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Volkswagen: suspensiones y horas extras.

La aparente contradicción que busca


avasallar los derechos laborales y eliminar la lucha contra la reforma laboral

Marina V. Falvo1

El trabajo formal en el país es privilegio de pocos, pero la informalidad no implica necesariamente


condiciones de trabajo adecuadas. En este artículo narramos la complejidad de situaciones que hoy
viven los trabajadores de VW en Córdoba, en relación con los actores políticos y económicos que
inciden en ella, sus acciones y objetivos.

El trabajo en Volkswagen CIC

Volkswagen está en la ciudad de Córdoba desde los años ’90 integrando Autolatina, y luego
individualmente desde los años 2000. Fabrica cajas de cambio, en el marco de una producción global
de automóviles. Vamos a profundizar en lo que han vivido sus trabajadores en la fábrica hasta la
actualidad.

Tiempos de trabajo, descanso y remuneración. Tradicionalmente los trabajadores de esta empresa


tenían un régimen de 8 horas y 20 minutos, que incluía tiempo para comer. Desde hace algunos años,
los “nuevos” ingresan con un régimen de 6 horas 18 minutos, que últimamente les permite
solamente 15 minutos de descanso, sin comida. Además, desde Recursos Humanos se presiona a los
trabajadores para que se pasen al nuevo régimen. Aclaremos que la comida la pagan los trabajadores,
no la empresa. Lo que ésta brinda es la autorización para hacerlo y el comedor dentro de la fábrica.
Este cambio no sólo aumenta el tiempo que el trabajador está produciendo, sino que reemplaza el
trabajo de algunos puestos jerárquicos, porque los 18 minutos en que se solapan los turnos, los
trabajadores deben comunicarse las novedades (esta máquina está fallando, hoy la producción fue de
tantas unidades, nuestro líder nos dijo que…). Por Convenio, las 6,18 horas se pagan como 8. Pero se
dice por ahí que están buscando cómo modificar esto y pagar solamente 6 horas, como en Renault-
Nissan. Además, para quienes pasan del régimen de 8 al de 6 horas, su salario disminuye un 10% y su
productividad (léase esfuerzo/explotación) aumenta un 30%.

Puestos de trabajo y jerarquías. La escala jerárquica se ha ido reduciendo: el herramentista y el


encargado desaparecieron. Las tareas del primero se las dividen entre los operarios, el monitor y la
empresa tercerizada. Lo que hacía el encargado ahora es tarea también del líder. Es decir, se recarga
de tareas a las demás categorías sin compensación monetaria.

Tercerización de tareas. Algunos puestos de trabajo fueron reemplazándose mediante la contratación


de empresas de servicios, como la reparación de maquinarias, el cambio de vidrios, etc. Además,
ciertas tareas productivas dejaron de realizarse, porque se las asignan a las autopartistas y
metalúrgicas, donde los salarios de los trabajadores son muy inferiores, lo que pone en desventaja los
puestos en las automotrices. Así, el torneado, el afilado, las tareas de los hornos, algunos
subarmados, se han ido tercerizando.

Incorporación tecnológica + polivalencia. La tecnificación, se dice, reduce la carga física del trabajo. El
problema es que aumenta el desgaste mental, sobre todo por la recarga de tareas: paulatinamente, a
un solo operario le toca hacer el trabajo de dos y hasta de tres de los anteriores puestos. Esto es
parte de la polivalencia: te cambiamos de puesto y de tareas cuando nos convenga, te sobrecargamos
1
Integrante del OCLC, docente de nivel medio y becaria doctoral (UNC, CONICET, CEA). Los contenidos vertidos
en este artículo son el resultado del análisis de publicaciones periodísticas y presentaciones judiciales, pero
sobre todo de entrevistas a funcionarios provinciales y a los trabajadores de la empresa, actuales y despedidos,
que han pertenecido a La Tuerca, a quienes agradezco profundamente el tiempo, la confianza y los
aprendizajes.
la labor y te aumentamos el control. En verano el trabajo es a 40ºC de temperatura, con algunos
ventiladores que distribuyen el aire caliente, que obviamente compite con las normas de seguridad
(barbijos, guantes, etc) Pero esto no es todo. Esos “beneficios” los tienen algunos.

Los puestos-castigo. Los castigados siguen trabajando en las tareas más pesadas y sucias en las zonas
de armado. Levantan las carcasas de hasta 7 kg, a razón de unas 500 por día, y si los quieren castigar
un poco más, no los rotan del puesto hacia otros más livianos en la misma línea. Si piden carpeta
médica, es porque son vagos, dicen desde RRHH. ¿Quiénes son los castigados? Los que piensan y lo
dicen. Muchos de los integrantes de la agrupación La Tuerca están asignados a esas tareas.

Control, vigilancia y amedrentamiento. El área de Recursos Humanos es muy activa: controla, vigila y
“llama” a los trabajadores, a partir de las informaciones que ellos mismos recolectan y de otros
trabajadores que delatan. Cuando los llama, es para sugerirles el paso al régimen de 6 horas, un retiro
voluntario, o “negociar” su retiro a cambio de que algún familiar suspendido vuelva a trabajar (sin
certeza de que la empresa cumpla; de hecho, no está cumpliendo). También colaboran con el
sindicato, trasladando operarios a distintas áreas para afectar las posibilidades de armar listas
diferentes a la que tiene la venia de la conducción del SMATA, o para evitar que algún candidato de La
Tuerca gane en su sección.

Planes a futuro. El Convenio Nissan-Renault y las condiciones de trabajo, salario y contratación


sumamente precarios a los que accedieron alegremente el gobierno provincial y el SMATA “porque es
mejor estar incluidos que excluidos del mercado de trabajo” son el punto de mira para precarizar las
condiciones de los obreros de otras fábricas y sectores de la industria. Y VW está muy atento a esto,
para lo cual el proyecto de reforma laboral es la llave de ingreso.

Suspensiones y horas extras. VW tiene a las mismas 60 personas suspendidas desde abril y por ahora
hasta fin de año. Además, contrario a lo que establece la ley, los suspendidos tienen más de 20 años
de antigüedad y cargas de familia. Esto se ha llevado a la justicia, que al momento sólo se expidió
mediante medidas cautelares para 3 operarios, por condiciones familiares que ameritaban su vuelta
de manera urgente. La empresa resolvió pagarles el 100% de su salario pero no está dispuesta a que
estos trabajadores retomen sus tareas en la fábrica. Con el resto de los suspendidos espera resolución
judicial y cobran aproximadamente un 60% de su salario de bolsillo. Paralelamente, VW está
haciendo horas extras, sobre todo en la planta MQ250. Esto no es tan contradictorio como parece.
Las horas extra mantienen e incluso aumentan el nivel de producción; las suspensiones son
intimidatorias y persecutorias. Buscan que los operarios sólo sean apéndices de las máquinas; nada
de pensar y opinar; menos de organizarse y protestar. Profundizaremos en eso más adelante.

¿Y el sindicato qué hace?

Con respecto a las suspensiones, nada. A principios de agosto reclamaba


públicamente que no se les descuente el impuesto a las ganancias a los
trabajadores que hacen horas extra para compensar el trabajo que no se hace
porque hay 60 suspendidos. Así lo expresó públicamente el Secretario
General del gremio en una nota que estuvo pegada en agosto en las paredes
de la fábrica.

Por lo demás, el accionar del SMATA va constantemente en línea con las


decisiones de la patronal. Desde que los delegados pertenecen todos a la
línea de la conducción del gremio esto se ha intensificado. Los chalecos de “La
24” distinguen a los que trabajan para el gremio del resto de los operarios.
Ellos tienen ciertos privilegios: menos controles, más libertad con el uso de los tiempos, ascensos
más rápidos (incluso sin respetar los criterios establecidos). Y son los encargados de avisar (filmar,
grabar) qué operarios hablan mal del sindicato o de la empresa, si se juntan con los de La Tuerca o los
saludan. Entonces, en primera instancia hablan con el trabajador para decirles que los vieron, y
después avisan a Recursos Humanos. Y a los castigados, “eso les pasa por hablar mal del sindicato” o
por ser desagradecidos con la familia VW.

Está extendido entre los trabajadores que cuando se despide a 50, en realidad van a quedar afuera
30, que son a los que querían despedir. Los otros 20 serán atribuidos a la lucha del sindicato.

Estas tareas extra de los delegados y de los pibes de La 24, son una retribución -¿libre o
condicionada?- al sindicato, o a la empresa, por obtener el trabajo, o para asegurarse que lo
conservarán. Sin embargo, cuando la presión individualizada sobre los trabajadores no ha sido
suficiente para que accedan a la pérdida de derechos adquiridos, y corrían riesgo los acuerdos con la
empresa, los pibes de La 24 tuvieron que ceder sus privilegios y pasarse, por ejemplo, al régimen de
6.18 horas, o trabajar en el turno noche.

Para fines de este mes está prevista una reunión informativa (nunca asamblea) por parte del
sindicato, para hablar sobre la reforma laboral. La pregunta que surge, luego de conocer todo este
contexto es ¿la reunión es para preparar las herramientas para evitar la reforma o para prepararlos
para la flexibilización que se viene y ayudarlos a asumirla? Las suspensiones de los integrantes de la
Tuerca caían en octubre pero fueron renovadas por otros 3 meses. ¿Tendrá eso alguna relación con
que la convocatoria sea para fines de septiembre?

Pero ¿quiénes son estos tipos de La Tuerca y qué hicieron?

Los muchachos de La Tuerca

Desde que Volkswagen está en Córdoba ha habido delegados que defienden a los trabajadores
porque es su función y “es lo justo”, como ellos afirman. De ahí su apodo de “talibanes”, porque lo
hacían sin importar las represalias. Entre 2002 y 2003, con la llegada de los porteños (operarios de
VW Pacheco que acceden al traslado para evitar suspensiones eternas, en espera de renuncias o
despidos) estas individualidades se van agrupando, se reúnen y actúan conjuntamente para defender
los derechos de los compañeros. Cuando se cambia el sistema individual de elección de delegados
por el de listas, se establece que cada lista, para presentarse, debe tener candidatos de todos los
sectores (de ahí la importancia de los traslados de operarios), y este grupo crece aún más y se
convierte en la Lista 2, que disputa el cuerpo de delegados de SMATA en la fábrica. A veces ganan, a
veces pierden. ¿Cuál es la diferencia con la Lista 1? Fundamentalmente, que con estos delegados las
decisiones se toman por asamblea, que los trabajadores están informados de lo que sucede, que se
denuncia en igual manera a la empresa y al sindicato cuando su accionar va en contra de los
trabajadores, que se lucha dentro y fuera de la fábrica, en la calle y en la justicia, para evitar
suspensiones, despidos y mejorar las condiciones laborales.

¿El resultado? Aprendizaje democrático, defensa individual y colectiva de las condiciones de trabajo
(como cuando se sacó de la planta una maquinaria con alto riesgo de explosión para proteger a los
operarios, por citar un ejemplo), suspensiones rotativas en períodos de crisis, reinstalación de un
despedido por actividad sindical y penalizaciones a la empresa por actividades persecutorias.

Hoy son formalmente la Agrupación La Tuerca. Que en otro momento tenía entre sus integrantes a
trabajadores de Fiat y de Renault, que fueron despedidos cuando estas multinacionales lo supieron.

Algunos de estos trabajadores, los que están trabajando actualmente, sufren el aislamiento dentro de
la planta por sus compañeros, son llamados constantemente para “arreglar” e irse de la fábrica, o son
amenazados con represalias a sus familiares que también trabajan en la planta. Los otros, que llevan
más de 6 meses continuos de suspensión, por más que esto es ilegal y discriminatorio, esperan que la
lenta justicia resuelva su situación. Hoy sólo queda que la jueza se expida, porque han presentado
infinidad de pruebas y testigos.

¿Y por qué deciden seguir luchando? Según lo que inferimos de sus palabras, por diversas razones:
porque es lo que corresponde o lo justo, porque el miedo no los amedrenta, porque alguien tiene que
defender a los trabajadores, porque es su derecho, por solidaridad… e incluso en algunos casos,
porque ya no tienen nada que perder.

Saben que hay muchas razones por las que sus compañeros no hablan o participan: por miedo,
porque por ahora su nivel de vida se mantiene, porque si los ven con ellos o si dicen lo que piensan
quedan marcados y pueden echarlos, porque los amenazan con videos, por agradecimiento con la
empresa o el sindicato al tener trabajo, por prejuicios… Las saben y las comprenden. Pero confían en
que en algún momento sus compañeros se animen a actuar, y que sea antes de haber perdido
muchos de sus derechos y condiciones. Porque no sólo los de La Tuerca son suspendidos, echados o
presionados para irse: personas con mucha antigüedad y cuya salud se ha afectado por las tareas
asignadas, mujeres que no ceden ante los acosos de sus jefes, o simplemente que no tienen la
“banca” suficiente del sindicato o de la empresa.

¿Y el Estado qué hace?

El gobierno de la provincia de Córdoba viene subsidiando y eximiendo de impuestos a las


automotrices por cada inversión que realiza, para promocionar la incorporación de trabajadores (sin
control de su cumplimiento), y para lograr el mágico desarrollo del sector autopartista por efecto
derrame. Cotidianamente hay noticias de cierres de metalúrgicas, por las crisis y por las engañosas
exigencias de las automotrices para convertirlos en sus proveedores. El último reclamo proviene de
los 243 despedidos en PLASCAR.

El Ministerio de Trabajo entiende que el sindicato, el Estado y los trabajadores deben adaptarse a los
cambios tecnológicos y responder a la competencia internacional a la que están expuestas las
automotrices. Que es mejor un trabajador mal pago que un desempleado. Que los despidos no se
revierten. Y menos si los que reclaman son “zurditos” o apoyados por agrupaciones de izquierda,
como se escuchó en una conversación con los trabajadores de UTA, cuya grabación se filtró en las
redes sociales.

El acuerdo entre la provincia, Nissan-Renault y SMATA, celebrado por el gobierno, establece nuevas
categorías por debajo del convenio, con condiciones precarias para los nuevos trabajadores que se
están incorporando, con ritmos de producción extenuantes. Este acuerdo, muy parecido al de los
petroleros en Vaca Muerta, forma parte del nuevo modo de arreglar las condiciones de acceso y de
trabajo y salario en el país, pero necesita de una ley que lo avale, y que permita avanzar aún más.
¿Qué hay detrás de esto?

El contexto -fallido- que justifica la reforma y los desafíos para l@s trabajador@s

Desde el gobierno nacional se vienen esparciendo señales de que “es necesario bajar los costos
laborales”. Circulan expresiones como “la incorporación de tecnología reemplaza a la mano de obra, y
el desempleo es inevitable” o “debemos ser competitivos para que la economía crezca” e incluso
“debemos formar a los niños y jóvenes para adaptarse a la nueva realidad laboral”

¿Qué significa esto? A los más grandes, si hacen memoria, quizás les recuerde las épocas en que
“Menem lo hizo”, sólo que esta vez a la población no le está dando el cuero siquiera para comprar
electrodomésticos o viajar al exterior, porque “el segundo semestre de 2016” todavía no llegó. Como
las inversiones que mágicamente llegarían cuando un empresario alcanzara el poder se quedaron por
otras latitudes, ahora tenemos que bajar los costos de producir. De nuevo ¿y eso qué es? Que si
trabaja en blanco, quizás lo despidan (y si tiene suerte, después lo recontraten, en negro, y pierda la
antigüedad). Que cuando mire al costado, cada vez cuente menos compañeros de trabajo; que si es
profesional, tendrá que arreglar individualmente su salario con la patronal; que los salarios se
ajustarán por empresa; que habrá menos delegados sindicales en el lugar de trabajo; que las
indemnizaciones por despidos serán menores o dejarán de existir; que “si nos suben mucho el sueldo
los trabajadores vamos a generar más inflación” –aunque esto último ya venía oyéndose al menos
desde 2012-.

Los cambios en Volkswagen y en Renault-Nissan son un ejemplo de “lo que se viene”, sólo que las
condiciones para los demás trabajadores serán un poco peores. Porque los trabajadores de las
multinacionales automotrices han sido la “aristocracia obrera”, es decir, los mejores pagos de la
industria. El problema es que, no sólo esto está siendo amenazado desde hace tiempo, como
extensamente relatamos, sino que si miramos el historial médico de estos trabajadores encontramos
una serie de enfermedades que los inhabilitan para ingresar a cualquier otro trabajo, incluso para
realizar cualquier tarea simple, y el trabajo en blanco está lejos de significar estabilidad. Además de
que ser echado y tener algún problema legal con la empresa o el sindicato implica no ser contratable
en toda la industria cordobesa.

Pero todo esto forma parte de una reforma que el gobierno y los demás empresarios quieren
implementar. No es un hecho. No se perdió. Todavía.

La historia tiene que enseñarnos que conquista que se pierde no se recupera. Por eso, se vienen
momentos de hacer más que ir del trabajo a la casa y de la casa al trabajo. Hay que reunirse,
informarse, preguntar, exigir, participar. La lucha individual es un suicidio. Pero hay colectivos de
trabajadores, como los de La Tuerca, en Volkswagen, que tienen la valentía de organizarse
colectivamente, por ellos, sus familias y sus compañeros de trabajo; y la solidaridad para acompañar
a los demás trabajadores en sus luchas.

De nuevo, como en los ’90, ser apolítico, no tener ideología, no meterse en cuestiones políticas o no
politizar las situaciones, es el pan de cada día que permite al Estado y a las empresas hacer las
modificaciones que perjudican las condiciones de vida de los asalariados. De ahí, para abajo, todo va
peor.

¿Dejaremos l@s trabajador@s que estos planes patronales se concreten?

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