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Las evacuaciones de niños al extranjero durante la guerra Las ofensivas de los militares sublevados
en el Frente Norte, en septiembre de 1936, provocaron la primera evacuación de pequeños grupos
de niños hacia Francia. No obstante, las primeras expediciones oficiales organizadas datan de marzo
de 1937. Una primera expedición fue a la isla de Oléron, otra condujo a 72 niños hacia la Unión
Soviética. La evolución de la guerra en el Norte aceleró el proceso de las expediciones infantiles
hacia Francia, Bélgica, Inglaterra y la Unión Soviética; países que acogieron el mayor número de
niños. Pequeños grupos fueron a Suiza, Holanda y Dinamarca. Suecia y Noruega sostuvieron
colonias en Francia. Por último, a México fueron los llamados "Niños de Morelia". Estas expediciones
oficiales contaron con el apoyo de distintas organizaciones políticas, sindicales y humanitarias y se
concibieron con un carácter provisional. La mayoría de los países facilitaron la repatriación de los
menores excepto la Unión Soviética y México con los que el régimen de Franco no mantenía
relaciones diplomáticas. Durante la guerra fueron evacuados unos 30.000 niños. Se calcula que en
junio de 1938 había en Francia unos 11.000 menores. El éxodo de principios de 1939 llevó al exilio a
cerca de 70.000 niños.
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EXPOSICIÓN "NIÑOS DE LA GUERRA"
Las evacuaciones de los niños al extranjero durante la Guerra. En tránsito por Francia hacia Bélgica.
En la Isla de Oléron. La primera expedición infantil hacia Francia tuvo lugar el 20 de marzo de 1937.
Organizada por el Gobierno Vasco en colaboración con el Gobierno de la República, condujo a 450
niños vascos, entre cinco y doce años, a la colonia llamada "Maison Heureuse" (Casa Dichosa),
situada en la isla de Oléron, en la localidad de Boyardville. Durante un mes los niños disfrutaron
alejados de la guerra. A partir del 21 de abril empezaron a ser desalojados. Unos 300 fueron
llevados a París. Los restantes se encaminaron hacia Bélgica, a la localidad de Oostduinkerke.
Carnet de identidad de uno de los niños evacuados
Llegada de los niños por le canal a la “Casa Dichosa” en la Isla de Oléron, en 1937
Niños evacuados en 1937 con destino a Bélgica en la “Casa Dichosa”. Isla de Oléron
Uno de los diez dormitorios de 50 camas en la “Casa Dichosa”. Isla de Oléron
EXPOSICIÓN "NIÑOS DE LA GUERRA"
Evacuaciones de los niños al extranjero durante la guerra: Bélgica. La llegada de niños españoles a
Bélgica fue precedida de una intensa campaña por parte de los partidos y organizaciones de la
izquierda belga, en especial del Partido Socialista Belga (POB-BWP) a través de las Femmes
Prévoyantes Socialistes. El POB con el apoyo del Partido Comunista y de otras organizaciones
políticas y sociales creó, a finales de 1936, el Comité National pour l’ Hébergement des Enfants
Espagnols en Belgique (CNHEEB) en la Casa del Pueblo de Bruselas, con objeto de preparar las
evacuaciones de la población infantil. La mayoría de los niños llegaron a Bélgica después de pasar
un tiempo en distintas colonias de Francia. Las expediciones masivas guardaron relación directa con
los éxodos provocados por el avance de las tropas franquistas, así entre marzo y septiembre de
1937 (caída del Frente Norte) y enero-febrero de 1939 (caída del Frente Catalán). Entre medias,
pequeñas expediciones, la primera de las cuales condujo a 25 niños a Bélgica el 2 de diciembre de
1936. Se estima que fueron acogidos en este país un total de unos 5000.
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Documento de identidad de uno de los niños acogidos por el P.O.B. (Partido Socialista
Belga), mayo de 1937
EXPOSICIÓN "NIÑOS DE LA GUERRA"
Foto de grupo de niños españoles alojados en el Hogar “Le Fleury”, en Heyst sur Mer,
1937
Personal de un Hotel de Heyst sur Mer donde fueron alojados algunos niños por falta de
camas en el Hogar “La Fleury”, 1937
Algunos de los niños que se encontraban en Heyst sur Mer, 1937
La población belga en general respondió a las solicitudes de apadrinamiento de los niños españoles y
fue, junto con los comités, los que contribuyeron a costear la estancia de aquéllos en Bélgica. Hubo
varios tipos de apadrinamiento: por tiempo limitado, por un periodo ilimitado, en ambos casos
mediante la adopción, o bien contribuyendo de forma total o parcial al mantenimiento de los niños
que permanecieron en las colonias. La mayoría de las solicitudes de adopción lo fueron por el tiempo
que durase la guerra o ilimitado.
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Casi todos los niños que llegaron a Bélgica en abril y mayo de 1937 fueron acogidos por el POB-BWP
y repartidos en adopción entre familias socialistas, pero hubo también otras instituciones que se
ocuparon de la acogida. En este sentido, varias organizaciones y familias católicas atendieron la
llamada que hizo el Cardenal Van Roey, Arzobispo de Malinas, para apadrinar a niños vascos. Fueron
unos 1.200 los acogidos por sectores católicos de la sociedad belga. Además, otros organismos
acogieron en torno a 1.000 niños como la Cruz Roja belga, la sección belga del Office Internationale
pour l’ Enfance, Socorro Rojo Internacional, el Grupo Español para la Defensa de la República o, en
el caso de los niños vascos, el Departamento de Asistencia Social del Gobierno de Euzkadi que
colaboró con la organización del Home Belgo-Basque de Marchin-lez-Huy (Lieja).
Carmen Ramírez, una de las niña acogida por la obra del Cardenal Van Roey, arzobispo de
Malinas
TESTIMONIO DE EMILIA LABAJOS Nací en Carabanchel Bajo, un barrio popular de Madrid... Tenía
cinco años y medio cuando se produjo el alzamiento fascista, el 18 de julio de 1936... En noviembre
de aquel mismo año (1936) salí de Madrid con mi madre y mis dos hermanas, en respuesta al
llamamiento del ejército republicano para que los civiles evacuaran la capital para poder defenderla
mejor. Fue el principio de un largo periplo que nos llevaría finalmente hasta Francia... De los 475
niños llegados a Mouscron el 12 de febrero de 1939, un grupo de 80 del que formábamos parte
nosotras, fue destinado a Oostduinkerke; allí fuimos alojados en el hogar Emile Vandervelde durante
algunas semanas, para recuperarnos y organizar la distribución entre las familias de acogida. A mis
dos hermanas y a mi nos sacaron del hogar y nos llevaron a Bruselas. En la Casa del Pueblo nos
esperaban las familias de acogida... Nuestro padre cayó en combate, en la batalla de Guadalajara, el
9 de marzo de 1937. Con gran valentía nuestra madre nos había rescatado de la guerra de España
para acabar perdiéndonos en Bélgica.
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Documento de identidad de una niña, Emilia Labajos, acogida por el P.O.B. (Partido
Socialista Belga), febrero de 1939
Grupo de niños españoles procedentes de la Colonia “Miaja” de Mataró acogidos en el
“Home du Syndicat du Tram” en Ostende, febrero de 1939
Niños de la Colonia de Tossa de Mar llegan a Comblain au Pont, febrero de 1939
Grupo de niños alojados en Comblain en 1939, antes de su repartición entre las familias
adoptivas
Documento de identidad de una de las niñas, Clementina Sangrones González (Tina) que
llegará a Bélgica en febrero de 1939
Tina y sus hermanas la primera vez que se reencontraron en Bélgica
Casi todos los niños acogidos por organizaciones o familias católicas fueron repatriados tras la caída
del Frente Norte. El resto empezó a ser repatriado a partir de abril de 1939. Los socialistas no
quisieron tener contacto con las autoridades franquistas por lo que colaboraron en el
reagrupamiento de los niños, pero no en su repatriación además, tras la expedición de 5 de
diciembre de 1939, el CNHEEB se desentendió de aquélla, que fue asumida por la Cruz Roja y por
una Comisión neutral para la repatriación de los niños de España creada por el Gobierno belga. De
los cerca de 5.000 niños acogidos en Bélgica durante la guerra civil española permanecieron en este
país unos 1.300, en régimen de adopción.
Anverso y reverso de una carta-postal escrita por Julián Arce a sus padres naturales
(Lieja, 27 de septiembre de 1939)
México. Los niños de Morelia. Desde el inicio de la guerra civil, México ayudó de diversas maneras al
gobierno de la República española. Una de ellas fue acogiendo a los que se llamaron “Niños de
Morelia". El entonces Presidente del país, General Lázaro Cárdenas y su esposa Amalia mostraron
desde el primer momento un vivo cariño e interés por los 451 niños que viajaron en el Mexique
desde Burdeos hasta Veracruz, donde desembarcaron el 7 de junio de 1937. Al día siguiente
llegaron a ciudad de México, siendo alojados en la Escuela “Hijos del Ejército” nº 2. El 10 de junio
una multitud de personas les daban la bienvenida en Morelia, en el estado de Michoacán. Se les
alojó en dos antiguos seminarios, ahora transformados en colegios para niños y niñas con el nombre
de Escuela Industrial “España-México”. Aquí es donde los niños empezaron a extrañar
verdaderamente a los padres y hermanos que habían dejado en España. Las niñas de mayor edad
trataron de suplir estas carencias en los más pequeños.
Los niños con el primer director de la Escuela “España-México”, Lamberto Moreno (1937)
MI DIARIO por Maruja Rodríguez, 12 años (FLAMA. Escuela España-México, septiembre 23 de 1937)
Me levanto a las 7 y me aseo en los lavabos o en las duchas que hay en la Escuela, luego hacemos
ejercicios militares, o sea Instrucción. A las 8 tomo mi desayuno de café con leche y pan, acabamos
a las 8 y media y nos estamos jugando o haciendo lo que queramos hasta las 9 en que se nos llama
a clase y yo voy a sexta que es la mía, allí estudio hasta las 11, hora en que salimos a recreo
durante 30 minutos para volver a nuestro salón y salir definitivamente a la 1 de la tarde. A la 1 y
media toca la banda de cornetas y tambores llamándonos a comer, cada uno vamos a la mesa que
nos corresponde, comemos tres platillos abundantes y además el postre, hay que observar que la
comida es a la española. Al acabar de comer salimos al patio a jugar o descansar hasta las 3 de la
tarde, porque entonces se nos llama para ir a talleres y yo me junto con todos los alumnos de
Electricidad y salimos para el colegio de los niños, en el que como antes he dicho están los talleres y
ahí estamos trabajando hasta las 6 y media, hora en que nos volvemos a formar y salimos de
talleres regresando a la escuela de niñas para tomar la cena que es a las 7. Cuando acabamos de
cenar entramos a la biblioteca para leer libros de estudio o libros de viajes o los que nosotros
queramos y que más nos guste. A las 8 y media salirnos de la biblioteca y subimos al dormitorio, a
las 9 apagan la luz y tocan silencio y hasta la otra mañana que vienen las señoritas niñeras a
despertarnos. Y aquí acaba la referencia de un día de labor. Los días de fiesta salimos de paseo,
vamos de excursión o vamos al cine por lo que estamos muy contentos de nuestra estancia en
Morelia.
Fachada de la Escuela Industrial “España-México”, de Morelia (1937)
El primer director de la Escuela fue Lamberto Moreno que fue destituido tras la muerte accidental
del niño Francisco Nebot Satorres. Le sucedió Roberto Reyes Pérez. Otros niños también murieron
por accidente o enfermedad y varios se escaparon de la Escuela al no poder adaptarse al régimen
que había allí. El Presidente Lázaro Cárdenas veía regularmente a los niños y estos hacían visitas a
la ciudad de México en periodos vacacionales. Algunos niños se fueron a vivir con familiares o con
antiguos residentes de la colonia española en México, otros fueron llevados a escuelas en ciudad de
México.
En 1940 terminó el sexenio de gobierno del General Lázaro Cárdenas. En la Escuela el nuevo
director fue Diego Hernández Topete. A partir de este momento el apoyo oficial empezó a disminuir.
Con la ayuda de la antigua colonia de españoles, un grupo de niñas fueron llevadas al orfanato
Divino Pastor en Mixcoax y otro, al convento de las Madres Trinitarias en Puebla. En diciembre de
1943 concluyeron para los "Niños de Morelia" las actividades en la Escuela y los que quedaban en
ella fueron repartidos en varias Casas-Hogares en ciudad de México. Algunos de estos jóvenes
regresaron a España, pero el resto se quedó definitivamente en México donde formaron una familia.
Aunque la mayoría de estos niños conservaron un sentimiento de gratitud hacia el General Lázaro
Cárdenas, el pueblo mexicano y los españoles allí residentes, el deseo unánime de todos ha sido y
es "¡Qué no haya más Niños de Morelia!".
Evacuaciones de los niños al extranjero. Unión Soviética. La ayuda de Alemania e Italia a los
militares que se sublevaron el 18 de julio de 1936 forzó a la Unión Soviética a apoyar con
armamento y asesores políticos y militares al gobierno de la República. Los bombardeos en el Frente
Norte, en la primavera de 1937, hizo que el gobierno soviético ofreciera acoger a niños españoles.
De esta manera, se organizaron cuatro expediciones que llevaron a ese país cerca de 3.000 menores
acompañados de educadores y personal auxiliar. La primera expedición partió del puerto de Valencia
el 21 de marzo de 1937 con 72 niños. Una segunda, del puerto de Santurce (Bilbao), el 13 de junio
de ese año, compuesta de 1.495 menores. La tercera , del puerto del Musel (Gijón), el 24 de
septiembre de 1937, con 1.100 niños y la última de Barcelona a finales de octubre de 1938, con 300
niños. Las edades oscilaban entre 3 y 14 años y la mayoría procedían del País Vasco, Asturias y
Santander.
Tren con niños españoles, 1938. En el lateral del vagón se puede leer “Viva el pueblo de
España”
Los barcos que transportaron a los niños de las cuatro expediciones arribaron al puerto de
Leningrado donde fueron recibidos con muestras de cariño y alegría por parte del pueblo ruso. Los
niños fueron alojados en las llamadas “Casas Infantiles para Niños Españoles”, especialmente
destinadas para ellos por el gobierno soviético. Fueron un total de 16 Casas, algunas ubicadas en
edificios que en otro tiempo había ocupado la nobleza. En ellas los menores estuvieron en régimen
de internado al cuidado de educadores y personal auxiliar español y ruso. La mayor parte de estos
niños, ya adultos, consideran el periodo que se extiende desde su llegada a las Casas hasta el
verano de 1941 como una de las etapas más felices de su infancia o adolescencia. No les faltó de
nada salvo la presencia de los padres.
Los días felices en las Casas de Niños acabaron el 22 de junio de 1941 con el ataque del ejército
alemán a la Unión Soviética en tres frentes de manera simultánea, por el norte, cercando la ciudad
de Leningrado, por el centro rompiendo la defensa hasta Moscú y por el sur al ocupar Ucrania. En
estos tres frentes estaban situadas las Casa de Niños que se vieron obligadas a una rápida
evacuación. Los niños que se encontraban en las dos Casas de Leningrado sufrieron los primeros
meses del bloqueo, durante el duro invierno de 1941-1942. En la primavera de 1942, el gobierno
ordenó la evacuación de esas Casas a lugares más seguros. Una parte de los jóvenes se
incorporaron al ejército rojo, otros ayudaron en tareas de retaguardia y algunos perdieron la vida en
la que se consideró la “Gran Guerra Patria”.TESTIMONIO DE ISABEL ARGENTINA ÁLVAREZ
Estuvimos en Leningrado en el bloqueo cooperando en todo lo que se podía... con las guardias en
los tejados para evitar las bombas incendiarias, barríamos la nieve de las calles a una temperatura
que en aquel invierno [1941-1942] llegó a 40º bajo cero, cosíamos ropa para el frente... o
trabajábamos en el hospital hasta que una bomba convirtió el hospital en un montón de escombros.
Yo creo que allí nadie se salvó... nosotras en aquél momento no estábamos allí. Cómo nos
sentíamos tan mal en el albergue... fuimos a ver si existía la Casa de Niños de una de nosotras, de
Irene..., por suerte aquella Casa de la calle Tverskaya, cerca de Smolnik, funcionaba... con un grupo
de niños que no habían evacuado..., el gobierno de Leningrado prestaba mucha atención a aquel
núcleo de niños y dio la orden de que todo niño o todo joven [español] que acudiera a esa Casa que
lo recogieran...
Grupo de jóvenes de la Casa de Niños nº 9, de la ciudad de Leningrado, con su educador
(todos murieron en el cerco de Leningrado)
Tras el final de la Segunda Guerra Mundial, la URRS conoció unos años de gran penuria que
sufrieron los niños españoles al igual que el pueblo soviético. La mayoría de ellos fueron regresando
a Moscú desde las zonas a las que habían sido evacuados durante 1944 y 1945. Los jóvenes
comenzaron sus estudios superiores o se pusieron a trabajar, alojándose en albergues y residencias,
a la vez que iban creando familias al casarse entre ellos o con rusos. Aunque una gran parte residió
en Moscú, hubo otros que fueron destinados a trabajar en distintos lugares de Rusia e incluso a las
ciudades más lejanas de Siberia.
Los dirigentes del Partido Comunista Español y el gobierno soviético se preocuparon de que los niños
no perdieran sus raíces ni su identidad nacional, aunque adquirieron la ciudadanía soviética. La
mayoría de estos menores vivieron con la añoranza de su país de origen y de los familiares que
habían dejado allí. El problema estaba en que no había relaciones diplomáticas oficiales entre el
régimen de Franco y la URSS. El desencadenamiento de la Segunda Guerra Mundial y la posterior
Guerra Fría entre los bloques impidieron el retorno de esos jóvenes españoles a su país. Las
primeras expediciones oficiales tuvieron lugar en 1956, tras un acuerdo entre los gobiernos ruso y
español, con el concurso de la Cruz Roja de ambos países. En este año y en 1957 regresaron a
España cerca de la mitad de los jóvenes, pero una parte de ellos volvieron a la URRS al no poderse
adaptar a la vida de la sociedad española de entonces. Desde los años sesenta fueron viniendo a
España de manera individual. Tras la caída del muro de Berlín y ante la situación en la antigua Unión
Soviética, retornó una parte numerosa de los que quedaban en Rusia, pero en la edad de la
jubilación, lo que hizo más difícil su integración en la sociedad española.
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