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Octubre 28 de 2019

Geraldine Giraldo Mora


Juan José Patiño Lizalda
Libro: Economía y Nación, una breve historia de Colombia
Autor: Salomón Kalmanovitz

Capítulos 8 y 9

Capítulo 8
Acercándose a las épocas actuales, al tiempo que arrastra los rezagos de la colonia, la
economía y la historia colombiana desde los años 60 estaban notoriamente atrasadas en
comparación al desarrollo mundial. En el afán de alcanzar el desarrollo industrial y el
nivel económico de los países que solo nos veían como una oportunidad de obtener
ganancias, Colombia cometió muchos errores. A econtinuación, se realizará una crítica
del desarrollo histórico y económico en Colombia desde los años 60 hasta los años 90,
haciendo énfasis en los errores cometidos por las clases dirigentes y los lobbies de la
época.

Los primeros años del desarrollo capitalista trajeron un auge cegador a todo
Latinoamérica. El aumento de la productividad, la mejora de las condicione sociales y le
deseo creciente de acumulación, sobretodo de las clases dirigentes, se convirtieron en
los objetivos sin ver las consecuencias. El aumento de las exportaciones no solo
incentivó las mejoras productivas del territorio, también trajo un aumento inflacionario
que no se sabía manejar.

La falta de estudios económicos a la hora de tomar decisiones no le permitió al país


prever algo tan natural dentro del capitalismo como las clases sociales, los ciclos
económicos. Un crecimiento tan desmesurado iba a ser seguido obligatoriamente por
una desaceleración que no fue prevista por el gobierno. Debido a esto, en vez de tomar
decisiones que suavizaran dicha desaceleración, se vio acentuada afectando diferentes
variables macroeconómicas.

Ante este panorama, el gobierno decidió tomar una postura liberal y dejar las políticas
keynesianas, de manera que las especulaciones y los intereses privados mandaron la
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parada. Mientras que el consumo y la acumulación presentaron una reducción, la
confianza de los inversionistas se seguía perdiendo. Estas situaciones eran solo muestras
de un sistema imperfecto con consecuencias drásticas para sectores específicos de la
sociedad. Un país como Colombia, que no acompañaba su desarrollo industrial con un
desarrollo social, principalmente en cuanto a educación e inclusión, presentaba una
desigualdad abismal que cargaba históricamente y que, en vez de reducirse, se
profundizaba. Los intereses de las clases dirigentes y las familias de nuestros queridos
libertadores estaban por encima de los derechos de la población, a la cual no dudaban en
vender a los extranjeros que llegaban atraídos por las riquezas naturales y la facilidad de
explotación de la mano de obra.

Ahora, aunque muchos de los economistas culpen al sistema de las contradicciones que
este presenta, la historia de Colombia nos ha enseñado que las bases de las relaciones
sociales no van a permitir el desarrollo de un sistema que no esté marcado por una
desigualdad, ya que los tomadores de decisiones siempre han sido aquellos que se han
visto beneficiados por estas abismales diferencias. Situación que siempre ha estado
acompañada por una cargada influencia religiosa que ha cumplido el papel de controlar
a las masas ya sea con amenazas o con promesas de un futuro en el paraíso.

Como riqueza histórica, las tierras fueron el derecho más peleado, pero también el más
vulnerado. En parte como consecuencia de un control ineficiente de estas, aspecto no
corregido debido a que era aprovechado por aquellos que manejaban o eran la clase
dirigente. Al no estar debidamente tituladas y reguladas, las tierras eran de aquel que
tuviera el poder de ocuparlas y defenderlas. De forma de que una sola familia podía ser
dueña de una comunidad entera.

Como señal de crecimiento de cualquier país, la demanda de vivienda aumentó


sustancialmente y con esto, también lo hicieron los créditos hipotecarios. Por otro lado,
un factor característico de Colombia fue el café, impulsor de la economía y aporte del
departamento de Antioquia. Este fue el medio para llegar al mercado mundial, pero la
entrada de divisas estuvo acompañada de la creación de medios ilícitos de exportación
junto con todo un sistema que lo acompañaba y que impregnaba las diferentes esferas
sociales del país.

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Este mercado ilícito se convirtió en un lobby que tenía un gran poder económico y que
también contaba con armamento y personas. Al ser una consecuencia de las condiciones
de desigualdad y falta de oportunidades sociales, no se puede negar que la creación de
una clase social producto de esta ilegalidad constituyó un impulso económico para el
país. Los lujos y el consumo exagerado de estos le abrieron el paso a muchos productos
extranjeros al país. Mientras que dentro de las consecuencias negativas estuvo el
aumento de violencia donde la población civil quedó en medio y la corrupción que
impregnó aún más la estructura política del país.

En cuanto a lo que llama el autor neoliberalismo condicionado, compartimos su postura


y consideramos que es la razón por la que algunos afirman que el sistema capitalista en
Colombia nunca ha sido adoptado en su totalidad, ya que los dirigentes afirman la
aplicación de una corriente, pero en la realidad las decisiones se toman en pro de los
privilegios de los lobbies, los grandes capitalistas contradictorios que no aceptaban la
competencia.

Las clases dirigentes tuvieron la oportunidad de estudiar en las renombradas


universidades del mundo y que seguían las corrientes económicas de la época, en el
momento eran los ideales de la escuela de Chicago. Cuando estas regresaban al país a
ocupar los puestos que tenían el derecho debido a su apellido, pretendían implantar lo
aprendido sin tener en cuenta las características y el retraso propio del país. Entonces,
pretendían desarrollar un mercado de capitales que contrarrestara el gran déficit fiscal
estatal, al tiempo que planteaban liberalizar el comercio importador.

Como se dijo, Colombia no contaba con las características para esta implementación: la
balanza comercial positiva, las bajas o inexistentes tasas arancelarias, un incremento de
productos manufacturados y altas expectativas en el escenario mundial. Debido a esto,
estas decisiones solo perjudicaron al país.

Así, una combinación de corrupción y falta de estudio a las características y la historia


del país ha dejado un camino de malas decisiones que hasta el momento no habían
permitido un desarrollo autónomo y en pro de la sociedad. Buscar imitar países con
contextos sociales y económicos tan diferentes y que, a diferencia de Colombia, pasaron
por todas las etapas de un proceso que dejó un aprendizaje y un pensamiento
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completamente diferente. Adicionalmente, el panorama mundial no era favorable y las
negociaciones eran más hostiles de lo normal.

La distribución de la tierra, la desigualdad, el papel de la religión, la educación, la


ilegalidad y la corrupción, la división del país, son algunos de los problemas que debe
atender la Colombia de la época para poder pensar en un país con un crecimiento sólido
y estable y capaz de hacerle frente a los ciclos económicos que acompañan al
capitalismo y que ponen a los países que presentan una apertura económica en una
situación vulnerable. Otro factor importante que dejó de lado la clase dirigente del país
y que debe acompañar toda política económica, fue el sistema monetario. Un sistema
monetario sólido es vital para el triunfo de cualquier política económica y para la salud
económica del país en general. No es solo regular la inflación o la tasa de cambia,
también es necesario un sistema financiero que permita el surgimiento de una clase
media que, a final de cuentas, es el motor de la economía.

Hasta el momento, se ha mostrado los errores que se han cometido en materia de


política económica. Pero también es importante resaltar que estas fallas se ven
reflejadas en las condiciones sociales. Mientras que los grandes capitalistas y los
dirigentes se concentraban en sus propios intereses y acumular capital, la opresión de la
sociedad, la vulneración de los derechos de los trabajadores y el arrebato de las tierras a
indígenas y campesinos fueron las situaciones de la época para los más desprotegidos.
Por lo que la aplicación de un neoliberalismo en el país debe ser estudiado, ya que las
bases que presentan los países europeos o Norteamérica son muy diferentes a las
condiciones que ha presentado Colombia no solo en las décadas tratadas, sino que
también en la actualidad, realidad que no se ha tenido en cuenta desde la clamada
independencia.

Capítulo 9

La década de las 80’s fue un duro período que azotó a la región latinoamericana. En
Colombia, esta década afectó a Colombia de forma desestabilizante, ya que esta
experimentó varios altibajos debido al escenario internacional del momento y,
adicionalmente, los políticos que deberían haber contrarrestado dichos efectos, los
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aumentaron con la acostumbrada ineficiencia y la ya típica corrupción (tan tradicional
como la empanada en Cali), sumergiendo al país en una ola de conflictos de índole
social, económico y político.

Así, poniendo el foco sobre Colombia, se puede decir que nuestro país se vio afectado
en cuatro aspectos. El primero de ellos fue que se abrió un déficit externo comercial y
en la balanza de pagos, a esto se le adiciona que fue necesario adquirir deuda externa
para financiar dicho ítem, por lo que este financiamiento terminó por absorber la mitad
de las exportaciones del país.

El segundo aspecto se relaciona con la industria, que se debilitó con el decremento de la


productividad, y la tributación de intereses al capital. En relación con la agricultura, se
puede decir que este sector profundizó su ineficiencia en esta década, debido a la
reducción de la demanda que trajo consigo una serie de quiebras. No obstante, es
importante mencionar que la productividad de la industria repuntó y se recuperó para
este período, para el año 1984.

Asimismo, uno de los puntos álgidos de esta década fue el estallido de algunas
recesiones debido al refinanciamiento de deudas, ya que los flujos de las empresas se
deterioraron, y aún más porque el alza de las tasas de interés aumentaba los egresos
financieros. Como ya lo podemos imaginar, nuestro gobierno no fue de mucha utilidad
ante este escenario; este no creaba políticas para aminorar las consecuencias para la
población general, es más, la política monetaria del momento aumentaba los intereses y
se realizaban operaciones de mercado abierto que producían el mismo efecto negativo.

Ahora bien, en un panorama político, Kalmanovitz hace hincapié en la administración


de Turbay (1978-1982), el cual tenía como uno de los pilares la militarización de la vida
civil, dado los diferentes conflictos sociales, en donde se limitaba la libertad de
expresión. Igualmente, uno de los conflictos sociales comentados, que tuvo graves
repercusiones en aspectos sociales, políticos y económicos de Colombia, fue el de
movimientos guerrilleros, que en consecuencia a lo que profesaba Turbay, respondía
ante esto con políticas de guerra. Institucionalizándose factores como la tortura, las
desapariciones y la violencia en contra de quienes se sospechará, fueran parte de tales
movimientos. Dentro de este gobierno vemos ejemplificado no sólo las conductas
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tóxicas que benefician a una minoría privilegiada y que aún persisten dentro de nuestras
instituciones públicas, sino que dentro de este periodo político se gestaron y se
impulsaron los movimientos guerrilleros, cuando podrían haberse evitado desde
temprano con medidas más sociales que tuvieran en cuenta a la oposición y con una
presencia más grande del estado en los territorios de la periferia; sin embargo el caso ha
sido siempre el mismo, donde se silencia la diferencia y se premia a la insidiosa elite.

Dando un poco más de enfoque en estos movimientos subversivos, se puede decir que
estos surgieron de manera clandestina, como oposición al régimen, agrupando a la
población que estuviera en desacuerdo con este. Un aspecto particular consistía en que
dichos frentes guerrilleros aumentaban a medida que las políticas de guerra en contra de
ellos se recrudecían, afectando al país implícitamente. Esto permite inferir que la
calidad de vida de la población se deterioró notablemente con dicho conflicto; toda la
población, pues en las décadas pasadas la violencia se palpaba también dentro de los
centros urbanos principales. Sin embargo, los efectos más fuertes de la violencia se
sienten más entre la población rural.

No obstante, este período en el cual la violencia era la política protagonista, muchos


perseguidos políticos solicitaron asilo en embajadas, otros migraron exitosamente, y
unos pocos, que en cifras parecen bastantes, quisieron irse, pero no lo lograron. Resta
decir que muchos otros murieron; incontables.

En contraste, el gobierno de Betancur (1982 – 1986), según Kalmanovitz plantea,


adoptó una estrategia de diálogo con estos movimientos (qué tipo tan agradable).
Asimismo, planteó que Colombia debía independizarse un poco de Estados Unidos (qué
hombre más sensato), que como se conoce ha sido más que un socio comercial, es un
“aliado” con el tenemos relaciones de muchas índoles, y en todas ellas se presentan
beneficios asimétricos, perjudicando a nuestra patria. Así, el gobierno en cuestión
planeaba un ambicioso proceso de paz en el que se inmiscuyera a toda la población
colombiana. Este no presentaba exigencias con respecto a la rendición de las guerrillas,
a diferencia de Turbay, sin embargo, como la tradición política del gobierno era
contundentemente guerrerista, dichos movimientos insurgentes se opusieron a la
propuesta y no la acogieron.

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Sin embargo, la imagen de los grupos guerrilleros se estaba deteriorando, puesto que se
tenía la imagen de estos como obstáculos para conseguir la paz, por lo cual, no les
quedó más opción que entrar en dichos diálogos, propuestos por Betancur. De esta
forma se logró la firma de los acuerdos, en donde se presentaba el compromiso de
mantener una tregua en los enfrentamientos, mientras el gobierno establecía algunas
reformas políticas y sociales.

A grandes rasgos, la estrategia de Betancur con respecto a la paz estaba relacionada con
reformas propuestas al Congreso Nacional, las cuales giraban en torno a temas como la
elección popular de alcaldes, aspecto que constantemente incentivaba el clientelismo, el
fortalecimiento a los partidos políticos más débiles, que no habían podido surgir por el
bipartidismo patológico que caracteriza a nuestra patria, a una reforma administrativa
que desligara al bipartidismo de la burocracia estatal, a una reforma judicial que
transformara el concepto de justicia del país, y finalmente, la reglamentación de los
medios de comunicación. Propuestas sensatas, que no deberían ser difíciles de aceptar
para ninguna persona; al menos personas con cierto grado de ética.

Ahora bien, el Estado de ese entonces era uno paquidermista, es decir grande e
ineficiente, caracterizado por la constante intervención en aspectos económicos. Esto
era la inmutable queja del partido conservador, el cual se oponía a la intervención
pública en la economía privada. Adicionalmente, desde siempre las intervenciones
estatales han estado permeadas por la corrupción y por la búsqueda de la satisfacción de
los intereses particulares sobre los de la sociedad, por lo cual, lo único que se va a
producir es aún más ineficiencia e incluso, descontento social. Es decir, el actuar del
Estado siempre será importante, así como su rol dentro del país, sin embargo, este
funcionará mejor si se vigila por todos los intereses que se afecten con sus medidas.

Este efecto de ineficiencia se veía aún más recrudecido por sus dirigentes, empapados
en corrupción, ocupando puestos políticos gracias a importantes nexos que habían
actuado como palanca beneficiándolos únicamente a ellos, ya que incluso su
representación ante los electores era ficticia. Con relación a esto, es importante
mencionar que, a los alcaldes, escogidos por el ejecutivo, no podían ser cuestionados, lo
cual es realmente grave para un país y para su población. Sin embargo, con las reformas

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de Betancur, su alcance se limitó ampliamente y las elecciones eran mucho más
igualitarias.

Ahora, haciendo alusión a la economía del país y a las políticas necesarias para
regularla, es importante especificar que, igualmente al gobierno de Betancur, le tocó
enfrentar desordenes proveídos por políticas neoliberales. En el ámbito financiero, esto
había repercutido en el abuso por parte de los banqueros en la especulación y en el
manejo irresponsable de sus empresas afectando a gran parte de la población y dejando
un panorama económico desolador.

Entonces, en pro de mejorar dicha coyuntura económica, el presidente de turno instauró


una reforma tributaria, que terminó por debilitar la capacidad de gasto del Estado. Con
este panorama, el gobierno debió acudir a la banca internacional para recurrir a
financiación. Sin embargo, el déficit fiscal de Colombia era preocupantemente amplio,
por lo que se decidió imponer normas, que vociferó el Banco Mundial. Esto también
ayudó a saldar un poco la deuda externa, o al menos ayudó a darle un poco más de
holgura económica al aparato estatal en ese entonces.
Ahora, uno de los más grandes acontecimientos en la historia de Colombia fue el
cambio de constitución, puesto que pasamos de la del 1886 a la Constitución de 1991.
Este aspecto no es un dato menor, puesto que no es la mera implicación del cambio de
un conjunto de normas, es el cambio de perspectiva de toda una sociedad; que la carta
magna se edite no es cualquier cosa.

Esta Constitución permitió atacar a los grandes conflictos que acechaban al país en
ámbitos de justica, economía, política, modernización del Estado, régimen
territorialidad, entre otros, otorgándole, o regresándole al Estado la legitimidad perdida.
Asimismo, esta planteó un apoyo más equilibrado entre las diferentes ramas del poder,
judicial, ejecutiva y legislativa, fortaleciendo a este último. Dicha constitución
implícitamente estaba luchando contra el clientelismo, que ha sido un parásito dentro
del país, tratándolo de sustituir por mecanismos más inclusivos y justos.

En el aspecto económico, esta constitución se distancia notablemente de la tradición


intervencionista del Estado, que lo había llevado a una ineficiencia enfermiza,

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proponiendo a una banca central más independiente del gobierno y en cierta medida
autónomo, lo que evidentemente limita la inserción del gobierno en asuntos monetarios

Con respecto a la vida civil de los ciudadanos, se establecieron políticas que


obstaculizaban en menor medida el ejercicio libre de la religión, es decir, se
reglamentaba un Estado sin intervenciones de la Iglesia, en cual también se incluían
normas que permitían el divorcio.

Lo que sí es claro es que nuestra constitución es una obra bella de literatura, que se
encuentra entre lo real y lo ficticio. Sus articulos son irrespetados y fácilmente evitados
por quienes tienen la posición y el dinero para hacerlo; los mismos políticos. Por lo que
las soluciones que se planteaban dentro de esta, para darle frente a las situaciones
conflictivas y de escases social que vivimos desde prácticamente siempre, no han
servido (a veces ni siquiera han sido usadas).

Ahora, en suma, se puede decir que todos los intentos por reformar el clásico y
arraigado método de hacer política, por algunos denominado como politiquería, han
apuntado a cambiar la perspectiva y el panorama del país en general, sin embargo, en
Colombia sigue reinando el caciquismo electoral, el clientelismo y fenómenos como las
puertas giratorias, impidiendo su avance y progreso, arraigando más al país a un
camino, ya muy conocido, de corrupción y decadencia, puesto que se anteponen
intereses personales, debido a que son más importantes las ganancias que algún negocio
pueda generar, que el bienestar de todo el pueblo colombiano. Este problema se ha
recrudecido aún más con las implicaciones medioambientales que están teniendo
diferentes decisiones de estos altos mandos, dado que en tiempos anteriores dichos
políticos solo afectaban el poder adquisitivo de la población, es decir, el efecto era en
trasfondo económico. Sin embargo, en la actualidad, estas decisiones están destruyendo
nuestras aguas, nuestros suelos, nuestro paisaje y biodiversidad, en breve, están
acabando con nuestros recursos, porque este tipo de personas tienen un pensamiento tan
cortoplacista que se satisfacen con millones en su cuenta, pero no se esperarán que, en
su futuro, gracias a ellos mismos, no haya ni siquiera agua limpia para beber. No se
están metiendo al bolsillo de los colombianos, se están metiendo directamente con su
supervivencia.

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