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Perspectivas sobre el desarrollo en la infancia hasta la adolescencia

Benigna Ortega
Diciembre de 2018

Universidad bicentenaria de aragua


Escuela de psicología
Psicología del desarrollo I
El presente análisis, busca interpretar cómo la infancia y la adolescencia se han
convertido en los períodos evolutivos de mayor preocupación en el desarrollo del ser
humano. Conocer y comprender el proceso de desarrollo psicosocial que se produce
durante la infancia y la adolescencia, permitirá abordar estos periodos adecuadamente
y realizar con ellos intervenciones de promoción, prevención y tratamiento, acorde a las
necesidades y características de cada etapa.

Para el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (2006) "la niñez es la
época en la que los niños y niñas tienen que estar en la escuela y en los lugares de
recreo, crecer fuertes y seguros de sí mismos y recibir el amor y el estímulo de sus
familias y de una comunidad amplia de adultos” (p.2). Como tal, la infancia significa
mucho más que el tiempo que transcurre entre el nacimiento y la edad adulta. Se
refiere al estado y la condición de la vida de un niño, es una etapa crucial de
crecimiento y desarrollo, puesto que las experiencias de esta, influye en todo el ciclo
de vida del individuo.

Dentro de las fases del desarrollo infantil se encuentran:

a) Desarrollo Social: evidenciándose en las emociones, de características


innatas reflejando una experiencia emocional, así mismo se observa: ansiedad ante los
extraños: precaución y defensividad cuando se encuentran con una persona no familiar
y la ansiedad de separación: malestar mostrado por los bebés cuando un cuidador al
que está acostumbrado se va de su lado. Además se presenta la sonrisa,
decodificación de expresiones faciales de otros, formación de relaciones como el
apego: vínculo emocional positivo que se desarrolla entre un niño y un individuo
particular, los padres juegan un papel importante en la formación del apego sobretodo
en la crianza, calidez, afecto, apoyo e implicación.

El origen de la personalidad, es decir, el conjunto de características que


diferencian a un individuo de otro, se da en la primera infancia de 0 a 3 años. La
Teoría de Erikson del desarrollo psicosocial (teoría psicoanalítica) afirma que durante
los primeros 18 meses de vida se atraviesa la fase de confianza-desconfianza en los
otros. Entre los 18 meses y los 3 años se atraviesa una fase de autonomía-
vergüenza/dudas.

b) Desarrollo Físico: se caracteriza por el aumento de peso y talla, postura


erecta, frecuencia respiratoria lenta y regular la temperatura corporal continúa
fluctuando con la actividad, su estado emocional y su ambiente. El cerebro alcanza un
80% de su tamaño.

c) Desarrollo de la personalidad: Involucra el hecho de hacerse cargo de sí


mismo, basados en entidades cognitivas (esquemas estructuradores de la corrupción
del universo), estimativas (cuadro de valores asumidos) y comportamentales (pautas
de conducta). Estos aspectos resultan de la herencia y del medio ambiente. Desde los
6 a los 12 años desarrollan la construcción del propio “yo”; produciéndose cambios
importantes en la valoración que hacen de sí mismos (autoconcepto y autoestima).

d) Desarrollo afectivo: permite que emerja en los niños el interés por conocer y
saber sobre el mundo y sus fenómenos, son capaces de motivarse y concentrarse en el
logro de tareas. Se desarrolla desde los 10 a los 14 años, activándose las hormonas
sexuales.

e) Desarrollo del lenguaje: Finalizando la educación inicial el infante comienza a


comprender la estructura del lenguaje, posee un vocabulario abundante, construye
correctamente frases y oraciones complejas, entendiendo que el lenguaje es una
herramienta de innumerables aplicaciones prácticas. En los años escolares se
adquieren las estructuras más complejas del lenguaje, se llega a dominar el aspecto y
modo de los verbos y se inicia la construcción de textos amplios y coherentes. Piaget
sostiene que el lenguaje es esencial para la evolución intelectual del niño. El inicio de la
etapa escolar es un factor que propicia su desarrollo y a creciente socialización. El
desarrollo del lenguaje tiene una importancia capital en la evolución de relaciones
sociales.

d) Inteligencia y razonamiento: Desde los 6 a 12 años, se presenta un avance en


el desarrollo del juicio o razonamiento moral debido al progreso en la descentración, al
aumento de la capacidad para adoptar otras perspectivas y a una mejor comprensión
de las normas que establece la sociedad. Para enriquecer esta área se debe actuar
ante y con el niño de acuerdo con los principios morales, de modo que éste sea
frecuente observador y receptor de comportamientos justos y pro sociales que
queramos que él acabe generando por sí mismo. (Bellamy, 2005, p.3).

Por su parte, la adolescencia es aquella etapa del desarrollo ubicada entre la


infancia y la adultez, en la que ocurre un proceso creciente de maduración física,
psicológica y social que lleva al ser humano a transformarse en un adulto. Es en esta
etapa, en la que se producen cambios vertiginosos y de gran dimensión, la persona se
hace biológica, psicológica y socialmente madura, capaz de vivir en forma
independiente. Las particularidades del desarrollo psicosocial normal en la
adolescencia, son consecuencias de la interrelación entre el desarrollo alcanzado en
las etapas previas del ciclo vital, factores biológicos inherentes a esta etapa y la
influencia de múltiples determinantes sociales y culturales. (Angold, 1999, p.57)

A partir de la lectura del texto, Psicología del Desarrollo: principales teorías y


autores, se puede evidenciar cómo la juventud está claramente caracterizada como
una etapa diferenciada de la vida, en la que una de las ideas centrales es su naturaleza
transicional; (García, 2018, p.1). Los jóvenes son de una determinada manera, pero de
un modo inexorablemente cambiante hacia otro estado. De hecho, esa es la acepción
más obvia y general de este periodo, entendido como la edad situada entre la infancia y
la edad adulta. Aun admitiendo que cualquier etapa de la vida se puede entender
esencialmente como una suerte de transición, en el caso de la adolescencia esta
concepción tiene una relevancia especial, debido a las características de los nuevos
procesos biológicos, psicológicos y sociales abiertos en este periodo.

La culminación de los cambios físicos de la pubertad constituye asimismo un


criterio necesario para delimitar la llegada a la edad adulta, pero no suficiente, puesto
que hay que considerar también otros aspectos en la conceptualización de la madurez
en un individuo adulto. Sin embargo, a través de los cambios de la pubertad, los
jóvenes adolescentes van a adquirir una nueva capacidad importante a todas luces
desde un punto de vista filogenético, como es la de posibilitar, en términos biológicos,
la continuidad de la especie. Uno de los aspectos característicos de la adolescencia en
sociedades como la nuestra, es el desfase temporal que se origina entre la maduración
sexual de los individuos y la consecución plena del estatus adulto.

Normalmente los jóvenes quinceañeros son ya, en lo fundamental, individuos


adultos biológicamente, pero no psicológica y socialmente. Este desfase, implica
necesariamente una dinámica de cambio problemática, contradictoria y no exenta de
tensiones, en las que el sujeto se mueve permanente en un área indefinida entre la
madurez, en ciertos aspectos, y la inmadurez, en otros. Esta perspectiva resulta útil
para interpretar, en términos generales, la naturaleza de diversos fenómenos típicos en
estas edades, como los embarazos no deseados y su afrontamiento, conflictos de
oposición con las figuras de autoridad, consumo de drogas legales o ilegales, o las
vicisitudes de las primeras experiencias en la incorporación al mundo laboral.

En otro orden de ideas, el aumento de la emocionalidad negativa y la variabilidad


del comportamiento adolescente se han relacionado en diferentes estudios con los
cambios hormonales en este periodo. Niveles elevados de andrógenos se asocian a
conductas violentas e impulsivas (Van Goozen, 1998, p.89), mientras que existen
algunos indicios que relacionan niveles elevados de estrógenos con depresión (Angold,
1999, p.67). Sin embargo, el efecto de las hormonas considerado aisladamente, no es
suficiente para dar cuenta del comportamiento adolescente, sino que son dependientes
de la mediación ejercida por el conjunto de características psicológicas del sujeto y de
las propiedades del ambiente social que le rodea.

Retomando el análisis del artículo intitulado Psicología del Desarrollo: principales


teorías y autores, se identifica la adolescencia como un periodo turbulento dominado
por los conflictos y los cambios anímicos, claramente diferenciado de la infancia, y en
que el adolescente experimenta como un nuevo nacimiento como ser biológico y social.
Para la teoría psicoanalítica la adolescencia es el resultado del brote pulsional que se
produce por la pubertad (etapa genital), que altera el equilibrio psíquico alcanzado
durante la infancia (etapa de latencia).

Este desequilibrio incrementa el grado de vulnerabilidad del individuo y puede


dar lugar a procesos de desajuste y crisis, en los cuales están implicados mecanismos
de defensa psicológicos (fundamentalmente la represión de impulsos amenazantes) en
ocasiones inadaptativos Así, el adolescente está impulsado por una búsqueda de
independencia, esta vez de índole afectiva, que supone romper los vínculos afectivos
de dependencia anteriores. (García, 2018, p.1).

Desde la perspectiva cognitivo-evolutiva (Jean Piaget como autor de referencia)


la adolescencia es vista como un periodo en el que se producen importantes cambios
en las capacidades cognitivas y por tanto, en el pensamiento de los jóvenes, asociados
a procesos de inserción en la sociedad adulta. Durante esta etapa los jóvenes acceden
en un grado u otro a formas de razonamiento propias de lo que se denomina
pensamiento formal, capacitándolo para el desarrollo de un pensamiento autónomo,
crítico, que aplicará en su perspectiva sobre la sociedad y en la elaboración de
proyectos de vida. (García, 2018, p.1).

Desde la perspectiva sociológica, la adolescencia es el periodo en el que los


jóvenes tienen que consumar los procesos de socialización a través de la incorporación
de valores y creencias de la sociedad en la que viven y la adopción de determinados
papeles o roles social. El sujeto tiene que realizar acciones ante este proceso
haciendo frente a las exigencias y expectativas adultas. En este caso, la adolescencia
es vista como el resultado individual de las tensiones que se generan en el ámbito
social, cuando las generaciones de jóvenes reclaman un estatus de independencia en
la sociedad. (Papalia, 2012, p.54).

A manera de colofón, para quien escribe, actualmente se evidencia, que los


niños, niñas y adolescentes nacen, viven y se desarrollan en circunstancias particulares
condicionadas por sistemas de discriminación y exclusión, observándose, situación de
pobreza en los hogares, aumento del embarazo en adolescente y abandono de los
estudios, la salud de los infantes y jóvenes muestra, al igual que en el caso de la
educación, un panorama menos alentador, la mortalidad y malnutrición durante los
primeros años de vida aunado a diversos factores de riesgo para su salud como la
obesidad y consumo de alcohol, pueden acarrear obstáculos para su pleno desarrollo
y calidad de vida.
La adolescencia es el proceso de transición de la infancia a la edad adulta en el
que están implicados factores biológicos, psicológicos y sociales que determinan su
variabilidad y su duración. En sociedades occidentales como la nuestra se observa una
tendencia al alargamiento de este periodo, tanto en su inicio como en su finalización,
contribuyendo a que el segmento de la población adolescente se constituya como un
grupo social cada vez más diferenciado. Una de sus características más acusadas es
la de transitar hacia el estatus adulto a través de su rol institucionalizado de estudiante.

Cada teoría del desarrollo expone su postura epistémica acerca de la infancia y


la adolescencia, es importante tomarlas en cuenta, porque aunque no es taxativo un
cien por ciento, sus características se presentan de maneras diversas y pueden servir
de guías para afrontar cada etapa, así como también, para brindar las orientaciones
necesarias a los padres y representantes.
REFERENCIAS

ANGOLD, A. (1999). La pubertad y la depresión: los roles de las edades, el estado


puberal y el momento puberal. Medicina psicológica.

BELLAMY, C. (2005). Estado Mundial de la Infancia. La infancia amenazada. Fondo de


las Naciones Unidas para la infancia (Unicef). Disponible en:
http://unicef.cl/web/wp-content/uploads/2003/12/Estado-Mundial-de-la-Infancia-
2005.pdf

FONDO DE LAS NACIONES UNIDAS PARA LA INFANCIA (UNICEF). CONVENCIÓN


SOBRE LOS DERECHOS DEL NIÑO. (2006). Disponible en:
https://old.unicef.es/sites/www.unicef.es/files/CDN_06.pdf.

GARCÍA, J. (2018). Psicología del Desarrollo: principales teorías y autores. Las teorías
más destacadas que nos hablan sobre el desarrollo psicológico en la infancia.
Tomado de https://psicologiaymente.com/desarrollo/psicologia-desarrollo-teorias.

PAPALIA, D. (2012). Desarrollo humano. Duodécima edición. México: McGraw Hill.

VAN GOOZEN, S. (1998). Los andrógenos suprarrenales y la agresividad en los


trastornos de conducta de los niños prepúberes y el control normal. Psiquiatría
Biológica, 43, pp.156-158.

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