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Lección 1

LA DOCTRINA DE LA REVELACION

Introducción:

“Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; y
sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que perecen. Mas
hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó
antes de los siglos para nuestra gloria, la que ninguno de los príncipes de este siglo
conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de
gloria. Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han
subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le
aman” (1Cor. 2:6-9).

Los seres humanos adquirimos información de tres maneras básicas:


Empíricamente, es decir, a través de nuestros sentidos; racionalmente, el medio
que apela a la lógica; y por medio de la fe, al confiar en la información provista por
otro.

En 1Cor. 2:6-9 Pablo nos dice que hay ciertas cosas que nunca han sido
percibidas por nuestros sentidos (es decir, que no pertenecen al reino de la
observación humana), ni pueden ser deducidas a través de un proceso de
racionalización o introspección.

¿Cuáles son estas cosas, que no pueden ser conocidas a través de la


observación, la razón o la meditación? Las verdades que pertenecen al reino
espiritual. Pablo se refiere aquí a verdades espirituales; las bendiciones que Dios ha
reservado para Su pueblo.

Pero si estas cosas no pueden ser percibidas por los cinco sentidos, ni pueden
ser descubiertas a través de un proceso de razonamiento, o a través de la
meditación o la reflexión, ¿cómo podemos, entonces, conocerlas?

Pablo responde esta pregunta en el siguiente versículo: “Pero Dios nos las
reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo
profundo de Dios” (1Cor. 2:10). Dios ha revelado ciertas cosas a los hombres que
de otro modo no hubiesen podido ser conocidas. Es a este proceso que llamamos:
REVELACION.
La palabra “Revelación” proviene del latín “revelatio”, la cual es a su vez la
traducción de la palabra griega αποκαλυψις, que significa “desvelar”, “descubrir”.
Conlleva la idea de dar a conocer lo que antes estaba velado. En lo que respecta a
la revelación divina, la fuente de revelación no puede ser otra que Dios mismo
(comp. Mt. 11:27; 16:17; 1Cor. 2:10).

El hombre nunca hubiese podido conocer ninguna cosa acerca de Dios, si Dios
no hubiese tomado la iniciativa de revelarse. Esta imposibilidad no solo se debe al
hecho de que el hombre es pecador, sino también por el abismo infinito que existe
entre Dios y Su creación.

Dios  Abismo Infinito  Creación

La Revelación es parte del plan de Dios para con el hombre, por cuanto la
humanidad fue creada originalmente para tener comunión con El. Eso separa al
hombre del resto de la creación. Al leer el relato de Gn. 1 nos damos cuenta de que
el hombre es la única criatura de Dios que podía comunicarse con El y, por lo
tanto, la única con la cual podía tener comunión.

Comunión No comunión

Dios  Hombre Resto de la


creación

El hombre es único en la creación, por la conciencia que tiene de sí mismo y


de Dios. Nunca veremos un gallo orando, o a un tigre bendiciendo sus alimentos.
Sólo el hombre fue diseñado para recibir y entender la revelación de Dios.

Pero el hombre cayó en pecado y la comunión con Dios quedó rota. Ahora el
hombre no podía hacer nada para reparar esa situación. Por sí mismo el hombre es
incapaz de aprender algo acerca de Dios, tanto por su finitud como por su
pecaminosidad.
Comunión No comunión
Pecado
Dios Hombre & Resto de
la creación

Esto significa que es Dios quien debe tomar la iniciativa de restaurar la


comunión con el hombre. Así que la revelación es, por necesidad, un acto de Dios,
una iniciativa de Dios.

I. CARACTERISTICAS DE LA REVELACION:

A. La revelación está enraizada en la Historia:

No debemos ver el proceso de revelación únicamente como la mente de Dios


comunicando a la nuestra ciertos pensamientos abstractos, sino también como
Dios actuando en la historia. El cristianismo es mucho más que una filosofía o
una manera de vivir, o incluso un conjunto de ideas acerca de Dios. El
cristianismo está fundado sobre las acciones que Dios ha tomado tanto en la
creación como en la redención.

Con esto no estamos diciendo que Dios está enraizado en la historia. Dios es,
en realidad, supra-histórico. El no está limitado a la historia, sino que la
trasciende. Pero El ha condescendido obrando y comunicándose con el hombre
en el tiempo y en el espacio.

B. La revelación ha ocurrido en la Historia en una forma progresiva:

La revelación que Dios les dio a nuestros primeros padres en el Huerto del
Edén no fue tan detallada como la que encontraremos luego en las epístolas del
NT. Génesis 3:15 tiene un alcance muy limitado. Es la pequeña semilla de lo
que vendría a ser, andando el tiempo, un sinnúmero de promesas.

Dios se reveló gradualmente, en una medida cada vez mayor de Su verdad,


durante un largo período de tiempo (comp. He. 1:1). Y cada aspecto de Su
revelación está basado sobre aquello que fue dado previamente.
Cuando Jesús dijo en el templo de Jerusalén: “Antes que Abraham fuese Yo
soy”, estaba presuponiendo que aquellos que le escuchaban sabían que Dios se
había revelado a Moisés diciendo: “Yo soy el que soy”. Esta revelación de
Jesús como el Dios encarnado presupone esta revelación previa de quien es
Dios.

Esto no significa que la revelación haya evolucionado. La evolución describe el


acto de cambio de una cosa en otra. Pero la revelación no sufre ese tipo de
cambio. Más bien continúa desvelando progresivamente la verdad inmutable
que estaba previamente escondida.

Evolución Revelación

Una cosa se cambia en Un desvelo progresivo y más


otra comprehensivo de una verdad
inmutable que había estado
previamente escondida.

La revelación puede ser comparada con el levantamiento de la cortina de un


teatro. Hubo un tiempo en que la cortina estaba muy baja y la verdad que
cubría estaba escondida. Luego la cortina comenzó a elevarse poco a poco, y
una pequeña porción de verdad fue revelada. Con cada nueva revelación, la
cortina se elevaba un poco más.

C. La Revelación es parcial:

“Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son
para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las
palabras de esta ley” (Deut. 29:29).

Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara.
Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido (1Cor.
13:12). Dios escogió no revelarnos toda la verdad. Existen muchos
rompecabezas que no nos fueron explicados; muchas preguntas que no han
sido respondidas.
Estas son las cosas secretas que sólo pertenecen al Señor. El día de la completa
revelación llegará, pero no ha llegado aún. El punto importante aquí es que las
cosas que fueron reveladas nos pertenecen. Dios nos las dio y nosotros
debemos tenerlas como un especial tesoro.

D. La Revelación está relacionada con los actos de Dios en la Creación


y en la Redención:

La revelación no toma lugar en un vacío. No debemos imaginar a Dios sentado


en Su trono en los cielos y enviando cartas a los hombres. La revelación que
Dios hace de Sí mismo siempre toma lugar en el contexto de Su creación y de
Su redención. El está interesado en lo que ocurre en Su creación y se envuelve
con ella.

Creador Redentor

Dios creó el universo. En El Dios está llamando a un pueblo para


nos muestra Su poder, Su Sí mismo. Este proceso se inició en
sabiduría y Su majestad. Huerto del Edén con la promesa de
una simiente.

Estos dos contextos también sirven para señalar los dos tipos de revelación: La
Revelación General y la Revelación Especial.

Creador Redentor

Revelación General Revelación Especial

II. LA REVELACION GENERAL:

A. Definición:

“Es la manera cómo Dios se ha revelado a Sí mismo a los hombres a través de


Sus actos de creación y providencia” (JS).
“Por revelación ‘general’ se entiende el testimonio que la creación da de la
existencia de un Creador (Romanos 1:19, 20)” (PP; pg. 134).

“En la revelación general, Dios declara Sus maravillas y nos dice algo de Su
naturaleza básica. El hace esto por medios que están disponibles para todos los
humanos, que es la razón por la que la llamamos ‘general’. Este tipo de
revelación viene a los hombres tanto externa como internamente. Entre las
cosas que son dadas a conocer generalmente están la gloria de Dios, Su poder,
Su naturaleza y bondad, así como la dependencia espiritual del hombre de, y
sus deberes hacia, su Creador” (Bob Burridge;
http://www.girs.com/library/theology/syllabus/reveal.html).

B. Apoyo Bíblico:

Sal. 19:1-6 (la huella de un pie en la novela de Robinson Crusoe le hizo ver al
protagonista que él no estaba solo en la isla; del mismo modo, los cielos y la
tierra están repletos de incontables huellas del Creador); Rom. 1:19-20.

Noten que Pablo nos habla de este conocimiento que viene al hombre a través
de la creación como una revelación. La presencia de Dios en el reino de la
naturaleza es visible para el hombre porque Dios la ha revelado a nosotros.
Esta revelación también es llamada como “revelación natural”, no porque
venga a nosotros naturalmente, sino porque es una revelación que toma lugar
en el reino de la naturaleza.

Los atributos invisibles de Por medio de las cosas


Dios hechas

Son vistos claramente...  Siendo entendidos...

Este pasaje declara que hay dos aspectos específicos de la existencia de Dios
que son revelados en la creación.

1. Su eterno poder.
2. Su Deidad.

A esto podemos añadir:


3. La justicia y la ira de Dios contra el pecado (capítulos 1 y 2
completos).
4. La bondad de Dios (Hch. 14:17).
5. La sabiduría de Dios (Sal. 104).

C. La eficacia de la Revelación General:

En Rom. 1:18ss Pablo asevera de varias maneras que esa revelación es


entendida por el hombre. Por un lado, nos dice en el vers. 18 que el hombre es
culpable de detener con injusticia la verdad; eso presupone un entendimiento
de la verdad que está siendo suprimida.

Luego en el versículo 19 asegura que hay un conocimiento de Dios que es


manifiesto a todo hombre. La palabra que RV traduce como “manifiesto”
señala algo evidente o fácilmente visto.

Alguien lo puso de este modo: El hombre es como un transistor, creado para


recibir mensajes de parte de Dios. Y aunque esta radio haya sido golpeada y
severamente dañada por los efectos del pecado, aún así recibe las ondas. No es
un mensaje claro, pero lo suficiente como para dejar al hombre sin excusas
delante de Dios.

En el vers. 20 señala que el contenido de esa revelación ha sido visto y


entendido. La expresión “claramente visible” (del griego καθοραω) significa
“contemplar completamente”, “captar distintivamente”. Esta revelación no está
destinada a unos cuantos que poseen un discernimiento especial, sino que va
dirigida a todos.

La otra expresión (del griego νοιεω) señala aquello que captamos por el uso de
la mente, a través de un proceso lógico de razonamiento. Así que lo que Pablo
está diciendo en este texto es que la revelación que Dios ha dado de Sí mismo
al hombre a través de la creación, se capta distintivamente por medio de los
sentidos y se entiende lógicamente a través de la reflexión mental, dejando al
hombre sin excusa delante de Dios.

Finalmente, en el vers. 21, Pablo nos dice cuál es el problema humano: Aunque
los hombres han conocido a Dios por medio de la revelación general, no
quieren reconocerlo para no postrarse ante El y mostrarle gratitud y
dependencia.
D. La limitación de la Revelación General:

No obstante, la revelación general es limitada. Nadie podrá deducir la doctrina


de la Trinidad observando un atardecer. Y mucho menos la provisión que Dios
ha hecho en Cristo para nuestra salvación. Nadie se salvará por medio de la
revelación general. Esta sirve únicamente para dejar al hombre sin excusas
cuando venga delante del trono de Dios a dar cuenta de sí. Como ha dicho
alguien, la revelación general será el testigo estrella de Dios cuando los
pecadores culpables sean llamados a juicio.

III. LA REVELACION ESPECIAL:

“La revelación especial hace referencia a la obra de Dios de revelarse


activamente a Sí mismo a los hombres a través de varios medios especiales”
(JS).

Ver He. 1:1-2. En estos dos breves versículos el autor de la carta a los Hebreos
nos provee un resumen de la Revelación Especial. Esta es el mensaje que Dios
habló…

A. En varias porciones:

Como vimos anteriormente, la revelación que Dios ha dado de Sí mismo no


vino de una vez, en un solo instante, sino progresivamente a través de las
edades. Dios se reveló a Adán y Eva, a Noé, a Abraham, a Moisés, etc.; y en
cada etapa trajo un poco más de entendimiento al hombre acerca de Sí mismo
(comp. Ex. 6:3).

B. En diferentes maneras:

La revelación de Dios tomó lugar a través de las edades en muchas formas


diversas:

1. El habló a Job en un viento recio.


2. El habló a José en sueños.
3. El habló a Moisés desde una zarza ardiendo.
4. El habló a Samuel en voz audible de noche.
5. El habló a Elías a través de un silbo apacible y delicado.
6. El habló a Daniel en una visión.
C. En Su Hijo:

Luego que Dios hablara a través de Sus profetas en el antiguo pacto, hubo un
gran silencio. Por 400 años no hubo ningún profeta que hablara la Palabra de
Dios. Pero en esta etapa, que el autor de la carta a los Hebreos denomina “los
postreros días”, Dios ha hablado al hombre de nuevo a través de una nueva
agencia: Su propio Hijo, la segunda Persona de la Trinidad, Quien trajo al
hombre la completa revelación de Dios.

Dios ha hablado...

A los padres... A nosotros...

En los profetas... En Su Hijo...

En muchas En estos postreros


porciones y en días.
muchas maneras.

Así que la revelación completa y final de Dios toma lugar cuando Dios el Hijo
se viste de carne y viene a morar entre nosotros (Jn. 1:14; comp. 1:18; 14:9).
Ningún profeta hubiese podido decir lo que el Señor Jesucristo dice de Sí
mismo en Jn. 14:9, porque el conocimiento que ellos tenían de Dios era
limitado. Jesús, en cambio, tenía un conocimiento experimental de Dios porque
El es Dios.

Alguien lo ha ilustrado de esta manera: “Si tu quisieras conocerme, tú podrías


hablar con algunos que me conozcan. Ellos podrían contarte muchas cosas
acerca de mí. Tú pudieras irte con cierto número de hechos tales como dónde
nací o dónde estudié o dónde he trabajado. Pero si realmente quieres
conocerme, la mejor manera sería hablando conmigo” (JS).

Pues lo mismo podemos decir acerca de Dios. La mejor manera de aprender


acerca de El es conocerle en carne. Y eso sólo es posible conociendo a Jesús, el
Dios encarnado.
D. En la Biblia:

La Biblia es el registro escrito de la revelación de Dios. Pero es en realidad


mucho más que eso. No sólo CONTIENE la Palabra de Dios, sino que ella ES
la Palabra de Dios.

PARENTESIS A

La Neoortodoxia:

Un punto de vista contrario a la teología ortodoxa que afirma que la Biblia ES


la Palabra de Dios, es el de la Neoortodoxia, que afirma que la Biblia VIENE
A SER, la Palabra de Dios. Paradójicamente, la Neoortodoxia nace como una
reacción al liberalismo teológico que echaba por tierra el aspecto sobrenatural
de la revelación de Dios.

Su principal exponente es el pastor y teólogo Karl Barth, nacido en Basilea,


Suiza, el 10 de mayo de 1866. En el principio de su ministerio, Barth aceptó la
teología liberal y su visión optimista de la perfectibilidad humana.

“Sus esperanzas fueron, sin embargo, destrozadas por la Primera Guerra


Mundial y, con pesadez de corazón, retornó a los grandes Reformadores,
Lutero y Calvino, y al ‘así dice el Señor’ del mensaje bíblico” (NLG; pg. 40).

Sin embargo, Barth no pudo desembarazarse del todo del alto criticismo
liberal. Según él, el registro bíblico contenía errores e imperfecciones
humanos, aún los autógrafos. ¿Cómo podía ser, entonces, la Palabra de Dios?
La respuesta de Barth fue la siguiente: La Biblia viene a ser la Palabra de Dios
en el momento en que El escoge usar ese canal imperfecto para confrontar al
hombre con Su Palabra perfecta.

“Para Barth, la Biblia y sólo la Biblia revela a Dios al hombre en una forma
única – no en proposiciones acerca de Dios, sino como un medio de encuentro
personal de Dios con el hombre en un acto de revelación. En esta experiencia
existencial… las manchas de tinta en las páginas de la Biblia saltan para hablar
al hombre en una forma concreta y significativa. En ese ‘momento de
significado’, la Biblia viene a ser la Palabra de Dios al individuo” (Ibíd.).
Uno de los partidarios de la Neoortodoxia, Emil Brunner, decía que considerar
objetiva y proposicionalmente que la Biblia sea la Palabra de Dios, era
“Bibliolatría”; equivale a establecer un “Papa de papel” Protestante.

Para Brunner, la Biblia misma no es una revelación, sino más bien “un registro
de revelación que fue recibido personal, individual y existencialmente por otros
hombres, y que puede venir a ser una revelación a nosotros si la recibimos de la
misma manera” (NLG; pg. 41).

Pero este es un punto de vista demasiado subjetivo de la revelación divina. Si


sólo podemos considerar como Palabra de Dios aquellos textos por medio de
los cuales, en un momento particular, los individuos escuchan la voz de Dios,
¿qué acerca de esos pasajes que no nos hablan, o que nos hablan en un
momento y en otros no?

La Neoortodoxia confunde la revelación con el proceso de iluminación. No


distingue entre la revelación objetiva de Dios del descubrimiento subjetivo por
parte del hombre.

“La Biblia no es meramente la Palabra de Dios cuando un hombre la escucha o


entiende; esta es Dios hablando, sea que el hombre escuche o no” (NLG; pg.
42). Eso es lo que la Biblia afirma de Sí misma (comp. 2Tim. 3:16; Ex. 31:18;
24:3-4; 2Sam. 23:2; 1Cro. 28:19; Mt. 5:17; 15:3-4; Jn. 10:35).

IV. EL PAPEL DE LOS PROFETAS EN LA REVELACION:

“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro


tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha
hablado por el Hijo” (He. 1:1-2).

Dos cosas claras saltan a la vista al leer este texto: Primero, que Dios ha
hablado; y segundo, que durante el antiguo pacto lo hizo a través de los
profetas. El profeta era el portavoz de Dios, el instrumento a través del cual
Dios revelaba Su voluntad.

“Los profetas de Israel ocupan un lugar único en la historia de Israel… Eran


hombres de especial grandeza, varones de coraje; guías señeros que marcaban
la pauta de lo que debía ser una creencia ortodoxa y de una correcta conducta a
un pueblo que continuamente se descarriaba de la Ley de su Dios”.
“Una razón que explica la grandeza de los profetas es que eran personas con un
llamamiento especial. No entraron por herencia en este ministerio, no habían
nacido dentro de una tribu o de una familia marcadas por el profetismo… Cada
profeta era escogido personalmente por Dios, llamado por Dios a una obra que
Dios mismo le iba a encomendar” (León J. Wood; Los Profetas de Israel; pg.
13). Comp. Jer. 1:4-5; 7:25; Am. 7:14.

A. La designación de los profetas en el AT:

1. NABHI’: Se traduce ordinariamente “profeta”. En su forma sustantiva


se usa cerca de 300 veces. Se deriva del verbo NABHA’, el cual se
usa también unas 300. Su etimología es incierta, pero su significado
en el AT es claro: Alguien que habla en lugar de otro, en este caso, de
parte de Dios mismo (comp. Ex. 4:10-16 y 7:1; Deut. 18:15-22; Am.
7:12-16; Is. 6:9; Jer. 1:7; Ez. 2:3-4).
2. RO’EH: Participio del verbo RA’AH, “ver”; se traduce “vidente”.
Solo ocurre 12 veces en el AT.
3. HOZEH: De la raíz HAZAH, “ver”; también se traduce “vidente”.
Solo ocurre 8 veces en el AT. Tal parece que los términos RO’EH y
HOZEH se usaron indistintamente con el mismo significado, aunque
parecen haber tenido sus respectivos períodos de popularidad: El
primero en tiempos de Samuel (8 de las 12 veces ocurren en ese
período) y el segundo en tiempos de David (cuando vivieron 4 de las
7 personas que son designadas con este término). Comp. 1Sam. 9:9.
4. ISH ELOHIM: “Varón de Dios”. Hace referencia al hecho de que el
profeta es un hombre escogido y enviado por Dios (Deut. 33:1; 1Sam.
9:6; 1R. 13:11; 2R. 4:9).

Al comparar los términos RO’EH – HOZEH con NABHI’, vemos que apuntan
a conceptos distintos. “Ya que ambos términos, ro’eh y hozeh, significan ‘ver’,
la idea fundamental que ambos expresan se refiere al discernimiento de la
voluntad de Dios. En otras palabras, estos términos tienen que ver con el
aspecto ‘revelacional’ de la función del profeta al escuchar a Dios y discernir
Su voluntad. Por su parte, nabhi’… tiene que ver con el hablar de los profetas
al transmitir la información que Dios les había dado previamente en el
momento de revelarles el mensaje. Por tanto, los términos ro’eh – hozeh se
refieren a la recepción del mensaje, mientas que el término nabhi’ se refiere a
la comunicación del mensaje” (Wood; op. cit.; pg. 65).
B. La obra del Espíritu en los profetas:

Comp. 2P. 1:20-21. El vers. 20 plantea lo que la revelación NO es: el resultado


de la invención de los profetas. Para la palabra “interpretación” (del griego
επιλυσις), comp. Hch. 19:39. Es obvio que Pedro no está hablando de la
interpretación, sino del origen de las Escrituras. En el vers. 21 Pedro señala lo
que la revelación ES: El mensaje no se originaba en los profetas, sino en Dios.

C. La revelación de Dios a través de los profetas coincide con Su obra


redentora:

Comp. Am. 3:7. Dios siempre habla en el contexto de Su actividad redentora.


Esta es la razón por la que hubo un período de silencio de 400 años entre el
Antiguo y el Nuevo Testamento.

D. La cesación de los profetas del AT:

El AT no anuncia la cesación de la actividad profética en el antiguo pacto, pero


esto era generalmente reconocido por los judíos. En 1Macabeos 9:27
encontramos el siguiente comentario: “Tribulación tan grande no sufrió Israel
desde los tiempos en que dejaron de aparecer profetas”.

Y en su obra Contra Apión, Flavio Josefo dice lo siguiente, en defensa del AT:
“Nuestra historia ha sido escrita desde Artajerjes, muy particularmente, pero no
ha sido estimada de la misma autoridad que la de nuestros antiguos
antepasados, porque no ha habido una sucesión exacta de profetas desde ese
tiempo” (1:8).

E. Jesús: El Ultimo de los Profetas:

Jesús cumple a plenitud la promesa de Moisés en Deut. 18:15-19. El es la


última revelación de Dios. Por eso se le llama “la Palabra” (Jn. 1:1, 14). El es
la palabra viviente de Dios.
PARENTESIS B

La Doctrina Católico Romana:

Los teólogos católicos comparan la revelación divina con una fuente de la que
fluyen dos corrientes a través de las cuales Cristo nos transmite Su Palabra.
James G. McCarthy, en su libro El Evangelio Según Roma, nos explica:

“La Iglesia Católica enseña que a fin de que el cúmulo de la verdad revelada
por Cristo ‘se conservara por siempre íntegro y fuera transmitido a todas las
edades’, el Señor mandó a los apóstoles que transmitieran la revelación a otros.
Esto se llevó a cabo de dos maneras”.

“Primero, los apóstoles transmitieron la fe en forma no escrita, oralmente, es


decir, ‘con su predicación, sus ejemplos, sus instituciones’ que ellos
establecieron... La segunda forma fue por escrito: ‘los mismos apóstoles y otros
de su generación pusieron por escrito el mensaje de la salvación inspirados por
el Espíritu Santo.’ Estos escritos llegaron a ser las Sagradas Escrituras del
Nuevo Testamento” (El Evangelio Según Roma; pg. 234)

No debemos pasar por alto el hecho de que la relación que existe entre la Biblia
y la Tradición como fuentes de verdades reveladas, ha sido y sigue siendo un
dolor de cabeza para los teólogos dentro del catolicismo.

Como señala el periodista católico Antonio Montero, tanto el Concilio de


Trento (1545-1563) como el Concilio Vaticano I (1869-1870) “robustecieron el
sentir católico sobre la Tradición y subrayaron el magisterio eclesiástico como
intérprete de la misma” (Antonio Montero; cit. por José Grau; Catolicismo
Romano; Vol. 2; pg. 848).

El problema es que no todos los teólogos católicos interpretan las declaraciones


conciliares de la misma manera. “¿Quiere esto decir – sigue diciendo Montero
– que para el católico la Tradición significa una segunda y distinta fuente de
verdades reveladas? Quienes así lo entienden hacen constar que en la iglesia
primitiva hubo una transmisión de verdades más amplias que la que recoge el
Nuevo Testamento, las cuales han sido conservadas por transmisión sucesiva –
Santos Padres, Teólogos, Liturgia, fe del pueblo – y pueden ser definidas por el
magisterio infalible de la iglesia. Cabe, por tanto, que llegue a dogma de fe un
hecho o una verdad que no esté en la Sagrada Escritura. Esto, que hoy por
hoy, sigue siendo inaceptable para las iglesias separadas nacidas de la
Reforma, tropieza también con graves obstáculos y distingos ante un gran
sector de obispos y estudiosos... Dicen que, de suyo, sólo hay una Fuente de
Revelación que son las palabras y los hechos divinos tales como ocurrieron.
Los cuales nos han sido transmitidos por un doble cauce: Libros Sagrados y
Tradición viviente en la Iglesia... Puede haber verdades de fe que se hallen en
la Biblia de un modo germinal y van manifestándose con mayor claridad a lo
largo de la historia, fruto de un desarrollo y una explicación que hace la Iglesia,
con Biblia y Tradición en sus manos... Nunca se decidirá nada que no esté en
la Biblia, y en este sentido no admiten los que tal defienden que pueda
hablarse con rigor de una segunda fuente de la Revelación” (Ibíd.; los
subrayados son originales).

Esta diferencia de interpretación plantea una situación difícil a una Iglesia que
clama infalibilidad en sus dogmas. La Oficina de Prensa del concilio, tratando
de suavizar la situación frente al público, manifestó que “ninguna de las dos
tendencias rechaza la Tradición como fuente de Revelación, pero divergen
sobre el modo de entender la relación existente entre Tradición y Escritura.”
(Ibíd.)

Finalmente, en el Concilio Vaticano II se declaró que “la Sagrada Tradición y


la Sagrada Escritura están íntimamente unidas y compenetradas. Porque
surgiendo ambas de la misma fuente, se funden en un mismo caudal y tienden a
un mismo fin.” (cit. por McCarthy; op. cit.; pg. 235)

Así que cuando la Iglesia Católica habla de la Palabra de Dios, se refiere a una
“sola cosa” formada por las Escrituras y la Tradición: “La Tradición y la
Escritura constituyen, pues, un solo depósito sagrado de la Palabra de Dios,
confiado a la Iglesia.”

Es importante que comprendamos estas distinciones para no dar lugar a malos


entendidos. “Cuando un teólogo católico se refiere a la Palabra de Dios escrita,
está hablando de las Escrituras. Si habla de la Palabra de Dios no escrita, está
hablando de la Tradición. Pero si se refiere a la Palabra de Dios,
probablemente está hablando de las Escrituras y la Tradición juntas. En otras
palabras, según la Iglesia Católica Romana, la Biblia solamente no es la
Palabra de Dios completa” (Ibíd.; pg. 235).
Que no estamos comprendiendo mal a los teólogos católicos es evidente en
estas dos citas adicionales del Concilio Vaticano II; por un lado nos dicen que
la Iglesia “... no saca exclusivamente de las Escrituras la certeza de todo lo
revelado” (Ibíd.).

Y con respecto a las Sagradas Escrituras dicen que la Iglesia “siempre la ha


considerado y considera, juntamente con la Tradición, como la regla suprema
de su fe” (Ibíd.).

Como bien señala, José Grau: “Un mero cambio de palabras no puede resolver
una cuestión tan importante... Aunque se diga que existe una sola Fuente de
Revelación, si se sigue afirmando que la misma nos es comunicada a nosotros a
través de una doble vertiente: Escritura y Tradición, queda en pie,
sustancialmente, el mismo error de querer equiparar la Tradición apostólica
inspirada (contenida en el Nuevo Testamento) con la tradición eclesiástica no
inspirada... Cambiar los vocablos de Trento y del Vaticano I sin alterar la
sustancia de lo que los mismos querían expresar, no hace más bíblica la
tendencia teológica del nuevo Romanismo. El problema que tiene planteado
Roma es insoluble. Se opuso a la verdadera reforma de la Iglesia en el siglo
XVI cerrando los oídos a la Palabra de Dios y, no sólo dividió a la Cristiandad
occidental con su rechazo, sino que en Trento formuló sus “propias” doctrinas
que canonizaron, de hecho, todas las desviaciones medievales. Mas, ahora,
cuatro siglos después, y luego de haber estudiado un poco más atentamente la
Sagrada Escritura, los teólogos romanistas se dan cuenta de que, aún
deseándolo, no pueden afirmar que la Reforma fue un movimiento surgido a
espaldas de la Biblia, sino todo lo contrario. ¿Qué hacer? ¿Rectificar Trento?
Imposible, ¿cómo confesar que se equivocó hace cuatro siglos una iglesia que,
según se formuló en el Vaticano I, se cree infalible? Todo intento de seria
reforma dogmática se enfrentará siempre con estos dos muros: Trento y
Vaticano I. No queda otra salida más que el juego de palabras” (op. cit.; pg.
852).

V. LA CESACION DE LA REVELACION ESPECIAL:

La fe protestante siempre ha afirmado la autoridad suprema de la Palabra escrita


de Dios en nuestra fe y práctica como cristianos. Nuestro Dios no es un Dios
mudo. El ha hablado (He. 12:25), y por la obra de Su Espíritu Su revelación ha
quedado registrado en un libro, la Biblia, el cual es nuestra autoridad final. Esa
revelación cumple a plenitud el propósito para el cual fue dada.
Y como bien ha señalado O. Palmer Robertson, ese propósito “no es la
experiencia perpetua de la revelación misma. La revelación es un medio para
alcanzar un fin. Es la vía a través de la cual el Dios eterno se da a conocer a
hombre pecadores que están sin esperanza aparte de Su Hijo, el Señor
Jesucristo. La meta de la revelación es hacer conocer a los hombres al único
Dios, y a Jesucristo a quien El ha enviado.

“Visto desde esa perspectiva, el ‘fin’ de la revelación no es algo que debamos


lamentar. De hecho, nuestra actitud más natural en cuanto al ‘fin’ de la
revelación debe ser la de ‘cuanto antes mejor’. Mientras más pronto sea
completado el proceso gradual de revelación, más pronto los hombres vendrán a
conocer personal e íntimamente al Dios que ama a los pecadores en toda su
plenitud como el redentor de los hombres. Así que la pregunta que debemos
hacernos es, ‘¿Dónde estamos nosotros ahora en este proceso de auto revelación
de Dios a los pecadores? ¿En qué punto estamos en relación con el fin?’

“El escritor de la carta a los Hebreos responde esta pregunta muy


específicamente. El nos recuerda las diversas circunstancias y maneras en que
Dios se reveló a Sí mismo en el pasado. Pero señalando que la última etapa de
la historia humana ha arribado finalmente, él asevera que Dios ha hablado ahora
definitivamente al encarnar toda la verdad en la persona de Su Hijo (He. 1:1).

“Es en este contexto de la llegada de ‘la plenitud del tiempo’ tal como fue
planificado por Dios, que el asunto del fin de la revelación debe ser
contemplado. La terminación de la actividad reveladora de Dios no debe ser
llorada como si fuera algo así como el deceso de un amigo cercano. Más bien
debe ser vista como la apertura completa de un cofre que expone a la vista los
inapreciables tesoros que lleva dentro” (The Final Word; pg. 52-53).

Sin embargo, algunos evangélicos han añadido últimamente otra proposición


que atenta contra la postura tradicional del protestantismo en cuanto al fin de la
revelación especial: Ellos declaran que Dios también habla a Su pueblo hoy
aparte de la Biblia, aunque nunca en contradicción con ella.

Uno de sus más ardientes defensores es Wayne A. Grudem, profesor de


Teología Bíblica y Sistemática en el Trinity Evangelical Divinity School, en
Illinois. Gruden dice lo siguiente al respecto:

“En este libro sugiero un entendimiento del don de la profecía el cual requiere
una pequeña modificación en los puntos de vista de cada uno de estos dos
grupos (cesacionistas y carismáticos). Les digo a los carismáticos que si quieren
seguir usando el don de profecía que lo hagan, pero que paren de llamarle
‘Palabra del Señor’ simplemente porque esa expresión hace sonar exactamente
como la autoridad de la Biblia, guiando a un gran malentendido. Por otro lado,
pido a los que están en el campo cesacionista, pensar seriamente en la
posibilidad de que la profecía en las iglesias nuevotestamentarias no era puesta
a la altura de las Escrituras en autoridad, sino simplemente un reporte
parcialmente errado y muy humano de algo que el Espíritu Santo trajo a la
mente de alguien. Y yo pido que ellos piensen mejor acerca de esos argumentos
de la cesación de ciertos dones…. Yo debería poner muy en claro desde el
principio que no estoy diciendo que el punto de vista de los carismáticos y
cesacionistas son errados en su mayoría. En vez de eso, yo pienso que ambos
están en su mayor parte correctos (en las cosas que ellos toman por esenciales),
y pienso que un ajuste en como ellos entienden la naturaleza de la profecía
(especialmente su autoridad) tiene el potencial de traer un acuerdo en este tema
que podría salvaguardar temas o asuntos que ambos ven como cruciales” (cit.
por D. Scott Meadows; Discerning The Word of God; pg. 12).

Este es un asunto al que debemos prestar cuidadosamente atención, por las


repercusiones doctrinales y prácticas que encierra. Veamos, en primer lugar,
¿qué queremos decir al hablar del cese de la revelación especial? ¿Qué significa
esa cesación?

A. Su Significado:

1. No significa que Dios ha cesado de revelarse a Sí mismo en la naturaleza y a


través de las obras de la providencia (Sal. 19:1ss; Rom. 1:18ss).
2. No significa que Dios ha cesado de comunicarse con los hombres a través de
las Escrituras (comp. Ef. 1:17; Fil. 3:15).
3. No significa meramente el cierre del canon (eso es universalmente
reconocido por el protestantismo en general, incluso por los Pentecostales).

Lo que queremos decir, más bien, en palabras de O. Palmer Robertson, es que


“la Biblia encarna la selección personal de Dios de la revelación especial que El
determinó que la iglesia necesitaría a través de todas las edades. En esta
revelación escrita de parte de Dios está contenido todo lo que es necesario para
la vida y la piedad. Ninguna palabra adicional, ideas o supuestas visiones y
profecías deben complementar la revelación de la Escritura. No es meramente
que el canon escrito esté cerrado, significando que no debemos añadir más
palabras a la Biblia. El fin de la revelación significa que todas las maneras
pasadas en que Dios hizo conocer Su voluntad a Su iglesia, ahora han cesado”
(op. cit.; pg. 60).

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