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Cómo enseñar y cómo aprender según dos

profesores con 40 años de experiencia


Enseñar y aprender es una estrategia que funciona. Durante más de cuatro décadas, nuestros
alumnos nos han enseñado y nosotros a ellos. Mientras luchábamos para ser mejores profesores, hemos
desarrollado (y tomado prestadas) un buen número de estrategias que creemos que han sido eficaces.
Hemos comprendido que aprender y enseñar son dos reactivos en la combustión de una misma llama,
cada uno alimenta al otro. Así empiezan una serie de sugerencias que nos ofrecen Roald Hoffmann
y Saundra Y. McGuire, “Teaching and Learning Strategies That Work,” Letters, Science 325: 1203-
1204, 4 September 2009. Mi traducción es libre y tiene por objeto incentivaros a leer el artículo
original (un artículo publicado en Science es fácil de conseguir, en papel u online, en cualquier
universidad española).

La relación personal mentor-aprendiz (tutor-alumno) beneficia a ambas partes y ayuda a aprender a


ambos. El estudiante admira al mentor y quiere alcanzar el nivel de comprensión del mentor. El
mentor ayuda al alumno a navegar por el camino hacia el conocimiento que presenta múltiples etapas
aburridas y/o difíciles. El profesor debe enseñar a los estudiantes a aprender. Y los estudiantes deben
enseñar al profesor a enseñar mejor.

Muchos estudiantes no se dan cuenta de que el aprendizaje progresa a través de etapas y que la
memorización es solo una de ellas, una de las primeras. No basta con recordar, hay que comprender,
aplicar, analizar, evaluar e incluso crear nuevo conocimiento. Los estudiantes deben ser conscientes de
la existencia de estas etapas con objeto de transformarse de meros memorizadores a aprendices
autodirigidos. Cuando se presenta a los estudiantes algunas ideas sobre la metacognición (pensar sobre
su propio pensamiento) cambian sus actitudes sobre el aprendizaje y comienzan a aplicar estrategias de
estudio más eficaces.

El abuso de la evaluación absoluta (gracias a exámenes, cuestionarios y trabajos de laboratorio) es


pernicioso. El alumno y el profesor deben llegar a un contrato, claramente definido, cuyo objetivo es
mejorar el rendimiento del alumno a la hora de lograr cierto número de competencias. Cada estudiante
parte de un nivel de base diferente. Los estudiantes deben ser conscientes que sus calificaciones durante
el curso solo dependen de su trabajo, de su esfuerzo y de la relación de este esfuerzo comparado con el
esfuerzo de los demás alumnos. Los alumnos que más se esfuercen acabarán alcanzando un dominio de
la materia que garantizará mejores calificaciones.

La enseñanza debe favorecer cuatro puntos: (i) La empatía; los estudiantes responden mejor cuando
saben que el profesor se preocupa por ellos y por su aprendizaje. (ii) El aprendizaje activo; ya que
la participación de los estudiantes facilita el aprendizaje. (iii) La interacción juicioso de grupos e
individuos; el aprendizaje es una actividad solitaria, sin embargo, se puede mejorar gracias al trabajo en
grupo. (iv) Y la potenciación del ego; hay que animar a los estudiantes a sentir que son responsables de
sus propios éxitos en el aprendizaje.

Hay varias estrategias que mejoran el aprendizaje de los estudiantes:

(i) Tomar notas a mano, incluso si se proporcionan los apuntes de clase. Tomar notas es un
compromiso activo, algo imprescindible para el aprendizaje; además, ayuda a la transferencia de
información de la memoria a corto plazo a la memoria a largo plazo. Si un alumno no puede asistir a
una clase debería pedirle las notas a un compañero en lugar de descargarlas de internet; hablar de los
apuntes de clase con otros compañeros facilita el aprendizaje, tanto para el estudiante que hace
preguntas sobre las notas, como para el estudiante que se involucre en la enseñanza
respondiendo dichas preguntas.

(ii) Resolver problemas propuestos, incluso cuando también se ofrecen las soluciones a posteriori. Su
resolución debe requerir, en primer lugar, estudiar el libro de texto. A continuación, trabajar el
problema sin mirar otros ejemplos o las soluciones en un manual de soluciones. Por último,
comparar el enfoque, no solo la respuesta, con la obtenida en el libro de texto. Los instructores deben
reforzar en los alumnos la idea de que la importancia del problema es el trabajo que se pone en él y no
la respuesta obtenida. Lo importante es el método, la manera de trabajar, y no el resultado final. El
alumno debe desarrollar su agilidad en la resolución de problemas y un pensamiento flexible.

(iii) Aprovechar al máximo el aprendizaje en grupo, proponiendo la resolución de problemas y la


realización de prácticas en grupo. El alumno debe aprender tanto a hacer las cosas por él mismo como
en colaboración con otros. El profesor debe estar atento a la dinámica del grupo y tratar de evitar que
los alumnos aprovechen las trampas que permite el trabajo colectivo. Los exámenes de los trabajos en
grupo deben tener una componente individual en la que debe formar parte íntegra la demostración de
los resultados que uno ha aprendido gracias al estudio en grupo. Provocar discusiones entre los
miembros del grupo permite discernir qué papeles han tomado cada miembro del grupo en la actividad
desarrollada.

(iv) Hay que reconocer que los estudiantes tienen diferentes estilos de aprendizaje, igual que tienen
diferentes personalidades. Por ejemplo, hay individuos que prefieren el aprendizaje visual, otros el
auditivo, el verbal, o el quinestésico. Los estudiantes deben aprender de sí mismos cuales son sus
preferencias con el fin de mejorar su proceso de aprendizaje y convertirse en estudiantes más eficientes.
Los profesores también tienen que reconocer que hay diferentes maneras de aprender y deben tratar de
explotar toda una variedad de estrategias de enseñanza en sus clases en la línea de toda la variedad de
estilos de aprendizaje posibles de sus alumnos. Los instructores deben resistir la tentación de enseñar
sólo lo que les enseñaron o solo como se lo enseñaron.

Las propuestas de Roald Hoffmann y Saundra Y. McGuire no son prescriptivas, solo han querido
compartir con todos nosotros algunas de las estrategias que han improvisado y que han desarrollado a
lo largo de más de 40 años enseñando y aprendiendo a enseñar enseñando. El artículo en Science
incluye una extensa bibliografía sobre temas de educación, enseñanza y sobre múltiples experiencias en
enseñanza de las ciencias. A los que les haya llamado lo atención mi traducción libre les recomiendo
encarecidamente la lectura de dicho artículo (repito, un artículo publicado en Science es fácil de
conseguir en cualquier universidad española), así como el seguimiento de las referencias bibliográficas
que más les interesen (la mayoría también son fáciles de conseguir).

¿Qué es enseñar?
El alumno maestro ha de aprender a enseñar y eso requiere ir más allá del mero concepto.

El papel de los profesores guías es fundamental para que los estudiantes maestros aprendan a enseñar y lo
hagan con excelencia. Los alumnos maestros necesitan de profesores guías justos y objetivos. En la edición
anterior se expresaba que para mejorar el rendimiento de los egresados de formación docente se requiere un
trabajo en conjunto de todos los involucrados con el sistema educativo.
Los alumnos maestros van adquiriendo conocimientos de cada uno de los profesores de las diferentes áreas
durante las clases. El grado de aprendizaje de los contenidos desarrollados suelen ser evaluados por medio de
exámenes escritos. Pero el hecho de que obtengan buenas calificaciones no es un indicador de que están
capacitados para enseñar dichos contenidos.
Las habilidades para enseñar las irán adquiriendo con las prácticas en el aula. En este punto es fundamental la
ayuda del profesor guía de las escuelas de aplicación, quien debe constantemente, dirigir, orientar y por sobre
todo corregir cuando sea necesario.
Las evaluaciones de las prácticas deben ser objetivas y justas para que los profesores de los Institutos de
Formación Docente tengan noción de la actuación de los mismos en las aulas y así poder ayudarlos a superar
las dificultades.
Conocer a los alumnos es la clave para ayudar a aprender
Enseñar no es solo proporcionar información, sino ayudar a aprender y para ello el docente debe tener un
buen cono cimiento de sus alumnos . Maruny (1989).
Algunos puntos fundamentales que debe conocerse de los alumnos antes de enseñarles un contenido
1. Sus ideas previas sobre el tema.
2. Las capacidades y limitaciones que tienen para aprender en un momento determinado.
3. El estilo de aprendizaje que tienen.
4. Sus motivaciones internas y externas. (Qué los anima y qué los desanima).
5. Sus hábitos de trabajo.
6. Las actitudes y valores que manifiestan frente al estudio concreto de cada tema.

Enseñar
Es el proceso mediante el cual transmitimos conocimientos y habilidades a
nuestros alumnos, las cuales serán de vital importancia para el
desenvolvimiento de ellos en la sociedad.
Pero este acto conllevo muchas responsabilidades por parte de la persona que
enseña, puesto que su preparación intelectual y pedagógica debe de estar a la
vanguardia, para poder responder a las necesidades de nuestros estudiantes.
Pero lo más importante es tener esa vocación para enseñar que nos hace ser
innovadores y marcar la diferencia al momento de enseñar.
¿Para qué Enseño?
Enseño porque sé que la educación es la única manera para que el futuro de
nuestra nación sea mejor, porque la educación es el alma de los pueblos,
porque esa acción me hace sentir plena, ese instante en el que estoy de frente de
mi alumnos siento que puedo transformar su vida, que puedo ser una
influencia positiva en sus vidas, y que me guarden en su corazón con una
buena maestra.
Enseño porque es parte de mi personalidad y vivo para esa labor.
enseñar a pensar

La palabra adolescencia viene del latín: adolece.


Significa el que carece de lo básico.

El adolescente carece de lo fundamental, es decir, no sabe bien lo que quiere, adonde va, que quiere
hacer, no sabe sobre los grandes asuntos, el amor, el trabajo, el haber ya alcanzado la personalidad.

La personalidad es donde residimos, donde nos hospedamos, la personalidad es todo lo que cada uno de
nosotros somos.
Por eso la felicidad consiste en tener una personalidad donde uno se encuentra contento, en el que
uno lima, pule, corrige las aristas de la forma de ser.

Tarda uno mucho tiempo en entenderse a sí mismo.


Con 16 años uno cree que lo sabe todo, y cuando cree que lo sabe todo, no sabe nada o sabe muy poco.
A medida que uno crece sabe más cosas de la vida y va dándose cuenta de lo poco que sabe.

Por eso es tan importante el educar. Educar es enseñar a pensar, a reflexionar.


La cultura es enseñar a vivir
Estas dos cosas se mezclan, se confunden.
Cultura y vida van revueltas en nuestro caminar.

Educar a una persona es convertirla en una persona que sabe que sabe, que es libre e
independiente. Entusiasmarla con lo que sabe.
Entusiasmarla con lo valioso que es el saber.

En la edad de la adolescencia hay una cosa muy importante: son los modelos de identidad.
Educar es seducir por encantamiento y ejemplaridad.
Educar es meter en la cabeza de alguien lo mejor, enseñarle lo mejor, es decir lo valioso, lo que vale, lo
importante.

Hoy hay muchos profesores pero pocos maestros.


El profesor explica una asignatura, explica un programa, mientras que el maestro enseña lecciones que
no vienen escritas en los libros, es decir, el maestro sirve de modelo de identidad, el alumno le gustaría
parecerse a su maestro.
Hay algo que descubres en él que no esta en lo que esta explicando diariamente. Esa es la clave. Sabe
transmitir el cómo se es.
Su manera de ser tiene mucho peso educativo, que ligado a lo que enseña, forma, educa, es ejemplo.

En ese sentido los padres no podemos pedir que nuestros hijos hagan cosas que no vivimos nosotros,
por eso educación es ejemplaridad; una ejemplaridad que necesita ser realista, no utópica.

¿Qué es ejemplaridad? Que entre la teoría y la practica hay una relación estrecha.
Es decir que seamos coherentes con nosotros mismos.
La coherencia es el puente levadizo que nos lleva al castillo de la felicidad.
Es por donde llegamos a la felicidad cuando hay coherencia.
Sin coherencia no hay felicidad.
¡Cuán importante es la coherencia!
En un mundo que nos falsificamos por el mejor postor no nos lleva a la felicidad. En el mundo lo que
abunda es la incoherencia.
La coherencia nos lleva a que uno se encuentre bien consigo mismo. Que es la manera de ser feliz.

El adolescente está buscando su identidad.


La educación es fundamentalmente ejemplo de vida, lo que se pretende que sean los hijos lo tienen que
ver reflejado en la vida de sus padres.
No hay cosa que forme más que ver que lo que sus padres dicen es lo que sus padres viven y hacen.
Quien muestra coherencia con lo que dice y vive es modelo a imitar, es una persona que puede exigir,
es una persona feliz por lo que es y por lo que enseña.

El adolescente necesita modelos de identidad y estos modelos hoy son muy escasos.
Por otra parte la televisión, que ocupa gran parte del tiempo del adolescente, es muestrario de violencia,
de sexo, programas que son una verdadera basura educativa, degradantes, que queramos o no se van
metiendo en la visión de la vida.

Por otra parte tenemos familias mal estructuradas.


La familia es la primera célula de educación de la sociedad, es la base.
Los seres humanos somos como un espejo: reflejamos lo que vemos.

Vemos amor, damos amor.


Si vemos rotura, agresividad, producimos agresividad.
La vida es como un boomerang, ese aparato que se suelta y vuelve.
Lo que uno siembra, es lo que recoge.

La televisión es esclava de las malas noticias.


Porque lo bueno no es noticia.
Pero una cosa es informar y otra es la ausencia de modelos atractivos, sugerentes, que empujan a la
gente joven a ser mejores.
Platón decía que la finalidad de la educación de los hijos es enseñarles a desear lo deseable.

Hay que hacer atractiva la exigencia.


Si no es así lo que vendrá es la ética del naufragio.

La ética del naufragio está llena de hipocresía, cinismo y sálvese quien pueda. Es la selva.
¡Que es todo lo contrario de una ética sustentada en valores!
Donde la verdad ocupa su lugar y donde el otro y lo que le hago al otro es tenido en cuenta.

Lo que yo le hago al otro, es importante.


Lo que yo le haga al otro, es lo que forma.
Lo que yo le haga al otro, es el modelo para ser persona, para ser coherente, para ser feliz………..y
todos quieren ser felices.

Marta una señora viuda con hijos adolescentes preguntaba qué porque no hablamos algo sobre la
relación con ellos.
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Es tan amplia lo que nos sugieres en tu pregunta que no sabíamos bien si dejarla así o concentrarnos en
algo. Porque fíjate que a lo mejor te preocupa el aspecto de la relación religiosa o la del noviazgo o los
amigos con los que salen o a lo mejor con los estudios porque la edad de la adolescencia es una edad lo
más dificultosa que vive un hijo.

Como puedes ver hemos tomado tu amplia pregunta y hemos dejado así abierto a la amplitud que tu
misma nos sugieres. Claro está, que creemos que tu preocupación es fundamentalmente tu propia
situación de viuda y es en ese ángulo de la madre viuda que hemos tratado de hacer una pequeña
reflexión.

No hay duda –estimada Marta– que la vida te ha llevado también a hacer de padre, además de madre.
Es decir has tenido que asumir la doble responsabilidad y no es fácil hacerlo en el mundo de hoy.

Yo te diría que los humanos nos sentimos muy liberados cuando, de cuando en cuando, le podemos
pasar la responsabilidad de una situación al otro y en un matrimonio esto ocurre con frecuencia.
Lo único que hace uno es esquivar el problema y pasárselo al otro.
—-Andá….andá a hablar con tu madre. Mejor lo hablas con tu madre.
—-Porque no mejor lo consultas con tu padre. Me parece que esto son cosas que tu padre te podrá
orientar mejor.
Lo único que ha hecho el padre y la madre es pasarle el problema al otro y eso en realidad tu no lo
pudiste hacer, por eso he dicho antes que habías tenido que ser padre además de madre.

Y supongo que esta circunstancia de vida más de una vez te habrá acarreado angustia y preocupación.
Un aspecto importante en la vida del cónyuge que ha quedado solo, como es tu caso, es quizás el
contacto o la relación con otras familias.
Cuando uno se queda solo parece que el mundo se termina pero al haber hijos la vida obliga a seguir,
uno no puede dejarse estar.

Con respecto a los hijos debemos abandonar la idea de hacerlos a nuestra imagen y semejanza sino
como Dios quiere y en eso los padres frecuentemente caemos en la tentación de empujarlos a
parecernos en estudios, en gustos, en actitudes y a veces no sabemos encontrar la justa medida en esta
actitud.

Hay que ir madurando en una actitud de desapego con respecto a los propios hijos y ello nos ayudará
quizás a saber encontrar el momento de hablar o de callar. O porque no, el momento de intervenir con
autoridad.
Hay que esforzarse por tener un amor que sabe esperar, que trata de comprender, que no tiene apuro.
Por otro lado un amor que no tiene apuro es un amor que imita a Dios.

Dios es el gran paciente que sabe esperar siempre el momento para llegar a nosotros. Tenemos que
imitarlo. A veces los padres somos demasiado apurados y no sabemos darle tiempo al tiempo.
Hay que darle tiempo al tiempo y tener paciencia y tener comprensión que no es confundir con
debilidad. Una madre o un padre nunca son débiles cuando su circunstancia educativa les impone no
ver ni oír ya que en definitiva es dar tiempo al tiempo.

Eso no significa un dejar pasar. Tú, madre educadora podrás dejar pasar aquel momento, porque crees
que no es el más oportuno, pero seguramente, si eres madre educadora, sabrás esperar el momento de
hablar. Son virtudes, el saber esperar y como tales dan fuerza. Una madre educadora que sabe esperar,
es una virtud que le da una fuerza a su imagen sobre todo frente a sus propios hijos.
Te dará serenidad y sobre todo tus hijos serán los primeros en sentir un respeto que quizás no lo habías
notado.
La relación con los hijos nunca debe mostrar signos de rebeldía aunque razones no nos falten y en tu
caso, siendo viuda que tuviste sola que afrontar sola la educación de tus chicos, cuantas rebeldías
habrás tenido que afrontar dentro de tu alma.
No permitas nunca….nunca……..que salgan a flote en tu relación con tus hijos.

Quizás esta es una página de vida que solamente la pueda enseñar tu condición de viuda.
Hasta Dios te da esta gran oportunidad de ser educadora de algo muy especial: no mostrar signos de
rebeldía. No hay cosa más horrible que pretender educar a los hijos quejándose. La quejítis es una
enfermedad muy de moda. No permitas nunca que tu, que quieres tener una fluida relación con tus
hijos, aflore la quejitis en tu diálogo con ellos.

Piensa que si Dios permitió tu viudez, EL no dejará de darte la fuerza y la iluminación para seguir
siendo madre educadora.
María de Nazaret vivió la parte mas importante de la vida de Jesús cuando ya no estaba su esposo José.
Fue madre educadora no solo de Jesús sino también de aquella iglesia naciente de aquellos tiempos.
No tenía esposo en gran parte de su vida pero nunca María estuvo sola.

La relación con los hijos adolescentes es un periodo muy difícil, sería bueno que no lo vivieras sola y
cuando digo que sería bueno que no lo vivieras sola no me estoy refiriendo a conocer otro compañero u
otro esposo. No….no quiero que me interpretes mal. Me estoy refiriendo a que no lo vivas sola porque
tendría mucha importancia la pequeña comunidad que ayuda y acompaña.

Una de las cosas hermosas que tiene el Movimiento Familiar Cristiano al cual en vida de mi esposa
Lydia pertenecimos por más de 50 años, es que tiene pequeñas comunidades según cada circunstancia
de vida. Hay grupos de viudas, de señoras solas por las variadas causas de vida..
Donde mejor tu puedes desahogarte, dónde mejor tu puedes dejarte de sentirte sola es juntándote una
vez al mes con señoras que tienen tu misma problemática

Y donde no solamente se habla de cosas banales, sino que se reflexiona sobre hechos de vida, lo cual
hace que se ayuden unas a otras a vivir y de esa manera alejan de su vida la desgracia del mundo de
hoy: la soledad.

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