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Las versiones del amor platónico

Platón realizó a lo largo de su obra diferentes acercamientos al fenómeno del amor. Lejos de lo
que hoy día llamamos amor platónico (un amor ideal sin ningún contacto con lo físico), el filósofo
griego sostuvo diversas ideas, que parecen componer cada una un cristal a través del cual aprender
sobre el amar, sus posibilidades, sus misterios y sus dramas. Para los griegos el amor no era un
problema de los individuos, sino que tenía un interés social: por un lado educativo y por otro político.
Por cierto, las relaciones eróticas privilegiadas de los griegos eran las homosexuales entre hombres,
por tanto su lectura sobre los fenómenos eróticos trataban en gran medida de explicar, incluso hasta
justificar, este tipo de vínculo como el más noble y más adecuada para el mejoramiento personal de
los varones. Los jóvenes debían decidir a quién amar, porque en la relación que establecieran con un
hombre mayor se basaba su inserción al ámbito de la política y las relaciones económicas y
culturales.

Básicamente veremos cuatro posiciones: 1) amor como locura divina; 2) amor como
restauración de la antigua naturaleza humana; 3) amor como intermediario entre el deseo y la
producción; y 4) amor como motor para ascender hasta el plano de las ideas.

1) Amor como locura divina: en su diálogo Fedro Platón describe junto con la “inspiración de las
musas” que sirve a los escritores y artistas, y la “posesión profética” que sirve para adivinar el
futuro y conocer la voluntad de los dioses, al amor como un tipo de enfermedad que la divinidad
envía a los hombres. Para Platón el amor es “deseo de la belleza”, y esa belleza es el “resplandor
de la verdad” que nos sería más difícil de entender si tuviéramos que usar la razón. La belleza
genera en nuestra alma una tendencia hacia lo superior, hacia un conocimiento perfecto del que
fuimos testigos antes de nacer. Por eso al conocer al ser amado sentimos que lo conocemos de
toda la vida, o incluso de antes: es que en realidad nos recuerda las verdades eternas de las que
fuimos testigos antes de entrar en nuestros cuerpos terrestres. El amor sería entonces un modo
en que los dioses nos llaman a mejorar, y todo mejoramiento será de la mano del conocimiento.
2) Amor como restauración de la antigua naturaleza humana: En el diálogo Banquete, del que citaremos
varias ideas y pasajes, Platón pone a discutir sobre el amor a varios personajes conocidos en su
época. Uno de ellos es el poeta Aristófanes, quien para explicar el amor cuenta una historia
célebre conocida como “el mito de los andróginos”. La idea de complementariedad, es decir, que
estamos destinados a buscar nuestra mitad faltante surge de este mito. El problema principal es
que define a las personas como mitades, como seres incompletos y en consecuencia
dependientes y vulnerables. Sin embargo, tampoco es correcto considerar esta idea como lo que
realmente pensaba Platón, sino como un modo de intentar entender el amor, aunque no sea el
definitivo. Citamos ahora el texto platónico:

“En otro tiempo la naturaleza humana era muy diferente de lo que es hoy. Primero había tres
clases de hombres: los dos sexos que hoy existen, y uno tercero compuesto de estos dos, el cual
ha desaparecido conservándose sólo el nombre. Este animal formaba una especie particular, y se
llamaba andrógino, porque reunía el sexo masculino y el femenino; pero ya no existe y su nombre
está en descrédito.

En segundo lugar, todos los hombres tenían formas redondas, la espalda y los costados
colocados en círculo, cuatro brazos, cuatro piernas, dos caras, unidas a un cuello circular y
perfectamente semejantes, una sola cabeza, que reunía estos dos rostros opuestos entre sí, dos
orejas, dos órganos de sexuales, y todo lo demás en esta misma proporción.

Los cuerpos eran robustos y vigorosos y de corazón animoso, y por esto concibieron la atrevida
idea de escalar el cielo, y combatir con los dioses. Zeus examinó con los dioses el partido que
debía tomarse y se expresó en estos términos: ‘Creo haber encontrado un medio de conservar los
hombres y hacerlos más circunspectos, y consiste en disminuir sus fuerzas.
Los separaré en dos; así se harán débiles y tendremos otra ventaja, que será la de aumentar el
número de los que nos sirvan; marcharán rectos sosteniéndose sólo en dos piernas, y si después
de este castigo conservan su impía audacia y no quieren permanecer en reposo, los dividiré de
nuevo, y se verán precisados a marchar sobre un solo pie’.
En seguida mandó a Apolo que curase las heridas y colocase el semblante y la mitad del cuello
del lado donde se había hecho la separación, a fin de que la vista de este castigo los hiciese más
modestos. Hecha esta división, cada mitad hacía esfuerzos desesperados para encontrar la otra
mitad de que había sido separada; y cuando se encontraban ambas, se abrazaban y se unían,
llevadas del deseo de entrar en su antigua unidad, con un ardor tal, que abrazadas perecían de
hambre e inacción, no queriendo hacer nada la una sin la otra.
Cuando una de las dos mitades perecía, la que sobrevivía buscaba otra, a la que se unía de nuevo,
ya fuese la mitad de una mujer entera, lo que ahora llamamos una mujer, ya fuese una mitad de
hombre; y de esta manera la raza iba extinguiéndose.
Entonces, si se verificaba la unión del varón y la mujer, el fruto de la misma eran los hijos; y si el
varón se unía al varón, la saciedad los separaba bien pronto y los restituía a sus trabajos y demás
cuidados de la vida. De aquí procede el amor que tenemos naturalmente los unos a los otros; él
nos recuerda nuestra naturaleza primitiva y hace esfuerzos para reunir las dos mitades y para
restablecernos en nuestra antigua perfección.
Cada uno de nosotros no es más que una mitad que ha sido separada de su todo, como se divide
una hoja en dos. Estas mitades buscan siempre sus mitades. Los varones que provienen de la
separación de estos seres compuestos, que se llaman andróginos, aman las mujeres; así como
también las mujeres que aman a los varones. Pero a las mujeres, que provienen de la separación
de las mujeres primitivas, no llaman la atención los varones y se inclinan más a las mujeres. Del
mismo modo los varones, que provienen de la separación de los seres, buscan el sexo masculino”.

3) El Amor como intermediario entre el deseo y la producción: también dentro del Banquete Platón
presenta otro mito sobre el amor. Aquí nos quiere mostrar la naturaleza de Eros (el dios del Amor)
por medio de su genealogía. Varias ideas debemos rescatar aquí. Primero: Eros no es un dios,
sino un daimon, un intermediario entre los dioses y las personas, un mensajero que nos posee y
nos transforma. Segundo: el amor aquí será “el deseo de producir en la belleza”, que por un lado
puede significar la reproducción biológica, es decir, tener hijos, como también la producción de
obras de artes y de trabajos filosóficos. Y tercero, el amor tiene a su vez características un tanto
opuestas: por un lado nos habla de carencia, necesidad, con rasgos de mendigo o vagabundo; y a
la vez es un ser astuto, hábil y locuaz. La relación del amor con las relaciones humanas más
habituales es superada para ponerlo en contacto con las “producciones espirituales” y con la
tarea del filósofo, como aquel que está siempre en la cacería de su objeto de deseo que es el
saber. Citamos nuevamente al Banquete:
“Cuando nació Afrodita (diosa de la belleza), los dioses celebraron un banquete y, entre otros,
estaba también Poros (dios de la abundancia),el hijo de Metis (diosa de la prudencia). Después
que terminaron de comer, vino a mendigar Penía (diosa de la pobreza), como era de esperar en
una ocasión festiva, y se quedó cerca de la puerta. Mientras, Poros, embriagado de néctar -pues
aún no había vino-, entró en el jardín de Zeus y entorpecido por la embriaguez se durmió. Entonces
Penía, impulsada por su carencia, maquinando hacerse un hijo de Poros, se acostó a su lado y
concibió a Eros. Por esta razón es Eros, por una parte, acompañante y escudero de Afrodita, al ser
engendrado en la fiesta del nacimiento de la diosa y es por naturaleza un amante de lo bello.
Siendo hijo, pues, de Poros y Penía, Eros se ha quedado con las siguientes características. En
primer lugar, es siempre pobre, y lejos de ser delicado y bello, como cree la mayoría, es más bien
duro y seco, descalzo y sin casa, duerme siempre en el suelo y descubierto, se acuesta a la
intemperie en las puertas y al borde de los caminos, compañero siempre inseparable de la
indigencia por tener la naturaleza de su madre. Pero, por otra parte, de acuerdo con la naturaleza
de su padre, está al acecho de lo bello y de lo bueno; es valiente, audaz y activo, buen cazador,
siempre urdiendo alguna trama, ávido de sabiduría y rico en recursos, un amante del conocimiento
a lo largo de toda su vida, un formidable mago, hechicero y hábil con las palabras. No es por
naturaleza ni inmortal ni mortal, sino que en el mismo día unas veces florece y vive, cuando está
en la abundancia, y otras muere, pero recobra la vida de nuevo gracias a la naturaleza de su padre.
Mas lo que consigue siempre se le escapa, de suerte que Eros nunca ni está falto de recursos ni
es rico, y está, además en el medio de la sabiduría y la ignorancia.”

4) El amor como motor para ascender hasta el plano de las ideas: Un último punto que nos
interesa destacar es otro pasaje del Banquete en el que Platón reconduce la cuestión del amor
hacia las ideas. Si como mencionamos antes “el amor es deseo de producir en la belleza”, lo
correcto será llegar a producir en la máxima belleza posible. Pero primero deberemos superar
varias instancias: amaremos primero un cuerpo bello, luego a todos los cuerpos bellos y
finalmente a las almas bellas. Pero ese es solo el principio, ascenderemos hasta admirar la
belleza de las leyes, de las ciencias, del conocimiento, hasta que finalmente tengamos una
experiencia casi mística: contemplar la Idea de Belleza. Según Platón no es seguro que todos
podamos contemplarla, pero sí es cierto que la Belleza nos está llamando a través de todas las
cosas bellas para intentemos dirigirnos a ella y mejorarnos. Sin embargo nuestro problema es que
nos quedamos anclados en las bellezas menores, las más cercanas, la belleza física. Si nos
preguntamos un definición de amor platónico deberíamos pensar que el amor está para ascender
hacia un conocimiento superior, que a la vez es la restauración de una naturaleza humana antigua
que hemos perdido.

No olvidemos que el amor para Platón no puede separarse del conocimiento, y a la vez no
podemos pensar Amor y Saber separados de la Política y de una vida éticamente correcta.

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