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Resumen

Clínica psicoanalítica con niños de Carlos Blinder, Joseph Knobel y María Luisa
Siquier

Capítulo 6
La interpretación del dibujo

6.1. El lugar del dibujo en el psicoanálisis con niños


Otra de las múltiples posibilidades de expresión que los niños utilizan, y que ha demostrado ser muy útil
en los tratamientos, es el dibujo.

Tomando el dibujo como una asociación más, todos los detalles del dibujo del sueño abrieron la
posibilidad de nuevas asociaciones.

Sophie Morgenstern era una psicoanalista polaca afincada en Zúrich desde 1917 donde trabajó con
Bleuler, para trasladarse luego a París en 1924, es la pionera del psicoanálisis con niños: Este tratamiento
pionero se llevó a cabo durante tres meses sólo con los dibujos que el niño realizaba en la sesión. Relata
la analista que en más de una ocasión intentó coaccionar a su paciente para que hablara, pero el niño
respondía a estas coacciones y reprimendas con su mutismo y sus dibujos. La analista analizó cada uno
de los relatos gráficos que Jacques R. realizaba, interpretándolos individualmente y en su conjunto, de
forma secuencial. Morgenstern pudo ir interpretándole a su pequeño paciente su angustia de castración
y sus miedos edípicos.

Así comenzó a tener un lugar importante el dibujo en todo tratamiento con niños, en la caja de juegos
que se le ofrece al niño siempre se le proporcionan lápices de colores y hojas en blanco.

6.2. Una mirada sobre el dibujo


Durante milenios, el hombre fue cazador; con el tiempo y la experiencia, aprendió a interpretar los
indicios, a veces imperceptibles, dejados por la presa.

Una huella representa un animal que ha pasado por allí. Una trabajosa huella, que no es vivida en su
sentido en el presente, es decir en la conciencia, dejará en el aparato psíquico el trabajo subterráneo de
una impresión.
Los indicios, los detalles… también son detalles las huellas digitales, que sirven como identidad
personal.

Freud, en La interpretación de los sueños señala que la interpretación no opera sobre el conjunto, sino
sobre cada uno de los elementos: los detalles son “huellas” dejadas inconscientemente.

En “los sueños la interpretación será análoga al desciframiento de una antigua escritura pictográfica,
como los jeroglíficos egipcios. En los dos casos, hay ciertos elementos que no están destinados a ser
interpretados, o leídos, porque están solamente marcados para servir de determinantes, es decir, para
establecer el significado de algún otro elemento”.
“el fenómeno estético parece traer aquello que prescinde del lenguaje: la sensación vivida corporal; ese
placer libidinal conduce al cuerpo a su placer directo, el del olfato, del gusto, del tacto, de la cenestesia

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y de lo sexual. De este modo, el deleite estético tiende a la encarnación específica en el disfrute, y la vista
y el oído se prestan especialmente a estos transportes”.

El método de interpretación de las obras de arte, que encuentra su modelo en la interpretación de los
sueños, consiste en encontrar lo arcaico individual y colectivo mediante las deformaciones y los detalles.
Pero si el sueño mira hacia atrás, hacia la infancia, hacia el pasado, la obra de arte está por delante del
propio artista, es más un símbolo prospectivo del porvenir del hombre que un síntoma regresivo de sus
conflictos no resueltos.

Más que del gran hombre, el artista está más cerca del neurótico, del hombre primitivo, del niño. Será un
niño que juega.
Jugando a escribir, se aprende a escribir; se juega también a hablar, a dibujar.

El dibujo puede ser un espacio lúdico, o un espacio de angustia, así como la angustia del pintor frente al
blanco de la tela. Como dice A. Aberastury, “el hecho de que la imagen, tanto la externa como la propia,
sea fugitiva, lo angustia… cuando descubre cómo recrearla y retenerla mediante dibujos, disminuye la
angustia” (“Los dibujos infantiles como relato”). El dibujo queda así constituido como espacio
transicional.

Cuando le pedimos a un niño que dibuje, será en un espacio determinado: el diagnóstico, las sesiones.
No serán los dibujos que el niño realiza en su casa, tampoco en la escuela.

“hay que interrogar a la obra, intentar percibir su voz”. En el arte, con la intencionalidad de ser
comprendido, de una u otra manera; no así en el sueño.

El dibujo infantil está, en parte, “a medio camino” entre el sueño y la obra de arte. Guarda proximidad
con el sueño, en su condición de figurabilidad y a través de las asociaciones verbales; pero también con
la obra de arte (no sólo cuando no hay asociaciones verbales), sino también porque va dirigido a un
público/analista. Para el sujeto que contempla, se plantean en el arte los pasos sucesivos en el tiempo del
no sentido al sentido; si hay un primer momento que recoge el estilo, habrá otro que incluye las
proliferaciones asociativas del sujeto, en la articulación consciente-inconsciente.

Es una producción espontánea e impulsiva del inconsciente. El dibujo lo es sólo a veces. Se diferencia
de la obra de arte en que de ésta se espera un placer, un goce estético.

6.3. El dibujo evolutivo


se debe tener en cuenta que el dibujar, el graficar, pasa por unos períodos concretos que nos pueden
orientar mucho sobre el momento que atraviesa determinado niño. Saber y conocer el proceso evolutivo
que sigue el dibujar en los niños puede orientar un diagnóstico y, por supuesto, orientar también la
dirección de una cura.
El dibujar se transforma desde ese momento en una producción propia y no es casual que esto aparezca
a partir de la etapa anal, donde las producciones propias adquieren tanto interés.

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El dibujo de los niños es una producción gráfica o plástica que tiene unas características que lo
diferencian de los otros, tiene un estilo propio: que el estilo es instrumento, el objeto que se utiliza para
dejar una marca.

las principales características del estilo del dibujo del niño provienen de la intención que tiene el niño de
contar y describir la realidad que conoce, y esto es lo que hace que en el dibujo infantil tengan más
importancia la vivacidad y la riqueza de expresión en detrimento de la estética.

Fases del estudio evolutivo del dibujo:


1. Inicio de la expresión gráfica:
– Protodibujo: impresión de la trayectoria del gesto sobre una superficie capaz de registrarla.
– Origen del dibujo: cuando el trazo se vuelve motivo u objetivo del gesto, lo que supone:
– El encuentro fortuito del gesto y la superficie.
– Conciencia de la relación causa-efecto entre gesto e impresión.
– El deseo de reproducir la impresión, lo cual comporta los primeros fracasos.

2. El garabato:
Se trata de una fase de gran evolución en la que el niño se encuentra sometido no sólo a su inmadurez
orgánica, como también a su indiferenciación respecto al otro. El dibujo se caracteriza por las
formaciones de figuras no figurativas. Para el niño sí es la representación de algo.

3. Inicio de la intención representativa:


Se trata del momento en donde van apareciendo formas diferenciadas desde el magma, el garabato. El
niño comienza a ponerle nombre a sus producciones en tanto que encuentra cierta analogía entre la forma
producida y el objeto evocado.

Es el momento donde aparece la primera representación del cuerpo, que también va siguiendo una
evolución peculiar.

4. Fase del realismo infantil:


– Se trata ya de producciones mucho más figurativas.
– El dibujo en esta fase tiene un sentido sintético.

El dibujo equivale a un relato; el niño a través del dibujo muestra una preocupación o una fantasía para
informar y explicar lo que le ocurre.

5. Abandono del realismo infantil:


– Acostumbra a darse alrededor de los doce años.

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– Se inicia a partir del predominio de la perspectiva.

6.4. El dibujo en la clínica


El niño definido como perverso polimorfo en lo funcional, también es polimorfo en sus medios de
expresión y la primacía del lenguaje verbal no está en él asentada, como suele estarlo en la adolescencia.
Ni el juego ni el dibujo son traducibles por entero a lo verbal y por eso no pueden ser entendidos en sus
especificidades más recónditas, valiéndose de la palabra como referente privilegiado. Lo que nos hace
humanos es hablar y convertirnos en un ser de deseo, pero hay que respetar el rechazo del niño por el
lenguaje, que no debe ser una manifestación para complacer, como cuando juega y dibuja porque todavía
no puede hablar.
El niño habla cuando puede, pero también lo hace con sus juegos, sus dibujos y su cuerpo.
Lo que hace falta reivindicar es un “campo de dispersiones” (Foucault) donde HABLAR, JUGAR,
GRAFICAR, MODELAR y otras manifestaciones simbólicas coexisten en una trama polimorfa y
conflictiva, a la manera de escrituras que no reconocen centro alguno en una de ellas, ni subordinaciones,
ni derivados, ni complementos.

Lugar de asignación al dibujo, la producción gráfica, en el psicoanálisis con niños , puede tener un
estamento propio, separado del lenguaje:

“El niño del dibujo” plantea que sí lo tiene, y que si es así es porque desde el psicoanálisis se ha caído en
una espacie de “logocentrismo” (referirse a la tendencia percibida en el pensamiento occidental de situar
el centro de cualquier texto o discurso en el que tiene varios matices de significado)

Se pueden ver las cosas de otra manera, es decir, no olvidar que todos somos seres de lenguaje, y, por lo
tanto, se van a escuchar/interpretar las asociaciones verbales que un niño puede hacer sobre sus dibujos
sin dejar de ver/observar en esas producciones gráficas elementos/rasgos/trazos/detalles, significantes
pictográficos que por su condición de no-simbolizables de otra manera (no procesado por el proceso
secundario) están allí.

Son necesarias, como se dijo, las asociaciones verbales de los niños en análisis, o en un diagnóstico,
sobre un dibujo, o una serie de dibujos, para entender qué está ocurriendo con esa producción y elaborar
una interpretación.

Los adultos necesitan explicaciones y además que ven lo que quieren ver, sin dejar que el dibujo hable
por sí sólo.

6.5. La clínica con el dibujo


Frente a cualquier producción del niño en transferencia, el psicoanalista debería prestar una atención
parejamente flotante (Freud, 1912). Así como no se prioriza el contenido de un juego, ni nos quedamos
solamente con el contenido global de un sueño, igualmente se pueden observar sus dibujos, en donde tal
vez un trazo, un detalle, llame nuestra atención, y se pueda observar su evolución a través de diversas
producciones.

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El dibujar en el niño responde a determinadas leyes de evolución. Interesa saber esto porque se verá si
un determinado niño puede dibujar según su momento evolutivo y cómo su graficar va cambiando a
medida que crece. A medida que se modifican cuestiones que impiden un determinado crecimiento;
nuevamente la atenta observación de los dibujos podrá orientar sobre dónde está ese niño respecto a la
relación consigo mismo y con los demás.

La casa, que lo simboliza, será luego el objeto central de sus paisajes. Reproducir su propio cuerpo, el de
los padres, para luego dibujar animales y objetos inanimados, es la cronología del dibujo en todo
desarrollo normal. La casa es el primer objeto inanimado que aparece en los dibujos y esto se comprende
por ser un símbolo del esquema corporal”.
Si la realidad es impenetrable, existen zonas privilegiadas.

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