Вы находитесь на странице: 1из 19

1

INDICE

Abstract……………………………………………………….1

Introducción………….……………………………….. 3

Planteamiento de problema……………………………….. 3

Justificación………………………………………………….

Objetivos……………………………………………………….

Objetivos específicos…………………………………………

Hipótesis……………………………………………………….

Marco referencial……………………………………………..

Conclusiones………………………………………………..

Anexos………………………………………………………..

Fuentes consultadas………………………………………..

2
ABSTRACT

The aim of this study is to document, organize, and review medical

conceptualizations - health, constitutional, theoretical rules to consolidate a

benchmark true and accurate regarding the right to life, the right to die with dignity,

euthanasia in Colombia. This will make a literature on theoretical and conceptual

consultation of primary sources (regulations, case law and legal doctrines and

attitudes of physicians, patients, families of victims).

How euthanasia looms in Mexico?

For the approach of this paper is developing the concept of euthanasia, giving a

look for its multiple manifestations, its legal system, and the perception of the

church, the concept of life and death, and some considerations, the position of

some professional health, patients and families.

The themes were: euthanasia, medical perspective - public health, social and

family life, the right to life and the right to die, the right to die with dignity in conflict,

euthanasia: legal aspects Colombian religions address the euthanasia, and

accuracy considerations.

3
INTRODUCCION

En el presente trabajo explicaremos un tema muy polémico y discutido como es la eutanasia.


Primeramente daremos los conceptos más subyacentes sobre dicho tema.

Eutanasia es un término, que deriva de las voces griegas eu (buena) y thanatos (muerte). Es
decir, hace alusión a un bien morir, lo cual, se entiende como una muerte fácil y sin dolores a un
paciente que está próximo a morir por causa de una enfermedad ter minal.

Pese a lo mencionado, en nuestro sistema jurídico, dicha práctica se halla tipificada


por el Código Penal bajo la figura del homicidio (art. 79) o instigación al suicidio (art.
83).

Cabe destacar que, dependiendo de las voluntades en juego, la eutanasia puede


clasificarse en voluntaria e involuntaria.

La eutanasia voluntaria es aquella en la que el paciente acepta que se le suspendan


los tratamientos terapéuticos que le prolongan la vida y/o solicita que se le
suministren medicamentos que le produzcan la muerte. Este tipo de eutanasia se
caracteriza porque el paciente presta su consentimiento para la acción (suministrar
fármacos) o la omisión (suspensión de tratamientos o desconexión de aparatos),
cuyo resultado esperado es el fin de su vida.

Por otra parte, la eutanasia involuntaria es aquella en la cual el paciente no presta su


consentimiento para la muerte. En ella el fin de la vida se produce ya sea sin el
consentimiento del paciente o bien contra su voluntad. En estos casos se habla de
dar una "muerte piadosa".

Ambas clases de eutanasia pueden, a su vez sub-clasificarse en directa e indirecta.

En el medio hispanohablante se califica a la eutanasia como directa o indirecta en


cuanto existe o no la intención de provocar primariamente la muerte en las acciones
que se realizan sobre el enfermo terminal.

4
La eutanasia directa se divide en dos formas, la activa y la pasiva, la primera
consiste en provocar una muerte indolora a petición del afectado, recurriendo a
substancias especiales mortíferas o a sobredosis de morfina. En cambio, en la
eutanasia pasiva se deja de tratar una complicación, con lo cual se precipita el
término de la vida; es una muerte por omisión. La eutanasia pasiva puede revestir
dos formas: la suspensión terapéutica y la abstención terapéutica ya que se
considera que los tratamientos no prolongan el vivir, prolonga el morir. Debe
resaltarse que en este tipo de eutanasia no se abandona en ningún momento al
enfermo.

La eutanasia indirecta consiste en efectuar procedimientos terapéuticos que tienen


como efecto secundario la muerte, por ejemplo la sobredosis de analgésicos, como
es el caso de la morfina para calmar los dolores, cuyo efecto agregado, es la
disminución de la conciencia y casi siempre una abreviación de la vida. Aquí la
intención, sin duda, no es acortar la vida sino aliviar el sufrimiento, y lo otro es una
consecuencia no deseada.

Un concepto relacionado con la eutanasia es el suicidio asistido, en el cual se le


proporciona en forma intencional a una persona los medios o procedimientos o
ambos necesarios para suicidarse, incluidos el asesoramiento sobre dosis letales de
medicamentos, la prescripción de dichos medicamentos letales o su suministro. Se
plantea como deseo de extinción de muerte inminente, porque la vida ha perdido
razón de ser o se ha hecho dolorosamente desesperanzada.

De entre los numerosos casos que constituyen las posibilidades fácticas en las que
se puede dar la eutanasia, particularmente, el caso que nos interesa tratar es el
relativo a aquel paciente que se encuentra en estado vegetativo persistente
irreversible y es mantenido con vida únicamente con la asistencia que le brindan
ciertas maniobras tales como la ventilación mecánica, técnicas de circulación
asistida, oxigenación extracorpórea, etc.

Se ha definido al estado vegetativo persistente como aquella situación caracterizada


por la pérdida de crónica e irreversible de todas las funciones cognitivas. Se incluye

5
en esta categoría cualquier grado de coma que no reúne todos los criterios de
muerte cerebral, sin interacción con el medio (aun cuando pueda parecer despierto),
sin evidencia clínica de actividad cortical, pudiendo haber respuestas reflejas,
apertura ocular espontánea y ciclos de sueño vigilia.

Tanto el EVP (estado vegetativo persistente) como estado mínimamente consciente


pueden ser agudos o crónicos, reversibles e irreversibles. Una serie de lesiones
difusas en tálamo, neuronas corticales y sustancia blanca son las responsables de
tales estados. Por medio de tomografías y pruebas de resonancia magnéti ca, los
neurólogos pueden ahora distinguir si las áreas de la corteza cerebral secundaria
responden a los estímulos, o si lo hacen sólo las de la corteza cerebral primaria.

La duración del estado es decisiva para certificar una reversibilidad o irreversibilidad.


Por lo general, estados vegetativos de más de un año y que han tenido por origen de
la lesión un traumatismo se consideran irreversibles; al igual que los de 3 meses que
hayan tenido por origen un infarto cerebral.

En estos casos no existen posibilidades terapéuticas, y solamente se mantiene al


paciente con vida en forma artificial. Aquí, la persona no se encuentra en condiciones
de tomar la decisión de interrumpir la aplicación de tales técnicas porque su estado
de inconsciencia se lo impide.

6
“Planteamiento del ¨Problema”

La eutanasia es uno de los actos más controvertibles de la actualidad en cuanto a los


derechos del ser humano. Se entiende por eutanasia a la práctica mediante la cual
una persona accede a dar fin a la vida de otro individuo ya sea a petición de este
último o de un tercero, ello con el deseo de detener el sufrimiento del paciente ya que
no puede llevar una vida digna.

Cabe resaltar que existe una importante distinción entre la eutanasia activa y la
eutanasia pasiva. La primera consiste en la eutanasia que se realiza, generalmente,
por medio de la administración de una sobredosis de alguna droga con la intención
de poner fin al dolor del paciente, quitando a su vez la vida de éste. Por su parte, la
eutanasia pasiva es aquella donde el médico retira o niega un tratamiento necesario
para mantener con vida al paciente.

Es verdaderamente relevante saber diferenciar ambos tipos de eutanasia. Es


frecuente encontrar casos en los que convenientemente no se realiza dicha
diferenciación, lo cual podría ser crucial a la hora de una discusión en el ámbito
legislativo. Debido a esto, podemos encontrar muchos países que aún no han
tomado una postura respecto a este fenómeno social.

A pesar de lo anterior, la legalización de la eutanasia ha venido siendo promovida por


algunos Estados, como es el caso de Holanda. En dicho país se han venido
estableciendo condiciones desde 1973 con el fin de poder realizar la eutanasia activa
por parte de los médicos y de esta manera dejaría de ser un delito.

Si bien la eutanasia es un asunto controvertido, la legalización de ésta constituye un


gran dilema no sólo a nivel político sino a nivel ético y moral. Dicho problema se debe
principalmente a la diversidad y oposición de creencias y pensamientos entre los
individuos e instituciones.

La discusión social sobre la eutanasia la vamos a tener previsiblemente muy intensa


en los próximos años y va a estar marcada por el apasionamiento, ya que todo sobre
nacer o morir remueve rincones muy profundos en los seres humanos.

7
Aunque la vida es un continuar, sin embargo su comienzo y su final son los únicos
cortes indiscutibles dentro de ese proceso que se desarrolla día a día, segundo a
segundo. Las actitudes ante estos dos puntos extremos de la existencia humana
juegan un papel muy trascendente en la cosmovisión del hombre y en las facetas de
cada cultura.

La Asociación Catalana de Estudios Bioéticos (ACEB) considera que el activismo


pro-eutanasia representa a menudo un paso decisivo en la exaltación absoluta de la
autonomía individual y en la introducción de la cultura de la muerte. Para el
individualismo liberal, la decisión propia se halla siempre por encima de todo límite:
nada me puede ser impuesto, ni tan solo la muerte. Es la misma ideología que
favorece que la mujer elimine a su hijo antes de nacer si considera que le reduce su
autonomía. Despenalizar la eutanasia significa tanto como apoyar la cultura de la
muerte. Sin embargo, la eutanasia no resuelve los problemas del enfermo, sino que
destruye a la persona que tiene los problemas.

No puede ignorarse que en 1991 se llevó a cabo en Holanda una encuesta anónima
entre los médicos holandeses, tras un tiempo de vigencia de la despenalización de la
eutanasia, con el fin de conocer como se había concretado en la práctica esta
despenalización. Los resultados, recogidos en el Informe Remmelink, señalaron que
anualmente se llevaban a cabo 2.300 eutanasias a petición del paciente. Hubo
además 400 casos de cooperación al suicidio; 1.000 casos de eutanasia sin que
mediara petición alguna del paciente; 5.800 en que se retiró o no se inició un
tratamiento útil a petición del paciente y, a consecuencia de ello, murieron 4.756
enfermos. De los 25.000 casos en que se retiró o se omitió un tratamiento sin que
mediara petición del paciente, en 8.750 esta acción se realizó con la intención de
terminar con su vida. De los 22.500 pacientes que murieron por sobredosis de
morfina, la dosis se administró con la intención de acelerar la muerte en 8.100 casos.

Eutanasia directa: Adelantar la hora de la muerte en caso de una enfermedad


incurable, está a su vez posee dos formas:

8
Activa: Consiste en provocar una muerte indolora a petición del afectado cuando se
es víctima de enfermedades incurables muy penosas o progresivas y gravemente
invalidantes; el caso más frecuentemente mostrado es el cáncer. Se recurre, como
se comprende, a substancias especiales mortíferas o a sobredosis de morfina.

Pasiva: Se deja de tratar una complicación, por ejemplo una bronconeumonía, o de


alimentar por vía parenteral u otra al enfermo, con lo cual se precipita el término de la
vida; es una muerte por omisión. De acuerdo con Pérez Varela "la eutanasia pasiva
puede revestir dos formas: la abstención terapéutica y la suspensión terapéutica. En
el primer caso no se inicia el tratamiento y en el segundo se suspende el ya iniciado
ya que se considera que más que prolongar el vivir, prolonga el morir" Debe
resaltarse que en este tipo de eutanasia no se abandona en ningún momento al
enfermo.

Eutanasia indirecta : Consiste en efectuar procedimientos terapéuticos que tienen


como efecto secundario la muerte, por ejemplo la sobredosis de analgésicos, como
es el caso de la morfina para calmar los dolores, cuyo efecto agregado, como se
sabe, es la disminución de la conciencia y casi siempre una abreviación de la vida.
Aquí la intención, no es acortar la vida sino aliviar el sufrimiento.

9
JUSTIFICACION:

Debemos siempre prolongar la vida por cualquier medio? Al contrario de lo que los
propagandistas en pro de la eutanasia alegan, la iglesia católica nunca ha enseñado
que debamos prolongarle la vida a todo enfermo terminal hasta el último momento
utilizando para ello todo medio posible. “ la iglesia enseña que dios es quien
determina el momento de la muerte de toda persona, y que por lo tanto es tan ilícito
el intentar extender dicho momento como abreviarlo” pero ¿Qué es lo que constituye
una prolongación ilícita de la vida y que es lo que constituye una abreviación ilícita de
la misma? En otras palabras ¿Cómo podemos distinguir entre, por un lado, la
eutanasia y la distanasia (igual el otro extremo de la eutanasia, la prolongación ilícita
de la vida), y por el otro, el dejar morir en paz y dignidad? La respuesta está en l
distinción entre “entre medios proporcionados” y “medios desproporcionados” y en el
siguiente principio moral: no estamos obligados a utilizar “medios
desproporcionados”. El no utilizar o el retirar “medios desproporcionados” (teniendo
en cuenta los legítimos deseos del enfermo) no es eutanasia y el utilizar dichos
medios sin respetar los legítimos deseos del enfermo) no es eutanasia y el utilizar
dichos medios sin respetar los legítimos deseos del enfermo es distancia (también
conocido como “encarnizamiento terapéutico). Por el otro lado, el no utilizar o el
retirar “ medios proporcionado” es eutanasia.

10
Objetivo.

OBJETIVO GENERAL.

Conocer cuáles son los factores que intervienen para que se lleve a cabo la
eutanasia, y las consecuencias en los familiares.

Objetivos específicos .

Entender si la eutanasia es una muerte digna o un asesinato.

Dar a conocer los puntos de vista que tiene la sociedad acerca de la eutanasia.

Mencionar los daños psicológicos que pueden tener los familiares del paciente.

Explicar las ventajas y desventajas de la eutanasia.

Analizar porque es considerada un asesinato.

Determinar las circunstancias que aspectos tiene el paciente para que se le aplique
la eutanasia.

11
Hipótesis

La medicina siempre ha tratado de prolongar la vida del hombre, evitando o alejando


el instante de la muerte lo más posible, a veces a cualquier costo, mediante el
desarrollo de técnicas de reanimación y de aparatos capaces mantener
artificialmente vivos a pacientes por indeterminados los cuales en otra época
hubiesen muerto. Extender artificialmente la vida de una persona y someterla cuando
no existe posibilidad de modificar el pronóstico de su enfermedad, genera un gasto
económico no redituable y atenta contra el derecho de toda persona a vivir
dignamente .Los recursos disponibles son un punto a tener en cuenta a la hora de
aplicar un determinado tratamiento. Toda institución de salud, ya sea privada u
oficial, tiene sus recursos limitados Es un hecho público y notorio que los hospitales
muchas veces no cuentan con los elementos y medicamentos básicos necesarios
para cumplir acabadamente con sus funciones. Entonces, existe una contradicción
en el hecho de que es Estado gaste grandes cantidades de dinero en mantener con
vida a una persona en estos casos terminales a su vez, carezca, por ejemplo, de una
gasa para curar una simple herida. Un enfermo de este tipo implica ocupar una cama
en una institución, los gastos que conlleva aplicar y mantener una sonda, el suero
que se le aplica, los gastos de enfermería y médicos, y además profesionales que
diariamente controlan y asisten al paciente. Este tipo de pacientes no tiene las
facultades para decidir ser desconectados, otras personas deben tomar o no la
decisión por ellos. En efecto, hay ciertas consideraciones importantes al decidir la
conexión o desconexión de un artefacto, tales como las convicciones personales del
paciente, su religión, sus valores, etc., ya que, según estas formas de enfrentar la
vida, la muerte el dolor, etc., pueden ser radicalmente diferentes. Otras variable
importante es el diagnóstico realizado por el médico y la irreversibilidad del estado en
el cual se encuentra el paciente.

12
Marco referencial

Eutanasia es un término, que si bien en nuestra sociedad tiene una carga emotiva de
tipo negativo que se deriva de las voces griegas eu (buena) y thanatos (muerte). Es
decir, hace alusión a un bien morir, lo cual, desde mi punto de vista, se entiende
como una muerte digna sin sufrimientos innecesarios y en las mejores condiciones
que cada caso permita.

Cabe destacar que, dependiendo de las voluntades en juego, la eutanasia puede


clasificarse en voluntaria e involuntaria.

La eutanasia voluntaria es aquella en la que el paciente acepta que se le suspendan


los tratamientos terapéuticos que le prolongan la vida y/o solicita que se le
suministren medicamentos que le produzcan la muerte. Este tipo de eutanasia se
caracteriza porque el paciente presta su consentimiento para la acción (suministrar
fármacos) o la omisión (suspensión de tratamientos o desconexión de aparatos),
cuyo resultado esperado es el fin de su vida.

Por otra parte, la eutanasia involuntaria es aquella en la cual el paciente no presta su


consentimiento para la muerte. En ella el fin de la vida se produce ya sea sin el
consentimiento del paciente o bien contra su voluntad. En estos casos se habla de
dar una "muerte piadosa".

Para poder hablar de Derecho a la Vida y la Eutanasia, primero habría que definir por
lo menos las dos nociones: Eutanasia y Derecho a la Vida, por la primera se
encuentran definiciones como las que veremos a continuación: Es todo acto u
omisión cuya responsabilidad recae en personal médico o en individuos cercanos al
enfermo, y que ocasiona la muerte inmediata de éste con el fin de evitarle
sufrimientos insoportables o la prolongación artificial de su vida.

Actualmente, se distingue del término 'muerte digna', que consiste en el otorgamiento


de medidas médicas paliativas (que disminuyen el sufrimiento o lo hacen tolerable), e
apoyo emocional y espiritual a los enfermos terminales.

13
La eutanasia no es algo nuevo y menos como se cree ligado al desarrollo de la
medicina moderna. El sólo hecho de que el ser humano esté gravemente enfermo ha
hecho que en las distintas sociedades la cuestión quede planteada. La eutanasia es
un problema persistente en la historia de la humanidad en el que se enfrentan
ideologías diversas.

Quien se ha convencido de esto, quien termina su vida, ya sea voluntariamente a


través de la abstención de recibir alimentos o es puesto a dormir y encuentra
salvación sin darse cuenta de la muerte.

Sin embargo, en la práctica, el comportamiento general de los médicos no siguió las


ideas de estos filósofos: rechazaron la eutanasia externa, justificaron la eutanasia
pasiva y preconizaron la eutanasia interior.

Desde fines del siglo XIX, diversos enfoques, que señalan una nueva orientación,
comienzan a exteriorizarse entre los médicos y pacientes, entre las personas y la
sociedad.

El darwinismo social y la eugenesia son temas que también comienzan a debatirse.


En numerosos países europeos se fundan, a comienzos del siglo XX, sociedades
para la eutanasia y se promulgan informes para una legalización de la eutanasia
activa. En las discusiones toman parte médicos, abogados, filósofos y teólogos.

El término eutanasia ha sido muchas veces separado de su sentido real. Por


ejemplo, los nazis hablaban de eutanasia para referirse a la eliminación de los
minusválidos y débiles. En los Juicios de Nuremberg (1946 - 1947) se juzgó como
ilegal e inmoral toda forma de eutanasia activa sin aclaración y consentimiento o en
contra de la voluntad de los afectados.

En el presente, se sustentan diferentes opiniones sobre la eutanasia y son variadas


las prácticas médicas y las legalidades en los distintos países del mundo. Muchas
prácticas de los hospicios u hogares, la medicina paliativa y los grupos de autoayuda,
trabajan por la humanización en el trato con los moribundos y quieren contribuir a
superar la distancia entre la vida, la muerte y las prácticas médicas.

14
ANEXO 1

“LA EUTANASIA Y EL SUICIDIO ASISTIDO”

Juan Pablo II Discurso de S.S. Juan Pablo II a la Academia Pontificia para la Vida
(27-II-1999)

1. Bienvenidos, ilustres miembros de la Academia pontificia para la vida, que os


habéis reunido en Roma con ocasión de vuestra asamblea general anual. Al dirigir a
cada uno de vosotros mi cordial saludo, agradezco al presidente, profesor Juan de
Dios Vial Correa, las amables palabras con que hainterpretado vuestros
sentimientos. Saludo, asimismo, a los obispos presentes: a monseñor Elio Sgreccia,
vicepresidente de la Academia pontificia para la vida, y a monseñor Javier Lozano
Barragán, presidente del Consejo pontificio para la pastoral de los agentes sanitarios,
al que está unida la Academia pontificia. Un pensamiento especial va a su inolvidable
primer presidente, el profesor Jérome Lejeune, que falleció hace casi cinco años, el 3
de abril de 1994. Quiso decididamente esta nueva institución, casi como su
testamento espiritual, para la salvaguardia de la vida humana, previendo las
crecientes amenazas que se cernían en el horizonte. Deseo expresar mi satisfacción
por toda la actividad de investigación rigurosa y de amplia información, que la
Academia pontificia ha sabido preparar y realizar durante este primer quinquenio de
vida. El tema que habéis elegido para vuestra reflexión La dignidad del moribundo,
pretende llevar luz de doctrina y de sabiduría a una frontera que, en algunos
aspectos, es nueva y crucial. En efecto, la vida de los moribundos y de los enfermos
graves está expuesta hoy a una serie de peligros que se manifiestan, unas veces, en
forma de tratamientos deshumanizadores y, otras, en la desconsideración e incluso
en el abandono que puede llegar hasta la solución de la eutanasia.

2. El fenómeno del abandono del moribundo, que se está extendiendo en la sociedad


desarrollada, tiene diversas raíces y múltiples dimensiones, bien presentes en
vuestro análisis.

15
Hay una dimensión sociocultural, definida con el nombre de «ocultación de la
muerte»: las sociedades, organizadas según el criterio de la búsqueda del bienestar
material consideran la muerte como algo sin sentido y, con el fin de resolver su
interrogante, proponen a veces su anticipación indolora. La llamada «cultura del
bienestar», implica frecuentemente la incapacidad de captar el sentido de la vida en
las situaciones de sufrimiento y limitación, que se den mientras el hombre se acerca
a la muerte. Esa incapacidad se agrava cuando se manifiesta dentro de un
humanismo cerrado a la trascendencia, y se traduce a menudo en una pérdida de
confianza en el valor del hombre y de la vida. Dimensión filosófica e ideológica

Hay, además, una dimensión filosófica e ideológica, basándose en la cual se apela a


la autonomía absoluta del hombre, como si fuera el autor de su propia vida. Desde
este punto de vista, se insiste en el principio de la autodeterminación y se llega
incluso a exaltar el suicidio y la eutanasia como formas paradójicas de afirmación y,
al mismo tiempo, de destrucción del propio yo.

Dimensión médica y asistencial

Hay, asimismo, una dimensión médica y asistencial, que se expresa en una


tendencia a limitar el cuidado de los enfermos graves, enviados a centros de salud
que no siempre son capaces de proporcionar una asistencia personalizada y
humana. Como consecuencia, la persona internada muchas veces no tiene ningún
contacto con su familia y se halla expuesta a una especie de invasión tecnológica
que humilla su dignidad.

Un impulso oculto: la ética utilitarista

Existe, por último, el impulso oculto de la llamada «ética utilitarista», por la cual
muchas sociedades avanzadas se regulan según los criterios de productividad y
eficiencia: desde esta perspectiva, el enfermo grave y el moribundo necesitado de
cuidados prolongados y específicos son considerados, a la luz de la relación costo-
beneficio, como cargas y sujetos pasivos. En consecuencia esa mentalidad lleva a
disminuir el apoyo a la fase declinante de la vida. Cultura de la muerte

16
3. Este es el marco ideológico en que se fundan las campañas de opinión, cada vez
más frecuentes, que pretenden la instauración de leyes en favor de la eutanasia y del
suicidio asistido. Los resultados ya obtenidos en algunos países, unas veces con
sentencias del Tribunal supremo y otras con votos del Parlamento, confirman la
difusión de ciertas convicciones.

Se trata de la avanzada de la cultura de la muerte, que se manifiesta también en


otros fenómenos atribuibles, de un modo u otro, a una escasa valoración de la
dignidad del hombre, como, por ejemplo, las muertes causadas por el hambre,

la violencia, la guerra, la falta de control en el tráfico y la poca atención a las normas


de seguridad en el trabajo.

Obligación de la Iglesia

Frente a las nuevas manifestaciones de la cultura de la muerte, la Iglesia tiene la


obligación de mantenerse fiel a su amor al hombre que es «el primer camino que (...)
debe recorrer» (Redemptor hominis,

14). A ella le compete hoy la tarea de iluminar el rostro del hombre, en particular el
rostro del moribundo, con toda la luz de su doctrina, con la luz de la razón y de la fe;
tiene el deber de convocar, como ya ha hecho en diversas ocasiones cruciales, a
todas las fuerzas de la comunidad y de las personas de buena voluntad para que,
alrededor del moribundo se establezca con renovado calor un vinculo de amor y
solidaridad.

Sentimientos ante la muerte

La Iglesia es consciente de que el momento de la muerte va acompañado siempre


por sentimientos humanos muy intensos: una vida terrena termina; se produce la
ruptura de los vínculos afectivos, generacionales y sociales, que forman parte de la
intimidad de la persona; en la conciencia del sujeto que muere y de quien lo asiste se
da el conflicto entre la esperanza en la inmortalidad y lo desconocido, que turba
incluso a los espíritus más iluminados. La Iglesia eleva su voz para que no se ofenda

17
al moribundo, sino que, por el contrario, se lo acompañe con amorosa solicitud
mientras se prepare para cruzar el umbral del tiempo y entrar en la eternidad.

La dignidad del moribundo

4.La dignidad del moribundo, está enraizada en su índole de criatura y en su


vocación personal a la vida inmortal. La mirada llena de esperanza transfigura la
decadencia de nuestro cuerpo mortal. Y cuando este ser corruptible se revista de
incorruptibilidad y este ser mortal se revista de inmortalidad, entonces se cumplirá la
palabra de la Escritura: la muerte ha sido absorbida por la victoria» (1 Cor 15, 54: cf.
2 Co 5, 1).

Por tanto, la Iglesia, al defender el carácter sagrado de la vida también en el


moribundo, no obedece a ninguna forma de absolutización de la vida física; por el
contrario, enseña a respetar la verdadera dignidad de la persona, que es criatura de
Dios, y ayuda a aceptar serenamente la muerte cuando las fuerzas físicas ya no se
pueden sostener. En la encíclica Evangelium Vitae escribí: «La vida del cuerpo en su
condición terrena no es un valor absoluto para el creyente, sino que se le puede
pedir que la ofrezca por un bien superior. (...) Sin embargo, ningún hombre puede
decidir arbitrariamente entre vivir o morir. En efecto, sólo es dueño absoluto de esta
decisión el Creador, en quien "vivimos, nos movemos y existimos" (Hch 17, 28) (n.
47).

Línea de conducta moral ante el moribundo: condenas de la eutanasia y del suicidio.


De aquí brota una línea de conducta moral con respecto al enfermo grave y al
moribundo que es contraria, por una parte a la eutanasia y al suicidio y, por otra, a
las formas de «encarnizamiento terapéutico, que no son un verdadero apoyo a la
vida y a la dignidad del moribundo. Es oportuno recordar aquí el juicio de condena de
la eutanasia entendida en sentido propio como «una acción o una omisión que, por
su naturaleza y en la intención, cause la muerte, con el fin de eliminar cualquier
dolor, pues constituye «una grave violación de la ley de Dios. Igualmente, hay que
tener presente la condena del suicidio, dado que, «bajo el punto de vista objetivo, es
un acto gravemente inmoral, porque conlleva el rechazo del amor a sí mismo y la

18
renuncia a los deberes de justicia y de caridad para con el prójimo, para con las
distintas comunidades de las que se forma parte y para la sociedad en general. En
su realidad más profunda, constituye un rechazo de la soberanía absoluta de Dios
sobre la vida y sobre la muerte. Urge una movilización de todas las fuerzas de la
solidaridad humana. El tiempo en que vivimos exige la movilización de todas las
fuerzas de la caridad cristiana y de la solidaridad humana. En efecto, es preciso
afrontar los nuevos desafíos de la legalización de la eutanasia y del suicidio asistido.
Para este fin no baste luchar contra esta tendencia de muerte en la opinión pública y
en los parlamentos, también es necesario comprometer a la sociedad y a los
organismos de la Iglesia en favor de una digna asistencia al moribundo. Desde esta
perspectiva, apoyo de buen grado a cuantos promueven obras e iniciativas para la
asistencia de los enfermos graves, de los enfermos mentales crónicos y de los
moribundos. Si es necesario deben tratar de adecuar las obras asistenciales ya
existentes a las nuevas exigencias para que ningún moribundo sea abandonado o se
quede solo y sin asistencia ante la muerte.

FUENTES DE CONSULTA

www.usc.es/revistas/index.php/telos/article/download/469/1619

Leer más: http://www.monografias.com/trabajos97/sobre-eutanasia/sobre-


eutanasia.shtml#ixzz4jAdl954r

bdigital.ces.edu.co:8080/.../ESTUDIO%20SOBRE%20LA%20EUTANASIA%20MO...

19

Вам также может понравиться