, que os sacó de debajo de las
cargas de los egipcios. Y os traeré a la tierra que juré dar a Abraham, a Isaac y
a Jacob, y os la daré por heredad. Yo soy el Señor."
Las 7 promesas de la redención son:
1. Yo os sacaré de los duros trabajos de los egipcios.
2. Yo os libraré de la esclavitud.
3. Yo os redimiré con brazo extendido, con poder.
4. Yo os consideraré como mi pueblo.
5. Yo seré vuestro Dios.
6. Yo os llevaré al país.
7. Yo os daré ese país en propiedad.
A continuación haremos una aplicación espiritual de cada promesa.
1. Yo os sacaré de los duros trabajos de los egipcios. Esta es como una analogía
de nuestra redención en Cristo. Hoy nosotros llevamos la carga, el peso del
pecado y las dificultades de la vida oprimen nuestro corazón. Debemos admitir
que, aunque el pecado parezca placentero, la esclavitud que se deriva de la
costumbre de practicarlo es dura, permanente y no es posible liberarse de tal
opresión sino por la fe en Jesucristo y la aceptación de su obra redentora en la
cruz.
2. Yo os liberaré de la esclavitud del pecado. Dios nos libera de la esclavitud que
trae consigo el pecado. Los israelitas se encontraban en Egipto viviendo una vida
de esclavitud y Dios prometió liberarles de aquellas cadenas que les
aprisionaban. La esclavitud constituye una condición de la cual nadie puede
liberarse por sí mismo; es necesaria una intervención externa. Cuando estaba
vigente la esclavitud, había que pagar cierta suma de dinero como rescate para
obtener la libertad. Jesucristo es el medio establecido por Dios para liberar a
todo aquel que crea.
3. Yo os redimiré con brazo extendido, con poder. Este es el poderoso brazo
mencionado por el profeta Isaías en su capítulo 53:1, que dice; "¿Quién ha creído
a nuestro mensaje? ¿A quién se ha revelado el brazo del Señor?" Yo no sé a
quiénes está siendo revelado pero tengo la seguridad de que en la actualidad,
Dios está realizando la obra de la redención e los corazones y vidas de hombres
y mujeres. Cada uno de nosotros necesita un Salvador del pecado porque
estamos corrompidos ante Sus ojos. Pero El nos amó de tal manera que murió
por nosotros, para que podamos ser salvos. Y si él estuvo dispuesto a hacer tal
sacrificio, nosotros debemos estar dispuestos a acudir al Señor como pecadores.
Si depositamos nuestra fe en la obra de Jesucristo a favor nuestro, seremos
salvos. Dios tiene un gran plan de salvación pero tenemos que acudir a El y
entonces, él nos salvará con su poder.
4. Yo os consideraré mi pueblo. Reflexionemos. El nos sacó del fango y la
suciedad del pecado y nos convirtió en hijos Suyos por la fe en Jesucristo. El no
nos salva para después apartarse y dejarnos solos. Quiere ser nuestro Dios. Si
realmente has sido salvado, no continuarás viviendo como si Dios no existiese.
Si has confiado en Jesucristo como Salvador, esta experiencia transformará tu
vida. El se convertirá en tu Dios y tú le reconocerás como tal. Dios quiere
redimirte. El desea que conozcas a Cristo como Salvador y Señor. Quiere que
estés seguro de que has sido salvado. Desea ser tu Dios. Quiere que seamos Su
pueblo.
5. Yo seré vuestro Dios. Por consiguiente, El ha escogido tener creyentes en
Cristo antes de la fundación del mundo, en la eternidad pasada. Su plan de
redención surgió del propósito sabio de Dios. El no tiene que esforzarse para
amar a los Suyos, a pesar de sus fracasos. Dios ama a los suyos porque el amor
forma parte de su naturaleza. Por eso, El quiere ser nuestro Dios.
6. Yo os llevaré al país. La tierra era Canaán. Había sido prometida a Abraham,
Isaac y Jacob. Canaán no es una figura del cielo sino de la vida cristiana, tal
como los creyentes debieran vivirla. Canaán es un símbolo de las bendiciones
espirituales celestiales, que pueden ser disfrutadas por la obra del Espíritu
Santo, como explica el apóstol Pablo en su carta a los Efesios 4:1 al 5:18.
También hay lucha, y batallas por ganar. A veces, los creyentes viven como si
se hubiesen declarado en quiebra, en un estado de derrota, como si aun
estuviesen en el desierto (como estarían los israelitas) y nunca comienzan a
disfrutar de las riquezas de la gracia y misericordia de Dios. ¿Estás
experimentando actualmente la vida, la luz y el amor de un Salvador que vive?
7. Yo os daré ese país en propiedad... En su carta a los Romanos 5, el apóstol
Pablo dejó claro que hemos sido declarados justos por la fe, y tenemos paz con
Dios por medio del Señor Jesucristo, por quien tenemos acceso a Dios. Por eso,
podemos tener alegría en medio de las dificultades. Se nos ha dado el Espíritu
Santo que habita en nosotros y el amor de Dios se ha hecho realidad en nuestra
vida. Hemos sido liberados de la condena futura. Estimado oyente, si la salvación
de la que hablas no ha transformado tu vida o te ha rescatado de algo, ¿qué
clase de salvación puede ser ésa? Estos versículos nos hablan de nuestra
herencia e ilustran nuestra salvación.
Continuemos leyendo los versículos 9 al 13:
"De esta manera habló Moisés a los hijos de Israel, pero ellos no escucharon a
Moisés a causa del desaliento y de la dura servidumbre. Entonces habló el Señor
a Moisés, diciendo: Ve, habla a Faraón, rey de Egipto, para que deje salir a los
hijos de Israel de su tierra. Pero Moisés habló delante del Señor, diciendo: He
aquí, los hijos de Israel no me han escuchado; ¿cómo, pues, me escuchará
Faraón, siendo yo torpe de palabra? Entonces el Señor habló a Moisés y a Aarón,
y les dio órdenes para los hijos de Israel y para Faraón, rey de Egipto, a fin de
sacar a los hijos de Israel de la tierra de Egipto."
Podemos identificarnos con los israelitas que vivieron en aquella época. Les
resultaba imposible creer en Moisés porque, en vez de haber sido de ayuda para
su causa, era el responsable de que sus condiciones de vida hubiesen
empeorado. En consecuencia, Moisés no fue aceptado por los israelitas ni por
Faraón. Dios le dijo que hablase nuevamente con Faraón y Moisés se mostró
reticente a hacerlo porque su mirada estaba fijada en las circunstancias antes
que en Dios.
El párrafo siguiente incluye

Una lista parcial de los ascendientes de Israel


En medio de tantos problemas, la inclusión de esta lista es un hecho extraño.
Dios se preocupó en presentar otra vez una lista de las familias de Israel, lo cual
es un asunto de importancia en el Antiguo Testamento. Sinceramente, leer todos
estos nombres podría resultarnos aburrido, pero ellos son importantes para Dios
y El ha dispuesto que las listas de ascendientes se añadan al relato, para que
conozcamos a los personajes de la historia Bíblica, quiénes fueron ellos y sus
hijos. Y El tiene los mismos sentimientos hacia ti, y hacía mí, pues quiere que
seamos Sus hijos por medio de la fe en Cristo. Leamos los versículos 14 al 16:
"Estos son los jefes de las casas paternas. Los hijos de Rubén, primogénito de
Israel: Hanoc, Falú, Hezrón y Carmi. Estas son las familias de Rubén. Y los hijos
de Simeón: Jemuel, Jamín, Ohad, Jaquín, Zohar y Saúl, hijo de una cananea.
Estas son las familias de Simeón. Y estos son los nombres de los hijos de Leví
según sus generaciones: Gersón, Coat y Merari. Y los años de la vida de Leví
fueron ciento treinta y siete años."
Gerson, Coat y Merari, como hijos de Leví, serían los que llevarían la tienda o
santuario transportable de reunión para Israel durante el viaje a través del
desierto. Esta lista de nombres es importante porque la genealogía, en el futuro,
conduciría a Jesucristo. Continuemos leyendo los versículos 18 al 20:
"Y los hijos de Coat: Amram, Izhar, Hebrón y Uziel. Y los años de la vida de Coat
fueron ciento treinta y tres años. Y los hijos de Merari: Mahli y Musi. Estas son
las familias de los levitas según sus generaciones. Y Amram tomó por mujer a
Jocabed, su tía, y ella le dio a luz a Aarón y a Moisés; y los años de la vida de
Amram fueron ciento treinta y siete años."
En este pasaje se mencionan los padres de Aarón y Moisés; Amram y su esposa
Jocabed. La vida de Aarón no había estado tan en peligro como la vida de Moisés,
durante el período en que se impuso la orden de Faraón de matar a los hijos
varones recién nacidos de los hebreos. Porque Aarón era mayor que Moisés y
dicho decreto aun no se encontraba vigente en aquella época. El soberano no
emitió aquella orden hasta que fue consciente de que los israelitas estaban
creciendo numéricamente muy rápido.
Los próximos versículos continúan con el Tema de la lista de ascendientes. Así
que reanudaremos nuestros comentarios leyendo los versículos 26 y 27:
"Estos son Aarón y Moisés a quienes dijo el Señor: Sacad a los hijos de Israel de
la tierra de Egipto por sus ejércitos. Ellos fueron los que hablaron a Faraón, rey
de Egipto, para sacar a los hijos de Israel de Egipto, esto es, Moisés y Aarón."
En el versículo 12 leímos que Moisés estaba desalentado. No había sido aceptado
por nadie; ni por israelitas ni por egipcios. En aquel momento crítico, Dios
intervino y dispuso que se incluyesen los antecedentes y presentación personal
de Moisés, quien tendría que comportarse a la altura de sus peticiones antes de
liberar a los israelitas.
Resultaba esencial que Moisés y Aarón realmente fuesen quienes afirmaban ser.
Habían transcurrido 40 años desde que Moisés había salido de Egipto. Durante
ese período, se había casado con la hija del sacerdote de Madián. Ahora se
encontraba de regreso en Egipto. Pero, ¿quién era, realmente? Esta lista de
ascendientes nos explica quién era y sus antecedentes familiares. Pertenecía a
la tribu de Leví. Y la genealogía proporcionaba las credenciales necesarias para
que Moisés llevase a cabo la tarea que había sido enviado a realizar en el país
de Egipto.
En base a esas credenciales, tuvo lugar

Una renovación de la misión encomendada a Moisés


registrada en los versículos 28 al 30, que leeremos a continuación:
"Y sucedió que el día que el Señor habló a Moisés en la tierra de Egipto, el Señor
habló a Moisés, diciendo: Yo soy el Señor; di a Faraón, rey de Egipto, todo lo
que yo te diga. Pero Moisés dijo delante del Señor: He aquí, yo soy torpe de
palabra, ¿cómo, pues, me escuchará Faraón?"
Vemos que Moisés estaba nuevamente buscando pretextos. La tarea que debía
ejecutar no era agradable ni fácil. Había sido rechazado constantemente. Incluso
después de que fuesen expuestas sus credenciales familiares, fue rechazado.
Leví, cabeza de la tribu, era hijo de Jacob, Jacob, hijo de Isaac, e Isaac, a su
vez, fue hijo de Abraham. Y Dios había hecho a Abraham las promesas para los
israelitas. Es decir, que Moisés era el hombre adecuado para aquella ocasión
histórica, pero aun dudaba, porque tenía poca fe y poca confianza en sí mismo.
Pasemos ahora a considerar

Exodo 7:1
Considerando el capítulo en su totalidad, resumamos el
Tema: Moisés fue animado a presentarse ante Faraón para pedirle que dejase
salir a los israelitas; La vara de Moisés se transformó en una serpiente; Los
magos de Egipto también transformaron sus varas en serpientes; El corazón de
Faraón fue endurecido; Dios envió la primera plaga que transformó el agua en
sangre.
En primer lugar, cabe realizar algunas

Observaciones
El desarrollo de la batalla entre el Señor Dios de Israel y los falsos dioses egipcios
aún no se había incorporado al relato, pero llegamos ahora a la descripción de
los hechos. Dios había estado preparando a los israelitas, a Moisés, Aarón, e
incluso al Faraón para esta lucha.
Moisés iba a presentarse ante Faraón, pero Aarón actuaría como portavoz. ¿Se
le trababa la lengua a Moisés, tartamudeaba o tenía algún otro problema de
dicción para poder expresarse? Tengo la impresión de que el problema de Moisés
era psicológico. Después de 40 años en el desierto, se debe haber sentido
insuficiente y temeroso.
Sin embargo, Dios quiso dejar claro que El, y no Moisés, iba a liberar a los
israelitas. Podemos ver en esto una lección para nosotros. Dios es el que actúa
y nosotros solo somos instrumentos en sus manos. Frente a esta verdad,
debemos apartarnos de dos extremos: uno sería el de sentirse totalmente
indigno de hacer algo, como en el caso de Moisés, y el otro sería del de
considerarse una gran persona y atribuirse el mérito de lo que Dios realiza. Si
nosotros insistimos en ponernos en el lugar principal para llevar los méritos, el
brazo poderoso del Señor no intervendrá para actuar. Dios debe quitar de en
medio el elemento humano, porque El no puede utilizar esa naturaleza viciada
por el mal. Debiéramos comprender lo que Dios, hablando por medio del apóstol
Pablo quiso decir cuando escribió en su carta a los Romanos 7:18, lo siguiente:
"Porque yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza de hombre pecador, no hay
nada bueno; pues aunque tengo el deseo de hacer lo bueno, no soy capaz de
hacerlo."
A algunas personas les resulta difícil creer que la naturaleza humana no esté
controlada por el bien, ya que ellas cuentan con cierta bondad natural,
especialmente en situaciones de emergencia o crisis. Pero Dios no acepta los
impulsos y acciones de nuestra naturaleza humana en la cual, tarde o temprano,
se impone el mal y, por lo tanto, no la usará. En la situación descripta en nuestro
pasaje Bíblico, Dios puso a un lado la naturaleza humana y Aarón hablaría en
lugar de Moisés.
Para finalizar nuestro comentario de hoy, comenzamos un párrafo en que

Continúa el relato de la renovación de la misión de


Moisés
Leamos el primer versículo de este capítulo 7 del libro del Éxodo:
"Entonces el Señor dijo a Moisés: Mira, yo te hago como Dios para Faraón, y tu
hermano Aarón será tu profeta."
Esta es una de las mejores definiciones que encontraremos de un profeta. Moisés
sería como un Dios ante Faraón, al representar a Dios. Y Aarón sería el portavoz
de Moisés, es decir, sería un profeta. Un profeta es alguien que habla de parte
de Dios, que tiene un mensaje de Dios para el pueblo. Un profeta es, entonces,
lo contrario que un sacerdote, porque sale de la presencia de Dios y se dirige a
la gente. Pero un sacerdote, representa al pueblo ante Dios. Por lo tanto, un
sacerdote no debía hablar de parte de Dios y un profeta no debía representar al
pueblo, porque tenía que representar a Dios. En este pasaje Aarón, como
profeta, debía representar a Moisés delante del pueblo y Moisés debía
representar a Dios tanto ante el pueblo como ante Faraón.
Quizás nos quedemos hoy pensando en Moisés, aquel gran líder, concentrado y
abrumado por las circunstancias que le rodeaban. ¡Cuantas veces, también a
nosotros, nos habrá resultado difícil evitar el dirigir nuestra mirada más allá de
las dificultades de la vida para fijarla en Dios! ¡Cuántas veces habremos dudado,
no tanto de Su poder sino de que estuviese realmente interesado en nuestros
problemas!
Estimado oyente, si te encuentras en una situación parecida, acuérdate de los
poderosos recursos de la oración. Dirígete a Él con tus propias palabras,
expresando tu desaliento, tus dudas y tu frustración. Y verás como El responde,
y como El interviene en el momento oportuno.

Exodo 7:1-8:5
Terminábamos nuestro programa anterior con el diálogo entre Dios y Moisés
quien, escuchaba como Dios le renovaba su llamado a emprender la gran tarea
de liberar a los israelitas de la esclavitud en Egipto. Habiendo sido ya rechazado
por su pueblo, quien le había culpado por el empeoramiento de su situación, y
lleno de temor y dudas sobre sus condiciones personales para cumplir tal misión,
Moisés planteó nuevamente sus pretextos ante Dios. Comenzamos hoy con la
respuesta de Dios. En el primer párrafo de este capítulo 7,

Continúa la renovación de la misión encomendada a


Moisés
Leamos los versículos 1 al 3:
"Entonces el Señor dijo a Moisés: Mira, yo te he constituido dios para Faraón, y
tu hermano Aarón será tu profeta. Tú hablarás todo lo que yo te mande, y Aarón
tu hermano hablará a Faraón, para que deje salir de su tierra a los hijos de
Israel. Pero yo endureceré el corazón de Faraón para multiplicar mis señales y
mis prodigios en la tierra de Egipto."
¿Qué significa esta frase sobre el endurecimiento del corazón de Faraón? ¿Haría
Dios esto? Solo en el siguiente sentido. Si Faraón hubiera sido una persona
compasiva y bondadosa, deseosa de volver a Dios y dispuesta a permitir que
Moisés liberase a los israelitas porque quería hacer algo a favor de ellos,
entonces habría sido injusto que Dios endureciese el corazón del buen Faraón.
Pero ése no fue el caso. La palabra endurecer es una expresión figurativa que
significaba que Dios sacaría o pondría de manifiesto lo que realmente había en
el corazón de Faraón, obligándole a hacer lo que aquel soberano realmente
deseaba.
Faraón era como ciertas personas de la actualidad, que al hablar nunca expresan
sus verdaderos sentimientos ni intenciones. Faraón no quería dejar salir de
Egipto a los israelitas y sin embargo, quería mostrarse como un gobernante
benevolente y generoso. Pero en su confrontación con Israel, era duro, inflexible.
Así que Dios iba a someterle a la presión de sus juicios para hacerle admitir sus
intenciones reales.
Hay personas que no cumplen sus acuerdos u obligaciones hasta que se
enfrentan con la posibilidad de ser llevados a un juicio ante un tribunal de
justicia. Es lo que Dios estaba haciendo con Faraón. Fue como si Dios llevase a
Faraón ante un tribunal, diciéndole: "Tu tendrás que revelar lo que
verdaderamente está en tu corazón. No puedes decir una cosa y hacer otra
completamente diferente". Por cierto, esto es exactamente lo que Dios va a
hacer con cada uno de nosotros cuando algún día comparezcamos ante Su
presencia. Seremos vistos como realmente somos. Nadie podrá disimular ni
enmascarar su verdadera personalidad.
Leamos los versículos 4 y 5:
"Y Faraón no os escuchará; entonces pondré mi mano sobre Egipto y sacaré de
la tierra de Egipto a mis ejércitos, a mi pueblo los hijos de Israel, con grandes
juicios. Y sabrán los egipcios que yo soy el Señor, cuando yo extienda mi mano
sobre Egipto y saque de en medio de ellos a los hijos de Israel."
En otras palabras, Faraón y el Señor Dios de Israel serían puestos de manifiesto
tal como lo que verdaderamente eran. Los egipcios lo sabrían, los israelitas lo
verían confirmado y Moisés y Aarón recuperarían su credibilidad. Continuemos
leyendo los versículos 6 al 9:
"E hicieron Moisés y Aarón como el Señor les mandó; así lo hicieron. Moisés tenía
ochenta años y Aarón ochenta y tres cuando hablaron a Faraón. Y habló el Señor
a Moisés y a Aarón, diciendo: Cuando os hable Faraón, y diga: Haced un milagro,
entonces dirás a Aarón: Toma tu vara y échala delante de Faraón para que se
convierta en serpiente."
Faraón iba a preguntarles a Moisés y a Aarón cuáles eran sus credenciales y con
qué autoridad se presentaban ante él para comunicarle una petición tan
excesiva. La vara de Aarón sería la señal de autoridad.
Pasemos a considerar el siguiente párrafo, que nos describe la actuación de

Los magos egipcios


Leamos el versículo 10:
"Vinieron, pues, Moisés y Aarón a Faraón e hicieron tal como el Señor les había
mandado; y Aarón echó su vara delante de Faraón y de sus siervos, y ésta se
convirtió en serpiente."
Han surgido algunas dudas con respecto a la palabra serpiente en este pasaje,
porque hay pocos datos históricos sobre la serpiente en Egipto. De hecho, la
palabra utilizada aquí es cocodrilo. Durante los días de Moisés había muchos de
estos reptiles viviendo a orillas del río Nilo y por los estanques de aquel país. La
vara se transformó, pues, en un cocodrilo.
A medida que estudiamos las plagas veremos que Dios se estaba ocupando de
la totalidad del reino de la zoología. Es decir, que los dioses de Egipto eran
animales, aves o insectos. El apóstol Pablo se refería a esto cuando escribió, en
su carta a los Romanos 1:22, 23:
"Profesando ser sabios, se volvieron necios, y cambiaron la gloria del Dios
incorruptible por una imagen en forma de hombre corruptible, de aves, de
cuadrúpedos y de reptiles."
Los egipcios elaboraban símbolos de todas las cosas. Tomaban un concepto
abstracto y lo expresaban en la forma concreta de una imagen. Tenían deidades
que representaban todas las fases y funciones de la vida. No se olvidaron de
nada. Convirtieron al monoteísmo en politeísmo. En efecto, creían en la
existencia de un gran Dios, eterno, que existía por Sí mismo, todopoderoso.
Desafortunadamente, creían también que aquel Ser era demasiado importante
y potente como para querer ocuparse de los asuntos y destinos de los seres
humanos y por lo tanto, permitía que la administración de este mundo cayese
en manos de multitudes de dioses y demonios, de espíritus buenos y malos. Esto
es, en síntesis, lo que ellos creían.
Es lo mismo que el apóstol Pablo descubrió cuando llegó a la ciudad de Atenas.
Allí encontró un monumento al "Dios desconocido", como dice en el libro de los
Hechos 17:23,
"Porque mientras pasaba y observaba los objetos de vuestra adoración, hallé
también un altar con esta inscripción: AL DIOS DESCONOCIDO. Pues lo que
vosotros adoráis sin conocer, eso os anuncio yo."
Si alguien adoraba a todos aquellos diferentes dioses, no podía conocer al Dios
vivo y verdadero. Así que el Señor Dios de Israel atacó a los dioses de Egipto
para revelar quién era El.
La palabra hebrea tannin que en este capítulo se traduce como "serpiente", no
se traduce de esta manera en ninguna otra parte de la Biblia. En los libros de
Isaías y Ezequiel se traduce como "dragón". La palabra incluye un significado
satánico, y por este motivo los traductores utilizaron la palabra serpiente. Aparte
este motivo, queda el hecho de que los egipcios adoraron al cocodrilo, que ocupó
un lugar importante en la adoración y religión de Egipto. La deidad del mal era
Sebak y tenía una cabeza de cocodrilo. Y Apepi, el gran enemigo de los dioses
solares, aparecía bajo la forma de un cocodrilo. Los egipcios se dedicaban a los
rituales mágicos que se celebraban en el templo de Amen-Ra, en la ciudad de
Tebas. Apepi vivía en la región más baja de los cielos, procuraba cada día evitar
la salida de Ra, el dios del sol. Provocaba los relámpagos, truenos, tempestades,
tormentas, huracanes, lluvias y trataba de obscurecer la luz del sol llenando el
cielo de nubes, bruma, niebla y obscuridad. El ritual egipcio, que constituía un
intento de destruir a Apepi, era prominente en Egipto y fue el primer objetivo
contra el cual Dios asestó un golpe. Y la vara de Aarón se transformó en un
cocodrilo. Continuemos leyendo el versículo 11:
"Entonces Faraón llamó también a los sabios y a los hechiceros, y también ellos,
los magos de Egipto, hicieron lo mismo con sus encantamientos"
Los magos de Egipto reprodujeron el milagro de la vara de Aarón. Quizás sería
mejor decir que imitaron el milagro. Sea como fuere que los hubieran hecho o
cómo los hubiesen realizado, hicieron del resultado un buen espectáculo. Sin
embargo, el apóstol Pablo tuvo algo que decir al respecto en su segunda carta a
Timoteo 3:8:
"Y así como Janes y Jambres se opusieron a Moisés, de la misma manera éstos
también se oponen a la verdad; hombres de mente depravada, reprobados en
lo que respecta a la fe."
Y así fue que aquellos magos se opusieron al Dios vivo y verdadero. Leamos
también los versículos 12 y 13;
"pues cada uno echó su vara, las cuales se convirtieron en serpientes. Pero la
vara de Aarón devoró las varas de ellos. Pero el corazón de Faraón se endureció
y no los escuchó, tal como el Señor había dicho."
Resulta interesante observar que los egipcios adoraban al cocodrilo y que la vara
de Aarón devoró a los cocodrilos de ellos. Esta tendría que haber impresionado
al Faraón pero no fue así. Faraón se obstinó en sus propias intenciones y
decisiones. Por otra parte, y a causa de esta actitud, Dios continuó con su plan
y envió

La primera plaga: el agua convertida en sangre


Leamos los versículos 14 al 19:
"Entonces el Señor dijo a Moisés: El corazón de Faraón es terco; se niega a dejar
ir al pueblo. Preséntate a Faraón por la mañana cuando vaya al agua, y ponte
en la orilla del Nilo para encontrarte con él; y toma en tu mano la vara que se
convirtió en serpiente. Y dile: El Señor, el Dios de los hebreos, me ha enviado a
ti, diciendo: Deja ir a mi pueblo para que me sirva en el desierto. Mas he aquí,
hasta ahora no has escuchado. Así dice el Señor: En esto conocerás que yo soy
el Señor: he aquí, yo golpearé con la vara que está en mi mano las aguas que
están en el Nilo, y se convertirán en sangre. Y los peces que hay en el Nilo
morirán, y el río se corromperá y los egipcios tendrán asco de beber el agua del
Nilo. Y el Señor dijo a Moisés: Di a Aarón: Toma tu vara y extiende tu mano
sobre las aguas de Egipto, sobre sus ríos, sobre sus arroyos, sobre sus estanques
y sobre todos sus depósitos de agua, para que se conviertan en sangre; y habrá
sangre por toda la tierra de Egipto, tanto en las vasijas de madera como en las
de piedra."
Este sí que fue un golpe certero a la adoración en Egipto. Las aguas del sagrado
río Nilo se convirtieron en sangre. Los egipcios representaban al Nilo como Hapi,
un hombre grueso con pechos de mujer, lo cual indicaba sus poderes de fertilidad
y nutrición. Había un himno que cantaban en el templo en honor a este dios,
cuyas palabras expresaban lo siguiente:
Tú riegas los campos creados por Ra . . .
Tú eres el proveedor de alimentos . . . creador de todas las cosas buenas
Tú llenas los graneros . . .
Tu cuidas a los pobres y necesitados
El río Nilo era como la sangre de Egipto. Pero tenía que ser de agua para
continuar siendo su fuente vital. Al transformarse en sangre, vino a significar la
muerte para ellos. Lo que había sido una bendición para el país, pasó a ser una
maldición. Era el juicio de Dios. Dicen los versículos 22 al 25:
"Pero los magos de Egipto hicieron lo mismo con sus encantamientos; y el
corazón de Faraón se endureció y no los escuchó, tal como el Señor había dicho.
Entonces se volvió Faraón y entró en su casa, sin hacer caso tampoco de esto.
Y todos los egipcios cavaron en los alrededores del Nilo en busca de agua para
beber, porque no podían beber de las aguas del Nilo. Y pasaron siete días
después que el Señor hirió al Nilo."
Esta plaga duró 7 días. Faraón no se convenció de que había sido provocada por
la acción de Dios porque los magos fueron capaces de reproducir la plaga. Fue
un hecho asombroso. Por supuesto, fue una manifestación del poder de Satanás,
pero ellos fueron impotentes para convertir la sangre en agua.

Exodo 8:1-5
Considerando este capítulo en su totalidad, abarca el siguiente
Tema: Egipto sufrió la invasión de una plaga de ranas y Faraón, una vez más,
endureció su corazón. Entonces llegó la plaga de piojos y Dios humilló el orgullo
de Faraón; Egipto fue atacado por enjambres de insectos (probablemente, como
el escarabajo sagrado) y Moisés usó su relación con Dios actuando como un
intercesor.
En primer lugar, una breve

Observación
Las plagas continuaron asolando la tierra de Egipto. Dios estaba dirigiendo su
ataque contra un pueblo sumido en la idolatría. En consecuencia, llegó

La segunda plaga: las ranas


Las ranas estaban representadas por Heka, una diosa con cabeza de rana.
También otra deidad, Hapi, estaba representado como sosteniendo a una rana,
de cuya boca fluía una corriente de alimentos. Esto indicaba la estrecha relación
entre el dios del Nilo y la diosa de las ranas, una de las más antiguas y madre
de diosas. Ella era la diosa de la fertilidad y el renacimiento, la patrona de las
parteras. Una pintura egipcia mostraba a Heka recitando hechizos para afectar
a la resurrección de Osiris. También había una escultura que la presentaba
arrodillada delante de la reina y supervisando el nacimiento de Hatshepset.
Leamos los versículos 1 al 5:
"Entonces el Señor dijo a Moisés: Ve a Faraón y dile: Así dice el Señor: Deja ir
a mi pueblo para que me sirva. Pero si te niegas a dejarlos ir, he aquí, heriré
todo tu territorio con ranas. Y el Nilo se llenará de ranas, que subirán y entrarán
en tu casa, en tu alcoba y sobre tu cama, y en las casas de tus siervos y en tu
pueblo, en tus hornos y en tus artesas. Y subirán las ranas sobre ti, sobre tu
pueblo y sobre todos tus siervos. Dijo además el Señor a Moisés: Di a Aarón:
Extiende tu mano con tu vara sobre los ríos, sobre los arroyos y sobre los
estanques, y haz que suban ranas sobre la tierra de Egipto."
Las ranas estaban por todas partes, en las camas, cocinas, en cada sala de las
viviendas, en los lugares donde se amasaba el pan y en los hornos. Era una
situación insostenible, al tratarse no ya de unas cuantas sino de una gran
cantidad, lo cual causó una tremenda consternación. Y como eran sagradas, no
podían ser matadas.
Al terminar con nuestro estudio de hoy, recordemos la actitud de obstinación de
Faraón, que no quiso ceder, después de la primera plaga, la del agua convertida
en sangre. Tal proceder debiera hacernos reflexionar. ¡Cuántas veces, a pesar
de las numerosas llamadas de Dios y de Su intervención, los seres humanos
continúan en su vida de pecado y rebelión contra El! tal como hizo aquel Faraón,
volviéndole la espalda y prosiguiendo tercamente con su conducta desafiante.
La intención del Señor quedó clara con las palabras del 7:17 a Faraón:
"conocerás que yo soy el Señor" y ésa es también su intención con respecto a
nosotros. El quiere revelarnos Quién es, y su plan para la salvación de la
humanidad. Estimado oyente, esperamos que la actitud de Dios, al tomar la
iniciativa en darse a conocer, para que le conozcas de una manera personal, no
te resulte indiferente. Recordemos las palabras del Salmo 95:7 y 8; "Si oís hoy
su voz, no endurezcáis vuestro corazón".

Exodo 8:6-9:7
Terminamos nuestro programa anterior describiendo los efectos devastadores
que tendría la segunda plaga, la de las ranas, sobre un país que ya había sufrido
las tremendas consecuencias de la primera plaga, en la que todas las fuentes de
agua de Egipto se habían transformado en sangre. Comencemos nuestra lectura
Bíblica de hoy leyendo los versículos 6 al 11:
"Y extendió Aarón su mano sobre las aguas de Egipto, y las ranas subieron y
cubrieron la tierra de Egipto. Y los magos hicieron lo mismo con sus
encantamientos, e hicieron subir ranas sobre la tierra de Egipto. Entonces Faraón
llamó a Moisés y a Aarón, y dijo: Rogad al Señor para que quite las ranas de mí
y de mi pueblo, y yo dejaré ir al pueblo para que ofrezca sacrificios al Señor. Y
Moisés dijo a Faraón: Dígnate decirme cuándo he de rogar por ti, por tus siervos
y por tu pueblo, para que las ranas sean quitadas de ti y de tus casas y queden
solamente en el río. Y él respondió: Mañana. Entonces Moisés dijo: Sea conforme
a tu palabra para que sepas que no hay nadie como el Señor nuestro Dios. Y las
ranas se alejarán de ti, de tus casas, de tus siervos y de tu pueblo; sólo quedarán
en el Nilo."
Una vez más, los magos egipcios pudieron reproducir una plaga, lo cual revela
el poder de Satanás para engañar a los seres humanos. Resulta interesante
observar que, aunque los magos fueron capaces de multiplicar las ranas, no
pudieron eliminarlas. Faraón estaba tan disgustado con esta plaga que parecía
dispuesto a prometer cualquier cosa. Dios estaba obligando a aquel rey a
reconocer quien era El. Continuemos leyendo los versículos 12 al 15:
"Entonces Moisés y Aarón salieron de la presencia de Faraón, y Moisés clamó al
Señor acerca de las ranas que El había puesto sobre Faraón. Y el Señor hizo
conforme a la palabra de Moisés, y murieron las ranas de las casas, de los patios
y de los campos. Y las juntaron en montones, y la tierra se corrompió. Pero al
ver Faraón que había alivio, endureció su corazón y no los escuchó, tal como el
Señor había dicho."
Este pasaje nos ofrece una visión amplia del endurecimiento del corazón de
Faraón. Se nos dice que éste endureció su propio corazón. La participación de
Dios consistió en hacer salir a la superficie lo que ya estaba en el corazón de
aquel rey.
Leamos los versículos 16 al 19, que relatan

La tercera plaga: Los piojos


"Entonces el Señor dijo a Moisés: Di a Aarón: Extiende tu vara y golpea el polvo
de la tierra para que se convierta en piojos por toda la tierra de Egipto. Y así lo
hicieron; y Aarón extendió su mano con su vara, y golpeó el polvo de la tierra,
y hubo piojos en hombres y animales. Todo el polvo de la tierra se convirtió en
piojos por todo el país de Egipto. Y los magos trataron de producir piojos con
sus encantamientos, pero no pudieron; hubo, pues, piojos en hombres y
animales. Entonces los magos dijeron a Faraón: Este es el dedo de Dios. Pero el
corazón de Faraón se endureció y no los escuchó, tal como el Señor había dicho."
Hasta ese momento los magos habían podido reproducir cada milagro realizado
por Dios. Pero, por algún motivo, fueron impotentes para reproducir esta plaga.
Si fue por medio del engaño que ellos pudieron repetir los milagros, por lo menos
durante esta plaga finalmente reconocieron la intervención de Dios en estas
calamidades. Gradualmente, Dios estaba convenciendo a los egipcios de que El
era el único y verdadero Dios.
La adoración de aquellos dioses falsos se había introducido en la misma vida de
los egipcios y en su rutina diaria. Este juicio debió traer repugnancia hacia Geb,
el dios de la tierra. Geb estaba estrechamente relacionado con la tierra en todas
sus fases. Este dios era el que informaba a Osiris sobre el estado de la cosecha.
La palabra piojo puede significar mosquito. Su raíz significa "cubrir", "picar" o
"pellizcar". Resulta interesante que el cubrir, picar o pellizcar no pueden ser
realizadas por un mosquito. Estas acciones describen más bien lo que hace un
piojo. Un destacado zoólogo ha dicho que estos insectos forman un orden
enorme cuya función principal es, un gran parte, actuar como carroñeros.
Podemos imaginar que, con la tierra apestando a ranas, habría cantidades
incalculables de piojos. Estos, eventualmente, pudieron librar al país de las
ranas, llegando a ser, al mismo tiempo, una bendición y una maldición.
Indiferentemente de la aparente ayuda que puedan haber representado los
piojos, un turista bien conocedor de Egipto observó que la arena parecía
moverse; observando más detenidamente, vio que la superficie de la tierra era
una masa de diminutas garrapatas, miles de las cuales estaban trepando por su
pierna ante lo cual, se batió en retirada, recordando las palabras de este pasaje
Bíblico: "y el polvo de la tierra se convirtió en piojos por todo el país de Egipto".
Esta plaga no pudo ser reproducida por los magos egipcios. Dios había
comenzado a dirigir su juicio contra la vida misma en toda aquella tierra.
A continuación, vamos a leer el párrafo siguiente, versículos 20 al 23, que relatan

La cuarta plaga: los insectos


"Y el Señor dijo a Moisés: Levántate muy de mañana y ponte delante de Faraón
cuando vaya al agua, y dile: Así dice el Señor: Deja ir a mi pueblo para que me
sirva. Porque si no dejas ir a mi pueblo, he aquí, enviaré enjambres de insectos
sobre ti, sobre tus siervos, sobre tu pueblo y dentro de tus casas; y las casas de
los egipcios se llenarán de enjambres de insectos, y también el suelo sobre el
cual están. Mas en aquel día yo pondré aparte la tierra de Gosén en la que mora
mi pueblo, para que no haya allí enjambres de insectos, a fin de que sepas que
yo, el Señor, estoy en medio de la tierra; y yo haré distinción entre mi pueblo y
tu pueblo. Mañana tendrá lugar esta señal."
Hasta aquel momento las plagas habían venido sobre las tierras de Egipto y a
Gosén, donde vivían los israelitas. Quizás algunas personas le habrán dicho a
Faraón que, ya que Gosén también había sido afectada por las plagas, el
fenómeno tendría una explicación natural. Puede que hayan atribuido las
molestias a uno de los dioses egipcios. En esta coyuntura, sin embargo, todo
quedó totalmente claro, cuando Dios declaró que a partir de aquel instante
habría una diferencia y ninguna de las plagas siguientes tocaría a la región de
Gosén, lugar de residencia del pueblo de Israel. En los días futuros, el juicio
caería únicamente sobre la tierra de Egipto.
El cuarto juicio era esta plaga de insectos, que habrán sido muy probablemente
el escarabajo sagrado, tal como era conocido en aquel país. Aquellos
escarabajos, muchos de ellos de oro, fueron encontrados en las tumbas de
Egipto. Para el dios del sol Ra, eran considerados sagrados. La severidad de esa
plaga se refleja en el hecho de que, esta vez, Faraón estaba dispuesto a alcanzar
algún tipo de compromiso con Moisés. Observemos la propuesta que Faraón
presentó mientras el escarabajo sagrado invadía su tierra. Leamos los versículos
24 al 27:
"Y así lo hizo el Señor. Y entraron grandes enjambres de insectos en la casa de
Faraón y en las casas de sus siervos, y en todo el país de Egipto la tierra fue
devastada a causa de los enjambres de insectos. Entonces llamó Faraón a Moisés
y a Aarón, y dijo: Id, ofreced sacrificio a vuestro Dios dentro del país. Pero Moisés
respondió: No conviene que lo hagamos así, porque es abominación para los
egipcios lo que sacrificaremos al Señor nuestro Dios. Si sacrificamos lo que es
abominación para los egipcios delante de sus ojos, ¿no nos apedrearán?
Andaremos una distancia de tres días de camino en el desierto, y ofreceremos
sacrificios al Señor nuestro Dios, tal como El nos manda."
Se pretendía que el escarabajo egipcio representase a la vida eterna.
Imaginémonos a aquel insecto convirtiéndose en una maldición para la gente y
en una plaga sobre la tierra. Faraón quiso llegar a un compromiso; haría cuatro
en total, antes del final de las plagas. Moisés y Aarón querían que los israelitas
hiciesen un viaje de 3 días por el desierto. Faraón estaba dispuesto a permitir
que realizasen sacrificios rituales, pero quedándose en el país. Esta situación me
recuerda que muchos cristianos están dispuestos a llegar a este tipo de
compromisos, que son utilizados por Satanás, el adversario de Dios, para
mantener al cristiano dentro de sus dominios, bajo su control. Se trata de ser
cristianos, pero no con una mentalidad estrecha, estricta y radical,
presentándonos como retrógrados, sino con una mente amplia, flexible y sin
cambiar nuestra vida, adaptándola a las situaciones que se presenten. Pero
debemos destacar aquí que, si nuestra vida no cambia, es una evidencia de que
no somos realmente cristianos. No estoy diciendo que haya que realizar buenas
obras para ser cristiano. Porque somos salvos por la fe en Cristo, lo cual excluye
las obras. Pero cuando colocas tu fe en Jesucristo para que te salve, tu vida
cambia y se pone en evidencia tu conducta cristiana. Porque la personalidad
interior debe ser cambiada en primer lugar. Hay algunos sectores del
cristianismo que han efectuado tantos compromisos ajenos a su fe que,
utilizando la analogía de nuestro pasaje Bíblico, podríamos decir que están aun
viviendo en la tierra de Egipto y no se puede establecer una diferencia entre el
cristiano término medio y la persona no cristiana normal de nuestra época.
Es como si estuviésemos participando como jinetes en una carrera de caballos,
con dos caballos. Por ejemplo, uno negro y otro blanco. Podemos pretender
cabalgar con ambos, con un pie en cada caballo. Esta situación podría soportarse
mientras ambos caballos corran en la misma dirección; pero si ellos decidiesen
marchar en direcciones opuestas, tendríamos que decidir con cual caballo
desearíamos continuar. En nuestra historia Bíblica, Moisés no aceptaría el
compromiso con Faraón e insistió en que el pueblo de Israel pudiese salir para
un viaje de 3 días por el desierto para ofrecer sus sacrificios rituales al Señor
Dios.
A continuación, Faraón se decidió a ofrecer un segundo compromiso: Leamos el
versículo 28:
"Y Faraón dijo: Os dejaré ir para que ofrezcáis sacrificio al Señor vuestro Dios
en el desierto, sólo que no vayáis muy lejos. Orad por mí."
Esta vez, la concesión de Faraón era levemente diferente a la anterior.
Nuevamente comprobamos que el pedido de Faraón de que orasen por él no era
más que un engaño para ocultar sus verdaderas intenciones. En estos 2
versículos que acabamos de leer se ve claramente que la voluntad del soberano
no era la de obedecer a Dios sino la de librarse del castigo que Dios estaba
enviando sobre él y el pueblo egipcio. Pero continuemos leyendo los versículos
29 al 32, para ver el final de aquel incidente:
"Entonces dijo Moisés: He aquí, voy a salir de tu presencia y rogaré al Señor que
los enjambres de insectos se alejen mañana de Faraón, de sus siervos y de su
pueblo; pero que Faraón no vuelva a obrar con engaño, no dejando ir al pueblo
a ofrecer sacrificios al Señor. Y salió Moisés de la presencia de Faraón y oró al
Señor. Y el Señor hizo como Moisés le pidió, y quitó los enjambres de insectos
de Faraón, de sus siervos y de su pueblo; no quedó ni uno solo. Pero Faraón
endureció su corazón también esta vez y no dejó salir al pueblo."
Y así fue que, una vez más, Faraón puso en evidencia sus íntimos deseos.
Llegamos entonces a

Exodo 9:1-7
Tema: Los ganados de Egipto fueron heridos con una plaga muy grave que
provocaba la muerte; los egipcios mismos fueron heridos con forúnculos, que
eran erupciones ulcerosas muy dolorosas; finalmente, Dios envió la plaga del
granizo, durante una espantosa tormenta.

Observaciones
Dios continuó su confrontación con el corazón obstinado del Faraón y su pueblo.
Mientras el rey resistiese al Señor Dios, la tierra de Egipto y sus habitantes
sufrirían aflicciones y desastres. Hasta este capítulo se nos ha dicho que Faraón
endureció su propio corazón. Pero ahora se nos dirá que Dios endurecería el
corazón de Faraón. La negativa persistente de éste de reconocer al Señor y de
reconocer sus deseos provocaría que el poder de Dios desencadenase la
destrucción. En realidad, el deseo de Dios en todas las épocas es enviar sobre
nosotros dones, bendiciones, y salvarnos. Pero nuestra negativa puede
transformar esas bendiciones en maldiciones. Así fue en el caso de Faraón.
Leamos los versículos 1 al 7, que nos describen el anuncio a Faraón de que si
persistía en su actitud, llegarían las siguientes calamidades.

La quinta plaga: La peste sobre el ganado


"Entonces el Señor dijo a Moisés: Ve a Faraón y dile: Así dice el Señor, el Dios
de los hebreos: Deja ir a mi pueblo para que me sirva. Porque si te niegas a
dejarlos ir y los sigues deteniendo, he aquí, la mano del Señor vendrá con
gravísima pestilencia sobre tus ganados que están en el campo: sobre los
caballos, sobre los asnos, sobre los camellos, sobre las vacadas y sobre las
ovejas. Pero el Señor hará distinción entre los ganados de Israel y los ganados
de Egipto, y nada perecerá de todo lo que pertenece a los hijos de Israel. Y el
Señor fijó un plazo definido, diciendo: Mañana el Señor hará esto en la tierra. Y
el Señor hizo esto al día siguiente, y perecieron todos los ganados de Egipto;
pero de los ganados de los hijos de Israel, ni un solo animal murió. Y Faraón
envió a ver, y he aquí, ni un solo animal de los ganados de Israel había perecido.
Pero el corazón de Faraón se endureció y no dejó ir al pueblo."
Podría haberse pensado que, a la luz de lo que estaba ocurriendo, Faraón
cambiaría de actitud, se rendiría y permitiría que los israelitas saliesen del país.
Era una realidad evidente que Dios estaba implicado en esta plaga y que se
estaba ocupando directamente del rey y de su pueblo.
En Egipto, no lejos de las pirámides, puede visitarse un lugar donde se
encuentran centenares de momias de toros que han sido sepultadas
reverentemente en sarcófagos. Apis, el toro negro, era adorado en Egipto. El
segundo templo en tamaño edificado en este país estaba situado en Menfis, ya
fue dedicado a la adoración de Apis, el toro negro. Se suponía que Apis era una
encarnación del Pta, de Menfis y que había sido engendrado por un rayo de luna,
destacándose por varias características. Se pensaba que un nuevo Apis nacía
cuando uno viejo moría. El toro muerto era embalsamado y sepultado en Menfis;
entonces, su alma pasaba al más allá como Osiris-Apis.
En consecuencia, lo que los egipcios estaban adorando durante la plaga, era un
toro enfermo, lo cual habrá hecho sonreír a Dios, quien estaba dirigiendo sus
juicios contra esta atroz idolatría que ejercía tanta influencia, tanto sobre el
pueblo egipcio como sobre los israelitas que, como veremos más adelante, se
desviaron hacia la idolatría.

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