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Parra Galván Sebastián Antonio

Alcántara García María Fernanda


Melgoza Cruz Marina Alejandra
Martínez Jiménez Gloria Julieta

Análisis “La pieza oscura”, Enrique Lihn

El poema “La pieza oscura” (1963), publicado por Enrique Lihn dentro de su
poemario homónimo en Santiago de Chile, consta de 82 versos los cuales se encuentran
divididos en cuatro estrofas, asi mismo cuentan con una ausencia de rima e irregularidad
constante en la métrica de sus versos, incluso superando las 20 sílabas (vv. 21).
Adentrándonos al poema, podemos encontrar la tonalidad de una infancia melancólica, esto
corroborándose a partir del título mismo y la primera estrofa, pues es en ellos donde se traza
la línea que la voz poética llevara durante los versos subsecuentes.
Ya en el comienzo, se respira esa vuelta al pasado: la familia y los lugares de la niñez
aparecen constantemente, volviendo una y otra vez a los tiempos en que el autor era todavía
un niño. No es casualidad, pues, que Lihn dedicará este libro a sus padres: el retorno de la
memoria hacia el pasado íntimo y familiar se deja ver en varios de sus poemas.
En un principio nos encontramos ante una evocación de esta, plagada de juegos e
inocencia digna de niños, pero sólo a simple vista, ya que una lectura más atenta entrega otro
tipo de matices. El poeta nos instala en el escenario de los acontecimientos, cuatro niños
jugado en una habitación o, mejor dicho, una pieza oscura. Es ahí cuando para el sujeto
poético ocurre algo inesperado como lo es su primer contacto físico-carnal, la transgresión
de la represión y el tomar conciencia de que hacerlo había sido simple “Pero siempre hubo
tiempo para ganárselo a los sepiternos cazadores de / niños. Cuando ellos entraron al
comedor, allí estábamos los ángeles” (62-63). Podemos ver como los lugares de la memoria
se hallan fuera del alcance espacial del autor, son inactuales, alejados en el tiempo; ya que
nunca coinciden con el presente de la escritura. La pieza oscura, lejos de ser ese salón de
juegos que es comúnmente para los infantes, termina siendo una representación del
sufrimiento y culpa de una infancia ante los tabúes de la época en torno a la sexualidad.
En el comienzo, se puede notar a la pieza oscura como metáfora de la infancia entrega
cierto cariz de inocencia y niñez inmaculada, pero Lihn se encarga rápidamente de despejar
esa sensación mediante comparaciones un poco más sórdidas. De la “nariz sucia, símbolo de
inocencia y precocidad” (3) se avanza hacia sentimientos “igualmente dulces (…) / para una
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Melgoza Cruz Marina Alejandra
Martínez Jiménez Gloria Julieta
muchacha / dulces como su primera efusión de sangre” (5-7) La evocación de la
menstruación deja claro que no se trata de una casta travesura de niños, más bien se configura
como una pérdida de la inocencia, un paso hacia el pecado original. Luego, el pecado se
consuma, de manera figurada, en la mordedura: “Y yo mordí largamente en el cuello a mi
prima Isabel, / en un abrir y cerrar del ojo del que todo lo ve…” ( 15-17)
Durante todo el poema predomina un sentimiento de nostalgia ante hechos pasados,
es ahí cuando se da una valoración, positiva o negativa, a épocas de antaño. Mostrando un
constante desajuste temporal “Por un momento reinó la confución en el tiempo.” (). Commented [FA1]: Los versos los revisé pero le pueden
dar otra revisada para ver si sí son los correctos, porfa.
El recuerdo del pasado es un gesto que alienta a la búsqueda de la identidad del sujeto
poético. “¿Qué será de los niños que fuimos? Alguien se precipitó a encender la luz” (58), se
enfrenta a la duda respecto a un futuro y a lo que este involucra, a su vez, a una incertidumbre
generada por el paso del tiempo. Paso del tiempo que está representado por una rueda “Y así
empezó a girar la rueda -símbolo de la vida- la rueda que se atasca / como si no volara” (11-
12) que va girando al ritmo de la vida no solo del sujeto poético, sino que gira en torno a la
vida de quienes lo rodean. La figura que el autor menciona repetidas veces en el poema es la
representación que él hace sobre la manera en que el tiempo pasa desde el recuerdo de su
infancia hasta el momento de su madurez en que está escribiendo, es una representación de
esta madurez y la toma de conciencia de sus acciones así como la representación del
sentimiento de no pertenencia con la modernidad “Pero una parte de mí no ha girado al
compás de la rueda, a favor de la / corriente” (74-75).
De esta manera se relaciona con el título del poemario, La pieza oscura. Actuando
como un prólogo de lo que será el resto del poemario, en donde podemos notar temáticas
similares. Sin embargo, la posición de este poema al inicio del libro nos hace ver de cierta
manera la importancia que el autor le da a éste, se puede apreciar el díalogo que la voz poética
tiene consigo misma durante esa etapa de su vida, estableciendo una relación dinámica con
su infancia, incluso llegando a parecer que el autor habla desde una perspectiva personal,
dando a su obra una perspectiva un tanto autobiográfica, como él mismo ha dicho que suele
hacer. Haciendo una especie de autoanálisis, retornando a los momentos de sus desgarradas
viviencias que pudieron haber configurado su persona.
Parra Galván Sebastián Antonio
Alcántara García María Fernanda
Melgoza Cruz Marina Alejandra
Martínez Jiménez Gloria Julieta

Inicio abrupto de la sexualidad (entrada del poema)


Situarnos en el lugar de la pieza oscura (en casa de la abuela es donde se rúnen los primos)
Introducción de la rueda
Poema como prólogo autobiográfico de lo que será el poemario. (cierre)

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