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La inspiración al momento de poner en marcha un proyecto, es un dilema al que nos enfrentamos como

estudiantes a diario.

Resulta un lugar cómodo, en esta situación enfrentarse a una primera crisis de la llamada “hoja en
blanco”, y con el objetivo de resolver rápidamente este conflicto, nos encontramos tomando las
primeras decisiones de acuerdo a lo que nos resulta más simple y cómodo de solucionar, aquello en lo
que estamos acostumbrados a accionar.

Durante mayor parte de nuestra formación, la manera de sobrellevar los proyectos suele tener como
punto de partida la información casi completa del tema a resolver, es decir, el sitio, el programa, el
usuario, los metros cuadrados a intervenir, la altura que el proyecto debe tener y luego llegamos al
proceso constructivo, las instalaciones y la estructura.

Lo que resulta sumamente atractivo de esta materia, es el poner en crisis todas las decisiones que
tomamos casi automáticamente y entre otras cosas, nos ayuda a replantearnos el proceso proyectual.

En el texto, “La estructura de la estructura”, se tienen en cuenta tres conceptos: estructura, forma y
espacio. El foco que se tiene en la estructura, como protagonista en la construcción del espacio, genera
un quiebre en nuestro proceso proyectual clásico, ya que se plantea la importancia de tener en cuenta
desde un principio a la estructura, así como también a las instalaciones. Figurativamente, la alegoría del
niño y el esqueleto, evidencia inmediatamente la poca importancia que se le da a la estructura, siendo
que esta es la que construye el espacio.

El hecho de entender o, mejor dicho, enfocarse en la arquitectura desde otra perspectiva, nos permite
llegar a soluciones que los procesos “clásicos” no llegan a darnos resultados tan característicos en las
formas, y estos lo podemos lograr haciendo la esfuerzo de despojarnos de los conceptos a priori.

En una de las charlas, se hablaba de que “dar forma es vida”, que es movimiento y que la arquitectura se
manifiesta en la acción. Todo esto lo pudimos probar en el mismo taller, cuando en el ejercicio en el que
partimos de una caja, es decir una forma clásica, ya conocida, en la que nos sentimos cómodos para
trabajar, tuvimos que intervenirla sin saber a qué resultado íbamos a llegar. No teníamos programa, ni
sitio, ni usuario, ni ningún concepto en el que apoyarnos. Sin reglas, solo con el objetivo de encontrar
una forma, de encontrar movimiento, buscando la arquitectura en la acción y dándole vida a ese objeto.

Con el primer resultado, intentamos entender que era lo que habíamos logrado. Continuamos
involucrándonos con esa forma, llevándola a ser un objeto arquitectónico y ya si, utilizando nuestros
conceptos conocidos como son los planos y la estructura.

De una forma inversa en la que solemos desarrollarnos, llegamos a un resultado arquitectónico, que
quizás nuestros preconceptos no nos hubieran dejado abordar. La forma ya lideraba nuestro proyecto, y
así sola daba respuestas en la arquitectura sobre el sitio, usuario y programa.

Y habiendo terminado el ejercicio y en comparación con los tipos de miradas que el texto “El proyecto
como interpretación”, nos pudimos reconocer en diferentes momentos con una mirada pasiva, en una
primera instancia y al final, en la que al principio era intentar entender que había que intervenir ese
cubo, que muchas veces no nos representa desafío alguno, luego nos sentimos interpelados por esa
mirada activa, en la que era necesario involucrarse y accionar para interpretar de otra manera ese
objeto y finalmente vuelve a aparecer la mirada la pasiva, ante la contemplación de la forma alcanzada,
ya percibida como un objeto arquitectónico.

Para concluir, me parece interesante remontarme a la chara introductoria, en la que la imagen a


continuación resulto ser el disparador de aquello en lo que iba a ser el desarrollo de la materia, y según
el significado que por estos momentos yo encuentro, es un reeplanteo en el proceso proyectual. La
importancia del “mirar, observar, contemplar, sentir para diseñar”, pensar y plasmar las ideas “pensar
con las manos”´. En resumen es importante tomarnos el tiempo de entender que no hay un solo camino
al momento de entender la arquitectura, si no que esas multiples posibles soluciones están a nuestro
alcance y no es otra cosa mas que encontrarnos a nostoros mismos en esta disiplina, ofrecer soluciones,
acercanos a la forma, para asi darle vida a la arquitectura.

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