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EDICIONES AIFEMA
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expresado los contenidos lo más fielmente. Ni Ediciones Aifema, ni el autor, ni los colaborador-
es, se hacen responsables de daños ocasionados por el uso, o el mal uso de esta información
(INCENDIOS FORESTALES I: MÓDULO BASICO).
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y el tratamiento informático, así como también la distribución de ejemplares a través de alquiler
y préstamo, quedan prohibidas sin la autorización por escrito del editor y estarán sometidas a
las sanciones estabecidas por la ley.
Incendios Forestales I:
módulo básico
Autores:
Federico Grillo Delgado
Ingeniero Técnico Forestal y Máster en Gestión de Fuegos
Forestales por la Universidad de Lleida. Uno de los res-
ponsables de la creación en 2002 de la Unidad Operativa
de Fuegos Forestales (UOFF) del Cabildo de Gran Canaria.
Profesor colaborador de la Universidad de Las Palmas de
Gran Canaria y docente en más de doscientos cursos con
la Academia Canaria de Seguridad y varias instituciones
más. Ha trabajado en varios lugares de la geografía es-
pañola, actualmente como Analista, Jefe de los Equipos
PRESA de Gran Canaria, unidades especializadas en el empleo del fuego técnico.
Colaboran (por orden alfabético): Blanco Fernández, Javier; Brull Badía, Jordi;
Cabré Domenech, Montserrat ; Galán Santano, Moisés; Mora Rivera, Juan Bautis-
ta; Pardo Gabriel, Javier y Pous Andrés, Enric.
INCENDIOS FORESTALES I: MÓDULO BÁSICO
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Autores......................................................................................... 5
Índice............................................................................................ 6
Prólogo de los Autores.................................................................... 9
1. Introducción............................................................................. 12
1.1.- Los Incendios Forestales en el Cambio de Siglo...................................... 13
1.2.- Definición de Incendio Forestal............................................................. 15
1.3.- Dispositivos Contra Incendios.............................................................. 18
2. Fisica del Fuego........................................................................ 12
2.1.- Características Generales................................................................... 21
2.1.1.- La Reacción del Fuego..........................................................................................21
2.1.2.- Triángulo del Fuego..............................................................................................21
2.1.3.- Fases de la Combustión.......................................................................................23
2.1.4.- Transferencia de la Energía...................................................................................28
2.2.- El Fenómeno del Fuego Forestal.............................................................. 34
2.2.1.- La Inflamabilidad..................................................................................................35
2.2.2.- Sectores de Incendio...........................................................................................40
2.2.3.- Clasificación de los Incendios Forestales................................................................42
2.2.4.- Extinción del Incendio56
3. Comportamiento del Incendio......................................................... 64
3.1.- El Combustible . ................................................................................ 67
3.1.1.- La Humedad.......................................................................................................68
3.1.2.- Tipología de Combustibles y Cantidad o Carga. ......................................................70
3.2.- La Meteorología.................................................................................. 74
3.2.1.- El Viento.............................................................................................................75
3.2.2.- La Temperatura...................................................................................................76
3.2.3.- La Humedad Relativa...........................................................................................78
3.3- La Topografía...................................................................................... 79
3.3.1.- La Pendiente.......................................................................................................79
3.3.2.- La Orientación.....................................................................................................81
3.3.3.- La Rugosidad......................................................................................................84
3.4.- Ambiente de Fuego. .............................................................................. 86
3.5.- La Predicción del Comportamiento............................................................ 88
3.6.- Referencias Básicas del Comportamiento del Fuego........................................ 88
4. Técnica de Extinción.................................................................... 94
4.1.- Organización...................................................................................... 95
4.2.- Tipos de Ataques .............................................................................. 101
4.2.1.- Acciones Basicas..............................................................................................101
4.2.2.- Estabilización, Control y Liquidación.....................................................................103
4.2.3.- Métodos de Ataque...........................................................................................105
5. Actuación con Herramientas Manuales.......................................... 112
5.1.- Introducción..................................................................................... 113
5.2.- Herramientas Específicas de Incendios Forestales........................................ 113
5.2.1.- El Batefuegos....................................................................................................113
5.2.2.- Multiextintor Instamtaneo Forestal......................................................................115
5.2.3.- Antorcha de Goteo.............................................................................................116
5.2.4.- Extintor de Mochila o Mochila Extintora...............................................................118
5.3.- Herramientas Comunes con otras Actividades............................................ 120
5.3.1.- Palín Forestal....................................................................................................120
5.3.2.- Pulaski (Hacha – Azada).....................................................................................121
5.3.3.- Mcleod.............................................................................................................123
5.3.4.- Azada, Guataca o Sacho.....................................................................................124
5.3.5.- Podón, Rozadera o Tajamata...............................................................................125
5.3.6.- Gorgui..............................................................................................................125
5.4.- Mantenimiento de las Herramientas........................................................ 126
5.4.1.- Mantenimiento Preventivo..................................................................................126
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Al igual que nos pasa con los Presa, vemos como se ha iniciado el mismo
proceso con otro tipo de unidades, en otros territorios, lo cual nos llena de ilu-
sión. Afortunadamente la temporalidad está disminuyendo en España y actual-
mente la inversión en formación es tremendamente rentable para el sistema,
regando el árbol del conocimiento. Y este último es cada vez más necesario
para apagar los incendios complicados, a los que nos enfrentanmos y a los
que nos vamos a enfrentar en los próximos años.
Esperamos que este trabajo les guste o por lo menos pueda aportarles
algo.
INCENDIOS FORESTALES I: MÓDULO BÁSICO
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Figura 1.- Los incendios en La Isla de La Palma se caracterizan por presentar una extinción muy
compleja, por zonas, dada la topografía y tipo de vegetación, imposible. Foto: Equipos Presa 2005.
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Figura 2.- La ecología del fuego tiene que jugar un papel importante a la hora de decidir sobre la gestión
de las masas. En la imagen, herida de fuego en un pino en el incendio de 2006 del Hierro. A partir de
estas se puede determinar hacia atrás la secuencia en el tiempo de incendios del pinar. Foto: Equipos
Presa.
INCENDIOS FORESTALES I: MÓDULO BÁSICO
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Para ello hay que cambiar primero la percepción social sobre los efectos y
usos del fuego. Hay que dejar atrás la doctrina de “todos contra el fuego”
para entender que el fuego es un elemento más de nuestro entorno, que
hace millones de años que participa en la dinámica de muchos de nuestros
ecosistemas.
Hay que volver a saber convivir con él, como hicieron nuestros antepasa-
dos, dimensionando nuestros asentamientos, infraestructuras de contención
y zonas de interfase y poniendo en práctica firmes medidas la autoprotección.
No vamos a detener los incendios, vamos a ser más resistentes al paso de
ellos.
Desde el punto de vista de la emergencia es ineludible planificar con an-
telación los posibles escenarios, estudiando el comportamiento del incendio
y realizando infraestructuras previas en sus puntos débiles. La selvicultura
preventiva tiene que estar presente, no solo en los grandes discursos. Hay
que aprender a entender y gestionar el fuego en lugar de intentar apagarlo sin
más, porque si no siempre iremos a remolque de la situación. Hay que apos-
tar por el uso racional del fuego técnico en la prevención (quemas prescritas)
y la extinción (quemas de ensanche, de cierre de perímetro, contrafuegos,…)
que nos permita no controlar los frentes sino gestionarlos.
Para esto se requiere una estructura dinámica y flexible de los servicios
de extinción. Unidades semiautónomas, frecuentemente helitransportadas,
que se muevan por el perímetro del incendio y que decidan tácticas y ejecuten
eficazmente maniobras, todo ello dentro de un plan de extinción. Se trata de
buscar la tan comentada profesionalización, que a nuestro juicio debe empe-
zar por el reconocimiento de esta profesión: la del Bombero Forestal. Exper-
tos bien equipados, bien formados y eficientes en el uso de herramientas,
tácticas y capaces de entender el comportamiento del incendio. Este manual
pretende contribuir en su medida a este objetivo.
Einstein decía “No podemos resolver los problemas usando el mismo tipo
de pensamiento que cuando se crearon”. Los incendios forestales de hace
unas décadas no tienen nada que ver con los incendios actuales. No podemos
seguir apostando por la misma equivocada idea. Los dinosaurios se extinguie-
ron cuando cambiaron las condiciones para dejar paso a diseños más eficien-
tes (los mamíferos). Aun así siempre vamos a encontrar gestores que opten
por mejorar una mala idea, aumentando cada vez más los dispositivos contra
incendios, orgullosos de su torpe y enorme dinosaurio ineficiente, desprecian-
do el audaz mamífero incipiente (formación, profesionalización, piroecología,
uso del fuego, comportamiento del fuego, gestión de los incendios,…) que por
suerte cada vez es más común por nuestras tierras.
Figura 3.- Incendio en el límite entre las provincias de Toledo y Ciudad Real. La
divisoria define el reparto de competencias y por tanto los servicios de extinción a
intervenir. Foto: F. Grillo 2006.
Figura 7.- La llama del combustible muerto (acículas o pinocha) afecta al combustible vivo (pino pequeño) que
desprende vapor de agua en forma de humo blanco antes de arder. Foto: Dídac D. Fababú 2007.
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Figura 10.- La combustión sólida se verá muy influenciada por la carga de combustible y por el grosor-dis-
posición de este. A su vez el estado de humedad puede condicionar sobremanera el proceso aletargándolo,
acelerándolo o anulándolo. Foto: F. Grillo 2001.
INCENDIOS FORESTALES I: MÓDULO BÁSICO
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Figura 11.- La transferencia de calor es el fenómeno que justifica la propagación del incendio e influye sobre
manera sobre la forma de controlarlo. Así distinguimos: radiación, convección y conducción. Foto: Dídac D.
Fababú 2008.
INCENDIOS FORESTALES I: MÓDULO BÁSICO
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a) RADIACIÓN
Se define como la transmisión de calor en forma de onda electromagnética
(normalmente infrarroja) a través del vacío o del aire (sin necesidad de ca-
lentar este). A partir del frente de llamas se transmite en todas direcciones,
calentando y por tanto desecando el combustible próximo. Como se ha visto
anteriormente, el combustible irá perdiendo humedad hasta producirse la
pirólisis, para dar lugar a la autoinflamación o ignición espontánea, momento
en el que empezará a arder. De esta manera si el frente de avance radia
bastante y sus llamas son de elevada longitud pueden desecarse hasta los
combustibles más turgentes o húmedos.
Figura 13.- Incendio del Sur de Gran Canaria, 2007. La potencia convectiva queda de manifiesto por
la verticalización de la columna a pesar del fuerte viento, el giro sobre si mismo de la columna y las
tonalidades oscuras. Foto: Joachim Hellmich 2007.
INCENDIOS FORESTALES I: MÓDULO BÁSICO
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Figura 15.- Incendio de Ariñez en Gran Canaria. La potencia convectiva queda también de manifiesto en esta
imagen por la verticalización de la columna, las llamas contra el viento general y la tonalidad oscura que va
adquiriendo al teñirse la columna de cenizas. Foto: Ernesto González 2004.
Figura 16.- La ignición y posterior propagación del fuego requiere que el combustible adquiera las condiciones
adecuadas. En la imagen se aprecia un fuego reducido por condiciones de invierno. En verano el comporta-
miento sería mucho peor. Foto: F. Grillo 2005.
INCENDIOS FORESTALES I: MÓDULO BÁSICO
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2.2.1.- La Inflamabilidad
Es la capacidad de un combustible para generar llama (inflamarse). Se defi-
ne por cuatro características básicas: ignitabilidad, sostenibilidad, combustibi-
lidad y consumibilidad (BLANCO, J., 2006). En general, las cuatro caracterís-
ticas de la inflamabilidad dependen del contenido que el combustible tenga en
sustancias volátiles, humedad, tamaño, densidad, continuidad, compacidad
y cantidad. Estas son las cuatro fases del fenómeno de la inflamabilidad que
describen ANDERSON (1970) y MARTIN et ál (1994).
En la naturaleza encontramos un amplio espectro de combustibles fores-
tales (formados por la biomasa viva o muerta) con diferentes grados de in-
flamabilidad según estado vegetativo (por ejemplo brotes tiernos, maduros o
muertos), composición química, etc. Ejemplos sencillos los encontramos al
analizar la influencia de factores como las cenizas que provienen de las sales
minerales de los vegetales: estas pueden reducir la inflamabilidad al recubrir
físicamente el combustible que se está quemando, al aislarlo del oxígeno. Sin
embargo, a la vez que se retrasa la inflamabilidad se puede favorecer la com-
bustión sólida o incandescente (sin llama). Por ello, decimos que las cenizas
tienen un papel mixto en la inflamabilidad. Otro ejemplo se puede apreciar al
analizar la influencia del tamaño y densidad de la partícula, cuanto menores
sean sus valores, mayor será su inflamabilidad y combustibilidad (en un pino
se inflama antes la pinocha que el tronco). O del contenido de humedad tanto
en combustibles vivos como muertos, que influye poderosamente en su infla-
mabilidad.
Pero antes de ver el proceso de propagación del fuego en sí, se deben
definir los conceptos que definen la inflamabilidad.
a) IGNITABILIDAD
Capacidad del combustible para entrar en ignición (iniciar la combustión).
Depende de los combustibles y de una fuente de calor suficiente para poder
llevar los combustibles a través de las fases de la combustión hasta la ignición.
Varios investigadores han estimado los valores de flujos radiados de calor
necesarios para la ignición de combustibles leñosos en contacto con una lla-
ma: 12 kW/m2 y sin contacto con una llama: 28 kW/m2. (DRYSDALE 1985)
estimó que las temperaturas superficiales necesarias para la ignición de la
madera son 350ºC con llama y 600ºC sin llama. La ignición del material se da
cuando su superficie se calienta hasta una cierta temperatura. Del análisis de
los resultados de inflamabilidad ha quedado manifiesto el determinante papel
que juegan:
• La humedad del combustible.
• La composición química, de la que depende la riqueza en gases inflama-
bles.
• La forma del combustible (superficie expuesta al foco de calor).
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Como ejemplo podemos citar que según varios estudios el brezo (Erica sp.)
es mucho más inflamable que el lentisco (Lentiscus sp.) o que el boj (Buxus
sp.) (HERNANDO Y ELVIRA 1989 y VALETTE 1990).
ANDERSON (1970) define ignitabilidad como el tiempo hasta ignición del
combustible. Sin embargo, MARTÍN et ál. (1994) la definen como el tiempo
(s) necesario para la ignición dividido por la intensidad de energía por unidad
de área (kW/m²) suministrada.
i = tiempo / intensidad de energía por unidad de área
b) SOSTENIBILIDAD
La sostenibilidad es la propiedad del combustible para continuar ardiendo
una vez encendido, y en los incendios forestales puede ser descrita en térmi-
nos de si una partícula de combustible pasa o no el fuego a la contigua. En el
monte, por tanto, la sostenibilidad será la propiedad de los combustibles fo-
restales para mantener la propagación del incendio de una partícula discreta
de combustible a la siguiente (Figura 18).
Figura 20.- La forma en que propaga la llama también influye en el grado de consumibilidad. En la ima-
gen se aprecia como el fuego en retroceso quema solo el combustible muerto y el mantillo superficial
que ha secado el sol. Foto: Dídac D. Fababú 2007.
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Figuras 21.- Incendio de Ribas de Saelices (Guadalajara) en 2005 en su fase inicial con las partes del incendio.
Foto: CAR de Corduente 2005
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Figura 22.- Podríamos definir el incendio como un anillo de fuego que se extiende sobre el
territorio. En la imagen se aprecia una porción de frente con comportamiento de flanco.
Foto: Equipos Presa 2007.
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Figuras 24 y 25.- Cuando hay viento fuerte los incendios en montañas o sierras suelen adoptar una morfología
adaptada al eje de dicha montaña o sierra y no al del viento ni la pendiente. En la imagen inferior se observa en
un incendio en Cantabria como el viento general frena el frente de la derecha y el topográfico el de la izquierda.
Ambos convergen hacia la cima desplazándose por el eje hacia la izquierda. Foto: Federico Grillo 2007.
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Figuras 26. Los fuegos en valles y barrancos se caracterizan por seguir el eje del
barranco hasta quemar toda la cuenca.
Figura 28 y 29: Fuegos de subsuelo sobre tocones. A la izquierda tocón de árbol muerto,
ardiendo tras una semana del incendio. A la derecha resultados semanas después Fotos:
Federico Grillo 2001.
2. Fuegos de superficie
Queman hojas y ramas muertas, restos de explotación forestales, tam-
bién vegetación viva de herbáceas y matorrales. Es decir, todo aquel material
combustible, disponible y situado inmediatamente por encima de la superficie
del suelo. La inmensa mayoría de los incendios son de este tipo. A veces
se asocia masas arboladas con incendios de copas y no siempre es así. A
menudo se da el caso que el incendio, al entrar en el interior de un bosque,
disminuye su velocidad de propagación y también su longitud de llama. Esto
puede ocurrir cuando el arbolado frena la entrada del viento, y por tanto su
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Figura 30.- Fuego de superficie en pinar con frondosas (monteverde). La baja carga de combustibles unida a
la alta humedad y a que es un fuego de cola, genera poca longitud de llama y poca afección a las copas de los
árboles. Foto: Dídac D. Fababú 2007.
INCENDIOS FORESTALES I: MÓDULO BÁSICO
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3. Fuegos de copas
Queman las copas de los árboles (hojas, ramas y troncos) y pueden avan-
zar independientemente del fuego de superficie o a la vez que este. Hay dife-
rentes categorías a definir:
Figura 31.- Incendio de Gran Canaria de 2007. Las piñas al rodar prendían ladera
abajo generando fuegos ascendentes con comportamiento de cabeza y paso a
copas. Foto. Joachim Hellmich 2007.
que puede suceder si dicho estrés empeora, por ejemplo con insolación di-
recta en horas centrales o en posteriores incendios, más avanzado el verano.
Figura 32.- Antorcheo de pino canario en Gran Canaria. Los combustibles en escalera
generan el paso a copas puntual. Foto: Federico Grillo 2004.
Figura 33.- Fuego pasivo de copas en el flanco derecho del incendio de Ribas de Saelices en Gua-
dalajara 2005. Cuando la carga de combustible es suficiente para generar mayores longitudes
de llamas, el fuego pasa a copas. En donde la carga es menor el fuego propaga de superficie.
Foto: CAR de Corduente 2005.
d) Fuego de retorno:
Figuras 35 y 36. Fases de un fuego de retorno. Primero el incendio propaga superficialmente. Posteriormen-
te, el incendio presenta actividad de copas por la zona anteriormente quemada por el incendio de superficie.
(Fotos: Equipos Presa 2006 y CAR Corduente 2005)
Figura 37.- Gran Incendio Forestal de Tenerife. La enorme velocidad de propagación que presentó este incendio
provocó una potente columna convectiva con lanzamiento de focos secundarios a varios kilómetros. Se observa en
la imagen la amplitud de la cabeza, vista desde el flanco derecho, cuando miles de hectáreas arden simultánea-
mente tras la activación de los focos secundarios. Foto: Federico Grillo 2007.
2. Fuegos topográficos
Son fuegos en los que la orografía del lugar marcará sobremanera su pro-
pagación. A más pendiente, más se favorecerá la propagación del incendio.
No sólo hay que tener en cuenta la pendiente, también hay que considerar los
vientos locales que se pueden generar (vientos topográficos), así como, la ex-
posición al sol que marcará la disponibilidad del combustible. El viento general
podrá actuar pero no será el motor del incendio.
El calentamiento diferente de la superficie terrestre provoca que las masas
de aire que están en contacto con el suelo se calienten también de forma
diferente. Para equilibrar sus temperaturas, las masas de aire más frías se
mueven en dirección a las más calientes provocando las corrientes de aire
que se denominan vientos convectivos o topográficos. En las zonas de relieve
complejo y en verano es donde, debido a la variación de la exposición de las
vertientes, se manifiestan de forma más evidente las diferencias de calenta-
miento. Eso genera lo que conocemos como vientos topográficos de ladera
y vientos topográficos de valle (ESCOLA DE BOMBERS I SEGURETAT CIVIL DE
CATALUNYA 2000).
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Figuras 39. Dos columnas de dos conatos diferentes siguen direcciones opuestas marcadas por los vientos
topográficos de ladera. Foto: Dídac D. Fababú 2008
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Figura 40: Incendio en el Valle del Cabuérniga, Cantabria. Se aprecia la secuencia desde 1 a 4 del cambio de
vientos topográficos (flechas de color negro), mientras el general se mantiene constante (flechas de color
rojo). En la foto 1 todos los vientos coinciden. En la foto 2, al empezar a ponerse el sol aparece el viento des-
cendente en el cauce, no en media ladera. En foto 3 comienza a descender también el de media ladera. En foto
4 se aprecia el cambio producido en el cauce respecto al general que se mantiene. Foto: Federico Grillo 2007.
Los incendios más graves suelen ocurrir en los años de sequedad y fuera
de la estación de incendios propiamente dicha, o campaña, en plena prima-
vera, durante los meses de abril, o bien, en otoño. En invierno, los vientos
gélidos desecan muy rápidamente el combustible, lo que genera una tipología
de incendios conducidos por viento en determinadas zonas donde se da ese
fenómeno.
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Como vimos al principio cada uno de los lados del triángulo del fuego repre-
senta un elemento que interviene en la reacción de la combustión - combus-
tible, oxígeno y calor -. Cuando los tres elementos coinciden en unas mínimas
proporciones adecuadas se producirá el fuego. La extinción del incendio pasa-
rá por eliminar, reducir o modificar sustancialmente alguno de los componen-
tes con el objetivo de reducir o interrumpir la reacción de oxidación.
Los diferentes sistemas de extinción se pueden clasificar según si actúan
sobre uno u otro elemento, si bien en la mayoría de los casos es necesario ac-
tuar sobre dos de ellos para conseguir extinguir el fuego. Por tanto, a grandes
rasgos, dichos sistemas de extinción los podríamos clasificar como:
a) Eliminación de los combustibles
Consiste en un ataque indirecto al fuego basado en la
creación de una línea de defensa avanzada, por delante
del incendio, y con el objetivo de que éste se pueda
detener con garantías cuando llegue a su borde. Se
trata por tanto de eliminar el combustible en una
faja que quedará limpia hasta conseguir descu-
brir el suelo mineral, que se interpone espa-
cialmente entre el fuego y la superficie fores-
tal o urbana a proteger. Para la eliminación
de los combustibles se pueden utilizar los
siguientes métodos:
• Limpia mecanizada con tractor-pala
(bulldozers, tractores agrícolas acondicionados, etc.) que elimina el vuelo y el
suelo vegetal (mantillo)
Figura 48a.- Uso de espuma como línea de defensa de una quema de ensanche en pastizal. Foto: Equipos
Presa 2007.
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Figura 48b.- Efecto de la espuma sobre la llama cuando se usa como línea de defensa. Al usarse en pastos
debe preverse que la espuma no penetre en el interior del pasto. En ese caso es mejor usar previamente
humectante o mezcla de espumógeno y agua pero sin burbujas. Foto: Equipos Presa 2007.
Figura 49.- El comportamiento del fuego queda definido por sus parámetros, unos son más fáciles de medir
que otros. En la imagen se aprecia claramente la diferencia entre el comportamiento de cabeza respecto
del de cola (longitud de llama) y en menor medida la velocidad de propagación. Foto: Equipos Presa 2007.
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3.1.- El Combustible
El combustible es uno de los factores más importante para entender el
fuego forestal. Sin él no se podría justificar el fenómeno, no habría incendio, y
además es el único factor que podemos modificar directamente del triángulo-
tetraedro del comportamiento.
La problemática actual de los bosques en los países industrializados es
debida a la elevada acumulación de biomasa que se está generando por aban-
dono de cultivos, el no aprovechamiento de leñas y maderas, etc. En con-
bles son demasiadas para ser eficaces. Así surge la clasificación por grupos y
modelos más o menos homogéneos que veremos más adelante.
Del combustible podemos destacar tres factores principales:
3.1.1.- La Humedad
En el aire existe agua en forma de vapor. Este valor se mide en porcentaje
(%), denominándose humedad relativa (HR). En días de verano en los que los
incendios se propagan peligrosamente, estos valores son muy bajos. De esta
manera y a modo de ejemplo, por debajo del 35% de HR el fuego propaga
muy bien en muchos pinares por el suelo, sobre la capa de acículas muertas.
En cambio, por debajo del 50 % de HR ocurre lo mismo en pastizales sobre
hojas muertas. Existen episodios en los que la HR puede llegar a ser inferior
al 10 % (en esos momento las condiciones para el desarrollo de un incendio
forestal son extremas). Pero ¿por qué ocurre esto?
La respuesta tiene mucho que ver con los combustibles. Debemos distin-
guir entre combustibles vivos y muertos. Los vivos pueden regular su con-
tenido en agua cerrando y abriendo estomas (si hace mucho calor cierran
estomas y evitan perder el agua), pero los combustibles muertos no poseen
esta propiedad, ya que son higroscópicos (ganan y pierden humedad según se
aumenta o disminuye la humedad atmosférica). Como cabe esperar el com-
bustible fino lo hará más fácilmente que los gruesos. Para el combustible vivo
la pérdida de humedad está más influida por los antecedentes hídricos (au-
sencia o no de lluvia anteriormente). En el caso de los combustibles muertos,
los antecedentes meteorológicos (lluvia y temperatura) serán determinantes
en la disponibilidad, primeramente a entrar en ignición y posteriormente a
propagarse.
Figura 55.- Los pastizales suelen generar incendios rápidos aunque no ex-
cesivamente intensos bajo condiciones meteorológicas no necesariamente
adversas. Imagen de incendio descendente conducido por viento. Foto: Equi-
pos Presa 2006.
INCENDIOS FORESTALES I: MÓDULO BÁSICO
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Se caracterizan por ser los modelos donde el fuego es más rápido, y con
longitudes de llama de muy bajas a bajas (no suelen pasar de los 3 - 4 m,
siendo lo normal menores a 2 m como se aprecia en la figura 55). Son mode-
los que pueden estar salpicados de matorrales y arbustos e incluso arbolado,
lo cual puede causar una cierta confusión en el personal no familiarizado con
ellos, que contribuyen a generar intensidades de llama mayores y puntuales al
arder, aunque sin el pasto no se propagarían. Suelen moverse entre 1 y 10 t/
ha y en caso de incendio se pueden consumir hasta el 100 % del combustible
disponible. La combustión sólida no suele ser muy abundante ni dilatada en el
tiempo por lo que se liquidan rápidamente.
b) Grupo de los matorrales
Se caracterizan por ser los modelos con fuego más rápido y longitudes de
llama de bajas (figura 56) a altas (hasta decenas de metros). Son modelos de
matorrales y arbustos e incluso arbolado bajo o joven difíciles de apagar por la
dificultad de abrirse paso entre la espesura. Suelen moverse entre 5 y 35 t/
ha y en caso de incendio se pueden consumir hasta el 95 % del combustible
disponible. La combustión sólida puede dilatarse en el tiempo por lo que su
liquidación debe ser cuidadosa.
c) Grupo de los hojarasca bajo arbolado
3.2.- La Meteorología
La meteorología nos incidirá sobremanera en la ignición del incendio y su
posterior comportamiento. La podríamos definir con otro triángulo (figura 59)
cuyos lados son: Temperatura, Humedad Relativa (HR) y Viento, siendo éste
último uno de los factores más importantes al poder determinar el comporta-
miento de uno de los tipos de incendio que podemos tener, los incendios con-
ducidos por viento. Las condiciones anteriores, también llamadas “anteceden-
tes” o “episodios meteorológicos” son fundamentales. Ejemplo de esto podría
ser: si ha llovido recientemente las mediciones meteorológicas extremas que
pudieran tomarse al inicio del incendio pueden no justificar su comportamien-
to (en este caso no ardería con intensidad). Por contra, con condiciones de
tiempo atmosférico moderado, pero tras un gran estrés hídrico (episodio de
sequía prolongada) el fuego puede tener un comportamiento extremo.
3.2.1.- El Viento
El viento es un factor meteorológico crucial en el que su intensidad y di-
rección nos influirá decisivamente en el comportamiento del incendio. Cuanto
más fuerte sea el viento, más rápida será la propagación del incendio hacia
su cabeza y menor hacia la cola. El viento tiene un triple efecto:
• Aporta oxígeno en forma de aire que alimenta la combustión, acelerán-
dola.
• Expande las llamas a los combustibles inmediatamente por delante del
frente de avance. Al inclinar las llamas de la cabeza hacia delante se preca-
lientan y desecan más eficazmente (más cantidad de combustible disponible a
arder al mismo tiempo). El resultado es un aumento de la longitud de llama (lo
que hace que caliente más combustible, ya que está más inclinada y llega más
lejos, ver figura 60) y un aumento de la velocidad de propagación. Lo contra-
rio ocurre en la cola, esta radia muy mal porque las llamas están tumbadas
hacia adentro del quemado, lo que provoca que deseque muy mal y reduzca
llama que a su vez radia aun menos. Puede incluso llevar a que la velocidad de
propagación sea tan pequeña que acabe parándose de cola, deteniéndose su
propagación en este sentido.
Figura 60. Las llamas tumbadas por el viento son mucho más efectivas
al precalentar el combustible e incorporarlo al proceso de combustión,
lo cual se traduce en mayores longitudes de llama. Elaboración: Victoria
Palma 2008.
EDICIONES AIFEMA
76
3.2.2.- La Temperatura
Es la representación sobre una escala de grados, de la agitación de las
moléculas de un cuerpo (madera, aire, etc.). Cuanto más caliente es el aire
mayor agitación de las moléculas que lo forman. El frío realmente es ausencia
de calor (o movimiento). La temperatura se mide en grados, normalmente
en Celsius, (ºC). La menor temperatura será 0º Kelvin o -273ºC que corres-
ponde con el estado cero o sin movimiento de moléculas de un cuerpo. Por
el contrario la temperatura máxima no queda del todo definida (del orden de
miles de grados).
La temperatura del aire influye en el contenido en humedad de los combus-
tibles y tiene un efecto directo en la manera en que quemará el incendio (figura
62). Cuanto más caliente es el aire, menor será la humedad del combustible.
Esto ocurre porque cuanto más caliente es el aire, mayor cantidad de hume-
dad puede contener: al aumentar la temperatura del aire, este se expande
INCENDIOS FORESTALES I: MÓDULO BÁSICO
77
quedando más “huecos” libres y por tanto se genera una mayor demanda de
vapor de agua de otros reservorios, como los combustibles más húmedos. El
sistema de esta manera, al calentarse el aire, queda descompensado tendien-
do automáticamente al equilibrio o compensación. Esto es pasando humedad
de los combustibles muertos al aire y disminuyendo así su contenido en agua
(el combustible se seca). Lo contrario ocurre cuando es el aire el que tiene
mayor cantidad de agua, esta es absorbida por los combustibles si están muy
secos (por ejemplo cuando la niebla aparece tras un episodio de calor extre-
mo). Si esa humedad es muy alta incluso el agua puede condensarse sobre la
vegetación (punto de rocío).
Normalmente, el aire está más seco durante el día que por la noche, lo que
provoca a su vez que normalmente los incendios se propaguen más lentamen-
te por la noche. Esto se debe principalmente a la radiación solar y el aumento
de la temperatura como veíamos anteriormente.
Siempre que la orografía lo permita, en fuegos nocturnos se ha de hacer
un esfuerzo especial para poder contener el incendio antes de que aparezcan
las condiciones más desfavorables al día siguiente, máxime cuando ya de no-
INCENDIOS FORESTALES I: MÓDULO BÁSICO
79
3.3- La Topografía
La topografía nos influirá, como veremos más adelante, en el combustible y
en la meteorología. Esta también se puede descomponer en otros tres facto-
res: Orientación (exposición al sol), Rugosidad y Pendiente, siendo ésta última
la que más determina el comportamiento del incendio (figura 64).
3.3.1.- La Pendiente
La pendiente es la inclinación del terreno sobre el plano horizontal. Normal-
mente se calcula en grados sexagesimales o en porcentaje (45º equivalen al
100 % de pendiente).
Afecta a la continuidad del combustible ya que la presencia de una pendien-
te provoca que las llamas se encuentren directamente con el combustible,
facilitando su combustión más rápidamente e incluso facilitando el paso a co-
pas. Por tanto la continuidad vertical entre el fuego, los combustibles de suelo
y los de las copas, en laderas con fuegos ascendentes se ve favorecida si se
compara con la misma situación en terreno llano.
EDICIONES AIFEMA
80
3.3.2.- La Orientación
Aparte de la radiación producida por el frente del incendio, no hay que ol-
vidar la radiación solar. El efecto del calentamiento solar afecta a las laderas
expuestas a él, precalentando el combustible (esto se da de manera más acu-
sada en las exposiciones sur -hemisferio norte- durante las horas centrales
del día en verano). Esto hecho implica que:
• El frente de llamas debe invertir menos calor para generar la ignición del
combustible próximo. Así, con poca potencia de fuego se consigue un avance
rápido (la combustión es más rápida porque el frente no empleará tanto tiem-
po ni tanto calor en desecar el combustible).
• la ignición por radiación del frente se puede producir a mayor distancia de
las llamas (el combustible está más seco y con poca radiación se enciende).
• la probabilidad de igniciones por pavesas, o cenizas candentes que se
mueven por el aire cayendo a distancia, es más alta.
La influencia de la radiación solar es enormemente importante en la pro-
pagación del incendio forestal pudiendo observarse en el paso del frente de
EDICIONES AIFEMA
82
Figura 69.- La radiación del sol y del frente de llamas condicionan notablemente al combustible
predisponiéndolo a la ignición. Elaboración: F. Grillo 2008.
EDICIONES AIFEMA
84
3.3.3.- La Rugosidad
La configuración del terreno y su rugosidad, afectan a los patrones del
viento, las precipitaciones, la orientación, la vegetación (combustible) y en
definitiva, a todos los factores que determinan la propagación del incendio.
Así, un valle cerrado, o un barranco, pueden facilitar un itinerario del viento
diferente al del viento predominante. La forma del territorio puede afectar al
itinerario de la propagación del fuego, velocidad e intensidad de los incendios
forestales. Es necesario estar entonces muy atentos a los fenómenos que se
pueden dar en las siguientes situaciones:
a) Barrancos
Los fuegos que comienzan muy cerca del cauce de un barranco encañona-
do reaccionan como una chimenea; el aire será absorbido hacia el interior o
fondo del barranco creando fuertes ráfagas vertiente arriba, facilitando una
rápida propagación del fuego. Este efecto puede desencadenar un comporta-
miento extremo del fuego y puede ser muy peligroso. De hecho se han dado
multitud de casos de atrapamiento de combatientes por este fenómeno. Una
máxima que debe tener el combatiente será no entrar a barrancos en los que
el fuego esté por debajo.
son expulsados hacia arriba, al entrar en contacto con aire rico en oxígeno
producen una llama (pluma de fuego) que aparentemente se desprende de
la llama principal. Por tanto, para el cálculo de la longitud de llama no se
tendrán en cuenta estas plumas de fuego, más bien será la distancia media
entre la máxima y mínima, medida en una secuencia de frente de fuego. Esta
medición será muy importante para determinar la capacidad de extinción del
sistema y si se está dentro o fuera (más de 2,5 m hacen difícil una extinción
en ataque directo). Es una pérdida de tiempo intentar atacar un frente fuera
de la capacidad de nuestros medios. En muchas ocasiones lo intentamos, al
no poder, insistimos pero realmente lo que hacemos es retroceder. Luego,
cuando el fuego varía su comportamiento (por ejemplo porque llega a zonas
con menos carga, mojadas o simplemente cambian las llamas) finalmente si
conseguimos hacernos con él. Esto no se debe considerar un éxito total, más
bien oportunismo, decimos que el fuego nos lleva a remolque.
Existe una relación directa entre longitud de llama e intensidad lineal de
fuego que se puede expresar con esta fórmula:
I = b x La
Donde: a y b son constantes (a:259 y b:2,17)
L es la longitud de llama (m)
I es la intensidad lineal (kW / m)
I=HxWxR
Donde:
I es la intensidad lineal (kw / m / s).
H es calor atmosférico o poder calorífico (kj / kg).
W combustible consumido por superficie de terreno (kg / m²).
R es la velocidad de propagación del fuego (m / s)
INCENDIOS FORESTALES I: MÓDULO BÁSICO
91
Figura 77.- La longitud de llama nos indicará si podemos realizar ataque directo a las llamas. Imagen de las
operaciones de quema de ensanche en el incendio de La Palma. Foto: Rafael Pardo 2009.
4.1.- Organización
Figura 80.- La llegada al incendio de las unidades suele estar protocolizada de forma escalonada. Imagen del primer
ataque a un incendio en interfase urbano-forestal con unidades de bomberos forestales y urbanos. Foto: Equipos
Presa, 2008.
Figura 81.- Esquema de un puesto de Mando Avanzado para un primer ataque. Elaboración: F. Grillo,
2009.
EDICIONES AIFEMA
98
Figura 82.- Instantánea de un Puesto de Mando Avanzado en la que se aprecian con camisa amarilla
el Director de extinción, su analista y jefe de operaciones. El resto lo forman los jefes de la Unidad
Militar de Emergencias, de Bomberos del Consorcio de Emergencias, Protección Civil y Guardia Civil.
Foto: Didac D. Fababú, 2009.
INCENDIOS FORESTALES I: MÓDULO BÁSICO
99
Aparte del Puesto de Mando Avanzado o PMA, existe otra figura que de-
nominaremos en adelante Centro de Recepción de Medios o C.R.M. Se
puede constituir como un ente independiente o estar anexo al Puesto de
Mando Avanzado P.M.A. Será importante que se encuentre bien comunica-
do y sea espacioso para albergar medios. El PMA sin embargo necesitará
sobre todo visibilidad. Si se puede conseguir un sitio con buena visibilidad,
bien comunicado y amplio se podrán juntar CRM y PMA. En él concentramos
Figura 85.- Contención de un frente desde una carretera con bomberos urbanos. La gran capacidad de agua de
estas unidades permite el uso de los monitores para detener fuegos de copas en zonas sensibles. Foto: Canarias 7.
EDICIONES AIFEMA
102
más adecuadas para este tipo de maniobras son las de bomberos urbanos y
las Unidades Militares de Emergencia de reciente creación, con gran aporte
de agua (20.000 L/pelotón).
o Trabajos en zonas de difícil acceso en las que por prudencia lo más re-
comendable es esperar a los frentes en carreteras y caminos, etc. Este tipo
de trabajos en ocasiones se complementan con maniobras de fuego técnico.
• Maniobras ofensivas: las usaremos normalmente para detener el avan-
ce del incendio y reducir la superficie quemada. Normalmente implica entrar
al monte siguiendo el contorno o perímetro del incendio (método de ataque
directo) por lo que se caracterizará por:
o Este tipo de ataque normalmente lo pueden ejecutar unidades con auto-
nomía suficientes para abandonar las carreteras, con empleo de herramien-
tas manuales, instalaciones o tendidos largos de agua, brigadas helitranspor-
tadas, etc. (normalmente las más forestales).
o Se debe ejecutar solo si el incendio está dentro de capacidad de extinción.
Si no es así se deberá optar por ataques a distancia, métodos indirectos.
En los incendios de la interfase urbano-forestal es común la combinación
de los dos tipos de maniobras, ideal la defensa de viviendas con bomberos
urbanos y el control del incendio siguiendo el perímetro con bomberos fores-
tales.
Figura 86.- Esquema de un plan de extinción que combina maniobras defensivas con otras ofensivas cerca de Pedro Bernardo,
Ávila. Foto: CAR de Robledo del Buey 2006.
INCENDIOS FORESTALES I: MÓDULO BÁSICO
103
a) Ataque directo
La línea de control se establece directamente sobre el borde del incendio,
atacando sobre las propias llamas. Tiene la ventaja de reducir mucho la super-
ficie quemada y de ser más o menos fácil de desarrollar para casi todas las
unidades si la llama no es muy grande. Como inconveniente tiene la limitación
a la capacidad de extinción de la unidad, es un trabajo más expuesto a la llama
y más cansado.
b) Ataque indirecto
Será un ataque a distancia del incendio, normalmente porque está fue-
ra de la capacidad de extinción convencional del dispositivo (no se puede el
Modificar el comportamiento
Contrafuego sobre líneas de defensa,
del frente principal mediante
otro frente de fuego pistas, etc.
c) Ataque paralelo
Este tercer método, como comentamos anteriormente, se puede definir
como una mezcla de los dos anteriormente, pudiendo alternar el ataque di-
recto con el ataque a una cierta distancia (normalmente a unos metros).
Normalmente es el método más usado cuando se ataca al incendio de forma
lógica desde la cola hacia la cabeza paralelamente a los flancos (operaciones
Quemas de ensanche
5.1.- Introducción
Las herramientas manuales usadas en los incendios forestales habitual-
mente han sido muy variadas, primando las más comunes del territorio. La
tendencia general es la de universalizar el uso. Es por esto que sin desmere-
cer la norma de uso local se recomienda siempre que sea posible que sean:
Eficientes y versátiles.
Ligeras y duraderas.
De fácil conservación y simples en composición, manejo y mantenimiento.
Normalizadas.
Figura 95.- Brigada Helitransportada en progresión por el flanco hacia la cabeza me-
diante el empleo de batefuegos en ataque directo sobre la descarga de medio aéreo.
Foto: Federico Grillo, 2007.
B.- Cuidados
No dejar el batefuegos en una zona donde pueda ser pisado por personas
o vehículos, ya que los mangos pueden partirse o doblarse.
INCENDIOS FORESTALES I: MÓDULO BÁSICO
115
A.- Uso
Normalmente se preparan sobre el terreno previamente al paso del frente
extrayendo una mecha rápida que poseen en su interior y alrededor (desde
que el fuego toca la mecha explosiona). Se pueden colocar de múltiples for-
mas o combinaciones de tal manera que el frente de llamas al intentar sobre-
pasar la línea defensiva construida con esta herramienta se detenga. Es por
tanto vital el dimensionamiento de dicha línea respecto del frente de llamas.
B.- Cuidados
El almacenamiento y transporte debe ser cuidadoso, no debe olvidarse
nunca que incorpora una pequeña carga de producto pirotécnico catalogado
al efecto con carga explosiva de 8 gr. Habrá que prever lugares secos y segu-
ros para que no se estropeen ni se accionen accidentalmente.
Se recomienda contar las explosiones por si algún extintor falla. En ese
caso se deberá localizar y neutralizar. El problema surge cuando se usan mu-
chos en la misma zona, al ser difícil de determinar.
La onda expansiva no produce efectos en las personas, salvo la acústica y
los posibles desplazamientos de objetos. Para lo cual deben contemplarse las
medidas de seguridad, como protección personal y distancias.
C.- Observaciones
Produce un gran estrépito al explosionar, por lo que se recomienda usarlos
primeramente en prácticas controladas.
Uno de los inconvenientes que posee esta herramienta es que al explosio-
nar dispersa los trozos de plásticos que componen la carcasa por toda la zona
con el consiguiente impacto visual.
5.2.3.- Antorcha de Goteo
Herramienta formada por un recipiente que almacena una mezcla de ga-
solina y gasoil. A través de una canalización y una mecha encendida en su
Figuras 97 y 98.- Dos tipos de antorchas de goteo. A la izq. Antorcha para quemas prescritas con capa-
cidad para 4 L de mezcla y al centro y derecha antorcha 1L, ideal para extinción (quemas de ensanche y
contrafuegos). Foto: Curso Tenerife. Academia Canaria de Seguridad 2007 y U.O.F.F. Equipos Presa.
INCENDIOS FORESTALES I: MÓDULO BÁSICO
117
B.- Cuidados
Hay que mantener especial cuidado con la camisa (zona del quemador) de
la antorcha, con el uso continuado se deteriora y debe ser repuesta. Van muy
bien retales de ropa ignifuga para reponerla y evitar mantenerla largo tiempo
encendida sin aporte de mezcla.
Debe tenerse especial cuidado a la hora del llenado y posterior encendido
(no realizar las operaciones en el mismo lugar). Deberá revisarse que no que-
de manchada de gasolina por fuera del contenedor y al encenderla no hacerlo
directamente sobre el quemador. Se dejarán caer unas gotas sobre el com-
bustible y se prenderá con un mechero convencional.
EDICIONES AIFEMA
118
Figura 100.- Quema prescrita de formación en pastizales de Catamarca (Argentina) con apoyo de mochila extin-
tora rígida. Foto: Marcelo Ughelli y Carles Roselló. FIRE PARADOX 2008.
INCENDIOS FORESTALES I: MÓDULO BÁSICO
119
Figura 101.- Mochila extintora blanda e indumentaria de trabajo. Foto: Curso Tenerife. Academia Canaria
de Seguridad 2007.
EDICIONES AIFEMA
120
B.- Cuidados
La lanza debe dejarse apoyada sobre un soporte, y nunca sobre el suelo,
para evitar pisarla y que se deforme.
No dejar caer de golpe el extintor lleno sobre el suelo, ya que los objetos
punzantes pueden perforarlo.
Periódicamente limpiar los filtros, engrasar el émbolo y el vástago.
Cuando se almacene llena para ser usada, debe procurarse no dejarla
expuesta al sol para evitar que salgan algas y fitoplancton que pueden obs-
truir las canalizaciones. En cualquiera de los casos debe cambiarse el agua
periódicamente.
C.- Observaciones
Su uso está muy extendido en muchos dispositivos con abundancia de in-
cendios en combustibles ligeros (rastrojos, pastizales, etc.) y en ocasiones de
forma casi exclusiva. Presenta en esta última modalidad el inconveniente del
repostaje de agua, por lo que se debe prever el aprovisionamiento con el tiem-
po. Se recomienda en brigadas helitransportadas con 7 u 8 combatientes no
superar el número de 4, siendo excelente cuando se combinan 3 mochilas
con 3 batefuegos y un McLeod.
B.- Cuidados
Deberán mantenerse los filos laterales mediante el mantenimiento perió-
dico tras su uso. Conviene además mantenerlos limpios y evitar su oxidación
como se verá en el capítulo de mantenimiento.
C.- Observaciones
Es una herramienta muy conocida por su versatilidad aunque en la realidad
poco usada en muchos dispositivos. Como se vio en la definición su versatili-
dad le permite hacer gran cantidad de operaciones (la más versátil) pero por
el contrario no es la mejor herramienta en ninguna de ellas, salvo en la de
lanzamiento de tierra sobre la llama. Es ideal disponerla como dotación de
vehículos por sus garantías frente a bloqueos en terrenos sueltos o embarra-
dos.
5.3.3.- Mcleod
Herramienta compuesta de una placa plana de acero estampado, con 6
dientes gruesos en un lado, y filo de corte en el opuesto, y provista de un
casquillo de acero en su parte central para enastarla a un mango de madera.
A.- Uso
En ataque indirecto y en paralelo, ampliación y consolidación de líneas de
defensa por corte y rastrillado de combustibles ligeros y raspado hasta el sue-
lo mineral; quemas prescritas, contrafuegos, control de fuegos secundarios y
operaciones de remate.
A.- Uso
Ha sido especialmente diseñada para cuadrillas helitransportadas, redu-
ciendo en número, volumen y peso el trasporte de numerosas herramientas.
EDICIONES AIFEMA
126
B) MÉTODOS DE AFILADO
Esmerilado
Es el proceso por el cual una muela abrasiva gira, y al entrar en contacto
con la herramienta la desgasta.
Recomendaciones:
Para herramientas de combate contra incendios forestales se recomien-
dan muelas de corindón (óxido de aluminio) aptas para aceros de buena cali-
dad. Para materiales más blandos, es conveniente utilizar muela de carborun-
dum (carburo de silicio).
Se diferencian dos etapas: el desbastado y el afinado, que se realizará
presionando levemente el filo sobre la muela, ya que de lo contrario, se puede
fundir el material próximo al filo.
Es necesario el uso de guantes y gafas de protección contra las partículas
por parte del operador.
Limado
Este proceso se efectuará sólo cuando no pueda realizarse el esmerilado,
ya que es demasiado lento. Para las herramientas de combate, que son de
acero de alta calidad, se utilizará una lima plana, de pica fina, y de acero rá-
pido.
Antes de proceder al limado, el filo deberá estar libre de suciedad, grasas
y aceites.
EDICIONES AIFEMA
128
aéreo con herramientas de corte, con un ancho que será variable y otra sobre
el combustible del suelo (hojarasca y mantillo) con un ancho estándar de 40-
50 cm. Esta última con herramientas de picado, cavado y raspado.
Las líneas de defensa se pueden ejecutar en ataque en paralelo cerca de
las propias llamas cuando estas sean pequeñas (longitudes menores) o a una
cierta distancia cuando el calor sea demasiado intenso para acercarnos o
mantener la posición. Será por tanto, como ya se insistió en capítulos anterio-
res, la longitud de llama el mejor indicador de cuán lejos nos debemos ubicar
del frente y aparte nos definirá el ancho necesario de línea para detener el
fuego. Es importante dimensionar esta variable (el ancho de línea) para no
cansar al personal y para no perder rendimientos. A nuestro criterio, la mejor
unidad no será aquella que sea capaz de hacer la línea de defensa más rápida
o más ancha, sino aquella que es capaz de dimensionarla en su justa medida.
Si se queda corta el fuego se la saltará y si se excede de ancho se habrá tra-
bajado también en exceso (mayor cansancio), pudiendo pagar la factura luego.
Para el cálculo podremos establecer como media:
De esta forma el cálculo lo haremos en función del tipo de fuego al que nos
enfrentemos:
Figura 117.- Una péquela línea de defensa a partir de una senda improvisada o incluso construida sin casi
tiempo puede ser la diferencia entre control o no del incendio. Foto: Equipos Presa 2007.
Cuando las llamas son muy elevadas, pensemos por encima de los 2 me-
tros las líneas se vuelven demasiado dificultosas de realizar y el rendimiento
baja muchísimo por lo que será más recomendable utilizar los siguientes mé-
todos:
Figura 118.- Avión de carga en tierra Dromader en pasada en el incendio de les Useres en Castellón 2007.
El medio aéreo es una herramienta muy potente en el control de frentes pero necesita de personal de tierra
que consolide su trabajo. Foto: Jorge Cervera 2007.
EDICIONES AIFEMA
132
Figura 120.- Incendio de La Palma de 2009. El incendio se pudo controlar gracias a una quema de ensanche
ayudada por el viento general en altura del NO y al ataque directo y en paralelo que se efectuaba desde las partes
bajas. Aparte de los dos vientos señalados el propio incendio generó uno de succión. Foto: Rafael Pardo.
Figura 121.-Método progresivo. Se distinguirán tres grupos principales. Aquí vemos: Nº1 motosierra, Nº2 aco-
modación de restos, Nº3 picado y cavado inicial, Nº4 picado y cavado inicial, Nº 5 raspado inicial y Nº6 raspado
final. Elaboración: F. Grillo 2009.
Así, para el trabajo de corte de matorral podemos tener uno o varios ele-
mentos de corte (por ejemplo motosierras, podones, machetes, desbrozado-
ras, etc.), lo cual dependerá del volumen de trabajo a desarrollar entre otros
factores. Cada uno hará su parte proporcional: así y a modo de ejemplo si
disponemos de dos motosierras, la primera podría abrir de manera somera
el corte del matorral y la segunda complementar. Es conveniente que tras el
los elementos de corte vaya alguien acomodando los restos (hacia adentro o
hacia fuera de la línea según el caso). Tras el paso de los motoserristas ya no
será necesario realizar corte de matorral (recordemos que el ancho lo defini-
mos según longitud de llama).
INCENDIOS FORESTALES I: MÓDULO BÁSICO
135
Figura 122.- Quema de ensanche aprovechando los restos del matorral para generar convección hacia
el interior y poder ensanchar la línea de forma más segura y rápida. Aquí vemos: Nº1 ignición inicial
en el interior, Nº2 ignición sobre la línea de defensa, Nº3 y 4 vigilancia de la línea, Nº 5 y 6 apoyo a la
quema. Elaboración: F. Grillo 2009.
Figuras 125 a y b.- Apertura de línea de defensa con método simple. Cada bombero ejecuta su sector de forma
independiente. A la izquierda en bajada previo a quema, a la derecha en subida. Fotos: Izquierda, Equipos Presa,
2005; derecha, Protección Civil de Las Palmas 2007.
6.1.- Introducción
Una instalación forestal o tendido de manguera se caracteriza por ser de
largo alcance y bajo consumo de agua (ESCOLA DE BOMBERS I SEGURETAT
CIVIL DE CATALUNYA 2000). Para conseguir estos dos objetivos será nece-
sario que se cumplan tres requisitos:
- Trabajar con autobombas que dispongan de salidas de alta presión (por
encima de 16 - 18 atmósferas).
- Utilizar mangueras de diámetro 25 mm.
- El caudal en punta de lanza debe poderse reducir por debajo de los 50
L/min (en la actualidad existen modelos de lanza regulables que llegan a los
19 L/min).
Impulsar agua desde una autobomba hasta el incendio, en ocasiones a lar-
ga distancia, siguiendo el perímetro de fuego hasta cerrarlo completamente
requiere tener en cuenta además algunos factores importantes:
- La topografía, en ocasiones con pendientes muy pronuciadas.
- La longitud hasta donde se desea impulsar, cuanto más larga es más
pérdidas de presión por rozamiento del agua en las paredes de la manguera
(pérdida de carga).
- Las altas temperaturas con las que se ejecuta normalmente este tipo de
trabajos.
- El cansancio y desgaste del personal implicado.
Por tanto, para hacer menos complicada la faena que comporta hacer
este tipo de tendidos se hace necesario aplicar un método de trabajo proto-
colizado que necesitará de un entrenamiento periódico.
B) PROLONGACIÓN DE LA INSTALACIÓN
También llamada línea de ataque propiamente dicha. Se caracteriza por
realizarse con agua en todo momento. Parte del punto de reunión o maniobra
y tiene como misión seguir el perímetro del incendio atacando las llamas.
C) TRANSPORTE DE MANGUERAS
Las mochilas nos servirán para el aporte continuo de mangueras de forma
cómoda por un terreno en ocasiones muy adverso quedando las manos libres,
INCENDIOS FORESTALES I: MÓDULO BÁSICO
143
toda vez que se puede llevar hasta 4 mangueras de una sola vez sin gran
esfuerzo. Teniendo en cuenta que podemos realizar instalaciones kilométricas
será importante un buen protocolo de trabajo para disponer de personal en
los puesto clave y que no falten mangueras en el avance, ni personal para
realizar las maniobras de adición de manguera.
6.2.2.- Segunda Fase: Liquidación
Tras controlar el incendio, este permanecerá humeando durante minutos,
horas o días según sea el caso. Al no haber discontinuidad entre el combusti-
ble quemado y el que no lo está y zonas calientes cercanas existe la posibilidad
de reinicios. Con esta maniobra procuraremos que esto no ocurra mediante
un refrescado de toda la zona. Esta fase también se divide en tres partes (ES-
COLA DE BOMBERS I SEGURETAT CIVIL DE CATALUNYA. 2000):
- El remojado. Puede durar incluso días o semanas.
- El replegado de mangueras.
- Sistema de relevo de mochilas para la recogida total de mangueras.
6.2.3.- Condicionantes
Cada vez más se está imponiendo por su eficacia y mayor comodidad el sis-
tema de extinción basado en el agua. Una de las razones del uso del agua en
la extinción forestal es que es, según casos, más o menos fácil de encontrar
y acumular, es barata, fácil de transportar, ya sea mediante medios terres-
tres o aéreos, y que su aplicación no presenta excesivos problemas técnicos.
Como veíamos en capítulos anteriores, desde el punto de vista de extinción,
con el agua conseguimos varios objetivos:
- Reducir el calor mediante el cambio de estado físico del agua de líquido a
vapor, cambio que necesita la absorción de una gran cantidad de calor. Con el
agua atacamos directamente a uno de los lados del triángulo del fuego.
De esta manera, un gramo de agua en estado líquido normal necesita 1
caloría (1 cal/g) para subir su temperatura 1 grado centígrado (ªC). Para
pasar de 100 ºC liquido a 100 ºC gas el agua requiere 540 cal/g más (ver
figura 129).
Figuras 129. Esquema del gasto energético del agua para pasar de líquido a gas.
EDICIONES AIFEMA
144
B) VEHÍCULOS MEDIOS
Los vehículos medios pesan entre 7,5 y 14 toneladas (t), también llamada
bomba forestal ligera (BFL). Es el vehículo más adecuado para la extinción fo-
restal. Suelen, cada vez más, ser vehículos rápidos y muy maniobrables (para
que lleguen al incendio en fase de conato antes de los 30 minutos). Portan
habitualmente entre 2000 y 3500 L (Ver figuras 132 y 133).
Son similares a las bombas rurales ligeras (BRL) de bomberos por sus
características, aunque con modificaciones más acordes con el carácter fo-
restal, en cuanto a prestaciones y dotaciones. Dado el limitado espacio del
que disponen para llevar material será tremendamente importante prestar
especial esmero en el diseño de los armarios y la soportería. Será clave
aumentar el número de mangueras al máximo (pensemos que las bombas
actuales llegan a los 2.000 – 2.500 m de mangueras instaladas) por lo que
el aprovechamiento del espacio es vital. Es recomendable para ello preparar
el vehículo para albergar:
- hasta 6 mochilas portamangueras con hasta 4 mangueras en cada una.
- 1 o 2 rodetes de aproximación con hasta 5 mangueras cada uno.
- entre 30 y 60 mangueras (en los armarios y arcones).
Figuras 132 y 133. Autobombas Forestales Ligeras, modelos MERCEDES UNIMOG (izquierda) y
URO (derecha). Foto: Equipos Presa 2009 y GIE 2002.
C) VEHÍCULOS PESADOS
Los vehículos pesados serán aquellas autobombas que excedan de las 14
toneladas (t). Suelen estar destinados a dar apoyo al incendio como vehículos
nodriza, por las limitaciones de accesibilidad a pistas. Si esto último no es
una limitación suelen usarse en ataques contundentes a frentes complicados,
como los de defensa de urbanizaciones, debido al mayor aporte de agua que
pueden ofrecer. En el resto de ocasiones suelen quedarse en carreteras prin-
cipales y abastecen a las BRL mediante un sistema denominado “noria”. Nor-
malmente una autobomba se dedica a suministrar agua regularmente desde
la nodriza hasta las autobombas que impulsan.
EDICIONES AIFEMA
146
6.3.2.- Bombas
Una bomba será aquella máquina que añade energía a un fluido y más
concretamente para el bombeo o impulsión de los fluidos a través de conduc-
ciones con una cierta presión. La presión normalmente la medimos en atmós-
feras (atm), Bars o Kg/cm², siendo a efectos prácticos equivalentes estas
medidas entre ellas. En nuestro caso, la bomba impulsa el agua a través de
la manguera, desde el depósito hasta la punta de lanza.
Distinguimos dos tipos principales de bombas: las alternativas (se descar-
tan por ser muy delicadas) y las centrífugas que son las más difundidas en
la actualidad, ya que permiten el paso de pequeñas partículas en suspensión
por los alabes de la bomba.
Las bombas centrífugas comúnmente utilizadas en extinción de incendios
forestales suelen tener las siguientes prestaciones:
- Impulsan y aspiran al mismo tiempo.
- Impulsan simultáneamente en baja y alta presión, por ambas salidas.
- Impulsan con el vehículo en movimiento (no todas).
- Impulsan mientras se abastecen de un hidrante u otra autobomba.
La energía que ofrece la bomba, en el argot bomberil se denomina presión
en bomba y el modelo a montar en nuestro camión dependerá de ciertas
variables:
- de la altura o cota de elevación del fluido (cota de impulsión). Debemos
recordar que necesitaremos 1 atmosfera por cada 10 m de altura o desnivel
a salvar.
INCENDIOS FORESTALES I: MÓDULO BÁSICO
147
Figura 135: Cuadro de mandos de una Bomba Sides montada sobre chasis
URO. Foto: Didac D. Fababú 2009.
INCENDIOS FORESTALES I: MÓDULO BÁSICO
149
Figura 136: Esquema de una bomba combinada. Elaboración: Federico Grillo 2009.
Figura 137: Esquema básico de una Bomba combinada modelo SIDES montada sobre chasis URO. Se
aprecian desde el colector principal las 4 salidas de 70 mm en baja presión, las 3 de alta presión del
colector de alta presión y la válvula de llenado de cisterna. Foto: Didac D. Fababú & F. Grillo 2009..
EDICIONES AIFEMA
150
6.3.4.- Lanzas
Son las piezas de final de tendido y dan nombre a la “punta de lanza” (punta
del ataque). Suelen incorporar una empuñadura y la posibilidad de cortar el
caudal de agua o modificar el tipo de flujo. Hay de varios tipos aunque las más
usadas en forestales son las que reducen el caudal de salida (lo consiguen
con diámetros de salida de 5 a 7mm). En la actualidad hay gran cantidad de
modelos en el mercado siendo las más recomendables las de regulación de
caudales (hay modelos de muy bajo consumo, menos de 25 L/min, ver figura
140).
Figura 143 y 144: Impulsión con chorro abierto para ataque a la llama (izq) y para liquida-
ción (dcha). Fotos: Didac D. Fababú & F. Grillo 2009.
se puede llegar tan lejos con el chorro. Esta posición se debe usar solo en el
caso de querer limpiar de impurezas la lanza o para descargar rápidamente,
por ejemplo en el llenado de recipientes. No debe usarse en el ataque al fuego
ya que el gasto es máximo.
ese tramo sea racorado con máquina homologada evitando en todo momento
el uso de abrazaderas u otros artilugios caseros. Aunque al final de la insta-
lación lo que se recomienda es trabajar con menos de 7 atm, ideal entre 5
y 6, en ocasiones puede haber sobrepresiones que pueden comprometer la
seguridad de los operadores en caso de que se suelte un racor.
Para ejecutar líneas de defensa, en función del combustible que encontre-
mos y su profundidad, actuaremos de las siguientes maneras:
- Combustibles en el suelo poco profundos (<10cm): actuaremos a unos
5-6 m de distancia del perímetro y de forma casi paralela al fuego y al sentido
de avance, procurando que el chorro sólido, en caso de usarse lance las pe-
queñas partícula cadentes hacia el interior de la zona quemada. Al romper el
suelo el material es empujado hacia adelante y adentro (al ser poco profundo
lo permite).
- Combustibles en el suelo profundos (>10cm): actuaremos a 1-2m del
perímetro y perpendicularmente al borde del incendio con la intención de apro-
vechar al máximo la presión para realizar la línea de defensa. Al haber más
cantidad de mantillo, si optásemos por la modalidad de ataque anterior rápi-
damente se acumularía en el sentido de avance. De esta manera el recorrido
y la acumulación a un lateral de la zanja que genera el chorro sólido es menor.
INCENDIOS FORESTALES I: MÓDULO BÁSICO
155
Las segundas, las secas son las más utilizadas en extinción en España,
aunque también más sensibles al fuego. De estas distinguimos las rojas y las
amarillas, diferenciándose ambas en que las segundas aguantan más presión.
Así la presión de trabajo de las mangueras amarillas tipo blindex se establece
según los fabricantes entre 40-45 atm y la de rotura entre 80-90 atm.
Otra clasificación de las mangueras será por su diámetro:
EDICIONES AIFEMA
156
A) MANGUERAS DE 25 mm
En extinción de incendios forestales en la actualidad se suele utilizar, como
veíamos anteriormente cada vez más, única y exclusivamente el diámetro de
25 mm cuando la bomba permite trabajar en altas presiones. Este tipo de
mangueras suelen tener un recubrimiento para soportarlas (figuras 149),
aunque realmente es la relación entre el grosor de la pared de la manguera y
su superficie relativa la que justifica que aguante mucha más presión que las
mangueras de 45 y 70 mm. Estas últimas no aguantarían las 50 atmósferas
de presión que podemos llegar a ofrecer con esta metodología (aunque para-
dójicamente las de 45 y 70 mm disponen de un tejido más grueso).
Hasta hace unos años las bombas forestales solo disponían de cuerpos de
baja presión y se solían poner los primeros tramos de la instalación con man-
gueras de 45 mm (recordemos así se gasta mucha agua solo para el llenado
de la instalación). Esta metodología se convertía en casi obligatoria porque las
mangueras de 25 mm tienen una gran desventaja, pierden mucha presión
por el rozamiento interno del agua, o “pérdida de carga”. Cuanto más delgada
sea la manguera mayor pérdida de carga. Por tanto, el trabajar en baja pre-
sión con 25 mm se traducía a que toda la poca presión existente se perdía en
pocos tramos. Es por eso que se ponían mangueras de 45 mm y luego las de
25 mm, para rebajar la pérdida de carga. Uno de los inconvenientes de este
método, como vimos, es que se pierde mucha agua para llenar la instalación
de 45 mm y sobre todo que, en comparación con el nuevo método de 25 mm
o de altas, no permite llegar tan lejos.
Figura 151: A la izquierda manguera flexible seca de 25 mm plegada en rollo doble. A la derecha manguera de
45 mm también plegada en rollo doble. Debajo en rojo bifurcación de 45 mm a 25 mm que las une. Foto: Curso
Incendios Tenerife. Academia Canaria de Seguridad 2007.
EDICIONES AIFEMA
158
B) MANGUERAS DE 45 mm
Útiles para reducir fricción o rozamiento (pérdida de carga), las usaremos
en trasvases entre autobombas, con hidrantes o para impulsar cuando se re-
quiera en punta de lanza grandes caudales. Se recomienda su uso en ataque
a fuegos forestales solo en autobombas antiguas que solo permitan trabajar
en baja presión o cuando las mangueras de 25 mm no den la confianza
necesaria (viejas, reparadas, etc.). El procedimiento implica colocar en los
primeros tramos mangueras de 45 mm y luego bifurcar o reducir a 25 mm
(figura 151). Con esta operación se consigue ascender de cota o llegar más
lejos aunque como veíamos anteriormente se pierde mucha agua que queda
en el tramo.
C) MANGUERAS DE 70 mm
Solo se suelen usar en el trasvase de agua de una autobomba a otra o para
abastecerse de un hidrante. Trabajan con mucha menos presión y por tanto
mucha menos pérdida de carga y más caudal (permite un trasvase rápido
entre vehículos).
6.3.6.- T ipo De Plegados De Manguera
A) PLEGADO EN ROLLO SIMPLE
El plegado de mangueras simple se empieza desde una punta de la man-
guera y acabando por la otra (suelen venir así de fábrica). Se recomienda
este plegado en mangueras de 45 y 70 mm para los primeros rollos o en los
trasvases de tal forma que la manguera se lanza hacia delante en busca del
final la instalación (por ejemplo el hidrante o el punto de reunión). El empleo de
una goma de sujeción a partir de recortes de cámaras viejas de vehículos es
muy recomendable para evitar que se deshaga el rollo (figuras 152 y 153).
Figuras 152 a 153: Plegado simple de una manguera de 45 mm donde se aprecia la coloca-
ción de una cinta o goma de sujeción creada con recortes de una cámara de camión. Fotos:
Didac D. Fababú & F. Grillo 2009.
INCENDIOS FORESTALES I: MÓDULO BÁSICO
159
B) PLEGADO DOBLE
Empezando por la mitad de la manguera y finalizando por los extremos o
racores (ver figura 151). Debe tenerse la precaución de dejar 30 cm más
largo el tramo de manguera que al ir enrollando quedará por fuera. Con esto
se garantiza que los dos racores queden a la misma altura al finalizar el rollo.
Por último se fijarán con cintas o gomas para evitar que se desenrolle (figura
154).
Figura 154: Plegado doble de una manguera de 45 mm con goma. Foto: Didac D. Fababú & F. Grillo 2009.
Se recomienda este último plegado para incendios forestales por dos mo-
tivos:
1. Las mangueras se van añadiendo progresivamente en la punta de lanza
o al final de la instalación en su recorrido por el perímetro de llamas. Como ve-
remos más adelante, este método de desplegado nos permite quedarnos con
los racores de empalme juntos, en la posición de la lanza y añadir manguera
teniendo agua al instante para continuar el avance sin grandes demoras.
Comparado con el rollo simple, al desplegar la manguera no hay que ir a por
la punta que queda en el interior del rollo a 20 m de distancia.
EDICIONES AIFEMA
160
Mangueras de 25 mm.
Figuras 159 a 164: Plegado doble de una manguera de 25 mm. Izq-sup, antes de empezar se deja unos 30
cm más largo el tramo exterior del plegado. Dcha-sup y centro-dcha, se comienza a enrollar desde la mitad.
Centro-izq, si el rollo queda muy suelto se puede tensar y reducir su volumen apoyando todo el cuerpo con la
rodilla para que pivote y tensando de ambas manos. Izq-inf, se puede enrollar en el suelo o de pie. Dcha-inf,
los dos racores deben quedar juntos, apoyando la manguera en el pecho se podrá tensar con comodidad la
goma de sujeción. Fotos: Didac D. Fababú & F. Grillo 2009.
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Figura 165 a172: Secuencia completa del plegado en paralelo en manguera de 25. Fotos: Didac D. Fababú
& F. Grillo 2009.
Figuras 175 y 176: Plegado en madeja. El comienzo se puede hacer cogiendo el punto central de la manguera
en la mano como muestra la imagen de la izquierda aunque se recomienda mejor comenzar desde el codo.
Eso evitará que la manguera se líe al desplegarla. Fotos: Didac D. Fababú & F. Grillo 2009.
En caso de ser necesarias las mangueras, para montar otra línea de agua,
esto último puede acarrear pérdidas de tiempo y problemas de seguridad en
el ataque.
Cuando se termina de formar las lazadas se extrae un brazo y con un so-
brante de aproximadamente un metro se dan al menos una vuelta alrededor
de la manguera pasando una o las dos puntas por el orificio, tal y como se
aprecia en las figuras 179 y 180. La operación termina uniendo los racores,
lo que permitirá portar la manguera como si de un asa se tratase.
INCENDIOS FORESTALES I: MÓDULO BÁSICO
165
Figuras 177 a 180: El plegado en madeja consiste en ir superponiendo lazadas sobre los brazos en molinillo
desde los codos hacia las muñecas. Al finalizar se da una vuelta o dos alrededor de la parte alta del ovillo,
sacando uno o los dos racores al tiempo que el brazo como muestran las dos últimas figuras, quedando el
plegado como si de una cuerda se tratase. Fotos: Didac D. Fababú & F. Grillo 2009.
E) PLEGADOS ESPECIALES
SIMPLE
Figuras 181 a 184: El plegado especial consiste en dejar dos alas al inicio e ir enrollando en forma simple hasta
finalizar la operación. Con las dos alas iniciales se provoca el cierre al pasar una por dentro de la otra. El resultado
final será un rollo con un asa para el transporte o para colgar. Fotos: Didac D. Fababú & F. Grillo 2009.
DOBLE
Figuras 185 y 186: El plegado especial doble se ejecuta sobre manguera de 25 mm, de forma similar al
anterior de simple, aunque desde el punto central de la manguera. El resultado final permite enganchar la
lanza tal y como se muestra en la figura. Fotos: Didac D. Fababú & F. Grillo 2009.
INCENDIOS FORESTALES I: MÓDULO BÁSICO
167
Figura 187: Esquema de una instalación en ataque directo para el llenado de la autobomba
mediante el despliegue de una manguera con lanzamiento de rollo simple hacia un hidrante.
Elaboración. .F. Grillo 2009.
EDICIONES AIFEMA
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Figuras 188 y 189: A la izquierda forma de sujetar una manguera para el lanzamiento con dos manos. A la
derecha sujeción para el lanzamiento con una mano. Fotos: Didac D. Fababú & F. Grillo 2009.
INCENDIOS FORESTALES I: MÓDULO BÁSICO
169
incendio, aun en el monte y para más comodidad (ver figura 191). Al llegar
al parque se lavarán y enrollarán de manera correcta, en rollos. La cuestión
es que hasta ese momento la autobomba debe seguir siendo operativa. La
técnica de lanzamiento consiste en coger los racores en una mano y con la
otra lanzar la madeja haciéndola girar para que se despliegue en el aire (figura
192). Si el plegado en madeja se ha realizado de forma rigurosa de codos a
mulecas no debería generarse ningún tipo de problema en el despliegue.
Figura 195. Aplicación del método simple mediante adición de mangueras en punta de lanza para la ejecución
de una quema prescrita. Foto: F. Grillo 2008.
Figuras 198 y 199. Aproximación al incendio (izq) y comienzo de la prolongación o ataque por el
flanco izquierdo y tras apagar la cola. Véase como aparece una segunda dotación que con las man-
gueras de la autobomba “B” se conectarán a la bifurcación para iniciar ataque por el flanco derecho.
Elaboración: F. Grillo 2008.
Figuras 203 y 204. Prolongación o ataque por los flancos desde la cola. Inicialmente la autobomba “B” se dedica
a trasvase de agua mediante noria. Cuando la distancia es considerable y la autobomba “A” empieza a verse for-
zada se puede plantear independizar las dos máquinas. Será necesario incluir una tercera para las operaciones
de noria . Elaboración: F. Grillo 2008.
Figura 211. Protocolo de transporte de mangueras con una brigada amplia de 6 bomberos más jefe. El bombero
nº 1 es el punta de lanza, el nº 2 su auxiliar, el nº 6 el conductor y el resto son porteadores. Elaboración: F. Grillo
2009.
INCENDIOS FORESTALES I: MÓDULO BÁSICO
185
ser así, de ahí la necesidad de dejar clara esta metodología, y una vez enten-
dida ésta será mucho más sencilla de adaptar para el personar de que se
disponga en cada situación.
Para comenzar las operaciones de remate y repliegue de la instalación
de ataque, será necesario, inicialmente, que los componentes del equipo (en
este ejemplo dos bomberos) se sitúen en el lugar correcto; bombero 1 (el que
porta la lanza) en la punta de instalación, y el bombero 2 su auxiliar un par de
metros por detrás de éste.
El bombero 1, inicia el descenso remojando el perímetro del incendio en
dirección a la bomba, esta acción provocará un acortamiento de la instalación
y un bucle en la manguera. El método de trabajo implica abrir línea de defensa
si lo requiere el tipo de combustible y la profundidad del mantillo lo permite
con chorro sólido como se aprecia en la figura 213 para posteriormente, con
chorro abierto remojar el borde hasta unos metros adentro.
acción creará dos bucles; uno de ellos, el inferior habrá de quedar siempre
cerca del bombero 1, con el fin de que el mismo pueda controlarlo, el otro
lo controlará el bombero 2, con la misma medida que el desplazamiento del
bombero 1.
Una vez el bombero 1 llega al primer racor, dará aviso al bombero 2 para
comenzar las operaciones de extracción de manguera.
El bombero 2 que estaba encargado del bucle, lo deja en tierra y agarra el
tramo de instalación que proviene de la bomba, a la altura donde se encuen-
tra.
El bombero 1, coordinará las operaciones de extracción de manguera:
- El auxiliar se coloca en posición doblando la manguera como se vio en el
apartado 6.6.2.
EDICIONES AIFEMA
190
Figuras 217 a 220. Fases del repliegue de mangueras tras un incendio: Enrollado en madeja,
transporte al vehículo, revisión, limpieza, plegado doble e inclusión en las mochilas en base.
Fotos: Dídac D. Fababú, José Heriberto Lorenzo y Eva Jaime.
INCENDIOS FORESTALES I: MÓDULO BÁSICO
193
Figuras 226 a y 226 b. Caída de material rodante en la cola del GIF de Gran Canaria 2007. La pista no contuvo
las múltiples y continuas piñas encendidas que caían, por lo que se tuvo que abortar la maniobra. Fotos: Joachim
Hellmich.
Figura 227 . La caída de material rodante debe preverse con anterioridad, según el combustible que se esté
quemando. La construcción de caballones en la línea de defensa y el establecimiento de un vigilante son bue-
nas medidas preventivas. Elaboración: F. Grillo, 2009.
fuego se detenga en ella por si solo o con ayuda de una quema de ensanche.
Si el monte es abierto y se producen rodamiento de piñas deberemos crear
un caballón en la parte baja de la línea para sujetar las piñas (ver figura 229).
Estos serán más potentes cuanto mayor sea la pendiente, más abierta sea la
superficie del pinar o simplemente mayor velocidad adquieran las piñas.
La línea que une los puntos 1 y 3 es vertical. En este caso se corre el
riesgo de que cualquier piña cerca de su borde interior ruede encendida línea
abajo y, como si de un camino se tratase, se saliese hacia el exterior (en este
caso la línea puede facilitar la aceleración). La recomendación es hacer caba-
llones hacia el interior del quemado (ver figura 229). Se harán individuales o
en grupo reforzándose unos a otros. Cuanta más pendiente, más caballones
construiremos. Es recomendable la quema de ensanche.
Por último la línea que une los puntos 1 a 4 tiene la ventaja de que:
- No necesita caballón, ya que todo lo que rueda lo hará hacia el quemado.
- Permite más tiempo para su construcción. Dado el ángulo que presenta
en las partes bajas, alejándose del frente, nos permite ir construyendo con
más tiempo.
Este tipo de línea necesitará un ensanche con quema, y esta debe ser cui-
dadosa, ideal con apoyo de medios aéreos.
EDICIONES AIFEMA
200
Figura 228. Construcción de línea de defensa orientada para no recibir material rodante. Los puntos 1, 2, 3 y
4 señalan los puntos de anclaje de las líneas de defensa. Como se puede apreciar la que tiene más riesgo de
recibir piñas ardiendo es la 1-2, que necesitará caballones potentes. Elaboración: F. Grillo, 2009.
Figura 229. Línea de defensa según orientación. Derecha, línea convergente hacia el incendio, necesitará un
caballón longitudinal. Al centro tramo de línea vertical con caballones transversales de refuerzo. A la izquierda
línea divergente hacia el incendio, sin caballón. Elaboración: F. Grillo, 2009.
INCENDIOS FORESTALES I: MÓDULO BÁSICO
201
Figura 230. Incendio de Minas de Riotinto en Huelva en 2004 en el que se aprecia el giro del viento de NO
a O, extendiéndose el flanco izquierdo notablemente. Fuente: Consejería de Medio Ambiente de la Junta de
Andalucía (GUIRADO J., FERNÁNDEZ-PALACIOS J.M. et al, 2004).
6.- Situaciones en que nos resulte difícil acceder a las vías de escape,
bien sea por la orografía, o bien por las condiciones intrínsecas de la
vegetación.
Es importante saber reconocer el riesgo de entrar en zonas abruptas o
muy espesas en las que el camino de vuelta sea único o muy dificultoso. En
estos casos podemos actuar según las mejoras del punto 1, visto anterior-
mente.
INCENDIOS FORESTALES I: MÓDULO BÁSICO
203
Figura 236. Los vehículos pesados tienen unos riesgos añadidos. Hay que practicar los protocolos de entrada
al incendio, escape y autoprotección. Foto: Sergio Álvarez, 2007.
Figura 243 a 246. La caída de pavesas o material rodante por debajo de la posición puede provocar
atrapamientos. Secuencia del GIF de Gran Canaria 2007. Foto: Protección Civil de Las Palmas.
EDICIONES AIFEMA
208
Figura 249. Observador debe ser una persona con experiencia en comportamiento del fuego.
Foto: Dídac D. Fababú.
Figura 250. Anclaje de operaciones para detener un frente sobre una urbanización, Elaboración:
F. Grillo, 2009 .
Figura 254: Quemadura de 2º grado rodeada de 1º Figura 255: Quemadura de 2º grado provocada por
grado, tras dos horas. Foto libre. agua hirviendo. Foto libre.
EDICIONES AIFEMA
216
rillo para brigadistas, rojo para mandos intermedios y blanco para técnicos.
Formado por el casco, arnés que lo sujeta al cráneo y barboquejo que lo su-
jeta por debajo de la barbilla. Los hay integrables con gafas , linterna, emisora,
etc.
Nos protege en caso de caídas y de golpes en la cabeza, aparte de posibles
pavesazos.
Normativa:
- Marcado CE.
- Categoría II.
- EN-397: Cascos de protección para la industria.
Gafas
Protege los ojos del pol-
vo y de partículas peque-
ñas que se pueden des-
prender en el uso de las
herramientas mecánicas,
medios aéreos, humos,
etc. Tienen que ser resis-
tentes al calor, anti-vaho,
estancas y con un campo
de visión amplio y de una
sola pieza, panorámico,
con opción a integrarse en
el casco, con una banda
elástica, de montaje fácil y
rápido, regulable y cómo-
da, y en zonas con elevada
exposición solar pueden in- Figura 264: Las gafas pueden ir integradas en el
corporar protección UVA. casco mediante gomas elásticas. Foto: Equipos
Presa, 2006.
Normativa:
- Marcado CE.
- Categoría II.
- EN-166: Protección individual de los ojos.
Mascarilla antipartículas
Protege nuestras vías respiratorias. Es un filtro de partículas sólidas, no
de humo (escoger adecuadamente el tipo de filtro). Deben tener baja resis-
tencia a la inhalación y exhalación y ser de fácil transporte. La normativa de
Protección EN-149, las determina como altamente retenedoras de partículas
sólidas (FPP2).
INCENDIOS FORESTALES I: MÓDULO BÁSICO
227
Protección auditiva
Nos protege de exposición al ruido. Pueden ser de tipo auricular o de tipo
desechables. Se usan principalmente cuando se trabaja con maquinaria como
es en los casos de medios aéreos, motosierras, etc.
7.10.2.- Equipo Complementario
No son EPIs, propiamente dichos sino elementos que complementan a es-
tos y evidentemente pueden evitar accidentes como es el caso de la linterna.
Por ellos deben tener un protocolo de uso específico. Así en caso de atrapa-
miento se recomienda deshacerse de la mochila antes de entrar al refugio
ignífugo para evitar que se derrita con la temperatura sobre el cuerpo.
EDICIONES AIFEMA
230
Gorra o sombrero
Con Marcado CE se emplea como elemento complementario principalmen-
te para la protección frente a las radiaciones solares fuera de la actividad de
extinción. Consta de visera de protección, casquete de lona y cierre de plás-
tico ajustable. En zonas tropicales o con sol muy fuerte se recomienda el uso
de sombrero o chambergo de tela, más que el de gorra.
Cinturón
Marcado CE. Consiste en una banda de tejido ignífugo de gran resistencia,
con elementos graduables en sus extremos para permitir el ajuste óptimo a
la cintura. Permite ceñir la ropa al cuerpo sujetando los pantalones y trans-
portar objetos como la cantimplora o el botiquín. Si se combina con trinchas
permite distribuir la carga entre lumbares y hombros. Será regulable, ancho
y resistente, con cierre de zafado rápido.
Botiquín
El botiquín personal de primeros auxilios consta de aquellos elementos sa-
nitarios necesarios para una primera cura en campo. Se guarda en una bolsa
de plástico con cierre estanco que a su vez se puede portar en otra bolsa de
lona resistente y sujeta al cinturón mediante una trabilla de lona. Existen dos
tipos básicos de botiquines: los de vehículos e instalaciones y los personales.
El personal debe incluir:
2 gasas para quemaduras de 10x10 cm..
Tiritas de varios tamaños, impermeables y adhesivas.
Apósitos de gasa esterilizada.
INCENDIOS FORESTALES I: MÓDULO BÁSICO
231
Una buena medida es que el jefe de la unidad porte también una linterna de
mano más potente de refuerzo a la brigada y a ser posible de recarga en el
vehículo.
Mochila
Con bandas reflectantes y cierres con cremalleras, tiene que ser ergo-
nómica (en trabajos forestales se fuerza más la zona lumbar) y con varios
compartimentos para botiquín, alimentos, fire shelter y cantimplora o con la
opción de poder llevar depósito “Camelbak”. Además que pueda permitir cuan-
do no se usa el equipo, guardar el casco, guantes, etc.
En la actualidad se están poniendo muy de moda los modelos de mochila-
correaje de carga lumbar existiendo abundantes tipos en el mercado de
excelentes prestaciones.
Estación meteorológica de
mano
Puede ser de mucha utilidad,
tanto en incendios como en que-
mas. Nos permite obtener informa-
ción básica de las condiciones en
la zona de trabajo como tempera-
tura, humedad, velocidad del vien-
to. Se recomienda una por vehículo
y/o mando.
Es importante siempre tomar
los datos meteorológicos en el in-
cendio. Veremos cómo hay relación
directa entre el comportamiento del
Figura 272: Estación meteorológica portátil.
incendio y los datos tomados.
Foto: Catálogo Dyrect Industry.
Raciones de emergencia
Aporte energético para poder resistir momentos de flaqueza en los tra-
bajos intensos. Nos aportaran sales minerales i energía (bebidas isotónicas,
barritas energéticas, etc.). Mejor en estado liofilizado. En muchos dispositivo
con servicio de logística y abastecimiento de unidades, las raciones son pro-
pias creadas con productos frescos y muy energéticos.
Emisora portátil
Cada vez más se está demostrando la necesidad de disponer de todo el
personal comunicado. En unidades especializadas es recomendable que cada
miembro use radio de corto alcance (de 2 a 4 km y de coste bajo) con una
malla propia para la brigada, lo que permitirá un trabajo más seguro y efecti-
vo. De esta forma, observamos como las peticiones y tráfico de información
ordinarias en el seno de la unidad de trabajo se canalizan de forma súper-
efectiva descargando las mallas generales o las de mandos de coordinación.
INCENDIOS FORESTALES I: MÓDULO BÁSICO
233