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RESUMEN LAS PASIONES Y LOS INTERESES

Hirschman, en esta primera parte del libro, “Cómo se recurrió a los intereses para
contrarrestar las pasiones”1, comienza con una referencia de Max Weber en dónde
se pregunta cómo es que las actividades que involucran el lucro comercial se
hicieron respetables si en épocas pasadas dichas actividades se consideraban
despreciables, ya que daban cuenta de vicios tales como la avaricia y la ambición.
Pues bien, a pesar de que en los siglos XIV y XV ya existía un capitalismo
naciente, la actividad de mayor importancia para la edad media era la búsqueda de la
gloria. Así, comenzará Hirschman a desarrollar la idea de la gloria y el nacimiento del
“espíritu del capitalismo”.
San Agustín proclamó que hay tres pecados principales para el hombre, el
deseo de poder, el deseo sexual y, para interés de este tema, el deseo de dinero. Un
punto importante es que ya habla de “la posibilidad de que un vicio frene a otro”.2
Ahora bien, lo que San Agustín expreso cómo búsqueda de la gloria, fue después
reinterpretado como amor a la gloria, en contraposición a la búsqueda privada de
riqueza. Se pensaba pues que en la riqueza personal había una conexión con el bien
común y con la búsqueda de gloria.
Luego, en el Renacimiento la ideología dominante resultó ser la búsqueda del
honor, pero para lograr esto, ya no se buscaba la palabra divina, pues el influjo de la
Iglesia había perdido mérito. Ahora se consultaban los textos griegos y romanos
donde se exaltaba la búsqueda de la gloria.
En la Europa Occidental se dio un fenómeno llamado “demolición del héroe”
donde los escritores tuvieron un papel importante. En general se dijo que el amor así
mismo y las pasiones heroicas eran despreciables y demenciales. Aun así, dentro de
esta nueva configuración no se propuso una nueva ética moral que correspondiera a
la nueva clase burguesa emergente.
Es también en el Renacimiento donde encontramos un cambio en la teoría del
Estado, “un intento de mejorar el funcionamiento del Estado dentro del orden

1 Hirschman, Albert O., “Cómo se recurrió a los intereses para contrarrestar las pasiones”, en Las pasiones y los
intereses, FCE, México, 1978, pp.16-73
2 Ibid., p.18
existente”.3 Maquiavelo, manteniendo este orden, establece “la verdad efectiva de
las cosas”, con lo que intenta enseñar al príncipe a conservar y extender su poder; ya
no a hablar de lo imaginario sino del mundo real. Después, este enfoque se expande
al individuo.
Spinoza fue uno de los primeros que considero al hombre “tal como es”, es
decir ataco a los filósofos que sólo hablan del hombre en la medida en que les
gustaría que fuera, pero se alejan de la realidad. El siguiente, Vico rescata esta idea.
Así como Rousseau en el Contrato social. Ya en el siglo XVIII, la idea de tomar al
hombre “tal como es realmente” siguió afirmándose hasta el punto de establecer el
tema “de lo que hoy llamamos la ciencia política”.4
Lo anterior se derivó de la convicción de que la ética moral filosófica y las
normas religiosas ya no eran confiables. Por lo tanto, había que buscar nuevos
cánones. El estudio detallado de la naturaleza humana fue el comienzo de la
búsqueda de estas nuevas reglas a las cuales adherirse. Esto dio como resultado
tres líneas de argumentación.
En la primera, el Estado toma un papel represor para frenar las pasiones del
hombre y sus consecuencias. Pero esta solución encuentra múltiples contrariedades,
pues el mismo soberano no puede ser imparcial, es decir, puede ser en exceso
tolerante o cruel. Así, esta solución coercitiva no se mantuvo mucho tiempo, siglo
XVII, ya que lejos de resolver es “un rodeo a las dificultades mismas descubiertas,
antes que su solución”.5
La segunda argumentación se refiere más al control que a la represión. Esta
nueva forma de civilizar a la sociedad es confiada al Estado. Se trata de cambiar las
pasiones negativas en algo que genere un provecho. Uno de los que expresaron esta
idea fue Giambattista Vico, en el siglo XVIII, quien manifestó que de los vicios como
la avaricia y ambición podía nacer felicidad.
Fue Adam Smith en La riqueza de las naciones quien avanzó en esta idea: el
cambio de una pasión particular o vicio en algo aceptable y hasta deseable. Ahora,
pasión y vicio, se convierten en ventaja o interés. Por otro lado para Hegel que el
3 Ibid., p.21
4 Ibid., p.22
5 Ibid., p.24
hombre siga sus pasiones funciona para una meta más importante de la historia del
mundo.
La tercera solución: contrarrestar una pasión con otra. Las primeras serían
pues ciertas pasiones de menor peligro contra las pasiones más destructivas y
peligrosas, todo en pro del hombre y la humanidad. Así, Spinoza dice que una pasión
solo puede contenerse por otra pasión contraria y más fuerte. Siguiendo esta idea,
“Hume defiende la restricción del ‘amor al placer’ por el ‘amor a la ganancia’”. 6
A este acto de usar una pasión relativamente inocua y ponerla contra otra
pasión de mayor peligrosidad y destrucción, es el principio de la pasión
compensadora. Hay que resaltar que la palabra “interés” se utilizaba, ya en el siglo
XVIII, para indicar aquella pasión que se usa como compensadora.
Ahora bien, se tenía que establecer cuales son aquellas pasiones domadoras
y cuales aquellas que se debían domar. De esta inspección resultó un antagonismo
entre los intereses de los hombres y sus pasiones. Así, se observaron consecuencias
favorables cuando los hombres se conducen por sus intereses que cuando lo hacen
por sus pasiones más destructivas. Dicho interés se centró en la cualidad económica.
“El significado económico se volvió dominante en una etapa avanzada de la historia
del término”.7 Aunque al principio el término interés fue difícil de definir, era relativo
según en quién o qué se usaba. Pasó de ser “interés del gobernante a los intereses
de diversos grupos de los gobernados”.8
Posteriormente, en el siglo XVIII, ya se tomaba el interés en su uso
económico, como por ejemplo “amor a la ganancia”.9 Este significado viene
probablemente de la relación entre préstamo e interés. También es posible que las
actividades económicas hayan subsumido el concepto de interés por su relación con
el cálculo racional.
Así, llegamos a la situación de “que un conjunto de pasiones, conocidas hasta
ahora como codicia, avaricia, o amor por el lucro, podía utilizarse convenientemente

6 Ibid., p.33
7 Ibid., p.39
8 Ibid., p.43
9 Ibid., p.44
para enfrentar y frenar a otras pasiones tales como la ambición, el ansia de poder, o
el deseo sexual”.10 De esta forma, pasión compensadora e interés se unen.
Esta idea del interés económico se convirtió en una moda y un paradigma, la
acción humana se explica así por el interés propio. Esta acción humana “se
consideraba libre de la naturaleza destructiva de la pasión y de la ineficacia de la
razón”.11
Ahora bien, se llegó a la creencia de que el interés, al ser un paradigma, se le
podían atribuir ciertas ventajas. La primera de ellas es la “posibilidad de previsión”.12
Si todos los hombres se guían por su propio interés, el mundo es un lugar previsible.
Ya que el interés no miente el curso de la acción del hombre se vuelve transparente
y así es benéfico para terceras personas, ya que pueden tomar decisiones según la
acción del otro que se sabe cuál será. No obstante si todos los humanos persiguen
su propio interés, alguien tiene que perder, pues no es posible que todas las partes
indudablemente obtengan ganancia.
De esta manera, se llegó al punto donde el dinero ocupaba un lugar mucho
más importante que el honor, o la amistad. Sin embargo, se pensaba que “las
pasiones eran salvajes y peligrosas, mientras que la búsqueda de nuestros intereses
materiales era inocente”.13 Así pues, se creía que las actividades económicas no
podían causar un mal demasiado grave.

BIBLIOGRAFIA:
Hirschman, Albert O., “Cómo se recurrió a los intereses para contrarrestar las
pasiones”, en Las pasiones y los intereses, FCE, México, 1978, pp.16-73

10 Ibid., p.47
11 Ibid., p.50
12 Ibid., p.55
13 Ibid., p.64

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