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[Blanco]
Cacerías
[Blanco]
b
Cacerías, de Oliverio Arreola, obtuvo el Premio Nacional de
Poesía Amado Nervo, 2011, por decisión unánime del jurado
integrado por Silvia Eugenia Castillero, Jorge Esquinca y
Karla Sandomingo.
Herman Melville
Historia natural del pez
b
Tres son los tipos de tiburones. Los hay
de tamaño enorme, verdaderos y temibles
monstruos […] Una de estas especies es
la de aquellos que presentan manchas en
su cuerpo y a los que podría denominar
tiburones escualo [...] Los que tienen
manchas en el cuerpo poseen una piel
fina y su cabeza es chata, en tanto que
los otros, de piel fuerte y cabeza afilada,
tienen color blanco.
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LITORAL DE LOS LATIDOS
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A MAR ABIERTO
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LAGO NORTE
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SEGUNDA INMERSIÓN
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LAGO NORTE. ESTÍO
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PLAYA SUR
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LITORAL DE LOS LATIDOS. TERCERA ESTACIÓN
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RUMBO NORTE
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LITORAL DE LOS LATIDOS. INVIERNO
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PLAYA NORTE. A MAR
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OCÉANO MAR
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(…)
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ISLA A LA DERIVA
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IRACUNDO MAR
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LITORAL DE LOS LATIDOS.
PRIMERA GLACIACIÓN
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ARPÓN AL MAR
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OCÉANO MAR. POST MORTEM
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INSTRUCCIÓN DE CAZA
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ISLA A LA DERIVA. HIPOTERMIA
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ESCRITO EN BLANCO
II
III
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El Blanco lomoarriba sabe que la sangre es un deshielo,
pero nada a bocacalle y hacia el Norte. Y quiere echarse
cuesta arriba, probar otras corrientes, que otros mares
le den sombra. El Blanco asume que el mar es un abrazo
y quiere probar otros caudales, otros mundos que le
den sombra entre la sal y sedimentos… pero el mar.
Otro es el mar: su mar interno.
IV
Para ti.
No más que para ti.
El Blanco no escribe más que para ti… Escribe en
blanco.
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EPISTOLARIO
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Te lo debo porque hoy, que ya no estás, me quedo loco,
y a veces, sordo y ciego y te contemplo. Y me pongo a
cocinar para olvidarte y a hacer las labores de la casa,
para calmar el apetito de tu nombre, para que deje de
pronunciar tus versos y tus cartas, cortarme ya de tajo
tus palabras y por siempre lo que un día, yo, en mi
corazón, también te dije.
Me pongo a cocinar para pensar en instructivos
y recetas, en medios kilos de tu carne y de mi carne, y
de una harina que jamás con huevos revolvimos para
hacernos aquellos hot cakes que nos juramos mientras
untábamos miel y mermelada en nuestras manos, y nos
moríamos de diabetes, según decías.
Cocino para llorar como se lloran las cebollas.
Y no es mi llanto quien te extraña, sino el de esa mesa
tuya que te espera con las lágrimas cerradas y apretadas
contra el puño, mientras la silla hecha un guiñapo moja
con sus ojos las mejillas cada día, casi muerta, porque te
espera aquí y tú no llegas, y se cansa de mirar sus cuatro
patas desoladas.
Cocino para ti, porque, al marcharte, me dijiste
con los ojos que te ibas, pero también que regresabas
y que yo no sabía usar ni un cuchillo, ni rebanar las
zanahorias para una ensalada de aquellos vegetales que
un día entre los dos juntamos.
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Te debo la sal y la pimienta, y el ajo y la cebolla, y la
pizca de canela del agua para té con que te sigo yo
esperando.
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ESPEJOS
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CUARTO DE ESCRIBAS
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Cacerías
b
El mújol, del que se dice que controla su
voracidad y que practica la templanza…
su alimento lo encuentra en peces muertos.
Claudio Eliano
BRÚJULA Y SEXTANTE
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CACERÍAS
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CAZA AL NORTE
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Libro de Jonás
b
Y estuvo Jonás en el vientre del pez
tres días y tres noches.
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II. Jonás. Día primero
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III. Primera noche de Jonás
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IV. Jonás. Día segundo
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V. Segunda noche de Jonás
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VI. In medias res
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VII. Jonás. Día tercero
Arpón arriba, cartílago abierto, se me agota el aire en
los pulmones. Amar es un señuelo para el duelo. El
duelo, el paso anestesiado de la muerte. El cuerpo se
me pudre por la noche; fermentan la rabia y los esputos
de mi carne con el día. Ansiedad y sed y solo la sal como
un ungüento en mis costillas. Pienso el día. Es igual que
la noche. Tan oscuro también como la duda.
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VIII. Tercera noche de Jonás
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IX. A las orillas de Nínive
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X. In medias res II
No moriré de ti.
A nado voy contra la duda y contra el suelo.
Y a contra mar y a contra voz y también contra mí
mismo.
No moriré de ti.
Me lo dicen el cuerpo y la sal a flor en mí ya reventada.
Y la noche —en mi costilla— más oscura.
No moriré de ti.
Demasiado grande es ya mi duda.
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Inmersión del pez
b
Todo se me derrumba y se me pudre,
todo está pereciendo en mis manos.
José Gorostiza
COMBUSTIÓN INTERNA
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II
70
III
71
IV
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INMERSIÓN INTERNA
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Acuario
b
Huye, amado mío,
[…] sobre las montañas de los aromas.
Cantar, 8:14
[α] Definiciones (jasemin)
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[β] Especies (yasamín)
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[γ] Pasión adentro (gessamí)
81
[δ] Invernadero (gesmil)
82
[ε] Injerto (geramí)
83
[ζ] Savia (gesmir)
84
[η] Olor (Jasmín)
85
[θ] Navegaciones (acemín)
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ÚLTIMO JARDÍN. FLOR DE LOT
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Blanco a/mar
b
Esta carne que partes, esta sangre a la que dejas
sembrar desolación entre las venas
fueron avena y uva
nacieron de la raíz sensual y de la savia;
mi vino que te bebes, el pan que me arrebatas.
Dylan Thomas
I
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II
II
III
95
CANTAR DE CIEGO
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CAZA AL MAR
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ELEGÍA DEL PEZ
Sal en la piel,
no permite que penetre por sus venas, ni se adentre
en sus tejidos,
ni que lo maten a mansalva,
ni siquiera juega a verse desde lejos,
ni mira el reloj exacto del sol por el poniente,
ni se permite el alto oleaje del mar enfurecido en
la tormenta.
El Blanco austral busca en el Norte
las costas de bañistas pataleando
con su aleta dorsal amenazante.
Se acerca y juguetea como quien ama a los erizos,
y busca el malecón, el aire fresco de la playa
que no se encuentra fácilmente mar adentro.
El Blanco quiere pies para sentarse,
cruzarse las aletas si se puede
y contemplar el mar desde la tierra.
Pero no.
También el deseo tiene sus límites polares,
su pena de muerte en un pez con tanta masa.
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El Blanco quisiera saltar como el delfín frente a la
costa,
disentir del hierro amenazante del arpón
y del aullido en corro de bañistas.
Pero es un sueño.
Apenas se ve al Blanco, suenan las sirenas,
y el mar se revuelca con las algas.
Pero el Blanco nada tibio, lento, adormecido,
con el corazón hambriento —y no es de hambre—,
con la ira al aire —no es venganza—.
El Blanco quiere que el mar llegue a su otra casa:
un jazmín selacio luna llena,
y buscar un blanco hembra,
llevarle una camisa.
Al Blanco le dijeron que el Norte era más frío,
que en el norte lo fresco se congela.
Y quiere darle a ese otro blanco
—el blanco hembra—
un poco del calor que a él lo hiela.
Pero este Blanco
es apenas un pez inofensivo,
un sietemetros con máscara de lumbre,
y una sombra refractada por el agua,
y unos dientes tragapiedras que se angustian
porque no hay mar más allá del malecón, ni entre
los muelles.
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El Blanco quiere un mar para su casa.
Pero no hay mar que llegue más adentro de esta tierra.
El mar se sigue al norte hasta los hielos,
hasta donde verdaderamente el agua con el agua
se congela.
Y el arpón es un verdadero asesinotiburones.
En la costa ya no hay mar... no hay mar,
ni siquiera un mar de los sargazos
¡Dicen que aun muerto lloraba aquel escualo!
El Blanco encalló en un mar de arena.
Un blanco con aletas medialuna.
Para morir queda la noche.
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MAR ABIERTO
101
ÍNDICE
Cacerías, 43
Libro de Jonás, 51
Acuario, 75
Blanco a/mar, 89
103
Oliverio Arreola (Villa de Allende, Estado de México,
1974) es licenciado en Letras Latinoamericanas por
la Universidad Autónoma del Estado de México
(UAEM). Tiene publicados los poemarios Las otras
caras del rostro (IMC, 2003); Pasión de caza (UAEM,
2003), con el que obtuvo el Premio Estatal de Poesía
José María Heredia y Heredia, y Mar adentro, ganador
de los Juegos Florales Nacionales de Ciudad del
Carmen, Campeche, en 2009. Ha sido becario del
Fondo para la Cultura y las Artes del Estado de México
(FOCAEM) en 1998, 2003 y 2005, en las áreas de
poesía y ensayo. Miembro del Centro Toluqueño de
Escritores. Actualmente imparte talleres de creación
literaria y un seminario de investigación sobre lírica
latinoamericana, en la Facultad de Humanidades de
la UAEM.
b
Consuelo Sáizar Guerrero
Presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes
b
Cacerías
de José Oliverio Arreola
se terminó de imprimir en octubre de 2011
en los talleres de TySP
Av. La Paz 2077, colonia Lafayette
Guadalajara, Jalisco.
El tiraje fue de 500 ejemplares
y estuvo al cuidado de Luis Armenta Malpica
Elías Carlo y el autor.