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En la gran mayoria de los partos las contracciones uterinas se controlan

clínicamente por palpación abdominal y la frecuencia cardiaca fetal por


auscultación de trasmisión directa con estetoscopio obstétrico.
En los partos inducidos y en algunos partos asociados con factores que
aumentan el riesgo maternoperinatal, si se dispone de un monitor electrónico
maternofetal para un seguimiento más objetivo y exacto se puede obtener el
registro gráfico y simultáneo de las contracciones uterinas y de la frecuencia
cardiaca fetal.
Para ello existen dos tipos de métodos:
1) El registro continuo de la presión intrauterina (métodos internos, que son
los más exactos).
2) El registro continuo de los cambios de dureza del miometrio (métodos
externos, que son los más sencillos y no invasivos).
1) Registro de la presión intrauterina. Este método es el único que permite
medir exactamente la intensidad de las contracciones uterinas, el tono uterino y la
amplitud de los pujos.
Registro de la presión amniótica. Puede hacerse por dos vías diferentes.
Amniocentesis trasabdomlnal. Por punción a través de la pared abdominal anterior
y de la pared uterina, se introduce un fino catéter en la cavidad amniótica. El otro
extremo del catéter se conecta con un trasductor electrónico que registra
gráficamente la presión amniótica.
Mediante visualización por ecografía se evita lesionar la placenta, el cordón
umbilical o el cuerpo fetal; además se dirige la punción hacia donde existe líquido
amniótico.
 Esta vía se emplea durante el embarazo y al inicio del parto cuando
el cuello uterino está cerrado y las membranas se encuentran
integras. Vía cervical. A través del orificio del cuello ya dilatado se
introduce el cateter dentro de la cavidad amniótica. Si las
membranas están Integras se requiere su rotura artificial.
 Registro de la presión intrauterina extraamniótica. Si las membranas
están Integras y no se desea romperlas, se recurre a este método
que, al igual que el precedente, utiliza lavía cervical, pero
introduciendo el catéter entre las membranas y el miometrio.
Mediante visualización ecográfica de la placenta se evita
desprenderla. La falta de líquido en el extremo libre del catéter puede
causar artefactos en el registro; este inconveniente se subsana
mediante lavados frecuentes del catéter o colocando un balón en su
extremo.
2) Tocografla externa (Kristeller, 1861; Schaeffer, 1896; Reynolds, 1948;
Álvarez y Caldeyro Barcia, 1954). Consiste en registrar los cambios en la dureza
del miometrio por medio de un dinamómetro aplicado sobre la pared abdominal en
contacto con el útero. El dinamómetro es mantenido en el lugar deseado mediante
una cinta elástica periapdominal. El dinamómetro electrónico tiene un vástago
central que sobresale de la superficie de la cápsula y produce una depresión en
las paredes abdominal y uterina. Cuando el útero se contrae, aumenta su dureza
haciendo mayor fuerza sobre el vástago central. Esta fuerza se trasforma en una
señal eléctrica de amplitud proporcional a ella.
La tomografía externa tiene las siguientes ventajas: es totalmente inocua,
no invasiva, puede ser utilizada con cuello uterino cerrado y membranas íntegras y
es de manejo sencillo y rápido. Permite medir la frecuencia y el número de las
contracciones uterinas. Además registra los movimientos fetales cuando el feto
toca el área donde está colocado el aparato.
El principal inconveniente de este método es que no permite medir ni el
tono ni la intensidad de las contracciones uterinas y tampoco la amplitud de los
esfuerzos de pujo. Además el registro obtenido puede variar según la zona en que
se aplica el tocodinamómetro y según la fuerza con que se Jo mantiene apoyado.

Pujos dirigidos

Son conducidos por quien atiende el parto. Usualmente se instruye a la


parturienta para que cierre totalmente la glotis y puje fuerte, sostenida y
prolongadamente durante el mayor tiempo posible. Durante este periodo la madre
está en apnea, lo que perturba el aporte de oxígeno a sus tejidos y a los fetales,
así como la eliminación del C02 de ambos. Además el aumento prolongado de la
presión toracoabdominal eleva la presión venosa y capilar materna, catisando a
veces la "máscara equimótica" del parto.

Cuando la glotis está totalmente cerrada, cada pujo causa una elevación de
la presión toracoabdominal o intrauterina de 50 a 100 mm Hg, mayor que cuando
la glotis se mantiene abierta. Es lógico suponer que el pujo a glotis cerrada tiene
un efecto expulsivo mayor sobre el feto. También son mayores las ca idas
producidas en la frecuencia cardíaca fetal y los disturbios causados en la
hemodinámica materna.

Una práctica obstétrica objeto de controversia es la de dirigir los pujos


maternos durante la segunda etapa del parto. De hecho, los beneficios del pujo
dirigido son cada vez más debatidos, aunque el amplio uso de la analgesia
neuroaxial hace que sea necesario en muchas ocasiones dirigir el pujo

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