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SEXUALIDAD Y PLACER EN LA FILOSOFIA

Aristóteles:
Aristóteles nació en Estagira, en Tracia, el año 384-3 a. C., según Diógenes Laercio, quien
nos dice que era hijo de Nicómaco y Efestiada, y que su padre ejercía la medicina en la
corte del rey Amintas (II) de Macedonia, "por causa de la medicina y por amistad", lo que
se ha tratado de asociar con el posterior interés naturalista de Aristóteles. Diógenes
Laercio nos describe a Aristóteles como "el discípulo más legítimo de Platón, y de voz
balbuciente... que tenía las piernas delgadas y los ojos pequeños, que usaba vestidos
preciosos y anillos, y que se cortaba la barba y el pelo". (Vidas de filósofos ilustres, libro
V, 1).

Placer y sexualidad
Aristóteles sobre la sexualidad, placer y procreación tenia miradas como la de pensar que
"La hembra es, por así decirlo, un macho impotente, pues la hembra es tal debido a cierta
incapacidad, la de confeccionar nutrientes [fluido menstrual] en forma de semen, a causa
de la frialdad de su naturaleza... Lo que el macho aporta a la generación es la forma, o
principio del movimiento, mientras que la hembra proporciona el cuerpo o, en otras
palabras, lo material... Así pues, si consideramos al macho como tal, como activo y
causante del movimiento, ya la hembra como tal, como pasiva y puesta en movimiento,
vemos que lo formado procede de ellos sólo en el sentido en que una cama procede del
carpintero y la madera, o una bola de la cera y la forma"

"¿Por qué un individuo llega a ser y permanece macho, y otro hembra?


....De la misma manera que los hijos de padres lisiados unas veces nacen lisiados y otras
no, así también los hijos nacidos de una hembra unas veces son hembras y otras machos,
pues la hembra es, por así decirlo, un macho mutilado y los catamenia [fluidos
menstruales] son semen, aunque impuro, ya que carecen de una sola cosa, el principio del
alma... Mientras el cuerpo procede de la hembra, el alma procede del macho... El macho
se distingue por su capacidad de cocer la sangre para convertirla en semen..., y toda
cocción se produce por medio de calor. En consecuencia, los machos deben ser más
calientes que las hembras, pues debido a su frialdad e incapacidad la hembra tiene más
abundancia de sangre en ciertas partes de su anatomía...
Tal vez ahora se verá más claro el motivo por el que un embrión llega a ser femenino y
otro masculino, pues cuando el primer principio no es dominante y no puede confeccionar
el nutriente debido a la falta de calor ni darle la forma adecuada, sino que es derrotado en
ese aspecto, entonces el material sobre el que trabaja debe convertirse en su contrario...
En los seres humanos, el feto de la hembra no tiene la misma perfección del macho...,
pues las hembras son de naturaleza más débil y fría, y debemos considerar al carácter
femenino como una especie de deficiencia natural. En consecuencia, mientras está dentro
de la madre se desarrolla lentamente debido a su frialdad..., pero después del nacimiento
llega rápidamente a la madurez y la vejez debido a su debilidad, pues todos los seres
inferiores llegan antes a su perfección o fin, y esto es tan cierto con respecto a las obras
de arte como lo es con respecto a lo formado por la naturaleza"

El manual del sexo de “Aristóteles” y sus curiosas ideas


Conocida como la obra maestra de Aristóteles, un manual del siglo XVIII se difundió
clandestinamente en el Reino Unido tras su publicación, por contener información tabú
para la época, como las relaciones sexuales, y cómo una pareja recién casada debía iniciar
su vida íntima.
“The Aristotle's Compleat Master-Piece” recién pudo ser distribuido con completa
libertad en 1960, después de dos siglos en que distintos impresores se avergonzaban o
temían poner sus firmas en las nuevas publicaciones y luego ser perseguidos como
indecentes.
Éste describe cosas como el tipo de luna que debe haber para que un hijo salga hombre o
mujer, además de insinuar que el poder imaginativo de una mujer, en el momento de
concebir un hijo, puede lograr que su hijo salga con determinadas características.
El acto sexual, “moderado” y “legítimo”, despeja la mente y expulsa la melancolía,
asegura. Y, por otro lado, la “omisión del acto” puede acarrear oscurecimiento de la vista,
mareos, y, en el caso específico de los hombres, la retención de su “semilla”, podría traer
otros males.

El despilfarro de tener relaciones sexuales si no es para tener hijos.


Esta “obra maestra” hace un llamado a los hombres a no caer en la infidelidad, tachándola
de “corrupta” y una fuente de enfermedades. Y describe al matrimonio como algo visto
por muchos de sus contemporáneos, “como el yugo más insoportable”, al no permitir dar
rienda suelta a los “apetitos desenfrenados”.
Sin embargo, el desconocido autor defiende el papel de la cónyuge, como la mejor
compañera en las buenas y en las malas. “Cuánta más satisfacción recibe un hombre en
los brazos de una amante esposa, que en los flirteos lascivos de una prostituta mentirosa”,
dice, sin tapujos.
En una época en la que se ponía especial preocupación en que las mujeres llegaran
vírgenes al matrimonio -con orgullo, como señal de que “no ha conocido varón”-, el texto
pide poner atención en los alimentos salados o picantes, que calientan más el cuerpo y
puede acarrear a las jóvenes damiselas serios problemas, y una horrible mancha en la
honra de la familia.
Con todo, y consciente de que hay algunas parejas que no desean tener hijos y aun así son
“aficionados a los abrazos nocturnos”, el manual se aventura a dar unas recomendaciones
para el buen desempeño, esperando con ello, no ruborizar el “oído casto”. Algunos de
éstos son:
-Dejar las preocupaciones y el trabajo fuera de la cabeza, al momento de tener relaciones
sexuales, dejando al espíritu vital y animal y al aprecio de la belleza de de la pareja,
estimular y fortalecer las fantasías.
-“Si en lugar de belleza hay algo parecido a imperfección o deformidad (porque la
naturaleza no es generosa con todos) que sean tapados con un velo de oscuridad y olvido”,
aconseja.
Tras dejar descansar a la mujer, esperando el milagro de la vida, se debe recordar, según
el texto, que “estas citas amorosas no deben repetirse hasta que la concepción esté
confirmada”. Al novio, por su parte, se le pide especial cuidado en no despilfarrar energía
en el acto sexual, o sea, no acostarse con su esposa en reiteradas ocasiones, “ya que las
mujeres, en general, están más contentas teniendo algo bien hecho una vez, que algo mal
hecho frecuentemente”.
Como tip, el prohibido texto explica que una forma de saber si se ha engendrado, es ver
si se ha hinchado una vena en los párpados inferiores de la mujer. Si aún no se está seguro,
dice, basta dejar orina durante tres días en un vaso o botella, para luego colarlo a través
de un trapo de lino. “Si percibe pequeñas criaturas viviendo ahí, inmediatamente puede
concluir que se ha concebido”.
De igual forma, y para reforzar este antiguo test de embarazo, se puede tomar una ortiga
y dejarla reposar en la orina durante toda una noche. Si en la mañana aparecen puntitos
rojos, la mujer estará esperando un hijo.
Además de este controversial libro, Aristóteles también en su Ética nicomaquea, daba
tres ejemplos de “placeres comunes”: la alimentación, la bebida y, para los jóvenes y los
hombres en la plenitud de la edad, el “placer del sexo”. En este otro pensamiento sobre el
placer, también todos los hombres han estado y siguen estando de acuerdo y cuando se
usa la expresión “el deseo”, se sigue asociando con impulso sexual y se establece
inmediatamente una equivalencia con la sexualidad masculina. Como entonces, poco o
nada hay sobre las mujeres, y siguiendo a Aristóteles, se sigue pensando: «la hembra en
tanto hembra, es un elemento pasivo y el macho en tanto macho, un elemento activo».
Desde entonces se considera que las mujeres no poseen un impulso sexual propiamente
dicho y que sus sentimientos sexuales son de carácter más difuso y sutil. El impulso
masculino, en cambio, siempre se ha descrito de manera explícita y con adjetivos
reservados para describir los fuegos artificiales del final de las ferias y verbenas. Es
explosivo y se le compara con una bomba de relojería con una mecha muy corta, con un
fuego incontrolable o con el disparo de un cartucho de dinamita. Además se piensa que
es un instinto autónomo que escapa al autocontrol y está siempre impulsado hacia la
búsqueda de una descarga.

La idea es antigua. El tratado hipocrático De la Generación, que en sus primeras páginas


hace una descripción detallada del acto sexual (masculino desde luego), lo analiza como
una mecánica violenta que lleva al escape del esperma. El frotamiento del sexo de
Diógenes y el movimiento de todo el cuerpo, tiene por efecto producir un calentamiento
general y a consecuencia de esta agitación, el humor, que está extendido por todo el
cuerpo, se hace más fluido, hasta el punto de que acaba por espumear (aphrein) «como
espumean todos los fluidos agitados». En este momento se produce la separación. La
parte más vigorosa, «la más fuerte y la más grasa», se va al cerebro y a la médula espinal,
de la que desciende a lo largo de los lomos. De ahí «la espuma caliente pasa a los riñones
y de ahí, por los testículos, hasta la verga de donde es expulsada por un trastorno violento
(tarachê)». En la mujer el proceso es el mismo, con excepción de que el punto de partida
del calentamiento se produce cuando la matriz es estimulada por el sexo masculino en el
momento del coito. Pero en el propio acto, el placer de la mujer es mucho menos intenso
que el del hombre.

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