Вы находитесь на странице: 1из 8

Curso de Historia de 6° año Social-Humanístico – Prof.

Federico Lanza – Texto n° 6

A la polémica sobre la orientación de la política extenor se sumaron las crí ticas a la postura oficial sobre la reforma
constitucional. La campaña pro reforma constitucional se hizo cada vez más intensa y Baldomir nombró una Comisión de
Notables presidida por Juan José de Amézaga para estudiar la reforma, 14 Las durísimas críticas del herrerismo por esta
decisión, como por la orientación en política exterior determinaron el rompimiento de la alianza que se arrastraba desde 1933.
En marzo de 1941, por razones políticas, el Presidente pidió la renuncia a los ministros herreristas, designando en su lugar a
representantes colorados con flagrante violación de la Constitución. Un nuevo golpe de Estado estaba en marcha.
Producida la ruptura con el herrerismo, el acercamiento a Estados Unidos fue cada vez mayor. El 7 de diciembre de
1941, Estados Unidos entró en la guerra luego del ataque japonés a Pearl Harbour. De inmediato el Uruguay se declaró no
beligerante, poniendo a su disposición los puertos, y prohibió el comercio con los países del Eje.
Poco después fue convocada la Tercera Conferencia Consultiva de Cancilleres que tuvo lugar en Río de Janeiro.
Estados Unidos concurrió a la reunión con la propuesta de que se tomara la decisión de que los países americanos rompieran
relaciones con el Eje. La oposición de Argentina y Chile la transformó en solo una recomendación.
A sugerencia del Canciller Alberto Guaní se integró el ''Comité Asesor de Emergencia para la Defensa Política", Su
sede estaría en Montevideo y sus fines eran estudiar y coordinar las medidas contra la subversión nazi fascista. Asimismo, se
encargaría de vigilar la actuación de todos los países del continente para constatar si cumplían con las disposiciones adoptadas
en las distintas reuniones panamericanas para la defensa hemisférica. Se reunió por primera vez en Montevideo el 15 de abril
de 1942. El informe que publicó sobre la "Vasta conspiración nazi en Chile y Argentina ", aceleró la ruptura de relaciones de
Argentina con el Eje, dejando de lado la neutralidad cerrada que había mantenido hasta ese momento. Estas "sintonías" con la
política estadounidense también reportaron beneficios al Uruguay: atención hacia nuestros pedidos, tanto en armamento como
en la provisión de materias primas y tecnología, que se retaceaban a otros países no tan bien dispuestos.

El llamado "golpe bueno". A mediados de 1941, el escenario político estaba dominado por dos eventos: el
alineamiento decidido con la política norteamericana, dificultado en parte por la cerrada oposición del herrerismo, y por la bús-
queda de aprobación de un proyecto de reforma constitucional que había entrado al Parlamento con la oposición herrerista, y
que fue enviado al Poder Ejecutivo y a la Corte Electoral, sin discusión, buscando que fuera remitido rápidamente a plebiscito.
Desde las páginas del semanario "Marcha" el 31 de octubre de 1941 se señalaba con extrañeza que a cinco meses de
las elecciones no hubiera movimientos políticos de candidaturas. El proceso político, no obstante, corría por otros carriles.

El 21 de febrero de 1942 Baldomir disolvió el Parlamento. Se había dado un nuevo golpe de Estado sin alteración del
orden ni violación de las libertades. Los batllistas saludaron públicamente el "gesto" de Baldomir. Desde las páginas de "El
Plata" (diario vespertino del nacionalismo independiente) se lo definió como "golpe bueno", en la medida que ponía fin a una
situación ilegítima instaurada por el golpe del 31 de marzo de 1933. El golpe de Estado había sido preparado paso a paso con
una movilización creciente de la oposición, los gremios y organizaciones sociales de todo tipo, reclamando una reforma rápida,
que no era sino el reclamo de una nueva ruptura institucional. Baldomir se dirigió a la población asegurando que se realizarían
elecciones y se reformaría la Constitución. Mientras tanto formó un Consejo de Estado para actuar como organismo asesor, del
cual formaron parte solo batllistas, baldomiristas y colorados neutrales. Los demás sectores políticos rechazaron la invitación a
integrarlo.

El breve período de facto de Baldomir (21 de marzo de 1942 - 15 de febrero de 1943) se caracterizó por la cantidad y
rapidez de las medidas adoptadas. Se tomaron decisiones para la defensa nacional, se elaboró la reforma constitucional, y se
sancionó una cantidad importante de decretos-leyes que buscaban enfrentar los problemas de abastecimiento derivados de la
guerra y mejorar las condiciones de vida de la población.

El final de la transición. El gobierno de Juan José de Amézaga y el retorno del batllismo. El 27 de noviembre de
1942 se realizaron las elecciones, con las cuales quedó finalizada la transición a la democracia. Participaron en la misma todos
los partidos. Los batllistas y nacionalistas independientes volvían al Parlamento luego de una década de ausencia. El triunfo
correspondió al Partido Colorado y a la fórmula que apoyaba el batllismo. Estos habían negociado la can didatura presidencial
de un colorado neutral, el Dr. Juan José de Amézaga, aboga do prestigioso y asesor de las más grandes empresas nacionales y
extranjeras. Su compañero de fórmula fue el hasta entonces Canciller Alberto Guani.

RESULTADOS DE LAS ELECCIONES DE NOVIEMBRE DE 1942

Plebiscito constitucional
Votos por si 443.313 77%
Votos por no 131.163 23%
Elección presidencial
Votantes 574.663
Partido Colorado 328.599 57,18%
Amézaga-Guani 234.127 40.74%
Blanco Acevedo-Gyambruno 74.767 13,01%
Partido Nacional herrerista 131.235 22,84%
Partido Nacional Independiente 67.030 11.66%
Unión Cívica 27.433 4,25%
Curso de Historia de 6° año Social-Humanístico – Prof. Federico Lanza – Texto n° 6

Partido Comunista 14.330 2,49%


Partido Socialista 9.036 1,57%

Estos resultados muestran el predominio absoluto de los partidos tradicionales y dentro de ellos, el del Partido Colorado y su sector
batllista, que había trabajado cuidadosamente estos resultados desde que aceptó pedir un sublema dentro del Partido Colorado. Realmente
significativo fue el resultado obtenido por el Partido Comunista, sus 14.330 votos representaron un crecimiento del 150% con respecto a las
elecciones de 1938. Esto puede leerse como el resultado de las simpatías con que contaba la URSS desde su incorporación al bando de los
aliados, y su resistencia a la invasión alemana. Aunque tampoco puede desconocerse la tarea de sus militantes, en defensa de la democracia y
en apoyo al gobierno.

[Fuentes: Benjamín Nahum; Ángel Cocchi; Ana Frega e Yvette Trochon, Crisis política y recuperación económica. 1930-1958. (Montevideo, E.B.O.,
1987) y Banco de Datos del Programa de Política y Relaciones Internacionales (PR1) de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la
República. Acceso por http://www.fcs.edu.uy/pri/electorales.html]

La reforma constitucional (Constitución de 1942) fue promulgada con un respaldo del 77% de los votos emitidos. La
nueva Constitución fue expurgada de aquellas disposiciones que más había resistido la oposición, perdiendo el herrerismo
todos los espacios de poder que la participación en el golpe de Estado de 1933 le había concedido.

Amézaga asumió la presidencia el 1° de marzo de 1943, pues la Constitución recientemente ratificada restauró las
fechas tradicionales de elecciones y de asunción de los distintos poderes. Según las disposiciones constitucionales, el periodo
de gobierno duraba cuatro años, por lo cual la presidencia de Amézaga se extendería hasta el primero de marzo de 1947. Esto
significó que su administración se cumplió durante la segunda etapa de la Guerra Mundial, cuando el triunfo de los aliados era
casi un hecho, luego de la ruptura por los soviéticos del cerco de Stalingrado y su indetenible avance hacia el oeste. Por su
parte el resto de los aliados desembarcaban en Italia, y demoraban la apertura del "segundo frente" que reclamaba la URSS.
Amézaga debió también enfrentar una coyuntura muy difícil del Uruguay, la superación de las consecuencias de una terrible
sequía que en 1942 diezmó los stocks de ganado y disminuyó las exportaciones, resultando una balanza comercial desfavorable
por única vez en el período de la guerra.
Amézaga señaló en su discurso inaugural la necesidad de que reinara la ''paz espiritual” en el país pero la dictadura
había dejado abiertas demasiadas heridas, y los enfrentamientos parlamentarios se producían continuamente entre los una vez
terristas y antiterristas. Se planteó, de este modo, abiertamente el problema de la construcción histórica del pasado reciente y el
desafío entre la memoria y el olvido. Sería en los años posteriores, especialmente a fines de los 50, con la des-re-construcción
de las alianzas de los partidos tradicionales que el terrismo iría quedando en el pasado, hasta que la dictadura de 1973 despertó
la necesidad de estudiarlo.

En cuanto a las relaciones internacionales hubo -como ha señalado Ana María Rodríguez Aycaguer- continuidad entre
la política seguida por el Canciller Guani y su sucesor José Serrato: respaldo a las Naciones Unidas y a las democracias en
guerra. Uruguay participó en las distintas instancias que llevaron a la organización de las Naciones Unidas en 1945
(Conferencia de San Francisco) para lo cual debió declarar el 22 de febrero de 1945 la guerra a Alemania y Japón cuando
ambos estaban prácticamente derrotados. También había participado de la Conferencia de Bretton Woods, en 1944, que
organizó el nuevo sistema económico mundial en base al Banco de Reconstrucción y Fomento (BÍRF) y el Fondo Mone tario
Internacional (FMI).

La política de alineamiento con Estados Unidos, asimismo, llevó al Uruguay de la defensa del principio de no
intervención al de la intervención multilateral al aplicar el criterio defendido por aquel país -y materializado en una
recomendación del Comité Consultivo de Emergencia para la Defensa Política- de no reconocer a gobiernos americanos
surgidos de movimientos de fuerza, si éstos no ofrecían garantías suficientes de su compromiso con la causa aliada y la política
de defensa hemisférica acordada en las sucesivas instancias panamericanas. La misma fue conocida como "Doctrina Guani".
El problema se planteó por primera vez ante el movimiento revolucionario nacionalista boliviano del 20 de diciembre
de 1943, encabezado por el general Gualberto Villarroel que derrocó al gobierno del también general Enrique Peñaranda. Este
tema sería uno de los más polémicos y difíciles para la Cancillería y puso en evidencia diferencias de opinión no solo entre el
gobierno y el herreris-mo, sino también tensiones entre el Canciller José Serrato y el Dr. Alberto Guani, presidente del Comité
Consultivo para la Defensa Política, no por diferencias de posición sino por cuestiones de jerarquía institucional. El gobierno
de Villarroel, del que se decía que había contado con el apoyo de la Argentina y de Perón, no fue reconocido por los países
americanos cercanos a Estados Unidos hasta que, según las disposiciones del mencionado Comité no expulsó a todos los
representantes alemanes y otras personas acusadas de nazis.15
La situación sería más grave para el Uruguay cuando la tradicional desconfianza hacia nuestro vecino se mezcló con
un apoyo nada discreto hacia los Estados Unidos en su enfrentamiento con la Argentina, a la que aquel país acusaba de
enemiga de los aliados por su remisa colaboración y sus tendencias nazis. El llamado "problema argentino", estudiado por
Juan Oddone y Ana María Rodríguez Aycaguer, tomó fuerza al producirse el golpe de Estado del 4 de junio de 1943, que
desplazó al Presidente Ramón Castillo y llevó al poder al General Pedro Pablo Ramírez y, fundamentalmente, el golpe del 10
de marzo de 1944, que desplazó a Ramírez y elevó a la primera magistratura al General Edelmiro Farrell, teniendo ambos
golpes como protagonista destacado al entonces Coronel Juan Domingo Perón.16
Curso de Historia de 6° año Social-Humanístico – Prof. Federico Lanza – Texto n° 6

El gobierno de Ramírez fue reconocido sin mayores problemas: Uruguay lo hizo el 10 de junio de 1943 y Estados
Unidos el 12 del mismo mes, al mostrar el nuevo régimen cierta tendencia pro-aliada en la integración de su gabinete. No
sucedió lo mismo con el gobierno de Farrell, cuyo reconocimiento dio lugar a largas negociaciones diplomáticas, en las que
Uruguay jugó papel relevante a la sombra de Estados Unidos. Esto no hizo sino acrecentar el descontento de la Argentina con
nuestro gobierno. Las tensiones crecieron cuando Estados Unidos denunció unilateralmente, mediante el llamado Libro Azul, a
este país como pronazi y probó sus vinculaciones con jerarcas del Tercer Reich a lo largo y después de finalizada la guerra. Las
aguas se calmaron ligeramente cuando el 23 de marzo de 1945 la Argentina declaró la guerra a Alemania y Japón. Pese a las
presiones del Embajador estadounidense Spruille Braden, nada pudo impedir que en las elecciones de 1946, llegara a la
presidencia Juan Domingo Perón. El temor del gobierno uruguayo se acrecentó pues había circulado como cierto un
documento del GOU (Grupo de Oficiales Unidos), uno de cuyos dirigentes era el electo Presidente, que hablaba de la
recuperación por parte de la Argentina del Virreinato del Río de la Plata del cual formaba parte la ex Provincia Oriental.
Acercándose el final de la guerra, los países americanos preocupados por su futuro en el mundo de posguerra,
especialmente en sus aspectos económicos, solicitaron la reunión de una nueva Conferencia Panamericana. Se realizó entonces
la "Conferencia de los problemas de la guerra y la paz ", de carácter especial, realizada en Chapultepec (México, 1945). Luego
de largas negociaciones no se permitió que Argentina concurriera a ella. Finalizada la Conferencia, y para salvar la avenada
unidad panamericana se le permitió firmar la llamada "Acta de Chapulíepec" el 4 de abril del mismo año, que estableció
definitivamente la solidaridad americana y la asistencia recíproca en caso de ataques contra la seguridad hemisférica, tanto pro-
venientes de países extra-continentales como de países americanos. Luego de esto, Uruguay y los demás países americanos que
no lo habían hecho, reconocieron el gobierno del presidente de facto argentino General Edehuiro Farrell.
Sin embargo las relaciones con la Argentina empeoraron por la posición uruguaya de avanzada de la democracia
contra lo que consideraba un gobierno nazifascista. A ello contribuyó en no menor medida la "Doctrina Larreta", propi ciada
por el Canciller uruguayo Dr. Eduardo Rodríguez Larreta, que propuso en base a la equivalencia entre democracia y paz, una
intervención multilateral para el restablecimiento de la democracia en los países americanos. 17 Si bien no tuvo andamiento,
aunque había sido negociada con los Estados Unidos, los problemas del Uruguay con Argentina acrecentados por la
mencionada proposición recién se solucionarían en 1955, a la caída del gobierno de Perón.

El gobierno de Amézaga tuvo sus luces y sus sombras. Aunque el Uruguay llegó al fin de la guerra con grandes
reservas de oro, esto no impidió que el herrerismo dejara sentado, con sus interpelaciones y acusaciones -muchas de ellas
probadas- que la corrupción no había sido ajena a dicha administración.

Los vaivenes de la economía en el período. La "cruzada ruralista" y la industrialización. Para enfrentar los
resultados de la crisis de 1929, el Consejo Nacional de Administración, luego el terrismo y los gobiernos que debieron en -
frentar la coyuntura de la Segunda Guerra Mundial, buscaron impulsar cambios en la estructura económica, de modo que junto
a la producción ganadera la industria jugara un papel de igual importancia en el desarrollo productivo del país. Las medidas
instrumentadas supusieron el surgimiento y la afirmación de un conjunto de instituciones que regularon el comercio exterior y
el sector financiero, intervinieron en la regulación del mercado interno, el valor de la moneda y los salarios configurando lo
que se denomina una economía dirigida, pero que contribuyó a paliar la crisis y configurar el modelo de "crecimiento hacia
adentro ", basado en la industrialización por sustitución de importaciones (ISI).
Este dirigismo se fue acentuando en la dictadura terrista y afianzándose en los gobiernos de Baldomir y Amézaga. Se
realizaba fundamentalmente, como dijimos, mediante el manejo de la moneda y los cambios, a través de lo cual se controlaba
el comercio exterior y se orientaba la producción. Si bien el primer contralor de cambios se estableció en 1931, otra serie de
disposiciones lo convirtieron en la Comisión Honoraria de Importaciones y Cambios integrada por quince miembros que
representaban los intereses del Estado y de once grupos empresariales nacionales y extranjeros, de modo que todos los grandes
intereses podían ser escuchados. En 1941 otra ley la transformó en el Contralor de Importaciones y Exportaciones dependiente
del Ministerio de Hacienda. Sin que se dejara de lado la empresa privada y la iniciativa individual como motores de la
economía, su funcionamiento estaba bajo la supervisión, orientación y dirección de un Estado que aumentó su ya tradicional
centralidad. En 1935 se creó el Fondo de Diferencias Cambiarías, constituido por los recursos derivados de las diferencias de
precio pagadas por el Estado a las divisas obtenidas por los exportadores de productos tradicionales (carne, lana, cueros, etc) y
el precio de las mismas en el mercado libre, obtenidas a través del Contralor de Importaciones y Exportaciones. Los recursos
de ese Fondo se usaron para subvencionar precios de productos de la canasta básica, impulsar exportaciones, proveer de
divisas baratas al Estado para sus necesidades o la importación de materias primas, etc. Se fue estructurando así el régimen de
cambios diferenciales o cambios múltiples, que permitían al Estado no solo orientar la producción y el comercio exterior sino
también favorecer a determinados sectores.

Por lo tanto la política económica del terrismo supuso profundización y no rechazo de la instrumentada por el Consejo
Nacional de Administración, política que había sido uno de los elementos con los cuales se justificó el golpe de Estado de
1933. Una revisión de las propuestas económicas y financieras de los sectores conservadores permite comprobar que en los
comienzos del terrismo y por muchos años, dichos sectores no cuestionaron el dirigismo como instrumento de gobierno, sino el
sentido y la finalidad del mismo. Criticaban la expansión de las funciones comerciales e industriales del Estado, pero no
dejaron de reconocer su funcionalidad en la redistribución, en su exclusivo provecho, de las medidas económicas y financieras
arbitradas, que el reformismo batllista había tratado de aplicar en beneficio de la mayor parte de la población. Lo que exigieron
los sectores conservadores golpistas de 1933 fue una reorientación del dirigismo para que los favoreciera exclusivamente.
Especialmente los sectores rurales lo entendían como algo natural, en la medida que había asomado con fuerza la vieja idea de
que la producción agropecuaria era la base de la riqueza del país y que la industria, a la que llamaban artificial por depender
Curso de Historia de 6° año Social-Humanístico – Prof. Federico Lanza – Texto n° 6

casi exclusivamente de las divisas que aportaban las exportaciones agropecuarias, era "succionadora" de la riqueza de la
campaña. Además el sector, como lo señalaban en la prensa y en sus publicaciones, estaba pasando un mal momento y merecía
especial consideración.
Las solicitudes de los sectores del agro que colaboraron activamente con la realización del golpe de 1933 fueron
rápidamente escuchadas. Las soluciones fueron de dos tipos: reconocimiento de las dificultades "transitorias" del sector y su
centralidad en la economía del país, y la colaboración en el mejoramiento de la producción y de sus rendimientos. En este
sentido en 1933 se adoptaron varias medidas que les fueron favorables: la suspensión por seis meses de los remates por juicios
ejecutivos sobre predios rurales; una moratoria de seis meses para los deudores que hubieran afectado su maquinaria o sus
haciendas; disminución del 10% de la contribución rural; reducción del 20% del aforo de las propiedades rurales; prórroga de
la rebaja en los arrendamientos rurales; suspensión por dos años de las amortizaciones de los préstamos del Banco Hipotecario.
La "Cruzada Ruralista" parecía hacerse realidad.
Pero la agricultura también contaba, por lo menos para ciertos sectores del nuevo gobierno. Formaba parte del bagaje
de Terra la idea de un país de producción diversificada al mejor estilo batllista. Los sectores reformistas siempre habían visto la
agricultura no solo como un medio de transformación de la producción, sino también como recurso para asentar la población
en la tierra, detener el éxodo rural y atraer la inmigración selectiva que previo la ley restrictiva de 1932 y luego la de 1936. En
1931 Terra había presentado un proyecto de cultivo obligatorio de cierta superficie de la tierra de los predios ganaderos, los
cuales se verían favorecidos según la extensión dedicada a la misma con reducción de impuestos. Esta ley se sancionó en 1935
pero tuvo poca aplicación.18 Pero, por distintos motivos la "mancha agrícola" en la década de los treinta creció pasando según
los censos de una extensión aproximada de 890.000 hectáreas de cultivos básicos hacia 1930 a un poco más de un millón de
hectáreas entre 1935-39.
Este apoyo del gobierno terrista al agro no significó trabar el desarrollo de la industria. El Uruguay tenía una industria
que se había ido desenvolviendo sin pausas desde fines del siglo XIX. Había recibido un respaldo decisivo del batllis-mo y la
Cámara de Industrias del Uruguay tenía una influencia casi similar a la de las agremiaciones rurales, pues sus empresarios
hacían un aporte importante a la generación de riqueza y su porcentaje en la conformación del PB1 crecía constantemente.
De ahí que el gobierno terrista por convicción y por necesidad fue pragmático, y si bien al comienzo la política
dirigista giró en el sentido de las presiones de los gremios rurales, no se desmontó el proteccionismo industrial y se atendieron
sus necesidades. Actitud justificada por la posición del gobierno y las presiones de la gremial industrial y los sindicatos
obreros. Creció, asimismo, el Estado industrial con la puesta en marcha de la refinería de ANCAP, la ampliación de la central
térmica de la UTE y la iniciación de las obras hidroeléctricas en el Río Negro. Se sancionaron nuevas leyes proteccionistas de
la industria que continuaron y ampliaron las instrumentadas por el batllismo entre 1912 y 1919. A fines de 1933 se extendió en
un año el plazo para la instalación de industrias protegidas, y en 1935 fue sancionada una nueva ley de protección industrial al
haber caducado la de 1912.
Si bien el desarrollo de la industria sufrió un enlentecimiento durante la guerra, su tasa de crecimiento anual fue más
alta que la de la agropecuaria (1931-1936, 4% anual, 1936-1938,13% anual). El censo internacional de 1936 y el relevamien-to
de 1948 mostraron un crecimiento de la fuerza de trabajo industrial de casi un 59%: de 90.105 (1936) a 153.268 (1948).
Aumentaron tanto las industrias tradicionales (fábricas de alimentos, curtiembres, etc), como las llamadas dinámicas, que
dependen en su mayor parte de materia prima importada. Por ejemplo, en 1935 se instaló FUNSA, la primera fábrica de
neumáticos nacionales; en 1937, fábricas de papel y cartón como PAMER e IPUSA, y algunas metalúrgicas importantes. La
mayoría de las nuevas industrias fueron el resultado de la inversión de c.apitales nacionales, aunque también hubo algunas
inversiones extranjeras.

De subsistencias, industrias y racionalizaciones. Comenzada la guerra, el Uruguay enfrentó como todo país
dependiente, importantes dificultades de abastecimiento de productos y materias primas ya que sus tradicionales proveedores
estaban volcados a la economía de guerra. De ahí que la primera resolución del gobierno de Baldomir en esta coyuntura, fue un
decreto que luego se convertiría en ley, sancionado el 2 de setiembre 1939, que le daba al gobierno poderes casi discrecionales,
según los mecanismos previstos en una ley de 1917, para asegurar el abastecimiento de los productos de primera necesidad
("el problema de las subsistencias"}, evitar su acaparamiento y especulación, así como la suba de los precios. La vigencia de
estas leyes se prorrogó varias veces hasta que el Ejecutivo presentó un proyecto de Ley de Subsistencias, aprobado en 1941.
Este amplió las funciones de la Comisión de Subsistencias ya existente, así como el número de artículos considerados de
primera necesidad. Sin embargo, más allá de algunos logros parciales, y de la articulación de un complejo y variable
entramado de decretos que fijaban precios, cantidades a vender, etc, de los artículos de primera necesidad y de aquellos cuyo
dificultoso abastecimiento exigió la racionalización de su venta (combustibles, metales), fue imposible frenar el
encarecimiento del costo de vida y la especulación.
De este modo el dirigismo y el proteccionismo del Estado que llegaba a todos los resquicios de la economía se
profundizaron aún más durante la Segunda Guerra Mundial. Los promovieron razones ideológicas y también la influencia de la
coyuntura, que mostraba la necesidad de ampliar la industrialización para el desarrollo y la relativa seguridad del país. Eran,
asimismo, instrumentos para el mejoramiento de las condiciones de vida de sectores importantes de la población. El impulso
industrializador contó con la protección de una serie de leyes, entre las que pueden mencionarse la nueva ley de privilegios
industriales del 13 de diciembre de 1941 y la de patentes de invención del 12 de diciembre del mismo año. A partir de 1940-
1941, el Estado se hizo presente a través de una multiplicidad de instituciones tratando de asegurar, regular, mejorar, orientar y
aún planificar, el abastecimiento y la producción industriales, muchas veces con superposición de funciones. En tal sentido, por
ejemplo, las funciones de la Comisión Nacional de Subsistencias fueron compartidas, con fronteras nunca definidas, con la
Dirección de Asuntos Económicos creada en 1943 y dependiente del Ministerio de Hacienda, Comisión que por otra parte tenía
Curso de Historia de 6° año Social-Humanístico – Prof. Federico Lanza – Texto n° 6

cometidos en algunos aspectos similares a los que eran propios a la Dirección de Industrias, dependiente del Ministerio del
ramo.

Condiciones de vida y trabajo. Trabajadores y sindicatos. Raúl Jacob ha sostenido que salvo el año 1913, la
desocupación ha sido estructural a las condiciones productivas del país. El terrismo no descuidó la aplicación de políticas
tendientes a paliarla, tanto por motivos sociales (evitar la tensión) como por con vicción política e intereses electorales. Entre
las medidas adoptadas para aumentar los puestos de trabajo se contabilizaron los planes de obras públicas y la protección a la
industria. En 1938 se calculaba que el aumento del costo de vida había empeorado con una pérdida salarial equivalente al 8%. 19
Las condiciones de vida para los sectores populares y capas medias bajas eran difíciles. Mucho peores lo eran en el medio
rural, y en ese Uruguay profundo, donde se ubicaban los "pueblos de ratas", y donde la desnutrición, las enfermedades
venéreas, la tuberculosis, las tasas altas de mortalidad infantil, el analfabetismo y el atraso, eran posiblemente superiores a las
que padecían los sectores populares y obreros de las zonas urbanas.20
La crisis del 29 y el terrismo encontraron al sindicalismo uruguayo escindido en tres centrales y con muy escasas
fuerzas para enfrentar las consecuencias de esta coyuntura. Como ha señalado Rodolfo Porrini, los años treinta fueron de
transición en la conformación sindical. Los sindicatos de oficios comenzaron a ser sustituidos por sindicatos y federaciones por
ramas de actividad. El desarrollo industrial, el crecimiento de las actividades terciarias, entre otras cosas, fueron dando lugar a
la aparición de un nuevo proletariado y el crecimiento de la actividad sindical. Esto no obstaba a que las diferencias
ideológicas y las distintas opciones tácticas y estratégicas los siguieran enfrentando.
La legislación social y laboral del terrismo no fue muy amplia, pero contuvo algunos logros. 21 Licencia paga por
quince días para los empleados del comercio y la industria (no los obreros), que ya gozaban los empleados públicos. Esto fue
acompañado de una ley que suprimió todos los feriados (algunos de los cuales debieron ser restaurados) pero que supuso dos
días más de trabajo para los empleados privados y diecisiete más para los públicos. De mayor trascendencia, fue la
incorporación del derecho de huelga en la Constitución de 1934. Sin embargo, los temores a las posibles perturbaciones
sociales y a la difusión del comunismo que preocupaba a las clases conservadoras, determinó que se sucedieran los intentos por
reglamentar tanto la huelga como el funcionamiento de los sindicatos, propuestas que nunca se aprobaron, entre otras cosas por
la resistencia de los gremios en la larga duración.
En el terrismo hubo distintas etapas en cuanto al relacionamiento o la actitud hacia los obreros. Una primera etapa de
dureza y represión. Una segunda etapa, de transición, en 1936, en la que hay una búsqueda estatal de mecanismos de
concertación, y la existencia de sindicatos más receptivos a negociaciones con la garantía del Estado, en una coyuntura difícil.
Rodolfo Porrini reconoce que en 1937 se dio una inflexión desarrollándose una tendencia hacia la negociación colectiva con
participación del Estado, resultado en parte del cambio económico y los procesos hacia la transición democrática. 22 En 1935 y
1936 había aumentado la conflictividad laboral. En 1936 hubo una propuesta de reglamentar los sindicatos, pero con
mecanismos de control y tribunales de conciliación y arbitraje. Así se llegó a la sanción de la ley del cuatro de agosto de 1937
que estableció la obligación del Instituto Nacional del Trabajo y la Caja de Jubilaciones de vigilar el cumplimiento de los
contratos celebrados entre patrones y obreros en la industria de la construcción.
En 1939 la Cámara de Diputados formó una Comisión para el estudio de las condiciones de vida y trabajo de obreros
de Montevideo, cuyo resultado mostró las pésimas condiciones de vida y salarios de los trabajadores. El Informe de la Comi-
sión fue considerado por los diputados en marzo de 1941, resultando propuestas de establecer sindicatos con personería
jurídica, Consejos de Salarios, Tribunales de Conciliación y Arbitraje, legislación de despidos, etc. También se discutieron, en
el mismo contexto, el pago de asignaciones para los trabajadores y proyectos de salario mínimo para los peones rurales y el
servicio doméstico, que no tuvieron andamiento.
Todas estas discusiones dieron como resultado una serie de leyes que beneficiaban al obrero y preludiaban el cambio
que se produciría algunos años más tarde. En 1941 se introdujeron modificaciones en las leyes de reparaciones por accidentes
de trabajo; se extendieron las jubilaciones a todos los funcionarios públicos en 1940, en 1942 al servicio doméstico y al año
siguiente a los trabajadores rurales. También se siguió en la práctica de lograr instancias de negociación colectiva para la
fijación de los convenios: Consejo de Salarios de trabajo a domicilio (enero de 1940), Consejo de Salario para la industria del
vestido en Montevideo (25 de abril de 1941).
La Cámara de Industrias siguió con mucha atención todo este proceso oponiéndose a la fijación del salario mínimo en
1940, al Carné de trabajo en 1941, a los Consejos de Salarios, etc. Posteriormente, el crecimiento de la organización sindical,
la presencia de un gobierno con sensibilidad social, y la protección a la industria que aseguraba a los empresarios un mercado
prácticamente monopólico, flexibilizaría temporalmente sus actitudes.
Los Consejos de Salarios, que tantas repercusiones tuvieron en la vida sindical y en el contexto general de las
condiciones de vida y trabajo de amplios sectores sociales, fueron aprobados por una ley de noviembre de 1943. Se encargaban
de fijar los salarios mínimos por ramas de actividad. Los Consejos estaban integrados por siete miembros, con un rol decisivo
del Estado, pues tenía tres representantes frente a dos de los empresarios y dos de los trabajadores. Abarcarían la industria, el
comercio y servicios públicos no estatales. Fueron excluidos los funcionarios públicos, los trabajadores rurales y el servicio
doméstico. En el ambiente sindical, la propuesta de Consejos de Salarios que vino del gobierno pero también impulsada por los
sindicatos, generó aceptaciones, rechazos y polémicas. Contó con el apoyo de los comunistas, socialistas, y sindicalistas de
partidos tradicionales o no definidos ideológicamente, y la crítica de los anarquistas y los anarcosindicalistas que consideraban
a los Consejos como una entrega del movimiento obrero al Estado y al sistema capitalista. Pero la ley se sancionó y se impuso,
comenzando a instalarse los distintos Consejos por sectores de actividad. Como señalan Frega y Trochon, la táctica sindical fue
de negociación pero también de confrontación, y muy dura, cuando esta se hacía necesaria. 23 Los resultados de la creación de
los Consejos de Salarios fueron un aliciente para la organización obrera y la sindicalización así como una canalización legal de
Curso de Historia de 6° año Social-Humanístico – Prof. Federico Lanza – Texto n° 6

la protesta. Como señala Rodolfo Porrini, significaron también una creciente influencia de las organizaciones de izquierda
marxista. Resultado de todo este proceso fue el aumento de los salarios en el lapso comprendido entre 1943 y 1957.
En general, el gobierno de Amézaga se caracterizó por una política de crecientes beneficios para los sectores
asalariados. Esto habilitaría el señalamiento de que el batllismo estuvo de regreso mucho antes de 1947. Resultado de la
presencia de este sector en el gobierno o de las exigencias de la hora, lo cierto es que las leyes sociales fueron muy numerosas,
y le dieron un perfil muy característico al período 1943-1946, lo que permite a algunos autores hablar de un Estado Benefactor
o Asistencial. Además de la creación de los Consejos de Salarios, como señalan Frega, Maronna y Trochon, se otorgó licencia
anual a los trabajadores, salarios mínimos para algunas actividades industriales, indemnizaciones por despido y la jornada
laboral de ocho horas para el comercio.24
La campaña tenía grandes problemas derivados de la sequía de 1942 y sus consecuencias en la producción y los productores,
por lo cual el gobierno adoptó en su favor una serie de medidas. Pero también tenía pobladores, que no eran empresarios ni
pequeños ni grandes, sino asalariados, los peones, a los cuales una ley de 1923 se había limitado a fijarles el salario mínimo.
En el contexto de una situación de desocupación y miseria en la campaña, el veinte de enero de 1943 se aprobó el decreto-ley
que creaba la Caja de Trabajadores Rurales, que cubría además de las jubilaciones, también el riesgo de invalidez, vejez y
desocupación.

Desde hacía muchos años los problemas del campo habían ocupado a políticos y rurales: el tema de la reforma agraria
aparecía continuamente en la agenda política. En 1943 se contabilizaban numerosos proyectos, a los que el herrerismo señalaba
como "comunizantes ", herencia de la que definieron siempre como "dictadura " baldomirista. En esta etapa se discutieron
varios pero la "reforma agraria" no se hizo realidad. En 1948 se creó el Instituto Nacional de Colonización para comprar y
repartir algunas tierras entre posibles colonos. Los resultados de la política de este instituto en el mediano y largo plazo han
sido realmente muy poco significativos.
Pero todo lo dicho no podía ocultar la miseria de ciertos sectores de la sociedad. Miseria rural en los rancheríos y
alrededores de los pueblos que impresionaban por la carencia total de condiciones mínimas de vida. Pero también miseria ur-
bana. El 19 de febrero de 1943 el Senado nombró una Comisión de siete miembros para estudiar las situaciones de miseria del
país, aconsejar soluciones permanentes y de emergencia así como arbitrar los medios para la eliminación definitiva de sus
causas. En realidad poco pudo hacer. Resulta difícil establecer si esta preocupación por los más desposeídos y la pobreza fue
resultado de un crecimiento notorio de esta -no desdeñable por la coyuntura de la guerra que no benefició a todos- o del
aumento de sensibilidad por lo que diariamente la prensa mostraba de la devastación europea y los miles de niños huérfanos y
abandonados.
El diputado batllista Carlos Gamba denunció una situación que reconocía como recurrente. Según relató, el 2 de marzo de
1943, un día después de la asunción de mando de Juan José de Amézaga, al salir de un restaurante con un grupo de invitados
argentinos en la Plaza Independencia, encontró que "una mujer niña, de 14 o 15 años, con una criatura que daría sus primeros
pasos de arrastro y otra recién nacida, tal vez de horas, envueltas en harapos pedía limosna ", Además de esta situación, el
diputado denunció lo que consideraba aun peor: "personas mayores, hombres y mujeres, que durante las horas de la mañana
acompañadas de pequeños hijos revisan por turno los cajones de desperdicios que están colocados en las puertas de las casas,
a la espera del servicio municipal." Esta fue una de las voces que se hicieron oír en el Parlamento, dando cuenta de la situación
de miseria en la que vivían algunos sectores de la población durante los años de guerra, dejando entrever las falencias de la
política asistencial que se estaba implementando.

NOTAS
(8) Mario Rapoport, ¿Aliados o Neutrales? La Argentina frente a la Segunda Guerra Mundial, Buenos Aires, Eudeba, 1988.

(9) Cfr, Ana María Rodríguez Aycaguer, "El alineamiento internacional del Uruguay durante la Segunda Guerra Mundial. Algunas hipótesis y reflexiones",
en: V Jomadas Interamericanas de Historia de las Relaciones Internacionales. La Plata, Argentina, setiembre de 1999 (edición en CD).
(10) Telegrama urgente de William Dawson al Subsecretario de Estado, Sumner Welles, Montevi deo, 10 de enero de 1942. Citado en Ana María Rodríguez
Aypaguer, "El alineamiento...", cit, p. 11.
(11) Véase: Antonio Mercader. El año del león, Montevideo, Aguilar, 1999.

(12) Al respecto, cfr: las notas publicadas por Ana María Rodríguez Aycaguer y Esther Ruiz en el Semanario "Brecha" (Montevideo): "Herrera, las bases
yanquis y el 'crimen7 de Uruguay", 7 de mayo de 1999, págs. 22-23; y "Pruebas insuficientes y politización excesiva", 28 de mayo de 1999, pág. 23.
(13) Cfr. Ministerio de Relaciones Exteriores y Ministerio de Defensa Nacional. Construcción de Bases Aeronavales. Política exterior. Exposición de los
Ministros de Relaciones Exteriores, Ing. D. José Serrato y de Defensa Nacional, General de División, D. Alfredo R. Campos. Montevideo, Sección Pren sa,
Informaciones y Publicaciones del Ministerio de Relaciones Exteriores, 1944.
(Í4) La Comisión de Notables que nombró Baldomir pasó a reunirse en una casa rodante -fabricada por la firma británica Leyland- obsequiada al Presidente
uruguayo a iniciativa del Ministro de Gran Bretaña. Previamente esta Comisión realizaba sus tareas en la Casa de Gobierno (actual Cancillería), pero las
durísimas críticas del herrerismo, señalando la inconstitucionalidad de la Comisión y de su presencia en ámbitos gubernamentales, determinó el cambio de
lugar de reunión. Irónicamente el herrerismo llamaba al proceso de reforma constitucional "la deforma ".

(15) Ana María Rodríguez Aycaguer, Entre la hermandad y el panamericanismo. El Gobierno de Amézaga y las relaciones con Argentina. I: 1943 ".
Montevideo, FHCE, Serie Papeles de Trabajo. 2004.
(16) Cfr. Juan Oddone, Vecinos en discordia. Argentina, Uruguay y la política hemisférica de los Estados Unidos. Selección de documentos. 1945-1955.
Montevideo, UDELAR, FHCE, Departamento de Historia Americana, 2003; y Ana María Rodríguez Aycaguer, Entre la hermandad..., etc., cit..

(17) Al respecto, véase: Ministerio de Relaciones Exteriores. Presidente de La República, Dr. Juan José de Amézaga. Ministro Dr. Eduardo Rodríguez Larreta.
Paralelismo entre la democracia y lapas. Protección internacional de los derechos del hombre. Acción colectiva en defensa de esos principios. Montevideo,
Sección Prensa, Informaciones y Publicaciones, 1946.
Curso de Historia de 6° año Social-Humanístico – Prof. Federico Lanza – Texto n° 6

(18) Cfr. Nelly Da Cunha, "La Federación Rural ante la dictadura de Gabriel Terra. El cultivo obligatorio de la tierra", en: Oribe Cures, Nelly Da Cunha, y
Rodolfo Porrini, Desde abajo. Sectores populares en los años treinta, Montevideo, E.B.O., 1998, pp. 61-94.

(19) Raúl Jacob, Uruguay 1929-1938, Depresión ganadera y desarrollo fabril, Montevideo, F.C.U., 198l,pp. 20-29,
(20) Sobre la situación de los trabajadores urbanos y rurales en el período, véase: Oribe Cures, Nelly Da Cunha y Rodolfo Porrini, Desde abajo. Sectores
populares en los años treinta, Montevideo, E.B.O., 1998.
(21) Rodolfo Porrini, La nueva clase trabajadora uruguaya (1940-1950), Montevideo, Dpto de Publicaciones de la FHCE, 2005, pp.131-132.

(22) Rodolfo Porrini, La nueva clase trabajadora uruguaya ..., op. cit., pp. 135-142

(23) Ana Frega e Yvette Trochon. "Sindicatos, empresarios y Estado en Uruguay en los años 40. Negociación y confrontación", BIBLOS N°5, Rio Grande,
1993, pp.l 13-128.
(24) Ibid,p.l35.

CUADROS E IMÁGENES

Imagen 7. Caricatura del Canciller Alberto Guaní por Julio E. Suárez. Esta caricatura aparecida en "Marcha", resalta jocosa mente la
temprana llegada de la guerra a nuestras costas y las complicaciones que implicó para la diplomacia uruguaya la Batalla del Río de la Plata,
el 13 de diciembre de 1939, y el posterior hundimiento del acorazado alemán Graf Spee a la salida del puerto de Montevideo.

EL CUENTO DE LA PALOMA EN EL ESTADIO

RR.EE.: Es urgente señor Ministro!

Guani: 26 países, 38 millones de kilómetros cuadrados, una bárbara cantidad de puertos en el Atlántico y el Pacífico… y justo había de
tocarme a mí este asuntito!!! (el papel en su mano dice “Asunto Graf Spee”)

DEBATE POLÍTICO SOBRE LA TRANSICIÓN

El 8 de junio de 1943 tuvo lugar en la Cámara de diputados un debate político, llevado adelante por el Dr. Elio García
Austt, prestigioso médico psiquiatra y diputado por el Partido Nacional Independiente, reclamando un homenaje a Baltasar
Brum.
Atacó la voluntad de "olvidar", el intento de que "ese inmenso agobio que queda atrás, en sacrificios, en sangres, en
dolores, en angustias, en arbitrariedades, en injusticias y hasta en crímenes, se relegue al fondo oscuro de la conciencia como
cosa definitivamente muerta ",
Augusto César Bado, diputado colorado blancoacevedista le respondió que: “Las naciones, como los partidos, y como
los hombres, que viven demasiado atados al pasado, mirando siempre para atrás, pierden el rumbo, se desorientan y se
anulan ". "El camino es el porvenir, no lo pretérito; el camino es la esperanza, no el recuerdo [...] toda revisión no traerá sino
resquemores de odios, rescoldos de pasión, sobre los que nada bueno han realizado nunca los pueblos [...] Habíamos quedado
que con las últimas elecciones generales, de donde procedemos, se
abría el escenario de la pacificación espiritual de la República y
nos aveníamos, todos, a esa obra de concordia y de esperanza..
.Pero nunca supuse [...] que ese escenario iba a ser, desde sus
comienzos, la pedana o el campo donde los púgiles iban a dar en
medir sus fuerzas [...] como Si unos y otros se quisieran adueñar
de la historia [.,.] para arrojarse frenéticos en la ronda de la
violencia exacerbada".
García Austt le enrostró entonces:
"[...] yo quiero repetir aquí, lo que tantas veces he dicho en la
plaza pública, para fustigar a Marzo, para execrar a Marzo, para
ahuyentar de algún espíritu extraviado, que siempre los hay, hasta
la sombra de la posibilidad de su retorno. No hay que llamarse a
engaño y ampararse en la ilusión, complaciente de los distingos
benévolos, Marzo es siempre Marzo, sea cual fuere el disfraz,
nacional o internacional, que le pongan. Marzo es uno en su
espíritu, sus métodos, sus hombres y sus hechos. Marzo es uno con
Terra, con Baldomir, con Herrera... El desastre duró diez años".

(Diario de Sesiones de la Cámara de Representantes, Sesión del 8 de junio de 1943).

Imagen 8. Alfredo Baldomir y Juan José de Amézaga durante la transmisión de mando, el 1° de marzo de 1943. (Archivo E.B.O.).

1) ¿Qué consecuencias, políticas y económicas, tuvo la SGM en Uruguay? ¿Cómo le perjudicó? ¿Cómo le favoreció?
Explica la historieta sobre el canciller Guani.
Curso de Historia de 6° año Social-Humanístico – Prof. Federico Lanza – Texto n° 6

2) ¿Qué fue el “golpe bueno” de Baldomir? ¿Por qué


se produjo? ¿Quiénes le llamaron así? ¿Por qué?
Explica los argumentos del debate entre los
diputados Austt y Bado.

3) ¿Cómo fue la política económica del terrismo hacia


el agro y hacia la industria? ¿Por qué?

4) ¿Qué significa que Terra fue “pragmático por


convicción y por necesidad”? Da algún ejemplo.

5) ¿Qué medidas tomó el presidente Amézaga para


hacer frente a los problemas derivados de la guerra
mundial?

6) Compara la legislación social y laboral del terrismo


con la del gobierno de Amézaga. ¿Cómo eran las
condiciones de vida de la clase baja en la década los
años de la guerra mundial? ¿Por qué?

Вам также может понравиться