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Tomas R.

Verbik

Un Ecuatoriano en
La Ruta de la Seda

Edición: Vladimir Serrano


Tomado de mi diario personal.

“Para aquellos que les gusta viajar”.

«El mundo es un libro y quienes no viajan leen solo una página».


San Augustin
Fotografía y Texto
(Excepto de otra manera especificado)
Tomas Verbik
www.tomasverbik.com

Edición de Contenido
Vladimir Serrano P.

Edición de Textos
Amparo de Mora
Henry Botero
Camila Verbik

Portada y Collage
Daniel Navarro

Diagramación interior
Daniela Arias

Impresión
Editorial Ecuador F.B.T. Cía. Ltda.
www.editorialecuador.com

Primera Edición, 3.000 Ejemplares, 1990


Segunda Edición 1.000 Ejemplares, 2017

ISBN: 978-9942-30-368-4
CONTENIDO

Introducción 7

Tras Las Huellas De Marco Polo Y Alejandro Magno 11

Estambul – Turquía 15

La Anatolia 21

Mesopotamia 25

Sumerios, 3.200 a.C. La Invención De La Escritura 28

Los Asirios, 2.000 a.C. 32

Babilonia, 2.000 a.C. 33

Troya, 1.400 a. C. 36

Los Persas, 600 a.C. 38

Los Griegos, 600 a. C. 41

La Gran Armenia 47

Georgia 55

La Leyenda del Preste Juan 61

Azerbaiyán, La Tierra del Fuego 63

Turkmenistan, Persia Oriental 66

Uzbekistán 80

Tibet 83

Ibn Battuta, El Viajero más Famoso 89

Samarkanda 92

El Islam 97

Kazakhstán 99

Las Montañas Celestiales del Tian Shan 102

China 106
Xingiang, Turkestán Chino 108

Desiertos de Gobi y Taklamakán 113

La Seda 118

Xuan Zang 125

El Comienzo y Final de la Gran Muralla 131

Budismo 132

Provincia de Shaanxi 154

Marco Polo y Los Mongoles 162

Epílogo 180

Cronología de Hechos Importantes de la Historia 182

Bibliografía 184

Índice Alfabético 185

Mapa de la Ruta 189


INTRODUCCIÓN

Por: Vladimir Serrano

El deseo de aventura constituye una importante manifestación del instinto del busca-
dor en el ser humano. Todo lo cual parte de la necesidad de conocimiento. Sin este
tipo de instinto poco avanzaría el hombre en su evolución.

La historia surge del ansia de saber, ningún límite se mantiene fijo pues siempre habrá
alguien que lo transgreda. En este sentido Tomas Verbik junto con otra pléyade de
ecuatorianos han rebasado las fronteras patrias, para ir por el mundo en búsqueda de
nuevos horizontes, ya sea para conquistar otras alturas como para explorar nuevos
continentes, por ejemplo el euroasiático, donde se generaron una diversidad de cultu-
ras, gracias al encuentro de variadas etnias.

Asia y Europa fueron la cuna de grandes religiones que se han expandido por el mundo:
tales los casos del budismo, el cristianismo y el islam las cuales siguen influyendo en
el espíritu moderno de manera radical. Esto a pesar de que Europa y Norte América a
partir del siglo XVII, generaron un nuevo paradigma científico de tendencia materialista.

Tomas Verbik y otros ecuatorianos como Ramiro Navarrete, Iván Vallejo, etc., siguie-
ron las huellas de los exploradores que entraron en tierras lejanas y exóticas como
buscando contactar con pueblos desconocidos para pedirles unas veces y aprender
otras, sus conocimientos sobre saberes que compartirían más tarde en sus lugares
de origen.

La Ruta de la Seda fue la obsesión de Marco Polo su padre y el hermano de éste. Tras
ellos ha estado Tomas Verbik y sus compañeros de expedición que involucraron a Gas-
tón su célebre amigo y confidente. Por cierto, una exploración no es únicamente con un
fin lucrativo, sino que también obedece a móviles espirituales. No se trata de conseguir
exclusivamente oro y marfil, porque que al igual que el alquimista, el explorador podría
decir: “nuestro oro no es el oro vulgar” (aurum nostrum nono est aurum bulgi).

En el caso que nos ocupa algunos de ellos para realizar su aventura estuvieron impul-
sados por diversos motivos por eso es que las huellas fueron de Marco Polo y otros
que iban tras el comercio y el poder pero no únicamente ellos sino que a lo mejor

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también Egeria por ejemplo una monja que a fines del siglo IV se dedicó a buscar y
explorar en tierras del Medio Oriente los lugares sagrados por los que había estado
el pueblo judío y Jesucristo fue de las primeras aventureras que desde occidente, de
España donde vivía atravesando parte de Francia, Italia y Grecia llegó hasta el Medio
oriente para continuar a Egipto; incluso aventurándose hasta las tierras de Babilonia.
Estas búsquedas son obviamente las que nos llevan a encontrarnos a nosotros mis-
mos por una parte como a sido el caso de los grandes visitantes del camino de San-
tiago y por otra a sentir una especie de iniciación, como que con esto la vida cobrara
más sentido.

En el presente libro vamos a encontrar de parte del autor grandes referencias históricas
que permite conocer especialmente a pueblos como el nuestro y otros latinoamerica-
nos, lo que fue buena parte de la historia de la baja edad media cuando precisamente
se atisbaba el Renacimiento y el contacto con lo que fueron los países de Asia y al
mismo tiempo con los documentos encontrados de la cultura griega que se dispersaron
por la destrucción reiterada de la Biblioteca de Alejandría primero en la época de Julio
César y luego cuando los árabes asaltaron esta ciudad en el siglo VII de nuestra era. Así
entonces, el poder conocer lo que ocurría con los mongoles (pueblo de la misma etnia
que los indios americanos) en la naturaleza de contactos agresivos que ellos tuvieron
con Europa, el cómo sobrevivió la cultura occidental a semejantes arremetidas apenas
si por incidentes, diríamos insignificantes, que lograron contener a esa inmensa masa
que hubiera cambiado el destino de la propia Europa y consecuentemente de Hispa-
noamérica. Pero al fin, la cultura europea siguió desarrollándose más tarde y fue por
el contrario la que ha sometido prácticamente todos los países del mundo, por el gran
impulso que la industrialización conllevó a partir del siglo XVIII.

El autor nos enseña gráficamente los lugares que visitó tanto por fotografías, como
por una pluma que narra de manera elegante y sencilla que es fácil de entender y con
ello da lecciones de historia y al mismo tiempo expresa sus vivencias. Nos presenta
las culturas, los choques que el mismo sufrió al ver manifestaciones extrañas, cos-
tumbres indudablemente exóticas que resultaban chocantes, pero de las que apren-
dió mucho. Tuvo la oportunidad de visitar templos, castillos, de encontrarse con una
orden lejana como la de los Nazaríes, conocidos por sus enemigos como hashshain
(asesinos), de visitar su castillo ya en los extremos que se acercan al mar Caspio,
donde pudo también sentir el paso de los cruzados y la arremetida de los pueblos
árabes los que a su vez eran sucedidos por otros que se convirtieron al Islam, hacien-
do de esta parte del centro del Asia uno de los lugares de mayor influencia religiosa
de Mahoma la que ha prevalecido a pesar de los siglos y los regímenes de tipo ateo.

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Tuvieron temor de entrar a Rusia y a China, eran las plenas épocas del socialismo
agresivo y autoritario. Pero al fin, lo lograron y se encontraron con la penuria que este
había generado en los últimos decenios. Los lugares eran inhóspitos, las personas
estaban alejadas del mundo como que se hallaban inmersas en tiempos pasados.
Simplemente cambiaron de amo más no pudieron variar su cultura, lo cual de todas
maneras resulta interesante para la riqueza de la civilización universal. Ahí estaban
niños barones semidesnudos, en el mismo lugar pudieron presenciar matrimonios.
Ellos fueron partícipes de algunos de estos ritos y no dejaron de correr peligros.

La experiencia de Tomas Verbik como piloto de aviación quien estuvo a cargo de una
nave, le permitió codirigir al grupo, hacer propuestas que surgían de su constate es-
tadía en el aire y de ver en la tierra cantidad de lugares verdes o desérticos por visitar.
Mientras se mantenía en el aire fantaseaba al mismo tiempo de cómo será la tierra y
por eso no tuvo ninguna duda de cuando recibió esta propuesta de integrarse a una
expedición hacerlo, muy lleno de fervor y por supuesto con el típico recelo que a de
acompañar a semejantes aventuras.

El libro constituye una de las pequeñas joyas de viaje que se ha escrito por parte de
ecuatorianos, esta es su segunda edición, esta corregida y aumentada y que será de
mayor impacto que la primera. Que ya lo fue a tal punto de inspirar artículos del nota-
ble periodista Alejandro Carrión y de la revista Vistazo en ese tiempo. En el Ecuador
donde el conocimiento de la historia universal es débil, este trabajo viene a ser una
gran contribución al que van a tener acceso muchas personas y por lo mismo mejora-
remos nuestro conocimiento de los acontecimiento históricos que ocurrieron en otros
continentes. Si bien es cierto que ya desde la época del dominio hispano los quiteños
tenían excelentes bibliotecas, la verdad es que poco se difundió de ellas para la ins-
trucción pública. En cambio este libro tiene la virtud de por su tamaño y contenido
llegar a entretener y enseñar.

Dispongámonos entonces a entrar a las mil maravillas, a través de esta puerta de las
mil y una noches que es Un Ecuatoriano en la Ruta de la Seda.

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TRAS LAS HUELLAS DE MARCO POLO Y ALEJANDRO MAGNO

Era el año de 1269, cuando, después de nueve años de ausencia,


*Niccolo y Maffeo Polo, padre y tío de Marco Polo, arribaron a
Constantinopla. Venían de un largo viaje de tres años por tierra
desde China, enviados por el gran Kublai Khan, soberano mon-
gol, nieto de Gengis Khan y emperador del más grande reino de
entonces: sus dominios se extendían desde el mar Amarillo en
las estepas siberianas hasta Polonia y Hungría en Europa, y Cri-
mea en Rusia. Era grande el temor de toda la cristiandad de en-
tonces, ante la inminente llegada de las hordas mongolas hacia
Europa, a una escala nunca vista.

Nueve años atrás, en 1260, cuando los cruzados estaban siendo
expulsados de Constantinopla después de muchos años de pre-
dominio, provocó una gran inestabilidad política en toda Turquía;
esto indujo a los Polo a reunir todo el dinero que pudieron conse-
Libro de Marco Polo
guir y se dirigieron hacia el río Volga en la zona del mar Caspio,
en busca de nuevos mercados para sus productos, a sabiendas
de que este territorio era dominado desde hacía algún tiempo
por los mongoles de la Horda Dorada.

Los mercaderes que se atrevían a viajar por territorios mongoles


recibían cierto grado de respeto y protección, dado que eran por-
tadores de productos de su interés y conveniencia.

Pasado cierto tiempo, cuando quisieron retornar a Venecia, se


encontraron que aún persistían las luchas en Constantinopla, lo
que les obligó a buscar otra ruta para su retorno. Esta les llevaría
hasta la ciudad de Bukhara, en el Asia Central. Allí conocieron a
un representante importante del Gran Khan mongol, quien les in-
vitó a venir hasta Xanadu, capital del imperio, para conocer a su
amo. Tan pronto llegaron, se presentaron ante Kublai Khan, con
quien, gracias a su apertura, establecieron relaciones de amistad
y comercio tan cordiales, que más tarde les nombraría sus em-
bajadores ante el Papa y los reyes de Europa.

Este periplo les tomaría nueve años hasta retornar nueva-


mente a Constantinopla y Venecia. Nadie sabía aquí, que eran

* Los Polo eran mercaderes venecianos que llevaban a cabo sus transacciones comercia-
les también desde Constantinopla hacia el Medio Oriente.

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representantes del Gran Khan. Seguramente pensaban ellos,
que al haber algún grado de acercamiento con él, Venecia ten-
dría mejores posibilidades de no ser destruida por las hordas
mongolas que amenazaban Europa entonces.

Kublai exigía al Papa el envío de 100 misioneros eruditos en la


fe cristiana, pues tenía curiosidad acerca de esta religión; ade-
más, le pedía que le enviara aceite de la lámpara de la cripta de
Jesús en Jerusalén, por sus supuestos poderes curativos.

“La Descripción del Mundo˝


Primer libro Puesto que en esos momentos no había Papa en ejercicio, de-
bieron esperar dos años en Venecia a que fuera nombrado uno
nuevo. Finalmente, y bajo circunstancias entendibles, el nue-
vo Papa solo les proporcionaría dos sacerdotes, y un hermoso
recipiente de cristal con aceite de la lámpara de la cripta de
Jesucristo en Jerusalén.

Tres largos años tomaría el regreso a los hermanos Polo nueva-


mente a China, esta vez en compañía de su hijo y sobrino Mar-
co de 17 años, quien documentaría sus vivencias en un diario
personal denominado “La Descripción del Mundo” y más tarde
conocido como “Los Viajes de Marco Polo”.

En cuanto a mí, arribe también a Constantinopla, actualmen-


te llamada por los turcos Estambul; era el año 1989 y fui para
realizar un sueño que me acompañaba desde hacía muchos
años. Estuve contento y emocionado, pues iba a ser parte de un
grupo internacional que emprendería el mismo viaje por tierra
entre Europa y Asia realizado hace unos 700 años por Marco
Polo en compañía de su padre y su tío.

Este recorrido es conocido ahora como “La Ruta de la Seda”.


Esta “ruta” no es más que una sucesión de senderos a través
de inmensos territorios, desiertos, pasos de montaña, oasis y
antiguas ciudades, muchas de ellas ya desaparecidas. El viaje
lo hacían grandes caravanas que recorrían: China, India, Persia,
Arabia, Rusia, Asia Central, desde el siglo II a.C. transportando
preciadas mercancías, noticias, ideas, inventos, conocimientos,
propuestas religiosas y nuevas costumbres. El nombre de “Ruta
Caravana partiendo hacia la de la Seda” le fue dado por un erudito alemán, el Barón Ferdinand
“Ruta de la Seda“ von Richthofen, en el año de 1870, tío abuelo del famoso piloto
alemán de la primera guerra mundial “El Barón Rojo”.

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Agencias gubernamentales de turismo de algunos países que
son parte de esta red, conmemoraban los 2.000 años de su
existencia y conocedores de la iniciativa de nuestro grupo, nos
brindaban su promoción y colaboración con fines turísticos.

Entonces era piloto de profesión de la aerolínea de bandera


Ecuatoriana de Aviación. Dos años antes había logrado hacer
contacto con una agrupación de seguidores de Marco Polo ra-
dicados en Inglaterra y Australia; eventualmente les hice saber
de mi pretensión de pertenecer a este club y un año más tarde
me notificaron de mi aceptación en el grupo y al mismo tiempo
me informaban de que sería parte del equipo que intentaría la
travesía en el otoño de 1989.

En mi caso, esta era una gran oportunidad para poder realizar


ese viaje tan deseado desde mi niñez, cuando a través de libros
y revistas conocí a Marco Polo, protagonista de mil aventuras
llenas de extraños personajes que discurrían por los escena-
rios más fantásticos, convirtiéndose en parte de mis fantasías
y deseos más profundos, seguro de realizarlos algún día.

En Estambul nos reunimos todos los integrantes de este gru-


po por primera vez y fuimos presentados unos a otros con el
debido protocolo. Experiencia excitante y colorida por la varie-
dad de orígenes, aspectos y acentos de los personajes que lo
integrábamos. Nos mirábamos unos a otros tratando de des-
cifrarnos como personas, pues se trata fundamentalmente de
un grupo de gente destacada. El idioma que hablaríamos sería
el inglés.

La persona responsable y líder del grupo no era “él” como es-


perábamos, sino “ella“. Su nombre era Rosanne, una atractiva
muchacha alemana, alta, rubia, de unos treinta y cinco años, Charles Robertson, 1891
guía profesional con vasta experiencia y dominio de varios idio-
mas. Supongo que a más de uno de nosotros nos invadió la
incertidumbre del desempeño que iba a tener una mujer en la
dirección de este grupo; si consideramos que íbamos a atrave-
sar algunos países musulmanes, religiosamente radicales, en
donde a la mujer se la ignora y no se le concede los valores que
tiene en Occidente. Instintivamente me quedé preocupado por
esta situación.

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Componíamos el grupo 23 personas: australianos, canadienses,
franceses, holandeses, japoneses, alemanes, neozelandeses,
norteamericanos, y yo, ecuatoriano; seis de los integrantes eran
mujeres. Como parte de la organización se nos había asignado a
cada uno un “compañero”, quien además sería en adelante nues-
tro amigo y confidente. Esperaba tener suerte y que fuera una
persona con quien yo pudiera compartir mis vivencias del viaje
y que ante todo pudiéramos cuidarnos mutuamente. Se llamaba
Gastón Petit, canadiense con acento francés de unos 50 años
de edad. La primera impresión fue grata, lo veía serio, agradable
y culto. Esperaba que hubiera simpatía entre nosotros; por mí
parte haría lo posible para lograr un acercamiento pues nos ten-
dríamos que soportar por un buen tiempo.

Esperabamos invertir en la travesía aproximadamente dos meses,


durante los cuales visitaríamos lugares poco conocidos, poco tran-
sitados y prohibidos aún en la actualidad. Corría el año de 1989 y
nuestra principal preocupación era el paso por la Unión Soviética.
Nuestro ingreso estaba previamente coordinado, pero hasta llega-
do el momento no sabíamos qué nos depararían las circunstancias.

Viajaríamos siempre hacia el oriente. Intentaríamos cruzar toda


la antigua Persia y las naciones y territorios que la componían:
Turquía, Mesopotamia, la Gran Armenia, Georgia, el mar Caspio,
una parte de la estepa rusa, Bactria y el Turkestán. Cruzaríamos
Gustav Bauernfeind, 1848 - 1904
el Himalaya por el Thien Shan, entraríamos a los desiertos de
Gobi y Taklamakan, Tartaria y Mongolia, para encontrarnos al co-
mienzo de la Gran Muralla China, que llega hasta estos desiertos
y seguirla luego vía Xian, hasta Pekín.

Para transportarnos usaríamos los medios que las autoridades


de los respectivos países eventualmente nos proporcionasen y
donde no fuera así, lo que podríamos conseguir. Sabíamos que
serían: trenes, buses, jeeps, carretas, caballos, camellos, burros,
botes, etc. Todo esto se hacía necesario debido a las condicio-
nes del terreno y clima que íbamos a encontrar; atravesaríamos
desiertos con temperaturas severas y altas montañas con los
consiguientes problemas de altura y frío. Estábamos con la mo-
ral alta, listos para los retos.

Recorreríamos tierras extrañas, habitadas durante miles de


años por imperios que han forjado el origen de lo que somos

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actualmente como cultura. Sería un viaje al pasado como por un
“túnel del tiempo”, visitaríamos territorios habitados por persas,
macedonios, asirios, árabes, mongoles, turcos, tártaros, chinos y
uygures, transitados también por personajes famosos y viajeros
ilustres de la antigüedad como Alejandro Magno, Marco Polo,
Gengis Khan, Tamerlán, Ibn Battuta (árabe), Huang Sang (chino).
Abriríamos viejas puertas cargadas de historia e incógnitas y
que seguramente nos harían vivir situaciones, anécdotas y mo-
mentos intensos.

Desde fines del siglo XIX, arqueólogos modernos han trabajado


en todo este trayecto de la Ruta de la Seda, y sus estudios han
revelado la verdadera historia de estos pueblos.

Por dos años me había preparado mediante lectura de toda


la documentación a mi alcance: libros y crónicas de viajeros,
historia, geografía, etnología, algo de arqueología y religiones,
dada su gran diversidad en esta ruta.

ESTAMBUL - TURQUÍA

Eran los comienzos de septiembre de 1989 y empezaba allí nues-


tro viaje. Usamos el primer día para recorrer esta ciudad, hermosa
y diferente por dondequiera que uno la admire. Podía oler en el
aire ese algo, difícil de definir y me llenaba la cabeza de ganas de
viajar y conocer.

Haciendo un resumen de Estambul se puede decir que fue con-


formada en su comienzo por asentamientos griegos en el siglo VI
a.C. (en el esplendor de la nación helena), era llamada Bizancio en
honor al dios Byzans hijo de Poseidón. Cien años más tarde sería Parte del grupo
el rey persa Darío quien la invadiese para luego ser rescatada por
los espartanos y más tarde tomada por los romanos. En el siglo
IV d.C., Constantino El Grande se apodera de ella y le cambia de
nombre, de Bizancio por el de Constantinopla, llevándola entonces
a su máximo esplendor. Luego vendrían los cruzados de la cuarta
Cruzada en 1204 y la conquistarían con fines comerciales para
Venecia, sin llegar finalmente a Jerusalén. En el siglo XV llegan
para quedarse los turcos otomanos al mando del Sultán Mehmet
II, trayendo su nueva religión, el Islam. Es entonces cuando la ciu-
dad cambia su nombre por el actual, Estambul.

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Estambul y El Bósforo (Foto: Julian Nitzsche)

La ciudad se extiende sobre los dos costados del estrecho del Bósforo, única vía de cruce desde el
Mediterráneo hacia el mar Negro y viceversa. A su vez sirve de límite geográfico entre Europa y Asia.
Así, una parte de la ciudad está del lado europeo y la otra del asiático.

Por su estratégica ubicación se estableció aquí un centro de comercio que sería reconocido por todo
el mundo antiguo. Visitado durante centurias por naves de carga procedentes de mil lugares y llenas
de especias de la India, pimienta, canela, jengibre, nuez moscada, azafrán, clavos de olor, oro de África,
gemas de Ceilán, armas, marfil, porcelana, vidrio, ámbar, pieles, madera y esclavos de los puertos del
mar Negro, granos y textiles del Mediterráneo. Los otomanos lo modernizaron llamándole “El Gran
Bazar”. Con sus 18 puertas y más de 4 mil tiendas bajo techo se negocia allí en más de 10 idiomas,
siendo posible conseguir cualquier cosa por rara que parezca. Recuerdos muy vivos me llegan de lo
que es caminar por el mercado de las especias, un verdadero regalo para los sentidos en forma de
olores y colores que encienden la imaginación y evocan lugares lejanos y exóticos.

Este fue el punto más importante de “La Ruta de la Seda”, pues barcos y caravanas de todo el mundo
conocido convergían aquí para trocar sus mercaderías y luego retornar a sus puertos de origen.

En el siglo IV de nuestra era, el emperador Constantino I decidió trasladar su capital desde Roma a
esta ciudad oriental nombrándola “La ciudad de Constantino” o “Constantinopla”. Fue Constantino
quien permitió el culto cristiano después de 300 años de persecuciones y también abolió la crucifixión
como pena.

En esta misma época de dominación romana, año 529 d.C., el emperador Justiniano se propuso cons-
truir el templo más sublime y grandioso después de la creación; se trataba de la iglesia de Santa Sofía.
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Desde dentro es tan magnificente y su cúpula tan alta que me
hizo sentir que estaba cerca del cielo.

Se dedicó este templo a la santa sabiduría (Hagia Sophia) para
que fuese algo que los cristianos nunca habían visto hasta en-
tonces. Dicen que las columnas se trajeron de Egipto, Atenas y
de templos paganos del Asia Menor. Se utilizaron los mejores
mármoles y sus paredes están llenas de mosaicos recubiertos
El Gran Bazar
con oro. El emperador no dudó en sustraer de otros templos her-
mosas esculturas y objetos de arte. De su cúpula de 32 metros
de diámetro cuelga una gigantesca lámpara con 6.000 candela-
bros cuyo peso es de 5 toneladas.

Habida cuenta, de que tiene más de 1500 años en pie, estoy se-
guro de que se trata de una de las grandes maravillas del mundo.
Dicen que en su inauguración Justiniano exclamó, ¡Salomón, te
he vencido...! -refiriéndose al templo de Salomón en Jerusalén
que contenía el “Arca de la Alianza”-.
Mercado de las Especies

Los otomanos impresionados por la magnitud y la belleza de


esta iglesia le adicionaron cuatro minaretes y la transformaron
en mezquita. La cantidad de minaretes va de acuerdo a la im-
portancia de la mezquita. Normalmente están dotadas de uno o
dos, pero a Santa Sofía desde el comienzo se le otorgaron cua-
tro. El Sultán Ahmet II considerando su importancia y comparán-
dola con La Meca, ordenó construirle dos minaretes adicionales.

En el siglo XV los otomanos construyeron un palacio llamado


Top Kapi, ubicado en lo alto de una colina, desde donde se do-
mina gran parte de la ciudad y el estrecho del Bósforo. Fue resi-
dencia y sede del gobierno de los sultanes hasta el siglo XX en
que terminó el sultanato. Es un monumento a la opulencia y su
historia está llena de leyendas, mitos, excentricidades, tesoros,
eunucos y harems, solo comparables con el palacio imperial de
la “ciudad prohibida” de Pekín.

Albergaba a 6.000 personas con todas las comodidades; el sul-


tán mantenía su harem de 800 mujeres en un pabellón del pala-
cio reservado para ellas, cada una con todas las comodidades.
Había otro exclusivo para los eunucos, uno más para las circun-
cisiones y aún otro para las ejecuciones.
Hagia Sophia

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El pabellón del tesoro guarda cantidades de hermosas piezas
de oro, joyas únicas, piedras preciosas de todos los orígenes,
incluyendo diamantes descomunales, uno de ellos de 86 qui-
lates y rodeado de otros 49 diamantes. También esmeraldas y
rubíes en cantidades, gran variedad de obras de arte, orfebre-
ría china del siglo IX, porcelanas de las dinastías Sung y Ming,
obras persas, europeas y japonesas, sumando más de 10.000
piezas que los sultanes fueron adquiriendo a través del tiem-
po. Entre sus curiosidades están como reliquia la mano y el
brazo de San Juan Bautista.
Palacio de Top kapi
Estambul alcanza su máximo esplendor con “Solimán El Mag-
nífico” en el siglo XVI. Construyó su propia mezquita con ar-
quitectura similar a la de Santa Sofía aunque ligeramente más
pequeña. Su cúpula principal está a 53 metros del piso y su
diámetro es de 26 metros. En su interior hay 26 columnas de
mármol bellamente decoradas con mosaicos multicolores,
igual que los ventanales.

Enfrente se encuentra la Mezquita Azul espectacularmente


bella con sus seis minaretes; tiene 260 vitrales, su interior fue
decorado con azulejos azules que le dan su nombre. Data del
año 1600 y se cree que fue construida para rivalizar también
La Triple Muralla de Constantinopla con la de Santa Sofía.
(R. Walsh)

No importa cuántas veces visitemos la ciudad. Cada recorrido


nos sorprendía por su belleza y siempre nuevos detalles que
antes no habíamos captado. Rebosante de lugares plenos de
historia, difícil para quien se empeñe en conocerlos todos.

Mezquita Azul
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Después de recorrerla por dos días terminó nuestra visita a Es-
tambul; estábamos ansiosos por comenzar nuestro viaje. Pronto
anochecería y nos dirigimos a la estación de trenes Hydarpasa,
famosa en otra época cuando el “El Expreso de Oriente” estaba
en su época de oro y visitar Estambul era toda una aventura; via-
jar desde Londres o París tomaba 14 días, recorrido que sirvió de
inspiración y escenario para algunas novelas y películas como
Expreso de Oriente de Herman Hesse.

Comenzamos entonces en tren, nuestro ingreso al Asia en busca


de las huellas dejadas por Alejandro y Marco Polo. El recorrido
inicial hacia el oriente nos regalaba una maravillosa puesta de
sol a nuestras espaldas. La mayoría del grupo teníamos los ros-
tros pegados a las ventanas mirando como Europa se iba per-
diendo de vista, como despidiéndonos; yo mientras tanto, preso
de la emoción e inmerso en mis adentros, deseándome mucha
suerte, al igual que al resto del grupo.

Me invadió y envolvió entonces una sensación de inseguridad,


de soledad, se apodero de mi la nostalgia; íbamos hacia la os-
Mezquita Azul
curidad, hacia lo desconocido, en sentido contrario al atardecer.
Venían a mi mente relatos de antiguos viajeros y libros que me
hablaban de tierras extrañas y peligrosas y no dejaba de pensar
en cuáles serían mis probabilidades de culminar con éxito ese
viaje; imaginarlo es fácil, estar allí es otra cosa. Nació al mismo
tiempo la necesidad de conocer e intimar con el resto de mis
compañeros quienes a excepción de Gastón, aún eran descono-
cidos; serían sin embargo, mis camaradas y lo único con que
contaba para el viaje. Me imaginé que ellos debieron también
sentir desconcierto, producto de esa especial experiencia.

Viajamos toda la noche, tan pronto como amaneció, ya era otro;


recuperé mi ánimo y optimismo. Me sorprendió un poco mi esta-
do de la noche anterior dado que no era corriente para mí, entrar
en depresión.

Los primeros rayos de sol me mostraban el exterior a través de


la ventana del tren; la excitación y la curiosidad me invadieron y
cortaron mi sueño. Desfilaban ante mí: aldeas, planicies, monta-
ñas, unas ruinas por aquí, un viejo castillo por allá, o simplemen-
te un bello paisaje.

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Eran las 6 de la mañana, después de recorrer los primeros 450 kiló-
metros llegamos a Ankara o Angora, como se la llamaba anterior-
mente. Es la capital de Turquía desde 1923. Ha sido conquistada y
habitada por: hititas, persas, griegos (Alejandro Magno), romanos,
árabes, por el turco-mongol Tamerlán y finalmente los otomanos.

Fue aquí en Ankara donde tuvo lugar una famosa batalla entre Ta-
merlán y Bayaceto, sultán del Imperio otomano en 1402. Se dice
Recorrido inicial en tren
que en ella combatieron en forma extremadamente sangrienta casi
un millón de hombres de los dos bandos.

Sobresale aquí una estructura moderna de grandes dimensiones


con una soberbia plaza. Es el mausoleo de Mustafá Kemal, poste-
riormente llamado Ataturk o “Padre de los Turcos”, personaje que
cambió el curso de la historia de este país. Militar de profesión,
hombre de profundos ojos azules, fue presidente de esta nación
hasta su muerte, transformándola de un país musulmán a uno oc-
cidental. Realizó cambios de fondo: abolió el sultanato para procla-
Mausoleo de Ataturk mar la república, suprimió las escuelas coránicas y tribunales reli-
giosos, cambió el alfabeto arábigo por el latino, impuso el sistema
de pesas y medidas occidentales, emancipó a las mujeres y les
creó escuelas obligatorias.

Digno de mención e interesante es el Museo de las Civilizaciones


Anatólicas o Hitita. Se exhiben aquí objetos de hace 6 mil años.
Esta zona de Turquía es considerada una de las cunas de la civili-
zación, pues hay documentados y aún por ser descubiertos 20 mil
monumentos, 10 mil tumbas y 3 mil restos de asentamientos urba-
Museo Hitita nos primitivos.

Existen en la parte vieja de la ciudad unas ruinas romanas; se trata


del “Templo de Roma y de Augusto”. En sus muros se puede leer,
escrito en latín y griego, el testamento político de Augusto.

Más tarde, subimos a una colina para visitar los restos de un casti-
llo; es de las pocas edificaciones bizantinas que sobreviven al tiem-
po y tienen a su costado un viejo hospedaje para caravanas, dotado
Templo de Roma y de Augusto de baños turcos.

Pasaba el tiempo y fui teniendo oportunidad de conocer mejor a


algunos miembros del grupo, entre ellos a Sofía, de origen holandés
y de fuerte personalidad. Gastón, mi compañero, tomaba muchas

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fotos. Me comentaba que estaba escribiendo acerca de las simili-
tudes que existen entre pueblos de distintos continentes en temas
como: orfebrería, arquitectura, ritos, dioses, religiones, costumbres,
tradiciones; lo consideré interesante y concordaba con eso pues yo
había encontrado frecuentemente objetos, rasgos y costumbres
con alto grado de similitud en culturas muy distantes entre sí.

Por la noche en el hotel, Gastón y yo, continuamos nuestra conver-


sación a nivel personal con el fin de conocernos mejor; me contó Castillo Bizantino
que era profesor universitario. También que era pintor y me enseñó
unos folletos de sus obras que se exhibían en galerías de Londres y
Tokio, lo cual fue una grata sorpresa.

Al cabo de un momento y con una especie de sonrisa, se dirigió a


mí en un buen español, a pesar de su acento francés. Le pregunté
dónde lo aprendió y me respondió que lo estudió, pero que lo prac-
ticaba muy poco.
Hospedaje de Caravanas
Es entonces cuando hicimos un trato, él practicaría español conmi-
go y yo francés, durante el resto del viaje. No obstante el inglés fue
el idioma común para comunicarnos dentro del grupo.

LA ANATOLIA

Capadocia

Al anochecer continuamos hacia la ciudad de Kayseri que está a 330 kilómetros de distancia; es la
capital de la Capadocia en la parte central de Turquía. Utilizábamos las noches para viajar y el día para
recorrer lugares de interés.

21
Capadocia

El terreno era relativamente árido y las montañas solo se veían a


la distancia. Atravesamos un mismo río varias veces. Esporádica-
mente veíamos pequeñas aldeas y pueblos en los que siempre se
apreciaba una mezquita, así como se ven las iglesias en los nues-
tros; encontramos muchos cultivos y pastizales con animales; se-
guramente obtenían su agua mediante la excavación de pozos.

Fuimos dejando atrás las comodidades y nos preparábamos


Ciudad subterránea para lo que venga. Ya no habían buenas comunicaciones.

Nos acercábamos a la Capadocia, originalmente centro del im-


perio Hitita, luego provincia romana-bizantina y refugio de los pri-
meros cristianos. Estábamos a 1500 metros de altura. El paisaje
cambió completamente y lo que comenzamos a ver es difícil de
describir, pues se parecía a un escenario lunar o de otro planeta.
Formaciones del terreno muy caprichosas, infinita variedad de
conos, torres y chimeneas con todas las siluetas imaginables,
semejantes a castillos hechos para películas de ciencia ficción.

Son formaciones naturales talladas por miles de años de ero-


sión, sol, lluvia y viento. Producto de actividades volcánicas de
hace 3 millones de años.

Desde el 3000 a.C. sus habitantes han vivido aquí como las hor-
migas, pues la consistencia de la tierra es tal que les ha permi-
tido hacer excavaciones con construcciones muy bellas en su
interior. Hay comunidades enteras viviendo en subterráneos con
facilidades para subsistir. Cuentan con pozos interiores de agua
aún en uso, además de ductos de ventilación, salidas de escape
y se iluminan con lámparas de aceite. Estos pueblos descienden
22
hasta 8 pisos de profundidad (60 metros), con un sistema inter-
conectado de pasadizos por los cuales pueden caminar ergui-
das tres o cuatro personas.

Este diseño les permitía huir en caso de necesidad y salir a la su-


perficie a varios kilómetros de distancia. Se han encontrado más
de 30 de estos pueblos subterráneos y hasta a nueve kilómetros
de distancia entre si.

Contaban además con un sistema de defensa, constituido por


ventanas internas con piedras corredizas ubicadas en los luga-
res más inaccesibles de estos laberintos desde donde podían
defenderse de los intrusos. Pequeñas calles subterráneas ser-
vían para el tránsito de sus habitantes.

Los primeros tres pisos eran áreas sociales interconectadas


entre sí, mientras que los niveles inferiores eran usados como
vivienda. Hasta 10.000 personas llegaron a habitar uno de estos
asentamientos.
Capadocia

Existen unas 365 capillas e iglesias (una por cada día del año),
esculpidas en las entrañas de la tierra con la misma gracia de las
que se edifican afuera.

Las dimensiones de estos templos varían según su ubicación.


Hay una iglesia de 25 metros de largo por 10 de ancho con her-
mosas pinturas rupestres. Otra de ellas es llamada “basílica” y
dicen que fue construida por San Juan; ha sido lamentablemente Iglesia subterránea
víctima de la erosión, como la mayor parte de ellas. Este lugar
sirvió también por siglos como seminario en la formación de sa-
cerdotes y se estima que entre los siglos VII y XII se ordenaron
aquí hasta 350 mil sacerdotes católicos.

Esta peculiar característica del terreno les ha servido de protec-


ción durante las múltiples invasiones que han sufrido, una de
ellas durante el período mongol.

El historiador griego Xenophon menciona estas construcciones


cuando relata el pasaje histórico conocido el “retorno de los 10
mil” del ejército griego desde Babilonia hacia el mar Negro cuando
se refugiaron aquí: “las viviendas eran subterráneas y el ingreso
tenía la forma de la boca de un pozo, aunque por dentro era muy Kaysery

23
espacioso y las entradas para las bestias de carga eran cavadas
hacia abajo. Los hombres entraban a través de una escalera”.

Nuestro viaje continuo, nos dirigimos a Kayseri antiguamente lla-
mada Cesarea o “Ciudad del César”. Data de épocas remotas y
se dice que San Pablo nació y vivió aquí, que sembró las bases
de la fe cristiana, obra que más tarde sería continuada por Basi-
lio y Gregorio de Nisa.
Kayseri, Gastón a la derecha,
yo izquierda
Gran cantidad de adultos se asolean en los parques haciendo
parte del paisaje. Me llamó mucho la atención ver a los niños
menores de 13 años completamente rapados, no conocimos la
razón de esa costumbre. La población es musulmana.

En el centro de la ciudad habían casas y pequeños edificios de


madera deteriorada muy antiguos, seguramente no soportarían
un movimiento sísmico. Vimos el hotel y todo indicaba que se
terminaban los lujos. Acabamos muy cansados ese día inolvida-
ble, todo lo que deseábamos era descansar.

A la mañana siguiente, muy temprano nos dirigimos a la esta-


ción del tren. Siempre es entretenido ser recibido o despedido
por algún grupo musical o delegación del lugar al que llega-
mos o del que partimos. Esta vez nos despidió una banda,
inolvidable.
Sivas
Después de un viaje agradable con un hermoso clima llegamos
a Sivas. Encontramos dos importantes *medreses, una del siglo
VIII y la otra erigida por un jefe mongol. Nos cuenta el guía una
triste anécdota durante el ataque mongol al mando de Tamerlán:
prometió que si se rendían no correría sangre. Después de ente-
rrar vivos a 3.000 prisioneros, irónicamente les dijo “como ven,
he mantenido mi palabra”. Vivieron aquí: asirios, hititas y persas.
Los mongoles la destruyeron en el año 1400.
Medrese

*Médrese es una escuela coránica -para nosotros un seminario-, donde se estudia y se enseña
básicamente teología, el Corán, matemáticas, ciencias, letras, astrología.

24
MESOPOTAMIA

Atravesamos un río no muy grande, es el Éufrates. Estamos in-


gresando a la alta Mesopotamia, nace también por aquí el río Ti-
gris. Mesopotamia significa “entre ríos”. En la parte baja de esta
zona la tierra es muy fértil debido a que anualmente se producen
inundaciones similares a las del río Nilo en Egipto. Esta tierra es
muy rica e ideal para vivir.

Prehistóricamente hablando es aquí donde la conducta de los


seres humanos sufre un cambio importante. Encuentran abun-
dancia de cereales silvestres como trigo y cebada. Descubren
que si a estos se los mantiene secos, pueden durar años sin de-
Río Éufrates
teriorarse. Este simple hecho produce en ellos un cambio, com-
prenden poco a poco que ya no es necesario peregrinar siempre
en busca de alimentos. Su hábito de nómada, cazador-recolector
sufre gradualmente un cambio, comienza a depender de lo que
produce la tierra. Nace así la agricultura hace unos 10 mil años.

Una vez asegurado el alimento se les facilita el asentamiento.


Muelen los granos mediante piedras y usan otras piedras planas
para cocerlos.

Surgen luego pequeños conjuntos habitacionales, que más


tarde se trasformarán en aldeas, poniendo así los cimientos
para lo que después vendrían a convertirse en asentamientos
urbanos mesopotámicos. Será el comienzo y la cuna del mun-
do civilizado. Estas zonas fértiles aptas para la agricultura se
extienden desde el Nilo en Egipto, Jericó en Israel, hasta Iraq y
Turquía. Aparecen los primeros botes navegando en el Éufrates
(4500 a.C.).

El excedente de granos y frutas se almacenan en vasijas; se pro-


duce casualmente la fermentación y esto permite que se des-
cubran sus efectos. Nacen así las primeras bebidas alcohólicas
populares fabricadas a partir de cebada, uvas, dátiles, higos, etc.
El lobo fue el primer animal en ser domesticado, con el tiempo
se convirtió en perro, primer compañero del hombre desde hace
unos 20 mil años. Cuando humanos y lobos deambulaban en
busca de alimento, los lobos seguramente aprovechaban los res-
tos de comida abandonados en los lugares de caza.

25
No es difícil imaginar, que con el tiempo llegó a darse un acercamiento entre las dos especies, cuando
cachorros de lobo huérfanos o ingenuos se adentraron en territorio de humanos, en busca de alimen-
to. El hombre y el lobo terminaron aceptándose por mutua conveniencia y simbiosis elemental. El lobo
para tener con quién cazar y el hombre para tener seguridad y protección.

Nacen sistemáticamente las varias razas de perros producto de la infinita mezcla de los diferentes ti-
pos de lobos procedentes de las todas las regiones de entonces. Posteriormente el hombre domesticó
las cabras y las ovejas hace unos 12.000 años, luego las vacas y los cerdos hace alrededor de 8.000
años.

Pienso sobre todo lo que hubo de ocurrir para que el hombre pudiese llegar a ser lo que es ahora.
¿Cómo descendió de los árboles y aprendió a caminar? ¿Cómo transcurrió su adaptación a este nuevo
escenario y cómo desarrolló sus defensas, pues ya los árboles no le servían?. Se vio entonces obli-
gado a valerse de utensilios cuya fabricación le exigía movimientos coordinados de manos y dedos
cada vez mas exigentes. Fue entonces cuando el hombre se sorprendió a sí mismo pensando. Con el
tiempo y la repetición continua de este ejercicio mental fue haciendo que su cerebro se hiciera más
grande hasta alcanzar, hace unos 50 mil años, el tamaño que hoy tenemos.

En cuanto al lenguaje, se dio posiblemente cuando el uso creciente, progresivo y simultáneo de las
manos y el pensamiento dio paso también a la emisión de sonidos con significados, más adelante gru-
pos de sonidos que expresaban ideas más complejas que repetidos a través del tiempo simbolizarían
palabras y oraciones.

Se operan también cambios importantes en la mujer y en el proceso reproductivo; al hacerse mayor


el tamaño del cerebro los partos se dificultan y consecuentemente se anticipan, dando lugar al naci-
miento de crías prematuras e indefensas. Debido a esto, la madre al no poder abandonarlos para salir
en busca de alimento la obliga paulatinamente a cambiar sus hábitos. Comprende que necesita de
alguien (un hombre) que la provea y comprende que en retribución el sexo sería una buena opción.

Comienza también el código genético a sufrir mutaciones, haciendo de los humanos una de las pocas
especies aptas para copular todo el tiempo y no solo en épocas de apareamiento como la mayoría de
las especies. En este nuevo escenario y con el acostumbramiento, la mujer encuentra cierta estabili-
dad con su “pareja” que, aparte de conseguirle alimento, la protege. Posiblemente se produce así el
origen de lo que luego llegaría a ser la familia.

A manera de comentario, pienso que el amor de pareja en aquella etapa de la evolución humana se
configuraba de forma muy diferente. El ingrediente “romántico” de amor es más reciente, seguramente
nacido de la literatura y su evolución. El matrimonio por amor apareció en la cultura occidental hace
menos de 150 años. Siempre y en todos los lugares, los matrimonios eran arreglados por las familias,
sin tener en cuenta la opinión de los futuros cónyuges. Ha tenido que pasar mucho tiempo y han debi-
do ocurrir mil cosas antes de llegar a lo que hoy conocemos como matrimonio.

26
Es probable que la agricultura haya sido instituida por la mujer.
Como recolectora de alimentos, en algún momento descubrió
que las semillas que se le escapaban y caían de sus manos des-
pués de cierto tiempo las vería como pequeñas plantas, com-
prendió y aprendió a cultivarlas. El almacenamiento de semillas
y cosechas, la puso ante la necesidad de inventar los recipientes
adecuados, para lo cual debió también crearse habilidades en la
alfarería y el tejido. Es interesante cómo se las arreglaron para
hacer pan, ya que se requiere de un horno y ese es un invento
posterior; calentaban sobre el fuego dos tazones de barro, una
vez lista la masa la introducían dentro de uno de ellos, usando
el otro a manera de tapa. La cocción se llevaba a cabo en pocos
minutos.

El tejido más antiguo se encontró en Georgia, más hacia el orien-


te de donde estamos al momento. Telas elaboradas en fibras de
lino, de 14 mil años de antigüedad, algunas teñidas de negro, gris,
turquesa y rosa. Otro recurso textil utilizado desde hace 5.000
años fue el cáñamo (cannabis) muy difundido en la elaboración
de cuerdas, en vestuario y para uso medicinal y sicotrópico.

Muy cerca de allí fue hallado el calzado de cuero más antiguo


conocido hecho a la medida en una sola pieza hace alrededor
de 5.500 años, es decir, mil años antes de que se construyesen
las pirámides de Egipto. En su interior había yerba quizá para
conservar el calor o como horma.

Se cree que la cerveza ya se producía en Mesopotamia 10 mil


años a.C. Era una forma de aprovechar el exceso de cereales, en
las cosechas abundantes, los que casualmente se fermentaban.
La primera fórmula de la cerveza de la que se tiene registro se
encuentra en una tablilla de arcilla de los sumerios 4000 años
a.C.; también aparece en otra tabilla asiria 2000 años a.C. que Zapato más antiguo, 5.500 a.C.
formaba parte de las provisiones embarcadas en el Arca de Noé.
En un antiguo papiro egipcio del 2800 a.C. se registra la prime-
ra infracción de tránsito por embriaguez, cuando fue detenido
el conductor de una carreta, por provocar un accidente y luego
de encontrarle culpable lo colgaron del dintel en la puerta de la
taberna, en donde había consumido el licor. Probablemente el
nombre cervisia, cerevisia, ceria, o Celia, proviene del nombre de
la diosa Ceres.

27
Es mucha la controversia que se ha suscitado alrededor del vino.
Muchas culturas se han proclamado como sus descubridoras in-
cluyendo Grecia y Egipto. Pero resulta, que también en Armenia se
encontró una cueva con una pequeña instalación para hacer vino,
que incluía una cuba para pisar uvas, recipientes para almacena-
miento y fermentación y hasta vasos. Estos vinos provenían de
uvas conocidas como Merlot y Cabernet Sauvignon. Pruebas de
carbono 14 han ubicado esta producción en los 6.000 años de anti-
Cueva hallada en Armenia para la güedad, superando en más de mil años a la más antigua conocida.
elaboración de vino, 6.000 a.C.

Se define también “la propiedad de la tierra”. El hecho de cultivarla y


esperar el fruto de un esfuerzo, da nacimiento al derecho de propie-
dad sobre ella. Junto a sus cultivos el hombre construiría su vivien-
da de arcilla compacta y adobe, sede del clan familiar. El logro de
esta estabilidad trajo como consecuencia un aumento poblacional,
que dio origen a pequeños asentamientos urbanos, estableciendo
así la comunidad. Vendrían con ella los líderes, los jefes del pueblo y
más tarde las normas que regirían su comportamiento social.

Cuando las poblaciones crecían y comenzaban a escasear las


tierras fértiles disponibles, se les hacía imperativo tomar por la
fuerza las de sus vecinos, haciéndose necesaria la conforma-
ción de organizaciones militares. Consecuentemente, también
fue preciso proteger y fortificar los asentamientos en defensa de
pueblos agresores.

SUMERIOS 3.200 A.C.


LA INVENCIÓN DE LA ESCRITURA

Esta región es considerada la cuna de la civilización. A finales


del IV milenio a.C. se intensificó la agricultura, aparecieron las
clases sociales, el esclavismo y las fuerzas militares. Vinieron
también los gobiernos centralizados y se dictaron las primeras
leyes. Allí se crearon: el primer sistema de escritura; el torno ce-
rámico; los fundamentos de la astronomía; las matemáticas y se
comenzó a usar el bronce.

Todo este desarrollo conllevó a la fundación de las primeras


ciudades estado: Ur, Uruk y Eridu en ‘Mesopotamia. Simultá-
Mesopotamia, 3.200 a.C.
neamente, existieron otros dos asentamientos parecidos en la
misma época: la bíblica Jericó y Catal Huyuk, en Turquía.

28
En el año 3200 a.C. nacerá en Sumeria la escritura. Más tarde
los fenicios inventarán el alfabeto -las consonantes- tal como
las conocemos actualmente; posteriormente este alfabeto será
adoptado por los griegos quienes le adicionarán las vocales.

En los valles de los ríos Tigris y Éufrates, durante cada otoño,


se producen inundaciones que sistemáticamente renuevan y
fertilizan la tierra, favoreciendo así la agricultura y la crianza de
animales. Grandes áreas quedan también cubiertas de arcilla
Ciudad de Ur, V milenio a.C.
húmeda, facilitando la fabricación de adobes con los que se
construyen ciudades y monumentos (no se consigue piedra en
esta región). Esta arcilla húmeda sirvió también para realizar
dibujos o inscripciones sobre ella, facilitando el origen de la
escritura.

En Uruk se escribió por primera vez sobre tablillas de arcilla.


Para ello se ideó una escritura con caracteres en forma de cu-
ñas, muescas y figuras, llamada cuneiforme; inicialmente esta-
ba limitada solamente para números, siendo el paso previo a la
escritura.
Escritura cuneiforme, III milenio a.C.
Cuando un pueblo cuenta con una forma de expresarse, como
es: escribiendo lo que le acontece; contabilizando sus cifras;
redactando sus leyes; relatando sus proezas, comienza a escri-
bir su historia, dejando atrás el período llamado pre-historia, del
que no hay registro escrito.

En algunas de estas tablillas halladas entre sus ruinas se en-


contraron gran cantidad de documentos de índole jurídico:
contratos, sentencias judiciales, actas, pagarés, recibos y tes-
tamentos. Por ejemplo, en un documento se narra: “hace 5000
años y debido a la ira de un dios furioso, éste provoca una gran
Tablilla del Diluvio
inundación o diluvio, durante 7 días y 7 noches. Ordena cons-
truir un barco, (Noé fue sumerio) y anticipa que los únicos que
sobrevivirán serán los constructores del barco y sus ocupantes
que eran animales, una pareja de cada especie; el barco enca-
lla en la ladera de una montaña y un marinero deja volar a una
paloma….”. Coincidencia total con el relato de la Biblia. Hay
pruebas de que estas inundaciones sí ocurrieron a causa del
deshielo en la última era glacial 10000 a.C., el mar aumentó
notablemente su nivel.

29
Hace unos 100 años cuando se redescubrió la mítica ciudad de
Ur, fue hallada bajo 20 metros de sedimento, lo que dio lugar a
pensar que la inundación posiblemente producto de un diluvio,
efectivamente sí ocurrió.

Otras tablillas sumerias relatan el mito de un rey de nombre


Gilgamesh, autor de un poema que describe un lugar para-
disíaco (Paraíso o Edén) ubicado en la baja Mesopotamia al
sur de la ciudad de Ur, en el Golfo Pérsico. Era este un lugar
completamente verde, cuyos habitantes gozaban de una vida
bendita, plena en abundancia, flora, fauna y agua. Esta raza era
de contextura alta y sana, poseedora de buenas costumbres
como se puede comprobar en sus tumbas y el trato que daban
a sus muertos. Este poema habla también de un “árbol de la
Tablilla del Gilgamesh vida eterna”, de su “fruto prohibido” y de la serpiente causante
Museo Británico
de la pérdida de la inmortalidad, como otros hechos narrados
en la Biblia.

Este lugar es ahora una isla y en la actualidad se llama Bahréin,


hoy con un paisaje muy diferente, ecológicamente hablando, de
lo que fue hace 5 mil años cuando estas tierras eran parte del
continente con valles verdes y fértiles.

Los sumerios llegaron a dividir al año en 12 meses, el día en 24


horas, la hora en 60 minutos. También dividieron la circunferen-
cia en 360 grados. Para medir se valieron del agua y del reloj
de sol, llegando también a calcular volúmenes. Se les atribuyen
inventos como la rueda, el gobierno, la consulta democrática
y la jardinería. Para la agricultura elaboraron un manual o ca-
lendario escrito, indicando cuáles eran los días propicios para
Firma con rodillos sembrar y cosechar, junto con la forma de hacerlo.

Para redactar documentos la gente iletrada se valía de escri-


bas. Estos procedían de las escuelas sumerias y por lo general
eran hijos de gente acomodada. Recibían enseñanza en: gra-
mática, matemáticas, geografía, mitología, botánica, zoología,
mineralogía, tal como se hace hoy. Llegaron incluso a confec-
cionar diccionarios. Para dar validez a sus documentos los fir-
maban, valiéndose de rodillos exquisitamente elaborados, que
identificaban oficialmente a las personas que no sabían escri-
bir; también usaban su huella dactilar como firma.

30
Otra tablilla muy interesante proviene de un médico, en ella
habla de las enfermedades y los remedios; cómo se preparan
según su procedencia vegetal, animal o mineral. Establece las
proporciones de los mismos y el método de mezcla. Este do-
cumento es considerado el “manual de medicina” más antiguo
que se conozca. El médico que hizo esta tablilla, se limitó exclu-
sivamente a lo científico y no a fórmulas mágicas ni hechizos
para tratar enfermedades que eran comunmente atribuídos a
demonios que se metían dentro del cuerpo de los enfermos y
que abundaban por toda Mesopotamia. En otra tablilla está la
primera fórmula que se conoce, para la elaboración de jabón con
fines medicinales.

Autores de grandes avances en la alfarería, fueron ellos quienes


inventaron el torno cerámico; también técnicas de irrigación con
excelentes resultados agrícolas. En metalurgia fueron los prime-
ros en darse cuenta que mezclando el cobre y el estaño se con-
seguía el bronce, por lo que son sus inventores.

Es este el momento en que surge la prosperidad de la mano de


un creciente comercio local y viajero. Nacen las clases sociales y
con ellas los reyes y sacerdotes, las leyes y los impuestos, como
también el nuevo urbanismo, las obras públicas de gran enver- Arte sumerio, 3.000 a.C.
Museo Británico
gadura y estructuras monumentales, “templos construidos con
los impuestos”.

Los conocimientos adquiridos viajan y se comparten a otras par-


tes del mundo de entonces, se benefician culturas como la egip-
cia, hindú y china, que encuentran a su vez la oportunidad de dar
a conocer también sus avances.

De alguna de las excavaciones realizadas aquí, proviene una es-


tatua de un diablo sumerio llamado Pazazu, que sirvió de inspi-
ración para la película “El Exorcista”. Irónicamente, las madres
sumerias colgaban amuletos en los cuellos de sus hijos con esta
figura, para protegerlos de la muerte. Definitivamente la historia Pazazu diablo sumerio
de la humanidad tiene su origen en Sumeria.

31
LOS ASIRIOS, 2000 A.C.

Su capital y ciudad más notable fue Nínive, ubicada en la parte


media de la Mesopotamia, actual Iraq. Sus habitantes eran de
origen semita, (semita quiere decir “de lengua semita” que viene
de Sem primer hijo de Noé y los pueblos de sus descendientes).
Se les conoció como un imperio despótico, brutal, de guerreros
temibles y sangrientos. La biblia se refiere a su nación como
“una tierra bañada en sangre”.
Nínive, 1.800 a.C.

Dotados con sus nuevas armas de hierro y sus carruajes de dos


ruedas, los asirios conquistaron y dominaron por 700 años a
Egipto, Babilonia, Arabia, Armenia y Samaria; no pudieron tomar
Jerusalén, hecho atribuido en la Biblia a la protección de Dios.

Las clases dominantes, de los pueblos conquistados, eran lle-


vadas a Asiria o se las exterminaban. El pueblo en general era
deportado o diseminado para ser reemplazado por población
Actualmente asiria, así aseguraban los territorios.

Las cabezas de los habitantes masacrados eran apiladas en las


puertas de entrada a las poblaciones conquistadas. En el siglo
VI a.C. el rey Asurbanipal dejó una inscripción en piedra en una
de estas ciudades que se lee: “erigí un pilar a las puertas de su
ciudad y desollé a todos los jefes que se habían levantado con-
tra mi. Cubrí el pilar con sus pieles, a otros los emparedé en su
interior, a otros los empalé en estacas sobre el pilar y a otros los
dispuse empalados sobre estacas en torno al pilar. A otros mu-
chos los desollé y con sus pieles cubrí las murallas y a los jefes
y funcionarios reales que se habían rebelado los desmembré”. En
otro pueblo hay esta otra inscripción: “he pasado por las armas a
tres mil guerreros y arrojado a muchos otros a las llamas, además
de haber cortado narices, orejas y manos y he sacado los ojos a
muchos otros”.

Sorprendentemente Asurbanipal era culto, pues fundó la primera


biblioteca que se conoce, con más de 20 mil tablillas de obras
babilónicas y que gracias a él no se perdieron.

En su decadencia los asirios fueron vencidos por los Medos y


Persas. Este pueblo que había dominado con tanto terror a sus
vecinos, pagó su crueldad de la misma forma: Nínive y sus ciuda-
32
des asirias fueron saqueadas, arrasadas y quemadas hasta sus
cimientos. Su población, incluidos mujeres y niños fue masacra-
da. De esto fue testigo el historiador griego Jenofonte cuando
pasó por la zona junto con el llamado “Ejercito De Los Diez Mil”.

BABILONIA 2000 A.C.


(APROXIMADAMENTE)

El nombre de esta ciudad es el más recordado a través de los


tiempos, gracias a que se la menciona muchas veces en la Bi-
blia. Ganó fama porque en ella se edificaron entre otros, la Torre
de Babel y los Jardines Colgantes de Babilonia.

Estuvo ubicada en la baja Mesopotamia entre los ríos Tigris y


Éufrates a 80 kilómetros de Bagdad. Herodoto, historiador grie-
go, nos describe la magnificencia de esta ciudad: “sobre sus mu-
rallas se puede circular con dos carruajes tirados por 4 caballos
cada uno”. Fue una gran metrópoli con gente de todas latitudes.
En este tiempo Abraham salió de la ciudad de Ur, su tierra natal,
hacia Canaán, la Tierra Prometida.

Había grandes edificaciones dentro de sus muros. Una de ellas


fue el templo de Nabucodonosor y otra, los Jardines Colgantes
de Babilonia, conocidos para los griegos como una de las 7 ma-
ravillas del mundo. Esta obra fue construida en honor y por amor Restos de Babilonia actual
a la esposa de Nabucodonosor para recordarle las verdes mon-
tañas y lo hermoso de su tierra natal. Además de flores, habían
también árboles que les proporcionaban sombra.

Otra gran estructura dentro de la ciudad fue la llamada Torre de


Babel de la cual queda solamente lo que se cree fue su base cua-
drada de 92 metros por lado y se estima que pudo haber tenido
unos 100 metros de altura.
Jardines Colgantes y Torre de Babel
Pintura de Martin Heemskerck
En el año 586 a.C. el Rey Nabucodonosor invade Jerusalén des-
truyendo el templo de Salomón y tomando 10 mil prisioneros ju-
díos incluyendo su rey y son llevados a Babilonia. A su ingreso
a la ciudad los israelitas se sienten abrumados por su grandeza,
los excesos y el ambiente deslumbrante de esta gran metrópoli.
Se sorprenden al ver a la población adorando a colosales dioses
paganos. Establecen que esa es la razón de su propia perdición y
33
deciden hacer cambios en sus creencias dando paso a la idea de
adorar a un solo Dios (hasta entonces ellos también veneraban
a varios dioses).

Desentrañan, reconocen e implantan el concepto de Dios como


único, tal como lo conocemos hoy. Inicialmente sería objeto de
discusión, unos lo aceptan otros lo rechazan, sin embargo, con
el paso del tiempo se constituye en un precepto. En Babilonia
los israelitas aprenden a escribir en arameo y se dedican a com-
plementar sus escrituras ancestrales y tradiciones orales, plas-
mándolas en cinco libros que más tarde llegarían a ser la Torá o
Ladrillo, posiblemente de la Torre de Pentateuco, parte del Antiguo Testamento. Es aquí en Babilonia
Babel. Museo Británico donde se da origen al monoteísmo judío, es decir, la creencia en
un solo Dios, doctrina seguida por las tres religiones abrahámi-
cas: judíos, cristianos e islámicos.

Debido a la diversidad de pueblos que convivían dentro de Babi-


lonia, los israelitas dan inicio aquí a la costumbre de la circunci-
sión y la instituyen como símbolo de identidad, para implantar
diferencias.

Otro aporte importante babilónico, fue un compendio de leyes


conocido como el “Código de Hammurabi” escrito por este rey
2000 años a.C.. Se trata de un documento jurídico que supues-
tamente su dios le había entregado sobre una piedra tallada de
dos metros y medio de altura, que contiene las 282 leyes que
regulan los asuntos comerciales, patrimoniales, los préstamos,
las herencias, los divorcios, el trabajo asalariado, los delitos, etc.,
como también las penas que corresponden a cada uno de ellos,
Ruta entre Mesopotamia y Jerusalén
entre las que se mencionan las multas, la mutilación y la pena
de muerte.

Pasó así Hammurabi a la historia como el primer legislador del


mundo. El mérito de su obra está en que recopiló algunos códi-
gos de leyes más primitivos, los resumió, los agrupó y esculpió el
resultado en esta piedra que ha perdurado hasta nuestros días.
Actualmente esta en el Museo del Louvre, en París.

La columna central de estas normas es la Ley del Talión: “ojo


por ojo, diente por diente” y ha influenciado en casi todas las
culturas posteriores, sirviendo incluso como base para muchos
de los conceptos jurídicos actuales, entre ellos los consignados

34
en la Biblia, donde se encuentran mandatos como “no robaras”,
“no desearas a la mujer de tu prójimo”, etc.; algunos de los man-
damientos aparecen aquí.
Hay otras leyes como:

• “Si un médico o arquitecto ocasiona herida o muerte a su


cliente, se le podría llegar a cortar la mano o inclusive darle
muerte”.

• “Mujeres en adulterio solo pueden ser salvadas a solicitud


de su esposo”.

• “La mujer de un esclavo puede acostarse con otro hombre


si en su casa no hay alimento”.

• “Si un hombre se divorcia, debe compensar económica-


mente a su mujer”.

• “Si un hijo ha pegado a su padre, se le cortará la mano”.


Código de Hammurabi, 2.000 a.C.
Las leyes escritas en piedra eran inmutables y respetadas por
los propios reyes, pues se les atribuía un origen divino.

Operaba también en Babilonia un sistema de banca, para dar cré-


ditos, que les permitió conocer de cerca la inflación.

Considero posible que con todos estos antecedentes mesopo-


támicos como el Edén, la Torre de Babel, el Diluvio Universal, las
tablas de las Leyes de Hammurabi, etc., sirvieron a los hebreos,
aparte de sus propios conocimientos ancestrales, para comple-
mentar y terminar de escribir los primeros libros de la Torá o Pen-
tateuco.

Mas tarde, Babilonia seria conquistada por Ciro, rey de Persia.

35
TROYA 1400 A.C.

No puedo dejar de tocar el tema de Troya y su historia narrada


en el siglo VIII a.C. por Homero a su hija, en “La Ilíada”, para que
ella la escribiese, puesto que Homero era ciego. Esto sucedió
400 años después de la guerra de Troya.

La ciudad y la historia de Troya fue siempre tomada como un


mito hasta que Heinrich Schliemann arqueólogo alemán halló
sus ruinas en 1871 en el oeste de Turquía, frente al estrecho
Ruinas de Troya actual
de los Dardanelos. Nueve Troyas fueron edificadas, una sobre
la otra a través de los siglos. Schliemann con mucha suerte
en sus excavaciones halló las ruinas que buscaba, en ellas en-
contró sensacionales joyas, piezas de oro, plata y bronce de la
Troya de Homero.

El oro de Troya

La historia relata el conflicto entre el reino de Troya, también lla-


mada Ilion, ubicada en la actual Turquía y los griegos de Esparta.
Elena, esposa de Menelao rey de Esparta es secuestrada durante
una visita que los troyanos hacen a su ciudad. Los griegos, en-
tonces al mando del rey de Argos, Agamenón, se movilizan hasta
Troya para rescatar a Elena, sitiando esta inaccesible ciudad por
10 años. Por cierto, Troya ya existía desde el 3000 a.C.

Aquiles, hijo del mortal Peleo y de Tetis, diosa marina, fue su-
mergido por su madre en la laguna Estigia para hacerlo inmortal.
Para ello lo tomó por el talón, haciendo que éste permaneciese
fuera del agua. De allí el dicho de “el talón de Aquiles” cuando
nos queremos referir al punto vulnerable de alguien o algo.

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Tras la protección de las murallas en la ciudad sitiada estaban los troyanos al mando del rey Príamo
y sus hijos Héctor, destacado guerrero quien estaba a cargo de la defensa y Paris quien se enamoró
de Elena y la secuestró.

Los griegos habían venido con 100 mil soldados y 10 mil naves de guerra. Debido al largo tiempo
que tomo el sitio, Aquiles, cansado, indeciso y defraudado porque Agamenón le arrebató a su queri-
da esclava Briseida, decidió abandonar la contienda. Ante esto Patroclo, amante de Aquiles, vestido
con sus armaduras se presentó ante las puertas de la ciudad y retó a Héctor a luchar. Este aceptó,
se enfrentaron y Patroclo resultó muerto en la contienda. Al enterarse Aquiles del hecho y luego de
ver muerto a su Patroclo, se presentó ante las murallas para desafiar de nuevo a Héctor.

Luego de una feroz lucha, teniendo Aquiles la inmortalidad a su favor, da muerte a Héctor y arrastra
el cadáver con su carro de guerra frente a las murallas de la ciudad, para furia de los troyanos y eu-
foria de los griegos. Impotentes, el rey Príamo y su hijo Paris contemplan la escena. Más tarde, el rey
de los troyanos pedirá la devolución de su hijo Héctor a lo cual accedió Aquiles.

Posteriormente, Paris buscará venganza y lo hace mediante un arco y lanza una flecha a Aquiles,
alcanzándolo en el talón, único lugar vulnerable de su cuerpo, herida que le resultó mortal. Caen así
los dos grandes héroes de esta epopeya.

Conocemos el final: los griegos construyen un gran caballo de madera que llenan de soldados y
lo abandonan frente a las puertas de la ciudad, simulando hacer un presente a los troyanos. Es-
tos aceptan complacidos el regalo y lo ingresan a la ciudad. Por la noche, después del festejo, los
griegos salen de su escondite, abren las puertas y permiten la entrada de los espartanos quienes
destruyen Troya a sangre y fuego.

Se dice que los pocos sobrevivientes troyanos que lograron huir llegaron por mar a Sicilia, frente a la
península itálica y que más tarde sus descendientes fundarían Roma (¿etruscos?).

El segundo libro de Homero, La Odisea, trata de los viajes de Ulises (Odiseo) de regreso de la guerra
de Troya y las aventuras que vivió mientras estuvo perdido por algún tiempo.

37
LOS PERSAS 600 A.C.

En el año 559 a.C. Ciro “El Grande” era conocido así por su inte-
ligente, tolerante y estratégica manera de administrar. Comenzó
por dominar sin luchar a los Medos que ocupaban el norte de
Irán, conquistando de igual forma a Babilonia capital del mundo
de entonces. Se le recuerda también porque permitió el retorno
a Jerusalén de 40 mil judíos después de 50 años de cautiverio
en Babilonia.

Por estos tiempos los persas disfrutaron de 200 años de gran


prosperidad. Su imperio iba desde Egipto hasta India y muchos
idiomas se hablaban en él. Su lengua madre era el arameo y
practicaban el Zoroastrismo como religión. La escritura desarro-
Imperio Persa
llada por los sumerios en tabletas de arcilla fue continuada por
los persas en papiros, fáciles de manipular y transportar.

En este Cilindro, descubierto en 1879, está inscrita la “Declara-


ción de los Derechos Humanos” más antigua que se conoce. En
una de sus partes decreta que se permitirá a los esclavos de
Babilonia, entre ellos los judíos, volver a sus patrias y venerar a
sus propios dioses.

Además de grandes palacios, carreteras y puentes, cuentan a su


Cilindro de Ciro
haber obras extraordinarias como el puente sobre el estrecho del
Bósforo, utilizando botes unidos uno a continuación de otro, una
maravilla de la ingeniería de entonces por la distancia y el olea-
je que debieron sortear. Este puente permitió el paso de 70 mil
soldados persas que más tarde tomarían e incendiarían Atenas.
Otra obra asombrosa y poco conocida, realizada por Darío, es la
que realizó en Egipto. Reconstruyó un canal de 210 kilómetros
de largo a través del desierto para unir al río Nilo con el mar Rojo
y hacer posible la navegación entre el Mediterráneo y el Índico (lo
que hoy se hace por el Canal de Suez).

Este canal, llamado el “Canal de los Faraones” de casi 100 ki-


lómetros de largo es muy antiguo, lo comenzó Ramsés II en el
1250 a.C. pero tuvo que interrumpirlo debido a un mal cálculo de
diferencias de altura insuperables entre estos dos mares, (este
mismo problema impidió a Napoleón la construcción del Canal
Canal de los Faraones - Ramsés II de Suez en 1799).

38
Setecientos años después de que Ramsés II tratara, Darío logra-
ría terminarlo e inaugurarlo. Presenciaría más tarde, el paso de 20
de sus navíos cargados de tesoros egipcios, de regreso a Persia.

El canal tenía 45 metros de ancho y facilitaba el paso de dos


naves a la vez, había también un camino paralelo que permi-
tía halar los barcos con cables desde fuera. Según Herodoto,
120.000 hombres perdieron la vida en este proyecto.

Esta ruta unía el Indo con Persia, Arabia, el mar Rojo, Fenicia,
Jonia y el Mediterráneo, también sustituyó a las caravanas
que llegaban a Babilonia por tierra desde oriente.

Este canal estuvo operativo por algunos siglos, inclusive en


la época romana. En el siglo III de nuestra era desapareció
inundado por las arenas del desierto. Los árabes lo volverían a
limpiar en el año 641 pero lo cerrarían más tarde por motivos
militares.

También, se atribuye a los persas la invención de la conduc-


ción de agua desde las montañas hasta los desiertos, por
entre túneles cavados bajo el suelo con declive calculado y
tomas de aire o ingresos cada ciertas distancias. Los llama-
ron “canats”, evitan la evaporación producida por el calor del
desierto y llevan el agua a sitios muy distantes para convertir
estas tierras en habitables y cultivables.

En el 518 a.C. Darío convocó a artesanos de todo tipo y proce-


dencia, especialmente de Grecia y los llevó al sur. Allí, en un lugar
alejado de los asentamientos tradicionales, emprendió la cons-
trucción de un nuevo, magnífico y misterioso palacio al que los Persépolis, 500 a.C.

griegos llamarían Persépolis, la “Ciudad de los Persas”. Sesenta


años tomó la ejecución de esta obra monumental.

Las columnas talladas tenían 20 metros de altura y un metro y


medio de diámetro, decoradas con cabezas de toros, águilas
y otros animales. Su interior con trabajos en oro y sus paredes
con baldosas de colores, emulando a Babilonia. Contaba con
un sistema de alcantarillado y otro de agua potable, ambos
subterráneos. Uno de los más importantes edificios fue el del
“Tesoro Real”. En él se guardaban todas las piezas de valor:
oro, joyas, cristales, alfombras de todos los orígenes, fue la Ruinas de Persépolis actuales

39
bóveda del tesoro persa. Habían también 30 mil documentos
con las constancias de los tributos. Una vez al año, venían los
administradores de todas las provincias del imperio a celebrar
el año nuevo y traían consigo sus tributos para el rey junto con
los más extravagantes regalos, incluyendo exóticos animales
africanos.

Motivo de preocupación para los persas eran sus distantes


fronteras, especialmente aquellas que tenían con algunas ciu-
dades griegas como Eritrea, Atenas y Esparta. Estas dos últi-
mas se aliaron para luchar en la batalla de Maratón, donde lo-
graron derrotar a los persas y dando comienzo a las “Guerras
Médicas”. La segunda batalla de las tropas persas al mando
de Jerjes hijo de Darío, fue la de Las Termopilas, quien fuera
Mapamundi persa
derrotado con mucho perjuicio de la reputación de su poderío
militar.

En el año 336 a.C. siendo Darío III gobernador de Persia, debió


enfrentar una invasión por parte de los griegos al mando de
un muchacho de 22 años, se trataba de Alejandro Magno.
Darío le ofreció la parte occidental de su reino y a su hija en
matrimonio a lo que Alejandro le replicó: “no..., lo quiero todo”.
Se vio entonces Darío obligado a enfrentarle, seguro de que
sus carros de guerra le garantizaban la victoria, finalmente fue
derrotado por Alejandro.

En el siglo VI a.C. se elaboraron aquí por primera vez las al-


fombras persas. También se debe a ellos la introducción a oc-
cidente de la gallina doméstica traída desde India. En el siglo
VII de nuestra era tribus árabes del desierto con la naciente fe
musulmana conquistan Persia y se crea el califato de Bagdad.
Su increíble suntuosidad daría origen al famoso compendio
de cuentos de la literatura árabe llamado “Las Mil y Una No-
ches”. A su paso por esta ciudad, Marco Polo nos relata su
Orfebrería persa
sorpresa al ver por primera vez los helados, cuya receta daría
a conocer más tarde en Europa.

En la corte de Alejandro Magno, había la costumbre de cubrir


con nieve ánforas con frutas y miel, las que luego se servían
heladas. Los cocineros de los califas de Bagdad perfecciona-
ron esta costumbre e inventaron el néctar de fruta.

40
LOS GRIEGOS 600 A.C.

A Alejandro Magno le correspondió desde muy joven heredar de


su padre Filipo el reino de Macedonia. Tenía 20 años, era blanco,
de pelo claro y ondulado y una particularidad adicional, sus ojos
eran de colores diferentes. Su formación militar fue muy rigurosa
y en lo intelectual, fue alumno nada menos que de Aristóteles.
Sabía los poemas homéricos de memoria y por la noche coloca-
ba la Ilíada debajo de su almohada.

Filipo, padre de Alejandro, fue un guerrero extraordinario y ca-


rismático. De él aprendió su sentido de liderazgo y las dotes de
administrador, organizador y estratega de guerra.

Una anécdota interesante: Filipo adquirió un caballo muy brioso


que en un evento, nadie lo podía montar. Habiendo notado Ale-
jandro que el caballo se asustaba de su propia sombra, lo colocó
frente al sol y logró así tranquilizarlo, montarlo y dominarlo. Sor-
prendido y dándose cuenta del verdadero alcance de su hijo, se Alejandro Magno
relata que Filipo le dijo: «Macedonia es demasiado pequeña para ti».
Más tarde, Alejandro llamaría a este caballo Bucéfalo y sería su
compañero en viajes y batallas.

Continuó con la campaña emprendida por su padre contra el im-


perio persa en venganza por la destrucción y el incendio de los
templos de la Acrópolis en Atenas.

Ingresó al Asia Menor haciendo una breve parada en Troya don-


de honró la tumba de Aquiles, su héroe mitológico. Su primera
batalla contra los persas fue en Gránico, en la que triunfó sin pro-
blema. En esta batalla durante un ataque por su espalda, Clito,
uno de sus fieles guardianes desde la infancia, salvó su vida de
un sablazo cercenó la mano del persa.

Pasó un año asegurando la Anatolia, actual Turquía, para luego


proseguir hacia Siria y poner bajo su dominio los puertos y la
flota persa, fortaleciéndose para su nuevo enfrentamiento con
Darío.

Su siguiente batalla fue en Issos, 333 años a.C., frente a la costa


de la actual Siria. La libró contra el propio Darío III al mando de
su ejército de 600 mil soldados, mientras que los griegos solo
41
sumaban 60 mil. Alejandro utilizó a su favor una estrechez de la llanura para hacerles frente y evitó así
que los persas pudieran abrirse y desplegar toda su fuerza. Esto les costaría nuevamente la derrota.
Viéndose perdido Darío huyó, dejando abandonadas en el campo de batalla sus armas y su capa púr-
pura. Los guardias de Alejandro, entre los que se hallaba Ptolomeo su posterior biógrafo, trataron en
vano de alcanzarlo.

Más tarde, Alejandro encuentra a la familia de Darío, les dispensa un trato real y les comenta que no
se trata de nada personal contra este, que solo está de paso en su conquista del Asia. Posteriormente,
Darío trataría de que le devolviera su familia a cambio de territorios y rescate, pero Alejandro no mani-
festó interés alguno en ello.

Sigue su marcha hacia el sur y conquista Fenicia, Canaán y Egipto. Trata de conquistar la pequeña isla
de Tiro, ciudad de fenicia situada a 800 metros frente a la costa actual del Líbano, pero sus habitantes
se niegan a rendirse confiando que sus murallas solo permiten acceso desde el mar.

Los ingenieros de Alejandro usando los restos de la antigua ciudad de Tiro ubicada en la costa, cons-
truyeron una calzada sobre un terraplén desde tierra firme hacia la isla con una pendiente tal que al
llegar quedaba a nivel con la parte superior de las murallas. Desde allí los griegos utilizaron su maqui-
naria de guerra y tras una encarnizada defensa los tirenses hicieron fracasar esta ofensiva. Decidió
entonces Alejandro comenzar otra muralla mejorada y más alta, les tomaría siete meses de paciencia
y duro trabajo. Finalmente, tras una resistencia descomunal logró someterlos. Fue tanta la ira de Ale-
jandro por la osadía de estos que asesinó a todos sus pobladores y destruyó la mitad de la ciudad.
Este sería uno de los capítulos más importantes de su campaña.

Se dirigió luego hacia Egipto donde fue bien recibido; consiguió apoyo y respaldo en su lucha contra
los persas. En la ciudad de Menfis fue vitoreado y nombrado “Faraón Alejandro”. Navegó por el río Nilo
hasta su desembocadura, aquí fundó la primera ciudad que llevaría su nombre, Alejandría, la misma
que más tarde sería famosa por su biblioteca. De las 70 ciudades que fundó, 50 recibieron su nombre.

Alejandro sabía que de regreso a Persia debería enfrentarse nuevamente a Darío y acudió sin dudarlo.
Nuevamente, fue Darío quien escogió el campo de batalla sin olvidar sus antiguos errores. La batalla
tendría lugar en la llanura de Gaugamela, muy cerca del río Tigris. Reunió a un numeroso ejército de
pueblos sometidos: árabes, partos, bactrianos, sogdianos, armenios, escitas, medos, indios y otros.
Estimaciones modernas calculan que había en total unos 250 mil soldados de a pie, 20 mil jinetes, 200
carros con hoces afiladas en sus ruedas y 15 elefantes entrenados para la guerra. También, se estima
que incluían unos 22 mil campesinos escogidos por necesidad y sin preparación militar, los cuales
huyeron cuando comenzaron a percibir su derrota. Cuarenta y siete mil soldados componían el ejército
macedonio; por la desigualdad de fuerzas y características esta batalla se ha considerado histórica-
mente como una obra maestra y la más importante de Alejandro. Viéndose nuevamente perdido Darío
logra escapar hacia Bactria, actual Afganistán, en busca de apoyo por parte de pueblos orientales más
alejados, entre éstos uno famoso por sus arqueros de a caballo.

42
Recorrido de Alejandro

Después de la batalla Alejandro y Hefestion, su amante, entraron al palacio de Darío y se encontra-


ron con las mujeres de la corte entre las que estaban la madre de Darío, Estatira su esposa, consi-
derada la mujer más bella del Asia, sus dos hijas: Estatira y Dripetis y su hijo, para decirles que Darío
estaba vivo. Durante el saludo la madre de Darío se dirige por error a Hefestion pensando que era
Alejandro y al ser consciente de su error, teme por su vida. Alejandro la invita a no preocuparse y le
dice que Hefestion también es Alejandro. Aquí en Susa, Alejandro toma como esposa a Estatira, la
hija mayor de Darío, dando a Hefestion la joven princesa Dripetis. Es irónico pensar que sería en este
mismo palacio donde once años más tarde a su regreso de India, Alejandro moriría.

Con respecto a la vida sexual de Alejandro se sabe que estuvo relacionado tanto con hombres como
con mujeres. En Grecia era costumbre la relación entre hombres jóvenes o entre un hombre mayor y
un adolescente, lo cual no era mal visto. Hay que recordar que en la antigüedad la homosexualidad
tanto de barones y mujeres era de general aceptación, salvo excepciones; pero fue prohibida en la
religión judía y más tarde se buscó su erradicación definitiva con la influencia de la filosofía estoica
y el cristianismo.

Su primer amante fue Hefestión amigo y compañero de la infancia. Durante su visita a Troya hicie-
ron un sacrificio en los altares de esta ciudad en honor a sus héroes de la Ilíada, Aquiles y Patroclo.
Los admiraban, incluso se identificaban con ellos. Alejandro honró a Aquiles y Hefestion a Patroclo,
compañeros sexuales respectivamente. Otro compañero sexual y sentimental de Alejandro fue un
eunuco de gran belleza llamado Bagoas, amante también del rey persa Darío III.

En cuanto a su relación con mujeres se sabe que Alejandro se casó tres veces. La primera con la
princesa Roxana hija del Gobernador de Bactria. Luego se unió a la princesa Barsine-Estatira hija
del rey Darío III, después desposó a la princesa Parysatis hija del rey Artajerjes III. Se conocieron

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también relaciones con otras mujeres, una de ellas con una princesa hija del Gobernador de Frigia y
también con Kampaspe, su primer amor.

Alejandro fue padre al menos dos veces: su primer hijo fue Heracles, nacido de la princesa Barsine y
Alejandro IV hijo de la princesa Roxana, nacería seis meses después de la muerte de Alejandro.

Resulta interesante y difícil comprender las costumbres griegas de entonces. Temían a la sexualidad
femenina y las mujeres, sin importar su edad, eran consideradas mentalmente como menores y debían
ser acompañadas permanentemente de tutores masculinos. Se les daba el mismo trato que a cualquier
transacción comercial; se les casaba desde los 11 años solo para procrear y permanecían encerradas en
sus casas. No eran objeto de placer sexual ni de sentimientos de amor como lo conocemos hoy.

La admiración y promoción de chicos hermosos, era muy similar a lo que hoy vemos en los concursos de
belleza femeninos. Se desarrolló un culto artístico a la desnudez y se convirtió en obsesión. Los gimna-
sios estaban llenos de muchachos completamente desnudos, cultivando y embelleciendo sus cuerpos
para poder ser admirados. Se pusieron en auge los prostíbulos masculinos, también la castración de
muchachos esclavos para este fin.

El amor, la amistad y el placer sexual se daba entre varones. Esta costumbre ha perdurado por siglos
y da lugar a que muchos ejércitos sean formados por parejas de hombres que durante las batallas se
cuidaban entre si.

Se consideraba normal que los padres entregaran a sus hijos a tutores adultos para que los adoptasen
como ahijados y se convirtieran en sus convivientes, con anuencia de los padres. Era mal visto si un
adulto no había tenido al menos a un muchacho como amante. El amor en su forma más elevada era
concebido solo entre hombres y se procuraba que la relación fuera “para toda la vida”.

Alejandro conquista Babilonia y Persépolis apoderándose de sus riquezas. Se dice que hallándose en
Persépolis durante el festejo por su victoria, en medio de la euforia causada por grandes cantidades
de vino, arrojó una antorcha encendida que dio comienzo a un monumental incendio que acabó con
el enorme palacio incluyendo su biblioteca llena de documentos escritos sobre pergaminos y papiros.
Posteriormente, el mismo Alejandro lo lamentaría con gran amargura.

Empujado por su obsesión de atrapar a Darío, Alejandro se adentra en el Asia y llega a Ecbatana,
una ciudad de los Partos al sur del mar Caspio, para encontrarse con que Darío había sido asesi-
nado, poco antes de su llegada, por un general súbdito persa llamado Bessos. Este pensaba que si
permanecían leales a Darío sus provincias serían atacadas y decidieron entonces entregar a Darío
muerto. Esto provocó la ira de Alejandro y exclamo que “un rey solo puede ser muerto por otro rey”
y se dispuso a vengar su muerte.

Bessos emprendió la huida y se proclamó rey de Bactria lo cual enfureció aún más a Alejandro, lo persi-
guió y tras alcanzarlo le cortó las orejas y la nariz. Lo entregó entonces al hermano de Darío ordenándole

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que lo llevaran al lugar donde cometió el magnicidio y lo crucificaran, además que no se permitiese a los
buitres acercársele.

Posteriormente en su recorrido hacia el oriente, Alejandro tuvo que ir sometiendo una a una las siete ciu-
dades-fortaleza que habían levantado los persas con el fin de protegerse de las invasiones de los escitas
(Scythia) y de las tribus nómadas.

Cuando llega a la legendaria Maracanda, actual Samarcanda, encuentra que sus habitantes, los sogdia-
nos, un pueblo de origen iraní al mando de Oxiartes se habían revelado y atrincherado en una fortaleza
inexpugnable en lo alto de una gran colina llamada “la roca sogdiana”. Con gran esfuerzo y una importan-
te recompensa en oro, las tropas de Alejandro la escalan y someten a Oxiartes. Luego conoce a su hija,
la princesa Roxana, se enamora y más tarde se casa con ella esperando tener un heredero.

En este lugar, durante un festejo con sus tropas ocurre un incidente: Clito, compañero y guardaespaldas
desde su niñez, entra en una acalorada discusión con Alejandro, seguramente bajo el efecto de la bebida.
Le manifestaba no estar de acuerdo con el trato que da a los pueblos sometidos y que no debe ser como
a sus propias tropas. Además le increpaba diciéndole: “debes a tu padre toda la gloria que posees, de
no ser por mí, estarías muerto”. Le acusaba también de formar parte de un complot para asesinar a su
padre Filipo. Preso de cólera Alejandro tomó una lanza y mató a Clito. Fue tanto el remordimiento que
este hecho causó a Alejandro que hasta trató de suicidarse, sus hombres lo impidieron. Tres días estuvo
encerrado víctima de una fuerte depresión.

La larga temporada soportada por los soldados fuera de casa se convirtió en un problema mayor, que-
rían regresar a su patria, Alejandro no cesaba de soñar con nuevas conquistas. Ante la imposibilidad
de cruzar el Himalaya decidieron ir hacia el sur en busca del mar, encontrándose con que debían cruzar
India, lo que les obligó a librar más batallas. De ellas, una sería la más sangrienta y la que dejaría profun-
das huellas en Alejandro, fue herido de gravedad pero logró sobrevivir; también cae herido de muerte su
caballo Bucéfalo, en su honor funda en India una ciudad con su nombre.

Ante el agotamiento de su ejército por las constantes luchas, Alejandro decide regresar y comete un
enorme error al hacerlo a través del desierto que ocasiona inmensa cantidad de bajas; su número no ha
sido determinado.

Habiendo llegado a Babilonia, Hefestión, su amigo-amante cae enfermo. Nunca se supo si fue envene-
nado pero muere a los pocos días, evento que afecta mucho a Alejandro. Poco después y faltándole solo
algunos días para cumplir sus 33 años, Alejandro muere también de la misma forma.

Tras la muerte de Alejandro Magno: su madre Olimpia, su esposa Roxana, su hijo Alejandro, su amante
Barsine y su hijo Heracles fueron asesinados por orden de Casandro, hijo de uno de sus generales, quien
más tarde sería gobernador de Macedonia.

45
Los territorios conquistados fueron repartidos entre sus genera-
les. Ptolomeo gobernó Egipto y se nombró rey, fundó la dinastía
Ptolemaica del período helenístico. Entre sus descendientes se
cuenta la última reina de Egipto, Cleopatra.

Posterior al paso de Alejandro, Alejandría en Egipto fue erigida al


más depurado estilo griego clásico. La construcción de la famosa
“Biblioteca de Alejandría”, una de las siete maravillas del mundo
Biblioteca de Alejandría, Egipto antiguo, se debió a Ptolomeo, general de Alejandro, siendo más
tarde continuada por su hijo Ptolomeo II.

Se proyectó hacer de Alejandría “La Ciudad del Saber”, que fue


el sueño de Aristóteles. La creación de la biblioteca fue posible
gracias a las favorables condiciones económicas del momento
en Egipto por parte de Ptolomeo II, quien solicitó a todos los sobe-
ranos del mundo helenístico de aquel tiempo que enviaran: filóso-
fos, poetas, historiadores, eruditos y sabios de todas las ciencias,
para que contribuyeran con obras, escritos y tratados de todos los
géneros. Se recolectaron unos 500 mil pergaminos de la literatu-
ra y filosofía: griega, persa, egipcia, caldea y judía, entre otros se
incluían obras de: Homero, Píndaro, Sófocles, Sócrates, Esquilo,
Eurípides, Platón y Aristóteles, los mismos que fueron traducidos,
copiados y archivados en esta biblioteca;.

El expansionismo helenístico llegó a todos los rincones del mun-


do de entonces, fue así como la cultura y el idioma se pusieron de
moda, llegando incluso a las tierras de Judea, Mesopotamia, Asia
Central, India, etc..

Cuando los hebreos fueron influenciados por la cultura helénica,


Ptolomeo se interesó por un libro judío que estaba precedido de
cierta fama de mítico y místico, se le atribuía un origen sobrenatu-
ral. Se trataba de la Torá o libro de la ley judáica. Cuando se intentó
traducir se descubrió que estaba escrito en un idioma desconocido.
Ptolomeo pide que se traigan traductores de Judea con dominio
del griego. Del templo de Jerusalén le envían 70 personas para esta
tarea. Una vez traducida la Torá al griego, habrá de convertirse en la
“Biblia Griega”, fuente absoluta para todas las biblias futuras.

Es un hecho conocido, que importantes principios judaicos espe-


cialmente los relativos al monoteísmo, fueron adoptados por los
filósofos griegos, mucho antes de llevarse a cabo esta traducción.

46
LA GRAN ARMENIA

Continuamos con nuestro viaje hacia donde sale el sol. Por momen-
tos, a fuerza de mirar por las ventanas nos parece estar inmóviles
y mientras el paisaje es el que se mueve, desfilando interminable
ante nosotros. Los días son hermosos y disfrutamos de un agrada-
ble clima otoñal.

Pasamos por la parte norte de la frontera entre Siria e Irak, en terri-


torio de la antigua Armenia aunque la frontera actual se encuentra Viejo monasterio abandonado
más adelante. Este territorio fue invadido y repartido entre turcos,
rusos e iraquíes. Es difícil distinguir a la gente que vamos encon-
trando: turcos, armenios, kurdos. Un compañero del grupo nos dijo
que es su vestuario y su idioma lo que los identifica. Posiblemente
así sea para quienes viven por estas tierras, yo los veía a todos igual.

Llegamos a la ciudad de Erzurum llamada así por los árabes para


designar a la “Tierra de Los Romanos”. Estuvieron aquí Alejandro
Magno, algunas legiones romanas y Tamerlán. Estábamos a 1800 Ciudad de Erzurum, Turquía
metros de altura sobre el nivel del mar. Encontramos un fuerte con
una muralla bien conservada que data de la época bizantina, tam-
bién una mezquita y una médrese del siglo XIII con hermosos traba-
jos en piedra, tanto en su interior como en el exterior.

Con Gastón y Sofía vimos fruta seca en abundancia y decidimos ca-


minar hasta el mercado en su busca. Encontramos, dátiles, higos,
damascos, dulces, etc., nos aprovisionamos para los próximos días Palacio de Ishak pasha
de viaje.

Al salir de Erzurum fuimos despedidos por una pequeña banda de


músicos y un grupo de bailarines, hombres y mujeres ataviados con
sus trajes típicos. Ejecutaban danzas tradicionales con gran destre-
za en el movimiento de sus pies. Nos alegró este homenaje.

En el trayecto hacia Horasan y Kars observamos un poblado fuerte-


mente amurallado llamado “Citadel”, lo traduciría como “ciudadela”,
Fuerte Selyucida
así se denominan a este tipo de fortificaciones. Fue construido por “De Las Orejas Negras”
una tribu selyucida llamada “De las Orejas Negras”. Encontramos
también un viejo puente, aún en servicio, sobre la unión de dos ríos;
tiene 220 metros de largo, yace sobre arcos de piedra. Se lo ve aún
fuerte y de dimensiones respetables a pesar de haber sido construi-
do en el siglo XII.
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Nos acercábamos a la frontera con la Unión Soviética, se nos ad-
virtió enfáticamente que estaba prohibido tomar fotografías y que
los vecinos eran muy estrictos en esto. En los últimos 500 kilóme-
tros observamos gran cantidad de infraestructura militar: radares,
tanques, soldados, instalaciones en general. Tener a los rusos de
vecinos no debe ser muy agradable.

Abundancia de fruta seca Esta zona es también parte del Kurdistán, habitada y compartida
con armenios. Los kurdos han sido siempre una minoría sometida;
fueron invadidos, maltratados, perseguidos y hasta esclavizados
por sus vecinos lo que los ha obligado a replegarse a las montañas,
haciendo caso omiso de las fronteras y viviendo en el aislamien-
to. Durante toda su existencia han luchando por su independencia,
nunca han tenido paz.

Puente de Piedra, Siglo XII


Los kurdos poseen su propia lengua y costumbres. Las mujeres lle-
van su rostro descubierto y se visten con túnicas de colores. Cuan-
do se casan tienen libertad para escoger a su esposo, podría decir-
se entonces que se casan por amor. Nos dijeron también que aquí
no existe la poligamia, tampoco leyes escritas ni jueces. En cada
grupo o tribu hay un jefe nombrado hereditariamente de entre los
más ancianos de una misma familia el cual administra y hace cum-
plir la justicia; que las penas impuestas según su código moral son
severas. Los kurdos tienen mala reputación y son conocidos como
ladrones. A mediados del siglo pasado los turcos los usaron para
el exterminio de cristianos armenios, esto les dio también fama de
asesinos.

Al atardecer, llegamos a un pequeño poblado llamado Kars situado


a unos 80 kilómetros de la frontera, alguna vez Kars fue capital de la
antigua Armenia. Lo encontramos muy desolado, lo azotan el vien-
to y el frío. Hay una “ciudadela” en lo alto de un cerro que luce im-
ponente con doble muralla. Tiene en su interior una iglesia del siglo
X llamada de los Santos Apóstoles, construida por los armenios.

La gente se transporta en carretas tiradas por caballos o burros,


hicimos varios grupos y salimos de paseo, nos provocaba risa al
vernos unos a otros en esas condiciones. Observo a la gente de
preferencia niños o viejos; veo armenios rústicos, sencillos, agrada-
bles, como la gente del campo. Nos invitan a compartir sus alimen-
tos, siempre con gesto agradable, nos miran y les provoca risa lo
Kars
que hacemos y de cómo vestimos.

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Temprano por la mañana después de desayunar nos embarcamos
rumbo a la legendaria ciudad de “Ani”, estamos impacientes por co-
nocerla. Durante el viaje comprendimos que no es fácil llegar a ella,
tanto por los 80 kilómetros de mal camino, como por los permisos
que se requieren. Después de pasar varios controles militares, in-
cluyendo una base abandonada, se nos retienen las cámaras foto-
gráficas lo que nos causa mucha desazón. Una vez que arribamos,
la primera impresión al ver las ruinas fue que debió haber sido una
ciudad importante por la grandiosidad de sus ruinas, en su tiempo
capital de Armenia. A través de su historia aquí existieron algunos
reinos y principados.

Ani fue habitada desde la edad de bronce. Las primeras referen-


cias son del siglo V d.C. donde cuentan había un gran castillo en la
cima de una colina; en el siglo VII fue tomada por los árabes; más
tarde, en el siglo XIII y ante la inminente llegada de los mongoles los
habitantes abandonaron la ciudad. En el siglo XV los otomanos se
hicieron de ella prácticamente deshabitada.

Ruinas de la ciudad de Ani, siglo V

La ciudad está construida sobre una meseta triangular protegida en


dos de sus lados por barrancos; rodeada por una muralla de ocho
metros de alto y siete kilómetros de largo. Hay varias puertas, al-
gunas de ellas aún en pie. Ingresamos por la llamada “Puerta del
León” porque tiene tallada una cabeza de león en su entrada; en
otra me sorprende observar en su parte superior el águila y la es-
vástica nazi talladas en piedra. Me pongo a pensar en la edad real
de estos símbolos y su verdadero origen; solo se que tienen más de
5.000 años y “que se pierde su rastro en la noche de los tiempos”.
El mismo Gengis Khan lucía en su anillo la esvástica a manera de
talismán. No hay nada nuevo en este nuestro mundo y la historia
solo se repite.

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Caminando por sus ruinas, pude apreciar restos de palacios y de
otras importantes edificaciones, muy poco queda en pie. Hubieron
aquí diez iglesias, la que mejor se ha conservado es la Catedral,
construida en el año 900, en su interior habían frescos con episo-
dios bíblicos.

Por todas partes habían fragmentos de orfebrería con diseños en


Catedral de Ani, siglo X variados colores, especialmente tonos de verde y turquesa. Recogí
algunas muy hermosas y bellamente decoradas. La más importan-
te, una pieza de bronce de unos 15 centímetros de largo con dise-
ños en alto relieve y que logré traer conmigo.

En uno de los barrancos, al costado de la ciudad, encontramos otra


iglesia armenia llamada “San Gregorio el Iluminador”. A poca dis-
tancia, un puente de acceso llamado “El Puente de Marco Polo”.
San Gregorio predicó aquí el cristianismo en el año 301, el rey de
El puente de Marco Polo entonces proclamó esta religión como oficial, convirtiéndose en
uno de los primeros lugares en hacerlo. Los armenios crearon un
alfabeto compuesto de 36 caracteres y tradujeron las sagradas es-
crituras al armenio; alcanzaron su esplendor en el siglo X.

Continuamos nuestro viaje al atardecer en busca de algún lugar


donde pasar la noche. El paisaje en esta zona es hermoso, hay
montañas nevadas cercanas, entre las cuales esta el monte Ararat
de 5200 metros de altura. Lo imaginaba más pequeño, realmente
es grande e imponente, algo parecido al Chimborazo con su parte
superior plana. Existe la creencia de que en sus laderas se encuen-
tra encallada el Arca de Noé. Los armenios afirman que descienden
de Haik, nieto de Noé.
Monte Ararat, monasterio Khor Virap,
Armenia En los alrededores del Ararat hay antiguos monasterios que guar-
dan supuestos pedazos de madera del arca, recogidos a través de
los siglos. Este hecho le da un toque de “paraje bíblico” y me impre-
siona gratamente. Marco Polo nos cuenta que se sintió privilegiado
al contemplar esta mágica silueta.

Era sábado y había sido un largo día, estábamos agotados. Nos


dispusimos a pasar la noche en una pequeña aldea, hacía mucho
Madera del Arca de Noe frío y solo queríamos comer. En cada oportunidad tratamos de
sentamos junto a compañeros diferentes para conocernos mejor.
Esta vez compartimos con dos japoneses a quienes habíamos tra-
tado superficialmente. Eran periodistas de un canal de televisión y

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formaban parte de un grupo que próximamente realizaría un documental sobre “La Ruta
de la Seda”. Grande fue mi sorpresa cuando Gastón se dirigió a ellos en japonés, me
limité a escuchar, por supuesto. Después de cenar, durante la sobremesa y disfrutan-
do de un poco de coñac que llevaba conmigo me dirigí a Gastón tratando de que me
cuente más de sí, pues a pesar del tiempo que habíamos compartido, aún ignoraba
mucho de él. Siempre me contestaba con una media sonrisa y mantenía el mis-
terio; tampoco insistía. Con sorpresa le pregunte qué otros idiomas hablaba,
me contesto que de los importantes, el latín, que sabiéndolo, los demás que lo
tienen como su raíz, son más fáciles de aprender.
Gastón petit

Continuamos nuestra plática sobre varios temas, casi siempre acerca de lo que habíamos visto durante
el día y lo que veríamos al día siguiente. Eso se volvió costumbre y Gastón me contaba aquello que a su
criterio sería más importante para visitar en los próximos días. Nuestro tema central era la cercana entra-
da a territorio ruso, hecho que nos ponía un poco tensos.

Le hablé sobre las costumbres del Ecuador, de su clima, de sus atractivos turísticos, también le dejé saber
sobre mí, mi profesión, mi familia. Gastón seguía evitando referirse a sí mismo hasta que después de una
pausa, como pensando que el tema era delicado me preguntó que si practicaba alguna religión a lo que le
contesté que sí, que había sido criado en un hogar católico y que me consideraba como tal.

Antes de darnos las buenas noches para dormir me hizo una invitación para el día siguiente sin darme el
menor detalle, “es algo especial” me dijo, pensaba yo, quizás era su cumpleaños o de algún otro compa-
ñero, en fin solo era cuestión de esperar.

Y fue entonces cuando viví una de las experiencias más especiales del viaje. A las seis de la mañana,
como de costumbre, me desperté y aún medio dormido me dirigí afuera para asearme. Mientras lo hacía,
recordé la invitación de Gastón y al regresar con la toalla en mi cintura, noté su ausencia, no estaba, pero
sobre la mesa había tendido una toalla a manera de mantel, sobre ella había una botella de vino y dos
vasos. Sí, es su cumpleaños, pero muy temprano para celebrarlo, pensé. Al poco rato regresó trayendo un
gran pan de centeno de esos que solamente hacen los campesinos, lo dejo sobre la mesa y de su equi-
paje saco un pequeño neceser y me dijo en español ¿quieres escuchar una Misa conmigo?; me quedé
sorprendido al comienzo, pero después de pensar lo que estaba pasando le contesté que sí. Me dijo: soy
sacerdote misionero dominico, he vivido treinta años en el Asia, tal vez eso conteste a muchas de tus
preguntas, no te lo he dicho antes porque no quiero que nadie lo sepa, quisiera evitar problemas al grupo
especialmente al ingreso en la Unión Soviética.

Conmovido e incómodo por no haber podido vestirme aún, comencé a hacerlo mientras reflexionaba so-
bre la manera de decirle que no me sentía preparado para una ceremonia así, a lo cual me respondió: “no
te preocupes, Él comprenderá nuestras circunstancias”.

Celebró la misa en francés leyendo el ritual en un pequeño libro que había traído consigo. Yo miraba a
través de la ventana y no podía creer lo que me estaba sucediendo, este encuentro con Dios, en estas

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tierras y en estas circunstancias, después de que por tanto tiempo no lo había visitado en su casa. El pai-
saje lucía tan primitivo e inhóspito, como en un entorno bíblico, seguramente debido a la influencia cercana
del monte Ararat, mi tensión iba subiendo y me sentía caer preso de aquella tremenda emoción que me
embargaba. ¿Por qué -me preguntaba- tengo yo la suerte de pasar por experiencias tan especiales y vivir
situaciones con tanto significado y trascendencia?

Durante la ceremonia, Gastón tomo el pan y lo bendijo. Lo partió y me dio un pedazo yo era incapaz de com-
prender la emoción que sentía: estaba por comulgar y no recordaba cuándo lo había hecho por última vez.
Imaginaba que pecaba al recibir a Dios sin prepararme ni merecerlo, pero finalmente pensé que si Dios lle-
gaba a mí allí y en esas circunstancias, era ante todo porque Él así lo quería. Pensé en mis adentros, en mis
faltas y en lo que debía enmendar. Me comprometí a mejorar mis actos. Entre tanto, ya me había llevado a
la boca aquel pedazo de pan ofrecido por este personaje que hasta hace unos momentos era un completo
extraño. No podía masticar pues la emoción que me embargaba impedía producir saliva suficiente. Puso
un poco de vino en cada vaso y me entregó uno, consciente del valor religioso de su contenido y con la
ayuda de este, pude al fin tragar. Finalmente, llegó mi emoción al éxtasis: sentí que de mis ojos salían lágri-
mas, eran demasiado hermosas para contenerlas, pensé que así Dios conocería mis sentimientos por Él.

Era temprano y nos preparamos para regresar a Kars a tomar el tren que nos llevaría hasta la frontera
rusa. El no haber podido tomar fotografías nos contrarió. Sin embargo, durante el regreso en un pequeño
poblado alguien nos ofrece en venta algunas copias de fotos del lugar, las que gustosamente compramos.

Nos informaron de la posibilidad de requisa de libros, revistas, mapas, notas, o de cualquier cosa que las
autoridades rusas considerasen nociva, lo cual nos puso nerviosos. Continuando el recorrido, el tren nos
dejó en una estación final en la zona misma de la frontera. Aquí hicimos transbordo a un nuevo tren, donde
comienza el área soviética. El lugar estaba completamente militarizado, alambres de púas por todas partes
y guardias con perros por doquier.

Sentados cada cual donde podía en la estación, esperamos por varias horas. Cuando al fin llegó, lo aborda-
mos y cada uno buscó su sitio en un tren viejo y sucio. Cuando los militares finalmente subieron, realizaron
el chequeo, se tomaron demasiado tiempo haciendo que la tensión entre nosotros aumente. A momentos
temíamos perder la literatura que portábamos o que nuestra entrada a Rusia fuera impedida a causa de
algún motivo que desconocíamos.

El idioma se convirtió en un problema, no lográbamos comunicarnos con ellos. Ninguno hablaba inglés,
solo ruso y armenio. Eran muy jóvenes de caras frías y poco amigables, seguramente pretendían impresio-
narnos pues muy pocos extranjeros deben ir por allí, además ese lugar es como “el patio de atrás” de Rusia.
Los soldados vestían uniformes verde oliva sin insignias, todos igual, rubios, con los ojos muy claros, se
dirigían a nosotros con tonos de voz muy altos, quizá pensando que así les comprendemos mejor. Debe ser
esa la forma en que se dirigen también a la población local.

La desesperación se hizo presente y no había forma de hacerles saber que no entendíamos nada de lo
que decían y que el tono de voz en nada contribuía a mejorar la situación. Finalmente, descubrimos que

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uno de los soldados hablaba algo de polaco, idioma que coinciden-
cialmente alguien de nuestro grupo también lo hacía, así el milagro
sucedió y pudimos comunicarnos. Llegamos a creer que ni siquiera
sabían de nuestra venida. De no haber habido esta solución, no me
imagino qué habría pasado.

Iban de cabina en cabina inspeccionando los documentos de cada


uno, cuando fue nuestro turno, nos hicieron toda clase de preguntas
como tratando de hacernos caer en alguna mentira, estamos un
poco nerviosos, yo era el único del grupo que sabía la condición de
Gastón. Traté de ser yo quien contestara sus preguntas e interro-
gatorio. Revisaron los documentos y no hallaron ningún problema,
pero cuando revisaron los equipajes, los dos nos preocupamos.
Miré a Gastón de reojo y le vi arquear nerviosamente las cejas. Mi
preocupación era su pequeño neceser con cosas que solo llevan
los sacerdotes, me entra la duda de que si lo desarmó y mezcló con
el resto de sus ropas; aparentemente lo hizo porque no encontraron
nada que les llame la atención.

Finalmente todo terminó bien, aparte de hacer varias revisiones de


nuestros mapas, libros y revistas que llegamos a pensar nos confis-
carían, nos permitieron conservarlos. Cuando la tensión pasó nos
sentimos aliviados y contentos de estar en la “Madre Rusia”. Esto
hizo que Gastón ponga su cara como la de un niño cuando le rega-
lan una bicicleta; me dijo que por muchos años le fue prohibida la
entrada, seguramente por su investidura de sacerdote. Nunca se
dio por vencido, decidió intentarlo formando parte de un grupo, usó
su dirección de Canadá y se hizo pasar por artista.
Armenia

Festejamos porque podíamos transitar por zonas restringidas para


extranjeros; sin embargo, se mantenía la prohibición de tomar foto-
grafías hasta nuevo aviso.

Este tren nos llevaría inicialmente hasta Leninakan a 400 kilómetros


de Yerevan, actual capital de Armenia. Su lengua es el armenio y
sostienen que han vivido en esta zona del monte Ararat desde la
misma época del diluvio. No tienen salida al mar. Con el tiempo se
la llegaría a conocer como La Gran Armenia. Hace 100 años rusos y
otomanos invadieron estas tierras y cometieron un horrible genoci-
dio matando a más de un millón y medio de personas provocando
un éxodo masivo de armenios hacia todo el mundo.

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A lo largo de la frontera fuimos encontrando tierras cultivadas, asentamientos urbanos, granjas y aldeas
que se alternaban con instalaciones militares. Observé en los pueblos cúpulas de iglesias ortodoxas, tal
como se ven en las nuestras, también en lo alto de los cerros uno que otro antiguo monasterio. Los techos
de las casas estaban llenos de antenas de televisión, conté hasta nueve en una sola, pensé que ese era el
número de familias que la habitan.

Cuando finalmente llegamos a Leninakan la vimos destruida por el terremoto que la demolió hace poco
tiempo. Sus edificios estaban en muy mal estado, resquebrajados y con sus vidrios rotos, la mayor parte
deshabitados. Gran cantidad de escombros habían sido amontonados por maquinaria. La gente se refu-
giaba en casas improvisadas de latón y acarreaban agua en baldes. Aún no se había iniciado la recons-
trucción.

En contraste con los niños de otros lugares que siempre venían a nuestro encuentro y nos saludaban con
sonrisas y tratando de hablar inglés, los niños de Armenia no sonreían. Parece que ni siquiera se interesan
por nosotros. Intentamos conquistarlos con algunos dulces, pero eran muy tímidos. La gente vestía de
negro y nos impresionó la falta de expresión en sus rostros.

Nos contaron que después de la catástrofe nunca llegó ninguna ayuda de los rusos, que les dejaron morir
a sus heridos y que prefirieron sepultar vivos a muchos sobrevivientes atrapados bajo los escombros,
asumiendo que cualquier esfuerzo ya sería extemporáneo. A pesar del tiempo transcurrido presenciamos
escenas de gran dolor. El pueblo armenio ha sufrido durante toda su historia y ha sido atropellado por los
países vecinos, a veces por motivos religiosos o por despojarlos de sus tierras fértiles. El final del día nos
encuentra absolutamente deprimidos. Debido a que solo estábamos de paso y era corta nuestra visita,
estaba programado que debíamos esperar unas horas al tren que nos llevaría hasta la ciudad de Tiblisi,
en Georgia. Solo que nunca llegó y nos tocó pasar la noche en la estación horriblemente fría y sin ninguna
comodidad. Los baños eran inaceptables, tampoco había agua, debimos dormir en el suelo o sobre bancas
de madera o arriba de mesas con un frío terrible; Rosanne, nuestra guía, con una encantadora sonrisa nos
decía “es parte de la aventura”.

Las autoridades militares nos dispensan generosamente su indiferencia y desidia, contrariamente a la gen-
te común que se nos acercan trayéndonos algo de pan, fruta y té caliente. En reciprocidad les obsequiamos
algunos dulces. Los armenios son muy ruidosos para hablar, usan tonos altos aún para la más simple
conversación.

Como a las cinco de la mañana por fin llegó el tren a recogernos, igual de viejo e inmundo, esperábamos
algo mejor, aunque no sé por qué. El viaje hacia Tiblisi fue muy lento, puesto que se lo hace a través de
los montes Cáucaso, empleando 12 horas para un recorrido de 250 kilómetros. Solo el hermoso paisaje
compuesto de enormes bosques, bañados con todos los colores otoñales, compensa la depresión que
sentimos. Las aldeas y cabañas que encontramos en la ruta son similares a las de tipo alpino, hechas en
madera rústica e incrustadas en valles con grandes laderas, parecen acuarelas. El camino bordea ríos cau-
dalosos y en algunas partes se forman lagunas en medio de los riscos. La República Armenia fue anexada
a la Unión Soviética a comienzos del siglo XX.

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GEORGIA

Tiblisi es la capital de la República de Georgia. Se encuentra al


norte de Irán, entre el mar Caspio y el mar Negro. Se habla el idio-
ma georgiano dotado de su propio alfabeto, aunque también se
habla ruso. Dicen que la palabra “Georgia” tiene su origen foné-
tico en la forma como era llamada por los persas en su idioma.
Nunca esperé encontrar una ciudad grande, pues a medida que
nos adentramos en el Asia esperaba sin saber por qué, que las
ciudades se irían reduciendo de tamaño.
Río Kura, Tiblisi, Giorgia
Tiblisi fue fundada en el siglo VI de nuestra era por los persas.
Luego fue invadida por los bizantinos y más tarde por los árabes,
quienes fundaron aquí el emirato de Tiflis. La atraviesa un her-
moso río llamado Kura. Su historia cristiana es importante, hay
dos iglesias antiguas de los siglos V y VI. La apóstol de esta tie-
rra fue una esclava llamada “Nina” en el año 300; con su ejemplo
y fe logró convertir a los reyes de entonces al cristianismo; más
tarde sería implantado como religión oficial.
Fortaleza Narikala siglo IV, Tiblist
(Foto: D. Delso)
A través de su historia, el hecho de encontrarse rodeados de
Turquía, Arabia, Persia y Rusia, pueblos que profesan otras re-
ligiones, ha mantenido a los georgianos en pie de lucha todo el
tiempo. El islamismo ha sido siempre su mortal enemigo y man-
tenerse como cristianos les ha costado sangre y lágrimas. Para
sobrevivir, la iglesia georgiana tuvo que crear su propio alfabeto
con el fin de traducir a su idioma los libros sagrados. Los geor-
gianos fueron siempre aliados del Imperio Bizantino y depen-
dientes de la Iglesia de Constantinopla. Tras 40 años de lucha el
Zar Nicolás I de Rusia logró dominarlos en el siglo pasado.

En lo alto de la parte vieja de la ciudad perdura un castillo del


siglo IV. Se sube en un carro-cable y desde allí se puede ver la
parte moderna de la ciudad, incluso las cumbres nevadas del
Cáucaso al fondo.

Es importante recodar un poco de su historia; cuando los mon-
goles de la Horda Dorada invadieron estas tierras, incluyendo el
sur de Rusia, permanecieron por casi tres siglos, casi hasta el
año 1500. Todos los nobles, incluyendo más de cien príncipes
rusos vinieron a rendir sumisión y postrarse ante el Khan mon-
gol, (Khan es como los turcos-mongoles llaman a sus reyes).
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Topaban su frente en el suelo, si tenían suerte salían con vida.
Si no, eran ejecutados o envenenados. Fueron testigos de cómo
sus tiernos hijos, blancos, rubios y de ojos claros, eran arrebata-
dos, esclavizados y llevados a otros países. Dicen que algunos
de estos jinetes tenían en la parte posterior de sus cabalgaduras
una especie de jaula en la que transportaban a estos pequeños
trofeos humanos.

Las crueles prácticas militares y administrativas de los mongo-


les fueron heredadas por estos pueblos y sus descendientes, al-
La Horda de Oro gunos de los cuales llegaron a ser Zares como Pedro el Grande
y los Romanov. Quedaron marcados profundamente con carac-
terísticas genéticas similares a las de sus invasores. La dureza
del trato al que por mucho tiempo fueron sometidos hizo de ellos
gente desconfiada y muy poco apegada a los bienes materiales.
En Tiblisi se percibe un ligero cambio en lo relativo al comercio;
encontramos pequeños negocios particulares, seguramente ile-
gales; también un pequeño centro comercial tipo occidental en
el que se venden productos rusos de mala calidad y sin ninguna
variedad, asimismo un mercado negro de productos militares
como relojes, ropa, insignias y otros, incluyendo caviar.

Traté en vano de conseguir música georgiana en casetes y debí


conformarme con escuchar las emisoras locales. Fui a un banco
a cambiar un poco de dinero, me dieron ocho rublos por diez
Pintura de Gela Inauri, Georgia
dólares, en el mercado negro consigo diez rublos por cada dólar;
cambié entonces 100 dólares y comencé a sentirme millonario
para más tarde descubrir que no había nada que comprar. La
botella del mejor champagne costaba un dólar con ochenta cen-
tavos, el vino aún menos y así todas las cosas; el remanente de
rublos se volvió un problema.

Por la tarde salimos con Gastón a caminar por la ciudad, encon-


tramos un pequeño parque con una exposición de arte y pintura;
vemos escultores, pintores, artistas extravagantes, incluso gente
rara. Los precios de las obras son altos, seguramente por nues-
tra apariencia de extranjeros. Excelentes trabajos en lámina re-
pujada con temas religiosos ortodoxos es lo más representativo
de la artesanía tradicional.

Trabajos en bronce
Por la noche e influenciados por Sofía ocho de nosotros con
nuestras “mejores galas” formamos un grupo y asistimos a la

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ópera. Para mí era la primera vez y quedé gratamente impresio-
nado; el teatro en sí realmente hermoso, la gente vestida a lo eu-
ropeo luciendo sus joyas y muchos niños inmersos disfrutando
del espectáculo.

Al siguiente día nos levantamos temprano para ir de excursión


a 100 kilómetros de distancia de Tiblisi a conocer dos antiguos
monasterios, muy recomendados.

Después de llagar al primero de ellos, lo vimos arriba entre unos


riscos y aparentemente difícil de acceder. Se llama “Dzhvari” y Monasterio Dzhvari (Foto: Alexxx 1979)
fue construido en el año 585, (en Meteora Grecia, conocí monas-
terios similares). Su estilo era georgiano y sirvió de modelo para
iglesias que se construyeron posteriormente. En un comienzo
nos pareció que estaban abandonados pero el guía nos dijo que
estaban habitados y que sí teníamos suerte nos podrían dejar
entrar. Decidimos con Gastón que bien valía la pena el esfuerzo
y comenzamos a subir. Es un día soleado y pronto empezamos
a sudar; la vista se iba haciendo más hermosa a medida que
ascendíamos, el color de los bosques en otoño era encantador,
un hermoso paisaje. Al fondo del valle habían dos ríos que con-
vergían para formar uno más caudaloso.

Cuando finalmente llegamos encontramos una iglesia de ma-


dera con una puerta gruesa muy avejentada, halamos de un
cordel para hacer sonar una campana, al cabo de un momento
nos abre un monje barbado con un viejo y raído hábito color
negro, nos examina de pies a cabeza, pone cara de duda pero
nos permite entrar. El ambiente interior es oscuro y saturado
de incienso, vemos entre las sombras a dos monjes igualmen-
te con largas barbas que nos miran recelosos, tratamos de
saludarlos, sin respuesta. Lucen como muy místicos y hasta
fanáticos, pienso debido al aislamiento; me invade una sensa-
ción extraña pero agradable, pues tenemos enfrente a perso-
najes de un aspecto al que no estamos acostumbrados.

Gastón trató de entablar con ellos una conversación inexpli-


cablemente en latín, obviamente no lo consiguió, la lengua
que ellos hablan es el georgiano y no sabíamos de qué raíces
proviene. Establecimos entonces una rudimentaria comunica-
ción a señas con el monje que nos abrió la puerta y Gastón
pensó que nada de malo había en decirles –por señas- que él

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también era sacerdote, pero católico, aparentemente esta revela-
ción hizo que el precario acercamiento que habíamos logrado se
enfriase. Tratando de sobrellevar la situación y bajo el escrutinio
de su mirada encendimos unas velas hechas por ellos mismos
y las colocamos ante un altar, me sentía incómodo, ignoraba
cómo hacer para herir menos su susceptibilidad. En un momen-
táneo lapsus llegué incluso a dudar de si debía arrodillarme, san-
tiguarme o cómo comportarme. Al tomar consciencia de que
Monasterio Mitskheta, siglo VI, Dios estaba enfrente, la duda comenzó a disiparse y concienticé
Georgia
de que es el mismo para todos y que no tiene por qué recibir im-
pertinencias o complejos de quienes creemos en Él.

Después de un tiempo razonable rindiendo nuestros respetos


frente al altar, agradecimos y salimos. Mientras regresábamos
comentamos con Gastón que vivir en estas montañas como er-
mitaños, aislados del mundo y renunciando a toda comodidad es
para gente muy especial y con mucha vocación. Me explica sobre
los problemas que han debido enfrentar durante su convivencia
con el estado comunista ruso, puesto que es su política eliminar
este tipo de comunidades, no entendíamos como subsistían aún.

El otro monasterio se encontraba a varios kilómetros de allí, en


la mitad de un pequeño poblado llamado “Mtskheta”, fue capital
de Georgia hasta el siglo XVI. Hay una iglesia grande rodeada
por una muralla de seis metros de alto con un perímetro de dos
kilómetros, la llaman “la Catedral” y fue construida en el siglo XI
sobre los cimientos de otra iglesia del siglo VI, dedicada a los
apóstoles; según dicen, guarda en sus cimientos “La Camisa de
Cristo”, reliquia traída por uno de los doce apóstoles en el siglo I
desde Tierra Santa. Esta reliquia ha sido venerada a través de los
siglos y se hizo famosa en esta parte de Asia. Fue visitada por
reyes y notables de otras tierras, algunos de ellos están sepul-
tados aquí. De esta capilla solo quedan restos y en sus paredes
frescos muy deteriorados con escenas de la vida de Cristo.

De regreso a la ciudad visitamos una fortificación amurallada lla-


mada “Fuerte del Hombre Viejo”. Está ubicada en lo alto de una
colina con vista a un lago rodeado de montañas. Fue construida
para resguardo y control de esta zona.

Durante el almuerzo probamos los vinos y el champagne de la


región, bastante agradables. Nos dicen que los viñedos de aquí

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son los más antiguos del mundo con 8000 años de antigüedad.
Compramos un par de botellas y se iba haciendo costumbre.

Después de cenar, durante la sobremesa, surgían variados te-


mas de conversación, normalmente anécdotas o historias de
cada lugar que visitábamos. Todas las noches alguien hablaba
de algún tema que dominaba y nos mantenía interesados, a to-
dos nos gustaban los temas orientales. El grupo lo componían:
profesores, escritores, fotógrafos profesionales, reporteros, eru- Fuerte del Hombre Viejo, Georgia
ditos en general. Disfrutábamos tomando fotografías de lugares
que solo habíamos conocido en libros. Cuando las charlas se
hacían interesantes usaba mi pequeño grabador, también para
los grupos de música que encontramos en la ruta, además de
tomar nota en mi diario.

Le llegó el turno a Gastón y nos dio una charla sobre el cristia-


nismo primitivo en el Asia. Comenzó haciendo un recuento de
su difusión en el siglo I, citando como ejemplo al apóstol Tomás
quien llegó hasta la India y Ceylán, dejando adeptos que a su
vez divulgaron esta nueva fe y que con el tiempo llegaría a ser
aceptada. Sus creencias difieren un poco de las nuestras debi-
do a que ellos nunca tradujeron las escrituras; también porque
tienen sus propios ritos. El apóstol Tomás fue martirizado allí
en el año 72 de nuestra era. A los cristianos en Asia se los llama
cristianos orientales, tienen sus diferencias con los ortodoxos y
con los romanos o latinos, estos últimos poseen el control de la
iglesia cristiana con el Papa a la cabeza.

La segunda etapa de la expansión cristiana hacia el oriente fue


llevada a cabo en el siglo IV d.C. por un patriarca de Constantino-
pla llamado Nestóreo. Predicó el cristianismo o “nestorianismo”
como se lo llegó a conocer en lugares tan lejanos como China,
Mongolia, Tíbet y Arabia. Su doctrina no acepta que sea lo mismo
la “divinidad” que la “humanidad” de Cristo, como se acepta en el
cristianismo occiental. Estas prédicas le costaron su destitución
y fue excomulgado como hereje de la fe ortodoxa cristiana.

Nestóreo fundó e hizo respetar su iglesia en medio de otras


religiones más populares y poderosas. Creó arzobispados en
algunas ciudades orientales importantes de entonces, entre
ellas Pekín. Algunos de estos monasterios fueron visitados
por Marco Polo 800 años después. En Merv, Asia Central, en

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el año 1.009 convirtió a 20.000 turcos al cristianismo. Para cuando los mongoles impusieron su
hegemonía en el Asia Central, el nestorianismo ya se había propagado entre estos pueblos.

Al final de la exposición de Gastón, entramos a topar un tema que lo considero muy interesante y
que nos cuenta detalles de los tratos entre mongoles y cristianos que desconocemos.

Conocedor del poder de los mongoles, el Papa Inocencio IV (siglo XIII, época del viaje de Marco
Polo), con gran visión envía como embajadores, algunos misioneros franciscanos a las cortes de
los Khanes mongoles manifestándoles su derecho de ser el sucesor de San Pedro y exhortándoles
para que aceptasen su autoridad, mientras les reprendía por la destrucción de dos reinos católi-
cos, Hungría y Polonia.

El Khan Kuyuk replicó entonces al Papa que sí ellos eran poderosos era porque Dios los protegía y
que quien debía jurar lealtad era el mismo Papa. De no ser así, lo considerarían enemigo y que sus
planes de conquistar Europa eran inminentes.

Hay un episodio sorprendente en estas guerras: los mongoles al mando de Hulagu, nieto de Gen-
gis Khan, en su avance hacia occidente y sabiendo que el imperio musulmán era grande y pode-
roso, buscaron una alianza con los cristianos. Entre las tentativas para lograr este acuerdo hay
una carta enviada por el Khan Arghun a Felipe IV rey de Francia y parte de su contenido dice: << tú
me mandaste a decir: cuando las tropas de Il khan marchen contra Egipto, partiremos de aquí para
unirnos a ellas. Aprobamos tu mensaje y agregamos que, confiados en Dios, partiremos a fines de
la última luna de invierno del año de la Pantera y que hacia el 15 de la primera luna de primavera
acamparemos frente a Damasco. Si cumples fielmente tu palabra, enviando tus tropas en la época
y al lugar determinados y sí con la ayuda de Dios tomamos Jerusalén, nosotros te la daremos >>.

Es de suponer que de llevarse a cabo esta alianza las probabilidades de éxito hubieran sido bue-
nas y con ello el curso de la historia hubiera sido diferente, no solo por la recuperación de Tierra
Santa por parte de los europeos sino que habría significado el fin del dominio islámico en aquel
tiempo. Cabe entonces imaginar: cómo habría sido nuestra historia si el predominio hubiese sido
de los mongoles.

Supongo que para los europeos, el solo hecho de pensar en ir a reunirse con ellos, debió darles
muchas malas noches, llenas de sudores fríos, conociendo su aterradora fama de guerreros san-
guinarios, crueles y temidos por mucho tiempo en Europa.

Debido a problemas en el Cáucaso, los mongoles tuvieron que retirarse parcialmente de su cam-
paña contra Egipto. Se vio también limitado su avance por lo árido del terreno y la falta de pastos
para sus caballos, lo que permitió a los musulmanes pensar en un contraataque, aún dudando de
sus posibilidades de éxito. Se produce aquí un hecho sin precedentes: ahora son los musulmanes
quienes solicitan ayuda a los cruzados para atravesar sus territorios y llegar a enfrentarse con los
mongoles, pacto que los cruzados aceptan autorizados por el Papa Alejandro.

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En 1259 los mongoles bajo el mando de Hulago toman Alepo y Damasco. Un año más tarde, avanzan
hasta un sitio cerca de Nazaret donde se enfrentan con 20 mil mamelucos de Egipto, al mando del
General Baybars. En un enfrentamiento sin precedentes se produce la derrota del ejército mongol.
Mesopotamia y Persia, sin embargo, permanecerían aún bajo su dominio. Pagarían muy caro los cru-
zados este permiso para cruzar sus territorios: los musulmanes a su regreso después de vencer a los
mongoles, los asesinaron.

Más tarde y a pesar de estos sucesos, continúan las conversaciones entre cristianos y mongoles,
buscando obtener una alianza para desplazar a los mahometanos de Palestina. Llegan a Inglaterra en
1277 seis delegados mongoles en representación del khan, con quienes no se llega a ningún acuerdo
perdiéndose con ello la esperanza de recuperar los lugares santos. Además de Londres ésta delega-
ción visitó también París y Roma.

LA LEYENDA DEL “PRESTE JUAN”

Unos 100 años antes de estos acontecimientos, (siglo XII), circuló por todas las cortes europeas
una carta. En ella se podía deducir que se trataba de un rey-sacerdote que aseguraba gobernar
un inmenso territorio con gran poder, virtud y riqueza inigualable, incluyendo un famoso espejo a
través del cual podía ver todas sus provincias; estaba ubicado dentro de las Tres Indias Orientales,
conformaba una sociedad perfecta (utópica), regida por leyes divinas, contrarias a las decadentes
europeas de entonces.

Se especulaba que era cristiano nestoriano y desendiente de los Reyes Magos. Ubicado en algún
lugar de Oriente y que sería por siglos venideros conocido como el “Preste Juan”.

Dentro de este reyno habitaban todo tipo de animales y seres mitológicos, abundancia de alimen-
tos, especias, oro, piedras preciosas y gran variedad de vegetales. Además de su opulenta corte
compuesta por cristianos de mucha fe, sus habitantes desconocían el vicio y el pecado.

El Preste les comunicaba en esta carta que después de derrotar a los persas bajaría hasta Tierra
Santa con un formidable ejército para ayudar a los cruzados europeos a liberar el Santo Sepulcro
del yugo musulmán. Esto fue recibido en las cortes europeas con mucho beneplácito y esperanza.

El desconocimiento general y especialmente el geográfico de entoces, hizo que ese documento


fuera tomado en serio por las cortes europeas dando crédito a su existencia en Oriente; se hicie-
ron traducciones a decenas de idiomas y recorrió toda la cristiandad.

Se enviaron expediciones desde Europa por tierra y mar a: Persia, Asia Central, India, Egipto y África
con el fin de encontrarlo pero resultaron infructuosas y consecuentemente decepcionantes. A pesar
de todo y con el transcurrir del tiempo la cristiandad nunca perdió la esperanza, confiaban en su exis-
tencia y que eventualmente aparecería en su ayuda.

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Continuando con nuestro viaje hacia el Oriente, encontré que las emisoras europeas ya no se
escuchaban (onda corta). La radio Nacional de España tampoco, no oiría nada en español por al-
gunas semanas. Debió ser porque habíamos recorrido una buena distancia en el interior de Asia.
Solo se sintonizaban emisoras árabes, rusas y otras en idiomas difíciles de identificar. Lamenté
no haber traído conmigo algunos casetes con música en español, creía que no tendría tiempo para
escucharlos, fue lo que más tuve. Resultó afortunado, sin embargo, el haber traído caramelos,
chocolates, coñac y algunas otras golosinas que me ayudaron a hacer más llevadero el viaje. Me
sirven además para intercambiar con compañeros del grupo.

No nos falta a Gastón y a mí el champagne. Nos pesa pero lo disfrutamos a plenitud. Algunos
compañeros nos hacen bromas porque durante los recorridos largos tomamos vino o champagne
en vez de agua.

Le comenté a Gastón que para este viaje me he preparado durante dos años leyendo unos treinta
libros sobre temas relacionados con lo que encontraría en el trayecto. Con una leve sonrisa Gas-
tón me dijo que no está mal, pero que debería leer aún más; me preguntó: cuántos libros hay en
tu biblioteca, le contesté que alrededor de tres cientos, al formularle yo la misma pregunta me
respondió: que unos tres mil.

En cuanto a las comidas hemos debido adaptarnos a los diferentes “platos típicos” de cada zona,
concientes de que en cada lugar nos ofrecían lo mejor que tenían. A veces resultaba un sufrimien-
to ingerirlos a pesar de que venían altamente recomendados. Ciertos compañeros se enfermaron
del estómago y no llegaron a recuperarse completamente, ni con nuestros medicamentos ni con
medicina local. No sabíamos cómo se pondrían las cosas más adelante con climas más severos.
Por lo que a mi concierne, hasta ahora me había ido bien, aunque faltaban muchos platos típicos
por probar.

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AZERBAIYÁN - LA TIERRA DEL FUEGO ETERNO

Nos dirigimos hacia el mar Caspio que está a 30 metros bajo el


nivel del mar. Nuestro próximo destino sería la ciudad de Bakú.
Nos tomó más o menos doce horas a través de lugares y pue-
blos pintorescos. A medida que avanzamos, el terreno se hace
más árido y va cambiando de color. Quedan atrás los bosques, la
vegetación comienza a escasear.
Fuego a flor de tierra

Nos entretenemos conversando, observando, leyendo, así se


acortan las distancias y se hace más llevadero el viaje. Divisa-
mos una gran masa de agua a la que pronto llegamos y nos mo-
vemos paralelamente a su orilla. Se trata del mar Caspio, lo que
nos indica que pronto llegaremos a Bakú, que esta a sus orillas.

Bakú es la capital de la República de Azerbaiyán, en el idioma


local significa “Ciudad del Fuego” debido a que por milenios, de
ciertos lugares de la tierra, brotan lenguas de fuego; en la anti-
Palacetes de diseño particular
güedad se atribuía a un origen divino (gas natural).

Fue también una satrapía (provincia) de las tierras conquistadas


por Alejandro Magno. El gobernador que él dejó aquí era res-
ponsable de resguardarlas pues eran consideradas “Tierras del
Fuego Sagrado”. Estamos al norte de Irán, aquí se habla el azerí,
proviene de la línea de lenguas turcas. La población profesa la
fe islámica.

Fue un punto importante para el comercio en la Ruta de la Seda. Templo del Fuego Baku, antigua Persia
Era famosa porque aquí se recogía aceite negro (petróleo) a
flor de tierra y se llevaba en camellos en todas las direcciones
y para una infinidad de aplicaciones. Lo hizo el mismo Marco
Polo quien lo describe como “aceite no comestible, usado para
alumbrar por la noche y para afecciones de la piel de hombres
y animales”. Se encontraban por doquier charcos de petróleo al
alcance de la mano. Dicen aquí, que este fue el primer país del
mundo en producir y exportar petróleo. Los rusos fueron los pri-
meros en descubrirlo y no tardaron en invadir y anexar este terri-
torio a sus estados.

Tradicionalmente, la economía en Europa estaba basada en la


agricultura y el trabajo manual, hasta el año 1.850. A partir de
Torre de la Doncella Baku
esta fecha se inventaron las primeras máquinas movidas por va-
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por y comienza así la Primera Revolución Industrial en Europa. En 1.900 aproximadamente comienza
otra era, se trata de motores llamados de combustión interna, movidos por energía basada en petróleo
(gasolina). Occidente comienza a mirar en esta dirección; lo mismo hace Alemania y durante las dos
guerras mundiales trató de apoderarse de este lugar, sin éxito.

Los países europeos se vieron obligados a llegar a un acuerdo con la Unión Soviética para que se les
permitiese explotar sus yacimientos. Británicos, franceses, suizos, alemanes, belgas, estadouniden-
ses y suecos se presentaron a sacar petroleo en Bakú. Con el paso del tiempo la ciudad fue creciendo
y se fueron construyendo grandes edificaciones cada una con características según la nacionalidad
de sus propietarios, naciendo así una feroz competencia por el derroche.

Se trajeron arquitectos de todas partes. Aún se pueden ver grandes residencias y palacetes con el
sello característico de sus dueños. Encontramos muy agradable el caminar frente a ellos y admirarlos
a pesar de que hacen contraste entre sí pues no guardan armonía alguna. Se dice que el poder econó-
mico y la ostentación fueron tan grandes que esta ciudad llegó a ser comparada con Paris.

Fue aquí donde empresarios europeos como los Rothschild dueños de la mitad de la economía del
mundo y Alfred Nobel que más tarde inventaría la dinamita, tuvieron concesiones petroleras e hicieron
fortuna. Alfred Nobel utilizó este dinero para crear el premio que lleva su nombre “Nobel”, ofrecido a
personas que se distinguieran en: Literatura, Fisiología o Medicina, Física, Química y de la Paz.

A partir de 1917 con la implantación del comunismo en la Unión Soviética, todas estas construcciones
e infraestructura fueron ocupadas por familias rusas.

Fuimos a conocer un templo famoso llamado Surakhani o “Templo del Fuego” construido en el siglo
VII por gente que adoraba el fuego, originaria de la India; era su centro de peregrinación. Durante siglos
ha ardido desde el suelo de manera ininterrumpida (gas natural). Marco Polo nos habla de “algunas de
ellas siempre encendidas, sirven como faros en las noches del desierto”. También se dice que fue des-
de aquí, Bakú (antigua Persia) que parieron tres reyes en busca de un profeta recién nacido en Judea.

Al lado de este templo hay un caravasar o posada donde llegaban a descansar las caravanas de mer-
caderes junto con sus animales. Aprovechaban para vender e intercambiar sus mercaderías, reabas-
tecerse de agua, alimentos o cambiar sus animales por otros más frescos, antes de continuar el viaje.

La parte antigua de la ciudad está amurallada y hay una torre del siglo XII llamada “La Torre de la
Doncella”, nombre relacionado con la leyenda de una hermosa mujer que estaba comprometida con
el hombre que amaba. Atraído por su belleza, el Emir de la ciudad la quiso tomar por esposa siendo
rechazado en todos sus intentos. La mujer condicionó finalmente su pedido a un imposible: se debía
construir una torre tan alta que superara a todas las de la región. Ante esta demanda el Emir empren-
dió su edificación sacrificando mucho tiempo y dinero. Viendo ella comprometida su palabra y sin más
alternativa, decidió lanzarse desde lo alto dando a la torre su nombre y convirtiéndose en una de las
leyendas de esta ciudad.

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En la parte vieja hay un antiguo palacio persa junto a bazares,
mercados, baños de vapor, mezquitas y minaretes que aún se
conservan. Normalmente, estos lugares tienen todos las mismas
características: son edificaciones de dos pisos con patios inte-
riores donde hay algún pozo de agua. A orillas del mar Caspio es-
tamos en la fuente misma del caviar y lo sirven generosamente,
en los dos días que permanecimos aquí completé mi ración para
una década, también encontramos vinos de excelente calidad.

Una costumbre local bien interesante: la gente de clase media se


hace extraer total o parcialmente la dentadura para reemplazarla
con piezas de oro, revelando así su estatus. Sorprende verlos
en buen número, orgullosos de sus enormes y deslumbrantes Gustav Bauernfeind, 1848 - 1904
sonrisas.

Luego de un par de días en Bakú nos dispusimos a cruzar el mar


Caspio a bordo de un barco ruso, que no entendía cómo había
podido llegar hasta aquí, siendo este un mar interior sin comuni-
cación con ningún otro. Nos informa el guía que remontando el
río Volga desde su desembocadura en la parte norte de este mar,
se llega a un canal artificial que lo comunica con el mar Negro.
Dentadura de oro
La travesía del Caspio lo hicimos durante la noche y nos tomó
once horas. Llegamos con el alba a la ciudad de Krasnovodsk
perteneciente a la República de Turkmenistán la cual es parte del
Turkestán soviético.

Comerciantes persas

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TURKMENISTAN - PERSIA ORIENTAL

Vista desde el barco la ciudad de Krasnovodsk luce pequeña.


Es un viejo puerto rodeado de cerros desérticos desprovistos de
vegetación.

Nos recibió una delegación oficial y nos dio la bienvenida, lue-


go algunas entrevistas de formalidad. A la entrada de cada país
nos recibe un nuevo guía-traductor local. Por lo general, ya se ha
coordinado el transporte proporcionado por autoridades de las
oficinas de turismo de estos países. Aquí se habla el turcomano
Ciudad de Krasnovodsk y también el ruso. La mayoría de la población es musulmana.
Turkmenistan
Turkmenistán significa “Hogar de los Turcomanos”.

Queríamos iniciar el viaje por tierra lo antes posible para apro-


vechar lo fresco de la mañana, sabiendo la clase de terreno que
nos proponíamos atravesar. Tomamos rumbo al sur por más de
900 kilómetros hacia la ciudad de Ashkhabad, la mayor parte en
trayectoria paralela al mar Caspio hasta llegar a su extremo sur.

Íbamos a cruzar ahora por la parte norte de uno de los desier-


tos importantes de Irán, el Kara-Kum, llamado “ El Gran Desier-
to Negro” el mismo que Marco Polo tuvo que atravesar. Viene
del norte y entra en Irán. La sensación de viajar por el desierto
en vehículo a motor es inicialmente agradable y emocionante.
Transcurridas algunas horas de atravesar interminables distan-
cias con la permanente presencia del color amarillo en todas di-
recciones, aparecen la fatiga, la monotonía, la inclemencia de
la temperatura en aumento a medida que transcurre la mañana;
aquella arena del desierto flota en el aire que respiramos, que
mezclada con el sudor se mete entre los dientes, la ropa, las cá-
maras. Es entonces cuando el ideal de aventura se va apagando
y va dando paso a la realidad.

Vemos manadas de camellos de una joroba (aptos para clima


caliente) aparentemente salvajes que vagan por el desierto, tam-
bién esqueletos por doquier. Grandes distancias completamen-
te áridas y zonas con muy poca vegetación, pequeños arbustos
secos, al parecer, de los que se deben alimentar estos animales.

Al cabo de varias horas nos detuvimos en un pequeño poblado


rodeado de palmeras, el objetivo era descansar, chequear los ve-
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hículos y proveernos de agua. El calor es tan fuerte que se hace
difícil respirar y no hay como estar bajo el sol directamente. En
otras épocas debió servir de oasis para las caravanas; estos es-
taban a lo largo de toda la ruta a más o menos 30 kilómetros de
distancia ente si, equivalentes a un día de jornada; habitualmen-
te eran pozos de agua.

Me dio curiosidad por entrar en la casa de una de estas familias


nativas queriendo ver cómo viven. Son gente amigable y simple,
después de saludarles y congraciarme un poco me dedico a mi-
rar. Me llama la atención lo valioso que es para ellos el camello.
De él obtienen la leche, elaboran yogurt, que sí fue de mi gusto,
queso, mantequilla, carne, lana, con la que tejen sus frazadas y
alfombras; utilizan algunos de los huesos que una vez afilados
se convierten en excelentes herramientas. De su piel elaboran Turkmenistan
abrigos, calzados, cinturones, cuerdas y sombreros. Nada se
desperdicia.

Se sabe que fue en estas planicies donde hace unos 4 mil años
vagaban manadas de caballos salvajes y que tribus nómadas del
lugar lograron domesticarlos por primera vez.

Al comienzo se usaban los asnos y bueyes para los trabajos


pesados, como halar carretas. Los bueyes eran muy fuertes
pero igualmente torpes y los asnos demasiado lentos. Paulati-
namente fueron reemplazados por caballos, aunque tuvieron el
gran problema de que al no tener cuernos no se podía sujetarlos,
tampoco aparejos; se dificultaba su manejo. Pasó mucho tiem-
po para que se desarrollaran carretas más livianas y ruedas con
radios, poco a poco se fueron convirtiendo en vehículos estra-
tégicos para la guerra. Los caballos se comenzaron a domar y
montar mucho después.

Una vez domado el caballo, las tribus nómadas comenzaron a


acosar a los asentamientos urbanos más desarrollados. Podían
alcanzar grandes distancias y con ello emprender la conquista
de vastos territorios causando terror en todos los pueblos. Co-
menzó así a cambiar la historia, este sería el inicio de la forma-
ción de grandes imperios.

Paulatinamente fueron surgiendo invenciones de accesorios,


como la silla de montar. Originalmente copiaba la forma del ca-

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mello bactriano o de doble joroba oriundo de estas regiones.
Algunos siglos más tarde surgieron los estribos, las botas de
cuero o felpa en reemplazo de las sandalias, las herraduras,
etc. También fueron aquí ideados los pantalones de montar
que sustituyeron a las túnicas y a otras vestiduras sueltas
usadas en lugares cálidos. Esta prenda de vestir se difundió
en todas las direcciones del globo conservando una forma
Doma del caballo primitivo muy similar a la que hoy tenemos. Para el año 1500 a.C., ya
se usaban en el mundo antiguo: griegos, egipcios, hindúes,
chinos y en casi todas las culturas del lejano oriente.

Mientras esto acontecía en Europa y Asia las cosas eran muy


diferentes en América, no se conocía el caballo y todas las
conquistas debían hacerse a pie. El caballo fue reintroducido
en América por los españoles durante su conquista. En Norte
América, antes de su extinción, existió el caballo y se le cono-
ció como “Mega-Fauna” y en Sud América como “Equs-Andi-
no”, muy pequeño.

Me sentía privilegiado de estar allí; pasaban por mi mente


imágenes casi fantásticas. Por ese lugar cabalgaron persona-
jes famosos de la talla de Alejandro, montando su Bucéfalo,
Gengis Khan, Atila, Tamerlán y otros viajeros famosos de quie-
nes hablaremos luego.

Ropa interior y pantalón, 3.200 a.C. Seguimos…, esto es interminable. Detalles topográficos que
(Foto: Inst. Arqueólogico Berlín) en un comienzo apenas se ven sobresalir en el horizonte, van
haciéndose cada vez más grandes hasta que al pasar junto a
ellos comprobamos que son de gran tamaño, para luego em-
pequeñecerse y perderse de vista hasta desaparecer. No hay
un solo árbol hasta donde alcanzamos a ver. Tampoco hay
agua, ni rastro de vida animal o de ninguna clase.

Aparece en el horizonte una cadena de montañas y nos diri-


gimos hacia ellas. Al llegar compruebo que tienen unos mil
metros de altura, sin vegetación; su color es marrón y comple-
tamente desoladas. Me impresionan sus múltiples y capricho-
sas formas, incluyendo grandes desfiladeros. Empieza a caer
la tarde y veo aves en el cielo, parecen de rapiña, también se
comienza a ver algo de vegetación y pequeños asentamientos
de nómadas esparcidos en el área, con camellos y cabras en
sus corrales. Llegamos a un pequeño poblado incrustado en

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un oasis en el que pasaremos la noche. La temperatura des-
ciende y se hace más agradable. Nos repartimos entre algunas
de las casas para dormir; después de asearnos y descansar
un poco nos reuniremos para comer. Durante la cena observo
y deduzco que carne es lo único que nos pueden ofrecer, luce
como de cabra pero resulta que es camello, huele muy bien.
Nos dicen que mientras más tierno, es mejor, lo pruebo, no
está mal, me gusta, y lo comemos aunque con algo de recelo.
Otros compañeros prefieren no hacerlo.
Camellos en el desierto
Por la noche nos invaden nubes de mosquitos y nos dan un
descanso inolvidable; al estar en medio del desierto no está-
bamos preparados con ningún tipo de repelente, quién se lo
hubiera imaginado. Para entretenernos un poco y con buen
humor, contamos algunos chistes; el mío resultó el mejor y se
podían oír las risas por todo el lugar: a un tipo que pierde una
mano los doctores le injertan una nueva, pero de mujer. Con el
pasar de los días y en una de las visitas de control el médico
le pregunta: ¿cómo le va con su nueva mano?, a lo que el res-
ponde: todo bien doctor, lo único es que después de orinar no
me quiere soltar… Vestimentas persas

Temprano por la mañana partimos hacia la ciudad de Ashkha-


bad. La temperatura es fresca pero rápidamente comienza a
aumentar; para el mediodía ya es muy alta y el aire caliente
se hace difícil respirar. El guía nos dice que es común que
durante un día de verano se alcancen los 46 grados, ahora de-
bemos estar por los 42. La provisión de agua se agota pronto,
todo el tiempo usamos pañuelos húmedos para refrescarnos
la cabeza. La garganta es lo más susceptible por el polvo que
flota en el aire. Para refrescarnos mentalmente bromeamos
sobre tomar un baño y el lujo que eso representa en estas
condiciones.

Las cámaras fotográficas son las que más atención reciben y


las llevamos cubiertas todo el tiempo. El polvo es tan fino que
flota en el aire como neblina, está presente en los alimentos,
en el agua, en el aire que respiramos, entre los dientes, hasta
opaca la luz del sol reduciendo la visibilidad.

Nos encontramos en el extremo sur del mar Caspio, al pie de


unas montañas (montes Elburz, al norte de Irán). Estas guar-

69
dan una leyenda que no puedo dejar de comentar. Se trata de la
inexpugnable fortaleza de Alamut (nido de águilas), famosa por
haber sido la sede de los “asesinos” de la secta ismailí de los ni-
zaríes. Marco Polo relata su paso por aquí y nos cuenta acerca de
este lugar, era el nido de los hashshain (de la droga hachís), pala-
bra que ha dado origen en nuestro idioma al vocablo “asesinos”.
Debían su fama a la práctica del homicidio selectivo, (sicariato) y
aterrorizaron durante mucho tiempo a Persia y Siria.

Este personaje llamado “el viejo de la montaña” era el jefe de esta


secta y emulaba con sus actos a Mahoma. Hacía creer a sus se-
Antigua Persia
guidores que él era igual que el profeta y los que obedecieran sus
leyes, obtenían como recompensa los deleites del paraíso, que
se encontraban dentro de su castillo. Escogía en las ciudades a
jóvenes fuertes y audaces a los que proporcionaba abundante co-
mida, vino y una potente dosis de hachís. Una vez que se dormían
eran rápidamente trasladados a una parte del castillo especial-
mente dispuesta como un pequeño paraíso con jardines, fuentes
de agua, exuberantes cantidades de alimentos, frutas y vino. Al
despertar eran agasajados con bailes exóticos de mujeres hermo-
sas, todo tipo de placeres y más hachís. Cuando volvían a desva-
necerse eran llevados de regreso a donde habían sido reclutados
y a su vida normal.

Cuando volvían en sí y querían regresar al “paraíso” se les condi-


Restos del Castillo de Alamut
cionaba a realizar todo aquello que se les ordenara, incluyendo el
asesinato de quien se les señalase, como destacados políticos,
militares o aún reyes. De esta forma el Viejo de Montaña mantenía
un pequeño ejército de reclutas fanáticos que bajo la influencia
del hachís llegaban incluso a morir sin importarles. Si sobrevivían
a sus misiones se les premiaba permitiéndoles disfrutar nueva-
mente del “paraíso”.

Funcionaban como una red de agentes secretos incrustados en


ciudades o palacios desde donde llevaban a cabo sus asesinatos.
Entre los más importantes, a dos califas en Bagdad y dos atenta-
dos contra el mismo Sultán Saladino.

Siendo su castillo inexpugnable, todos los intentos por eliminarlos


fueron en vano y reinaron en él como en un territorio independien-
te. Solamente las hordas mongolas en 1256 dirigidas por Hulagu,
nieto de Gengis Khan, pudieron arrasar este castillo y lo hicieron

70
hasta los cimientos; dicen que inclusive destruyeron su gran bi-
blioteca.

Ashkhabad a la vista, por fin el baño tan ansiado. Está situada en


un gran oasis en medio del desierto del Kara Kum.Hay que anotar
que al decir turcos, no necesariamente nos referimos a los tur-
cos que conocemos como tales. Los turcos son muchos pueblos
que habitan casi toda el Asia y cuyas raíces lingüísticas provienen
del idioma turco; la primera vez que aparece la palabra “turco” es
en antiguos escritos chinos. Cuentan entre estos pueblos los tár-
taros de la parte meridional de la Unión Soviética, de Siberia, de Mujeres musulmanas
Mongolia septentrional, los kazakos de las estepas del centro de
Asia, y muchos otros grupos étnicos de menor importancia. Los
más conocidos para occidente han sido los otomanos, actuales
habitantes de Turquía.

Todos estos pueblos son de descendencia mongoloide y cuyas


migraciones llegaron hasta América, Oceanía, el Ártico, etc.

Mientras caminamos por la ciudad tenemos la oportunidad pre-


senciar un matrimonio. Todos muy alegres: él viste a lo occidental
y todas las mujeres lucen vestidos tradicionales multicolores. Se
les ve alegres, como alegre es también su música.
Mujeres vestidas para una
Su principal producto son las alfombras y entramos a ver cómo las fiesta Ashkhabad

hacen. Trabajan solo mujeres, tejen a mano con gran habilidad y


velocidad; nos dicen les toma hasta 18 meses terminar algunas de
ellas. Después de 15 años de este trabajo recibiendo bajas remune-
raciones son reemplazadas, seguramente por el desgaste de sus
articulaciones. Hay en venta alfombras de hasta 10.000 dólares.
Entramos a un pequeño museo y conocimos la alfombra persa más
grande del mundo: pesa 965 kilogramos, o sea 2.123 libras y tiene
194 metros cuadrados. También tienen la alfombra con el record
mundial de nudos por unidad de superficie: 1.148.000 nudos por
metro cuadrado y un sinnúmero de hermosas obras maestras en
este arte. En el mismo museo conocí un antepasado del violín con
forma muy primitiva de 2 o 3 cuerdas solamente.

Nos levantamos temprano y nos dirigimos a conocer una antigua


ciudad amurallada legendaria y misteriosa llamada “Nisa”, a 18
kilómetros de distancia. Perteneció al “Reino de los Partos” (par- Nisa ciudad parta
thians) y data del siglo VII a.C., yace en el suelo a causa del tiem- (antonioheras.com)

71
po; más tarde serían absorbidos por los persas. Siempre fue un
misterio hasta que comenzaron las excavaciones y se hallaron
entre sus ruinas importantes piezas de arte helenístico: esfinges
de mármol, vasos de marfil con bordes decorados con imágenes
persas y mitológicas de indescriptible belleza y un sinnúmero de
objetos altamente sofisticados para su época.

Los partos fueron notables por su extraordinaria habilidad


para lanzar flechas desde sus caballos a galope, haciéndose
prácticamente imposible una confrontación directa con ellos.
Alejandro se encontró en graves problemas para dominarlos
y tuvo que ingeniársela para lograrlo; escogió un campo con
árboles para anular su estrategia.

Estos eran los mismos jinetes que impedían el avance de las


legiones romanas más allá de Mesopotamia. Los romanos no
estaban de acuerdo con que fuesen los partos quienes con-
trolasen a su antojo el comercio de la Ruta de la Seda.

Fue el general romano Crassus quien emprendiera el primer


intento de conquista de estas tierras. Era el hombre más rico
de Roma y formaba parte del triunvirato gobernante junto con
Arte parto, helenístico Julio César y Pompeyo. En el año 58 a. C., y desobedecien-
do al senado romano, al frente de un imponente ejército de
50.000 soldados distribuidos en siete legiones que incluían
4.000 arqueros y 4.000 jinetes galos, se puso en marcha para
exterminar a los Partos, resultando dramáticamente derrota-
do (batalla de Carrhae). Luego de ver la cabeza de su hijo en
la punta de una lanza parta, Crassus fue hecho prisionero y
se dice que sus captores vertieron oro en su garganta en se-
ñal de burla. Más tarde sería calificado como el arquitecto de
uno de los grandes desastres de Roma y también de la frase
“Craso error”. Según el historiador romano Plinio el Viejo, de
los 42.000 legionarios, 20.000 fueron muertos en la batalla y
10.000 hechos prisioneros y trasladados a la frontera oriental
de este reino, a la región del río Oxus para servir como merce-
narios en defensa contra los hunos en ese frente parto.
Jinete parto
Posteriormente y en otro enfrentamiento, los vencieron a los
partos y esta vez la legión de romanos que había sido de Cras-
sus cayó nuevamente prisionera, esta vez en manos de los
hunos quienes se los llevaron mucho más al oriente. Nace aquí

72
una leyenda sobre la llamada “Legión Perdida de Crassus”. Se perdió su rastro entre la realidad y la
leyenda; se volvería hablar de ellos en crónicas chinas datadas en el año 36 a.C. (20 años más tarde
de los hechos).

Un historiador chino afirma haber descubierto el destino final de estos legionarios en «una ciudad
romana en la antigua China». Narra incluso cómo un destacamento del ejército en su frontera occi-
dental se enfrentó a los hunos cerca de Tashkent y del río Oxus en Bactria; junto a ellos a un extraño
destacamento de soldados veteranos muy disciplinados y protegidos por una fortaleza de madera
de forma rectangular. Describía cómo entraban en combate perfectamente organizados «alineados
y desplegados en una formación como de escamas de pescado», en la que los soldados se protegen
unos a otros formando con los escudos una especie de coraza. Se trataba nada menos que de la
formación “Testudo” o tortuga, por su semejanza a la concha protectora de este animal, una táctica
netamente romana.

Nuevamente fueron hechos prisioneros unos mil extranjeros y llevados a China cerca del desierto
del Gobi. Este lugar fue “Liquian”, nombrado en idioma chino que quería decir “legión”, en referencia
al ejército romano. Más tarde sería renombrada como “la ciudad de los cautivos” o también como un
pueblo romano en la antigua China.

Era gente de ojos azules y verdes, cabellos rizados de color castaño y rojizo, narices aguileñas y gran
estatura en comparación con la de los nativos. En sus cementerios se hallaron también evidencias
de costumbres romanas en la forma de sepultar a sus muertos. Más tarde Marco Antonio volvió a
enfrentar a los partos repitiendo el mismo error al mando de cien mil legionarios. Perdió treinta y
cinco mil de ellos con terribles consecuencias. Humillado huyó a Egipto a refugiarse en los brazos
de Cleopatra.

Fue aquí donde a las legiones romanas, al oriente de la Mesopotamia, les llamó mucho la atención
ver los estandartes de guerra de colores tornasolados, extremadamente llamativos, que exhibían
los partos. Era la seda, posiblemente siendo vista por primera vez. A partir de entonces los romanos
fueron los más importantes compradores de este producto.

Una parte de la Ruta de la Seda cruzaba por territorio parto, estos se involucraron en su control, “pro-
tegiendo” las caravanas a su paso y se beneficiaban del cobro de impuestos de los productos que
transitaban: gemas, metales preciosos, porcelana, jade, alfombras, especias, estatuas de bronce,
frutas secas, sal, aceite de oliva, seda, etc., siendo ésta la que finalmente dio el nombre a esta ruta.

Llama mucho mí atención encontrar muchas zonas con gran cantidad de pequeños montículos (to-
las) de diferentes tamaños. Alguien del grupo dice que deben ser antiguos cementerios, quizá mon-
goles. Nos acercamos al una vez centro del imperio mongol. Samarcanda fue una importante ciudad
ubicada en el medio de este imperio, desde la cual se organizaron nuevas conquistas hacia el sur,
(India) y occidente, (Europa). Siento enorme deseo de conocerla.

73
Estábamos entonces al norte de Irán y Afganistán. Hemos co-
menzado a ver una ave muy parecida al colibrí o a la golondrina
pero unas tres veces más grande, con bellos colores tornasola-
dos entre los que predomina el verde. También hay gran cantidad
de palomas y tórtolas conviviendo entre sí, produciendo un sin-
gular cruce: tórtolas con el plumaje de la cabeza de las palomas
y viceversa.
Tolas de posibles cementerios
Después de viajar por muchas horas encontramos unas viejas y
destruidas murallas de alguna ciudad antigua, son un misterio.
Solo sabíamos que Alejandro de Macedonia sostuvo aquí algu-
nos enfrentamientos contra los persas en su paso hacia la In-
dia. Son algunos kilómetros de edificaciones bastante derruidas,
muy cerca unas de otras. Seguramente se trata de las mismas
que después de ser destruidas consecutivamente, iban siendo
reedificadas al lado.
Viejas murallas destruídas
Nos detuvimos para conocer una de ellas, al parecer la más an-
tigua. Solo quedaba la tierra de lo que fue una gran muralla. Te-
nía aproximadamente veinte metros de alto y su perímetro es
de unos 10 kilómetros. En su interior, una segunda muralla que
protegía a la ciudad en si. Finalmente, el guía local nos revela que
se trata de la ciudad de Merv.

Esto explica la razón de las grandes murallas: eran las ruinas


Conociendo estas ruinas de una de las ciudades más grandes del mundo de entonces,
segunda después de Bagdad. Se extendía por hectáreas y su po-
blación llegó a cerca de un millón de habitantes. Eran selyúcidas,
étnicamente turcos, el Zoroastrismo fue su religión oficial, aun-
que hubieron también centros religiosos judíos, cristianos-nes-
torianos y budistas. Mas tarde serían absorbidos por el Islam.

El 25 de febrero de 1221, arribaron 70 mil mongoles y sitia-


ron la ciudad. Después de muchos días y dos intentos fallidos
por tomarla, sus habitantes decidieron rendirse. Tului, el jefe
Ruinas de la ciudad amurallada mongol, pidió a los habitantes que salieran de la ciudad con
de Merv (Foto: yuklba.com)
lo más valioso de sus pertenencias. Una vez cumplida esta
orden hizo decapitar a todos los soldados enemigos; cuan-
do les llegó el turno a los civiles separó a hombres, mujeres
y niños. Las tropas se mezclaron entonces con la gente y a
una señal procedieron a masacrar a todos. Las crónicas dicen
que solo se salvaron 400 artesanos que serían posteriormen-

74
te enviados a Mongolia y algunos niños que más tarde fueron
vendidos como esclavos.

Algunos de los habitantes habían logrado sobrevivir mezclándo-


se entre los muertos, pero los mongoles procedieron a decapitar
a todos para asegurarse de no dejar a nadie vivo. Luego hicieron
grandes pirámides con las cabezas de todos. La matanza y des-
trucción de la ciudad les tomó 15 días. Según cronistas musul-
manes de la época fueron necesarios 13 días para contabilizar Ruinas de la ciudad amurallada
los más de 700.000 muertos que produjo esta masacre. de Merv (Foto: yuklba.com)

Como era de esperarse, con el tiempo regresaron los pocos so-


brevivientes que lograron esconderse y comenzaron a recons-
truir la ciudad. Al poco tiempo regresaron cinco mil mongoles a
terminar lo que comenzaron; dicen que mataron a todos, inclu-
yendo perros y gatos y destruyeron todo lo que quedaba en pie.

Según ellos la mejor forma de cuidar su retaguardia era no de-


jando seres vivos. Así no tendrían que dejar guarniciones para
cuidar lo conquistado. Apoteosis de la Guerra
W. Werestschangin 1842 - 1904
Con respecto al botín que lograban apoderarse los mogoles, se
lo quedaban sus guerreros. Gengis prefería quedarse con las
mujeres, era bien sabido su descomunal apetito sexual.

En esta misma área, muy cerca de Merv conocimos unas forta-


lezas llamadas “Kyzkala”. Su diseño es poco común, con altas
murallas de forma redonda, como tubos pegados unos a conti-
nuación de otros. Nadie sabe el por qué de este diseño.

Siempre que tenía la oportunidad, exploraba el área en busca de


ruinas y escombros cercanos. Cuando encontraba alguna pieza
interesante con forma y color atractiva me la llevaba. Un mucha- Fortalezas de Kyzkala
cho pastor me miraba prudentemente a cierta distancia mientras
yo escarbaba los escombros. Se me acercó y me dijo algo incom-
prensible, luego sacó de su bolsillo un puñado de viejas y sucias
monedas; las miré desconcertado, la mayoría eran chinas, otras
griegas y una aparentemente romana. Dos de ellas tienen la cara
de Alejandro Magno. Para llegar a un acuerdo saqué de mi bolsillo
algunas monedas, le extendí mi mano para que tome las que con-
sidere necesarias, lo hace y luego le obsequio todas. El muchacho
se marchó contento y con una gran sonrisa, yo hipnotizado. Nativos del área

75
Antiguas monedas griegas, romanas y chinas adquiridas a un muchacho pastor

A mí regreso les enseñé a mis compañeros mi nueva adquisición, todos las miraron y analizaron, se
sorprendieron gratamente, alguno exclamó que es una suerte haberlas encontrado; alguien comentó: se-
guramente las perdieron los mismo soldados de Alejandro. Con respecto a las monedas chinas se veían
en verdad muy antiguas pero nadie se atrevió a emitir criterio. Había una aparentemente romana, alguien
dijo que no puede ser de otro origen que de los soldados de la “Legión perdida de Crassus” que fueron
traídos como prisioneros desde la alta Mesopotamia (batalla de Carrhae), quienes serían eventualmente
llevados hasta China.

Es curioso ver cómo a medida que avanzamos la gente va cambiando su vestuario, su música, los ins-
trumentos musicales, los bailes, los idiomas o dialectos y hasta sus hábitos de vida. Nos dirigíamos
al sur, hacia la frontera con Afganistán. Habíamos sido invitados a un pequeño pueblo y nos harían un
homenaje.

Esta región fue famosa por sus caballos y Marco Polo los alaba en sus escritos. Dice que se llaman
“Akhaltekin”, muy difíciles de conseguir a ningún precio. Eran utilizados entre otras cosas para la práctica
de un juego que se lleva a cabo en un campo muy amplio. Nos invitaron a jugar y algunos de nosotros
aceptamos. Era una especie de polo; ellos lo llamaban “buzkashi”, también se lo conoció como “Polo
Afgano”. Se originó en una tribu del Himalaya llamada los Manipuris, nombre que deriva de la palabra
tibetana “pulu”. Yo sabía que los persas ya lo jugaban hace mil años como entrenamiento militar y bajo
el nombre de “chaugan”.

Había gran cantidad de jugadores y ningún distintivo entre ellos para saber a qué equipo pertenecían.
También dos sitios designados para meter el gol, uno en cada extremo del campo a más o menos qui-
nientos metros de distancia. Los dos equipos tratan de meter goles siempre a caballo. La pelota era
un pesadísimo cordero sin cabeza que debía acarrearse en la mano o sobre las piernas.
76
Para comenzar el juego hay que recoger el cordero del suelo,
-obvio, nosotros solo mirábamos-. Una vez que alguien consigue
hacerlo no sin antes ser golpeado y atropellado por los caballos
de sus oponentes comienza formalmente el juego. Todos tratan
de quitar el cordero a quien lo tiene haciendo todo tipo de tram-
pas y mañas, inclusive tratando de tirarlo de su caballo para no
dejarle avanzar. Sus compañeros lo protegen a todo galope lo
mejor que pueden hasta que logre llegar al otro extremo del cam-
Cetreros
po y dejar el cordero en un sitio designado. Es entonces cuando
se ha anotado un gol.

Es un juego muy difícil debido al peso del cordero y a la enorme


distancia entre un arco y el otro. Además la tenacidad y el fanatis-
mo de los oponentes hace que el jugador se canse terriblemente
y termine soltando el cordero en algún punto del recorrido.

Al comienzo de la competencia es posible ver precariamente la Nativos


dirección hacia la cual se debe correr, pero a los pocos minu-
tos una nube de polvo envuelve el campo y termina cada jinete
cabalgando en el sentido que puede, inclusive hacia su propio
arco. El juego se convierte entonces en un caos y todos termi-
nan disputándose el cordero con total fanatismo. Es una horda
corriendo inclusive peligrosamente cerca de los espectadores.
A los pocos minutos de iniciado el juego sin saber qué hacer y
seguro de que era mejor mirar, me ubiqué a distancia prudente
donde hubiera menos polvo.

Algo gracioso me sucedió durante el tiempo que estuve obser-


vando. Resulta que de entre los espectadores, salen algunas
mujeres a caballo a realizar sus propios juegos, a los costa-
dos del campo. Se trata de una especie de tosco coqueteo
a los hombres que son de su gusto. Cada una lleva consigo
una vara de madera, a manera de látigo, con la que golpean
a quien logran alcanzar, especialmente a los que se encuen- Jugando Polo a caballo con un cordero
como pelota
tran descuidados; los hombres al verse perseguidos escapan
o tratan de hacerlo, todo esto transcurre en medio de la risa de
los asistentes. Desgraciadamente, en cierto momento mien-
tras me reía de lo que observaba fui sorprendido y perseguido
por una de ellas ante la risa de todos, con gran esfuerzo logre
esquivarla. Me enteré posteriormente que esta era una espe-
cie de “juego amoroso” en el que se señala con un latigazo al
hombre que les gusta. Tuve suerte de no ser escogido no solo

77
por evitarme el palazo, sino también porque mi admiradora era
una mujer de muchos kilos y pocos dientes.

El polvo es parte del juego, daban pena nuestras cámaras, pero no


se puede hacer nada. Más tarde cuando nos dispusimos a comer,
nos causó gracia mirarnos las caras, irreconocibles por la gruesa
capa de polvo.

Jugando polo Fue aquí donde tuvimos nuestro primer incidente. “Big George”,
un compañero norteamericano, sufrió una caída en condiciones
que no se determinaron. El hecho fue que su cadera resultó dislo-
cada, comenzando así su largo viacrucis. No había forma alguna
de ayudarle y las medicinas convencionales que llevábamos con
nosotros para controlar el dolor no fueron suficientes. Tampoco
contábamos con asistencia médica. Se decidió entonces pedir
ayuda a un destacamento militar del área, solicitando que nos fa-
cilitasen un helicóptero, pero nos lo negaron. Así que no hubo más
que prepararle una camilla en uno de los jeeps, de la forma más
confortable posible, valiéndonos de cojines de aire que algunos de
nosotros habíamos llevado para el viaje.

La temperatura del mediodía es alta y George pide agua todo el


Nativos
tiempo, quizá para distraer su dolor. Como a una hora de viaje,
decidimos colgar una correa del techo del jeep, para que pueda
sostenerse un poco con las manos debido al mal camino de tie-
rra. Después de llegar y recibir ayuda se determinó que no podía
seguir con el grupo, se dispuso y coordinó su retorno a América.

Estamos muy cerca de Herat, ciudad de Afganistán; es de origen


persa con mucha historia a su haber. Era un gran asentamiento

Cecilia Gastón y Rosanne

Nuestra movilización en Uzbeauistán

78
urbano cuando Alejandro la conquistó. En el 1200 lo hizo Gengis
Khan, según las crónicas su población era de unos setecientos
mil habitantes. En el 1.300 la tomó Tamerlán. Gengis Khan llevó
a cabo allí una matanza, que en Afganistán se recuerda como un
muy triste episodio, al ser toda su población asesinada; se dice
que solo 16 personas sobrevivieron. Según crónicas de esa épo-
ca, Gengis Khan dijo que traía el “Castigo de Dios”. Sus ejércitos
eran tan numerosos que parecían hormigas o nubes de langostas. (Foto: guerrerosdelahistoria.com)
Sus guerreros eran muy valientes, no temían a la muerte y jamás
se cansaban; dormían sobre sus cabalgaduras sin conocer lo que
era huir o retirarse.

Cuando marchaban a la guerra llevaban consigo una coraza de


cuero endurecido y barnizado, portaban dos arcos uno de los cua-
les usaban desde su cabalgadura, además cuerdas de repuesto,
cera y agujas. Su más importante indumentaria era una camisa de
seda que vestían interiormente para pelear; tenía la particularidad
en caso de ser heridos, la flecha se introducía junto con esta ca-
misa en la herida, sin romperse, esto hacía mucho más fácil la re-
moción de la flecha sin causar más daño en la herida en si. Como
alimento portaban carne seca y leche agria de yegua, en polvo, a
la que solo añadían agua para convertirla de nuevo en leche. Todo
este equipo lo ponían dentro de una bolsa de cuero que también
la usaban, inflándola con aire, como flotador para atravesar ríos.

Devoraban cualquier tipo de carne incluyendo la de perro. Hay


episodios en los que debieron comer carne humana, esto suce- Camisa de seda mongol
dió durante la conquista del sur de China. Tenían la costumbre
de destruir y quemar todo a su paso, para que los sobrevivientes
conquistados no tuvieran nada con que alimentarse. Dicen que
cuando se les agotaba el alimento abrían una vena de su caballo y
bebían su sangre. Sus caballos estaban acostumbrados a buscar
alimento con las patas, haciendo a un lado la nieve o la tierra y
alimentándose de raíces o hierbas.

En cuanto a la toma de prisioneros solo lo hacían si era necesario


para sus fines. Como no podían alimentarlos, irremediablemente
los masacraban. Estos acontecimientos llenos de violencia y des-
trucción y la inminente llegada de estas hordas causaron terror
en Europa. Produjo grandes migraciones a escalas nunca vistas,
especialmente en Europa del Este y en el Asia Central.

79
UZBEKISTÁN

Kalyan minarete Bukhara, Uzbekistán


(Foto: Adam Jones)

En el trayecto hacia Bukhara pudimos apreciar grandes cultivos de algodón que parecían campos
nevados. Era la época de la cosecha y los patios lucían como montañas con nieve. Cuando Marco
Polo regresó a Europa conto que en China “la lana de borrego también crecía en ciertas plantas”
(algodón) nunca le creyeron.

Llegamos a una población llamada Tschard que está a orillas del río Amu-Daria, antiguo Oxus, vie-
ne de la cordillera del Hidu-kush, parte del Himalaya a nuestra derecha. Entramos aquí a la Repú-
blica de Uzbekistán. La gran variedad de frutas que encontramos, muchas de ellas desconocidas,
nos proporcionan momentos agradables.

Bukhara es una ciudad con una historia novelesca y de gran riqueza arquitectónica. Aquí se ha-
bla el uzbeko; originalmente fue un oasis y llegó a ser muy importante cuando formaba parte del
imperio persa. Conquistada y gobernada por Alejandro, Gengis Khan, y Tamerlán; fue un centro
cultural y religioso importante en el Asia Central. Su nombre proviene de “vikara”, el prototipo de
médrese o monasterio, existían allí hasta comienzos de este siglo 364 mezquitas y 109 medreses.

Además fue considerada punto clave en “La Ruta de la Seda”, aquí convergían rutas procedentes
de Rusia, India, China y Europa. A inicios del siglo VIII los árabes invadieron estos territorios y
trajeron consigo el islam desplazando al budismo y reduciéndolo únicamente al Tíbet y Japón.
Hay en la ciudad un hermoso y antiguo edificio de 700 años, con estructuras de grandes dimen-
siones hechas en madera muy trabajada, llamado “La Corte”.

El cristianismo oriental también estuvo presente aquí y llegó a su esplendor en los siglos IX y
X bajo la dinastía persa del rey Samán, cuya tumba es una de las edificaciones más antiguas
de Bukhara. Bajo esta dinastía se construyó una muralla de doce kilómetros de largo, con once
puertas para proteger la ciudad, la misma que ha sido destruida y reconstruida varias veces. La

80
La Corte Fuerte del Arco

última destrucción estuvo a cargo de los mongoles en el siglo


XIII. Desde el siglo XVI hasta comienzos del XX Bukhara fue
gobernada por los Emires Uzbekos quienes la embellecieron.

Muy cerca se encuentra una fortaleza llamada el “Fuerte del


Arco” habitada por más de 1400 años; en su interior se ven
antiguas cámaras de tortura y mazmorras rústicas y depri-
mentes, entre éstas hay una muy destacada llamada “el pozo
de los bichos”. Un famoso episodio ocurrió en este agujero a
cuatro metros de profundidad, accesible solo con una cuerda
y se usaba para confinar a los peores criminales.

En 1839, un oficial del ejército inglés de nombre Charles Stod-


dart fue encerrado en este hueco de confinamiento y tortura;
los guardias tenían la consigna de lanzarle todo el tiempo in-
sectos, roedores, escorpiones, etc. La Corte, Gastón al fondo

Stoddart traía un mensaje de la corona británica para Alim


Khan, último Emir de Bukhara y último descendiente directo
de Gengis Khan. Al entrar al palacio montado en su caballo en
vez de hacerlo a pie, equivocó sus modales y la etiqueta en su
presentación, además, sin ningún obsequio. Esta conducta le
costaría muy cara porque el Emir famoso por su brutal tempe-
ramento y apodado “el carnicero” ordenó que fuese lanzado a
este pozo y en el cual permanecería por tres largos años.

81
Un segundo oficial inglés llegó a Bukhara un año más tarde
para tratar de obtener la libertad de Stoddart. Se trataba del
capitán Arthur Connolly oficial de la inteligencia británica.
Este segundo enviado corrió con la misma suerte, pues tam-
bién fue encerrado en el mismo agujero. Dado que el Emir no
había recibido ningún mensaje directo de la Reina Victoria,
en 1842 ordenó que ambos prisioneros fueran sacados del
agujero y decapitados en la plaza pública usada para el co-
mercio de esclavos, frente a la fortaleza. Más tarde, un tercer
emisario del imperio inglés llegaría a Bukhara. Se trataba de
un cura cuya vestimenta causó tanta risa al Emir que le per-
donó la vida.
“Último Emir Uzbeco”
Esta historia es parte de lo que a comienzos del 1900 fuera
llamado “El Gran Juego” (The Great Game). Trataba sobre la
rivalidad y pugna por la hegemonía del Asia Central entre el
Imperio Inglés y la Rusia Imperial. Ambos estados pensaban
que si en un comienzo sus fronteras estaban distantes, aho-
ra, luego de sus expansiones se habían acercado tanto que
los británicos temían que los rusos pudiesen incluso atacar
y apoderarse de la India. Rudyard Kipling escritor inglés de la
época, popularizó este “Gran Juego” con sus novelas “Kim”
publicada en 1901 y “El hombre que pudo ser rey”.

Comienza simultáneamente en esta misma época una frené-


tica carrera por llegar primeros al Asia Central, en la que to-
“Mercader de telas” man parte nueve países. Son enviados: espías, exploradores,
(Fotos: S. Gorsky ,1863 - 1909) misioneros, cartógrafos, aventureros, arqueólogos, soldados,
todos compitiendo por hallar algunas de las fabulosas ciuda-
des perdidas de la Ruta de la Seda de las que solo se sabía
a través de leyendas y que ya habían desaparecido tragadas
por los desiertos.

“Tropas rusas en Samarcanda”


(N. Karazin)

82
TÍBET

Palacio Potala Monjes tibetanos


(Foto: Younghusband,1863 - 1942)

A la vez, otros se disputaban también el honor de ser los pio-


neros en llegar al desconocido, misterioso y prohibido reino del
Tíbet, gobernado por un Rey-Dios. Se sabía muy poco de este
misterioso reino que pronto se convertiría en una obsesión. Era
ya conocido y hasta nombrado por Herodoto y Ptolomeo, como
“un extraño reino en medio de los Himalayas”.

El Tíbet fue siempre un reino prohibido para extranjeros. Guar-


dias estratégicamente ubicados impedían su acceso y tribus
salvajes muy agresivas en sitios remotos asaltaban y robaban a
quienes pretendían transitar. Perecieron cruelmente: espías, na-
turalistas, exploradores, cartógrafos etc., mientras trataban de
levantar mapas y llegar a Lhasa su capital. Algunos de los que
pudieron llegar después de recorrer grandes riesgos fueron mi-
sioneros jesuitas, entre ellos Mateo Ricci, en 1552. Más tarde en
1903, Sir Francis Younghusband invadió el Tíbet desde la India
inglesa imponiendo por la fuerza la firma del tratado Anglo-Tibe-
tano como parte del “Gran Juego”. También llegaron: Sven Hedin,
de quien hablaré más tarde, Alexandra David Neel en 1868, Hein-
rich Harrer en 1952 autor de una novela autobiográfica llamada
“Siete años en el Tíbet” y otros.

Es una tierra extremadamente severa y de difícil supervivencia.


Las temperaturas bajan hasta 45 grados bajo cero y todo perma-
nece congelado durante 8 meses al año. Los escasos poblado-
res viven en altitudes entre cuatro y cinco mil metros. Sus vien-
tos pueden derribar de sus caballos a los viajeros; uno de ellos

83
Molinos de oración Mujeres tibetanas
(Foto: Younghusband, 1863 - 1942)

reportó no haber visto una sola persona en 81 días de viaje. No


hay árboles, ni leña y para cocinar recogen el excremento seco
de los animales. Allí se sufre de congelamiento y de quemaduras
de sol al mismo tiempo.

Lhasa también llamada “La Ciudad Prohibida”, esta ubicada


en el techo del mundo, fue el último bastión de romance y
misterio de la Europa de entonces. Estuvieron tan aislados del
mundo que desconocían la electricidad, el reloj, las máquinas,
las bicicletas y todo tipo de vehículos, incluyendo las carretas
con ruedas. Bien se le podía comparar con Shangri-La de la
novela “Horizontes Perdidos” (es importante anotar que ellos
no usaban ruedas de ningún tipo por cuanto son de simbolo-
gía divina, como “Las ruedas de la existencia y sus reencarna-
ciones”, etc., eran usadas solo con fines religiosos).

Hay un monasterio estratégicamente ubicado en cada pueblo


o aldea por lo general en la parte alta de los riscos desde don-
de controlan a sus habitantes. Se comunican entre si median-
te algún código de toques de campanas. Es muy común el
celibato, pues uno de cada seis hombres es aislado en estos
monasterios o lamasterios, esto equivale a un hijo barón de
cada familia. El nombre de lamasterio viene de los lamas o
monjes de mayor jerarquía que están bajo el Dalai Lama. A
mediados del siglo XVII, el quinto Dalai Lama construyó el ac-
tual palacio llamado Potala, desde donde se llevan a cabo las
sucesiones entre ellos, o sus reencarnaciones.

La rueda o molinillo de oración tibetano tiene dos propósitos:


primero ayuda a la concentración de quien lo hace girar y se-
84
gundo, en cada giro la oración que se encuentra en el interior
del molinillo se esparce con el viento, al igual que las bande-
ras multicolores de oración.

La meditación es una costumbre y cultura de esta tierra. Me-


ditar es poner la mente en un estado de conciencia elevado.
Muchas veces se logra a través de sonidos vibracionales o
mantras producido por la voz humana o a través de instru-
mentos con sonidos graves y aparentes para estas frecuen- Niño tibetano meditando
cias. Es una manera de ingresar a nuestra mente y creer que
tenemos de alguna forma, algún control o influencia sobre
ella. Anhelamos bienestar interior.

Una de sus más extrañas costumbres es la poliandria; esto es


que una mujer puede tener varios maridos. Si se casa, dispo-
ne también de los hermanos de su esposo. Otra costumbre
interesante es ponerles a los niños nombres por demás desa-
gradables con el fin de que los malos espíritus no se fijen en
ellos. A los seis meses un lama les pondrá otro nombre más
aceptable aunque se lo pueden cambiar cuando lo deseen;
aquí no hay apellidos.

La preparación para la muerte lo hacen con la ayuda de un


Músico mendigo
lama quien les guía usando las instrucciones escritas en uno
de sus más famosos libros, “El Libro Tibetano de los Muertos”,
(“Bardo Thodol”). Allí están las enseñanzas budistas -tibeta-
nas donde nos dicen que la vida sigue y que debemos aceptar
a la muerte de forma natural: como normal, como parte de un
ciclo. La vida es considerada energía que no se pierde, solo
muta.

Este libro señala que la muerte consta de tres etapas o “Bar-


dos” que duran 49 días durante los cuales los Lamas deben
guiarle al difunto en su travesía. Estas etapas son pruebas
impuestas a cada uno y que deberá sobrellevar para tener de-
recho a reencarnar.

El primer Bardo es la preparación para la muerte; en ésta eta-


pa el alma de la persona se resiste a dejar el lugar y deambula
por cierto tiempo entre lugares y seres queridos; el Lama le
exhorta a que siga adelante en el proceso de ingresar al más
allá.

85
En el segundo Bardo o etapa intermedia, la persona es atraída fuertemente por una gran luz blan-
ca, cegadora y acogedora; una vez frente a ella ya no querrá regresar. Comienza aquí un recorrido
inicial por lugares llenos de deidades buenas que le provocan tentaciones para desviarle de su
camino.

Luego atravesará otros lugares, esta vez con deidades furiosas y violentas que le producirán mie-
do e inducirán también a que pierda el camino. Estas son representadas en las pinturas de los
templos en forma de diablos y se espera que la persona las reconozca cuando se encuentre con
ellas; (la costumbre de meditar de los tibetanos involucra en gran parte una preparación que le
ayudará a reconocer estas situaciones para no perderse y poder continuar hacia la iluminación).
Finalmente, se enfrentará con la última y más importante deidad, es la que representa la propia
muerte. En estas circunstancias, si escucha los cantos del Lama que le guían desde afuera -con el
Libro Tibetano de los Muertos en sus manos-, podrá evitar enfrentarse con ella. Si no puede evitar
este encuentro, será esta deidad, -muerte-, quien juzgue sus actos (karma) sopesándolos e influ-
yendo en su próxima reencarnación, ya sea en otra persona o en algún animal de nivel inferior. Si
son mujeres lo deseable es reencarnar en el cuerpo de un hombre y si son hombres, en un monje.

Al llegar al tercer Bardo o etapa final se encontrará (invisiblemente), en un lugar lleno de erotismo
y sensualidad donde yacen varias parejas realizando actos sexuales, de entre los cuales podrá
escoger a sus futuros padres y será engendrado producto del acto sexual. Este bardo finaliza
cuando el niño ve por primera vez una luz blanca y fuerte al nacer. Es el comienzo de una nueva
vida y parte de la “Rueda de la Existencia”.

“El Libro Tibetano de los Muertos”, llamado también “El Libro Perdido de los Muertos” es exclusi-
vamente tibetano y fue escrito en el año 800 por un santo indio que dio comienzo a esta fe aquí.
Tíbet paso de ser un país militar a ser el más espiritual de todos los pueblos. Este libro perma-
neció oculto para occidente hasta 1919. Es uno de los pocos escritos sobre el mayor misterio
de la humanidad, “la muerte” y “la vida después de la muerte”, con instrucciones de qué vamos a
encontrar en el más allá y cómo debemos actuar.

El proceso fúnebre en el Tíbet dura hasta una semana y lleva inalterado por más de seis siglos. El
cadáver, antes de ser transportado por sus familiares, es fracturada la columna vertebral, seguida-
mente lo doblan entre piernas y brazos, lo atan y lo envuelven. Luego lo llevan a un sitio donde un
descuartizador de cadáveres se hace cargo. Procede a despedazarlo cortando la mayor cantidad
de piel posible para facilitar su consumo, luego mediante un silbato llama a los buitres.

Finalmente, los huesos son entregados a sus familiares quienes los pulverizan con un martillo
grande, incluyendo el cráneo, al mismo tiempo que las aves pelean por su contenido interior.

Este rito les toma una hora y lo llaman “funeral celeste”. Esta costumbre la practican debido a que
el suelo generalmente es muy duro y frío para enterrarlo y porque no hay madera para su crema-
ción.

86
Destaco aquí lo que un monje franciscano llamado Guillermo
de Rubruck en 1253, -pocos años antes de Marco Polo- en-
viado como embajador por el rey Luis IX de Francia a la corte
de los mongoles en Karakorum, capital de este imperio y con
respecto a estas costumbres tibetanas del funeral celeste nos
dice: “anteriormente tenían la costumbre de comerse a sus
muertos y que sus estómagos era el mejor sepulcro para sus
seres queridos” (tomado del libro “Contemporaries of Marco
Polo” pag. 117 ).

En 1320, poco después de Marco Polo otro monje viajero lla-


mado Odorico nos cuenta en su diario al respecto: “después
de despedazar el cuerpo, la cabeza es entregada a su hijo,
quien, junto con su familia la cocinan, consumen su interior y
posteriormente usan la calavera de vaso, del cual brindan con
mucha solemnidad” (tomado del libro “Contemporaries of Mar-
co Polo” pag. 245).
Minarete Kalyan, año 1127
Tíbet fue en el siglo X un reino belicoso que eventualmente
conquistó parte del Asia Central incluyendo Samarcanda, Kas-
hgar y Turfán y el oeste de China. Después de esto llegó su
ocaso, su aislamiento y repliegue a su ubicación actual.

Es imponente un minarete construido en 1127 llamado “Kal-


yan”, hermosamente trabajado en su parte superior. Es la es-
tructura más alta del área con 60 metros de altura y 10 metros
de diámetro en su base. Servía como torre de observación y
también para lanzar a los condenados a muerte, por lo que
también era llamado “La Torre de la Muerte”; por la noche se Camas en vez de asientos en el parque

convertía en faro para las caravanas que se dirigían a Bukhara.

Me llama la atención encontrar a la gente en el parque central,


a orillas de una laguna, sentada sobre gran número de camas,
no encuentro otro calificativo. Allí pasan horas conversando,
discutiendo y jugando. Es algo que no he visto en ningún otro
lugar.

Cerca de aquí hay un mercado antiguo cubierto, del siglo XVI.


Está conformado por grandes domos que protegen contra las Gastón en el medio
temperaturas extremas del verano y del invierno. En su inte-

87
rior existe un olor peculiar proveniente de las mezclas de pro-
ductos; seguramente ha tenido el mismo olor y ambiente por
centurias.

Por la noche muy cansados por el pesado día platicamos du-


rante la cena de todo lo que hemos visto. Sale a flote el tema
de Ibn Battuta, el famoso viajero árabe (el que más ha viaja-
do), de la misma época de Marco Polo; fue aquí en Bukhara
donde perdió sus cuadernos en los que llevaba escrito su dia-
Mercado
rio y sus experiencias de viaje, valió la pena mencionarlo.
Foto: china-underground.com

Mercado cerrado en Bukhara, siglo XVI

Mercado cerrado en Bukhara,


siglo XVI

88
IBN BATTUTA, EL VIAJERO MÁS FAMOSO.

«Viajar te deja sin palabras y después te convierte


en un narrador de historias»
Ibn Battuta

Unos años después del regreso de Marco Polo a Venecia, aparece


en escena recorriendo toda el Asia, Iban Battuta de 22 años, ára-
be de Tánger, Marruecos, es considerado el que más ha viajado.
Durante 29 años recorrió por mar y tierra unos 120 mil kilómetros
(equivalente de 3 veces la vuelta a la tierra). Exploró el norte y el
oeste de África, Arabia, Europa, Asia, India y China y lo reseñó con Ibn Battuta
lujo de detalles en su libro “A través del Islam”, el mismo que sirvió
de referencia para el pueblo islámico de esa época.

Itinerario de los viajes de Ibn Battuta y Marco Polo

En su juventud Ibn Batuta estudió leyes y el Corán. Era muy ob-


servador y poseía una excelente memoria que le sirvió para re-
coger información en cuanto a lugares, costumbres, anécdotas,
y las diferentes formas de vida de los lugares que recorría y que
más tarde le serviría para escribir sus memorias. Dormía donde
le sorprendía la noche, a veces en suntuosos palacios, gracias a
asombrados sultanes impresionados por sus relatos o en humil-
des viviendas compartiendo con otros musulmanes.
89
Se inició como viajero en una peregrinación a La Meca que le
tomó un año y medio; recorrió el norte de África, saliendo desde
Marruecos, vía Túnez, Trípoli y llegó hasta Alejandría en Egipto,
donde pudo ver el gran “Faro de Alejandría” que acababa de caer-
se 2 años antes, derribado por un terremoto (año 1323), cuenta
que no pudo entrar a ver sus ruinas; luego fue al Cairo, una ciudad
muy grande en el mundo de entonces. Navegó por el Nilo hacia el
sur y cruzó por tierra hasta el mar Rojo. Trató de llegar a Arabia,
sin lograrlo y tuvo que regresar al Cairo y proseguir por tierra vía el
Sinaí, Palestina, hasta La Meca.

Después de permanecer por un tiempo aquí se unió a una cara-


Faro de Alejandría vana de peregrinos con dirección a Iraq y Persia. Visitó Basora,
Isfahán, Shiraz, Bagdad y viajó hasta el Kurdistán. Todo este terri-
torio estaba en poder de los mongoles de quienes relata sorpren-
dido que son los mejores jinetes del mundo y que “beben la sangre
de sus caballos mientras galopan”. Después de pasar un tiempo
en estas tierras decide formar parte de otra caravana y regresar
nuevamente a La Meca; permanecerá allí por un año.

En 1330, desde Arabia se embarca y viaja hacia el sur por la costa


africana; visitó: Yemen, Etiopía, Mogadiscio, Mombasa, Zanzíbar,
Kilwa, Kisiwani, llegando hasta Tanzania. A su regreso visitó Omán
y el estrecho de Ormuz en el Golfo Pérsico, luego atravesó Arabia
por tierra y retornó por tercera vez a La Meca.

Decidió ir a la India por tierra, atravesó Egipto, Siria y Asia Menor,


cruzó el mar Negro, llegó a Crimea, ocupada por la “Horda de Oro”
de los mongoles; allí de manera fortuita se unió a la caravana de
Ozbeg, el Khan de esta Horda y viajó hasta Astracán por el río Vol-
ga. Según su propio relato, el mismo Khan le recibió con un lujo
impresionante y compartió varias de sus esposas.

En 1332 fue hasta Constantinopla capital del Imperio Bizanti-


no acompañando a una princesa turca, una de las esposas del
Khan Ozbeg. Nos relata que conoció de cerca las barbaridades
de los mongoles y que también padeció los rigores del invierno
ruso cuando visitó: Ucrania, Uzbekistán y Kazajistán; refiriéndose
a Gengis Kan dijo, “el tártaro, destruyó la ciudad de Bukhara, casi
la totalidad de sus mezquitas, madrazas y zocos, están en ruinas”.
En Constantinopla conoció al emperador Andrónico III y visito
Santa Sofía, aunque no entró para no tener que postrarse ante la

90
imagen de Cristo. Luego de permanecer por un mes en esta ciudad, retornó a Astracán. Continúa hacia el
Oriente y cruza mares muy lejanos como el Caspio y Aral, considerados entonces “tierra de las tinieblas”,
llegaría luego recorriendo la Ruta de la Seda hasta Bukhara y Samarcanda. Cruzó Afganistán y los pasos
del Himalaya hasta encontrar el río Indo y por él, hasta India. Allí consiguió que el Sultán de Delhi le nom-
brara juez y se quedó a vivir ocho años.

Durante su estadía en India nos relata que presenció horrorizado durante la cremación de un cadáver, que
la viuda se arrojó a la pira para que su familia alcanzara fama y honra mediante este “acto de lealtad”. Más
tarde el Sultán de Delhi le pidió que le representara como embajador ante el imperio mongol en China y
que tendría que viajar a ese país. Este viaje por mar y tierra terminaría en desastre debido a un huracán y al
hundimiento del barco que los llevaba. Perdió sus recursos y casi le costó la vida.

Vagó por el sur de la India, Ceilán y las islas Maldivas donde pasó varios meses desempeñándose como
juez. En cierta ocasión tuvo que ordenar la amputación de la mano de un hindú, por ladrón. También nos
comenta que en las islas Maldivas disfrutó de muchos placeres gastronómicos y sexuales: «durante un
año y medio que estuve allí, tuve cuatro mujeres, aparte de las esclavas [...]». Se sabe que durante sus via-
jes se casó nueve veces y que tuvo infinidad de concubinas.

Más tarde cuando el espíritu aventurero volvió a apoderarse de él, reemprendería su viaje a China, visitando
Burma, Bengala, Sumatra, con penosas experiencias y hasta asaltado y robado por piratas del mar Índico;
finalmente llego a Cantón.

Recorrió la costa oriental de China, paso por Hangzhou donde nos relata de la majestuosidad de esta her-
mosa ciudad (de la cual Marco Polo fue gobernador por 3 años), luego prosiguió hasta Pekín. En 1346 deja
China y regresa a La Meca. Retornó vía marítima por el sur de la India, el golfo Pérsico y luego por tierra a
través de Siria y Egipto. A su paso por Siria se encontró con la peste negra, nos cuenta con lujo de detalles
sobre los efectos catastróficos de esta plaga y como pudo escapar de ella: “purgándome de la fiebre con
una infusión de hojas de tamarindo”.

En 1349 decidió dejar Arabia y retornar a su tierra, Fez, capital de Marruecos. Una vez en Fez, un año más
tarde cruzó el estrecho de Gibraltar y llegó hasta el Reino de Granada donde visitó Marbella y Málaga.

En 1353 decidió ir desde Marruecos hasta Sudán en el centro de África, formando parte de una caravana,
viajó a través del desierto del Sahara hasta el temido Reino de Mali, territorios de negros antropófagos y
completamente desconocidos, en la parte oeste del África central. Dos años más tarde retornaría a Ma-
rruecos vía Timbuktú.

Al volver en 1355 Ibn Battuta recibió del sultán de Maruecos el pedido de recopilar por escrito las experien-
cias de sus viajes. La obra se tituló “Rihla”, que quiere decir «El viaje». El texto fue dictado por Ibn Battuta a
un poeta granadino que había conocido tiempo atrás; requeriría de un gran esfuerzo mental recordar acon-
tecimientos y experirencias de sus viajes ocurridos durante 30 años, debido al extravío de sus cuadernos
de notas en Bukhara. Moriría en el año de 1368 a los 64 años de edad.

91
SAMARKANDA

Continuamos nuestro viaje hacia el oriente, seguíamos en la


frontera norte de Afganistán y Paquistán, llegamos a una ciudad
cuyos primeros asentamientos urbanos datan de hace 3.000
años. La tan esperada Samarcanda, corazón de La Ruta de la
Seda o como la conoció Alejandro Magno, la misteriosa y “Dora-
da Maracanda”.

Fue aquí donde Alejandro se casó con la princesa Roxana y en un


arranque de ira mató a su amigo de la infancia, Cleitus.

Samarcanda en tiempo En el siglo XI esta área fue invadida por los árabes y con ellos
de Gengis Khan llego el Islam. Se elaboraron aquí las primeras copias del Corán,
escritos sobre piel.

Samarcanda contaba con medio millón de habitantes, además


de exuberantes mercados, importantes librerías y extraordinarios
palacios; su ejército lo componían 100.000 soldados y 30.000
mercenarios turcos. Cuando llegaron los mongoles destruyeron
sus murallas y la ciudad; perdonaron la vida a 50.000 familias,
30.000 artesanos y artistas. Los jóvenes fueron asimilados al
ejercito mongol y el resto fueron masacrados.

Cuando los mercenarios turcos decidieron cambiarse de bando,


Tamerlán inicialmente Gengis los perdonó por su condición, luego cambió
de idea: pensó que si traicionaron a sus amos lo traicionarían
también a él e hizo lo siguiente: ordenó que raparan sus cabellos
para que parezcan mongoles, haciéndoles poner detrás de cada
uno de ellos a un mongol con su navaja, luego a una señal todos
fueron degollados.

Cien años después otro turco-mongol llamado Tamerlán “El Cojo”


(1336 - 1405) haría de esta ciudad su capital. No fue descendien-
te de Gengis Khan razón por la que no utilizó el título de “Khan”.
Su dinastía sería conocida como los “Timuríes”, de religión islá-
mica y se expandieron en todas las direcciones, desde el Hindú
Kush hasta el Mediterráneo, incluyendo Delhi por el sur y Moscú
por el norte, cubriendo una tercera parte del mundo conocido.

Chlebowski 1835 Tamerlán fue también en exceso sanguinario. Masacró pobla-


“Captura de Bayaceto”
ciones enteras en Isfahán, Bagdad, Astracán, Damasco, Ankara,
92
Delhi, etc. En Bagdad debido a la oposición que recibió de los
mamelucos hizo ejecutar a 90 mil habitantes, casi toda la pobla-
ción; también en Damasco. En Ankara combatió y venció a Baya-
ceto sultán otomano y se dice que fue una batalla en la que inter-
vinieron casi un millón de hombres y de una mortandad terrible.
Al final, el Sultán fue tomado prisionero y humillado haciéndolo
servir de banca para que Tamerlán pudiera subir a su caballo.

“Vendedor de agua˝
Entre las crueldades de Tamerlán y que se hizo costumbre, es que (Foto: P. Gorski 1863)
usaba las cabezas de sus enemigos para formar pirámides en los
caminos y a la entrada de los pueblos para escarmiento. Otra anéc-
dota cruel es acerca del desprecio que le tenía a los camellos y que
se relatan en el siguiente episodio: “los ataron con fardos de hierba
seca y les prendieron fuego. Los camellos con el fuego en sus gibas
corrieron por las calles, enloquecidos en su agonía, fueron prendien-
do fuego a la ciudad hasta que cayeron desplomados”.

Cuando conquisto Delhi en India, fue una campaña muy dura, se


vio en la necesidad de exterminar a 100 mil prisioneros que llevaba
consigo. Después de devastar la ciudad pasó algunos meses reco-
giendo tesoros y se los llevó de regreso a Samarcanda empleando
para ello 120 elefantes. Fue su nieto quien impuso su hegemonía
en la India y el que fundó la dinastía Mogol, o mongol, que es lo
mismo. Tamerlán murió cuando se disponía conquistar China.

Increíblemente fue el mismo Tamerlán y su hijo quienes reconstru-


yeron Samarcanda y Herat destruidas por Gengis Khan. Revivieron
la famosa escuela persa de pintura de miniaturas; a pesar de ser
analfabeto su sensibilidad por el arte, la música (tocaba la cítara),
matemáticas, astronomía, pintura, poesía, etc., fue muy destaca-
da. En la cima de una colina existen los restos de un observatorio
astronómico del año 1428 construido por un famoso astrólogo
llamado Ulughbek, nieto de Tamerlán. Redonda, con 46 metros de
diámetro, en su interior guarda un gran sextante de mármol.
Sextante gigante
El instrumento estaba increíblemente bien orientado con los me-
ridianos. Fue usado para medir las coordenadas del sol, la luna y
los planetas. Ulughbek realizo aquí -sin ayuda óptica de ninguna
clase- su famosa “Tabla de las Estrellas” obteniendo las coorde-
nadas de 1.018 de ellas, que aún son válidas; estimó la duración
del año celestial en 365 días, 6 horas, 10 minutos, el actual difie-
re con menos de un minuto.

93
Plaza Registan, Samarcanda

En el centro de Samarcanda hay una plaza espectacular lla-


mada “Registan”, compuesta por tres grandes y majestuosas
medreses. La primera de ellas la construyeron los mongoles
en 1417; sirvió como escuela religiosa y luego fue universi-
dad. Las dos restantes se construyeron posteriormente.

Por la noche asistimos a un homenaje en esta plaza; un es-


pectáculo de luces y colores mientras se escuchaba música
Mausoleo de Tamerlán
autóctona con sonidos de fondo como de ejércitos galopan-
do; se decían versos que al escucharlos -pese a no compren-
derlos- me ponían la piel de gallina, sincronizadas con el juego
de luces que cambiaba de un edificio a otro produciendo un
efecto mágico. Es una pena no haber podido comprender; sin
embargo, sentía e imaginaba que se referían a hechos histó-
ricos; hermoso.

Mausoleos Mongoles Mausoleos Mongoles ahora


Foto: Prokudin Gorski 1863
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Mausoleos Mongoles Mausoleos Mongoles ahora
Foto: Prokudin Gorski 1863

En 1404 Tamerlán ordenó que se construyera un mausoleo para


un nieto suyo que murió en la batalla de Ankara a la edad de
24 años. Su cúpula bañada con oro tiene 64 domos (este nú-
mero es mágico o sagrado para los islámicos, pues Mahoma
murió a esta edad), está hermosamente decorado con mosai-
cos azules. Hay también aquí uno de los bloques de jade más
grandes que existen adornando su interior, así como gran can-
tidad de estalactitas forradas con papel de seda e hilo de oro.
En 1405 Tamerlán murió sin haber podido llevar a cabo todos
sus planes y fue sepultado en este mausoleo, al igual que sus
dos hijos y el astrónomo Ulughbek.

En la cripta de Tamerlán rezaba un epitafio: “quien viole mi


tumba traerá a su país un invasor más terrible que yo”. Irónica-
mente su tumba fue abierta en 1941 por un arqueólogo ruso y
dicen que el mismo día se produjo la invasión de Hitler a Ru-
sia. Del examen de los restos encontrados se presume que el
esqueleto perteneció a un hombre de cabellos rojizos, cuyos
brazo y pierna demostraban que fue manco y cojo; se deduce
que sufría de tuberculosis a los huesos. En base al cráneo, se
reconstruyó su imagen.

Ordenó también la construcción de un cementerio para sus


familiares entre los que se cuentan: su esposa, su hermana,
sus generales, etc.. Es una avenida de mausoleos bellamente
decorados con mosaicos multicolores; uno de los más atrac-
tivos lugares de Samarcanda.
Samarcanda
(Fotos: Prokudin Gorski, 1863)

95
“Fiesta en Samarcanda” Yo en mausoleos
V. Vereshchagin 1842-1904

Otra hermosa mezquita llamada “Bibi-Khanim”, fue edificada en 1399 para conmemorar su campa-
ña en India. Ordenó que debía ser superior a cualquier otra que él hubiera conocido. Se usaron en
su interior grandes cantidades de piedras preciosas traídas en elefantes desde India junto con el
resto del botín. Fue la más grande y hermosa del Asia Central y del mundo musulmán.

Dos minaretes de 50 metros de alto constituían la entrada principal. Bibi-khanim fue una hermosa
mujer de origen chino y la preferida de Tamerlán. Durante su ausencia de dos años por la campaña
en India, tratando de complacer a su esposo tomo a cargo la construcción para lo que contrató
a artistas, constructores, pintores y arquitectos de occidente. Un joven arquitecto se enamoró de
ella, al ser rechazado en sus intentos amorosos pidió que tan solo le permitiera darle un beso en
la mejilla de otra manera no terminaría la obra. Ante este chantaje accedió al pedido, pero tal fue
su mala suerte que quedó una marca que no se borró y que tampoco pudo ocultar a su esposo
cuando regresó. Tamerlán ordenó que ejecutaran al arquitecto y se dice que ella se salvó porque
descendía de la familia de Gengis Khan a quien debía mucho respeto. Tamerlán ordenó que en
adelante, para evitar tentaciones, todas las mujeres debían usar velo.

El tema de las costumbres musulmanas aplicadas a sus mujeres siempre me a llamado la aten-
ción. Gastón nos comenta que durante los primeros siglos después de la muerte de Jesús, el
cristianismo se expandió por el mundo sin ninguna otra religión importante con quien competir a
excepción del mitraísmo practicada por el imperio romano de entonces y de gran similitud al cris-
tianismo. Samarcanda la encuentro espectacular, me siento privilegiado de estar aquí.

96
EL ISLAM

En el año 570 de nuestra era, en Arabia apareció un pastor huérfano de seis años de edad llamado Ma-
homa, criado por su tío. En su pueblo convivió con judíos y cristianos que seguramente le sembraron
las bases que en el futuro le influenciaran para sacar sus propias conclusiones con respecto a su fe.
Fue conductor de caravanas y analfabeto, nada especial en el comienzo de su vida. Posteriormente al
cumplir veinte y cinco años trabajó para una viuda rica llamada Kadisha, quince años mayor, con quien
contrajo matrimonio y procreó cuatro hijas; también mejoró su posición social. Luego se casará con
otras doce mujeres, nueve de ellas al mismo tiempo y tendrá más hijos.

A los 49 años se retiró a una cueva en el desierto, se dice que fue el Arcángel Gabriel quien le revelo “el
llamado de Alá”, (dios en Árabe) y así empezó su carrera religiosa. Aprendió a leer y escribir para poder
propagar su doctrina. Se manifestó como profeta, igual que Jesús, Abraham, Moisés y proclamó al
Dios de los judíos y cristianos como el verdadero. Decía que Dios confió la Ley a Moisés, el Evangelio
a Jesús y a Mahoma el Corán.

Hasta los 51 años de edad vivió en La Meca, predicó sus nuevas ideas entre la gente pobre lo que le
convirtió en una amenaza para el orden establecido y fue objeto de persecuciones que le obligaron
a huir. El 16 de julio del año 622 se refugió en Medina tomándose este hecho y fecha como punto de
partida y nacimiento del Islam.

En Medina tuvo discrepancias con la comunidad judía, con respecto a la interpretación de las escri-
turas lo que le forzó a implantar sus propias ideas y con ello comenzarían a formarse nuevos segui-
dores. Se convirtió en jefe religioso, político y militar; comenzó una campaña de hostigamiento a La
Meca hasta llegar a conquistarla. Esto será llamado “Jihad” o “Guerra Santa”.

En épocas preislámicas en algún lugar de esta ciudad había un templo (Kaaba) de veneración pagana
compuesta por 360 ídolos, también una pequeña piedra negra pulida que se dice cayo del cielo (me-
teorito), en la época de Adan y Eva. La Kaaba en sí es un templo de piedra en forma de cubo, supues-
tamente construido por Adan y reconstruido por Abraham y su hijo. Esta piedra negra entregó el Angel
Gabriel a Abrahm por lo que se convirtió en reliquia musulmana; se la llamaría “Piedra Angular”, según
ellos tiene poderes sobrenaturales.

Su “retiro” a meditar fue de 15 años en los cuales estudió las reformas religiosas y sociales que habían
que realizar en la nación árabe. Se dice que aprendió y fue fuertemente influenciado por el nestorianis-
mo; estudió el Antiguo y el Nuevo Testamento y procedió a formar su propia secta llamada mahome-
tana; en un comienzo inclusive se pensó que eran cristianos.

En el siglo VIII el Islam se propaga con una velocidad asombrosa por toda la Mesopotamia, Egipto,
el norte de África e inclusive España y desplaza al cristianismo en lugares tradicionales como Jeru-
salén y Damasco. En el reino persa sustituye a la religión que había existido allí por más de mil años.
Se difundió de la misma manera hacia el interior de Asia llegando a ser la más importante. En lo que
97
respecta a sus creencias, confían que hay cielo e infierno; en la resurrección de los muertos y que sere-
mos juzgados por Dios en el juicio final. Sostienen que el destino o la suerte de cada individuo está ya
escrito antes de nacer en “El Gran Libro de Dios”, por eso es que frecuentemente se los escucha decir:
“es voluntad de Dios”, “está escrito”.

Son cinco sus principales prácticas religiosas: la primera, recitar su credo, “no hay mas Dios que Alá
y Mahoma es su profeta”; la segunda, orar a Dios cinco veces al día (con la cara hacia la Meca): al
amanecer, al medio día, antes y después de ponerse el sol y en la noche. la tercera, el ayuno durante el
Ramadán; no pueden comer desde la salida hasta la puesta del sol. La cuarta dar limosna. La quinta
peregrinar a La Meca por lo menos una vez en la vida.

Son prohibidas las bebidas alcohólicas, el juego de asar y persuaden a que el mejor lugar para morir
es el campo de batalla. En lo que respecta al matrimonio pueden tener hasta cuatro esposas. Se dice
que esto se debe a que producto de tantas guerras el sexo masculino escaseaba de una manera alar-
mante. Así pues, tuvieron que adaptar la religión a sus necesidades y como consecuencia los hombres
tienen este privilegio.

Es interesante anotar que el Islam no tiene clero. Cada mezquita tiene su “Imán” que es el encargado
de dirigir las plegarias, este no es sacerdote ni mucho menos; es reemplazable y en principio lo puede
hacer cualquier musulmán. A los que llaman a orar desde lo alto de las mezquitas se les llama “mue-
cines”.

Al morir Mahoma no tuvo a un barón como heredero, debido a esto estallaron disputas por la sucesión
y recayó en su yerno Abú Bakr, convirtiéndose así en el primer sucesor y califa.

La razón por qué no van las mujeres a las mezquitas es que al estar de rodillas e inclinarse como lo
hacen los varones, provocarían muchas distracciones y malos pensamientos a los hombres.

98
KAZAKHSTÁN

Nos dirigíamos ahora hacia el nor-oriente; aparecen monta-


ñas que a medida que nos acercamos se hacen más grandes.
Se trata de la cadena de montañas del Himalaya.

Estábamos al norte de Afganistán y Pakistán. Estas montañas


más adelante tomaran el nombre de Tian Shan que significa
“Montañas Celestiales” y tendremos que cruzarlas para llegar
a China.

A lo largo del recorrido hay gran cantidad de cultivos de algo-


dón, pasamos innumerables aldeas y pueblos; nos entretiene
mirar a al gente, especialmente a los niños y a los viejos, por
lo general campesinos. Sus costumbres, vestimentas y el am-
biente en que viven, diferentes a lo que estamos acostumbra-
dos y nos intriga. En los pueblos no faltan las mezquitas como
en los nuestros las iglesias.
Cetrero kirguiz
Llamábamos la atención pues no deben ver extranjeros a me- Wassili W. 1842-1904
nudo. Se acercaban y nos pedían recuerdos: querían comprar-
nos encendedores, lapiceros, nuestros relojes, etc., por pe-
queñas cantidades de dinero. Llegamos a Tashkent, capital de
la República de Uzbekistán. Se la veía una ciudad algo grande;
estábamos muy cansados, solo queríamos llegar a bañarnos
y dormir, habíamos viajado por muchas horas.

A medio día se presentó una guía que nos facilitaba la oficina


de turismo de esta ciudad; el inglés que hablaba era difícil
de entender pero usamos imaginación. Salimos a recorrer la
ciudad, no observamos nada de importancia durante el pa-
seo, nos ha indicado edificios y monumentos relativamente
modernos, le decimos que eso a nosotros no nos interesa y
que si nos podría llevar a conocer lugares antiguos, nos dice
que los pocos que habían se perdieron en el terremoto que su-
frieron hace algunos años y que nunca fueron reconstruidos.
Solamente quedan un par de medreses de los siglos XVI y
XVII, nada digno de mención; estos son conventos o colegios
religiosos islámicos. Después de ver Samarcanda ya nada nos
impresionaba y muy poco quedaba por conocer en esta área.

99
Por la noche, a pedido de Rosanne y Cecilia compañeras del grupo fuimos a lo que se podría decir:
una discoteca. Deduzco que es algo nuevo que quieren implementar al estilo occidental. Como equipo
de sonido utilizan una radio portátil con volumen exagerado y la música completamente distorsiona-
da; a pesar de todo, lo muestran con orgullo como diciendo nosotros también tenemos discotecas.
Vimos de cerca las costumbres de las parejas al bailar, no lo hacen juntos, ellas bailan solas y aprecia-
mos su sensualidad observando el movimiento de las manos, la cadera y el cuello; solo se me ocurrió
que era herencia de las antiguas bailarinas de harén.

Ocurrió aquí un episodio desagradable. No habíamos dado importancia al hecho de que con gran
persistencia Rosanne y Cecilia eran objeto de disputa para los bailes por parte de algunos varones del
lugar, el problema aparece debido al consumo de licor. Algunos de ellos quieren pelear con nosotros,
seguramente para poder quedarse con ellas; por suerte el encargado del local se da cuenta y rápida-
mente llama a alguna autoridad (no hay policía como en occidente) quienes aparecieron al poco rato
y se los llevaron; la discoteca se cerró inmediatamente y nosotros pudimos regresar sin nada que
lamentar.

Me empezaba a preocupar el exceso de moneda local que cambié, no he gastado mayor cosa, no
encuentro nada que valga la pena comprar. Eran grandes las distancias que recorríamos, quería-
mos cambio. Esperábamos que en los días que faltaban para llegar a China encontraríamos algo
interesante.

Viajamos por varios días por sectores montañosos, vemos innumerables pueblos y pequeñas aldeas
de yurtas en los valles. Yurtas son viviendas de los nativos o campesinos del Asia Central y Oriental.
Son de fieltro muy grueso, con una sola entrada, como cortina pesada. Tienen estructura de tiras de
madera en los costados que se cruzan en diagonal y en el centro usan una madera más fuerte para
sostener el techo. Allí mismo esta la cocina que mantiene la temperatura interior agradable, aunque
llena de humo que de a poco sale por un orificio de la parte superior. Por el mismo orificio entra algo de
luz. El piso, a excepción del centro, que es donde se encuentra el fuego, esta completamente cubierto
de alfombras y pieles de yac.

Durante las noches compartimos con ellos su tiempo y sus comidas, aunque no entendemos lo
que nos dicen, la pasamos muy bien. Nos comunicamos algunas veces a través del guía que nos
acompaña.

Pronto llegaremos a la ciudad de Alma Ata, será la ultima ciudad grande en esta parte de Asia Central
antes de cruzar la cordillera del Himalaya.

Alma Ata resultó ser más bonita de lo que esperábamos, es capital de la República de Kazajistán.
Contrasta con lo que hemos visto hasta ahora, es moderna y con buen gusto. Situada al pie de mon-
tañas nevadas y con un paisaje acogedor; sus calles y avenidas están llenas de hermosos álamos y
amplios parques, monumentos bien escogidos y un contraste armónico de lo antiguo con lo moderno,
me gustó.

100
Visitamos el museo etnográfico, encontramos nuevamente otro
antecesor del violín, parece que este instrumento proviene de
las estepas y fue conocido por aquí desde hace muchos siglos.
Admiramos vestimentas y armamento de los antiguos guerreros
que habitaron este país, algunos de ellos de oro puro.

Por la tarde no tenemos programada ninguna visita y salí a cami-


nar sin rumbo tratando de comprar algo y deshacerme de los bi-
lletes remanentes antes de salir hacia China. Hallé un lugar, una
especie de joyería donde vendían algunos hermosos trabajos en
orfebrería, habían también brillantes. Logré con el equivalente de
menos de cien dólares, en rupias, comprar un par de ellos. Al
percatarme que Rusia era un gran productor de estas piedras
se me ocurría que comprando más, a esos precios, podría resul-
tar un buen negocio. Pensé cambiar unos mil dólares a rupias y
comprar un lote. Pero como siempre sucede, el tiempo me haría
la pasada; era ya tarde y el local estaban cerrando, yo salía para
China en la madrugada con lo que quedó mi negocio solamente Alma Ata
(Foto: supporthere.org)
en proyecto para la próxima vez que visitara la Unión Soviética.

Busqué regresar al hotel, comenzó a obscurecer rápido; me perdí


y nunca creí que llegaría a ser tan problemático este pequeño in-
cidente, pero así resultó. Me sentía impotente al no poder hacer-
me entender con la poca gente que encontraba, la situación se
fue tornando difícil. Creí que tal vez la policía me podría ayudar
pero no la hay. Busqué un taxi, pero tampoco los hay. A momen-
tos pensé que si no daba con el hotel para la hora que el grupo
salía, me dejarían; al fin después de tanto dar vueltas en sus ca-
lles me encontré con Jonathan, un inglés compañero del grupo,
mejor diría que él me encontró, sentí un gran alivio. Aprendí que
nunca debe uno salir ni alejarse del hotel sin saber cuál es su Vestimenta de oro puro
nombre y dirección y si es posible con una tarjeta del mismo en
el bolsillo.

Por la noche fuimos a un homenaje de danza y música con ins-


trumentos típicos. Me sorprende gratamente las mujeres, po-
seen un alto grado de sensualidad y feminidad expresada en los
bailes; interesante poder conocer más de cerca sus costumbres.

Bailarinas típicas Alma Ata

101
LAS MONTAÑAS CELESTIALES DEL TIAN SHAN

A las seis de la mañana salimos con rumbo a las montañas en


nuestro último día en Rusia, estábamos muy emocionados de
cambiar el panorama; tanta estepa nos tiene aburridos y el su-
bir esta gran cordillera crea nuevos horizontes que me llenan
de emoción. El paisaje cambiaba constantemente, se veían
hermosos bosques de pino y altas montañas que se acerca-
ban a medida que avanzamos, no dejamos de subir.

Fuera de los zonas pobladas, los nativos son nómadas y viven


en yurtas. A medio día nos detuvimos en mitad de la montaña
para comer en una pequeña aldea de yurtas. El interior estaba
limpio y arreglado, de los costados colgaban fundas, creo que
contenían ropa y otros enseres.

Para comer había que sentarse en el suelo, los platos sobre


una manta en el piso; en nuestra yurta por suerte nos tocó una
pequeña mesa. La comida se sirve uno mismo con la mano
desde los recipientes, era agradable, no se sabe qué era; la
carne muy suave, difícil de adivinar de que animal procedía,
mejor no preguntar. Por supuesto ninguno adivinó y solo des-
Alan, Michio, yo y Holloway
pués de saberlo hubo reacciones de todo tipo; se trataba de
carne de camello tierno.

Entre risas y reacciones de algunos de nuestros compañeros


nos acordamos que hace unas noches nos brindaron unos
medallones blanquizcos, redondos, como de un centímetro
de grueso, lucían muy bien, como cortados de un pedazo de
salame. Al probarlos, nos tuvimos que sacar de la boca con
cierto disimulo por ser sencillamente incomibles; se trataba
de un preparado con grasa de camello; solo quien esta acos-
tumbrado podría comerlos y digerirlos.

Cuando se come, es buena costumbre tomar los alimentos


con la mano derecha (tradición musulmana), no estábamos
seguros si estos campesinos lo eran, pero no deja de ser cor-
tesía. Ellos consideran que con esta mano se puede también
compartir los alimentos. La izquierda es usada para meneste-
res menos pulcros (por ejemplo el aseo después de ir al baño),
costumbre reflejada en su código de leyes. Cuando se realiza
la amputación especialmente a los ladrones, lo hacen de la
102
mano derecha; consiguen que la persona no pueda compartir
la mesa con otros, pues tendría que tomar los alimentos con
su única otra mano.

Sobre la braza había un recipiente grande con leche caliente,


se trata de leche de yegua o kumis, sabía como suero de leche
fermentada, a algunos no les gustó, yo la encontré aceptable.
Al término de la comida el alcohol se hace presente y levantar-
se es difícil, quisiera poder dormir una siesta pero debíamos
continuar. El “kumis” es una leche fermentada que la toman en
toda el Asia Central, incluyendo los mongoles.

Al cabo de algunas horas de viajar y después de varias para-
das para estirar las piernas y tomar fotografías llegamos a
un hermoso lago en medio de las montañas llamado Sayram,
hace viento, pero el día esta soleado y la temperatura agrada-
ble. Caminamos con Gastón por la orilla para hacer un poco
de ejercicio y aprovechamos para conversar. Estaba encanta-
do de poder entrar a China especialmente a esta zona interior,
imposible obtener permiso cuando se viaja solo. Me alegraba
pensar que al otro lado de las montañas íbamos a encontrar
nuevos escenarios, otras tierras, otros pueblos, otras razas,
Lago Sayram
diferentes costumbres y religiones, mucha historia antigua
poco conocida.

Con el paso de los días y las semanas nos fuimos conociendo


más y las reuniones por las noches, antes de ir a dormir, nos
servían para que cada uno hablara de sí mismo, de su vida, de
su profesión y nunca faltó quien contara hasta de sus intimi-
dades, así como las indirectas con tinte machista de todas las
nacionalidades hacia las mujeres del grupo, pero también las
había con estilo elegante, algunas veces irónico, otras veces
coqueto, pero siempre alegre.

Sofía -con mucho estilo- se defendía y se dirigió a los hom-


(Foto: Angztl Pixabay)
bres del grupo: voy a preguntarles algo, comentó, aunque no
creo que tengan la respuesta: si la naturaleza es tan sabia,
por qué los espermatozoides tienen que ser millones para fe-
cundar a una mujer y ¿por qué nosotras requerimos solo de
un óvulo? . Claro que no saben la respuesta, como la van a
saber… sí jamás leen el plano, siempre viven apurados, nunca
preguntan el camino…

103
Tian Shan, Himalaya

Desde hace algunos días había curiosidad en el grupo por sa-


ber de mi vida de piloto; me hacían preguntas de todo género,
querían saber pormenores de nuestro día a día. Les conté que
antes de ser piloto de línea aérea, fui piloto de helicópteros, que
estudié en California y que pasé cuatro años viviendo en la selva
amazónica del Ecuador. Una experiencia especial por cuanto en
el año 1972 la selva era aún virgen y los indios que allí vivían
eran no contactados y por lo mismo, peligrosos. Disfrutan de las
anécdotas que les cuento y que son producto de este tipo de
trabajo.

Hicimos un pequeño grupo afín, uno de ellos es Holloway, inglés,


y escritor de profesión; Sofía era danesa, los dos eran profeso-
res de universidades en Europa; al grupo lo complementamos
Gastón y yo. Consideré una suerte compartir con personas de
su nivel y al mismo tiempo con aficiones similares. A momentos
las conversaciones se tornaban fascinantes; los admiraba y fue
para mí un privilegio.

Hemos aprendido a convivir y compartir en grupo, parece que


los momentos y las cosas se hacen más fáciles y llevaderas,
especialmente nuestros estados de ánimo. Teníamos mucho
tiempo para charlar, tanto de cosas personales como de temas
que cada uno domina. Son las alegrías las que nos mantenían
de buen humor y también más llevaderas las depresiones que
nos visitaban a menudo. Nos volvíamos a veces parlanchines, o
callados. Sofía era muy activa e inteligente y traía los temas más
convenientes para el momento. Por mi parte, debido a mi origen
latino, era más extrovertido, les hacía bromas, les contaba chis-

104
tes y ponía alegría en el grupo. Definitivamente, es lo que vimos
y vivimos, lo que compensa lo duro del viaje.

El paisaje era hermoso, difícil ponerlo en palabras; completa se-


renidad, grande y sublime. A nuestra derecha, montañas nevadas
con profundos valles cautivan nuestras miradas; pienso que es
muy pequeño pero privilegiado el sitio que ocupo en esta tierra.

En una de nuestras paradas en medio de la nada nos topamos


con un comerciante y su pequeña caravana de camellos que
estaban de paso hacia algún lugar. Vi en ellos una muestra de
cómo debieron haber sido los mercaderes que viajaban por
meses, en caravanas de cientos de camellos por interminables
senderos. Muchos viajeros esperaban semanas hasta conseguir
una caravana que viaje en su misma dirección, debía incluir un
número importante de acompañantes para protegerse de los
salteadores en el camino.

Continuando nuestro viaje hacia la frontera con China; vi algu-


nas viviendas incrustadas en las partes altas de las laderas y
protegidas contra el viento por paredes de piedra. Al cabo de Comerciante y sus camellos,
yo en primer plano
algunas horas más de viaje llegamos a la frontera, todo esta muy
militarizado. Hay una zona divisoria que yo la llamaría la “tierra
de nadie”, debido a que las fronteras de cada uno de los dos
países están distanciadas por algunos kilómetros. En esta tierra
de nadie, no hay vegetación ni nada que pueda interferir con la
mirada de los guardias fronterizos, supongo. Después de lentos
trámites y de tensión, nos obligaron a deshacernos de la moneda
local, o sea, dejar el dinero que no habíamos gastado. La sorpre-
sa fue que las autoridades en sí, no cambian ni pueden recibirlo;
le piden a cada uno de nosotros que salga y se lo entregue o re-
gale a la gente que anda por allí. No sabían de que se trataba y no
querían recibirlo. Finalmente, los niños y los ancianos se hicieron
cargo de este obsequio sin comprender el motivo.

Luego nos permitieron continuar -en los mismos vehículos- en Tashkurgan, Torre de Piedra,
esta tierra de nadie por algunos kilómetros más hasta llegar al entrada al Turkestan
otro lado; al fin la frontera China. La cruzamos a pie, cada uno (Foto: China Information Center)

con sus pertenencias. No dejaba de producir nerviosismo el he-


cho de entrar a China por la puerta de atrás y que no es la ruta
normal de ingreso a un país. Obviamente, no se podía fotografiar.

105
China

“Con paciencia, la hoja de morera se convierte en seda”


Proverbio chino

Es grande y agradable la sorpresa para todo el grupo, ser recibi-


dos por una importante delegación de la oficina de turismo, pe-
riodistas, equipos de filmación y un buen número de disfraza-
dos con caretas y tambores, instrumentos de viento, platillos,
fuegos artificiales y no podía faltar el dragón, haciendo el baile
de la serpiente por entre la gente con gran algarabía. Eran ha-
bitantes de un pueblo cercano, estaban esperándonos desde
ayer para darnos la bienvenida. Nos emocionamos al comparar
el contraste entre esta fiesta de color y alegría, con el sombrío
del lugar de donde venimos. Un caluroso homenaje que jamás
esperamos; la mayor parte del grupo nos dedicamos a tomar
Recibimiento en China fotos, el resto a disfrutar de la música y las comparsas.

A la gente en sí la veo más alegre, como que disfrutan de algo


más de libertad que de donde venimos; los niños se acercan y
sonríen ante cualquier cosa que les extraña de nosotros. Piden
que les tomemos fotos, se muestran alegres con nuestra lle-
gada.

Después de terminado este homenaje continuamos el viaje


hasta una pequeña ciudad donde nos invitaron a un banquete.
Me reanimaba sobremanera el cambio de comida; siempre he
disfrutado de la comida China. Me olvidaba, hay aquí un cam-
bio de costumbres; empezamos a comer con “palitos”, ya no
con la mano. Estamos gratamente sorprendidos de los dele-
gados del gobierno que vinieron hasta acá para recibirnos, sí
consideramos la distancia y el esfuerzo.

Este viaje lo estamos realizando poco después de las protes-


tas en la Plaza de Tianamén, en Pekín. El recibimiento de que
hemos sido objeto, pienso, es una forma de rescatar y exportar
una imagen de cordialidad al mundo, aprovechando la diversi-
dad de nacionalidades que compone nuestro grupo.

Habían venido equipos de televisión y prensa para dar a conoc-


er y resaltar el viaje que estábamos realizando; igualmente hic-
ieron los diferentes países por donde pasamos, quizá con fines
106
turísticos, aunque no deja de ser noticia este tipo de travesía de
“La Ruta de la Seda”. No era difícil de comprender la molestia
que se estaba dando el gobierno chino para reparar su imagen
perdida; lo importante era rescatar el turismo, (creo que nunca
antes prestaron tanta atención). Hay predisposición del gobier-
no de tratarnos bien.

Pregunté a mis compañeros del grupo si alguien sabía el origen


del nombre de China, hay varias teorías me dijo Holloway, la más
creíble es que proviene de la palabra “seda” dicha en latín “ce-
res”. Cuando los primitivos viajeros hacían referencia al país de
donde procedía este producto, decían “shires”, fue degenerando
su pronunciación hasta llegar a escucharse como la conoce-
mos hoy: China. allí hablan 6 idiomas y 50 diferentes dialectos.

La oficina de turismo nos a proporcionado un bus para nuestra


movilización en esta parte de la ruta. El camino que seguimos
nos llevaba por valles y praderas fértiles, había mucho cambio
en la agricultura, aquí todo estaba cultivado, para donde uno mi-
rara no quedaba terreno libre; los campesinos eran agradables
y el paisaje hermoso. Pequeñas carretas tiradas por burros, ca-
ballos y camellos son el principal modo de transportación.

Paramos en un pequeño pueblo y bajamos a conocer un viejo


templo dentro de un monasterio, era de madera, muy antiguo,
hermoso y peculiar. Nos dice el guía que hace mucho tiempo
Monasterio, Iglesia, mezquita
fue monasterio budista, más tarde iglesia cristiana nestoriana,
luego la transformaron en mezquita; me imagino según la épo-
ca. Se pueden apreciar en su interior influencias de estas tres
religiones mezcladas. En la actualidad regresó a ser un monas-
terio de monjes budistas.

Hemos llegado a la población de Yining, es parte de la Pro-


vincia autónoma de Xingiang, sus pobladores son llamados
uygures. Después de un largo día, finalmente llegamos a un
hospedaje. Al momento de cepillarme los dientes, nos causó
risa, pues el agua del lavabo caía directamente al suelo sobre
mis zapatos (no había desagüe). Por la noche fuimos invita- Uygures

dos a un banquete.

El trato que recibimos fue excelente; un pequeño grupo folk-


lórico con cantantes nos dio una demostración de su música

107
e instrumentos autóctonos, nos forzaron a bailar con ellos, nos vestían con parte de sus prendas,
una velada agradable.

El banquete fue tan exuberante que duró algunas horas; todos teníamos hambre y comenzamos a
comer lo que sería una cena que jamás olvidaríamos. En las mesas había gran variedad de salsas,
condimentos agridulces y picantes para mezclar con los diferentes platos, logrando sabores, para
nosotros exóticos. Un ejército de chicas elegantemente vestidas con trajes típicos comenzaron a
desfilar con fuentes exquisitamente decoradas; nos sirvieron: aletas de tiburón, nidos de pájaros,
asado de siervo o venado, huevos de paloma y de pato, variados tipos de carne blanca cocidas en
licor de arroz, sangre de cabeza de pato, pollo preparado de muchas maneras, igualmente lechón
y cordero, brotes tiernos de bambú, una gran variedad de carnes de todos los colores y que era
mejor no preguntar. Producto de la excitación y la exuberancia algunos del grupo comenzaron a
bromear diciendo que tal plato era: carne de reptil, de perro, de patas de oso, etc., produciéndonos
una risa nerviosa generalizada.

Un plato que sobresalió por lo exótico y delicado fue un pescado entero, según nos dicen, coci-
nado de dentro hacia afuera por medio de vapor y que tomaba algunas horas hacerlo, un manjar.
Cada fuente que nos servían, creíamos que era la última, especialmente después de que nos traían
comida dulce, pero no era así, seguían llegando otra vez los de sal y después otra vez de dulce o
agridulce y así sucesivamente, parecía que nunca acaba. Al final nos sirvieron variedad de frutas
en almíbar. Yo llegué a contar 20 fuentes de comida para cada mesa, preparada con la mayor ex-
quisitez y buen gusto. Para tranquilidad de mi conciencia solamente llegue hasta la numero once.

La población no es toda china, veo otros tipos de rasgos, predominan los mongoloides, debe ser
la mezcla de uygures, mongoles, cazacos, tártaros, chinos y quien sabe que otras razas.

XINGIANG – TURQUESTÁN CHINO

Llegamos a la Provincia de Xingiang, su traducción en mandarín es “Nueva Frontera”, también


llamado Turquestán Chino, es una de las provincias más grandes de China; limita con Rusia, Af-
ganistán, Tíbet, Pakistán, India y Mongolia. Este extenso territorio era parte de la antigua Gran
Tartaria.

Fue codiciado por todos los que por aquí pasaron, es muy buena para el pastoreo. Esta ruta
seguían las caravanas para cruzar la cordillera del Himalaya por el sector del Tian Shan. En el año
de 1246 (30 años antes que Marco Polo), pasaron por aquí unos misioneros franciscanos, Piano
Carpini y Odorico de Pordenone, como enviados papales para visitar al Khan mongol; en el siglo
siguiente Richard de Burgundy y cinco frailes que transitaban también por aquí en igual misión,
fueron asesinados por musulmanes fanáticos; hay una iglesia con su nombre para conmemorar
este acontecimiento en Almalik.

108
A Xingiang se la conoce con el nombre de la región autónoma de
los Uygurs; la encuentro hermosa. Se ven inmensos prados y pas-
tores nómadas con sus rebaños de animales y sus características
yurtas. Estamos aún cerca de la cordillera y los ríos que cruza-
mos son producto de los deshielos; se forman pequeños vados
de agua cristalina y provoca bañarse pero es muy fría; nos confor-
mamos con tomar fotos y cuando hay un poco de tiempo, remojar
los pies. Esta pequeña y alejada ciudad de Yining se fundó para
alojar tropas y fue también destino de exilados y convictos por
mucho tiempo. Nos dice el guía que los últimos en llegar fueron
70 mil mongoles budistas, procedentes de Rusia en calidad de re- Nativos de Xingiang
fugiados.

Los uygures son étnicamente primos de los kazakos (Ka-


zakistán) y los kirguiz (Kirguistán), también nómadas de las es-
tepas y su modo de vida similar a la de los mongoles. Su lengua
es un dialecto del turco o sea, parte de la gran familia de tribus
turcas. Originalmente vivieron al sur del lago Baikal en la este-
pa rusa. Según la leyenda del origen de los turcos, provienen
de la unión de un muchacho y una loba: unos soldados matan
al muchacho y la loba huye a las montañas donde pare a diez
Xingiang
niños, uno de los cuales se casa con una mujer y de su unión (Fotos: saporedicina.com)
nació el pueblo turco.

Los uygures, habitantes de este territorio, controlaban esta parte


de La “Ruta de la Seda” y sus caballos tenían mucha demanda en
China.

En lo que respecta a su religión, originalmente fueron chamanistas


(creencias en hechicería o brujería), luego adoptaron el maniqueís-
mo (doctrina de coexistencia del bien y del mal de origen persa)
pasando luego a la fe budista y finalmente a la musulmana.

Su alfabeto uygur es la base para el lenguaje escrito mongol.


Una costumbre de este pueblo es que las mujeres no se pueden
casar con hombres que no sean de su propia raza; sin embargo,
los hombres si lo pueden hacer. A ellas las encuentro agradables,
amigables, bonitas, con cierto garbo y distinción.

La existencia de gas y petróleo en esta área hizo que China en


1877 tomara posesión. La población fue completamente desar-
mada y maltratada, además les impusieron la ley del terror con

109
castigos muy crueles. Los uygures han luchado por su indepen-
dencia desde entonces.

Encuentro sui generis la costumbre de que a la salida y entrada de


los pueblos, al igual que en los cruces de caminos, los maderos
señalan a donde “no va” ese camino, increíble.

Encontramos por aquí excelentes vinos, inclusive champagne. El


agua es salitrosa, nada agradable, por lo que seguimos optando
por el vino para la sed, estamos alegres todo el tiempo.

Algo digno de mención son sus viviendas rurales. Tienen en su in-


terior unas plataformas a más o menos un metro del suelo donde
duerme toda la familia, lo curioso es que debajo de esta cama
esta ubicado el fogón en el que cocinan y en invierno aprovechan
de esta energía para calentarse; también para mantener las comi-
das y bebidas calientes.

Antes de comenzar este viaje pensaba que estos pueblos debían


ser diferentes, no solo en sus rasgos sino también en su forma
de ser y de vivir. No puedo imaginarme como hicieron temblar de
miedo al mundo occidental cuando llegaron hasta las puertas de
Europa. Ahora están entre los más amigables.

Viajamos paralelos a unas montañas a nuestra izquierda, son los


montes Altay; son la frontera entre Mongolia, Kazakstán y China.
Se dice que aquí, en alguna parte fue enterrado Gengis Khan. He-
mos llegado a Urumqi, quiere decir en mongol “pastos hermosos”
Mezquita Urumqi Xingiang
es la capital de la Región autónoma de los Uygures. Lo destacado:
la gente viste muy colorido.

Hoy pasamos algunas horas en el bazar mezclados entre la gen-


te. Lo disfruto porque me dedico a mirar sus costumbres, su vida
diaria, a sentir los olores de los mercados, a compararlos con los
nuestros, etc. Se ven en el suelo a grupos de personas apostan-
do en juegos completamente desconocidos, parecería un ajedrez
primitivo, lo hacen a gritos y con mucha vehemencia.

En otra parte del mercado miro como comercian con carbón


Nativos jugando
mineral y me viene a la mente cuando Marco Polo describe en
Venecia: “en China la gente no usa madera para hacer fuego,
sino cierto tipo de piedra negra con gran capacidad de producir

110
calor, mucho más que la madera y que permanece encendida
aún a la mañana siguiente”.“La usan para cocinar, para calentar
sus casas y para calentar agua para bañarse. Debido a esta fac-
ilidad se bañan hasta tres veces por semana y en invierno casi a
diario. La gente pudiente tiene baños privados en sus casas. Si
solo dependiera de leña, debido a la gran cantidad de habitantes,
no fuera esto posible”.

En otro episodio Marco Polo relata que cuando atravesaban Mercado venta de carbón
el Himalaya con su padre y su tío, él cayo enfermo y tuvo que
convivir por varias semanas con la gente de una aldea hasta re-
cuperar su salud. Se sorprendió cuando vio que las prendas de
vestir de esta gente eran lavadas no con agua, si no, tirándolas
al fuego, (asbesto). Recordé haber leído en alguna parte que
Aristóteles y Plinio el Viejo las mencionan, como prendas de ve-
stir elaboradas con lana de salamandra que míticamente nacía
y vivía en el fuego. También de la existencia en el Vaticano de
un paño de este material que pertenecía a algún Papa y que se
consideraba sagrado porque se había usado para secar el su-
dor de Cristo, razón por la que hasta podía ser lanzado al fuego
y salir intacto. Durante su permanencia en esta aldea Marco ob-
servó que los hilos de los cuales se fabricaban estas prendas
eran obtenidos de unos minerales que después de separarlos
mediante molido, lavado y secado, los usaban para hacer te-
jidos. Para blanquearlas las tiraban al fuego por un tiempo y
salían impecablemente claras. (tela de asbesto). Cuando contó Vestido de asbesto
esto en Europa, tampoco se le dio crédito.

Me sorprende saber que esta ciudad a lo largo de su historia


ha sido particularmente famosa por su crueldad en la adminis-
tración de justicia; hay varias anécdotas; por ejemplo en medio
de la calle y para escarmiento de todos, colocaban a los delin-
cuentes en jaulas con sus cabezas dentro de un orificio situado
en la parte superior. El castigo consistía en bajarles gradual-
mente el piso cada día, hasta que sucumbía con el cuerpo sus-
pendido completamente de la cabeza, después de ocho días de
sufrimiento.

Hasta hace pocos años, estos episodios eran muy comunes


que no llamaban la atención, ubicados en mercados, plazas,
calles transitadas, etc., y aprovechados por vendedores ambu-
Delincuente exhibido públicamente
lantes para mejorar sus ventas.

111
Otra anécdota nos cuenta que una vez un afamado delincuente
fue apresado, le desnudaron y le clavaron los pies y las manos
con estacas de madera en medio de un patio. Luego procedieron
a atarle un balde metálico en su estómago con una rata dentro
y dejarle durante todo el día a merced del sol. El calor dentro del
balde hace que la rata busque una salida a través del estomago
del delincuente, el mismo que muere desangrado. La justicia
china por costumbre a sido increíblemente cruel.

Panadero El aroma que emana el pan o “nan” como lo llaman, es muy agrad-
able; lo elaboran en hornos de barro construidos en las aceras.
Son de harina y tienen forma de platos. Una vez listos para hor-
nearlos los introducen con la mano de forma rápida y los dejan
pegados en las paredes interiores del horno. Para sacarlos estan-
do aún muy calientes, usan una varilla metálica con un gancho en
la punta. Calientes saben bien. También pude ver como hacen en
la calle los tradicionales tallarines: después de preparar la masa,
elaboran un pedazo cilíndrico de más o menos cinco centímetros
Pan pita de grueso por unos treinta de largo, empiezan a balancear esta
masa hasta alcanzar el doble de largo, aspergean harina y unen
las puntas, sostenida de los dos costados balancean nuevamente
y la estiran al mismo tiempo hasta alcanzar el doble de longitud,
vuelven a aspergear harina y a unir las puntas, repitiendo la mis-
ma operación por algún número de veces hasta que se logra los
espaguetis como si fueran hechos en máquina. Aquí se hacían
tallarines 1.000 años antes que en Italia.

Tienda naturista Otra forma curiosa de ahorrar energía es al cocinar: las ollas
son diseñadas para ponerlas una sobre otra para aprovechar el
calor proveniente del recipiente de abajo y así sucesivamente
por varios pisos.

En los puestos donde venden medicinas naturales, también


hay substancias minerales y animales con características cu-
rativas. Se pueden ver: lagartijas disecadas, fetos de diferentes
animales, patas de osos, pájaros secos, polvo de cuerno de ve-
nado, murciélagos y ranas disecadas y un sinfin de productos
con olores muy peculiares.

Los mariscos por aquí no se conocen. Estamos en un punto


del globo (en el centro de Asia), de ninguna parte del mundo se
debe viajar tanto para llegar al océano, como desde aquí.

112
DESIERTOS DE GOBI Y TAKLAMAKÁN

Continuamos hacia el oriente. Nos encontramos en terrenos cada vez más áridos; estamos llegando al
borde del desierto llamado “Taklamakan”, tristemente famoso para los viajeros de “La Ruta de la Seda”
y que más adelante haré alguna mención de ellos. También llamado el desierto de la muerte en idioma
mongol del cual proviene este nombre que significa: “una vez que entras ya no podrás salir”.

Nos dirigimos hacia una depresión geográfica que hay en esta zona, se llama Turfán o Hami; esta a unos
200 metros bajo el nivel del mar; es la segunda depresión después del mar Muerto en Israel. El ambiente
es completamente hostil. Después de viajar todo el día estamos finalmente llegando al oasis de Turfán,
esta anocheciendo.

Este lugar fue llamado “La Brillante Perla de La Ruta de la Seda” y también, “Tierra de Fuego” por el inten-
so calor. Dicen que en verano llega muy cerca de los 50 grados y nunca menos de 30. En contraste, por la
noche en invierno la temperatura baja hasta 20 grados bajo cero, obviamente sin nieve. En tiempo de las
caravanas para viajar preferiblemente lo hacían por la noche, cuando el sol declinaba. De aquí extraían
cierto tipo de colorante para la fabricación de las famosas vajillas de porcelana chinas, blancas y azules
(dinastía Ming).

La mayoría étnica de esta zona siguen siendo los uygures. Nos causa risa y sorprende ver a los niños
de corta edad vestir sus pequeños pantalones con un corte peculiar. Tienen abierto la parte de atrás de
sus asentaderas o sea que se sientan directamente sobre sus nalgas. Debe ser por motivos de higiene,
pues acá no hay pañales, lo mismo la parte delantera con el pajarito (pene) a la vista, así juegan y pasan
el día con sus compañeros, sin dar la menor importancia a que muchos de nosotros nos dedicamos a
tomarles fotos.

Mientras caminamos por el pueblo bordeando el mercado, observamos la vida diaria de la gente; en
media calle y pegados unos a otros están estacionadas cantidad de carretas con sus burros, caballos
o camellos, cuyos propietarios expenden: comida instantánea con todo tipo de carnes, incluyendo los
olorosos kebabs; los panaderos con sus hornos en las veredas preparando manualmente “pasta al ins-
tante”; los carniceros con sus carnes colgadas de ganchos llenas de moscas; para pesar sus productos
usan una tira de madera con unas muescas y una piedra al otro lado como contrapeso, el plato donde
pesan yace colgado de una piola. Los peluqueros y barberos con sus asientos en media calle, haciendo a
sus clientes vehementes masajes faciales con sus manos y cuyos burros los “parquean” como si fueran
vehículos, al lado mismo de las sillas; ¡ah! me olvidaba, aparte del corte de cabello, también en el mismo
precio incluye el recorte de los pelos dentro de las orejas y de las fosas nasales.

A propósito de los barberos, mientras caminábamos, Rosanne con una especie de sonrisa nos pregunta
que si sabíamos que hasta hace poco eran llamados “barberos-cirujanos”, por alguna razón todos los
que le escuchamos fuimos también contagiados por su sonrisa. Después de mirarnos, coincidimos que
en la antigüedad las barberías eran puntos de reuniones sociales para los hombres y que los barberos
no solo se dedicaban al corte de pelo y barba sino que el pueblo acudía a ellos en busca de sus servicios
113
para cirugías menores, incluyendo extracciones dentales, fractu-
ras y amputaciones. Se llamaban barberos–cirujanos porque en
algún momento en la Europa medieval los cirujanos fueron re-
chazados por los médicos, por considerarlos de menor categoría
académica; se tuvieron que asociar con los barberos para no caer
en el olvido. Como anestesia usaban el alcohol, la adormidera, el
opio, la coca y el cannabis.

En otra calle, pasa una pareja de novios que van a su ceremonia


vestidos de forma muy colorida, subidos en una carreta decorada
y tirada por un burro, también vestido para la ocasión. Los acom-
Barberos ambulantes
pañan otras carretas con invitados y familiares; en otra, un gru-
po de músicos entonando pequeñas cornetas y tambores, todos
ellos sentados de costado, en un desfile muy alegre.

Cerca de Turfán hay un pequeño oasis llamado “Valle de las Uvas”,


famoso por lo especial de estas. Se lo ve desde lejos como un
punto verde y nos ponderan de su calidad, lo que me hace ima-
ginar que al llegar voy a exprimir un racimo directo a mi boca.
Después de cumplido este deseo comprobamos el por qué de su
fama, sencillamente deliciosas. Hay una variedad llamada “pezo-
Valle de las uvas nes de yegua” por la forma que tienen, sin semilla y se las consi-
(Foto: China Inf. Center) dera las mejores del mundo. Cultivan más de cien variedades. Nos
dicen que hace siglos se llevaron de aquí a China la técnica para
la elaboración de vinos.

Existe tal abundancia, que las construcciones para el secado, supe-


ran en número a las viviendas del pueblo. Las paredes están llenas
de huecos para el ingreso de aire; dentro hay altas estacas o palos
verticales con apéndices, en los que cuelgan los racimos y que con
el tiempo se convierten en pasas. Codiciadas inclusive en Pekín
(115 días de viaje en camello). Después de las cosechas queda
aún gran cantidad de fruta y se pudren en las mismas plantas.

Hay una costumbre en este pueblo: tejen cuerdas sobre las calles
para que los viñedos se crucen de un lado al otro cubriendo com-
pletamente y dando la impresión, desde lejos, de una alfombra
verde. Hay mucha sombra y un ambiente fresco, lleno de fruta,
paradisiaco.

Nos comenta el guía que en este sitio se produjo un asentamiento


único de personas de los más diversos orígenes, costumbres y

114
credos que aprendieron a convivir armoniosamente: budistas, mu-
sulmanes, maniqueistas y nestorianos. Se desarrollaron en lo ar-
tístico, cultural y religioso. Esta combinación de factores hizo que
aquí se llevaran a cabo traducciones de gran cantidad de libros a
los más diversos idiomas.

Parte del legado artístico y cultural logró sobrevivir al paso de los


mongoles, no así el religioso, pues se vieron obligados a convertir-
se al islam; también se les dio un nuevo nombre: Uyguristan.

Desde hace dos mil años por esta zona del turkestan atravesaba Casas de secado de uvas
la gran Ruta comercial de la Seda que se extendía desde China
hasta Roma y formaban parte también: Persia, Siria, Turquía, India,
Arabia, Rusia, etc., los cuales facilitaron el nacimiento y desarrollo
de ciudades y culturas importantes y de las que sabemos muy
poco; mientras en Europa, a excepción de Roma y Atenas, no exis-
tían sino pequeños pueblos y aldeas y en América asentamientos
indígenas.

Calles con viñedos


Desde el siglo I a.C. esta parte del mundo fue la que más se de-
sarrolló y sobresalió en comercio, especialmente de especias que
viajaron por siglos entre estas naciones, también se esparcieron
religiones, filosofías, ideas, costumbres, tecnologías, ciencias, etc.
Lamentablemente en el siglo III y IV aparecieron los hunos y co-
menzaron a asediar, afectando a estos pueblos y a esta ruta. Más
tarde en el siglo VII sería el islam y finalmente en 1453 los oto-
manos se tomaron Constantinopla y se adueñaron del negocio,
impidiendo que los productos lleguen a Europa.

Acostumbrada por mucho tiempo, Europa no podía dejar de abas-


tecerse de estos productos, eran mercancías de lujo que evocaban
lugares remotos y exóticos. Además, las especias eran usadas no
solo como condimento, sino también como ungüentos con fines
medicinales; para aromatizar el vino; la fabricación de perfumes e
inciensos; para las ceremonias en templos y muchas cosas más.

Nativo
El comercio de las especias era un negocio en extremo lucrativo
solo accesible para gente pudiente y poderosa. Su precio era el
mismo que el oro; un saco de pimienta tenía el valor del salario
de un obrero equivalente a toda su vida de trabajo; llegó a usar-
se como moneda y se la comercializaba contando grano a grano.
Aprendieron que las especias conservaban mejor los alimentos y

115
por más tiempo, además que camuflaba el mal sabor de las comi-
das mal conservadas, dándole un nuevo sazón agradable. Ante-
riormente en Europa, solo se conservaban los alimentos mediante
ahumado y salado.

Al cerrarse la Ruta de la Seda en Constantinopla por la toma de los


otomanos, obligó a los europeos a buscar nuevas rutas a oriente.
En la Europa de entonces no se tenía mayor información del Asia
y era el libro de Marco Polo una de las pocas fuentes de consulta,
incluyendo detalles marítimos para la navegación por el Índico.

Los europeos encontraron que la otra manera de llegar a las indias


orientales era circunvalando África. Nace entre españoles, portu-
gueses y británicos, la disputa por ser los primeros en hacerlo y se
da inicio a la llamada “Era de los Descubrimientos”.

En esta desenfrenada carrera, barcos de toda Europa comienzan


a explorar, descubrir y conquistar nuevos territorios y levantan
mapas de los mismos. Nacen un sinnúmero de exploradores que
se harán famosos más tarde, entre ellos, Cristóbal Colón, Vasco
de Gama, Francisco Pizarro, Hernán Cortez, Hernando de Magalla-
nes, Sebastián El Cano, etc.

Cuando Cristóbal Colón obtuvo una copia del libro de Marco Polo,
encontró la información que necesitaba, incluyendo la de Japón,
que le convencieron que para llegar a oriente se podría hacerlo
también navegando hacia occidente. Pero tuvo que inventar una
Libro de Colón de Los Viajes M. Polo
Notas al margen de Colón estrategia con respecto a la distancia para que aceptaran y auspi-
ciaran su proyecto. De todas maneras, subestimó excesivamente
el verdadero recorrido (desde la época de los griegos ya se sabía
que el mundo era redondo y tenía un perímetro de 40.000 Km.).

Cuando tocó tierra, pensó que había llegado a las Indias Orienta-
les, (mar de la India); sin saberlo, llegó a América y murió creyendo
que era Asia. Más tarde sería Magallanes quien llegaría al Oriente
por esa ruta, circunnavegando el globo.

Colón hizo del libro de Marco Polo, su libro de cabecera. Están sus
anotaciones al margen del mismo. Estaba también obsesionado
por encontrar el Jardín del Edén y el árbol cuya fruta proporcio-
naba la vida eterna, manifiesta que los encontró en Venezuela y
murió convencido de ello.

116
Después del descubrimiento de América y las dificultades por
conseguir las especias de Oriente, los gustos de los europeos co-
menzaron a cambiar, al aparecer nuevos sabores y estimulantes,
las reemplazarían en parte, estas fueron: café, azúcar, chocolate,
té y tabaco.

Mientras tanto en la vieja Ruta de la Seda, sus otra hora importan-


tes ciudades iban desapareciendo hasta llegar a ser olvidadas
en la memoria de los pueblos. Algunas de estas fueron tragadas
por los desiertos, quedando solo leyendas y mitos en la gente que
habitaban los oasis.

A comienzos del siglo XX se empieza a investigar sobre este


asunto en Europa; siete países envían sus arqueólogos: Alemania,
Francia, Inglaterra, Japón, India, Rusia y Estados Unidos. Debían
tratar de hallar las ciudades perdidas, así como sus ricos templos
supuestamente llenos de antiguos tesoros con arte budista, hindú, Bandidos musulmanes
chino, persa y griego; solo era cuestión de quien llegara primero. (Fotos: Sir Aurel Stein)

Paulatinamente estos arqueólogos se hicieron famosos. Por


ejemplo el alemán Albert von Le Coq, en su primera expedición
en 1902 y 1903 se llevó dos toneladas de tesoros a Europa; en su
segunda expedición se llevo 103 cajones. En su tercera y cuarta
expedición, 128 y 156 cajones respectivamente, totalizando un to-
tal de 25 toneladas de antigüedades. Otro arqueólogo, Sir Aurel
Stein, procedente de la India inglesa, en 1915 recorrió esta misma
zona y recogió lo que se le quedo a Le Coq, en 140 cajas y se las
llevó en 45 camellos. Otros exploradores-arqueólogos que toma-
ron parte en esta carrera fueron el sueco Sven Hedin y el francés
Paul Pelliot. A su retorno todos ellos eufóricos con sus logros, fue-
ron tratados como héroes después de contar sus aventuras en
sus caravanas cargadas de inapreciables tesoros, obtenidos en
los templos de la Ruta de la Seda.

Mientras tanto nosotros estamos conociendo en este pueblo un


destacado minarete llamado “Emin Khoja”. Esta en medio de una
mezquita muy antigua. Es cónico y tiene 44 metros de altura, no
contiene ni una sola piedra ni madera en su construcción; es de
adobe cocido muy decorado en su parte alta, tiene 16 patrones
geométricos en su diseño. Fue construido en 1778 en honor a un
Minarete Emin Khoja
militar distinguido y lleva su mismo nombre.

117
LA SEDA

Durante el almuerzo en casa de una familia del lugar, pudimos


conocer el proceso de la fabricación de la seda. No sabíamos
que los árboles que habían en la parte de atrás de la casa eran
de morera de cuyas hojas se alimentaban los gusanos que pro-
ducían la seda. Tenían un pequeño taller en donde pudimos ver
cómo obtenían este hilo. En un fogón de barro y usando carbón
de piedra hervían agua en unas fuentes metálicas, luego con la
ayuda de unos cedazos, sumergían a los capullos con el fin de
Capullos de seda en proceso matar a las larvas que yacen en su interior (esto lo hacen para
evitar que éstas salgan rompiendo los capullos, en su normal
proceso o metamorfosis, para convertirse luego en mariposas).

Una vez hervidos los capullos por unos minutos, con la ayuda
de una red de hilo del tamaño de un pañuelo, la van sumergiendo
por entre los capullos y van “pescando” las puntas de los hilos
hasta lograr cierta cantidad que una vez unidas adquieren un
grosor manejable. Ésta punta más gruesa la pasan a través de
un orificio y luego hacia una rueda de madera -como de un metro
de diámetro- que la giran con la mano, así los van lentamente
halando desde el recipiente con agua hirviendo. La técnica es sa-
ber tensar el hilo adecuadamente para luego poder trabajarlo. De
esta rueda pasan directamente a un pequeño mecanismo que va
envolviendo y formando madejas.

Este proceso se lo viene haciendo desde hace más de tres mil


años y fue celosamente guardado por los chinos bajo pena de
muerte para quien desobedeciera esta disposición. Se dice que
fue una princesa en su viaje de bodas quien logro sacar de China
los huevos y las semillas escondidos en los moños de su peinado.
Hay también otra versión de que dos monjes persas nestorianos
que descubrieron el misterio, lograron sacar de contrabando va-
rios huevos y semillas de la planta de morera escondidos en un
pedazo de caña hueca y comenzaron a fabricar seda en Persia a
partir del siglo VI. Posteriormente este conocimiento pasó a Ara-
bia, luego a Constantinopla y más tarde a Italia en el siglo XIII.

Al mismo tiempo que a China le robaban su tan preciado se-


creto de la manufactura de la seda, por pura coincidencia ellos
también robaban a occidente el secreto de la fabricación del
vidrio transparente.
118
Continuamos por un costado del desierto, los días estaban her-
mosos, despejados y temprano por la mañana el aire muy fresco
que aprovechamos respirándolo profundamente antes de que
se caliente. Pasamos por un lugar llamado Shabo, son dunas
de arena en las que encontramos algo que, mirando de lejos
parecían lenguas de fuego que salían de la arena. Eran toldos
multicolores utilizados por personas para protegerse del sol y
que acuden a estas arenas con fines medicinales. Entierran sus
pies o articulaciones por muchas horas para sanarse. La arena
es muy caliente y dicen que pueden llegar hasta 70 grados. Nos
dirigíamos hacia “Las Montañas Flameantes”, así las llamó Mar-
co Polo por la apariencia que dan al verlas de lejos debido a que
el suelo llega a tener tal temperatura que produce espejismos y
Montañas Flameantes
luminosidad, generando refracción de calor en el aire. Si a este (wordpres.com)
fenómeno se lo aprecia desde lejos y se tiene de fondo las lade-
ras de unas montañas muy erosionadas y de color amarillento,
dan la apariencia de que se están ardiendo, es impresionante.

Antiguamente se creía que se encendían por el excesivo calor;


no hay ni un solo árbol en toda la región. Estas montañas tienen
unos 500 metros de altura y 100 kilómetros de largo.

Algo muy curioso encontramos en esta área: en la superficie del


desierto había alineados gran cantidad de huecos que parecían
madrigueras de conejos gigantes; eran tantos que se perdían de
vista en el horizonte; era la manera que tenían de transportar el
agua desde las montañas hasta el desierto.
Canats o Kariz

Son canales subterráneos trabajados por el hombre desde hace


2000 años. Perforan pozos que llegan a ser muy profundos, se-
gún el recorrido desde las montañas, se encuentran a distancias
regulares; es muy grande la cantidad de tierra extraída que se ve
a la entrada de cada orificio. Lo hacen con la ayuda de un buey,
un cabo largo, unas poleas y un balde. El conocimiento se va
transmitiendo de padres a hijos y lo vienen haciendo por intermi-
nables generaciones. El nivel del agua es calculado de tal forma
que emerge a la superficie solamente cuando llega al oasis. Con
la ayuda de vegetación evitan el exceso de evaporación.

Este sistema se llama “Kariz” o “qanats”, fue ideado por los per-
sas desde el año 1000 a.C., luego se popularizó y lo usan mu- Jiaohe año 100 a.C.
chos países de esta parte de Asia, incluyendo China y Egipto.

119
Es la única forma de hacer llegar agua desde las montañas hasta el desierto sin que se evapore, dando
vida y permitiendo al asentamiento humano y de la agricultura. El costo humano para su construcción
ha sido muy alto; sus trabajadores eran considerados una casta especial porque su vida era corta de-
bido a que morían sofocados o aplastados y recibían por este motivo un tratamiento especial: comida
de primera, inmunidad ante la ley, disponían de un número alto de mujeres que se las iban pasando
de unos a otros cuando morían. Solo los herederos podían pertenecer a esta casta por orden del rey.

Viajamos por algunas horas, no habíamos visto ni una sola nube desde hace varios días. El sol pegaba
muy fuerte y el calor sofocante; el viento que era por una parte bien recibido, por otra, levanta polvo
que al ser tan fino, quedaba en suspensión, de tal forma que parecía talco amarillento y nos acompañó
todo el tiempo; no sé si era sensación pero parecía que magnifica los rayos del sol y aumentaba la
temperatura, además absorbía la luz.

Continuamos hacia el oriente rodeando el desierto Taklamakan, observamos frecuentemente ruinas


antiguas; nos dirigimos a una ciudad abandonada llamada “Gaochang”, significa “La Ciudad del Rey”,
debió haber sido grande y hermosa. Su fundación data del siglo II a.C. y ocupa una superficie de 25
hectáreas. Fue parte de la Ruta de la Seda y capital del reino que llevaba su mismo nombre. Durante la
invasión de los mongoles la ciudad tuvo que ser abandonada. De nuevo habitada hasta el siglo XIV y
destruida nuevamente por los mongoles.

Ruinas de ciudad de Gaochang,


siglo I a.C.

Nueve puertas dan acceso al interior y tres murallas rodean la ciudad; la principal tiene 11 metros
de alto, 12 de grueso y 6 kilómetros de perímetro, que protegía la ciudad externa, la segunda muralla
protegía la ciudad interna, y la tercera el palacio del rey. Aún permanecen en pie gran parte de ellas; se
ven restos de sus construcciones y edificios importantes, aunque es poco lo que queda. Fue un gran
centro budista y llegó a tener entre 30 a 40 monasterios. Gran parte de la ciudad fue construida y ha-
bitada cavando en el subsuelo debido al excesivo calor. Aquí pasó algunos meses un famoso Monje
budista viajero chino Xuan Zang de quien hablaré luego.

El arqueólogo alemán Albert von Le Coq junto con su ayudante Teodoro Bartus realizaron aquí sor-
prendentes descubrimientos, entre los que se cuentan: esculturas, frescos, hermosos mosaicos, ma-
nuscritos en chino, uygur, tibetano, sánscrito y que fueron a parar al museo de Berlín. Muchos fres-
120
cos de esta ciudad han sido destruidos por los campesinos del
área; descubrieron que los pigmentos utilizados en ellos, eran un
excelente fertilizante para sus tierras. Los trabajos de madera
con todo tipo de tallados y gravados que eran parte de las cons-
trucciones sirvieron de leña. Finalmente, cuando los musulma-
nes llegaron, destruyeron los trabajos que quedaban con formas
humanas y de animales, junto con todo lo que creían podían ser
blasfemos. La ciudad en estas condiciones y en medio de este
ambiente hostil, prácticamente regresó a ser desierto.
Ruinas de ciudad de Gaochang,
siglo I a.C.
Se destaca un fresco en el que se puede ver a un hombre con au-
reola rodeado de sus discípulos; se trata de “Manes”. Este fue un
príncipe persa (215-276 d.C) y se le atribuye ser el fundador del
maniqueísmo, que basa su doctrina en el principio de la luz y de
la obscuridad. Sería por lo tanto la única imagen de él, que existe
en el mundo. Vivió en Babel (Babilonia), pero debido a la perse-
cución de que fue objeto, tuvo que refugiarse en Samarcanda.
Finalmente fue ejecutado por herejía y sus seguidores huyeron,
unos a Oriente, otros a Occidente, aquí estos personajes llama-
dos también gnósticos se convirtieron en bogomillos (herejes),
en la península de los Balcanes y cátaros en el sur de Francia
(Occitania), todos ellos esparciendo esta doctrina.

Otro mural interesante es el de un hombre pelirrojo decorado con


arte greco budista. Hay también restos de una iglesia cristiana nes-
Vestido de hace 2.000 años
toriana con murales bizantinos. Entre los episodios tristes de estas
ruinas se cuenta que en 1906 se descubrió los restos de una gran
librería la que lamentablemente estaba vacía; los campesinos del
área, al ignorar su valor y por supersticiones y miedo, tiraron al río,
libros, escrituras y obras de incalculable valor histórico.

Cuando Le Coq excavaba lo que parecía restos de algún templo, se


convirtió en un hallazgo macabro al dar con los cuerpos apilados
de más de cien monjes budistas que habían sido asesinados de
forma brutal y que debido al clima seco estaban intactos. En sus
ojos, su pelo y su piel, aún se podían apreciar sus heridas y ex-
presiones de muerte. Uno de ellos con un sablazo que le partió
la cabeza en dos, un corte hasta los dientes. Se deduce que fue
un gobernante chino que ordenó a todos los monjes que debían
dejar sus hábitos y convertirse a la vida civil, que se casaran,
tuvieran hijos o se hicieran soldados, o que trabajen, produzcan
y paguen impuestos.

121
Habíamos caminado mucho con Gastón por entre subsuelos,
ruinas de viviendas, templos semidestruidos, restos de todo tipo;
el ambiente es especial y hay una fuerte sensación de presencia,
como si estuviera habitada.

No lejos de esta ciudad esta su cementerio, lo llaman “Astana” y


es grande; la forma que tienen las tumbas son de pequeñas tolas
o montículos que sobresalen del suelo, hay miles.

Sacamos nuestras linternas e ingresamos a algunas de ellas des-


cendiendo unos 6 metros; encontramos frescos, estatuillas de ba-
Momias del Taklamakán rro y de madera, documentos, reliquias, objetos de seda, y artefac-
tos varios; nos sorprendió el momento que vimos a las momias con
dientes inmaculadamente blancos. La escena de luz y sombras de
las linternas producen un efecto tétrico y el olor es pesado.

En otra cámara encontramos igualmente artefactos funerarios y


los cuerpos momificados de un hombre y de una mujer, el tiene
una moneda persa en su boca. La preservación es posible debi-
do al clima seco del desierto.

El acceso a otras tumbas se lo puede hacer por rampas de tierra;


hay cámaras funerarias grandes y bien decoradas con pinturas y
hermosos detalles. Pocos saben lo que Le Coq se llevó al museo
de Berlín, de las 400 tumbas que desenterró.

Estaba contento de haber conocido ese lugar, hay cosas de la


historia que nunca se pueden llegar a comprender si uno no ve
con sus propios ojos. Los compañeros tomaron cada uno dife-
rentes direcciones en busca de cosas que llaman la atención,
hay demasiado que ver, luego comentaremos lo más destacado.

Seguimos bordeando las “Montañas Flameantes”, lo que nos


toma un par de horas de mal camino; voy encantado disfrutando
del continuo cambio de paisaje, no me canso de admirar lo ca-
prichosa que puede ser la naturaleza; por ejemplo miro a la parte
alta de este cañón, veo una formación de piedras que muy bien
parecería una serie de torres de una muralla, pero hay que fijar-
se bien para darse cuenta que todo es natural. Con complicidad
Cámaras funerarias y momias de la imaginación, la mente es fácilmente engañada. No dejo
del cementerio de Astana
de imaginarme, que bien podrían ser los restos del castillo del
“Preste Juan”. En el trayecto se ven constantemente ruinas de

122
Las Cuevas de los Mil Budas, Bezeklik

todo tamaño o de lo que pudieron haber sido aldeas o pueblos


abandonados hace mucho tiempo.

Ahora nos dirigimos a conocer unas cuevas o templos de un pe-


queño monasterio budista abandonado y escondido desde hace
mucho tiempo, cerca del lecho de un río y que tiene una intere-
sante historia; se llama Bezeklik o “Las Cuevas de los Mil Budas”.

A primera vista parece un monasterio fantasma; en la parte de


atrás hay grandes dunas de arena. Estas cuevas las encuentro Le Coq y Bartus
misteriosas y fascinantes. Las más antiguas datan de hace 1800
años, con el paso del tiempo se fueron construyendo más, están
cavadas en unos desfiladeros y son más de 100. Para ingresar
hay que bajar por una ladera hasta un río. Las esculturas que hay
en su interior son relativamente grandes y han sido trabajadas del
mismo material que se compone el terreno, también hay antiguas
pinturas murales de muchos colores, con motivos de arte budista.

En 1905, cuando Le Coq llegó hasta aquí, estaban casi todas ta-
padas con arena, lo que las había conservado excelentemente.
Es interesante su relato tomado de su libro: “Tesoros enterrados
en el Turquestán Chino”, (“Buried Treasures of Chinese Turkes-
Las Cuevas de los Mil Budas
tan”); de cómo fue que halló estos antiguos tesoros: “tratando de

123
avanzar por angostos senderos completamente llenos de arena compacta del desierto que cierran el
paso, mientras desalojaba la arena con mis manos, como si fuera magia comencé a ver esplendidas
pinturas en colores tan frescas que parecerían que el pintor las acababa de pintar...”, “a medida que
íbamos quitando la arena de este lugar, encontramos quince murales gigantes de trece pies de alto, de
Buda de diferentes periodos…”; este es uno de los pocos templos cuyos murales han sido completa-
mente removidos y llevados a Berlín. Están ricamente decorados, representan culturas indo-europeas,
persas, hindúes, chinas y turcas, muchos de ellos con episodios de la vida de buda, junto con criaturas
mitológicas, demonios, monjes, etc..

Le Coq y Bartus extrajeron las mejores obras, en piezas según el procedimiento que utilizan, las em-
pacaron adecuadamente y las enviaron a Europa; el viaje tomaba 20 meses. Se sabe que durante los
bombardeos a Berlín en la segunda guerra mundial se destruyeron veinte y ocho de estas. Terminada
la guerra, los rusos también se llevaron parte de estos murales, así como también el “Oro de Troya”,
tesoro encontrado por Schliemans en las ruinas de Troya.

Después de todo, estos de aquí han sobrevivido a terremotos e iconoclastas islámicos por más de mil
años. Se estima que aún permanece aquí el sesenta por ciento de lo que se llevaron.

El guía nos dijo que cerca de allí había otro grupo de cuevas y que valía la pena conocerlas. Yo quería
ir, pero solo uno del grupo decidió acompañarme. Utilizando el lecho del río, donde hay partes con ve-
getación, nos alejamos rápidamente; al comienzo subestimamos la temperatura y el sol, forzamos el
paso para poder regresar temprano pero pronto nos dimos cuenta que a ese ritmo era difícil continuar
y lo bajamos sustancialmente; solo el orgullo escondido dentro de cada uno nos permitió llegar; tuvi-
mos que escalar una pendiente de tierra resbaladiza y que con gran esfuerzo lo logramos. Conocimos
el lugar, comparado con lo que vimos, no era tan interesante.

Cuando nos dispusimos a regresar escogimos otra ruta, la parte alta de la ladera. Hay una pequeña
planicie entre las dunas y el río y un sendero que nos lleva de regreso.

Mientras caminábamos, vimos que por detrás se acercaba una carreta tirada por un burro con un
par de nativos y que al ir en la misma dirección les pedimos que nos llevaran, no esperamos su con-
sentimiento y mientras pasaban, nos trepamos. Se trataba de dos personajes, el uno era ciego y el
otro guiaba la carreta; su sonrisa demostraba más temor que gusto al vernos subidos de pasajeros;
durante el trayecto no pudimos comunicarnos en absoluto, excepto en la despedida que es igual en
cualquier idioma.

124
XUAN ZANG

En una planicie cerca de este lugar se encuentra un monumento a


un famoso monje budista chino llamado Xuan Zang y que ha sido
el más querido e importante de los viajeros chinos de esta parte de
“La Ruta de la Seda”. Implantó el budismo en China.

El diario de sus viajes son clásicos de la Literatura de este país. En


el siglo XVI el escritor Wu Cheng’en, recogió las fantásticas aventu-
ras de su viaje a India y las plasmó en una novela cómica; la tituló
“Viaje al Oeste”. En esta, Xuan Zang, de sobrenombre Tripitaka sería
el héroe y su compañero, el mágico rey Mono. El inglés Arthur Waley
en 1942 tradujo esta novela, la llamó “Monkey”.

Decidió hacer este viaje a India, fuente misma del budismo, para
aclarar las diversas interpretaciones de los sutras que habían llega-
do a China desde el siglo I y que se prestaban a tergiversaciones.
Xuan Zang permaneció 17 años en este viaje de peregrinación.

En ese entonces era prohibido salir de China, año 629, debido a gue-
rras internas; a pesar de ello decidió hacerlo. Atravesó territorios
completamente inhóspitos y desconocidos, desiertos, cruzó el Hi-
malaya y selvas hasta llegar a India.

Tuvo que viajar por la noche para evitar ser visto por los vigías des-
de las torres que habían a lo largo del territorio chino. Cruzó parte
del desierto de Gobi hasta llegar a Hami, sobrellevó muchos peli-
Monumento Xuan Zang
gros, padeció hambre y sed. Cuando se perdió en el desierto su ca-
ballo lo salvó al olfatear agua de un río, hasta que finalmente llegó
a Turfán.

Aquí fue cuidado por monjes hasta que pudo recuperarse. Pasó por
Bezeklik, “Las Cuevas de Los Mil Budas”, también por las “Monta-
ñas Flameantes” y por la ciudad de Gaochang, donde predicó por un
tiempo su doctrina.

Viajó a través de las montañas del Tien Shan, llegó a Tashkent y Sa-
marcanda. Siguiendo los pasos de Alejandro, prosiguió al sur hasta
llegar a Peshawar (actual Pakistán) lugar en que se hallaba la Uni-
versidad Budista de Nalanda, aquí estudió por algunos años. Pasó a
Cachemira, donde conoció a un viejo monje sabio, quien le instruyó Ruta de su recorrido
en filosofía durante los siguientes dos años.
125
Recorrió India, Nepal y Sri Lanka por 14 años antes de regresar a
China. Durante este periplo encontró a gente sabia, se dedicó a es-
tudiar bibliotecas repletas de libros sagrados, especialmente las
situadas a orillas del río Ganges: Benarés, Patna, etc..

Su viaje de regreso lo hizo a través del Punjab, por el valle del Oxus
hacia el Pamir y de allí hacia la ciudad de Kashgar. Durante esta tra-
vesía tuvo la desgracia de perder una gran cantidad de manuscritos
y su colección de semillas de flores.

Siguiendo por las rutas de las caravanas hacia el oriente, llegó a


un importante centro budista, donde esperó a que el Emperador
Chino le concediera el permiso para ingresar; cuando este supo de
su venida mandó una escolta a darle la bienvenida y lo recibió con
grandes honores.

Trajo consigo 22 caballos cargados de 657 escritos budistas en 520


paquetes, así como la silla, las sandalias y estatuillas de oro y plata
Pagoda del Ganso, Xi’an de Buda. En sus relatos nos describe las visitas a 130 reinos que
visitó y las diversas experiencias de su viaje. Se construyó en Xi’an
“La Gran Pagoda del Ganso” para guardar todas estas reliquias y se
dedicó a la traducción de estos sutras al idioma chino porque todos
los anteriores eran en lengua hindú y sánscrito; trabajo que le tomó
hasta el fin de sus días.

Consiguió con su esfuerzo, que esta filosofía se estableciera firme-


mente en China, así como en otros países circundantes y como la
conocemos hoy.

Mientras viajamos comentamos con los del grupo, las cosas que
hemos visto en los últimos días, no alcanzamos a tratar todos los
temas. Atravesamos extensas zonas desérticas y está por demás
comentar todo el polvo que tragamos, los cuidados con nuestras
cámaras, bebemos agua todo el tiempo y casi nunca nos alcanza
la que llevamos, debido a que estamos siempre mojando pañuelos
y poniéndonos en la cabeza, la temperatura en el día alcanza los 43
grados y es como respirar con la cabeza dentro de un horno.

Vemos a lo lejos en el horizonte un punto con una nube de polvo


detrás que avanza a nuestro encuentro, imaginamos que bien po-

126
dría ser una caravana de camelleros atravesando esta parte del desierto, se crean expectativas por en-
contrarnos con ellos; recorremos alguna distancia hasta que el encuentro se produce, pero nos llevamos
la desilusión del día, se trata de un nativo viajando en una pequeña motocicleta. Nos produce risas y com-
prendemos de que el mundo esta hoy motorizado, inclusive en estas deshabitadas tierras.

Pienso el riesgo de viajar solo en una travesía así, si se le llega a averiar la moto, el desierto no perdona, lo
aconsejable es viajar al menos en dos vehículos. Debido a las distancias se vuelve difícil encontrar cual-
quier cosa. Hay huellas en el piso en muchas direcciones, además, el viento las borra.

Existen zonas de arena floja en las que fácilmente se entierran los vehículos. También, si cortamos camino,
en ciertos tramos pequeños, confiamos en la buena suerte, es como cuando se navega en el mar en botes
pequeños. Por instinto, todo el tiempo miro mi pequeña brújula para saber en qué dirección vamos, aún
que no sé de que serviría.

Principio de la brújula Tacklamakan (Foto: chiara-ferrani)

Hablando de brújulas: hace mil años se inventó la brújula aquí en China y desde entonces todas las naves
que han surcado los mares y en la actualidad también el cielo, tienen una. Desde la más primitiva embar-
cación hasta el más grande de los aviones comerciales, llevan una, que sirve como referencia y que se usa
de ser necesario, a pesar de todos los equipos sofisticados de a bordo.

Es fascinante su origen; aparece por primera vez en el siglo IX en China. Se trata de un mineral llamado
magnetita, del cual se valen algunos animales para orientarse, entre ellos las abejas y las palomas. Tienen
en el pico pequeñas particulas de este metal, que les permite orientarse y encontrar la dirección.

Los chinos notaron que la magnetita atraía a objetos metálicos o de hierro, incluyendo agujas de coser,
cuando se jugaba con una de ellas reiteradas veces junto a un pedazo de magnetita, esta de forma casual
se convertía también en imán (se imantaba). Igualmente descubrieron que si a esta aguja imantada se la
ponía a flotar sobre una hoja dentro de un recipiente con agua, notaron que sin importar cuanto se giraba
el recipiente, la aguja siempre señalaba hacia la misma dirección.

127
Tuvo que pasar un siglo para que encontraran un uso práctico para este fenómeno y este fue en la
navegación. Para esto, tuvo que ponerse a esta aguja en equilibrio sobre un pin; también le añadie-
ron debajo una carátula de papel con puntos referenciales. En China se usaba la brújula para nave-
gación marítima desde comienzos del siglo XI.

Descubrieron que de los costados de esta aguja siempre salía y también se ponía el sol. Le comen-
zaron a llamar “Levante” y “Poniente”. A la parte de arriba de la aguja le pusieron el nombre de
“Septentrión” y a la de abajo le llamaron “Austro”.

Se dice que fue Marco Polo quien trajo la brújula desde China y que en Europa la fueron mejorando
y poniéndole más puntos de referencia a la carátula, con el tiempo la llamarían “rosa de los vientos”
y más tarde, puntos cardinales.

En la Edad Media en Europa se creía que era un producto diabólico o de brujería por lo que se la
calificó como “Brújula”. Los navegantes que la usaban tenían que mantenerla escondida dentro de
un caja de madera y lejos de los ojos de la Inquisición.

Otro sensacional aporte que nos dio la magnetita en el siglo XIX fue el descubrimiento de la energía
eléctrica. Al enfrentar dos imanes, sin dejar que se unan, se forma un “campo magnético”. Al girar
un eje por la mitad de este campo, se genera electricidad en las dos puntas del eje. Es el principio
de la electricidad.

Me conmueve el contemplar y sentir la inmensidad del desierto, son momentos que llegan a tocar
las cuerdas olvidadas dentro de nosotros y que nos invitan a reflexionar; brotan palabras y senti-
mientos que casi nunca salen. Las dunas parecen olas de un mar sin movimiento, es un escenario
salvaje, agreste y brutal.

Encuentro que hay varios tipos de desiertos: unos con dunas de arena tan grandes, que llegan a
cientos de metros de altura. Otros son enormes extensiones de tierra dura, completamente planas e
inundadas de pequeñas piedras o guijarros en toda su superficie, llegan hasta donde uno alcanzan a
ver. Parecerían antiguos lechos de desiertos cuyas arenas ya se desplazaron. Otros desiertos están
formados también por dunas pero más pequeñas y bastante homogéneas, donde se ven esparcidos
por doquier aislados restos de vegetación, inclusive árboles. Deduzco que hace siglos o miles de
años hubo vida, también animales y gente que edificaron pueblos, ciudades y que seguramente por
la falta de agua tuvieron que abandonarlas, quedaron deshabitadas, fantasmagóricas y finalmente
el desierto se las tragó.

El arqueólogo y cartógrafo sueco Sven Hedin (1866 - 1952), que fue también parte del “Gran Juego”
entre Rusia y el Imperio Británico; en una travesía con el propósito de levantar un mapa de este de-
sierto junto a cuatro nativos, su perro y siete camellos, estuvieron a punto de perder la vida por falta
de agua; después de tres semanas de luchar contra tormentas de arena y el desierto, pudo llegar al
otro lado no sin antes perder a 2 camelleros, su perro y dos de sus camellos. Al ser el primero en

128
encontrar agua, recogió un poco en una de sus botas y regreso
hasta encontrar a sus compañeros moribundos, logrando sal-
varlos.

Hedin fue extraordinario, me gusta mencionarlo. Además de ex-


plorador, geógrafo, topógrafo, botánico, biólogo, fue también pin-
tor y documentó sus viajes con dibujos. Dedicó su vida a recorrer
Asia y aprendió: latín, francés, alemán, ruso, persa, tártaro, turco,
kyrgyz, mongol, tibetano y hasta algo de chino.

Entre sus hazañas: recorrió Mesopotamia, Persia, el Cáucaso,


Turkestán, China, Mongolia, Siberia, el desierto de Gobi, y el Asia
Central. Descubrió algunas de las ciudades perdidas en el de-
sierto de Gobi, la más importante fue Lou-Lan, de dos mil años
de antigüedad. Cuentan entre sus hallazgos, diez mil manuscri-
tos en bambú. Publicó numerosos libros de sus viajes y textos
de contenido científico sobre el Pamir, Tíbet y los Himalayas. Le-
vantó mapas de la mayor parte de los territorios que recorrió.
Cuando trato de llegar a Lhasa en el Tíbet, fue impedido porque
estaba vetado para extranjeros y tuvo que ser escoltado y ex-
pulsado. Atravesó varias veces y por diferentes sitios la cadena
del Himalaya e identificó las fuentes del Brahmaputra y del Indo.
Visitó en varias ocasiones India.

Sirvió extraordinariamente a su país, a Europa y a China. Su ene-


migo principal fue Rusia por lo que estuvo de acuerdo con Ale- Sven Hedin
mania en su lucha. A lo largo de su vida recibió premios y conde-
coraciones: del Rey de Suecia, del Emperador Japonés, del Sha
de Persia, del Zar de Rusia, del Virrey de la India, del Káiser de
Austria, del Papa, de Chiang Kai-Shek, del Presidente Roosevelt
y hasta del mismo Adolf Hitler, quien obacionó varias veces en
público su extraordinario trabajo.

Seguimos avanzando hacia el oriente y después de varias horas


de recorrer el desierto, veíamos todo el tiempo a lo lejos las mon-
tañas. Paramos en un pequeño poblado para estirar las piernas y
especialmente al llamado de la naturaleza; me llamó la atención
un sitio donde vendían granizado de hielo color amarillo. Lo pri-
mero que me vino a mi mente fue, de dónde sacan el hielo, mien-
tras observaba como raspaba manualmente, con una especie
de sierra, de unos bloques grandes; le pregunté al guía, de dónde
Secando maíz
lo sacan, se sonrío y me dijo: “de la casa del hielero”. En invierno,

129
cuando todo esta bajo cero, el hielero va al río, cava en su lecho y
saca bloques de hielo que luego los guarda en una habitación de
su casa, cubiertos con capas de paja para mantenerlo frío, luego
lo vende en el verano.

Nuestra próxima parada sería la ciudad de Hami o Kumul como


se llamaba antiguamente. En este lugar pasó recuperándose va-
rias semanas, el monje Xuan Zang después que se extravió du-
rante el cruce del desierto, que casi le costó la vida.

En Hami, el principal producto son los melones, Marco Polo,


Melones Hami aparte de ponderar su calidad como los mejores, hizo referencia
(Foto: S. Gorsky 1863 - 1909) a una costumbre poco común que encontró entre los pobladores
de aquí, la describió así: “les doy mi palabra, si un extranjero llega
a una casa buscando hospitalidad, este recibirá una muy caluro-
sa bienvenida, el dueño de casa le ofrece su esposa para que le
complazca en todo lo que el huésped desee, alejándose de sus
quehaceres y trabajos por dos o tres días. El huésped se queda
en la casa con la esposa pudiendo actuar como si fuera el dueño,
incluso acostándose con ella en la misma cama. Las mujeres son
muy lindas, vivaces y listas a complacer”.

Esta costumbre llamó también la atención de los mongoles


cuando pasaron por aquí, les pareció muy mala y la prohibieron.
Durante tres años los habitantes de Hami se sometieron a esta
Jugando villar en el desierto
disposición, luego presionaron al representante mongol para
que les permitiese regresar a su antigua y hereditaria costumbre,
pues según ellos esta práctica era bien vista por sus dioses sien-
do favorecidos en sus cosechas; adicionalmente los huéspedes
recibían el homenaje que estos merecían. El khan les contestó
“ya que ustedes quieren su propia vergüenza, pues la tienen”.

Hay más de treinta variedades de melones, la fragancia es perci-


bida desde kilómetros y una vez arribado al pueblo se convierte
en un agradable aroma que acompaña. Una nota interesante: los
habitantes de aquí nos dicen que la temperatura del último in-
vierno llegó a 32 grados centígrados bajo cero. Esta zona esta
también bajo el nivel del mar.

130
EL COMIENZO Y FINAL DE LA GRAN MURALLA

Comienzo y fin de la Gran Muralla (Han Dynasty) Oasis de Dunhuang

Llegamos al extremo nororiental del Taklamakán que forma parte del gran desierto de Gobi. Sofía, Gastón
y algunos compañeros del grupo están muy emocionados porque estamos cerca de Dunhuang. Este sitio
fue una especie de “Meca” del budismo desde hace 2000 años; planeamos permanecer en esta zona de
dos a tres días, según Gastón es lo más extraordinario que veremos en el viaje. Mientras tanto al arribar a
Anxi, un pequeño pueblito, nos dice el guía que aquí es donde se juntan las rutas que vienen de Mongolia
con dirección a India y al Tíbet, cruzan también con la ruta que va a China, al Asia Central y Persia.

Dunhuang fue importante por estar en la intersección de estas rutas; fue soporte en el abastecimiento de
las caravanas, a tal punto que su población fue de 76.000 habitantes y ahora es solo de 14.000. En su tiem-
po fue un destacamento militar y uno de los puestos de avanzada más importantes al occidente de China.

Comenzamos a ver por primera vez los restos de la Muralla China, son de la dinastía Han (206 a.C. – 220
d.C.), ellos prolongaron la muralla hasta aquí. El propósito era proteger a las caravanas de los nómadas.
Una vez que declinó el poder de esta dinastía, esta sección de la muralla fue abandonada y olvidada. Ahora
está irreconocible por la erosión, quedan en pie solo pequeñas partes de las que fueron torres fortificadas
de observación y que continúan hacia adentro del desierto, la última se llama “La Puerta de Jade”, a 80
kilómetros de Dunhuang.

Acá llegaban solamente gente deportada o caída en desgracia ante el gobierno chino. Un lugar de peni-
tencia que provocaba llorar a quien tenía que cumplir alguna sentencia. Para la construcción de la muralla
utilizaron tierra apisonada, aquí es desierto y no hay material pétreo, razón por la cual no duró en el tiempo.
Me desconcierta encontrar partes de muralla en varias direcciones, como que no tiene sentido. Existía un
código de humo y fuego para comunicarse entre estas torres, muy efectivo, las noticias viajaban tan rápido
que en el transcurso de un día y una noche llegaban a distancias que equivalían a tres meses de marcha.
Viajando todo el tiempo al borde del desierto continuamos con rumbo sureste hacia Dunhuang, cuando lo
tenemos a la vista, me doy cuenta que se trata de un oasis dentro de un valle.

131
Esta era la última parada de las caravanas antes de ingresar a una zona hostil y sin ningún tipo de facili-
dades; se trata del desierto de Lop Nur. Marco Polo nos dice que su travesía toma treinta días y que es la
parte más temida y peligrosa del recorrido. También era el puerto de entrada a China para las caravanas
que venían del oeste. Este desierto fue muy transitado y tiene muchas leyendas; como por la supuesta vida
dentro de él y que guarda relación con antiguas ciudades perdidas. Tanto en el día como en la noche, -con-
taban los viajeros-, que escuchaban voces, cantos, música y hasta aplausos, detrás de las colinas. Algunos
se dejaban engañar y queriendo encontrar su origen se internaban y nunca se volvía a saber de ellos, cara-
vanas enteras se perdieron de esta forma. Para pasar la noche y protegerse de los espíritus permanecían
muy juntos y a los camellos los ataban con cascabeles para saber de sus movimientos. Dejaban señales
en la arena para saber al otro día la dirección en la que debían continuar.

BUDISMO

Después de hospedarnos, descansar un poco, asearnos y comer, nos envuelve el tema del budismo; a
mi me interesa mucho. Gastón me comenta que el budismo es un tema que siempre le apasionó y
que le honra ser amigo personal del Dalai Lama; ¡huf !, me sorprendió otra vez.

Disfruto escuchar opiniones del grupo, algunos se expresan con mucha autoridad. Lo que yo sé de
los budistas y sus costumbres son cosas muy simples; por ejemplo: su vestimenta siempre amarilla
en todos sus tonos, algunos no comen carne, respetan la vida de todo ser viviente, inclusive hacien-
do uso de un cedazo para prevenir la muerte accidental de cualquier tipo de insecto, hasta conviven
con piojos en su cuerpo y los respetan y su dieta extremadamente simple. Después de su muerte, si
ha sido merecedor reencarna en algún otro ser en su peregrinación hacia el Nirvana. Si no ha sido
merecedor, renace en cualquier animal de escala inferior, razón por la que los respetan (podría tratar-
se de un familiar degradado), etc. Estamos todos cansados pero curiosos y con ganas de escuchar
a Gastón, nos sentamos al borde de una fuente de agua ubicada en medio de un jardín y rodeados
de palmeras; el clima esta fresco y produce una agradable sensación en medio del desierto.

Sabemos que el budismo llegó a China en el siglo I y le tomó 300 años popularizarse. Al comienzo
era confundido con taoísmo y no se establecían diferencias. En el siglo V se lo reconoció como una
doctrina de origen Hindú (no China).

Debido a la inestabilidad social que vivía la población en China, les era difícil identificarse con sus
religiones; finalmente, encontraron en el budismo la seguridad espiritual que buscaban. Ceremonias
más sencillas, obligaciones menos irritantes y su prosperidad no implicaba ninguna contradicción;
además la podían practicar personas comunes, no requiriéndose conocimientos profundos. Encon-
traron mucha flexibilidad y encajaba con sus propios pensamientos.

Quien fundó esta doctrina seis siglos antes de Cristo fue Gautama Sidaharta, conocido como Buda
(El Iluminado). Fue hijo del jefe de la tribu de los Sakia cuyo reino estaba en las estribaciones de los
Himalayas, al norte de la India, en lo que hoy es Nepal. Su familia fue de alta estirpe y creció rodea-

132
do de lujos y comodidades. Se distinguió en las artes, en las
armas, incluso con las mujeres; antes de cumplir 20 años ya se
había casado tres veces, presumiéndose que hasta llegó a te-
ner un harem. Vivió allí hasta los 29 años, luego salió a recorrer
el mundo y tuvo experiencias que le cambiaron.

Cierta noche cuando meditaba bajo un árbol de higo, decidió


que no se levantaría mientras no encontrara el origen y la solu-
ción de todos los problemas que aquejaban a la gente. Encon-
tró que el origen de todos los males era el “deseo” (deseo de
riqueza, de poder, de ser mucho mejor en la próxima reencarna-
ción, etc.). Esto fue considerado como una iluminación perfec-
ta, lo que le convirtió en “Buda”. Ser iluminado quiere decir que
ve y comprende las cosas como son. Sus creencias sostienen
que no existe un ente sobrehumano o sobrenatural que haya
creado y rija la vida del mundo. De lo que yo entiendo es que no
oran porque no tienen a quien hacerlo. Monjes budismo tibetano

Todo se explica por la “Ley del Karma”; los acontecimientos son


consecuencias no castigos o recompensas. Una causa buena
produce un buen efecto y una mala, un mal efecto. Todas las
cosas inclusive las actividades mentales están reguladas por
ellas. Cuanto existe, es resultado del pasado. El Budismo no re-
conoce “cuerpo”, sino como “alma-personalidad” continuamen-
te creadora y en mutación permanente. Toda persona, gracias
a la iluminación puede superar su propio karma hasta llegar al
nirvana.

Nirvana es el estado de perfecta paz y reposo total al que se


llega después de las transmigraciones y en el que cesa el dolor.
Se consigue después de dominar las pasiones y llegar a la in-
diferencia total respecto del mundo y sus valores. Se extingue
la personalidad y puede conseguirse en la existencia presente.

Para conseguir la iluminación, Buda enseñó “las cuatro verda-


des nobles” que son: la existencia del sufrimiento; la causa del
sufrimiento que es la ignorancia; el cese del sufrimiento y el
camino al cese del sufrimiento; esto es aprender a vivir y obrar
correctamente. Junto con estas verdades nobles también en-
señó “las seis perfecciones” que son: limosna, observancia de
los preceptos, paciencia, tesón, meditación y sabiduría.

133
Se dedicó a resolver los problemas de las miserias de la vida diaria. Consideraba que el remedio ra-
dica en el dominio de sí mismo, de los impulsos egoístas, de la ambición de bienes, sosteniendo que
vivir es sufrir y que el sufrimiento es resultado de las pasiones; vio en la renuncia a sí mismo el único
medio para librarse del sufrimiento. Es decir, presentó un modo de vida por el que podían liberarse de
la ignorancia, causa del sufrimiento y conseguir la paz y felicidad de la mente.

Entre sus doctrinas cuentan: doctrina de la inestabilidad, todas las cosas están en mutación cons-
tante y no hay que apegarse a ellas, doctrina de la universalidad del sufrimiento: todos los seres
están sujetos al sufrimiento, doctrina del karma: nada existe sin causa, doctrina de la negación
del yo: no hay ningún ente independiente, categórico y permanente de por sí, doctrina de la unidad
de la vida: todo individuo es Buda en potencia, hay que predicar la hermandad e igualdad de los
hombres.

Buda creó y predicó su doctrina porque no estaba de acuerdo con el brahmanismo. Sánscrito es la
lengua sagrada de los brahmanes, de cuya religión deriva el budismo. Buda nunca se presentó como
divinidad y sus enseñanzas no fueron revelaciones. Al igual que Cristo, no dejó nada escrito; sus doc-
trinas fueron recopiladas por 500 de sus discípulos, cuatro meses después de su muerte a los 80 años
y escribieron sus enseñanzas en libros llamados “sutras”. La biblia budista consta de 108 libros y para
leerlos y comprenderlos, una vida no es suficiente.

El budismo se expandió por toda el Asia: en China, desde el siglo I, encontró mucha oposición del
taoísmo y del confucionismo; al Asia Central arribó en el siglo V, a Japón en el siglo VI traído por mon-
jes coreanos. Tuvo gran aceptación especialmente entre la gente de letras y en altas esferas sociales,
incluyendo a los samuráis. Al Tíbet en el siglo VIII, aunque ligeramente cambiado, se lo llama Lamaís-
mo o Budismo tántrico (de realización espiritual). Por ejemplo, aquí la transmigración de la muerte de
un Buda viviente (Dalai Lama), se produce a un niño, el cual una vez localizado e iniciado se convierte
en un nuevo Dalai Lama. El título de Buda viviente se otorga a ciertos grandes dignatarios del Budismo
Tibetano o Mongol.

Irónicamente cuando Buda murió, sus discípulos lo convirtieron en dios, cosa opuesta a sus princi-
pios. En sí, ellos no creen en ningún dios.

134
Excursión en camellos desierto de Taklamakan

Hemos contratado a unos camelleros para que nos lleven ma-


ñana temprano a unas cuevas y templos que hay cerca de aquí;
Gastón dice que esta área es como una fascinante biblioteca o
museo de historia, con 2000 años de conocimiento, religión, arte
y cultura de esta parte de Asia Central, India, Persia y China.

Salimos temprano por la mañana provistos de todo lo necesario


para pasar el día. Pasamos por entre grandes dunas; con los pri-
meros rayos de sol, las partes altas se tornan doradas, parecen
pinturas. Gastón me va contando la historia de cómo hallaron
estos templos y cuevas después de haber estado perdidas por
muchos siglos. En ciertos tramos hay vegetación y algunas vi-
viendas de gente que vive por aquí.

Finalmente llegamos al lecho seco de un río; en la ladera de en-


frente hay una gran cantidad de cuevas que son parte de lo que
Cuevas de Dunhuang
venimos a visitar, hay vegetación y árboles grandes que más
tarde supongo, producirán una agradable sombra. Frente de las
cuevas esta el gran desierto, se ven viejas estupas hindús, tam-
bién pagodas de diferentes tamaños y formas.

Son básicamente cónicas, terminadas en punta y construidas de


adobe cocido, van desde dos metros hasta seis de alto. Su interior
es hueco y contienen cenizas cremadas de algún santo de esta
religión, juntamente con reliquias y otros objetos importantes.
135
Dunhuang

Dunhuang es parte de una amplia zona donde se hallan más


de ochocientos restos de templos y cuevas, esparcidas en toda
el aérea. Las llaman también “Las Cuevas de Mogao”. Fueron
construidas a partir del año 353 de nuestra era por diversos
grupos de personas, la mayor parte de ellos viajeros proceden-
tes de todos los rincones del Asia, en agradecimiento a Buda.
Se fue convirtiendo poco a poco en un sitio de peregrinaje y
santuario; o sea en una especie de Meca del budismo desde
hace 1.700 años.

Provenían de todas las clases sociales, desde familias reales


hasta mercaderes que cruzaban los desiertos. Este sitio contie-
ne el aporte artístico religioso de nueve Dinastías a lo largo de
14 siglos. Donde estamos ahora hay como cuatrocientas cue-
vas y templos excavados en las laderas de un risco de 30 me-
Estupas y Pagodas tros de alto y de más de un kilómetro de largo. Durante siglos
los monjes que habitaban aquí recibieron donaciones de todo
tipo en reconocimiento por favores recibidos. Coleccionaban
manuscritos, piezas de todo tipo de arte, artículos únicos de
su época, etc.. Muchos peregrinos debieron pasar temporadas
en esta zona, esculpiendo y pintando murales en el interior de
estas cuevas.

136
Este lugar se convirtió en uno de los más grandes museos al
aire libre con exquisitas colecciones de miles de esculturas,
manuscritos, extraordinarias pinturas murales con detalles
sobre la historia de la vida cotidiana: se pueden apreciar es-
cenas de música y danza, de arquitectura, de gente cazando,
pescando, cortando madera, haciendo vajillas y artefactos
de barro, forjando hierro, haciendo vino. También escenas de
matrimonios, funerales, ceremonias del té, visitas de dignata-
rios extranjeros, conjuntos musicales, caravanas llegando del
oeste, e inclusive pinturas de cómo algunos prisioneros eran
Cuevas de Dunjuang
torturados.

Se puede apreciar la evolución que se llevó a cabo aquí, debido


al intercambio cultural entre China y el exterior, a lo largo de los
siglos. Este territorio fue inicialmente chino, luego en el siglo VII
pasó a dominio de los tibetanos. En el siglo VIII fue reconquis-
tado por los chinos y un siglo más tarde por los uygures, luego
en 1227 pasó a manos de los mongoles, más tarde, en el siglo
XVI a los musulmanes; finalmente, en 1760 regresaría a poder
de China.

La presencia del islam eclipsó al budismo y como consecuencia


este lugar lentamente fue perdiendo su brillo hasta desaparecer
en el siglo XIV. A pesar de su fama, solo quedaron leyendas.

Hace cien años unos pastores que vivían en esta zona ofrecieron
en venta a un extraño que les visitaba, pergaminos de apariencia Viejo pergamino
muy antigua; se trataba de un monje taoísta quien después de
descubrir entre los restos de estos templos lo que contenían, dio
parte a las autoridades; al no recibir ninguna respuesta decidió
hacerse cargo de su cuidado convirtiéndose en una especie de
ermitaño.

Con el pasar de los años vendió algunos pergaminos a un comer-


ciante de Tashkent que pasaba por el área, este a su vez sería
quien haría llegar la noticia a Europa.

Esto fue lo que dio inicio a la “carrera arqueológica” en Occi-


dente, donde tomaron parte Inglaterra, Francia, Alemania, Norte
América, Suiza, India, Suecia, etc., y que llevarían a cabo descu-
brimientos de tesoros, que permanecieron por siglos ocultos.

Monge ermitaño
137
Fue el arqueólogo Sir Aurel Stein enviado por el museo de
Londres y el gobierno Indio, quien convenció al monje taoísta
protector de estas ruinas, quien le permitiera entrar y trabajar
en ellas e hiciera fabulosos hallazgos que le hizo famoso. En
un comienzo Stein tuvo problemas con la timidez e ignorancia
del monje, también con su nerviosismo y testarudez. El dine-
ro ofrecido inicialmente no fue aceptado, ni pudo vencer sus
escrúpulos. Más tarde, Stein se dio cuenta de la reverencia y
Aurel Stein respecto que tenía por Xuan Zang, el famoso monje viajero, lo
que finalmente le facilitó la estrategia que debía aplicar para
convencerlo.

La parte más interesante de su relato dice: “estando trabajan-


do en el interior de uno de estos templos, observé en la parte
superior de una habitación, una pequeña protuberancia con un
orificio que a la vista de quien no sabe lo que está buscando,
pasaría desapercibido; una vez que me subí y pude observar a
Aurel Stein través de este orificio, encontré lo que parecía una habitación
oculta. Luego de realizar una abertura de acceso, me di cuenta
que la pared que estaba derrumbando había sido construida
para ocultar esta parte del templo. No sabía, pero estaba a pun-
Dunhuang to de llevar a cabo uno de los descubrimientos arqueológicos
más importantes de esta parte de Asia. Tesoros que habían
estado esperando por más de mil quinientos años para salir
a la luz: Luego de entrar en la habitación me encontré con va-
rias mesas de madera, con sus partes inferiores labradas con
pequeñas figuras recubiertas con pan de oro, que se habían ya
casi perdido, debido al paso del tiempo; había gran cantidad de
lo que parecían bultos de libros y escritos completamente se-
pultados por el polvo. También empezaron a aparecer figuras y
esfinges en los costados de la habitación. Luego encontré los
restos de una vieja puerta aún en pie y parcialmente abierta
que llevaba a un corredor y este a su vez a lo que parecía un
santuario. Pude observar más mesas con más bultos de libros
y cantidad de objetos; las paredes estaban pintadas con pasa-
jes de la vida de Buda y una pintura de este, de gran proporción
en el centro, aunque bastante destruida. Los colores utilizados
Paul Pelliot eran sorprendentemente hermosos esto lo supimos posterior-
mente después de limpiar y con iluminación suficiente.

El domo estaba completamente pintado desde el piso hasta lo más


alto con los colores e imitando las plumas de la cola de un gallo,

138
estas convergían al techo, aquí se ven ángeles flotando quienes
ofrecen al que observa desde abajo, una cadena con joyas. So-
bresalen los colores azul, verde, dorado, y rojo todos ellos con
fondo metalizado que reflejan la luz de las antorchas”. Tomado
de su libro “Sand Buried Ruins of Khotan”.

Encontraron 50.000 piezas que incluían: documentos históri-


cos, textos religiosos seguramente algunos traducidos direc-
tamente por el mismo Xuan Zang, textos literarios, de arte,
matemáticas, medicina, económica, y otros griegos con deta-
lles de la invasión al Asia por Alejandro Magno, etc.

Todo esto fue producto de recopilación de muchos siglos de


información e historia. Peregrinos de todas partes trajeron
estas ofrendas. Los monjes las cuidaron y guardaron ante la
posibilidad de guerra o peligro de destrucción, sabían de su
valor intrínseco. Por suerte escogieron el lugar más apropia-
do, pues la sequedad del clima es ideal para este propósito.

Noche tras noche Stein con su ayudante fueron sacando bul-


tos y objetos. Uno de ellos era una versión del “Diamond Su-
tra” impreso en el año 868 de nuestra era; lo sabrían más tarde
que se trataba del primer libro impreso que existe, de cinco
metros de largo e impreso mediante bloques de madera que
se ponían uno a continuación de otro para formar palabras y
expresiones, convirtiéndose en el primer libro impreso.

Un dato interesante: es acerca del “primer libro impreso”. Fue-


Primer libro impreso, Diamond Sutra
ron los chinos hace mil años quienes inventaron la impresión
de la escritura a través de caracteres móviles de madera; pero
fueron los mongoles los que llevaron este arte a Europa, des-
tacándose primeramente en Holanda y Alemania.

El invento de este tipo de impresión hizo que los libros se re-


produjeran como por arte de magia y llegaran más económi-
camente a todas partes, con ello, el mensaje de quien lo escri-
bió. Las ideas se esparcieron más fácilmente para beneficio
y conocimiento de la humanidad. Los libros eran escritos ma- Escritura de bloques
nualmente por muy poca gente que sabían leer y escribir. Solo
los dueños de los libros eran los que sabían su contenido y allí
moría; era como una lámpara que le sirve solo al que la tiene.

139
Cuando Stein salió de aquí llevaba consigo más de 10.000 artícu-
los. Al monje le dejó un equivalente de 130 libras esterlinas para
la reconstrucción de los templos y cuevas. De todo lo que se
llevó, parte envió al Museo Británico de Londres y el resto al
Museo Nacional de Nueva Delhi en la India.

Terminamos el día agotados y demasiado excitados por la


cantidad de cosas que hemos observado. Durante la cena, to-
dos tenemos tema de conversación, cada uno quiere decir lo
que más le impresionó.

En la cena, uno de los compañeros del grupo nos comienza


hablar del arqueólogo Aurel Stein. Fue alguien fuera de serie;
húngaro, judío de nacimiento, más tarde bautizado cristiano;
naturalizado en Inglaterra, estudió en Oxford y Alemania, ob-
tuvo PhD. Pasó mucho tiempo aprendiendo en el Museo Britá-
nico, se destacó como lingüista pues llegó a dominar además
de su idioma natal el húngaro, alemán, inglés, indostaní, kas-
hmiri, turco, persa, sánscrito, dominó adicionalmente cuatro
dialectos. Nunca aprendió chino y esto le perjudicaría más
tarde.

Fue designado para servir al raja en la India en 1887, lugar en


el que vivió por muchos años y desde donde emprendió su ca-
rrera arqueológica. Eventualmente sería hecho “Caballero” por
la corona inglesa, debido a su brillante desempeño a lo largo
de su vida y sus aportes a la corona.

Los personajes que motivaron su inclinación por los viajes


fueron: Xuan Zang, Marco Polo y Alejandro, tratando de repe-
tir su viaje desde la India hasta el Asia Central, lo que realizó
en gran parte. Se interesó por el budismo y por descubrir las
ciudades de las que hablaba Xuan Zang y Marco Polo, para lo
que tuvo que valerse de los diarios de estos dos personajes.
Se trata de ciudades desaparecidas.

Siguiendo las indicaciones de estos libros (Records of the


Western Regions, y los relatos de Los Viajes de Marco Polo),
siguió paso a paso las indicaciones que allí se narran. Con la
ayuda de viajeros contemporáneos y de la gente del área y
perseverando bajo tremendas condiciones en los desiertos,
Antiguo arte budista,
Galerías de Dunjuang fue descubriendo y desenterrando uno por uno estos pueblos

140
y haciendo a la vez grandes hallazgos que fueron eslabones
perdidos en la historia del Asia.

Cuentan entre estas ciudades: Yotkan, Niya, Dandan Uilic, Ak


Sipil, Karadong, Endere, Miran, Pinia, etc. Todas ellas en la tra-
yecto perdido de la “Ruta de la Seda” que atravesaba el desier-
to del Taklamakán en la parte sur y que venía de India.

Está también entre sus descubrimientos el hallazgo del último


tramo de la Muralla China que llega hasta Dunhuang. Se dijo
de el: “el arqueólogo viajero más aventurero y temerario que
existe”.

Hablamos también de su contemporáneo, el arqueólogo ale-


mán Albert von Le Coq y el episodio que le tocó vivir aquí en
1905, dos años antes que Stein. Le Coq se encontraba de
paso por Hami (el pueblo de los melones) nos cuenta que tuvo
la visita de un mercader de Tashkent el cual le comunicaba
de la existencia de unos antiguos templos desconocidos y de
un monje ermitaño que vivía allí. Había encontrado ocultos
gran cantidad de viejos pergaminos escritos en lengua desco-
nocida y cantidad de objetos en iguales condiciones. Luego
de escuchar de estos hallazgos (en Dunhuang) Le Coq quedó
maravillado e impresionado, pues era la misma noticia de este
hallazgo que llegó a Europa tiempo atrás, pero no del lugar
donde se habían encontrado. Era una verdadera suerte recibir
esta misma noticia directamente de la persona.

Le Coq estaba en una encrucijada pues se encontraba de re-


greso después de un viaje de exploración que le había tomado
más de un año y debía regresar a Kashgar donde tenía que
encontrarse con personas importantes (auspiciantes), prove-
nientes de Europa. Sin embargo, debido a lo importante del
asunto lo reconsideró y lo hecho a la suerte arrojando una
moneda al aire para dejar que sea esta quien decida. La suerte
le jugó una mala pasada y con ello la oportunidad de no ser él,
el autor de tan importante hallazgo histórico.

Ellos dos fueron parte del grupo de arqueólogos, junto con


Antiguo arte budista,
Sven Hedin, Paul Pelliot, Ella Maillart, Peter Fleming (herma- Galerías de Dunjuang
no del autor de las novelas de James Bond) Thomas Edward
Lawrence, más tarde conocido como “Lawrence de Arabia”,

141
Roy Chapman Andrews, personaje que inspiró Indiana-Jones,
quienes realizaron expediciones al Asia desde hace unos 100
años y que han tenido el privilegio de llevar a cabo descubri-
mientos y ser protagonistas de innumerables aventuras, las
que han servido para la creación de personajes similares en
películas modernas.

Paso a transcribir, usando textualmente las palabras de Albert
von Le Coq, un episodio de su diario, mientras estaba en una
de sus exploraciones en esta zona y que tiene similitud con lo
Centro, “Lawrence de Arabia˝
que últimamente vi en una película de las que acabo de hacer
en Mesopotamia
mención y por lo que supongo, debió haber servido de inspi-
ración a su autor: “En Marzo 3, mientras Bartus (su ayudante)
y yo trabajábamos dentro del templo que lo llamamos “De las
16 Noches”, un extraño sonido como trueno fue seguido súbi-
tamente por el avance de grandes piedras que se habían des-
prendido de alguna parte del interior del templo y que venían
en dirección a nosotros. Yo pensé que se trataba de Bartus que
se había venido abajo desde la habitación de arriba en la que
se hallaba trabajando. Inmediatamente y mientras las cosas
sucedían increíblemente rápido, vi a Bartus y a una procesión
de turkis (trabajadores) dando gritos detrás venían corriendo
por el corredor con las piedras siguiéndolos, me uní a ellos sin
Roy Chapman Andrews
pensarlo dos veces y en segundos estuvimos fuera del templo
con el gran estruendo que producían las piedras que nos pa-
saron con terrorífica violencia. Por qué o cómo, no lo sé, pero
no comprendo hasta el día de hoy, cómo ninguno salió herido.
(Tomado de su libro “Buried Treasures of Chinese Turkestan”
Pág. 129).

Después de pasar otro día explorando estas ruinas, nos detu-


vimos en un pequeño oasis en donde se consiguen camellos
para realizar viajes de exploración en esta zona.

Al ingresar en una de las casas buscando un poco de sombra,


Archivos de Von Le Coq me sorprendió ver tirada en una esquina de la habitación con
piso de tierra, un pedazo de piedra blanca de unos 20 centí-
metros, con alguna figura extraña tallada en ella, me acerco y
la recojo, me doy cuenta que se trata de un pedazo de mármol
blanco con una hermosa cara budista tallada en alto relieve;
me invade una incógnita al pensar que podría proceder de los
templos, en un comienzo no lo creo; utilizando señas le pre-

142
gunto a uno de los nativos que vivía allí si quería venderlo, me
contesta algo difícil de entender, me imagino que dice que no;
meto mi mano al bolsillo y opto por acercarle dinero y pedirle
que tome cuanto quiera; duda por un largo rato y dice cosas
que no le comprendo, insisto algunas veces, hasta que se de-
cide y toma algunos billetes de mi mano.

Lo guarde dentro de mis ropas para que nadie lo vea. Cuando


llegamos finalmente al pueblo le digo a Gastón… tengo algo
para enseñarte; cuando lo ve, lo toma en sus manos, empieza
a tartamudear, hace algunas muecas debido a la sorpresa y
me pregunta… ¿dónde lo encontraste?, bromeo y le contesto:
dentro de uno de los templos en medio de tantas maravillas,
me mira serio y yo sonrío. Luego de un momento de tensión
le digo la verdad, la mira reiteradas veces y me dice, no pue-
de ser de otra parte que de los templos; mármol no hay en
cientos de kilómetros a la redonda, debe ser que lo trajeron
de muy lejos, como lo hicieron con muchas otras cosas cuyo
origen es hindú o tibetano; peregrinos de lugares distantes Pieza budista conseguida
traían consigo objetos para embellecerlo. Hoy forma parte de
mi colección de recuerdos de viaje.

En el camino de regreso pasamos por un peculiar lugar tipo


oasis, muy hermoso. Lo llaman Wuwa o Lago Creciente y con-
tiene una laguna, que al estar en medio del desierto, descon-
cierta. Dicen que el agua se esta secando lentamente lo que
sería una pena, lugares como este solo aparecen en un espe-
jismo o en la imaginación.

Por donde vamos es posible tomar hermosas fotos y se pue-


de acabar un rollo en pocos minutos; el paisaje cambia cons-
tantemente y provoca fotografiar, tomamos muchas fotos a
nuestra caravana y otras tantas a un grupo de camelleros que Oasis de la Media Luna
pasan cerca, etc. Llevo tomadas más de mil fotos, sin embar-
go, soy el que menos ha tomado, Gastón lleva más del doble y
algunos compañeros fotógrafos profesionales, más.

Veo a algunos del grupo sufrir al no poder comer, les molesta


el cansancio, la falta de descanso, el exceso de movimiento,
los horarios desorganizados, el frío, el calor, la sed, el polvo,
en fin, todo. Me sorprende mi poder de adaptación, es como
que el instinto cuando más lo necesitamos sale a nuestro res-

143
cate; siento que tenemos valores que solo afloran bajo situa-
ciones adversas o de presión. Costumbres arraigadas por mu-
chos años, son lentamente reemplazadas mediante estímulos
u ordenes del cerebro, logramos así adaptarnos y tolerar mejor
la adversidad. Si no concientizamos esta capacidad de cambio,
tal vez nunca suceda y se pierda la oportunidad de ser mejores.
Creo firmemente que la mente es una maravilla y que el cuerpo
hace lo suyo.

Por la noche después de cenar, comienza otra vez la charla acos-


tumbrada. Estamos llenos de cosas que queremos decir, todos
hablamos al mismo tiempo y reímos con facilidad. Este acerca-
miento se produce debido al mucho tiempo que pasamos aisla-
dos y necesitamos sentirnos más cerca unos de otros; comienzo
a sentir nostalgia, hemos viajado algunas semanas y todavía fal-
tan otras tantas.

Me toca el turno y comienzan contra mi, todo tipo de bromas. Mi-


chio, uno de los japoneses del grupo me pide que cuente alguna
anécdota de la vida de piloto; mucha gente, en cierta forma, siente
algo de envidia porque creen que esta llena de fascinantes mo-
mentos; lo que es cierto, pero lo que no saben es que esos fasci-
nantes momentos, incluyen -y muy frecuentemente-, breves pero
intensos momentos de pánico.

Pensé en algo y se me ocurrió una anécdota, no era mía, pero va-


lía la pena contarla. Le pasó a Eduardo, un veterano piloto com-
pañero, durante un vuelo en un viejo avión de la segunda guerra
mundial, donde los pasajeros viajaban detrás de los pilotos; era la
época del descubrimiento del petróleo en el Ecuador. En un vuelo
desde algún lugar de la amazonía hasta la ciudad de Quito, arri-
ba en los Andes, llevaba pocos pasajeros dentro de una estrecha
cabina. El vuelo era normal hasta que alguno de ellos sentado en
la última fila, activó sin darse cuenta el mecanismo para inflar un
Viejo avión de Ecuatoriana gran bote salvavidas que llevaban abordo, para ser usado en caso
de emergencia en algún río de la selva.

Nos cuenta, que el bote comenzó a inflarse y que empujaba a los


pasajeros hacia adelante o sea hacia donde estaban los pilotos.
Comenzaron a refugiarse cada vez más cerca de ellos. Al comien-
zo fue causa de risa, pero a medida que se inflaba, las cosas se
iban poniendo serias, pues amenazaba con meterse dentro de la

144
cabina de mando. El capitán con voz desesperada pidió al copi-
loto que buscara la forma de cerrar la válvula de inflado, este se
desplazó con gran dificultad entre el techo del avión y el bote a la
parte de atrás donde se hallaba esta válvula. Al momento regresó
con la noticia de que era imposible hacerlo. El piloto insistió que
tenía que hacer algo, aunque sea que cortara el bote para que no
se siguiera inflando. Se armó con una navaja y arremetió con todo
lo que le permitían sus fuerzas contra esta gran bolsa de aire.

En pocos minutos todo el avión estaba lleno con este gas expulsa-
do del bote y sus ocupantes tuvieron que comenzar a respirarlo. Al
rato se dieron cuenta que sus voces sufrían un cómico cambio de
tono y lo hacían como imitando a personajes de Disney, pues se
trataba de algún gas inerte (helio) que se usaba para inflar estos
botes lo que producía este cambio en la voz.

En un momento el piloto ante esta situación y considerar que po-


drían estar en peligro, decidió tratar de abrir en pleno vuelo su ven-
tana lateral con la intensión de respirar aire de fuera. Con mucho
esfuerzo logró ligeramente abrirla y tuvo que acercar su cara al
vidrio y estirar sus labios para intentar respirar. La situación se
tornaba más angustiante debido a que el avión se acercaba a la
cordillera y directamente hacia unos picos de roca muy altos.

Desesperado al no poder manejar la situación, comenzó a pensar


que la altura del avión era muy crítica y que tal vez no lograría su-
perar la codillera. Finalmente, nos cuenta que logró atravesarlos,
muy cerca claro y que finalmente aterrizó en su destino.

Después de la reunión fuimos todos a dormir, a mi me resultaba


difícil por que tenía la cabeza llena con tantas imagines, imposible
dejar de pensar en ellas.

Llegamos a un fuerte llamado Jiayuguan, impresionante, último


bastión de la gran muralla; tiene doble muralla y alcanzan los 10 me-
tros de altura y más o menos un kilómetro de perímetro, las torres
principales tienen tres pisos de alto, en su interior hay una fuente de
agua y hasta un teatro. Las guarniciones militares debían convertir-
se en agricultores con el fin de producir alimentos para mantenerce.

Viajamos por la parte sur de la muralla, el primer pueblo que en- Fuerte Jiayuguan
contramos se llama Jiaquan, nos dice el guía que fue una desta-

145
Fin del desierto (Foto: wordpress.com)

cada ciudad prefectura; que había una inscripción a la entrada de


este pueblo que se hizo famosa que decía: ”Sin prisa ni miedo,
conquistamos el mundo”. Marco Polo pasó aquí un año antes de
continuar su viaje; los viajeros que venían a China, estaban obli-
gados a esperar por meses, hasta que llegara el permiso para
continuar. Nos cuenta que le llamó la atención encontrar aquí a
cristianos nestorianos.

En este pueblo murió en 1606 un fraile jesuita portugués llama-


do Benedicto de Goes, tras sufrir hambre y penalidades de tanto
esperar el permiso para continuar a Pekín. Debía encontrarse con
compañeros de su comunidad en esa ciudad. Su misión fue seguir
los pasos que condujo a Marco Polo a China y tratar de verificar
si se trataba de lo mismo que “Cathay”, lo que no se tuvo claro
hasta el siglo XVII, al no regresar nunca con la noticia. Todos los
extranjeros cuya estadía se prolongaba por más de nueve años,
quedaban prohibidos de salir de China.

Tenemos planeado seguir paralelo a la muralla –en ciertas par-


tes– hasta Pekín. El corredor Hexi, al oeste del río Amarillo o tam-
bién llamado el corredor Gansu, tiene unos 1.200 kilómetros de
longitud hasta la ciudad de Lanzhou. A través de este corredor
sigue “La Ruta de la Seda” hasta llegar a la ciudad de Xi’an. Altas
montañas llamadas Quilian que alcanzan los 5.000 metros de al-
tura y que son parte de la cordillera nororiental de la meseta Tibe-
tana, van junto a este corredor formando hermosos paisajes.

Viajamos pegados a la muralla y a su serpentear, la atravesamos


varias veces. Provoca pensar, lo mismo le sucede al resto del gru-

146
La Gran Muralla. (Foto: wordpress.com)

po: como el hombre es capaz de una obra tan monumental. Lo


comentamos y nos escuchamos lo que cada uno opina de ella.
Nos dice el guía que si hiciéramos un muro de un metro de ancho
por cinco metros de alto usando para esto solamente el material
utilizado por la Dinastía Ming, este muro daría la vuelta al mundo.
Y si utilizáramos el material de las tres Dinastías (Qin, Han y Ming)
circularía el globo una docena de veces.

La construcción inicial fue llevada a cabo por los reinos chinos del
norte para defenderse de los nómadas, hunos, mongoles y man-
chúes. Se remonta a más de 2.500 años, (5 siglos antes de Jesu-
cristo y 1.300 años antes de la aparición de Gengis Khan).

Qin Shi Huangdi, primer emperador de China y fundador de su di-


nastía Qin (se pronuncia Chin y se cree que puede ser también el
origen del nombre “China”), fue uniendo y construyendo las partes
nuevas de la muralla, desde el año 259 a.C. hasta el 210 a.C., tam-
bién fue quien hizo el ejército de terracota de Xi’an y unificó polí-
ticamente a China. Un millón de personas y sus descendientes
tomaron parte en la construcción inicial que costó la vida a más
de cien mil personas. Siguió creciendo durante 1.500 años más.

Cuando China se dividió en tres reinos (desde el 206 a. C. hasta


el 220 d. C.), se paró su construcción por mil años. Se reiniciaría
al comienzo de la dinastía Ming en el año 1.400 y cesó definitiva-
mente en el siglo XVII, durante esta misma dinastía.

La Gran Muralla atraviesa de este a oeste toda la China. Va a tra-


vés de montañas, valles, ríos, planicies, desiertos; tiene una altura

147
La Gran Muralla en 1906 Foto: L. Marini
“News from Tartary” de Perter Fleming
entre seis y nueve metros, siete metros en la base y seis en la
parte superior. Se utilizaba todo tipo de materiales dependiendo
de la región y de la disponibilidad de los mismos. Muchas de las
piedras que se usaron median más de dos metros y pesaban más
de una tonelada. Los pisos son una mezcla de piedra y de mortero
compactados con rodillos hechos con troncos de árbol, de cuatro
a seis capas. Sus torres de observación están a distancias regula-
res según la inclinación del terreno; tienen terrazas utilizadas para
hacer señales de humo entre ellas. Se evitaron escaleras y se pu-
sieron rampas para facilitar el traslado de personas y armamento.

Todos los convictos que formaron parte de su construcción, si mo-


rían, eran reemplazados por algún pariente hasta que se cumpla el
tiempo de su condena. Dicen que los cuerpos de los que perecían
servían de material de relleno. Estiman que una quinta parte de
la población china, eventualmente participó en su construcción y
que tiene la fama de ser el cementerio más grande del mundo; se
estima que murieron más de 10 millones de trabajadores.

Jesuitas que visitaron y presenciaron su construcción expresa-


ron el cruel y despiadado trato a los obreros y esclavos. Comen-
taban que si quedaba un hueco por donde pudiera pasar un cla-
vo, sus cabezas rodaban por el suelo frente a todos los demás,
como advertencia.

Tiene 6.400 kilómetros de extensión; la longitud total de todas


las murallas adicionales suman más de 12 mil, dos tercios de las
cuales están en ruinas.

148
A lo largo de la muralla habían templos, santuarios, casas de té,
que eran usados por los que visitaban la construcción. Es indis-
cutiblemente una de las grandes maravillas del mundo, aunque
inútil para los fines que fue diseñada. Gengis Khan refiriéndose
a ella dijo: “la fortaleza de la muralla depende del coraje de quie-
nes la defienden”.

Llegamos a Wuwei, está en la mitad del trayecto a Lanzhou.


Marco Polo hizo mención de haber encontrado aquí el mejor
almizcle (musk en inglés). Lo obtienen de una bolsa dentro del
abdomen de un pequeño ciervo nativo de esta región. Era muy
codiciado por los comerciantes de la época para la elaboración
de perfumes. Wuwei

Hablando de perfumes, a pesar de que los egipcios fueron sus


inventores, debemos recordar que los árabes inventaron el al-
cohol, que mezclado con cualquier tipo de fragancia le sirve de
propulsor volátil. Inclusive hay una primera fórmula del siglo VIII
para hacer “el perfume perfecto” que dice: ”Una mezcla delicada
y armoniosa de rosa real, rosa de Persia, basilisco de Samarcan-
da, nenúfar de Albania, aloe indio y musgo del Tíbet”.

Importantes hallazgos arqueológicos se han llevado a cabo en


esta zona: antiguos objetos de bronce, jade, madera laqueada,
porcelanas, piedras con escrituras, sedas, etc. El más importan-
te es un pequeño caballo de bronce a galope que ha adquirido
mucha fama y se lo considera tesoro nacional. Tiene 35 centíme-
tros de altura por 41 de largo y se llama “El Caballo Celestial de
Gansu”. Es de la Dinastía Han o sea de unos dos mil años de an-
tigüedad, está galopando y relinchando en el aire, con una pata
pisando a una golondrina. Sus proporciones son exactas, con su
cabeza levantada y el posicionamiento de sus cuatro patas se
ajusta estrictamente a la de un caballo vivo.

Según la historia, las interminables caravanas de diversas pro-


cedencias que tenían por destino China, eran entretenidas en las
plazas y templos por grupos de acróbatas, magos, traga-fuegos,
etc. y así se ha mantenido por muchos siglos. El Caballo Celestial de Gansu

El guía hizo mención de que estábamos cerca de un pequeño


pueblo muy antiguo llamado Yongchang y nos esperaba una sor-
presa. Hay un episodio interesante que ocurrió aquí en el año 36

149
a.C. cuando un general chino entraba a esta ciudad, que en ese
entonces se llamaba “Liqian”, le recibieron 145 soldados situados
a los dos lados de la entrada guardando cierto tipo de formación,
usaban cascos y escudos que les protegían hasta las piernas y le
llamó mucho la atención.

Nace aquí la teoría de que se trataría de los soldados romanos de


“La Legión Perdida de Crassus”, prisioneros de los partos y trasla-
Niño con ojos azules dados a la zona del río Oxus. Fueron eventualmente recapturados
y reclutados por los hunos, (xiongnu), más tarde prisioneros de
los chinos y traídos hasta acá. Serían mencionados en los libros
de historia chinos.

La ciudad de “Liqian”, palabra usada por los chinos para llamar


–legión- o designar a los desconocidos romanos. Más tarde se
cambio el nombre a “Jielu” que significa “prisioneros capturados”.

Gente de Liqian Es interesante destacar la particular fisonomía de algunos de los


(Foto: saporedicina.com) habitantes de este pueblo, presentan rasgos caucásicos: ojos
claros, narices aguileñas, pelo rubio y se los conoce como “Li-
qian people”. Arqueólogos chinos hallaron unos cien esqueletos,
algunos con estatura superior al 1,80 y que datan de hace dos
mil años.

Cuando el imperio romano estaba en su apogeo, en China lo era


el imperio Han. No había una relación directa entre ellos, pero am-
bos eran conscientes de la existencia del otro. Había un vínculo
Lanzhou, Sofía comercial a través de otros imperios intermediarios del Asia Cen-
tral como el de los partos. China exportaba especias, telas, y prin-
cipalmente seda, a cambio el imperio romano únicamente ofrecía
oro y plata, ya que no tenían nada más que ofertar.

Llegamos a Lanzhou, el cielo estaba bastante cubierto por humo
producto del consumo de carbón mineral. Le atraviesa el río Ama-
rillo al que se lo cruza por un antiguo puente metálico de principios
de siglo. Del otro lado encontramos un hermoso parque llamado
de la “Pagoda Blanca” en una ladera muy pronunciada y desde
cuya cima se admira la ciudad. Durante el ascenso encontramos
una serie de antiguos templos, mezquitas y pagodas, especial-
Pagoda Blanca
mente una de siete pisos completamente de madera muy vieja, de
la Dinastía Yuan la cual es la principal atracción.

150
Me llamó la atención la presencia de musulmanes (no de raza
china), sentados en una mezquita; no es muy común; al descen-
der vimos que toda la ladera de este lado del río era un pequeño
barrio musulmán. De regreso nos encontramos con un grupo
de niños que visitaban el río, se nos acercaron para practicar
su inglés; entablamos una especie de diálogo y logramos que
cantaran algunas canciones típicas, nos reímos y disfrutamos
el momento.
Mezquita
Continuando con nuestra caminata, nos vamos adentrando en
barrios populares. En poco tiempo estamos en un mercado chi-
no viendo de todo: venta de animales vivos y muertos, la forma
como los escogen, despostan y empacan en segundos a la vista
del cliente; la venta de peces de colores clasificados según su pre-
cio, todo tipo de granos, legumbres y frutas; el vendedor de carne,
junto a la venta de ropa, espanta las moscas con una cola de yak.
Más allá la tienda naturalista, vende: lagartijas, sapos, cuernos de
algún animal, otros especímenes muy raros, todos ellos diseca- Tienda naturista
dos; patas de oso y todo tipo de ungüentos milagrosos.

Al salir del mercado nos encontramos manos a boca con una


procesión fúnebre, no hubiera llamado mi atención a no ser por
lo profuso con que la gente que presidia este desfile lloraba; lo
más sorprendente, todos ellos jóvenes. No entendía, algo no en-
cajaba en todo esto; cuando le comento a Gastón, sonríe y me
dice: los que lloran son contratados para este propósito y se les
paga, por eso lo hacen tan bien. Acompañamiento funerario

La gente se nos acercaba para ver un pequeño grabador de mú-


sica o “walkman” que andaba yo a cargar. Hacerles escuchar su
propia voz fue algo fascinante para ellos, lo vemos en sus ros-
tros. En algunas partes del mercado había productos eléctricos,
seguramente de contrabando, esto me hacia sentir que íbamos
saliendo a la civilización y que ya no estábamos tan alejados del
mundo al que pertenecemos.

Hicimos una visita al Museo: contiene más de 400.000 artículos


desde la época neolítica. Se destaca un cráneo y una quijada (pa-
leolítico) que fueron hallados en los valles de los ríos Amarillo y
Wei, acreditándose el hecho de ser la cuna de los primeros asen-
tamientos chinos (homo sapiens), hace 800.000 años. Existen
gran variedad de objetos de bronce de la Dinastía Han (200 a.C.

151
a 200 d.C.), más de 20.000 documentos escritos con tinta en
corteza de árbol que narran la historia de esta región, incluyendo
su actividad militar.

Después de pasar una noche muy fría, nos levantamos temprano,


queríamos aprovechar con Gastón para caminar unas pocas horas
que teníamos disponibles antes de continuar el viaje. Desayuna-
mos y salimos del hotel bien abrigados, había una ligera llovizna.
Después de tanto tiempo en los desiertos, es muy grato volver a
sentir lluvia y la cara mojada; la disfrutamos. Son como la seis y
media; a pocas cuadras vemos pasar un convoy militar; cuatro ca-
miones presididos por un vehículo pequeño, transportan a unas 20
personas; todos rapados, y con signos de haber sido maltratados,
la mayoría hombres y algunas mujeres, entre veinte y treinta años.

Son exhibidos en la parte alta con unos cartelones colgados de


sus cuellos, cuyo contenido ignoramos por estar escrito en chino.
Van con sus camisas casi abiertas y con este frío, el espectácu-
lo es desgarrador. Parecía no importarles nada, como si fuera su
último paseo, vimos lágrimas en sus rostros; nos deprime tremen-
Bronces destacados damente. A pesar de tener nuestras cámaras a mano, no nos atre-
vimos a tomar fotos por cuanto lo primero que pensamos es que
podrían ser prisioneros políticos del movimiento de Tianamen en
Pekín, que apenas acaba de suceder.

Las expresiones de la gente junto a nosotros, -y seguramente las


nuestras también-, expresan mucha pesadumbre. Más tarde cuan-
do preguntamos a nuestro guía, nos comentó que esa podría ser
una posibilidad, la otra sería que son presos por narcotráfico y que
si estaban pelados, seguramente los llevaban a ejecutar.
Presos confinados vivos en cajas

Me invadió una sensación de inseguridad y recuerdo haber leído


acerca de como este pueblo más que ningún otro, combinan ex-
quisitamente sus sentimientos de amabilidad y crueldad; durante
siglos fue dominado a base de terror y tortura, lo que se llegó a
desarrollar y sofisticar más que en ninguna parte del mundo. No le
dan a sus vidas valor. Hacemos algunos comentarios al respecto
y Gastón esta de acuerdo conmigo, aquí la gente no vale nada y
siempre sometidos a crueles escarmientos y castigos.

Hace mucho tiempo en un viejo libro leí acerca de las declaracio-


Puerta nes de un verdugo chino, quien con auténtico y original cinismo

152
confesaba: “... Hay muchas maneras de matar, hay sin embargo,
solo una que debe verdaderamente interesarnos a los ejecutores de
la justicia o a los verdugos como nos llaman. Esta sola manera de
matar es la que se efectúa según las reglas del arte. Pero el arte no
consiste en matar con saña, en degollar, en despachurrar. Eso es
demasiado fácil, hay que cincelar la carne humana como la hace
un escultor con el barro o el marfil, necesitamos ciencia, variedad,
elegancia, inventiva, genio, etc. Por mi parte me envanezco de ha-
ber trabajado toda mi vida y siempre con desinterés por la gloria de
nuestro viejo imperio. He llevado siempre el primer premio en los Parque de Las Cinco Fuentes
concursos de tormentos. He inventado procedimientos realmente
sorprendentes, suplicios admirables, alucinantes. Es preciso ante
todo no abreviar la tortura, no ahorrar sufrimientos a la víctima, no
matarla de un tirón. El supremo arte estriba en prolongar el martirio,
en hacer la agonía interminable...”. Tomado del libro: “El Jardín de los
Suplicios” de Octavio Mirbeau, pág. 115.

Siento desconfianza de ellos, a pesar de tener sus caras inexpre-


sivas, dan la impresión de ser dulces y delicados; con la sonrisa a
flor de labios, no se sabe si es verdadera o se trata de una mueca
producto de un aprendizaje sistemático de defensa.

Al otro lado de la ciudad y también en una ladera encontramos un
parque llamado de “Las Cinco Fuentes”, nos maravilló. Hermosos
jardines adornan la entrada a una serie de templos budistas ubi-
cados uno detrás de otro; dentro efectúan ceremonias. En uno de
ellos encontramos un gran Buda de bronce de la Dinastía Ming, tra-
tamos de pasar desapercibidos para no distraer o interrumpir. Son
templos muy viejos. En otro hay una campana gigante de bronce
del siglo XIII, finamente trabajada.

Nos causó sorpresa encontrar entre los asistentes que salían de


uno de estos templos a una mujer de edad avanzada que camina
con mucha dificultad y con ayuda de alguien, algo en sus pies se lo
impedía; Gastón me hace caer en cuenta que seguramente es víc-
tima de una de las costumbres más extrañas de esta tierra, practi-
cada desde hace siglos y que se hacía por estatus y sensualidad.

Se trata de la deformación de los pies de que eran objeto algu-


nas niñas desde tierna edad, por lo general de alta sociedad o
prostitutas. Los llamaban “pies de loto”. A los cuatro o cinco Pies de Loto
años de edad les rompían los huesos de los 4 dedos más peque-

153
ños, para luego vendarlos fuertemente contra el talón. Lograban así desfigurarlos y obtenían cualquier
forma que deseaban. Soportaban grandes dolores durante los dos primeros años que tomaba este
proceso, hasta que el nervio se rompía. Los pies llegaban a medir entre 10 a 15 centímetros. La niña
debía guardar cama por tres años, lo que las obligaba a aprender a caminar de manos o de rodillas.
Esta costumbre fue prohibida a comienzos de este siglo.

PROVINCIA DE SHAANXI

Xi’an
El trayecto de Lanzhou a Xi’an, de 750 kilómetros les tomaba a los antiguos viajeros 18 días de viaje
y lo hacían a través de una serie de oasis a lo largo de este corredor. Se viaja al pie de las montañas
llamadas Quilian que fueron parte del antiguo territorio del Tíbet y que son la cuna de los famosos
caballos celestiales o de Fergana, muy codiciados a lo largo de la historia. Su fama era casi mitoló-
gica, se creía que sudaban sangre. En los funerales de emperadores se les enterraba vivos para que
renacieran con sus amos. Son parte inclusive de los Guerreros de Terracota de Xi’an. Al cruzarlos con
los mongoles resultan una mezcla extraordinaria de fuerza, velocidad y resistencia.

Hay interminables pequeños pueblos con casas de adobe de un piso, igual que en cualquier área rural
y toda clase de cultivos sin espacio desperdiciado. Vamos paralelamente al río Wey antes de llegar a
Xi’an; el área poblada aumenta considerablemente a medida que nos acercamos.

Xi’an fue capital del imperio chino por algunas ocasiones, sumado este tiempo llega a 1.100 años; la
otra ciudad capital fue Luoyang. Este es el punto final o a su vez el punto de partida de “La Ruta de la
Seda”.

Descubrimientos arqueológicos en esta aérea permitieron conocer que durante los siglos VII al X (Di-
nastía Tang), Xi’an abrió sus puertas al mundo y fue influenciada por bizantinos, persas, árabes, tibeta-
nos, birmanos, coreanos, japoneses, etc., convirtiéndose en la más grande y espléndida ciudad china
de entonces y viviendo su “Época de Oro”. Su plano y diseño en miniatura fueron copiados y llevados
por los reyes de Corea y levantaron la ciudad capital de Kyongju; lo mismo ocurrió en Japón, con Nara
y Kyoto. Juntamente con Roma fueron las ciudades más grandes de ese entonces.

154
Entre los años 628 y 781 se dieron también circunstancias fa-
vorables para los reconocimientos religiosos, florecieron y eri-
gieron templos cristianos nestorianos, zoroastristas (persas),
islámicos, judeístas, maniqueístas y budistas, esta última fue la
que predominó.

La parte antigua de la ciudad esta rodeada por una gran muralla;


cuatro puertas orientadas según los puntos cardinales dan acce-
so a su interior, con sendos pabellones de gran tamaño que en la
Xi’an
actualidad sirven como museos. Esta muralla fue construida en
el siglo XIV y su estado de conservación es excelente.

El nombre Xi’an se le dio a esta ciudad en el año de 1368. Ante-


riormente se llamaba Chang’an y sus murallas eran más grandes
que las actuales, alcanzaban los 37 kilómetros de perímetro (Di-
nastía Tang) y con un millón de habitantes.

Hay dos torres dentro, construidas en el siglo XIV, la una se llama


“La Campana” y la otra “El Tambor”. La primera da un campanazo
a la salida del sol, la otra un golpe de tambor en el ocaso.

Caminando por la ciudad llegamos a la “Pagoda del Gran Ganso”.


Fue edificada por el Emperador Gaozong en el año 652 y dedica-
da al monje viajero Xuan Zang después de su histórico viaje de
peregrinación a la India. El mismo, junto a otros monjes, tradujo
al idioma chino todos estos textos escritos en sánscrito. Dentro,
en un patio hay un bosque de grandes tablas de piedra en las que
constan los relatos de este viaje.

La pagoda tiene forma cuadrada, de 64 metros de altura y de


siete pisos. Para subir hay una primitiva escalera de madera y
desde lo alto se tiene una vista panorámica de la ciudad y sus
alrededores. Esta construida sobre un viejo templo del año 647
d.C. y rodeado de 13 jardines con obras en piedra tallada.

A mediados del siglo IX hubo aquí una gran persecución religio-


sa en la que fueron expulsadas las religiones extranjeras, es- Pagoda del Gran Ganso
pecialmente el budismo y restaurada su tradicional doctrina, el
taoísmo.

El taoísmo nació en China en el siglo VI a.C., y su fundación se


atribuye a Lao Tse quien habría expuesto su filosofía en el “Libro

155
de la Vida y de la Virtud”. Se basa en el culto a los espíritus de la naturaleza y a los antepasados. Junto
con el confucionismo fueron las doctrinas filosóficas que más se practicaron hasta antes de la llegada
del budismo.

La muralla que rodea la ciudad hace un hermoso contraste con las nuevas construcciones que se
están realizando, guardan armonía.

En 1974 unos campesinos durante una excavación cerca de la parte antigua de esta ciudad, hallaron
fragmentos de una estatuilla de terracota. Según una leyenda, cerca del pueblo de Lin Tong habría sido
sepultado el primer emperador de China, con este hallazgo se comprueba que era cierto. Esta estatui-
lla sería la primera de 6.000 encontradas, conocidas inicialmente como el “El Ejercito Fantasma”, más
tarde como “Los Guerreros de Terracota” o guardias del mausoleo del emperador Qin Shi Huangdi.

Qin Shi Huangdi, que quiere decir primer emperador iluminado, fue un personaje muy polémico que
sobresalió hace 2.200 años. A la edad de trece años se convirtió en el primer soberano de la Dinastía
que llevaría su nombre. Fue quien, tras 160 años de guerras internas, unificó los 7 reinos que habían
en China. Esto tendría un precio muy alto en sangre; sus soldados eran incentivados económicamente
por cada cabeza cortada de sus enemigos, (1’200.000 muertos).

Debido al constante asedio y peligro de los nómadas del norte, decidió unir varios fragmentos de anti-
guas murallas y comenzó a construir lo que se considera la primera parte de la gran muralla. Su cam-
paña de conquistas incluían territorios más allá del sur de China. Cuando llegó a la zona de Vietnam,
se encontró con los mismos problemas que todos los países modernos que quisieron conquistarla: la
“guerra de guerrillas”, (más de 100.000 muertos).

Los suministros para sus tropas eran robados y saboteados, peleaban contra un ejército al que no
veían debido a que se escondían en los pantanos y la selva, etc. Qin Shi Huangdi encontró una solu-
ción, en tiempo record construyó un canal de mil kilómetros en el que podía transportar tropas y ali-
mentos hasta esos territorios solucionando así su problema y conquistando estas tierras; llegó hasta
Hanói.

Estandarizó la moneda Qin (redonda con un orificio cuadrado en el centro), los pesos y medidas, co-
menzó a usar los carruajes con ejes, construyó carreteras y canales que interconectaron las regiones,
gracias a la invención del pincel y la tinta unificó la escritura y es la misma que se usa actualmente,
se propagó diversos tipos de literatura, implantó un sistema administrativo que perduró a lo largo de
las diversas dinastías que le continuaron, (más de dos milenios). Tuvo que hacer todos estos cambios
por cuanto cada uno de los siete reinos que habían, tenían sus propios sistemas. También embelleció
y engrandeció a Xi’an.

Exigió que los bienes que se producían llevaran el nombre de su fabricante, para estar seguros de su
calidad y poder castigar a este, si hubiera producido cosas defectuosas. Los objetos encontrados en
su mausoleo tienen marca del fabricante.

156
En vida ordenó la construcción de su mausoleo, dándole tanta
importancia como a la misma muralla. Empleó a unos 700.000
hombres que durante 38 años elaboraron todo este complejo, in-
cluyendo a los guerreros de terracota. El lujo de este sepulcro es
algo sin precedentes, debía ser una copia del universo y contener
imitaciones de todas las maravillas del mundo.

El descubrimiento de estas fosas funerarias de una hectárea, han


sido catalogadas como el hallazgo más importante de este país.
Más de 7.000 figuras de guerreros y 150 caballos de tamaño na-
tural en posición de batalla; los arqueros cubren los costados y al
frente van ballesteros. También 130 carruajes halados por cuatro
caballos (520 en total), protegidos por batallones de guerreros.
Entre las armas encontradas está la ballesta, no se sabía que los
chinos la habían inventado mil años antes que en Europa.

La estatura de los guerreros promedia 1,80 metros y unos 300 ki-


logramos de peso, pintados con colores vivos y de muy diversas
facciones y sorprendentes expresiones faciales según su rango;
peinados, vestimentas y armamento que evidenciaban que perte-
necían a distintas etnias. Cada uno en posición como para tomar-
se una foto. Muchos de ellos eran mercenarios del Asia Central. Soldados de terracota

Los hallazgos arqueológicos realizados hasta hoy se cree que son


solo para engañar a los profanadores de tumbas, pues el sepulcro
en si se halla a un kilometro y medio de distancia de las actuales
excavaciones y nadie sabe cuando el gobierno de China decida
abrirlo. Se tienen solo relatos históricos que dicen: “el techo de
la cámara fúnebre es de cobre, salpicado con gemas como de un
cielo estrellado, se vertió cobre fundido en todo su exterior; en el in-
terior de ésta se llenó de modelos en miniatura de palacios, torres,
edificios públicos además de cosas de valor como piedras precio-
sas y objetos curiosos. Se hizo fluir mecánicamente ríos artificiales
de mercurio imitando al Yangtzé, al río Amarillo y al mismo océano”.

En el techo figuran estrellas y constelaciones que demuestran


su grado de conocimiento. En la entrada se instalaron ballestas
accionadas automáticamente para matar a cualquiera que pro-
fanara la tumba.

Cuando Qin Shihuangdi recibió sepultura tenía 48 años, se cree Armada de Terracota
que murió debido al consumo de mercurio, pues creía que este

157
le daría juventud eterna. Su hijo, como nuevo emperador, ordenó
que todas las concubinas que no le habían dado hijos le acompa-
ñaran y fueron sepultadas con él. Para sus lacayos, ser elegidos
para ser enterrados junto a él representaba un honor y se pelea-
ban por ello; los artesanos que tomaron parte en el diseño y la
construcción de este mausoleo también fueron incluidos porque
sabían demasiado. Fueron obligados a beber vino con veneno
Sepulcro no excavado de para que perdieran el conocimiento y no despertaran. Luego ce-
Qin Shihiuangdi
rraron las puertas interiores y exteriores con todos dentro. Más
tarde, sobre el mausoleo se plantaron arboles y pasto dándole al
lugar aspecto de una colina cualquiera.

Tuvieron suerte los 7.000 guerreros de terracota y sus caballos
de no ser parte de la comitiva, pues trescientos años antes Con-
fucio criticó duramente la costumbre de enterrar a vivos. Con el
paso del tiempo las personas iban siendo sustituidas por figuras
Venta de piezas de terracota de madera o arcilla.

Fue tremendamente tiránico, cruel e intolerante con los que no


pensaban como él; por ejemplo, en el año 206 a.C. mandó a in-
cendiar la biblioteca imperial incluyendo los libros confucianos,
junto a cientos de monjes. También fueron condenados a ser
enterrados vivos 460 letrados y eruditos colaboradores de su
gobierno, que pretendían influenciarlo a que siguiera la tradición
confuciana, precisamente por su crueldad, lo que hubiera sido
una concesión y no estaba dispuesto a consentirlo.

Gratamente impresionado y después de salir de este recinto fu-


nerario caminamos por el exterior mirando sitios de ventas de
todo lo que pueda llamar la atención de turistas; nos llevamos
la sorpresa cuando Sofía se nos acerca a Gastón y a mí con una
sonrisa nerviosa y nos dice que le están ofreciendo en venta a
una niña, en comienzo nos impactó y nos pareció una broma,
luego reflexionamos y pensamos que en China esta regulado el
que solo se puede tener un hijo. El nacimiento de niñas es poco
menos que una desgracia. Es muy complicada y triste la situa-
ción de las parejas pues aparte de encargarse de criar a su único
hijo, tienen la responsabilidad de cuidar también a los dos pa-
dres de ella y a los dos padres de él, que envejecen. No hay her-
manos ni hermanas para compartir esta responsabilidad, no tíos
ni tías para los más jóvenes. A la gente del campo se le permite
tener un segundo hijo si el primero es mujer o discapacitado.

158
Esto de un solo hijo viene de cuando China se vio en la posibili-
dad de intervenir en la guerra de Corea; Mao Tse Tung pidió a la
poblacion que tubieran muchos hijos para formar un gran ejército
y poder luchar contra occidente; pero no sucedió tal cosa y lo de
la sobrepoblación ya se hizo realidad. Como medida necesaria
hubo que irse al otro extremo, es decir, a lo de un solo hijo.

Regresamos a la ciudad y en medio trayecto decidimos con Gas-


tón continuar a pie hasta el hotel, lo que nos tomó el resto de
la tarde visitando barrios populares. Muy interesante resultó la
visita al Museo Provincial de Shaanxi situado en el mismo sitio
donde yacía el templo de Confucio de hace 900 años, quien in-
fluenció tanto a este pueblo en la forma de pensar que perdura
hasta el día de hoy. Esta también el llamado “Bosque de las Ta-
blas de Piedra”, ocupa siete habitaciones de este museo; datan
de las Dinastías Qing y Ming.

Estas piedras son de diferentes tamaños, las más grandes son


monumentales. Contienen gravados desde hace 2.300 años,
entre ellos, los clásicos de Confucio; otra relata por ejemplo la
fundación de una capilla cristiana en el año 781 y de como el
nestorianismo se expandió en este lugar. Otras ciento catorce
piedras contienen doce clásicos incluyendo el famoso Libro de
las Mutaciones “I Ching”; otras, la descripción del peregrinaje a
la India del famoso monje viajero, etc.
Bosque de las Tablas de Piedra
Las piezas de bronce que aquí se exhiben datan del 1.800 a.C.,
posiblemente entre los más antiguos que se conozcan. Hay una
colección de viejas cerámicas de la Ruta de la Seda, incluyen a
soldados extranjeros, caballos y camellos con exóticas presen-
taciones.

Hay también una colección de monedas de oro del Imperio


Oriental Romano, de plata del imperio persa y del Japón; de la
misma China se exhiben los primeros billetes (papel moneda),
seguramente de los que llevó Marco Polo y enseñó a los euro-
peos y que nunca le creyeron. Haciendo un paréntesis; el papel y
la tinta fueron inventados aquí en el siglo II de nuestra era.

La primera fábrica de papel fuera de China funcionó en Samar-


canda. Resultado de una batalla en el año 751 entre árabes y
chinos a orillas del río Talas, entre los prisioneros encontraron a

159
dos artesanos que para obtener el perdón declararon que sabían
hacer papel.

Luego llegó a Arabia a través de las caravanas y posteriormente


a Europa. Todo esto previo al invento de la imprenta. En un co-
mienzo se usaba papiro de donde viene su nombre “papel” (Egip-
to); luego el pergamino (cuero), que se popularizó en al época de
Alejandro Magno.

Producir papel a los chinos, les tomó algunos siglos de perse-


verancia e infinitas pruebas con todo tipo de materiales como:
residuos de seda, cáñamo, algodón, arroz, etc.. Finalmente en-
contraron que la morera, (árbol de cuyas hojas se alimentan los
Museo Xi’an
gusanos de seda), les proporcionaba este material tan buscado.
Extraían la corteza de ramas delgadas, la molían mediante gol-
pes con maderos hasta convertirlas en pulpa, luego la sumer-
gían y la dejaban fermentar, añadían a esta pulpa un poco de una
especie de goma para poderla manipular y finalmente secarla
al sol en pedazos de tamaño y espesor deseado; consiguieron
así hacer láminas de papel. Al comienzo se usaba para envolver
cosas, luego como prenda de vestir, finalmente encontraron que
servía también para escribir sobre ella (siglo II).
Espadas de bronce

Pasarían 500 años (siglo VII) para que le encontraran un uso im-
portante y fue el gobierno chino quien inventó el “papel moneda”.
Esto solucionó el problema del peso que conllevaba transportar
grandes cantidades de monedas y también por los robos.

Para hacer billetes se cortaba el papel en pedazos pequeños rec-


tangulares en diferentes tamaños según su valor. Un oficial del
gobierno chino procedía a poner su nombre y a estampar sendos
sellos que le daban su cuantía correspondiente. Inclusive cono-
cieron la inflación debido el exceso de emisión de billetes, pro-
vocó que “5 billetes viejos debían ser cambiados por 4 de nueva
Billete mas antiguo edición”.

Estos papeles monetarios eran de uso forzoso en todo el imperio


del Khan. A quien rechazaba o falsificaba se le castigaba con
la muerte. En Europa se comenzó a usar el papel moneda en el
siglo XVII. Encontraron también un nuevo uso para el papel: el hi-
giénico, con ciertas medidas y naturalmente con papel reciclado.

160
A su paso por el Tíbet, Marco Polo observó que como moneda
se usaba trozos de sal de tamaño definido, plano por un lado y
cóncavo por el otro, con un sello oficial de gobierno del Khan.
Después de esta observación sobre el papel, volvemos al viaje.
A la mañana siguiente antes de salir a visitar unas “Fuentes de
agua caliente de Hua Quing” a 45 minutos de Xi’an, algunos de
nosotros le pedimos al chofer del bus que pasara por un labora-
torio fotográfico cerca de donde estábamos para recoger unas
fotos que habíamos dejado el día anterior para que fuesen reve-
ladas. Era aún temprano en la mañana cuando arribamos, nos
llamó la atención ver al encargado de este estudio fotográfico y
algunos de sus vecinos, lavarse los dientes públicamente en la
acera de sus negocios. Lo hacían con una taza en una mano y un
extraño instrumento casi sin cerdas en la otra, suponemos que
era un cepillo de dientes. El cepillado lo hacía fuertemente y de
forma por demás exagerada acompañada de sonidos y quejidos
de todo tipo, como eliminando bacterias con furia.

Al notar nuestra presencia se sorprendió, interrumpió su cere-


monia y apuradamente procedió a atendernos lo que tomó unos
quince minutos, todo este tiempo con la pasta dental alrededor
de su boca y el cepillo dentro. Mientras nos hablaba, nos dedica-
mos a mirar como el cepillo iba de un lado a otro de su boca, y él,
sin inmutarse. Cuando regresamos al bus el chofer al ver nuestro
asombro nos comenta que estos locales comerciales pequeños
no disponen de servicio higiénico ni lavamanos.

Alguien del grupo jocosamente comenta que aquí en China se


inventó el cepillo de dientes y que recién llegó a Europa hace 300
años. Cuando se presenta la interrogante de cómo se lavaban la
boca en occidente antes de la invención del cepillo, nos comen-
ta que simplemente no se lavaban; la costumbre era que tanto
desde la época de Babilonia y Egipto, todos usaban palillos de
madera hecho punta por el un lado y deshilachado por el otro,
(como cepillo), para limpiarse los dientes.

Después de un pequeño viaje llegamos a estas fuentes de agua


caliente en uso desde el siglo XI a.C., con hermosos pabellones Fuentes de Hua Quing
y un pequeño lago que le da un toque exótico. Este lugar era
el preferido por los emperadores para pasar sus temporadas de
descanso junto con sus concubinas. Esta lleno de todo tipo de
historias, algunas románticas y otras trágicas.

161
MARCO POLO Y LOS MONGOLES

Gastón hace una reflexión, me dice: si consideramos que la histo-


ria la escriben los vencedores, te has puesto a pensar cómo sería
la versión de los perdedores si fueren escritas. De seguro, pro-
sigue; más dramáticas, heróicas, conmovedoras, memorables y
posiblemente hasta épicas, pero nunca llegaron a nosotros.

Las fuentes de donde se puede investigar acerca de los mon-


goles son muy escasas: “La Historia Secreta de los Mongoles”,
obra anónima del siglo XIII; otra, la de un oficial persa del ejército
mongol Ala-ad—Din-al-Malik Juvaini Ata; la de un monje taoísta
Monumento a Gengis Khan llamado Changchun, guía espiritual y médico de Gengis Khan,
en Ulan Bator, Mongolia quien nos narra su fascinante personalidad y finalmente la de
(Foto: lauradiaz.blog)
Marco Polo quien tuvo la oportunidad de convivir con ellos.

En 1162 en una tribu llamada Kiyat de Mongolia nació un mucha-


cho a quien llamarían Temujin y quien más tarde sería conocido
como Gengis Khan. Tenía un hermano y siete hermanastros.

Como era costumbre entonces, a Temujin le consiguieron una


novia llamada Borte cuando apenas tenía 10 años de edad y con
la cual quedó comprometido, como dote dio un caballo. Estos
compromisos eran con el fin de establecer y consolidar lazos
entre los clanes mongoles vecinos.
Horda mongol (Foto: Youtube.com)
En el viaje de regreso después de este compromiso, se encon-
traron con un grupo tártaro con el cual tenían ciertas diferencias,
ignorando sus propósitos aceptaron una invitación a compartir
su alimento que resultó fatal para el padre de Temujin, porque
fue envenenado.

Después del entierro de su padre, algunos de los integrantes de


su propio clan deciden marcharse del sitio llevándose sus per-
tenencias, incluyendo el ganado y los abandonan en medio de
la estepa, les dejan tan solo caballos. Era de esperarse que no
lograrían sobrevivir.

La sobrevivencia en estas condiciones fue muy difícil, pues les


obligaba a tener que alimentarse solo de frutos salvajes, raíces y
roedores. Pasaron mucho tiempo así hasta que pudieron apren-
der a cazar y alimentarse de mejor manera. Nace un conflicto
162
entre ellos por liderazgo de la familia y por alimentos (un gorrión y un pez), lo que hace que Temujin
mate a uno de sus hermanastros.

Durante un nuevo ataque por parte de los tártaros para volverles a robar, Temujin fue hecho prisionero
y su familia abandonada nuevamente en medio de la estepa con la intención de que murieran de ina-
nición. Luego de un tiempo de cautiverio, con la ayuda de una mujer de ese clan enemigo, logró huir
hasta un río, consiguió burlarlos, zambulléndose y respirando a través de una pajilla. Años más tarde,
cuando Temujin cumplió los 16, sus eternos enemigos atacan y esta vez, roban a su novia.

Hay un lapso de una década que Temujin desaparece de escena, esto es entre los 30 y 40 años. Se
desconoce que sucedió en este periodo. A su regreso decide viajar y visitar a Togril, un viejo amigo de
su padre, jefe de la tribu de los Kereyid y le pide ayuda.

Es interesante conocer que entre los mongoles existía alianzas que llamaban “hermanos de sangre”.
Consistía en que las dos personas se hacían un corte en uno de los dedos y los juntaban, jurándose
hermandad, era indisoluble. Con la ayuda de algunos amigos de sangre de la infancia entre los que
esta Jamuga y Togril, amigo de su padre, derrota a sus eternos enemigos, los de la tribu tártara llama-
dos los Merkid, y rescata a su novia. Todos los sobrevivientes varones cuya estatura sobrepasaba la
altura del eje de las carretas, fueron masacrados; un genocidio completo de tártaros.

Esta alianza se reforzó con nuevos adeptos, iba tomando fuerza y haciendo más fácil someter a otros
clanes o tribus vecinas, especialmente chinas. Tanto Temujin como Togril se van tornando líderes y
comienza a haber discrepancias entre ellos, la más importante, cuando Togril se niega a dar su hija en
compromiso con el hijo mayor de Temujin.

Con el tiempo se formarían dos bandos. Junto a Togril estaba su hermano de sangre Jamuga, celoso
por el poder que va adquiriendo Temujin. Posteriormente los enfrenta y derrota; hace ejecutar a los
sobrevivientes y a su amigo Jamuga ordena que le rompan la espalda.

En 1206 a orillas del río Onon se reunió el Consejo de príncipes mongoles y nombraron a Temujin:
Gengis Khan (Gran Khan), o sea, gobernador supremo de las tribus mongolas, fundando así el imperio
de Mongolia. La caballería era su fuerza, con arcos y flechas y su estrategia: a todo galope. Como es-
tandarte tomaron crines de caballo color negro.

En 1211, Gengis Khan junto a sus hijos Zuchi, Tsagaadai, Ugedei, Tului, y Khasar, con un ejército de
110.000 hombres cruza el desierto de Gobi, se toma el norte de China y se instala en Pekín, poniendole
fin a la dinastía Chin.

En 1215, decide no atacar el sur de China porque deduce que una población de 50 millones de
habitantes sería muy difícil de controlar y retrasa la ocupación por un año, hasta asegurar su su-
premacía.

163
En 1216 se dirige hacia el Asia Central y llega a la frontera con Uz-
bequistan y Turkmenistan. Gengis envía a unos embajadores pero
son asesinados. Envía a 3 emisarios a investigar la muerte de los
embajadores y comprueban que fueron sometidos a grandes hu-
millaciones lo que lo enfurece; destruye Samarcanda y Bukhara.

En 1218 en algún lugar de Mongolia nace un asentamiento im-


portante compuesto por yurtas. En 1235 el Khan Ogodei, suce-
sor de Gengis Khan, decide fundar aquí una ciudad y levanta una
muralla con 4 puertas orientadas según los puntos cardinales,
Karakorum primera capital mongol
(Foto: Wikipedia)
construye su palacio de gobierno y funda aquí la capital del im-
perio mongol llamada Karakorum.

Se construirán templos y también algo muy peculiar, un famoso


“Árbol de Plata” de cuyas ramas salían frutos de plata y de ellas,
unas serpientes de oro; en la parte alta del árbol había un ángel
con una trompeta y cuando el Khan lo deseaba, hacía sonar la
trompeta y de la boca de las serpientes salía licor (cumis). Quien
construyó esta obra fue un escultor parisino llamado Guillaume
Bouchier capturado por los mongoles en Belgrado.

Árbol de Plata
En 1221 Tului, hijo menor de Gengis invade Afganistán e India.
(paint mogoliaexpeditions.com)
Mientras Zeb y Subeedei toman Georgia y Azerbaiyán, derrotan
a los rusos y llegan hasta el mar Negro. Sus conquistas alcanza-
ron hasta el norte de China, Corea, Irak, Irán, parte del Turkestán,
el norte de India, Afganistán, Pakistán, Rusia, Anatolia, Siria, en-
traran en Polonia, Hungría, Bohemia y al valle del río Danubio, o
sea, a las puertas de Europa. Batu jefe mongol, a punto de tomar
Viena tuvo que desistir y regresar a Rusia debido a la muerte de
Ogadei, sucesor de Gengis Khan y participar en la elección de un
nuevo Khan, salvándose Europa.

En 1225, Gengis a su regreso, después de controlar insurgencias


en China, sufre alguna herida, seguramente en una partida de
caza. También hay la versión de que debido a su gran afición
por las mujeres y durante una violación a una esclava, sufrió una
herida en el pene producida por algo punzante y con veneno que
ella se había introducido en la vagina, como venganza por haber
asesinado a su esposo. Muere en 1227 a los 65 años.

Dicen que las últimas palabras de Gengis fueron a uno de sus


hijos: “Con la ayuda del cielo he conquistado un vasto imperio

164
para ti. Pero mi vida a sido muy corta para conquistar el mundo.
Este reto te lo dejo a ti”.

No se ha podido encontrar la tumba de Gengis. Se dice que fueron


enterrados con él, 40 caballos y 40 vírgenes y que todos los que to-
maron parte en el funeral, también los que presenciaron el cortejo
fúnebre fueron sacrificados para que no pudieran revelar el sitio.

En 1792 en Karakorum habían aún 62 templos y más de diez mil


Lamas también una iglesia cristianan nestoriana.

En 1930 los estalinístas destruyeron casi todos los templos y los


Lamas fueros enviados a morir en Siberia. Más tarde esta ciudad
será destruida por los manchúes. En la actualidad solo queda un
monasterio y parte de las murallas.

Entre los legados importantes de Gengis estaba la idea de crear


mercados comunes sin fronteras y globalización del comercio,
creo la “Paz Mongólica” con el fin de proteger a los comerciantes;
introdujo el leguaje escrito, -a pesar que él mismo era analfabeto-,
hubo gran tolerancia religiosa, estableció un Código Legal llamado
Jasagh, construyó puentes para desarrollar las rutas comerciales
entre oriente y occidente que todavía se usan. Sin esta apertura
los viajes de los Polo y de otros no habrían sido posibles.

Es difícil de entender como una pequeña población mongol de


más o menos 500.000 habitantes, nómadas, campesinos, con un
ejército de unos 200.000 formado en poco tiempo, sea capaz de
asesinar durante sus campañas a 60 millones de personas en el
lapso de 40 años. Del otro lado, la población total que existía en los
países conquistados sumaban 200 millones, disponían de ejérci-
tos profesionales con siglos de experiencia. Cómo entender esto.
Además habría que agregar las muertes que causaron los descen-
dientes de Gengis y sus hordas; se estiman en otros 40 millones. Pekín (Foto W. Jackson 1894-1896)

El pueblo ruso después de convivir con ellos por casi tres siglos,
en 1480 el príncipe ruso Iván III, El Grande, después de aprender
y aplicar sus mismas tácticas venció a la Horda de Oro y terminó
con la dominación mongola en Rusia.

Cuando muere Gengis, le sucede su hijo Monkge; en sus planes ex-


pansionistas está conquistar y gobernar el sur de China y delega

165
a Kublai, su sobrino, para que se haga cargo de esta campaña.
Kublai, nació en 1215 (nieto de Gengis), tercero en la sucesión.

Debido a la distante ubicación de Karakorum, Kublai traslada la


capital a una área llamada Daidu, donde ahora es Pekín, a la que
denominó Cambaluc. Simultáneamente en 1271 Kublai fundó la
dinastía Yuan que incluiría Mongolia, el norte de China y Corea.

Kublai recibió una adecuada educación por parte de su madre,


llevó a cabo una administracion diferente a la de sus predeceso-
Pekin res. Era inteligente, culto, agradable y tolerante; además admira-
(Foto: O. Siren 1924)
ba la cultura china.

Se familiarizó rápidamente con esta cultura, al igual que sus súbdi-


tos, adoptó el budismo (tibetano), promovió las ciencias, las artes,
y para gobernar se rodeó de los mejores asesores que pudo en-
contrar; habían: persas, árabes, chinos (confucianos) y europeos.

Ganó popularidad rápidamente entre los chinos, no así entre los


mongoles, pues pensaban que no se ceñía a sus costumbres.
Monkge, el Gran Khan de entonces y quien le asignó esas funcio-
nes en el sur, comenzó a sospechar que su sobrino Kublai escon-
día las riquezas obtenidas, lo que le convertía en una amenaza
para el imperio.

Preocupado Kublai de caer en intrigas y ante esta situación, en-


vió a su familia a la capital de Mongolia como muestra de buena
fe; más tarde iría él personalmente a visitar a Monkge, acto que
le devolvió su confianza.

Kublai continuó con su estilo y con sus afinidades hacia las ar-
tes, pintura, etc. y con mucho ambiente de sedas. Con respecto a
su nueva forma de gobernar, ordenó a sus tropas no masacrar a
las poblaciones conquistadas y proporcionó indulgencias. Esto
no gustó a los mongoles del norte que consideraban que masa-
crar era una norma.

Con respecto a la división de clases: primero estaban los mon-


goles como dominantes y gobernantes, luego los funcionarios y
comerciantes extranjeros, luego un grupo de pequeños burgeses
compuesto por coreanos y chinos del norte y finalmente los ha-
bitantes del sur de China.

166
Palacio de verano Peking Winter Gate
(paint: greendragonsociety.com)

Tras la muerte de Monkge en 1260, Kublai se convierte en el nuevo


Gran Khan de los mongoles cuyo imperio iba desde Asia hasta el
este de Europa. Con su esposa Chavi tuvo un hijo llamado Chinkin,
el primero de 23 con sus cuatro esposas. Él sería el heredero en
caso de muerte de Kublai, lamentablemente moriría muy joven. Su
esposa Chavi fue su apoyo y confidente durante su vida. Adicio-
nalmente tuvo un harem con otros 25 hijos ilegítimos.

Kublai vivía en Cambaluc, más tarde conocida como la “Ciudad


Prohibida” en Pekín. Se la llamaba prohibida porque nadie podía
Imperio Mongol 1279
ni salir ni entrar sin el permiso del Khan. La ciudad prohibida ac-
tual fue construida en 1420 por la dinastía Ming, dentro de los
mismos muros donde los mogoles construyeron Cambaluc 200
años antes.

Kublai hizo construir otro palacio al norte de Pekín llamado el


“Palacio de Verano” o Xanadu, a donde iba tres meses al año en
verano a descansar y distraerse. Había un gran parque amura-
llado con praderas y bosques donde pastaban todo tipo de ani-
males, que servían para su entretenimiento cuando salía a cazar
junto con sus halcones.

Xanadu era famoso por todo lo que allí sucedía: los más extraor-
dinarios banquetes con la presencia de astrólogos, hechiceros,
chamanes, encantadores, monjes tibetanos que ofrecían actos
especiales de magia que entretenían al emperador y que eran
parte de la corte.

167
Era el año 1274, Kublai estaba de descanso en Xanadu cuando
supo que los Polo estaban llegando, a 40 jornadas de distancia
(días de viaje), envió una comisión a recibirlos.

Para Niccolo y Maffeo Polo, padre y tío de Marco, simples mer-


caderes venecianos, les había tomado 3 años viajar desde Vene-
cia y era la segunda vez que venían, para Marco era la primera.
Viajaron a través de Siria, Mesopotamia, Arabia, Persia, Bactria,
Afganistán, Hindú Kush, los Himalayas, el desierto de Gobi,
Taklamakan, Tartaria y China. Era un viaje poco común, pues to-
Pingyao, ciudad amurallada dos estos territorios estaban controlados por mongoles.
cerca de Pekín

Afortunadamente, los Polo eran portadores de un pasaporte ofi-


cial que el Gran Khan les había proporcionado antes de su parti-
da hacia Europa, seis años atrás, cuando fueron enviados como
sus embajadores. Se trataba de una tableta de oro grabada, que
los identificaba como oficiales del estado mongol; les daba privi-
legios y autoridad; podían solicitar en cualquier parte: alojamien-
to, protección, alimentación, caballos, escoltas, o cualquier cosa
que precisaran.

Luego de explicarle al Khan acerca de lo imposible que fue traer-


Paiza mongol
le los 100 frailes que había solicitado, le presentaron el aceite
de la cripta de Jesús. Kublai les había hecho este pedido porque
deseaba conocer y encontrar la verdadera religión y al verdade-
ro Dios. Él practicaba el budismo pero era respetuoso de todas
las creencias existentes en sus dominios: confucianas, budistas,
musulmanas, cristianas, etc.

A los mongoles no les interesaba saber a que dioses adoraban


en sus territorios, sino la lealtad y obediencia al Khan, al igual
que sus tributos. En lo religioso, inicialmente los taoístas eran
los predominantes, pero sistemáticamente denigraron a los bu-
distas lo que ocasionó que Kublai llamara a una deliberación. Allí
los budistas demostraron preponderancia y fueron aceptados
como religión oficial. Se adueñaron de los templos taoístas, des-
truyeron sus textos y convirtieron sus templos en budistas. En un
comienzo los mongoles de Oriente se convertirían al budismo,
mientras que los de Occidente lo hicieron a la fe islámica.

Después de un saludo protocolario muy riguroso, el padre de


Marco presentó su hijo al Gran Khan. Una vez que Marco tuvo la

168
oportunidad de hablar, se dirigió al propio Khan en persa que era
la lengua de la corte, lo que le sorprendió a Kublai y al preguntar-
le que otras lenguas hablaba, le contestó que también sabía algo
de mongol, turco y uygur y que aprendió en el viaje (Marco nunca
aprendió hablar chino); le escuchó narrar con lujo de detalles las
costumbres y curiosidades de las diversas culturas y territorios
como nadie lo había hecho antes. Kublai, hombre de mucha cul-
tura e inteligencia encontró en él cualidades especiales que ha-
bía estado buscando inútilmente para su séquito.
Torre del Tambor 1270, Pekín
Una vez que Marco advirtió de la gran necesidad de Kublai por
escuchar relatos, curiosidades y costumbres de otros reinos, se
esmeró en preparar estos temas de tal forma que sus narracio-
nes absorbían su atención y de los presentes en la corte. Hizo
de esto una costumbre que fue valorada por el Khan. Lo escogió
para servirle como consejero, haciéndolo instruir en el lenguaje y
las costumbres de la corte. Comenzaría así sus años de servicio
al Khan, lo que también provocaría envidias internas.

Marco quedaría fascinado por la sofisticación y fastuosidad de


la corte, también por los deslumbrantes vestuarios de seda y en
especial del mismo Khan. Entonces tenía 21 años de edad y per-
manecería en China hasta los 38.

Una vez terminada su temporada en el palacio de verano, Kublai


ordenó el regreso a Cambaluc con toda su comitiva, incluidos
los Polo. Marco no podía entender lo que veía al contemplar por
primera vez la majestuosidad de la “Ciudad Prohibida” y la ca-
lificó en sus escritos así: “... la ciudad más grande, más hermo-
Puente Marco Polo, Pekín
sa y próspera del mundo. El príncipe más poderoso de todos los
Tártaros se llama Kublai Khan (este emperador es más rico que
cualquier otro en el mundo). Lo protegen 12 mil jinetes coman-
dados por cuatro capitanes”. “La ciudad tiene un perímetro de 24
leguas, esta muy bien amurallada y es cuadrada. Hay 12 puertas y
una gran torre con una campana – cada puerta esta resguardada
por 1.000 hombres, en honor del soberano. En contraste con las
estrechas calles de Venecia, las calles de Cambaluc eran tan dere-
chas y amplias que desde un extremo de la ciudad podía verse la
muralla en el otro extremo. No existe en el mundo ninguna ciudad
a la que lleguen [...] tal cantidad de objetos preciosos y de gran Puente Guyue 1213, Dinastía Song
valor. Entran en la ciudad cada día más de mil carretas, cargadas
exclusivamente de seda...”

169
Además de gran cantidad de palacios y templos, la Ciudad Prohibida tiene hermosos jardines, biblio-
tecas y dependencias para miles de soldados, sirvientes, concubinas y eunucos.

Marco nos relata la vida dentro de las paredes del palacio: aislados del mundo mediante grandes mu-
rallas y gigantescas puertas; lleno de intrigas y misterios; de la opulenta vida del emperador rodeado
de sus ministros y concubinas. Cuando alguna de estas era llamada a su lecho, tenía que quitarse sus
ropas (para comprobar que no llevase armas) y envolverse en una túnica amarilla, luego era llevada
cargada por un eunuco. Si le daba un hijo, mejoraba su condición.

A partir de entonces el Khan asignó a Marco algunas funciones entre las que figuran: inspector de las
recaudaciones en zonas lejanas, gobernador de Hangzhou por tres años, embajador para varios paí-
ses del sur de China y que los recorrería al final de su estadía.

Kublai tenía como objetivo conquistar a la dinastía Song y todo el sur de China. Era el territorio más
rico y avanzado de todos, fueron los primeros en utilizar el papel impreso como billetes de banco, tam-
bién contaban con una armada permanente, a partir del siglo X disponían de la pólvora o polvo negro
y también de la brújula.

Los Polo tuvieron aquí la oportunidad de demostrarle al Khan su ingenio tomando parte en el diseño
y construcción de unas grandes catapultas que luego lanzarían proyectiles encendidos y que permi-
tieron tomar ciudades. Duró cinco años el asedio a la última ciudad de los Song llamada Saianfu (Xin-
giang), a orillas del río Han, en Hubei, bloqueando el acceso al río Yangtzé. El comandante de los Song
se rindió condicionando a que la gente no sea masacrada.

La pólvora fue descubierta casualmente en el siglo IX por alquimistas taoístas chinos, mientras bus-
caban el elixir de la inmortalidad. Mezclaban todo tipo de químicos en sus ensayos; cuando lo hicieron
con azufre, salitre y carbón, mientras los calentaban sucedió lo que tenía que suceder, un gran fogo-
nazo y nacieron los “fuegos artificiales”.

Inicialmente no sabían que utilidad dar a este nuevo descubrimiento y lo usaban para asustar a la
gente. Aprendieron a usar tubos de bambú para expulsar y dirigir descargas pero sin mayor efecto, por
la fuerte explosión que dañaba a la madera; lo reemplazarían eventualmente por tubos metálicos más
resistentes. Posteriormente aprendieron a arrojarla o lanzarla desde catapultas en forma de bombas
explosivas.

Para cuando Kublai Khan y sus mongoles luchaban por conquistar a los Song, se sorprendieron al ser re-
cibidos por tubos metálicos que lanzaban fuego, (primeras armas de fuego), también con pequeños mi-
siles o cohetes que los transportaban desde carretillas. El uso de cañones se generalizó y fue lentamen-
te perfeccionado en China. El problema era fabricar tubos de metal capaces de soportar las tremendas
explosiones que se producían en su interior. Posteriormente fueron los mongoles quienes generalizaron
su uso. En Europa en 1241 lo utilizaron contra los húngaros. Como defensa ante este tipo de ataques se
comenzaron a construir ciudades con maurallas más gruesas y en lugares más altos.

170
Hangzhou (Foto: cnto.org)

Hay una leyenda que dice que la fórmula de la pólvora pudo haber llegado a Europa en 1324 a manos
de un monje. La receta consistía en la mezcla de carbón, azufre y salitre que el religioso comunicó al
abad de un monasterio donde pernoctó.

Este conocimiento se extendió por toda Europa y cambió las reglas de juego a favor de quien lo
poseía y que eran muy pocos, pues requería al mismo tiempo desarrollar la fabricación de armas.

Más tarde los mongoles tomarían Hangzhou, capital de los Song y Kublai le nombraría a Marco
gobernador de esta ciudad por tres años, como sus ojos y oídos (no se sabe bajo que nombre se
conocía a Marco Polo durante su estadía en China; otros viajeros occidentales como Mateo Ricci se
lo conocía como Li Matou y otro, Giuseppe Castiglione, como Lang Shining).

Marco narra sobre la inconmensurable China y sus opulentas ciudades. Nos describe el palacio del
ex emperador Song como algo exquisitamente decorado con sus paredes y techos con pan de oro y
colores brillantes, tan grande que podía acomodar hasta 10.000 personas; sus banquetes duraban
días y sus invitados vestidos de seda, oro y exquisitas piedras finas.

Lo que más sobresale es Hangzhou, le impresionó tanto que la calificó de “paraíso”; con más un mi-
llón de habitantes. Hay un gran lago rodeado por millares de hermosas casas con grandes jardines.
Doce mil puentes que le recordaban a su Venecia, algunos de ellos con altura suficiente para dejar
pasar grandes barcos cargados de alimentos y gente. Sus mercaderes comerciaban con exuberan-
cia: perlas, joyas, gemas, adornos de oro y plata, perfumes, especias, ropa, textiles, libros, frutas,
pescados secos y frescos traídos del propio lago o del mar, etc. Disponían de 100.000 guardias,
4.000 baños públicos, 30.000 soldados, banquetes con 10.000 comensales, todas sus calles y ca-
rreteras adornadas con árboles y jardines (esta costumbre la trajo Marco a Europa).

Cuando Ibn Battuta el famoso viajero árabe pasó por aquí la describió así: “en medio de la ciudad
hay un hermoso lago rodeado de lujosas residencias con toldos de seda que llegan hasta los muelles
para protegerse del sol y gran cantidad de botes de madera, hermosamente elaborados y pintados,

171
con velas de colores y la gente disfrutando de paseos, en medio
de un paisaje lleno de jardines que rodean al lago; la más grande
ciudad que jamás he visto”.

Encontró muy difícil describir a esta ciudad, dijo que podría lle-
nar un libro: «Es verdaderamente muy costoso describir la gran
nobleza de esta provincia y por lo tanto, callaré”.

Marco también nos habla del Gran Canal de China: hubo que
construirlo para unir el norte con el sur, debido a que los ríos
principales de este país van de oeste a este; se requería de un
sistema de abastecimiento constante para la capital Pekín. Se
comenzó a construir en el siglo VII y se lo terminó en el XIII, cava-
do completamente a mano por 5 millones de hombres y mujeres.
Comienza en esta ciudad y va hasta Pekín, a más de 1.800 kiló-
metros. Esta vía permite el comercio en todo su recorrido y es la
principal fuente de ingresos para las ciudades que se asientan a
sus orillas. Sirvió a Pekín en su eterna guerra contra los nómadas
del norte, inclusive cuando piratas bloqueaban la ruta marítima.

El resultado fue una red de canales artificiales, con exclusas


-para controlar los desniveles del agua-, comunicados entre si
con lagos y ríos navegables, incluyendo el Yangtzé. Paralela-
mente iba la carretera imperial con árboles a sus costados. El
más grande sistema fluvial que se ha hecho, junto con la muralla,
Gran Canal China son considerados proezas de ingeniería.
(Foto: S. Fussan)
En su campaña expansionista Kublai conquista Corea y los con-
vierte en vasallos, los obliga a unirse en su lucha por la conquis-
ta de Cipango (Japón), en donde suponían había abundancia de
oro. Es Marco Polo quien menciona por primera vez a este país y
se lo comienza a ubicar en los mapas europeos.

Los coreanos al vivir rodeados por el mar, eran diestros artesa-


nos en la fabricación de barcos, Kublai ordenó a 35.000 obreros
que construyeran una flota que serían posteriormente usados
para atacar Cipango.

Delegaciones de Kublai viajaron hasta Cipango a exigir sumisión


y tributo, cosa que no fue aceptada por los orgullosos japone-
ses. En su primer intento zarparon 300 barcos grandes y 500
pequeños con 15.000 mongoles y chinos, y 8.000 coreanos. Este

172
ataque fue repelido por los japoneses a pesar de que los mongoles tenían armas y tácticas superiores,
incluyendo la pólvora; no contaban con sus caballos que eran la base de su éxito. Por la noche se de-
sató una tempestad que destruyó su flota de barcos, los japonés adujeron al viento kamikaze, “viento
divino”, al darse cuenta los japoneses que no tenían en que regresar, los masacraron.

Siete años después en un segundo intento con un ejército de 100.000 hombres y con una flota de
1.170 naves de guerra, tampoco tuvieron éxito. Estas dos campañas desastrosas mermarían al ejérci-
to mongol económicamente y militarmente; Kublai entendió que sus tropas eran de a caballo; no haría
más intentos con Japón.

Tres años más tarde, Kublai envió a Marco a diversos lugares al sur de su imperio, con el fin de reco-
lectar información de inteligencia sobre sus territorios y recaudaciones. De sus viajes, Marco relata
algunas de las cosas que más le llamaron la atención: de Tailandia, pondera de sus bellas mujeres y
de la costumbre de comer carne cruda picada y aderezada con sal, ajo y especias. De Sumatra (Java),
nos comenta que conoció al animal que seguramente es al que se lo conoce como unicornio, pero muy
diferente de cómo se lo imaginan, se trata del rinoceronte. Nos cuenta que algunas de sus tribus son
caníbales y que disecan las carnes para poder comerlas en días posteriores. También de las inmensas
cantidades de oro y perlas que poseen. Descubrió que los pequeños hombrecitos pigmeos disecados,
los venden como recuerdos a los comerciantes, no son pigmeos sino una especie de monos que
recortados adecuadamente el cabello se parecen mucho a seres humanos diminutos. En Indonesia
conoció las famosas nueces del tamaño de una cabeza humana, se trataba de los cocos. De Ceilán,
isla de las gemas y la montaña sagrada con la tumba de Adán.

También los hombres con cola; se trataba simplemente de monos de selvas tropicales, que al no ser
conocidos en el norte de China ni en Europa pensaban que eran pequeños hombrecillos con cola. En
Madagascar escuchó de la existencia de una ave gigante llamada “roc” o “ave elefante”, fuente de
inspiración para los cuentos de Simbad el Marino. Ahora se sabe que si existió; hay un huevo en el
museo Británico de 30 centímetros de diámetro; se extinguió hace 400 años. De Birmania nos cuenta
del peligro del ataque de los tigres por la noche; encendían hogueras y colocaban pedazos de bambú
(contienen en su interior agua) que al calentarse producían fuertes ruidos (detonaciones) que man-
tenían alejados a estos animales. En Tíbet conoció a monjes que llevaban la cabeza rasurada y muy
humildemente vestidos, pero que eran capaces de increíbles actos de magia. Otra costumbre inusual
aquí era que recibían la visita de 20 ó 30 muchachas guiadas por ancianas a pedirles que yacieran con
ellas, a cambio de que cuando se fueran les dejaran algún regalo.

Ellas podían estar con todos los que querían, pues esto las hacía más atractivas a los ojos de sus fu-
turos esposos; recomendó no visitar a este lejano país por cuanto el robar o hacer daño a otro, no era
considerado pecado, además son ladrones y asesinos. De Vietnam dice: “son los hombres más crueles
del mundo, solo piensan en matar, tras beberse la sangre de sus víctimas, se los comen enteros”; de ahí
que los propios mongoles les temieran y mantuvieran sus ejércitos reforzados. Sobre Ceilán, “tienen
trato carnal entre ellos, como si fueran perros, en medio de la calle o en cualquier otro sitio donde se
encuentran, sin sentir vergüenza alguna y ni siquiera respetan a sus madres ni a sus hijas, sino que cada

173
uno hace como quiere, o como puede”. En la India, “el calor es tan
enorme que sus habitantes van desnudos”, el respeto sagrado
a los bueyes, el ritual de sus lavados, complicadas reglas para
comer, sus suicidios rituales y las extrañas costumbres de los
yoguis.

También encontró lugares donde existía un gran respeto por las


mujeres; “no les importa si uno de ellos yace con la mujer de otro,
con tal de que esto ocurra por voluntad de la mujer, pero si era
forzada, lo consideraban un gran delito”. Otros lugares donde los
Indochina hombres podían tener tantas mujeres, como podían mantener y
que llegaban a procrear hasta 30 hijos, mientras que los cristia-
nos solo podíamos tener una.

Después de retornar a Cambaluc se presenta Marco ante el Gran


Khan; le cuenta los pormenores de cada uno de los países que
visitó, las extrañas costumbres de la gente, de los exóticos ani-
males, algunos de ellos mitológicos en las creencias europeas,
de las riquezas de los diferentes lugares y del valor que dan a
las cosas, etc., también de sus viajes por los mares de la India e
Indonesia y de las rutas a occidente.

Huevo gigante, Museo Británico


La fama de Marco provocó envidias en el palacio imperial, con-
secuentemente tuvo enemigos en la corte. Sabían que los Polo
eran protegidos de Kublai lo que les garantizaba estabilidad.
Marco sirvió al Khan por 17 años de permanencia en China.

La vida y costumbres dentro del palacio de la Ciudad Prohibida


nunca dejaron de sorprenderle; las audiencias, la organización
militar y política, los banquetes para miles de personas, las intri-
gas entre las concubinas por ser escogidas.

City of Mien, Indochina Durante las ceremonias o banquetes había algo que le llamaba
la atención sobremanera, eran los “bacsi”, monjes tibetanos con
capacidades tele quinésicas; por ejemplo, acercaban la copa de
vino, -volando por el aire- hasta las manos del gran Khan, solo
con el poder de sus mentes; también nos dice que podían con-
trolar el clima.

Los mongoles de alto rango tienen entre 4 y 6 esposas, tantas


cuantas las puedan mantener. Cada año son traídas al palacio
hermosas muchachas escogidas de todo el imperio. Les dan una

174
valoración en quilates, siendo las de 24, las mejores. Deben ser,
aparte de hermosas, agraciadas, sin defectos, y pasar una prueba
de virginidad mediante huevos de paloma; deben vivir una tempo-
rada en el palacio para ser inspeccionadas a fondo: si duermen
bien, si roncan, si tienen mal aliento, su aseo diario, si se lavan el
pelo, etc.. A las escogidas se les asigna un eunuco, quien será res-
ponsable de ella y pasan a tomar parte de la lista de concubinas
a la espera de ser escogidas por el Khan. Las que no daban los
quilates, las devolvían; si tenían quilates medios, las dejaban de
concubinas de otros mongoles de menor rango o de sirvientas.

Los harenes eran una sociedad aislada dentro del palacio, un ex-
traño código de conducta, costumbres y organización, regían su
comportamiento. Obedecían normas basadas en dos extremos:
los que disfrutaban del sexo, o sea, el Khan y sus mujeres y los
asexuados, eunucos. Esto era para asegurarse que todo hijo fue-
ra del Khan. Sus dramas e intrigas sucedían a niveles extremos;
ellas acompañadas de sus eunucos, compitiendo por ser llama-
das a servir al Khan en una carrera contra el tiempo, pues el año
siguiente comenzaba un nuevo ciclo con muchachas nuevas.
Las que no eran escogidas comenzaban a ser olvidadas y reu-
bicadas, incluyendo la posibilidad de ser devueltas o expulsadas
del palacio. Hablando de eunucos, yo nunca vi uno y si lo veo, se
me llenaria la cabeza con interrogantes y preguntas.

Las hormonas son las autoras de nuestra conducta y proceder.


Nos convierten en más valientes ante cualquier situación y hasta
nos hacen cruzar océanos, para llegar hacia donde somos atraí-
dos sexualmente. Son las que manejan nuestra conducta mas-
culina, incrementada en machistas. La testosterona nos pone en
problemas durante toda la vida: en la pubertad nos cambia la voz,
nos salen bellos, nos induce a un carácter por lo general rebelde y
cambia la forma de nuestro cuerpo convirtiéndonos en hombres.

Los eunucos eran cotizados debido a que al carecer de testículos,


también carecen de hormonas y consecuentemente se convertían
en gente sin pasiones, ni atracciones para ninguno de los dos se-
xos. Sin embargo, no cabe duda de que guardaban en su interior Castración
resentimientos personales profundos debido a su condición y por
el daño inferido a ellos. Desde el punto de vista de sus dueños, se
pensaba que debido a su condición era fácil predecir su conducta y
que podían ser controlados, también menos susceptibles a sobor-

175
nos. Se los ubicaba en puestos estratégicos, ya sea en la corte para
control o en los harenes para el cuidado de las mujeres y concubi-
nas de los príncipes, reyes y sultanes.

Los eunucos tenían un problema: se sabía que padecían de in-


continencia urinaria debido al castramiento, el olor que emana-
ban era simplemente insoportable. Normalmente se escogía a
niños para esta operación porque anulaba su rebeldía y crecían
dóciles y obedientes. También mantenía su tierno tono de voz,
eran imberbes y conservaban la forma femenina en su cuerpos y
facciones para el resto de sus vidas.

Si la remoción de los testículos se llevaba a cabo después de la


Eunuco
pubertad, -generalmente en esclavos o prisioneros de guerra- y
la persona ya tenía desarrollado su cuerpo como hombre, los
cambios serían menores. Hablará y se comportará como hom-
bre -en apariencia-, tendrá ya sus bellos e inclusive barba y pelo
púbico. No sentirá atracción hacia ningún sexo y perderá los de-
seos naturales, no producirá hormonas.

En la antigüedad practicaban dos tipos de castración llevadas a


cabo por un barbero: la extracción solo de los testículos (el pene
queda de adorno y sin capacidad de erección). La operación se
lleva a cabo fácilmente: “se ata y aprieta un hilo alrededor de las
raíces del escroto del niño y en cuestión de semanas esa bolsa se
marchita, se vuelve negra y se cae”. ( Tomado del libro El Viajero,
de Gary Jennings pág.170).

La segunda castración, mejor dicho, emasculación, es la remo-


ción total, o sea, los testículos y el pene, los preferidos para el
control de los harenes. Esta operación era difícil y de mucho
riesgo. Se lleva a cabo introduciéndole dentro de agua caliente,
y dándole a beber drogas para disminuir el dolor: “se coge una
larga venda y la enrolla fuertemente comenzando en la punta del
pene del esclavo, continuando hacia adentro, hasta la raíz, y envol-
viendo también las bolsas de los testículos de modo que los órga-
nos formen un único paquete. Luego con una cuchilla bien afila-
da se corta con un solo y rápido movimiento todo aquel paquete
vendado. Inmediatamente se aplica sobre la herida un apósito de
pasas en polvo, hongo bejín, y alumbre. Cuando la hemorragia se
detiene, se introduce una canilla limpia que quedara dentro del
esclavo para el resto de su vida. El peligro principal de esta opera-

176
ción es que el conducto urinario se cierre al cicatrizar. Si al tercer o cuarto día el esclavo no ha evacuado
orina suficiente a través de la canilla, su muerte es segura. Y es triste decirlo, pero eso sucede en tres de
cada cinco casos”. (Tomado del libro El Viajero, de Gary Jennings pág. 170).

La castración fue haciéndose costumbre en el pueblo chino, de tal forma que los campesinos que no
podían mantener a sus hijos los hacían castrar y los enviaban a conseguir trabajo de cualquier oficio
en la Ciudad Prohibida. La cantidad de eunucos fue tal que la corte imperial tuvo que regular su ingreso
al palacio. En un comienzo, después de pasar por pruebas muy denigrantes, lograron ingresar 3.000;
con el transcurrir de los tiempos, esta costumbre fue en aumento a tal extremo que llegaron a ser
70.000 eunucos, todos buscando alguna oportunidad. Durante los 250 años que duró la dinastía Ming,
se estima que hubo más de un millón.

Continuando con la historia de los Polo, después de casi 20 años al servicio de Kublai Khan, Marco, su
padre y tío, pensaron que era ya tiempo de regresar a su Venecia, pues al Khan no le quedaba mucho
de vida, tenía casi 80 años y había el riesgo que si fallecía, perdían también su protección; además que
20 años fuera de su tierra eran suficientes; era hora de regresar.

Después de hacerle saber a Kublai de su deseo de retornar a su tierra, este no accedió por cuanto los
consideraba importantes. Tras insistir varias veces, recibieron la misma respuesta. Por suerte para
ellos se produce una oportunidad: el soberano mongol en Persia, Ilkhan Arghun, había enviudado (go-
bernó entre 1284 y 1291); por lo cual debía ser enviada la princesa Kokachin, escogida para que fuera
su nueva esposa. Kublai consideró que Marco tenía la experiencia y el conocimiento acerca de los
mares que deberían atravesar y de las rutas a occidente; accedió a dejarlos ir y que fueran parte del
séquito y como último servicio hacia él.

Para el viaje recibieron los respectivos pasaportes o tablillas de oro que les permitía circular por todo
el imperio. También varias cartas de Kublai Khan dirigidas al Papa y a los reyes de Francia, Inglaterra
y España.

Inicialmente trataron de viajar por tierra, pero después de 8 meses decidieron regresar debido a situa-
ciones de guerras internas y resolvieron hacerlo por mar. Se prepararon 14 navíos con 600 marineros,
tripulantes y soldados. Partieron con rumbo sur hacia Quanzhou, Vietnam, península malaya y llegaron
a Sumatra después de tres meses de navegación, por falta de vientos favorables. Aquí debieron que-
darse cinco meses para evitar los tifones y tormentas monzónicas, que de todas maneras ocasiona-
ron que algunos de los barcos se extraviaran. Luego continuaron hacia Ceilán (Sri Lanka), siguiendo la
costa de India y la parte sur de Persia hasta llegar a Ormuz. De los 14 navíos que partieron, solo llegó
uno, el de la princesa y los Polo, junto a 16 marineros más; los tifones, la malaria, las enfermedades
tropicales y el escorbuto los habían diezmado. Luego prosiguieron hacia su destino final, Khorasan en
Persia, llegaron después de dos años de viaje.

A su llegada se enteraron que Ilkhan Arghun había muerto y debieron entregar la princesa a su hijo
Ilkhan Ghazan, quien la desposó. Se enteraron también de la muerte de Kublai Khan, lo que les ocasio-

177
nó mucha pena. Marco nos relata, “pasé 17 años con él y lo llegué a querer como a mi padre”. Los Polo
permanecerán aquí por otros nueve meses.

Con nuevas tablillas de oro prosiguieron su viaje hacia Trebisonda, en el mar Negro, actual Turquía. Ya
no estaban en territorio mongol y viajaban sin protección. Aquí fueron asaltados, robados y la mayor
parte de sus valiosas pertenencias decomisadas por un gobernante de este territorio. Según el libro de
Marco Polo, este robo superaba a un equivalente de cuatro mil monedas de oro bizantino.

Finalmente, después de pasar por Constantinopla, llegaron a Venecia en 1295, veinte y cuatro años
después de haber partido. Nadie en su tierra los reconoció, pues los creían muertos. Además del
acento extranjero con que hablaban, las viejas y raídas vestimentas tártaras que llevaban puestos
(para dar impresión de pobreza y evitar robos) cuando llegaron a su vieja mansión familiar, tampoco
los reconocieron. Marco tenía 42 años de edad.

Durante un banquete que ofrecieron a algunos de sus parientes, conocidos y curiosos que querían
saber acerca de sus viajes, nos cuanta Marco en su libro, que desgarrando las viejas vestimentas que
traian puestas cuando llegaron, dejaron ver a los presentes, entre otras cosas, una gran cantidad de
piedras preciosas que lograron salvar.

Tres años más tarde, en 1298, durante una batalla entre genoveses y venecianos, Marco, a cargo de una
de las galeras venecianas cayó prisionero, sería encarcelado por dos años. Como compañero de celda
le tocó un escribano llamado Rustichelo de Pisa, quien aprovechó de todo lo que Marco decía que había
conocido; escribió esta información dando origen al libro “Las Maravillas del Mundo”, fue originalmente
escrito en francés y en modo de memorias de un mercader, que haría famoso inmediatamente a Marco.

Este manuscrito encendió la imaginación de todos los europeos. Fue ampliamente usado como re-
ferencia en los siglos XV y XVI en la navegación marítima durante la exploración de nuevas rutas y
tierras, buscando especias, monopolio entonces de los árabes y turcos.

Entre los personajes que se beneficiaron de esta información de Asia, están Cristóbal Colón y Américo
Vespucio. Este último, después de navegar por todas las costas del nuevo continente, pudo compro-
bar que no se trataba de Asia, como creía Colón, sino de un nuevo continente. Más tarde, en 1507, el
cosmógrafo alemán Waldseemuller, al enterarse de esta conclusión de Vespucio, sugirió y se refirió a
estas tierras y mapas como de “Américo”, dándole así este nombre al Nuevo Mundo.

Marco se casó y tuvo 3 hijas. En su lecho de muerte el 9 de enero de 1324, liberó a un esclavo tártaro
que trajo del Asia y cuando le preguntaron que si quería retractarse de tanta mentira, manifestó: “no he
contado ni la mitad de lo que vi y lo que hice”.

Nosotros, al finalizar el viaje en la ciudad de Pekín, la oficina de turismo de China nos brindó un home-
naje mediante una ceremonia conmemorando la culminación del mismo y entre las cosas importantes
que dijeron: “que nos felicitaban por no haber tenido ningún contratiempo que lamentar”.

178
La despedida entre nosotros fue emotiva y profunda. No faltaron un par de lágrimas y declaraciones
de amistad que no se produjeron durante el viaje. Después de darnos mutuamente direcciones y pro-
mesas de que nos mantendríamos en contacto mediante cartas y envió mutuo de fotos, llegó final-
mente el momento de los fuertes abrazos de rigor con demostraciones corporales que verbalmente
no éramos capaces de expresar.

Al salir de China, en mi vuelo de regreso, hice la primera escala en Hong Kong, con la mente finalmen-
te en neutro, me siento a reflexionar; decidí tomarme un café con pasteles después de meses; me
embriaga el penetrante olor y sabor del café… café y con los ojos cerrados me deje llevar, brotaban
lentamente desde mi mente imágenes que se proyectaban como una película.

Era como estar regresando de otra dimensión; había un torbellino de ideas dentro de mí y al tratar de
entenderlas y ponerlas con palabras coherentes, sentía como:

Salir de un bello sueño bastante largo;

de una fascinante película que no acababa,

de olores únicos que se fijaron en mi mente;

de escenarios que se quedaron a vivir en mi imaginación;

de sonrisas de niños y viejos que se tatuaron en mi conciencia;

de momentos de depresión que le dejan a uno sorprendido y marcado;

de tratar de comprender sentimientos surgidos de dentro, que solo salen bajo circunstancias adversas;

ser capaz de reemplazar ideas y costumbres arraigadas, dando paso a nuevas, que nos identifican
mejor;

de someter nuestro cuerpo y alma a escenarios de frío y calor, aceptarlos y aprender a sobrellevarlos;

comprender a través del brillo de los ojos y las expresiones de la gente, sus mensajes, sus sentimien-
tos, sus alegrías, sus miserias.

Todas estas vivencias me llenaron de riqueza interior, me hacen sentir que he crecido, veo al mundo
un poco más pequeño, me alegro de haberlas vivido.

179
EPILOGO

Para mi ha sido una experiencia que si bien de un sueño proviene,

no muy lejos esta de serlo; me congratulo a mí mismo, por haberlo

hecho realidad. Observé y escuché bastante, creo que he aprendido,

tan solo me falta ahora, agradecérselo a Dios, por haberme permiti-

do, a través de los ojos de tanta gente, conocerlo un poco más, no

importa como lo llamen, todos sabemos que es Él.

180
El autor: Tommy Verbik - Desierto de Gobi
“Imborrables recuerdos compensan lo duro de un viaje”

181
CRONOLOGÍA DE HECHOS IMPORTANTES DE LA HISTORIA

350.000 a.C. El fuego se comienza a utilizar

18.000 a.C. Aparición de la aguja de coser

10.000 a.C. Aparición del pan (Mesopotamia)

6.000 a.C. Se comienza a usar el cobre (Turquía )

6.000 a.C. Aparición del vino (Armenia)

6.000 a.C. Primeros asentamientos agrícolas (Mesopotamia, Turquía, Jericó)

5.000 a.C. Invención de la rueda de alfarería (Mesopotamia)

4.000 a.C. Aparece la cerveza ( Sumeria)

4.000 a.C. Doma del caballo (Kazajstán)

4.000 a.C. Aparece el horno cerámico

4.000 a.C. Se comienza a usar el bronce (Sumeria)

3.200 a.C. Los sumerios inventan la escritura y la rueda

3.000 a.C. Egipto - nacimiento de esta dinastía

3.000 a.C. Aparición de la seda (China)

2.600 a.C. Se construyen las pirámides de Egipto

2.000 a.C. Fundación de Jerusalén

2.000 a.C. Aparecen los Asirios

2.000 a.C. Babilonia - primer “Código de leyes” Rey Hammurabi

1.790 a.C. Se construye La Torre de Babel

1.500 a.C. Aparecen los Griegos

1.400 a.C. Invención del alfabeto (fenicios)

1.200 a.C. Comienza la edad del Hierro (Oriente próximo)

1.194 a.C. Troya - Batalla de Troya

925 a.C. Construcción del primer Templo de Salomón en Jerusalén

900 a.C. Aparecen los Persas

800 a.C. Aparece La Ilíada y La Odisea (Homero)

750 a.C. Fundación de Roma

680 a.C. Invención de la moneda (Turquia)

628 a.C. Fundación de Bizancio (actual Estambul)

600 a.C. Esplendor de los Griegos

605 a.C. Se construyen Los Jardines Colgantes de Babilonia

182
Siglo VI a.C. Aparece el Budismo

586 a.C. Destrucción del templo de Salomón y de Jerusalén

518 a.C. Construcción de Persépolis (Persia)

500 a.C. Construcción de la Acrópolis (Atenas)

Siglo V a.C. Se comienza la construcción de la Gran Muralla China.

336 a.C. Aparece Alejandro Magno

303 a.C. Muere Alejandro Magno

285 a.C. Construcción del Faro de Alejandría

280 a.C. Construcción de la Biblioteca de Alejandría

48 a.C. Julio César incendia la Biblioteca de Alejandría

0 Nacimiento de Jesucristo

72 Se construye el Coliseo Romano

100 Apogeo de Petra, reino Nabateo, actual Jordania

324 Bizancio cambia su nombre por Constantinopla

529 Se construye la Catedral de Santa Sofía (Constantinopla)

Siglo VII Aparece el Islam

770 Aparece Carlomagno

Siglo IX Aparece la brújula en China

1140 Aparece la imprenta en China

1271 Viaje de Marco Polo

1300 Aparece la brújula en Europa

1444 Aparece la imprenta en Europa

1451 Turcos otomanos conquistan Constantinopla y la

renombran Estambul

1750 Nace la Revolución Industrial, máquinas a vapor (Reino Unido)

1805 Invención de los fósforos (Francia)

1820 Invención del tren a vapor (Reino Unido)

1845 Invención de la electricidad

1879 Invención de la bombilla eléctrica (Estados Unidos)

1885 Invención del automóvil a gasolina (Alemania)

1903 Primer vuelo de un aeroplano (Estados Unidos)

183
BIBLIOGRAFÍA:

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• “Viajes” de María Elvira Bermúdez, México

• “Alexander the Great” de Lewis V. Cummings

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• “The Gobi Desert” de Mildred Gable

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• “Alejandro” de Gisbert Haef

• “Seven Years in Tibet” de Heinrich Harrer

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• “Tun-Huang” de Yasushi Inoue

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• “Beyond The North-West Frontier” de Maureen Lines

• “El Millón” de Editorial Patria, México

• “El Jardín de los Suplicios” de Octavio Mirbeau

• “Sir Aurel Stein” de Jeannette Mirski

• “The Mongols” de Davis Morgan

• “La Historia Secreta de los Mongoles” de David Morgan

• “My Silk Road” de Gastón Petit

• “Historia de la Humanidad” volúmenes 1 y 2, Planeta

• “Tracking Marco Polo” de Tim Severin

• “Aventuras en Persia” de Ronald Siclair

• “Ruins of Desert Cathay” de M. Aurel Stein

• “Hacia el Trono de los Dioses” de H. Tichy

• “Tras las Huellas de Marco Polo” de T. Verbik, 1ª. Edición 1990

• “Monkey” de Arthur Waley

• “El Libro Tibetano de los Muertos” de Evans Wentz

• “Dead Ritual in China” de J.Watson y E. Rawsk

• “The Travels of Marco Polo” Vol. 1 y 2, Complete Yule – Codier edition.

184
ÍNDICE ALFABÉTICO

Abraham, 33, 97
Abrahanicas, 34
Alejandro, 15, 19, 20, 40, 41, 42, 43, 44, 45, 60, 63, 68, 72, 74, 92, 125, 139, 140, 160,
Alim, Khan, emir, 81
Alma Ata, ciudad, 100, 101
Altay, montes, 110
Américo Vespucio, navegante, 178
Ani, ciudad, 49
Árabes, 15, 20, 39, 40, 42, 47, 49, 55, 62, 80, 92, 149, 154, 159, 166, 178
Arameo, 35, 38
Ararat, monte, 50, 53
Árbol de Plata, 165
Arghun, Khan, 60,
Armenia, 14, 28, 32, 47, 48, 49, 50, 53, 54
Asesinos, secta ismailí, 70
Asirios, 15, 24, 30, 32
Astana, cementerio, 122
Ashkhabad, 66, 69, 71
Asurbanipal, rey, 32
Ave gigante llamada “roc”, Madagascar, 173
Azarbayán, 63, 164
Babel, torre, 33, 34, 35, 121
Babilonia, 32, 33, 34, 35, 161
Bactria, 14, 42, 43, 44, 68, 73, 168
Bakú, 53, 64, 65
Battuta, Ibn, viajero, 15, 88, 89, 91, 171, 184
Benedicto de Goes, 147,
Bezeklik, cueva de los mil budas, 123
Biblia, 29, 30, 32, 33, 35, 46
Biblioteca, Alejandria, 46
Bizancio, 15
Bogomillos, herejes, 121
Bósforo, 16, 17, 38
Bronce, 29, 31, 36, 49, 50, 56, 73, 149, 151, 153, 159, 160
Budismo, 80, 125, 131, 132, 133, 134, 135, 136, 140, 155, 156, 166, 168
Brújula, 127, 128
Bukhara, 11, 80, 81, 82, 87, 88, 90, 91, 164,
Canaan, 33, 42,
Cambaluc, ciudad, 166, 167, 169, 174,
Capadocia, 9, 21, 22, 23,
Caspio, mar, 11, 14, 44, 55, 63, 65, 66, 69, 93,
Castración, ciudad prohibida, 177,
Ceilan, 173
Ciro, el Grande, 35, 38
Chapman, Roy, 143
Cipango, Japón, 172
Colón, Cristóbal, 116, 178
Confucionismo, 135, 157
185
Constantino, el Grande, 11, 12, 15, 16, 18
Constantinopla, ciudad, 11, 15, 18, 55, 59, 90, 115, 118, 178, 183
Corea, conquista, 172,
Crassus, General romano, 72
Cruzados, 11, 15, 60, 61
China, 11, 14, 18, 59, 93, 105, 112, 118, 124, 163, 164, 166, 168, 178, 179
Dario, rey, 14, 38, 39, 40, 41, 42, 43, 44
David Neel, Alexandra, exploradora, 83
Diamond, Sutra, 139
Diluvio, universal, 29, 35
Dinastía Song, 170
Dunhuang, cuevas, 131, 135, 136, 138, 141
Edén, 30, 35, 116
Elburz, montes, 69
Erzurum, ciudad, 47
Estambul, ciudad, 12, 13, 15, 16, 18, 19
Éufrates, río, 25, 29, 33
Eunucos, ciudad prohibida, 175
Felipe IV, rey de Francia, 60
Filipo, Macedonia, 41, 45
Gaochang, ruinas, 120
Gautama, Sidaharta, Buda, 132
Gengis, Khan, 11, 15, 49, 60, 70, 75, 79, 90, 92, 96, 110, 147, 149, 162,
Georgia, 14, 27, 54, 55, 56, 58, 59, 164,
Gran, canal China, 173,
Gran, Juego, 82
Gran, Khan, 163, 166, 167, 168, 174, 178
Gobi, 14, 73, 113, 125, 129, 131, 163, 168
Guerreros de terracota, 156
Hami, Kumul, 130
Hamurabi, código, 34, 35
Hangzhou, ciudad, 91, 170, 171
Harenes, ciudad prohibida, 175
Harrer, Heinrich, 83
Hebreos, 35, 46,
Hedin, Sven, arqueólogo, 83, 117, 128, 129, 141
Herodoto, historiador, 33, 39, 83
Himalaya, 14, 45, 76, 80, 83, 91, 99 100, 104, 108, 111, 125, 129, 132, 168,
Horda, 11, 55, 56, 70, 77, 79
Hulagu, Khan, 70
India, 174
Islámicos, 34, 99, 95, 124, 155
Jardines, colgantes, 33
Jenofonte, historiador, 33
Jericó, ciudad, 25, 28,90, 162
Jesús, 12, 96, 97, 168
Jerusalén, 12, 15, 17, 32, 33, 34, 38, 46, 60, 97
Jiayuguan, fuerte, 145
Judea, 46, 64
Kara-Kum, desierto, 66
Kars, ciudad, 47, 48, 49, 52
186
Karakorum, 87, 164, 165, 166
Kayseri, ciudad, 21, 24
Kazakhstan, 99
Krasnovodsk, ciudad, 66
Kublai, Khan, 166, 167, 168, 169, 170, 171, 172, 173, 174, 177
Kurdistán, 48, 90
Kurdos, 47, 48
Lanzhou, ciudad, 146, 149, 150, 154
Le Coq, Albert von, arqueólogo, 117, 120, 121, 122, 123, 124, 141, 142
Lhasa, ciudad, 83, 84, 129
Legión, perdida romana, 73, 150
Leninakan, ciudad, 53, 54
Libro, Tibetano de los Muertos, 85
Liqian, pueblo, 150
Lop Nur, desierto, 132
Luoyang, 154
Magnetita, 128
Manes, 121
Medos, 32, 38
Merv, ciudad, 59, 74, 75
Mesopotamia, 14, 25, 27, 28, 30, 31, 32, 33, 46, 61, 72, 73, 76, 97, 129, 142, 168
Mongoles, 11, 15, 24, 49, 55, 60, 73, 81, 97, 90, 92, 94, 95, 103, 108, 109, 115, 120, 130, 137, 139, 147, 154, 162,
164, 166, 167, 170, 171, 184
Mongolia, 14, 59, 71, 75, 108, 110, 129, 131, 162, 165, 166
Monoteísmo, 35, 46
Montañas, flameantes, 119
Muralla, gran, 131, 141, 146, 147, 148, 149, 155
Nabucodonosor, rey, 33
Negro, mar, 16, 23, 55, 65, 66, 90, 164, 178
Nestorianismo, Nestoreo, 59, 60, 74, 97, 115, 118, 146, 155, 159
Nínive, ciudad, 32
Nisa, ciudad, 71
Noé, 27, 29, 32, 50
Odórico, sacerdote, 87
Ogodei, Khan, 165
Ormuz, puerto, 177
Otomanos, 15, 16, 17, 20, 49, 53, 71, 115, 116
Papa, 11, 12, 59, 60, 108, 111, 129, 177
Papel moneda, 157, 158
Partos, 26, 42, 72, 73, 150
Paz Mongólica, 164
Pekín, 14, 17, 59, 91, 106, 114, 146, 152, 163, 165, 166, 167, 168, 169, 172, 178
Persépolis, 39, 44
Persia, 12, 14, 35, 39, 42, 55, 61, 63, 64, 66, 70, 90, 115, 118, 129, 135, 149, 168, 177
Pies de loto, 153, 154
Plinio, el viejo, historiador, 72, 111
Pólvora, 170, 173
Preste, Juan, 61
Ptolomeo, historiador, 42, 46, 83
Qanats, Kariz, 39, 118, 119
Ricci, Matteo, sacerdote, 83, 171
187
Rubruck, Guillermo de, sacerdote, 87
Rusia, 12, 53, 55, 62, 80, 82, 95, 101, 102, 109, 115, 117, 128, 129, 164, 165
Rustichelo de Pisa, escritor, 178
Ruta, de la Seda, 11, 12, 15, 16, 34, 38, 39, 47, 51, 72, 80, 82, 91, 107, 109, 113, 114, 115, 117, 120, 125, 141, 146,
154, 159
Salomón, 17, 33
Samarcanda, ciudad, 45, 73, 82, 87, 91, 92, 93, 94, 99, 121, 125, 149, 164
Seda, 118
Semita, 32
Shaanxi, provincia, 154
Soleiman, el Magnifico, 17
Stein, Aurel, arqueólogo, 117, 138, 139, 140
Sumerios, 27, 28, 30, 38
Taklamakan, desierto, 14, 113, 120, 134, 168
Tamerlan, 15, 20, 24, 47, 68, 79, 80, 92, 93, 94, 95, 96
Taoísmo, 132, 135, 155
Tashkent, ciudad, 73, 99, 125, 137, 141
Tartaros, 15, 71, 108, 163
Tian, Shan, 99,102, 104, 108, 125
Tíbet, 59, 80, 83, 86, 87, 108, 129, 131, 135, 149, 154, 161, 173
Tiblisi, ciudad, 54, 55, 56, 57
Tigris, río, 25, 29, 33
Timuríes, 92
Tora, libro, 35, 46
Troya, 36, 41, 43, 124
Turcos, 12, 15, 20, 47, 48, 55, 60, 71, 74, 92, 109, 178
Turfán, 87, 113, 114
Turkestan, 105, 115, 123, 142
Turkmenistán, 65, 66
Uygures, 15, 107, 108, 109, 110, 113, 137
Ulughbek, astrólogo, 93
Unión, Soviética, 14, 47, 48, 51, 54, 64, 71, 101
Ur, ciudad, 28, 29, 30, 33
Uruk, ciudad, 29
Urumqi, ciudad, 110
Uzbekistán, 80, 90, 99
Uyguristan, 107
Viejo, de la montaña, 70
Vietnam, 173
Wuwei, pueblo, 145
Xanadu, palacio de verano, 11, 167, 168
Xenophon, historiador, 23
Xingiang, 107, 108, 109, 110, 170
Xi’an, ciudad, 14, 126, 146, 147, 154, 155, 156, 160, 161
Xuan, Zang, 120, 125, 130, 138, 139, 140, 155
Younghusband, Francis Sir, 83
Zoroastrismo, 38, 74

188

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