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Esta escuela tiene su origen en la pugna existente entre las Escuelas Clásica y Positiva, ya que ni la
Escuela Clásica con sus postulados idealistas ni la Escuela Positiva con sus métodos para combatir
científicamente a la delincuencia tuvieron éxito; de ahí que se adoptara una posición ecléctica, es
decir, combinaron los postulados de las dos escuelas creando la llamada Tercera Escuela, cuyo
método resulto de la fusión del idealismo con el naturalismo.
Buscaron encontrar los principios del derecho natural, que sustentaban la norma penal aplicable y
a su vez se atendía a la realidad material tanto del delito como del delincuente.
Los caracteres de esta escuela son: a) Afirmación de la personalidad del Derecho Penal contra el
criterio de la dependencia que propugnaba Ferri; b) Exclusión del tipo criminal, y c) Reforma social
como deber del Estado.
Los representantes de esta escuela son Emmanuel Carnavalee, Bernardino Alimena y Juan B.
Impallomeni; es medianera entre el Positivismo y el Clasicismo, y como tal, acogió del clasicismo el
principio de la responsabilidad individual y la distinción entre responsables e irresponsables; del
Positivismo tomó en préstamo la génesis natural del delito y el determinismo psicológico.
La máxima de la tercera escuela se resume en la idea de que, a través del derecho penal, se
obtenga el máximo de defensa social, con el mínimo de sacrificio individual. Como directrices
conceptuales básicas o postulados se establecen:
1.- El libre albedrío. Acepta este y señala que existen delincuentes imputables e inimputables.
2.- El delito como fenómeno individual y social. En lo individual cabe su estudio científico, la
preocupación del conocimiento del delincuente; en lo social el estudio de la criminalidad.
3.- Pena y medidas de seguridad. La pena para los imputables con una finalidad de defensa social,
no de retribución al mal causado, y para los inimputables la aplicación de medidas de seguridad,
por la peligrosidad social que pueden desplegar los delincuentes.
4.- Nítida distinción entre disciplinas jurídicas y disciplinas empíricas, las primeras necesitadas de
un método lógico-abstracto y deductivo, las segundas de un método experimental, causal-
explicativo.
5.- Desde el punto de vista etiológico, el delito se concibe como hecho complejo, como fenómeno
social causado naturalmente y producto de factores tanto endógenos como exógenos.
7.- Dualismo penal que permite conciliar el uso simultáneo de consecuencias jurídicas distintas: las
“penas” y las “medidas de seguridad”. La Terza Scuola se opone por ello, al monismo de la Escuela
Clásica (sustitución de la pena por la medida).
8.- Filosóficamente, no opta por el determinismo radical del positivismo ni por el libre albedrío
absoluto del clasicismo. Conserva la idea de la “responsabilidad moral” como fundamento de la
pena, y la “temibilidad” o “peligrosidad”, compatible con aquella, que autoriza la imposición de
medidas de seguridad.
9.- La finalidad de la pena no se agota en el castigo del culpable. Requiere, también, su corrección
y readaptación social, objetiva que trasciende el mero afán prevencionista o las metas defensitas y
expiacionistas.
5.2.3.2. Escuela Sociológica o Joven Escuela (Alemania).
En Alemania su principal expositor fue Franz Von Liszt, Adolfo Prins y Gerardo Von Hamel; Liszt
sostiene que el delito no es resultante de la libertad humana, sino de factores individuales, físicos
y sociales, así como de causas económicas.
El delito para esta escuela encuentra su justificación en las orientaciones político-criminales que
combatan el fenómeno delictivo desde su perspectiva naturalistica-causalista, en su inserción en el
análisis lógico y sistemático de la ley.
De esta manera Franz Von Liszt, recoge elementos de las teorías clásica y positiva y los resume en
una teoría ecléctica que va a dar lugar al esquema o sistema de la teoría del delito, denominada
Causalismo naturalista o esquema Liszt-Beling.
Las dos funciones principales de la política criminal son: 1.- Critica la legislación penal vigente a la
luz de los fines del derecho y de la pena y observación de sus resultados. 2.- Realiza proposiciones
para la reforma del derecho penal actual. La política criminal tiene dos fines: uno crítico y otro
constructivo.
1.- El método especulativo deductivo (jurídico) que proclamó la escuela clásica para investigar el
fenómeno penal en el ámbito del derecho, y los positivistas defendían los métodos experimentales
(inductivo). La dirección de la escuela política criminal proclama la necesidad de emplear un
método jurídico para indagar el contenido del derecho positivo y el método experimental como
único, útil para el trabajo criminológico.
2.- La responsabilidad se basa en el libre albedrío por los clásicos y fue negada por los positivistas.
La política criminal proclama la necesidad de considerar un vínculo subjetivo en la responsabilidad,
si bien independizándolo de la libertad moral. Los políticos criminalistas reconocen la
responsabilidad de los delincuentes normales y, en cambio, proclaman el estado de peligro como
base de la medida que ha de tomarse sobre los delincuentes que se desvirtúan de la norma.
3.- La política criminal reconoce que el delito es un concepto jurídico pero como fenómeno natural,
surge en la vida por el impulso de factores endógenos y exógenos.
4.- Los políticos criminalistas proclaman que la pena debe tener un fin, pero ésta solo es aplicable
a los delincuentes responsables, en tanto que a los peligrosos serán corregidos por medidas de
seguridad.
5.- Sustitución de los planteamientos filosóficos de la Escuela Clásica por un claro “pragmatismo”,
que presupone el análisis y conocimiento de la realidad social.
6.- Contemplación del delito como fenómeno natural y jurídico al mismo tiempo, compaginando el
estudio empírico de sus causas y la elaboración dogmática del mismo.
7.- Dualismo penal, esto es, reconocimiento de dos clases de consecuencias distintas, dirigidas a
objetivos diferenciados, pero complementarios: la pena y la medida de seguridad.
9.- Eclecticismo filosófico en cuanto al problema del “libre albedrío”: se ignora éste, admitiéndose,
sin embargo, la existencia de todos los hombres de una impresión de libertad interna. El concepto
de “estado peligroso” sustituye al de “responsabilidad moral”.
Es la última y más cercana corriente del pensamiento jurídico, cuyo origen es italiano, iniciándola
Arturo Rocco seguido por Vicenzo Manzini, Massari, Battaglini, Delitalia, Vannini, Pannain y
Antolisei; siendo Rocco el autor del Código Penal Italiano de 1889; depura entre otras cosas, al
derecho penal de las infiltraciones filosóficas con que los clásicos lo desvirtuaron, y de las
concepciones biosociológicas de los positivistas.
Para desarrollar su propuesta, Rocco acude a las teorías lógico-formales de Von Liszt, Binding y
Beling, también conocidas como “sistema clásico del delito”, con lo cual quedo de manifiesto la
gran influencia germana.
Parte de la base de que las normas jurídicas son debidas a un proceso de abstracción y de
generalización, que constituye un método lógico-abstracto, absolutamente diverso del de las
ciencias naturales y sociales.
En las primeras dos fases antes expuestas se analiza el derecho como es; en cambio, en la fase
crítica se determina si ese derecho es o no como debiera ser, con lo cual se debe esperar hasta
este momento para realizar juicios de valor sobre el derecho vigente. Dicha separación tajante
entre el conocimiento científico del derecho positivo (primera y segunda fase) y su valoración
(tercera fase) es propia del método positivista formal, en el cual se evita a toda costa interpretar el
derecho conforme a valores.
2.- El delito lo concibe como un ente jurídico, susceptible de engendrar una relación jurídica entre
gobernados y el Estado.
La exclusión total de los valores en la interpretación del derecho penal fue criticada por Antolisei,
Maggiore, Nuvolone y sobre todo Bettiol, a través de su teoría de la “jurisprudencia de valores”.
Sin embargo, los dogmáticos italianos ya no pudieron colocarse a la vanguardia del desarrollo de la
dogmática jurídico-penal que habían hincado con Becaria; lugar que ya habían ocupado los
dogmáticos alemanes de la época.
Ello se debe a que durante la segunda mitad del siglo XIX los autores italianos se olvidaron del
derecho penal positivo como objeto de estudio de la dogmática jurídico penal y dedicaron sus
esfuerzos a la creación de construcciones idealistas (escuela clásica) o nuevas ciencias, como la
criminología (escuela positiva), o una mezcla de ambas (terza scuola).
Por el contrario durante la segunda mitad del siglo XIX la dogmática jurídico-penal alemana no
perdió de vista el derecho penal como su objeto de estudio y fueron sentando las bases para un
extraordinario desarrollo doctrinal que continúa hasta nuestros días e influye claramente no sólo
en los países europeos, sino en todos los países del mundo con sistemas basados en tradición
jurídica romano-canónica-germana, como lo es el derecho penal en México.