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SERIE: EL CONFLICTO

LA NATURALEZA DEL CONFLICTO

Lección #5

Colosenses 3:4 “Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis
manifestados con él en gloria”.

Hablemos de la naturaleza del conflicto. La obra del Señor Jesús en Su cruz ha sido ahora
establecida en dos aspectos. Por un lado hemos notado que había aquello que fue realmente
completo y final en Su obra. El Señor destruyó a aquel que tenía el poder de la muerte, eso es
una obra terminada. Por otro lado, está aquello que hemos llamado la obra potencial de la Cruz.
Esto significa que lo que ya es completo y final en el Señor, tiene que todavía llegar a ser
completo y final en los creyentes. Es potencial en cuanto a la Iglesia concierne. Como resultado
de la obra de Su Cruz, los que creen han recibido ya vida eterna. Mientras que esa vida es
victoriosa e incorruptible en si misma, el creyente tiene que venir por fe a probarla, vivirla,
aprender sus leyes y ser conformado a ella. Hay una vida en el creyente que no necesita
agregados en cuanto concierne a su calidad. Pero el curso de la experiencia espiritual, de la vida
espiritual, es descubrir, apropiarse y vivir todo lo que esa vida representa y sinifica. Es imperativo
que reconozcamos esa verdad. Somos inclinados a pensar que la vida del Señor en nosotros
necesita agregados. Cuando realmente, lo que necesitamos es descubrir lo que tenemos y vivir de
acuerdo a eso. Esta vida no es algo que sea aparte del Señor Jesús, y nunca podemos pensar que
necesite alguna mejora, ni la posiblidad de agregarle algo. Es Cristo quien es nuestra vida, y
nuestra necesidad es descubrir lo que Cristo es en nosotros, y aprender a vivir de acuerdo a eso.
En un sentido muy real es la vida obteniendo más y más de nosotros, en lugar que nosotros
obtengamos más y más de la Vida.

En el orden de Dios esto tiene que ser hecho en un mundo donde la muerte aún gobierna y obra;
porque en este mundo la destrucción de la muerte aún no ha sido manifiesta. Estamos en este
mundo donde la muerte reina y obra como una gran energía para que nosotros, por el orden de
Dios, tengamos que probar los valores de la vida que ha sido depositada en nosotros, descubrir
sus potencialidades. Esto es un descubrimiento experimental. Por lo tanto, ser resuelve en si
misma en una batalla entre lo que está en este mundo y la vida que está en el creyente. Es la
batalla por la vida, no en cuanto a la pérdida de esa vida, no en cuanto a si la muerte puede
quitarnos la vida eterna, esa no el la cuestión del asunto, sino en cuanto a su expresión triunfante
y la manifestación total del poder de esa vida, ese es el asunto. Podemos tener vida eterna y que
esa vida nunca sea expresada. “Así brille vuestra luz”. Lo que es verdadero en el caso del
creyente individual puede igualmente ser verdadero en el caso de la Iglesia. La Iglesia puede estar
en posesión de la vida aunque no halla testimonio expresado de ella. Con la expresión y
manifestación de esta vida esta ligado un asunto no menor que el de la resurrección y Señorío de
Cristo. El testimonio del hecho que Jesucristo fue levantado de los muertos y que está a la diestra
de la majestad en las alturas en Señorío absoluto, está ligado con una expresión aquí de esa vida,
que es Su vida resucitada . Eso no es un asunto pequeño. El último Adán fue hecho un “Espíritu
vivificante”. Vivificante, eso es, la vida manifestándose, la vida siendo transmitida, la vida
expresada. Si eso no es expresado a través del creyente y a través de la Iglesia como un todo, hay
algo que está siendo quitado del testimonio del Señor Jesús. La evidencia que Cristo está vivo es
por la expresión de Su vida en los suyos. Nunca se ha probado que Cristo esté vivo por
declaraciones doctrinales, esas declaraciones deben ser probadas por la manifestación y expresión
de Su vida resucitada. Esa expresión de Su vida significa que tu eres la personificación de lo que
tu declaras, cuando Cristo es visto en ti. La resurrección y Señorío de Jesús están ligados con
esta expresión que es llamada el “testimonio”. El testimonio no es un sistema de la verdad. El
testimonio es ese factor extra a la declaración y presentación de la verdad, que es el poder de una
vida que conquista a la muerte. La prueba del testimonio es una vida que conquista la muerte y
que se expresa a si misma en ti. La mayor arma del enemigo es la muerte. La muerte también es
un poder espiritual. Por esto, la batalla se vuelve una batalla entre poderes espirituales, el poder
de la vida, y el poder de la muerte. Esa es la batalla en la que nos encontramos, es una batalla que
se va intensificando y es mejor que la hayamos reconocido de una vez por todas.

Hablemos ahora de la esfera del conflicto. Hablamos en primer lugar acerca del creyente
individual. Debemos recordar que esta vida del Señor resucitado, y ligada con el Espíritu Santo,
quien es el Espíritu de vida, reside en la parte más profunda de nuestro ser, llamado el “hombre
interior”. Por lo tanto la gente más espiritual va a encontrar que el conflicto de la vida se mueve
alrededor y sobre su espíritu. Hay un ataque directo sobre su espíritu para debilitarlos y tener su
espíritu confinado y oprimido. Una de dos cosas van a ocurrir: o su espíritu va a ser oprimido
bajo el peso de la muerte espiritual y será sometido bajo ésta; o tendrán que clamar seriamente al
Señor para ser fortalecidos con poder por Su Espíritu en el hombre interior. Debe haber alli,
entonces, un ejercicio de la fe sobre el fundamento de la oración, levantándose en espíritu, y en el
nombre del Señor, enfrentar y resistir aquello que amenaza aplastar la misma vida de su espíritu.
Nunca podremos seguir adelante hasta que aprendamos como hacerlo. Si el enemigo puede
mantenernos en un círculo de debate, argumento, discusión o cuestionamiento, nunca realmente
venceremos. Otro método del enemigo, es tratar de que expliquemos este asunto mientras está
pasando, cuando es algo menor que la explicación real. Mientras que puede haber mucho que él
puede usar y burlarse en condiciones naturales, finalmente no es una cuestión de cualquier cosa
por naturaleza, es un asunto de ser fuerte en espíritu. Es un hecho establecido que no hay
esperanza para nadie en la dirección de las cosas naturales. Si tu obras desde la circunferencia
hacia el centro, estás obrando en la dirección equivocada y no lo lograrás. Estarás sosteniéndote
de la circunferencia hasta que estés muerto. La clave para la victoria es tener nuestro espíritu en
unión con nuestro Señor resucitado y reinante.

Hablemos ahora de otros ámbitos en los cuales esta batalla de la muerte continúa, donde este
ataque de la muerte se efectúa sobre el creyente. Sobre la mente. Hay un oscurecimiento, un
adormecimiento cuando quieres poner tus pensamientos en el Señor. En otros momentos tu
mente puede estar clara y libre al trabajar en las cosas ordinarias, pero cuando se trata de cosas
espirituales, tu mente divaga, se nubla y no funciona. Debemos ser cuidadosos en reconocer esto
como la obra del enemigo. El ataca nuestra alma no sólo el lado intelectual, sino todos los lados.
Ataca nuestras emociones para secarlas o congelar nuestros sentimientos, de tal manera que
seamos incapaces de responder, o ejercitar cualguier tipo de función del corazón en relación con
el Señor. Lo mismo ocume en el ámbito de la voluntad. Hay veces cuando parece que no
podemos tomar una decisión, el enemigo ataca la voluntad. La muerte aparece sobre nosotros en
cada una de estas esferas, y la experiencia es más o menos común para todos nosotros. Es una
batalla. Así como es con el alma, es con el cuerpo. No hay duda que el enemigo ataca los
cuerpos del pueblo del Señor. No digo que toda enfermedad, o toda debilidad física, o cansancio
sea la obra directa del diablo. Pero hay ataques directos del enemigo sobre los cuerpos del pueblo
del Señor. Donde halla una debilidad el se agarra allí, y busca incapacitarnos a través de nuestra
debilidad, y aunque esa debilidad básica pueda permanecer, no tenemos porque estar
incapacitados por ella. Esta ha sido la historia del pueblo de Dios. La pregunta es si el enemigo
va a usar aquello para arruinarnos, o si, a pesar de eso, vamos a probar que el poder de la vida
triunfa sobre aquello, y que nos lleva adelante.

Hablaremos ahora sobre el aguijon en la carne de Pablo. El testimonio de Pablo nos ayudará en
estos asuntos. Tenemos el registro que para que la grandeza de la revelación que vino a él no le
exaltase desmedidamente, le fue dado un aguijón en su carne, un mesajero de Satanás. Respecto
a lo cual tres veces rogó al Señor, que se lo quitase, pero el Señor dijo, “Bástate mi gracia;
porque mi poder se perfecciona en la debilidad”. (2 Cor. 12:9) Tenemos buenos razones para
creer que la debilidad era física. El problema parecía afectar sus ojos. Esta debilidad, cualquiera
que fuese, fue llamada, “un mensajero de Satanás”. Toda la dirección de ella, por el lado del
enemigo era una obra de muerte. En relación a ella, Pablo habla de la obra de muerte en este
cuerpo mortal. El punto que hago es este, el diablo más claramente tenía que hacer con esta
debilidad, y el Señor lo permitió, aunque la muerte no obró, sino muy al contrario, el curso de la
vida de Pablo es el curso de una vida que triunfa sobre la muerte. Que el poder de la muerte
asalte, y que el Señor no todo el tiempo impida al diablo que ataque estos cuerpos es manifiesto,
pero eso no significa que el Señor desee que muramos. El caso es muy al contrario. El Señor
tenía un propósito saludable en todo, en el caso del apóstol Pablo. Esta obra de la muerte fue
usada expresamente para mantener al hombre espiritualmente vivo, porque sino hubiera sido por
este mensajero de Satanás, él hubicra sido destruído. “No me exaltase desmedidamente”.
Muéstrame un hombre exaltado desmedidamente, y te mostraré un hombre con una vida espiritual
pobre. Encuentra un hombre que es humilde en esto, y aún triumfante de una manera que no se
puede explicar y habrás encontrado un hombre que es un gigante en espíritu. ¡Aférrate a esto! No
permitas que tus situaciones te hundan. No mires tu situación y digas, debido a este problema,
esta debilidad, el propósito de Dios es imposible. Eso es desesperación, no es fe. El testimonio
de Pablo era, “......la vida que ahora vivo en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios....”.
(Gal. 2:20)

Finalmente hablaremos que la vida es más profunda que nuestra conciencia. Debemos siempre
creer en el hecho que esta vida Divina, con todo su potencial, es más profunda que las
circunstancias que nos rodean, y nuestro propio físico o vida del alma. A menos que no captemos
esto, no tenemos base para la victoria. Cuando sentimos que la muerte está obrando con tal
fuerza en el ámbito de nuestros cuerpos o almas, y todo habla de muerte, estamos muy
frecuentemente en peligro de rendirnos a toda la posición. Esta vida que es de Dios es más
profunda que nuestro ser mortal. Es posible para los Hijos de Dios perder su razón, pero aún así
no sufrir un cambio en el hecho tan profundo y real de que Dios está en ellos. Si esto es verdad
en lo mental, también lo es en lo físico. La vida del señor es más profunda que nuestra vida
mortal. Es posible para los Hijos de Dios entrar en una experiencia de sentir que están poseídos
por el diablo. Pierden todo sentido de toque con el Señor. Debemos recordar que estas son
fuerzas espirituales, y las fuerzas espirituales no se detienen ante las barreras físicas. Tenemos un
alma, un sistema nervioso, y muchas veces después de un vaciarnos espiritualmente nos
encontramos con nuestros nervios en mal estado, y sentimos cualquier cosa, menos lo bueno y lo
Santo. ¿Significa eso que después de todo, ellos no son Hijos de Dios? Mira a Elías huyendo de
Jezabel, bajo el árbol, queriendo morir. El seguía siendo el profeta de Dios, y esto era verdad
para Dios como siempre. No estamos tratando de excusar nuestra debilidad, sino tratando de
llegar al corazón de la situación. Es posible que los santos verdaderos pasen por razones
especiales a un ámbiente que parece como un infierno desnudo, y eso dentro de ellos mismos. En
ese momento ellos podrían muy bien creer que es el diablo y no Dios viviendo dentro de ellos.
Eso no significa que el Señor los haya abandonado y que ellos no son hijos del Señor. Eso indica
que el enemigo los ha marcado debido a algo que él está tratando de destruir en sus vidas. No
aceptes eso como algo final. Hay algo más profundo que eso. El Señor es más profundo que
nuestros sentimientos físicos y más profundo que nuestra alma. Eso va a pasar y habrá otra
expresión de Su vida, y aprenderemos a través de esta batalla por la vida qué victoria hay para
nosotros en Cristo gracias a Su cruz. No mires tus circunstancias. ¡Mira a Jesus! ¡Cuando el
enemigo vino como río contra mi, esta vida divina se levantó en mi!

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