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Posibilidades de aprendizaje

La capacidad de aprendizaje de los niños es asombrosa. Su mente es como una


esponja, ávida de conocimientos que se adquieren prácticamente sin esfuerzo.

Así, los padres nos maravillamos al ver que nuestros hijos pequeños han
aprendido inglés en un abrir y cerrar de ojos, nos corrigen el acento y lo
emplean con total naturalidad cuando les pedimos que respondan en el idioma
sajón. Pero, lo más asombroso es contemplar a nuestros niños "digitales" usar
el ordenador, nuestro móvil o los videojuegos con la destreza de un experto.

El funcionamiento tan óptimo de la mente de los niños, sobre todo, en la etapa


de los 0 a 3 años, se debe al juego de las interconexiones neuronales. Hace
tiempo que se determinó que la inteligencia de una persona no se medía tanto
por la cantidad de neuronas que poseía el cerebro sino por la cantidad de
interconexiones neuronales que tenía. Sin embargo, cuando esta etapa
concluye los métodos de aprendizaje entran en juego.

Respuestas sensoriales

El desarrollo sensorial es el comienzo del desarrollo cognitivo-motor. A través


de los sentidos se reciben las primeras informaciones del entorno y se elaboran
las sensaciones y percepciones. Éstas constituyen los procesos básicos del
conocimiento.

Viendo, tocando, oliendo y explorando el entorno mediante el movimiento, el


niño va asimilando experiencias y descubriendo los objetos y sus
características. Descubre un mundo de colores, sabores, olores, formas,
tamaños, sonidos, etc. A partir de las sensaciones y las percepciones se van
formando los procesos superiores del conocimiento, la inteligencia y el
lenguaje. La inteligencia se desarrolla a partir de informaciones sensoriales y
exploraciones motrices desde los primeros meses. Por esto es conveniente
estimular y ejercitar los sentidos, a fin de mejorar el mundo cognitivo del
pequeño.
Descripción de cada Fase del desarrollo infantil en las siguientes
áreas: física, sensoriomotriz, lenguaje, pensamiento, afectiva y
psicosocial

Física: El crecimiento se emplea para referirse al aumento de tamaño y peso;


mientras que desarrollo se aplica a los cambios en composición y complejidad.

Es el proceso mediante el cual los seres humanos aumentan su tamaño y se


desarrollan hasta alcanzar la forma y la fisiología propias de su estado de
madurez. Tanto el aumento de tamaño como la maduración dependen de que
exista un aporte adecuado de sustancias nutritivas y de vitaminas, y de que se
produzcan las distintas hormonas necesarias.

Por lo general, un recién nacido pesa 3,4 kilos, mide 53 centímetros y presenta
un tamaño de cabeza desproporcionadamente mayor que el resto del cuerpo.
En los tres primeros años el aumento de peso es muy rápido, después se
mantiene relativamente constante hasta la adolescencia, momento en el que se
da el `estirón' final, menor, no obstante, que el de la infancia. Los estudios
realizados muestran que la altura y el peso del niño dependen de su salud,
disminuyendo durante las enfermedades para acelerarse de nuevo al
restablecerse la salud, hasta alcanzar la altura y el peso apropiados.

Sensoriomotriz:

En esta etapa es de suma importancia conocer cómo el recién nacido se


desenvuelve en un mundo completamente extraño para él, es decir, buscar que
reacción mental puede presentar cuando los sentidos y las acciones comienzan
a jugar un papel fundamental desde que nace hasta los dos años de edad.

En este proceso ocurren una serie de señales en el crecimiento intelectual. Los


bebés buscan de alguna manera generar una interacción a través de sonidos
que representan una conducta intencional, es decir, imitan y simulan el
sentimiento de estar feliz o tristes. Por ejemplo, un niño se acostumbra a sonar
el sonajero porque sabe que genera un ruido, y esto podría entretenerlo.
Es por eso, que Piaget descubrió la reacción del mecanismo de aprendizaje
rápido, que consistía en tres formas de evolución:

1. Está centrada el organismo del niño


2. Implica el manejo de objetos
3. El descubrimiento de nuevos elementos que le generan interés y hasta
satisfacción al niño.

Lenguaje:

Se llama desarrollo del lenguaje al proceso cognitivo por el cual los seres
humanos, haciendo uso de su competencia lingüística innata, aprenden a
comunicarse verbalmente usando la lengua natural de su entorno. Se trata de
un proceso que, aunque comienza en el momento del nacimiento y se prolonga
hasta la pubertad, sucede principalmente durante los primeros 4 o 5 años de
vida del niño.

El desarrollo del lenguaje, estrechamente relacionado con los procesos


cognitivos y socio afectivos va, en un principio, acompañado de gestos y
mímica que van desapareciendo a medida que se va desarrollando. Así, se
aprecian dos fases:

Fase prelingüística:

En esta fase el niño juega con sus órganos de fonación, con sensaciones
musculares, vibratorias y auditivas… y al principio la práctica de ejercicios se
hace por simple placer motor.

Posteriormente se establecen relaciones y las manifestaciones sonoras están


ligadas a estados de necesidad y hambre, para apropiarse de objetos o
reclamar la presencia de adultos.

En esta fase el adulto desempeña un papel importante pues el niño necesita


oírle hablar y necesita repetición de acciones verbalizadas (es adecuado
hablarle en la comida, durante los cambios…). Tenemos que tener en cuenta
que nunca es demasiado pronto para verbalizar nuestras acciones o actos a los
niños, aunque no las comprenda.

Fase lingüística:

Se caracteriza por la utilización del lenguaje propiamente dicho y comienza


hacia el primer año de vida.
La adquisición del lenguaje se realiza de forma progresiva de acuerdo a los
siguientes niveles:

 Nivel fonológico: emisión y perfeccionamiento de sonidos


 Nivel semántico: adquisición de palabras con significados
 Nivel morfosintáctico o de construcción de frases

El lenguaje, en un principio, se manifiesta a través de un monólogo, sin


desempeñar función social, y se utiliza para reforzar la acción y acompañar
algo que está haciendo. En presencia de otros niños se da un monólogo
colectivo.
Posteriormente el lenguaje se utiliza para hacerse comprender y contribuye a
la socialización, tiene ya función social.

Pensamiento:

Los primeros seis años de vida del niño, especialmente, los primeros tres, son
básicos en el desarrollo de todas las esferas de la personalidad en formación,
entre ellas la cognoscitiva.

El pensamiento infantil, especialmente el que tiene lugar en el período de la


infancia temprana y niño, ha sido objeto de múltiples investigaciones dirigidas
al esclarecimiento de las principales regularidades de este proceso en esta
etapa del desarrollo; al conocimiento de los componentes estructurales del
acto intelectual, y al análisis de las operaciones y procedimientos que se
utilizan en el proceso de solución de problemas cognoscitivos y en la
formación de conceptos. Independientemente de las tendencias y
concepciones de los diferentes autores acerca del desarrollo del pensamiento,
sus fuerzas motrices y mecanismos, hay coincidencia entre ellos en distinguir
tres etapas fundamentales en el desarrollo del pensamiento infantil que
corresponde a tres tipos o formas específicas de pensamiento: pensamiento en
acción, pensamiento en imágenes o representativo y pensamiento lógico.

Estas formas de pensamiento aunque presentan su especificidad, están


íntimamente relacionadas y son parte del proceso único del conocimiento de la
realidad, en la cual, en un momento determinado puede predominar una forma
u otra en dependencia del tipo y naturaleza que ante el niño se presentan.

Hacia finales del primer año de vida, las posibilidades crecientes de los niños
de desplazamiento en el espacio (mediante el gateo y la marcha incipiente);
posibilita la manipulación de los objetos no de una forma casual sino
“investigativa”, y manifiesta la aparición de acciones de orientación; el
surgimiento del interés por las propiedades de los objetos; la percepción de la
constancia y de la permanencia de estos en el espacio, se crea las condiciones
para que el niño sea capaz de solucionar nuevas y más complejas tareas, que
exigen el establecimiento de relaciones entre los objetos y sus propiedades.

Afectiva:

El desarrollo afectivo y emocional del niño/a se trata de un elemento clave de


su desarrollo y de su aprendizaje, pues las emociones y los sentimientos de
una persona se encuentran presentes a lo largo de toda su vida; en algunos
casos llegando a marcar un antes y un después en la toma de decisiones.

Una persona con un desarrollo afectivo y emocional adecuado será una


persona segura de sí misma, con una capacidad de autocontrol y autoestima
que harán que pueda llegar a potenciar el resto de sus capacidades.
Psicosocial:

En 1950 Erik Erikson, psicoanalista estadounidense, propone la teoría de las


ocho edades del hombre que marca las bases de la psicología evolutiva. En
ella argumenta que, desde el nacimiento hasta la vejez, pasamos por ocho
conflictos que permiten el desarrollo psicosocial y personal. Cuando nos
enfrentamos al conflicto y lo resolvemos satisfactoriamente “crecemos
mentalmente”. Sin embargo, si no logramos superar estos conflictos, es
posible que no fomentemos las habilidades necesarias para afrontar lo que
viene en un futuro.

Las cuatro primeras etapas están centradas en la niñez, mientras que las cuatro
últimas abordan desde la adolescencia a la vejez.

Etapa 1. Confianza versus desconfianza (0 – 18 meses de edad)

Durante esta fase el bebé crea confianza hacia su entorno y sus padres. Esta va
a depender del vínculo que construya con ellos, sobre todo con la madre, ya
que suele ser con la que más tiempo pasa el niño.
Esto es lo que se conoce como “vínculo del apego” y va a determinar el
desarrollo psicosocial del niño a lo largo de su vida. Si los padres no le
ofrecen un entorno seguro y no satisfacen sus necesidades básicas y afectivas,
el menor crecerá entre sentimientos de frustración y sospecha, así como sin
esperar nada de los demás, ni del mundo.

Etapa 2. Autonomía versus vergüenza y duda. (18 meses – 3 años)

En este periodo el niño comienza a ser más independiente, aprende a caminar


y a hablar, empieza a controlar los esfínteres, sabe expresar lo que le gusta y
lo que no le gusta. Este mayor “poder” sobre su cuerpo y sobre lo que le rodea
hace que empiece a obtener un sentido de autonomía.

Durante esta etapa es importante brindar ocasiones en las que poder tomar
decisiones, por ejemplo, que elija su ropa del día entre dos opciones,
establecer los primeros límites y normas en el hogar o proponerle pequeños
retos adaptados a su edad. Al superar con éxito esta fase los menores
desarrollan una mayor autoestima, más sana y fuerte.

Etapa 3. Iniciativa versus culpa (3 – 5 años)

Esta es la etapa en la que crece el interés por todo lo que le rodea y por
relacionarse con sus iguales. El juego adquiere una gran importancia y a través
de él explorará sus habilidades y capacidades. Los niños sienten curiosidad
por absolutamente todo. Todo lo tocan, lo miran y lo tratan como un juguete,
así que aquí aparecen las típicas roturas de jarrones, pintadas en la pared y
demás ingeniosidades que muchas veces cuesta creer cómo pueden aparecer
en mentes tan jóvenes.

La culpa es buena, en el sentido de que sirve para reconocer que algo se ha


hecho mal, sin embargo, este sentimiento en exceso es uno de los mayores
nutrientes del miedo.

Etapa 4. Laboriosidad versus inferioridad (5 – 12 años)

En este periodo aparecen las comparaciones con los demás, el querer hacer
infinidad de actividades y planes. Los niños ya son capaces de reconocer sus
habilidades y las de sus compañeros y quieren ponerlas a prueba
continuamente. Insisten en enfrentarse a tareas más desafiantes, quieren
apuntarse a todos las actividades habidas y por haber, surgen los “te echo una
carrera hasta…” y los enfados cuando pierden un juego o una competición.

Es importante ofrecerles una estimulación positiva por parte de padres y


también profesores y amigos, reconocer los logros y ayudarles a calibrar desde
el realismo hasta dónde pueden llegar en sus desafíos para que no se afiancen
en el sentimiento de inferioridad.
Etapa 5. Exploración de la Identidad versus difusión de la identidad (13 –
21 años)

Durante esta fase el adolescente se pregunta continuamente una sola cosa:


“¿Quién soy?” Es el momento en que comienza a moldear su propia
personalidad, elige a quién quieren parecerse y qué rol quiere desempeñar en
la sociedad. Para ello, la vida social adquiere un papel muy importante.

Etapa 6. Intimidad versus aislamiento (20 – 40 años)

El entorno y la vida social empiezan a dejar de ser tan importantes, durante


estas edades se empiezan a trazar ciertas líneas invisibles sobre aspectos que la
persona ya no está dispuesta a sacrificar por agradar al resto. Se priorizan las
relaciones más íntimas que requieren un compromiso mutuo.

Etapa 7. Generatividad versus estancamiento (40 – 65 años)

Este es el momento en que la persona empieza a dedicar más tiempo a su


familia. Se intenta ser productivo para poder ofrecer un buen futuro a los seres
queridos, se busca ser y sentirse útil de esta forma. Pero a la vez nos persigue
la eterna pregunta de “¿Qué hago aquí, realmente sirve para algo?”.

Etapa 8. Integridad del yo versus desesperación (a partir de los 60 años)

La forma de vivir se altera completamente, el individuo ya no es tan


productivo como antes y no se puede evitar echar la vista al pasado. Esta
mirada hacia tiempos anteriores puede evocar nostalgia y desesperación o, por
el contrario, sensación de que ha merecido la pena lo logrado. Tener una
visión u otra nos hará afrontar los cambios físicos de la vejez y los duelos
propios de esta etapa de una forma más o menos positiva.

El desarrollo psicosocial del ser humano es determinante, no solo en lo que


concierne a las cuestiones sociales, sino que va a impactar sobre aspectos
claves de su identidad y personalidad, como la independencia, la autoestima, o
la seguridad en uno mismo. Es por ello muy importante proporcionar a los
niños las oportunidades de interacción social que permitan una sana evolución
de la inteligencia emocional y de las competencias interpersonales.

Relaciones de cada fase del desarrollo con el proceso educativo


principales alteraciones

Si bien para un educador es importante conocer las características de los niños


con los que ha de trabajar, y también de los objetivos que se plantea para
alcanzar los logros del desarrollo de sus educandos, de igual manera la
comprensión de las particularidades del proceso educativo en que se ha de
desenvolver la enseñanza y el aprendizaje es fundamental, pues en la medida
en que este se adecue y refleje los factores y condiciones más favorables de
dicho proceso, asimismo podrán ser los resultados que se obtengan en el
desarrollo de los niños.

Cuando se habla del proceso educativo en la primera infancia se consideran


una serie de factores y condiciones que implican tres aspectos primordiales:

1. El cuidado del niño, relacionado con las acciones que se realizan para
preservar la vida, integridad y su crecimiento sano, referidos principalmente a
lo que concierne a la satisfacción de sus necesidades básicas de alimentación,
sueño y vigilia, así como de su salud y nutrición.

2. La formación y educación del mismo, que comprende el conjunto de


acciones educativas que se realizan en relación con su desarrollo multilateral y
armónico, y su formación como persona.

3. La atención integral, como compendio de acciones generales que se


promueven por todos los agentes educativos que intervienen en la formación y
educación del niño: el centro infantil o la educación en la vía no formal, la
familia, la comunidad, para garantizar su crecimiento, desarrollo y formación
adecuada, y que surge como un resumen de los dos primeros aspectos
considerados.
Problemas de la infancia

Es evidente que si hablamos de problemas de la infancia estos van a ser muy


diferentes dependiendo del entorno del niño, de la zona donde viva y de otras
muchas situaciones que pueden influir de una u otra forma en su vida.

Nos vamos a referir, por tanto, a problemas de la infancia en nuestro país ya


que al ser lo más cercano también es lo más conocido y aun así tenemos claro
que las generalizaciones no son lo mejor o más adecuado.

Desafortunadamente son muchos los problemas con los que los niños se
encuentran desde muy tierna edad. La mayoría, obviamente, no es culpa de
ellos se los echamos encima los mayores, aquellos que deberíamos velar
porque los niñas únicamente tengan la preocupación de disfrutar y ser felices.

Algunos de los problemas de la infancia

Conozcamos algunos de los problemas por los que pueden verse afectados
los niños:

 Miedos: los pequeños atraviesan diferentes etapas y en cada una de


ellas aparecen los miedos a diferentes cosas y, también, a diferentes
situaciones. Es normal que sientan esos miedos pero se ha de vigilar que
no se conviertan en fobias ya que lo normal es que se vayan superando.

 Dependencia: hay algunos niños que se crían con total dependencia de


sus madres o padres. Es normal la dependencia pero si sigue siendo
exagerada a partir de los tres años se debe observar y averiguar qué es
lo que está pasando.

 Agresividad: la agresividad infantil es un trastorno de conducta,


cuando el niño muestra estas reacciones agresivas más allá de la
primera infancia, cuando se presupone que ya tiene una maduración
suficiente para el autocontrol de sus reacciones y una empatía para
reconocer el daño ajeno. Además, este comportamiento tiene, en sí
mismo, el fin y propósito de causar daño.

 Desobediencia: son muchas las causas (separación de los padres,


nacimiento de un hermano, etc.) que pueden inducir a un niño a ser
desobediente. Hay que averiguar que está sucediendo y actuar, los niños
necesitan seguir las reglas, tener límites.

Además los niños pueden tener problemas de:


 Aprendizaje.
 Alimentación.
 Control de esfínteres.
 Hiperactividad.

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