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Pensamiento y Cultura

ISSN: 0123-0999
pensamiento.cultura@unisabana.edu.co
Universidad de La Sabana
Colombia

El hombre en la literatura para el hombre: desde una visión axiológica-literaria


Pensamiento y Cultura, núm. 4, octubre, 2001, pp. 129-140
Universidad de La Sabana
Cundinamarca, Colombia

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=70100412

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El hombre en la literatura para el hombre: desde una visión axiológico-literaria

EL HOMBRE EN LA LITERATURA PARA EL HOMBRE:


DESDE UNA VISIÓN AXIOLÓGICO-LITERARIA

Bogdan Piotrowski

Summary: The thesis of this paper affirms that literature, one of the main elements of culture, must be anthropotelic.
The author explains the bonds between culture and literature, and demonstrates the importance of axiology in their
evolution. He explains the function of the being in literature and its anthropological conceptions.

Literature helps man to question the existing hierarchy of values in contemporary culture, and also contributes
in man’s search for the truth, for the self knowledge, and for the knowledge of the world he lives in.

Key words: literary axiology, culture, person, values, anthropotelism, literary functions, trascendence.

Résumé: La thèse de l’article soutient que la littérature, un des éléments constitutifs de notre culture, doit être
anthropotélique. Dans son exposition, l’auteur présente les liens entre la culture et la littérature et démontre l’importance
de l’axiologie dans son évolution. Il explique la fonction de l’être dans la littérature et les conceptions anthropologiques
implicites de son fonctionnement. La littérature aide l’homme à remettre en cause la hiérarchie existante des valeurs
dans la culture contemporaine. Elle contribue également à la recherche de la vérité et de la connaissance de soi ainsi
qu’à la connaissance du monde dans lequel l’homme vit.

Mots clés: axiologie littéraire, culture, personne, valeurs, anthropotélisme, fonctions littéraires, transcendance.

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Bogdan Piotrowski

NOTA ACLARATORIA no solamente no enaltecen al hombre ni a la


cultura, sino que se dirigen en contra de ellos.

Q uizás el lector se sorprenda por la redun-


dancia aparente del título de este texto; por
esta razón me siento obligado a hacer unas acla-
Ante estas circunstancias, obviamente, se hace
necesaria la presencia de una interpretación
axiológica. La literatura no constituye ninguna
excepción y un sinnúmero de obras pretende
raciones. Aspiro a presentar una concepción ge- proyectar conceptos ajenos a la reflexión sobre
neral de la presencia del hombre en la cultura y el hombre y su existencia, o acerca del papel del
en la literatura dentro de un marco hombre frente a los demás y al medio en que
antropológico, apoyado éste en una visión vive. En muchos textos literarios, el hombre
axiológica. La cultura no existe sino gracias al parece ser sustituido por conceptos abstractos,
hombre y, por ende, es su mundo exclusivo, en centrados en algunas ideas alienantes, como,
el sentido de que solamente el hombre es capaz por ejemplo, las estetizantes, aunque, por cier-
de desarrollar la cultura. Nos parece de interés to, ya de larga tradición, como “el arte por el
reflexionar acerca del hombre en la literatura arte”, “el juego lingüístico del azar” o “la pre-
que constituye una importante parte de la cul- ponderancia de la forma” en los procesos
tura cuya tradición ya lleva milenios. Se preten- creativos.
de demostrar que el hombre, en la interpreta-
ción axiológica, se proyecta en cada uno de sus En las páginas que siguen, queremos seña-
actos1, también en los culturales, como una per- lar que la presencia del hombre en la literatura
sona y no, simplemente, como un ser biológico, no puede volverse un mero pretexto y que la
animado y anónimo, o un miembro más de una verdadera misión de la literatura es
colectividad. antropotélica.

Mas, en la segunda parte del título se enun-


cia el concepto de la literatura para el hombre. CULTURA Y LITERATURA
Podría darse por supuesto que todo elemento
constitutivo de la cultura está creado para el
La misma definición del término ”cultura”
hombre, pero no es así. Existe un acervo consi-
permite establecer múltiples y distintas aproxi-
derable de resultados de las actividades tecno-
lógicas, intelectuales o artísticas del hombre que maciones en su interpretación, de corte, por
ejemplo, sociológico, filosófico, psicológico, his-
tórico, etc.; pero no vamos a detenernos en es-
1 Desde el inicio queremos señalar que adherimos a la tradicional
distinción entre las actiones hominis (acciones del hombre) y las tos aspectos. El dinámico proceso de la evolu-
actiones humane (acciones humanas). Entre las primeras quedan ción de la cultura no deja de sorprendernos tanto
incluidas las acciones involuntarias o inconscientes que lleva a
cabo el hombre, por ejemplo, los procesos fisiológicos; es com- en sus momentos de auge, cuanto en las mani-
prensible, pues, que nos centremos en las acciones humanas, en festaciones de crisis. Mas el objeto de nuestras
las que participan la voluntad y la libertad, motivos cardinales
de análisis en las ciencias humanas. consideraciones es la literatura. Tratemos, pues,

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El hombre en la literatura para el hombre: desde una visión axiológico-literaria

de comprender su funcionamiento dentro de un cuencia, podemos admitir que la intenciona-


marco cultural “macro”. lidad ejerce, en todo proceso cultural, un papel
de primera importancia, y, naturalmente, la li-
La actividad cultural básica de todo hom- teratura no constituye ninguna excepción en
bre es el conocimiento. El conocimiento marca este aspecto. Se podría hasta arriesgar la aseve-
huella en las experiencias, el comportamiento y ración de que la escritura es una de sus activi-
el ejercicio de la voluntad de la persona. Es de- dades más manifiestas, vista la flexibilidad del
cisivo, igualmente, en el desarrollo de las acti- lenguaje que es su substancia.
vidades creativas. A través del acto de conoci-
miento aprehendemos la realidad en que vivi- Si esto significa que la racionalización de
mos, la interiorizamos. Se puede decir que la la naturaleza constituye un proceso fundamen-
intelectualizamos. Esta asimilación de la reali- tal en el desarrollo de la cultura, naturalmente
dad enriquece al hombre, por intermedio de los también se puede extender esta apreciación a la
contenidos que éste capta, y le facilita, luego, el esfera de los resultados de las actividades hu-
ejercicio de su voluntad y de su actividad manas. El mismo procedimiento se lleva a cabo
creativa. Sin embargo, no cabe ninguna duda con la intelectualización de todo el ámbito en que
de que, en el comienzo, se encuentra el conoci- vive el hombre. Los fenómenos culturales, des-
miento, iniciado a través de la percepción. de luego, se pueden volver objeto de su atención.
Los contenidos racionales que hay en los objetos
La literatura se considera, desde creados por el hombre derivan de su mente. De
Aristóteles, como el conocimiento creativo que cierto modo, el creador se expresa de alguna
transforma los conceptos, por medio de su crea- manera a través de ellos. Se revela la relación
dor y según los criterios seleccionados por él. causa-efecto entre el espíritu y el objeto. Hay que
En este sentido, como se reconoce en actuali- subrayar que todo lo que fue formado en la ma-
dad, el arte de la palabra es muy diferente de teria por el hombre refleja una intencionalidad
otros tipos del conocimiento, es decir del cono- secundaria en cuanto a su contenido.
cimiento teórico, el conocimiento práctico o el
conocimiento religioso. Por otra parte, si se percibe la labor de la
mente en el proceso de creación, es necesario re-
La forma primaria de existencia de la cul- conocer, igualmente, la participación de la labor
tura es su presencia intencional en nosotros y a de la mente en el proceso de la recepción de la
través de nosotros, durante y a partir de los ac- obra creada. La razón es siempre el vehículo y el
tos cognoscitivos. Una situación similar ocurre verdadero argumento en el uso de los objetos
durante un proceso creativo. El hombre se vuel- producidos por el hombre. Por ende, podemos
ve creador desde el primer momento de la cap- reconocer que el conocimiento y el empleo de las
tación de una noción y lo sigue siendo durante cosas elaboradas por las personas se efectúan con
la formación del concepto que posteriormente miras a la interpretación del objetivo y la inten-
se exterioriza, de acuerdo con su visión científi- ción de su creador. En el caso de la literatura, este
ca, artística o moral. Las ideas concebidas en la principio resulta ser fundamental. De esta ma-
mente pueden ser, luego, materializadas de di- nera se realizan los procesos de la lectura. Los
ferente forma y sobre distintas materias primas: productos culturales no existen en sí ni para sí.
por ejemplo, en la música, la escultura, la pin- En las páginas del texto artístico se proyecta el
tura, o como un modelo técnico, etc. A lo largo espíritu del hombre, y solamente él puede pene-
de su realización, la concepción creativa se pue- trar en su contenido y su finalidad. La literatura
de ir precisando y perfeccionando. En conse- es creada por el hombre y para el hombre.

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Bogdan Piotrowski

RECURRIR A LA AXIOLOGÍA ES UNA su grandeza. En este sentido, la literatura mues-


tra una forma de ser, pero siempre le ofrece, tam-
NECESIDAD IMPERIOSA bién, a la persona un punto de partida para ejer-
cer con más libre albedrío su propia vida. La
Todo lo que se entiende por “cultura” está literatura ayuda a fortalecer la autonomía de la
relacionado muy estrechamente con el concep- vida interior, pero, al mismo, tiempo colabora
to de “hombre” y, por ende, de actividad o de en pro de la renovación de la distancia frente al
creación humana. El fenómeno del acto del hom- mundo exterior.
bre es comprensible únicamente merced a la
perspectiva de la cultura y los hechos cultura- La vida de una persona está estrechamen-
les. Podría decirse que la cultura es la búsque- te vinculada con la vida de la sociedad en la que
da del sentido de la vida. Esta finalidad pode- se desarrolla. El hombre necesita relacionarse
mos extenderla, sin ningún reparo, también a con los demás para lograr su desarrollo indivi-
la literatura. En ella también, el hombre, a tra- dual. Al establecer la vida comunitaria, los hom-
vés de una ardua labor del intelecto, actualiza bres construyen sus fundamentos sobre el bien
sus potencialidades, tanto en el acto de la crea- común, que se vuelve el motivo aglutinante de
ción cuanto en el de su lectura. Entiende la lec- su razón de ser. La literatura despliega a menu-
tura y la explica de acuerdo con la concepción do las diferentes opciones del bien común, el
de la persona. He aquí una observación que nos cual puede variar, naturalmente, según la inter-
parece esencial en la interpretación adecuada de pretación que se les dé a los componentes de
nuestra reflexión: hay que valorar la cultura se- este término. Sin embargo, es menester señalar
gún la apreciación axiológica. que, subrayando la importancia de lo común,
se destaca la peligrosa primacía de la colectivi-
Si admitimos que todas las manifestacio- dad, lo cual conduce inevitablemente al conflicto
nes culturales provienen de los hombres y se y las divisiones entre los miembros que la cons-
dirigen a otros hombres, es comprensible su tituyen. Parece conveniente destacar, en la crea-
historicidad material. Ellas se someten a las le- ción, la validez del bien que, por un lado, afir-
yes universales de la materia como, por ejem- ma indirectamente la dignidad de la persona,
plo, el movimiento o la transformación; pero pero que, además, promueve la posibilidad de
aglutinar la finalidad de los actos individuales.
también, por ser conocidas y transmitidas por
Esta identidad del objetivo, incluida en las pá-
el hombre, repercuten de una u otra manera de
ginas de un texto, fomenta la toma de la deci-
generación en generación. Son, a la vez, peren-
sión a favor del otro y, por ende, de sí mismo, la
nes y transitorias. El objeto material se rige se- realización de la actividad misma y la supera-
gún los criterios del espíritu. Existe una especie ción de las circunstancias antagónicas. Puesto
de atemporalidad del bien cultural, que se debe que la literatura es una de las actividades por
a su trascendencia. En la literatura, muchas ve- medio de las cuales el intelecto logra actualizar-
ces se pueden evidenciar estos aspectos eternos se de forma sintética (y, a la vez, artística), con-
o instantáneos, aunque a veces su filogénesis servando toda la complejidad de las relaciones,
puede parecer sorprendente por proceder de su papel en la interpretación de la realidad es
otros ámbitos culturales o por visualizar noto- altamente significativo. Por su influencia
rios saltos históricos. No obstante, podemos ver, mimética, ejerce dinámicamente sobre la forma-
en el conjunto de las obras, cómo el hombre ción de la identidad de la persona y, al mismo
puede superar las limitaciones de las existen- tiempo, potencializa las relaciones interperso-
cias individuales y cómo la literatura testifica nales, de carácter constitutivo para una comu-

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El hombre en la literatura para el hombre: desde una visión axiológico-literaria

nidad. Como sostiene uno de los filósofos con- disipar las tinieblas que a veces cubren la tierra
temporáneos españoles más conocidos: “Ser y enfocar la luz hacia el futuro. La literatura
creativo consiste en recibir activamente posibili- permite que el hombre, a través de la reflexión,
dades de actuar con sentido, es decir, con valores”2. pueda objetivizar los conceptos que percibe en
Sería inútil negar el rasgo persuasivo de la lite- la realidad, sistematizarlos y jerarquizarlos, para
ratura en la conformación de las concepciones insertarlos dentro de un modelo o plano de su
ideológicas, dentro del marco axiológico prefe- actividad de más adelante. La razón prima en
rencial de una sociedad. las actividades intelectules, pero, para realizar-
las plenamente, en el sentido culturógeno, para
Así como, viviendo el término “cultura” en cumplir con su misión, tiene que acudir obliga-
su sentido primigenio, los antiguos romanos toriamente al marco axiológico, a los valores que
tenían que cortar el rastrojo, abonar el suelo para le facilitan la comprensión de la realidad en que
sembrar las plantas deseadas y, luego, arrancar vive el hombre.
las malezas, así también, en sus actos culturales
y en el afinamiento de sus facultades intelec-
tuales, el hombre debe verse obligado a valorar LA LITERATURA EN FUNCIÓN DEL SER
y seleccionar. No todo lo que hace el hombre es
cultura. La cultura debe afirmar al hombre y su La literatura –se puede decir sin mayores
vida. Los actos destructivos o negativos no per- vacilaciones– es una simulación de la realidad.
tenecen a la cultura. Pero también puede ser concebida como su co-
pia, su imitación, su interpretación o su recrea-
No es cierto que la cultura, como lo sugie- ción. Sus objetivos se basan en la necesidad del
ren los relativistas, sea el conjunto de todas las hombre de autodefinirse, de hallar su propia
acciones humanas, de sus procesos y sus resul- identidad, de diferenciarse de los demás y de lo
tados. La cultura tiene que ser mirada con la que lo rodea. El diferenciarnos no se restringe a
perspectiva axiológica y –no es ninguna redun- afirmar nuestra variedad en el seno de la mis-
dancia– antropotélica. No podemos reconocer ma especie, a promover la disensión u oposi-
como cultura los asesinatos, los secuestros, la ción, sino que tiende a confirmar dialécti-
mentira o los hornos crematorios en los campos camente la complementariedad. Y este postula-
de concentración. Para otorgar el epíteto de “cul- do se les puede aplicar tanto a los lectores como
tural”, debe haber búsqueda de la participación a los autores. No es fácil crear distancia entre lo
en la verdad y el bien (que, ciertamente, consti- que se vive y lo que se sigue a través de las pá-
tuyen lo mismo, sino que con diferentes nom- ginas, aunque las dos posiciones, la del escritor
bres están apreciados desde distintos ángulos). y la del lector, sean bien distintas. Sin embargo,
la clave en ambas consiste en responder al lla-
La literatura, muchas veces, testimonia las mado de comprender quiénes somos y adónde
confusiones del hombre, sus caídas y sus erro- vamos, a pesar de que a veces encogemos de
res; narra sus angustias y sus tragedias y recuer- hombros en señal de inquietud o de duda. La
da las atrocidades que pudo cometer, pero su literatura nos atrae porque parece ayudarnos a
intencionalidad no se limita a la divulgación de responder a nuestros cuestionamientos, lo cual
estos momentos. Su aspiración es mucho más es garante de su continua vitalidad, a pesar del
profunda. Preserva la memoria para ayudar a auge de los modernos medios de comunicación
que manejan la información de modo ciertamen-
2 LÓPEZ QUINTÁS, Alfonso La cultura y el sentido de la vida,
te más ágil pero, probablemente, menos profun-
PPC, Madrid, 1993, pág. 7. do, menos penetrante.

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Bogdan Piotrowski

La lectura contribuye a ahondar en la re- En este procedimiento de racionalización se revela


flexión sobre los temas esenciales de la existen- el gran misterio que nos hace interpretar nuestra
cia humana, para comprender “el ser del hom- vida y la realidad física en que vivimos, y aplicar
bre”. Desde los inicios de la literatura se forjó el todo un sistema valorativo que, por lo general, tie-
concepto de dramatis persona, porque nosotros, ne poco que ver con los impulsos biológicos.
los humanos, somos efectivamente los actores
que aspiran a dar luces a la trama de la vida, a La literatura, en gran medida, trata de re-
entender qué es el universo en que vivimos y producir el universo axiológico creado con tan-
qué papel desempeñamos en él. Al percibir la to esfuerzo a lo largo de las generaciones, pero
también aspira a contribuir a su perfecciona-
dimensión antropológica de la literatura, reco-
miento. Un texto literario constituye parte de
nocemos la necesidad de esclarecer algunos as-
nuestra realidad, no por el hecho de ser mate-
pectos de las relaciones entre el hombre y la rea- rializado en unas hojas de papel o hasta de cir-
lidad. No obstante, no nos limitaremos a su rea- cular en forma del libro, sino porque su verda-
lidad natural, sino que más bien nos referire- dera existencia se manifiesta a medida que va
mos a su contextualización cultural. Y este plan- siendo expresado por su autor y aprehendido
teamiento lo justificamos por la excepcional por los lectores y va repercutiendo en el com-
posición del hombre en la naturaleza y en el afán portamiento y la manera de concebir el contor-
de destacar lo humano, que permite entender no en que ambos viven. De esta manera, la fic-
en qué consiste la esencia de la humanidad de ción se convierte, de cierto modo, en un elemen-
aquél. El verdadero mundo del hombre –esta- to integrado de la realidad. Esta última se en-
mos plenamente convencidos– es el mundo de sancha, porque abarca no solamente la parte de
la cultura3. La cultura proviene del hombre y, al la naturaleza sino también los resultados de la
mismo tiempo, se convierte en su signo. Somos labor intelectual del hombre, como es la cultura
personas porque no nos limitamos a satisfacer y, en este caso concreto, la literatura.
las necesidades fisiológicas, y aunque éstas son
vitales, sobrepasamos nuestra condición corpo- ¿POR QUÉ QUIÉN?
ral. En la cultura se realiza lo que podríamos
llamar la “intelectualización de la naturaleza”4.
La materia prima de la literatura, de la cual
está constituida toda su manifestación, es el len-
3 El famoso fenomenólogo polaco Roman Ingarden, en un ensayo
pronunciado poco antes de la segunda guerra mundial, cuestio- guaje. El lenguaje es la verdadera fuerza motriz
naba: “Imaginémonos, entonces, que desaparezcan de este mun- de la cultura y, en el caso de la literatura, un
do todas las obras del arte, todas las teorías científicas y filosófi-
cas, todos los estados, las instituciones públicas y privadas, etc., impulso sin igual de la creatividad, y siendo su
y que, al mismo tiempo, no hubiéramos podido averiguar de nin- substancia, se puede convertir además en un
guna manera lo que había en nuestra propia vida ni en la vida de
las generaciones y las naciones que ya habían pasado. Lo que objeto o un foco de reflexión. También desde este
quedara, ¿sería efectivamente este mundo en que vivimos? ¿No punto de vista descuella la relación íntima en-
sería algo muchísimo más pobre y diferente? Y nosotros mismos
¿no tendríamos que empobrecernos, hasta desnaturalizarnos en tre la persona y el texto. Este hecho tiene conse-
cierto grado, para poder vivir en ese mundo empobrecido y para cuencias esenciales y evidentes. La situación
vivir en él, no tendríamos que crear nuevas obras de arte, nuevas
ciencias, nuevos estados, etc., con fin de regresar nuevamente a privilegiada del hombre se refleja en el lengua-
este mundo, que es el único en el que no nos sentimos extraños?”, je mismo, que es el rasgo humano por excelen-
en Ingarden, Roman Szkice z filozofii (Ensayos de filosofía), Znak,
Kraków, 2000, pág.18, (trad.: B.P.). cia del hombre5. En este sentido, no existe nin-
4 KRAPIEC, MIECZYSLAW A, Czlowiek w kulturze (El hombre
en la cultura), Gutenberg-Print, Warszawa, 1996, págs. 15-47, (tra- 5 A este aspecto antropocéntrico del lenguaje hemos aludido más
ducción nuestra: B.P.). ampliamente en El valor de la palabra: unas anotaciones desde la filo-

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El hombre en la literatura para el hombre: desde una visión axiológico-literaria

gún reparo en afirmar que el lenguaje siempre das las dimensiones de la persona. En caso de
es antropocéntrico. que se le aplique a un hombre, se sobreentien-
de que insinúa un aspecto reduccionista. A pe-
El tema del antropocentrismo del lenguaje sar de que, en ambos casos estos pronombres
es múltiple y complejo. Limitémonos, en nues- inquieren por la naturaleza del objeto, existe una
tras consideraciones sobre este aspecto, a unas actitud predeterminada, fuertemente ideológi-
reflexiones sobre los pronombres. El yo es esen- ca, que diferencia y destaca la identidad del
cial en el proceso de nacimiento de la concien- hombre de los demás seres vivos. En relación
cia humana. La consolidación de este pronom- con los pronombres relativos quien y que las cir-
bre personal como concepto fue fundamental. cunstancias del uso son bastante similares. La
La mente humana, al identificarse y crear el con- existencia de los pronombres específicos que se
cepto de autoconciencia, pudo empezar a dife- aplican en cualquier referencia a la gente, tan
renciar su percepción de la realidad. En conse- extendida entre las lenguas de distintas fami-
cuencia, surgió la necesidad de referirse a tú, a lias, sugiere que estos pequeños matices
él, a nosotros, etc. (las analogías son peligrosas, lingüísticos insisten en resaltar la posición ex-
pero a veces ayudan por la facilidad de visión cepcional del hombre en la naturaleza y en la
que ofrecen). cultura.

Quizás reconociendo la literatura como una Cuando preguntamos: ¿qué es el hombre?,


re-creación resulte comprensible porqué, en el la misma forma de la pregunta anticipa y dela-
transcurso de la elaboración de un texto litera- ta nuestra indagación y, de cierto modo, nues-
rio, surge, como esencial, la necesidad de defi- tra intencionalidad. Se refiere a nuestra mate-
nir la figura discursiva, sea un narrador, sea un ria, a nuestro cuerpo biológico. En este sentido,
coro o personaje dramático, sea un yo lírico. el hombre, efectivamente es vertebrado o ma-
Debe plasmarse en el texto un momento de mífero, es animal6. Pero las diferencias son gran-
arranque del universo creado desde el punto de des, comenzando por la forma de su cerebro o
vista de alguien. Según la perspectiva adopta-
6 Quizás, es conveniente recordar la procedencia etimológica de
da, es decir, según el pronombre - eje de la obra esta palabra. En griego clásico la palabra “animal” era: zoion (con
literaria, se construye el mundo literario. En acento circunflejo sobre la omega y con iota suscrita, que no se
pronuncia) (Sustantivo neutro).
permanente referencia a él actúan los demás
personajes, si los hay. Esta óptica también re- Según el Greek-English Lexicon de H.G. Liddell y R.Scott (Claredon
Press, Oxford, 1996), significa “living being, animal” y ha sido re-
percute en la valoración y la jerarquía de los gistrada por primera vez en Heródoto 5.10 referente a las abejas.
motivos introducidos en la trama.
Etimología: del verbo zo (con acento circunflejo), con frecuencia
aparece sin contracción de vocales zoo, que significa “vivir”.
Por lo general, al preguntar por el hombre,
En griego medieval se perdió la iota suscrita y la letra “ni” final
en su dimensión plena de la persona, usamos el (al igual que en todos los nombres neutros) quedando la palabra
pronombre interrogativo quién. Es una situación [zoo] en griego moderno para designar al animal.

lingüística generalizada, y no ocurre solamente Según el Diccionario de la Lengua Griega Moderna de G. Babiniotis
en el español. El qué se refiere a cosas o a seres (actual Rector de la Universidad de Atenas) (Atenas: Kentro
LexikologiatÚ, 1998), la etimología es la siguiente:
animados que no alcanzan a concretar en sí to-
zoo [medieval] < griego antiguo zoion < zo. Como indica el autor,
la palabra en un principio determinaba cada ser viviente, inclui-
sofía del lenguaje en Piotrowski Bogdan (ed.) El valor de la pala- do el ser humano, pero ya desde la antigüedad se redujo al senti-
bra en la expresión y la comunicación, Universidad de La Saba- do de bestia. En escritores antiguos también aparece el sentido
na, Bogotá, 2001, refiriéndonos, entre otros, a los estudios reco- más especializado de imagen, pintura, el cual fue usado en el
nocidos como clásicos de G. Mounin, W. von Wartburg, J. Katz, lenguaje del arte. También es ya antiguo y medieval el uso de la
A. Martinet, E. Benveniste o A. Schaff. palabra para personas tontas, groseras.

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Bogdan Piotrowski

la posición vertical de su organismo. El hombre son la conceptualización, la reflexión y la con-


no está adaptado desde su nacimiento, por la templación. La supuesta y a veces la mal llama-
naturaleza, a las condiciones de su entorno, y da “inutilidad” de estos procesos del pensa-
mientras que los animales, por lo general, sí lo miento es fundamental para el hombre.
están. Por esta razón, el hombre tiene que bus-
car refugio, construir casas, vestirse, en otras La literatura se cimienta en los procesos
palabras, acudir a las herramientas (ser homo del pensamiento. Gracias a ellos, la literatura
faber) y, por ende, rodearse de la cultura mate- puede dirigir la atención de sus lectores hacia
rial. La trascendencia de este hecho se refleja los niveles más altos de su propia esencia, de su
más claramente si observamos el desarrollo his- humanidad. Les ayuda a buscar el sentido de
tórico de la cultura material a través de las dife-
su existencia, que es genérica pero, simultánea-
rentes épocas.
mente, individual. Su influencia sobre los que
la cultivan pocas veces es directa, sino que ella
Sólo el hombre es capaz de emplear el len-
más bien repercute de manera latente y a dife-
guaje. Lo usa con el fin de adquirir el conoci-
rentes plazos, lo cual no significa de ningún
miento, y también en su acumulación, pero en
modo que su ejercicio sea menos contundente o
el sentido cultural, sin reducirlo a un mero có-
menos fructífero.
digo de la práctica de la comunicación. Y es tam-
bién por esta razón que la literatura nos ofrece
No podemos olvidar que ser persona no se
una infinita riqueza genérica de juegos entre la
refiere solamente a la apreciación externa. El
forma y la temática, porque el hombre dispone
hombre interioriza sus vivencias y vive
de la capacidad de crear y de recrear.
cognoscitivamente su propio destino. Se cono-
ce desde su interior. Y este acercamiento a sí
“QUIÉN” EN LA LITERATURA mismo es sumamente importante. Las experien-
cias de la vida interior pueden acumularse y
enriquecerse, sobre todo si la persona ejerce en
Mas, regresando al hilo conductor, si reco- sus actos su voluntad y su libre albedrío. Al re-
nocemos que el lenguaje puede ser igualmente gistrar las propias acciones, existe la posibilidad
reconocido como una herramienta, debemos
de explicar filosófica o artísticamente la natura-
decir que es, eso sí, una herramienta absoluta-
leza humana. Lo que se experimenta en el inte-
mente excepcional, es lo que le permite al hom-
rior impacta sin intermediaciones, “en vivo”, y
bre trascender la naturaleza, es decir, conocer.
reafirma la conciencia del “yo”. Ese “yo” respi-
Mas el conocimiento no se desarrolla únicamen-
te en el sentido práctico. Es cierto que mediante ra, siente, disfruta, piensa, ama y sueña. Ese “yo”
la observación externa del hombre, se ve que el reconoce sus actos como propios.
uso de su intelecto no se reduce a adaptarse a la
naturaleza material o a aprovecharse de ella sino En el proceso de la lectura, ese ”yo” sigue
que, además, se centra en su dominio, en su su desarrollo de manera individual, de acuerdo
transformación. El hombre es capaz de proce- con su experiencia, su marco axiológico, su vida
sarla de manera múltiple, y los animales no. Las interior. Comparte las sucesivas ideas o las re-
mismas observaciones se pueden extender al chaza, las asimila o las quiere comprobar. La li-
lenguaje en tanto herramienta. Su empleo tam- teratura le permite, por su analogía con la reali-
poco se restringe exclusivamente a los fines dad en que vive, conocer esta última con más
pragmáticos. Aún más: la gran diferencia la profundidad y de forma trascendente ante sus
marcan las capacidades de corte abstracto, como actos. Como sostiene el fundador de la Escuela

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El hombre en la literatura para el hombre: desde una visión axiológico-literaria

Filosófica de Lublin: “La experiencia de la ta, de todas formas, a una persona que reclama
transcendencia, dada al hombre en su “interior”, la igualdad de derechos. Y aunque ellos perma-
borra todas las teorías nacidas de las conviccio- nezcan en el anonimato, merecen un pleno re-
nes abstractas, materialistas, sobre que el hom- conocimiento. Su integridad y su dignidad son
bre es sólo un eslabón, quizás el último, quizás similares, como lo son en las relaciones
el más importante, pero únicamente un eslabón vivenciales, y no deben ser alteradas.
en la cadena de las transformaciones de la ma-
teria”7. El “yo” puede analizar lo que vivió y lo Ahora bien, es importante aclarar también
que conoce, logra sacar conclusiones de su pro- la relación del hombre con la trascendencia y
pia naturaleza. Si el “yo” puede definirse a sí su repercusión en la literatura. La posición del
mismo como un ser caracterizado por sus ras- hombre en la naturaleza es absolutamente ex-
gos particulares, es capaz también definir a los cepcional. Únicamente el hombre es capaz de
demás como conjuntos compuestos por diferen- decir de sí mismo “yo” y experimentar que es
tes características. El gran filósofo judío contem- sujeto de su conocimiento y los impulsos que
poráneo Martín Buber advierte, con mucha ra- percibe de su contorno. El hombre no tiene que
zón, ante el conocimiento y el trato al otro como reaccionar, como los animales, de forma deter-
un simple objeto o como un algo. Al hombre no minada. La apertura a la realidad, al objeto de
se puede reificarlo. El “tú” no es lo mismo que su conocimiento, se articula en función de su
“eso”, sino hay que interpretarlo como el “otro conciencia, de su voluntad. La experimentación
yo”. No somos simplemente un conjunto de ras- del propio “yo” como sujeto, es decir, de la con-
gos, como las cosas. Por esta razón, el adverbio ciencia o, mejor, de la autoconciencia, es la ma-
interrogativo quién tiene tanta importancia en nifestación de la trascendencia del sujeto que se
proyecta en la reflexión sobre sí mismo y sus
el lenguaje y en la literatura.
actos. De este modo, podemos hablar de la tras-
cendencia del hombre a través del conocimien-
Unos planteamientos, algo cercanos a es-
to intelectual, en cuanto acto no material. El fun-
tos en su intencionalidad de resaltar la digni-
dador de la escuela filosófica de Lublin aseve-
dad humana, su individualidad y su elemento
ra: “El ser de la estructura material no es la cau-
irrepetible, los expresó el Premio Nobel de Lite- sa del acto-ser en su estructura no-material”9. Y
ratura 2000, Gao Xingjian. En una entrevista, es cierto, porque nuestros conceptos, nuestros
después del comentario de que los personajes pensamientos y nuestros juicios no contienen ele-
de sus novelas no tienen ni nombres ni caracte- mentos ni criterios de la materia; no se someten
rísticas físicas sino que son meros “yo”, “tú”, a ningunas medidas, ni de tiempo ni de espacio.
“él”, “vosotros” o “ellos”, al preguntárselo por ¿No es necesario, por ende, reflexionar sobre la
qué esto, el escritor chino contesta: “No son per- trascendencia del hombre? ¿Acaso el hombre no
sonajes, son personas. Los vamos conociendo trasciende su materia a través de sus actos?
por lo que hacen o sienten, no por cómo son o
cómo se llaman”8. De esta manera subraya que, Es cierto que, en consecuencia, tenemos que
en todo proceso de la comunicación, tiene que reconocer la necesidad de la concepción unita-
estar presente la necesidad de ver en el otro a ria del hombre en su múltiple actividad, sea fi-
una persona, que merece todo el respeto. Llá- siológica, sea psíquica o espiritual. Sin embar-
mese lector, personaje o interlocutor, represen- go, sería falso despreciar la parte corporal del
hombre, sin la cual, además, el hombre no po-
7 KRAPIEC, MIECZYSLAW A. op.cit., pág. 13 (traducción nuestra: B.P.).

8 La entrevista con Gao Xingjian realizada por Octavi Martí http:/ 9 KRAPIEC, MIECZYSLAW A., op. cit., pág. 21, (traducción nues-
/www.elpais.es/suplementos/babelia/20010324/babelis.html tra: B.P.).

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Bogdan Piotrowski

dría establecer el contacto con la realidad y en- ¿qué es el hombre?, sino que prefiere indagar:
tablar su conocimiento de ésta. El cuerpo no es ¿quién es el hombre?
casual sino que constituye un esencial elemen-
to de la unidad de la existencia humana. El he-
cho de expresar lo que es “mío” comienza con LA LITERATURA TAMBIÉN PERMITE
el cuerpo de la persona. Este último, en cuanto CONOCER, PERO…
“mío”, primario, es mucho más que mis actos:
es su razón de ser y es imprescindible. Y, preci-
samente gracias al “yo” inmanente se logra la Los conceptos y la valoración ocupan, en
trascendencia de los actos, que cada uno puede el conocimiento humano, un papel más que
llamar mis actos. La naturaleza del hombre está destacado. Son esenciales. Conociendo algún
estrechamente constituida por el cuerpo y el objeto, lo conocemos a través del concepto que
espíritu. Y aunque en la tradición triplemente creamos de él, una especie de sentido general.
milenaria de la filosofía se reconoce al hombre Y ¿qué es el conocimiento? ¿Cómo lo concebi-
como ser corporal-espiritual, la idea de este es- mos? Por lo general, lo hacemos por interme-
pecial estatus existencial sigue despertando has- dio de algunos rasgos característicos, especial-
ta hoy la inquietud y el asombro. mente los que nos llaman más la atención, nos
interesan por su particularidad o nos parecen
La trascendencia de la persona no se redu- más útiles; pero este procedimiento resulta ser
ce al permanentemente cambiante mundo de la incompleto. Ello se debe a que el conocimiento
materia. La actividad del hombre la admiramos es selectivo Se adquiere desde un ángulo, se-
desde la formación de la cuna de la cultura y gún algunos aspectos. De esta manera, conce-
nos sigue causando asombro su despliegue en bidos algunos de los elementos de un objeto,
el desarrollo posterior. Se revela con especial construimos una imagen que lo sustituye, es
importancia en los actos del amor y en los del decir, nuestro concepto de él.
conocimiento. También la creación artística ocu-
pa un lugar privilegiado en esta interpretación Al crear un concepto, al mismo tiempo se
de la trascendencia del hombre, y, naturalmen- está formando una imagen sustitutiva del obje-
te, la literatura, en este sentido, se perfila como to conocido. Vale la pena subrayar que es un
una de las actividades humanas de mayor acto-proceso no pasivo sino activo y que, ade-
significado. más, se deja dirigir y modificar en el transcurso
de su consolidación. El concepto creado no re-
El hombre no es la suma de unas caracte- tiene simplemente la atención sino que enfoca
rísticas espirituales o de unos rasgos materia- la interpretación dentro de un abanico de posi-
les, corporales, sino mucho, muchísimo más. bilidades; puede contribuir a la reflexión y al
Conviene destacar la diferenciación entre las registro del mismo proceso de conocimiento.
estructuras sensitivas y las intelectuales emplea- Esta reflexión sobre los actos espontáneos del
das durante los procesos de conocimiento, pero, conocimiento, al repetirse, se intensifica y ad-
al mismo tiempo, hay que apreciar el distancia- quiere el estatus de acto de reflexión, por trans-
miento frente al objeto estudiado que le permi- formarse en el objeto del conocimiento mismo.
te su conciencia. Además, un papel importante Este despliegue reflexivo puede seguir crecien-
ejerce su unicidad, su individualidad y su do hasta tal punto que puede frenar la actua-
irrepetibilidad como ser. Por ende, la literatura, ción misma. Hay personas que no perciben la
como proyección de las estructuras intelectua- diferencia entre la reflexión acompañante y la
les, por lo general, no promueve la pregunta: reflexión de acto y optan por quedarse dentro

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El hombre en la literatura para el hombre: desde una visión axiológico-literaria

del mundo de las ideas. Se olvida que el conoci- pectos, es un contacto novedoso y más rico, si
miento debe inquirir por el objeto mismo y no reconocemos que incluye, a más de los concep-
por su representación a través del signo formal. tos, otras estructuras de valoración y de nuevos
El peligro es notorio. El caso de Don Quijote es juicios. La literatura permite frecuentemente
elocuente y universalmente conocido. Estas cir- percibir los mismos objetos desde otros enfo-
cunstancias repercuten de modo muy significa- ques, compuestos de otros rasgos, otros atribu-
tivo en la literatura, hasta tal punto que pue- tos, ampliando el espectro de los conceptos
den, de cierto modo, cautivar el pensamiento usualmente manejados y, de este modo, permi-
humano dentro del mundo de los signos. te ver el mundo en que vivimos con más pro-
piedad. Lo general y lo particular, lo necesario
En los textos literarios, la representación del y lo fortuito, lo perenne y lo efímero, tan tangi-
mundo constituye un signo del objeto conocido bles en la esfera material y percibidos desde la
o, por lo menos, intuido. Ésta es su naturaleza. realidad vivida, se transforman, en un texto ar-
Como signo, nos revela sus relaciones tanto con tístico, en dimensiones diferentes. Lo inmate-
el objeto representado como con los demás sig- rial de los actos intelectuales del hombre apare-
nos. Además, permite establecer las relaciones ce como no menos importante en el conocimien-
con el sujeto creador que los introduce (en cuan- to del hombre y constituye sus propias estruc-
to emisor), pero también los vínculos con el re- turas cognitivas. La imaginación, la sensibilidad,
ceptor, al igual que las relaciones con los siste- la musicalidad, el sueño, lo fantástico y lo ma-
mas de otros signos. El concepto construido por ravilloso se revelan en la literatura, como otros
una persona como resultado del conocimiento procesos mentales del hombre, a través de for-
adquirido queda transmitido a la otra (hasta si mas diferentes, donde se entremezclan la re-
se dirige a sí misma, porque, en este caso, ella flexión crítica y el conocimiento espontáneo. Los
se vuelve su propio receptor). Desde luego, el conceptos y las visiones literarias quedan some-
concepto particular dispone de múltiples rela- tidos a múltiples procesos de elaboración e in-
ciones con otros conceptos-signos y con otros terpretación, bajo una intensa labor intelectual
sistemas. Esta infinita red de interdependencias que aspira actualizar el conocimiento.
representacionistas en la literatura refleja el mun-
do originariamente real. También hasta en los La literatura es una mediación que también
casos en que se pretende negar la mimesis, en facilita el conocimiento y la comprensión de la
los textos altamente imaginarios, siguen reper- realidad en que vive el hombre.
cutiendo los ecos de la realidad. El simulacro o
la virtualidad que se reflejan en la obra tienen
que partir, sin más, de la realidad conocida. Así, ANOTACIÓN FINAL
de todas maneras, el texto contribuye a pulir aún
más el aparato cognoscitivo del hombre.
El hombre plasma en la literatura la reali-
Por otra parte, la persona es capaz de reco- zación de su vida, de sus experiencias, y de las
nocer la intermediación de la creación literaria de los demás. También traslada la realidad en
y aprecia en ella la situación mimética. Su con- que vive. Esta necesidad de autodefinirse la
ciencia logra diferenciar y comparar su existen- hallamos de forma continua desde sus comien-
cia propia y los objetos que percibe directamen- zos, desde el primer testimonio literario cono-
te con los contenidos de la realidad representa- cido en la historia de la humanidad, como es la
da. En este sentido, el texto puede constituir epopeya babilónica de Gilgamés. Sin embargo,
un contacto cognitivo diferente. En algunos as- a pesar de esta larga tradición, el hombre no está

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Bogdan Piotrowski

conforme con el modo en que vive. Nuestra cul- BIBLIOGRAFÍA


tura no nos satisface y la literatura testimonia
con insistencia, y por diferentes vías, la desa-
zón o la decepción. El hombre busca el cambio. Ingarden, Roman Szkice z filozofii (Ensayos de
filosofía), Znak, Kraków, 2000,
El ya citado López Quintás sugiere en este
Kleiman, Lowell y Stephen Lewis Philosopy. An
sentido un interesante postulado: “Un largo es-
Introduction Through Literature, Paragon
tudio me llevó a la convicción de que, si que-
House, New York, 1992.
remos vivir culturalmente, debemos cambiar
el ideal. En vez de orientar nuestra vida hacia
Krapiec, Mieczyslaw A. Czlowiek w kulturze
el ideal del dominio, la posesión, y el disfrute,
(El hombre en la cultura), Gutenberg-Print,
hemos de encaminarla hacia el ideal de la uni- Warszawa, 1996.
dad, la solidaridad y la creatividad. Empapa-
da la vida de este ideal, cambia nuestra exis- López Quintás, Alfonso Para comprender: la
tencia: nuestra opción fundamental, nuestra experiencia estética y su poder creativo, Edito-
idea de la realidad, nuestros sentimientos… Mi rial Verbo Divino, Estella, 1991.
interés básico no radicará en dominarte y re- La cultura y el sentido de la vida, PPC, Madrid, 1993.
ducirte a medio para mis fines, sino en respe-
tarte y colaborar contigo en el logro de gran- Piotrowski Bogdan (ed.) El valor de la palabra
des metas. No tenderé a verte como objeto, sino en la expresión y la comunicación, Universi-
como ámbito, y ya no sentiré exaltación sino dad de La Sabana, Bogotá, 2001.
exultación, no tristeza sino alegría, no deses-
peración sino entusiasmo, no desvalimiento Polo, Leonardo Quién es el hombre, RIALP,
sino amparo…”10 Madrid, 1992.

Hoy, el hombre cuestiona la jerarquía exis- Sawicki, Stefan y Andrzej Tyszczyk (ed.)
tente de los valores en nuestra cultura. Sigue Problematyka aksjologiczna w nauce o
respondiendo al llamado de buscar la verdad. literaturze (La problemática axiológica en la
La necesidad de centrarse más en el conocimien- ciencia de la literatura), KUL, Lublin, 1992.
to de sí mismo y de su mundo se vuelve un cla-
mor por una nueva interpretación axiológica. Xingjian, Gao La entrevista realizada por Octavi
La literatura sigue demarcando el perfil civili- Martí http://www.elpais.es/suplementos/
zador del hombre. babelia/20010324/babelis.html. ■

10 López Quintás, Alfonso op. cit.., pág. 30.

Pensamiento y Cultura 140 Número 4 • 2001

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