ENSAYO SOBRE LA OBSOLECENCIA PROGRAMADA

En nuestra sociedad, la producción y el consumo construyen los pilares de la economía.

Es evidente la importancia del uso de estrategias para incrementar las ventas y así
mantener estable un negocio. Millones de consumidores en el mundo sufren los efectos
de una inmoral estrategia que utilizan las industrias; sin embargo, pocos conocen el
término correcto de acortar intencionalmente la vida de los productos. La obsolescencia
programada causa la producción de baja calidad y la gran parte de la contaminación
ambiental.

Sea controlado la durabilidad de los productos para que los consumidores se vean
obligados a comprar unos nuevos. El origen de la obsolescencia programada comienza
con la creación del cártel Phoebus, el cual limitó la vida de las bombillas a 1000 horas. En
1924, en lugar de superar la calidad de las bombillas, se llevaron a cabo experimentos
para hacerlas más frágiles y débiles. Este fue el comienzo de un mercado que brinda
mala calidad para su beneficio económico. La obsolescencia absoluta solo genera una
mediocre mentalidad en los trabajadores que son forzados a producir utensilios débiles, y
el pensamiento en los consumidores de comprar por placer, no por necesidad.

Las consecuencias más terribles de la obsolescencia absoluta recaen en los países del
tercer mundo, los que se convierten en basureros del mundo. Toneladas de residuos
electrónicos, supuestamente de segunda mano, son depositadas en Ghana, África,
provenientes de industrias. Además de afectar a los consumidores con productos
engañosos que los hacen gastar más y más, los países desarrollados contaminan el
ambiente de aquellos con bajos recursos. Es una pena ver como la codicia de los ricos se
transforma en un gran contenedor de basura de los pobres. Si no se toman medidas en
contra del despilfarro de las industrias, Ghana y otros países subdesarrollados, seguirán
siendo el destino de tantos productos desechados por consumidores víctimas de la
obsolescencia absoluta.

Las tácticas del mercado hacen posible la existencia del consumo. Lamentablemente,
éstas sobrepasan los límites de la ética, manteniendo insatisfechos a los consumidores y
perjudicando al medio ambiente. Esta cultura de crecer por crecer y comprar y tirar, se ha
ido cultivando desde hace décadas. Por esto, se requieren cambios drásticos para
replantear nuestra economía. El desarrollo de una nueva lógica de producción que sea
amigable con el ambiente y satisfaga las necesidades del consumidor, es radical pero no
imposible.

Por: LUIS ANGEL OSORIO CAICEDO T00055099