Mundo Siglo XXI, revista del IPN

ISSN 1870-2872, Núm. 43, Vol. XIV, 2017, pp. 5-17

Las limitaciones de la regulación capitalista

de las sustancias químicas
Guille r m o F o l a d o r i *
Fernan d o B e j a r a n o **
Fecha de recepción: 08/07/2017, Fecha de aprobación: 21/10/2017

Resumen: Desde comienzos del presente siglo organismos internacionales como la OMS y el PNUMA Palabras clave:
han llamado la atención para lo que nombran como una pandemia mundial. Esta pandemia tiene su causa • Químicos
en el contacto cotidiano con miles de sustancias químicas tóxicas que están en el mercado. A pesar que en • Crisis ambiental
las últimas décadas se ha avanzado en la reglamentación de las sustancias químicas en algunos países • Tecnociencia
desarrollados, y se han llegado a acuerdos voluntarios internacionales en relación a varias de ellas, la
• Riesgos
realidad muestra que posiblemente un número mucho mayor de sustancias químicas tóxicas no reguladas
entran al mercado continuamente, contrarrestando los esfuerzos por reducir el riesgo. A diferencia de las • Tóxico
interpretaciones que explican los riesgos derivados de las sustancias químicas por fallas en la regulación,
corrupción empresarial o falta de rigor y orientación de la investigación y desarrollo, este artículo muestra
la dependencia del desarrollo tecnocientífico respecto de las relaciones sociales capitalistas, como causa
última y predominante en la explicación de las dificultades para transformar a la industria química en un
sector sustentable en términos de salud humana y del ambiente.

The limits of capitalist regulation

of chemical substances
Abstract: Since the beginning of this century, international organizations have drawn attention to a new Keywords:
global pandemic. This pandemic is caused by the daily contact with thousands of toxic chemicals that are • Chemicals
on the market. Although in recent decades progress has been made in the regulation of chemicals in some
• Environmental crisis
developed countries, and international voluntary agreements have been reached on a number of them,
• Technoscience
the reality is that a much larger number of unregulated toxic chemicals enter the market continuously,
counteracting efforts to reduce risk. Contrary to the interpretations that explain the risks derived from • Risks
chemicals due to regulatory failures, corporate corruption or lack of rigor and orientation of research • Toxic
and development, this article shows the dependence of techno-scientific development on capitalist social
relations, considering it as the ultimate and predominant cause to explain the difficulties in transforming
the chemical industry into a sustainable sector in terms of human health and the environment.

‫ ٭‬Profesor-investigador de la Unidad en Estudios del Desarrollo de la Universidad Autónoma de Zacatecas, México. Antropólogo y doctor en economía por
la UNAM. Co-coordinador de la Red Latinoamericana de Nanotecnología y Sociedad (ReLANS). Ha publicado Controversias sobre Sustentabilidad y ¿Sus-
tentabilidad? Desacuerdos sobre el Desarrollo Sustentable (M.A. Porrúa 2001 y 2005; y coordinado una serie de libros sobre Nanotecnologías en América
Latina (M.A. Porrúa 2006, 2008, 2012, 2013, 2016). Ha sido docente en universidades de México, Brasil, Uruguay, Nicaragua, Honduras.
‫ ٭٭‬Sociólogo, Maestro en Ciencias por COLPOX, estudiante de Doctorado del Posgrado de Estudios Latinoamericanos, Universidad Nacional Autónoma de
México. Punto de enlace de IPEN (International Persistent Organic Pollutants Elimination Network) para América Latina y director del Centro de Análisis y
Acción en Tóxicos y sus Alternativas (CAATA) en México.
Guillermo Foladori / Fernando Bejarano
En la relación entre las sociedades humanas y la naturaleza
se han generado crisis ambientales desde tiempos remo-
tos, pero la moderna crisis ambiental se caracteriza por
su impacto planetario, y por estar enlazada al desarrollo
y expansión mundial de la producción capitalista y su
expresión tecno-científica.1
La primera señal de alerta de esta moderna crisis am-
biental se produce en 1945, con la explosión de bombas
atómicas estadunidenses en las ciudades japonesas de Hi-
roshima y Nagasaki. Posteriormente, en los años sesenta, la
atención se centra en los efectos tóxicos y la acumulación
de plaguicidas de síntesis que se creían inocuos en las
cadenas alimenticias, como el DDT.2 A finales de los años
ochenta la investigación científica llama la atención sobre
los efectos de los llamados gases de efecto invernadero,
entre ellos el bióxido de carbono y su incremento por la
combustión de hidrocarburos en el calentamiento global
del planeta;3 también identifica a los clorofluorocarbonos
como causantes de la destrucción de la capa de ozono –lo
que conduce al acuerdo en Naciones Unidas del Proto-
colo de Montreal en 1987–. A fines de la década de 1990
se reúne evidencia de cómo los PCB, aditivos de plásticos
y ciertos plaguicidas actúan como alteradores hormonales
1 Utilizamos el concepto de tecnocientífico en el sentido que le da Eche-
verría. J. Echeverría, La revolución tecnocientífica, F.C.E. de España,
Madrid, 2003. www.redalyc.org/pdf/633/63310201.pdfTra
2 R. Carson, Silent Spring, (1st ed.), Fawcett Publications, Inc., New
York, N.Y., 1962.
3 “The defining event came in June of 1988, when another NASA
climate scientist, James Hansen, told Congress with “ninety-nine per-
cent confidence” that “the greenhouse effect has been detected, and it
is changing our climate now.” Hansen’s proclamation made the front
pages of major newspapers, ignited a firestorm of public debate, and
elevated the carbon-dioxide problem to pre-eminence on the environ-
mental agenda, where it remains to this day”. D. Sarewitz & R. Pielke
Jr., “Breaking the Global-Warming Gridlock”, The Atlantic, July, 2000.
https://www.theatlantic.com/magazine/archive/2000/07/breaking-the-
global-warming-gridlock/304973/
4 T. Colborn, D. Dumanoski & J. P. Meyers, Our Stolen Future: Are
We Threatening Our Fertility, Intelligence, and Survival?--A Scientific
Detective Story (First Printing edition), Plume, New York, 1997.
5 A. Prüss-Ustün, C. Vickers, P. Haefliger & R. Bertollini, R.,
“Knowns and unknowns on burden of disease due to chemicals: a
systematic review”, Environmental Health, 10(9), 2011. https://doi.org/
doi:10.1186/1476-069X-10-9; UNEP, Costs of Inaction on the Sound
Management of Chemicals, United Nations Environment Programme,
2013a. http://www.unep.org/hazardoussubstances/Portals/9/Mainstrea-
ming/CostOfInaction/Report_Cost_of_Inaction_Feb2013 (pdf)
Mundo Siglo XXI, núm. 43, 2017
6
o perturbadores endócrinos, trastornando los procesos
normales de reproducción y desarrollo, por dosis que an-
tes se creía seguras.4 Y, para principios del siglo XXI, se
reconoce que la amplia gama de productos químicos tóxi-
cos presentes incluso en los objetos de consumo cotidiano
crean una pandemia mundial de enfermedades asociadas
a la exposición de tales sustancias químicas, con un costo
económico significativo.5
Si prestamos atención a la causa inmediata de estas
manifestaciones de la moderna crisis ambiental podemos
visualizar un común denominador: la industria química; sea
en su versión de química nuclear, petroquímica, química
sintética, o en la más actual química atómica (nanotecno-
logía). Es de notar que la contaminación electromagnética
que provoca el uso de productos de la industria eléctrica y
electrónica no aparece en la discusión ambiental con la
fuerza que debería –excepto cuando se trata de la toxicidad
de sus materiales–, tal vez porque el vehículo de la causa
(generalmente radiaciones) y el efecto (e.g. enfermedades)
es menos visible u obvio, a menos que ocurra una catástrofe
como la explosión de una planta nuclear.
Sería equivocado, sin embargo, reducir el problema
de la moderna crisis ambiental a un problema de gestión
tecnológica de la industria química. Tanto la investiga-
ción de las ciencias físico-químicas como sus aplicaciones
tecnológicas, impulsadas por la industria química están
comandadas y moldeadas por relaciones sociales capi-
talistas, que son el origen del problema. No existe una
ciencia y técnica neutras, por un lado, y una estructura
económica y social por otro. Ambas son resultado de un
grado de desarrollo histórico y dinámico de la sociedad
humana, que va orientando las actividades intelectuales
y prácticas según los intereses de las clases sociales, los
grupos profesionales, los sistemas de propiedad material
e intelectual y la organización política.
El propósito de este artículo es mostrar la contradicción
que ha surgido entre el avance científico-técnico por un
lado, y el retroceso socio-económico y ambiental por otro.
Dicho de otra forma, interesa mostrar la contradicción que
surge entre el desarrollo de las ciencias físico-químicas,
que han logrado incluso controlar y manipular la materia
a escala atómica (nanotecnologías), y la involución de
las relaciones sociales capitalistas, que han creado una
catástrofe humana y ecológica de escala sin precedente.
Primero, hacemos referencia a cómo las relaciones
capitalistas comandan el desarrollo de la industria química.
Luego, mostramos la pandemia que han ocasionado las
sustancias químicas tóxicas, lo que se ha manifestado como
una nueva faceta de la crisis ambiental contemporánea. Por
último, argumentamos que tanto la causa como las alter-
nativas propuestas como solución técnica, siendo de gran
 Las limitaciones de la regulación capitalista de las sustancias químicas
importancia, no pueden evitar el comando capitalista sobre
la industria química, creando una paradoja de lo que llama-
mos el control de lo pequeño y el descontrol de lo grande.
2. La ciencia e industria química bajo
el comando capitalista
Las sustancias químicas se han hecho presentes en una
inmensa variedad de productos. Actualmente no existe
ninguna rama o sector económico que no incorpore sus-
tancias químicas artificiales o sintéticas.6 Las sustancias
químicas sintéticas se producen hace más de un siglo; pero
de manera sistemática y en variados sectores económicos
se producen desde comienzos del siglo XX, y con un cre-
cimiento notoriamente acelerado después de la segunda
Guerra Mundial.
Hasta avanzado el siglo XVIII en la Europa occidental
la industria desarrolla técnicas de separación de sustancias
mucho antes que se comprendiesen los principios que la ex-
plican, como ha sido el caso de la conversión de grasa en
jabón, sal en sosa y anilina en tintes. La ciencia química
sólo comienza a adelantarse a la industria, en el sentido
de proponer estructuras y combinaciones para después
ser aplicadas industrialmente, hasta principios del siglo
XX, una vez que la química orgánica se afianza.7 Este
cambio es socialmente importante, porque mientras la
industria descubre alternativas tecnológicas en la medida
de la necesidad –e.g. para reemplazar materia prima de
origen natural que escasea–, la ciencia química descubre
estructuras y combinaciones que, aunque motivadas origi-
nalmente por una necesidad industrial, terminan teniendo el
fin en sí mismo de descubrir nuevas moléculas, establecer
nuevas reacciones, elaborar polímeros y catalizadores
y convertir todo ello en fórmulas químicas, más que en
resolver problemas; y como algunas de estas potenciales
síntesis teóricas terminan convirtiéndose en materia prima
industrial, se abre una frontera inagotable de búsqueda y
experimentación científica, independiente en gran medida
de su potencial aplicación. Se tiende a crear una suerte de
archivo de sustancias, para luego ver en qué se aplican.8
Cada paso en la especialización es un avance en el cono-
cimiento más profundo de un aspecto de la naturaleza y,
paradójicamente, un retroceso en el conocimiento de las
implicaciones ambientales y a la salud pública de esos pro-
cesos acullá del ámbito de la especialización profesional.
El aumento exponencial de la producción de sustancias
químicas sintéticas se debe a ventajas económicas mercan-
tiles, de corto plazo y al ámbito de la empresa individual.
Así, por ejemplo, los costos de producción de plaguicidas
basados en compuestos de cianuro, sodio, clorato de calcio,
fluor y bromo pasaron a ser más baratos que los reemplaza-
7
dos con base en sustancias naturales como arsénico, plomo,
mercurio, azufre, cobre o extractos vegetales y animales
desde principios del siglo XX, luego reemplazados por
organofosfatos, carbonatos y otros compuestos petroquí-
micos derivos. En segundo lugar, las sustancias sintéticas
pueden ser más selectivas, disminuyendo los costos del
proceso productivo en su conjunto. En tercer lugar, la oferta
es garantizada cuando se trata de producción artificial,
diferente al caso de la materia prima natural que depende
de condiciones de accesibilidad. En cuarto lugar, muchas
sustancias químicas pueden ser utilizadas para diversos
fines, obteniendo costos de escala relativamente menores.
Si estas causas muestran ventajas económicas de cor-
to plazo para la empresa, también acarrean desventajas
sociales y económicas de mediano y largo plazo. Se trata
de una contradicción inherente a la lógica de producción
capitalista. Efectivamente, las ventajas económicas arriba
expuestas sólo son tales si se restringe su análisis al con-
cepto de costo-beneficio de la empresa individual. Desde
6 Llamamos sustancias químicas sintéticas o artificiales a aquellas
que son producidas industrialmente, a diferencia de las sustancias
químicas de origen natural que, aun siendo usados industrialmente,
son extraídas de la propia naturaleza. La distinción no hace alusión a su
eficiencia, función o toxicidad; inclusive en algunos casos la substancia
puede ser idéntica, pero hay razones histórico-económicas de peso que
favorecen la distinción, como se verá.
7 El historiador de la ciencia John D. Bernal considera la producción
de sustancias químicas sintéticas el equivalente químico de la línea de
montaje, que comienza con la generalización de los catalizadores y los
procesos de producción continua. J. D. Bernal, La ciencia en nuestro
tiempo, Editorial Nueva Imagen, México, 1989, p. 98; J. D. Bernal, La
ciencia en la historia, UNAM, México, 1959; T. K. Derry & T. I. Williams,
Historia de la tecnología, Siglo XXI, México, 2000, p. 375.
8 No es casual que la división profesional entre químico e ingeniero
químico ocurra en torno a las dos primeras décadas del siglo XX, al
menos en los Estados Unidos e Inglaterra, acompañando la necesidad de
especialistas encargados de montar fábricas de sustancias químicas (inge-
niero químico), y dejando al químico con la tarea más teórica de descubrir
cómo sintetizar nuevas sustancias o equivalentes a partir de elementos
naturales. C. Cohen, “The Early History of Chemical Engineering: A Re-
assessment”, The British Journal for the History of Science, 29(2), 1996,
pp. 171–194. http://www.jstor.org/stable/4027832; B. Bensaude-Vincent
& W. R. Newman, The artificial and the natural: an evolving polarity,
MIT Press, Cambridge, Mass. 2007; K. Geiser, Chemicals without Harm:
Policies for a Sustainable World (1 edition), The MIT Press, Cambridge,
Massachusetts, 2015; P. Laszlo, “Handling proliferation”, Hyle, 7(2),
2001, pp. 125–140. http://www.hyle.org/journal/issues/7/laszlo.htm
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Guillermo Foladori / Fernando Bejarano
el punto de vista de la economía de la sociedad como un
todo, por ejemplo, a escala nacional, muy comúnmente
los costos exceden los beneficios. La diferencia radica
9 Varios estudios señalan que los costos de reducir el plomo -por ejemplo
en pinturas-, introduciendo diferentes tecnologías e insumos, es mucho
menor que el costo de salud asociado a los problemas neurológicos
derivados del mismo metal. E. Gould, “Childhood Lead Poisoning:
Conservative Estimates of the Social and Economic Benefits of Lead
Hazard Control”, Environmental Health Perspectives, 117(7), 2009, pp.
1162–1167. https://doi.org/10.1289/ehp.0800408. Otro ejemplo anotado
en un informe del PNUD dice: “Trasande and Liu (2011) Informan que
“los costos del envenenamiento por plomo, la exposición prenatal al
metilmercurio, el cáncer infantil, el asma, el autismo por discapacidad
intelectual y el trastorno por déficit de atención con hiperactividad fueron
de USD 76.600 millones en 2008”. UNEP, op. cit. 2013ª, p. 30.
10 K. Geiser, Chemicals without Harm: Policies for a Sustainable World
(1 edition), The MIT Press, Cambridge, Massachusetts, 2015, p. 18.
11 Un informe del PNUMA (Programa de Naciones Unidas para el Medio
Ambiente) menciona que la Unión Europea invierte 15 millones de dólares
anuales en hospitalizaciones causadas por plaguicidas, y 3.9 millones por
pérdidas de días laborales; y en los Estados Unidos los cálculos son de
787 millones de dólares anuales. UNEP, op. cit., 2013a, p. 29.
Una práctica muy común de las corporaciones químicas consiste en
substituir una substancia que ha sido denunciada como tóxica por
otra, que puede tener el mismo efecto tóxico pero no ha sido aún
denunciada. La práctica se conoce como sustitución lamentable (re-
grettable substitution), y un ejemplo ha sido la substitución del BPA
por el BPS como aditivo en plásticos. J. Latham, “Unsafe at any dose?
Diagnosing chemical safety failures, from DDT to BPA”, Independent
Science News. Food, Health and Agriculture Bioscience News, May,
16, 2016; https://www.independentsciencenews.org/health/unsafe-
at-any-dose-diagnosing-chemical-safety-failures-from-ddt-to-bpa/;
Nature Communications, “BPA-free water bottles may contain
another harmful chemical”, New Scientist, February, 28, 2017; https://
www.newscientist.com/article/2123098-bpa-free-water-bottles-may-
contain-another-harmful-chemical/; I. Urbina, “As OSHA Emphasizes
Safety, Long-Term Health Risks Fester”, New York Times, A1, 2013;
http://www.nytimes.com/2013/03/31/us/osha-emphasizes-safety-
health-risks-fester.html?_r=1&pagewanted=a; J. B. Zimmerman & P.
T. Anastas, “Toward substitution with no regrets”, Science, 347(6227),
2015, pp. 1198–1199. https://doi.org/10.1126/science.aaa0812
12 La mayoría de los cursos universitarios de química no contemplan, o lo
hacen marginalmente, estudios de toxicología, y en tal caso se circunscriben
a la salud humana en términos restringidos, y raramente al medio ambiente.
E. S. Bernhardt, E. J. Rosi & M. O. Gessner, “Synthetic chemicals as agents
of global change”, Frontiers in Ecology and the Environment, 15(2), 2017,
pp. 84–90; https://doi.org/10.1002/fee.1450; Geiser, op. cit., p. 1
13 Bensaude-Vincent & Newman, op. cit.
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8
en que el análisis costo-beneficio empresarial no conta-
biliza los costos sociales, relativos, por ejemplo, a los
perjuicios causados por los tóxicos a la salud humana y
el medio ambiente. Si a los costos de producir la materia
prima se le agregan los gastos en salud, necesarios para
mínimamente revertir los efectos tóxicos de mucha de la
nueva materia prima, y/o la necesaria recuperación del
medio ambiente resultado de la contaminación, lo que
se conoce como ventaja para la empresa se convierte en
desventaja económica para la sociedad.9 Así por ejemplo,
después de los años cuarenta, fueron introducidos al mer-
cado plaguicidas organoclorados, como el DDT, 2,4,5-T,
clordano, endrín, y órgano-fosforados, como malatión,
paratión y diazinón.10 Muchos de éstos están hoy en día
prohibidos en los países desarrollados por los efectos sobre
la salud humana y el medio ambiente, aunque los costos
de enfermedades y muertes derivados de su uso nunca los
haya pagado la industria química. En la medida en que la
industria no paga los costos sociales tiende, lógicamente,
a reproducir la misma tragedia con las nuevas sustancias
introducidas al mercado.11 Pero, la contabilidad empresarial
individualizada, que no incorpora los costos sociales, sólo
es aceptada racionalmente dentro de un sistema de produc-
ción como el capitalista, donde la empresa o corporación
privada constituye la unidad de producción básica. Demás
está decir que la especialización profesional dentro de
las ciencias físico-químicas acompaña esta preocupación
por la visión de corto plazo, al restringir al investigador de
considerar interacciones más allá de su potencial aplicación
inmediata.12
El desarrollo de la química, como cualquier otra ciencia,
acompaña el avance general de la tecnología. Pero, también
la tecnología está bajo comando capitalista y cada vez más
condiciona el desarrollo de aquella. La química, por ejem-
plo, ha sido una de las primeras ciencias que incorporó la
tecnología de automatización desde los años cuarenta, y
no ha parado de modificarse desde entonces.13 Un ejem-
plo es el invento del programa MAC (Multiple Access
Computer Program) de los años setenta. Este programa
permite predecir cómo interactúa una molécula con una
proteína a partir de modelos cristalográficos de rayos X. Se
trata de un paso más en la previsión del comportamiento
molecular sin necesidad de experimentación. Se puede
prever antes de crear. El propósito es modelar en corto
tiempo las reacciones de una molécula. Por el contrario,
el procedimiento de experimentación natural es limitante
para los negocios capitalistas. Muchas de las reacciones
naturales ocurren en lapsos de tiempo prolongados, con
baja energía y materiales comunes, lo cual no es apropiado
para la rápida recuperación de las inversiones en Inves-
tigación y Desarrollo, que requiere de procesos rápidos
 Las limitaciones de la regulación capitalista de las sustancias químicas
y a partir de materiales muchas veces sintéticos, para lo
cual utiliza gran cantidad de energía. A nivel profesional,
estos métodos automatizados reducen la necesidad del
conocimiento del químico y aumentan la del técnico que
maneja los instrumentos, con una mayor especialización
del trabajo. Poco a poco desaparecen los límites entre la
ciencia y la tecnología en el sentido de que un técnico puede
descubrir nuevas moléculas o reacciones sin el bagaje del
conocimiento químico;14 esto dispara la generación de
nuevas sustancias sin aplicación directa y, lo que es grave
desde una perspectiva social y ecológica, sin conocer las
múltiples intermediaciones que pueden surgir cuando se
emiten en el medio ambiente, ya que todo proceso de mo-
delación computacional restringe las variables de manera
sustantiva a objetivos específicos.
Otro ejemplo de cómo la técnica reduce la perspectiva
química a resultados inmediatos y discretos son los méto-
dos de evaluación denominados GLP (Good Laboratory
Practices) implementados desde los años setenta y ochenta
y aún hoy en uso.15 Se trata de protocolos de evaluación de
procesos de Investigación y Desarrollo acordados y utili-
zados en laboratorios de corporaciones y gubernamentales
para garantizar una cierta homogeneidad y seguridad de
los productos.16 Críticas contemporáneas a estos sistemas
argumentan que los procesos reducen las variables y el
tamaño de las dosis analizadas, además de servir de ins-
trumento político para invalidar otro tipo de protocolo, aun
cuando existan evidencias de resultados perjudiciales no
registrados por los GLPs, como ha sido el reciente caso
con las sustancias BPA (bisphenol-A).17
Otro ejemplo del peso del control del análisis costo-
beneficio capitalista sobre el desarrollo de la química son los
métodos computacionales de evaluación de toxicidad de las
sustancias. En EU, la industria militar es el mayor contami-
nante por tóxicos;18 como consecuencia tiene voluminosos
gastos en análisis de toxicidad de las personas y los sitios.
Para reducir tales costos ha creado alternativas técnicas que
acortan y abaratan los exámenes. El caso más exitoso ha sido
el método PBPK de simulación, desarrollado originalmente
en el laboratorio de la Fuerza Aérea Wright-Patterson y uti-
lizado ampliamente por la EPA (Environmental Protection
Agency), la OCDE (Organización para la Cooperación y
el Desarrollo Económicos) y otras agencias. El método es
llamado comúnmente in silico por ser un modelo de com-
putación dirigido a sustituir el análisis in vitro y en vivo
del comportamiento de una sustancia química en células,
tejidos y órganos por una modelización en computadora. Es
imposible que un método de computadora prevea todas las
determinaciones que el análisis en vivo implica, como ha
sido denunciado por cantidad de toxicólogos.19 Esta técnica
de análisis acorta los tiempos de examen, con ello acelera
9
la rotación del capital y se convierte en un mecanismo para
reducir los costos, aun incrementando los riesgos a la salud
y el medio ambiente.
En su conjunto, estos ejemplos muestran que tanto la
ciencia como la técnica son moldeadas por las relaciones
capitalistas, conduciendo inevitablemente a la desconside-
ración o marginación de todo efecto secundario que retarde
los procesos de investigación y desarrollo y/o aumente los
costos.
3. La pandemia provocada por las sustancias
químicas tóxicas
Las primeras regulaciones que no se restringen a un sector
industrial específico, sino que abarcan varios sectores y se
apoyan en instituciones de alcance nacional surgen durante
la década de los setenta del siglo XX en los EU.20 Para en-
tonces ya existían miles de sustancias químicas diferentes
y sin registro en el mercado. La solución estadunidense
fue considerar a los productos químicos que ya estaban en
el mercado como “productos químicos viejos” que habían
ganado su derecho a permanecer, como si no implicaran un
riesgo a la salud o el ambiente.21 La Unión Europea, que
14 P. Laszlo, op. cit.
15 W. Cornwall, “Rules of evidence”, Science, 355(6325), 2017, pp.
564–567; https://doi.org/10.1126/science.355.6325.564
16 Las GLP fueron aceptadas y generalizadas por la OCDE desde los
años noventa. El objetivo de estos mecanismos es excluir como prueba a
la mayoría de las investigaciones realizadas en universidades de manera
independiente del financiamiento de la industria química. En muchos
casos los procedimientos universitarios son más actualizados y tocan
aspectos no contemplados por las guías GLP. W. Cornwall, op. cit.
17 W. Cornwall, op. cit; J. Latham, op. cit.; Zimmerman & Anastas, op. cit.
18 “The military is responsible for about 900 of the approximately 1 300
currently listed Superfund sites, many of which have been contaminated
by these chemicals for decades”. V. Brown & E. Grossman, “Triumph
of “Digital Toxicology”: Why the US won’t Regulate Deadly Chemi-
cals”, The Ecologist, november 27, 2015b; http://www.globalresearch.
ca/triumph-of-digital-toxicology-why-the-us-wont-regulate-deadly-
chemicals/5492390
19 “Or, as University of Notre Dame biologist … “Models can offer a
means of avoiding the conclusions derived from actual experiments.” In
other words, PBPK models can be customized…” Brown & Grossman,
op. cit., 2015b; Brown & Grossman, op. cit., 2015a.
20 Valga notar que durante los ochenta el gobierno de los Estados
Unidos devaluó la importancia de las instituciones creadas años antes,
restringiendo su alcance y reduciendo su presupuesto. K. Geiser, op. cit.
Mundo Siglo XXI, núm. 43, 2017
Guillermo Foladori / Fernando Bejarano
21 La decisión, más práctica que científica de regular sólo las sustancias
nuevas no evitan que las viejas que sean tóxicas continúen causando
estragos entre la población y los ecosistemas; como es el caso del asbesto
crisolito, que junto con otras variedades de asbesto se calcula que mata
cerca de 100 mil personas por año, dado el largo período de latencia
entre el efecto y el momento de la exposición. D. Gee & M. Greenberg,
Asbestos: from “magic” to malevolent mineral. In Late lessons from
early warnings: the precautionary principle 1896-2000, European Envi-
ronmental Agency, Copenhagen, 2001.
22 R. Falkner & N. Jaspers, “Regulating Nanotechnology. Risk, Uncer-
tainty and the Global Governance Gap”, Global Environmental Politics,
12(1), 2012, pp. 30–55.http://personal.lse.ac.uk/Falkner/_private/2012_
Falkner_Jaspers_RegulatingNanotechnologies.pdf
23 V. Buonsante, P. De Pous, G. Howard, T. Musu, N. Reineke, D. Roma-
no & T. Santos, “Restricted Success. EEB’s appraisal of restriction under
REACH”, European Environmental Bureau, June, 2017; https://eeb.
org/.../31/.../restricted-success-eebs-appraisal-of-restriction-under-reach;
D. Romano & T. Santos, “A Roadmap to Revitalise REACH. REACH
authorisation process. A critical Assessment”, P. De Pous & P. Nuttall
Jones (Eds.), European Environmental Bureau, November, 2015; https://
eeb.org/publications/31/chemicals/2349/roadmap-to-revitalise-reach-2
24 L. Breggin, R. Falkner, N. Jaspers, J. Pendergrass & R. Porter, 2009,
September). “Securing the Promise of Nanotechnologies”, Chatham
House, London School of Economics and Political Science, Pen Project
on Emerging Technologies, Environmental Law Institute, 2009; https://
www.chathamhouse.org/sites/files/chathamhouse/public/Research/Ener-
gy,%20Environment%20and%20Development/r0909_nanotechnologies;
UNEP, “Global Chemicals Outlook - Towards Sound Management of
Chemicals”, United Nations Environment Programme, 2013b. http://
www.unep.org/hazardoussubstances/Portals/9/Mainstreaming/GCO/
The%20Global%20Chemical%20Outlook_Full%20report_15Feb2013
25 “Of the 3 000 chemicals that the US imports or produces at more
than 1 million lbs/yr, a new EPA analysis finds that 43% of these high
production volume chemicals have no testing data on basic toxicity and
only seven percent have a full set of basic test data”. EPA, Making a
Finding on Unreasonableness of Risk, 2010. http://www.epa.gov/oppt/
newchems/pubs/unrerisk.htm
26 “Of the tens of thousands of chemicals on the U.S. Environmental
Protection Agency (EPA) chemical inventory, nearly 7 700 are manu-
factured or imported into the United States at ≥ 25 000 pounds per year.
The U.S. EPA has identified nearly 3 000 chemicals that are produced or
imported at > 1 million pounds per year Only a minority of chemicals
has been evaluated for neurotoxic effects in adults. Even fewer have
been evaluated for potential effects on brain development in children
(Grandjean and Landrigan 2006, 2014). Further, toxicological studies
and regulatory evaluation seldom address combined effects of chemical
mixtures, despite evidence that all people are exposed to dozens of che-
micals at any given time”. D. Bennett, D. C. Bellinger, L. S. Birnbaum,
A. Bradman, A. Chen, D. A. Cory-Slechta, National Medical Association,
“Project TENDR: Targeting Environmental Neuro-Developmental Risks
The TENDR Consensus Statement”, Environmental Health Perspectives,
Mundo Siglo XXI, núm. 43, 2017
10
también venía haciendo una distinción semejante, cambió
el criterio a finales de 2006, al aprobar el REACH (Regis-
tration, Evaluation, Authorisation and Restriction of Chemi-
cals) y obligando al registro y sometiendo a evaluación tanto
los químicos que ya estaban en el mercado como los nuevos;
e introduciendo criterios más exigentes que EU, como el
principio de precaución, y el de “sin datos no hay mercado”,
que transfiere el peso de la prueba al productor;22 aunque la
aplicación de REACH ha sido deficiente para restringir
la entrada al mercado y sustituir los compuestos de mayor
preocupación por alternativas más seguras, según informes
recientes de las organizaciones ambientalistas europeas.23
La cantidad de diferentes sustancias químicas en el
mercado es incierta. La Unión Europea tiene pre-regis-
tradas más de 140 mil. EU considera que anualmente se
incorporan entre 700 y 1500 nuevos productos químicos a
su mercado.24 La EPA (2010) afirma que 43 por ciento de
los productos químicos producidos en grandes cantidades
no disponen de información toxicológica.25 Por su parte,
la Comisión Europea y la Agencia Ambiental Europea
consideran que más del 60 por ciento de las sustancias
químicas producidas son tóxicas.26
La Organización Mundial de la Salud reconocía, en
2004, que el 8 por ciento de las muertes mundiales anuales
(4.9 millones) eran atribuidas a la exposición y manejo
de sustancias químicas y al contacto y uso de artículos de
consumo que las contienen.27
Algunas de estas sustancias químicas tóxicas son per-
sistentes, tardan mucho tiempo en degradarse, y se acumu-
lan en organismos vivos y en el medio ambiente, muchas
veces biomagnificándose hacia niveles más altos de la
cadena alimenticia. Sustancias químicas utilizadas durante
más de medio siglo como aislantes o retardantes de llama,
aunque prohibidas a escala internacional por el Convenio
de Estocolmo, como el PCB desde 2001, y el PBDE desde
2009, se encontraron en concentraciones alarmantes en las
grasas de algunos crustáceos a más de 10 kilómetros de
profundidad en el Océano Pacífico en 2017.28
Los compuestos químicos tóxicos están en prácticamente
todas las cosas de consumo cotidiano. En automóviles hay
mercurio, hidrocarburos aromáticos policíclicos o PAHs, 1,3
Butadieno y plomo que afectan el sistema nervioso o son
cancerígenos. En juguetes hay plomo, cadmio y ftalatos que
son disruptores endócrinos o cancerígenos. En los artículos
electrónicos hay plomo, cadmio, y retardantes de llama
bromados que son cancerígenos, disruptores hormonales
o que afectan diversas glándulas y al sistema nervioso.29
Estos ejemplos se refieren al potencial impacto a la salud
del consumidor. Si se analiza el ciclo de vida completo el
panorama es más grave. En la extracción de la materia prima
la industria minera tiene deudas históricas por los daños a la
 Las limitaciones de la regulación capitalista de las sustancias químicas
salud y el medio ambiente. Los electrónicos, por ejemplo,
no podrían funcionar sin las llamadas tierras raras (e.g. yi-
trium, praseodymium, gadolinium, lanthanum, neodymium,
terbium, cerium europium, dysprosium) cuya extracción
implica serios riesgos a la salud de los trabajadores y del
medio ambiente.30 Y, el último eslabón del ciclo de vida de
los productos termina en los basurales y áreas de concen-
tración de desechos, que contaminan el suelo, los cursos de
agua, el aire y los ecosistemas en general.
Como resultado de la ubicuidad de las sustancias quími-
cas de integrarse a cualquier proceso productivo, la industria
química ha crecido significativamente en las últimas décadas.
Aumentó su valor de 171 mil millones de dólares a 4.12 billo-
nes de dólares de 1970 a 2010; lo que significa un incremento
del 54 por ciento.31 El mayor crecimiento se ha dado fuera
de los países más industrializados, en Asia (China, India,
Singapur, Indonesia), África (Sudáfrica y Nigeria, especial-
mente), y en América Latina (Brasil, principalmente). Des-
taca de manera especial China, cuya producción química se
triplicó en el período indicado, y desde 2010 es considerado
el principal productor de sustancias químicas del mundo.32
Según proyecciones de la OCDE, para el año 2020 los países
en desarrollo serán el lugar de producción del 31 por ciento
del producto de la industria química y del 33 por ciento del
consumo mundial.33.Hoy en día la industria química está
mucho más integrada a todos los sectores económicos que
durante el siglo XX cuando se industrializaron los países
desarrollados. Por ello, cualquier “nuevo” desarrollo, como
es el caso de China, India, Brasil, o Sudáfrica, va a implicar
un crecimiento sin precedente de las sustancias químicas.
El motivo del avance de la industria química hacia “países
en desarrollo” es la mano de obra más barata, la cercanía de
fuentes de materia prima y los menores salarios, junto con el
hecho de que generalmente cuentan con regulaciones menos
estrictas. Una vez más la producción química obedece en
primer lugar a las relaciones capitalistas de mercado, aún
antes que a la búsqueda de eficiencia técnica.
El siglo XXI ha comenzado con una nueva oleada de
sustancias químicas: los nanomateriales manufacturados.
Los nanomateriales son producidos mediante una va-
riedad de técnicas que permiten manipular la materia a
escala atómica y molecular. La importancia de producir
materia prima de tamaño nanométrico (entre 1 y 100
nanómetros en alguna dimensión) es que en tal tamaño
los elementos químicos manifiestan propiedades físico-
químicas y biológicas diferentes a las que la misma materia
presenta en escala mayor.34 Las nanotecnologías consisten
en explotar esas novedosas propiedades físico-químicas.35
Como todos los sectores económicos utilizan materiales,
las nanotecnologías ya se han expandido comercialmente a
todos los sectores.36
11
124(7), Europäische Kommission, & European Environment Agency
(Eds.), “Environment and human health: joint EEA-JRC report”, Publ.
Off. of the Europ. Union, Luxemburg, 2013, p. 21: ver https://doi.
org/10.1289/EHP358;
27 La International Federation of Gynecology and Obstetrics declaró, en
2015, que “The global health and economic burden related to toxic envi-
ronmental chemicals is in excess of millions of deaths”. G. C. Di Renzo,
J. A. Conry, J. Blake, M. S. DeFrancesco, N. DeNicola, J. N. Martin,
J. N. & L. C. Giudice, L. C., “International Federation of Gynecology
and Obstetrics opinion on reproductive health impacts of exposure to
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systematic review”, Environmental Health, 10(9), 2011. https://doi.org/
doi:10.1186/1476-069X-10-9
28 P. Rincon, “Banned chemicals persist in deep ocean”, BBC News,
February 13, 2017. http://www.bbc.com/news/science-environ-
ment-38957549
29 “Según el Environmental Working Group, una organización de defensa
medioambiental, el estadounidense promedio está expuesto diariamente
a más de 100 productos químicos de preocupación, en cosméticos y
productos de cuidado personal aplicados directamente a la piel”, K.
Geiser, op. cit., p. 5; UNEP, “Global Chemicals Outlook - Towards Sound
Management of Chemicals”, United Nations Environment Programme,
2013b; http://www.unep.org/hazardoussubstances/Portals/9/Mains-
treaming/GCO/The%20Global%20Chemical%20Outlook_Full%20
report_15Feb2013
30 J. Greene, “Digging for rare earths: The mines where iPhones
are born”, september 26, 2012. http://news.cnet.com/8301-13579_3-
57520121-37/digging-for-rare-earths-the-mines-where-iphones-are-born/
31 UNEP, op. cit., 2013b.
32 Ibíd, p. 29.
33 Ibíd, p. 30.
34 Two primary factors cause nanomaterials to behave significantly
differently than bulk materials: surface effects causing smooth properties
scaling due to the fraction of atoms at the surface and quantum effects
showing discontinuous behavior due to quantum confinement effects in
matter. C. Buzea, I. I. Pacheco & K. Robbie, “Nanomaterials and na-
noparticles: Sources and toxicity”, Biointerphases, 2(4), MR17-MR71,
2007. https://doi.org/10.1116/1.2815690
35 NNI, National Nanotechnology Initiative: The Initiative and its
Implementation Plan. National Nanotechnology Initiative. National
Science and Technology CouncilOffice of Science and Technology Policy,
Washington DC, 2000. http://nano.gov/sites/default/files/pub_resource/
nni_implementation_plan_2000
36 T. Tsuzuki, “Commercial scale production of inorganic nanoparticles”,
International Journal of Nanotechnology, 6(5), 2009, pp. 567–578.
https://doi.org/10.1504/IJNT.2009.024647
Mundo Siglo XXI, núm. 43, 2017
Guillermo Foladori / Fernando Bejarano
37 “The small sizes and the great surface area of NPM imply higher
biological activity per given mass compared to larger particulate forms,
which may lead to enhanced toxicity should they be taken up into living
organisms”. A. Helland, M. Scheringer, M., Siegrist, H. G. Kastenholz, A.
Wiek & R. W. Scholz, “Risk Assessment of Engineered Nanomaterials: A
Survey of Industrial Approaches”, Environmental Science & Technology,
42(2), 2008, pp. 640–646. https://doi.org/10.1021/es062807i
38 “All biological objects, biomolecules, proteins that exist in living
organisms evolved over billions of years to adapt to each other. Nano-
particles which are synthesised in the laboratory are thus considered by
a living organism as something foreign. It is a big challenge to make
them compatible and not toxic”. Dr Vladimir Baulin. “Nanotechnology
is like the early days of radioactivity when it comes to knowing the
risks” – Horizon: The EU Research & Innovation Magazine, January
25, 2017. https://horizon-magazine.eu/article/nanotechnology-early-
days-radioactivity-when-it-comes-knowing-risks-dr-vladimir-baulin_en
39 C. C. Chou, H. Y. Hsiao, Q. S. Hong, C. H. Chen, Y. W. Peng, H. W., Chen
& P. C. Yang, P.-C., “Single-Walled Carbon Nanotubes Can Induce Pulmonary
Injury in Mouse Model”, Nano Letters, 8(2), 2008, pp. 437–445; https://doi.
org/10.1021/nl0723634; P. Ghafari, C. H. St-Denis, M. E. Power, X. Jin, V.
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2008, pp. 105–116. https://doi.org/10.2131/jts.33.105
40 El Principio de Precaución ha sido consagrado en la directiva de la
Comisión de la Unión Europea 91/414. Fue definida por la UNESCO de
esta forma: «When human activities may lead to morally unacceptable
harm that is scientifically plausible but uncertain, actions shall be taken
to avoid or diminish that harm».
41 European Union Legislation, “The precautionary principle”, February
2, 2000. http://europa.eu/legislation_summaries/consumers/consumer_sa-
fety/l32042_en.htm
42 Paris Appeal, “El llamamiento de París. Declaración internacional
sobre los peligros sanitarios de la contaminación química”, May 7, 2004.
http://appel-de-paris.com/?page_id=337&lang=en
43 S. Frickel, S. Gibbon, J. Howard, J. Kempner, G. Ottinger & D. J. Hess,
“Undone Science: Charting Social Movement and Civil Society Challen-
ges to Research Agenda Setting”, Science, Technology & Human Values,
35(4), 2010, pp. 444–473. https://doi.org/10.1177/0162243909345836
44 P. T. Anastas & J. C. Warner, Green Chemistry: Theory and Practice,
Oxford University Press, 2000.
Mundo Siglo XXI, núm. 43, 2017
12
La novedosa funcionalidad de los nanomateriales
también encierra un potencial novedoso toxicidad. Las
propiedades intrínsecas de los nanomateriales levantan la
sospecha de nuevas toxicidades, al menos por tres razones:
a) La reactividad aumentada y las propiedades físico-quí-
micas diferentes de las exhibidas por los mismos materiales
en escala mayor implican actividad biológica y toxicidad
desconocida e inclusive potenciada;37 b) Los nanomate-
riales irrumpen en la naturaleza con propiedades nuevas
que no han pasado por siglos de evolución, de manera que
no hay forma de prever sus efectos biológicos;38 y c) El
tamaño de los nanomateriales, en general menor que un
virus, permite que atraviesen cualquier barrera biológica,
con resultados toxicológicos inciertos. Existen cientos de
exámenes que muestran la toxicidad de algunos de estos
materiales en análisis de laboratorio o situaciones especí-
ficas.39 Estas características hacen de las nanotecnologías
un experimento mundial cuando menos temerario.
Tan pronto comenzaron las sospechas de que muchas
sustancias químicas en el mercado contenían tóxicos, un
sector importante del medio químico y científico en general
comenzó a plantear alternativas técnicas y de reglamenta-
ción. En la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio
Ambiente y Desarrollo, realizada en Rio de Janeiro en
1992 se introduce un principio clave para la regulación
responsable de la producción de químicos: el principio
de precaución.40 Este principio va a ser posteriormente
aceptado como rector de la política de regulación química
por la Unión Europea,41 aunque ha sido atacado y debili-
tado en su aplicación por el cabildeo de las corporaciones
químicas en la Comisión Europea. Este principio señala
que cuando se tienen evidencias de que un producto o tec-
nología puede ser perjudicial para la salud humana y/o el
medio ambiente debe actuarse en consecuencia, evitando
y/o minimizando su uso e implicaciones; aun cuando no
exista evidencia científica conclusiva de los daños que
provoca. En el año 2004 cientos de científicos lanzaron el
llamamiento de París, con el propósito de crear conciencia
sobre el problema de salud y ambiental que los productos
químicos crean a escala mundial.42
Surgen, también, alternativas técnicas, por ejemplo las
que proponen eliminar de los procesos productivos toda la
clase de sustancias químicas que han demostrado ser tóxi-
cas en al menos una de sus modalidades; lo que va contra
la tendencia histórica, defendida por las corporaciones quí-
micas, de considerar la toxicidad de las sustancias una por
una.43 El concepto de química verde, desarrollado a finales
del siglo XX, reúne una serie de postulados tendientes a la
sustentabilidad de la producción química. Estos postulados
parten del principio de precaución, y reivindican alterna-
tivas técnicas que minimicen el desperdicio químico y el
 Las limitaciones de la regulación capitalista de las sustancias químicas
uso de sustancias tóxicas; que busquen alternativas inocuas
para solventes e insumos auxiliares; que contemplen el
ciclo de vida completo del proceso productivo, reduciendo
el consumo energético y los materiales no reciclables; y
que establezcan monitoreo toxicológico en tiempo real.44
Tanto las nuevas propuestas de regulación que tienden a
evitar el reduccionismo de evaluar sustancia por sustancia,
como las alternativas técnicas enmarcadas en principios
precautorios y que consideran la sustentabilidad del ciclo
de vida completo de los materiales representan propues-
tas de gran importancia. Todas ellas, sin embargo, hasta
el momento, evitan considerar el papel que ejercen las
relaciones capitalistas de mercado, y, por la misma razón,
se ven limitadas en su alcance.
4. Los límites de la regulación de las sustancias
químicas en el capitalismo
La regulación es el mecanismo que se ha seguido para
intentar controlar los peligros asociados a los compuestos
químicos y su exposición. Esta regulación ha avanzado
de manera significativa, al menos en el papel y discurso.
Cuatro niveles de avance deben ser resaltados. En primer
lugar, y en lo que se refiere a la cantidad, o “la dosis hace
al veneno”. Se sabe que cada sustancia química presen-
ta diferentes umbrales de toxicidad; por ello cualquier
fármaco incluye en su bula la dosis individual de cada
componente. Se sabe, además, que la dosis varía según
cada individuo. Por ello, muchos exámenes de toxicidad
distinguen edades, sexos, embarazos, y hasta etnias dado
que el alimento incide sobre el metabolismo y éste sobre
los elementos químicos.45 También se reconoce que existen
compuestos que alteran la función normal de las hormonas
en bajas cantidades y no lo hacen si aumenta la dosis.46
Podemos decir, entonces, que la mejor regulación considera
la relación entre la cantidad del elemento químico y el tipo
de organismo en riesgo.
En segundo lugar, la regulación ha avanzado en consi-
derar el tiempo, en cuanto la duración de la exposición y el
plazo en que se manifiestan sus efectos. Se reconoce que
determinados elementos químicos (e.g. plomo, asbesto) se
acumulan en los organismos y manifiestan su toxicidad,
aún a bajas dosis continuas, luego de largos períodos de
tiempo. Se reconoce, además, que existen procesos bio-
geo-físico-químicos que provocan una biomagnificación de
los compuestos tóxicos en determinados organismos, su
desplazamiento a grandes distancias y a lo largo del tiem-
po de allí la sigla de contaminantes orgánicos persistentes
(COPs) y los intentos de regulación por el Convenio de Es-
tocolmo.47 Un ejemplo es el efecto de “destilación global”,
que explica cómo compuestos volátiles (e.g. DDT, PCB,
13
dioxinas, furanos) se evaporan en las regiones calientes,
son transportados por la atmósfera a grandes distancias, se
precipitan y concentran en regiones frías como el Ártico
y se introducen en las cadenas alimenticias, biomagnifi-
cándose en los mamíferos marinos mayores y acaban en
altas concentraciones en la población Inuit que depende
de ellos para su dieta tradicional. En el caso de los com-
puestos que perturban el sistema endocrino también tiene
importancia el momento de la exposición, pues si éste se
produce en el embarazo o primeras semanas de gestación
su impacto puede ser más significativo por la acción de
las hormonas en el desarrollo reproductivo, neurológico
y sexual, entre otros.48
En tercer lugar, la regulación ha avanzado en intentar
proteger cada medio físico en forma aislada, agua, suelo,
atmósfera, y en pocos casos se ha llegado a una región
geográfica en su conjunto a nivel global (e.g. con el control
del bióxido de carbono (CO2), y el ozono) o regional con un
enfoque ecosistémico. Se reconoce que para salvaguardar
la salud es necesario actuar sobre el ambiente. Todas las
tentativas de regular la cantidad de CO2 que se lanza a la
atmósfera van en este sentido. El Protocolo de Montreal
es un buen ejemplo de cómo la regulación ha logrado dis-
minuir la producción de varios hidrocarbonos halogenados
que reducen la capa de ozono. Se trata de ejemplos de regu-
lación de contaminantes sobre la atmósfera. Otro ejemplo
son las leyes que monitorean y regulan los contaminantes
en los cursos de agua. En ambos casos se trata de espacios
y ecosistemas asociados que están siendo crecientemente
regulados a escala internacional y nacional.49 En estos
casos no se regula la dosis en organismos vivos, sino se
45 N. S. Tesh, Uncertain Hazards: Environmental Activists and Scientific
Proof, Cornell University Press, Cornell, 2000.
46 A. Gore, D. Crews, L. L. Doan, M. La Merrill, H. B. Patisaul & A.
Zota, “Introducción a las sustancias químicas que perturban el sistema
endócrino. Guía para organizaciones de interés público y para los res-
ponsables de formular políticas”, Endocrine Society / IPEN, Dic. 2014.
https://www.endocrine.org/
47 Para principios de 2017 el Convenio de Estocolmo sobre Contami-
nantes Orgánicos Persistentes incluye a 28 productos químicos, algunos
usados en la agricultura como plaguicidas, otros en la industria, como
retardantes de llama, aditivos plastificantes, y otros contaminantes produ-
cidos de manera no intencional, como las dioxinas y furanos (Stockholm
Convention Secretariat, UN Environment, 2017).
48 A. Gore, op. cit.
49 El convenio de Basilea, por ejemplo, regula el movimiento transfron-
terizo de los desechos peligrosos.
Mundo Siglo XXI, núm. 43, 2017
Guillermo Foladori / Fernando Bejarano
busca controlar o eliminar su liberación en el ambiente,
en espacios o ecosistemas determinados o en el conjunto
del planeta.
En cuarto lugar, la regulación ha avanzado en reconocer
que la evaluación sobre los riesgos de los productos quí-
micos será siempre limitada, y el grado de conocimiento
parcial. El concepto de incertidumbre se manifiesta en el
avance de la regulación tanto respecto de los análisis de
toxicidad y riesgo, como en los principios de la propia
reglamentación. Los indicadores de toxicidad se han am-
pliado, de considerar muertes o enfermedades graves a bio-
marcadores celulares, en órganos o tejidos, y alteraciones
del material genético. También han avanzado en considerar
el tipo de instrumental técnico y los métodos de análisis
(e.g. GLP mencionado anteriormente). El reconocimiento
de las limitaciones de la tecnociencia se manifiesta también
en lo que se conoce como el factor de seguridad. Si, por
ejemplo, los análisis técnicos indican que un elemento
químico debe regularse cuando su presencia está en torno
de 50, la regulación amplía el rango para estipular entre
1 y 100, a manera de cubrir el margen de incertidumbre.
La regulación también ha avanzado al reconocer ciertos
principios básicos. El ejemplo más claro es el principio de
precaución. Aunque hay distintas definiciones inscritas en
legislaciones nacionales e internacionales este principio
indica que cuando hay evidencia de daños graves o irre-
versibles debe actuarse en consecuencia, para prevenir o
minimizar las causas, aun cuando no haya certidumbre
científica (Riechmann y Tickner (cords) 2002). Esta es la
declaración más honesta de que la ciencia y tecnología son
limitadas y que la incertidumbre siempre existirá.
Estos cuatro avances significativos en la regulación de
las sustancias químicas, que podemos sintetizar en aspectos
cuantitativos, de tiempo o ritmo, espaciales, y de grado de
conocimiento, no contemplan, sin embargo, otro aspecto
clave: las relaciones sociales de producción.
La regulación sobre la cantidad es limitada, debido a
que en el sistema capitalista la cantidad y tipo de produc-
ción no es posible controlarla porque depende de las leyes
del mercado. La regulación sobre el ritmo es consecuencia
50 Aunque la tecnociencia, reconoce que el ambiente no puede me-
tabolizar ciertos productos químicos generados por la producción
industrializada no lo vincula con las relaciones sociales capitalistas.
Mantiene, aún sin reconocerlo, el supuesto de que existe una capacidad
infinita del medio ambiente de absorber los subproductos de la industria
y la ilimitada capacidad de ofrecer materia prima. Bensaude-Vincent &
Simon, op. cit., 2012,
Mundo Siglo XXI, núm. 43, 2017
14
de que en el sistema capitalista la velocidad y los ritmos de
producción están guiados por los ciclos productivos, las
crisis y las ganancias sectoriales, lo que también se mueve
anárquicamente. La regulación sobre aspectos espaciales
es limitada ya que no es posible controlar el movimiento
de los productos en el mercado global, y tampoco resulta
simple controlar el impacto individual sobre espacios co-
lectivos, como la atmósfera, con las emisiones de la indus-
tria y sus productos. La regulación sobre la incertidumbre
en el conocimiento es el más honesto reconocimiento de
las limitaciones del ser humano para captar las complejas
intermediaciones que una sustancia química puede produ-
cir en los organismos vivos y en los ecosistemas, pero no
reconoce la decisiva incidencia de las relaciones sociales
capitalistas en moldear la orientación de la ciencia y el
tipo de tecnología, como fue explicado en los apartados
anteriores de este artículo.
En su conjunto las medidas regulatorias, que suponen
un importante avance en la seguridad de la vida en el
planeta, son insuficientes para modificar las verdaderas
causas de los problemas, que son el tipo y forma de pro-
ducir. Sin poder controlar la producción,51 la regulación
tiende a controlar algunos productos químicos de mayor
preocupación o aquellos que logran un mayor consenso
internacional, a restringirlos en determinados medios físicos,
o espacios geográficos, en tiempos circunscritos y exigir
modificaciones técnicas parciales; pero al mismo tiempo
que no impiden que nuevas sustancias químicas tóxicas
entren al mercado. La ideología de la moderna tecnociencia
al reducir el problema a un aspecto de gestión o eficiencia
tecnológica limita y oculta cualquier análisis que conecte
la problemática ambiental con las relaciones sociales ca-
pitalistas, porque ella misma es resultado del triunfo del
capital sobre el trabajo y los consumidores, y sólo mira a
través de sus propios ojos. El ejemplo más palpable de esta
ideología está plasmado en varios documentos de la quí-
mica verde, que es la versión más avanzada y sustentable
en la actualidad de sustentabilidad, donde se reivindica la
posición de grandes corporaciones que utilizan tecnolo-
gías verdes para mejorar su competitividad (American
Chemistry Society, n.d.).
Conclusión: el control de lo pequeño y el
descontrol de lo grande
Es a todas luces evidente que la industria química consti-
tuye uno de los sectores económicos y tecnológicos más
dinámicos. Desde principios de este siglo esta industria ha
crecido significativamente fuera de los países desarrolla-
dos. China se ha convertido en el principal productor mun-
dial de sustancias químicas, pero también el crecimiento ha
 Las limitaciones de la regulación capitalista de las sustancias químicas

sido sostenido en otros países y continentes, siendo Brasil
el caso más significativo de América Latina.
Resulta una paradoja que a la par del avance científico,
técnico y económico, la industria química sea causante de
una pandemia mundial provocada por muchas sustancias
químicas tóxicas que están en el mercado, y los consumido-
res manipulan e interactúan con ellas sin siquiera conocer
los riesgos asociados. Resulta aún más alarmante que a
pesar de la regulación haber avanzado significativamente
en el papel, en la práctica está lejos de impedir la pandemia
y de evitar que nuevas sustancias químicas tóxicas entren
al mercado, posiblemente en cantidades aún superiores a
las que se logran restringir o retirar del mercado.
Contra la idea más común de que la falta de regulación
y producción sustentable en términos de salud y medio
ambiente puede ser explicada por fallas institucionales,
personales, corrupción o falta de voluntad, en las páginas
anteriores se enfatizó la manera como las relaciones so-
ciales capitalistas impiden cualquier iniciativa de control
y regulación más eficaz. El resultado general es una pa-
radoja. La sociedad humana ha intentado controlar hasta
las fuerzas cuánticas que se presentan en el nano mundo,
al menos para determinados materiales y sus funciones y
efectos específicos; inclusive ha desarrollado métodos para
producir partículas y organismos inexistentes en la natura-
leza, y desarrollado sofisticados mecanismos de regulación
de muchos aspectos de las sustancias químicas. Pero, al no
establecerse las intrincadas conexiones entre las relaciones
sociales de producción y el ámbito tecnocientífico, se da
el caso de que se controle lo pequeño y se descontrole lo
grande. Los esfuerzos por regular las sustancias químicas
pueden tener avances en la restricción o prohibición de
algunas sustancias, pero sus alcances serán muy limitados
si no modifican las relaciones de explotación y de poder
que sustenta la lógica capitalista de su producción industrial
a escala mundial.

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