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Falo desempeñan un papel aquí los genitales del sexo masculino (el falo). Los genitales femeninos permanecen
ignorados. Con la fase fálica la sexualidad alcanza su apogeo y se aproxima al sepultamiento. El niño y la niña parten
de la premisa universal del pene, y aquí se divorcian los caminos de los sexos. El nene en la fase edípica, fantaseando
sobre algún quehacer sexual del pene en relación con la madre. Hasta que, con la amenaza de la castración por la
falta del pene en las nenas, abandona la etapa. En las nenas, su vivencia de la falta del pene o inferioridad clitorídea
tiene consecuencias en el desarrollo del carácter.
En las fases tempranas las pulsiones parten con reciproca independencia al logro de placer. En la fase fálica son los
comienzos de una organización que subordina las otras aspiraciones al primado de los genitales, significando el
principio del ordenamiento de la aspiración general de placer dentro de la función sexual.
Al igual que el hambre, la libido está destinada a nombrar la fuerza en la cual se exterioriza la pulsión; en este caso es
la pulsión sexual. Las primeras mociones de la sexualidad aparecen en el lactante apuntaladas en otras funciones
importantes de la vida. El lactante quiere repetir la acción de alimento, pero no está bajo el impulso de hambre.
Chupetea, en esta nueva acción también se adormece con expresión beatifica, y nos muestra que le ha dado
satisfacción. Así el lactante ejecuta acción cuyo propósito es la ganancia de placer. Vivencia ese placer a raíz de la
recepción de alimento, pero después aprende a separarlo de esa condición. A zona de la boca y de los labios podemos
referir esa ganancia de placer; son llamadas zonas erógenas a esas partes del cuerpo y designamos sexual al placer
alcanzado mediante el chupeteo.
Con el chupeteo satisface dos grandes necesidades vitales. Este acto conserva grande importancia psíquica durante
toda la existencia. Es resignado por el lactante (el mamar del pecho materno) en la actividad de chupeteo, y sustituirlo
por una parte del cuerpo propio. El niño se chupa el pulgar, chupa su propia lengua. Por esa vía se independiza del
mundo exterior en cuanto a la ganancia de placer, además le suma excitación de una segunda zona erógena.
El lactante tiene sensaciones placenteras cuando vacía su vejiga y sus intestinos, y después organiza esas acciones
de tal manera que le procuren la máxima ganancia de placer posible mediante las correspondientes excitaciones de
las zonas erógenas de la mucosas. El mundo exterior se le enfrenta por primera vez como un poder inhibidor, hostil a
sus aspiraciones de placer; y así vislumbra las luchas externas e internas que librara después. Debe intercambiar placer
por dignidad social. La usa como un primer regalo para distinguir a personas a quienes aprecia particularmente.
La vida sexual del niño se agota en la práctica de una serie de pulsiones parciales que, independientemente unas de
otras, buscan ganar placer en parte del cuerpo propio, en parte ya en el objeto exterior.
La investigación sexual infantil empieza muy temprano, a menudo antes del tercer año de vida. No arranca de la
diferencia de sexos, que nada significa para el niño, pues atribuye a ambos idénticos genitales, los masculinos. Si
después el varón descubre la vagina, primero intenta desmentir el testimonio, no puede existir alguien que no posea
esa parte que el tanto aprecia. Así cae bajo el complejo de castración. La niña a causa de la falta de pene se siente
perjudicada; envidia al varón tal pertenencia y por ese motivo, luego desarrolla el deseo de ser hombre, que se retomara
más tarde en la neurosis sobrevenida a causa de un fracaso de su función en la función femenina. En la infancia el
clítoris de la niña desempeña el papel del pene.
El interés sexual del niño se dirige primero, a saber de dónde vienen los bebes.
1) Sexualidad normal, perversa e infantil.
a) Sexualidad normal: Posee rasgos perversos, el besar que consiste en la unión de dos zonas bucales erógenas en
lugar de los genitales. La meta de la sexualidad “normal” es la reproducción.
b) Sexualidad perversa: No consiste en la trasgresión de la meta sexual, ni en la sustitución de los genitales, ni en la
variación de objeto, sino en que algunas desviaciones se consumaron, dejando de lado el acto sexual al servicio de la
reproducción. La sexualidad perversa es centrada, todas las acciones hacia una meta y una pulsión parcial tiene
primacía: o es la única que podemos notar o ha sometido a las otras a su propósito.
La diferencia entre la sexualidad normal y la perversa es la diversidad de las pulsiones parciales dominantes y, las
metas sexuales.
c) Sexualidad infantil: Las pulsiones parciales tiene iguales derechos y cada una persigue por cuenta propia el logro
del..placer.
Infantilismo de la vida sexual: Hay una semejanza entre la sexualidad perversa y la infantil, numerosas pulsiones
parciales han impuesto sus metas con independencia unas de otras.
26° conferencia. La teoría de la libido y el narcisismo
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