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Verbik
Un Ecuatoriano en
La Ruta de la Seda
Edición de Contenido
Vladimir Serrano P.
Edición de Textos
Amparo de Mora
Henry Botero
Camila Verbik
Portada y Collage
Daniel Navarro
Diagramación interior
Daniela Arias
Impresión
Editorial Ecuador F.B.T. Cía. Ltda.
www.editorialecuador.com
ISBN: 978-9942-30-368-4
CONTENIDO
Introducción 7
Estambul – Turquía 15
La Anatolia 21
Mesopotamia 25
Troya, 1.400 a. C. 36
La Gran Armenia 47
Georgia 55
Uzbekistán 80
Tibet 83
Samarkanda 92
El Islam 97
Kazakhstán 99
China 106
Xingiang, Turkestán Chino 108
La Seda 118
Budismo 132
Epílogo 180
Bibliografía 184
El deseo de aventura constituye una importante manifestación del instinto del busca-
dor en el ser humano. Todo lo cual parte de la necesidad de conocimiento. Sin este
tipo de instinto poco avanzaría el hombre en su evolución.
La historia surge del ansia de saber, ningún límite se mantiene fijo pues siempre habrá
alguien que lo transgreda. En este sentido Tomas Verbik junto con otra pléyade de
ecuatorianos han rebasado las fronteras patrias, para ir por el mundo en búsqueda de
nuevos horizontes, ya sea para conquistar otras alturas como para explorar nuevos
continentes, por ejemplo el euroasiático, donde se generaron una diversidad de cultu-
ras, gracias al encuentro de variadas etnias.
Asia y Europa fueron la cuna de grandes religiones que se han expandido por el mundo:
tales los casos del budismo, el cristianismo y el islam las cuales siguen influyendo en
el espíritu moderno de manera radical. Esto a pesar de que Europa y Norte América a
partir del siglo XVII, generaron un nuevo paradigma científico de tendencia materialista.
Tomas Verbik y otros ecuatorianos como Ramiro Navarrete, Iván Vallejo, etc., siguie-
ron las huellas de los exploradores que entraron en tierras lejanas y exóticas como
buscando contactar con pueblos desconocidos para pedirles unas veces y aprender
otras, sus conocimientos sobre saberes que compartirían más tarde en sus lugares
de origen.
La Ruta de la Seda fue la obsesión de Marco Polo su padre y el hermano de éste. Tras
ellos ha estado Tomas Verbik y sus compañeros de expedición que involucraron a Gas-
tón su célebre amigo y confidente. Por cierto, una exploración no es únicamente con un
fin lucrativo, sino que también obedece a móviles espirituales. No se trata de conseguir
exclusivamente oro y marfil, porque que al igual que el alquimista, el explorador podría
decir: “nuestro oro no es el oro vulgar” (aurum nostrum nono est aurum bulgi).
En el caso que nos ocupa algunos de ellos para realizar su aventura estuvieron impul-
sados por diversos motivos por eso es que las huellas fueron de Marco Polo y otros
que iban tras el comercio y el poder pero no únicamente ellos sino que a lo mejor
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también Egeria por ejemplo una monja que a fines del siglo IV se dedicó a buscar y
explorar en tierras del Medio Oriente los lugares sagrados por los que había estado
el pueblo judío y Jesucristo fue de las primeras aventureras que desde occidente, de
España donde vivía atravesando parte de Francia, Italia y Grecia llegó hasta el Medio
oriente para continuar a Egipto; incluso aventurándose hasta las tierras de Babilonia.
Estas búsquedas son obviamente las que nos llevan a encontrarnos a nosotros mis-
mos por una parte como a sido el caso de los grandes visitantes del camino de San-
tiago y por otra a sentir una especie de iniciación, como que con esto la vida cobrara
más sentido.
En el presente libro vamos a encontrar de parte del autor grandes referencias históricas
que permite conocer especialmente a pueblos como el nuestro y otros latinoamerica-
nos, lo que fue buena parte de la historia de la baja edad media cuando precisamente
se atisbaba el Renacimiento y el contacto con lo que fueron los países de Asia y al
mismo tiempo con los documentos encontrados de la cultura griega que se dispersaron
por la destrucción reiterada de la Biblioteca de Alejandría primero en la época de Julio
César y luego cuando los árabes asaltaron esta ciudad en el siglo VII de nuestra era. Así
entonces, el poder conocer lo que ocurría con los mongoles (pueblo de la misma etnia
que los indios americanos) en la naturaleza de contactos agresivos que ellos tuvieron
con Europa, el cómo sobrevivió la cultura occidental a semejantes arremetidas apenas
si por incidentes, diríamos insignificantes, que lograron contener a esa inmensa masa
que hubiera cambiado el destino de la propia Europa y consecuentemente de Hispa-
noamérica. Pero al fin, la cultura europea siguió desarrollándose más tarde y fue por
el contrario la que ha sometido prácticamente todos los países del mundo, por el gran
impulso que la industrialización conllevó a partir del siglo XVIII.
El autor nos enseña gráficamente los lugares que visitó tanto por fotografías, como
por una pluma que narra de manera elegante y sencilla que es fácil de entender y con
ello da lecciones de historia y al mismo tiempo expresa sus vivencias. Nos presenta
las culturas, los choques que el mismo sufrió al ver manifestaciones extrañas, cos-
tumbres indudablemente exóticas que resultaban chocantes, pero de las que apren-
dió mucho. Tuvo la oportunidad de visitar templos, castillos, de encontrarse con una
orden lejana como la de los Nazaríes, conocidos por sus enemigos como hashshain
(asesinos), de visitar su castillo ya en los extremos que se acercan al mar Caspio,
donde pudo también sentir el paso de los cruzados y la arremetida de los pueblos
árabes los que a su vez eran sucedidos por otros que se convirtieron al Islam, hacien-
do de esta parte del centro del Asia uno de los lugares de mayor influencia religiosa
de Mahoma la que ha prevalecido a pesar de los siglos y los regímenes de tipo ateo.
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Tuvieron temor de entrar a Rusia y a China, eran las plenas épocas del socialismo
agresivo y autoritario. Pero al fin, lo lograron y se encontraron con la penuria que este
había generado en los últimos decenios. Los lugares eran inhóspitos, las personas
estaban alejadas del mundo como que se hallaban inmersas en tiempos pasados.
Simplemente cambiaron de amo más no pudieron variar su cultura, lo cual de todas
maneras resulta interesante para la riqueza de la civilización universal. Ahí estaban
niños barones semidesnudos, en el mismo lugar pudieron presenciar matrimonios.
Ellos fueron partícipes de algunos de estos ritos y no dejaron de correr peligros.
La experiencia de Tomas Verbik como piloto de aviación quien estuvo a cargo de una
nave, le permitió codirigir al grupo, hacer propuestas que surgían de su constate es-
tadía en el aire y de ver en la tierra cantidad de lugares verdes o desérticos por visitar.
Mientras se mantenía en el aire fantaseaba al mismo tiempo de cómo será la tierra y
por eso no tuvo ninguna duda de cuando recibió esta propuesta de integrarse a una
expedición hacerlo, muy lleno de fervor y por supuesto con el típico recelo que a de
acompañar a semejantes aventuras.
El libro constituye una de las pequeñas joyas de viaje que se ha escrito por parte de
ecuatorianos, esta es su segunda edición, esta corregida y aumentada y que será de
mayor impacto que la primera. Que ya lo fue a tal punto de inspirar artículos del nota-
ble periodista Alejandro Carrión y de la revista Vistazo en ese tiempo. En el Ecuador
donde el conocimiento de la historia universal es débil, este trabajo viene a ser una
gran contribución al que van a tener acceso muchas personas y por lo mismo mejora-
remos nuestro conocimiento de los acontecimiento históricos que ocurrieron en otros
continentes. Si bien es cierto que ya desde la época del dominio hispano los quiteños
tenían excelentes bibliotecas, la verdad es que poco se difundió de ellas para la ins-
trucción pública. En cambio este libro tiene la virtud de por su tamaño y contenido
llegar a entretener y enseñar.
Dispongámonos entonces a entrar a las mil maravillas, a través de esta puerta de las
mil y una noches que es Un Ecuatoriano en la Ruta de la Seda.
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TRAS LAS HUELLAS DE MARCO POLO Y ALEJANDRO MAGNO
* Los Polo eran mercaderes venecianos que llevaban a cabo sus transacciones comercia-
les también desde Constantinopla hacia el Medio Oriente.
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representantes del Gran Khan. Seguramente pensaban ellos,
que al haber algún grado de acercamiento con él, Venecia ten-
dría mejores posibilidades de no ser destruida por las hordas
mongolas que amenazaban Europa entonces.
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Agencias gubernamentales de turismo de algunos países que
son parte de esta red, conmemoraban los 2.000 años de su
existencia y conocedores de la iniciativa de nuestro grupo, nos
brindaban su promoción y colaboración con fines turísticos.
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Componíamos el grupo 23 personas: australianos, canadienses,
franceses, holandeses, japoneses, alemanes, neozelandeses,
norteamericanos, y yo, ecuatoriano; seis de los integrantes eran
mujeres. Como parte de la organización se nos había asignado a
cada uno un “compañero”, quien además sería en adelante nues-
tro amigo y confidente. Esperaba tener suerte y que fuera una
persona con quien yo pudiera compartir mis vivencias del viaje
y que ante todo pudiéramos cuidarnos mutuamente. Se llamaba
Gastón Petit, canadiense con acento francés de unos 50 años
de edad. La primera impresión fue grata, lo veía serio, agradable
y culto. Esperaba que hubiera simpatía entre nosotros; por mí
parte haría lo posible para lograr un acercamiento pues nos ten-
dríamos que soportar por un buen tiempo.
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actualmente como cultura. Sería un viaje al pasado como por un
“túnel del tiempo”, visitaríamos territorios habitados por persas,
macedonios, asirios, árabes, mongoles, turcos, tártaros, chinos y
uygures, transitados también por personajes famosos y viajeros
ilustres de la antigüedad como Alejandro Magno, Marco Polo,
Gengis Khan, Tamerlán, Ibn Battuta (árabe), Huang Sang (chino).
Abriríamos viejas puertas cargadas de historia e incógnitas y
que seguramente nos harían vivir situaciones, anécdotas y mo-
mentos intensos.
ESTAMBUL - TURQUÍA
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Estambul y El Bósforo (Foto: Julian Nitzsche)
La ciudad se extiende sobre los dos costados del estrecho del Bósforo, única vía de cruce desde el
Mediterráneo hacia el mar Negro y viceversa. A su vez sirve de límite geográfico entre Europa y Asia.
Así, una parte de la ciudad está del lado europeo y la otra del asiático.
Por su estratégica ubicación se estableció aquí un centro de comercio que sería reconocido por todo
el mundo antiguo. Visitado durante centurias por naves de carga procedentes de mil lugares y llenas
de especias de la India, pimienta, canela, jengibre, nuez moscada, azafrán, clavos de olor, oro de África,
gemas de Ceilán, armas, marfil, porcelana, vidrio, ámbar, pieles, madera y esclavos de los puertos del
mar Negro, granos y textiles del Mediterráneo. Los otomanos lo modernizaron llamándole “El Gran
Bazar”. Con sus 18 puertas y más de 4 mil tiendas bajo techo se negocia allí en más de 10 idiomas,
siendo posible conseguir cualquier cosa por rara que parezca. Recuerdos muy vivos me llegan de lo
que es caminar por el mercado de las especias, un verdadero regalo para los sentidos en forma de
olores y colores que encienden la imaginación y evocan lugares lejanos y exóticos.
Este fue el punto más importante de “La Ruta de la Seda”, pues barcos y caravanas de todo el mundo
conocido convergían aquí para trocar sus mercaderías y luego retornar a sus puertos de origen.
En el siglo IV de nuestra era, el emperador Constantino I decidió trasladar su capital desde Roma a
esta ciudad oriental nombrándola “La ciudad de Constantino” o “Constantinopla”. Fue Constantino
quien permitió el culto cristiano después de 300 años de persecuciones y también abolió la crucifixión
como pena.
En esta misma época de dominación romana, año 529 d.C., el emperador Justiniano se propuso cons-
truir el templo más sublime y grandioso después de la creación; se trataba de la iglesia de Santa Sofía.
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Desde dentro es tan magnificente y su cúpula tan alta que me
hizo sentir que estaba cerca del cielo.
Se dedicó este templo a la santa sabiduría (Hagia Sophia) para
que fuese algo que los cristianos nunca habían visto hasta en-
tonces. Dicen que las columnas se trajeron de Egipto, Atenas y
de templos paganos del Asia Menor. Se utilizaron los mejores
mármoles y sus paredes están llenas de mosaicos recubiertos
El Gran Bazar
con oro. El emperador no dudó en sustraer de otros templos her-
mosas esculturas y objetos de arte. De su cúpula de 32 metros
de diámetro cuelga una gigantesca lámpara con 6.000 candela-
bros cuyo peso es de 5 toneladas.
Habida cuenta, de que tiene más de 1500 años en pie, estoy se-
guro de que se trata de una de las grandes maravillas del mundo.
Dicen que en su inauguración Justiniano exclamó, ¡Salomón, te
he vencido...! -refiriéndose al templo de Salomón en Jerusalén
que contenía el “Arca de la Alianza”-.
Mercado de las Especies
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El pabellón del tesoro guarda cantidades de hermosas piezas
de oro, joyas únicas, piedras preciosas de todos los orígenes,
incluyendo diamantes descomunales, uno de ellos de 86 qui-
lates y rodeado de otros 49 diamantes. También esmeraldas y
rubíes en cantidades, gran variedad de obras de arte, orfebre-
ría china del siglo IX, porcelanas de las dinastías Sung y Ming,
obras persas, europeas y japonesas, sumando más de 10.000
piezas que los sultanes fueron adquiriendo a través del tiem-
po. Entre sus curiosidades están como reliquia la mano y el
brazo de San Juan Bautista.
Palacio de Top kapi
Estambul alcanza su máximo esplendor con “Solimán El Mag-
nífico” en el siglo XVI. Construyó su propia mezquita con ar-
quitectura similar a la de Santa Sofía aunque ligeramente más
pequeña. Su cúpula principal está a 53 metros del piso y su
diámetro es de 26 metros. En su interior hay 26 columnas de
mármol bellamente decoradas con mosaicos multicolores,
igual que los ventanales.
Mezquita Azul
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Después de recorrerla por dos días terminó nuestra visita a Es-
tambul; estábamos ansiosos por comenzar nuestro viaje. Pronto
anochecería y nos dirigimos a la estación de trenes Hydarpasa,
famosa en otra época cuando el “El Expreso de Oriente” estaba
en su época de oro y visitar Estambul era toda una aventura; via-
jar desde Londres o París tomaba 14 días, recorrido que sirvió de
inspiración y escenario para algunas novelas y películas como
Expreso de Oriente de Herman Hesse.
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Eran las 6 de la mañana, después de recorrer los primeros 450 kiló-
metros llegamos a Ankara o Angora, como se la llamaba anterior-
mente. Es la capital de Turquía desde 1923. Ha sido conquistada y
habitada por: hititas, persas, griegos (Alejandro Magno), romanos,
árabes, por el turco-mongol Tamerlán y finalmente los otomanos.
Fue aquí en Ankara donde tuvo lugar una famosa batalla entre Ta-
merlán y Bayaceto, sultán del Imperio otomano en 1402. Se dice
Recorrido inicial en tren
que en ella combatieron en forma extremadamente sangrienta casi
un millón de hombres de los dos bandos.
Más tarde, subimos a una colina para visitar los restos de un casti-
llo; es de las pocas edificaciones bizantinas que sobreviven al tiem-
po y tienen a su costado un viejo hospedaje para caravanas, dotado
Templo de Roma y de Augusto de baños turcos.
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fotos. Me comentaba que estaba escribiendo acerca de las simili-
tudes que existen entre pueblos de distintos continentes en temas
como: orfebrería, arquitectura, ritos, dioses, religiones, costumbres,
tradiciones; lo consideré interesante y concordaba con eso pues yo
había encontrado frecuentemente objetos, rasgos y costumbres
con alto grado de similitud en culturas muy distantes entre sí.
LA ANATOLIA
Capadocia
Al anochecer continuamos hacia la ciudad de Kayseri que está a 330 kilómetros de distancia; es la
capital de la Capadocia en la parte central de Turquía. Utilizábamos las noches para viajar y el día para
recorrer lugares de interés.
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Capadocia
Desde el 3000 a.C. sus habitantes han vivido aquí como las hor-
migas, pues la consistencia de la tierra es tal que les ha permi-
tido hacer excavaciones con construcciones muy bellas en su
interior. Hay comunidades enteras viviendo en subterráneos con
facilidades para subsistir. Cuentan con pozos interiores de agua
aún en uso, además de ductos de ventilación, salidas de escape
y se iluminan con lámparas de aceite. Estos pueblos descienden
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hasta 8 pisos de profundidad (60 metros), con un sistema inter-
conectado de pasadizos por los cuales pueden caminar ergui-
das tres o cuatro personas.
Existen unas 365 capillas e iglesias (una por cada día del año),
esculpidas en las entrañas de la tierra con la misma gracia de las
que se edifican afuera.
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espacioso y las entradas para las bestias de carga eran cavadas
hacia abajo. Los hombres entraban a través de una escalera”.
Nuestro viaje continuo, nos dirigimos a Kayseri antiguamente lla-
mada Cesarea o “Ciudad del César”. Data de épocas remotas y
se dice que San Pablo nació y vivió aquí, que sembró las bases
de la fe cristiana, obra que más tarde sería continuada por Basi-
lio y Gregorio de Nisa.
Kayseri, Gastón a la derecha,
yo izquierda
Gran cantidad de adultos se asolean en los parques haciendo
parte del paisaje. Me llamó mucho la atención ver a los niños
menores de 13 años completamente rapados, no conocimos la
razón de esa costumbre. La población es musulmana.
*Médrese es una escuela coránica -para nosotros un seminario-, donde se estudia y se enseña
básicamente teología, el Corán, matemáticas, ciencias, letras, astrología.
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MESOPOTAMIA
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No es difícil imaginar, que con el tiempo llegó a darse un acercamiento entre las dos especies, cuando
cachorros de lobo huérfanos o ingenuos se adentraron en territorio de humanos, en busca de alimen-
to. El hombre y el lobo terminaron aceptándose por mutua conveniencia y simbiosis elemental. El lobo
para tener con quién cazar y el hombre para tener seguridad y protección.
Nacen sistemáticamente las varias razas de perros producto de la infinita mezcla de los diferentes ti-
pos de lobos procedentes de las todas las regiones de entonces. Posteriormente el hombre domesticó
las cabras y las ovejas hace unos 12.000 años, luego las vacas y los cerdos hace alrededor de 8.000
años.
Pienso sobre todo lo que hubo de ocurrir para que el hombre pudiese llegar a ser lo que es ahora.
¿Cómo descendió de los árboles y aprendió a caminar? ¿Cómo transcurrió su adaptación a este nuevo
escenario y cómo desarrolló sus defensas, pues ya los árboles no le servían?. Se vio entonces obli-
gado a valerse de utensilios cuya fabricación le exigía movimientos coordinados de manos y dedos
cada vez mas exigentes. Fue entonces cuando el hombre se sorprendió a sí mismo pensando. Con el
tiempo y la repetición continua de este ejercicio mental fue haciendo que su cerebro se hiciera más
grande hasta alcanzar, hace unos 50 mil años, el tamaño que hoy tenemos.
En cuanto al lenguaje, se dio posiblemente cuando el uso creciente, progresivo y simultáneo de las
manos y el pensamiento dio paso también a la emisión de sonidos con significados, más adelante gru-
pos de sonidos que expresaban ideas más complejas que repetidos a través del tiempo simbolizarían
palabras y oraciones.
Comienza también el código genético a sufrir mutaciones, haciendo de los humanos una de las pocas
especies aptas para copular todo el tiempo y no solo en épocas de apareamiento como la mayoría de
las especies. En este nuevo escenario y con el acostumbramiento, la mujer encuentra cierta estabili-
dad con su “pareja” que, aparte de conseguirle alimento, la protege. Posiblemente se produce así el
origen de lo que luego llegaría a ser la familia.
A manera de comentario, pienso que el amor de pareja en aquella etapa de la evolución humana se
configuraba de forma muy diferente. El ingrediente “romántico” de amor es más reciente, seguramente
nacido de la literatura y su evolución. El matrimonio por amor apareció en la cultura occidental hace
menos de 150 años. Siempre y en todos los lugares, los matrimonios eran arreglados por las familias,
sin tener en cuenta la opinión de los futuros cónyuges. Ha tenido que pasar mucho tiempo y han debi-
do ocurrir mil cosas antes de llegar a lo que hoy conocemos como matrimonio.
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Es probable que la agricultura haya sido instituida por la mujer.
Como recolectora de alimentos, en algún momento descubrió
que las semillas que se le escapaban y caían de sus manos des-
pués de cierto tiempo las vería como pequeñas plantas, com-
prendió y aprendió a cultivarlas. El almacenamiento de semillas
y cosechas, la puso ante la necesidad de inventar los recipientes
adecuados, para lo cual debió también crearse habilidades en la
alfarería y el tejido. Es interesante cómo se las arreglaron para
hacer pan, ya que se requiere de un horno y ese es un invento
posterior; calentaban sobre el fuego dos tazones de barro, una
vez lista la masa la introducían dentro de uno de ellos, usando
el otro a manera de tapa. La cocción se llevaba a cabo en pocos
minutos.
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Es mucha la controversia que se ha suscitado alrededor del vino.
Muchas culturas se han proclamado como sus descubridoras in-
cluyendo Grecia y Egipto. Pero resulta, que también en Armenia se
encontró una cueva con una pequeña instalación para hacer vino,
que incluía una cuba para pisar uvas, recipientes para almacena-
miento y fermentación y hasta vasos. Estos vinos provenían de
uvas conocidas como Merlot y Cabernet Sauvignon. Pruebas de
carbono 14 han ubicado esta producción en los 6.000 años de anti-
Cueva hallada en Armenia para la güedad, superando en más de mil años a la más antigua conocida.
elaboración de vino, 6.000 a.C.
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En el año 3200 a.C. nacerá en Sumeria la escritura. Más tarde
los fenicios inventarán el alfabeto -las consonantes- tal como
las conocemos actualmente; posteriormente este alfabeto será
adoptado por los griegos quienes le adicionarán las vocales.
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Hace unos 100 años cuando se redescubrió la mítica ciudad de
Ur, fue hallada bajo 20 metros de sedimento, lo que dio lugar a
pensar que la inundación posiblemente producto de un diluvio,
efectivamente sí ocurrió.
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Otra tablilla muy interesante proviene de un médico, en ella
habla de las enfermedades y los remedios; cómo se preparan
según su procedencia vegetal, animal o mineral. Establece las
proporciones de los mismos y el método de mezcla. Este do-
cumento es considerado el “manual de medicina” más antiguo
que se conozca. El médico que hizo esta tablilla, se limitó exclu-
sivamente a lo científico y no a fórmulas mágicas ni hechizos
para tratar enfermedades que eran comunmente atribuídos a
demonios que se metían dentro del cuerpo de los enfermos y
que abundaban por toda Mesopotamia. En otra tablilla está la
primera fórmula que se conoce, para la elaboración de jabón con
fines medicinales.
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LOS ASIRIOS, 2000 A.C.
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en la Biblia, donde se encuentran mandatos como “no robaras”,
“no desearas a la mujer de tu prójimo”, etc.; algunos de los man-
damientos aparecen aquí.
Hay otras leyes como:
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TROYA 1400 A.C.
El oro de Troya
Aquiles, hijo del mortal Peleo y de Tetis, diosa marina, fue su-
mergido por su madre en la laguna Estigia para hacerlo inmortal.
Para ello lo tomó por el talón, haciendo que éste permaneciese
fuera del agua. De allí el dicho de “el talón de Aquiles” cuando
nos queremos referir al punto vulnerable de alguien o algo.
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Tras la protección de las murallas en la ciudad sitiada estaban los troyanos al mando del rey Príamo
y sus hijos Héctor, destacado guerrero quien estaba a cargo de la defensa y Paris quien se enamoró
de Elena y la secuestró.
Los griegos habían venido con 100 mil soldados y 10 mil naves de guerra. Debido al largo tiempo
que tomo el sitio, Aquiles, cansado, indeciso y defraudado porque Agamenón le arrebató a su queri-
da esclava Briseida, decidió abandonar la contienda. Ante esto Patroclo, amante de Aquiles, vestido
con sus armaduras se presentó ante las puertas de la ciudad y retó a Héctor a luchar. Este aceptó,
se enfrentaron y Patroclo resultó muerto en la contienda. Al enterarse Aquiles del hecho y luego de
ver muerto a su Patroclo, se presentó ante las murallas para desafiar de nuevo a Héctor.
Luego de una feroz lucha, teniendo Aquiles la inmortalidad a su favor, da muerte a Héctor y arrastra
el cadáver con su carro de guerra frente a las murallas de la ciudad, para furia de los troyanos y eu-
foria de los griegos. Impotentes, el rey Príamo y su hijo Paris contemplan la escena. Más tarde, el rey
de los troyanos pedirá la devolución de su hijo Héctor a lo cual accedió Aquiles.
Posteriormente, Paris buscará venganza y lo hace mediante un arco y lanza una flecha a Aquiles,
alcanzándolo en el talón, único lugar vulnerable de su cuerpo, herida que le resultó mortal. Caen así
los dos grandes héroes de esta epopeya.
Conocemos el final: los griegos construyen un gran caballo de madera que llenan de soldados y
lo abandonan frente a las puertas de la ciudad, simulando hacer un presente a los troyanos. Es-
tos aceptan complacidos el regalo y lo ingresan a la ciudad. Por la noche, después del festejo, los
griegos salen de su escondite, abren las puertas y permiten la entrada de los espartanos quienes
destruyen Troya a sangre y fuego.
Se dice que los pocos sobrevivientes troyanos que lograron huir llegaron por mar a Sicilia, frente a la
península itálica y que más tarde sus descendientes fundarían Roma (¿etruscos?).
El segundo libro de Homero, La Odisea, trata de los viajes de Ulises (Odiseo) de regreso de la guerra
de Troya y las aventuras que vivió mientras estuvo perdido por algún tiempo.
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LOS PERSAS 600 A.C.
En el año 559 a.C. Ciro “El Grande” era conocido así por su inte-
ligente, tolerante y estratégica manera de administrar. Comenzó
por dominar sin luchar a los Medos que ocupaban el norte de
Irán, conquistando de igual forma a Babilonia capital del mundo
de entonces. Se le recuerda también porque permitió el retorno
a Jerusalén de 40 mil judíos después de 50 años de cautiverio
en Babilonia.
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Setecientos años después de que Ramsés II tratara, Darío logra-
ría terminarlo e inaugurarlo. Presenciaría más tarde, el paso de 20
de sus navíos cargados de tesoros egipcios, de regreso a Persia.
Esta ruta unía el Indo con Persia, Arabia, el mar Rojo, Fenicia,
Jonia y el Mediterráneo, también sustituyó a las caravanas
que llegaban a Babilonia por tierra desde oriente.
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bóveda del tesoro persa. Habían también 30 mil documentos
con las constancias de los tributos. Una vez al año, venían los
administradores de todas las provincias del imperio a celebrar
el año nuevo y traían consigo sus tributos para el rey junto con
los más extravagantes regalos, incluyendo exóticos animales
africanos.
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LOS GRIEGOS 600 A.C.
Más tarde, Alejandro encuentra a la familia de Darío, les dispensa un trato real y les comenta que no
se trata de nada personal contra este, que solo está de paso en su conquista del Asia. Posteriormente,
Darío trataría de que le devolviera su familia a cambio de territorios y rescate, pero Alejandro no mani-
festó interés alguno en ello.
Sigue su marcha hacia el sur y conquista Fenicia, Canaán y Egipto. Trata de conquistar la pequeña isla
de Tiro, ciudad de fenicia situada a 800 metros frente a la costa actual del Líbano, pero sus habitantes
se niegan a rendirse confiando que sus murallas solo permiten acceso desde el mar.
Los ingenieros de Alejandro usando los restos de la antigua ciudad de Tiro ubicada en la costa, cons-
truyeron una calzada sobre un terraplén desde tierra firme hacia la isla con una pendiente tal que al
llegar quedaba a nivel con la parte superior de las murallas. Desde allí los griegos utilizaron su maqui-
naria de guerra y tras una encarnizada defensa los tirenses hicieron fracasar esta ofensiva. Decidió
entonces Alejandro comenzar otra muralla mejorada y más alta, les tomaría siete meses de paciencia
y duro trabajo. Finalmente, tras una resistencia descomunal logró someterlos. Fue tanta la ira de Ale-
jandro por la osadía de estos que asesinó a todos sus pobladores y destruyó la mitad de la ciudad.
Este sería uno de los capítulos más importantes de su campaña.
Se dirigió luego hacia Egipto donde fue bien recibido; consiguió apoyo y respaldo en su lucha contra
los persas. En la ciudad de Menfis fue vitoreado y nombrado “Faraón Alejandro”. Navegó por el río Nilo
hasta su desembocadura, aquí fundó la primera ciudad que llevaría su nombre, Alejandría, la misma
que más tarde sería famosa por su biblioteca. De las 70 ciudades que fundó, 50 recibieron su nombre.
Alejandro sabía que de regreso a Persia debería enfrentarse nuevamente a Darío y acudió sin dudarlo.
Nuevamente, fue Darío quien escogió el campo de batalla sin olvidar sus antiguos errores. La batalla
tendría lugar en la llanura de Gaugamela, muy cerca del río Tigris. Reunió a un numeroso ejército de
pueblos sometidos: árabes, partos, bactrianos, sogdianos, armenios, escitas, medos, indios y otros.
Estimaciones modernas calculan que había en total unos 250 mil soldados de a pie, 20 mil jinetes, 200
carros con hoces afiladas en sus ruedas y 15 elefantes entrenados para la guerra. También, se estima
que incluían unos 22 mil campesinos escogidos por necesidad y sin preparación militar, los cuales
huyeron cuando comenzaron a percibir su derrota. Cuarenta y siete mil soldados componían el ejército
macedonio; por la desigualdad de fuerzas y características esta batalla se ha considerado histórica-
mente como una obra maestra y la más importante de Alejandro. Viéndose nuevamente perdido Darío
logra escapar hacia Bactria, actual Afganistán, en busca de apoyo por parte de pueblos orientales más
alejados, entre éstos uno famoso por sus arqueros de a caballo.
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Recorrido de Alejandro
Con respecto a la vida sexual de Alejandro se sabe que estuvo relacionado tanto con hombres como
con mujeres. En Grecia era costumbre la relación entre hombres jóvenes o entre un hombre mayor y
un adolescente, lo cual no era mal visto. Hay que recordar que en la antigüedad la homosexualidad
tanto de barones y mujeres era de general aceptación, salvo excepciones; pero fue prohibida en la
religión judía y más tarde se buscó su erradicación definitiva con la influencia de la filosofía estoica
y el cristianismo.
Su primer amante fue Hefestión amigo y compañero de la infancia. Durante su visita a Troya hicie-
ron un sacrificio en los altares de esta ciudad en honor a sus héroes de la Ilíada, Aquiles y Patroclo.
Los admiraban, incluso se identificaban con ellos. Alejandro honró a Aquiles y Hefestion a Patroclo,
compañeros sexuales respectivamente. Otro compañero sexual y sentimental de Alejandro fue un
eunuco de gran belleza llamado Bagoas, amante también del rey persa Darío III.
En cuanto a su relación con mujeres se sabe que Alejandro se casó tres veces. La primera con la
princesa Roxana hija del Gobernador de Bactria. Luego se unió a la princesa Barsine-Estatira hija
del rey Darío III, después desposó a la princesa Parysatis hija del rey Artajerjes III. Se conocieron
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también relaciones con otras mujeres, una de ellas con una princesa hija del Gobernador de Frigia y
también con Kampaspe, su primer amor.
Alejandro fue padre al menos dos veces: su primer hijo fue Heracles, nacido de la princesa Barsine y
Alejandro IV hijo de la princesa Roxana, nacería seis meses después de la muerte de Alejandro.
Resulta interesante y difícil comprender las costumbres griegas de entonces. Temían a la sexualidad
femenina y las mujeres, sin importar su edad, eran consideradas mentalmente como menores y debían
ser acompañadas permanentemente de tutores masculinos. Se les daba el mismo trato que a cualquier
transacción comercial; se les casaba desde los 11 años solo para procrear y permanecían encerradas en
sus casas. No eran objeto de placer sexual ni de sentimientos de amor como lo conocemos hoy.
La admiración y promoción de chicos hermosos, era muy similar a lo que hoy vemos en los concursos de
belleza femeninos. Se desarrolló un culto artístico a la desnudez y se convirtió en obsesión. Los gimna-
sios estaban llenos de muchachos completamente desnudos, cultivando y embelleciendo sus cuerpos
para poder ser admirados. Se pusieron en auge los prostíbulos masculinos, también la castración de
muchachos esclavos para este fin.
El amor, la amistad y el placer sexual se daba entre varones. Esta costumbre ha perdurado por siglos
y da lugar a que muchos ejércitos sean formados por parejas de hombres que durante las batallas se
cuidaban entre si.
Se consideraba normal que los padres entregaran a sus hijos a tutores adultos para que los adoptasen
como ahijados y se convirtieran en sus convivientes, con anuencia de los padres. Era mal visto si un
adulto no había tenido al menos a un muchacho como amante. El amor en su forma más elevada era
concebido solo entre hombres y se procuraba que la relación fuera “para toda la vida”.
Alejandro conquista Babilonia y Persépolis apoderándose de sus riquezas. Se dice que hallándose en
Persépolis durante el festejo por su victoria, en medio de la euforia causada por grandes cantidades
de vino, arrojó una antorcha encendida que dio comienzo a un monumental incendio que acabó con
el enorme palacio incluyendo su biblioteca llena de documentos escritos sobre pergaminos y papiros.
Posteriormente, el mismo Alejandro lo lamentaría con gran amargura.
Empujado por su obsesión de atrapar a Darío, Alejandro se adentra en el Asia y llega a Ecbatana,
una ciudad de los Partos al sur del mar Caspio, para encontrarse con que Darío había sido asesi-
nado, poco antes de su llegada, por un general súbdito persa llamado Bessos. Este pensaba que si
permanecían leales a Darío sus provincias serían atacadas y decidieron entonces entregar a Darío
muerto. Esto provocó la ira de Alejandro y exclamo que “un rey solo puede ser muerto por otro rey”
y se dispuso a vengar su muerte.
Bessos emprendió la huida y se proclamó rey de Bactria lo cual enfureció aún más a Alejandro, lo persi-
guió y tras alcanzarlo le cortó las orejas y la nariz. Lo entregó entonces al hermano de Darío ordenándole
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que lo llevaran al lugar donde cometió el magnicidio y lo crucificaran, además que no se permitiese a los
buitres acercársele.
Posteriormente en su recorrido hacia el oriente, Alejandro tuvo que ir sometiendo una a una las siete ciu-
dades-fortaleza que habían levantado los persas con el fin de protegerse de las invasiones de los escitas
(Scythia) y de las tribus nómadas.
Cuando llega a la legendaria Maracanda, actual Samarcanda, encuentra que sus habitantes, los sogdia-
nos, un pueblo de origen iraní al mando de Oxiartes se habían revelado y atrincherado en una fortaleza
inexpugnable en lo alto de una gran colina llamada “la roca sogdiana”. Con gran esfuerzo y una importan-
te recompensa en oro, las tropas de Alejandro la escalan y someten a Oxiartes. Luego conoce a su hija,
la princesa Roxana, se enamora y más tarde se casa con ella esperando tener un heredero.
En este lugar, durante un festejo con sus tropas ocurre un incidente: Clito, compañero y guardaespaldas
desde su niñez, entra en una acalorada discusión con Alejandro, seguramente bajo el efecto de la bebida.
Le manifestaba no estar de acuerdo con el trato que da a los pueblos sometidos y que no debe ser como
a sus propias tropas. Además le increpaba diciéndole: “debes a tu padre toda la gloria que posees, de
no ser por mí, estarías muerto”. Le acusaba también de formar parte de un complot para asesinar a su
padre Filipo. Preso de cólera Alejandro tomó una lanza y mató a Clito. Fue tanto el remordimiento que
este hecho causó a Alejandro que hasta trató de suicidarse, sus hombres lo impidieron. Tres días estuvo
encerrado víctima de una fuerte depresión.
La larga temporada soportada por los soldados fuera de casa se convirtió en un problema mayor, que-
rían regresar a su patria, Alejandro no cesaba de soñar con nuevas conquistas. Ante la imposibilidad
de cruzar el Himalaya decidieron ir hacia el sur en busca del mar, encontrándose con que debían cruzar
India, lo que les obligó a librar más batallas. De ellas, una sería la más sangrienta y la que dejaría profun-
das huellas en Alejandro, fue herido de gravedad pero logró sobrevivir; también cae herido de muerte su
caballo Bucéfalo, en su honor funda en India una ciudad con su nombre.
Ante el agotamiento de su ejército por las constantes luchas, Alejandro decide regresar y comete un
enorme error al hacerlo a través del desierto que ocasiona inmensa cantidad de bajas; su número no ha
sido determinado.
Habiendo llegado a Babilonia, Hefestión, su amigo-amante cae enfermo. Nunca se supo si fue envene-
nado pero muere a los pocos días, evento que afecta mucho a Alejandro. Poco después y faltándole solo
algunos días para cumplir sus 33 años, Alejandro muere también de la misma forma.
Tras la muerte de Alejandro Magno: su madre Olimpia, su esposa Roxana, su hijo Alejandro, su amante
Barsine y su hijo Heracles fueron asesinados por orden de Casandro, hijo de uno de sus generales, quien
más tarde sería gobernador de Macedonia.
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Los territorios conquistados fueron repartidos entre sus genera-
les. Ptolomeo gobernó Egipto y se nombró rey, fundó la dinastía
Ptolemaica del período helenístico. Entre sus descendientes se
cuenta la última reina de Egipto, Cleopatra.
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LA GRAN ARMENIA
Continuamos con nuestro viaje hacia donde sale el sol. Por momen-
tos, a fuerza de mirar por las ventanas nos parece estar inmóviles
y mientras el paisaje es el que se mueve, desfilando interminable
ante nosotros. Los días son hermosos y disfrutamos de un agrada-
ble clima otoñal.
Abundancia de fruta seca Esta zona es también parte del Kurdistán, habitada y compartida
con armenios. Los kurdos han sido siempre una minoría sometida;
fueron invadidos, maltratados, perseguidos y hasta esclavizados
por sus vecinos lo que los ha obligado a replegarse a las montañas,
haciendo caso omiso de las fronteras y viviendo en el aislamien-
to. Durante toda su existencia han luchando por su independencia,
nunca han tenido paz.
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Temprano por la mañana después de desayunar nos embarcamos
rumbo a la legendaria ciudad de “Ani”, estamos impacientes por co-
nocerla. Durante el viaje comprendimos que no es fácil llegar a ella,
tanto por los 80 kilómetros de mal camino, como por los permisos
que se requieren. Después de pasar varios controles militares, in-
cluyendo una base abandonada, se nos retienen las cámaras foto-
gráficas lo que nos causa mucha desazón. Una vez que arribamos,
la primera impresión al ver las ruinas fue que debió haber sido una
ciudad importante por la grandiosidad de sus ruinas, en su tiempo
capital de Armenia. A través de su historia aquí existieron algunos
reinos y principados.
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Caminando por sus ruinas, pude apreciar restos de palacios y de
otras importantes edificaciones, muy poco queda en pie. Hubieron
aquí diez iglesias, la que mejor se ha conservado es la Catedral,
construida en el año 900, en su interior habían frescos con episo-
dios bíblicos.
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formaban parte de un grupo que próximamente realizaría un documental sobre “La Ruta
de la Seda”. Grande fue mi sorpresa cuando Gastón se dirigió a ellos en japonés, me
limité a escuchar, por supuesto. Después de cenar, durante la sobremesa y disfrutan-
do de un poco de coñac que llevaba conmigo me dirigí a Gastón tratando de que me
cuente más de sí, pues a pesar del tiempo que habíamos compartido, aún ignoraba
mucho de él. Siempre me contestaba con una media sonrisa y mantenía el mis-
terio; tampoco insistía. Con sorpresa le pregunte qué otros idiomas hablaba,
me contesto que de los importantes, el latín, que sabiéndolo, los demás que lo
tienen como su raíz, son más fáciles de aprender.
Gastón petit
Continuamos nuestra plática sobre varios temas, casi siempre acerca de lo que habíamos visto durante
el día y lo que veríamos al día siguiente. Eso se volvió costumbre y Gastón me contaba aquello que a su
criterio sería más importante para visitar en los próximos días. Nuestro tema central era la cercana entra-
da a territorio ruso, hecho que nos ponía un poco tensos.
Le hablé sobre las costumbres del Ecuador, de su clima, de sus atractivos turísticos, también le dejé saber
sobre mí, mi profesión, mi familia. Gastón seguía evitando referirse a sí mismo hasta que después de una
pausa, como pensando que el tema era delicado me preguntó que si practicaba alguna religión a lo que le
contesté que sí, que había sido criado en un hogar católico y que me consideraba como tal.
Antes de darnos las buenas noches para dormir me hizo una invitación para el día siguiente sin darme el
menor detalle, “es algo especial” me dijo, pensaba yo, quizás era su cumpleaños o de algún otro compa-
ñero, en fin solo era cuestión de esperar.
Y fue entonces cuando viví una de las experiencias más especiales del viaje. A las seis de la mañana,
como de costumbre, me desperté y aún medio dormido me dirigí afuera para asearme. Mientras lo hacía,
recordé la invitación de Gastón y al regresar con la toalla en mi cintura, noté su ausencia, no estaba, pero
sobre la mesa había tendido una toalla a manera de mantel, sobre ella había una botella de vino y dos
vasos. Sí, es su cumpleaños, pero muy temprano para celebrarlo, pensé. Al poco rato regresó trayendo un
gran pan de centeno de esos que solamente hacen los campesinos, lo dejo sobre la mesa y de su equi-
paje saco un pequeño neceser y me dijo en español ¿quieres escuchar una Misa conmigo?; me quedé
sorprendido al comienzo, pero después de pensar lo que estaba pasando le contesté que sí. Me dijo: soy
sacerdote misionero dominico, he vivido treinta años en el Asia, tal vez eso conteste a muchas de tus
preguntas, no te lo he dicho antes porque no quiero que nadie lo sepa, quisiera evitar problemas al grupo
especialmente al ingreso en la Unión Soviética.
Conmovido e incómodo por no haber podido vestirme aún, comencé a hacerlo mientras reflexionaba so-
bre la manera de decirle que no me sentía preparado para una ceremonia así, a lo cual me respondió: “no
te preocupes, Él comprenderá nuestras circunstancias”.
Celebró la misa en francés leyendo el ritual en un pequeño libro que había traído consigo. Yo miraba a
través de la ventana y no podía creer lo que me estaba sucediendo, este encuentro con Dios, en estas
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tierras y en estas circunstancias, después de que por tanto tiempo no lo había visitado en su casa. El pai-
saje lucía tan primitivo e inhóspito, como en un entorno bíblico, seguramente debido a la influencia cercana
del monte Ararat, mi tensión iba subiendo y me sentía caer preso de aquella tremenda emoción que me
embargaba. ¿Por qué -me preguntaba- tengo yo la suerte de pasar por experiencias tan especiales y vivir
situaciones con tanto significado y trascendencia?
Durante la ceremonia, Gastón tomo el pan y lo bendijo. Lo partió y me dio un pedazo yo era incapaz de com-
prender la emoción que sentía: estaba por comulgar y no recordaba cuándo lo había hecho por última vez.
Imaginaba que pecaba al recibir a Dios sin prepararme ni merecerlo, pero finalmente pensé que si Dios lle-
gaba a mí allí y en esas circunstancias, era ante todo porque Él así lo quería. Pensé en mis adentros, en mis
faltas y en lo que debía enmendar. Me comprometí a mejorar mis actos. Entre tanto, ya me había llevado a
la boca aquel pedazo de pan ofrecido por este personaje que hasta hace unos momentos era un completo
extraño. No podía masticar pues la emoción que me embargaba impedía producir saliva suficiente. Puso
un poco de vino en cada vaso y me entregó uno, consciente del valor religioso de su contenido y con la
ayuda de este, pude al fin tragar. Finalmente, llegó mi emoción al éxtasis: sentí que de mis ojos salían lágri-
mas, eran demasiado hermosas para contenerlas, pensé que así Dios conocería mis sentimientos por Él.
Era temprano y nos preparamos para regresar a Kars a tomar el tren que nos llevaría hasta la frontera
rusa. El no haber podido tomar fotografías nos contrarió. Sin embargo, durante el regreso en un pequeño
poblado alguien nos ofrece en venta algunas copias de fotos del lugar, las que gustosamente compramos.
Nos informaron de la posibilidad de requisa de libros, revistas, mapas, notas, o de cualquier cosa que las
autoridades rusas considerasen nociva, lo cual nos puso nerviosos. Continuando el recorrido, el tren nos
dejó en una estación final en la zona misma de la frontera. Aquí hicimos transbordo a un nuevo tren, donde
comienza el área soviética. El lugar estaba completamente militarizado, alambres de púas por todas partes
y guardias con perros por doquier.
Sentados cada cual donde podía en la estación, esperamos por varias horas. Cuando al fin llegó, lo aborda-
mos y cada uno buscó su sitio en un tren viejo y sucio. Cuando los militares finalmente subieron, realizaron
el chequeo, se tomaron demasiado tiempo haciendo que la tensión entre nosotros aumente. A momentos
temíamos perder la literatura que portábamos o que nuestra entrada a Rusia fuera impedida a causa de
algún motivo que desconocíamos.
El idioma se convirtió en un problema, no lográbamos comunicarnos con ellos. Ninguno hablaba inglés,
solo ruso y armenio. Eran muy jóvenes de caras frías y poco amigables, seguramente pretendían impresio-
narnos pues muy pocos extranjeros deben ir por allí, además ese lugar es como “el patio de atrás” de Rusia.
Los soldados vestían uniformes verde oliva sin insignias, todos igual, rubios, con los ojos muy claros, se
dirigían a nosotros con tonos de voz muy altos, quizá pensando que así les comprendemos mejor. Debe ser
esa la forma en que se dirigen también a la población local.
La desesperación se hizo presente y no había forma de hacerles saber que no entendíamos nada de lo
que decían y que el tono de voz en nada contribuía a mejorar la situación. Finalmente, descubrimos que
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uno de los soldados hablaba algo de polaco, idioma que coinciden-
cialmente alguien de nuestro grupo también lo hacía, así el milagro
sucedió y pudimos comunicarnos. Llegamos a creer que ni siquiera
sabían de nuestra venida. De no haber habido esta solución, no me
imagino qué habría pasado.
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A lo largo de la frontera fuimos encontrando tierras cultivadas, asentamientos urbanos, granjas y aldeas
que se alternaban con instalaciones militares. Observé en los pueblos cúpulas de iglesias ortodoxas, tal
como se ven en las nuestras, también en lo alto de los cerros uno que otro antiguo monasterio. Los techos
de las casas estaban llenos de antenas de televisión, conté hasta nueve en una sola, pensé que ese era el
número de familias que la habitan.
Cuando finalmente llegamos a Leninakan la vimos destruida por el terremoto que la demolió hace poco
tiempo. Sus edificios estaban en muy mal estado, resquebrajados y con sus vidrios rotos, la mayor parte
deshabitados. Gran cantidad de escombros habían sido amontonados por maquinaria. La gente se refu-
giaba en casas improvisadas de latón y acarreaban agua en baldes. Aún no se había iniciado la recons-
trucción.
En contraste con los niños de otros lugares que siempre venían a nuestro encuentro y nos saludaban con
sonrisas y tratando de hablar inglés, los niños de Armenia no sonreían. Parece que ni siquiera se interesan
por nosotros. Intentamos conquistarlos con algunos dulces, pero eran muy tímidos. La gente vestía de
negro y nos impresionó la falta de expresión en sus rostros.
Nos contaron que después de la catástrofe nunca llegó ninguna ayuda de los rusos, que les dejaron morir
a sus heridos y que prefirieron sepultar vivos a muchos sobrevivientes atrapados bajo los escombros,
asumiendo que cualquier esfuerzo ya sería extemporáneo. A pesar del tiempo transcurrido presenciamos
escenas de gran dolor. El pueblo armenio ha sufrido durante toda su historia y ha sido atropellado por los
países vecinos, a veces por motivos religiosos o por despojarlos de sus tierras fértiles. El final del día nos
encuentra absolutamente deprimidos. Debido a que solo estábamos de paso y era corta nuestra visita,
estaba programado que debíamos esperar unas horas al tren que nos llevaría hasta la ciudad de Tiblisi,
en Georgia. Solo que nunca llegó y nos tocó pasar la noche en la estación horriblemente fría y sin ninguna
comodidad. Los baños eran inaceptables, tampoco había agua, debimos dormir en el suelo o sobre bancas
de madera o arriba de mesas con un frío terrible; Rosanne, nuestra guía, con una encantadora sonrisa nos
decía “es parte de la aventura”.
Las autoridades militares nos dispensan generosamente su indiferencia y desidia, contrariamente a la gen-
te común que se nos acercan trayéndonos algo de pan, fruta y té caliente. En reciprocidad les obsequiamos
algunos dulces. Los armenios son muy ruidosos para hablar, usan tonos altos aún para la más simple
conversación.
Como a las cinco de la mañana por fin llegó el tren a recogernos, igual de viejo e inmundo, esperábamos
algo mejor, aunque no sé por qué. El viaje hacia Tiblisi fue muy lento, puesto que se lo hace a través de
los montes Cáucaso, empleando 12 horas para un recorrido de 250 kilómetros. Solo el hermoso paisaje
compuesto de enormes bosques, bañados con todos los colores otoñales, compensa la depresión que
sentimos. Las aldeas y cabañas que encontramos en la ruta son similares a las de tipo alpino, hechas en
madera rústica e incrustadas en valles con grandes laderas, parecen acuarelas. El camino bordea ríos cau-
dalosos y en algunas partes se forman lagunas en medio de los riscos. La República Armenia fue anexada
a la Unión Soviética a comienzos del siglo XX.
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GEORGIA
Trabajos en bronce
Por la noche e influenciados por Sofía ocho de nosotros con
nuestras “mejores galas” formamos un grupo y asistimos a la
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ópera. Para mí era la primera vez y quedé gratamente impresio-
nado; el teatro en sí realmente hermoso, la gente vestida a lo eu-
ropeo luciendo sus joyas y muchos niños inmersos disfrutando
del espectáculo.
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también era sacerdote, pero católico, aparentemente esta revela-
ción hizo que el precario acercamiento que habíamos logrado se
enfriase. Tratando de sobrellevar la situación y bajo el escrutinio
de su mirada encendimos unas velas hechas por ellos mismos
y las colocamos ante un altar, me sentía incómodo, ignoraba
cómo hacer para herir menos su susceptibilidad. En un momen-
táneo lapsus llegué incluso a dudar de si debía arrodillarme, san-
tiguarme o cómo comportarme. Al tomar consciencia de que
Monasterio Mitskheta, siglo VI, Dios estaba enfrente, la duda comenzó a disiparse y concienticé
Georgia
de que es el mismo para todos y que no tiene por qué recibir im-
pertinencias o complejos de quienes creemos en Él.
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son los más antiguos del mundo con 8000 años de antigüedad.
Compramos un par de botellas y se iba haciendo costumbre.
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el año 1.009 convirtió a 20.000 turcos al cristianismo. Para cuando los mongoles impusieron su
hegemonía en el Asia Central, el nestorianismo ya se había propagado entre estos pueblos.
Al final de la exposición de Gastón, entramos a topar un tema que lo considero muy interesante y
que nos cuenta detalles de los tratos entre mongoles y cristianos que desconocemos.
Conocedor del poder de los mongoles, el Papa Inocencio IV (siglo XIII, época del viaje de Marco
Polo), con gran visión envía como embajadores, algunos misioneros franciscanos a las cortes de
los Khanes mongoles manifestándoles su derecho de ser el sucesor de San Pedro y exhortándoles
para que aceptasen su autoridad, mientras les reprendía por la destrucción de dos reinos católi-
cos, Hungría y Polonia.
El Khan Kuyuk replicó entonces al Papa que sí ellos eran poderosos era porque Dios los protegía y
que quien debía jurar lealtad era el mismo Papa. De no ser así, lo considerarían enemigo y que sus
planes de conquistar Europa eran inminentes.
Hay un episodio sorprendente en estas guerras: los mongoles al mando de Hulagu, nieto de Gen-
gis Khan, en su avance hacia occidente y sabiendo que el imperio musulmán era grande y pode-
roso, buscaron una alianza con los cristianos. Entre las tentativas para lograr este acuerdo hay
una carta enviada por el Khan Arghun a Felipe IV rey de Francia y parte de su contenido dice: << tú
me mandaste a decir: cuando las tropas de Il khan marchen contra Egipto, partiremos de aquí para
unirnos a ellas. Aprobamos tu mensaje y agregamos que, confiados en Dios, partiremos a fines de
la última luna de invierno del año de la Pantera y que hacia el 15 de la primera luna de primavera
acamparemos frente a Damasco. Si cumples fielmente tu palabra, enviando tus tropas en la época
y al lugar determinados y sí con la ayuda de Dios tomamos Jerusalén, nosotros te la daremos >>.
Es de suponer que de llevarse a cabo esta alianza las probabilidades de éxito hubieran sido bue-
nas y con ello el curso de la historia hubiera sido diferente, no solo por la recuperación de Tierra
Santa por parte de los europeos sino que habría significado el fin del dominio islámico en aquel
tiempo. Cabe entonces imaginar: cómo habría sido nuestra historia si el predominio hubiese sido
de los mongoles.
Supongo que para los europeos, el solo hecho de pensar en ir a reunirse con ellos, debió darles
muchas malas noches, llenas de sudores fríos, conociendo su aterradora fama de guerreros san-
guinarios, crueles y temidos por mucho tiempo en Europa.
Debido a problemas en el Cáucaso, los mongoles tuvieron que retirarse parcialmente de su cam-
paña contra Egipto. Se vio también limitado su avance por lo árido del terreno y la falta de pastos
para sus caballos, lo que permitió a los musulmanes pensar en un contraataque, aún dudando de
sus posibilidades de éxito. Se produce aquí un hecho sin precedentes: ahora son los musulmanes
quienes solicitan ayuda a los cruzados para atravesar sus territorios y llegar a enfrentarse con los
mongoles, pacto que los cruzados aceptan autorizados por el Papa Alejandro.
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En 1259 los mongoles bajo el mando de Hulago toman Alepo y Damasco. Un año más tarde, avanzan
hasta un sitio cerca de Nazaret donde se enfrentan con 20 mil mamelucos de Egipto, al mando del
General Baybars. En un enfrentamiento sin precedentes se produce la derrota del ejército mongol.
Mesopotamia y Persia, sin embargo, permanecerían aún bajo su dominio. Pagarían muy caro los cru-
zados este permiso para cruzar sus territorios: los musulmanes a su regreso después de vencer a los
mongoles, los asesinaron.
Más tarde y a pesar de estos sucesos, continúan las conversaciones entre cristianos y mongoles,
buscando obtener una alianza para desplazar a los mahometanos de Palestina. Llegan a Inglaterra en
1277 seis delegados mongoles en representación del khan, con quienes no se llega a ningún acuerdo
perdiéndose con ello la esperanza de recuperar los lugares santos. Además de Londres ésta delega-
ción visitó también París y Roma.
Unos 100 años antes de estos acontecimientos, (siglo XII), circuló por todas las cortes europeas
una carta. En ella se podía deducir que se trataba de un rey-sacerdote que aseguraba gobernar
un inmenso territorio con gran poder, virtud y riqueza inigualable, incluyendo un famoso espejo a
través del cual podía ver todas sus provincias; estaba ubicado dentro de las Tres Indias Orientales,
conformaba una sociedad perfecta (utópica), regida por leyes divinas, contrarias a las decadentes
europeas de entonces.
Se especulaba que era cristiano nestoriano y desendiente de los Reyes Magos. Ubicado en algún
lugar de Oriente y que sería por siglos venideros conocido como el “Preste Juan”.
Dentro de este reyno habitaban todo tipo de animales y seres mitológicos, abundancia de alimen-
tos, especias, oro, piedras preciosas y gran variedad de vegetales. Además de su opulenta corte
compuesta por cristianos de mucha fe, sus habitantes desconocían el vicio y el pecado.
El Preste les comunicaba en esta carta que después de derrotar a los persas bajaría hasta Tierra
Santa con un formidable ejército para ayudar a los cruzados europeos a liberar el Santo Sepulcro
del yugo musulmán. Esto fue recibido en las cortes europeas con mucho beneplácito y esperanza.
Se enviaron expediciones desde Europa por tierra y mar a: Persia, Asia Central, India, Egipto y África
con el fin de encontrarlo pero resultaron infructuosas y consecuentemente decepcionantes. A pesar
de todo y con el transcurrir del tiempo la cristiandad nunca perdió la esperanza, confiaban en su exis-
tencia y que eventualmente aparecería en su ayuda.
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Continuando con nuestro viaje hacia el Oriente, encontré que las emisoras europeas ya no se
escuchaban (onda corta). La radio Nacional de España tampoco, no oiría nada en español por al-
gunas semanas. Debió ser porque habíamos recorrido una buena distancia en el interior de Asia.
Solo se sintonizaban emisoras árabes, rusas y otras en idiomas difíciles de identificar. Lamenté
no haber traído conmigo algunos casetes con música en español, creía que no tendría tiempo para
escucharlos, fue lo que más tuve. Resultó afortunado, sin embargo, el haber traído caramelos,
chocolates, coñac y algunas otras golosinas que me ayudaron a hacer más llevadero el viaje. Me
sirven además para intercambiar con compañeros del grupo.
No nos falta a Gastón y a mí el champagne. Nos pesa pero lo disfrutamos a plenitud. Algunos
compañeros nos hacen bromas porque durante los recorridos largos tomamos vino o champagne
en vez de agua.
Le comenté a Gastón que para este viaje me he preparado durante dos años leyendo unos treinta
libros sobre temas relacionados con lo que encontraría en el trayecto. Con una leve sonrisa Gas-
tón me dijo que no está mal, pero que debería leer aún más; me preguntó: cuántos libros hay en
tu biblioteca, le contesté que alrededor de tres cientos, al formularle yo la misma pregunta me
respondió: que unos tres mil.
En cuanto a las comidas hemos debido adaptarnos a los diferentes “platos típicos” de cada zona,
concientes de que en cada lugar nos ofrecían lo mejor que tenían. A veces resultaba un sufrimien-
to ingerirlos a pesar de que venían altamente recomendados. Ciertos compañeros se enfermaron
del estómago y no llegaron a recuperarse completamente, ni con nuestros medicamentos ni con
medicina local. No sabíamos cómo se pondrían las cosas más adelante con climas más severos.
Por lo que a mi concierne, hasta ahora me había ido bien, aunque faltaban muchos platos típicos
por probar.
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AZERBAIYÁN - LA TIERRA DEL FUEGO ETERNO
Fue un punto importante para el comercio en la Ruta de la Seda. Templo del Fuego Baku, antigua Persia
Era famosa porque aquí se recogía aceite negro (petróleo) a
flor de tierra y se llevaba en camellos en todas las direcciones
y para una infinidad de aplicaciones. Lo hizo el mismo Marco
Polo quien lo describe como “aceite no comestible, usado para
alumbrar por la noche y para afecciones de la piel de hombres
y animales”. Se encontraban por doquier charcos de petróleo al
alcance de la mano. Dicen aquí, que este fue el primer país del
mundo en producir y exportar petróleo. Los rusos fueron los pri-
meros en descubrirlo y no tardaron en invadir y anexar este terri-
torio a sus estados.
Los países europeos se vieron obligados a llegar a un acuerdo con la Unión Soviética para que se les
permitiese explotar sus yacimientos. Británicos, franceses, suizos, alemanes, belgas, estadouniden-
ses y suecos se presentaron a sacar petroleo en Bakú. Con el paso del tiempo la ciudad fue creciendo
y se fueron construyendo grandes edificaciones cada una con características según la nacionalidad
de sus propietarios, naciendo así una feroz competencia por el derroche.
Se trajeron arquitectos de todas partes. Aún se pueden ver grandes residencias y palacetes con el
sello característico de sus dueños. Encontramos muy agradable el caminar frente a ellos y admirarlos
a pesar de que hacen contraste entre sí pues no guardan armonía alguna. Se dice que el poder econó-
mico y la ostentación fueron tan grandes que esta ciudad llegó a ser comparada con Paris.
Fue aquí donde empresarios europeos como los Rothschild dueños de la mitad de la economía del
mundo y Alfred Nobel que más tarde inventaría la dinamita, tuvieron concesiones petroleras e hicieron
fortuna. Alfred Nobel utilizó este dinero para crear el premio que lleva su nombre “Nobel”, ofrecido a
personas que se distinguieran en: Literatura, Fisiología o Medicina, Física, Química y de la Paz.
A partir de 1917 con la implantación del comunismo en la Unión Soviética, todas estas construcciones
e infraestructura fueron ocupadas por familias rusas.
Fuimos a conocer un templo famoso llamado Surakhani o “Templo del Fuego” construido en el siglo
VII por gente que adoraba el fuego, originaria de la India; era su centro de peregrinación. Durante siglos
ha ardido desde el suelo de manera ininterrumpida (gas natural). Marco Polo nos habla de “algunas de
ellas siempre encendidas, sirven como faros en las noches del desierto”. También se dice que fue des-
de aquí, Bakú (antigua Persia) que parieron tres reyes en busca de un profeta recién nacido en Judea.
Al lado de este templo hay un caravasar o posada donde llegaban a descansar las caravanas de mer-
caderes junto con sus animales. Aprovechaban para vender e intercambiar sus mercaderías, reabas-
tecerse de agua, alimentos o cambiar sus animales por otros más frescos, antes de continuar el viaje.
La parte antigua de la ciudad está amurallada y hay una torre del siglo XII llamada “La Torre de la
Doncella”, nombre relacionado con la leyenda de una hermosa mujer que estaba comprometida con
el hombre que amaba. Atraído por su belleza, el Emir de la ciudad la quiso tomar por esposa siendo
rechazado en todos sus intentos. La mujer condicionó finalmente su pedido a un imposible: se debía
construir una torre tan alta que superara a todas las de la región. Ante esta demanda el Emir empren-
dió su edificación sacrificando mucho tiempo y dinero. Viendo ella comprometida su palabra y sin más
alternativa, decidió lanzarse desde lo alto dando a la torre su nombre y convirtiéndose en una de las
leyendas de esta ciudad.
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En la parte vieja hay un antiguo palacio persa junto a bazares,
mercados, baños de vapor, mezquitas y minaretes que aún se
conservan. Normalmente, estos lugares tienen todos las mismas
características: son edificaciones de dos pisos con patios inte-
riores donde hay algún pozo de agua. A orillas del mar Caspio es-
tamos en la fuente misma del caviar y lo sirven generosamente,
en los dos días que permanecimos aquí completé mi ración para
una década, también encontramos vinos de excelente calidad.
Comerciantes persas
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TURKMENISTAN - PERSIA ORIENTAL
Se sabe que fue en estas planicies donde hace unos 4 mil años
vagaban manadas de caballos salvajes y que tribus nómadas del
lugar lograron domesticarlos por primera vez.
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mello bactriano o de doble joroba oriundo de estas regiones.
Algunos siglos más tarde surgieron los estribos, las botas de
cuero o felpa en reemplazo de las sandalias, las herraduras,
etc. También fueron aquí ideados los pantalones de montar
que sustituyeron a las túnicas y a otras vestiduras sueltas
usadas en lugares cálidos. Esta prenda de vestir se difundió
en todas las direcciones del globo conservando una forma
Doma del caballo primitivo muy similar a la que hoy tenemos. Para el año 1500 a.C., ya
se usaban en el mundo antiguo: griegos, egipcios, hindúes,
chinos y en casi todas las culturas del lejano oriente.
Ropa interior y pantalón, 3.200 a.C. Seguimos…, esto es interminable. Detalles topográficos que
(Foto: Inst. Arqueólogico Berlín) en un comienzo apenas se ven sobresalir en el horizonte, van
haciéndose cada vez más grandes hasta que al pasar junto a
ellos comprobamos que son de gran tamaño, para luego em-
pequeñecerse y perderse de vista hasta desaparecer. No hay
un solo árbol hasta donde alcanzamos a ver. Tampoco hay
agua, ni rastro de vida animal o de ninguna clase.
68
un oasis en el que pasaremos la noche. La temperatura des-
ciende y se hace más agradable. Nos repartimos entre algunas
de las casas para dormir; después de asearnos y descansar
un poco nos reuniremos para comer. Durante la cena observo
y deduzco que carne es lo único que nos pueden ofrecer, luce
como de cabra pero resulta que es camello, huele muy bien.
Nos dicen que mientras más tierno, es mejor, lo pruebo, no
está mal, me gusta, y lo comemos aunque con algo de recelo.
Otros compañeros prefieren no hacerlo.
Camellos en el desierto
Por la noche nos invaden nubes de mosquitos y nos dan un
descanso inolvidable; al estar en medio del desierto no está-
bamos preparados con ningún tipo de repelente, quién se lo
hubiera imaginado. Para entretenernos un poco y con buen
humor, contamos algunos chistes; el mío resultó el mejor y se
podían oír las risas por todo el lugar: a un tipo que pierde una
mano los doctores le injertan una nueva, pero de mujer. Con el
pasar de los días y en una de las visitas de control el médico
le pregunta: ¿cómo le va con su nueva mano?, a lo que el res-
ponde: todo bien doctor, lo único es que después de orinar no
me quiere soltar… Vestimentas persas
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dan una leyenda que no puedo dejar de comentar. Se trata de la
inexpugnable fortaleza de Alamut (nido de águilas), famosa por
haber sido la sede de los “asesinos” de la secta ismailí de los ni-
zaríes. Marco Polo relata su paso por aquí y nos cuenta acerca de
este lugar, era el nido de los hashshain (de la droga hachís), pala-
bra que ha dado origen en nuestro idioma al vocablo “asesinos”.
Debían su fama a la práctica del homicidio selectivo, (sicariato) y
aterrorizaron durante mucho tiempo a Persia y Siria.
70
hasta los cimientos; dicen que inclusive destruyeron su gran bi-
blioteca.
71
po; más tarde serían absorbidos por los persas. Siempre fue un
misterio hasta que comenzaron las excavaciones y se hallaron
entre sus ruinas importantes piezas de arte helenístico: esfinges
de mármol, vasos de marfil con bordes decorados con imágenes
persas y mitológicas de indescriptible belleza y un sinnúmero de
objetos altamente sofisticados para su época.
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una leyenda sobre la llamada “Legión Perdida de Crassus”. Se perdió su rastro entre la realidad y la
leyenda; se volvería hablar de ellos en crónicas chinas datadas en el año 36 a.C. (20 años más tarde
de los hechos).
Un historiador chino afirma haber descubierto el destino final de estos legionarios en «una ciudad
romana en la antigua China». Narra incluso cómo un destacamento del ejército en su frontera occi-
dental se enfrentó a los hunos cerca de Tashkent y del río Oxus en Bactria; junto a ellos a un extraño
destacamento de soldados veteranos muy disciplinados y protegidos por una fortaleza de madera
de forma rectangular. Describía cómo entraban en combate perfectamente organizados «alineados
y desplegados en una formación como de escamas de pescado», en la que los soldados se protegen
unos a otros formando con los escudos una especie de coraza. Se trataba nada menos que de la
formación “Testudo” o tortuga, por su semejanza a la concha protectora de este animal, una táctica
netamente romana.
Nuevamente fueron hechos prisioneros unos mil extranjeros y llevados a China cerca del desierto
del Gobi. Este lugar fue “Liquian”, nombrado en idioma chino que quería decir “legión”, en referencia
al ejército romano. Más tarde sería renombrada como “la ciudad de los cautivos” o también como un
pueblo romano en la antigua China.
Era gente de ojos azules y verdes, cabellos rizados de color castaño y rojizo, narices aguileñas y gran
estatura en comparación con la de los nativos. En sus cementerios se hallaron también evidencias
de costumbres romanas en la forma de sepultar a sus muertos. Más tarde Marco Antonio volvió a
enfrentar a los partos repitiendo el mismo error al mando de cien mil legionarios. Perdió treinta y
cinco mil de ellos con terribles consecuencias. Humillado huyó a Egipto a refugiarse en los brazos
de Cleopatra.
Fue aquí donde a las legiones romanas, al oriente de la Mesopotamia, les llamó mucho la atención
ver los estandartes de guerra de colores tornasolados, extremadamente llamativos, que exhibían
los partos. Era la seda, posiblemente siendo vista por primera vez. A partir de entonces los romanos
fueron los más importantes compradores de este producto.
Una parte de la Ruta de la Seda cruzaba por territorio parto, estos se involucraron en su control, “pro-
tegiendo” las caravanas a su paso y se beneficiaban del cobro de impuestos de los productos que
transitaban: gemas, metales preciosos, porcelana, jade, alfombras, especias, estatuas de bronce,
frutas secas, sal, aceite de oliva, seda, etc., siendo ésta la que finalmente dio el nombre a esta ruta.
Llama mucho mí atención encontrar muchas zonas con gran cantidad de pequeños montículos (to-
las) de diferentes tamaños. Alguien del grupo dice que deben ser antiguos cementerios, quizá mon-
goles. Nos acercamos al una vez centro del imperio mongol. Samarcanda fue una importante ciudad
ubicada en el medio de este imperio, desde la cual se organizaron nuevas conquistas hacia el sur,
(India) y occidente, (Europa). Siento enorme deseo de conocerla.
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Estábamos entonces al norte de Irán y Afganistán. Hemos co-
menzado a ver una ave muy parecida al colibrí o a la golondrina
pero unas tres veces más grande, con bellos colores tornasola-
dos entre los que predomina el verde. También hay gran cantidad
de palomas y tórtolas conviviendo entre sí, produciendo un sin-
gular cruce: tórtolas con el plumaje de la cabeza de las palomas
y viceversa.
Tolas de posibles cementerios
Después de viajar por muchas horas encontramos unas viejas y
destruidas murallas de alguna ciudad antigua, son un misterio.
Solo sabíamos que Alejandro de Macedonia sostuvo aquí algu-
nos enfrentamientos contra los persas en su paso hacia la In-
dia. Son algunos kilómetros de edificaciones bastante derruidas,
muy cerca unas de otras. Seguramente se trata de las mismas
que después de ser destruidas consecutivamente, iban siendo
reedificadas al lado.
Viejas murallas destruídas
Nos detuvimos para conocer una de ellas, al parecer la más an-
tigua. Solo quedaba la tierra de lo que fue una gran muralla. Te-
nía aproximadamente veinte metros de alto y su perímetro es
de unos 10 kilómetros. En su interior, una segunda muralla que
protegía a la ciudad en si. Finalmente, el guía local nos revela que
se trata de la ciudad de Merv.
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te enviados a Mongolia y algunos niños que más tarde fueron
vendidos como esclavos.
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Antiguas monedas griegas, romanas y chinas adquiridas a un muchacho pastor
A mí regreso les enseñé a mis compañeros mi nueva adquisición, todos las miraron y analizaron, se
sorprendieron gratamente, alguno exclamó que es una suerte haberlas encontrado; alguien comentó: se-
guramente las perdieron los mismo soldados de Alejandro. Con respecto a las monedas chinas se veían
en verdad muy antiguas pero nadie se atrevió a emitir criterio. Había una aparentemente romana, alguien
dijo que no puede ser de otro origen que de los soldados de la “Legión perdida de Crassus” que fueron
traídos como prisioneros desde la alta Mesopotamia (batalla de Carrhae), quienes serían eventualmente
llevados hasta China.
Es curioso ver cómo a medida que avanzamos la gente va cambiando su vestuario, su música, los ins-
trumentos musicales, los bailes, los idiomas o dialectos y hasta sus hábitos de vida. Nos dirigíamos
al sur, hacia la frontera con Afganistán. Habíamos sido invitados a un pequeño pueblo y nos harían un
homenaje.
Esta región fue famosa por sus caballos y Marco Polo los alaba en sus escritos. Dice que se llaman
“Akhaltekin”, muy difíciles de conseguir a ningún precio. Eran utilizados entre otras cosas para la práctica
de un juego que se lleva a cabo en un campo muy amplio. Nos invitaron a jugar y algunos de nosotros
aceptamos. Era una especie de polo; ellos lo llamaban “buzkashi”, también se lo conoció como “Polo
Afgano”. Se originó en una tribu del Himalaya llamada los Manipuris, nombre que deriva de la palabra
tibetana “pulu”. Yo sabía que los persas ya lo jugaban hace mil años como entrenamiento militar y bajo
el nombre de “chaugan”.
Había gran cantidad de jugadores y ningún distintivo entre ellos para saber a qué equipo pertenecían.
También dos sitios designados para meter el gol, uno en cada extremo del campo a más o menos qui-
nientos metros de distancia. Los dos equipos tratan de meter goles siempre a caballo. La pelota era
un pesadísimo cordero sin cabeza que debía acarrearse en la mano o sobre las piernas.
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Para comenzar el juego hay que recoger el cordero del suelo,
-obvio, nosotros solo mirábamos-. Una vez que alguien consigue
hacerlo no sin antes ser golpeado y atropellado por los caballos
de sus oponentes comienza formalmente el juego. Todos tratan
de quitar el cordero a quien lo tiene haciendo todo tipo de tram-
pas y mañas, inclusive tratando de tirarlo de su caballo para no
dejarle avanzar. Sus compañeros lo protegen a todo galope lo
mejor que pueden hasta que logre llegar al otro extremo del cam-
Cetreros
po y dejar el cordero en un sitio designado. Es entonces cuando
se ha anotado un gol.
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por evitarme el palazo, sino también porque mi admiradora era
una mujer de muchos kilos y pocos dientes.
Jugando polo Fue aquí donde tuvimos nuestro primer incidente. “Big George”,
un compañero norteamericano, sufrió una caída en condiciones
que no se determinaron. El hecho fue que su cadera resultó dislo-
cada, comenzando así su largo viacrucis. No había forma alguna
de ayudarle y las medicinas convencionales que llevábamos con
nosotros para controlar el dolor no fueron suficientes. Tampoco
contábamos con asistencia médica. Se decidió entonces pedir
ayuda a un destacamento militar del área, solicitando que nos fa-
cilitasen un helicóptero, pero nos lo negaron. Así que no hubo más
que prepararle una camilla en uno de los jeeps, de la forma más
confortable posible, valiéndonos de cojines de aire que algunos de
nosotros habíamos llevado para el viaje.
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urbano cuando Alejandro la conquistó. En el 1200 lo hizo Gengis
Khan, según las crónicas su población era de unos setecientos
mil habitantes. En el 1.300 la tomó Tamerlán. Gengis Khan llevó
a cabo allí una matanza, que en Afganistán se recuerda como un
muy triste episodio, al ser toda su población asesinada; se dice
que solo 16 personas sobrevivieron. Según crónicas de esa épo-
ca, Gengis Khan dijo que traía el “Castigo de Dios”. Sus ejércitos
eran tan numerosos que parecían hormigas o nubes de langostas. (Foto: guerrerosdelahistoria.com)
Sus guerreros eran muy valientes, no temían a la muerte y jamás
se cansaban; dormían sobre sus cabalgaduras sin conocer lo que
era huir o retirarse.
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UZBEKISTÁN
En el trayecto hacia Bukhara pudimos apreciar grandes cultivos de algodón que parecían campos
nevados. Era la época de la cosecha y los patios lucían como montañas con nieve. Cuando Marco
Polo regresó a Europa conto que en China “la lana de borrego también crecía en ciertas plantas”
(algodón) nunca le creyeron.
Llegamos a una población llamada Tschard que está a orillas del río Amu-Daria, antiguo Oxus, vie-
ne de la cordillera del Hidu-kush, parte del Himalaya a nuestra derecha. Entramos aquí a la Repú-
blica de Uzbekistán. La gran variedad de frutas que encontramos, muchas de ellas desconocidas,
nos proporcionan momentos agradables.
Bukhara es una ciudad con una historia novelesca y de gran riqueza arquitectónica. Aquí se ha-
bla el uzbeko; originalmente fue un oasis y llegó a ser muy importante cuando formaba parte del
imperio persa. Conquistada y gobernada por Alejandro, Gengis Khan, y Tamerlán; fue un centro
cultural y religioso importante en el Asia Central. Su nombre proviene de “vikara”, el prototipo de
médrese o monasterio, existían allí hasta comienzos de este siglo 364 mezquitas y 109 medreses.
Además fue considerada punto clave en “La Ruta de la Seda”, aquí convergían rutas procedentes
de Rusia, India, China y Europa. A inicios del siglo VIII los árabes invadieron estos territorios y
trajeron consigo el islam desplazando al budismo y reduciéndolo únicamente al Tíbet y Japón.
Hay en la ciudad un hermoso y antiguo edificio de 700 años, con estructuras de grandes dimen-
siones hechas en madera muy trabajada, llamado “La Corte”.
El cristianismo oriental también estuvo presente aquí y llegó a su esplendor en los siglos IX y
X bajo la dinastía persa del rey Samán, cuya tumba es una de las edificaciones más antiguas
de Bukhara. Bajo esta dinastía se construyó una muralla de doce kilómetros de largo, con once
puertas para proteger la ciudad, la misma que ha sido destruida y reconstruida varias veces. La
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La Corte Fuerte del Arco
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Un segundo oficial inglés llegó a Bukhara un año más tarde
para tratar de obtener la libertad de Stoddart. Se trataba del
capitán Arthur Connolly oficial de la inteligencia británica.
Este segundo enviado corrió con la misma suerte, pues tam-
bién fue encerrado en el mismo agujero. Dado que el Emir no
había recibido ningún mensaje directo de la Reina Victoria,
en 1842 ordenó que ambos prisioneros fueran sacados del
agujero y decapitados en la plaza pública usada para el co-
mercio de esclavos, frente a la fortaleza. Más tarde, un tercer
emisario del imperio inglés llegaría a Bukhara. Se trataba de
un cura cuya vestimenta causó tanta risa al Emir que le per-
donó la vida.
“Último Emir Uzbeco”
Esta historia es parte de lo que a comienzos del 1900 fuera
llamado “El Gran Juego” (The Great Game). Trataba sobre la
rivalidad y pugna por la hegemonía del Asia Central entre el
Imperio Inglés y la Rusia Imperial. Ambos estados pensaban
que si en un comienzo sus fronteras estaban distantes, aho-
ra, luego de sus expansiones se habían acercado tanto que
los británicos temían que los rusos pudiesen incluso atacar
y apoderarse de la India. Rudyard Kipling escritor inglés de la
época, popularizó este “Gran Juego” con sus novelas “Kim”
publicada en 1901 y “El hombre que pudo ser rey”.
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TÍBET
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Molinos de oración Mujeres tibetanas
(Foto: Younghusband, 1863 - 1942)
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En el segundo Bardo o etapa intermedia, la persona es atraída fuertemente por una gran luz blan-
ca, cegadora y acogedora; una vez frente a ella ya no querrá regresar. Comienza aquí un recorrido
inicial por lugares llenos de deidades buenas que le provocan tentaciones para desviarle de su
camino.
Luego atravesará otros lugares, esta vez con deidades furiosas y violentas que le producirán mie-
do e inducirán también a que pierda el camino. Estas son representadas en las pinturas de los
templos en forma de diablos y se espera que la persona las reconozca cuando se encuentre con
ellas; (la costumbre de meditar de los tibetanos involucra en gran parte una preparación que le
ayudará a reconocer estas situaciones para no perderse y poder continuar hacia la iluminación).
Finalmente, se enfrentará con la última y más importante deidad, es la que representa la propia
muerte. En estas circunstancias, si escucha los cantos del Lama que le guían desde afuera -con el
Libro Tibetano de los Muertos en sus manos-, podrá evitar enfrentarse con ella. Si no puede evitar
este encuentro, será esta deidad, -muerte-, quien juzgue sus actos (karma) sopesándolos e influ-
yendo en su próxima reencarnación, ya sea en otra persona o en algún animal de nivel inferior. Si
son mujeres lo deseable es reencarnar en el cuerpo de un hombre y si son hombres, en un monje.
Al llegar al tercer Bardo o etapa final se encontrará (invisiblemente), en un lugar lleno de erotismo
y sensualidad donde yacen varias parejas realizando actos sexuales, de entre los cuales podrá
escoger a sus futuros padres y será engendrado producto del acto sexual. Este bardo finaliza
cuando el niño ve por primera vez una luz blanca y fuerte al nacer. Es el comienzo de una nueva
vida y parte de la “Rueda de la Existencia”.
“El Libro Tibetano de los Muertos”, llamado también “El Libro Perdido de los Muertos” es exclusi-
vamente tibetano y fue escrito en el año 800 por un santo indio que dio comienzo a esta fe aquí.
Tíbet paso de ser un país militar a ser el más espiritual de todos los pueblos. Este libro perma-
neció oculto para occidente hasta 1919. Es uno de los pocos escritos sobre el mayor misterio
de la humanidad, “la muerte” y “la vida después de la muerte”, con instrucciones de qué vamos a
encontrar en el más allá y cómo debemos actuar.
El proceso fúnebre en el Tíbet dura hasta una semana y lleva inalterado por más de seis siglos. El
cadáver, antes de ser transportado por sus familiares, es fracturada la columna vertebral, seguida-
mente lo doblan entre piernas y brazos, lo atan y lo envuelven. Luego lo llevan a un sitio donde un
descuartizador de cadáveres se hace cargo. Procede a despedazarlo cortando la mayor cantidad
de piel posible para facilitar su consumo, luego mediante un silbato llama a los buitres.
Finalmente, los huesos son entregados a sus familiares quienes los pulverizan con un martillo
grande, incluyendo el cráneo, al mismo tiempo que las aves pelean por su contenido interior.
Este rito les toma una hora y lo llaman “funeral celeste”. Esta costumbre la practican debido a que
el suelo generalmente es muy duro y frío para enterrarlo y porque no hay madera para su crema-
ción.
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Destaco aquí lo que un monje franciscano llamado Guillermo
de Rubruck en 1253, -pocos años antes de Marco Polo- en-
viado como embajador por el rey Luis IX de Francia a la corte
de los mongoles en Karakorum, capital de este imperio y con
respecto a estas costumbres tibetanas del funeral celeste nos
dice: “anteriormente tenían la costumbre de comerse a sus
muertos y que sus estómagos era el mejor sepulcro para sus
seres queridos” (tomado del libro “Contemporaries of Marco
Polo” pag. 117 ).
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rior existe un olor peculiar proveniente de las mezclas de pro-
ductos; seguramente ha tenido el mismo olor y ambiente por
centurias.
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IBN BATTUTA, EL VIAJERO MÁS FAMOSO.
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imagen de Cristo. Luego de permanecer por un mes en esta ciudad, retornó a Astracán. Continúa hacia el
Oriente y cruza mares muy lejanos como el Caspio y Aral, considerados entonces “tierra de las tinieblas”,
llegaría luego recorriendo la Ruta de la Seda hasta Bukhara y Samarcanda. Cruzó Afganistán y los pasos
del Himalaya hasta encontrar el río Indo y por él, hasta India. Allí consiguió que el Sultán de Delhi le nom-
brara juez y se quedó a vivir ocho años.
Durante su estadía en India nos relata que presenció horrorizado durante la cremación de un cadáver, que
la viuda se arrojó a la pira para que su familia alcanzara fama y honra mediante este “acto de lealtad”. Más
tarde el Sultán de Delhi le pidió que le representara como embajador ante el imperio mongol en China y
que tendría que viajar a ese país. Este viaje por mar y tierra terminaría en desastre debido a un huracán y al
hundimiento del barco que los llevaba. Perdió sus recursos y casi le costó la vida.
Vagó por el sur de la India, Ceilán y las islas Maldivas donde pasó varios meses desempeñándose como
juez. En cierta ocasión tuvo que ordenar la amputación de la mano de un hindú, por ladrón. También nos
comenta que en las islas Maldivas disfrutó de muchos placeres gastronómicos y sexuales: «durante un
año y medio que estuve allí, tuve cuatro mujeres, aparte de las esclavas [...]». Se sabe que durante sus via-
jes se casó nueve veces y que tuvo infinidad de concubinas.
Más tarde cuando el espíritu aventurero volvió a apoderarse de él, reemprendería su viaje a China, visitando
Burma, Bengala, Sumatra, con penosas experiencias y hasta asaltado y robado por piratas del mar Índico;
finalmente llego a Cantón.
Recorrió la costa oriental de China, paso por Hangzhou donde nos relata de la majestuosidad de esta her-
mosa ciudad (de la cual Marco Polo fue gobernador por 3 años), luego prosiguió hasta Pekín. En 1346 deja
China y regresa a La Meca. Retornó vía marítima por el sur de la India, el golfo Pérsico y luego por tierra a
través de Siria y Egipto. A su paso por Siria se encontró con la peste negra, nos cuenta con lujo de detalles
sobre los efectos catastróficos de esta plaga y como pudo escapar de ella: “purgándome de la fiebre con
una infusión de hojas de tamarindo”.
En 1349 decidió dejar Arabia y retornar a su tierra, Fez, capital de Marruecos. Una vez en Fez, un año más
tarde cruzó el estrecho de Gibraltar y llegó hasta el Reino de Granada donde visitó Marbella y Málaga.
En 1353 decidió ir desde Marruecos hasta Sudán en el centro de África, formando parte de una caravana,
viajó a través del desierto del Sahara hasta el temido Reino de Mali, territorios de negros antropófagos y
completamente desconocidos, en la parte oeste del África central. Dos años más tarde retornaría a Ma-
rruecos vía Timbuktú.
Al volver en 1355 Ibn Battuta recibió del sultán de Maruecos el pedido de recopilar por escrito las experien-
cias de sus viajes. La obra se tituló “Rihla”, que quiere decir «El viaje». El texto fue dictado por Ibn Battuta a
un poeta granadino que había conocido tiempo atrás; requeriría de un gran esfuerzo mental recordar acon-
tecimientos y experirencias de sus viajes ocurridos durante 30 años, debido al extravío de sus cuadernos
de notas en Bukhara. Moriría en el año de 1368 a los 64 años de edad.
91
SAMARKANDA
Samarcanda en tiempo En el siglo XI esta área fue invadida por los árabes y con ellos
de Gengis Khan llego el Islam. Se elaboraron aquí las primeras copias del Corán,
escritos sobre piel.
“Vendedor de agua˝
Entre las crueldades de Tamerlán y que se hizo costumbre, es que (Foto: P. Gorski 1863)
usaba las cabezas de sus enemigos para formar pirámides en los
caminos y a la entrada de los pueblos para escarmiento. Otra anéc-
dota cruel es acerca del desprecio que le tenía a los camellos y que
se relatan en el siguiente episodio: “los ataron con fardos de hierba
seca y les prendieron fuego. Los camellos con el fuego en sus gibas
corrieron por las calles, enloquecidos en su agonía, fueron prendien-
do fuego a la ciudad hasta que cayeron desplomados”.
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Plaza Registan, Samarcanda
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“Fiesta en Samarcanda” Yo en mausoleos
V. Vereshchagin 1842-1904
Otra hermosa mezquita llamada “Bibi-Khanim”, fue edificada en 1399 para conmemorar su campa-
ña en India. Ordenó que debía ser superior a cualquier otra que él hubiera conocido. Se usaron en
su interior grandes cantidades de piedras preciosas traídas en elefantes desde India junto con el
resto del botín. Fue la más grande y hermosa del Asia Central y del mundo musulmán.
Dos minaretes de 50 metros de alto constituían la entrada principal. Bibi-khanim fue una hermosa
mujer de origen chino y la preferida de Tamerlán. Durante su ausencia de dos años por la campaña
en India, tratando de complacer a su esposo tomo a cargo la construcción para lo que contrató
a artistas, constructores, pintores y arquitectos de occidente. Un joven arquitecto se enamoró de
ella, al ser rechazado en sus intentos amorosos pidió que tan solo le permitiera darle un beso en
la mejilla de otra manera no terminaría la obra. Ante este chantaje accedió al pedido, pero tal fue
su mala suerte que quedó una marca que no se borró y que tampoco pudo ocultar a su esposo
cuando regresó. Tamerlán ordenó que ejecutaran al arquitecto y se dice que ella se salvó porque
descendía de la familia de Gengis Khan a quien debía mucho respeto. Tamerlán ordenó que en
adelante, para evitar tentaciones, todas las mujeres debían usar velo.
El tema de las costumbres musulmanas aplicadas a sus mujeres siempre me a llamado la aten-
ción. Gastón nos comenta que durante los primeros siglos después de la muerte de Jesús, el
cristianismo se expandió por el mundo sin ninguna otra religión importante con quien competir a
excepción del mitraísmo practicada por el imperio romano de entonces y de gran similitud al cris-
tianismo. Samarcanda la encuentro espectacular, me siento privilegiado de estar aquí.
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EL ISLAM
En el año 570 de nuestra era, en Arabia apareció un pastor huérfano de seis años de edad llamado Ma-
homa, criado por su tío. En su pueblo convivió con judíos y cristianos que seguramente le sembraron
las bases que en el futuro le influenciaran para sacar sus propias conclusiones con respecto a su fe.
Fue conductor de caravanas y analfabeto, nada especial en el comienzo de su vida. Posteriormente al
cumplir veinte y cinco años trabajó para una viuda rica llamada Kadisha, quince años mayor, con quien
contrajo matrimonio y procreó cuatro hijas; también mejoró su posición social. Luego se casará con
otras doce mujeres, nueve de ellas al mismo tiempo y tendrá más hijos.
A los 49 años se retiró a una cueva en el desierto, se dice que fue el Arcángel Gabriel quien le revelo “el
llamado de Alá”, (dios en Árabe) y así empezó su carrera religiosa. Aprendió a leer y escribir para poder
propagar su doctrina. Se manifestó como profeta, igual que Jesús, Abraham, Moisés y proclamó al
Dios de los judíos y cristianos como el verdadero. Decía que Dios confió la Ley a Moisés, el Evangelio
a Jesús y a Mahoma el Corán.
Hasta los 51 años de edad vivió en La Meca, predicó sus nuevas ideas entre la gente pobre lo que le
convirtió en una amenaza para el orden establecido y fue objeto de persecuciones que le obligaron
a huir. El 16 de julio del año 622 se refugió en Medina tomándose este hecho y fecha como punto de
partida y nacimiento del Islam.
En Medina tuvo discrepancias con la comunidad judía, con respecto a la interpretación de las escri-
turas lo que le forzó a implantar sus propias ideas y con ello comenzarían a formarse nuevos segui-
dores. Se convirtió en jefe religioso, político y militar; comenzó una campaña de hostigamiento a La
Meca hasta llegar a conquistarla. Esto será llamado “Jihad” o “Guerra Santa”.
En épocas preislámicas en algún lugar de esta ciudad había un templo (Kaaba) de veneración pagana
compuesta por 360 ídolos, también una pequeña piedra negra pulida que se dice cayo del cielo (me-
teorito), en la época de Adan y Eva. La Kaaba en sí es un templo de piedra en forma de cubo, supues-
tamente construido por Adan y reconstruido por Abraham y su hijo. Esta piedra negra entregó el Angel
Gabriel a Abrahm por lo que se convirtió en reliquia musulmana; se la llamaría “Piedra Angular”, según
ellos tiene poderes sobrenaturales.
Su “retiro” a meditar fue de 15 años en los cuales estudió las reformas religiosas y sociales que habían
que realizar en la nación árabe. Se dice que aprendió y fue fuertemente influenciado por el nestorianis-
mo; estudió el Antiguo y el Nuevo Testamento y procedió a formar su propia secta llamada mahome-
tana; en un comienzo inclusive se pensó que eran cristianos.
En el siglo VIII el Islam se propaga con una velocidad asombrosa por toda la Mesopotamia, Egipto,
el norte de África e inclusive España y desplaza al cristianismo en lugares tradicionales como Jeru-
salén y Damasco. En el reino persa sustituye a la religión que había existido allí por más de mil años.
Se difundió de la misma manera hacia el interior de Asia llegando a ser la más importante. En lo que
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respecta a sus creencias, confían que hay cielo e infierno; en la resurrección de los muertos y que sere-
mos juzgados por Dios en el juicio final. Sostienen que el destino o la suerte de cada individuo está ya
escrito antes de nacer en “El Gran Libro de Dios”, por eso es que frecuentemente se los escucha decir:
“es voluntad de Dios”, “está escrito”.
Son cinco sus principales prácticas religiosas: la primera, recitar su credo, “no hay mas Dios que Alá
y Mahoma es su profeta”; la segunda, orar a Dios cinco veces al día (con la cara hacia la Meca): al
amanecer, al medio día, antes y después de ponerse el sol y en la noche. la tercera, el ayuno durante el
Ramadán; no pueden comer desde la salida hasta la puesta del sol. La cuarta dar limosna. La quinta
peregrinar a La Meca por lo menos una vez en la vida.
Son prohibidas las bebidas alcohólicas, el juego de asar y persuaden a que el mejor lugar para morir
es el campo de batalla. En lo que respecta al matrimonio pueden tener hasta cuatro esposas. Se dice
que esto se debe a que producto de tantas guerras el sexo masculino escaseaba de una manera alar-
mante. Así pues, tuvieron que adaptar la religión a sus necesidades y como consecuencia los hombres
tienen este privilegio.
Es interesante anotar que el Islam no tiene clero. Cada mezquita tiene su “Imán” que es el encargado
de dirigir las plegarias, este no es sacerdote ni mucho menos; es reemplazable y en principio lo puede
hacer cualquier musulmán. A los que llaman a orar desde lo alto de las mezquitas se les llama “mue-
cines”.
Al morir Mahoma no tuvo a un barón como heredero, debido a esto estallaron disputas por la sucesión
y recayó en su yerno Abú Bakr, convirtiéndose así en el primer sucesor y califa.
La razón por qué no van las mujeres a las mezquitas es que al estar de rodillas e inclinarse como lo
hacen los varones, provocarían muchas distracciones y malos pensamientos a los hombres.
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KAZAKHSTÁN
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Por la noche, a pedido de Rosanne y Cecilia compañeras del grupo fuimos a lo que se podría decir:
una discoteca. Deduzco que es algo nuevo que quieren implementar al estilo occidental. Como equipo
de sonido utilizan una radio portátil con volumen exagerado y la música completamente distorsiona-
da; a pesar de todo, lo muestran con orgullo como diciendo nosotros también tenemos discotecas.
Vimos de cerca las costumbres de las parejas al bailar, no lo hacen juntos, ellas bailan solas y aprecia-
mos su sensualidad observando el movimiento de las manos, la cadera y el cuello; solo se me ocurrió
que era herencia de las antiguas bailarinas de harén.
Ocurrió aquí un episodio desagradable. No habíamos dado importancia al hecho de que con gran
persistencia Rosanne y Cecilia eran objeto de disputa para los bailes por parte de algunos varones del
lugar, el problema aparece debido al consumo de licor. Algunos de ellos quieren pelear con nosotros,
seguramente para poder quedarse con ellas; por suerte el encargado del local se da cuenta y rápida-
mente llama a alguna autoridad (no hay policía como en occidente) quienes aparecieron al poco rato
y se los llevaron; la discoteca se cerró inmediatamente y nosotros pudimos regresar sin nada que
lamentar.
Me empezaba a preocupar el exceso de moneda local que cambié, no he gastado mayor cosa, no
encuentro nada que valga la pena comprar. Eran grandes las distancias que recorríamos, quería-
mos cambio. Esperábamos que en los días que faltaban para llegar a China encontraríamos algo
interesante.
Viajamos por varios días por sectores montañosos, vemos innumerables pueblos y pequeñas aldeas
de yurtas en los valles. Yurtas son viviendas de los nativos o campesinos del Asia Central y Oriental.
Son de fieltro muy grueso, con una sola entrada, como cortina pesada. Tienen estructura de tiras de
madera en los costados que se cruzan en diagonal y en el centro usan una madera más fuerte para
sostener el techo. Allí mismo esta la cocina que mantiene la temperatura interior agradable, aunque
llena de humo que de a poco sale por un orificio de la parte superior. Por el mismo orificio entra algo de
luz. El piso, a excepción del centro, que es donde se encuentra el fuego, esta completamente cubierto
de alfombras y pieles de yac.
Durante las noches compartimos con ellos su tiempo y sus comidas, aunque no entendemos lo
que nos dicen, la pasamos muy bien. Nos comunicamos algunas veces a través del guía que nos
acompaña.
Pronto llegaremos a la ciudad de Alma Ata, será la ultima ciudad grande en esta parte de Asia Central
antes de cruzar la cordillera del Himalaya.
Alma Ata resultó ser más bonita de lo que esperábamos, es capital de la República de Kazajistán.
Contrasta con lo que hemos visto hasta ahora, es moderna y con buen gusto. Situada al pie de mon-
tañas nevadas y con un paisaje acogedor; sus calles y avenidas están llenas de hermosos álamos y
amplios parques, monumentos bien escogidos y un contraste armónico de lo antiguo con lo moderno,
me gustó.
100
Visitamos el museo etnográfico, encontramos nuevamente otro
antecesor del violín, parece que este instrumento proviene de
las estepas y fue conocido por aquí desde hace muchos siglos.
Admiramos vestimentas y armamento de los antiguos guerreros
que habitaron este país, algunos de ellos de oro puro.
101
LAS MONTAÑAS CELESTIALES DEL TIAN SHAN
103
Tian Shan, Himalaya
104
tes y ponía alegría en el grupo. Definitivamente, es lo que vimos
y vivimos, lo que compensa lo duro del viaje.
Luego nos permitieron continuar -en los mismos vehículos- en Tashkurgan, Torre de Piedra,
esta tierra de nadie por algunos kilómetros más hasta llegar al entrada al Turkestan
otro lado; al fin la frontera China. La cruzamos a pie, cada uno (Foto: China Information Center)
105
China
dos a un banquete.
107
e instrumentos autóctonos, nos forzaron a bailar con ellos, nos vestían con parte de sus prendas,
una velada agradable.
El banquete fue tan exuberante que duró algunas horas; todos teníamos hambre y comenzamos a
comer lo que sería una cena que jamás olvidaríamos. En las mesas había gran variedad de salsas,
condimentos agridulces y picantes para mezclar con los diferentes platos, logrando sabores, para
nosotros exóticos. Un ejército de chicas elegantemente vestidas con trajes típicos comenzaron a
desfilar con fuentes exquisitamente decoradas; nos sirvieron: aletas de tiburón, nidos de pájaros,
asado de siervo o venado, huevos de paloma y de pato, variados tipos de carne blanca cocidas en
licor de arroz, sangre de cabeza de pato, pollo preparado de muchas maneras, igualmente lechón
y cordero, brotes tiernos de bambú, una gran variedad de carnes de todos los colores y que era
mejor no preguntar. Producto de la excitación y la exuberancia algunos del grupo comenzaron a
bromear diciendo que tal plato era: carne de reptil, de perro, de patas de oso, etc., produciéndonos
una risa nerviosa generalizada.
Un plato que sobresalió por lo exótico y delicado fue un pescado entero, según nos dicen, coci-
nado de dentro hacia afuera por medio de vapor y que tomaba algunas horas hacerlo, un manjar.
Cada fuente que nos servían, creíamos que era la última, especialmente después de que nos traían
comida dulce, pero no era así, seguían llegando otra vez los de sal y después otra vez de dulce o
agridulce y así sucesivamente, parecía que nunca acaba. Al final nos sirvieron variedad de frutas
en almíbar. Yo llegué a contar 20 fuentes de comida para cada mesa, preparada con la mayor ex-
quisitez y buen gusto. Para tranquilidad de mi conciencia solamente llegue hasta la numero once.
La población no es toda china, veo otros tipos de rasgos, predominan los mongoloides, debe ser
la mezcla de uygures, mongoles, cazacos, tártaros, chinos y quien sabe que otras razas.
Fue codiciado por todos los que por aquí pasaron, es muy buena para el pastoreo. Esta ruta
seguían las caravanas para cruzar la cordillera del Himalaya por el sector del Tian Shan. En el año
de 1246 (30 años antes que Marco Polo), pasaron por aquí unos misioneros franciscanos, Piano
Carpini y Odorico de Pordenone, como enviados papales para visitar al Khan mongol; en el siglo
siguiente Richard de Burgundy y cinco frailes que transitaban también por aquí en igual misión,
fueron asesinados por musulmanes fanáticos; hay una iglesia con su nombre para conmemorar
este acontecimiento en Almalik.
108
A Xingiang se la conoce con el nombre de la región autónoma de
los Uygurs; la encuentro hermosa. Se ven inmensos prados y pas-
tores nómadas con sus rebaños de animales y sus características
yurtas. Estamos aún cerca de la cordillera y los ríos que cruza-
mos son producto de los deshielos; se forman pequeños vados
de agua cristalina y provoca bañarse pero es muy fría; nos confor-
mamos con tomar fotos y cuando hay un poco de tiempo, remojar
los pies. Esta pequeña y alejada ciudad de Yining se fundó para
alojar tropas y fue también destino de exilados y convictos por
mucho tiempo. Nos dice el guía que los últimos en llegar fueron
70 mil mongoles budistas, procedentes de Rusia en calidad de re- Nativos de Xingiang
fugiados.
109
castigos muy crueles. Los uygures han luchado por su indepen-
dencia desde entonces.
110
calor, mucho más que la madera y que permanece encendida
aún a la mañana siguiente”.“La usan para cocinar, para calentar
sus casas y para calentar agua para bañarse. Debido a esta fac-
ilidad se bañan hasta tres veces por semana y en invierno casi a
diario. La gente pudiente tiene baños privados en sus casas. Si
solo dependiera de leña, debido a la gran cantidad de habitantes,
no fuera esto posible”.
En otro episodio Marco Polo relata que cuando atravesaban Mercado venta de carbón
el Himalaya con su padre y su tío, él cayo enfermo y tuvo que
convivir por varias semanas con la gente de una aldea hasta re-
cuperar su salud. Se sorprendió cuando vio que las prendas de
vestir de esta gente eran lavadas no con agua, si no, tirándolas
al fuego, (asbesto). Recordé haber leído en alguna parte que
Aristóteles y Plinio el Viejo las mencionan, como prendas de ve-
stir elaboradas con lana de salamandra que míticamente nacía
y vivía en el fuego. También de la existencia en el Vaticano de
un paño de este material que pertenecía a algún Papa y que se
consideraba sagrado porque se había usado para secar el su-
dor de Cristo, razón por la que hasta podía ser lanzado al fuego
y salir intacto. Durante su permanencia en esta aldea Marco ob-
servó que los hilos de los cuales se fabricaban estas prendas
eran obtenidos de unos minerales que después de separarlos
mediante molido, lavado y secado, los usaban para hacer te-
jidos. Para blanquearlas las tiraban al fuego por un tiempo y
salían impecablemente claras. (tela de asbesto). Cuando contó Vestido de asbesto
esto en Europa, tampoco se le dio crédito.
111
Otra anécdota nos cuenta que una vez un afamado delincuente
fue apresado, le desnudaron y le clavaron los pies y las manos
con estacas de madera en medio de un patio. Luego procedieron
a atarle un balde metálico en su estómago con una rata dentro
y dejarle durante todo el día a merced del sol. El calor dentro del
balde hace que la rata busque una salida a través del estomago
del delincuente, el mismo que muere desangrado. La justicia
china por costumbre a sido increíblemente cruel.
Panadero El aroma que emana el pan o “nan” como lo llaman, es muy agrad-
able; lo elaboran en hornos de barro construidos en las aceras.
Son de harina y tienen forma de platos. Una vez listos para hor-
nearlos los introducen con la mano de forma rápida y los dejan
pegados en las paredes interiores del horno. Para sacarlos estan-
do aún muy calientes, usan una varilla metálica con un gancho en
la punta. Calientes saben bien. También pude ver como hacen en
la calle los tradicionales tallarines: después de preparar la masa,
elaboran un pedazo cilíndrico de más o menos cinco centímetros
Pan pita de grueso por unos treinta de largo, empiezan a balancear esta
masa hasta alcanzar el doble de largo, aspergean harina y unen
las puntas, sostenida de los dos costados balancean nuevamente
y la estiran al mismo tiempo hasta alcanzar el doble de longitud,
vuelven a aspergear harina y a unir las puntas, repitiendo la mis-
ma operación por algún número de veces hasta que se logra los
espaguetis como si fueran hechos en máquina. Aquí se hacían
tallarines 1.000 años antes que en Italia.
Tienda naturista Otra forma curiosa de ahorrar energía es al cocinar: las ollas
son diseñadas para ponerlas una sobre otra para aprovechar el
calor proveniente del recipiente de abajo y así sucesivamente
por varios pisos.
112
DESIERTOS DE GOBI Y TAKLAMAKÁN
Continuamos hacia el oriente. Nos encontramos en terrenos cada vez más áridos; estamos llegando al
borde del desierto llamado “Taklamakan”, tristemente famoso para los viajeros de “La Ruta de la Seda”
y que más adelante haré alguna mención de ellos. También llamado el desierto de la muerte en idioma
mongol del cual proviene este nombre que significa: “una vez que entras ya no podrás salir”.
Nos dirigimos hacia una depresión geográfica que hay en esta zona, se llama Turfán o Hami; esta a unos
200 metros bajo el nivel del mar; es la segunda depresión después del mar Muerto en Israel. El ambiente
es completamente hostil. Después de viajar todo el día estamos finalmente llegando al oasis de Turfán,
esta anocheciendo.
Este lugar fue llamado “La Brillante Perla de La Ruta de la Seda” y también, “Tierra de Fuego” por el inten-
so calor. Dicen que en verano llega muy cerca de los 50 grados y nunca menos de 30. En contraste, por la
noche en invierno la temperatura baja hasta 20 grados bajo cero, obviamente sin nieve. En tiempo de las
caravanas para viajar preferiblemente lo hacían por la noche, cuando el sol declinaba. De aquí extraían
cierto tipo de colorante para la fabricación de las famosas vajillas de porcelana chinas, blancas y azules
(dinastía Ming).
La mayoría étnica de esta zona siguen siendo los uygures. Nos causa risa y sorprende ver a los niños
de corta edad vestir sus pequeños pantalones con un corte peculiar. Tienen abierto la parte de atrás de
sus asentaderas o sea que se sientan directamente sobre sus nalgas. Debe ser por motivos de higiene,
pues acá no hay pañales, lo mismo la parte delantera con el pajarito (pene) a la vista, así juegan y pasan
el día con sus compañeros, sin dar la menor importancia a que muchos de nosotros nos dedicamos a
tomarles fotos.
Mientras caminamos por el pueblo bordeando el mercado, observamos la vida diaria de la gente; en
media calle y pegados unos a otros están estacionadas cantidad de carretas con sus burros, caballos
o camellos, cuyos propietarios expenden: comida instantánea con todo tipo de carnes, incluyendo los
olorosos kebabs; los panaderos con sus hornos en las veredas preparando manualmente “pasta al ins-
tante”; los carniceros con sus carnes colgadas de ganchos llenas de moscas; para pesar sus productos
usan una tira de madera con unas muescas y una piedra al otro lado como contrapeso, el plato donde
pesan yace colgado de una piola. Los peluqueros y barberos con sus asientos en media calle, haciendo a
sus clientes vehementes masajes faciales con sus manos y cuyos burros los “parquean” como si fueran
vehículos, al lado mismo de las sillas; ¡ah! me olvidaba, aparte del corte de cabello, también en el mismo
precio incluye el recorte de los pelos dentro de las orejas y de las fosas nasales.
A propósito de los barberos, mientras caminábamos, Rosanne con una especie de sonrisa nos pregunta
que si sabíamos que hasta hace poco eran llamados “barberos-cirujanos”, por alguna razón todos los
que le escuchamos fuimos también contagiados por su sonrisa. Después de mirarnos, coincidimos que
en la antigüedad las barberías eran puntos de reuniones sociales para los hombres y que los barberos
no solo se dedicaban al corte de pelo y barba sino que el pueblo acudía a ellos en busca de sus servicios
113
para cirugías menores, incluyendo extracciones dentales, fractu-
ras y amputaciones. Se llamaban barberos–cirujanos porque en
algún momento en la Europa medieval los cirujanos fueron re-
chazados por los médicos, por considerarlos de menor categoría
académica; se tuvieron que asociar con los barberos para no caer
en el olvido. Como anestesia usaban el alcohol, la adormidera, el
opio, la coca y el cannabis.
Hay una costumbre en este pueblo: tejen cuerdas sobre las calles
para que los viñedos se crucen de un lado al otro cubriendo com-
pletamente y dando la impresión, desde lejos, de una alfombra
verde. Hay mucha sombra y un ambiente fresco, lleno de fruta,
paradisiaco.
114
credos que aprendieron a convivir armoniosamente: budistas, mu-
sulmanes, maniqueistas y nestorianos. Se desarrollaron en lo ar-
tístico, cultural y religioso. Esta combinación de factores hizo que
aquí se llevaran a cabo traducciones de gran cantidad de libros a
los más diversos idiomas.
Desde hace dos mil años por esta zona del turkestan atravesaba Casas de secado de uvas
la gran Ruta comercial de la Seda que se extendía desde China
hasta Roma y formaban parte también: Persia, Siria, Turquía, India,
Arabia, Rusia, etc., los cuales facilitaron el nacimiento y desarrollo
de ciudades y culturas importantes y de las que sabemos muy
poco; mientras en Europa, a excepción de Roma y Atenas, no exis-
tían sino pequeños pueblos y aldeas y en América asentamientos
indígenas.
Nativo
El comercio de las especias era un negocio en extremo lucrativo
solo accesible para gente pudiente y poderosa. Su precio era el
mismo que el oro; un saco de pimienta tenía el valor del salario
de un obrero equivalente a toda su vida de trabajo; llegó a usar-
se como moneda y se la comercializaba contando grano a grano.
Aprendieron que las especias conservaban mejor los alimentos y
115
por más tiempo, además que camuflaba el mal sabor de las comi-
das mal conservadas, dándole un nuevo sazón agradable. Ante-
riormente en Europa, solo se conservaban los alimentos mediante
ahumado y salado.
Cuando Cristóbal Colón obtuvo una copia del libro de Marco Polo,
encontró la información que necesitaba, incluyendo la de Japón,
que le convencieron que para llegar a oriente se podría hacerlo
también navegando hacia occidente. Pero tuvo que inventar una
Libro de Colón de Los Viajes M. Polo
Notas al margen de Colón estrategia con respecto a la distancia para que aceptaran y auspi-
ciaran su proyecto. De todas maneras, subestimó excesivamente
el verdadero recorrido (desde la época de los griegos ya se sabía
que el mundo era redondo y tenía un perímetro de 40.000 Km.).
Cuando tocó tierra, pensó que había llegado a las Indias Orienta-
les, (mar de la India); sin saberlo, llegó a América y murió creyendo
que era Asia. Más tarde sería Magallanes quien llegaría al Oriente
por esa ruta, circunnavegando el globo.
Colón hizo del libro de Marco Polo, su libro de cabecera. Están sus
anotaciones al margen del mismo. Estaba también obsesionado
por encontrar el Jardín del Edén y el árbol cuya fruta proporcio-
naba la vida eterna, manifiesta que los encontró en Venezuela y
murió convencido de ello.
116
Después del descubrimiento de América y las dificultades por
conseguir las especias de Oriente, los gustos de los europeos co-
menzaron a cambiar, al aparecer nuevos sabores y estimulantes,
las reemplazarían en parte, estas fueron: café, azúcar, chocolate,
té y tabaco.
117
LA SEDA
Una vez hervidos los capullos por unos minutos, con la ayuda
de una red de hilo del tamaño de un pañuelo, la van sumergiendo
por entre los capullos y van “pescando” las puntas de los hilos
hasta lograr cierta cantidad que una vez unidas adquieren un
grosor manejable. Ésta punta más gruesa la pasan a través de
un orificio y luego hacia una rueda de madera -como de un metro
de diámetro- que la giran con la mano, así los van lentamente
halando desde el recipiente con agua hirviendo. La técnica es sa-
ber tensar el hilo adecuadamente para luego poder trabajarlo. De
esta rueda pasan directamente a un pequeño mecanismo que va
envolviendo y formando madejas.
Este sistema se llama “Kariz” o “qanats”, fue ideado por los per-
sas desde el año 1000 a.C., luego se popularizó y lo usan mu- Jiaohe año 100 a.C.
chos países de esta parte de Asia, incluyendo China y Egipto.
119
Es la única forma de hacer llegar agua desde las montañas hasta el desierto sin que se evapore, dando
vida y permitiendo al asentamiento humano y de la agricultura. El costo humano para su construcción
ha sido muy alto; sus trabajadores eran considerados una casta especial porque su vida era corta de-
bido a que morían sofocados o aplastados y recibían por este motivo un tratamiento especial: comida
de primera, inmunidad ante la ley, disponían de un número alto de mujeres que se las iban pasando
de unos a otros cuando morían. Solo los herederos podían pertenecer a esta casta por orden del rey.
Viajamos por algunas horas, no habíamos visto ni una sola nube desde hace varios días. El sol pegaba
muy fuerte y el calor sofocante; el viento que era por una parte bien recibido, por otra, levanta polvo
que al ser tan fino, quedaba en suspensión, de tal forma que parecía talco amarillento y nos acompañó
todo el tiempo; no sé si era sensación pero parecía que magnifica los rayos del sol y aumentaba la
temperatura, además absorbía la luz.
Nueve puertas dan acceso al interior y tres murallas rodean la ciudad; la principal tiene 11 metros
de alto, 12 de grueso y 6 kilómetros de perímetro, que protegía la ciudad externa, la segunda muralla
protegía la ciudad interna, y la tercera el palacio del rey. Aún permanecen en pie gran parte de ellas; se
ven restos de sus construcciones y edificios importantes, aunque es poco lo que queda. Fue un gran
centro budista y llegó a tener entre 30 a 40 monasterios. Gran parte de la ciudad fue construida y ha-
bitada cavando en el subsuelo debido al excesivo calor. Aquí pasó algunos meses un famoso Monje
budista viajero chino Xuan Zang de quien hablaré luego.
El arqueólogo alemán Albert von Le Coq junto con su ayudante Teodoro Bartus realizaron aquí sor-
prendentes descubrimientos, entre los que se cuentan: esculturas, frescos, hermosos mosaicos, ma-
nuscritos en chino, uygur, tibetano, sánscrito y que fueron a parar al museo de Berlín. Muchos fres-
120
cos de esta ciudad han sido destruidos por los campesinos del
área; descubrieron que los pigmentos utilizados en ellos, eran un
excelente fertilizante para sus tierras. Los trabajos de madera
con todo tipo de tallados y gravados que eran parte de las cons-
trucciones sirvieron de leña. Finalmente, cuando los musulma-
nes llegaron, destruyeron los trabajos que quedaban con formas
humanas y de animales, junto con todo lo que creían podían ser
blasfemos. La ciudad en estas condiciones y en medio de este
ambiente hostil, prácticamente regresó a ser desierto.
Ruinas de ciudad de Gaochang,
siglo I a.C.
Se destaca un fresco en el que se puede ver a un hombre con au-
reola rodeado de sus discípulos; se trata de “Manes”. Este fue un
príncipe persa (215-276 d.C) y se le atribuye ser el fundador del
maniqueísmo, que basa su doctrina en el principio de la luz y de
la obscuridad. Sería por lo tanto la única imagen de él, que existe
en el mundo. Vivió en Babel (Babilonia), pero debido a la perse-
cución de que fue objeto, tuvo que refugiarse en Samarcanda.
Finalmente fue ejecutado por herejía y sus seguidores huyeron,
unos a Oriente, otros a Occidente, aquí estos personajes llama-
dos también gnósticos se convirtieron en bogomillos (herejes),
en la península de los Balcanes y cátaros en el sur de Francia
(Occitania), todos ellos esparciendo esta doctrina.
121
Habíamos caminado mucho con Gastón por entre subsuelos,
ruinas de viviendas, templos semidestruidos, restos de todo tipo;
el ambiente es especial y hay una fuerte sensación de presencia,
como si estuviera habitada.
122
Las Cuevas de los Mil Budas, Bezeklik
En 1905, cuando Le Coq llegó hasta aquí, estaban casi todas ta-
padas con arena, lo que las había conservado excelentemente.
Es interesante su relato tomado de su libro: “Tesoros enterrados
en el Turquestán Chino”, (“Buried Treasures of Chinese Turkes-
Las Cuevas de los Mil Budas
tan”); de cómo fue que halló estos antiguos tesoros: “tratando de
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avanzar por angostos senderos completamente llenos de arena compacta del desierto que cierran el
paso, mientras desalojaba la arena con mis manos, como si fuera magia comencé a ver esplendidas
pinturas en colores tan frescas que parecerían que el pintor las acababa de pintar...”, “a medida que
íbamos quitando la arena de este lugar, encontramos quince murales gigantes de trece pies de alto, de
Buda de diferentes periodos…”; este es uno de los pocos templos cuyos murales han sido completa-
mente removidos y llevados a Berlín. Están ricamente decorados, representan culturas indo-europeas,
persas, hindúes, chinas y turcas, muchos de ellos con episodios de la vida de buda, junto con criaturas
mitológicas, demonios, monjes, etc..
Le Coq y Bartus extrajeron las mejores obras, en piezas según el procedimiento que utilizan, las em-
pacaron adecuadamente y las enviaron a Europa; el viaje tomaba 20 meses. Se sabe que durante los
bombardeos a Berlín en la segunda guerra mundial se destruyeron veinte y ocho de estas. Terminada
la guerra, los rusos también se llevaron parte de estos murales, así como también el “Oro de Troya”,
tesoro encontrado por Schliemans en las ruinas de Troya.
Después de todo, estos de aquí han sobrevivido a terremotos e iconoclastas islámicos por más de mil
años. Se estima que aún permanece aquí el sesenta por ciento de lo que se llevaron.
El guía nos dijo que cerca de allí había otro grupo de cuevas y que valía la pena conocerlas. Yo quería
ir, pero solo uno del grupo decidió acompañarme. Utilizando el lecho del río, donde hay partes con ve-
getación, nos alejamos rápidamente; al comienzo subestimamos la temperatura y el sol, forzamos el
paso para poder regresar temprano pero pronto nos dimos cuenta que a ese ritmo era difícil continuar
y lo bajamos sustancialmente; solo el orgullo escondido dentro de cada uno nos permitió llegar; tuvi-
mos que escalar una pendiente de tierra resbaladiza y que con gran esfuerzo lo logramos. Conocimos
el lugar, comparado con lo que vimos, no era tan interesante.
Cuando nos dispusimos a regresar escogimos otra ruta, la parte alta de la ladera. Hay una pequeña
planicie entre las dunas y el río y un sendero que nos lleva de regreso.
Mientras caminábamos, vimos que por detrás se acercaba una carreta tirada por un burro con un
par de nativos y que al ir en la misma dirección les pedimos que nos llevaran, no esperamos su con-
sentimiento y mientras pasaban, nos trepamos. Se trataba de dos personajes, el uno era ciego y el
otro guiaba la carreta; su sonrisa demostraba más temor que gusto al vernos subidos de pasajeros;
durante el trayecto no pudimos comunicarnos en absoluto, excepto en la despedida que es igual en
cualquier idioma.
124
XUAN ZANG
Decidió hacer este viaje a India, fuente misma del budismo, para
aclarar las diversas interpretaciones de los sutras que habían llega-
do a China desde el siglo I y que se prestaban a tergiversaciones.
Xuan Zang permaneció 17 años en este viaje de peregrinación.
En ese entonces era prohibido salir de China, año 629, debido a gue-
rras internas; a pesar de ello decidió hacerlo. Atravesó territorios
completamente inhóspitos y desconocidos, desiertos, cruzó el Hi-
malaya y selvas hasta llegar a India.
Tuvo que viajar por la noche para evitar ser visto por los vigías des-
de las torres que habían a lo largo del territorio chino. Cruzó parte
del desierto de Gobi hasta llegar a Hami, sobrellevó muchos peli-
Monumento Xuan Zang
gros, padeció hambre y sed. Cuando se perdió en el desierto su ca-
ballo lo salvó al olfatear agua de un río, hasta que finalmente llegó
a Turfán.
Aquí fue cuidado por monjes hasta que pudo recuperarse. Pasó por
Bezeklik, “Las Cuevas de Los Mil Budas”, también por las “Monta-
ñas Flameantes” y por la ciudad de Gaochang, donde predicó por un
tiempo su doctrina.
Viajó a través de las montañas del Tien Shan, llegó a Tashkent y Sa-
marcanda. Siguiendo los pasos de Alejandro, prosiguió al sur hasta
llegar a Peshawar (actual Pakistán) lugar en que se hallaba la Uni-
versidad Budista de Nalanda, aquí estudió por algunos años. Pasó a
Cachemira, donde conoció a un viejo monje sabio, quien le instruyó Ruta de su recorrido
en filosofía durante los siguientes dos años.
125
Recorrió India, Nepal y Sri Lanka por 14 años antes de regresar a
China. Durante este periplo encontró a gente sabia, se dedicó a es-
tudiar bibliotecas repletas de libros sagrados, especialmente las
situadas a orillas del río Ganges: Benarés, Patna, etc..
Su viaje de regreso lo hizo a través del Punjab, por el valle del Oxus
hacia el Pamir y de allí hacia la ciudad de Kashgar. Durante esta tra-
vesía tuvo la desgracia de perder una gran cantidad de manuscritos
y su colección de semillas de flores.
Mientras viajamos comentamos con los del grupo, las cosas que
hemos visto en los últimos días, no alcanzamos a tratar todos los
temas. Atravesamos extensas zonas desérticas y está por demás
comentar todo el polvo que tragamos, los cuidados con nuestras
cámaras, bebemos agua todo el tiempo y casi nunca nos alcanza
la que llevamos, debido a que estamos siempre mojando pañuelos
y poniéndonos en la cabeza, la temperatura en el día alcanza los 43
grados y es como respirar con la cabeza dentro de un horno.
126
dría ser una caravana de camelleros atravesando esta parte del desierto, se crean expectativas por en-
contrarnos con ellos; recorremos alguna distancia hasta que el encuentro se produce, pero nos llevamos
la desilusión del día, se trata de un nativo viajando en una pequeña motocicleta. Nos produce risas y com-
prendemos de que el mundo esta hoy motorizado, inclusive en estas deshabitadas tierras.
Pienso el riesgo de viajar solo en una travesía así, si se le llega a averiar la moto, el desierto no perdona, lo
aconsejable es viajar al menos en dos vehículos. Debido a las distancias se vuelve difícil encontrar cual-
quier cosa. Hay huellas en el piso en muchas direcciones, además, el viento las borra.
Existen zonas de arena floja en las que fácilmente se entierran los vehículos. También, si cortamos camino,
en ciertos tramos pequeños, confiamos en la buena suerte, es como cuando se navega en el mar en botes
pequeños. Por instinto, todo el tiempo miro mi pequeña brújula para saber en qué dirección vamos, aún
que no sé de que serviría.
Hablando de brújulas: hace mil años se inventó la brújula aquí en China y desde entonces todas las naves
que han surcado los mares y en la actualidad también el cielo, tienen una. Desde la más primitiva embar-
cación hasta el más grande de los aviones comerciales, llevan una, que sirve como referencia y que se usa
de ser necesario, a pesar de todos los equipos sofisticados de a bordo.
Es fascinante su origen; aparece por primera vez en el siglo IX en China. Se trata de un mineral llamado
magnetita, del cual se valen algunos animales para orientarse, entre ellos las abejas y las palomas. Tienen
en el pico pequeñas particulas de este metal, que les permite orientarse y encontrar la dirección.
Los chinos notaron que la magnetita atraía a objetos metálicos o de hierro, incluyendo agujas de coser,
cuando se jugaba con una de ellas reiteradas veces junto a un pedazo de magnetita, esta de forma casual
se convertía también en imán (se imantaba). Igualmente descubrieron que si a esta aguja imantada se la
ponía a flotar sobre una hoja dentro de un recipiente con agua, notaron que sin importar cuanto se giraba
el recipiente, la aguja siempre señalaba hacia la misma dirección.
127
Tuvo que pasar un siglo para que encontraran un uso práctico para este fenómeno y este fue en la
navegación. Para esto, tuvo que ponerse a esta aguja en equilibrio sobre un pin; también le añadie-
ron debajo una carátula de papel con puntos referenciales. En China se usaba la brújula para nave-
gación marítima desde comienzos del siglo XI.
Descubrieron que de los costados de esta aguja siempre salía y también se ponía el sol. Le comen-
zaron a llamar “Levante” y “Poniente”. A la parte de arriba de la aguja le pusieron el nombre de
“Septentrión” y a la de abajo le llamaron “Austro”.
Se dice que fue Marco Polo quien trajo la brújula desde China y que en Europa la fueron mejorando
y poniéndole más puntos de referencia a la carátula, con el tiempo la llamarían “rosa de los vientos”
y más tarde, puntos cardinales.
En la Edad Media en Europa se creía que era un producto diabólico o de brujería por lo que se la
calificó como “Brújula”. Los navegantes que la usaban tenían que mantenerla escondida dentro de
un caja de madera y lejos de los ojos de la Inquisición.
Otro sensacional aporte que nos dio la magnetita en el siglo XIX fue el descubrimiento de la energía
eléctrica. Al enfrentar dos imanes, sin dejar que se unan, se forma un “campo magnético”. Al girar
un eje por la mitad de este campo, se genera electricidad en las dos puntas del eje. Es el principio
de la electricidad.
Me conmueve el contemplar y sentir la inmensidad del desierto, son momentos que llegan a tocar
las cuerdas olvidadas dentro de nosotros y que nos invitan a reflexionar; brotan palabras y senti-
mientos que casi nunca salen. Las dunas parecen olas de un mar sin movimiento, es un escenario
salvaje, agreste y brutal.
Encuentro que hay varios tipos de desiertos: unos con dunas de arena tan grandes, que llegan a
cientos de metros de altura. Otros son enormes extensiones de tierra dura, completamente planas e
inundadas de pequeñas piedras o guijarros en toda su superficie, llegan hasta donde uno alcanzan a
ver. Parecerían antiguos lechos de desiertos cuyas arenas ya se desplazaron. Otros desiertos están
formados también por dunas pero más pequeñas y bastante homogéneas, donde se ven esparcidos
por doquier aislados restos de vegetación, inclusive árboles. Deduzco que hace siglos o miles de
años hubo vida, también animales y gente que edificaron pueblos, ciudades y que seguramente por
la falta de agua tuvieron que abandonarlas, quedaron deshabitadas, fantasmagóricas y finalmente
el desierto se las tragó.
El arqueólogo y cartógrafo sueco Sven Hedin (1866 - 1952), que fue también parte del “Gran Juego”
entre Rusia y el Imperio Británico; en una travesía con el propósito de levantar un mapa de este de-
sierto junto a cuatro nativos, su perro y siete camellos, estuvieron a punto de perder la vida por falta
de agua; después de tres semanas de luchar contra tormentas de arena y el desierto, pudo llegar al
otro lado no sin antes perder a 2 camelleros, su perro y dos de sus camellos. Al ser el primero en
128
encontrar agua, recogió un poco en una de sus botas y regreso
hasta encontrar a sus compañeros moribundos, logrando sal-
varlos.
129
cuando todo esta bajo cero, el hielero va al río, cava en su lecho y
saca bloques de hielo que luego los guarda en una habitación de
su casa, cubiertos con capas de paja para mantenerlo frío, luego
lo vende en el verano.
130
EL COMIENZO Y FINAL DE LA GRAN MURALLA
Llegamos al extremo nororiental del Taklamakán que forma parte del gran desierto de Gobi. Sofía, Gastón
y algunos compañeros del grupo están muy emocionados porque estamos cerca de Dunhuang. Este sitio
fue una especie de “Meca” del budismo desde hace 2000 años; planeamos permanecer en esta zona de
dos a tres días, según Gastón es lo más extraordinario que veremos en el viaje. Mientras tanto al arribar a
Anxi, un pequeño pueblito, nos dice el guía que aquí es donde se juntan las rutas que vienen de Mongolia
con dirección a India y al Tíbet, cruzan también con la ruta que va a China, al Asia Central y Persia.
Dunhuang fue importante por estar en la intersección de estas rutas; fue soporte en el abastecimiento de
las caravanas, a tal punto que su población fue de 76.000 habitantes y ahora es solo de 14.000. En su tiem-
po fue un destacamento militar y uno de los puestos de avanzada más importantes al occidente de China.
Comenzamos a ver por primera vez los restos de la Muralla China, son de la dinastía Han (206 a.C. – 220
d.C.), ellos prolongaron la muralla hasta aquí. El propósito era proteger a las caravanas de los nómadas.
Una vez que declinó el poder de esta dinastía, esta sección de la muralla fue abandonada y olvidada. Ahora
está irreconocible por la erosión, quedan en pie solo pequeñas partes de las que fueron torres fortificadas
de observación y que continúan hacia adentro del desierto, la última se llama “La Puerta de Jade”, a 80
kilómetros de Dunhuang.
Acá llegaban solamente gente deportada o caída en desgracia ante el gobierno chino. Un lugar de peni-
tencia que provocaba llorar a quien tenía que cumplir alguna sentencia. Para la construcción de la muralla
utilizaron tierra apisonada, aquí es desierto y no hay material pétreo, razón por la cual no duró en el tiempo.
Me desconcierta encontrar partes de muralla en varias direcciones, como que no tiene sentido. Existía un
código de humo y fuego para comunicarse entre estas torres, muy efectivo, las noticias viajaban tan rápido
que en el transcurso de un día y una noche llegaban a distancias que equivalían a tres meses de marcha.
Viajando todo el tiempo al borde del desierto continuamos con rumbo sureste hacia Dunhuang, cuando lo
tenemos a la vista, me doy cuenta que se trata de un oasis dentro de un valle.
131
Esta era la última parada de las caravanas antes de ingresar a una zona hostil y sin ningún tipo de facili-
dades; se trata del desierto de Lop Nur. Marco Polo nos dice que su travesía toma treinta días y que es la
parte más temida y peligrosa del recorrido. También era el puerto de entrada a China para las caravanas
que venían del oeste. Este desierto fue muy transitado y tiene muchas leyendas; como por la supuesta vida
dentro de él y que guarda relación con antiguas ciudades perdidas. Tanto en el día como en la noche, -con-
taban los viajeros-, que escuchaban voces, cantos, música y hasta aplausos, detrás de las colinas. Algunos
se dejaban engañar y queriendo encontrar su origen se internaban y nunca se volvía a saber de ellos, cara-
vanas enteras se perdieron de esta forma. Para pasar la noche y protegerse de los espíritus permanecían
muy juntos y a los camellos los ataban con cascabeles para saber de sus movimientos. Dejaban señales
en la arena para saber al otro día la dirección en la que debían continuar.
BUDISMO
Después de hospedarnos, descansar un poco, asearnos y comer, nos envuelve el tema del budismo; a
mi me interesa mucho. Gastón me comenta que el budismo es un tema que siempre le apasionó y
que le honra ser amigo personal del Dalai Lama; ¡huf !, me sorprendió otra vez.
Disfruto escuchar opiniones del grupo, algunos se expresan con mucha autoridad. Lo que yo sé de
los budistas y sus costumbres son cosas muy simples; por ejemplo: su vestimenta siempre amarilla
en todos sus tonos, algunos no comen carne, respetan la vida de todo ser viviente, inclusive hacien-
do uso de un cedazo para prevenir la muerte accidental de cualquier tipo de insecto, hasta conviven
con piojos en su cuerpo y los respetan y su dieta extremadamente simple. Después de su muerte, si
ha sido merecedor reencarna en algún otro ser en su peregrinación hacia el Nirvana. Si no ha sido
merecedor, renace en cualquier animal de escala inferior, razón por la que los respetan (podría tratar-
se de un familiar degradado), etc. Estamos todos cansados pero curiosos y con ganas de escuchar
a Gastón, nos sentamos al borde de una fuente de agua ubicada en medio de un jardín y rodeados
de palmeras; el clima esta fresco y produce una agradable sensación en medio del desierto.
Sabemos que el budismo llegó a China en el siglo I y le tomó 300 años popularizarse. Al comienzo
era confundido con taoísmo y no se establecían diferencias. En el siglo V se lo reconoció como una
doctrina de origen Hindú (no China).
Debido a la inestabilidad social que vivía la población en China, les era difícil identificarse con sus
religiones; finalmente, encontraron en el budismo la seguridad espiritual que buscaban. Ceremonias
más sencillas, obligaciones menos irritantes y su prosperidad no implicaba ninguna contradicción;
además la podían practicar personas comunes, no requiriéndose conocimientos profundos. Encon-
traron mucha flexibilidad y encajaba con sus propios pensamientos.
Quien fundó esta doctrina seis siglos antes de Cristo fue Gautama Sidaharta, conocido como Buda
(El Iluminado). Fue hijo del jefe de la tribu de los Sakia cuyo reino estaba en las estribaciones de los
Himalayas, al norte de la India, en lo que hoy es Nepal. Su familia fue de alta estirpe y creció rodea-
132
do de lujos y comodidades. Se distinguió en las artes, en las
armas, incluso con las mujeres; antes de cumplir 20 años ya se
había casado tres veces, presumiéndose que hasta llegó a te-
ner un harem. Vivió allí hasta los 29 años, luego salió a recorrer
el mundo y tuvo experiencias que le cambiaron.
133
Se dedicó a resolver los problemas de las miserias de la vida diaria. Consideraba que el remedio ra-
dica en el dominio de sí mismo, de los impulsos egoístas, de la ambición de bienes, sosteniendo que
vivir es sufrir y que el sufrimiento es resultado de las pasiones; vio en la renuncia a sí mismo el único
medio para librarse del sufrimiento. Es decir, presentó un modo de vida por el que podían liberarse de
la ignorancia, causa del sufrimiento y conseguir la paz y felicidad de la mente.
Entre sus doctrinas cuentan: doctrina de la inestabilidad, todas las cosas están en mutación cons-
tante y no hay que apegarse a ellas, doctrina de la universalidad del sufrimiento: todos los seres
están sujetos al sufrimiento, doctrina del karma: nada existe sin causa, doctrina de la negación
del yo: no hay ningún ente independiente, categórico y permanente de por sí, doctrina de la unidad
de la vida: todo individuo es Buda en potencia, hay que predicar la hermandad e igualdad de los
hombres.
Buda creó y predicó su doctrina porque no estaba de acuerdo con el brahmanismo. Sánscrito es la
lengua sagrada de los brahmanes, de cuya religión deriva el budismo. Buda nunca se presentó como
divinidad y sus enseñanzas no fueron revelaciones. Al igual que Cristo, no dejó nada escrito; sus doc-
trinas fueron recopiladas por 500 de sus discípulos, cuatro meses después de su muerte a los 80 años
y escribieron sus enseñanzas en libros llamados “sutras”. La biblia budista consta de 108 libros y para
leerlos y comprenderlos, una vida no es suficiente.
El budismo se expandió por toda el Asia: en China, desde el siglo I, encontró mucha oposición del
taoísmo y del confucionismo; al Asia Central arribó en el siglo V, a Japón en el siglo VI traído por mon-
jes coreanos. Tuvo gran aceptación especialmente entre la gente de letras y en altas esferas sociales,
incluyendo a los samuráis. Al Tíbet en el siglo VIII, aunque ligeramente cambiado, se lo llama Lamaís-
mo o Budismo tántrico (de realización espiritual). Por ejemplo, aquí la transmigración de la muerte de
un Buda viviente (Dalai Lama), se produce a un niño, el cual una vez localizado e iniciado se convierte
en un nuevo Dalai Lama. El título de Buda viviente se otorga a ciertos grandes dignatarios del Budismo
Tibetano o Mongol.
Irónicamente cuando Buda murió, sus discípulos lo convirtieron en dios, cosa opuesta a sus princi-
pios. En sí, ellos no creen en ningún dios.
134
Excursión en camellos desierto de Taklamakan
136
Este lugar se convirtió en uno de los más grandes museos al
aire libre con exquisitas colecciones de miles de esculturas,
manuscritos, extraordinarias pinturas murales con detalles
sobre la historia de la vida cotidiana: se pueden apreciar es-
cenas de música y danza, de arquitectura, de gente cazando,
pescando, cortando madera, haciendo vajillas y artefactos
de barro, forjando hierro, haciendo vino. También escenas de
matrimonios, funerales, ceremonias del té, visitas de dignata-
rios extranjeros, conjuntos musicales, caravanas llegando del
oeste, e inclusive pinturas de cómo algunos prisioneros eran
Cuevas de Dunjuang
torturados.
Hace cien años unos pastores que vivían en esta zona ofrecieron
en venta a un extraño que les visitaba, pergaminos de apariencia Viejo pergamino
muy antigua; se trataba de un monje taoísta quien después de
descubrir entre los restos de estos templos lo que contenían, dio
parte a las autoridades; al no recibir ninguna respuesta decidió
hacerse cargo de su cuidado convirtiéndose en una especie de
ermitaño.
Monge ermitaño
137
Fue el arqueólogo Sir Aurel Stein enviado por el museo de
Londres y el gobierno Indio, quien convenció al monje taoísta
protector de estas ruinas, quien le permitiera entrar y trabajar
en ellas e hiciera fabulosos hallazgos que le hizo famoso. En
un comienzo Stein tuvo problemas con la timidez e ignorancia
del monje, también con su nerviosismo y testarudez. El dine-
ro ofrecido inicialmente no fue aceptado, ni pudo vencer sus
escrúpulos. Más tarde, Stein se dio cuenta de la reverencia y
Aurel Stein respecto que tenía por Xuan Zang, el famoso monje viajero, lo
que finalmente le facilitó la estrategia que debía aplicar para
convencerlo.
138
estas convergían al techo, aquí se ven ángeles flotando quienes
ofrecen al que observa desde abajo, una cadena con joyas. So-
bresalen los colores azul, verde, dorado, y rojo todos ellos con
fondo metalizado que reflejan la luz de las antorchas”. Tomado
de su libro “Sand Buried Ruins of Khotan”.
139
Cuando Stein salió de aquí llevaba consigo más de 10.000 artícu-
los. Al monje le dejó un equivalente de 130 libras esterlinas para
la reconstrucción de los templos y cuevas. De todo lo que se
llevó, parte envió al Museo Británico de Londres y el resto al
Museo Nacional de Nueva Delhi en la India.
140
y haciendo a la vez grandes hallazgos que fueron eslabones
perdidos en la historia del Asia.
141
Roy Chapman Andrews, personaje que inspiró Indiana-Jones,
quienes realizaron expediciones al Asia desde hace unos 100
años y que han tenido el privilegio de llevar a cabo descubri-
mientos y ser protagonistas de innumerables aventuras, las
que han servido para la creación de personajes similares en
películas modernas.
Paso a transcribir, usando textualmente las palabras de Albert
von Le Coq, un episodio de su diario, mientras estaba en una
de sus exploraciones en esta zona y que tiene similitud con lo
Centro, “Lawrence de Arabia˝
que últimamente vi en una película de las que acabo de hacer
en Mesopotamia
mención y por lo que supongo, debió haber servido de inspi-
ración a su autor: “En Marzo 3, mientras Bartus (su ayudante)
y yo trabajábamos dentro del templo que lo llamamos “De las
16 Noches”, un extraño sonido como trueno fue seguido súbi-
tamente por el avance de grandes piedras que se habían des-
prendido de alguna parte del interior del templo y que venían
en dirección a nosotros. Yo pensé que se trataba de Bartus que
se había venido abajo desde la habitación de arriba en la que
se hallaba trabajando. Inmediatamente y mientras las cosas
sucedían increíblemente rápido, vi a Bartus y a una procesión
de turkis (trabajadores) dando gritos detrás venían corriendo
por el corredor con las piedras siguiéndolos, me uní a ellos sin
Roy Chapman Andrews
pensarlo dos veces y en segundos estuvimos fuera del templo
con el gran estruendo que producían las piedras que nos pa-
saron con terrorífica violencia. Por qué o cómo, no lo sé, pero
no comprendo hasta el día de hoy, cómo ninguno salió herido.
(Tomado de su libro “Buried Treasures of Chinese Turkestan”
Pág. 129).
142
gunto a uno de los nativos que vivía allí si quería venderlo, me
contesta algo difícil de entender, me imagino que dice que no;
meto mi mano al bolsillo y opto por acercarle dinero y pedirle
que tome cuanto quiera; duda por un largo rato y dice cosas
que no le comprendo, insisto algunas veces, hasta que se de-
cide y toma algunos billetes de mi mano.
143
cate; siento que tenemos valores que solo afloran bajo situa-
ciones adversas o de presión. Costumbres arraigadas por mu-
chos años, son lentamente reemplazadas mediante estímulos
u ordenes del cerebro, logramos así adaptarnos y tolerar mejor
la adversidad. Si no concientizamos esta capacidad de cambio,
tal vez nunca suceda y se pierda la oportunidad de ser mejores.
Creo firmemente que la mente es una maravilla y que el cuerpo
hace lo suyo.
144
cabina de mando. El capitán con voz desesperada pidió al copi-
loto que buscara la forma de cerrar la válvula de inflado, este se
desplazó con gran dificultad entre el techo del avión y el bote a la
parte de atrás donde se hallaba esta válvula. Al momento regresó
con la noticia de que era imposible hacerlo. El piloto insistió que
tenía que hacer algo, aunque sea que cortara el bote para que no
se siguiera inflando. Se armó con una navaja y arremetió con todo
lo que le permitían sus fuerzas contra esta gran bolsa de aire.
En pocos minutos todo el avión estaba lleno con este gas expulsa-
do del bote y sus ocupantes tuvieron que comenzar a respirarlo. Al
rato se dieron cuenta que sus voces sufrían un cómico cambio de
tono y lo hacían como imitando a personajes de Disney, pues se
trataba de algún gas inerte (helio) que se usaba para inflar estos
botes lo que producía este cambio en la voz.
Viajamos por la parte sur de la muralla, el primer pueblo que en- Fuerte Jiayuguan
contramos se llama Jiaquan, nos dice el guía que fue una desta-
145
Fin del desierto (Foto: wordpress.com)
146
La Gran Muralla. (Foto: wordpress.com)
La construcción inicial fue llevada a cabo por los reinos chinos del
norte para defenderse de los nómadas, hunos, mongoles y man-
chúes. Se remonta a más de 2.500 años, (5 siglos antes de Jesu-
cristo y 1.300 años antes de la aparición de Gengis Khan).
147
La Gran Muralla en 1906 Foto: L. Marini
“News from Tartary” de Perter Fleming
entre seis y nueve metros, siete metros en la base y seis en la
parte superior. Se utilizaba todo tipo de materiales dependiendo
de la región y de la disponibilidad de los mismos. Muchas de las
piedras que se usaron median más de dos metros y pesaban más
de una tonelada. Los pisos son una mezcla de piedra y de mortero
compactados con rodillos hechos con troncos de árbol, de cuatro
a seis capas. Sus torres de observación están a distancias regula-
res según la inclinación del terreno; tienen terrazas utilizadas para
hacer señales de humo entre ellas. Se evitaron escaleras y se pu-
sieron rampas para facilitar el traslado de personas y armamento.
148
A lo largo de la muralla habían templos, santuarios, casas de té,
que eran usados por los que visitaban la construcción. Es indis-
cutiblemente una de las grandes maravillas del mundo, aunque
inútil para los fines que fue diseñada. Gengis Khan refiriéndose
a ella dijo: “la fortaleza de la muralla depende del coraje de quie-
nes la defienden”.
149
a.C. cuando un general chino entraba a esta ciudad, que en ese
entonces se llamaba “Liqian”, le recibieron 145 soldados situados
a los dos lados de la entrada guardando cierto tipo de formación,
usaban cascos y escudos que les protegían hasta las piernas y le
llamó mucho la atención.
150
Me llamó la atención la presencia de musulmanes (no de raza
china), sentados en una mezquita; no es muy común; al descen-
der vimos que toda la ladera de este lado del río era un pequeño
barrio musulmán. De regreso nos encontramos con un grupo
de niños que visitaban el río, se nos acercaron para practicar
su inglés; entablamos una especie de diálogo y logramos que
cantaran algunas canciones típicas, nos reímos y disfrutamos
el momento.
Mezquita
Continuando con nuestra caminata, nos vamos adentrando en
barrios populares. En poco tiempo estamos en un mercado chi-
no viendo de todo: venta de animales vivos y muertos, la forma
como los escogen, despostan y empacan en segundos a la vista
del cliente; la venta de peces de colores clasificados según su pre-
cio, todo tipo de granos, legumbres y frutas; el vendedor de carne,
junto a la venta de ropa, espanta las moscas con una cola de yak.
Más allá la tienda naturalista, vende: lagartijas, sapos, cuernos de
algún animal, otros especímenes muy raros, todos ellos diseca- Tienda naturista
dos; patas de oso y todo tipo de ungüentos milagrosos.
151
a 200 d.C.), más de 20.000 documentos escritos con tinta en
corteza de árbol que narran la historia de esta región, incluyendo
su actividad militar.
152
confesaba: “... Hay muchas maneras de matar, hay sin embargo,
solo una que debe verdaderamente interesarnos a los ejecutores de
la justicia o a los verdugos como nos llaman. Esta sola manera de
matar es la que se efectúa según las reglas del arte. Pero el arte no
consiste en matar con saña, en degollar, en despachurrar. Eso es
demasiado fácil, hay que cincelar la carne humana como la hace
un escultor con el barro o el marfil, necesitamos ciencia, variedad,
elegancia, inventiva, genio, etc. Por mi parte me envanezco de ha-
ber trabajado toda mi vida y siempre con desinterés por la gloria de
nuestro viejo imperio. He llevado siempre el primer premio en los Parque de Las Cinco Fuentes
concursos de tormentos. He inventado procedimientos realmente
sorprendentes, suplicios admirables, alucinantes. Es preciso ante
todo no abreviar la tortura, no ahorrar sufrimientos a la víctima, no
matarla de un tirón. El supremo arte estriba en prolongar el martirio,
en hacer la agonía interminable...”. Tomado del libro: “El Jardín de los
Suplicios” de Octavio Mirbeau, pág. 115.
153
ños, para luego vendarlos fuertemente contra el talón. Lograban así desfigurarlos y obtenían cualquier
forma que deseaban. Soportaban grandes dolores durante los dos primeros años que tomaba este
proceso, hasta que el nervio se rompía. Los pies llegaban a medir entre 10 a 15 centímetros. La niña
debía guardar cama por tres años, lo que las obligaba a aprender a caminar de manos o de rodillas.
Esta costumbre fue prohibida a comienzos de este siglo.
PROVINCIA DE SHAANXI
Xi’an
El trayecto de Lanzhou a Xi’an, de 750 kilómetros les tomaba a los antiguos viajeros 18 días de viaje
y lo hacían a través de una serie de oasis a lo largo de este corredor. Se viaja al pie de las montañas
llamadas Quilian que fueron parte del antiguo territorio del Tíbet y que son la cuna de los famosos
caballos celestiales o de Fergana, muy codiciados a lo largo de la historia. Su fama era casi mitoló-
gica, se creía que sudaban sangre. En los funerales de emperadores se les enterraba vivos para que
renacieran con sus amos. Son parte inclusive de los Guerreros de Terracota de Xi’an. Al cruzarlos con
los mongoles resultan una mezcla extraordinaria de fuerza, velocidad y resistencia.
Hay interminables pequeños pueblos con casas de adobe de un piso, igual que en cualquier área rural
y toda clase de cultivos sin espacio desperdiciado. Vamos paralelamente al río Wey antes de llegar a
Xi’an; el área poblada aumenta considerablemente a medida que nos acercamos.
Xi’an fue capital del imperio chino por algunas ocasiones, sumado este tiempo llega a 1.100 años; la
otra ciudad capital fue Luoyang. Este es el punto final o a su vez el punto de partida de “La Ruta de la
Seda”.
Descubrimientos arqueológicos en esta aérea permitieron conocer que durante los siglos VII al X (Di-
nastía Tang), Xi’an abrió sus puertas al mundo y fue influenciada por bizantinos, persas, árabes, tibeta-
nos, birmanos, coreanos, japoneses, etc., convirtiéndose en la más grande y espléndida ciudad china
de entonces y viviendo su “Época de Oro”. Su plano y diseño en miniatura fueron copiados y llevados
por los reyes de Corea y levantaron la ciudad capital de Kyongju; lo mismo ocurrió en Japón, con Nara
y Kyoto. Juntamente con Roma fueron las ciudades más grandes de ese entonces.
154
Entre los años 628 y 781 se dieron también circunstancias fa-
vorables para los reconocimientos religiosos, florecieron y eri-
gieron templos cristianos nestorianos, zoroastristas (persas),
islámicos, judeístas, maniqueístas y budistas, esta última fue la
que predominó.
155
de la Vida y de la Virtud”. Se basa en el culto a los espíritus de la naturaleza y a los antepasados. Junto
con el confucionismo fueron las doctrinas filosóficas que más se practicaron hasta antes de la llegada
del budismo.
La muralla que rodea la ciudad hace un hermoso contraste con las nuevas construcciones que se
están realizando, guardan armonía.
En 1974 unos campesinos durante una excavación cerca de la parte antigua de esta ciudad, hallaron
fragmentos de una estatuilla de terracota. Según una leyenda, cerca del pueblo de Lin Tong habría sido
sepultado el primer emperador de China, con este hallazgo se comprueba que era cierto. Esta estatui-
lla sería la primera de 6.000 encontradas, conocidas inicialmente como el “El Ejercito Fantasma”, más
tarde como “Los Guerreros de Terracota” o guardias del mausoleo del emperador Qin Shi Huangdi.
Qin Shi Huangdi, que quiere decir primer emperador iluminado, fue un personaje muy polémico que
sobresalió hace 2.200 años. A la edad de trece años se convirtió en el primer soberano de la Dinastía
que llevaría su nombre. Fue quien, tras 160 años de guerras internas, unificó los 7 reinos que habían
en China. Esto tendría un precio muy alto en sangre; sus soldados eran incentivados económicamente
por cada cabeza cortada de sus enemigos, (1’200.000 muertos).
Debido al constante asedio y peligro de los nómadas del norte, decidió unir varios fragmentos de anti-
guas murallas y comenzó a construir lo que se considera la primera parte de la gran muralla. Su cam-
paña de conquistas incluían territorios más allá del sur de China. Cuando llegó a la zona de Vietnam,
se encontró con los mismos problemas que todos los países modernos que quisieron conquistarla: la
“guerra de guerrillas”, (más de 100.000 muertos).
Los suministros para sus tropas eran robados y saboteados, peleaban contra un ejército al que no
veían debido a que se escondían en los pantanos y la selva, etc. Qin Shi Huangdi encontró una solu-
ción, en tiempo record construyó un canal de mil kilómetros en el que podía transportar tropas y ali-
mentos hasta esos territorios solucionando así su problema y conquistando estas tierras; llegó hasta
Hanói.
Estandarizó la moneda Qin (redonda con un orificio cuadrado en el centro), los pesos y medidas, co-
menzó a usar los carruajes con ejes, construyó carreteras y canales que interconectaron las regiones,
gracias a la invención del pincel y la tinta unificó la escritura y es la misma que se usa actualmente,
se propagó diversos tipos de literatura, implantó un sistema administrativo que perduró a lo largo de
las diversas dinastías que le continuaron, (más de dos milenios). Tuvo que hacer todos estos cambios
por cuanto cada uno de los siete reinos que habían, tenían sus propios sistemas. También embelleció
y engrandeció a Xi’an.
Exigió que los bienes que se producían llevaran el nombre de su fabricante, para estar seguros de su
calidad y poder castigar a este, si hubiera producido cosas defectuosas. Los objetos encontrados en
su mausoleo tienen marca del fabricante.
156
En vida ordenó la construcción de su mausoleo, dándole tanta
importancia como a la misma muralla. Empleó a unos 700.000
hombres que durante 38 años elaboraron todo este complejo, in-
cluyendo a los guerreros de terracota. El lujo de este sepulcro es
algo sin precedentes, debía ser una copia del universo y contener
imitaciones de todas las maravillas del mundo.
Cuando Qin Shihuangdi recibió sepultura tenía 48 años, se cree Armada de Terracota
que murió debido al consumo de mercurio, pues creía que este
157
le daría juventud eterna. Su hijo, como nuevo emperador, ordenó
que todas las concubinas que no le habían dado hijos le acompa-
ñaran y fueron sepultadas con él. Para sus lacayos, ser elegidos
para ser enterrados junto a él representaba un honor y se pelea-
ban por ello; los artesanos que tomaron parte en el diseño y la
construcción de este mausoleo también fueron incluidos porque
sabían demasiado. Fueron obligados a beber vino con veneno
Sepulcro no excavado de para que perdieran el conocimiento y no despertaran. Luego ce-
Qin Shihiuangdi
rraron las puertas interiores y exteriores con todos dentro. Más
tarde, sobre el mausoleo se plantaron arboles y pasto dándole al
lugar aspecto de una colina cualquiera.
Tuvieron suerte los 7.000 guerreros de terracota y sus caballos
de no ser parte de la comitiva, pues trescientos años antes Con-
fucio criticó duramente la costumbre de enterrar a vivos. Con el
paso del tiempo las personas iban siendo sustituidas por figuras
Venta de piezas de terracota de madera o arcilla.
158
Esto de un solo hijo viene de cuando China se vio en la posibili-
dad de intervenir en la guerra de Corea; Mao Tse Tung pidió a la
poblacion que tubieran muchos hijos para formar un gran ejército
y poder luchar contra occidente; pero no sucedió tal cosa y lo de
la sobrepoblación ya se hizo realidad. Como medida necesaria
hubo que irse al otro extremo, es decir, a lo de un solo hijo.
159
dos artesanos que para obtener el perdón declararon que sabían
hacer papel.
Pasarían 500 años (siglo VII) para que le encontraran un uso im-
portante y fue el gobierno chino quien inventó el “papel moneda”.
Esto solucionó el problema del peso que conllevaba transportar
grandes cantidades de monedas y también por los robos.
160
A su paso por el Tíbet, Marco Polo observó que como moneda
se usaba trozos de sal de tamaño definido, plano por un lado y
cóncavo por el otro, con un sello oficial de gobierno del Khan.
Después de esta observación sobre el papel, volvemos al viaje.
A la mañana siguiente antes de salir a visitar unas “Fuentes de
agua caliente de Hua Quing” a 45 minutos de Xi’an, algunos de
nosotros le pedimos al chofer del bus que pasara por un labora-
torio fotográfico cerca de donde estábamos para recoger unas
fotos que habíamos dejado el día anterior para que fuesen reve-
ladas. Era aún temprano en la mañana cuando arribamos, nos
llamó la atención ver al encargado de este estudio fotográfico y
algunos de sus vecinos, lavarse los dientes públicamente en la
acera de sus negocios. Lo hacían con una taza en una mano y un
extraño instrumento casi sin cerdas en la otra, suponemos que
era un cepillo de dientes. El cepillado lo hacía fuertemente y de
forma por demás exagerada acompañada de sonidos y quejidos
de todo tipo, como eliminando bacterias con furia.
161
MARCO POLO Y LOS MONGOLES
Durante un nuevo ataque por parte de los tártaros para volverles a robar, Temujin fue hecho prisionero
y su familia abandonada nuevamente en medio de la estepa con la intención de que murieran de ina-
nición. Luego de un tiempo de cautiverio, con la ayuda de una mujer de ese clan enemigo, logró huir
hasta un río, consiguió burlarlos, zambulléndose y respirando a través de una pajilla. Años más tarde,
cuando Temujin cumplió los 16, sus eternos enemigos atacan y esta vez, roban a su novia.
Hay un lapso de una década que Temujin desaparece de escena, esto es entre los 30 y 40 años. Se
desconoce que sucedió en este periodo. A su regreso decide viajar y visitar a Togril, un viejo amigo de
su padre, jefe de la tribu de los Kereyid y le pide ayuda.
Es interesante conocer que entre los mongoles existía alianzas que llamaban “hermanos de sangre”.
Consistía en que las dos personas se hacían un corte en uno de los dedos y los juntaban, jurándose
hermandad, era indisoluble. Con la ayuda de algunos amigos de sangre de la infancia entre los que
esta Jamuga y Togril, amigo de su padre, derrota a sus eternos enemigos, los de la tribu tártara llama-
dos los Merkid, y rescata a su novia. Todos los sobrevivientes varones cuya estatura sobrepasaba la
altura del eje de las carretas, fueron masacrados; un genocidio completo de tártaros.
Esta alianza se reforzó con nuevos adeptos, iba tomando fuerza y haciendo más fácil someter a otros
clanes o tribus vecinas, especialmente chinas. Tanto Temujin como Togril se van tornando líderes y
comienza a haber discrepancias entre ellos, la más importante, cuando Togril se niega a dar su hija en
compromiso con el hijo mayor de Temujin.
Con el tiempo se formarían dos bandos. Junto a Togril estaba su hermano de sangre Jamuga, celoso
por el poder que va adquiriendo Temujin. Posteriormente los enfrenta y derrota; hace ejecutar a los
sobrevivientes y a su amigo Jamuga ordena que le rompan la espalda.
En 1206 a orillas del río Onon se reunió el Consejo de príncipes mongoles y nombraron a Temujin:
Gengis Khan (Gran Khan), o sea, gobernador supremo de las tribus mongolas, fundando así el imperio
de Mongolia. La caballería era su fuerza, con arcos y flechas y su estrategia: a todo galope. Como es-
tandarte tomaron crines de caballo color negro.
En 1211, Gengis Khan junto a sus hijos Zuchi, Tsagaadai, Ugedei, Tului, y Khasar, con un ejército de
110.000 hombres cruza el desierto de Gobi, se toma el norte de China y se instala en Pekín, poniendole
fin a la dinastía Chin.
En 1215, decide no atacar el sur de China porque deduce que una población de 50 millones de
habitantes sería muy difícil de controlar y retrasa la ocupación por un año, hasta asegurar su su-
premacía.
163
En 1216 se dirige hacia el Asia Central y llega a la frontera con Uz-
bequistan y Turkmenistan. Gengis envía a unos embajadores pero
son asesinados. Envía a 3 emisarios a investigar la muerte de los
embajadores y comprueban que fueron sometidos a grandes hu-
millaciones lo que lo enfurece; destruye Samarcanda y Bukhara.
Árbol de Plata
En 1221 Tului, hijo menor de Gengis invade Afganistán e India.
(paint mogoliaexpeditions.com)
Mientras Zeb y Subeedei toman Georgia y Azerbaiyán, derrotan
a los rusos y llegan hasta el mar Negro. Sus conquistas alcanza-
ron hasta el norte de China, Corea, Irak, Irán, parte del Turkestán,
el norte de India, Afganistán, Pakistán, Rusia, Anatolia, Siria, en-
traran en Polonia, Hungría, Bohemia y al valle del río Danubio, o
sea, a las puertas de Europa. Batu jefe mongol, a punto de tomar
Viena tuvo que desistir y regresar a Rusia debido a la muerte de
Ogadei, sucesor de Gengis Khan y participar en la elección de un
nuevo Khan, salvándose Europa.
164
para ti. Pero mi vida a sido muy corta para conquistar el mundo.
Este reto te lo dejo a ti”.
El pueblo ruso después de convivir con ellos por casi tres siglos,
en 1480 el príncipe ruso Iván III, El Grande, después de aprender
y aplicar sus mismas tácticas venció a la Horda de Oro y terminó
con la dominación mongola en Rusia.
165
a Kublai, su sobrino, para que se haga cargo de esta campaña.
Kublai, nació en 1215 (nieto de Gengis), tercero en la sucesión.
Kublai continuó con su estilo y con sus afinidades hacia las ar-
tes, pintura, etc. y con mucho ambiente de sedas. Con respecto a
su nueva forma de gobernar, ordenó a sus tropas no masacrar a
las poblaciones conquistadas y proporcionó indulgencias. Esto
no gustó a los mongoles del norte que consideraban que masa-
crar era una norma.
166
Palacio de verano Peking Winter Gate
(paint: greendragonsociety.com)
Xanadu era famoso por todo lo que allí sucedía: los más extraor-
dinarios banquetes con la presencia de astrólogos, hechiceros,
chamanes, encantadores, monjes tibetanos que ofrecían actos
especiales de magia que entretenían al emperador y que eran
parte de la corte.
167
Era el año 1274, Kublai estaba de descanso en Xanadu cuando
supo que los Polo estaban llegando, a 40 jornadas de distancia
(días de viaje), envió una comisión a recibirlos.
168
oportunidad de hablar, se dirigió al propio Khan en persa que era
la lengua de la corte, lo que le sorprendió a Kublai y al preguntar-
le que otras lenguas hablaba, le contestó que también sabía algo
de mongol, turco y uygur y que aprendió en el viaje (Marco nunca
aprendió hablar chino); le escuchó narrar con lujo de detalles las
costumbres y curiosidades de las diversas culturas y territorios
como nadie lo había hecho antes. Kublai, hombre de mucha cul-
tura e inteligencia encontró en él cualidades especiales que ha-
bía estado buscando inútilmente para su séquito.
Torre del Tambor 1270, Pekín
Una vez que Marco advirtió de la gran necesidad de Kublai por
escuchar relatos, curiosidades y costumbres de otros reinos, se
esmeró en preparar estos temas de tal forma que sus narracio-
nes absorbían su atención y de los presentes en la corte. Hizo
de esto una costumbre que fue valorada por el Khan. Lo escogió
para servirle como consejero, haciéndolo instruir en el lenguaje y
las costumbres de la corte. Comenzaría así sus años de servicio
al Khan, lo que también provocaría envidias internas.
169
Además de gran cantidad de palacios y templos, la Ciudad Prohibida tiene hermosos jardines, biblio-
tecas y dependencias para miles de soldados, sirvientes, concubinas y eunucos.
Marco nos relata la vida dentro de las paredes del palacio: aislados del mundo mediante grandes mu-
rallas y gigantescas puertas; lleno de intrigas y misterios; de la opulenta vida del emperador rodeado
de sus ministros y concubinas. Cuando alguna de estas era llamada a su lecho, tenía que quitarse sus
ropas (para comprobar que no llevase armas) y envolverse en una túnica amarilla, luego era llevada
cargada por un eunuco. Si le daba un hijo, mejoraba su condición.
A partir de entonces el Khan asignó a Marco algunas funciones entre las que figuran: inspector de las
recaudaciones en zonas lejanas, gobernador de Hangzhou por tres años, embajador para varios paí-
ses del sur de China y que los recorrería al final de su estadía.
Kublai tenía como objetivo conquistar a la dinastía Song y todo el sur de China. Era el territorio más
rico y avanzado de todos, fueron los primeros en utilizar el papel impreso como billetes de banco, tam-
bién contaban con una armada permanente, a partir del siglo X disponían de la pólvora o polvo negro
y también de la brújula.
Los Polo tuvieron aquí la oportunidad de demostrarle al Khan su ingenio tomando parte en el diseño
y construcción de unas grandes catapultas que luego lanzarían proyectiles encendidos y que permi-
tieron tomar ciudades. Duró cinco años el asedio a la última ciudad de los Song llamada Saianfu (Xin-
giang), a orillas del río Han, en Hubei, bloqueando el acceso al río Yangtzé. El comandante de los Song
se rindió condicionando a que la gente no sea masacrada.
La pólvora fue descubierta casualmente en el siglo IX por alquimistas taoístas chinos, mientras bus-
caban el elixir de la inmortalidad. Mezclaban todo tipo de químicos en sus ensayos; cuando lo hicieron
con azufre, salitre y carbón, mientras los calentaban sucedió lo que tenía que suceder, un gran fogo-
nazo y nacieron los “fuegos artificiales”.
Inicialmente no sabían que utilidad dar a este nuevo descubrimiento y lo usaban para asustar a la
gente. Aprendieron a usar tubos de bambú para expulsar y dirigir descargas pero sin mayor efecto, por
la fuerte explosión que dañaba a la madera; lo reemplazarían eventualmente por tubos metálicos más
resistentes. Posteriormente aprendieron a arrojarla o lanzarla desde catapultas en forma de bombas
explosivas.
Para cuando Kublai Khan y sus mongoles luchaban por conquistar a los Song, se sorprendieron al ser re-
cibidos por tubos metálicos que lanzaban fuego, (primeras armas de fuego), también con pequeños mi-
siles o cohetes que los transportaban desde carretillas. El uso de cañones se generalizó y fue lentamen-
te perfeccionado en China. El problema era fabricar tubos de metal capaces de soportar las tremendas
explosiones que se producían en su interior. Posteriormente fueron los mongoles quienes generalizaron
su uso. En Europa en 1241 lo utilizaron contra los húngaros. Como defensa ante este tipo de ataques se
comenzaron a construir ciudades con maurallas más gruesas y en lugares más altos.
170
Hangzhou (Foto: cnto.org)
Hay una leyenda que dice que la fórmula de la pólvora pudo haber llegado a Europa en 1324 a manos
de un monje. La receta consistía en la mezcla de carbón, azufre y salitre que el religioso comunicó al
abad de un monasterio donde pernoctó.
Este conocimiento se extendió por toda Europa y cambió las reglas de juego a favor de quien lo
poseía y que eran muy pocos, pues requería al mismo tiempo desarrollar la fabricación de armas.
Más tarde los mongoles tomarían Hangzhou, capital de los Song y Kublai le nombraría a Marco
gobernador de esta ciudad por tres años, como sus ojos y oídos (no se sabe bajo que nombre se
conocía a Marco Polo durante su estadía en China; otros viajeros occidentales como Mateo Ricci se
lo conocía como Li Matou y otro, Giuseppe Castiglione, como Lang Shining).
Marco narra sobre la inconmensurable China y sus opulentas ciudades. Nos describe el palacio del
ex emperador Song como algo exquisitamente decorado con sus paredes y techos con pan de oro y
colores brillantes, tan grande que podía acomodar hasta 10.000 personas; sus banquetes duraban
días y sus invitados vestidos de seda, oro y exquisitas piedras finas.
Lo que más sobresale es Hangzhou, le impresionó tanto que la calificó de “paraíso”; con más un mi-
llón de habitantes. Hay un gran lago rodeado por millares de hermosas casas con grandes jardines.
Doce mil puentes que le recordaban a su Venecia, algunos de ellos con altura suficiente para dejar
pasar grandes barcos cargados de alimentos y gente. Sus mercaderes comerciaban con exuberan-
cia: perlas, joyas, gemas, adornos de oro y plata, perfumes, especias, ropa, textiles, libros, frutas,
pescados secos y frescos traídos del propio lago o del mar, etc. Disponían de 100.000 guardias,
4.000 baños públicos, 30.000 soldados, banquetes con 10.000 comensales, todas sus calles y ca-
rreteras adornadas con árboles y jardines (esta costumbre la trajo Marco a Europa).
Cuando Ibn Battuta el famoso viajero árabe pasó por aquí la describió así: “en medio de la ciudad
hay un hermoso lago rodeado de lujosas residencias con toldos de seda que llegan hasta los muelles
para protegerse del sol y gran cantidad de botes de madera, hermosamente elaborados y pintados,
171
con velas de colores y la gente disfrutando de paseos, en medio
de un paisaje lleno de jardines que rodean al lago; la más grande
ciudad que jamás he visto”.
Encontró muy difícil describir a esta ciudad, dijo que podría lle-
nar un libro: «Es verdaderamente muy costoso describir la gran
nobleza de esta provincia y por lo tanto, callaré”.
Marco también nos habla del Gran Canal de China: hubo que
construirlo para unir el norte con el sur, debido a que los ríos
principales de este país van de oeste a este; se requería de un
sistema de abastecimiento constante para la capital Pekín. Se
comenzó a construir en el siglo VII y se lo terminó en el XIII, cava-
do completamente a mano por 5 millones de hombres y mujeres.
Comienza en esta ciudad y va hasta Pekín, a más de 1.800 kiló-
metros. Esta vía permite el comercio en todo su recorrido y es la
principal fuente de ingresos para las ciudades que se asientan a
sus orillas. Sirvió a Pekín en su eterna guerra contra los nómadas
del norte, inclusive cuando piratas bloqueaban la ruta marítima.
172
ataque fue repelido por los japoneses a pesar de que los mongoles tenían armas y tácticas superiores,
incluyendo la pólvora; no contaban con sus caballos que eran la base de su éxito. Por la noche se de-
sató una tempestad que destruyó su flota de barcos, los japonés adujeron al viento kamikaze, “viento
divino”, al darse cuenta los japoneses que no tenían en que regresar, los masacraron.
Siete años después en un segundo intento con un ejército de 100.000 hombres y con una flota de
1.170 naves de guerra, tampoco tuvieron éxito. Estas dos campañas desastrosas mermarían al ejérci-
to mongol económicamente y militarmente; Kublai entendió que sus tropas eran de a caballo; no haría
más intentos con Japón.
Tres años más tarde, Kublai envió a Marco a diversos lugares al sur de su imperio, con el fin de reco-
lectar información de inteligencia sobre sus territorios y recaudaciones. De sus viajes, Marco relata
algunas de las cosas que más le llamaron la atención: de Tailandia, pondera de sus bellas mujeres y
de la costumbre de comer carne cruda picada y aderezada con sal, ajo y especias. De Sumatra (Java),
nos comenta que conoció al animal que seguramente es al que se lo conoce como unicornio, pero muy
diferente de cómo se lo imaginan, se trata del rinoceronte. Nos cuenta que algunas de sus tribus son
caníbales y que disecan las carnes para poder comerlas en días posteriores. También de las inmensas
cantidades de oro y perlas que poseen. Descubrió que los pequeños hombrecitos pigmeos disecados,
los venden como recuerdos a los comerciantes, no son pigmeos sino una especie de monos que
recortados adecuadamente el cabello se parecen mucho a seres humanos diminutos. En Indonesia
conoció las famosas nueces del tamaño de una cabeza humana, se trataba de los cocos. De Ceilán,
isla de las gemas y la montaña sagrada con la tumba de Adán.
También los hombres con cola; se trataba simplemente de monos de selvas tropicales, que al no ser
conocidos en el norte de China ni en Europa pensaban que eran pequeños hombrecillos con cola. En
Madagascar escuchó de la existencia de una ave gigante llamada “roc” o “ave elefante”, fuente de
inspiración para los cuentos de Simbad el Marino. Ahora se sabe que si existió; hay un huevo en el
museo Británico de 30 centímetros de diámetro; se extinguió hace 400 años. De Birmania nos cuenta
del peligro del ataque de los tigres por la noche; encendían hogueras y colocaban pedazos de bambú
(contienen en su interior agua) que al calentarse producían fuertes ruidos (detonaciones) que man-
tenían alejados a estos animales. En Tíbet conoció a monjes que llevaban la cabeza rasurada y muy
humildemente vestidos, pero que eran capaces de increíbles actos de magia. Otra costumbre inusual
aquí era que recibían la visita de 20 ó 30 muchachas guiadas por ancianas a pedirles que yacieran con
ellas, a cambio de que cuando se fueran les dejaran algún regalo.
Ellas podían estar con todos los que querían, pues esto las hacía más atractivas a los ojos de sus fu-
turos esposos; recomendó no visitar a este lejano país por cuanto el robar o hacer daño a otro, no era
considerado pecado, además son ladrones y asesinos. De Vietnam dice: “son los hombres más crueles
del mundo, solo piensan en matar, tras beberse la sangre de sus víctimas, se los comen enteros”; de ahí
que los propios mongoles les temieran y mantuvieran sus ejércitos reforzados. Sobre Ceilán, “tienen
trato carnal entre ellos, como si fueran perros, en medio de la calle o en cualquier otro sitio donde se
encuentran, sin sentir vergüenza alguna y ni siquiera respetan a sus madres ni a sus hijas, sino que cada
173
uno hace como quiere, o como puede”. En la India, “el calor es tan
enorme que sus habitantes van desnudos”, el respeto sagrado
a los bueyes, el ritual de sus lavados, complicadas reglas para
comer, sus suicidios rituales y las extrañas costumbres de los
yoguis.
City of Mien, Indochina Durante las ceremonias o banquetes había algo que le llamaba
la atención sobremanera, eran los “bacsi”, monjes tibetanos con
capacidades tele quinésicas; por ejemplo, acercaban la copa de
vino, -volando por el aire- hasta las manos del gran Khan, solo
con el poder de sus mentes; también nos dice que podían con-
trolar el clima.
174
valoración en quilates, siendo las de 24, las mejores. Deben ser,
aparte de hermosas, agraciadas, sin defectos, y pasar una prueba
de virginidad mediante huevos de paloma; deben vivir una tempo-
rada en el palacio para ser inspeccionadas a fondo: si duermen
bien, si roncan, si tienen mal aliento, su aseo diario, si se lavan el
pelo, etc.. A las escogidas se les asigna un eunuco, quien será res-
ponsable de ella y pasan a tomar parte de la lista de concubinas
a la espera de ser escogidas por el Khan. Las que no daban los
quilates, las devolvían; si tenían quilates medios, las dejaban de
concubinas de otros mongoles de menor rango o de sirvientas.
Los harenes eran una sociedad aislada dentro del palacio, un ex-
traño código de conducta, costumbres y organización, regían su
comportamiento. Obedecían normas basadas en dos extremos:
los que disfrutaban del sexo, o sea, el Khan y sus mujeres y los
asexuados, eunucos. Esto era para asegurarse que todo hijo fue-
ra del Khan. Sus dramas e intrigas sucedían a niveles extremos;
ellas acompañadas de sus eunucos, compitiendo por ser llama-
das a servir al Khan en una carrera contra el tiempo, pues el año
siguiente comenzaba un nuevo ciclo con muchachas nuevas.
Las que no eran escogidas comenzaban a ser olvidadas y reu-
bicadas, incluyendo la posibilidad de ser devueltas o expulsadas
del palacio. Hablando de eunucos, yo nunca vi uno y si lo veo, se
me llenaria la cabeza con interrogantes y preguntas.
175
nos. Se los ubicaba en puestos estratégicos, ya sea en la corte para
control o en los harenes para el cuidado de las mujeres y concubi-
nas de los príncipes, reyes y sultanes.
176
ción es que el conducto urinario se cierre al cicatrizar. Si al tercer o cuarto día el esclavo no ha evacuado
orina suficiente a través de la canilla, su muerte es segura. Y es triste decirlo, pero eso sucede en tres de
cada cinco casos”. (Tomado del libro El Viajero, de Gary Jennings pág. 170).
La castración fue haciéndose costumbre en el pueblo chino, de tal forma que los campesinos que no
podían mantener a sus hijos los hacían castrar y los enviaban a conseguir trabajo de cualquier oficio
en la Ciudad Prohibida. La cantidad de eunucos fue tal que la corte imperial tuvo que regular su ingreso
al palacio. En un comienzo, después de pasar por pruebas muy denigrantes, lograron ingresar 3.000;
con el transcurrir de los tiempos, esta costumbre fue en aumento a tal extremo que llegaron a ser
70.000 eunucos, todos buscando alguna oportunidad. Durante los 250 años que duró la dinastía Ming,
se estima que hubo más de un millón.
Continuando con la historia de los Polo, después de casi 20 años al servicio de Kublai Khan, Marco, su
padre y tío, pensaron que era ya tiempo de regresar a su Venecia, pues al Khan no le quedaba mucho
de vida, tenía casi 80 años y había el riesgo que si fallecía, perdían también su protección; además que
20 años fuera de su tierra eran suficientes; era hora de regresar.
Después de hacerle saber a Kublai de su deseo de retornar a su tierra, este no accedió por cuanto los
consideraba importantes. Tras insistir varias veces, recibieron la misma respuesta. Por suerte para
ellos se produce una oportunidad: el soberano mongol en Persia, Ilkhan Arghun, había enviudado (go-
bernó entre 1284 y 1291); por lo cual debía ser enviada la princesa Kokachin, escogida para que fuera
su nueva esposa. Kublai consideró que Marco tenía la experiencia y el conocimiento acerca de los
mares que deberían atravesar y de las rutas a occidente; accedió a dejarlos ir y que fueran parte del
séquito y como último servicio hacia él.
Para el viaje recibieron los respectivos pasaportes o tablillas de oro que les permitía circular por todo
el imperio. También varias cartas de Kublai Khan dirigidas al Papa y a los reyes de Francia, Inglaterra
y España.
Inicialmente trataron de viajar por tierra, pero después de 8 meses decidieron regresar debido a situa-
ciones de guerras internas y resolvieron hacerlo por mar. Se prepararon 14 navíos con 600 marineros,
tripulantes y soldados. Partieron con rumbo sur hacia Quanzhou, Vietnam, península malaya y llegaron
a Sumatra después de tres meses de navegación, por falta de vientos favorables. Aquí debieron que-
darse cinco meses para evitar los tifones y tormentas monzónicas, que de todas maneras ocasiona-
ron que algunos de los barcos se extraviaran. Luego continuaron hacia Ceilán (Sri Lanka), siguiendo la
costa de India y la parte sur de Persia hasta llegar a Ormuz. De los 14 navíos que partieron, solo llegó
uno, el de la princesa y los Polo, junto a 16 marineros más; los tifones, la malaria, las enfermedades
tropicales y el escorbuto los habían diezmado. Luego prosiguieron hacia su destino final, Khorasan en
Persia, llegaron después de dos años de viaje.
A su llegada se enteraron que Ilkhan Arghun había muerto y debieron entregar la princesa a su hijo
Ilkhan Ghazan, quien la desposó. Se enteraron también de la muerte de Kublai Khan, lo que les ocasio-
177
nó mucha pena. Marco nos relata, “pasé 17 años con él y lo llegué a querer como a mi padre”. Los Polo
permanecerán aquí por otros nueve meses.
Con nuevas tablillas de oro prosiguieron su viaje hacia Trebisonda, en el mar Negro, actual Turquía. Ya
no estaban en territorio mongol y viajaban sin protección. Aquí fueron asaltados, robados y la mayor
parte de sus valiosas pertenencias decomisadas por un gobernante de este territorio. Según el libro de
Marco Polo, este robo superaba a un equivalente de cuatro mil monedas de oro bizantino.
Finalmente, después de pasar por Constantinopla, llegaron a Venecia en 1295, veinte y cuatro años
después de haber partido. Nadie en su tierra los reconoció, pues los creían muertos. Además del
acento extranjero con que hablaban, las viejas y raídas vestimentas tártaras que llevaban puestos
(para dar impresión de pobreza y evitar robos) cuando llegaron a su vieja mansión familiar, tampoco
los reconocieron. Marco tenía 42 años de edad.
Durante un banquete que ofrecieron a algunos de sus parientes, conocidos y curiosos que querían
saber acerca de sus viajes, nos cuanta Marco en su libro, que desgarrando las viejas vestimentas que
traian puestas cuando llegaron, dejaron ver a los presentes, entre otras cosas, una gran cantidad de
piedras preciosas que lograron salvar.
Tres años más tarde, en 1298, durante una batalla entre genoveses y venecianos, Marco, a cargo de una
de las galeras venecianas cayó prisionero, sería encarcelado por dos años. Como compañero de celda
le tocó un escribano llamado Rustichelo de Pisa, quien aprovechó de todo lo que Marco decía que había
conocido; escribió esta información dando origen al libro “Las Maravillas del Mundo”, fue originalmente
escrito en francés y en modo de memorias de un mercader, que haría famoso inmediatamente a Marco.
Este manuscrito encendió la imaginación de todos los europeos. Fue ampliamente usado como re-
ferencia en los siglos XV y XVI en la navegación marítima durante la exploración de nuevas rutas y
tierras, buscando especias, monopolio entonces de los árabes y turcos.
Entre los personajes que se beneficiaron de esta información de Asia, están Cristóbal Colón y Américo
Vespucio. Este último, después de navegar por todas las costas del nuevo continente, pudo compro-
bar que no se trataba de Asia, como creía Colón, sino de un nuevo continente. Más tarde, en 1507, el
cosmógrafo alemán Waldseemuller, al enterarse de esta conclusión de Vespucio, sugirió y se refirió a
estas tierras y mapas como de “Américo”, dándole así este nombre al Nuevo Mundo.
Marco se casó y tuvo 3 hijas. En su lecho de muerte el 9 de enero de 1324, liberó a un esclavo tártaro
que trajo del Asia y cuando le preguntaron que si quería retractarse de tanta mentira, manifestó: “no he
contado ni la mitad de lo que vi y lo que hice”.
Nosotros, al finalizar el viaje en la ciudad de Pekín, la oficina de turismo de China nos brindó un home-
naje mediante una ceremonia conmemorando la culminación del mismo y entre las cosas importantes
que dijeron: “que nos felicitaban por no haber tenido ningún contratiempo que lamentar”.
178
La despedida entre nosotros fue emotiva y profunda. No faltaron un par de lágrimas y declaraciones
de amistad que no se produjeron durante el viaje. Después de darnos mutuamente direcciones y pro-
mesas de que nos mantendríamos en contacto mediante cartas y envió mutuo de fotos, llegó final-
mente el momento de los fuertes abrazos de rigor con demostraciones corporales que verbalmente
no éramos capaces de expresar.
Al salir de China, en mi vuelo de regreso, hice la primera escala en Hong Kong, con la mente finalmen-
te en neutro, me siento a reflexionar; decidí tomarme un café con pasteles después de meses; me
embriaga el penetrante olor y sabor del café… café y con los ojos cerrados me deje llevar, brotaban
lentamente desde mi mente imágenes que se proyectaban como una película.
Era como estar regresando de otra dimensión; había un torbellino de ideas dentro de mí y al tratar de
entenderlas y ponerlas con palabras coherentes, sentía como:
de tratar de comprender sentimientos surgidos de dentro, que solo salen bajo circunstancias adversas;
ser capaz de reemplazar ideas y costumbres arraigadas, dando paso a nuevas, que nos identifican
mejor;
de someter nuestro cuerpo y alma a escenarios de frío y calor, aceptarlos y aprender a sobrellevarlos;
comprender a través del brillo de los ojos y las expresiones de la gente, sus mensajes, sus sentimien-
tos, sus alegrías, sus miserias.
Todas estas vivencias me llenaron de riqueza interior, me hacen sentir que he crecido, veo al mundo
un poco más pequeño, me alegro de haberlas vivido.
179
EPILOGO
180
El autor: Tommy Verbik - Desierto de Gobi
“Imborrables recuerdos compensan lo duro de un viaje”
181
CRONOLOGÍA DE HECHOS IMPORTANTES DE LA HISTORIA
182
Siglo VI a.C. Aparece el Budismo
0 Nacimiento de Jesucristo
renombran Estambul
183
BIBLIOGRAFÍA:
184
ÍNDICE ALFABÉTICO
Abraham, 33, 97
Abrahanicas, 34
Alejandro, 15, 19, 20, 40, 41, 42, 43, 44, 45, 60, 63, 68, 72, 74, 92, 125, 139, 140, 160,
Alim, Khan, emir, 81
Alma Ata, ciudad, 100, 101
Altay, montes, 110
Américo Vespucio, navegante, 178
Ani, ciudad, 49
Árabes, 15, 20, 39, 40, 42, 47, 49, 55, 62, 80, 92, 149, 154, 159, 166, 178
Arameo, 35, 38
Ararat, monte, 50, 53
Árbol de Plata, 165
Arghun, Khan, 60,
Armenia, 14, 28, 32, 47, 48, 49, 50, 53, 54
Asesinos, secta ismailí, 70
Asirios, 15, 24, 30, 32
Astana, cementerio, 122
Ashkhabad, 66, 69, 71
Asurbanipal, rey, 32
Ave gigante llamada “roc”, Madagascar, 173
Azarbayán, 63, 164
Babel, torre, 33, 34, 35, 121
Babilonia, 32, 33, 34, 35, 161
Bactria, 14, 42, 43, 44, 68, 73, 168
Bakú, 53, 64, 65
Battuta, Ibn, viajero, 15, 88, 89, 91, 171, 184
Benedicto de Goes, 147,
Bezeklik, cueva de los mil budas, 123
Biblia, 29, 30, 32, 33, 35, 46
Biblioteca, Alejandria, 46
Bizancio, 15
Bogomillos, herejes, 121
Bósforo, 16, 17, 38
Bronce, 29, 31, 36, 49, 50, 56, 73, 149, 151, 153, 159, 160
Budismo, 80, 125, 131, 132, 133, 134, 135, 136, 140, 155, 156, 166, 168
Brújula, 127, 128
Bukhara, 11, 80, 81, 82, 87, 88, 90, 91, 164,
Canaan, 33, 42,
Cambaluc, ciudad, 166, 167, 169, 174,
Capadocia, 9, 21, 22, 23,
Caspio, mar, 11, 14, 44, 55, 63, 65, 66, 69, 93,
Castración, ciudad prohibida, 177,
Ceilan, 173
Ciro, el Grande, 35, 38
Chapman, Roy, 143
Cipango, Japón, 172
Colón, Cristóbal, 116, 178
Confucionismo, 135, 157
185
Constantino, el Grande, 11, 12, 15, 16, 18
Constantinopla, ciudad, 11, 15, 18, 55, 59, 90, 115, 118, 178, 183
Corea, conquista, 172,
Crassus, General romano, 72
Cruzados, 11, 15, 60, 61
China, 11, 14, 18, 59, 93, 105, 112, 118, 124, 163, 164, 166, 168, 178, 179
Dario, rey, 14, 38, 39, 40, 41, 42, 43, 44
David Neel, Alexandra, exploradora, 83
Diamond, Sutra, 139
Diluvio, universal, 29, 35
Dinastía Song, 170
Dunhuang, cuevas, 131, 135, 136, 138, 141
Edén, 30, 35, 116
Elburz, montes, 69
Erzurum, ciudad, 47
Estambul, ciudad, 12, 13, 15, 16, 18, 19
Éufrates, río, 25, 29, 33
Eunucos, ciudad prohibida, 175
Felipe IV, rey de Francia, 60
Filipo, Macedonia, 41, 45
Gaochang, ruinas, 120
Gautama, Sidaharta, Buda, 132
Gengis, Khan, 11, 15, 49, 60, 70, 75, 79, 90, 92, 96, 110, 147, 149, 162,
Georgia, 14, 27, 54, 55, 56, 58, 59, 164,
Gran, canal China, 173,
Gran, Juego, 82
Gran, Khan, 163, 166, 167, 168, 174, 178
Gobi, 14, 73, 113, 125, 129, 131, 163, 168
Guerreros de terracota, 156
Hami, Kumul, 130
Hamurabi, código, 34, 35
Hangzhou, ciudad, 91, 170, 171
Harenes, ciudad prohibida, 175
Harrer, Heinrich, 83
Hebreos, 35, 46,
Hedin, Sven, arqueólogo, 83, 117, 128, 129, 141
Herodoto, historiador, 33, 39, 83
Himalaya, 14, 45, 76, 80, 83, 91, 99 100, 104, 108, 111, 125, 129, 132, 168,
Horda, 11, 55, 56, 70, 77, 79
Hulagu, Khan, 70
India, 174
Islámicos, 34, 99, 95, 124, 155
Jardines, colgantes, 33
Jenofonte, historiador, 33
Jericó, ciudad, 25, 28,90, 162
Jesús, 12, 96, 97, 168
Jerusalén, 12, 15, 17, 32, 33, 34, 38, 46, 60, 97
Jiayuguan, fuerte, 145
Judea, 46, 64
Kara-Kum, desierto, 66
Kars, ciudad, 47, 48, 49, 52
186
Karakorum, 87, 164, 165, 166
Kayseri, ciudad, 21, 24
Kazakhstan, 99
Krasnovodsk, ciudad, 66
Kublai, Khan, 166, 167, 168, 169, 170, 171, 172, 173, 174, 177
Kurdistán, 48, 90
Kurdos, 47, 48
Lanzhou, ciudad, 146, 149, 150, 154
Le Coq, Albert von, arqueólogo, 117, 120, 121, 122, 123, 124, 141, 142
Lhasa, ciudad, 83, 84, 129
Legión, perdida romana, 73, 150
Leninakan, ciudad, 53, 54
Libro, Tibetano de los Muertos, 85
Liqian, pueblo, 150
Lop Nur, desierto, 132
Luoyang, 154
Magnetita, 128
Manes, 121
Medos, 32, 38
Merv, ciudad, 59, 74, 75
Mesopotamia, 14, 25, 27, 28, 30, 31, 32, 33, 46, 61, 72, 73, 76, 97, 129, 142, 168
Mongoles, 11, 15, 24, 49, 55, 60, 73, 81, 97, 90, 92, 94, 95, 103, 108, 109, 115, 120, 130, 137, 139, 147, 154, 162,
164, 166, 167, 170, 171, 184
Mongolia, 14, 59, 71, 75, 108, 110, 129, 131, 162, 165, 166
Monoteísmo, 35, 46
Montañas, flameantes, 119
Muralla, gran, 131, 141, 146, 147, 148, 149, 155
Nabucodonosor, rey, 33
Negro, mar, 16, 23, 55, 65, 66, 90, 164, 178
Nestorianismo, Nestoreo, 59, 60, 74, 97, 115, 118, 146, 155, 159
Nínive, ciudad, 32
Nisa, ciudad, 71
Noé, 27, 29, 32, 50
Odórico, sacerdote, 87
Ogodei, Khan, 165
Ormuz, puerto, 177
Otomanos, 15, 16, 17, 20, 49, 53, 71, 115, 116
Papa, 11, 12, 59, 60, 108, 111, 129, 177
Papel moneda, 157, 158
Partos, 26, 42, 72, 73, 150
Paz Mongólica, 164
Pekín, 14, 17, 59, 91, 106, 114, 146, 152, 163, 165, 166, 167, 168, 169, 172, 178
Persépolis, 39, 44
Persia, 12, 14, 35, 39, 42, 55, 61, 63, 64, 66, 70, 90, 115, 118, 129, 135, 149, 168, 177
Pies de loto, 153, 154
Plinio, el viejo, historiador, 72, 111
Pólvora, 170, 173
Preste, Juan, 61
Ptolomeo, historiador, 42, 46, 83
Qanats, Kariz, 39, 118, 119
Ricci, Matteo, sacerdote, 83, 171
187
Rubruck, Guillermo de, sacerdote, 87
Rusia, 12, 53, 55, 62, 80, 82, 95, 101, 102, 109, 115, 117, 128, 129, 164, 165
Rustichelo de Pisa, escritor, 178
Ruta, de la Seda, 11, 12, 15, 16, 34, 38, 39, 47, 51, 72, 80, 82, 91, 107, 109, 113, 114, 115, 117, 120, 125, 141, 146,
154, 159
Salomón, 17, 33
Samarcanda, ciudad, 45, 73, 82, 87, 91, 92, 93, 94, 99, 121, 125, 149, 164
Seda, 118
Semita, 32
Shaanxi, provincia, 154
Soleiman, el Magnifico, 17
Stein, Aurel, arqueólogo, 117, 138, 139, 140
Sumerios, 27, 28, 30, 38
Taklamakan, desierto, 14, 113, 120, 134, 168
Tamerlan, 15, 20, 24, 47, 68, 79, 80, 92, 93, 94, 95, 96
Taoísmo, 132, 135, 155
Tashkent, ciudad, 73, 99, 125, 137, 141
Tartaros, 15, 71, 108, 163
Tian, Shan, 99,102, 104, 108, 125
Tíbet, 59, 80, 83, 86, 87, 108, 129, 131, 135, 149, 154, 161, 173
Tiblisi, ciudad, 54, 55, 56, 57
Tigris, río, 25, 29, 33
Timuríes, 92
Tora, libro, 35, 46
Troya, 36, 41, 43, 124
Turcos, 12, 15, 20, 47, 48, 55, 60, 71, 74, 92, 109, 178
Turfán, 87, 113, 114
Turkestan, 105, 115, 123, 142
Turkmenistán, 65, 66
Uygures, 15, 107, 108, 109, 110, 113, 137
Ulughbek, astrólogo, 93
Unión, Soviética, 14, 47, 48, 51, 54, 64, 71, 101
Ur, ciudad, 28, 29, 30, 33
Uruk, ciudad, 29
Urumqi, ciudad, 110
Uzbekistán, 80, 90, 99
Uyguristan, 107
Viejo, de la montaña, 70
Vietnam, 173
Wuwei, pueblo, 145
Xanadu, palacio de verano, 11, 167, 168
Xenophon, historiador, 23
Xingiang, 107, 108, 109, 110, 170
Xi’an, ciudad, 14, 126, 146, 147, 154, 155, 156, 160, 161
Xuan, Zang, 120, 125, 130, 138, 139, 140, 155
Younghusband, Francis Sir, 83
Zoroastrismo, 38, 74
188