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En Chile, el debate entre si el voto debe ser voluntario u obligatorio se hace más fuerte con cada
elección que pasa, debido a que, desde que la imposición del voto voluntario el año 2012, la
abstención ha ido aumentando drásticamente, llegando a un 50% aproximadamente según los datos
mostrados en informes del SERVEL y el INE, lo que significa que cada vez los resultados de estas
votaciones sean menos representativos. “Una obligación básica debiera estar constituida por
participar en los procesos electorales destinados a definir los destinos de nuestra patria en los
diferentes niveles” (Alvear, 2016). Esta es la opinión compartida de muchos expertos y
personalidades que afirman que volver a impartir el voto obligatorio es la solución a este problema.
Pero, ¿realmente lo es?
La alta abstención electoral es algo grave, pero el obligar a las personas a votar no es la solución
final, lo mejor es apoyar la implementación del voto obligatorio con otras medidas pertinentes. Estas
son, la inscripción automática, desinscripción voluntaria y el tomar en cuenta los votos blancos.
Este es apoyado por expertos que lo describen como “un mecanismo que puede promover la
participación y que al mismo tiempo respeta la libertad individual (…). El objetivo sería guiar a las
personas hacia la alternativa socialmente deseable (participación) sin restringir su libertad.”
(Mobarec, 2016).
En segundo lugar, está la opción de “tomar en cuenta” los votos blancos. Actualmente, tanto el voto
blanco como el nulo no son tomados en cuenta más que por “su valor estadístico, que se suma a los
porcentajes de abstención para las evaluaciones subjetivas propias del debate social y político”
(García, 2019). En esencia significa que marcar cualquiera de estas opciones es esencialmente lo
mismo que no votar. provoca aún más abstención, debido a que si una persona no esta a favor de
ninguno de los candidatos no puede hacer ver su descontento en las urnas y por lo tanto es mejor
quedarse en casa ¿no?
Al validar el voto blanco, se refuerza aún más la libertad de expresión, y además se les permite a los
ciudadanos mostrar su descontento con las opciones actuales. Y en caso de que esta opción
presente mayoría absoluta, existe la opción de llamar a nuevas elecciones con candidatos nuevos.
Este es el sistema que ha usado Colombia desde que se aprobó el Acto Legislativo 01 en el año 2003,
en este se estipulaba que “deberá repetirse por una sola vez la votación (…) cuando los votos en
blanco constituyan mayoría absoluta en relación con los votos válidos. Tratándose de elecciones
unipersonales no podrán presentarse los mismos candidatos, mientras que en las de corporaciones
públicas no se podrán presentar a las nuevas elecciones las listas que no hayan alcanzado el umbral.
(Botero, 2007).
El problema más grande con la implementación de este sistema es que supone un cambio realmente
radical si lo comparamos con el actual. Si bien cubre el interés y la necesidad de nuestra sociedad
por ser escuchadas y tomadas en cuenta, otros actores podrían encontrar varios inconvenientes.
Como, por ejemplo, los mismos candidatos que se presenten a elecciones. Con el sistema antiguo
no tenían tanta urgencia por “agradar” a la mayoría, debido a que la mayoría no iría a votar. Esto se
traducía una alta desaprobación y políticas en las que solo ganaba una minoría. Con este nuevo
sistema, aumentaría la expectativa de votantes y también la competencia, por lo que los candidatos
se verían en la obligación de mejorar sus propuestas para poder captar la mayor cantidad de votos.
Otros actores importantes son el Gobierno de turno y el SERVEL, este último es “un organismo
autónomo y con personalidad jurídica, ejerce la administración, supervigilancia y fiscalización de los
procesos electorales y plebiscitarios; el cumplimiento de las normas sobre transparencia, límite y
control del gasto electoral, y sobre los partidos políticos; y las demás funciones que señala la
Constitución Política de la República (…)” (Servel, 2018). Ellos serian los encargados de llevar a cabo
este proyecto, que sin duda sería un trabajo difícil desde el punto de vista legislativo.
Ya para cerrar, sabemos que es necesario cambiar nuestro sistema electoral por uno que incite a las
personas a participar, no debemos solo obligar, debemos darle a la ciudadanía la certeza de que
será escuchada, de que su voto sí importa y también debemos devolver la fe en la democracia. “La
política sigue siendo importante personalmente para la ciudadanía y lo que se requiere son
representantes e instituciones que respondan más fielmente a lo que demanda la gran mayoría de
los ciudadanos”. (Pablo de Tezanos-Pinto, 2016)
Bibliografía
Alvear, S. (25 de Mayo de 2016). Voto Obligatorio. La Tercera.
Botero, L. E. (2007). En torno a la eficacia del voto en blanco en la República de Colombia. México:
Tribunal Electoral.
ChileAtiende. (16 de agosto de 2016). Ley de inscripción automática y voto voluntario. Obtenido de
https://www.chileatiende.gob.cl/fichas/9838-ley-de-inscripcion-automatica-y-voto-
voluntario