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El derecho del consumo en Europa.

Resumen del articulo “la protección de los consumidores en la unión europea y la


Directiva sobre derecho de los consumidores” de Gema Alejandra Botana García.

En la Unión Europea, para el legislador comunitario es constante la preocupación


por suprimir las barreras al comercio entre los estados miembros con el fin de que
se obtenga un auténtico Mercado interior que permita a los consumidores acceder
a todos los bienes y servicios que vengan de cualquier punto de la Unión.

(La libre circulación que resulta de la aplicación del principio del reconocimiento
mutuo impide la imposición incondicional de reglamentos nacionales que
condicionen las expectativas de los consumidores frente un producto o servicio) 1

El principal beneficiario del funcionamiento del Mercado interior es el consumidor.


La comunidad Europea encuentra la diversidad de regulaciones por parte de los
países miembros en materia de protección al consumidor como un hecho que
podría generar obstáculos en el desarrollo del Mercado interior, puesto que lo
ideal es una norma en materia de protección al consumidor que se aplique
uniformemente a todos los países miembros.

La normativa protectora de consumidores en Europa ha desarrollado tres


modelos:2

Primer Modelo: Toda normativa protectora del consumidor se contiene en una


única norma. La ventaja es que al estar toda la legislación sobre consumidores en
un cuerpo normativo se evitan discordancias. Como ejemplo se tienen la Francia
Code de la Consimmation (<biblio>), según la doctrina francesa este código es
incompleto e incoherente, su método consiste en compilar textos dictados en
diferentes épocas sin tener en cuenta el espíritu que las ha producido.

Segundo Modelo: Existe una ley general de defensa de los consumidores y


usuarios, y varias leyes especificas que protegen al consumidor en cada concreto
sector. (Luxemburgo, Grecia, Portugal…)

Tercer Modelo: ante la ausencia de una ley de carácter general, su normativa


aparece repartida a través de numerosas leyes especiales, cada una de la cuales
concede al consumidor una especial tutela en un determinado ámbito. Como
ejemplo se encuentra la experiencia alemana y la italiana. En Alemania con la ley
de reforma del SCHULDRECHT de1 de febrero de 2002, recodificó el libro

1
Gonzales Vaque,L. The Single Market, World Food regulation Review. 1999,N° 9, pp.18-19
2
Carrasco Pedrera , A. El derecho de consumo en España: presente y futuro. Madrid. 2002, pp 36 y ss.
segundo del BGB haciendo confluir las normas de la actuación de las Directivas
en el marco de un complejo trabajo de revisión de la materia en su conjunto.

En Italia a través del Decreto Legislativo de 6 de noviembre de 2005, aprobó el


Codice de Consumo, el Codice sigue un orden sistemático y se estructura en seis
partes:

-Parte donde se encuentra una definición general de consumidor y profesional.

-Parte que incluye las disposiciones relativas a la educación del consumo, la


formación que debe ser suministrada al consumidor y las disposiciones sobre
publicidad comercial.

-Parte dedicada a las normas en materia contractual.

-Parte donde se recoge la disciplina general sobre seguridad de los productos

-Parte destinada a las disposiciones sobre asociaciones de consumidores.

-parte concluye con disposiciones finales entre las que destaca el art.143 que
declara irrenunciables los derechos atribuidos al consumidor por las disposiciones
del Codice de consumo.

Un último modelo consistiría en la modificación de la normativa preexistente


introduciendo en los mismos textos legales que la contienen, armónicamente, las
reglas dirigidas a otorgar a los consumidores la protección que precisan.

España queda encuadrada en el segundo modelo, la protección de los derechos


del consumidor se caracterizaba por la existencia de una ley general, la ley
26/1984, de 19 de julio, general para la defensa de consumidores y usuarios
(LGDCU) y varias leyes especificas que protegían al consumidor en distintos
aspectos, leyes que normalmente habían sido dictadas con el fin de incorporar en
el derecho interno una Directiva Comunitaria.

El legislador español consciente de la dispersión de normas de protección al


consumidor3, ha incluido una disposición final segunda en la ley 23/1993 de
Garantía de Bienes y consumo, donde se habilitaba expresamente al Gobierno
3
Normas con rango de ley en España que versan sobre protección al consumidor; Ley 26 /91, sobre
contratos celebrados fuera de los establecimientos mercantiles, Ley 22/94, de responsabilidad civil por los
daños causados por los productos defectuosos, ley 771995 de crédito al consumo, ley 21795 reguladora de
los viajes combinados, ley 7/96, de ordenación del comercio minorista, ley 7/98, condiciones generales de
contratación, ley 28/98, de venta a plazos de bienes muebles, ley 42/98 sobre derechos de
aprovechamiento por turno de bienes muebles de uso turístico y normas tributarias ,ley 34 /02, de servicios
de la sociedad de la información y de comercio electrónico, ley 39/02 de transposición al ordenamiento
jurídico español de diversas Directivas Comunitarias en materia de protección de los intereses de los
consumidores y usuarios y la ley 23/2003, de garantías en la venta de bienes de consumo.
para que en el plazo de dos años procediese a refundir en un único texto la
LGDCU y las normas de transposición de las Directivas comunitarias en materia
de protección de los consumidores y usuarios que incidiesen en los aspectos
regulados en ella, regularizando, aclarando y armonizando los textos legales que
tuviesen que ser refundidos . Por otra parte se abrió un interrogante de cuál sería
la mejor opción por la que decantarse, si por la elaboración de un código propio o
por la conveniencia de su inserción en el Código Civil, tal como había hecho
Alemania y Holanda.

Del análisis de la incorporación al ordenamiento jurídico español de la principal


normativa comunitaria sobre protección de los consumidores debe señalarse que
el legislador español he ido optando unas veces por incorporar los mínimos
exigidos por las Directivas comunitarias mientras que en otros casos ha
establecido disposiciones con un nivel de exigencia superior al establecido en
dicha normativa. Es de suponer que la misma experiencia se ha reproducido en el
resto de los Estados miembros con la consecuencia de dar lugar a niveles de
protección de los consumidores diferentes en los distintos sectores que se ha ido
regulado.

El Libro Verde.

La tentación de una regulación marco protectora de los consumidores con carácter


general, basada en criterios generales de protección y no meramente sectoriales
no ha sido exclusiva de los Estados miembros. También la Unión Europea se lo
preguntó a través de la publicación de su libro verde sobre la protección de los
consumidores. El objeto del libro verde, elaborado por la Comisión, era iniciar una
amplia consulta pública sobre la futura orientación de la protección de los
consumidores en la Unión Europea.

El libro Verde partía de que para los consumidores, la falta de claridad y de


seguridad sobre sus derechos era un freno importante para la confianza y la
fiabilidad. El mercado interior, como todos los mercados, se basa en la confianza
de los consumidores. La simplificación de las normas existentes y, donde sea
posible, a desregulación, ayudarían también a reducir las cargas
desproporcionadas que recaen sobre las empresas. Los consumidores tendrían
acceso a una mayor variedad de mercados y mejores precios. Las compras
transfronterizas no reemplazarían a las adquisiciones locales, sino que se
convertirían en un medio significativo con mayor impacto en los mercados del que
representa su porcentaje de ventas al por menor.
Se señala en el documento que en un mercado interior de consumo a pleno
funcionamiento podría desempeñar un importante papel en la estrategia destinada
a hacer que los ciudadanos sintiesen más cercana la Unión Europea, al disipar el
mito de que el mercado interior es un proyecto de las grandes empresas
mostrando beneficios tangibles para su vida cotidiana.

La decisión central para la Comisión giraba en torno cual era el método idóneo
para armonizar las normativas sobre protección de derechos del consumidor.

El primer método presentaba un enfoque específico, basado en las adopciones


varias Directivas específicas. En principio es más fácil alcanzar un acuerdo sobre
Directivas con un ámbito de aplicación relativamente reducido y proceder luego a
cambios específicos durante un largo periodo de tiempo. Inclinarse por este
planteamiento requería un compromiso claro de los Estados miembros para
cambiar esta política, tanto en lo que se refería a las Directivas ya existentes para
la protección de los consumidores necesitaban modificaciones para corregir los
aspectos que se hubiesen quedado obsoletos como consecuencia del proceso de
evolución del nuevo mercado.

El segundo método daría a conocer un enfoque mixto, que consistía en la


elaboración de una Directiva Marco comunitaria amplia, tecnológicamente neutra,
para armonizar las normas nacionales de equidad de las prácticas comerciales
entre empresas y consumidores. Según la Comisión la Directiva marco, constituía
una red de seguridad para las prácticas en las que se hubiese detectado
restricciones transfronterizas y que no entraban dentro de los ámbitos de
aplicación coordinados de las Directivas dirigidas a sectores específicos.

La ventaja den enfoque marco en comparación con el enfoque especifico residía


en que su naturaleza global hacía menos necesaria una reglamentación mas
detallada de la protección de los consumidores, un enfoque marco permitiría
también la simplificación de normas existentes, también podría proporcionar una
base fuerte para la autorregulación, a escala de la Unión Europea en el ámbito de
protección de los consumidores, y para el desarrollo de orientaciones prácticas no
obligatorias.

Estos dos instrumentos podían reducirla necesidad de una reglamentación


dispositiva detallada, por último la Directiva Marco podía constituir la base para
una participación formal de las partes interesadas en el proceso regulador.

En definitiva, ante la constatación de la existencia de un complejo conjunto de


leyes y reglamentos que rigen las relaciones entre empresas y consumidores en
Europa que representa no solo una carga para los primeros, sino que hace que los
consumidores se sientan inseguros por lo que se refiere a sus derechos y
constituye un freno para la confianza del consumidor, especialmente en el
comercio electrónico, parece que como mínimo se hacía preciso el estudio de
otras alternativas al modelo normativo utilizado por las instancias comunitarias
hasta ese momento. Así que cuando menos se hacía absolutamente necesario
racionalizar el acervo normativo existente sobre protección de los consumidores
para favorecer a estos últimos, mandato que venía impuesto por el propio tratado
de Ámsterdam4.

Hasta ahora, las instancias comunitarias cuando se percatan de una problemática


que pueda incidir en la protección de los intereses de los consumidores, recurren a
darle solución a través de una directiva especifica a la que se llegaba no sin antes
pasar por un lento y laborioso proceso de elaboración. La implementación de
estas directivas específicas ha resultado poco flexible y sistemática. Atendiendo a
los resultados a que ha dado lugar precisamente un enfoque especifico de la
protección de los consumidores parece que insistir en el mismo no sería lo más
apropiado si quiere llegarse a un mercado interior pleno.

Directiva 2005/297CE, relativa a las prácticas comerciales de las empresas en sus


relaciones con los consumidores.5

La Directiva 2005/297CE se basó en el art 95 del Tratado ( de Ámsterdam?) y ,en


este sentido , en su art 1, se indica que dicha normativa comunitaria “…Tiene por
objeto contribuir al bien funcionamiento del mercado interior y alcanzar un elevado
nivel de protección de los consumidores mediante la aproximación de las
disposiciones legales, reglamentarias y administrativas de los Estados miembros
sobre las prácticas comerciales desleales que perjudican a los intereses
económicos de los consumidores”.

Se trata, de eliminar las marcadas diferencias existentes entre las legislaciones de


los estados miembros, relativas a las prácticas comerciales desleales que pueden
generar distorsiones apreciables de la competencia y obstaculizar el buen
funcionamiento del mercado interior.6 Según el legislador comunitario “estas
diferencias provocan incertidumbre en cuanto a cuáles son las normas nacionales
aplicables a las prácticas comerciales y desleales que perjudican a los intereses
económicos de los consumidores y crean numerosas barreras que afectan a los
consumidores y empresas”

4
Agregar nota sobre el Tratado de Ámsterdam
5
Sobre esta directiva, González Vaqué, L.
6
Averiguar mas sobre el mercado interior
La protección de los consumidores y el derecho de la competencia son materias
relativamente recientes que comportan numerosos puntos coincidentes. Estas
materias forman cada vez a menudo lo que se llama Derecho del mercado. Estas
diferentes materias, en grados más o menos importantes, participan en la
construcción de un mercado interno.

La protección de los consumidores y el Derecho de la competencia tienen como


punto común ser materias que tratan de luchar contra ciertas formas de
desequilibrio económico y que buscan imponer una cierta lealtad contractual. La
normativa sobre protección de los consumidores se ocupa de regular las
relaciones entre consumidores y profesionales. En cambio, en el Derecho de la
competencia se ocupa de regular las relaciones entre profesionales que actúan a
menudo en el mismo sector de las actividades.

La competencia es generalmente considerada como beneficiosa para el


consumidor que podrá comparar la calidad de los productos y de los servicios
ofertados, los precios demandados y decidirse así por el mejor de sus intereses.
Por este motivo, las normas del Derecho de la competencia tienen
necesariamente repercusiones sobre el usuario final que es el consumidor. Se
exige una lealtad en la competencia, que no atente al mercado y que exista una
prevención de las prácticas desleales. Pero, por porta parte, debe destacarse que
una práctica desleal por parte de un empresario perjudica a todos aquellos
empresarios y competidores quiénes actúan lealmente en el mercado restándoles
clientes y dañando la imagen del sector.

El mercado de los consumidores es uno de los más importantes en el plano


económico y, para desarrollar el crecimiento, es lo más frecuente que se giren los
poderes públicos hacia el desarrollo del consumo. La protección de los
consumidores tiene por objeto principal regular este mercado de los bienes de
consumo y de los servicios. La normativa sobre protección de los consumidores
busca establecer un equilibrio entre la libertad contractual y la libertad de
competencia, de una parte, entre el libre consentimiento del consumidor y la
duración del mundo de los negocios, de otra parte. Constituye un conjunto de
normas reguladores del mercado de los productos y servicios, pero también de las
relaciones contractuales.

Según la Directiva una práctica es desleal si:

- Es contraria a los requisitos de la diligencia profesional.

- Distorsiona o puede distorsionar de manera sustancial, con respecto al producto


de que se trate, al comportamiento económico del consumidor medio al que afecta
o al que se dirige la práctica, o del miembro medio del grupo, si se trata de una
práctica comercial dirigida a un grupo concreto de consumidor.

Práctica engañosa: se definen tanto a través de acciones engañosas y omisiones


engañosas (art6) & (art7) ( del Tratado o de la Directiva ¿)

Práctica engañosa : las que en su contexto fáctico, teniendo en cuenta todas sus
características y circunstancias, merme o pueda mermar de forma importante
mediante el acoso, la coacción, incluso el uso de la fuerza, o la influencia indebida,
la libertad de elección o conducta del consumidor medio con respecto al producto
y por consiguiente, le haga o pueda hacerle tomar una decisión sobre una
transacción que de otra manera no hubiera tomado.

Directiva sobre los derechos de los consumidores.

La propuesta de directiva surge del reexamen del acervo sobre los consumidores
que contenían cláusulas de armonización mínimas, se incluyen:

Directiva 85/577 del Consejo, 20 de diciembre de 1985, referente a la protección


de los consumidores en el caso de contratos negociados fuera de los
establecimientos comerciales.

En la nueva Directiva se propone la expresión “Contrato celebrado fuera del


establecimiento” definido como todo contrato entre un comerciante y un
consumidor, celebrado con la presencia física simultánea del comerciante y del
consumidor, en un lugar distinto del establecimiento mercantil del comerciante. En
el que el consumidor ha realizado una oferta en las mismas circunstancias que las
que se contemplan en el apartado anterior.

Celebrado en el establecimiento mercantil del comerciante o mediante el uso de


cualquier medio de comunicación a distancia inmediatamente después de que
haya existido contacto personal e individual con el consumidor en un lugar que no
sea el establecimiento mercantil del comerciante con la presencia física
simultánea del comerciante y del consumidor. Celebrado durante una excursión
organizada por el comerciante con el fin de promocionar y vender productos o
servicios al consumidor.

Directiva 93/13 CEE del Consejo, de 5 de abril de 1993, sobre las cláusulas
abusivas en los contratos celebrados con consumidores.
Directiva 97/7 CE del Parlamento Europeo y del Consejo, 20 de mayo de 1997,
relativa a la protección de los consumidores en contratos a distancia

Directiva 1999/94 CE del Parlamento Europeo y del Consejo , 25 de mayo de


1999, sobre determinados aspectos de la venta y las garantías de los bienes de
consumidores.

El plazo para transposición de la Directiva sobre Derechos de los Consumidores


será a más tardar el 13 de diciembre de 2013 y se precisa que las disposiciones
de la Directiva se aplicarán a los contratos celebrados despúes del 13 de junio de
2014 (art28 Tratado de AMSTERDAM?) . Se incluye una cláusula derogatoria para
la Directiva 85/577 del Consejo, para la Directiva 97/7 CE, prevista para los
contratos a distancia, la Directiva 2005/29/CE relativa a las Prácticas Comerciales
Desleales de las Empresas en sus Relaciones con los Consumidores en el
Mercado interior y para la Directiva 2007/64/CE sobre Servicios de Pago en el
Mercado Interior. Todas estas disposiciones comunitarias quedarán derogadas a
partir, del 13 de junio de 2014

Algunas definiciones que trae la nueva Directiva.

Contrato de venta: todo contrato en virtud del cual el comerciante transfiera o se


comprometa a transferir a un consumidor la propiedad de ciertos y el consumidor
pague o se comprometa a pagar su precio, con inclusión de cualquier contrato
cuyo objeto incluya a la vez bienes y servicios.

Contrato de servicio: todo contrato, a excepción de un contrato de venta, en virtud


del cual el comerciante provee o se compromete a proveer un servicio al
consumidor y el consumidor pague o se comprometa a hacerlo.

Comerciante: la Directiva usa el término comerciante y no empresario, para


definirlo como toda persona física o jurídica, ya sea privada o pública, que actúe,
incluso a través de otra persona en su nombre o siguiendo sus instrucciones, con
un propósito relacionado con su actividad comercial, empresa, oficio o profesión
en relación con contratos regulados por la Directiva.

Consumidor: es definido como toda persona física que, en contratos regulados por
la Directiva, actúe con un propósito ajeno a su actividad comercial, empresa, oficio
y profesión.

Información a los Consumidores.


Es el mejor medio de prevención de inconvenientes que pueden aparecer en las
operaciones en que intervienen profesionales y consumidores. A pesar de que el
consumidor deba informarse primero, la información no siempre es fácil de
encontrar en el momento que se tiene necesidad, además de requerir su tiempo.

Por otra parte, hoy día debe ser tenida en cuenta la variedad y complejidad de los
productos y servicios que se ofrecen, lo que hace muy difícil que el consumidor
pueda acceder a todas las informaciones necesarias por sí solo. Por consumidor
pueda acceder a toda las informaciones necesarias por si solo. Por ello, en las
últimas décadas el derecho a la información se ha convertido en un derecho
fundamental reconocido a los consumidores. La finalidad de este derecho es
facilitar que el consumidor preste un consentimiento contractual claro y reflexivo.

Es aceptado por todos que pesa sobre los profesionales una obligación de
informar porque ellos están en mejor disposición para conocer los productos que
venden, las características de los servicios que prestan, ocupando la posición más
favorable para dispensar información necesaria al consumidor y usuario. Esta
carga de informar vendría a paliar el presunto desequilibrio existente en la relación
entre consumidor y profesional.

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