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Otra perspectiva gloriosa se abre entonces ante nosotros, al ver que la verdadera curación puede
lograrse, no repeliendo un error con otro error, sino reemplazando el error por lo correcto, lo
bueno reemplazando lo malo, la luz reemplazando a la oscuridad.
Y así llegamos a comprender que no es necesario luchar más contra la enfermedad con la
enfermedad; no combatiremos más a la enfermedad con sus propios productos; no intentaremos
más liberarnos de las dolencias con las mismas sustancias que pueden provocarlas; por el contrario,
recurriremos a la virtud opuesta, que eliminará el defecto.
Y la farmacopea de un futuro cercano contendrá sólo aquellos remedios que tengan el poder de
proporcionar el Bien; descartando aquellos cuya única cualidad sea resistir al mal.
En verdad, el odio puede ser vencido por un odio mayor, pero sólo podrá ser curado por el amor; la
crueldad puede impedirse mediante una crueldad más grande, pero solamente puede ser eliminada
cuando se han desarrollado la benevolencia y la misericordia; puede perderse u olvidarse un miedo
en presencia de otro más intenso, pero la verdadera cura de todo temor es el coraje perfecto.
Si ustedes analizan las enseñanzas de Krishna, Buda o Cristo, encontrarán en todas ellas el concepto
de que le bien triunfa sobre el mal. Cristo nos enseñó a no poner resistencia al mal, a amar a
nuestros enemigos, a bendecir a quienes nos persiguen: esto no responde a 'lo similar cura lo
similar'. De la misma forma, tanto en la auténtica curación como en el desarrollo espiritual,
debemos siempre buscar lo bueno para liberarnos de lo malo, el amor para vencer al odio, y la luz
para dispersar las tinieblas. Para ello, debemos evitar todo lo tóxico, todas las cosas nocivas, y
utilizar solamente las benéficas y hermosas.
Sin duda Hahnemann, por su método de potentización, se esforzó por transformar lo erróneo en lo
correcto, los venenos en virtudes, pero resulta más sencillo utilizar directamente los remedios
hermosos y virtuosos."
Las enfermedades orgánicas, tales como nosotros las conocemos, son un resultado y un producto
final; son la última etapa de algo mucho más profundo. La enfermedad se origina por encima del
nivel físico, más cerca del plano mental, y es enteramente el resultado de un conflicto entre nuestro
Yo espiritual y nuestro yo mortal.
El dolor es el resultado de la crueldad que causa dolor a otros, y puede ser tanto mental como físico;
pero pueden estar seguros de que si ustedes sufren dolor, es porque alguna acción o pensamiento
mezquino se encuentra presente en sus naturalezas; aléjenlos, y el dolor cesará.
Si sufren de asma, o dificultades respiratorias, ustedes están, de alguna manera, asfixiando a otra
personalidad, o les falta coraje para hacer el bien, y eso los sofoca.
Si se encuentran débiles, o se agotan, es porque están permitiendo que alguien obstruya la entrada
de la energía vital en sus organismos.
Incluso la zona del cuerpo afectada indica la naturaleza del defecto: las manos señalan un fracaso o
una equivocación al actuar; los pies, una falla en ayudar a los demás; el cerebro, falta de control; el
corazón, deficiencia, exceso o conducta errónea en el aspecto afectivo; los ojos, faltas en ver y
comprender adecuadamente la verdad cuando está frente a nosotros. Y así, exactamente, podemos
descubrir la razón y la naturaleza de cada dolencia; la lección requiere que el paciente efectúe las
correcciones necesarias.
1. Paz
2. Esperanza
3. Alegría
4. Fe
Y todo su entorno y las atenciones tendrán ese fin, para rodear al paciente de un atmósfera de salud
y luz, que lo aliente a la recuperación. Al mismo tiempo, los errores del paciente, una vez
diagnósticados, le serán señalados, mientras se le proporciona la asistencia y el estímulo necesario
para que pueda vencerlos.
Además de esto, se le suministrarán esos excelentes remedios que han sido divinamente
enriquecidos con los poderes curativos, para hacerle conocer los canales que admiten la luz del
Alma, para que así pueda ser inundado por sus virtudes curativas.
La acción de esos remedios se basa en elevar nuestras vibraciones, hacernos conocer los canales de
recepción de nuestro Yo espiritual, colmar nuestras naturalezas con las virtudes que necesitamos, y
hacer desaparecer de nosotros el defecto que nos está perjudicando."
Los remedios curan, no atacando a la enfermedad, sino colmando nuestros cuerpos con las
hermosas vibraciones de nuestra Naturaleza Superior, en presencia de la cual la enfermedad se
funde como la nieve bajo el Sol.