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PARTIDOS POLÍTICOS Y VIDA DEMOCRÁTICA

Pablo Mella
Instituto Superior Bonó

Continúa existiendo un amplio consenso entre los científicos sociales acerca de la necesidad de contar
con partidos políticos para una saludable vida democrática moderna. Los partidos políticos no han de
considerarse como un obstáculo para el buen gobierno en sociedades complejas. Muy por el contrario,
pueden desempeñar un papel crucial para movilizar el sistema político. Entre sus tareas se encuentran el
reclutamiento de candidatos, la creación de vínculos entre el gobierno y la sociedad civil, el garantizar
contrapesos en la función legislativa y colaborar en la estructuración de los procesos electorales.

Si la vida democrática en sociedades complejas no puede llevarse a cabo sin los partidos, se infiere que
existe una relación entre la calidad de los partidos y la calidad de la vida democrática. ¿Puede haber
democracia si los partidos, en sí mismos, no son democráticos en el momento de tomar decisiones, de
ejercer influencia o de distribuir la autoridad? A la sombra de esta pregunta, hoy existe una amplia
preocupación sobre el modo en que los partidos cumplen con sus funciones.

A continuación se ofrece un marco para evaluar la calidad de los partidos, con vistas a abrir un nuevo
escenario para el ejercicio de la ciudadanía. No hace falta ser miembro de un partido para poder
demandar algunos estándares de funcionamiento en beneficio de la convivencia democrática.

El sistema de partidos como marco para reflexionar

La noción sistema de partidos es central en la ciencia política contemporánea. Aquí quisiéramos


convertirla en un marco general para articular con más solidez los reclamos ciudadanos a los partidos
existentes.

Un sistema de partidos es la estructuración de las relaciones de poder político que se desprende del
modo en que actúan los partidos políticos en un determinado ordenamiento constitucional estatal. Se
desprende de esta definición que un sistema de partidos tiene que gozar de cierta estabilidad. Si se
quiere democracia, habrá de existir pues una circularidad virtuosa entre: orden constitucional, modus
operandi de los partidos políticos y relaciones de poder. El problema nace cuando esta circularidad no se
desarrolla de manera armoniosa y el sistema político se desestabiliza creando una crisis de gobierno.

Los sistemas de partidos cambian con el paso del tiempo. Para estudiar ese cambio, se suelen tomar en
consideración los siguientes aspectos: el número de partidos, las relaciones que establecen al operar, la
magnitud o potencialidad para lograr el poder que tiene cada uno y la ubicación ideológica.

Desde el punto de vista de la cantidad, un sistema de partidos puede ser de partido único (como en
Cuba), bipartidista (como en Estados Unidos), multipartidista (como en España o en Bélgica) y
apartidista (como lo fue hasta el siglo XVIII en el mundo entero). La tendencia normal en las últimas
décadas es contar con sistemas multipartidistas, aunque en los hechos, en los sistemas presidencialistas
como los latinoamericanos, funcione prácticamente el bipartidismo. No existe una regla universal que
permita decidir desde el criterio de la cantidad cuál es el mejor sistema de partidos. Por ejemplo, los
primeros ensayos de democracia moderna, como la estadounidense y la francesa, presuponían un
modelo de partido único. La calidad democrática se mide más por el objetivo que se dé el sistema de
partidos.

Siguiendo las relaciones que establecen los partidos para operar, en las últimas décadas se ha ido
imponiendo la siguiente clasificación: partido de cuadros, partido de masas, partidos catch-all (“atrapa-
todo”), partidos carteles y partidos-movimiento. Se trata de tipos o modelos abstractos, no de casos
concretos, los cuales prevalecen por un período de tiempo determinado. Se pueden visualizar las
características específicas de cada modelo en la tabla 1:

Tabla 1. Tipos de partidos

Partido de Partido de Partido catch-all Partico cartel Partido


cuadros masas (atrapa-todo) movimiento
Años Siglo XIX 1880-1960 1945 - 1970 - 1990 -
prevalecientes
Tipo de sufragio Censitario Extendido/ Universal Universal Universal
Universal
Objetivos Distribuir Reformar o Mejoras sociales Política como Nueva política
privilegios cambiar la sin cambios profesión (antimercado,
sociedad estructurales antiburocracia)
Dinámica de Gestionada y Movilización del Lucha por el Coordinación Oposición al
competición controlada electorado electorado entre partidos sistema
electoral común dominante
Modo de Liderazgo Burocrático, Pragmático y Profesionaliza- Liderazgo
funcionamiento carismático centralizado y desorganizado ción de la carismático
jerarquizado. práctica política
Relaciones Personalización Estructura
personalizadas Apariencia del liderazgo Estructura descentralizada
democrática estratárquica (el
Cerrado a Abierto a grupos partido se divide Atención hacia
grupos de heterogéneos de en estratos los nuevos
interés interés competitivos temas
con sus socialmente
respectivos sensibles
líderes y
recursos)

Tipo de Escasa y elitista Masiva y activa En declive y Anodina Activa y grupal


militancia pasiva
Fuente de Contactos del Cuotas y Contribuciones Subvención Subvención
recursos candidato contribuciones fuentes diversas estatal crowfunding
Teórico del Maurice Maurice Otto Kircheimer Richard Katz y Gunther y
modelo Duverger Duverger Peter Mair Diamond
FUENTE: Adaptado de cuadros elaborados por Juan Carlos Barajas y Pilar Gangas
Como puede verse en la tabla 1, los partidos grandes dominicanos tienden a configurarse como
partidos carteles; sus respectivos aliados también. Cada vez más se vive a expensas de fondos públicos y
de una apropiación estratégica de las instituciones del Estado. La actividad política es una profesión, un
modo de ganarse la vida con saberes técnicos especializados, no una vocación al servicio del bien común
o de un ideal social. La prevalencia de la facción a la que se pertenece dentro del partido es el objetivo
primordial del compromiso político.

Con la caída de las ideologías, los partidos no se distinguen tanto por el contenido de sus programas
ideológicos, sino por su potencialidad para alcanzar el poder. En este sentido, Giovanni Sartori propone
tres tipos de fundamentales de partidos:

a) los que tienen la capacidad de formar gobierno


b) los que tienen la capacidad de veto
c) los que tienen la capacidad de formar coaliciones.

En términos generales, puede decirse que una democracia con régimen legal multipartidista es más sana
mientras más equitativo sea para todos los partidos el poder formar un gobierno. Si la capacidad de
recoger dinero para campaña es sustancialmente superior en un grupo en comparación con los otros, la
equidad de la competencia electoral puede verse severamente afectada. Junto a la riqueza de contenido
de la propuesta política, la equidad en la competencia electoral es quizá el punto más delicado para la
salud de la vida democrática.

Algunos puntos a reclamar de los partidos

Conviene cambiar la actitud general de desprecio hacia los partidos políticos. La antipolítica no permitirá
ayudar a mejorar esta institución clave para la vida democrática. Es más factible un cambio positivo en
el sistema de partidos si la ciudadanía en general comprende que velar por la calidad de los partidos
forma parte de sus responsabilidades.

Lo primero que podemos pedir a los partidos políticos son ofertas de formación en los temas públicos,
con vistas a aumentar y mejorar la participación ciudadana. Por ejemplo, leyes como la municipal
ofrecen novedosos espacios de participación de la ciudadanía. Por su función social, los partidos son
idóneos para potenciar esos espacios, enseñando cómo se puede participar en la gestión de lo público.
Ahora bien, antes de salir a cumplir con esta tarea ciudadana, hace falta una gran formación en los
propios militantes de los partidos, ya que el concepto de participación política se ha visto afectado en
los últimos años por el mismo modo de proceder de los partidos.

Lo segundo que podemos solicitar a los partidos es que renuncien a convertirse en canales de empleo de
mala calidad en el aparato del Estado. Su compromiso es más bien con el acceso equitativo y por
méritos a las responsabilidades públicas. La nómina pública no puede ser un instrumento de campaña al
servicio de una práctica clientelar. La promesa de campaña debería ser el compromiso con un modo
racional e inclusivo de acceder a los puestos públicos. Si todos los partidos, al unísono, se pusieran de
acuerdo en este punto, sufrirían menos presiones clientelares para lograr el poder.

Lo tercero que podemos pedir a los partidos es que sus propuestas de gobierno interpreten de manera
sistemática e inteligente las aspiraciones de la sociedad civil. No se trata de meras «visitas sorpresas»,
donde se refuerza una figura mesiánica y paternal de gobernante. Se trata de registrar y analizar con
métodos consistentes las demandas de la ciudadanía. El partido tiene la responsabilidad de orientar los
reclamos de los grupos de interés hacia el bien común. En concreto, en los años venideros, el reclamo
debe concentrarse en algunos puntos como: seguridad ciudadana, empleos de calidad, pacto fiscal,
salud pública y cero impunidad.

En cuarto lugar, se puede pedir a los partidos que sean democráticos dentro de ellos mismos. Que sus
modos de crear opinión pública, de debatir los temas que preocupan a todos y de elegir a sus candidatos
se guíe por los grandes valores que adornan la vida democrática: igualdad, libertad, tolerancia y
rendición de cuentas.

Por último, cabe demandar de los partidos solidez ideológica y visión de futuro. La propuesta de un
partido debe corresponder a una síntesis política que se caracteriza por ofrecer algo que los demás
partidos no ofrecen. Es verdad que hoy existen muchos puntos comunes sobre los cuales habrán de
estar de acuerdo todos los partidos. Pero sigue habiendo espacio para marcar algunas diferencias que
hagan de la propuesta original de cada partido la concreción de algo socialmente relevante que, por el
momento, nadie más está dispuesto a hacer.

Debemos estar convencidos: ¡necesitamos partidos políticos de calidad! Cambiemos nuestra actitud
antipolítica y busquemos mediaciones ciudadanas para colaborar con este propósito.

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