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Las siguientes clases con sus respectivas propuestas didácticas están diseñadas para un

quinto año del nivel medio con orientación humanística. Las mismas hacen a la
composición de la primera unidad de la materia.

El objetivo principal es que los alumnos observen la evolución de la lengua española,


teniendo en cuenta tanto las transformaciones como las regresiones lingüísticas que esta
ha sufrido en sus distintas etapas. Se realizará un estudio de la historia de la lengua
española, desde la Hispania prerromana hasta el Siglo de Oro, a partir de la lectura y
del análisis de textos originales y sus respectivas ediciones en nuestro español
contemporáneo. Esta lectura permitirá a los estudiantes conocer las particularidades
lingüísticas del español, en los diferentes niveles de descripción gramatical: sintaxis,
semántica y fonología, en cada periodo de transformación.

Las actividades pensadas para trabajar el contenido posibilitarán una plena reflexión
acerca de la importancia de conocer profundamente nuestra lengua teniendo en cuenta
su origen, cambios suscitados y evolución.

Clase 1:

En este primer encuentro, comenzaremos dando las “lenguas prerromanas”, es decir,


aquellas lenguas que se asentaron en la península ibérica antes de la llegada de los
romanos.

Para que los alumnos vayan ubicándose geográficamente les entregaré un mapa que, en
simultáneo, será proyectado mediante el uso del cañón sobre la pizarra (ver anexo). A
continuación les preguntaré qué país consideran que es y cuál creen que será la temática
a abordar. Una vez que los alumnos hagan las devoluciones respectivas, daré paso a los
siguientes interrogantes:

1. ¿Por qué hablamos en lengua castellana?


2. ¿De dónde proviene dicho idioma?

Surgirá un debate acerca de los orígenes del español, el cual servirá como punto de
partida para luego estudiar el recorrido del castellano a través de sus diferentes etapas.
Les comentaré a los alumnos que antes de la invasión romana, dada en el siglo III A.C,
la Península Ibérica estaba habitada por varios pueblos: iberos, celtas, vascuences,
fenicios, griegos y cartaginenses.

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Les pediré que observen el mapa que les di, y haciendo uso del que está proyectado en
el pizarrón, daré continuidad a la clase desarrollando la siguiente información:

“A ambos lados del Pirineo, se hallaban establecidos diferentes pueblos con un idioma
común, que sobrevive en el vasco actual. La cultura de Los Iberos, de origen
probablemente norteafricano, se extendía por la costa de Levante. A ellos debió la
Península el nombre de Iberia. La civilización Tartecia o Turdetana se asentó en la
actual baja Andalucía y el Sur de Portugal. Recibieron tempranas influencias de los
navegantes venidos de Oriente. También los fenicios sostenían relaciones con España.
Dos pueblos navegantes del mediterráneo oriental, fenicios y griegos, se disputaron el
dominio de la región Tartecia. La pugna, que acabó con la desaparición de las factorías
griegas, barridas por los cartaginenses, herederos de los fenicios, debió de acabar la
ruina de Tartessos. Los fenicios se establecieron en las costas meridionales.

Más tarde, los cartaginenses reafirmaron, intensificando y extendiendo con sus


conquistas, la influencia que habían tenido sus antecesores los fenicios. A los
cartaginenses se debe la fundación de la nueva Cártago (Cartagena).”

Dicho esto, les comentaré que el nombre de Hispania es de origen púnico, y que en
lengua fenicia significaba “tierra de conejos”. Luego, y sin dejar de hacer uso del mapa
proyectado, les comentaré que los pueblos pintados de verde eran los pueblos iberos o
no indoeuropeos, y que los pueblos pintados de gris, eran de origen celta.

A continuación, les enseñaré que los celtas eran oriundos de Alemania y que invadieron
Hispania posteriormente a los demás pueblos; se habían adueñado de las Galias, y hacia
el siglo VII penetraron en España. Después de someter a los naturales, se instalaron en
Galicia, Sur de Portugal, regiones altas de Centro y Sierra Morena; algunos núcleos
debieron llegar más al Sur. Tuvieron que fortificarse en ciudadelas y vivían pobremente.
Les explicaré que los celtas, mezclados con los iberos, constituyeron en el centro y bajo
Aragón, el importante grupo de pueblos que los antiguos llamaron Celtiberia.

Finalizado lo anterior, les pediré que se agrupen de a tres para que lleven a cabo la
siguiente actividad áulica:

1. Busquen a través de sus celulares la definición de “sustrato lingüístico”.


Anótenla en sus apuntes.
2. ¿Esta definición tiene relación con lo que acabamos de aprender? ¿Por qué?

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3. Busquen ejemplos de palabras del castellano actual que posean influencia de los
diferentes substratos lingüísticos mencionados.

Para la realización de la actividad les daré veinte minutos, y una vez concluida, cada
grupo expondrá sus respuestas ante la clase.

A modo de continuidad, daré inicio a la siguiente temática: “La lengua de la Hispania


Prerromana.”

Resaltaré el hecho de que entre los naturales de la península hispana no existía unidad
lingüística, sino que existían dos alfabetos, el ibérico y el tartecio, que sirvieron cada
uno para diversas lenguas, al igual que el latino. Explicaré que, con el tiempo, toda la
Península aceptó el latín como lengua propia, excepto la región vasca que conservó la
suya. Sin embargo, incorporó latinismos y los transformó y adaptó a su fonética. Les
comentaré que, en la actualidad, existen dos opiniones acerca del origen de la lengua
vasca: según unos, el vascuence es de procedencia africana; y otros, sostienen que hay
comunidad de origen entre el vasco y las lenguas del Cáucaso.

Así, se piensa que es una lengua mixta: pariente de las caucásicas en estructura, que
incorporó elementos camíticos tomados de lenguas ibéricas y recibió influencias
indoeuropeas pre célticas y célticas.

Entonces, les diré que la romanización fue lenta pero intensa. Hizo desaparecer todas
las lenguas anteriores, excepto la vasca.

En seguida, pasaremos a estudiar más en detalle el proceso de romanización.

Les diré a los alumnos que en el año 218 empieza la incorporación definitiva de
Hispania al mundo grecolatino. Los romanos emprenden la conquista de la península.
Con la civilización romana se impuso la lengua latina, importada por legionarios,
colonos y administrativos. Para su difusión no hicieron falta coacciones; bastó el peso
de las circunstancias: carácter de idioma oficial, acción de la escuela, superioridad
cultural y conveniencia de emplear un instrumento expresivo común a todo el Imperio.
Les comentaré que la desaparición de las primitivas lenguas peninsulares, no fue
repentina; Hubo un periodo de bilingüismo más o menos largo, según los lugares y
estratos sociales. Los hispanos empezarían a servirse del latín en sus relaciones con los

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romanos; poco a poco, las hablas indígenas se irían refugiando en la conversación
familiar, y al fin llegó la latinización completa.

Les aclararé que subsistieron ciertos hábitos prerromanos a través del latín y, a la vez,
ellos ejercieron influencia en el latín hispánico de los romances peninsulares.

Existen diferencias entre el latín de Roma y el de España. La f inicial latina pasó en


castellano a una h aspirada, que en una etapa más avanzada ha desaparecido (fagea
>haya >pronunciación aya).

Luego, será necesario hablarles a los estudiantes sobre el latín culto y el latín vulgar.
Les explicaré que, desde el momento en que la literatura fijó el tipo de la lengua escrita,
se inicia la separación entre el latín culto, que era el enseñado en las escuelas y el que
todos pretendían escribir; y el latín vulgar, es decir, el empleado en las conversaciones
de las gentes medias y de las masas populares.

Desde el siglo VII sólo emplean la lengua literaria los eclesiásticos y letrados; pero su
lenguaje revela inseguridades y admite vulgarismos, fabrica multitud de palabras nuevas
y acoge numerosas voces romances o exóticas. Me interesa que sepan que, las palabras
populares, son las que reflejan mejor la tradición oral del latín vulgar y ofrecen los
rasgos fonéticos peculiares de cada romance.

Por otro lado, los cultismos revelan la perenne tradición del espíritu latino en la
civilización europea. El latín vulgar se mantuvo indiviso y uniforme durante la época
imperial. Pero, también había diferencias regionales, que eran frenadas mientras se
mantuvieron la cohesión política del Imperio, la comunicación entre las diversas
provincias y el influjo unificador de la administración.

Cuando cae el Imperio en el siglo V, las provincias, convertidas en estados bárbaros,


quedaron aisladas unas de otras. Así, la decadencia de las escuelas dejó al latín vulgar
sin la contención que antes suponía el ejemplo de la lengua clásica. En cada región se
abrieron camino innovaciones fonéticas y gramaticales, nuevas construcciones de
frases, preferencias por tal o cual palabra. De este modo, se formaron subcomunidades
dentro de las cuales se perpetuaban arcaismos o aparecían innovaciones extrañas a las
comarcas vecinas. Así, la unidad lingüística latina se quebró.

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Finalizada la explicación, les repartiré a los chicos el material sobre el cual me basé para
desarrollar la clase con su respectivo contenido. Les pediré que lo traigan leído para la
próxima clase y que, además, investiguen y lleven información sobre las invasiones
germanas y árabes en España.

Clase 2:

En esta clase, estudiaremos las invasiones de los pueblos germanos y los pueblos
árabes, que invadieron a los romanos luego de su conquista de España. Para empezar,
proyectaré el mapa de la Hispania Visigoda (ver anexo).

Les explicaré a los estudiantes que en el año 409 un conglomerado de pueblos


germánicos atravesaba el Pirineo y caía sobre España.

A modo de continuidad, les pediré que compartan la información que tenían que traer
para esta clase.
Hablaremos acerca de cómo se dio la invasión de los germanos en España, y les
comentaré a los estudiantes que las relaciones sostenidas por el pueblo romano y el
pueblo germánico durante los siglos I al IV, dieron lugar a un nutrido intercambio de
palabras. Los germanos tomaron del latín ciertas palabras, pero también comunicaron a
los romanos términos suyos.
Escribiré los siguientes ejemplos en el pizarrón para que los alumnos apunten en sus
carpetas:

 Vocabulario militar: BELLUM > werra > guerra; helm > yelmo.
 Vestido: falda > falda, halda; cofea > cofia.
 Tareas del campo: waidanjan 'apacentar, cultivar la tierra' > ganar.
 Construcción: sal > sala.
 Música: harpa > arpa.
 Derecho germánico: ban 'prohibición' > latín medieval bannum > bando;
fëhu 'ganado' > feudum > feudo.
 Diplomacia: hariwald > heraldo; andbahti > embajada; triggwa > tregua.
 Mundo afectivo: orgoli > orgullo; skernjan > escarnir.
 Adjetivos: riks 'poderoso' > rico; blank 'brillante' > blanco.
 Traducciones parciales o completas de palabras germánicas.

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 Sustantivo wisa (> guisa), utilizado para la formación de adverbios
compuestos: fieraguisa.

Les diré a los alumnos que los visigodos eran los más civilizados entre los germanos
venidos a la Península. Sin embargo, no lograron su cometido, pues la teocracia
toledana conquistó las capas superiores de la sociedad goda y constituyó el más firme
apoyo del poder real. Así, los visigodos perdieron su postura intransigente de dominio.
La influencia lingüística de los visigodos en los romances hispánicos no fue muy
grande. Romanizados pronto, abandonaron el uso de su lengua.
Gracias a los visigodos, la idea de la personalidad de Hispania como provincia se trocó
en conciencia de su unidad independiente. Transformaron las costumbres y el derecho, y
trajeron la simiente de la inspiración épica.
En este punto, pasaremos a hablar sobre la invasión de los árabes en España.
Veremos dos mapas de la península ibérica en tiempos de la invasión de los
musulmanes (ver anexo).
Les pediré a los chicos que comenten de forma oral lo hallado en sus materiales de
investigación. Entre todos veremos el proceso de conquista de los árabes y, luego, les
diré que durante ese período, se hablaba el romance al lado del árabe. También,
hablaremos sobre el proceso de reconquista.
Luego, comentaré que el elemento árabe, después del latino, es el más importante del
vocabulario español, y que le debe más de 4000 palabras.
Nuevamente anotaré en el pizarrón algunos ejemplos:

 Voces bélicas: algara (da), adalid, atalaya, alfanje, aljaba, alcazaba, rebato,
tambor.
 Voces agrícolas: acequia, noria, alquería, alcachofa, algodón, azahar, alfalfa,
zanahoria.
 Voces industriales: alfarero, taza, jarra, alfiler, azufre, azogue, recamar, badana,
ajorca.
 Voces comerciales: arancel, almacén, alhóndiga, zoco, tarifa, aduana, almoneda.
 Voces arquitectónicas: arrabal, albañil, alcoba, alféizar, tabique, alcantarilla,
azulejo, azotea.
 Voces culinarias: albóndiga, almíbar, arrope.

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 Voces de ajuar: almohada, alfombra, almirez.
 Voces de vestimenta: jubón, albornoz, zaragüelles, borceguí, babucha.
 Voces religión: almuédano, minarete.
 Voces de instituciones: alcalde, alguacil, alcabala, albacea.
 Voces de matemáticas, química, astronomía: algoritmo, álgebra, alquimia,
jarabe, cénit, nadir.
 También, transmitieron buen número de voces procedentes de diversas lenguas.
 De origen sánscrito, por ejemplo, nos quedó el ajedrez y el alcanfor, del persa,
jazmín, naranja.

Una vez concluida la anotación de los ejemplos, explicaré a los estudiantes que, cuando
los árabes invadieron y entraron en contacto con los hispano-godos sometidos, hicieron
propia la ch, y que conservaron en las voces hispánicas este sonido.

Leeremos el fragmento “Señales de Amor” del libro “El Collar de la Paloma” de Ibn
Hazam, donde intentaremos hacer énfasis a la forma y el contenido de la literatura árabe
y la influencia en la española.
Veremos, a través de esta obra, la influencia de la literatura árabe, escrita en territorio
ibérico, sobre la literatura española escrita en el mismo territorio. Diré que en la lírica
hispánica medieval, impera la influencia de las composiciones hispanoárabes. Esta
influencia aparece en el léxico, y en la forma y en la estructura de ciertas
composiciones. La intención de trabajar con este libro es que los alumnos noten el
bilingüismo que existía en ese periodo de conquistas; que “El collar de la paloma” no es
ni puramente árabe ni puramente hispano, sino que es un entrecruzamiento de entre
ambas culturas.

Clase 3:
“El ROMANCE DE LOS SIGLOS IX AL XI”.
Para desarrollar la siguiente temática, considero de suma relevancia trabajar con la obra
“El cantar de Mio Cid”, debido a que, cuando finalmente se consolidó el idioma
castellano, tuvo su origen dicha obra literaria escrita en lengua española.

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En este cuarto encuentro con mis alumnos, iniciaré la clase diciendo que el español
primitivo lo conocemos gracias a ciertos documentos, como las Glosas Emilianenses,
que, si bien pretenden emplear el latín, insertan formas, voces y construcciones
romances.
De esta manera veremos que el español primitivo carece de fijeza. Coinciden en el habla
formas que representan diversos estados de evolución.
Les comentaré que las vocales protónica y postónica, unas veces se pronunciaban con el
timbre latino, otras con timbre vulgar y en muchas ocasiones desaparecían. También,
alternaban la conservación y la pérdida de e final. Luchaban las consonantes sordas
intervocálicas (labratío, capanna) con las sonoras (labradío, cabann).
Les diré a los alumnos que estas vacilaciones las podemos ver en un mismo documento,
en este periodo de la evolución del español o en las etapas posteriores. A causa de la
inseguridad del lenguaje y de la natural aspiración a hablar bien, eran frecuentes los
errores de falsa corrección, pues no había idea clara de las formas que debían emplearse.
Con el tiempo, se van eliminando arcaísmos y, gracias al cultivo literario, se llega a una
fijación de criterios.
Luego, nombraré los cambios más importantes que se estaban dando en curso, durante
en el siglo X: las dobles consonantes latinas ll y nn se transformaron en los sonido
palatales l y ñ.
Dicho lo anterior, daré inicio a la siguiente temática:
“Formación y Caracteres del Castellano”.
Oralmente comentaré lo que se expone a continuación:
“La romanización de Castilla había sido tardía, sin el florecimiento cultural que dio tinte
conservador latín hablado en Bética. El influjo lingüístico de la corte toledana hubo de
llegar muy acentuado durante la época visigoda. Por su posición geográfica era Castilla
vértice donde habían de confluir las diversas tendencias de habla peninsular. El lenguaje
de Castilla adoptó las principales innovaciones que venían de las regiones vecinas,
dándoles notas propias. Con el Este practicó las asimilaciones ai > e, au > o, mb > m
(carrera, oro, paloma, lomo); con el Noroeste palatalizó la l de los grupos iniciales pl,
kl, fl, aunque después siguió evolución distinta, suprimiendo la primera consonante; y
con el resto del Centro diptongó ê y ô tónicas en ié y ué (cielo, siete, fuego, puerta),
pero según otras normas a las que regían en León y Aragón.

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Durante la Reconquista el habla castellana estuvo menos sujeta a presiones retardarías
que la de León. Los elementos gallego y mozárabe no fueron tan importantes.
Las circunstancias favorecieron la constitución de un dialecto original e
independiente. En efecto, el castellano, fue en la época primitiva un islote excepcional.
En primer término, se apartaba de los demás romances peninsulares por el especial
tratamiento de los fonemas y grupos latinos; difería del resto de España en el paso de la
f inicial a h aspirada.
El castellano poseía dinamismo que le hacía superar los grados en que se detenía la
evolución de otros dialectos.
Por último, el castellano era certero y decidido en la elección, mientras los dialectos
colindantes dudaban largamente entre las diversas posibilidades que estaban en
concurrencia.
La aparición del castellano en la escritura es una lenta revelación.

Transformación del mapa lingüístico de España en los siglos XII y XIII:


“A partir del siglo XII la Reconquista progresa considerablemente. Los dialectos
mozárabes desaparecieron conforme los reinos cristianos fueron reconquistando las
regiones del Sur.
La desaparición de las hablas mozárabes cierra un capítulo de la historia lingüística
española. La Península quedó repartida en cinco fajas que se extendían de Norte a Sur.
La central, el dialecto castellano, se ensanchaba por Toledo, Plascencia, Cuenca,
Andalucía y Murcia, rompiendo el primitivo nexo que unía antes los romances del Oeste
con los del Oriente hispánico. Más tarde, el castellano desterró los dialectos leonés y
aragonés, mediatizó al gallego y al catalán y procuró de este modo la moderna unidad
lingüística española.”
Finalizada la explicación de la teoría, repartiré a cada alumno un jueguito de fotocopias
donde se explicita lo mencionado. Luego comentaremos en conjunto la información
para corroborar si han entendido la temática.
A continuación pasaremos a estudiar sobre la lírica española de la Edad Media y sobre
el lenguaje épico, ya que en la próxima clase comenzaremos a leer “El Cantar del Mio
Cid”.

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Hablaremos conjuntamente sobre la lírica española de la Edad Media. Diré a los
alumnos que, “El Cantar del Mio Cid”, es el primer texto literario al que accedemos. Es
la obra maestra de la poesía épica. Está escrito en castellano con algunas
particularidades locales de Medinaceli.
Continuaré la explicación alegando que, los poemas heroicos, se proponen evocar
hechos pasados, reales o ficticios, ante el auditorio de los castillos y las plazas. La
narración discurre llena de expresiones cristalizadas por la tradición y repetidas por
fórmulas rituales.
Esta temática será ampliada y trabajada más profundamente durante el próximo
encuentro.
Les pediré a los alumnos que traigan para leer el primer cantar del Mio Cid, el cantar
del destierro, en español antiguo y en español moderno.

Clase 4:
Para dar comienzo a esta clase, retomaré lo dicho en el encuentro anterior sobre poesía
épica. Me interesa saber qué recuerdan sobre este tema, por lo tanto realizaré preguntas
al curso con el objetivo de que recuerden algo de lo enseñado:
1. ¿Cuál es la finalidad de la poesía épica?
2. ¿En qué lugares se recitaban los cantares de gesta?
A medida que los alumnos vayan contestando, la clase sola irá tomando el ritmo
necesario para seguir trabajando sobre la temática.
A continuación, diré que las gestas atrajeron al público por su carácter novelesco y
porque trataban asuntos valiosos para la comunidad y su destino. A través de la
repetición iban fijando y perfilando la imagen de los héroes preferidos que los oyentes
consideraban como la representación misma de sus valores más estimados.
La épica conserva usos lingüísticos arcaizantes, que daban sabor de antigüedad al
lenguaje, a tono con la deseada exaltación del pasado, y que a su vez servían para
encontrar asonancias.
El uso de tiempos verbales era particularmente anárquico.
Antes de lanzarnos a la lectura de la primera parte del poema, explicaré que dicha obra
es de autor anónimo y surge en el siglo XII durante la Edad Media.

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En principio, era un texto elaborado para ser escuchado y no para ser leído. Suponían
siempre la recitación o el canto acompañado de música.
Eran los juglares los encargados de la transmisión del poema. El juglar es el poeta de
todos, el poeta de la plaza pública que con frecuencia sube también a recitar en palacios
y castillos o ejercita su arte histriónico en la Iglesia. Sin gran preocupación artística,
viaja, poeta ambulante, casi actor, recitando versos que aprende de memoria, canciones
y fragmentos líricos o largas relaciones de hechos y sucesos que interesan al pueblo. Es
el poeta colectivo por excelencia.
Concluida la explicación, propondré como actividad lo siguiente:
1. Lee el cantar del destierro del Mio Cid en castellano antiguo y moderno.
2. Selecciona términos del español antiguo de algún fragmento que te haga
gustado, y colocar su traducción en español actual. Luego, trascribir el
fragmento traducido sobre una cartulina de color.
Cuando los alumnos hayan terminado con la actividad, pegaremos los cartelitos
sobre un afiche titulado: “El castellano antiguo y la poesía épica”.
Una vez terminada la confección del mismo, lo colocaremos sobre una pared del
aula y finalizaremos el encuentro.

Clase 5:
“CREACIÓN DE LA PROSA ROMANCE”:
Alfonso el Sabio.
Repartiré a los alumnos un juego de fotocopias de la teoría para que les quede el
material didáctico que a continuación voy a desarrollar:
Las primeras manifestaciones de la prosa carecen de finalidad literaria: son fueros y
documentos que el romance se mezcla con el latín.
En torno a Alfonso X se congregan juglares y trovadores, jurisconsultos, historiadores y
hombres de ciencia. Prosigue la costumbre de que las versiones de lenguas orientales
trabajen emparejados judíos y cristianos, y junto con su labor den fruto a varias
traducciones latinas; pero es más frecuente que la obra quede en romance.
Esta preferencia por un texto romance absteniéndose de pasarlo a latín respondía a los
afanes del monarca en punto a difusión de la cultura.
La consecuencia fue la prosa castellana. Dio resultados a las Cantigas, el más copioso
cancionero dedicado a la Virgen, obras jurídicas, etcétera.

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Los primeros capítulos de la Crónica General, compuestos hacia 1270, tienen arcaísmos
que no aparecen, con tanta intensidad, por lo menos en los capítulos restantes, escritos
más tarde. La diferencia entre unos y otros nos ilustra acerca de la fijación interna de la
lengua a lo largo del reinado de Alfonso X.
En la parte más reciente la lengua de la Crónica posee mayor fijeza. Disminuye la
pérdida de e final y sin llegar a una regularidad completa (queda todavía alguna
alternancia entre mont y monte, pris y prise, etcétera), domina el mantenimiento de la
vocal en las palabras que hoy la conservan; desaparecen las formas reducidas, m, t por
me y te enclíticos y amengua s por se, quedando sólo como normal el uso de l en lugar
de le.
En este cambio fue decisiva la intervención del rey, que no se contentó con tener
enmendadores del lenguaje, sino que actuó personalmente en la corrección. Pero en
1276 el monarca descontento con los colaboradores resolvió darle él la forma definitiva;
así surgió el “castellano derecho“, que era refractario a la apócope extranjerizante, y
respondía en general al gusto de Burgos, pero con ciertas concesiones al lenguaje de
Toledo y León. Aunque algunos rasgos como el paso de f a h (fijo-hijo) o la
reducción de - iello a - illo (castiello- castillo), quedaron todavía fuera de la lengua.
En cambio se incrementó la interposición de palabras entre el pronombre y el verbo.
La labor de Alfonso X capacitó al idioma para la exposición didáctica. Tuvieron que ser
abordados dos problemas fundamentales, la sintaxis y el léxico.
El problema del vocabulario consistía en la necesidad de hallar expresión romance para
conceptos científicos o pertenecientes al pasado histórico, que hasta entonces sólo
habían aparecido en lenguas más elaboradas, como el latín o el árabe. Alfonso X
aprovecha las disponibilidades del castellano y las incrementa forjando derivados de
palabras ya existentes, como longueza / longitud, ladeza / anchura.
Alfonso el Sabio, a pesar de haber introducido muchísimos cultismos, no se salió de la
línea trazada por la posibilidad de comprensión de los lectores.
La prosa castellana quedaba definitivamente creada.

EL SIGLO XIV:
La prosa de Alfonso X se continúa y perfecciona en la obra de don Juan Manuel, que le
da el acento más personal y reflexivo. Don Juan Manuel es el primer autor preocupado

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por la fiel transmisión de sus escritos, que corrige de su propia mano, dejándolos en un
monasterio para que no le sean imputables los errores de copia. El estilo de don Juan
Manuel, basado en la expresión selecta y concisa, era el que convenía a su espíritu de
grave moralista.
“El Conde Lucanor”, de Don Juan Manuel, se terminó de escribir el lunes 12 de junio en
1335. Es un libro didáctico moralizante. Intenta prevenir contra la mediocridad, la
apatía, la autosatisfacción y el engaño. Enseña lo que es la mesura y el buen criterio así
como sus deberes para su estamento, su país y Dios. En la Edad Media, aquellos jóvenes
que querían ser hombres buenos debían leer el libro de don Juan Manuel porque allí
encontraban cuentos mediante los cuales remediar y aún evitar ciertos engaños y
ocasiones de mal obrar.
El influjo de la lírica gallega- portuguesa dejó huellas en el castellano: así como, coita,
cuita, cuitado, originariamente aragoneses. El dialecto leonés se mezcla con el
castellano en cierto número de producciones literarias.
Se propaga el uso de f inicial a h, que aparece ya en documentos oficiales; pero en la
literatura sigue dominando la f.
Por último, los latinismos, que durante el periodo alfonsí habían mantenido
relativamente su forma originaria, vuelven a alterarla, extendiéndose las incorrecciones
procedentes de la difusión oral descuidada, como: astralabio, entinción, por astrolabio
e intención.
Actividades:
1. Lee los cuentos: “Lo que le sucedió a la zorra con un gallo”; “Lo que, al morirse,
dijo un genovés a su alma” de Don Juan Manuel de su libro “El Conde Lucanor”
en español actual.
2. Redacta brevemente cuál es la problemática que se manifiesta en cada cuento.
3. Menciona quiénes son los personajes, cómo están construidos los textos, y
cuáles son las enseñanzas que nos dejan.
4. Lee los mismos cuentos en español antiguo y elabora un cuadro comparativo
anotando las diferencias lingüísticas que encuentras entre las dos versiones.

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Clase 6:
Para el desarrollo de esta clase, los alumnos deberán tener sacado el juego de fotocopias
que les dejé en la fotocopiadora.
Trabajaremos la temática: “LOS ALBORES DEL HUMANISMO” (1400-1474).
Leeremos en manera conjunta el siguiente marco teórico:
En los últimos años del siglo XIV y primeros del XV se empiezan a observar síntomas
de un nuevo rumbo cultural. Se introduce en España la poesía alegórica, cuyos
modelos son la “Divina Comedia” de Dante y los “Triunfos” de Petrarca; el Canciller
Ayala traduce las “Caídas de Príncipes”, de Bocaccio. Con la influencia francesa, por
el incremento de las costumbres cortesanas y caballerescas, comenzaba a competir
la de la Italia renacentista.
Despertaba el interés por el mundo grecolatino. Don Enrique de Villena, Juan de Mena,
y otros trasladan al castellano obras de Virgilio, Homero, Séneca y Platón.
La antigüedad es para los hombres del siglo XV un ideal superior que admiran y
pretenden resucitar, mientras desdeñan la Edad Media en que viven todavía y se les
antoja bárbara en comparación con el mundo clásico. Cuando la atención se ahincaba
en las lenguas griega y latina, el romance parecía “rudo y desierto”.
Resultado de tanta admiración fue el intento de trasplantar al romance usos sintácticos
latinos sin dilucidar si encajaban o no dentro el sistema lingüístico del español. Se
pretende, por ejemplo, remedar el hipérbaton, se adopta el participio de presente en
lugar de la oración de relativo, del gerundio o de otros giros. Se emplea mucho el
infinitivo dependiente de otro verbo, a la manera latina, también es corriente la
colocación del verbo al final de la frase. La adjetivación empieza a prodigarse con
frecuente anteposición al sustantivo.
La prosa busca amplitud y magnificencia, desarrollando las ideas de manera reposada y
profusa, y repitiéndolas a veces con términos equivalentes. El paralelismo entre los
miembros del período se subraya frecuentemente con semejanzas de sonidos o formas
gramaticales cercanas a la prosa rimada.
El latinismo alcanza con más intensidad al vocabulario. Los escritores introducen
enorme cantidad de palabras cultas. En una sola estrofa de Santillana encontramos
exhortar, disolver, geno; y en otra de Juan de Mena, mestrua, obtuso, fuscado. Muchos
de los cultismos no resultan hoy extraños porque llegaron a arraigar, en el lenguaje

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elevado; pero el aluvión latinista del siglo XV rebasaba las posibilidades de absorción
del idioma; muchos neologismos no consiguieron sedimentarse y fueron olvidados
pronto.
No todos los neologismos en esta época son latinos. La vida señorial seguía
nutriéndose de costumbres francesas, a las que responde la introducción de galicismos
como dama, paje, galán y otros. En épocas anteriores habían entrado algunos
italianismos, referentes a la navegación ( galea, avería, corsario ); hubo italianismos de
uso pasajero, como uxel, donna y otros.
En la primera mitad del siglo XV pervivían en la lengua muchas inseguridades: no se
había llegado a la elección definitiva entre las distintas soluciones que en muchos casos
contendían.
Alternaban indiferentemente la t y la d finales, edat, voluntat; la f inicial de fazer,
folgar, fuego, preferida por la literatura, luchaba con la h de hacer, holgar, dominantes
en el habla;
Las vocales inacentuadas alteraban con frecuencia su timbre: sofrir, vevir, robí. Seguían
en vigor formas verbales como andude, prise, conquiso.
El castellano se emplea sin resistencia en la poesía lírica. El Marqués de Santillana
recordaba la reciente boga del gallego y escribió una composición en esta lengua,
aunque ya con rasgos portugueses.
En Aragón, la entronización de la dinastía castellana con Fernando I (1412) y la
intervención aragonesa en las luchas políticas de Castilla aceleran el abandono del
dialecto regional por los poetas cortesanos. Hasta Cataluña llega la expansión del
castellano, apareciendo ya poetas bilingües como Torrellas, a pesar de ser el siglo XV
período de máximo esplendor de la literatura catalana.
Jorge Manrique (1440-1479) forma parte de la corte de Juan II, junto con Santillana y
Mena, y también hacía poesía alegórica, por ejemplo, su obra “Coplas a la muerte de su
padre” es una de las representantes del movimiento humanista en “Coplas a la Muerte
de su padre” se tratan temas como la fugacidad de la vida, la vanidad del mundo. Su
novedad consiste en un lenguaje poético personal e inconfundible para expresar lo que
ya se ha pensado y sentido.

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La multiplicidad de recursos, amalgamados líricamente, acentúa en quien oye los versos
del poema, la impresión de un dolor íntimo que trasciende como reflexión común a
todos los hombres.
El clasicismo de Manrique consiste en que su obra es universal y siempre tendrá
actualidad pues si bien aparecen rasgos de época y lugar éstos son circunstanciales. Las
ideas son perennes y permanecen por encima de localismos.
Hay atisbos del Renacimiento en la alusión a la tercera vida, la que perdurará en la
memoria del mundo.
Ya se vislumbra una época distinta de la medieval porque ya no se considera sólo la
vida terrena y la del espíritu. Está la realidad de una tercera vida, la de vivir en el
recuerdo de la gente.
Actividades:
1. Lean “Coplas a la muerte de su padre” de Jorge Manrique.
2. Marca en el texto las alternancias de la t/d finales y de la f/h iniciales y otros
Arcaísmos del Español.
3. ¿A quién se encomienda Jorge Manrique en sus coplas?
4. ¿Qué temas recurrentes se manifiestan en la obra?
5. Lee atentamente el siguiente fragmento:
“¡Sombra terrible de Facundo, voy a evocarte, para que, sacudiendo el
ensangrentado polvo que cubre tus cenizas, te levantes a explicarnos las vida
secreta y las convulsiones internas que desgarran las entrañas de un noble pueblo!
Tú posees el secreto: ¡revélanoslo! Diez años aún después de tu trágica muerte, el
hombre de las ciudades y el gaucho de los llanos argentinos, al tomar diversos
senderos en el desierto, decían: “¡No, no ha muerto! ¡Vive aún! ¡Él vendrá!”.
Facundo, Domingo Faustino Sarmiento, Introducción, P.6.

5.1.¿Notas alguna semejanza entre las coplas de Manrique y la introducción del


“Facundo” de Sarmiento? Justifica tu respuesta.
5.2.¿A quién invoca Sarmiento para dar inicio a su novela?

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Clase 7:
Antes de dar inicio al tema siguiente, dedicaré los primeros quince minutos de la clase a
la corrección de las actividades de los alumnos. Les propondré que lean lo que
realizaron con el objetivo de realizar las correcciones correspondientes.
A continuación, daré el marco teórico de forma oral y explicativa.
En conjunto iremos marcando las ideas principales y haremos un cuadro comparativo
donde se evidencien los cambios del español medieval al español del Siglo de Oro.

Marco Teórico: “RENACIMIENTO Y BARROCO”.


RENACIMIENTO:
ESPAÑA Y SU LENGUA EN EUROPA.
Durante la Edad Media, España había defendido la suerte de la civilización occidental,
librándola, al rescatar su propio suelo, de la amenaza musulmana; pero absorbida por la
Reconquista y fraccionada en varios Estados, apenas había podido llevar su iniciativa a
la política europea.
Elevada por los Reyes Católicos al rango de gran potencia, España se lanza con Carlos
V a regir los destinos de Europa. En la defensa del catolicismo frente a protestantes y
turcos, pone su esfuerzo al servicio de un ideal ecuménico, la unidad cristiana, y
propaga en América la fe consoladora.
La expectación del mundo civilizado estuvo pendiente de la irrupción española. Fue una
aleccionadora afirmación de dignidad y hombría que no solo ganaba tierras, sino que
actuó sobre las costumbres, el concepto de honor, la literatura y el lenguaje de toda
Europa.
El valor caballeresco, la sutileza de ingenio, la agilidad en el trato y la majestuosa
gravedad de los españoles encarnaban el arquetipo social del Renacimiento, la perfecta
cortesanía. En Francia, tras una constante infiltración a lo largo del siglo XVI, el
reinado de Luis XIII y la minoridad de Luis XIV señalan el momento de más profundad
hispanización.
Traducidos a varios idiomas, el Amadís, la Cárcel de Amor y la Celestina inauguraron
los triunfos de nuestras letras en el extranjero. Los dramas y comedia de Lope, en
versiones directas o refundidas, cosecharon aplausos en los más diversos escenarios.

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La lengua española alcanzó entonces extraordinaria difusión. Respondiendo a la
apetencia general, fueron muchos los diccionarios y gramáticas españoles que
aparecieron en el extranjero durante los siglos XVI Y XVII.
Resultado de esta influencia en todos los órdenes de la vida fue la introducción de
numerosos hispanismos en otras lenguas, sobre todo en italiano y francés.
La aplicación metafórica de gusto para indicar el acierto en la elección, usada ya por
Isabel la Católica, era considerada a principios del siglo XVIII como una innovación
española; ya entonces contaba largo empleo en Italia (buon), había pasado al francés
gout, había originado la adopción del extranjerismo gusto en inglés y había sido calcada
por el alemán Geschmack.
Otros préstamos se refieren a la vida militar, a la guerra y tráfico marítimos, a la
vivienda, a relaciones sociales y domésticas, al juego, a productos naturales o
elaborados, etc. A través de España llegaron a Europa multitud de americanismos.

EL ESPAÑOL, LENGUA UNIVERSAL.

La creciente estimación de nuestra lengua ofrece un ejemplo altamente representativo,


cuyo protagonista fue el mismo emperador. Su aprecio por la lengua española le inspiró
un juicio encomiástico, del que nos han llegado distintas versiones; según una de ellas,
para dirigirse a las damas prefería el italiano; para tratar con hombres, el francés; pero
para hablar con Dios, el español. Consideraba el francés como instrumento adecuado
para los negocios políticos y se sentía alagado si le hablaban en español.
De este modo el español quedaba proclamado lengua internacional; y probablemente
se habría consolidado como tal si con la abdicación de Carlos V no se hubieran
separado las coronas y cancillerías de España y Alemania.

EL CASTELLANO, LENGUA ESPAÑOLA.


En el siglo XVI se completa la unificación de la lengua literaria. Con el auge del
castellano coincide el descenso vertical de la literatura catalana. La unidad política
nacional, la necesidad de comunicación con las demás regiones y el extranjero, donde
sólo tenía curso el castellano, y el uso de éste en la corte, que atraía a la nobleza de toda
España, acabaron por recluir al catalán en los límites del habla familiar. No quedó
apenas otra literatura que la escrita en lengua castellana.

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El castellano se había convertido en idioma nacional. Y el nombre de lengua
española, empleado en la Edad Media con antonomasia demasiado exclusivista
entonces, tiene desde el siglo XVI absoluta justificación y se sobrepone al de lengua
castellana.
CONTIENDA CON EL LATÍN E ILUSTRACIÓN DEL ROMANCE.

La mayoridad de las lenguas modernas coincidía con la plenitud del Renacimiento, que
incrementaba el uso del latín entre los doctos.
La exaltación nacionalista que acompañó a la creación de los Estados modernos, no
podía menos de reflejarse en un mayor aprecio de las lenguas nacionales. La mayor
conciencia lingüística hizo preguntarse por el origen de las nuevas lenguas, que se
explicó generalmente como “corrupción” del latín a causa de las mezclas de pueblos.
Un aspecto curioso de esta nueva actitud consistió en subrayar la semejanza entre
romance materno y el latín: aquel sería tanto más ilustre cuanto más cercano a la lengua
de Cicerón.
Pero el Renacimiento no se limitaba al retorno hacia la antigüedad. Una de sus más
profundas corrientes era la exaltación de la Naturaleza en sus productos más inmediatos
y espontáneos; por eso rehabilitó el cultivo de las lenguas vulgares.
Había que “enriquecer e ilustrar” la lengua, empleándola en asuntos dignos y cuidando
el estilo. La emulación de la literatura italiana acuciaba al mejoramiento del español.
Mientras aquella contaba con Petrarca y Bocaccio.
Con Garcilaso y Valdés empezaba a forjarse nuestra lengua clásica. Las vicisitudes de
su desarrollo obedecen a las distintas interpretaciones dadas según las épocas a la
ilustración del idioma. En casi todo el siglo XVI domina el criterio de naturalidad y
selección; la literatura barroca del siglo XVII se basa en el de ornato y artificio.

EL ESTILO LITERARIO EN LA ÉPOCA DE CARLOS V.

Culminaba la tendencia a eliminar el amaneramiento latinizante, iniciada ya en los


tiempos de los Reyes Católicos. L a norma general del lenguaje era la expresión
llana, libre de afectación, pero depurada según los gustos del habla cortesana.
Boscán y Garcilaso introducen la versificación italiana, y con ella un nuevo sentido de
la poesía. Los versos de Garcilaso no deslumbran con alardes cultos ni imágenes

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atrevidas: se deslizan suaves, utilizando palabras corrientes, comparaciones fáciles y
metáforas consagradas por la tradición literaria; pero funden estos elementos en armonía
perfecta, diluyéndolos en suaves sensaciones musicales. El arte inimitable de Garcilaso
consiste en transformar las palabras en “manso ruido”, el “susurro de abejas”.
El lenguaje poético de Garcilaso sirvió de modelo a toda la poesía española del
Siglo de Oro: imágenes, epítetos, esquemas distributivos de la materia poética en el
verso, se repiten profusamente en la lírica posterior, cuyos más altos representantes,
incluso los más innovadores, acuden siempre al hontanar garcilasiano.
BARROCO:

DE CERVANTES A QUEVEDO. APARICIÓN Y TRIUNFO DE LAS TENDENCIAS


BARROCAS.
A fines del siglo XVI el Imperio hispánico había logrado su máxima extensión. La vida
española estaba llena de contrastes: mientras los tercios de nuestra infantería sostenían
en toda Europa una lucha desigual y agotadora, la corte de Felipe III y de Felipe IV,
ostentosa y frívola, se ocupaba solo de fiestas e intrigas.
La literatura se reparte en direcciones que, si bien se entrecruzan armónicamente en la
complicada ironía cervantina, aparecen por lo general con actitudes unilaterales o
contradictorias; exaltación heroica, escape hacia la belleza irreal, cínica negación de
valores y ascetismo.
Cervantes, heredero de la ideología renacentista y de la fe en la naturaleza, propugnaba
como técnica estilística la misma de Valdés: habla llana regida por el juicio prudente.
Cervantes uno de los escritores más interesados en las cuestiones del lenguaje: aborda
repetidamente los problemas que preocupaban a los espíritus cultos de entonces, percibe
y recrea con aguda intuición la variedad lingüística correspondiente a la diversidad de
esferas sociales o a las distintas actitudes frente a la vida; y posee un finísimo sentido de
la palabra en sí, a causa del cual se complace en juegos que operan unas veces con el
concepto, otras veces con el cuerpo fónico de los vocablos.
El estilo típico de Cervantes es el de la narración realista y el diálogo familiar. La frase
corre suelta, holgada en sus sintaxis, con la fluidez que conviene a la pintura cálida de la
vida, en vez de la fría corrección atildada. Esa facilidad inimitable, compañera de un
humorismo optimista y sano, superior a todas las amarguras, es la eterna lección del
lenguaje cervantino.

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La generación siguiente, la de Lope y Góngora, conoció en toda su violencia la
sacudida innovadora. La vida literaria se hacía cada vez más intensa; se multiplicaban
círculos y en ellos se reunían escritores y aficionados para leer y criticar sus obras, y
sometían su inventiva a difíciles pruebas. El ambiente favorecía el juego de ingenio y
exigía la busca de novedad; el refinamiento expresivo se extendía a la conversación de
los discretos y era necesario halagar el oído con la expresión brillante, demostrar
erudición y sorprender con agudezas.
Al apuntar las tendencias barrocas, el teatro nacional recibió su pauta definitiva con la
genial producción de Lope de Vega. El espectador español acudía a las representaciones
deseoso de verse reflejado en la escena; quería encontrar plasmados en fábulas
dramáticas sus sentimientos e ideas, su visión del mundo y de la vida; ansiaba además
soñar, calmar su sed de acción intensa.

EL ESPAÑOL DEL SIGLO DE ORO: CAMBIOS LINGÜÍSTICOS GENERALES.


El español era un idioma en evolución muy activa. Con todo hay una labor de selección
entre sonidos, formas y giros coincidentes, que condujo a considerable fijación de usos
en la lengua literaria y, en menor grado, en la lengua hablada también.

Fonética: Arcaísmos eliminados:

En el transcurso del siglo XVI van desapareciendo las vacilaciones de timbres en las
vocales no acentuadas. El extremo consiste en el empleo de i, u no solo dura todo el
siglo XVI, sino que algunos casos penetran en el siglo XVII.
En la primera mitad del siglo XVI se toleraba todavía el arcaísmo fijo, fincar, sobre todo
en notarios y leguleyos. Salvo cultismos y casos especiales como la f desapareció,
sustituida por la h, que en Castilla la vieja ya no se pronunciaba del siglo XV.
Mientras que los sonidos de la g, j y x mantuvieron su carácter prepalatal, era frecuente
confundirlos con la s sonora y sorda, respectivamente. Existían pronunciaciones quijo,
vigitar, relisión, no admitidas de ordinario por la literatura. La confusión entre unas y
otras sibilantes debió contribuir también al que pronombre dativo fuera sustituido por
se.

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Transformación de las consonantes:

Un cambio radical en el consonantismo del siglo XVI y la primera mitad del siglo XVII
determinó el paso del sistema fonológico medieval al moderno.
Durante algún tiempo debió continuar la vieja distinción entre la b y v. Cuando la
conquista y colonización de Chile introdujeron palabras españolas en la lengua de los
indios araucanos, los resultados de los dos sonidos fuesen diferentes: nabos dio en
mapuche napur y cavallo dio cahuallu.
También se extendió el sonido de la s, z y g, j confundidos con los sordos
correspondientes “ss”.
La confusión de b y v no sólo se extendió en al castellano hablado en cualquier región
de la Península o de América, sino también a las hablas dialectales, al gallego, al
portugués septentrional y a amplias zonas catalanas.
La africación de c y z se aflojó con relación más antigua que la z que en la c. Pero esta
diferencia desapareció y en lugar de dos fonemas quedó uno articulado como fricativa
sorda interdental, que adquirió gradualmente el timbre de nuestra o moderna ( c o z de la
escritura); este nuevo sonido está atestiguado desde el siglo XVIII.
Las variantes de esta articulación constituyen la base del seseo y ceceo, que se
propagaron por Andalucía; el seseo, menos vulgar, se extendió por Canarias y América.
En cuanto a la g, j venía sonando dz como j inglesa o gi italiana; entre vocales y más
tarde en otros casos solía pronunciarse como z, fricativa, como la j portuguesa. Su
correspondiente sorda era la fricativa x, que sonaba como s, como si en inglés o como
sei en italiano.
En aquellas zonas de las montañas y Andalucía se conservó la h, la x vino articularse
como aspiración.
Se añadieron entonces la conservación de h aspirada, la consolidación del seseo, y la
articulación de g, j y x como simple aspiración.

LA FONÉTICA EN LA FRASE.

En los siglos XVI y XVII la conciencia lingüística de los hablantes era muy superior a
lo que manifestaban los textos medievales. El encuentro de determinadas palabras da
lugar a transformaciones fonéticas que el español clásico aminora o destierra. Así el
artículo “la”, considerado ya como característico del género femenino, sustituye

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lentamente a “el” en casos como el espada, el otra, solo queda el cómo femenino
delante de palabras que empiezan por vocal a (el altura, el arena) sobre todo acentuada
(el águila).
Por otra parte, como el infinitivo y la terminación constituían una única unidad
significativa, fue desapareciendo la escisión besar de he, engañar me ha, en beneficio
de té besaré, engáñame o me engañará.

FORMAS GRAMATICALES.

En la primera mitad del siglo XVI la conjugación ofrecía muchas inseguridades.


Coexistían amáis, tenéis, sois, con amás, tenés y sos, que pronto quedaron articulados.
Las personas vos del pretérito fuistes, matastes , que respondían a la desinencia latina -
stis, duraron hasta el siglo XVII, después se convirtió en contagio en fuisteis, matasteis.
En el pronombre se generalizan nosotros, vosotros , la forma g de las combinaciones ge,
lo, ge, la desaparece bajo la conjunción de los trueques fonéticos entre s y g , y de la
confusión con el dativo reflexivo se .
Los demostrativos seguían contando con las formas dúplices aqueste-este, aquese-ese ,
aparte de estotro, esotro que conservaban pleno vigor. El relativo quien, invariable
antes, empezó a tomar plural en 1622.

SINTAXIS.

Al periodo clásico pertenece la delimitación de usos entre los verbos haber y tener.
Ambos se venían empleando como transitivos, con sentido de posesión o propiedad.
Al comenzar el siglo de Oro los dos verbos eran casi sinónimos y se repartían el uso.
En los tiempos compuestos con haber la concordancia entre el participio y el objeto
directo ofrece aún algunos ejemplos en la primera mitad del siglo XVI: “la ropa de
algodón que había allegada” (Cervantes de Salazar); pero después sólo se da el
participio invariable. Por otra parte, haber se generalizó como auxiliar en los tiempos
compuestos de los verbos transitivos y reflexivos, donde contendía antes con ser. A
mediados del siglo siguiente hay apenas ejemplos de soy muerto, eres llegad.
Entre los siglos XIII y XVI este estado de cosas se había perturbado por la formación y
crecimientos de pluscuamperfectos compuestos hubiese cantado, hubiera cantado por

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borrarse los límites entre cantare y cantase, y por la tendencia a emplear cantara en
usos reservados a cantase.
Durante la Edad Media el empleo de pronombres átonos de tercera persona había
respondido en general a su valor etimológico: el dativo de cualquier género se indicaba
con le y les, el acusativo le servía de lo, para el singular masculino y para el neutro, de
la para el femenino, y de los y las para los plurales masculinos y femeninos. Este
sistema, satisfactorio para la distinción de los casos, no lo era tanto para los géneros,
indiferenciados en el dativo y con un lo válido para masculino y neutro. Cervantes,
Lope, Quevedo, que se valen de “le” para el acusativo de persona y de “lo” para el
de cosa.
Las mayores diferencias entre el orden de palabras usual en la época clásica y el de la
sintaxis moderna consisten en la colocación del verbo y la de los pronombres
inacentuados.
Nuestros escritores del Siglo de Oro no sentían por el rigor gramatical una preocupación
tan escrupulosa como la que ahora se exige; las congruencias del habla pasaban con más
frecuencias por la lengua escrita.

VOCABULARIO.
El español áureo experimentó un notabilísimo crecimiento de palabras. La abundancia
de neologismos latinos y griegos no llegó a producir envenenamiento intelectual en el
léxico literario.
Muchas voces extranjeras penetraron entonces en el habla española. Las relaciones
culturales y políticas con Italia dieron entrada a palabras referentes a muy variadas
actividades. A la guerra pertenecen escopeta, parapeto, cantinela, escolta, y en el
comercio que enriquecían a venecianos y genoveses dejaron entre otras, fragata,
galeaza, mesana, piloto ; hay muchos términos de la literatura como esbozo- svelto,
escorzo, diseño, modelo, etc. A la vida de sociedad refieren cortejar, festejar.
Italianismos son también manejar, pedante, bagatela. De modo pasajero se usaron ya
con el significado de ‘en otro tiempo’, gastar ‘estropear’, aquistar ‘conseguir’, yo tanto
‘en cuanto a mí’ y otras expresiones extrañas a nuestra lengua.

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De origen francés son nombres de prendas de vestir y modas como chapeo, manteo ; de
usos domésticos, servieta después servilleta ; términos militares, trinchea más tarde
trinchera .
El portugués dejó entre otros, payo, mermelada.
Las lenguas europeas no romances prestaron pocas palabras; de alemán proceden, entre
otras, lansquenete, bigote, trincar, brindis, chambergo.
Aparte de la adopción de voces grecolatinas y extranjeras, el léxico literario español
aumentó su caudal aprovechando los propios recursos del idioma.
Así términos bélicos (batería “brecha”, estratagema ), jurídicos (privilegio, exención),
de administración (arbitrio, tasa), musicales (prima de guitarra), de la filosofía
(argumento, implicar, animar), de la física, alquimia y medicina (elemento, alquermes,
humor ), usados ya desde antes o nuevos en la literatura, vivieron en ella durante el
siglo XVII, favorecidos por el desarrollo del lenguaje figurado.
La literatura barroca del siglo XVII español prefirió la abundancia depuración y,
extremosa en sus opuestas direcciones, aprovecho desde los vocablos más insólitos y
deslumbrantes hasta los plebeyos.

Finalizada la lectura de todo el material, confeccionaremos en el pizarrón el cuadro


comparativo entre el español medieval y el del Siglo de Oro con el propósito de que los
alumnos tengan registrado en sus apuntes los cambios más significativos de la
evolución de la lengua española.
Para dar cierre a la unidad, destinaremos unas clases más que estarán enmarcadas por la
lectura de algunos capítulos del “Don Quijote de la Mancha” de Miguel de Cervantes.
Quiero que presten suma atención a la utilización de ciertas palabras y formas
gramaticales.
Leeremos los capítulos I y VIII de la primera parte de “Don Quijote de la Mancha”.
En grupos de a dos, los alumnos deberán realizar lo que a continuación explicito:
1. ¿Qué diferencias notan entre en el español utilizado por Cervantes en su novela
y en el español de la Edad Media reflejado en el “Mio Cid”? Justifiquen.
2. En el capítulo VIII: “Del buen suceso que el valeroso Don Quijote tuvo en
la espantable y jamás imaginada aventura de los molinos de viento, con

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otros sucesos dignos de felices recordación”, ¿qué características del Siglo
de Oro se ponen de manifiesto? Ejemplifica.
3. Lean el capítulo XXII de la primera parte y marquen en el texto vocablos
utilizados por los personajes que consideren propios del Siglo de Oro.
4. Don Quijote, mediante su accionar en este capítulo, quiso ayudar a los
desdichados dándoles libertad. El valeroso hidalgo pensó que su acto iba a ser
recompensado, pero sobre el final vemos que acontece lo contrario. Les
propongo como actividad que cambien esa culminación del episodio pero
utilizando el español de nuestra época. En tiempos actuales, ¿qué les dirían Don
Quijote y Sancho a esos malagradecidos galeotes?
…………………………………………………………………………………………………………………………………
ANEXO:

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BIBLIOGRAFÍA:

Anónimo. “Poema del Cid”. Buenos Aires, Argentina. Editorial Losada, S.A. 1963.
Cervantes, Miguel. “Don Quijote de la Mancha”. España. Alfaguara. 2015.
Hazam, Ibn. “El Collar de la Paloma”. Capítulo 2 “Sobre las señales del amor”.
Lapesa, Rafael. “Historia de la Lengua Española”. España. 1968.
Manrique, Jorge. “Coplas a la muerte de su padre”. Buenos Aires, Argentina. Ediciones
Colihue, 1981.
Sarmiento, Domingo Faustino. “Facundo”. Buenos Aires, Argentina. Editorial Eudeba,
2011.
Manuel, Juan. “El Conde Lucanor”. Buenos Aires, Argentina. Editora Espasa - Calpe.
Colección Austral. 1972.
Manuel, Juan. “El Conde Lucanor”. La Plata, Argentina. Terramar Ediciones, 2004.

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