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CONFIRMACIONES ADMINISTRADAS
POR LOS SACERDOTES DE LA
FRATERNIDAD SAN PÍO X?
1
Folleto verde titulado «Ordenanzas sobre las potestades y facultades de que
gozan los miembros de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X».
2
Folleto citado, p. 11.
3
Ibid.
-1-
— una segunda serie concedida «a los Asistentes, a los dos funcionarios
generales, a los Superiores de distrito, de casas autónomas y de Semi-
narios» 4 y que comprende 5 potestades,
— una tercera serie de «facultades a obtener con previa petición o
reservadas al Obispo» 5, que comprende 12 potestades.
Nos proponemos hacer un análisis sucinto de dicha acta y deducir sus
consecuencias, mismas que, tal como veremos, no son de poca im-
portancia.
-2-
Ordinarios del lugar, es decir, a aquellos que gozan de la jurisdicción
episcopal en un territorio dado.
Pablo VI otorga también a estos Ordinarios del lugar la posibilidad de
delegar el uso de estas mismas facultades a sus Obispos auxiliares o
Coadjutores, a sus Vicarios generales o, en el caso de los Vicarios y Pre-
fectos apostólicos, a sus Vicarios delegados.
7
Se le llama religión clerical exenta a una sociedad religiosa aprobada por la
Autoridad de la Iglesia en la que los miembros emiten votos públicos, en la que la
mayoría de los miembros son sacerdotes o están llamados a serlo y que está sustraída
de la jurisdicción de los Ordinarios del lugar. A los Superiores mayores de estas
sociedades se les llama Ordinarios porque tienen la jurisdicción episcopal sobre sus
súbditos. (Cf. Cance, Le Code de Droit canonique, t. 2, pp. 17-19).
Los sacerdotes de la Fraternidad San Pío X no emiten votos públicos y la
Fraternidad no está sustraída de la jurisdicción local. Por tanto, la Fraternidad no es
una religión clerical exenta.
8
Pastorale munus, I, 19 y 20.
-3-
Si comparamos Pastorale munus con la delegación de potestades que
hizo Monseñor Lefebvre, observamos que:
— de las 51 potestades contenidas en el folleto que enumera las facultades
de los sacerdotes de la Fraternidad, 36 NO SE ENCUENTRAN en
Pastorale munus;
— de las 15 potestades restantes, al menos 4 están más ampliadas que en
el Motu proprio de Pablo VI 9 y 3 no son delegables 10.
-4-
Esta no es una facultad concedida en Pastorale munus, sino uno de los
ocho privilegios otorgados personalmente13 a los Obispos, tanto residen-
ciales como titulares y que, por tanto, ellos no pueden delegar, ni siquiera
a su Vicario general.
Por tanto, para bendecir válidamente, los sacerdotes deben utilizar las
oraciones y prescripciones del Ritual.
En consecuencia, cualquiera que sea el estado de la Autoridad de
Pablo VI, esta delegación de potestades a los sacerdotes de la Fraternidad
San Pío X es nula y carece en sí misma de valor. A este respecto no hay
ninguna duda posible.
No se puede usar como pretexto el hecho de que Monseñor Lefebvre
hace uso de las muy amplias potestades de las que gozaba como Obispo
misionero, puesto que:
— Monseñor Lefebvre pretende justificar su delegación en Pastorale
munus;
— Monseñor Lefebvre ya no es Ordinario del lugar de misiones y, si aún
lo fuese, solo podría delegar dentro de los límites geográficos de su
jurisdicción.
13
Pastorale munus, II, 7.
14
Cf. Código de Derecho Canónico, cc. 1035-1080.
-5-
Congregaciones Romanas15, y lo delega, en algunos casos urgentes y parti-
culares, a los Ordinarios y a los confesores.
Toda dispensa otorgada sin potestad es nula y el matrimonio es ya sea
ilícito o nulo, incluso si los «cónyuges» no tienen consciencia de ello.
El Motu proprio Pastorale munus les concede a los Ordinarios del lugar
la potestad de dispensar impedimentos menores 16 de Matrimonio 17. Esta
potestad solamente puede ser delegada a los Coadjutores, Auxiliares,
Vicarios generales o Delegados.
Monseñor Lefebvre incluye la potestad de dispensar los impedimentos
de Matrimonio entre aquellas «a obtener con previa petición o reservadas
al Obispo» 18, sin especificar si está exclusivamente reservada al Obispo y
sin restringirla a los impedimentos menores.
Sea como fuere, el Superior General de la Fraternidad San Pío X no es
Ordinario del lugar y él mismo no posee esta potestad de dispensar. Si él
mismo o alguno de sus sacerdotes intentara dispensar, fuera de los casos
muy particulares en que el Derecho Canónico le permite a todo confesor o
a un sacerdote que asiste legítimamente a un matrimonio…19 Si semejante
tentativa tuviera lugar —quod Deus avertat—, la dispensa carecería de
valor y el matrimonio sería nulo en caso de que hubiera uno (o varios)
impedimentos dirimentes.
Este caso es extremadamente grave, dado que, en el supuesto de que se
produjera, instituiría a los pseudocónyuges en el estado de concubinato.
Desde luego, este concubinato sería inocente de su parte si ellos lo ignoran
de buena voluntad o sin negligencia. No obstante, se encontrarían en una
situación completamente irregular y sería muy difícil abrirles los ojos.
15
El Santo Oficio para los impedimentos de mixta religión y de disparidad de
cultos, la Congregación para los Sacramentos para los otros impedimentos en el fuero
externo, la Sagrada Penitenciaría para los impedimentos en el fuero interno y la
Congregación para la Propagación de la Fe para los lugares de misión que esta tiene a
su cargo.
16
Se les llama impedimentos menores a aquellos que la Iglesia tiene la costumbre
de dispensar más fácilmente. Son cinco (canon 1042).
17
Pastorale munus, I, 19 y 20.
18
Folleto citado, p. 17.
19
En el caso de los primeros, en el fuero interno sacramental en caso de impe-
dimentos ocultos y de extrema urgencia si es imposible acudir al Ordinario del lugar,
y en caso de peligro inminente de muerte. Para los segundos, en los mismos casos en
el fuero externo. Para más precisión, consulte los cánones 1043-1045.
-6-
En cuanto a los clérigos, ellos no tienen el pretexto de la ignorancia.
Debido a sus deberes de estado, tienen la obligación de conocer y aplicar
las normas del Derecho tal como las exige la Iglesia.
Este caso de los impedimentos de Matrimonio es más trágico que el de
las Confirmaciones que estamos a punto de analizar. No obstante, este
último caso no es hipotético, puesto que ya ha ocurrido.
20
Folleto citado, p. 11, no 2.
21
Idem, p. 11, no 4.
22
Idem, p. 16, no 35.
23
Véase, por ejemplo, Prümmer, Manuale Theologiæ Moralis, t. III, no 159.
-7-
A partir de Pío XII 24, los curas y aquellos que tienen cura de almas a
semejanza de los curas (sobre un territorio determinado) pueden confirmar
a los fieles que se encuentren en peligro de muerte dentro de los límites de
su territorio.
Según la costumbre inmemorial, se delega la potestad de confirmar a
los sacerdotes orientales 25 .
El Motu proprio Pastorale munus (que, de todos modos, no se aplica a
la Fraternidad San Pío X) no menciona en ninguna facultad alguna potestad
de confirmar.
Los sacerdotes de la Fraternidad San Pío X no pueden, en virtud de la
«delegación» de su superior, administrar de forma válida el Sacramento de
la Confirmación.
24
Decreto Spiritus Sancti munera del 14 de septiembre de 1946.
25
Se les ha retirado esta potestad en ciertas regiones: Bulgaria, Italia, Albania,
Chipre, Líbano. Cf. Noldin, Summa Theologiæ Moralis, de Sacramentis, no 89, d.
26
El paréntesis es de nuestro cofrade.
27
Folleto citado, p. 11.
-8-
Sin embargo, parece que hay tres factores necesarios para que exista tal
suplencia (exceptuando aquellos previstos expresamente por el Derecho):
— la necesidad general, no solo de un caso particular;
— la imposibilidad del recurso a la Autoridad. La Autoridad es el juez de
los actos sacramentales que debemos realizar. Una falta accidental de
la Autoridad no puede dar lugar a una suplencia. Si la falta es esencial
y habitual, es la existencia misma de la Autoridad lo que se pone en
entredicho;
— un fundamento real en aquel que debe actuar en virtud de una
suplencia. Tal fundamento no puede ser otra cosa que el Carácter que
imprime el Sacramento del Orden.
Gracias a que el sacerdote católico posee este Carácter sacerdotal,
Nuestro Señor Jesucristo y la Iglesia suplen para la actuación de este
Carácter, cuyo ejercicio normal está impedido para el mayor perjuicio de
las almas.
Por tanto, se excluyen los actos de mera jurisdicción (dispensar un
impedimento de Matrimonio, conceder una indulgencia) que no consti-
tuyen el ejercicio del Carácter sacramental, así como los actos en los que
el sacerdote solo es el ministro extraordinario (confirmar, conferir las
órdenes menores).
En el caso del Sacramento de la Penitencia, la suplencia no otorga juris-
dicción, sino que Cristo y la Iglesia suplen la falta de jurisdicción en cada
absolución, puesto que el sacerdote, por su Carácter sacerdotal, está meta-
físicamente ordenado para dar dicha absolución. La jurisdicción normal-
mente necesaria no le da al sacerdote la potestad de confesar: le da un
sujeto sobre el cual ejercer dicha potestad 28.
No sucede lo mismo con la Confirmación. Un simple sacerdote sin
delegación no tiene la potestad de confirmar. Así lo enseña el Concilio de
Trento:
«Por ende, declara el santo Concilio que, sobre los demás grados eclesiásticos, los
Obispos que han sucedido en el lugar de los Apóstoles, pertenecen principalmente a
este orden jerárquico y están puestos, como dice el mismo Apóstol, por el Espíritu
Santo para regir la Iglesia de Dios (Ac 20,28); son superiores a los presbíteros y
confieren el Sacramento de la Confirmación, ordenan a los ministros de la Iglesia y
pueden hacer muchas otras más cosas, en cuyo desempeño ninguna potestad tienen
28
Véase, por ejemplo, Journet, L’Église du Verbe Incarné, parte Ia, La Hiérarchie
apostolique, capítulo V. En la edición de 1941, Excursus III, p. 191; en la edición de
1955, Excursus IV, p. 217.
-9-
los otros de orden inferior (quarum functionum potestatem reliqui inferioris ordinis
nullam habent)» 29.
V. AL BONDADOSO LECTOR
Tres considerandos nos mueven a publicar este estudio que analiza
sucintamente las potestades de los sacerdotes de la Fraternidad San Pío X:
• La existencia de esta delegación de potestades se ha divulgado por
un medio sobre el que no tenemos ninguna responsabilidad.
• Nosotros le escribimos personalmente al primer Asistente de Mon-
señor Lefebvre, Superior del distrito de Francia, en el mes de julio de 1980,
29
Concilio de Trento, Sesión XXIII, capítulo 4, Denz.-Bann., no 960.
30
Suma teológica, IIIa, q. LXXII, a. 11, ad lm.
31
Noldin, Summa Theologiæ Moralis, de Sacramentis, no 89, a.
32
Lehmkhul, Theologiæ Moralis, II, p. 73
33
Vermeersch, Theologiæ Moralis, III, no 243.
- 10 -
para presentarle estas observaciones (de una forma más sucinta). No hemos
recibido ninguna respuesta. Después, hemos comunicado estas mismas
observaciones a nueve sacerdotes de la Fraternidad. Uno nos ha expresado
oralmente que está de acuerdo, otros dos nos han respondido por escrito:
uno agradeciéndonos atentamente y el otro presentándonos la objeción que
se menciona más arriba. Los otros seis han guardado silencio. Nosotros les
pedíamos que tuvieran la caridad de sacarnos de nuestro error o de corre-
girnos si era pertinente. Es imposible no sorprenderse con su silencio ante
la gravedad de nuestras afirmaciones. Después, hemos difundido este estu-
dio por nuestra cuenta y se le ha hecho cierta publicidad sin nuestro consen-
timiento. En el momento en el que escribimos esto, nadie ha venido a
desmentirlo.
• Por último, esta delegación no se ha quedado en letra muerta: una
«confirmación» (antes del matrimonio) ha sido administrada por un sacer-
dote de la Fraternidad San Pío X, en uno de los prioratos, el jueves 16 de
octubre de 1980.
Ante la gravedad de semejante cuestión, nuestro único deseo es el bien
de la Iglesia y de los fieles que, una vez más, están en riesgo de ser
engañados. En definitiva, ellos siempre son las víctimas. Sin caer en cues-
tiones personales, que se consideren, pues, solamente los argumentos y los
hechos y, como decía el R. P. Ambrosio Gardeil, a quien tenemos el gusto
de citar:
«Si no se acepta nuestra solución, que se nos presente una que esté autorizada. Lo
único que pedimos es la luz y diremos, como Mabillon: Nuestra victoria es ser
vencidos por la Verdad» 34.
Padre Hervé BELMONT
[in Cahiers de Cassiciacum no 6, Mayo 1981]
34
La crédibilité et l’Apologétique, 2a ed., p. 227.
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