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Raymond Williams: Cultura - Lenguaje - Literatura – Ideología.

(Resumen)

La cultura:

Williams señala trasformaciones de sentido que ha sufrido la palabra “cultura” en su devenir


histórico.

Hasta el siglo XVIII, el término aludía al cultivo y cuidado de cosechas y animales, y, por
extensión de las facultades humanas. El término “Cultura” era intercambiable con el de
“Civilización”. Sin embargo, se cuestionaba la idea de “civilización” como algo superficial,
relacionado con el cultivo de cualidades exteriores.

Para Rousseau y el idealismo, la cultura es un estadio artificial (en contraste con un estadio
“natural”), un proceso general de desarrollo interno o espiritual distinto de un desarrollo
externo. Así, la cultura fue relacionada con la vida interior, con la subjetivo e individual y con la
imaginación.

Lo que se buscaba era asociar la cultura con la religión, el arte, la vida personal y familiar. El
significado del término fue extendiéndose, se lo consideró como una clasificación general de
las artes, la religión, la institución y la práctica de valores y significados.

Sin embargo, el acento religioso se debilitó. El término “Cultura” se fue relacionando con el
“arte” y la “literatura”. La cultura pasó a ser la secularización y la liberación de las formas
metafísicas anteriores.

Durante el rápido desarrollo de la sociedad industrial y sus prolongados conflictos sociales y


políticos, el término comienza a transformarse en un concepto social. La cultura puede verse
como la interpretación del desarrollo humano.

Para Vico, el desarrollo humano, “la configuración de las sociedades y de las mentes humanas
es probablemente el origen efectivo del sentido social generalizado de ‘Cultura’”.

Para Herder (1784) la cultura es un proceso social fundamental que define modos de vida
específicos y distintos. Postula que cada pueblo tiene un espíritu, una idiosincrasia particular.
Para él existen muchas culturas.

Por otra parte, el marxismo aporta una perspectiva crítica sobre los supuestos que habían
producido el concepto de cultura. Señala que la palabra cultura se refiere a una forma social
específica, a una cultura particular relacionada con la sociedad burguesa creada por el modo
de producción capitalista.

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Además, el marxismo rechaza el pensamiento idealista (la historiografía idealista) que
relaciona a la cultura con la subjetividad, que separa la cultura de la vida social material, de la
historia del trabajo.

Cabe señalar que los marxistas mecanicistas (ortodoxos) ubican a la cultura como parte de la
superestructura. La consideran un reino de ideas, creencias, artes, costumbres, determinadas
por la historia material de la base. Piensan a la cultura como un reflejo, como algo derivado,
determinado por la base económica social.

Williams critíca y señala que la cultura es constitutiva, no se agrega a la base económica, la


cultura forma parte de la vida práctica material de los hombres en sociedad. Cultura y vida
social material son inseparables.

Para Williams, la cultura es un proceso constituyente de lo social, creador de diferentes y


específicas formas de vida.

El lenguaje:

Williams hace un recorrido histórico y señala puntos de inflexión en el concepto de lenguaje.

El autor busca superar la dicotomía realidad-lenguaje considerados como dos órdenes en


apariencia separados.

Comienza su recorrido histórico con Platón, quien funda el pensamiento idealista. El filósofo
postula al lenguaje como una mediación que permite el acceso al conocimiento de la realidad
(en oposición con el pensamiento convencionalista que niega la relación directa entre lenguaje
y realidad).

Giambattista Vico (1668-1744), filósofo italiano, plantea el carácter constitutivo del lenguaje,
como algo que no es del orden de la naturaleza, sino del orden de la producción humana. El
lenguaje no es una herramienta que el hombre usa, es constitutivo del humano, no es algo que
está afuera de él.

Por otra parte, hacia 1836, Humboldt afirma que el lenguaje debe entenderse como como una
actividad creadora del espíritu. “El lenguaje ha de ser visto como un persistente tipo de
creación y recreación: una presencia dinámica y un proceso regenerativo constante”.

A inicios del siglo XX, Saussure, considerado el padre del estructuralismo, considera al
lenguaje como un sistema formal. Señala que la naturaleza social del lenguaje se expresa como
un sistema autónomo y estable, la lengua, a la que define como un sistema de signos.

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Su definición es de carácter inmanente y abstracto (es algo que sucede a nivel sujeto y no tiene
en cuenta el mundo exterior, no considera lo histórico); el habla, por otra parte, es el uso
individual de ese sistema. A la vez, el sistema es estable, mientras que el habla es cambiante
porque está sometida a los devenires de la historia. También, sostiene el lingüista que la
relación entre significado y significante es arbitraria (es una convención colectiva) e inmotivada
(porque no hay una relación natural entre significado y significante).

Sin embargo, los marxistas señalan que en esta concepción del lenguaje, no se considera la
dimensión histórica del signo y que la dicotomía lengua-habla implica una separación abstracta
de lo individual y lo social. Esta sería una distinción burguesa y en la práctica social no existiría
tal división.

Cabe señalar que Marx y Engels definen al lenguaje como una conciencia práctica que surge de
la necesidad de intercambio con los hombres.

Williams acuerda con esta idea; y, a la vez, critica al materialismo objetivista que piensa la
realidad como una formación preexistente respecto de la cual el lenguaje es simplemente una
respuesta. Para estos marxistas, primero estaría la realidad material, el lenguaje sería una
respuesta derivada.

Hacia 1930, Voloshinov, uno de los representantes de la Escuela lingüística marxista, considera
al lenguaje como una actividad social. El autor sostiene que “la conciencia adquiere forma y
existencia en el material de los signos creados por un grupo organizado en el proceso de su
interrelación social”. El lingüista acepta la idea de que el signo posee un carácter binario. La
relación dentro del signo entre el elemento formal y su significado es convencional, pero, sin
embargo, no es arbitraria y, fundamentalmente, no es fija. El signo es el producto de la
actividad de habla entre individuos reales que están en algún tipo de relación social continua y
forman parte de una sociedad activa y cambiante. El lenguaje, por lo tanto, es la articulación
de esta experiencia activa y cambiante.

En su opinión, un signo no existe simplemente como parte de una realidad, sino refleja y
refracta otra realidad. El signo es parte de un mundo físico y material, es una forma específica
de conciencia práctica que resulta inseparable de toda actividad social material, y, por lo tanto,
como una función de esta actividad social continua es capaz de sufrir modificación y
evolucionar.

Para Voloshinov hay que analizar el signo en sus transformaciones y no en su estabilidad. El


autor señala la condición material, social e histórica del signo.

Para Chomsky, el lenguaje es una facultad constitutiva del hombre, es parte de nuestra
herencia biológica. Williams critíca el énfasis que el autor pone en las estructuras profundas
constitutivas a un nivel evolutivo antes que histórico, ya que son estas son incompatibles con
descripciones sociales e históricas.

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Para Vigotsky, el pensamiento verbal no es una forma de conducta innata, natural, sino que
está determinado por procesos histórico-culturales.

Finalmente, para Williams, el lenguaje es una facultad biológica constitutiva del hombre y, a la
vez, histórica y socialmente constituyente. Williams define al lenguaje -individual y social al
mismo tiempo- como conciencia práctica, lo considera como un proceso dialéctico, producto
de la interacción social. Para él, en el devenir histórico, en las transformaciones materiales
que sufre la palabra reside la historicidad de la cultura.

La literatura:

Según Williams es común ver definida a la literatura como la plena, fundamental e inmediata
experiencia humana, habitualmente con una observación asociada a “detalles minuciosos”. La
ingenuidad de este concepto puede demostrarse de dos maneras: teóricamente e
históricamente. Se ha forzado tanto la abstracción esencial de lo “personal” e “inmediato” que
se ha desintegrado todo el proceso de abstracción de lo “concreto”. Esto conlleva en su seno
una postura “ideológica”. El verdadero proceso que es específico, el de la composición real ha
desaparecido o ha sido desplazado hacia un procedimiento interno y autodemostrativo en el
que se cree que la escritura de este tipo es ella misma “una experiencia vívida inmediata”.

Por tanto, para poder comprender la significación del concepto “literatura” y los complicados
hechos que en parte revela y en parte oculta, Williams propone examinar el desarrollo del
concepto mismo.

Siglo XVI: En Inglaterra, el término literatura comenzó a ser utilizado, luego de sus precedentes
franceses y latinos, a partir del término latino littera. Fue efectivamente una condición de la
lectura: de ser capaz de leer y haber leído. El adjetivo normal asociado con literatura fue
letrado (literate).

Siglo XVII: Surge el término literary como sentido de la capacidad y la experiencia de leer.

A partir del siglo XVIII: Surge el concepto de literatura en tanto categoría nueva, a partir de la
diferenciación del área originalmente caracterizada como retórica y gramática: una
especialización en la lectura y, en el contexto material del desarrollo de la imprenta, en la
palabra impresa y especialmente en el libro.

La literatura era una categoría de uso y de condición antes que de producción. Una
especialización particular de lo que había sido observado como una práctica, y una
especialización que se produjo inevitablemente en términos de clase social; es decir, en este
siglo fue un concepto social generalizado que expresaba cierto nivel (minoritario) de
realización educacional. Se consideró a la literatura considerada refiriéndose a “los libros
impresos”, objetos en los cuales, y a través de los cuales, se demostraba esta realización.

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La literatura fue todavía la capacidad de leer y la experiencia de leer, y esto incluía la filosofía,
la historia y los ensayos tanto como los poemas.

La literatura perdió su sentido originario como capacidad de lectura y experiencia de lectura y


se convirtió en una categoría aparentemente objetiva de libros impresos de cierta calidad. A
partir de este concepto pueden distinguirse tres tendencias conflictivas:

-Primero, un desplazamiento desde el concepto de “saber” hacia los de “gusto” o


“sensibilidad”, como criterio que define la calidad literaria. Es decir, ya no se trata de que hay
una clase o sector social que sabe leer o puede leer, sino que se va desplazando el concepto
hacia los que pueden elegir porque son los portadores del buen gusto, los que pueden decidir
qué es literatura;

-Segundo, Los escritos que se relacionan con la imaginación y con la creatividad y no cualquier
clase de escrito son literatura; acaso esto funcionó como respuesta a formas sociales
represivas, a la alienación que supone el trabajo industrial. Luego, la categoría que había
aparecido como objetiva, “todos los libros impresos”, a la que se le había adjudicado un
fundamento social de clase, “el saber culto” y el dominio del “gusto” y la “sensibilidad”, se
convirtieron en un área necesariamente selectiva y autodeterminante: no toda ficción era
“imaginativa”; no toda la “literatura” era “literatura”. La crítica se convirtió en el único medio
de validar esta categoría selectiva y especializada. Consistía en una discriminación de las obras
auténticamente “grandes” o “principales”.

-Tercero, un desarrollo del concepto de “tradición dentro de los términos nacionales que
culminó en una definición más efectiva de “una literatura nacional”. La idea de literatura
asociada con la tradición nacional fue fundando lo que se conoce como literaturas nacionales
(algo que pasa a unirse al concepto de literatura). La literatura nacional pronto dejó de ser
historia para convertirse en tradición. Si fuese historia acaso sería algo objetivo, pero la
tradición tiene que ver con lo subjetivo (la tradición está dada por la selección que hace la
crítica).

En la tradición marxista tardía se ven tres tipologías principales:

-un intento de asimilación de la “literatura” a la “ideología”, que en la práctica era poco más
que golpear una contra otra a dos categorías inadecuadas. (En principio, esto de pensar a la
literatura como ideología desde un marxismo mecanicista tiene que ver con pensar la
literatura como un producto superestructural que nada tiene que ver con una base social y
económica).

-la efectiva inclusión de la literatura popular: la literatura del “pueblo” como parte necesaria
aunque negada de la “tradición literaria”

-un intento sostenido aunque desigual de relacionar la “literatura” con la historia económica y
social dentro de la cual “ella” se había producido. Esto se conoció como crítica marxista, que
tuvo diversas corrientes. Williams menciona especialmente a Lukács, que contribuyó a la
profunda revaluación de la “estética”.

La fractura teórica fundamental se produce por el reconocimiento de la literatura como una


categoría social e histórica especializante; esto permitiría pensarla no ya como algo selectivo,
subjetivo, que tiene que ver con la experiencia humana, etc., sino como algo objetivo.

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Lo que ha estado ocurriendo en nuestro siglo es una profunda transformación en la relación
entre la literatura, lo social y lo histórico, directamente conectada con los cambios producidos
en los medios de producción básicos. La tecnología provoca cambios que no se sabe qué
efectos tendrán en nuestro entendimiento de lo que es literatura. Williams ve estos cambios
en relación a los medios de producción.

Lo que puede observarse en cada transición es un desarrollo histórico del propio lenguaje
social, entendido como conciencia práctica, para actuar con otros, con el mundo.

Williams propone el concepto de literatura como el proceso y el resultado de la composición


formal dentro de las propiedades sociales y formales del lenguaje.

La ideología:

Williams aclara que debemos distinguir tres versiones habituales del concepto “ideología”, que
aparecen en los escritos marxistas:

a) Un sistema de creencias característico de un grupo o una clase particular.

b) Un sistema de creencias ilusorias –ideas falsas o falsa conciencia- que puede ser
contrastado con el conocimiento verdadero o científico.

c) El proceso general de la producción de significados e ideas.

Las acepciones a) y b) son aplicadas a los estudios ideológicos marxistas; la acepción c), por su
parte, considera al proceso ideológico como un proceso general y universal; entonces, la
ideología es este mismo proceso o su campo de estudio. Williams muestra que es imposible
dar una única definición marxista “correcta” de ideología. Por tanto, nos muestra el desarrollo
del término en su devenir histórico.

Finales del siglo XVIII:

-Destutt de Tracy: Ideología como “ciencia de las ideas”. Las ideas comprendidas como parte
de una ciencia natural, asociada a la experiencia del hombre en el mundo. Para el empirismo,
los verdaderos elementos de la ideología son “nuestras facultades intelectuales, sus
principales fenómenos y sus circunstancias más evidentes”. (Ideología como rama de la ciencia
empírica).

-De Bonald: Critico de las posturas empiristas, sintetiza “su triste sistema” como una
“reducción de nuestros pensamientos” a la condición de “sensaciones transformadas”.

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Finales del siglo XVIII hasta siglo XIX:

-Napoleón: Ideología como “teoría irreal” o “ilusión abstracta”, producto de los doctrinarios
o ideólogos.

-Marx y Engels (marxismo): En principio, al igual que Napoleón, consideraron un error hallar
“causas primarias” en las “ideas”. Pero, con un esquema menos vago, introdujeron el
“verdadero terreno de la historia”. Así, “las ideas directrices no son más que la expresión ideal
de las relaciones materiales dominantes (…) entendidas como ideas”. Se cayó en un dualismo
de separación idealista entre “ideas” y “realidad material”, pero con prioridades revertidas:
primero existe la vida material, luego la conciencia y sus productos.

-Posteriormente, Marx argumentó que la conciencia es considerada desde el principio como


una parte del proceso social material humano; las “ideas”, también productos, son parte de
este proceso tanto como los propios productos materiales. La conciencia y el pensamiento no
pueden separarse del proceso social. Esta separación es lo que convierte en ideología a esta
conciencia y a este pensamiento.

-Luego, se excluye absurdamente la conciencia del “desarrollo de los hombres” y del


“verdadero conocimiento” de este desarrollo. La “conciencia” y sus productos no pueden ser
más que “reflejos” de lo que ha ocurrido en el proceso social material.

El marxismo (en particular, el ortodoxo) diferencia la “ideología” de la “ciencia positiva,


verdadera”. Por otra parte, ya que la conciencia no puede declararse como no existente “en
las masas”, la definición de ideología se refiere a un tipo de conciencia. La ideología conforma
una teoría separada. Por tanto:

a-La ideología es un proceso llevado a cabo por los denominados pensadores


conscientemente, aunque en realidad con una falsa conciencia.

Ideología como consecuencia de la división del trabajo. Se hace foco en la división de clases.
Toda nueva clase se ve obligada a representar su interés como si fuera el interés de todos los
miembros de la sociedad, así:

b-La ideología es un sistema de creencias característico de cierta clase.

La ideología considerada como “una teoría separada” –el hogar natural de las ilusiones y la
falsa conciencia- se halla separada de la “conciencia práctica de una clase”.

Marx y Engels harán hincapié sobre el necesario conflicto de intereses del proceso social
material; los hombres toman conciencia de este conflicto y lo combaten. En este punto, hay
un reconocimiento práctico del proceso social y material total e indisoluble:

La ideología recae en una dimensión práctica y específica: el complicado proceso dentro del
cual los hombres se “vuelven” (son) conscientes de sus intereses y de sus conflictos. Se
abandona la distinción (abstracta) entre “verdadera” y “falsa” conciencia.

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Existió un intento final, desarrollado por Lukács, de esclarecer este análisis (falsa vs verdadera
conciencia) mediante una distinción entre la “verdadera conciencia” y la conciencia
“potencial” (o “verdadera conciencia” de la posición social real).

Conceptos teóricos desarrollados en el siglo XX

En el siglo XX, existieron otras tres tendencias en relación al concepto de ideología. En primer
término el concepto ha sido utilizado con la acepción de “un sistema de creencias
característico de una clase o un grupo particular”, teniendo en cuenta una situación y un
interés social y un sistema de significados y valores. Se trata de un modo de “ideología
socialista” (ejemplificado por Lenin). Aquí, la ideología no funciona como falsa conciencia, sino
como la fundación de “todo el conocimiento humano, científico…”, aplicado desde un punto
de vista de clase. La ideología es teoría y la teoría es a la vez secundaria y necesaria. Para Marx,
en cambio, toda teoría “separada” es ideología y la genuina teoría –“el conocimiento positivo,
verdadero”- es, por contraste, la articulación de la “conciencia práctica”.

Voloshinov: Hay una necesidad de un término general para describir no solo los productos,
sino los procesos de toda significación, incluyendo la de los valores. “Ideología” e “ideológico”
han sido ampliamente utilizados en este sentido. Voloshinov utiliza el término “ideológico”
para describir el proceso de la producción de significados a través de signos; y el término
“ideología” es asumido como la dimensión de la experiencia social en que se producen los
significados y valores.

Para Williams, las definiciones de ideología como “conceptos”, “ideas”, “teorías”, mundo de
sensaciones, “conciencia práctica”, “proceso social material”, etc. constituyen una posibilidad
de error. Los vínculos prácticos que existen entre las “ideas” y las “teorías” y “la producción de
la vida real” se encuentran todos dentro de un proceso de significación social y material.

Entonces, podríamos decir que para Williams, la ideología es: “El lugar en donde los vínculos
prácticos que existen entre las ideas y las teorías y la producción de la vida real se llevan a
cabo dentro –y mediante- un proceso dialéctico de significación social y material”.

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