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ANTOLOGÍA DE POEMAS SÉPTIMO BÁSICO

OSCAR HAHN
1. Buenas noches hermosa
“Buenas noches hermosa
que sueñes con demonios
con cucarachas blancas

y que veas las cuencas


de la muerte mirándote con mis ojos en llamas

y que no sea un sueño.

JORGE TEILLIER
2. Fin del mundo

“El día del fin del mundo


Será limpio y ordenado
como el cuaderno del mejor alumno.
El borracho del pueblo
dormirá en la zanja,
el tren expreso pasará
sin detenerse en la estación,
y la banda del Regimiento
ensayará infinitamente
la marcha que toca hace veinte años en la plaza.

Sólo que algunos niños


dejarán sus volantines enredados
en los alambres telefónicos,
para volver llorando a sus casas
sin saber qué decir de sus madres
y yo grabaré mis iniciales
en la corteza de un tilo
pensando que eso no sirve para nada.

Los evangélicos saldrán a las esquinas


a cantar sus himnos de costumbre.
La anciana loca paseará con su quitasol.
Y yo diré: “El mundo no puede terminar
porque las palomas y los gorriones
siguen peleando por la avena en el patio.”

ENRIQUE LIHN
3. Cisnes
“Miopía de los cisnes cuando vuelan,
bien alargado el cuello, bien redondos
y como si empuñaran la cabeza.
Pero aún así no se pierden, ganan otra
forma de su belleza indiscutible
bajo cuyas pesadas armaduras
tomaron el camino de la ópera
sin perder una sola de sus plumas.
La poesía puede estar tranquila:
no fueron cisnes, fue su propio cuello
el que torció en un rapto de locura
muy razonable, pero intrascendente.
Ni la mitología ni el bello canto
pueden contra los cisnes ejemplares.”
GABRIELA MISTRAL

4. Madre triste

“Duerme, duerme niño mío


sin zozobra, sin temor,
aunque no se duerma mi alma,
aunque no descanse yo.

Duerme, duerme y en la noche


seas tú menos rumor
que la hoja de la hierba,
que la seda del vellón.
Duerma en ti la carne mía,
mi zozobra, mi temblor.
En ti ciérrense mis ojos:
¡duerma en ti mi corazón!”

PABLO DE ROKHA

5. Poeta de provincia

“Parezco un gran murciélago tremendo,


lengua del mundo a una edad remota,
con un balazo en la garganta, ardiendo
y rugiendo de horror la forma ignota.

Provincias de polillas en lo horrendo


que se desangra en lluvias gota a gota,
y es una trial frazada del estruendo
o un piano negro con la lengua rota.

Definitivamente masculino,
me he de encontrar con el puñal talquino
en el desván de las calles malditas.

Sólo contra la luna, dificulto


que haya un varón en los antiguos cultos
con un cacho de heridas más bonitas.”

PABLO NERUDA

6. Si tú me olvidas

“3. Si tú me olvidas
Quiero que sepas una cosa.
Tú sabes cómo es esto:
si miro la luna de cristal, la rama roja
del lento otoño en mi ventana,
si toco junto al fuego la impalpable ceniza
o el arrugado cuerpo de la leña,
todo me lleva a ti, como si todo lo que existe,
aromas, luz, metales, fueran pequeños barcos que navegan
hacia las islas tuyas que me aguardan.

Ahora bien, si poco a poco dejas de quererme


dejaré de quererte poco a poco.
Si de pronto me olvidas no me busques,
que ya te habré olvidado.

Si consideras largo y loco


el viento de banderas que pasa por mi vida
y te decides a dejarme a la orilla
del corazón en que tengo raíces,
piensa que en ese día,
a esa hora levantaré los brazos
y saldrán mis raíces a buscar otra tierra.
Pero si cada día,
cada hora sientes que a mí estás destinada
con dulzura implacable.

Si cada día sube


una flor a tus labios a buscarme,
ay amor mío, ay mía,
en mí todo ese fuego se repite,
en mí nada se apaga ni se olvida,
mi amor se nutre de tu amor, amada,
y mientras vivas estará en tus brazos
sin salir de los míos.”

NICANOR PARRA

7. Aromos

“Paseando hace años


Por una calle de aromos en flor
Supe por un amigo bien informado
Que acababas de contraer matrimonio.
Contesté que por cierto
Que yo nada tenía que ver en el asunto.
Pero a pesar de que nunca te amé
—Eso lo sabes tú mejor que yo—
Cada vez que florecen los aromos
—Imagínate tú—
Siento la misma cosa que sentí
Cuando me dispararon a boca de jarro
La noticia bastante desoladora
De que te habías casado con otro.”

RAÚL ZURITA

8. Guárdame en ti.

“Guárdame en ti
Amor mío: guárdame entonces en ti
en los torrentes más secretos
que tus ríos levantan
y cuando ya de nosotros
sólo quede algo como una orilla
tenme también en ti
guárdame en ti como la interrogación
de las aguas que se marchan
Y luego: cuando las grandes aves se
derrumben y las nubes nos indiquen
que la vida se nos fue entre los dedos
guárdame todavía en ti
en la brizna de aire que aún ocupe tu voz
dura y remota
como los cauces glaciares en que la primavera desciende.”

CLAUDIO BERTONI

9. Luciano

“Siempre que barro


me encuentro con una bolita de cristal
con una "lunita"
que se le quedó una vez a mi sobrino
cuando durmió aquí
Nunca la recojo
ni la guardo
ni se la devuelvo
ni mucho menos la boto
La dejo que dé vueltas por ahí no más
que conviva conmigo
que tenga su vida ahí en el suelo
como una lucecita que dice "Luciano".

CARLOS PEZOA VÉLIZ

10. El perro vagabundo

“Flaco, lanudo y sucio. Con febriles


ansias roe y escarba la basura;
a pesar de sus años juveniles,
despide cierto olor a sepultura.

Cruza siguiendo interminables viajes


los paseos, las plazas y las ferias;
cruza como una sombra los parajes,
recitando un poema de miserias.

Es una larga historia de perezas,


días sin pan y noches sin guarida.
Hay aglomeraciones de tristezas
en sus ojos vidriosos y sin vida.

Y otra visión al pobre no se ofrece


que la que suelen ver sus ojos zarcos;
la estrella compasiva que aparece
en la luz miserable de los charcos.

Cuando a roer mendrugos corrompidos


asoma su miseria, por las casas,
escapa con sus lúgubres aullidos
entre una doble fila de amenazas.

Allá va. Lleva encima algo de abyecto.


Le persigue de insectos un enjambre,
y va su pobre y repugnante aspecto
cantando triste la canción del hambre.

Es frase de dolor. Es una queja


lanzada ha tiempo, pero ya perdida;
es un día de otoño que se aleja
entre la primavera de la vida.

Lleva en su mal la pesadez del plomo.


Nunca la caridad le fue propicia;
no ha sentido jamás sobre su lomo
la suave sensación de una caricia.

Mustio y cansado, sin saber su anhelo,


suele cortar el impensado viaje
y huir despavorido cuando al suelo
caen las hojas secas del ramaje.

Cerca de los lugares donde hay fiestas


suele robar un hueso a otros lebreles,
y gruñir sordamente una protesta
cuando pasa un bull-dog con cascabeles.

En las calles que cruza a paso lento,


buscan sus ojos sin fulgor ni brillo
el rastro de un mendigo macilento
a quien piensa servir de lazarillo.”

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