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Curso de Derecho Natural, 2014.

Profesor: Raúl Madrid.


LEY NATURAL Y DERECHO NATURAL, p.1

SEGUNDA PARTE: LEY NATURAL Y DERECHO NATURAL


(El hombre es un ser moral y jurídico)

Hasta aquí se ha realizado una descripción de los fines del hombre, respecto
de los cuales se ordenan los actos humanos; y de la forma en que se despliegan los
actos humanos, con su estructura y principios, de acuerdo a los fundamentos
metafísicos analizados el primer semestre. Corresponde ahora analizar el criterio
por lo cual un acto se dice intrínsecamente bueno o malo, es decir, de la LEY
NATURAL. La bondad o maldad de un acto concreto de un sujeto particular, de este
modo, queda determinada en primer lugar por su concordancia con los fines
intrínsecos del hombre, considerado como un ser dotado de una esencia (o
naturaleza) permanente, que contiene ciertos fines específicos e irrenunciables de
la propia condición humana. A estudiar cuáles son estos fines, y qué características
tienen, está dedicado fundamentalmente este capítulo.

Para alcanzar la noción de ley natural se puede obrar de dos modos:

a) Proceder DESDE LA CAUSA de la ley natural, es decir, desde Dios y la Ley


Eterna. Para desarrollar esta explicación, se comienza desde el orden del mundo
(quinta vía), según el cuál todos los entes actúan hacia un cierto fin. Este
mecanismo de explicación, que es deductivo, supone –para poder ser entendido en
todo su significado- que el oyente tenga los conocimientos necesarios para acceder
a él. Concretamente:

(a.1) Que Dios puede ser demostrado por la inteligencia, y no sólo a


través de la fe, cualquiera que ésta sea;

(a.2) Que Dios es razón, y que la creación es un orden, justamente por


esta causa.

(a.3) Que el mundo se origina en Dios, pero Dios es distinto del mundo.

(a.4) Que los seres tendenciales tienen naturaleza, que el fin de los
actos de dichos entes está previsto en la propia naturaleza.
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b) Proceder DESDE LOS EFECTOS. La segunda forma de aproximarse a la


noción de ley natural consiste en un procedimiento inductivo: desde la observación
del comportamiento de los seres humanos, elevándose desde éste hacia la
formulación de principios generales y abstractos. Este procedimiento tiene la
ventaja que puede ser explicado a alguien que no conoce o no comprende los
fundamentos teóricos de la ley natural, que nosotros hemos explicado durante el
primer semestre.

En este curso expondremos fundamentalmente el primer modo, porque es el


modo que da razón, en sentido estricto, de la ley (y porque los alumnos ya están en
condiciones de seguir el razonamiento metafísico que lo justifica). Ello, sin perjuicio
de que, al hablar del contenido de la ley natural, nos referiremos también a la
justificación por vía inductiva.

1. La Ley Eterna

Dios es necesariamente exterior al mundo creado. Si fuera parte de éste, no


podría constituir un principio causal en sentido estricto, sino que sólo sería una
causa segunda, lo que lo convertiría inmediatamente en un principio derivado, y por
lo tanto, imperfecto. Sólo en cuanto causa eficiente radical, Dios puede ser
concebido como origen del mundo.
Ahora bien, como se ha demostrado antes, la esencia de Dios es su propia
existencia, que contiene de modo perfecto todos los atributos que en los seres
espirituales creados constituyen una mera participación. Así, como demuestra la
Cuarta Vía, si existe inteligencia en el alma humana, ésta se dice respecto de algún
analogado que realiza dicho atributo de modo perfecto, y que es causa (eficiente)
de la cualidad en el hombre y en las substancias separadas. Por esto, se dice que
Dios es inteligencia perfecta.
El acto propio de la inteligencia es conocer la verdad, y ordenar en
consecuencia los actos para que éstos la reflejen. La verdad del mundo es el fin
previsto por el agente creador para él. En consecuencia, el mundo, concebido como
totalidad de lo creado, se encuentra ordenado a su fin, que es coherente con la
esencia de Dios, por cuanto los entes creados no pueden, con imposibilidad
metafísica, contradecir la naturaleza divina. En consecuencia, las esencias de los
entes deben ser en todo coherentes con la naturaleza divina. Esto es equivalente a
decir que deben sujetarse a los principios de la metafísica.
Y puesto que, como se ha demostrado antes, todas las cosas que existen,
existen como tales porque son conocidas por la mente de Dios, que adjunta la
voluntad creadora (ciencia de visión), todo ente creado es de suyo inteligible,
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verdadero y contiene un cierto fin que es propio de su esencia, hacia el cual está
naturalmente ordenado.
Por ello, Dios gobierna el movimiento de los entes creados para dirigirse a su
fin, que no es otro que la bondad divina. Tal cosa se demuestra del siguiente modo1:

a. Dios es el primer motor, que es inmóvil. Por él se mueven todos los


motores segundos.

b. Todas las cosas que se mueven, lo hacen por un fin.

c. En consecuencia, Dios mueve a todas las cosas -ya sea que se


muevan corporal o espiritualmente- a sus fines, y lo hace a través de su
entendimiento y su voluntad, pues no obra Dios por necesidad de
naturaleza (como los seres irracionales).

El gobierno de todas las cosas creadas a su fin se denomina "Ley Eterna".


Santo Tomás la define como la RAZÓN DE LA DIVINA SABIDURÍA EN CUANTO
DIRIGE A TODOS LOS ACTOS Y TODOS LOS MOVIMIENTOS DE LOS SERES”
Veamos la referencia completa: “así como en cualquier artífice preexiste la razón de
cuanto produce con su arte, así en el gobernante tiene que preexistir la razón
directiva de lo que han de hacer los que están sometidos a su gobierno. Y al igual
que la razón de lo que se produce mediante el arte se llama precisamente arte o
idea ejemplar de la obra artística, así la razón directriz de quien gobierna los actos
de sus súbditos es lo que se llama ley, habida cuenta de las demás condiciones que
el concepto de ley entraña, según ya vimos” (q.90).
Ahora bien, Dios es creador de todas las cosas por su sabiduría, y respecto de
esas cosas guarda una relación semejante a la del artífice respecto de sus
artefactos, según expusimos en la Parte I (q.14 a.8). El es además quien gobierna
todos los actos y movimientos de cada una de las criaturas, como también dijimos
en la misma Parte I (q.103 a.5). Por consiguiente, la razón de la sabiduría divina, al
igual que tiene la condición de arte o de idea ejemplar en cuanto por medio de ella
son creadas todas las cosas, así tiene naturaleza de ley en cuanto mueve todas
esas cosas a sus propios fines. Y SEGÚN ESTO, LA LEY ETERNA NO ES OTRA
COSA QUE LA RAZÓN DE LA SABIDURÍA DIVINA EN CUANTO PRINCIPIO
DIRECTIVO DE TODO ACTO Y TODO MOVIMIENTO.2.

1 Suma contra gentiles, vol. III, cap. 64


2 Sum. Teol., I-II, q93, a.1: Lex Aeterna nihil aliud est quam ratio divinae sapientiae, secundum
quod est directiva omnium actuum et motionum.
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Sobre esta definición, pueden hacerse las siguientes consideraciones y


precisiones:

a. La ley se define como "razón" y no "voluntad" de Dios. Ello no significa que


la voluntad del Creador resulte excluida de la generación de la Ley, sino que indica
la preeminencia de la razón en orden a la dirección del mundo. Esta tesis -definida
como "intelectualismo moderado"- supone que Dios no puede disponer cualquier fin
sobre las criaturas que ha creado, sino sólo una finalidad acorde con la naturaleza
de cada cosa; que a su vez es coherente con la naturaleza o esencia divina. Es
decir, por voluntad de Dios, no puede realizarse una cosa contraria a las esencias
que El ha puesto en los seres, porque las esencias de las cosas participan de una
racionalidad que en última instancia encuentra su apoyo en la esencia del mismo
Dios. La primera causa no puede obrar de modo absurdo, porque si lo hiciera no
tendría la nota de perfección. Así pues, esta ley es la causa de que la razón
humana sea la regla de la voluntad, y no de manera inversa (es decir, la voluntad
regla de la razón)3. Dice Santo Tomás: La ley es una regla y medida de nuestros
actos según la cual uno es inducido a obrar o dejar de obrar; pues ley deriva de
ligar; porque obliga en orden a la acción. Ahora bien, la regla y medida de nuestros
actos es la razón, que, como ya vimos (q.1 a.1 ad 3), constituye el primer principio
de los actos humanos, puesto que propio de la razón es ordenar al fin, y el fin es,
según enseña el Filósofo, el primer principio en el orden operativo. Pero lo que es
principio en un determinado género es regla y medida de ese género, como pasa
con la unidad en el género de los números y con el movimiento primero en el
género de los movimientos. Síguese, pues, que la ley es algo que pertenece a la
razón”4.
Compárese esta posición con el voluntarismo moderado (Duns Scoto) y con el
voluntarismo extremo (Guillermo de Ockham). En este último caso, y en virtud de la
primacía absoluta de la voluntad divina, Dios podría haber hecho que lo malo fuera
bueno, y lo bueno malo. Esta posición niega las esencias universales de las cosas,
a partir del nominalismo, doctrina filosófica que indica que las esencias o
naturalezas son simplemente flatus vocis, palabras sin contenido, y que lo único que
existe son criaturas individuales sin conexión alguna entre sí. Esta tesis, en su
versión extrema, niega incluso la posibilidad del conocimiento, pues nada universal
puede ser aprehendido en el singular. Si los entes carecen de comunicación entre sí
a través de sus respectivas esencias, no existe vínculo metafísico alguno entre
ellos. Si esta conclusión se traduce al ámbito humano, resultará que la sociedad
civil no encarna un bien común unitario y universal a las personas, sino que sólo

3 Ibid., I-II, q19, a.4


4 Ibid., q. 90 a. 1.
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puede ser concebido como un acuerdo de voluntades, donde cada individuo busca
su propio bien.

Scoto, por su parte, es menos drástico. Sostiene que sólo constituye derecho
natural (es decir, obligación natural, que Dios no puede evitar) los tres primeros
preceptos del Decálogo –los mandamientos referidos a Dios mismo-; todos los otros
serían voluntarios, en el sentido de que Dios podría haber dispuesto lo contrario.
Serían, en consecuencia, prescripciones de Derecho Divino Positivo.

b. La Ley se predica "eterna". Eternidad es –como se sabe- la duración del


ente sin potencia. Es decir, la Ley es "eterna" porque radica en la mente del mismo
Dios -como plan gobernador de todo el universo en su calidad de creado-; no en las
criaturas, que son puramente contingentes y pueden no existir en absoluto. Como
consecuencia de esto, el orden del mundo creado (es decir, la ley en cuanto eterna
situada en la mente de Dios) se encuentra FUERA del mundo, es trascendente a él.
Hará falta que esa ley se inscriba en las naturalezas para que adquiera inmanencia
en los entes finitos. Sostiene el Aquinate que “las cosas que no existen en sí
mismas tienen existencia en Dios, por cuanto él las conoce y dispone de antemano,
según aquello de Rom 4,17: Llama a las cosas que no son lo mismo que a las que
son. Y así, la concepción eterna de la ley divina reviste la condición de ley eterna en
cuanto es ordenada por Dios al gobierno de todo aquello que él previamente
conoce”5. Y continúa: “la promulgación puede hacerse de palabra y por escrito, y de
ambas maneras es promulgada la ley eterna si se la mira del lado de Dios que la
promulga, porque eterna es la Palabra divina y eterna es la escritura del libro de la
vida. Considerada, en cambio, del lado de la criatura que la ha de oír o ver, la
promulgación no puede ser eterna”6.

c. El fin de los seres, desde un punto de vista metafísico, es su propia


perfección; el fin hacia el cual tiende su naturaleza y que no es distinto de ella
(véase sobre esto la estructura de “naturaleza y legalidad”). Ahora bien, este fin
intrínseco remite a otro extrínseco, que se ubica fuera de la naturaleza creada, y
que está constituido por la propia bondad divina, como se ha dicho antes. El fin
llamado intrínseco (o "perfección primera") indica o remite a la perfección de la
substancia, mientras que el fin extrínseco (o "perfección segunda") indica la
posesión de la causa incausada en cuanto bondad pura. Nada se encuentra
excluido de la Ley Eterna, porque en todas las criaturas se encuentra impreso ese

5 Ibidem, ad 1.
6 Ibidem, ad 2.
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orden hacia el último fin7. Y agrega: “la ley dice orden a un fin en un sentido activo,
o en cuanto ordena determinadas cosas a su fin; pero no en sentido pasivo, como si
la ley misma se ordenara a un fin. Esto sólo sucede accidentalmente en los
legisladores cuyo fin es exterior a ellos mismos y tienen que ordenar también sus
leyes a este fin. Pero el fin del gobierno divino es el mismo Dios y su ley también se
identifica con El. Por consiguiente, la ley eterna no se ordena a otro fin”8.

d. El gobierno del universo (la dirección de los actos y movimientos de los


entes hacia su fin) supone la conservación del ente en cuanto ser existente y
substancial. Es decir, la Ley Eterna es causa eficiente tanto in fieri como in facto
esse. Esto se demuestra del siguiente modo9:

d.1. Pertenece al gobierno de los seres todo aquello por lo cual alcanzan su fin
(algo es regido o gobernado sólo en cuanto es dirigido a su fin).

d.2. Pero al fin último que se ordenan las cosas (la bondad divina) se llega no
sólo porque obran, sino primariamente porque son, pues en la medida en que
existen, llevan la semejanza de la bondad divina (recuérdese el trascendental
bonum).

d.3. Por lo tanto, pertenece a la Ley Eterna que las cosas se conserven en su
ser.

e. El gobierno del universo creado constituye un orden (disposición de las


cosas a un fin). Y todo orden supone una ley, al punto de que los conceptos son
intercambiables y la Ley Eterna constituye expresión de ese orden.

f-En consecuencia, la Ley Eterna supone las siguientes características:

f.1. Inmutabilidad. En cuanto radica en la mente de Dios, no puede


modificarse, en la medida en que en Dios no existe el movimiento, que es
el paso de la potencia al acto.

f.2. Universalidad. Abarca a todo el conjunto de los seres creados, sin


distinción de esencia, considerados en cuanto existentes, distintos de la
nada (trascendental aliquid).

7 Sum Teol., I-II, q91, a.2


8 Ibidem, ad 3
9 Suma contra gentiles, vol. III, cap. 65
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f.3. Fundamento de toda otra ley. Constituye el analogado mayor o


principal de toda otra norma (sus analogados inferiores o secundarios).
Se aplica en este punto, como puede verse, lo explicado a propósito de la
analogía de atribución intrínseca (el término que realiza la cualidad de
modo absoluto es causa de todos sus inferiores).
Toda ley es un orden de los entes y de los actos de esos entes a un fin.
Si la Ley Eterna es causa eficiente de toda ordenación, porque constituye
la disposición por excelencia, el orden metafísico que da origen a todo
otro orden, resultará que toda ley ha de ser coherente con la estructura
metafísica de las cosas. Este es el fundamento, como veremos más
adelante, de la unidad entre la ley natural y la ley positiva: si una ley
positiva no es coherente con la ley natural, tampoco lo será con la Ley
Eterna, y perderá en consecuencia su carácter de ley (de orden racional),
para convertirse en pura fuerza. En definitiva, pues, para que una
prescripción tenga fuerza de ley tiene que ser racional, es decir, tener
autoridad en sentido estricto, en la medida en que toda autoridad emana
de la racionalidad (la coherencia con la naturaleza).

g. La Ley Eterna posee (y por lo tanto, toda otra ley, en la medida en que ella
es el patrón de medida, el analogado primario):

g.1. Un contenido. Se trata de aquello que es dispuesto, materialmente,


por la ley. Sabemos que lo dispuesto es el propio fin de los seres, que a
su vez es concordante -no contradictorio- con la naturaleza del propio
Dios. Se trata, en consecuencia, de un contenido racional.

g.2-Un mandato. La Ley Eterna no es un simple consejo, sino que


constituye un acto de imperio de la voluntad de Dios, es imperativa, y por
ello, vinculante.
La creación irracional (es decir, los entes brutos) se pliega a la ley de un
modo predeterminado por la propia naturaleza10, mientras que las
substancias racionales pueden aceptar o no el mandato (sin perjuicio de
que su rechazo implica a ciencia cierta la no consecución de su fin último,
tanto en el orden natural como en el sobrenatural).

10 Véase la V vía para demostrar la existencia de Dios.


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Estas dos características se comunican, como es obvio, a todos los


analogados inferiores (ley natural, derecho natural, derecho positivo). TODA ley,
incluso la ley positiva, consta de estas dos características o momentos.
Cabe hacer notar que la obligatoriedad de la ley (es decir, su mandato) sólo es
vinculante EN LA MEDIDA EN QUE SE CONECTE CON EL CONTENIDO, es decir,
en cuanto sea racional. Si se pierde la conexión entre la racionalidad del contenido
y la obligatoriedad del mandato, la imperatividad desaparece, y la norma se
convierte en pura arbitrariedad.

2. La ley natural.

Antes de referirnos a ella, es necesario plantear un cierto contexto, tal como lo


hace Santo Tomás en el texto de Los Mandamientos comentados11: tres cosas –
afima- son necesarias en el hombre para su salvación: el conocimiento de lo que
debe creer; el conocimiento de lo que debe desear, y el conocimiento de lo que
debe hacer. Lo primero se enseña en el símbolo, donde se aprende la doctrina de
los artículos de la fe. Lo segundo, en la oración y el Padrenuestro. Y lo tercero, en la
ley. Para el conocimiento de lo que debemos hacer, hay que referirse a la existencia
de cuatro leyes:

a. La primera es la ley natural. Esta ley no es otra cosa que la luz del
entendimiento infundida en nosotros por Dios, por la cual sabemos qué
debemos hacer y qué debemos evitar.

b. Si Dios dio al hombre esta ley, existe otra, llamada la LEY DE LA


CONCUPISCENCIA, que es fruto del pecado original. Mientras que el alma
del primer hombre estuvo sujeta a Dios, observando sus preceptos,
también la carne estuvo completamente sometida a la razón (estado
preternatural). Una vez que el hombre se apartó de la observancia de los
preceptos divinos, también la carne se rebeló contra la razón. Por eso
sucede que, aunque el hombre quiera hacer el bien conforme a su razón, la
concupiscencia lo inclina a lo contrario. De ahí que frecuentemente la ley
de la concupiscencia corrompa la ley natural y el orden de la razón.

c. La Ley de la Escritura. Como la ley natural había sido destruida por la ley
de la concupiscencia, era necesario que el hombre fuera nuevamente

11 Ediciones Gladius, Buenos Aires, 2000, pp. 21 ss.


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dirigido a la práctica de la virtud. Hay dos motivos que le alejan del mal y le
llevan a obrar bien:

c.1. El temor (lex antiqua). Por lo primero que se evita el


pecado es por la pena del infierno y del juicio final (la ley de
Moisés). Quien se abstiene del pecado por temor NO ES
TODAVIA JUSTO, pero por allí comienza su justificación.

c.2. El amor (es la cuarta ley: lex nova).

d. La ley del amor (de la caridad y de la gracia). Si bien el temor contiene la


mano, no se impone al corazón. Y hacía falta una ley que sí lo hiciera. Este
es el mensaje de Cristo, en su dimensión teológica. La abstinencia del mal
por amor a Dios constituye la ley suprema, que es la ley de la caridad, la
cual es todavía superior a la justicia.

Se pueden mencionar tres diferencias entre la ley del temor y del amor o de la
caridad:

1. La primera hace esclavo; la segunda, convierte a los hombres en


libres (como los hijos respecto de los padres).
2. Los observantes de la ley antigua eran premiados con bienes
temporales; mientras que los segundos, con bienes celestiales.
3. La ley de Moisés era dura de soportar, mientras que la de Cristo es
leve.

Ahora bien, como no todos pueden dedicarse a conocer perfectamente estas


cuatro leyes, se ofrece una ley abreviada, de la que nadie pueda excusarse por
ignorancia: la ley del amor divino. ELLA ES LA QUE DEBE SER REGLA DE
TODOS LOS ACTOS HUMANOS. Sólo así pueden ser llamados buenos. Esta ley
del amor o de la caridad produce en el hombre cuatro efectos:

a. Causa la vida espiritual. Por la naturaleza del amor, (1) el amado está en el
amante; y el que ama a Dios tiene a Dios en sí mismo, y (2) el amante se
transforma en el amado. Así, si queremos cosas viles, nos hacemos viles. Así, el
alma obra perfectamente cuando obra por caridad, gracias a la cual Dios habita en
ella. En este sentido, el primer efecto de la caridad es dar vida.

b. Produce la observancia de los mandamientos. San Gregorio: “el amor de


Dios nunca permanece ocioso; donde está, obra grandes cosas; si no las obra, es
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que no está”. Por ello, es signo de la caridad la prontitud en cumplir los preceptos
divinos. QUIEN OBSERVA LA CARIDAD CUMPLE TODA LA LEY. Hay dos tipos de
mandamientos divinos: afirmativos y prohibitivos. La caridad cumple los primeros,
porque la plenitud de la ley en dichos mandamientos es el amor, por el que se los
observa. Y también cumple los segundos, porque la caridad no puede hacer mal.

c. Socorre contra las adversidades. Al caritativo nada le es dañoso, sino que


se le convierte en un bien saludable. San Pablo: “para los que aman a Dios, todo
contribuye a su bien”.

d. Conduce a la felicidad. Sólo a los caritativos les está prometida la


bienaventuranza eterna. Esta se otorga en proporción al grado de caridad; y no a
otra virtud.

-Hay, sin embargo, otros efectos de la caridad:

1. La remisión de los pecados. Dios perdona los pecados a quienes le


aman; cubre multitud de pecados. “Cubre”: Dios ya no los ve para
castigarlos. Pero la penitencia es igualmente necesaria, porque nadie
ama verdaderamente si no se arrepiente de veras.

2. Ilumina el corazón. Enseña lo necesario para la salvación.

3. Produce en el hombre la perfecta alegría. No hay verdadero gozo fuera


de la caridad. Los bienes temporales se desprecian cuando se tienen; los
espirituales producen descanso en ellos.

4. Otorga la paz perfecta. En los bienes temporales, cuando se tiene


algo, se desea lo siguiente. En los espirituales ocurre lo contrario, porque
Dios es más grande que nuestro corazón. “El corazón del impío es como
un mar agitado y que no puede estar en calma”.

5. Confiere al hombre una gran dignidad. Convierte al siervo en un


hombre libre; en un amigo. Hay dos clases de servidumbre: (1) por temor,
que carece de mérito, y (2) aquella por amor, en que se obra
voluntariamente.

Aunque esta explicación tenga contenido teológico, veremos que la noción de


ley natural se puede alcanzar también por la simple inteligencia, que es la
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argumentación que interesa para efectos del curso; no deja de ser relevante, sin
embargo, la contextualización de Santo Tomás.

2.1. Concepto.

¿Cómo se ejerce la dirección de las cosas creadas por parte de la Ley Eterna?
Desde luego, al modo en que los seres son. Es decir, el fin absoluto de todos los
seres es la bondad de Dios, pero esa bondad se alcanza de manera específica de
acuerdo a lo que cada ser es y puede llegar a ser. El fin esencial de cada ser está
determinado por su naturaleza, luego es a través de cada naturaleza que la Ley
Eterna se concreta y desarrolla.
Desde este punto de vista, la ley natural es la propia Ley Eterna en cuanto se
encuentra en la criatura, y es por lo tanto especificada para dirigir a cada esencia a
la perfección del modo en que ella puede y debe alcanzarla. Pero, ¿no basta acaso
con la sola Ley Eterna? Santo Tomás responde que no, porque no se trata en
realidad de dos leyes distintas: “pareciera que el gobierno del hombre está
suficientemente atendido con la ley eterna, pues dice San Agustín en I De lib. arb.
que la ley eterna es aquella en virtud de la cual es justo que todas las cosas se
hallen perfectamente ordenadas. Mas la naturaleza no abunda en lo superfluo,
como tampoco falta en lo necesario. Luego no se daría en el hombre una ley
natural. Sin embargo, ello es falso, porque la ley natural no es cosa diversa de la
Ley Eterna, sino su participación12.
No se trata, en consecuencia, de leyes diferentes, sino que es la misma norma
en cuanto situada en la criatura y haciéndose cargo de sus rasgos esenciales. Se
puede decir que la ley natural es la Ley Eterna en su dimensión inmanente a la
criatura.
Debe hacerse aquí una distinción. Los seres carentes de razón se adecuan a
la Ley Eterna de un modo necesario. Se especifica la ordenación universal en la
naturaleza de cada cosa y la cosa es dirigida a su fin acatando la propia naturaleza.
En este sentido, "ley" es la propia naturaleza en cuanto principio de subordinación a
un fin.
En los seres racionales, la presencia de la Ley Eterna no se da de modo
extrínseco a sus facultades espirituales, no viene predeterminada en lo que a ellas
se refiere; sino que, por conocer el hombre su fin bajo razón de fin, PARTICIPA de
la Ley Eterna al ser capaz de comprender su propia perfección y de optar
libremente por ella; la incorpora a sí mismo, se convierte en parte de ella porque
desempeña en ella un papel ACTIVO: comprende y toma decisiones; no un papel

12 Sum. Theol., I-II, q.91, a.2, 1 y ad 1.


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LEY NATURAL Y DERECHO NATURAL, p.12

meramente pasivo -como los entes brutos-, a quienes les viene dado todo o casi
todo en su estructura esencial (el animal tiende NECESARIAMENTE a los bienes
sensibles, que son los únicos que conoce). Por eso, Tomás de Aquino define la ley
natural como la PARTICIPACION DE LA LEY ETERNA EN LA CRIATURA
RACIONAL. Nótese que lo que se participa ES LA LEY en la criatura, no la criatura
en la Ley.Todo ser que posee naturaleza es dirigido, en consecuencia, por la Ley
Eterna (que, en cuanto entra en la naturaleza, es también ley natural), pero sólo el
hombre participa de ella, porque puede comprenderla y, al obrar libremente,
contribuye a la realización del plan divino no sólo como un paciente, sino al modo
de un agente. He aquí el texto –clave- de Santo Tomás: “siendo la ley regla y
medida, puede, como ya se ha dicho (q.90 ad 1), existir de dos maneras: tal como
se encuentra en el principio regulador y mensurante, y tal como está en lo regulado
y medido. Ahora bien, el que algo se halle medido y regulado se debe a que
participa de la medida y regla. Por tanto, como todas las cosas que se encuentran
sometidas a la divina providencia están reguladas y medidas por la ley eterna,
según consta por lo ya dicho (a.1), es manifiesto que participan en cierto modo de la
ley eterna, a saber, en la medida en que, bajo la impronta de esta ley, se ven
impulsados a sus actos y fines propios. Por otra parte, la criatura racional se
encuentra sometida a la divina providencia de una manera muy superior a las
demás, porque participa de la providencia como tal, y es providente para sí misma y
para las demás cosas. Por lo mismo, hay también en ella una participación de la
razón eterna en virtud de la cual se encuentra naturalmente inclinada a los actos y
fines debidos. Y esta participación de la ley eterna en la criatura racional es lo que
se llama ley natural. De aquí que el Salmista (Sal 4,6), tras haber cantado:
Sacrificad un sacrificio de justicia, como si pensara en los que preguntan cuáles son
las obras de justicia, añade: Muchos dicen: ¿quién nos mostrará el bien? Y
responde: La luz de tu rostro, Señor, ha quedado impresa en nuestras mentes,
como diciendo que la luz de la razón natural, por la que discernimos entre lo bueno
y lo malo —que tal es el cometido de la ley—, no es otra cosa que la impresión de la
luz divina en nosotros. Es, pues, patente que la ley natural no es otra cosa que la
participación de la ley eterna en la criatura racional”13.

2.2. Contenido de la ley natural.

Toda la ley natural se contiene en el principio HACER EL BIEN Y EVITAR EL


MAL, que es captado por el hábito del intelecto práctico que hemos denominado
“sindéresis”. De él se deducen tres grupos de preceptos cuya jerarquía está
determinada por el orden de los propios fines del hombre.

13 Ibid, respuesta.
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Este primer principio contiene todos los preceptos de la ley natural; no es sólo
el primero porque se encuentre al comienzo: es absolutamente comprensivo de
todas las determinaciones de la ley, aunque éstas todavía no se hayan presentado
en el tiempo o en el espacio.

2.2.1. Principios primarios.

Son aquellos que versan sobre los fines (es decir, no medios) NECESARIOS,
primarios o fundamentales de la naturaleza del hombre, los cuales responden como
es obvio a sus varias partes potenciales (substancialidad, animalidad y
racionalidad). Se trata, como se ha dicho, de fines naturales, primarios y necesarios
para la perfección del hombre de acuerdo con su esencia y finalidad.
El hombre, como es lógico, se encuentra naturalmente dispuesto a estos fines,
POR EL ORDEN DE SUS PROPIAS INCLINACIONES. De acuerdo a la jerarquía
de estas mismas inclinaciones, Tomás de Aquino distingue tres series o grupos de
PRECEPTOS llamados primarios:

a. Inclinación al bien de su propia e individual existencia. Todo ser tiende a


conservarse en su ser y en su integridad física. El plano más evidente de esta
conservación es, desde luego, el físico. Nadie, una vez que ha experimentado el
fuego -por ejemplo-, vuelve a poner la mano dentro, a menos que sus facultades
mentales se encuentren perturbadas.
Esta conservación se extiende inmediatamente al cuidado del ser ajeno; de su
subsistencia e integridad.
Este orden de inclinaciones pesa sobre todos los individuos de la especie, sin
excepción alguna.
Las conductas contrarias a este orden de inclinaciones son: homicidio, aborto,
eutanasia, eugenesia y suicidio. Por el contrario, las dos excepciones al derecho a
la vida que tradicionalmente se han considerado son: la legítima defensa (individual
y colectiva) y la pena de muerte. Más adelante volveremos sobre estas cuestiones.

b. Inclinación al bien de la naturaleza que compete a la especie. Los bienes


son: PROCREACION, CRIANZA y EDUCACION de los hijos. La crianza se refiere a
la satisfacción de las necesidades materiales, mientras que la educación posee más
bien una dimensión espiritual. Es importante darse cuenta que estos tres bienes no
están separados, sino que forman una unidad: no es posible concebir la procreación
al margen de la responsabilidad sobre la crianza y la educación de la prole.
Esta es la conservación específica (de la especie), que, por ser tal, no recae
sobre todos los individuos que conforman la esencia, sino sobre la especie en
cuanto tal. Es decir, algunos individuos pueden excusarse de esta inclinación sin
Curso de Derecho Natural, 2014.
Profesor: Raúl Madrid.
LEY NATURAL Y DERECHO NATURAL, p.14

faltar a la ley natural, siempre y cuando la sobrevivencia de la especie esté


asegurada.
Desde el punto de vista moral, no todos los motivos para excusarse de esta
obligación son legítimos. Si la causa es, por ejemplo, una razón sobrenatural (caso
del sacerdocio), se está sacrificando un bien humano en virtud de un bien superior a
la propia naturaleza, en cuyo caso tal comportamiento es moralmente válido; si, por
el contrario, el motivo responde a la falta de generosidad (por ejemplo: “no quiero
tener hijos porque tendré que preocuparme de ellos, y eso me quita tiempo que
quisiera destinar a otra cosa”), la cuestión es, moralmente, bastante más discutible.

c. Inclinación a los bienes específicamente humanos. Se trata de la vida


superior de las dos facultades propias y específicas del hombre: el entendimiento y
el apetito racional.

Debe tenerse en cuenta que los principios primarios constituyen derecho


natural absoluto.

2.2.2. Principios secundarios.

Se refieren a los medios NECESARIOS, que constituyen necesidad natural


para conseguir los fines llamados naturales. Por el hecho de tender a fines
naturales, estos medios que son los principios secundarios no son contingentes. Por
ejemplo: la propiedad privada, o el matrimonio indisoluble de varón y mujer.
El carácter medial de estos principios supone el hecho de que en su
conocimiento exista o medie el razonamiento (puesto que la calidad de medio sólo
puede ser percibida en virtud de algo a lo que se atribuye razón de fin).
Los principios secundarios, aunque son formal y propiamente derecho natural,
también constituyen derecho humano, en la medida en que deben ser deducidos y
formulados.

2.2.3. Principios terciarios.

Se trata de conclusiones necesarias de la ley natural, pero que se hallan


remotas respecto de los principios primarios. El grado de raciocinio requerido para
alcanzarlos es más alto, y por ello sólo pueden formalizarlos los hombres sabios y
prudentes, al cabo del estudio y la reflexión. Como dice José Joaquín Ugarte, los
preceptos de tercer grado tienen por objeto medios necesarios para la obtención de
los fines primarios, y de los medios a que a su vez se refieren los preceptos
secundarios, es decir, de los medios primordiales en el conseguimiento de aquellos
fines. Son, pues, conclusiones que se derivan de un modo necesario de los
Curso de Derecho Natural, 2014.
Profesor: Raúl Madrid.
LEY NATURAL Y DERECHO NATURAL, p.15

preceptos primarios y de sus inmediatas conclusiones. Por eso se trata de normas


que, no obstante la elaboración intelectual que requiere su descubrimiento, son de
ley natural. Así lo explica Santo Tomas comentando a la Etica a Nicómaco, donde
dice: “todo lo que se sigue como conclusión necesaria del Derecho o Ley natural,
pertenece indudablemente a esa Ley o Derecho en virtud de las leyes del
razonamiento”. Un ejemplo que se suele dar de precepto de tercer grado es el de
respetar a los mayores. Es precepto primario y evidentísimo hacer el bien a
nuestros bienhechores; deriva inmediatamente de él, y es precepto secundario,
honrar padre y madre. El respetar a los mayores (que no son nuestros padres)
supone ya un raciocmio más complejo, que descubra cómo, de alguna manera,
todos los mayores son bienhechores nuestros, y un poco a modo de padres14.

2.3. PROPIEDADES o CARACTERISTICAS de la ley natural.

Tradicionalmente se han distinguido cinco características, tal como se expone


a continuación.

a. Unidad.

Es decir, no obstante contar de varios preceptos, constituye una sola ley.


Todas las reglas y prescripciones en las que se desarrolla y explicita, son
aplicaciones de su principio básico, en el cual se encuentran precontenidas.
La razón de la unidad de la ley natural está en la unidad de la propia
naturaleza.

b. Universalidad.

La ley natural es universal en cuanto a su verdad y rectitud, porque tiene


vigencia para todos los hombres en todos los tiempos y lugares. Esto es
completamente infalible respecto de los preceptos primarios (o ley puramente
natural). El resto de los preceptos puede fallar en ciertos casos, de un modo
directamente proporcional al alejamiento de los principios y acercamiento a lo
particular.
Cabe preguntarse de qué manera se puede sostener, especialmente hoy en
día, que los principios de la ley natural son universales, cuando nuestro mundo se

14 José Joaquín Ugarte, “La ley natural”, en Revista Chilena de Derecho, vol. VI (1979),
p. 474.
Curso de Derecho Natural, 2014.
Profesor: Raúl Madrid.
LEY NATURAL Y DERECHO NATURAL, p.16

considera “diverso” y “multicultural”, y se predica la “tolerancia” para todo lo que no


es semejante a lo propio. Incluso en el caso de los bienes más evidentes de la ley
natural, como es por ejemplo el derecho a la vida, parece no haber acuerdo
actualmente, ya que la mayor parte de los países del primer mundo han aptobado el
aborto, y algunos la eutanasia. ¿Cómo es posible que se pretenda afirmar la
existencia de bienes universales para todos los hombres, de todos los tiempos y de
todos los lugares, si los hechos parecen asegurar justamente lo contrario?
La respuesta a esta cuestión se encuentra en que la universalidad de la ley
natural no se halla en una ratio sociológica o estadística, sino más bien en una
afirmación que tiene que ver con la esencia del ser humano, y por lo tanto no puede
medirse como si se estuviera determinando la eficacia de un producto en una
determinada población. Dicho de otro modo: el que la vida sea un bien –siguiendo
con el ejemplo- no depende de que sea respetada por uno, por muchos o por
ninguno. De hecho: si nadie respetara la vida de los terceros, y todo el mundo
estuviera dispuesto a terminar con ella, esta situación no afectaría en nada el valor
intrínseco de la vida humana; no dejaría de ser valiosa por esta circunstancia.
Las inclinaciones de los hombres respecto de los bienes naturales son
universales: todos nos inclinamos, por ejemplo, a cuidar de nuestra salud. Pero
puede haber alguno (o muchos) que, aún tendiendo al bien, no se incline a cuidar
de su salud. ¿Significa esta circunstancia que el principio general de que “todos los
hombres se inclinan a cuidar de su salud” se ve derogado? Por supuesto que no,
porque la universalidad de las cosas humanas, por causa de la libertad, no funciona
como la universidad de los principios lógico-formales, en los que sí la existencia de
una excepción suspende el principio (si algo se queda flotando en lugar de caer,
hay que revisar la ley de gravedad).
Esta es la explicación de por qué puede existir gran cantidad de personas que
incumplan los preceptos de la ley natural, sin que ello signifique que la ley deje de
tener validez. Lo mismo ocurre, por lo demás, con la ley positiva: la obligación no se
extingue porque yo hago lo contrario de lo que dice la norma jurídica, sino más bien
debo atenerme a las consecuencias del ilícito.
Ahora bien, ¿cómo puede un sujeto racional ponerse en posición de no acatar
un precepto de la ley natural? Las causas son variadas: el error, la ignorancia, la
ideología, la educación que ha recibido, etc. Es, ciertamente, difícil dejar de pensar
como nos han enseñado desde niños, o como hemos aprendido a considerar como
“normal”, gracias a los periódicos y los medios de comunicación; y en general el
medio ambiente cultural. Si se ha nacido en una cultura, por ejemplo, donde la
eutanasia es “normal”, será muy difícil explicarle a esas personas que nunca, en
ningún caso, se pueden realizar acciones positivas para matar un inocente.
Así, los preceptos de la ley natural son universales. Ellos son la substancia
(physis) de la acción humana. Sobre ellos, se superpone la cultura (nomos), la
Curso de Derecho Natural, 2014.
Profesor: Raúl Madrid.
LEY NATURAL Y DERECHO NATURAL, p.17

“norma” de la comunidad. La cultura es un accidente que SUPONE una


substancialidad. Veamos un ejemplo: no se puede optar entre comer con cubiertos,
o comer con palitos, si no existe primero el acto natural de comer. El carácter
accidental de las formas culturales hace que, necesariamente, sigan a la
substancia. Por eso es que ninguna forma cultural (accidental) que se dirija en
contra de la naturaleza (substancia) puede ser considerada lícita, porque lo
accidental sigue siempre la suerte de lo principal. De este modo, no se puede alegar
la costumbre como fuente de validez de un acto contrario a la ley natural.

c. Cognoscibilidad.

La ley natural puede ser comprendida por todos los hombres en uso de sus
facultades intelectuales. Los preceptos primarios son evidentes a través de una
consideración absoluta, sin referencia a medio alguno, sino a la naturaleza humana
en sí misma.
Los preceptos secundarios suponen un razonamiento, en la medida en que
están orientados a medios que no se buscan por sí, sino por su orientación a los
fines de la naturaleza del hombre.
Sobre los secundarios, puede errarse con frecuencia sobre su conocimiento.

d. Indelebilidad.

La ley natural se encuentra impresa de un modo imborrable en la mente y la


voluntad del hombre. Ello es completamente vigente respecto de los primarios,
aunque en un caso concreto puedan olvidarse circunstancialmente, por efecto de
una pasión. Los secundarios pueden afectarse también pasajeramente. Los
terciarios se afectan, diríamos, permanentemente.

e. Inmutabilidad.

La ley natural no puede cambiar. Es decir, lo que es mandado como bueno o


como malo, no deja de ser tal por el paso del tiempo. Ello se comprende si se tiene
en cuenta que la ley natural es la propia naturaleza, y que la naturaleza no puede
cambiar sin que se sea otra cosa distinta de la que se era antes. Es decir, ella se
limita a mandar o prohibir lo que de suyo es intrínsecamente bueno o malo. Ello no
puede ser cambiado por Dios, que no puede alterar la esencia de los seres
Ahora bien, todos los preceptos de la ley natural son inmutables (la verdad de
los principios ha de sostenerse en las conclusiones), pero no todos lo son del
mismo modo.
Curso de Derecho Natural, 2014.
Profesor: Raúl Madrid.
LEY NATURAL Y DERECHO NATURAL, p.18

La ley natural es inmutable TANTO UNIVERSAL COMO


PARTICULARMENTE. No sólo es imposible que un precepto de ella sea
suspendido para todos los casos, sino que tampoco puede serlo para uno solo. LA
LEY NATURAL NO SUFRE EXCEPCIONES (la verdad del principio debe
sostenerse en todas sus aplicaciones legítimas).
-Los primarios son absolutamente inmutables. Jamás pierden su fuerza
obligatoria, puesto que contienen la razón misma de la ley: indican los fines.
-Los secundarios y terciarios, por el contrario, sólo son inmutables en la
medida en que su carácter medial permanezca para obtener el fin del cual
dependen.
En estos casos, puede parecer que la ley natural sufre algún detrimento, pero
ello sólo se debe a que es incompleta la enunciación de sus mandatos. Por ejemplo:
"el depósito debe ser restituido" supone todas las limitaciones que la propia razón
indique: el daño injusto.

La ley natural es inmutable formalmente, como hemos visto, pero lo es


materialmente:

a. Existe mutación formal cuando, subsistiendo el objeto de la ley, ella deja de


existir o de obligar. Ocurre cuando el precepto es derogado o dispensado. Sólo éste
tipo de mutación recae en la ley misma, por lo tanto, sólo este tipo de mutabilidad se
opone a la ley natural.

b. Existe mutación material cuando lo que era objeto de la ley deja de serlo por
alguna causa. Por ejemplo, el robo deja de ser tal cuando el dueño la dona al
ladrón. Este tipo de mutación NO QUITA EL PRECEPTO, sino que sustrae a éste lo
que era objeto de él.
Ahora bien, no es mutable la materia de todo precepto de la ley natural: hay
algunos que no: no mentir, etc.
Para cambiar la materia de la ley natural es necesario tener poder sobre ella.
Este poder se encuentra, según el caso:

-En el individuo (ejemplo del dueño que dona al ladrón).

-En la autoridad del Estado (o de la Iglesia). Por ejemplo, el poseedor de cosa


ajena está obligado a devolverla. Si se dan los requisitos de la prescripción, el
Estado, en virtud del dominio eminente que tiene sobre los bienes de los
súbditos, traslada la propiedad de la cosa al poseedor.
Curso de Derecho Natural, 2014.
Profesor: Raúl Madrid.
LEY NATURAL Y DERECHO NATURAL, p.19

-En Dios. Por ejemplo, el precepto es "no matar", pero Dios le pidió a Abraham
que matase a su hijo.

2.4. EFECTOS de la ley natural.

Se distinguen tres efectos de la ley natural. Son los siguientes15:

2.4.1. El deber u obligación.

Se refiere a la necesidad MORAL de ejecutar u omitir una acción. Se sostiene


que tal necesidad es moral con el objeto de distinguirla del resto de las obligaciones
que puede tener el ser humano. Dice Fernández Concha que la obligación originada
por los preceptos de la ley natural en la conciencia del sujeto no es (1) una
necesidad física, como la que se impone a los cuerpos respecto de sus leyes, y
tampoco es (2) una necesidad absoluta o trascendental, como la que existe entre
una potencia y su objeto propio; se trata más bien de un tipo de obligación que
recae sobre la voluntad libre, y que por lo tanto puede ser cumplida o no en los
hechos, pero que redunda en el fin último del sujeto, es decir, en su mayor o menor
grado de perfección. Y puesto que los asuntos relativos a la voluntad libre se
denominan “morales”, al referirse el deber u obligación al apetito racional, se le
entiende y conoce como necesidad moral.
LA obligación ES EL EFECTO ADECUADO Y PRECISO DE TODA LEY. Es
adecuado porque se conforma a la esencia de la causa (el efecto propio de un acto
capaz de obligar es la obligación misma). Pueden existir efectos accidentales, que
se gradúan en su adecuación en virtud de su grado de accidentalidad. La obligación
moral, sin embargo, es lo que propiamente viene de la existencia del precepto
natural rectamente comprendido por el sujeto.
De allí se deduce que la obligación es efecto PRECISO de la ley, pues si no
significaría que su autor no puede o no quiere obligar, y en ninguno de dichos casos
habría realmente ley. En consecuencia, si la ley es verdadera ley, obliga en
conciencia, es decir, moralmente.
Las obligaciones que proceden de la ley natural pueden dividirse en varias
clases. Son las siguientes:

a. Según el origen. Pueden ser:

15 Fernández Concha, ob. cit., vol I, p. 80 ss.


Curso de Derecho Natural, 2014.
Profesor: Raúl Madrid.
LEY NATURAL Y DERECHO NATURAL, p.20

-Absolutas o innnatas. Aquellas que provienen inmediata y exclusivamente de


los principios naturales. Por ejemplo, conservar la propia vida. Su materia no
es modificable. Es decir, el sujeto debe preservar su vida en todo caso, sin
perjuicio de la aplicación del principio de doble efecto o doble causalidad.

-Hipotéticas o adquiridas. Aquellas que se derivan de los principios naturales


mediante algún hecho que determina su aplicación. Por ejemplo, las que
nacen de un contrato. Su materia es siempre mudable por quien tiene potestad
para hacer que termine el hecho en que se fundan.

2.4.2. El Derecho.

Se refiere al derecho subjetivo, es decir, a la facultad moral de exigir de otros


una acción o una omisión. Desde luego, esta facultad sólo existe en la medida en
que algo se encuentre atribuido a un sujeto de manera OBJETIVA (derecho en
sentido objetivo); no es posible exigir nada que no se encuentre previamente
atribuido, por derecho natural o por derecho positivo coherente con ese derecho
natural.

2.4.3. La nulidad de los actos ejecutados contra sus prescripciones.

Esta nulidad no tiene lugar siempre, sino en casos determinados:

a. Cuando falta la potestad necesaria para la ejecución de un acto (por


ejemplo, el segundo matrimonio de una persona casada es nulo, porque
carece de capacidad para celebrar otro).

b. Cuando falta algún constitutivo esencial del acto (por ejemplo, un contrato
celebrado por un demente, porque no puede dar su consentimiento).

c. Cuando subsiste y permanece en el acto la maldad por cuya razón lo


prohíbe la ley natural. Por ejemplo, un matrimonio entre hermanos.

Preceptos imperativos y prohibitivos de la ley natural.

En la ley natural existen preceptos imperativos o positivos, que MANDAN


hacer algo, como, por ejemplo “hacer el bien”, “decir la verdad”, etc. Junto a ellos,
existen también los preceptos prohibitivos o negativos, que surgen de que el acto en
cuestión es intrínsecamente malo. Por ejemplo, “no matar”, “no mentir”, etc.
Curso de Derecho Natural, 2014.
Profesor: Raúl Madrid.
LEY NATURAL Y DERECHO NATURAL, p.21

Los preceptos prohibitivos obligan siempre y por siempre (semper et pro


semper), cualesquiera que sean las circunstancias. La razón de ello se encuentra
en que una acción intrínsecamente mala lo es de suyo antes que toda otra
consideración. Si una acción de tal naturaleza pudiera llegarse a efectuar con licitud
moral, tal cosa indicaría que la acción no sería mala en sí, sino en relación con las
circunstancias; o bien que la ley natural cambia y es completamente histórica (como
opuesta a “natural”).
Por el contrario, los preceptos imperativos dejan de obligar si existe para ello
una causa proporcionada. Por ejemplo: no estoy obligado a decir la verdad sobre su
enfermedad a un paciente terminal, si estoy cierto de que ello le llevaría a cometer
un acto contrario a la ley natural (precepto positivo: decir la verdad), pero no puedo
mentirle sobre ello si me lo pregunta (precepto negativo: no mentir).

3. El concepto de “ley” en general.

Después de una revisión general del vínculo que media entre los tres tipos de
normatividad más importante -Ley Eterna, ley natural y ley positiva- vamos a hablar
de la ley como concepto, para pasar a desarrollar sus tipos y las especiales
características de la ley positiva.

1. La noción general de ley.

La voz española "ley" responde a la tradición grecolatina (nómos, lex). Desde


la antigüedad hasta el siglo XIX la palabra se utilizó para indicar las reglas de la
moral y del derecho; es decir, reglas de conducta humana. Desde este significado
primario, se extendió la denominación a las reglas de las diversas artes, y a las
fuerzas constantes de la Naturaleza (leyes físicas, químicas, etc). Por ello se
distinguió entre leyes morales y jurídicas; leyes del arte o técnicas y leyes naturales.
Que el sentido primordial de la palabra era el de la conducta humana, resulta
claro del siguiente pasaje de la Suma Teológica: "por ser la ley algo que pertenece
a la razón, sólo es propiamente ley la del ser libre (leyes morales y jurídicas), de
forma que las leyes naturales son fuerzas o impulsos que tan sólo impropiamente
pueden llamarse leyes, por cierta similitud"16.
Como dice Hervada17, la sustitución de la palabra "ley" por la de "norma"
proviene de una inversión de los conceptos de la tesis clásica, originada en la
modernidad. La voz "ley" es entendida ahora como más propia de las reglas del

16 Sum. Teol., I-II, q.91, a.2, ad 3


17 Hervada, Lecciones...., p. 307
Curso de Derecho Natural, 2014.
Profesor: Raúl Madrid.
LEY NATURAL Y DERECHO NATURAL, p.22

mundo natural (biología, física, etc); mientras que la palabra "norma" sería más
adecuada a las ciencias del espíritu o morales, entre las que se cuenta el Derecho.
Es necesario entender esta diferencia para poder acercarse a los autores
contemporáneos.

Tomás de Aquino define el concepto de ley en términos amplios, afirmando


que es CIERTA REGLA O MEDIDA SEGUN LA CUAL ES LLEVADO UNO A
OBRAR O ES RETRAIDO DE ELLO.
Esta formulación es explicitada metafísica y jurídicamente en la siguiente
definición18: la ley es una ORDENACION DE LA RAZON, PROMULGADA PARA EL
BIEN COMUN POR QUIEN DESEMPEÑA EL GOBIERNO DE LA SOCIEDAD.
Siguiendo la explicación de Domingo de Soto19, vamos a desarrollar la presente
definición en los siguientes puntos, que a continuación exponemos:

a. El género de la definición, es decir, en qué potencia radica la ley, si en la


voluntad o en el entendimiento. La respuesta es que la ley proviene del
entendimiento o razón. Se argumenta del siguiente modo: la palabra latina lex tiene,
en doctrina, diversas posibilidades etimológicas:

-San Isidoro la hace derivar del verbo legere (leer), puesto que se da a
conocer por escrito y todos puedan leerla20.

-Santo Tomás, por su parte, considera que proviene del verbo ligare (atar), en
la medida en que la ley posee la virtud de obligar21.

-Por último, Cicerón considera que proviene del verbo legere, mas tomado en
el sentido de elegir. Ello, como dice Soto, la ley, dirigiendo, enseña a elegir.

Todas estas características propuestas en las diferentes interpretaciones


etimológicas están presentes en la ley, y todas remiten a la acción de la razón.
La ley es la regla de la justicia y de la injusticia, y una medida del obrar
humano. Es decir, para que haya justicia, las cosas deben estar previamente
atribuidas; y la ley (natural o positiva) es lo que atribuye las cosas y los derechos a
los individuos. Pero también es medida de la conducta, pues si los actos se realizan

18 Sum. Teol., I-II, q.90


19 De iure et iustitia, Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1967, vol. I, p. 6
20 Etymol. vol. III (PL 82 199)
21 Sum. Teol., I-II, q.90, a.1
Curso de Derecho Natural, 2014.
Profesor: Raúl Madrid.
LEY NATURAL Y DERECHO NATURAL, p.23

conforme a la regla (natural o positiva), se reputan buenos; y malos, si la


contravienen.
Pero la regla y medida de nuestros actos sólo puede ser la razón, ya que sólo
puede medir lo que ordena o dispone al fin. Mas sólo dispone al fin una potencia
visiva (que vé), no una potencia ciega, como la voluntad, que sigue al conocimiento.
En consecuencia, la ley es obra de la razón.

b. La ley es una proposición universal, y un dictamen de la razón práctica, que


existe en el sujeto a la manera de un hábito. La ley no es sólo una aprehensión (es
decir, un producto del proceso de la simple aprehensión), SINO UN
MANDAMIENTO CONSECUTIVO AL JUICIO. Es un juicio práctico porque ordena la
operación.
Se dice que es un hábito porque, aunque se establece mediante un acto,
permanece habitualmente impresa en nosotros.

c. El fin de la ley es SIEMPRE el bien común. Esto se demuestra del siguiente


modo:

c.1. Toda parte, naturalmente, está ordenada al todo, como lo imperfecto se


ordena a lo perfecto. Ahora bien, cada ciudadano es una parte de la sociedad,
en consecuencia, la ley que los agrupa a todos debe ordenarlos al bien común
de la ciudad.

c.2. Toda ley es universal (es decir, toda ley es precepto común), es decir,
abarca a todos los hombres en general y a todas las virtudes. En
consecuencia, las leyes no se establecen para cada persona en particular,
sino en general para todas. Por ello, han de referirse al último fin, que es
común a todos los hombres.

c.3. El origen de toda ley es la Ley Eterna, por la cual Dios ordena toda la
creación hacia Sí mismo. Por lo tanto, toda ley debe conformarse con este fin,
y todas han de tener consecuentemente el mismo fin.

d. La ley no es el producto de la razón de cualquier miembro de la sociedad,


sino del Estado (a través de quién lo representa o cuida de sus intereses), pues es
él quien se preocupa del bien común. He aquí la explicación de Aristóteles22: Las
causas eficientes obran en proporción con las causas finales: cuánto más alta es la
primera, más elevado ha de ser el segundo. Como conseguir el bien común es el fin

22 Et. Nic., X, 9
Curso de Derecho Natural, 2014.
Profesor: Raúl Madrid.
LEY NATURAL Y DERECHO NATURAL, p.24

peculiar del Estado -como lo es también de las leyes-, propio es también, en


consecuencia, del Estado el establecer las leyes que lleven a tal finalidad.

e. La promulgación pertenece a la esencia de la ley. Ninguna disposición tiene


fuerza de ley mientras no sea promulgada. Ello, por la naturaleza de la ley misma.
La ley es una medida de nuestros actos, y no sirve como tal mientras no se aplique
a sus destinatarios, mas esta aplicación no es posible mientras no sea conocida.

Causas de la ley positiva o civil.

Antes que nada, es preciso distinguir entre el “positivismo”, como doctrina


filosófica, y el derecho positivo. El primero parte de un principio fundamental: afirmar
que toda ciencia resulta de la coordinación de los fenómenos sujetos a nuestra
experiencia, y que lo absoluto es inaccesible al espíritu humano. De ese principio
nace el método positivista, que consiste en recurrir únicamente a la experiencia y a
la inducción, dejando por tanto a un lado, como cosa baladí, los datos de la razón
pura.
Se deriva también de ese mismo principio el fenomenismo, según el cual
nuestros conocimientos se limitan a los fenómenos sensibles y a los estados de
conciencia, por ser ellos el único objeto de nuestra experiencia. De modo que los
positivistas rechazan como no demostrada la existencia de las substancias y de las
causas, y juntamente con ello, todos los principios de la Metafísica. De esas
negaciones, la que más graves consecuencias acarrea es la del principio de
causalidad. El rechazar estos principios trae como consecuencia el escepticismo
respecto a Teología Natural, y en particular respecto a la existencia y atributos de
Dios.
El positivismo filosófico conduce también (1) al sensualismo, que pretende
explicar todos nuestros conocimientos y todas nuestras acciones por los solos datos
de los sentidos; (2) a la negación de la certeza; (3) a la negación de la obligación
moral, y (4) al determinismo y al evolucionismo en las ciencias naturales, en la
Psicología, y en la historia de los pueblos y sus religiones.
Los principales representantes del positivismo han sido en Francia Comte,
Littré y Taine, los cuales, a la par que en principio hacían profesión de ignorar si
existe o no lo absoluto, lo combatían de hecho en vez de mantenerse en la
neutralidad de que alardeaba su sistema. Los positivistas ingleses Stuart Mill y
Herbert Spencer admiten expresamente la existencia de lo absoluto; pero opinan
que de él solamente podemos conocer su existencia, por hallarse lo absoluto fuera
de los límites de la experiencia y ser, por consiguiente, incognoscible. En
Curso de Derecho Natural, 2014.
Profesor: Raúl Madrid.
LEY NATURAL Y DERECHO NATURAL, p.25

conformidad a lo cual se ha dado a ese positivismo la denominación de


agnosticismo.

En contra de esta posición hay que decir que la perfecta razón de cada cosa
se obtiene, como ya hemos estudiado. por el conocimiento de sus causas. De
acuerdo con ello, y para conocer especulativamente la naturaleza de la ley positiva,
debemos referirnos a cuáles son las causas que inciden en su existencia.

Desde el punto de vista de las causas extrínsecas, la ley positiva tiene:

-Una causa EFICIENTE: De modo remoto, es la autoridad legislativa de Dios,


participada desde la Ley Eterna. De modo próximo, se trata del propio
legislador concreto, que tiene a su cargo la comunidad.

-Una causa FINAL: Es el bien común, al cual son dirigidos todos los actos de
los ciudadanos.

Desde el punto de vista de las causas intrínsecas:

-Una causa MATERIAL: Se entiende por causa material aquello sobre lo cual
recae la acción de la forma. En este sentido, parece ser que la causa material
de la ley son los propios súbditos de la comunidad, pues es en ellos donde
reside la ordenación racional al bien común. De una manera secundaria, se
puede decir que esa causa material consiste también en el conjunto de
disposiciones que la ley tiene, pero ese conjunto de reglas existen realmente
en los ciudadanos.
Una cosa es intentar averiguar la causa material de la ley, y otra el determinar
la causa material de la disposición escrita, en cuanto escrita. En este último
sentido, la causa material de la ley serían las propias palabras que ésta utiliza.

-Una causa FORMAL: Como sabemos, una causa formal es aquello que hace
que algo sea lo que es y no otra cosa diferente. En este sentido, la formalidad
de la ley positiva es la propia ordenación racional A ESE BIEN COMUN Y NO
A OTRO (lo que constituye la diferencia entre una sociedad y otra). Lo propio
de esta causa formal es su racionalidad, pero también la nota particular de
estar la ley ordenada al bien común de, por ejemplo, Chile, y no de Argentina o
Perú.
Lógicamente, cada bien común particular se ordena al bien común universal;
pero eso es otra cuestión.
Curso de Derecho Natural, 2014.
Profesor: Raúl Madrid.
LEY NATURAL Y DERECHO NATURAL, p.26

Ahora bien, estas causas pueden enfocarse también desde el punto de vista
de la ley natural. De este modo, puede afirmarse que la ley natural es CAUSA de la
ley positiva o civil desde las siguientes perspectivas:

-Es causa EFICIENTE: La ley humana existe POR la ley natural. Es decir, es
ella quien la pone en el ser, constituye su razón suficiente. Recuérdese que
entre ambas leyes -natural y positiva- existe unidad, mas no confusión o
identidad. La ley humana participa de la ley natural, pero determinada a una
sociedad concreta. Hay, en definitiva, una analogía de atribución intrínseca: la
cualidad que se participa en los analogados es la misma, pero aquellos que
realizan con mayor plenitud dicha perfección, son causa eficiente de sus
inferiores.

-Es causa FINAL: La ley humana es PARA la ley natural. Su misión es hacerla
plenamente eficaz, dentro de las determinaciones de tiempo y espacio que
atañen a una sociedad concreta.

-Es causa MATERIAL: La ley humana subsiste EN la ley natural; no puede


tener existencia en sí misma. Tiene, en consecuencia, una naturaleza
accidental. Ello se comprende si se tiene en cuenta que las reglas positivas
concretan, para una sociedad particular, las determinaciones ahistóricas de la
ley natural.

-Es causa FORMAL: La ley humana es SEGUN la ley natural. Lo que hace que
la ley positiva sea ley es su conformidad con los dictados de la ley natural (de
allí, la nulidad de las prescripciones positivas contrarias a ella).
Desde el punto de vista del legislador humano -y siempre en la línea de la
causalidad formal-, se puede afirmar que la ley natural es causa EJEMPLAR
de la ley positiva, porque es a ésta a la que se tiene en mente a la hora de
formular las disposiciones concretas.

De acuerdo con todo lo anterior, para que una ley positiva sea justa, se
requiere la concurrencia de TODOS los requisitos siguientes (requisitos que son
formas o perspectivas distintas de expresar la misma idea: su racionalidad):

a. Que se ordene al bien común. Es decir, que sea racional y no puramente


arbitraria.
Curso de Derecho Natural, 2014.
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LEY NATURAL Y DERECHO NATURAL, p.27

b. Que provenga de autoridad legítima. Esto significa: constituida en tal


primero por su racionalidad; segundo, por su origen, y tercero, por la actuación
dentro de los límites que le competen de suyo.

c. Que se derive, sea por conclusión o por determinación, de la ley natural.

4. La sociedad civil.

4.1. Concepto y características.

Las características o propiedades de la sociedad civil son las siguientes23:

a. Es una entidad extramental.

La sociedad civil es una entidad, un ente, algo que se da fuera de nuestro


entendimiento, y respecto de cuya existencia efectiva éste no influye ni determina
absolutamente nada. Puesto que se trata de un ente constituido en sí mismo, y no
en el intelecto del que conoce, hay que precisar qué tipo de predicamental es, de
acuerdo a la clasificación de las categorías de Aristóteles. Ahora bien, la esencia de
un ente no se puede captar de inmediato, sino a través de sus accidentes (esto es
lo que busca expresar la afirmación de que todo individuo es inefable,
inexpresable). Por estos mismos accidentes, sabemos que la sociedad civil no es
una substancia, algo que subsiste en sí mismo, y que por lo tanto no se predica de
otro. Esta cualidad (la substancia) se predica de los hombres que componen la
sociedad, mas no de ella misma. La agrupación civil es, entonces, un accidente. De
las nueve categorías accidentales que Aristóteles describe sólo se le aplica una: la
relación. Esta relación se da entre los hombres que la componen, entre sí, y
respecto del bien común o bien social, del mismo modo que las letras con que está
escrito un libro mantienen entre sí una comunicabilidad con vistas a formar un todo,
que es el propio libro.

b. Es una entidad artificial.

Tal nota indica que la sociedad civil es un ente PRODUCIDO por el hombre,
pero basado en una RAIZ natural, y por lo tanto, constituye plenamente una entidad
de derecho natural. Expliquemos esto un poco más. Cada sociedad concreta -por

23 Sigo en esto la exposición de Lira, O., El orden político, Editorial Covadonga,


Santiago, 1985, p. 34 ss.
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LEY NATURAL Y DERECHO NATURAL, p.28

ejemplo Chile-, es un producto humano, el resultado de una asociación tácita o


expresa, consciente o inconsciente, entre un conjunto de personas, en un tiempo y
un espacio determinado, con el objeto de alcanzar un bien común que se refiere a
toda la personalidad. El producto final, la comunidad que se origina, no es en sí
misma de derecho natural. La causa de ello es la siguiente: si -por ejemplo- Chile
fuera una entidad de derecho natural, pertenecería a la ley natural (puesto que el
derecho natural es una parte de ella). En consecuencia, estaría en la naturaleza del
hombre ser chileno; lo cual es un absurdo, porque todo el que no lo fuera no sería
humano.
Cada sociedad concreta, por lo tanto, en cuanto producto del contrato (en
sentido amplio) humano, es un ente accidental, un medio por el cual los hombres
canalizan el impulso natural de sociabilidad, que está en la raíz de cada sociedad
concreta, y que sí es natural. Dicho de otro modo: existe en en todo ser humano, en
cuanto humano, la tendencia natural a agruparse y vivir en comunidad. Las
sociedades particulares que resulten, en el tiempo y en el espacio de dicha
inclinación, constituyen una expresión histórica, accidental, de la orientación de la
naturaleza.
Cabe preguntarse a continuación por qué el hombre posee esta tendencia
natural a vivir en comunidad. La razón es primeramente filosófica, y sólo de un
modo secundario antropológica. Puesto que la especie humana tiene un principio
material en la línea de la esencia, se constituye en un conjunto de individuos
indénticos en la línea de la forma, pero distintos en la línea de la materia. De este
modo, el bien de la especie en general está constituido por la reunión de los sujetos
que la componen. Esto significa que la inclinación a asociarse con otros individuos
tiende a satisfacer un bien natural.
El conjunto de perfecciones materiales y espirituales que pertenecen al
hombre SOLO puede desarrollarse del modo más perfecto posible en comunidad.
Así, será mucho más fácil proveer las necesidades básicas -alimentación, abrigo,
etc- si existen personas dedicadas a satisfacerlas (agricultores, etc). Lo mismo
ocurrirá con las perfecciones espirituales. Por mucho talento natural que alguien
tenga para la música, difícilmente lo desarrollará si no existen instrumentos
musicales, partituras, etc., y el sujeto en cuestión se encuentra obligado a
producirlos por sí mismo.

c. Es una entidad sucesiva.

Las sociedades concretas, fundadas de manera accidental por un grupo de


hombres en un momento y espacio determinado, se extienden en el tiempo, SE
HACEN en el tiempo; son sucesivas. Al contrario de una substancia, que está
constituida en cuanto tal desde su origen, y sólo se modifica accidentalmente, el
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LEY NATURAL Y DERECHO NATURAL, p.29

tiempo es un factor DE LA ESENCIA en las comunidades sociales. La naturaleza


ofrece sólo entes, por decirlo así, instantáneos. Las entidades sucesivas van
entregando su entidad en dosis pequeñas, de modo paulatino, de suerte que se
encuentran siempre en vías de realización, en trace de hacerse.
Este carácter sucesivo afecta a todo organismo colectivo, no sólo a la
sociedad civil. Así, por ejemplo, nuestra universidad también comparte esta nota.
Ahora bien, el carácter sucesivo no se identifica sin más con la simple
“temporalidad”. Una substancia es llamada “temporal” porque se encuentra
sometida al tiempo; pero no es sucesiva, porque su esencia no varía en virtud de él.
Este modo de estar de lo temporal en los entes sucesivos es particularmente
intenso, interior, esencial e intrínseco. Se trata de un factor CONSTITUTIVO, no
consecutivo, como ocurre en las substancias instantáneas.
En razón de su carácter sucesivo, surge para las sociedades el problema de
su identidad. En el caso de las substancias, sabemos que todas las modificaciones
accidentales están “autorizadas”, para decirlo de algún modo, por la substancia; son
accidentales (recuérdese lo dicho en relación con el cambio accidental). Por ello, un
ente substancial continúa siendo el mismo, a pesar de los cambios que se
produzcan en el plano de sus accidentes. Tal cosa no acontece de igual modo con
la sociedad, pues los elementos que componen la relación -personas, territorio,
aspectos accidentales del bien común, etc.- varían. En consecuencia, la identidad
de los seres sucesivos no puede darse nunca por establecida o fijada
completamente; se encuentra siempre en vilo, y debe mantenerse sobre ella, de
continuo, una “mirada vigilante”24. Es preciso procurar que la identidad de una
agrupación no se desvirtúe. La razón de ello es que el vínculo con los orígenes da a
los miembros de la comunidad una explicación sobre su propia condición histórica;
les expresa y les hace crear un vínculo consigo mismo como distinto
(accidentalmente, por supuesto) de otro. Es una analogía de lo que ocurre con la
materia respecto de la substancia racional. Si no existiera el coprincipio material de
individuación, no habría diferencia sensible entre un hombre y otro. Cada hombre
encuentra en sus peculiaridades un sentido de pertenencia y de identidad, que lo
proyecta al mundo como “uno mismo”, capaz -como consecuencia de esa identidad-
de ponerse en relación con otro. Esto mismo ocurre con la sociedad civil. Es a partir
de la conservación de la identidad que la agrupación se reconoce a sí misma, y se
proyecta COMO GRUPO hacia el futuro.
Se podría pensar que la cuestión de la identidad es accidental. Y en los entes
substanciales efectivamente lo es. Pero en los entes sucesivos, puesto que se
verifican en su ser extendiéndose en el tiempo, sólo la identidad psicológica de sus
miembros conserva espiritualmente esa sociedad en cuanto tal, y evita que se

24 O. Lira, ob. cit., p. 49.


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LEY NATURAL Y DERECHO NATURAL, p.30

transforme en una unión puramente mercantil, en la que cada uno busca su propio
bien, con total independencia del bien del otro.
Aquí es donde se introduce uno de los conceptos más fundamentales de la
filosofía política: la noción de TRADICION, o continuidad histórica de la sociedad
civil. Ninguna comunidad puede realmente prescindir de los valores por obra de los
cuales ha llegado a ser lo que es (entiéndase que estamos hablando de valores
CULTURALES. Los valores “naturales” no pueden ser eliminados de ninguna
sociedad). En este sentido, “tradición” es la CONSERVACION DE LO VIVO UTIL.
Debe conservarse lo que está vivo dentro de una comunidad: costumbres, modos
de ser, etc. Lógicamente, sólo en el caso de que tales costumbres o modos de ser
no vayan contra el derecho natural. Pero además, lo que se conserva debe ser útil.
De nada nos sirve, por ejemplo, labrar la tierra como se hacía en la Colonia, porque
ya no es productivo: la técnica ha creado muchos medios para realizar dicha acción
de un modo más eficiente, y sería una necedad insistir en lo tradicional para estos
efectos. Esto nos muestra que, fundamentalmente, lo que debe conservarse son las
estructuras mentales, psicológicas, de un pueblo. Es decir: su manera de concebir
el mundo que lo diferencia de otros países, y le otorga identidad.

4.2. Causas de la sociedad civil.

Una vez señaladas las características de la comunidad civil, pasemos a


analizar sus causas. En cuanto que se trata de un ente finito -aunque artificial-, la
sociedad posee un conjunto de causas que dan razón de ella en el orden intrínseco
y en el extrínseco. Estas causas son las siguientes:

a. Causa material.

Materia y forma de la sociedad civil no son coprincipios, al modo en que lo son


la materia y la forma de una substancia natural. Ello en razón de su carácter
artificial. Esto, desde luego, no significa que la materia de ella no sea realmente
materia, ni la forma realmente forma; sólo indica que la compenetración de esos
principios no forma entre sí un tertium quid, como vimos que ocurría al tratar de
ambos principios del ente natural.
La materia de la sociedad civil es de dos tipos:

a.1. Materia remota. Está constituida por el conjunto de individuos racionales y


libres que componen la sociedad. Son, en la escala de elementos socialmente
estructurales, el último escalón. Por ello se les denomina “materia remota”. No
son, como es obvio, materia sensu stricto, sino de un modo simplemente
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LEY NATURAL Y DERECHO NATURAL, p.31

análogo: se dice que son materiales en cuanto se hallan destinados a que los
determine y configure una causa formal.

a.2. Materia próxima. Se trata del conjunto de cuerpos intermedios o


consorcios subalternos que se hallan situados entre el hombre individual y la
sociedad civil.

Expliquemos esta diferencia un poco más. En la sociedad civil, los individuos


integran dos tipos de agrupaciones de un modo simultáneo: la propia sociedad civil,
y los cuerpos intermedios. En ambos casos participan en cuanto elementos
materiales. Estos dos tipos de sociedades son irreductibles entre sí, porque integran
la primera EN VIRTUD DE SU PROPIA ESENCIA humana, mientras que los
segundos sólo en virtud de la actividad que desarrollan.
Se dice que los cuerpos intermedios son “materia próxima” porque provienen
del individuo de un modo más inmediato que la sociedad civil; y por ello se
conducen, en cierto modo, respecto de ella, de un modo cuasi-substancial. De este
modo, se puede formular una analogía de proporcionalidad: los individuos
racionales son a los cuerpos intermedios lo que los cuerpos intermedios son a la
sociedad civil.
El primero y más importante de los cuerpos intermedios es LA FAMILIA, pues
es la más próxima al derecho natural.

b. Causa formal.

Como sabemos, la causa formal de un ente es aquel principio intrínseco que lo


determina a ser de tal modo y no de otro distinto. La causa formal de la sociedad
civil será, por lo tanto, aquello interior a ésta que la haga ser tal y no una diferente.
Ahora bien, como todas las sociedades, la civil se especifica por el bien que se tiene
en común. Este bien, que se plantea como un fin u objetivo que se debe alcanzar,
es exterior a la sociedad; constituye una causa “extrínseca”. Por lo tanto, no puede
ser su causa formal, que es esencialmente intrínseca.
Por ello, la causa formal de la sociedad es ese propio bien común pero EN
CUANTO INTENCIONALMENTE comprendido y querido por los sujetos que
integran esa sociedad, no en cuanto objetivo externo y trascendente a ella. Al estar
presente en las facultades del sujeto, ese bien común participa de ellos, y moldea el
carácter peculiar y específico de la sociedad, al considerar tanto los aspectos
substanciales del bien común (es decir, aquello que es coherente con la ley natural,
y está presente en todas las sociedades, sin distinción de tiempo ni de lugar) como
los accidentales (las diferencias específicas de cada comunidad, que suponen los
aspectos substanciales, como todo accidente).
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LEY NATURAL Y DERECHO NATURAL, p.32

c. Causa eficiente.

Ya se sabe que la causa eficiente de un ente es aquella que lo produce. La


sociedad civil, en cuanto ente (accidente de relación), es generada (a) por la
general inclinación de la naturaleza humana a la sociabilidad, en razón de que la
especie es la unidad de todos los individuos) y (b) la voluntad concreta de los
fundadores de esa sociedad, constituidos como tales en el tiempo y el espacio.
Debe tenerse presente que esta eficiencia tiene que ver con la capacidad de
constituir la sociedad en un determinado momento, y que, al ser la sociedad civil un
ente cuya esencia es permeable al transcurso del tiempo (como se ha explicado
más arriba), las sucesivas organizaciones (gobierno) de la sociedad ejercen, es
decir, continúan ejerciendo, la dimensión eficiente de la causalidad. Ahora bien,
como la forma en que la autoridad dirige a la sociedad civil es mediante la ley, si
hemos dicho que los actos de autoridad renuevan la eficiencia, resultará que la ley
tiene también una dimensión eficiente al interior de una determinada comunidad.

d. Causa final.

Por último, la causa final de la sociedad civil es el bien en común de todos los
ciudadanos, cuestión que no es distinta de la propia naturaleza humana
dinámicamente concebida. Este bien, como ya se ha dicho, no forma material sino
formalmente parte de la sociedad, y por ello se le califica de causalidad “extrínseca”,
que es definido por Santo Tomás como “el bien de la persona humana en
sociedad”.
El bien común es, puesto que el ser humano no puede agotar su especie en
una sola comunidad, un ideal, en cuya consecución se puede adelantar más o
menos, pero que no puede agotarse por individuos particulares, porque tal cosa
supondría afirmar que un conjunto de individuos de la especie humana pueden
agotarla en sí y por sí mismos, lo cual carece de racionalidad.

5. El Derecho Natural.

El Derecho Natural se define como aquella parte de la ley natural que rige o se
refiere a las relaciones de justicia entre los hombres. Se trata, por lo tanto, de una
parte específica de la ley natural. Esto porque todos los actos humanos, en cuanto
realizados con discernimiento y voluntad, se encuentran sujetos al juicio moral (el
juicio sobre la bondad o maldad). El Derecho Natural es, en consecuencia, el
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LEY NATURAL Y DERECHO NATURAL, p.33

nombre que adquiere la ley natural cuando se refiere al segmento de los actos
humanos que se definen por un vínculo de justicia. La ley natural (o ley moral) dirige
a los hombres a su fin. Ahora bien, la dirección al fin puede ser considerando al
hombre en su individualidad, para lo cual existen virtudes como la prudencia, la
fortaleza y la templanza; o bien considerándolo en relación con los otros seres
humanos, para lo cual existe la virtud de la justicia.
No todas las relaciones humanas están regidas por la justicia. Los vínculos de
amor o amistad pueden tener una dimensión justa (como cuando se dice que los
hijos deben respeto a sus padres, o los cónyuges fidelidad entre sí), pero no se
definen por su justicia, sino por un bien superior¨el amor de benevlencia, que se
acerca a la caridad.
El objeto del derecho natural es la determinación de lo JUSTO NATURAL, es
decir, aquello que debe ser dado a otro por naturaleza.

5.1. Lo justo natural.

El derecho surge al interior de las relaciones sociales propias del hombre, en


cuanto ser racional y libre. De allí, surge el fenómeno de la ATRIBUCION, por la
cual algo pertenece -dentro de la sociedad- a alguien, no como el producto de la
fuerza, sino como efecto de la posesión de derecho25. Se trata de un dominio que
engendra en los demás una deuda. Esto es lo que se llama derecho: LA COSA
ATRIBUIDA, y, en consecuencia, LA COSA DEBIDA. De aquí nacen en el derecho
los conceptos de título y medida.

a. El título del derecho.

En términos generales, se lo puede definir como la razón que justifica la


existencia de un derecho. Los títulos pueden revestir los siguientes tipos:

a.1. Título natural. Designa aquél que se basa en la propia naturaleza del
hombre (el título, en consecuencia, procede del hecho mismo de ser
hombre; de existir al modo (esencia) humano. El fundamento último de ello
es que la substancia humana constituye una PERSONA. La nota o
característica esencial de este atributo es que designa una entidad que es
dueña de sí misma, cuya perfección entitativa le permite disponer,
fácticamente, de su propio ser, y por ello posee capacidad ontológica de
ser sujeto de derechos. Sólo lo que es dueño de sí puede ser capaz de
tener un verdadero y real dominio sobre algo, sea interior o exterior a él

25 En adelante, Vid. Hervada, Introducción..., pág. 79 ss


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LEY NATURAL Y DERECHO NATURAL, p.34

a.2. Título positivo. Designa aquéllas cosas que están atribuidas por
decisión de los hombres.

b. La medida del derecho.

Además del título, los derechos poseen una medida, que designa la extensión
de ese tal derecho. Las medidas también son de dos tipos:

b.1. Medida natural. Aquella que reside en la propia naturaleza de las


cosas atribuidas.

b.2. Medida positiva. Aquella que reside en la voluntad y el acuerdo de los


hombres.

Combinando estos elementos, puede afirmarse que existen derechos con título
y medida natural (derechos naturales); derechos con título y medida positiva
(derechos positivos); y derechos que son en parte naturales y en parte positivos,
que se denominan DERECHOS MIXTOS.
Dentro de estos últimos, cabe distinguir:

-Derechos con título natural y medida positiva (por ejemplo, la libertad de


expresión, que puede verse regulada por la ley humana).

-Derechos con título positivo y medida natural (por ejemplo, la forma de


elección del gobernante en una sociedad no es de derecho natural. Ahora
bien, si se elige el llamado "sistema democrático puro", la medida de ese
sistema es, naturalmente, un hombre, un voto).

De acuerdo con lo anterior, el derecho natural (o lo justo natural) será aquella


cosa que se encuentra atribuida a un determinado sujeto (y que, por lo tanto, le es
debida) por título de naturaleza y según una medida natural de igualdad.

5.2. El Derecho Positivo.

El derecho natural y el derecho positivo no son dos derechos diferentes. El


derecho positivo es el mismo derecho natural en cuanto vigente y vinculante dentro
de una comunidad concreta, instituido por una autoridad humana también concreta,
Curso de Derecho Natural, 2014.
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LEY NATURAL Y DERECHO NATURAL, p.35

dirigido a súbditos específicos y dependiente en su contenido de las normas de la


naturaleza del hombre.
Este derecho positivo deriva del natural mediante dos modos:

a. Por conclusión. Al modo en que las conclusiones contenidas en las


premisas se explicitan mediante el razonamiento. La autoridad de esta norma
así deducida está primero en la naturaleza y secundariamente en la autoridad
civil.
Estas normas son en parte naturales y en parte positivas, pues no hacen otra
cosa que ordenar o prohibir lo que por la propia naturaleza está permitido o
prohibido. No hay en ellas de positivo más que la nueva promulgación y
sanción que reciben del gobernante civil.
ESTA LEY ES NATURAL EN CUANTO A SU MATERIA, Y POSITIVA SOLO
EN SU FORMA Y NUEVA PROMULGACION.

b. Por determinación. A partir de un acto de la autoridad civil, que recae sobre


materias que de suyo son indiferentes a la ley natural, como por ejemplo,
elegir el lado de la calle por el cual van a circular los autos.
La autoridad de esta norma deriva primero de la potestad civil, y
secundariamente de la natural. Ahora bien, cuando el gobernante ha
determinado el derecho, y este derecho dirije rectamente al bien común, la
norma determinada se convierte en natural (recuérdese que la ley natural
puede variar por adición, pero no por sustracción).
ESTA LEY ES POSITIVA EN TODOS SUS ASPECTOS (materia, forma y
promulgación), PERO SACA SU ORIGEN DE LA LEY NATURAL, DENTRO
DE LA CUAL OBRA.

Santo Tomás explica la naturaleza de la determinación en relación con la


especificación de las penas y a la analogía entre la tarea del legislador y la actividad
del artesano26. Este argumento se encuentra en la Suma Teológica, I-II, q. 95, a1, y
en los comentarios al Liber Sententiarum27. La tarea del legislador pareciera
suponer, se acuerdo con el Aquinate, el movimiento desde los principios naturales,

26 Carnelutti sostiene que las actividades de determinación del derecho son similares a la
tarea de un anatomista que disecciona un cuerpo al hacer la autopsia: así como no se puede
diseccionar sin preparar los bisturíes, tampoco se puede ejercer esta tarea de construcción de
las normas positivas sin conclusión. Cf. Francesco CARNELUTTI, Discorsi in torno al diritto,
Padua: Cedam, 1961, vol. 3, pp. 266 ss.
27 In Sententiarum, III, d. 37, q. 1, a. 3.
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LEY NATURAL Y DERECHO NATURAL, p.36

simples e imperfectos, a unas reglas de justicia complejas y perfectas28, en una


forma de arte que tiene como finalidad hacer más concretas aquellas verdades
universales de la justicia natural29. Sólo así se explican las palabras de Santo
Tomás en orden a señalar que “todo juicio de la razón práctica se funda en ciertos
principios naturalmente conocidos”30. La analogía contiene una cierta dimensión
artística de la razón práctica, por cuanto el legislador pone en juego dichos
principios generando una interacción única en tiempo y espacio con las
características singulares de cada sociedad.

La ley natural se distingue de la ley positiva en tres puntos que a continuación


señalamos:

a. En su materia u objeto.

El objeto sobre el cual versa la ley natural son las acciones que
intrínsecamente se refieren al fin de las substancias racionales. Por ello mismo, a
estas acciones se las puede reputar DE SUYO buenas o malas. Estas acciones
están preceptuadas PORQUE son buenas.
El objeto de la ley positiva son aquellas acciones que carecen de esa conexión
necesaria con la esencia del hombre (y no están definidas de suyo como buenas o
malas); pero que, por razón de circunstancias concretas de una sociedad pueden
ser útiles o no para el bien común. Estas acciones son, en consecuencia, buenas
porque están legítimamente ordenadas.
Se dice también que la distinción entre un tipo de ley y el otro, por razón de su
objeto, se verifica afirmando que la ley natural es constituida por voluntad
NECESARIA, mientras que la positiva lo es por voluntad llamada ARBITRARIA. Es
preciso indicar que el adjetivo “arbitrario” se entiende aquí sólo en su sentido
filosófico estricto: aquello que puede o no existir; o que puede existir de una forma u
otra. Es decir, “arbitrario” como sinónimo de “contingente”, no como sinónimo de
“caprichoso”
La distinción anterior se funda en la naturaleza de las cosas sobre las que
versa cada ley: la natural se refiere a las acciones que son esencialmente buenas o

28 In Politicorum, I, proemium.
29 En este sentido, “el hombre tiene que adquirir el entendimiento de los principios prácticos
antes de que pueda colocar su entendimiento en uso práctico, y que su primer entendimiento de
esos principios ocurre en su experiencia natural de las cosas físicas sensibles y con respecto a
ella”. Stephen BROCK, “Ars imitatur naturam. Un aspecto descuidado de la doctrina de Santo
Tomás sobre la ley natural”, en Rafael ALVIRA (ed.), El hombre. Inmanencia y trascendencia,
Pamplona: EUNSA, 1991, vol. 1, p. 387.
30 Summa Theologiae, I-II, q. 100, a. 1.
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LEY NATURAL Y DERECHO NATURAL, p.37

malas, justas o injustas; mientras que la ley positiva está ordenada a aquellos actos
que por su naturaleza no están definidos como buenos o malos, y se determinan en
un sentido u otro por el mandato del legislador humano.
De acuerdo con lo dicho, existen leyes que son en parte naturales y en parte
positivas. Por ejemplo, la ley canónica; pero también la ley civil que ordena o
prohíbe lo que por naturaleza está mandado o prohibido. Estas leyes, en cuanto a
su objeto, son naturales, y sólo son positivas en cuanto a su promulgación y
sanción.

b. En la forma de su promulgación.

El modo de promulgación de la ley natural es la razón, pues es ella quien


discierne lo que por naturaleza es bueno o malo, y formula una proposición
prescriptiva.
En el caso de la ley positiva, se hace necesario que la ley constituida por un
acto de autoridad se dé a conocer al súbdito, puesto que la razón del súbdito no
basta para discernir lo bueno o lo malo por el sólo mandato del superior.

c. En sus propiedades.

Si la ley natural es inmutable, una y universal, la legislación positiva -por su


parte- varía, es propia de cada pueblo y cambia de acuerdo a las modalidades y las
circunstancias particulares en el tiempo y el espacio por las que una sociedad
atraviesa. Esto es porque la materia de sus preceptos no está definida por la
naturaleza humana, sino que se determina por las condiciones particulares de cada
comunidad.

Por todo lo dicho, la ley positiva DEPENDE de la natural, y al hombre no


puede aplicársele una sanción sino en conformidad con los preceptos de la
segunda. Ello, porque para que una prescripción positiva tenga el efecto de ligar la
conciencia debe estar conforme con la razón. Es, en consecuencia, el orden
racional de la ley natural lo que comunica a los preceptos positivos el carácter y
fuerza de ley.

Colisión de la ley natural con la positiva.

Formalmente, no puede darse una contradicción real entre ley natural y ley
positiva. Decimos “real” y no “aparente”, como ocurriría en los siguientes casos:
Curso de Derecho Natural, 2014.
Profesor: Raúl Madrid.
LEY NATURAL Y DERECHO NATURAL, p.38

a. Cuando la ley positiva sanciona la tolerancia de actos de suyo contrarios a


la ley natural. por ejemplo, la prostitución. “Tolerar” una conducta no significa
aprobarla. Dice Fernández Concha31:

“Si bien es cierto que la autoridad está llamada a impedir y reprimir los delitos, no lo es
menos el que hay circunstancias en que no conviene que lo haga por medio de la fuerza
material, y aun las hay en que no le es posible hacerlo sin poner en peligro la paz y el
orden público. En tales casos el bien común, que es el fin de la sociedad y de las
instituciones de ella, autoriza, no para aprobar, pero sí para tolerar, la ejecución de
actos opuestos a las prescripciones de la ley natural, y hasta para sancionar esa
tolerancia y hacerla respetar por todos los individuos...”.

b. En el caso en que la ley positiva niega toda protección a ciertos derechos,


por considerar más adecuado reducirlos al dominio de la conciencia. Por
ejemplo, el derecho que nace del contrato de esponsales. Se dice que esto es
una contradicción aparente porque en realidad el efecto de dicho contrato se
verifica a partir del matrimonio, que es el que civilmente tiene efectos jurídicos.

c. Cuando para el reconocimiento y sanción de determinadas obligaciones,


exige pruebas o formalidades especiales. Por ejemplo, una escritura pública.

d. Cuando la ley positiva requiere condiciones de validez para ciertos actos


que de suyo -es decir, en consideración del acto- no son necesarias. Por
ejemplo, cualquier solemnidad.

e. Cuando limita derechos en razón del bien común, por estar subordinados en
razón de éste a la autoridad civil. Por ejemplo, expropiar un terreno, pagando
por ello una compensación adecuada.

Pero puede que de hecho tal cosa sí ocurra (una oposición real, y no aparente,
entre ambas leyes).
Deben considerarse en este punto tres cuestiones:

a. La ley positiva que contradice una ley natural no es válida, y por lo tanto es
nula. La causa de ello es la siguiente: la ley es un acto de autoridad. Pero ninguna
autoridad puede derogar o contradecir el orden de las cosas implícito en la esencia
de los seres. Luego carece de validez una ley positiva que contradiga una natural.

31 Filosofía del Derecho, vol. I, p. 171.


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LEY NATURAL Y DERECHO NATURAL, p.39

b. Si una ley es nula, no puede obligar, pues la obligación sólo es efecto propio
y adecuado. como ya se ha visto, de una ley. De suyo, por lo tanto, una ley inválida
no produce obligación alguna.
Puede ocurrir sin embargo que ciertas circunstancias externas impongan el
deber de cumplirla (por ejemplo, no alterar el orden público). En este caso, la
obligación no radica en la propia ley, sino en cuestiones puramente
circunstanciales.

c. Es nulo todo precepto positivo que se opone al orden de la razón, puesto


que el orden de la razón es la materia de la ley natural. La oposición de la regla
positiva con la natural se verifica de los siguientes modos:

c.1. Puede consistir en la prescripción de un acto que es por sí mismo


malo. Por ejemplo, matar, mentir, etc. En este caso, no existe obligación
de cumplirla. Aún más: existe obligación de resistir su cumplimiento, sin
importar que ello sea a costa de los mayores sacrificios.

c.2. Puede consistir también en que la autoridad que manda se exceda


en su potestad.

c.3. Además, puede tratarse de una ley que no tienda al bien común.

c.4. Por último, puede consistir en una ley que falte a las reglas de la
justicia distributiva.

En estos tres últimos casos se puede, por lo general, renunciar al derecho


propio y adecuarse a la ley positiva. Se dice por lo general, puesto que, en
determinados casos, y dependiendo de la materia y de las circunstancias, se puede
autorizar la resistencia a la ley injusta.

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