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2019

TRASVASE INTERCUENCAS

BARRANCA, | 19 DE OCTUBRE 2019


Contenido
INTRODUCCION ................................................................................................................................... 2
LOS TRASVASES INTERCUENCAS ......................................................................................................... 3
1. Definición ................................................................................................................................ 3
2. Causas y justificación:.............................................................................................................. 4
3. Tipología y características de los trasvases ............................................................................. 8
4. Consecuencias e impactos .................................................................................................... 12
4.1. Ambientales........................................................................................................................ 14
4.2. Económicas......................................................................................................................... 16
4.3. Sociales ............................................................................................................................... 17
4.4. Políticas .............................................................................................................................. 18
5. Condiciones de viabilidad...................................................................................................... 18
5.1. Criterios para la aprobación de un trasvase intercuencas ................................................. 18
INTRODUCCION

Siempre que se extrae agua de su ubicación natural, se transporta por cualquier tipo de
medio y se utiliza en un lugar distinto del de origen, podemos decir que se ha realizado un
trasvase de agua.

La realización de trasvases es algo inherente a la actividad humana, especialmente en las


zonas con escasez de recursos hídricos, ya que la localización de dicha actividad no se ha
realizado únicamente en función de las variables hidrológicas, aunque siempre se hayan
tenido en cuenta en mayor o menor grado.

La forma más usual de realizar los trasvases ha sido mediante la construcción de canales
por los que se desviaban las aguas superficiales hasta el lugar de utilización, principalmente
para abastecimiento urbano o para regadío.

Las primeras civilizaciones en construir canales de riego fueron la mesopotámica y la


egipcia, entre tres mil y cinco mil años antes de Cristo (Bazza, 2006). Más cercano en el
tiempo, hace dos mil años, la civilización romana alcanzó un desarrollo notable en la
construcción de infraestructuras hidráulicas, especialmente de acueductos que podían
alcanzar longitudes superiores a los cien kilómetros.

Sin embargo, las aguas superficiales no son la única fuente posible de trasvases, puesto
que estos también pueden realizarse a partir de acuíferos. Al igual que se han construido
canales para derivar agua de los cauces de los ríos, también se han construido para
aprovechar las aguas subterráneas, ya sea de surgencias naturales o de pozos excavados
por el hombre. La problemática surgida a raíz de los trasvases de aguas subterráneas no
es radicalmente diferente de la de los realizados con aguas superficiales, si bien existen las
lógicas diferencias derivadas de las características específicas de
estos recursos.

Si los volúmenes de agua extraídos para trasvasar son relativamente pequeños y su


utilización se realiza cerca de sus lugares naturales de origen, los problemas provocados
por los trasvases no suelen sobrepasar las fronteras locales, y suelen limitarse al reparto
del agua existente entre los diferentes usuarios.

Cuando las cuantías trasvasadas y las distancias recorridas son mayores, los conflictos
originados por los trasvases se incrementan de forma exponencial, surgiendo problemas
de índole económica, social, política y medioambiental, tanto entre los propios agentes
económicos afectados como con la Administración, que suele ser la encargada de tutelar
estas actuaciones.

LOS TRASVASES INTERCUENCAS


1. Definición
Dentro de los trasvases, nos vamos a centrar en los intercuencas puesto que son
los más conflictivos y polémicos debido a la magnitud de sus impactos.

Dado que una cuenca hidrográfica es «la superficie de terreno cuya escorrentía
superficial fluye en su totalidad a través de una serie de corrientes, ríos y, eventualmente,
lagos, hacia el mar13 por una única desembocadura, estuario o delta.»

podemos definir los trasvases de agua intercuencas como aquellos trasvases donde
se extrae agua de un sistema de drenaje de aguas superficiales del máximo nivel,
es decir, de una cuenca hidrográfica, y se vierte a un segundo sistema, también del
máximo nivel (Cox, 1999a: 5).

Por tanto, el término “intercuencas” hace referencia a la relación artificial establecida


entre dos sistemas naturales de recursos hídricos del máximo nivel, es decir, dos
cuencas hidrográficas principales con sendas desembocaduras al mar. En
consecuencia, no se considerarían trasvases intercuencas las transferencias
realizadas entre las cuencas, o mejor dicho, subcuencas, de dos afluentes de un
mismo río.

Tampoco se tendrían en cuenta las divisiones administrativas de un determinado


territorio a la hora de caracterizar o no un trasvase como “intercuencas”, puesto que
su definición está basada en la estructura de los sistemas “naturales” de recursos
hídricos, es decir, la cuenca hidrográfica “natural”, y no en la organización
administrativa del territorio.

Este hecho es especialmente relevante en casos como el español, donde las


demarcaciones hidrográficas14 no coinciden estrictamente con las cuencas
hidrográficas, o en el caso de los ríos internacionales, donde la totalidad de sus
cuencas hidrográficas son compartidas por dos o más países.

Si el origen y el destino de un trasvase estuviesen en áreas administrativas distintas,


independientemente de que perteneciesen a la misma o a distintas cuencas
hidrográficas, estaríamos hablando de trasvases interregionales, interestatales o
internacionales. En estos casos, aunque la problemática de los trasvases
intercuencas (en caso de que lo fuesen) seguiría presente, las cuestiones políticas
cobrarían una importancia fundamental, tal y como, por ejemplo, ha ocurrido con los
proyectos para trasvasar agua desde Canadá a EE.UU.

Como se puede ver, la definición estricta de los trasvases intercuencas no incorpora


ninguna característica relacionada con la cuantía y la distancia del trasvase, sino
sólo con la ubicación geográfica del origen y del destino de la transferencia en
distintas cuencas hidrográficas.

Sin embargo, consideramos, como la literatura científica en general, que esta


definición rigurosa de los trasvases intercuencas, que no tiene en cuenta sus
características cuantitativas, es poco operativa por ser excesivamente amplia.
Desde un punto de vista cuantitativo es posible que los trasvases intercuencas
pequeños y cortos sean los más abundantes, aunque no son estos trasvases los
que ocasionan los grandes conflictos sociales, políticos, económicos y ambientales
estudiados en la bibliografía especializada. Por tanto, vamos a acotar nuestra
definición para centrar nuestro estudio en los trasvases intercuencas más grandes,
que son, a su vez, los que más polémica generan.

2. Causas y justificación:
En el “planeta azul”, aproximadamente tres cuartas partes del mismo se encuentran
cubiertas de agua. Sin embargo, tan sólo un 2,5% del total es agua dulce. De esta,
más de dos terceras partes se encuentran inmovilizadas en los casquetes polares y
en las regiones montañosas en forma de hielo y nieve permanentes. Casi un 30%
adicional está almacenada en acuíferos subterráneos no siempre accesibles. Y tan
sólo un 0,27% forma parte de lagos, embalses y ríos (Babkin y Klige, 2003: 13, tabla
1.8), los llamados recursos hídricos superficiales.

Por otra parte, el agua dulce es un recurso natural renovable, y lo hace mediante el
ciclo hidrológico de evaporación-condensación-precipitación4. Sin embargo, toda el
agua dulce acumulada en los polos en forma de hielo y la mayor parte de las aguas
subterráneas se renuevan en una escala temporal tan elevada para los estándares
humanos5 que a todos los efectos se consideran como recursos no renovables.
Forman parte del stock de recursos
naturales acumulado a lo largo de la vida del planeta Tierra, y en la medida que se
usen dejan de estar disponibles para las generaciones futuras, surgiendo las
cuestiones relacionadas con la equidad intergeneracional y la sostenibilidad6. No
obstante, como ya hemos mencionado, la mayor parte de estos recursos son
difícilmente accesibles.

Tampoco se puede olvidar que las acciones humanas pueden convertir el agua de
recurso renovable a no renovable (Gleick et al., 2002: 5), por ejemplo, contaminando
los acuíferos o haciendo cambiar las características hidrológicas de una cuenca.
Tradicionalmente, el ser humano ha utilizado los recursos hídricos7 superficiales
(que son renovables en una escala temporal asumible por la humanidad)8 aunque
los avances tecnológicos logrados a lo largo del siglo XX han permitido una
utilización cada vez más amplia de los recursos subterráneos, hasta el punto de que
para algunos autores es “la revolución silenciosa” (Llamas, 2005a; Llamas y
Martínez Santos, 2005; Fornés et al., 2005)
protagonizada por la agricultura de regadío con aguas subterráneas la que ha
permitido el fuerte incremento de población mundial que ha ocurrido en la segunda
mitad del siglo XX.

La única forma existente de renovación de los recursos hídricos son las


precipitaciones (lluvia y nieve), y, en términos anuales, se consideran como recursos
hídricos renovables la diferencia existente entre las precipitaciones caídas en la
superficie terrestre, que son un 20% de las precipitaciones totales (SHI y UNESCO,
1999: figura 2), y la evaporación de agua desde esta.

En resumen, el stock total de recursos hídricos superficiales de la Tierra es de unos


93.000 km3 (Babkin y Klige, 2003: 13, tabla 1.8), mientras que los recursos hídricos
renovables anualmente son, aproximadamente, la mitad, unos 45.000 km3 (SHI y
UNESCO, 1999: figura 2). En comparación con esta última cantidad, la extracción
mundial de agua para uso humano en 1995 alcanzaba 3.800 km3 y su consumo9
2.100 km3 (Cosgrove y Rijsberman, 2000: 9).Teniendo en cuenta estos datos, a
priori, no parece existir un problema cuantitativo de disponibilidad de recursos
hídricos a nivel global.

Sin embargo, los valores medios y absolutos suelen camuflar situaciones extremas,
que tan sólo se revelan cuando se hace un análisis detallado y en términos relativos
de la situación; y es descendiendo a este nivel cuando se perciben los problemas
reales.

Desde el punto de vista físico la disponibilidad de recursos hídricos no es


homogénea, sino que varía en gran medida a lo largo de la superficie terrestre, tanto
desde el punto de vista espacial como desde el temporal. En efecto, la conjunción
de la situación geográfica, la orografía, la edafología y la climatología, entre otros
factores naturales, provoca que los patrones de precipitaciones e hidrológicos varíen
enormemente de una región a otra.

Espacialmente, los recursos hídricos no son los mismos en el desierto del Sahara
que en la selva amazónica, en Finlandia que, en España, en Australia que en
Vietnam. En la tabla se muestran las diferencias existentes en las precipitaciones
por continentes. En ella se puede observar cómo es Asia el continente con mayor
cantidad de recursos hídricos, seguido muy de cerca por Latinoamérica, si bien este
último continente duplica a Asia en recursos por unidad de superficie. En el extremo
opuesto, Oceanía es el continente con menor cantidad de recursos hídricos, si bien,
por unidad de superficie es África la que está a la cola.
Recursos hídricos renovables por continentes (1921-1985)

Fuente: SHI y UNESCO

La distribución temporal de los recursos hídricos también difiere de forma


significativa según regiones geográficas y países, tal y como se puede apreciar en
la figura I.1. En algunos países como Zaire o Argentina los recursos se distribuyen
regularmente a lo largo de todo el año, mientras que en otros países como India,
Gambia o Australia se concentran en un período de tiempo muy corto, como ocurre
durante los monzones asiáticos o las estaciones de las lluvias africanas. En estos
últimos, la concentración temporal de las precipitaciones hace imposible que se
aprovechen gran parte de las mismas, e incluso pueden llegar a ser de tal magnitud
que provoquen inundaciones catastróficas, tal y como ocurre casi todos los años en
el sureste asiático.

Sin embargo, estas diferencias no tienen mayor importancia desde el punto de vista
de los ecosistemas naturales, puesto que estos se hallan perfectamente adaptados
a las condiciones hidrológicas de su entorno, a la escasez física de agua o a la
superabundancia.
Distribución mensual de los recursos hídricos renovables por países

Fuente: SHI y UNESCO

El problema, en términos humanos surge cuando a esta distribución irregular de los


recursos hídricos le superponemos una distribución también irregular, y no
coincidente, de los patrones demográficos y de usos del agua, lo que puede generar
una escasez de agua en términos relativos o per cápita.

Hay que tener en cuenta que la escasez que genera la crisis del agua no es una
escasez “física”, sino una escasez “socialmente provocada” (Aguilera, 1992: 436;
Aguilera, Pérez y Sánchez, 2000: 233), es decir, la disponibilidad de agua per cápita
es baja porque una región con unos recursos hídricos determinados soporta una
población humana y unos usos
económicos del agua excesivos en relación con los estándares de calidad de vida o
de requerimientos productivos. En la tabla se muestran los recursos hídricos
renovables per cápita por continente.

Recursos hídricos renovables per cápita por continentes


3. Tipología y características de los trasvases

Los tipos de trasvases y sus características y, por tanto, las de los trasvases
intercuencas, varían mucho de una región o país a otro. Las características
biofísicas de la cuenca cedente y receptora (orografía, edafología, hidrología,
ecosistemas, etc.), así como las características técnicas de cada trasvase particular,
se combinan de forma específica en cada caso, dando lugar a una gran variedad de
esquemas de trasvases diferentes,
dependiendo de la relación entre la cuenca cedente y la receptora, la longitud del
trasvase, las cuantías trasvasadas, la distribución temporal de los caudales
trasvasados, el tipo de ruta, etc.

Han sido los trabajos de los investigadores sudafricanos (Davies, Thoms y Meador,
1992; Snaddon y Davies, 1997; Snaddon, Davies y Wishart, 1999) los que más
esfuerzos han dedicado a la categorización y clasificación de los trasvases, si bien
su enfoque ha sido predominantemente, por no decir exclusivamente, ecológico o
ecosistémico. Las tipologías de trasvases desarrolladas por estos autores se han
basado en los modelos de ecosistemas
fluviales conocidos como River Continuum Concept (RCC) y Serial Discontinuity
Concept (SDC).

Según el modelo RCC, un río presenta una sucesión continua de características


físicas-químicas (continuum) que modulan de forma gradual las comunidades
bióticas existentes en dicho ecosistema. Por su parte, el modelo SDC asume que
los embalses provocan discontinuidades en el continuum del río, cambiando sus
características físico-químicas (y por tanto alterando las comunidades bióticas que
en el residen) que no volverán a sus valores anteriores al embalse hasta que haya
transcurrido una determinada “distancia de recuperación”. Para Davies, Thoms y
Meador (1992: 327) los trasvases, al igual que los embalses, interrumpen el
continuum del río, provocando numerosos impactos ambientales, tanto en la cuenca
cedente como en la receptora.

De acuerdo con estos conceptos, Davies, Thoms y Meador (1992: 326- 327)
identifican, inicialmente, quince tipos posibles de transferencias, dependiendo de:

 Que el origen (y el destino) de las aguas trasvasadas sea la cabecera del río,
su zona media o su desembocadura.

 Que el trasvase se produzca entre ríos (o afluentes) distintos o dentro del


mismo río.

Al añadir otras variables relativas a la estacionalidad del trasvase (estacional o no


estacional) y a su distribución temporal (ocasional o constante) las tipologías de
trasvases aumentarían hasta los sesenta tipos. En la figura se muestra la
esquematización de estas tipologías de trasvases.
Tipologías de trasvases según Davies, Thoms y Meador (1992)

Fuente: Davies, Thoms y Meador

Posteriormente introducen como variables adicionales la infraestructura o lugar de


origen y destino del trasvase (un embalse o el mismo río); las cantidades
trasvasadas (cuantías anuales y flujos instantáneos); la ruta de transporte (mediante
canales, tuberías o utilizando cauces de agua naturales) o el sistema de transporte
utilizado (gravedad o bombeos). Añadiendo todas estas variables al esquema inicial,
las tipologías de trasvases aumentan a más de ciento veinte, si bien, dado el
excesivo número de combinaciones, Snaddon y Davies (1997: 11-12) optan por
clasificar los trasvases en cuatro grandes categorías dependiendo únicamente de:

 El método de derivación de las aguas en la cuenca donante.

 La infraestructura o el lugar de recepción en la cuenca beneficiaria.

 El tipo de ruta de transporte.

 De los criterios operacionales.

Por último, Snaddon, Davies y Wishart (1999: 6-7) amplían las variables a tener en
cuenta en las rutas de transporte (canales vallados o cubiertos, tuberías enterradas
o en superficie, canales y tuberías reversibles o no, etc.), e introducen un par de
nuevas variables directamente relacionadas con el modelo SDC antes explicado: la
existencia de cierto nivel de recuperación del río, así como los impactos crecientes
o decrecientes del trasvase.

Respecto a la recuperación temporal del río, sólo será posible si el trasvase cesa
durante un período de tiempo y lo permiten las condiciones hidrológicas. Por otra
parte, la evolución creciente o decreciente de los impactos del trasvase y su efecto
multiplicador constituyen una cuestión de máxima importancia que se ha
esquematizado en la figura. Por ejemplo,
cuando un trasvase introduce especies alóctonas en una cuenca hidrográfica, el
efecto es claramente creciente aguas abajo del trasvase, e incluso agua arribas, y
la contaminación por la especie no autóctona puede acabar afectando a la totalidad
del curso fluvial y de los ecosistemas riparios o ribereños y de la desembocadura.
Por el contrario, el impacto de la
aportación de agua trasvasada a otra temperatura a un río determinado será
decreciente según nos alejemos del punto de recepción de los caudales
trasvasadas. Evidentemente, los trasvases con efectos multiplicadores crecientes,
como el representado mediante la línea discontinua en la figura, serán mucho más
perjudiciales para el conjunto del ecosistema.

Evolución de los efectos de los trasvases

Fuente: Snaddon, Davies y Wishart (1999)

Además de esta última, a las variables enunciadas por los investigadores


sudafricanos habría que añadir un amplio conjunto de variables socioeconómicas,
que en algunos casos serán más importantes que las propias variables físicas para
determinar los impactos globales del trasvase.

Algunas de las más relevantes se muestran a continuación:

 Finalidad del trasvase: agrícola, urbana, industrial, ambiental, etc.

 Relación administrativa entre la cuenca cedente y la receptora: dependiendo


de las fronteras administrativas entre las que se realice el trasvase
podríamos tener trasvases municipales, provinciales, regionales, nacionales
o internacionales.

 Tipo de iniciativa, financiación y recuperación de los costes del trasvase:


pública, privada o mixta.

 Derechos y situación administrativa de las aguas a trasvasar y de las aguas


trasvasadas: derechos públicos o privados, desarrollo de nuevos recursos o
cambios de la propiedad de los derechos, sistema de adjudicación de los
nuevos caudales, etc.

 Tipos de impactos del trasvase: económicos, ambientales, sociales y


políticos.

Además de esta clasificación que hemos estado utilizando hasta el momento, en la


que se ha tratado de tener en cuenta todas las posibles características diferenciales
relevantes de los trasvases, existen otras clasificaciones que se limitan a estudiar
tan sólo algunas de las características antes mencionadas. A continuación veremos
dos de ellas, la creada por Shiklomanov en función de la escala del trasvase y la
enunciada por Blanchon en función de la distribución espacial de los trasvases.

Shiklomanov (1999: 207) ha desarrollado una clasificación de los trasvases en


función de su tamaño, construyendo un índice de escala mediante la multiplicación
de los volúmenes anuales trasvasados (en km3 por año) y la distancia (en km) a la
que se trasvasan dichos volúmenes. Para Shiklomanov, la capacidad del trasvase y
su longitud son las principales variables que determinan tanto su coste como su
impacto ambiental, por lo que este índice de escala es un buen indicador de los
principales problemas e impactos relacionados con el mismo. En la tabla se muestra
la clasificación de los trasvases según este indicador.

Clasificación de Shiklomanov de los trasvases según su escala

Fuente: Shiklomanov

Sin embargo, consideramos que esta clasificación es demasiado simple pues


contiene muy poca información, por lo que su utilidad es muy reducida (por ejemplo,
no nos permitiría discriminar entre trasvases intra o intercuencas), y no se puede
inferir ningún tipo de conclusión para trasvases con índices de escala similares,
puesto que a dicho índice se puede llegar mediante trasvases de volumen muy
grande a corta distancia o viceversa, teniendo los primeros, posiblemente, un
impacto de varios órdenes de magnitud por encima de los segundos.

Finalmente, Blanchon en su tesis doctoral propone una clasificación de los trasvases


de agua utilizando las herramientas del análisis espacial de redes. Atendiendo a las
características espaciales de las redes de transferencias de recursos hídricos se
podría distinguir entre redes simples y malladas, concéntricas y policéntricas,
centrípetas y centrífugas.
4. Consecuencias e impactos

Una vez presentadas las causas que justifican la realización de los trasvases en
general, así como definido el objeto de nuestro estudio, los trasvases intercuencas
y sus características y tipologías, analizamos a continuación sus impactos o
consecuencias.

Cuando se realiza un trasvase intercuencas, una parte de los recursos hídricos de


la cuenca de origen, ya sean superficiales o subterráneos, son extraídos de esta
definitivamente en la mayoría de las ocasiones, y se envían a
la cuenca hidrográfica receptora. En la cuenca cedente, la pérdida de estos recursos
conlleva una serie de impactos ambientales, económicos y sociales que,
generalmente, son negativos. En el otro extremo, en la cuenca receptora del
trasvase, los nuevos recursos suelen tener efectos positivos, especialmente desde
el punto de vista económico, pero tampoco es infrecuente que coexistan con daños
ambientales. Además, hay que contemplar los impactos existentes en la ruta de
transporte utilizada.

Del balance entre los impactos positivos y los negativos en ambas cuencas
dependerá la deseabilidad social del trasvase. No obstante, la evaluación de los
beneficios y los costes de los trasvases es complicada y no siempre se realiza
correctamente: por una parte, no siempre se han tenido en cuenta todas las posibles
consecuencias; por otra, no siempre se considera a todos los grupos sociales
afectados por los trasvases; y por último, muchos de
los beneficios y los costes de las transferencias no son fácilmente medibles en
términos monetarios, lo que dificulta su comparación.

De este modo, durante gran parte del siglo XX, en cuanto a beneficios, en la mayoría
de los trasvases sólo se han tenido en cuenta los intereses de los usuarios directos
del agua trasvasada (agricultores, consumidores urbanos y empresas
hidroeléctricas) y se han ignorado los efectos ambientales de los trasvases, los
impactos en las cuencas de origen o el interés del público en general. Por ejemplo,
en el libro Water Transfers in the West18 (Nacional Research Council, 1992: 4) se
reconoce que en muchas ocasiones los intereses
de las terceras partes afectadas no se han tenido en cuenta suficientemente,
afirmando que el sector público debería instrumentar mecanismos para que se
internalicen en los procesos de negociación y decisión sobre los trasvases.

En la tabla se muestra la gran cantidad de factores a considerar a la hora de evaluar


los trasvases en EE.UU., lo que ilustra el grado de dificultad de dicha tarea.

Factores a considerar para evaluar los trasvases de agua


Fuente: Aguilera

Realizando un breve repaso por la literatura especializada, la mayoría de los autores


reconocen que los trasvases provocan, al menos, tres grandes grupos de impactos:
los ambientales, los económicos y los sociales (National Research Council, 1992:
39). No obstante, dependiendo del autor, pueden identificarse grupos de impactos
ligeramente distintos e incluso alguno adicional. Por ejemplo, Biswas (1979: 84)
habla de cuestiones técnicas, socioeconómicas, políticas, legales y ambientales,
mientras que Snaddon, Davies y Wishart (1999: 91), además de los impactos
ambientales, mencionan los socioeconómicos, los culturales, los estéticos y los
políticos.

Desde nuestro punto de vista, los principales impactos de los trasvases intercuencas
se pueden clasificar en cuatro grandes grupos:

1) económicos,
2)ambientales

3) sociales

4) políticos.

Las consecuencias ambientales derivan de los cambios en los ecosistemas


provocados por el trasvase físico de los recursos hídricos, y se producen tanto en la
cuenca cedente como en la receptora. Las económicas se deben a la pérdida de
rentas presentes y futuras en la cuenca cedente asociadas a un recurso productivo
y a su transferencia hacia la cuenca receptora. Las consecuencias sociales, que se
producen en ambas cuencas, pueden tener un doble origen: por una parte, pueden
estar motivadas por los efectos en la sociedad que tengan las consecuencias
económicas de los trasvases; por otra, a la percepción del agua como un bien
diferente, como un activo ecosocial que ha configurado la cultura y los valores de
las poblaciones a lo largo de la historia (Aguilera, 1999: 53). Finalmente, las
consecuencias políticas de los trasvases están relacionadas con las disputas por el
control los recursos hídricos entre administraciones, usuarios, lobbies, etc.

La combinación de las tres primeras categorías de impactos, junto con los diferentes
grupos de afectados (que lo son en distinta medida) y su ubicación geográfica, ya
sea en la cuenca cedente, en la cuenca receptora o en las regiones por donde
transcurren las infraestructuras de transporte, provocan un complejo entramado de
intereses que, casi inevitablemente, suscita encendidas y apasionadas polémicas
entre los afectados.

Y estás fuertes controversias son las que provocan la entrada en escena de las
cuestiones políticas. Por un lado, podríamos tener conflictos entre los distintos
niveles de Administración, ya que podría ocurrir, por ejemplo, que la Administración
central aprobase un trasvase en contra de los gobiernos autonómicos o locales.
Incluso dentro de un mismo nivel de la Administración, podría haber organismos a
favor y en contra del trasvase, ya que cada organismo tendrá asignados objetivos y
responsabilidades diferentes. Finalmente, la importancia que la sociedad y la opinión
pública le concede a las cuestiones relacionadas con las infraestructuras hídricas
hace que sean una bandera de enganche ideal para los políticos de las regiones
afectadas.

4.1. Ambientales
Los impactos ambientales son las consecuencias más inmediatas y, en muchos
casos, las más fácilmente apreciables de los trasvases. Sin embargo, su
consideración en evaluación de los trasvases data de la década de los sesenta,
y no se han tenido en cuenta de forma generalizada hasta la década de los
setenta, a raíz de la aprobación en 1969 de la National Environmental Policy
Act (Ortolano, 1979: 159) como consecuencia de una cada vez mayor
conciencia ambiental. Esta ley estadounidense obligaba a todas las agencias
federales, que eran las principales responsables de la construcción de las
infraestructuras hidráulicas, a realizar evaluaciones de impacto ambiental en
todas sus actuaciones.
Cuando se detrae un volumen significativo de agua de un río o un lagose
producen cambios en los ecosistemas de los que forma parte. Un ecosistema
está formado por un conjunto de elementos bióticos y abióticos que se
interrelacionan entre sí. Cuando se modifican las condiciones de los elementos
abióticos, como el agua, por ejemplo, los seres vivos del ecosistema tienen que
adaptarse a las nuevas condiciones, y no todas las especies lo consiguen. El
conjunto de cambios en los elementos físicos y en los seres vivos puede
provocar la creación de un nuevo ecosistema que, aunque no necesariamente,
puede ser esencialmente distinto del anterior. Cuando el ecosistema inicial,
creado por la naturaleza, posee un valor especial debido, por ejemplo, a su
excepcionalidad, los impactos provocados por las detracciones suponen una
importante pérdida en términos ecológicos.

En la tabla se muestran las variables que pueden ser afectadas por los
trasvases, detallando especialmente las medioambientales, entre las que se
diferencian las que afectan al sistema físico o abiótico y al sistema biológico o
biótico. Estos efectos ambientales se producen tanto en la cuenca cedente
como en la receptora y, en menor medida, en las cuencas o ecosistemas por as
que transcurre el trasvase.

Variables afectadas por los trasvases de agua


Fuente: Biswas (1983).

De los impactos que ocurren en la cuenca cedente podríamos destacar el


empeoramiento de la calidad de las aguas como consecuencia de la
disminución de caudales. En la cuenca receptora, uno de los problemas más
graves es la introducción de especies animales o vegetales alóctonas, que
pueden acabar expulsando o alterando la fauna y la flora autóctona.

Como efecto positivo en la cuenca cedente podría mejorar la calidad de las


aguas al aumentar los caudales, si bien, para que esto ocurra, las aguas
trasvasadas deberían ser de una calidad por lo menos igual a las de la cuenca
receptora.

Para un conocimiento más profundo de los impactos ecológicos o


medioambientales de los trasvases, se puede recurrir a Snaddon, Davies
yWishart (1999: 60-88).

4.2. Económicas
Los impactos económicos asociados a los trasvases intercuencas son muy
distintos en la cuenca cedente y en la cuenca receptora, e incluso, en muchas
ocasiones acaban afectando a los contribuyentes que residen fuera de las
regiones implicadas en el trasvase.

En la cuenca cedente, los impactos económicos suelen ser negativos y se


deben, principalmente, a la pérdida de un recurso productivo, lo que supone una
pérdida de sus rentas y empleos asociados (National Research Council, 1992:
45-49). Además, los efectos no se producen solamente en aquellas actividades
económicas donde se usa el agua como input directo del proceso productivo,
como la agricultura o el turismo, sino que puede afectar indirectamente al
conjunto de la economía de la región si los sectores consumidores de agua se
ven afectados por la disminución del recurso. La pérdida generalizada de
actividad económica también repercutirá negativamente en la prestación de
servicios públicos, puesto que la Administración verá reducidos sus ingresos
fiscales.

Además, los efectos económicos negativos del trasvase no se limitan al corto


plazo, ya que unos recursos hídricos escasos de cara al futuro podrían reducir
el atractivo de la zona para inversiones productivas, lo cual podría tener
consecuencias a largo plazo (National Research Council, 1992: 45-48).

Por el contrario, la cuenca receptora de las aguas trasvasadas recibe los


recursos hídricos y las rentas asociadas a ellos, iniciandose una espiral
creciente de actividad económica, empleo y renta. Ahora bien, habría que
valorar si estos beneficios justifican el coste de las transferencias.

Sin embargo, todavía existe un tercer grupo afectado económicamente por la


realización del trasvase: los contribuyentes de las zonas no implicadas en el
mismo (National Research Council, 1992: 63). La construcción de
infraestructuras hidráulicas es muy costosa en términoseconómicos, con lo que,
frecuentemente, la Administración Pública financia y/o subvenciona la
realización de estas obras, incurriendo en unos costes de oportunidad
importantes y viéndose obligada a incrementar la presión fiscal. Además el
período de amortización de estas infraestructuras es muy largo, entre 25 y 50
años usualmente, por lo que, aun en el caso de que no existiese subvención, la
recuperación de los costes de inversión por parte del sector público, que debería
ser sufragada por los usuarios, se produce a largo plazo, restando recursos al
erario público.

4.3. Sociales
Como ya hemos comentado con anterioridad, las afecciones sociales pueden
tener un doble origen. En primer lugar, son afecciones sociales las derivadas
de las consecuencias económicas de los trasvases, puesto que estas últimas
pueden llegar a alterar las dinámicas sociales, de ahí que muchos autores las
cataloguen en consecuencias socioeconómicas (Biswas, 1979: 84 y Snaddon y
Davies, 1997: 45). Por otra parte, los pueblos tienen fuertes lazos culturales con
los recursos hídricos de su zona, por lo que, privarlos de ellos, puede tener
consecuencias sociales negativas, provocando una resistencia y oposición
enconada a los trasvases en general, y no sólo exclusivamente a los trasvases
intercuencas.

En la cuenca receptora, por el contrario, el desarrollo económico generado por


el trasvase podría tener efectos sociales positivos, si bien, habría que valorarlos
a la luz de los impactos sociales negativos causados en la cuenca cedente
teniendo en cuenta consideraciones redistributivas, de equidad e incluso éticas
y morales.

4.4. Políticas
Por último, tenemos las consecuencias políticas de los trasvases de agua, que
en muchas ocasiones son las más complicadas de resolver (Biswas, 1979: 88).

La fuerte implicación emocional de las personas en relación con sus recursos


hídricos provoca que las cuestiones políticas que tratan sobre ellos tengan un
seguimiento masivo por parte de la población, tal y como se pudo comprobar
en España con las manifestaciones tanto a favor como en contra del trasvase
del Ebro del Plan Hidrológico Nacional.

Si a este hecho le unimos la existencia de diferentes niveles de responsabilidad


en la Administración Pública, junto con una falta de coincidencia de los límites
administrativos con los hidrológicos, las posibilidades de diálogo y de logro de
acuerdos atendiendo a cuestiones objetivas y racionales es bastante remota,
tal y como podemos comprobar actualmente en relación con las reformas de los
estatutos de autonomía de las regiones españolas.

5. Condiciones de viabilidad

Una vez realizada la evaluación cuantitativa y cualitativa de los efectos de los


trasvases reseñados en el epígrafe anterior, se debería tomar la decisión de llevar
a cabo, o no, un determinado trasvase. Teniendo en cuenta únicamente el efecto
económico cabría esperar la aprobación de aquellos trasvases con beneficios
superiores a sus costes. No obstante, los costes no económicos, los ambientales y
sociales, de este tipo de infraestructuras, así como los impactos que generan, son
tan elevados que la mera rentabilidad económica no es suficiente para que sea
conveniente aprobarlos. En consecuencia, en la literatura científica se han
propuesto varios criterios para dilucidar esta cuestión.

5.1. Criterios para la aprobación de un trasvase intercuencas


Dada la importancia y magnitud de este tipo de actuaciones, en 1973 la National
Water Commission de EE.UU. estableció, a modo de salvaguarda, tres criterios
que los trasvases de agua debían cumplir necesariamente para poder llevarse
a cabo (Domokos, 1976; 117-118):

 El criterio del menor coste: el trasvase intercuencas tiene que ser la


forma más barata de adquirir el suministro de agua necesitado.
 El criterio de los beneficios: los beneficios generados por el trasvase en
la cuenca receptora tienen que exceder los costes totales del trasvase
más los beneficios netos que esa agua hubiera generado en la cuenca
cedente.

 El criterio de la inversión productiva: la productividad neta del agua


trasvasada tiene que ser superior a la productividad de inversiones
alternativas.

La primera de las condiciones implica la necesidad de evaluar las medidas


alternativas para obtener los mismos recursos hídricos que con el trasvase,
incluyendo las medidas de mejora de eficiencia, evitando el derroche de un
recurso valioso. La segunda es la típica medida de rentabilidad económica
propiamente dicha, donde se tienen en cuenta los costes de oportunidad en los
que incurre la cuenca cedente al realizar el trasvase. Finalmente, el tercer
criterio evalúa la rentabilidad del trasvase en comparación, no ya con otras
alternativas de obtención de los recursos hídricos, sino con otras alternativas
de inversión en general.

Siguiendo a Cox (1999b: 176), los criterios de evaluación para determinar si un


trasvase está justificado, en función de los distintos tipos de impactos, serían
los cinco siguientes:

 Impactos en la productividad económica

Criterio 1: la cuenca receptora debe presentar un déficit substancial


presente o futuro una vez tenidas en cuenta todas las alternativas
posibles de suministro y de reducción del consumo de agua.

Criterio 2: el desarrollo de la cuenca cedente no debe verse limitado por


la escasez de recursos hídricos, a no ser que haya una compensación
adecuada.

 Impactos en la calidad ambiental

Criterio 3: es necesario realizar una evaluación de impacto ambiental del


trasvase tanto en la cuenca cedente como en la receptora,
asegurándose, con un grado de certidumbre razonable, de que no se
degrada la calidad de las aguas, a no ser que haya una compensación
adecuada.

 Impactos socioculturales

Criterio 4: es necesario realizar una evaluación del impacto sociocultural


del trasvase, tanto en la cuenca cedente como en la receptora,
asegurándose de que no produzcan desequilibrios socioculturales, a no
ser que sean compensados adecuadamente.

 Distribución de los beneficios


Criterio 5: los beneficios netos del trasvase tienen que ser compartidos
equitativamente entre la cuenca cedente y la receptora.

En definitiva, los nuevos criterios para la evaluación de los trasvases


intercuencas tienen en cuenta todos sus posibles efectos, y no sólo los
económicos, aceptando impactos negativos sólo en caso de que sean
compensados.

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