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Los sismos son perturbaciones súbitas en el interior de la tierra que dan origen a
vibraciones o movimientos del suelo; la causa principal y responsable de la mayoría
de los sismos (grandes y pequeños) es la ruptura y fractura de las rocas en las capas
más externas de la corteza terrestre.
Fallas: La evidencia de los sismos puede ser observada cuando el contacto entre
dos placas aflora en la superficie de la Tierra en forma de "falla", como la famosa falla
de San Andrés, en California. De hecho, fue en observaciones realizadas en esta falla
que pudo deducirse el mecanismo conocido como la "Teoría del Rebote Elástico".
Esto ocurrió durante el sismo de San Francisco en el año 1906. La figura muestra las
dos placas durante el movimiento lateral que produce la acumulación de esfuerzos.
Cuando los esfuerzos rebasan cierto límite se produce el movimiento entre las placas
y se propaga en ambas direcciones. Queda un desplazamiento permanente a ambos
lados de la falla. Aunque este proceso puede parecer intuitivamente obvio, en realidad
no lo es; durante mucho tiempo, se pensó que el falla miento de la corteza era un
efecto de los temblores y no el origen de los mismos. Si bien los sismos son generados
por la ruptura en el plano de falla, las ondas así creadas se propagan a través de la
tierra porque para los tiempos involucrados en la propagación de las ondas (del orden
de varios segundos) esta se comporta como un cuerpo elástico. Cuando una roca es
sometida a una fuerza pequeña por un corto tiempo, la roca se deforma; pero al cesar
la fuerza, recupera su forma original, sin embargo, cuando la fuerza a que se somete
el material es mayor que su resistencia, esta se rompe o falla a lo largo de un plano
que es el llamado "plano de falla". Si existe un plano de falla preexistente, una nueva
ruptura tenderá a presentarse en el mismo lugar porque este es un plano debilitado
por rupturas anteriores. De la misma manera, si tenemos dos placas en contacto, la
resistencia entre ellas se da a causa de la fricción entre las caras; sin embargo la
fuerza de fricción entre ellas es mucho menor que la que sería necesaria para romper
nuevas rocas, de manera que las fuerzas acumuladas tenderán a fallar a lo largo del
mismo plano.
Sismógrafo
Magnitud de un sismo: No fue hasta 1931 cuando el sismólogo japonés Wadati
observó, al comparar los sismogramas de diferentes temblores, que la amplitud
máxima de las ondas sísmicas parecía proporcional a la dimensión del sismo. Este
concepto fue posteriormente desarrollado en 1935 por Charles Richter quien,
estableciendo analogías con la medida del brillo de las estrellas en astronomía,
empleó por primera vez el término "magnitud" para catalogar los temblores. La escala
original de Richter tomaba las amplitudes máximas de ondas las superficiales de
sismos ocurridos a distancias cortas para calcular lo que el denominó magnitud local
o magnitud ML. Posteriormente, el uso de la escala original de magnitudes de Richter
se extendió para calcular magnitudes a grandes distancias, utilizando las amplitudes
máximas de las ondas P (mb) o de ondas superficiales (MS). El sismo del 19 de
setiembre de 1985 en México por ejemplo, tuvo un valor de magnitud de 8.1 en la
escala MS.
Replicas: Las réplicas, por definición, son los sismos de magnitud menor que el
sismo al cual siguen, y que ocurren sobre el sector de falla geológica recién deslizada;
las réplicas de un sismo de gran magnitud son más grandes y duran más tiempo que
las de un sismo pequeño. Podemos pensar que las réplicas son sismos menores que
liberan parte de la energía que no fue totalmente relajada por el deslizamiento
principal, y que tienden a ocurrir en áreas donde la superficie de la falla tiene
rugosidades o es heterogénea.
Los geólogos todavía no han determinado con exactitud cómo interactúan estas dos
capas, pero las teorías más vanguardistas afirman que el movimiento del material espeso
y fundido de la astenosfera fuerza a las placas superiores a moverse, hundirse o
levantarse.
El concepto básico de la teoría de la tectónica de placas es simple: el calor asciende. El
aire caliente asciende por encima del aire frío y las corrientes de agua caliente flotan por
encima de las de agua fría.
El mismo principio se aplica a las rocas calientes que están bajo la superficie terrestre: el
material fundido de la astenosfera, o magma, sube hacia arriba, mientras que la materia
fría y endurecida se hunde cada vez más hacia al fondo, dentro del manto.