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Si al ver los cuadros que pintas sientes que parecen opacos, sin vida o que en algunas zonas
se ven como “sucios”, o se te dificulta conseguir los colores de las sombras y las luces,
entonces este artículo te caerá de maravilla, porque abordaremos una tema crucial para
lograr resultados más profesionales.
Sin embargo, un brillante y cálido color rojo pierde su vivacidad al mezclarse con el
blanco, convirtiéndose en un frío rosa pálido, muy hermoso de por sí, pero muy diferente al
matiz original.
¿Has visto cómo el increíble color amarillo se transforma en un color verde oliva al sumarle
el pigmento negro? Este color es maravilloso para algunos paisajes y materiales, pero si
estás pintando un lirio amarillo iluminado por la cálida luz del sol, no sería muy apropiado.
color amarillo oscurecido con negro (izquierda) y con rojo y azul (derecha)
Quizá has sentido cierta timidez o miedo al poner sombras y luces, porque has visto cómo
el negro “ensucia” los colores, y cómo el blanco los opaca, así para no hacer muy notorio
este efecto los aplicas en menor cantidad. Esto conlleva además de obtener pinturas muy
opacas y agrisadas, unas obras aburridas por su poco contraste de valores, es decir, con
pocas variaciones entre tonos claros y tonos oscuros.
Las proporciones variarán según lo cálido o frío que necesitemos el color, así como lo
saturado o insaturado que requiera ser, entre otras consideraciones.
Lo importante es que dependerá más de cómo veas el color pues todo depende de la
temperatura que ilumina el sujeto, el material que lo compone, la atmósfera circundante, las
coloraciones de los objetos que lo rodean, etc. Es decir, no hay una fórmula exacta y
mágica. De hecho, se pueden combinar métodos y técnicas para lograr los resultados
deseados, como por ejemplo hacer luces o sombras frías y luego darles una temperatura
más cálida mediante veladuras.
A continuación te muestro los ejemplos con los tres colores primarios tal como salen del
tubo, y basándome en una paleta básica de ocho colores que he recomendado en varias
ocasiones: amarillo cadmio, amarillo limón, rojo cadmio, alizarina crimson permanente,
azul cerúleo, azul ultramar francés, sombra de tierras tostada y blanco de titanio.
Rojo cadmio
Usaremos prácticamente la misma estructura anterior, considerando que hacia la claridad
está el naranja y luego el amarillo, y hacia la oscuridad está un rojo más oscuro como el
alizarina crimson y luego el violeta que resultará al sumar el azul ultramar.
Azul cerúleo
Aquí sabemos que hacia el lado claro estaría el verde, pero ya de por sí el azul cerúleo lleva
algo de este matiz y es más claro comparado con otros azules, por lo que pasaremos
directamente a aclarar con blanco pero agregando un poco de amarillo apenas para
conservar la calidez del azul cerúleo y su tendencia verdosa.
Para oscurecerlo agregamos el otro azul que tenemos, el ultramar, que es más oscuro, y
luego un alizarina crimson para continuar el paso al violeta, que es el que sigue en la rueda
de colores. Simultáneamente introducimos sombra tostada y si deseamos un poco de
amarillo cadmio para conservar algo de la calidez del azul original.
Colores secundarios
Estos colores seguirán esquemas similares y estoy segura de que tu solo podrás descubrir
unos buenos esquemas para hacer las transiciones, una vez que comprendas a fondo la
lógica de lo que te he explicado. Tu tarea será hacer las degradaciones para el verde,
naranja y violeta, luego de practicar las de los colores primarios.
Si posees una paleta más extensa puedes hacer uso de otros colores para optimizar las
transiciones, como el amarillo ocre, siennas, el azul phtalo, amarillo de Nápoles, magenta,
violetas, etc.
Como en la mayoría de los casos los colores no están en su máxima intensidad, en su
estado puro, podremos ajustarlos con pequeñas cantidades de sus colores complementarios,
para neutralizarlos un poco, teniendo la precaución de no agrisarlos demasiado.