Вы находитесь на странице: 1из 5

La teoría del conocimiento de Kant, presentada en su Crítica de la razón pura,

pretende responder a las objeciones de Hume respecto al fundamento del


conocimiento científico, basado, según el filósofo inglés, sólo en la costumbre.

Una de las preguntas que Kant se plantea es: ¿qué puedo conocer? Para poder
responderla hay que señalar los principios y límites del conocimiento científico.
Kant defendió en un primer momento la metafísica dogmática racionalista
(razonando se puede alcanzar el conocimiento). Influenciado por Hume,
Kant examinó la Razón y propuso una “filosofía crítica”.
Para alcanzar el conocimiento, Kant propone la analogía de la revolución
copernicana: al igual que Copérnico consiguió comprender el movimiento de los
astros modificando las relaciones que se creía que existían entre ellos y el sol,
Kant cree que es posible comprender el conocimiento a priori si modificamos las
relaciones entre el sujeto y el objeto: se había considerado que el sujeto era
pasivo en el conocimiento y se tenía que adaptar al objeto para conocerlo. El giro
copernicano consiste en rechazar la concepción tradicional y considerar que el
sujeto es activo, y que son las cosas las que se deben adaptarse a nosotros.
Estas ideas llevan a los conceptos de Noúmeno y de Fenómeno: Noúmeno (o
Cosa en sí) es la realidad tal y como es en sí misma, independientemente de
nuestra experiencia; Fenómeno es la realidad dependiente del Sujeto, es el objeto
tal y como lo percibimos, sólo conocemos fenómenos.

Hay que diferenciar también entre conceptos empíricos y puros. Los primeros son
el resultado de generalizaciones tomadas de la experiencia, como "casa" o
"mesa". Los segundos no dependen en absoluto de la experiencia: son a priori,
y puestos directamente por el entendimiento, al modo del espacio y el tiempo.
Son las estructuras a partir de las cuales se generan los conceptos empíricos y
podemos, por lo tanto, formular juicios.
Como la ciencia es un conjunto de juicios, Kant se preguntará acerca de los
juicios y los clasificará en: juicios analíticos (no dan información nueva); juicios
(amplían nuestro conocimiento); juicios a priori (independiente de la experiencia);
juicios a posteriori (a partir de la experiencia). Los juicios más importantes son
los juicios sintéticos a priori, que por ser sintéticos amplían nuestro conocimiento,
y por ser a priori son universales y necesarios.
A continuación, distingue entre conocimiento a posteriori, (procedente de la
experiencia) y el conocimiento a priori (independiente de la experiencia).
Para saber si la Metafísica es una ciencia debemos investigar antes las
condiciones que hacen posible la ciencia. Hay dos tipos de condiciones: empíricas
(experiencia sensible) y a priori(no dependen de las circunstancias del sujeto sino
de la mente. Estas condiciones son universales, necesarias y no pueden dejar de
darse: espacio y tiempo).

La Crítica de la razón pura, obra de Kant está formada por tres apartados que se
corresponden con las tres facultades del conocimiento. Kant llama trascendental al
conocimiento del que poseemos intuiciones y conceptos a priori y de cómo estos
se refieren a la experiencia permitiéndonos organizarla para conocerla.
Los tres apartados son:
-La estética trascendental, que estudia la facultad de la sensibilidad. La
sensibilidad es una facultad que consiste en la capacidad de captar el mundo.
Nuestra mente lo primero que hace es recibir impresiones o sensaciones que nos
son dadas del exterior. Existen en el sujeto unas formas a priori de la sensibilidad
o intuiciones puras, responsables de reordenar los datos que obtenemos por los
sentidos y que Kant identifica con el espacio y el tiempo.
-La analítica trascendental estudia la facultad del entendimiento. El entendimiento
es la capacidad de pensar un objeto a partir de los datos dados por la sensibilidad.
Por ello se puede definir esta facultad como la que ordena los fenómenos dados
por la intuición sensible en categorias o conceptos. Las intuiciones sensibles no
pueden ser pensadas sin las categorías. Las categorías se aplican a las
intuiciones sensibles y se forman conceptos empíricos, que forman los juicios
sintéticos a priori. Todo ello nos lleva a negar la posibilidad de conocer la realidad
en sí misma
-La Dialéctica Trascendental examina la facultad de la razón y demuestra que la
metafísica no es una ciencia. La razón intenta unificar lo dado por el entendimiento
en unidades supremas. Las ideas de la razón se caracterizan por sobrepasar la
experiencia. Cuando estas ideas se toman como objetos de conocimiento se están
utilizando ilegítimamente. . Las tres ideas de la razón han dado lugar a tres ramas
de la metafísica: el alma, a la psicología racional, el mundo, a la cosmología, y
Dios, a la teología.
Alma, mundo y Dios son ideas que no se adquieren por intuición sensible ni hacen
referencia a la experiencia. Podemos pensar en ellas, pero no conocerlas, porque
son el límite donde nuestro conocimiento tiene que detenerse. El límite del
conocimiento es el límite de la experiencia.
La metafísica como disciplina científica es imposible, ya quiere alcanzar las cosas
tal y como son en sí mismas, sus objetos son transcendentes: el alma, Dios y el
mundo como totalidad. Ahora bien cuando hablamos de ciencia debemos
diferenciar entre percepción y conocimiento. La “percepción” incluye al cuerpo
porque usa los sentidos y parte de la mente, que los controla. La capacidad de
percibir hizo que el cuerpo fuese posible, tienes que percibir “algo” y percibirlo con
“algo”. El conocimiento sin embargo no solo se basa en lo sentidos, es más,
desconfía de ellos, sino que se sirve de la razón y de las ideas.
En conclusión: no se pueden establecer juicios sobre el alma, el mundo o Dios, y
por tanto, La metafísica NO es posible como ciencia. No podemos conocer
aquellas realidades de las que no tenemos experiencia ninguna. Nuestro
conocimiento está limitado a aquello de lo que podamos tener alguna experiencia.
Si la metafísica no es posible como ciencia, ¿cuál es su papel? Durante muchos
siglos, el hombre se ha empeñado en construir una ciencia que no está a su
alcance. Sin embargo aunque la metafísica no es posible como ciencia, puede
tener algún papel en el conocimiento del hombre. La metafísica es la expresión del
afán del hombre por conocer la verdad. El ser humano no se conforma con el
conocimiento limitado o incompleto de la realidad, aspira al conocimiento de todo.
La metafísica en cuanto ideal sí tiene un papel en el conocimiento, nos recuerda
que nuestro conocimiento no es completo y nos impulsa a aumentar el alcance de
lo que sabemos.
En Nietzsche, la reflexión sobre el conocimiento adopta dos actitudes:

La primera, de sospecha, se apresta al desenmascaramiento del conocimiento


como modo de engaño e ilusión, incluso como manera de olvido. Por eso,
empieza la narración “Sobre verdad y mentira en sentido extramoral”, con una
fábula en la que el conocimiento o la inteligencia nos la presenta como una
invención realizada por los hombres para poder sobrevivir, y sentirse el centro de
todo (antropocentrismo y pathos). Es un recurso utilizado por el hombre para
considerarse como algo especial.

La inteligencia la inventa y utiliza el hombre, para fingir, enmascarar y ocultar una


realidad que su debilidad no puede soportar.

La mentira en sentido moral significa un acto de enmascaramiento ante los demás,


de la auténtica personalidad y sentimientos, con el fin de sacar provecho.

La mentira en sentido extramoral, hace referencia a la incapacidad de acceder al


conocimiento auténtico de la realidad, por estar condicionados por un modo
determinado de percibir las cosas (perspectivismo). La auténtica realidad, la parte
instintiva y pulsional, el auto-conocimiento, nos es inaccesible. Nos es imposible
conocer el auténtico carácter de la naturaleza humana (“despiadado, codicioso,
insaciable, asesino... , un ser cruel y malvado”), la de un tigre que hemos
domesticado para se exhibido en un circo pero que, en el fondo, continúa siendo
un tigre.

La segunda actitud, de escucha, atiende a la génesis de esas ficciones que pasan


por verdades, apuntando a una transvaloración de todos los valores. El papel que
juega la inteligencia en el proceso de socialización, viene a ser el establecer un
pacto de convivencia –en la línea de Hobbes-. Mediante dicho pacto se establece
lo que es la verdad social, donde va a jugar un papel importantísimo el lenguaje.
La verdad por lo tanto no es más que una ficción, una convención establecida por
los seres humanos para poder entenderse y poder conocer la realidad.

Ambas actitudes son complementarias. Si la falsedad del conocimiento proviene


del olvido o del enmascaramiento de su génesis, habrá de ser una genealogía la
que desande el camino y nos ponga en la pista del auténtico saber.

espinoza
cuerpos animales o vegetales. En consecuencia, el alma, cuyo ser actual, como
hemos dicho, es el cuerpo, es también “más excelente y contiene más realidad”,
puesto que refleja una esfera de causas más amplia9 . No obstante, para Spinoza
el alma humana no conoce al cuerpo humano mismo, ni sabe que éste existe, sino
por las ideas de las afecciones del cuerpo: “Dios tiene la idea del cuerpo humano,
o sea, conoce al cuerpo humano, en tanto es afectado por otras muchísimas
ideas, y no en cuanto constituye la naturaleza del alma, estos es (por el Corolario
de la Proposición XI de esta Parte), el alma humana no conoce al cuerpo humano.
Pero las ideas de las afecciones del cuerpo se dan en Dios en cuanto constituye la
naturaleza del alma, o sea, el alma humana percibe esas afecciones (por la
Proposición 12 de esta parte), y, consiguientemente (por la Proposición 16 de esta
Parte), percibe el cuerpo humano mismo y ello (por la Proposición 17 de esta
Parte) como existente en acto”10. Pues bien, el alma humana no sólo conoce al
cuerpo mediante las ideas de las afecciones de éste, sino que también sólo se
conoce a sí misma en virtud de dichas ideas de las afecciones del cuerpo.
Reconstruyamos brevemente el argumento spinoziano: dado que, como hemos
visto, el alma humana no conoce al cuerpo humano mismo, vale decir, puesto que
el conocimiento del cuerpo humano no se refiere a Dios en cuanto Éste constituye
la naturaleza del alma humana, entonces tampoco el conocimiento del alma
humana se refiere a Dios en cuanto Dios constituye la esencia del alma humana.
Es en este sentido en que el alma humana no se conoce a sí misma. Empero,
como las ideas de las afecciones del cuerpo implican la naturaleza del cuerpo
humano, esto es, concuerdan con la naturaleza del alma, el conocimiento de
dichas ideas implicará necesariamente el conocimiento del alma, pues de tales
ideas hay conocimiento en el alma. Y sólo mediante este camino es que el alma
se conoce a sí misma.
para Spinoza el hecho de que el alma humana posea la idea de una afección
cualquiera del cuerpo humano no implica el conocimiento adecuado por parte del
alma del cuerpo exterior causante de dicha afección en el cuerpo humano12. En
suma: el alma no se conoce a sí misma sino en cuanto percibe las afecciones del
cuerpo; no conoce al cuerpo al que pertenece sino mediante esas mismas ideas
de las afecciones; afecciones mediante las cuales percibe, asimismo, los cuerpos
exteriores. Es decir, el alma humana no posee de sí misma, de su cuerpo y de los
cuerpos exteriores un conocimiento adecuado, sino tan sólo mutilado y confuso13.
El alma humana sólo posee un conocimiento adecuado de la eterna e infinita
esencia de Dios14. Ello se debe a que todas las cosas singulares implican la idea
del atributo divino del cual son modos, es decir, tienen a Dios como causa

thomas hobles
La teoría del lenguaje de Thomas Hobbes Hasta el momento hemos visto en qué consiste el saber
antepredicativo o prudencial. Este tipo de saber es compartido, según Hobbes, por los hombres y
por los animales ya que ambos comparten las capacidades que lo hacen posible. Sin embargo, los
animales no poseen lenguaje ya que esto es algo exclusivo del ser humano32. El lenguaje supone
un salto cualitativo para el hombre ya que le permite superar las limitaciones cognitivas del saber
prudencial, ampliar su campo de experiencia, comunicarse con sus iguales y transformar la
realidad en la que viven en pos de su propio beneficio. De lo que se trata ahora es de ver el origen
y las características del lenguaje a través del análisis de la teoría lingüística de Hobbes y de dejar
para el siguiente apartado, el cuarto, los beneficios que el lenguaje confiere a los hombres a través
del desarrollo de las ciencias. 3.1. El lenguaje: entre la sensibilidad y el artificio convencional Para
Hobbes, todo conocimiento comienza o remite en última instancia a lo sensible y el conocimiento
predicativo cumple también con esta máxima epistemológica33. El lenguaje trata de conservar o
de transmitir nuestros propios fantasmas y la manera en la que éstos se relacionan en nuestra
mente a través de una serie de señales y signos sensibles que serán comunes a toda la comunidad
de hablantes34. Veamos cómo se desarrolla todo este proceso. Puede suceder en primer lugar
que un hombre decida, con el objetivo de conservar todo ese conocimiento experiencial adquirido
a lo largo de su vida, buscar algún medio que le permita dejar constancia de él. La mejor manera
de hacerlo es crear una serie de símbolos sensibles que, al ser percibidos, provoquen en su mente
el recuerdo de aquellos fantasmas o de aquella cadena de pensamientos a los que deben aludir.
En este caso, el lenguaje actuará como señal: Una señal es, por tanto, un objeto sensible que un
hombre puso voluntariamente, con el fin de recordar algo del pasado cuando aquél se presenta de
nuevo ante sus sentidos35. Pero cuando esos símbolos que hemos creado para conservar y
recordar pensamientos propios son compartidos y aceptados por toda una comunidad, podemos
usarlos para comunicar a los demás nuestros propios contenidos mentales. En este segundo caso,
el lenguaje funcionará como signos de nuestros pensamientos, o lo que es lo mismo, podrá evocar
en la mente de los demás nuestros propios fantasmas y la manera en la que éstos son ligados por
nuestro cerebro36. Para poder poner en práctica esta función dialógica del lenguaje lo único que
necesitamos es acordar con los demás los pensamientos que cada uno de los signos deberá evocar
en las mentes de los receptores37. Así pues, el lenguaje necesita significar algo y ese algo son
nuestros fantasmas sensibles y las uniones que nuestra mente hace de ellos. Esto demuestra que
el lenguaje remite en última instancia a lo sensible38. Pero este lenguaje, ni es natural, ni ha sido
enseñado a los hombres por Dios39. Han sido ellos los que han visto la necesidad de utilizarlo
como nota y como signo de sus pensamientos y los que, con esa intención, han decido fijar los
significados de aquellos símbolos sensibles con los que aleatoriamente llamaron a cada cosa. Es
verdad que el lenguaje parte de lo sensible y que se elabora a través de elementos sensibles como
voces, sonidos, símbolos visuales, etc., pero es una creación humana40. Por lo tanto, el lenguaje es
totalmente artificial y convencional y, una vez que designa a las cosas a través de lo que sabemos
de ellas, prescinde de lo sensible para funcionar a partir de sus propias reglas41. Es esta capacidad
para crear nuestra propia forma de comunicarnos lo que diferencia a los hombres de los animales.

Вам также может понравиться