Вы находитесь на странице: 1из 11

¿SON VÁLIDAS LAS

CONFIRMACIONES ADMINISTRADAS
POR LOS SACERDOTES DE LA
FRATERNIDAD SAN PÍO X?

«El Evangelio es mucho menos compli-


cado que eso.
— Piense lo que quiera, pero no se queje
si fracasa. Le guste o no, nada tiene éxito
en la Iglesia sino aquello que es teológico».
(Padre V. A. Berto, in La Pensée Catho-
lique no 20, p. 24).

En un acta 1 que data del primero de mayo de 1980, Monseñor Lefebvre


concede a sus sacerdotes multitud de potestades y facultades canónicas o
litúrgicas. Así justifica dicha delegación:
«En virtud de las facultades concedidas a los Ordinarios en la Carta Apostólica
Pastorale munus del 30 de noviembre de 1963, facultades concedidas a todos los
Obispos de las misiones y extendidas de aquí en adelante a toda la Iglesia, delegamos
las siguientes potestades: …» 2

A continuación, se listan tres series de potestades:


— una primera serie concedida «a todos los miembros sacerdotes de la
Fraternidad y a todos los sacerdotes que habitan en las casas de la Frater-
nidad» 3 y que comprende 34 potestades,

1
Folleto verde titulado «Ordenanzas sobre las potestades y facultades de que
gozan los miembros de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X».
2
Folleto citado, p. 11.
3
Ibid.

-1-
— una segunda serie concedida «a los Asistentes, a los dos funcionarios
generales, a los Superiores de distrito, de casas autónomas y de Semi-
narios» 4 y que comprende 5 potestades,
— una tercera serie de «facultades a obtener con previa petición o
reservadas al Obispo» 5, que comprende 12 potestades.
Nos proponemos hacer un análisis sucinto de dicha acta y deducir sus
consecuencias, mismas que, tal como veremos, no son de poca im-
portancia.

I. EL MOTU PROPRIO PASTORALE MUNUS


No es nuestra intención aquí volver sobre la cuestión de la Autoridad de
Pablo VI 6. Nos conformaremos con estudiar el Motu proprio mediante el
cual Monseñor Lefebvre justifica su delegación de potestades.
El 30 de noviembre de 1963, Pablo VI concede a los Ordinarios del
lugar una serie de 40 facultades y, a todos los Obispos, tanto residenciales
como titulares, una serie de 8 privilegios personales. Esta concesión debía
entrar en vigor el 8 de diciembre de 1963.
Dejemos de lado los privilegios personales y examinemos las facultades
otorgadas por Pastorale munus.

A. LOS DESTINATARIOS DE ESTAS FACULTADES


Estas facultades les fueron concedidas a ciertos miembros de la Iglesia,
mismos que Pablo VI se toma la molestia de enumerar: Obispos resi-
denciales, Vicarios y Prefectos apostólicos, Administradores apostólicos
constituidos permanentemente, Abades y Prelados nullius, todos los cuales
gozan en su territorio de los mismos derechos y facultades que los Obispos
residenciales. En resumen, Pablo VI concede dichas facultades a los

4 Op. cit., p. 16.


5 Op. cit., p. 17.
6 Como lo han demostrado argumentos que no han sido refutados todavía, en
virtud de la doctrina católica, es seguro que Pablo VI dejó de ser Papa por lo menos
desde el 7 de diciembre de 1965 (cf. Cahiers de Cassiciacum no 1 y suplemento en el
no 2). Nosotros sostenemos que nunca lo fue, pues sus actos ponen de manifiesto que
nunca se transformó. En ese caso, es evidente que Pastorale munus carece de todo
valor.
Si se piensa que Pablo VI gozaba de la Autoridad pontificia el 30 de noviembre de
1963, nada cambiaría en el presente estudio.

-2-
Ordinarios del lugar, es decir, a aquellos que gozan de la jurisdicción
episcopal en un territorio dado.
Pablo VI otorga también a estos Ordinarios del lugar la posibilidad de
delegar el uso de estas mismas facultades a sus Obispos auxiliares o
Coadjutores, a sus Vicarios generales o, en el caso de los Vicarios y Pre-
fectos apostólicos, a sus Vicarios delegados.

Ahora bien, constatamos lo siguiente:


— Cualquiera que sea la existencia y el estatuto canónico de la Fraternidad
San Pío X, esta no es una religión clerical exenta 7. Por tanto, Monseñor
Lefebvre, su superior general, no es el Ordinario de esta: él no tiene sobre
sus miembros la potestad de jurisdicción que solo los Ordinarios tienen
sobre sus súbditos.
— Aún menos es Monseñor Lefebvre un Ordinario del lugar: no posee
ninguna jurisdicción local. Por tanto, bajo ningún concepto es él benefi-
ciario de la concesión de facultades efectuada por Pablo VI.

B. EL CONTENIDO DE ESTAS FACULTADES

Al conceder estas facultades a los Ordinarios del lugar, Pablo VI les


otorga el poder de conceder ciertas dispensas, de dar ciertos permisos a los
sacerdotes, de otorgar favores a sus súbditos. Sin embargo, el Motu proprio
dice expresamente que los Ordinarios del lugar no tienen la potestad de
delegar las facultades a sus sacerdotes, excepto aquellas para las que esta
potestad está expresamente especificada.
De esta forma, por ejemplo, Pastorale munus otorga a los Ordinarios
del lugar la potestad de dispensar algunos impedimentos de Matrimonio 8,
pero no se les otorga la potestad de delegar a sus sacerdotes la facultad de
dispensar estos impedimentos de Matrimonio (salvo, como hemos visto,
en el caso de los Coadjutores, Auxiliares, Vicarios generales o delegados).

7
Se le llama religión clerical exenta a una sociedad religiosa aprobada por la
Autoridad de la Iglesia en la que los miembros emiten votos públicos, en la que la
mayoría de los miembros son sacerdotes o están llamados a serlo y que está sustraída
de la jurisdicción de los Ordinarios del lugar. A los Superiores mayores de estas
sociedades se les llama Ordinarios porque tienen la jurisdicción episcopal sobre sus
súbditos. (Cf. Cance, Le Code de Droit canonique, t. 2, pp. 17-19).
Los sacerdotes de la Fraternidad San Pío X no emiten votos públicos y la
Fraternidad no está sustraída de la jurisdicción local. Por tanto, la Fraternidad no es
una religión clerical exenta.
8
Pastorale munus, I, 19 y 20.

-3-
Si comparamos Pastorale munus con la delegación de potestades que
hizo Monseñor Lefebvre, observamos que:
— de las 51 potestades contenidas en el folleto que enumera las facultades
de los sacerdotes de la Fraternidad, 36 NO SE ENCUENTRAN en
Pastorale munus;
— de las 15 potestades restantes, al menos 4 están más ampliadas que en
el Motu proprio de Pablo VI 9 y 3 no son delegables 10.

C. LA FALSA REFERENCIA A PASTORALE MUNUS


La referencia que hace Monseñor Lefebvre al Motu proprio Pastorale
munus es inadecuada por dos razones:
— Monseñor Lefebvre no puede ser beneficiario de este, pues no es un
Ordinario del lugar;
— La mayoría de las potestades que delega a sus sacerdotes no están
presentes en el texto de Pablo VI.
Demos dos ejemplos.
• Monseñor Lefebvre, justificándose en Pastorale munus, otorga a
sus sacerdotes la potestad de exponer al Santísimo Sacramento solamente
con dos velas encendidas11. Ahora bien, Monseñor Lefebvre no es Ordi-
nario del lugar e, incluso si lo fuera, el Motu proprio no le daría esta
potestad, ni siquiera a él personalmente, pues tal autorización no se
encuentra en el Motu proprio.
Recordemos que las normas litúrgicas exigen, para la exposición del
Santísimo Sacramento en la custodia, un mínimo de doce velas sobre el
altar y dos al pie del altar.
• Monseñor Lefebvre, justificándose en Pastorale munus, otorga a
sus sacerdotes la potestad de «bendecir los rosarios, las cruces, las esta-
tuillas y las medallas con solo la señal de la Cruz con la atribución de las
indulgencias apostólicas, así como de imponer sobre los rosarios las deno-
minadas indulgencias de Santa Brígida y de los Padres Crucíferos» 12.

9 Folleto citado, p. 11, no 6; p. 13, no 13; p. 17, 4o y 8o.


10 Idem, p. 14, no 24.
11 Folleto citado, p. 14, no 19.
12 Idem, p. 14, no 24.

-4-
Esta no es una facultad concedida en Pastorale munus, sino uno de los
ocho privilegios otorgados personalmente13 a los Obispos, tanto residen-
ciales como titulares y que, por tanto, ellos no pueden delegar, ni siquiera
a su Vicario general.
Por tanto, para bendecir válidamente, los sacerdotes deben utilizar las
oraciones y prescripciones del Ritual.
En consecuencia, cualquiera que sea el estado de la Autoridad de
Pablo VI, esta delegación de potestades a los sacerdotes de la Fraternidad
San Pío X es nula y carece en sí misma de valor. A este respecto no hay
ninguna duda posible.
No se puede usar como pretexto el hecho de que Monseñor Lefebvre
hace uso de las muy amplias potestades de las que gozaba como Obispo
misionero, puesto que:
— Monseñor Lefebvre pretende justificar su delegación en Pastorale
munus;
— Monseñor Lefebvre ya no es Ordinario del lugar de misiones y, si aún
lo fuese, solo podría delegar dentro de los límites geográficos de su
jurisdicción.

II. LOS IMPEDIMENTOS DE MATRIMONIO


Mencionamos rápidamente el caso que nos parece más trágico, el de los
impedimentos de Matrimonio.
Para salvaguardar la santidad y la dignidad del Matrimonio, la Santa
Iglesia ha establecido varios impedimentos:
— los impedimentos prohibitorios que, si se violan, no se anula el matri-
monio, pero lo vuelven ilícito; son tres;
— los impedimentos dirimentes que, si se violan, se anula el matrimonio;
son trece 14.
En algunos casos, la Santa Iglesia acepta dispensar los impedimentos,
incluso los dirimentes, siempre y cuando no sean de derecho natural. El
poder de dispensar le pertenece de forma exclusiva al Sumo Pontífice
quien, según el derecho de la Iglesia en vigor, lo ejerce a través de las

13
Pastorale munus, II, 7.
14
Cf. Código de Derecho Canónico, cc. 1035-1080.

-5-
Congregaciones Romanas15, y lo delega, en algunos casos urgentes y parti-
culares, a los Ordinarios y a los confesores.
Toda dispensa otorgada sin potestad es nula y el matrimonio es ya sea
ilícito o nulo, incluso si los «cónyuges» no tienen consciencia de ello.
El Motu proprio Pastorale munus les concede a los Ordinarios del lugar
la potestad de dispensar impedimentos menores 16 de Matrimonio 17. Esta
potestad solamente puede ser delegada a los Coadjutores, Auxiliares,
Vicarios generales o Delegados.
Monseñor Lefebvre incluye la potestad de dispensar los impedimentos
de Matrimonio entre aquellas «a obtener con previa petición o reservadas
al Obispo» 18, sin especificar si está exclusivamente reservada al Obispo y
sin restringirla a los impedimentos menores.
Sea como fuere, el Superior General de la Fraternidad San Pío X no es
Ordinario del lugar y él mismo no posee esta potestad de dispensar. Si él
mismo o alguno de sus sacerdotes intentara dispensar, fuera de los casos
muy particulares en que el Derecho Canónico le permite a todo confesor o
a un sacerdote que asiste legítimamente a un matrimonio…19 Si semejante
tentativa tuviera lugar —quod Deus avertat—, la dispensa carecería de
valor y el matrimonio sería nulo en caso de que hubiera uno (o varios)
impedimentos dirimentes.
Este caso es extremadamente grave, dado que, en el supuesto de que se
produjera, instituiría a los pseudocónyuges en el estado de concubinato.
Desde luego, este concubinato sería inocente de su parte si ellos lo ignoran
de buena voluntad o sin negligencia. No obstante, se encontrarían en una
situación completamente irregular y sería muy difícil abrirles los ojos.

15
El Santo Oficio para los impedimentos de mixta religión y de disparidad de
cultos, la Congregación para los Sacramentos para los otros impedimentos en el fuero
externo, la Sagrada Penitenciaría para los impedimentos en el fuero interno y la
Congregación para la Propagación de la Fe para los lugares de misión que esta tiene a
su cargo.
16
Se les llama impedimentos menores a aquellos que la Iglesia tiene la costumbre
de dispensar más fácilmente. Son cinco (canon 1042).
17
Pastorale munus, I, 19 y 20.
18
Folleto citado, p. 17.
19
En el caso de los primeros, en el fuero interno sacramental en caso de impe-
dimentos ocultos y de extrema urgencia si es imposible acudir al Ordinario del lugar,
y en caso de peligro inminente de muerte. Para los segundos, en los mismos casos en
el fuero externo. Para más precisión, consulte los cánones 1043-1045.

-6-
En cuanto a los clérigos, ellos no tienen el pretexto de la ignorancia.
Debido a sus deberes de estado, tienen la obligación de conocer y aplicar
las normas del Derecho tal como las exige la Iglesia.
Este caso de los impedimentos de Matrimonio es más trágico que el de
las Confirmaciones que estamos a punto de analizar. No obstante, este
último caso no es hipotético, puesto que ya ha ocurrido.

III. LAS CONFIRMACIONES


Entre las «potestades concedidas» por Monseñor Lefebvre, tres están
relacionadas con la Confirmación.
— A todos los sacerdotes de la Fraternidad o que habiten en las casas de
la Fraternidad, Monseñor Lefebvre les concede la potestad de «administrar
el Sacramento de la Confirmación a todos los fieles en peligro de
muerte» 20 y de «confirmar antes del Matrimonio a los cónyuges que no
estén confirmados»21.
— A los Asistentes, a los dos funcionarios generales, a los Superiores de
distrito, de casas autónomas y de Seminarios, les otorga la potestad de
«administrar el Sacramento de la Confirmación en ausencia o impedimento
del Obispo, siempre observando el rito indicado por el Ritual Romano» 22.
Recordemos que el ministro ordinario del Sacramento de la Confir-
mación es el Obispo y que todo Obispo puede siempre administrar con
validez dicho sacramento.
El ministro extraordinario de la Confirmación es el sacerdote delegado
por el Sumo Pontífice. Dicha delegación es necesaria para que el sacra-
mento sea válido. Si un sacerdote intentara confirmar sin delegación o
fuera de los límites de su delegación, no habría sacramento 23.
El Derecho común concede esta delegación a los Cardenales que son
sacerdotes sin ser Obispos, aplicable sobre toda la Iglesia, y a los Ordi-
narios del lugar que son sacerdotes sin ser Obispos, aplicable sobre la
extensión de su territorio.

20
Folleto citado, p. 11, no 2.
21
Idem, p. 11, no 4.
22
Idem, p. 16, no 35.
23
Véase, por ejemplo, Prümmer, Manuale Theologiæ Moralis, t. III, no 159.

-7-
A partir de Pío XII 24, los curas y aquellos que tienen cura de almas a
semejanza de los curas (sobre un territorio determinado) pueden confirmar
a los fieles que se encuentren en peligro de muerte dentro de los límites de
su territorio.
Según la costumbre inmemorial, se delega la potestad de confirmar a
los sacerdotes orientales 25 .
El Motu proprio Pastorale munus (que, de todos modos, no se aplica a
la Fraternidad San Pío X) no menciona en ninguna facultad alguna potestad
de confirmar.
Los sacerdotes de la Fraternidad San Pío X no pueden, en virtud de la
«delegación» de su superior, administrar de forma válida el Sacramento de
la Confirmación.

IV. NO HAY SUPLENCIA


Un sacerdote a quien hemos comunicado estas reflexiones de una forma
más breve nos objeta:
«Monseñor no concede estas facultades porque sea Ordinario (esto sería, en
efecto, un poco fuerte) 26, sino, como él mismo explica p. 3, así como en el folleto El
golpe maestro de Satanás, pp. 46-47 (también podemos añadir aquí algunos cánones
acerca de este mismo derecho de los fieles) 26, en virtud de la suplencia de la Iglesia.
Si no me equivoco, ningún canon limita esta suplencia solamente a la confesión, por
ejemplo. […] Me sorprende que una cosa tan común haya podido escapársele…».

A esto, hay que responder:


1
) Monseñor Lefebvre afirma estar haciendo una verdadera delegación 27.
2
) Si los sacerdotes de la Fraternidad San Pío X tienen las potestades en
cuestión en virtud de la suplencia, no hay ninguna necesidad de una dele-
gación. Una delegación es canónica o no es.
3
) La suplencia no es la panacea.
Admitimos perfectamente que, en la situación literal de anarquía en la
que nos encontramos, hay suplencia divina en pro de los fieles en lo que
concierne a la potestad de Santificación de la Iglesia.

24
Decreto Spiritus Sancti munera del 14 de septiembre de 1946.
25
Se les ha retirado esta potestad en ciertas regiones: Bulgaria, Italia, Albania,
Chipre, Líbano. Cf. Noldin, Summa Theologiæ Moralis, de Sacramentis, no 89, d.
26
El paréntesis es de nuestro cofrade.
27
Folleto citado, p. 11.

-8-
Sin embargo, parece que hay tres factores necesarios para que exista tal
suplencia (exceptuando aquellos previstos expresamente por el Derecho):
— la necesidad general, no solo de un caso particular;
— la imposibilidad del recurso a la Autoridad. La Autoridad es el juez de
los actos sacramentales que debemos realizar. Una falta accidental de
la Autoridad no puede dar lugar a una suplencia. Si la falta es esencial
y habitual, es la existencia misma de la Autoridad lo que se pone en
entredicho;
— un fundamento real en aquel que debe actuar en virtud de una
suplencia. Tal fundamento no puede ser otra cosa que el Carácter que
imprime el Sacramento del Orden.
Gracias a que el sacerdote católico posee este Carácter sacerdotal,
Nuestro Señor Jesucristo y la Iglesia suplen para la actuación de este
Carácter, cuyo ejercicio normal está impedido para el mayor perjuicio de
las almas.
Por tanto, se excluyen los actos de mera jurisdicción (dispensar un
impedimento de Matrimonio, conceder una indulgencia) que no consti-
tuyen el ejercicio del Carácter sacramental, así como los actos en los que
el sacerdote solo es el ministro extraordinario (confirmar, conferir las
órdenes menores).
En el caso del Sacramento de la Penitencia, la suplencia no otorga juris-
dicción, sino que Cristo y la Iglesia suplen la falta de jurisdicción en cada
absolución, puesto que el sacerdote, por su Carácter sacerdotal, está meta-
físicamente ordenado para dar dicha absolución. La jurisdicción normal-
mente necesaria no le da al sacerdote la potestad de confesar: le da un
sujeto sobre el cual ejercer dicha potestad 28.
No sucede lo mismo con la Confirmación. Un simple sacerdote sin
delegación no tiene la potestad de confirmar. Así lo enseña el Concilio de
Trento:
«Por ende, declara el santo Concilio que, sobre los demás grados eclesiásticos, los
Obispos que han sucedido en el lugar de los Apóstoles, pertenecen principalmente a
este orden jerárquico y están puestos, como dice el mismo Apóstol, por el Espíritu
Santo para regir la Iglesia de Dios (Ac 20,28); son superiores a los presbíteros y
confieren el Sacramento de la Confirmación, ordenan a los ministros de la Iglesia y
pueden hacer muchas otras más cosas, en cuyo desempeño ninguna potestad tienen

28
Véase, por ejemplo, Journet, L’Église du Verbe Incarné, parte Ia, La Hiérarchie
apostolique, capítulo V. En la edición de 1941, Excursus III, p. 191; en la edición de
1955, Excursus IV, p. 217.

-9-
los otros de orden inferior (quarum functionum potestatem reliqui inferioris ordinis
nullam habent)» 29.

Los sacerdotes, como tal, no tienen ninguna potestad para confirmar.


Por tanto, en ellos no hay ningún fundamento real que justifique una
suplencia.
Confirmar supone para el sacerdote una extensión de su potestad
sacramental. Es necesario que su Carácter sacerdotal sea ampliado a un
nuevo efecto, ya sea de forma permanente e inamisible a través de la
Consagración episcopal, o ya sea de forma transitoria y precaria a través
de una delegación del Papa, quien puede hacerlo, como dice Santo Tomás
de Aquino, en virtud de la plenitud de su Potestad sobre la Iglesia (Papa in
Ecclesia habet plenitudinem potestatis) 30
Aquello que le falta a un sacerdote para poder confirmar y que le puede
ser concedido por el Sumo Pontífice no está en la línea de la jurisdicción
que le otorgaría un sujeto a confirmar, sino en la línea de la potestad de
orden 31. Es una dignidad que se refiere a la misma especie de potestad que
la de orden 32, es un perfeccionamiento de la potestad de orden que ya posee
de manera incompleta 33.
Estamos, por tanto, en posición de responder a la pregunta que consti-
tuye el título de este estudio: las confirmaciones administradas por los
sacerdotes de la Fraternidad San Pío X no son válidas, ni en virtud de una
delegación canónica, ni en virtud de una suplencia.

V. AL BONDADOSO LECTOR
Tres considerandos nos mueven a publicar este estudio que analiza
sucintamente las potestades de los sacerdotes de la Fraternidad San Pío X:
• La existencia de esta delegación de potestades se ha divulgado por
un medio sobre el que no tenemos ninguna responsabilidad.
• Nosotros le escribimos personalmente al primer Asistente de Mon-
señor Lefebvre, Superior del distrito de Francia, en el mes de julio de 1980,

29
Concilio de Trento, Sesión XXIII, capítulo 4, Denz.-Bann., no 960.
30
Suma teológica, IIIa, q. LXXII, a. 11, ad lm.
31
Noldin, Summa Theologiæ Moralis, de Sacramentis, no 89, a.
32
Lehmkhul, Theologiæ Moralis, II, p. 73
33
Vermeersch, Theologiæ Moralis, III, no 243.

- 10 -
para presentarle estas observaciones (de una forma más sucinta). No hemos
recibido ninguna respuesta. Después, hemos comunicado estas mismas
observaciones a nueve sacerdotes de la Fraternidad. Uno nos ha expresado
oralmente que está de acuerdo, otros dos nos han respondido por escrito:
uno agradeciéndonos atentamente y el otro presentándonos la objeción que
se menciona más arriba. Los otros seis han guardado silencio. Nosotros les
pedíamos que tuvieran la caridad de sacarnos de nuestro error o de corre-
girnos si era pertinente. Es imposible no sorprenderse con su silencio ante
la gravedad de nuestras afirmaciones. Después, hemos difundido este estu-
dio por nuestra cuenta y se le ha hecho cierta publicidad sin nuestro consen-
timiento. En el momento en el que escribimos esto, nadie ha venido a
desmentirlo.
• Por último, esta delegación no se ha quedado en letra muerta: una
«confirmación» (antes del matrimonio) ha sido administrada por un sacer-
dote de la Fraternidad San Pío X, en uno de los prioratos, el jueves 16 de
octubre de 1980.
Ante la gravedad de semejante cuestión, nuestro único deseo es el bien
de la Iglesia y de los fieles que, una vez más, están en riesgo de ser
engañados. En definitiva, ellos siempre son las víctimas. Sin caer en cues-
tiones personales, que se consideren, pues, solamente los argumentos y los
hechos y, como decía el R. P. Ambrosio Gardeil, a quien tenemos el gusto
de citar:
«Si no se acepta nuestra solución, que se nos presente una que esté autorizada. Lo
único que pedimos es la luz y diremos, como Mabillon: Nuestra victoria es ser
vencidos por la Verdad» 34.
Padre Hervé BELMONT
[in Cahiers de Cassiciacum no 6, Mayo 1981]

34
La crédibilité et l’Apologétique, 2a ed., p. 227.

- 11 -

Вам также может понравиться