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Capítulo 1
El Neoclasicismo es el nuevo periodo artístico que se desarrolla durante las últimas décadas
del siglo XVIII, hasta la caída de Napoleón en 1815. El siglo XIX denominó ese momento del
Arte como Neoclasicismo por su carácter de “revival” de estilos pasados, de búsqueda del
modelo ideal y sobre todo, de fascinación por la historia. El Neoclasicismo, lleno de corrientes
contrapuestas y de manifestaciones artísticas diversas, nos habla de la existencia de una nueva
sensibilidad en el ocaso del Antiguo Régimen.
mercado. El artista neoclásico pasa de ser un mero artesano para tener el cometido de reflejar
en sus obras aquellos aspectos que tuvieran un sentido social y que ensalzaran las virtudes
cívicas. Con la desaparición de la preponderancia de la Iglesia, la moral religiosa deja paso a
una ética civil que queda recogida en las obras de arte. Los ejemplos morales que eran
recogidos de los escritos religiosos son sustituidos por modelos sacados de la literatura clásica
o de la historia medieval.
Surgen los primeros museos (bien entrado el s. XVIII) y las exposiciones en las que el público
medio podía conocer las obras de la Antigüedad y las recientes.
El primer museo en abrir sus puertas al público fue el British Museum de Londres en 1753,
aunque hasta entrado el siglo XIX no se abrió totalmente al público.
Hacia 1815, tras los fracasos de la Revolución y la desilusión que produjeron sus resultados,
muchos artistas rechazan todo aquello que tiene que ver con el Clasicismo impuesto. El
rechazo hacia lo francés estimuló la búsqueda de lo autóctono, de las raíces culturales de cada
nación y lo medieval se mostró cada vez más como la herencia histórica no contaminada. La
desconfianza hacia la Razón, como motivo supremo, refleja la nueva orientación de las artes:
una nueva sensibilidad había nacido, aquella que brota de la individualidad del artista.
3. Nueva sensibilidades
Con Winckelmann nacía la Historia del Arte, al publicar -en 1764- el primer tratado de arte
antiguo. Fue uno de los principales teóricos y una figura clave en la difusión del ideal clásico.
Winckelmann desaprobaba el arte rococó francés al que ponía como ejemplo de decadencia.
Su análisis del arte antiguo, en el que elogia el clasicismo griego y postula el concepto de
belleza absoluta, muestra una estimación del arte en función del espacio en el que nace,
considerando que el sentimiento es indispensable para enfrentarse y disfrutar una obra de
arte. Su idea de que el arte sólo puede adquirir valor
naciendo en un contexto de libertad, se convertirá en
uno de los ideales de la Revolución. No propugna la
copia de lo griego, sino la emulación de sus cualidades
estéticas y morales. Así pues, se da en Winckelmann la
fusión de las ideas de la Ilustración con el arte de la
Antigüedad.
Lo clásico, teorizado por Winckelmann y Mengs, y lo romántico teorizado por los partidarios
del renacimiento gótico y por los pensadores alemanes, serán constantes en la cultura artística
moderna.
Desde 1795 los límites entre neoclasicismo y romanticismo se hacen tan estrechos que
imposibilitan su clasificación; esa ambigüedad es la más clara muestra de ese arte entre siglos.
También fueron consultados los libros del abate Marc-Antonine Lauger, “Essai sur
l’Architectura”, 1753, y “Observations sur l’Architecture”, 1765, sobre la misión de la
arquitectura en la sociedad. La obra es un manifiesto para la regeneración de la arquitectura
que debe retornar a la naturaleza, que tiene su origen en la cabaña primitiva. Sus teorías sobre
la ordenación de la ciudad marcarán la orientación del urbanismo. Sus teorías tuvieron una
gran difusión en toda Europa.
Revisión del clasicismo, racionalismo, pintoresquismo y gusto por lo arqueológico serán los
ingredientes de la nueva arquitectura.
Étienne-Louis Boullée (1728-1799), destaca por su labor como teórico y docente. En la década
de 1780 realizó un cuaderno de proyectos, verdaderas obras pictóricas: L’Architecture,
acompañado de textos, en el que resume su idea de que la arquitectura puede producir
sensaciones. Para él lo más importante en arquitectura es el arte de combinar las masas de
forma efectiva. Uno de sus proyectos más celebrado, el Cenotafio de Newton, 1784, presenta
el diseño de una esfera en cuyo interior sólo se coloca el sarcófago, que recibe luz por
diferentes aberturas que reproducen las constelaciones y que proporcionan al interior una
iluminación cambiante según las horas del día.
Las teorías de Boullée tendrán gran incidencia en el siglo XX cuando arquitectos como Le
Corbusier volverán sobre su figura para buscar los orígenes de la arquitectura moderna.
Claude-Nicolas Ledoux (1736-1806) es otra las figuras que justifican el título de revolucionario
o visionario. El carácter moderno de su arquitectura proviene del hecho de que se sirve de los
recursos que le proporcionan las formas geométricas en el espacio. Construyó los cuarenta y
cinco fielatos para París entre 1785 y 1788 con la ayuda de su discípulo Jacques-Denis Antoine.
Conocemos los dibujos y aún subsisten cuatro de ellos.
Durante esos años los ingenieros cobraron una gran importancia porque llevaron a cabo
destacadas obras públicas y reformas urbanas que pretendían consolidar la imagen de
progreso que el poder centralista de Napoleón pretendía. Desde la École Polytechnique,
institución creada en 1794 para la formación de los ingenieros, se impulsa una arquitectura
basada en los recursos técnicos y científicos y se pone a las órdenes de los programas del
nuevo poder y de la sociedad salida de la Revolución.
Jean-Nicholas-Louis Durand,
1760-1834, discípulo de
Boullée, fue catedrático de
arquitectura de la École
desde 1795 a 1830 y es una
figura capital en la
enseñanza y difusión de la
nueva concepción técnica de
la arquitectura. Seguidor de
la arquitectura “visionaria”,
pone en entredicho la
capacidad técnica de los
Durand: Preçis des leçons. arquitectos tradicionales y
rechaza la doctrina de la
Percier y Fontaine: Dormitorio de Josefina, Palacio de Malmaison.
imitación de modelos
anteriores y el canon antropométrico, pasando a utilizar el sistema métrico decimal. En 1800
publica sus teorías ofreciendo un repertorio de tipologías arquitectónicas históricas que no se
construirían siguiendo la tradicional escala antropométrica, sino por la aplicación de un
módulo fijo que podría combinarse a voluntad. Ese nuevo sistema de proyección se basaba en
el ángulo recto y el cuadrado y una retícula de la que, mediante oportunas combinaciones,
surgen la planta y el alzado. El empleo de este sistema tiene una importancia decisiva en la
arquitectura de los ingenieros así como en las construcciones metálicas.
Lo más importante de la obra de Percier y Fontaine fue el plan para unir el palacio del Louvre
con las Tullerías. Entre 1806 y 1808 levantaron el arco del Carrousel siguiendo el modelo del de
Septimio Severo de Roma que se pensó sirviera de basamento para los caballos griegos
llevados desde Venecia como botín de guerra.
Jacques Gondoin y Jean-Baptiste Lèpere, imitando la columna Trajana de Roma que narra las
victorias del emperador romano, levantaron en la plaza Vêndome la columna de la Grande
Armée destinada a narrar las campañas del Emperador. Todos los proyectos de estos años
responden a la intención de establecer una imagen que reflejara el poder de Napoleón como
un nuevo emperador romano.
Percier y Fontaine diseñaron el trazado de las calles y las viviendas de la rue de Rivoli, la rue
Castiglione, la rue Napoleón (hoy de la Paix) y la plaza y rue de Pirámides, un barrio que se
caracteriza por la sucesión de arquerías en la parte baja y la repetición del mismo modelo de
vivienda, con cubiertas con mansardas adecuadas al clima de París aunque el tipo de
residencia y su decoración se deba al recuerdo de las construcciones italianas del
renacimiento.
Los dos arquitectos son autores de los pasajes cubiertos más antiguos de París como la Galería
de Orleáns, 1829 y la Galería Colbert, 1825, una tipología en la que los estucados con motivos
pompeyanos y las cubiertas de hierro y cristal serán profusamente imitados a lo largo del siglo
XIX.
Un jardín paisajista debía adecuarse al terreno a fin de aprovechar sus irregularidades, además
de incorporar pequeños edificios o ruinas. William Kent, 1685-1748, proyectó varios jardines,
uno de ellos para el castillo de Blenheim. Junto a Lancelot “Capability” Brown, 1715-1783,
diseñó el de Stowe, en Buckinghamshire.
William Chambers realizó en 1761 los jardines de Kew Castle en Londres, donde los templetes
dedicados a Belona, a Aretusa o a Eolo, se repartían entre la variada floresta y se
acompañaban de una pagoda china, una moda de arquitecturas pintorescas que defendió y
utilizó en sus diseños.
John Wood padre, 1704-1753, proyectó para el ensanche de la ciudad balneario de Bath, en
Avon, un tipo de vivienda burguesa unifamiliar dispuesta en hilera con fachadas de columnas
que se extienden a modo de telones.
El modelo tuvo éxito y fue reutilizado por John Nash, 1752-1835, en 1812, en Regent’s Park de
Londres y en la “new town” de Edimburgo. Regent’s Park se unía a la nueva vía, Regent’s
Street, a través de un “circus”, que se denominó Park Crescent, formado por “terraces” de
pórtico columnado a modo de telón corrido. Lo más característico del trazado de Regent’s
Street es la ausencia de ejes de simetría. Nash procedió a unificar las diferentes tramas
urbanas con construcciones de fachadas uniformes que enlazaban los puntos clave del
recorrido que se acentuaban con sectores achaflanados como es el caso de Oxford Circus o
Piccadilly.
John Word: Park Crescent, Bath, Inglaterra. John Nash: Park Crescent, Londres.
En Londres, tras la guerra contra Napoleón, durante la regencia del luego rey Jorge IV, 1820, se
pretendió convertir la ciudad en un escenario urbano grandioso para equipararlo a los
proyectos que Napoleón había planeado para París. La finca de Marylebone, situada al norte
de la ciudad, se convirtió en un
gran parque al estilo pintoresco con
jardín botánico, lago, zoo y todo
tipo de elementos característicos
de un jardín paisajista. A su
alrededor se dispusieron viviendas
unifamiliares adosadas con jardín
delantero y patio trasero, que
formaron “terraces” como una
sucesión de escenarios
residenciales a los que Nash y otros
arquitectos como James Burton,
1761-1837, contribuyeron a dar un
aspecto majestuoso.
Pero también hubo arquitectos que elaboraron un lenguaje propio que poco tenía que ver con
la imitación del pasado. George Dance, 1741-1796, consiguió en la prisión de Niégate en
Londres una arquitectura que podríamos considerar “parlante”, aquella que con su
monumentalidad y expresividad refleja su destino.
Es la obra de John Soane la que supera todas las categorías de regeneración de las artes,
tradición o pintoresquismo que se resumen en su obra capital: su propia residencia en
Lincoln’s Inn Fields de Londres, residencia burguesa y auténtico museo de sus inquietudes.
Edificio ecléctico, mezcla de arqueología, racionalidad arquitectónica y pintoresquismo. Su
arquitectura está caracterizada por los juegos de luces, los efectos escenográficos al modo
piranesiano y la esquematización de los elementos constructivos. En 1788 empleó esas mismas
soluciones, de manera más monumental, en la remodelación del Banco de Inglaterra.
lo que respecta a los modelos, sino también separando los métodos de enseñanza gremiales
para poner en marcha un método más científico en el que la geometría y las matemáticas
tenían gran importancia. La Academia institucionalizó un barroco clasicista que consideraba
debía ser la imagen de la grandeza de la Monarquía.
Ventura Rodríguez, 1717-1785, fue el conductor de esa evolución desde la tradición española
al barroco clasicista a través de su propia obra y desde la Comisión de Arquitectura de la
Academia.
Juan de Villanueva, 1739-1811, pensionado en Roma entre 1759 y 1764, toma lo necesario de
la tradición hispana para desarrollar un lenguaje en consonancia con su tiempo. A la vuelta de
Italia realizó un viaje a Granada y Córdoba lo que le permitió conocer el arte islámico y
también la arquitectura de la Capilla Real de Granada con los enterramientos de los Reyes
Católicos y publicó Las Antigüedades Árabes de España.
En 1768 es nombrado arquitecto del monasterio de El Escorial y las obras que allí realiza -las
diversas casas de Oficios, del Cónsul de Francia, de Infantes, la del Ministro de Estado- remiten
al modelo del Monasterio, la referencia histórica más importante y a la necesidad de
adecuarse al marco urbano.
El Museo del Prado, el Jardín Botánico y el Observatorio Astronómico fueron obras incluídas en
el programa cultural de corte ilustrado del gobierno de Carlos III. Villanueva muere en 1811
cuando se encontraba trabajando para José Bonaparte en la remodelación de los alrededores
del Real Palacio.
La generación posterior a Villanueva asumió los principios neoclásicos. Ignacio Haan (1758-
1810), estuvo en Roma entre 1780 y 1786. Empleó un lenguaje severo que recuerda a
Villanueva por el uso de paramentos de
ladrillo.
modernidad. Tras su paso por Roma en 1790 planteó un clasicismo que hunde sus raíces en la
arquitectura de los revolucionarios con obras perfectamente inmersas en sus marcos urbanos.
Las iglesias de Motrico (1798) y Bermeo (1807) son auténticos hitos en sus poblaciones,
enclavadas en situación elevada, son templos de líneas severas que esquematizan los modelos
clásicos.
Sus obras tras la Guerra de la Independencia, también en el País Vasco, son propuestas para
una ciudad burguesa: el teatro de Vitoria (1820), los ayuntamientos de San Sebastián y Bilbao,
abren la puerta a una nueva concepción de la ciudad que tendrá su continuidad a lo largo del
siglo XIX.
Los principales temas serán: retratos, mitológicos, cuadros de historia En 1761 Anton Raphael
Mengs (1728-1779) terminó en la bóveda de la galería de Villa Albani su pintura El Parnaso, en
la que se reflejaba todo el bagaje que el arte arrastraba: aparece la devoción por la estatuaria
antigua (la figura central de Apolo parece el Apolo de Belvedere), una versión reducida de una
columna de Paestum sirve de apoyo a una de las musas, en una composición con apariencia de
relieve, dibujo preciso, frialdad de color y una deuda inevitable con Rafael de Urbino. Ha
desaparecido toda la parafernalia del barroco para crear una yuxtaposición de escenas que
trasladan una intencionada frialdad y un distanciamiento excesivamente artificioso.
Muchos artistas crearon un arte de motivos menores, lleno de escenas sensibles o cotidianas
que nos hablan de los gustos de la burguesía emergente tan relacionada con la moda del
rococó. Los héroes pueden ser personajes contemporáneos que también reflejen la virtud
cívica. Desaparece así la jerarquía de los temas tan claramente definida en el clasicismo.
Otros artistas volvieron sus ojos hacia los personajes de la literatura antigua, como Homero o
Virgilio. La Razón ya no sería en adelante la rectora del arte, los sentimientos la habían
sustituido.
Jacques-Louis David es el pintor más importante del Neoclasicismo. En sus primeras obras se
advierte su devoción por el arte romano y los temas clásicos, algo que queda confirmado
durante su larga estancia en Roma.
Después de cinco años en la Ciudad Eterna, comienza lo que se podría denominar el período
intelectual de David, en la década de los ochenta. David se convirtió en el miembro más
influyente del Comité de Instrucción Pública y uno de los firmantes de la pena de muerte de
Luis XVI. Su estilo es frío, severo, equilibrado, opuesto al espíritu rococó. Cuida mucho el
dibujo: da primacía a la forma sobre el color y la luz. Las figuras aparecen con contornos bien
delimitados, como esculturas.
Sus composiciones son simétricas, de escasa profundidad y con figuras ordenadas en filas
paralelas. Busca los temas heroicos y el desnudo como exponentes de la belleza y de la
perfección, tanto si representa temas de la antigüedad como temas de su época.
Su papel durante la Revolución fue de propaganda de los valores y del poder del pueblo que
plasmó en el dibujo de 1791 El Juramento del Juego de Pelota que nunca llevó al lienzo y
donde volcó todos los modelos clásicos que había tenido ocasión de conocer.
La Muerte de Marat (1793. Bruselas Musée Royal des Beaux Arts), héroe de la Revolución, lo
equipara a Cristo con el pecho atravesado y La muerte de Bara (1794, Avignon, Musée Calvet),
también héroe de la Revolución, nos lo muestra muerto sobre la escarapela tricolor, como la
Santa Cecilia de Stefano Maderno (1600). Son los mártires de la libertad.
Napoleón en su estudio (1812, Nacional Gallery of Art, Washinton) es casi una imagen íntima
del personaje en su despacho rodeado de documentos trabajando por sus gobernados a altas
horas de la noche.
En Napoleón cruzando los Alpes (1800-1802) le asocia con la figura de Aníbal, tal y como reza la
inscripción sobre una roca. Existen cinco versiones de la misma obra, realizadas con ligeras
variantes en el colorido y en los detalles.
La coronación de Napoleón (1807-Museo del Louvre, París) inaugura un nuevo tipo de pintura
de historia, alejada de los episodios de la historia antigua aunque se inspire en la obra de
Rubens La coronación de Maria de Médicis. Esta será crónica de actualidad ejecutada con gran
preciosismo y con unas proporciones desmesuradas, características todas que serán imitadas a
lo largo del siglo XIX (óleo sobre lienzo, 523 x 715 cm).
Con la caída de Napoleón David emigra a Bruselas. En parís quedan sus discípulos que
transformarán la pintura neoclásica con elementos ya plenamente románticos.
Jean Augueste Dominique Ingres (1780-1867). Sin lugar a dudas fue el mejor alumno de David,
pero también el más diferente a su maestro.
David, en cambio, se limita a determinar el contorno del objeto real. En Ingres no existe el
deseo de David de hacer llegar a la gente la virtud a través de su pincel, ya que el pintor no
concibe la misión didáctica del arte. Practica un estilo más poético, prerromántico
prácticamente. Su pintura pierde el contenido político que tenía la de su maestro.
Estos pintores se niegan a mirar únicamente en los artistas de la Antigüedad para inspirarse.
Prefieren intentar aprender de sus propios pensamientos, de su observación de la naturaleza y
de sus conclusiones sobre ello. La Invención debe de ser la finalidad principal de cualquier
artista que se desee ser considerado como tal. Esta Invención debe de ir por encima de la
propia Naturaleza, la cual no debe de ser copiada, sino observada. Lo mismo ocurre con la
tradición artisticaa, la cual debe de ser tenida en cuenta, pero no imitada.
Buscan las escenas nocturnas para sus obras, predominando las sombras, los sueños y las
alucinaciones. Con este estilo, de sombras, de irracionalidad y de fantasía se encuentra el
contrapunto a las luces de la razón.
Johann Heinrich Füssli (1741-1825), nacido en suiza y más conocido por su nombre inglés,
Henry Fuseli elaboró su propio código plástico a partir de una formación germánica y su
conexión con el movimiento Sturm und Drang y con Winckelmann.
En 1770 hace el Grand Tour (viaje para conocer las obras de la antigüedad in situ) y sus
ilustraciones muestran la fascinación por las ruinas clásicas y por los grabados de Piranesi, pero
su percepción de las ruinas le aleja del estilo equilibrado de sus contemporáneos. Desde muy
pronto mostró un gusto peculiar por aquellos temas que mejor se ceñían a la estética de los
sublime: terror, misterio y angustia, plasmados en sus ilustraciones el Infierno de Dante o
Macbeth de Shakespeare. En su obra fuerza las composiciones y las formas, en la línea de
Miguel Ángel, para conseguir mayor dramatismo. Juramento sobre el Rütli (1780, Rathaus de
Zurich) retoma el argumento de la formación de la Confederación Helvética con actitudes
exageradas en aras de la exaltación de la unión política.
Las imágenes de Newton y Nabucodonosor (1793, The Tate Gallery, Londres) presentan un
paisaje tenebroso, ambiguo e incierto en el que el colorido plano y las formas casi
miguelangelescas nos transportan a la esfera de lo sublime.
Sus poemas iluminados son obras de arte total en las que los detalles vegetales apoyan el
poder de la palabra; plantas y flores tienen para él una simbología de carácter sexual a la vez
que son proyecciones de la divinidad.
Fue un pintor de éxito. Con unos comienzo difíciles en Zaragoza llegó a vicedirector de Pintura
de la Academia de Nobles Artes de San Fernando en 1785, pintor del rey en 1786, pintor de
Cámara del rey Carlos IV en 1788, director de pintura de la Academia en 1795 para ser desde
1799, primer pintor de Cámara.
La terrible enfermedad de 1792 que le dejó sordo para siempre, hasta el extremo de tener que
aprender a hablar por señas, le convirtió en arquetipo del pintor moderno atormentado y
genial. Nigel Glendinning dice que sufrió un envenenamiento por plomo, lo que explicaría las
alucinaciones que en buena medida se comienzan a reflejar en su obra. Su pintura ya no sería
nunca una pura imitación de la naturaleza, el ideal del pintor clásico, ni siquiera imitación de
un modelo ideal como había propuesto Mengs, sino que, aunque realista, será una muestra de
su capacidad creadora y vendrá a colmar su necesidad interior de expresividad. Su visión será
la del sujeto que ha asistido a cambios políticos, a transformaciones artísticas y a notables
variaciones del gusto artístico. Incorporó a su producción artística obras en las que razón y sin
razón se entremezclaban con una peculiar manera de mirar y sentir la sociedad que le
rodeaba; en sus obras aparecen elementos propiamente románticos como lo extraño, lo
exótico, lo grotesco, lo misterioso y sobrenatural, la oscuridad y sus poderes, los fantasmas, los
vampiros, el terror anónimo, lo irracional, lo inexpresable.
Goya no fue un artista precoz ya que su estilo se fue formando y evolucionando lentamente
bajo la influencia de los acontecimientos que le tocaron vivir y que le afectaron
profundamente.
El arte de Goya se nos presenta lleno de contrastes: representaciones de fiestas alegres que
exaltan la vida al lado de sucesos dramáticos y de muerte; escenas de niños que juegan felices
y otras misteriosas y alucinantes de brujas participando en aquelarres; retratos de la nobleza
pero también de los ilustrados y de los "majos" y las "majas" que simbolizan lo popular. Pintó
lo bello con exquisita delicadeza, pero también supo reflejar lo feo, lo terrible, lo monstruoso.
En Goya apunta algo que es propio del mundo moderno: lo grotesco. Se enfrentó con el
academicismo de sus maestros y de sus contemporáneos, oponiéndose a la estética
neoclásica. El dibujo pierde importancia frente al color, a la inspiración y al movimiento.
Fue un pintor esencialmente colorista. Afirmaba que sus verdaderos maestros habían sido
Velázquez, Rembrandt y la propia naturaleza. Del primero hereda el amor por el retrato
psicológico; del segundo, la profundidad espiritual y la técnica pastosa; de su tercer maestro, la
naturaleza, hay abundantes pruebas en los paisajes de los cartones para tapices.
Pero aún hay otro factor, la imaginación. Goya no conoció límites para sus facultades y en esto
se aprecia su romanticismo. Combina el realismo con la imaginación creando, a partir de lo
real, un mundo propio en el que la fantasía y la crítica juegan un papel aún más importante
que la realidad visual.
Crea un arte testimonial y comprometido en el que lleva a cabo una crítica de todos los
estamentos sociales: Corte, iglesia, nobleza, la sociedad en general. Temáticamente su obra es
muy variada, estando presente en la misma casi Iodos los géneros.
Utilizó principalmente la técnica del óleo que aplica sobre los más diversos materiales (lienzo,
tabla, pared, etc.), pero también realiza frescos, litografías, aguafuertes, etc. Empleó
normalmente composiciones de tipo neoclásico, es decir, tiende a la ordenación geométrica y
regular.
Las figuras se agrupan en triángulos, cuadrados, pirámides. Para que se distingan bien los
personajes en los retratos colectivos crea líneas paralelas oblicuas. Sin embargo, en la etapa de
madurez busca la libertad compositiva pero siempre mantiene unas líneas rectoras que evitan
el caos compositivo.
repasado los vicios de la sociedad de finales del siglo XVIII, la situación de las mujeres, la
superstición difundida por un clero inútil y explotador, además de un retablo de vicios y
costumbres en el que en ocasiones se recurre a los animales para escenificar las lacras de la
sociedad, algo muy propio de la literatura de esos momentos como las Fábulas Morales (1781)
de Félix María de Samaniego (1745-1801). Desea la regeneración moral de la sociedad. Pero
también están presentes las obsesiones del artista en un momento histórico en el que los
logros de la Ilustración han sido casi borrados por los horrores de la Revolución Francesa, el
dictado del Terror y la muerte en la guillotina de Luís XVI de Francia. El grabado número 43 de
los Caprichos El sueño de la Razón produce Monstruos que realizó en 1797, resume su
pensamiento en esos momentos y lo que va a ser su obra, el hecho de que cuando la razón
deja paso al sueño se liberan los monstruos del subconsciente; tras el imperio de la Razón llega
el terror.
Sus retratos hasta el inicio de la guerra de la Independencia nos dejan una galería de
personajes, tratados con benevolencia e incluso con cariño como en el caso de La Condesa de
Chinchón (1800, Museo del Prado) a la que ya había pintado de niña junto a su familia: La
familia del Infante Don Luis (1784, Fondazione Magnani-Rocca, Parma).
El chocante retrato de La Familia de Carlos IV (1800, Museo del Prado) que aún sorprende por
la verosimilitud y falta de boato en la representación de los retratados, no es sino una muestra
más del nuevo gusto, Goya no pintaría nunca estos encargos con la intención de caricaturizar,
sino que representa la nueva consideración de la realeza cuando la Revolución Francesa ha
dejado su estela de terror y los tambores de guerra ya anuncian la decadencia del Antiguo
Régimen.
En 1808, Goya es ya un hombre viejo, sobrevivió al conflicto con los ojos abiertos ante lo que
sucedía a su alrededor y su arte le sirvió para liberar sus monstruos y le convirtió en un testigo
asombrosamente lúcido de lo acontecido. Goya redujo su carácter de cronista a la expresión
“yo lo vi”, la proyección de sus sentimientos sobre la guerra y sus atrocidades, que se iban
fijando en su mente como una pesadilla. Cuando en 1810 comienza la serie de Los Desastres
de la Guerra su cabeza está colmada de escenas terribles, que vividas, leídas o narradas por
amigos y conocidos, le obligarán a tomar partido y a desahogarse con su arte. Los Desastres no
son un encargo, ni serán conocidos hasta muchos años después cuando el pintor ya había
fallecido. Son la expresión de un sentimiento irrefrenable y pesimista sobre el drama de la
contienda. Goya, ante la falta de medios empleó materiales muy precarios que dieron lugar a
escenas en las que las figuras se recortan sobre fondos vacíos, llenas de fuertes contrastes y
apenas gradaciones tonales que sitúan la acción en escenarios intemporales, escenas sin
conexión entre ellas, son una sucesión de episodios, pero que logran que el hecho que se
pretende narrar sea verosímil: la escenificación de la tragedia. Las semejanzas compositivas de
las estampas goyescas con cuadros y grabados de Henry Fuseli son innegables. Valeriano Bozal
escribió que muchos de estos elementos fantásticos tienen mucho que ver con la poética de lo
sublime, que trata de sacudir el ánimo del espectador de forma violenta. Lo característico de
Goya es que lo aborda en tiempo presente, aunque el suceso es intemporal, podría suceder en
cualquier guerra. Pro sus testimonios no son reflejos de patriotismo o heroísmo, sino que es
una crítica amarga sobre la lucha por la libertad.
Tras el drama bélico Goya debe enfrentarse a un proceso de depuración que el regreso de
Fernando VII, la forzosa vuelta al orden, hace inevitable. Por ello solicita hacer dos cuadros
para colgar del Real Palacio que conmemoraban la lucha el heroísmo del pueblo frente al
invasor. La carga de los mamelucos y Los fusilamientos del 3 de mayo. Estos dos cuadros nunca
llegaron a colgar en el Palacio y son la mejor muestra de su concepto de la historia que no
construye para santificar a los héroes, sino a un pueblo víctima de la violencia y que nada
puede hacer para evitar la tragedia. Hasta su muerte en Burdeos en 1828, donde se había
exiliado, Goya trabajó abundando en la visión negativa de la España de Fernando VII. En 1815
comienza a grabar la Tauromaquia donde retoma temas ya elaborados en los cartones para
tapices y también aborda los dibujos y los grabados de los Disparates, una vuelta de tuerca
más sobre los vicios, la intolerancia y las supersticiones de la sociedad.
Tras una recaída en su enfermedad compra en 1819 la Quinta del Sordo, junto al río
Manzanares que llena de escenas fantasmagóricas e impactantes como Saturno devorando a
sus hijos, El Aquelarre, Las Parcas, Judith y Holofernes o la sorprendente Leocadia.
F. de Goya: El Aquelarre.
Lo más notable de Goya es su nula proyección sobre otros artistas, tan sólo algunos siguieron
la veta popular que puede asociarse al costumbrismo.
El arte oficial caminará de la mano de pintores tan relevantes como José de Madrazo (1781-
1859) y el valenciano Vicente López Portaña (1772-1850) poseedores de una buena técnica y
excelentes intérpretes de los nuevos gusto burgueses. Madrazo será la cabeza de una dinastía
de pintores que retratarán a monarcas y ricos personajes aunque su aprendizaje lo hizo en
París con David en la línea de un neoclasicismo a ultranza. En la muerte de Viriato, jefe de los
lusitanos (h. 1808, Museo del Prado) bebe, al igual que Goya, del dibujo de Flaxman y del gusto
por la estatuaria clásica.
El caso de Vicente López también es una clara muestra de su alejamiento de la obra goyesca.
En su espléndido retrato de Francisco de Goya (1826, Museo del Prado) refleja su interés por el
naturalismo y el decoro en la representación, nada hay de esa introspección que Goya refleja
en sus autorretratos de la última época, por ello Goya es la excepción en la pintura española
de su tiempo.
Capítulo 2
El Romanticismo. Un Nuevo
Sentimiento Artístico
1. Introducción: Las lágrimas del romántico
Es muy difícil establecer una cronología clara del arte romántico. El primer romanticismo se
vincula a la aparición de las revoluciones (Independencia Americana, Revolución francesa,
luchas nacionalistas) a finales del siglo XIX. A partir del s.XIX estas luchas revolucionarias se
convierten en luchas estéticas. Es muy difícil establecer separaciones claras entre
neoclasicismo y romanticismo. Suele presentarse como una rebelión a los estragos del
racionalismo ilustrado. Hay un rechazo del seguimiento escrupuloso de la norma clásica. El
romántico plantea la primacía de su propia
individualidad creadora. Se defiende también
la tradición del mundo medieval, a quien
consideraban mas cerca de la naturaleza. El
protagonismo se diluye. Ahora se valora la voz
del pueblo, la de los niños y la de la mujer por
ser los que escapan a la disciplina intelectual
del momento y representan una mirada
ingenua. El hombre romántico sufre una
transformación. Es alguien que llora, que
siente. El ejemplo de este nuevo hombre es el
protagonista de la novela de Goethe, Los
sufrimientos del joven Werther. La derrota de
este personaje no le resta importancia sino
que lo sitúa en el único marco en que se
garantiza su pureza.
Sin duda, el periodo culminante del Romanticismo en Francia será el de la dualidad entre el
pintor romántico por excelencia, Eugène Delacroix y el académico Jean Auguste Dominique
Ingres. Ambos construyen su propia revisión del arte renacentista y abren también
importantes caminos en el arte del s.XX.
En 1827, su ambición le lleva al borde del escándalo con La Muerte de Sardanapalo, monarca
oriental que decide suicidarse matando a sus caballos y a su haren. Se trata de un fresco
sensual y terrorífico a la vez en una orgía en la que amor y muerte se dan la mano. Se le
reprochó falta de perspectiva y deficiencias del dibujo pero el verdadero problema era la
osadía del tema y que el ritmo de las figuras pretendía sustituir la estabilidad de una
composición geométrica.
Otra de sus grandes obras es La Libertad guiando al pueblo. Delacroix se inclina hacia una
imagen realista que enlaza perfectamente con la alegoría. Sobre los cuerpos de los muertos
caidos en defensa de sus ideas se alzan tres figuras. Un triángulo equilatero en cuyo centro se
representa la figura clásica de una mujer de pechos al descubierto y bandera tricolor,
escoltada por un niño con pistolas y la figura armada del propio pintor.
conceder el máximo reconocimiento a su dibujo. Sus odaliscas representan una belleza donde
el tacto dibuja los contornos de unos cuerpos soñados, pero no por ello menos verdaderos.
Joseph Mallord William Turner accedió a la pintura por sus dotes y su precocidad. Enseguida
se relaciona con arquitectos. En su primera etapa elabora imágenes realistas de paisajes y
arquitecturas. En la segunda etapa a partir de 1800, Turner encuentra un camino de expresión
que se va haciendo cada vez más personal. Experimenta con el color y la indagación lo que le
lleva a una creciente abstracción. Se va desprendiendo del dibujo a favor del color. En La
última singladura del Fighting Temeraire Turner mantiene un equilibrio perfecto entre dibujo y
color. Nos cuenta la retirada y el posterior desguace del barco con el que los ingleses ganaron
las guerras napoleónicas. La puesta de sol es un homenaje a aquellos que han alcanzado la
gloria.
La obra final de Turner debe tanto a los análisis de Goethe como a los descubrimientos de los
científicos ingleses que investigaban las relaciones entre materia y energía. Las figuras quedan
reducidas a la mínima expresión.
Turner, J.M.W. Luz y color (la teoría de Goethe): la mañana siguiente al diluvio. Moisés escribiendo el Génesis,
1843.
Participan también Hunt, Millais, Burne-Jones, Madox Brown y William Morris. Sus teorías se
exponían en una revista llamada The Germ y fueron protegidos del crítico John Ruskin.
Aspiraban a recuperar la mirada limpia de los autores anteriores a Rafael pero se colocaron en
abierta rebeldía frente a los criterios de la Real Academia de Bellas Artes. Su pretensión es el
advenimiento de un arte religioso en un estilo muy dibujístico. Los temas son religiosos pero
de forma innovadora. Hay numerosas obras basadas en la literatura, aunque también fabulas
moralizantes.
Es el fin de un lenguaje heroico y retórico reemplazado por una búsqueda de valores nuevos
ligados a la naturaleza y el silencio. El arte del paisaje dará lugar a dos artistas singulares pero
que comparten el mismo sentimiento místico universal de comunión con la naturaleza: Philip
Otto Runge y Gaspar David Friederick. Runge elaboró en Hamburgo una teoría sincrética y
ambiciosa sobre el arte del paisaje romántico. Se basa en la convicción de que la obra pictórica
podía servir para expresar mediante una serie de símbolos y alegorías naturales los estados
anímicos del hombre. El artista busca crear un “paisaje de sentimientos”. En su ciclo “Los
Momentos del día” intenta fundir símbolos cristianos y paganos con representaciones
alegóricas del mundo vegetal. Solo nos quedan dos pinturas de la misma obra que representa
La Mañana. Las imágenes tienen un complicado sincretismo que explican que Runge no
tuviese discípulos.
presentan el contraste entre el pequeño tamaño del hombre enfrentado al cosmos y hablan de
una religiosidad que no puede encerrarse en los confines de cuatro paredes. En Rocas
Calcáreas nos encontramos la visión de un mar azul enmarcado naturalmente por los ramajes
de los árboles. La obra de Friedrich mantiene contacto con el exterior mediante tres logros
fundamentales: el dominio de la luz, la perfecta composición de sus obras y el realismo de los
detalles. Friedrich convirtió a Dresde en un centro de pintura romántica. Algunos de los
artistas que siguieron sus pasos son Carus, Kersting y Oehme.
Friedrich, C.D. Rocas calcareas en Rungen, 1818. Carus, C.G. Monumento a Goethe, 1832.
Hay que señalar el movimiento pictórico de los Nazarenos. Surgen en Viena en 1809 cuando
algunos artistas insatisfechos con la enseñanza neoclásica de la Academia se rebelan. Se
trasladan a un monasterio en Roma donde con el nombre de Hermanos de San Lucas intentan
restablecer la preeminencia de la pintura religiosa anterior a Rafael en la línea de Fra Angelico.
La obra se concreta en cuadros algo ingenuos, de dibujo sereno y colorido local.
5. La España Romántica
El Romanticismo en España tardó tiempo en calar y fuera tan limitado. La creación artística
estuvo apoyada por formulaciones teóricas y los artistas seguían dependiendo del control de
las academias que imponían un agotado clasicismo. Hubo que esperar a la década de los años
treinta para que las novedades plásticas se abrieran paso. La aparición de una nueva clientela
burguesa que amplió la demanda fue uno de los factores que favorecieron las nuevas actitudes
estéticas y literarias. Los límites del Romanticismo español no son fáciles de precisar. Ejemplo
de las influencias del romanticismo fue la aparición en Barcelona y Madrid de unos pintores
que practicaron una suerte de nazarenismo. El retrato fue uno de los géneros que más
cultivaron los pintores románticos. La figura más importante fue Federico Madrazo, el creador
del modelo romántico en España. Este modelo queda plasmado en el retrato de La Condesa de
Vilches.
Capítulo 3
La transformación de la ciudad
1. Introducción
En la primera mitad del siglo XIX se inició el declinar de la arquitectura clasicista, no obstante,
de su seno surgieron los elementos necesarios para una renovación arquitectónica. El
eclecticismo historicista fue lo que marcó las realizaciones arquitectónicas durante todo el
siglo XIX hasta las primeras manifestaciones del movimiento moderno, en el se define una
actitud de escoger y compaginar los diferentes estilos históricos; su origen estaba en el
Neoclasicismo, en realidad un revival
moralizante en busca del modelo ideal.
Pero el eclecticismo decimonónico utilizó
los modelos del pasado como un punto
más de referencia hasta convertirlos en
contenidos teóricos dispuestos para ser
empleados en las artes.
3. Desde la utopía
proyectos organizativos en los que lo individual quedaba relegado ante el interés colectivo,
como medio para la transformación del mundo.
Etienne Cabet (1788-1856) publica “Viaje a Icaria”, en la que describe una ciudad construida
sobre un plano geométrico, atravesada por un río en su centro. Desplaza las fábricas, los
cementerios y los hospitales a la periferia. En el interior, los peatones circulan por pasajes
cubiertos, mientras los vehículos lo hacen por carriles especiales. Se trata de un modelo social
colectivista, un comunismo integral. Los intentos de creación de “Icarias” tuvieron lugar sobre
todo en América, aunque con escaso éxito.
El movimiento fourierista
nació de los escritos de
Charles Fourier (1772-1837).
Desde donde trataba de
buscar una armonía
universal que eliminara las
diferencias de clase y a la
que sólo podría llegarse con
el esfuerzo colectivo. Planteó
la organización racional de la
sociedad en Falansterios,
unidades colectivas y
productivas constituidas por
1.620 personas que
ocuparían un territorio para
la explotación de una legua
Planta de Falansterio. cuadrada. El Falansterio es
una estructura integrada por
tres pabellones, uno central para contener las dependencias públicas y dos laterales
destinados a viviendas y dependencias industriales; todo ello estaba comunicado por calles
interiores, en un orden racional que mezcla lo individual con lo colectivo.
En los Estados Unidos las teorías fourieristas se asentaron gracias a Albert Brisbane (1809-
1890). Así surgieron un buen número de colonias: Brook Farm (1841) junto a Boston, la North-
American Phalanx (1843) en Nuevo Méjico o la Wisconsin Phalanx. Todas tuvieron una vida
breve y se vieron obligadas a desaparecer a causa de problemas económicos generados por la
organización colectiva del trabajo y de la producción.
La crítica marxista atacó por igual a los que pretendían reformar la ciudad y a los socialistas
utópicos; interpretaron que tras la revolución económica que llevaría a cabo el movimiento
obrero, nacería una nueva ciudad, sin los problemas de vivienda obrera que tenían las
ciudades del momento.
Estas iniciativas interesadas en mejorar la vida del trabajador, pero también creadas para
controlar el posible descontento de los obreros, suponían desde el punto de vista del
urbanismo la aparición de un nuevo modelo de barrio al que el pintoresquismo y el paisajismo
alejan de la ciudad tradicional. Estos modelos de barrios obreros las Company towns, están
próximos a lo que luego serían las ciudades-jardín que a fines de siglo comienzan a plantear
una nueva forma de urbanización en la que se busca un equilibrio entre ciudad y campo.
Ebenezer Howard propuso un modelo se asentamiento circular con calles radiales que
confluían en un núcleo o centro comercial, siempre a la búsqueda de un espacio agradable
para vivir.
Las propuestas que surgen en el siglo XIX no son más que intentos desesperados de una
sociedad por romper el historicismo y los restos del urbanismo barroco y que se encamina
hacia la modernidad.
La mejora de las técnicas aplicadas a la agricultura produjo un excedente de mano de obra que
se dirige a las ciudades para trabajar en las fábricas que la incipiente revolución industrial
generaba. El aumento de población llegó a duplicar el número de habitantes en algunas
ciudades y originó un problema de planificación. La ciudad burguesa debía dar respuesta a las
nuevas necesidades.
Ya en el siglo XVIII existía un gran interés por racionalizar y mejorar el trazado de las
poblaciones. Teóricos habían insistido en la necesidad de que contasen con la suficiente
infraestructura de saneamientos, alcantarillado empedrado, acometida de aguas etc.,
señalando lo adecuado de sacar de ellas los cementerios y hospitales. Ahora junto estas
recomendaciones, ya evidentes, nacieron otras: la conveniencia de abrir calles más amplias y
rectas, de derribar las viejas murallas ya sin función defensiva, e incluso de ensanchar los
límites de las ciudades que de esta manera perdían su diseño histórico y sufrían modificaciones
en sus diferentes zonas.
En otras ocasiones se interviene en la ciudad vieja para abrir vías más amplias o para crear
nuevas calles en las que prevalecerán sobre otras cuestiones los intereses especulativos, la
posibilidad de adecuar la ciudad a una nueva población que detenta el poder económico y
desplaza del centro histórico a los sectores menos favorecidos que se ven obligados a buscar
asentamiento en los barrios periféricos.
Owen y la ciudad
comunitaria
Robert Owen (1771-1858)
trató de mejorar las
condiciones de vida de sus
trabajadores dedicando a ello
una parte de los beneficios
generados por su industria de
hilaturas de New Lanark
(1800).
Nuevas tipologías
La arquitectura del siglo XIX se desarrolló gracias a los logros técnicos y científicos conseguidos
durante el Neoclasicismo; de alguna forma clasicismo llegó a identificarse con racionalidad,
con un uso menos preceptivo y más utilitario de la arquitectura como se había recogido en los
textos de J. N. Durand que proporcionaba un repertorio tipológico de edificios de todas las
épocas como una introducción y sistematización del historicismo, definía perfectamente el
proyecto arquitectónico y la manera de componer, a partir de la figura del cuadrado a base de
bloques independientes que podían combinarse a voluntad.
Este funcionalismo pasaría a lo largo del siglo XIX a la arquitectura de los ingenieros, aunque
con estos presupuestos ya habían construido antes arquitectos alemanes como Klenze, Gilly o
Schinkel. Los ingenieros cobraron una notable importancia hacia 1850 por sus construcciones
en las que empleaban el hierro y el cristal y en donde la composición se realizaba a base de
módulos prefabricados. De hecho la arquitectura en hierro y su técnica ya habían sido
definidas con anterioridad. Por la necesidad que tenía esta arquitectura de hacerse con su
propio lenguaje técnica y estética confluyeron en la utilización de los nuevos materiales
haciendo incursiones en la experimentación formal y decorativa; su trayectoria discurrirá
paralela a la del eclecticismo, del que tratará de sacar ideas y soluciones.
Henri Labrouste: Biblioteca de Sainte Geneviève, París. Fachada principal y sala de lectura.
Junto a los avances técnicos, también surgieron nuevas tipologías arquitectónicas para dar
respuesta a las nuevas necesidades. Los estilos históricos, no obstante, se adaptaron con
facilidad a estas nuevas tipologías. Apareció un modelo de vivienda colectiva con mayor
capacidad de habitación que se integró dentro de una estructura unitaria, ya alejada de la
residencia palaciega de la nobleza; además de las casas de pisos que reciben en sus fachadas
los motivos decorativos del Renacimiento y el Barroco, proliferaron las viviendas unifamiliares
y los chalets suburbanos que se construyeron en estilos caprichosos que abarcaban desde el
Renacimiento al Gótico. Al lado de la vivienda burguesa se levantaron bancos, edificios para la
bolsa, grandes almacenes, mercados, iglesias, teatros y parques, todo destinado a satisfacer las
nuevas y crecientes actividades de las ciudades. El estilo clásico se utilizó en los templos, ya
fueran museos (templos del arte) o bancos y bolsas (templos del nuevo poder económico).
Durand proporcionó modelos para estos edificios y también para palacios de justicia,
bibliotecas, etc. El modelo de templo clásico con pórtico columnado y cúpula central pasó a los
Estados Unidos, donde se edificaron con este esquema los capitolios, tanto el de Washington,
como los construidos.
George Basevi: Fritzwilliam Museum, Cambridge, 1841. Narciso Pascual y Colomer: Congreso de los
Diputados, Madrid, c. 1843.
William Inwood: St. George de Bloomsbury, Londres, William Inwood: Pórtico de cariátides, iglesia de St.
h. 1830. Pancras, Londres, h. 1822.
El gótico se adaptó con toda dignidad a la arquitectura de las iglesias y sirvió de vehículo para
la renovación religiosa con independencia de las confesiones que lo empleasen. Las formas
más pintorescas se reservaron para los lugares de diversión (cafés o cabarés), que encontraron
en los revivals neoárabes o neoturcos el estilo adecuado.
Mientras, las tipologías nuevas, como grandes almacenes, mercados o edificios para
exposiciones, se adaptaron con aparente facilidad a la arquitectura de los nuevos materiales
que, como el hierro o el hormigón armado, podían plegarse a los motivos decorativos de los
estilos históricos, aunque fuese en construcciones tan recientes como las estaciones de
ferrocarril.
En la ciudad burguesa surgieron los parques como un lugar de esparcimiento y de contacto con
la naturaleza al servicio de los habitantes de las urbes. Los parques son una tipología
claramente decimonónica.
Hacia mediados del siglo XIX se van abriendo parques en Europa y en América; ampliaciones y
transformaciones que se abren al público y otros completamente nuevos. Plasmación de las
teorías de la jardinería paisajista que incluye en la naturaleza diferentes arquitecturas para el
esparcimiento de los paseantes (estanques, lago con canales para los paseos en barca,
fuentecillas, grutas, e incluso construcciones más complejas como hipódromos, jardines
zoológicos o espacios para exposiciones). Un ejemplo seria el Crystal Palace para la Exposición
Universal de 1851 que se levantó en el Hyde Park de Londres.
Además de esta arquitectura para el ocio se consolidaron otras construcciones necesarias para
la ciudad, pero destinadas a los menos favorecidos de la sociedad, como los hospitales y las
prisiones. La tipología de ambos procede de la teoría arquitectónica del siglo XVIII, revestida
ahora de concepciones moralistas e higienistas, conservando la idea de ubicarlos en la periferia
de la ciudad.
Por ejemplo, el filósofo Jeremy Benthan diseñó un modelo de prisión para dos mil personas, el
Panópticon, una planta circular en cuyo margen se situaban las celdas, con un puesto de
vigilancia en el centro, lo que posibilitaba que fuese custodiada por una sola persona. Thomas
Hardwick comenzó la prisión radial de Millbank, en Londres, acabada por Robert Smirke; en el
mismo sentido, la penitenciaría de Chery Hill en Filadelfia. Más tarde, Hyppolyte Lebas
construyó en París La Petite Roquette (1826-30) con una planta hexagonal que encerraba seis
galerías en sentido radial.
Los hospitales también se incluyeron entre los ingredientes de la ciudad iluminista; en 1787,
Bernard Poyet hizo un proyecto para el hospital de La Roquette de París en el que estableció
un modelo que tendrá feliz continuación a lo largo del siglo XIX; constaba de dos series de
pabellones incluidos en un cuadrado y distribuidos a un lado y otro de un patio central. La
tipología se recogió en los textos de Durand, y a lo largo del siglo se tradujo en el Hospital
Lariboisiere (1846-54) de París, y en el Hotel-Dieu de la misma ciudad. Las teorías higienistas
no hicieron sino refrendar un modelo que se consideró el más perfecto para la arquitectura
hospitalaria.
Los “Revivals”
Hacia 1845 los revivals gozaban ya de una gran difusión; el neogótico fue el más extendido
aunque existieron tantas variedades nacionales como países. Se apoyaba en los modelos
queproporcionaban los estudios históricos y la literatura. El neogótico inglés recogía una
tradición nacional que había rivalizado con el clasicismo palladiano; su postura de rechazo
hacia las normas rígidas de la tradición arquitectónica clásica originaría nuevas ideas sobre el
poder moralizante de la arquitectura. En Francia, el goticismo entroncaba con la historia de las
grandes catedrales góticas que se mantenían en pie y que era necesario restaurar y conservar
como testigos del pasado histórico.
En Alemania el Rundbogenstil (estilo de arco redondo) gozó de gran aceptación como revival
renacentista que se adaptaba con aparente facilidad a las construcciones urbanas. El
neoegipcio, que se popularizó durante las campañas de Napoleón, fue otra de las opciones, en
seguida adquirió un carácter funerario por lo que se reservó para la arquitectura de
cementerios o de monumentos conmemorativos. No obstante, en Estados Unidos se erigieron
en el revival egipcio bibliotecas, iglesias y sinagogas.
Otros historicismos fueron menos fieles a los modelos del pasado y se prestaron con libertad a
ser empleados en arquitecturas pintorescas o fantásticas (neoárabe, neoturco o neohindú,
recreaciones de la Alhambra) todos ellos nacieron de publicaciones arqueológicas o escritos
románticos.
Una peculiaridad de los revivals fue la posibilidad de elegir aquella opción que a gusto del
arquitecto se ajustase mejor a sus fines y construyeron en diversos estilos sin aparentes
problemas de coherencia estilística ni profesional, unido a la variedad de gustos de los
comitentes. En la formación y desarrollo de estos estilos neomedievales está siempre presente
la necesidad de crear un estilo nuevo y moderno, porque existe nostalgia del pasado medieval,
pero también entusiasmo por el progreso y los avances de la ciencia y de la técnica. Esta
búsqueda estaba en la base de todos los escritos teóricos y en esta búsqueda estaban
implicadas las más variadas instancias.
En Alemania en 1828 se publica "¿En qué estilo deberíamos construir?" en donde el autor se
muestra partidario del cambio para el nuevo siglo. En torno a 1800 se inicia una etapa de gran
vitalidad arquitectónica en ellos, con importantes remodelaciones urbanísticas y nuevos
edificios, en ocasiones de gran originalidad.
Munich se convirtió en una de las ciudades más monumentales de Europa a partir de los
planes urbanos iniciados durante la dinastía napoleónica. Se remodeló la ciudad y se
enriqueció con amplios parques, iglesias, edificios universitarios y, sobre todo, amplias
avenidas. Se construyó un ensanche con la plaza del Odeón como punto de referencia. Desde
ella se abren dos largas avenidas en ángulo de 90 grados trazadas por Karl von Fischer (1782-
1820) y por Leo von Klenze (1784-1864) en 1808 y 1820 respectivamente. Fischer abrió
también plazas de diferentes formas utilizando siempre grandes proporciones y cerrando vías
y plazas con edificios públicos y privados de entidad arquitectónica. Practicó un clasicismo
romántico muy personal. Lo más interesante de la remodelación urbanística fue el trazado
modular, en el que se abrían plazas que le daban movilidad.
Karl Friedrich Schinkel (1781-1841) fue discípulo de Friedrich Gilly, pasa por ser el arquitecto
germánico más interesante del siglo XIX y el gran arquitecto europeo del clasicismo romántico.
Adaptó un buen número de estilos históricos (griego, romano, románico, gótico, renacentista
italiano). Más preocupado por los problemas arquitectónicos que por los estilísticos, llegó a
hacer uso del hierro.
En su Neue Wache, o Nueva Guardia, (1816) sigue a su maestro Gilly, usando la estructura de
un campamento romano con un sólido pórtico dórico y un gran frontón.
En los palacetes levantados en Postdam combina lo funcional con lo pintoresco. Elaboró una
serie de dibujos arquitectónicos editados en Berlín y utilizados profusamente. También expuso
sus principios teóricos en un libro que no llegó a publicarse.
Por otra parte, tras un viaje a Gran Bretaña vislumbró la nueva arquitectura de masas. No tuvo
en cambio la oportunidad de mostrar su capacidad de urbanista al haberse encontrado un
Berlín ya trazado en la etapa anterior.
Leo Von Klenze (1784-1864) tuvo una sólida formación desarrollada en Berlín con F. Gilly, y en
París con Durand, Percier y Fontaine, en Italia, etc. además de a través de tratados y "corpus"
sobre arte griego y egipcio. Avanza en la remodelación de Munich, comenzada por Fischer.
Mantuvo la grandiosidad neogriega en sus obras de Munich. Entre sus trabajos más
destacados: la urbanización de la Königsplatz, estructurada a la manera de las acrópolis griegas
que acoge a la Gliptoteca, edificio longitudinal con galerías abovedadas muy decoradas y
pórtico jónico que destaca sobre los muros lisos de los flancos.
El Walhalla (1831), templo inspirado en el Partenón y sobreelevado por una larga serie de
rampas que conmemoró el triunfo de Luis I de Baviera sobre Napoleón. Esta es posiblemente
su obra más espectacular y está realizada con un objetivo de glorificación de lo pangermánico:
se vincula la victoria con la de la federación helénica sobre los persas y se decora con bustos de
las glorias nacionales.
Un
E. Riedel y Georg Dollman: Castillo de Neuschwanstein, Baviera, 1886. tercer arquitecto,
Semper: Se alejó del
historicismo para investigar en el presente. Publicó “El estilo en las artes técnicas y tectónicas”.
Estudia los diferentes estilos y su relación con la sociedad del momento. Defensor del
Renacimiento como el estilo más apropiado para aquel momento, realizó la mayor parte de su
labor en Viena.
En relación con los nacionalismos, hacia mediados de siglo, los revivals gozaban de gran
difusión. La exaltación del pasado nacional conlleva el estudio de los monumentos de cada
país, dando paso a la fase recurrente de los estilos históricos ya que al tomarse como modelo
la arquitectura nacional del pasado, son varios los estilos que pueden servir de inspiración:
neogótico, neorrománico...
El neogótico fue el más extendido, existiendo tantas variedades como países existían. Al igual
que había ocurrido con el Neoclasicismo, este estilo se apoyaba en los modelos que
proporcionaban los estudios históricos y la literatura, que reproducían con exactitud en
numerosas publicaciones sobre arquitectura medieval.
Junto a la recuperación del estilo gótico, también se recuperarán otros estilos como el
románico (neorrománico) u otros surgidos a consecuencia del Neoclasicismo: el paleocristiano,
el bizantino o el renacimiento italiano.
Otros estilos permanecieron menos fieles a los originales, prestándose a ser utilizados e
interpretados con total libertad. Tal es el caso de los estilos neoárabes, neohindú o neoturco.
La Alhambra de Granada también se convirtió en fuente de inspiración para la creación de
nuevas estructuras arquitectónicas.
Pero, aunque existía cierto interés por recuperar el pasado medieval, también es cierto que los
arquitectos de esta etapa mostraron entusiasmo por el progreso, el avance de la ciencia y de
las técnicas. Y ello, también era buscado en las nuevas concepciones arquitectónicas.
Thomas Rickman y Pugin animan a la aparición del nuevo estilo a través de sus publicaciones.
El contexto sociopolítico inglés propiciará desde finales de la segunda década el auge del
Gótico, iniciándose el proceso de transformación del gótico pintoresco en Neogótico;
coincidiendo con la opinión religiosa que lo convertirá en modelo arquitectónico indiscutible.
Pugin reinterpreta el gótico afirmando que es el estilo cristiano por antonomasia. Pero va más
allá identificando este estilo con un modo de vida y con la recuperación de un tipo de sociedad
y de ciudad. Añora la felicidad de los siglos XIV y XV con el hacinamiento y dolor de la ciudad
decimonónica.
El gótico representa la auténtica religión y como tal es superior a lo griego y romano que se
identifica con el paganismo ya que ésta representa a la auténtica religión (la cristiana); siendo
superior a la arquitectura griega y romana que sólo simbolizan al paganismo.
Entre otras obras de Pugin destacan las iglesias de St.Oswald en Liverpool (1840-42) y
St.Wilfred Hulme en Manchester (1839-42) Pugin colaboró con Barry en el Parlamento de
Londres; una de las escasas construcciones civiles de importancia del estilo neogótico. Este
enorme conjunto se encargó construir en 1837 para sustituir al desaparecido Parlamento,
destruido en un incendio en 1834. Aunque neogótico, no abandona ciertos rasgos clasicistas:
Planta simétrica a partir de un espacio central. La zona que da al río es más regular y simétrica.
Decoración gótica. Edificio horizontal pero con numerosas torres que le dan una cierta
verticalidad pintoresca.
Sigue los pasos de Pugin y Ruskin al adoptar el gótico como medio de expresión, rechazando el
mercantilismo de la sociedad de su momento y considerando que la mecanización hace que el
trabajo pierda su validez y no satisfaga al individuo.
Únicamente la revalorización
social logrará hacer que
mejore la vida del trabajador
y entonces se conseguirá
que surja el deseo de
belleza, que empiece a
participar de nuevo en un
arte nuevo y verdadero.
Únicamente bajo el
socialismo sería posible una
arquitectura moderna pero
siempre bajo un auténtico
gótico la Red House en
Bexley Heath (Kent)
P. Webb: Red House, Bexley Heath, Kent, 1860. construida por Webb para
residencia de Morris. Morris
se ocupó de la decoración de la vivienda a la que trató de darle un aspecto medieval. La vuelta
al pasado con una mejora social, atribuyendo al arte -como proceso y vehículo de ideas- el
poder de frenar la revolución industrial y las concentraciones urbanas.
Creó una industria manual en la era de la maquina; produciendo en su empresa “Morris and
Company” telas, tapices, papeles pintados y muebles. En 1861, junto a Marshall, Faulkner y Co.
fundaron una empresa dedicada al diseño de muebles, vidrios, telas, papeles, etc.
En el Debating Hall de Oxford (1856-57), Morris realizó, junto a Rossetti y otros compañeros,
los frescos del techo. Con posterioridad, hicieron vidrieras para templos como los de St.
Michael en Brighton (1859-62) y los de St. Philip y St. James en Oxford (1862).
Desde las obras escritas se fomenta esta recuperación romántica, del pasado medieval,
destacando el valor histórico y espiritual del gótico. En 1795 se crea el Musée des Monuments
Français en el que se reúnen restos medievales.
El movimiento romántico literario recupera el arte medieval. Las obras de Víctor Hugo
“Hernani”, 1830 y “Nôtre Dame de Paris”, 1831 despiertan el interés del público en general por
conocer el pasado medieval.
En 1837 se creó la Comission des Monuments Historiques en la que estuvieron escritores como
Vitet Merimeé y el Barón Taylor y arquitectos como Lassus y Viollet-le-Duc. La tarea de esta
comisión era fijar unas medidas para la restauración de los monumentos medievales, que
acabara con el vandalismo al que estaba sometido el arte gótico.
Lassus y la Saint-Chapelle
Jean-Baptiste Lassus (1807-1857) fue el iniciador de un giro radical en las restauraciones
medievales que generó al mismo tiempo un amplio debate sobre esta práctica. En 1830,
llevará a cabo la restauración de la iglesia de Saint-Germaine l’Auxerrois, en París. Y en 1835
recibió un premio en el Salón con un proyecto de restauración para la Saint-Chapelle.
El templo había sido construido por expreso deseo de San Luis (Luis IX) en el patio del Palacio
Real (hoy Palais de Justice), con el objetivo de custodiar las reliquias de la Pasión de Cristo
traídas de Constantinopla.
Para el arquitecto, la restauración no sólo era el completar el edificio en el estilo en el que fue
creado sino que también se debía de llegar a comprender el proceso lógico que había dado
lugar a la construcción; sirviéndose para ello de los restos de estructura y de la decoración.
Viollet-le-Duc
Fue la figura más importante en la renovación arquitectónica. Introdujo su propio método de
hacer arquitectura dejándolo plasmado en su obra “Dictionnaire raisonnée de l’architecture”
(1854-68) en el que por orden alfabético va recogiendo las ideas expuestas en las diferentes
voces.
Investigó la arquitectura militar medieval, lo que le llevó a realizar restauraciones tan notables
como la de Carcasonne con su recinto amurallado. Viollet explica la arquitectura gótica como
Sus proyectos de nueva planta fueron escasos ya que se dedicó principalmente a los procesos
de restauración monumental. Realizó algunas viviendas de pisos en el casco antiguo de París,
viviendas marcadas por la racionalidad compositiva de las fachadas; evitando
ornamentaciones gratuitas.
cultural de todo lo que ocurre en la capital francesa o la aparición en escena de una figura
como Haussmann, lleva a una ingente labor de reorganización urbana con planteamientos a
medio y largo plazo, creando grandes obras que asombraran a la población y facilitando el
control sobre la población parisina que en los años 50 se acerca al millón de habitantes. Es
necesario, pues, ensanchar calles, solucionar problemas de insalubridad y transformar los
edificios.
Ópera de París.
1. Las obras viarias, que se centran en dos aspectos; la apertura de nuevas arterias en los
viejos barrios y la urbanización de los trazados próximos al viejo París con nuevas
retículas viarias. Haussmann corta el núcleo medieval con una serie de calles anchas y
rectilíneas, respetando los monumentos más importantes y los aprovecha como punto
de fuga para las nuevas perspectivas de las calles. A la hora de construir en las nuevas
calles, se redacta una normativa más detallada que la del pasado. Sistema de anillos
con algunas vías radiales y un eje norte sur y otro esteoeste
2. En segundo lugar, destaca la construcción de edificios dirigida directamente por la
Prefectura y por otras entidades públicas. Incluso se comienzan a construir viviendas
destinadas a las clases más débiles económicamente por parte del estado, como única
forma de garantizar que se construirán de acuerdo con las mínimas condiciones
higiénicas.
3. Las obras para crear nuevos parques públicos serán fundamentales en la labor de
Haussmann. Empieza a trabajar en el Bois de Boulogue que era un antiguo bosque y
creará el Bois de Vicennes y otros jardines menores.
4. En cuanto a las instalaciones hidráulicas estará ayudado por Belgrand que construirá la
nueva red de alcantarillado y proyecta los nuevos acueductos e instalaciones para la
extracción de agua de Sena.
5. Haussmann modifica la distribución administrativa de la ciudad.
En general podemos hacer un balance global de la operación con carácter positivo, pero el
mecanismo establecido para las expropiaciones dio lugar a discusiones y el propio Haussmann
se mostraba muy crítico con un sistema que permitía a los propietarios adueñarse de las
plusvalías de una inversión pagada con fondos públicos.
Antes de nada deberíamos decir que en el caso de París y de Haussmann, las actuaciones que
finalmente quedan a la vista son menos importantes que otras cosas que creó.
La intervención de
Haussmann se apoya en un
pilar fundamental que es la
reforma de la gestión y en la
actividad administrativa de
los poderes públicos. Fue
también el primer ejemplo
de una acción, sobre una
trama ya existente, lo
suficientemente amplia e
importante como para
mantenerse al paso de los
años.
El Ring de Viena
La especial conformación de la ciudad de Viena con las murallas del XVIII encerrando el núcleo
antiguo y el primer crecimiento del XVII así como las murallas del XVI, originó otro tipo de
crecimiento circular.
Entre los distintos anillos que van apareciendo quedaba un espacio sin edificar (glacis). A
mediados de siglo se derriban las antiguas murallas y se convoca concurso para urbanizar. Se
diseña la Ringstrasse: vía de circunvalación en donde edificios públicos monumentales
alternarían con espacios verdes. El conjunto formado por Ayuntamiento –neogótico-,
Universidad –de gusto francés- y Parlamento –neoclásico-, es de lo más sorprendente.
Otro de las zonas monumentales lo constituye la plaza de los museos con el de Historia natural
y el de Arte. Pocas viviendas, por supuesto dedicadas a una elite privilegiada, se establecen en
esta zona. Nuevas manzanas con patio central se construyen formando retículas y
sustituyendo a los antiguos palacetes del barroco tardío. Lo que en un principio fue una férrea
reglamentación para estructurar la ciudad y sus construcciones, se va perdiendo y hace que la
ciudad se divida en un centro terciario y privilegiado y una periferia con construcciones de
mala calidad.
Capítulo 4
En la primera mitad del s. XIX se producen grandes cambios: revoluciones de 1848, gran
ascenso de la burguesía, desarrollo de la industrial, transformación de las ciudades y aparición
del proletariado urbano. En esos años Karl Marx inicia la formulación del materialismo
dialéctico y el socialismo científico.
En la literatura se abandonan los modelos y los mitos antiguos y se observa la realidad. Los
hechos y su descripción cobran protagonismo frente a los relatos ideales e imaginarios.
Courbet, por sus ideas socialistas y la influencia de amigos, participó en la Comuna, fue
sancionado y se exilió a Suiza. Estas ideas le hicieron ocuparse de temas relacionados con el
proletariado y el trabajo, como el cuadro Los picapedreros (Les Chasseurs de Pierre), en el que
aparece un anciano arrodillado y un joven detrás sujetando un cesto de piedras, y cuyo
significado es “así se empieza y así se acaba”.
La pintura de Courbet abandona los principios de la historia para centrarse en los hechos del
presente, y su contestación se halla en todos los cuadros en los que se vulnera la costumbre de
la norma.
Este interés por la expresividad se produce en su escultura; así, en su obra Ratapoil muestra
una expresividad propia de una concepción perecedera de la materia basada en la
deformación como punto de referencia en la representación.
También fue un excelente retratista. En El Retrato de Mademoiselle Ono revela una nueva
orientación del retrato basada en un equilibrio entre la representación de lo real y la intimidad
del personaje.
7. El paisaje: Barbizon
En el Neoclasicismo se cuestiona el uso del paisaje por ser la representación de lo real y por las
desviaciones pictóricas que surgen al representarlo, admitiendo el paisaje como evocación,
siendo los elementos naturales un convencionalismo ideal. Los románticos plasmaron una
representación del paisaje del entorno. Con el realismo, los paisajistas desarrollaron una nueva
concepción de la representación de la naturaleza.
Haes inició la escuela de paisaje española de la segunda mitad del s. XIX, orientación que fue
seguida por artistas como Casimiro Saiz, Agustín Riancho, Martín Rico y Ramón Martí Alsina,
los cuales, se fijan en la realidad natural como tema de sus cuadros frente al paisajismo
romántico. Son paisajes identificables como una naturaleza conocida.
Capítulo 5
Arte y técnica
1. Introducción
Giulio Carlo Argan (1909-1992), historiador de Arte, crítico y alcalde de Roma entre 1976 y
1979, consideró la ciudad como la obra de arte por antonomasia e insistió en la idea de que al
contemplar sus elementos se tomaba conciencia de los valores históricos que sus
monumentos representaban y lo que significaban desde el punto de vista estético.
Lewis Mumford en su libro “La ciudad en la historia” (1961), sostenía la idea de que la ciudad
favorece al arte, porque es en sí misma una creación artística.
El empleo del hierro en arquitectura dará más relevancia a la figura del ingeniero que
experimenta y avanza en las nuevas técnicas, mientras el arquitecto parece anclado en los
aspectos artísticos.
Una serie de condiciones llevan a la utilización del hierro y del cemento como materiales de
construcción:
Las fábricas inglesas de hilados fueron las industrias que primero conocieron el uso del hierro
en la construcción de sus edificios. Con columnas de hierro fundido y vigas del mismo material
se levantaron fábricas de varias plantas de gran diafanidad que permitieron colocar con
comodidad las grandes máquinas de hilado, como la de Salford Twist Company en Manchester
1.801.
Desde 1836 se producen en masa las vigas de doble T y en 1845 ya se hacen en hierro
laminado. Las construcciones metálicas se generalizan y se convierten en símbolo de su
tiempo, son obras arquitectónicas en las que la forma responde a las necesidades,
generalmente en edificios públicos, la construcción de viviendas sólo se servirá de estos
materiales a finales del s. XIX con objeto de abaratar su coste.
En 1845 William Frairbairn proyectó un edificio de ocho plantas para unos industriales, con
columnas de hierro forjado y forjados de planchas finas de hierro recubiertas de cementos.
A finales del siglo XVIII y comienzos del XIX se generaliza el empleo de columnas de hierro
fundido en los edificios, sobre todo en Inglaterra, dándoles formas caprichosas. Rickman las
empleó en las iglesias neogóticas, donde toda la estructura interna era de hierro. John Nash lo
utiliza en el Royal Pavilion de Brighton donde colocó columnas en forma de palmera en la
cocina, escaleras caladas a la moda chinesca y unas espectaculares cúpulas bulbosas
realizadas con armadura metálica.
Darby y Pritchard inauguraron el Puente sobre el Severn (1777–79), un modelo formado por 5
nervios de hierro fundido.
R. Burdon se sirve del método ideado por Thomas Paine consistente en un arco metálico
formado por seis nervios hechos con piezas huecas de hierro fundido a modo de dovelas, para
construir sobre el río Wear en 1796 el puente de Sudaran, con la considerable luz de 236 pies
(70’8metros). En el mismo año Thomas Teldford (1757-1834) construye un segundo puente
sobre el Severn con una longitud de 130 pies y un peso de 173 toneladas.
J. A. Roebling: Puente de Brooklyn, Nueva York, 1868. del Niágara o el más afamado
Puente de Brooklyn que une
Manhattan con Long Island con enormes pilonos de granito de 83 metros de altura horadados
por vanos ojivales. El fuerte estructura de 486’5 metros en el tramo central sobre el agua.
los elementos metálicos. Eiffel empleó en el viaducto de María Pía sobre el río Duero y de
Garabit un gran arco que salvaba lo angosto del paraje; sobre este arco se apoya el tramo
recto destinado a sostener las vías, los soportes son pilares trocopiramidales de celosía. En
1887, Eiffel recibe el encargo del canal de Panamá, al que dedica todos sus esfuerzos hasta
1893 y después de 1900 se dedica a investigaciones aerodinámicas hasta 1920.
Aprovechando los logros de Eiffel, Arnodin creó una nueva tipología de puente, en este caso
trasbordador, que fabricó para diferentes puertos fluviales de Francia: Ruan (1889), Nantes y,
sobre todo, el Pont Transbordeur de Marsella (1905), con una parte fija y otra móvil.
Pero la patente del puente trasbordador era española, obra del ingeniero bilbaíno Alberto de
Palacio y Elisague (1856-1939) que lo había patentado 1888. Con ella se construyó el puente
de Vizcaya sobre la ría de Bilbao entre Portugalete y Las Arenas.
En España tenemos el ejemplo vallisoletano del Pasaje Gutiérrez, construido por Jerónimo
Ortiz de Urbina en 1885, con una rotonda acristalada cubierta por una cúpula en la
confluencia de los brazos decorada con una figura de un Mercurio alado.
En 1844, Henri Labrouste (1801–1873) iniciaba en París la Biblioteca de Santa Genoveva con
un esqueleto totalmente metálico tratando de aunar los principios racionalistas con el empleo
de los nuevos materiales y de sus posibilidades constructivas. Para Labrouste la importancia de
los nuevos materiales no reside en su solidez o en su masa, sino en su forma e utilizarlos,
siempre adecuados a la función que debe cumplir. Así, la Biblioteca de Santa Genoveva, tiene
una envoltura tradicional, pero tan sencilla y neutra, a pesar de la decoración, que además de
no desentonar en el entorno, le permite desarrollar un proyecto revolucionario inspirado en el
visionario Boullé. La Biblioteca Nacional es un edificio construido en siglos anteriores que
Labrouste se ve obligado a rehabilitar, edificando de nueva planta algunos de sus sectores. De
este modo, proyectó una gran sala de lectura rectangular con ábside semicircular, cubierta con
nueve cúpulas de terracota vidriada, en forma de cáscara de huevo, que apoyaban sobre arcos
y columnillas metálicas de fundición de nueve metros de altura, que contribuyen a dar
sensación de ligereza al conjunto. La parte absidal y las cúpulas poseen linternas traslúcidas
que proporcionan un a iluminación cenital. A continuación de la sala de lectura y comunicada
con esta a través de un gran vano acristalado, se encuentra el Magazín Central o depósito de
libros, donde se levantan cuatro plantas desde el nivel del suelo más una subterránea en las
que un original sistema de almacenamiento en estanterías acoge el casi millón de volúmenes
que guardaba la biblioteca; en una estructura con elementos metálicos verticales y
horizontales formando galerías, que dejan un espacio en el centro con pasarelas para pasar de
un lado a otro. Esta biblioteca ha sido calificada como una de las obras más bellas del siglo XIX
y, desde luego, es la obra maestra de Henri Labrouste.
Efectivamente, la correcta
utilización de los recursos
estructurales del hierro y del
cristal generará una nueva
tipología constructiva que, de
manera temprana, se ensaya
en la cubierta del mercado de
la Madeleine en París
Biblioteca Nacional de Erspaña. Depósito de libros (desaparecido).
proyectada por M. G. Veugny
(1785-1850) en 1824. La
cubierta está resuelta mediante una armadura interna realizada en hierro con soportes del
mismo material concebido con el sistema de módulos de Durand. En este proyecto se inicia el
tipo de mercado cubierto del que irá paulatinamente desapareciendo la albañilería para ser
sustituida íntegramente por las estructuras metálicas prefabricadas.
No es de extrañar que uno de los más significativos de estos edificios sea el Antiguo Mercado
Central de París, los desaparecidos Halles. Su autor fue Víctor Baltard (1805-1874) y plantea un
conjunto de mercados –un total de 14 pabellones enteramente metálicos, alineados por
especialidades afines a lo largo de una serie de calles trasversales y longitudinales, cubiertas
igualmente con estructuras metálicas y cristal-, que justifican su denominación, siempre en
plural, a la vez que su condición de una de las glorias del moderno París, según la definición de
Huysmans. Bajo su influjo aunque a menor escala, proliferan otros muchos en las grandes
capitales del mundo, como el de Born de Fontseré i Mestre, o el de Sant Antoni de Rovira,
ambos en Barcelona.
Grabado del Mercado de Les Halles de París Mercado del Born, Barcelona, 1876.
(desaparecido).
tiempos ponían en sus obras, por lo que es preciso combinar hábilmente mampostería y
estructura metálica, pero respetando las propiedades de cada material. En varios números de
la revista Entretien dio una idea sobre casas llamada “arquitectura del porvenir”, con
estructuras metálicas romboidales, cubierta de ladrillos vidriados y piedra tallada.
aspectos ya que es preciso cubrir amplios espacios y los recursos técnicos del hierro se
adaptan satisfactoriamente.
Trijunat Railsways Station de Derby 1830 de Stephenson y Thompson con una zona más
elevada para las vías y una más baja para los andenes, con la estructura clásica con tirantes y
columnas.
La Gare de l‘Est de París, construida por F. A. Duquesney, que encierra una obra de vago estilo
renacentista con cubiertas metálicas. Un entramado de costillas de hierro, tirantes y riostras,
cubren la galería y los andenes. El rosetón de la fachada, que llena de luz el espacio interior, es
un elemento innovador diseñado con un esquema de abanico en el que no faltan sencillos
motivos decorativos.
Paddington Station de Londres los ingleses Brunel y Wyatt prefieren amoldar el hierro a
formas caprichosas de regusto árabe. Destacan sus tres marquesinas paralelas de notable
ingeniería.
S. Pancras Statión de Londres (1864) de Barlow, con una carena de 73 m de ancho, la mayor
luz conseguida hasta entonces, su envoltura arquitectónica es una fantasía medievalizarte
realizada combinando ladrillo y piedra.
Estación de las Delicias Madrid (1879) con proyecto del francés Cachelievre, con una gran
cubierta entre pabellones de acceso con una estructura portante de cuchillos unidos a los
pilares que llegan hasta el suelo, según el sistema de H. Dión empleó en la Galería de las
Maquinas.
Desde 1880 el francés François Hennebique comenzó a experimentar con el cemento armado.
Le siguió Baudot que experimentó con el hormigón armado “ciment armé”, en 1897 se inició la
iglesia de Saint- Jean de Montmartre de París, en la que consiguió la ligereza y la fortaleza del
nuevo material se plegaran a unas formas neogóticas.
En Inglaterra:
Invernadero Carlton House en Londres (1811) construido por Thomas Hopper, con estructura
metálica y cristal de aspecto gótico con tracerías y bóvedas de abanico.
Invernadero de Chatsworth (1836) realizado por Joseph Paxton (jardinero de Devonshire), con
una puerta de ingreso con un frontón clásico sobre columnas dóricas.
Palm Stove en los jardines de Kew (1845) de Burton y Turner, prescindiendo de las formas
clásicas, se trata de una estructura de formas redondeadas con la parte central más elevada y
los muros lisos formados por las piezas de cristal.
Los sencillos invernaderos darán paso a una nueva tipología: los pabellones de exposiciones,
destinados a mostrar la pujanza industrial de las naciones a través de las Exposiciones
Universales.
La primera exposición universal tiene lugar en Londres en 1851, fue idea del esposo de la reina
Victoria. En 1850 se convoca el concurso para elegir el proyecto del edifico que se situará en
Hyde Park.
Interior del Crystal Palace. Consistía en una nave longitudinal de 1.851 pies de
largo, cifra alusiva al año de la muestra,
aproximadamente 560 metros. El pabellón estaba organizado en función de un módulo tipo de
siete metros de lado que se correspondía con la distancia entre dos soportes de hierro
fundido. La nave central tenía tres módulos de anchura y las laterales dos módulos y en las
intercaladas uno. Un transepto con bóveda de cañón de mayor altura permitió la colocación de
árboles. Con un perfil escalonado con tres pisos.
Pero su gran aportación, por encima de estas innovaciones técnicas reside en la creación de un
espacio amplio, diáfano e ilimitado al eliminar la tradicional distinción entre espacio interior y
espacio exterior, gracias a la sutil combinación de una grácil estructura metálica (pintada con
una policromía de franjas en rojo, amarillo y azul) y vidrio transparente que permiten una
iluminación constante y total. Como resultado, el Palacio de Cristal está significativamente más
cerca del sentido dinámico de la pintura impresionista que de la clásica alternativa lleno-vacío
definidora de la arquitectura tradicional.
naves de altura decreciente hacia el interior. La cubierta de cristal estará sostenida por arcos
metálicos que se apoyaban sobre pilares laterales prolongados por encima de la cubierta y
unidos con tirantes a la clave de los arcos. La galería exterior y más amplia, estará destinada a
las máquinas y las otras a las materias primas, al vestuario, al mobiliario, etc. Los parisienses
critican este edificio mucho más duramente que lo que los ingleses criticaron el edificio de
Paxton años antes.
Francia, después de sus avatares políticos planeó en 1878 una nueva Exposición Universal que
superara en extensión y en propósitos a la anterior. Con este objetivo se dispuso de dos áreas
situadas en un mismo eje a uno y otro lado del Sena, utilizando un edificio monumental
permanente (el Palacio del Trocadero) de estilo ecléctico; la otra zona estaría en los Campos
de Marte y la formaban construcciones de carácter provisional con predominio del hierro
proyectadas por Hardy y Eiffel con una fachada al Sena donde la representación prima sobre
los aspectos prácticos.
El palacio es una obra pesada y aparatosa con una cúpula cargada de ornamentación. Mientras
tanto, la galería y la torre representan las obras de mayor envergadura realizadas hasta
entonces en hierro. Ante el espacio de la galería de las máquinas, los contemporáneos
reaccionaron con asombro e incertidumbre. El gran ambiente de 115 x 420 metros se sostiene
con arcos de hierro con tres articulaciones. Desgraciadamente la galería de las máquinas fue
derribada en 1910.
G. Eiffel levanta la torre con una base constituida por cuatro estructuras troncopiramidales
independientes y separadas. El sistema de fijación a tierra era similar al empleado en la
cimentación de puentes. Es una en apariencia sencilla estructura de placas de acero y
angulares, unidas por remaches, en las que consiguieron casar al milímetro las distintas piezas
prefabricadas. Los tetrapilonos de la base se unían con arcos y sobre ellos se levanta la primera
plataforma con decoración de motivos calados cercanos al art nouveau, aun separadas las 4
grandes patas se elevan aproximándose y sobre ellas se encuentra la segunda plataforma,
desde ella continúa una forma única que se eleva estrechándose hasta la terraza de remate a
304,80 metros del suelo.
En ella se han solucionado dificultades como la defensa contra la fuerza del viento y los
complicados cálculos de resistencia de los materiales. El autor relata que fueron necesarias
12.000 piezas metálicas, perfectamente diseñadas individualmente, que se unieron por medio
de 2.500.000 remaches. Los ascensores Otis facilitaron la subida a los diferentes niveles.
Por su inutilidad, está concebida como una obra de arte moderna, como un manifiesto
provocador y desafiante. Rápidamente la torre será objeto de innumerables críticas como las
de un grupo de artistas y escritores que protestan públicamente por dicha construcción con
una carta abierta al comisario de la exposición; hay técnicos que sostienen que la torre acabará
cayéndose, ante todo lo cual Eiffel mantiene
que la torre es bella en el sentido en que
expresa materialmente la realidad de lo que
es el cálculo de estructuras; dice que las
curvas de las cuatro costillas darán impresión
de fuerza y belleza. Cuando, finalmente, se
concluye la torre muchas reacciones
contrarias se vuelven favorables,
convenciendo a sus detractores por su calidad
publicitaria, y son estos sus más encendidos
defensores.
6. La escuela de Chicago
Cuando se habla de revolución en la arquitectura norteamericana se alude a los momentos en
que esta, a causa de las innovaciones aportadas, alcanza cotas de gran interés frente al
academicismo europeo. Uno de esos momentos lo ocupa la Escuela de Chicago y sus
aportaciones a la arquitectura moderna que se encuentra condicionada por el tipo de
organización técnica, social y económica. Esta revolución se inicia con el proceso de
destrucción–reconstrucción de Chicago ocurrido tras el incendio de 1871, desarrollándose
hasta la 1º Guerra Mundial y las soluciones aportadas por la asociación técnica entre
ingenieros y arquitectos , soluciones sencillas y originales al margen de los estilos históricos
que ,basadas en los sistemas prefabricados en madera y en las estructuras metálicas , hicieron
avanzar todos los aspectos de la construcción hasta llegar a un proceso de abstracción propio
que contiene una nueva forma de ver la arquitectura: el rascacielos.
En sus orígenes, la ciudad de Chicago estaba compuesta casi exclusivamente por edificios
realizados en madera. De acuerdo con la tradición americana, lo que en el futuro será la ciudad
de Chicago se planifica y parcela en base a cuadrados regulares que conforman una trama que
podrá extenderse de forma monótona a lo largo de años y de kilómetros y kilómetros. La
técnica constructiva recibe el nombre de “balloom frame” y se basa en multitud de listones
delgados de dimensiones normalizadas y que se fijarán con simples clavos, por lo que apenas
se necesitarán herramientas a la hora de edificar.
Junto con el invento del ascensor, primero a vapor (Otis, 1864), luego de propulsión hidráulica
(Baldwin, 1870) y finalmente eléctricos (Siemens, 1887)-, serán fundamentales para el
desarrollo, aquí en Chicago, de los rascacielos. Las innovaciones técnicas aplicadas en la
construcción con el empleo de las estructuras de hierro fundido, luego sustituido por el forjado
y finalmente por el acero, que eliminan definitivamente los gruesos muros, permitirán la
elevación en altura sin miedo. El rascacielos, junto con la planificación en cuadrícula, serán las
aportaciones de la cultura arquitectónica americana.
El nuevo trazado urbano de Chicago daba lugar a parcelas cuadradas que convertirán el centro
de la ciudad en su centro comercial y económico, el Loop; la escasez de suelo en la zona hará
que los promotores se preocupen de sacar el máximo beneficio ( alto precio de los solares
edificables) y aprovechamiento a cada parcela y la mejor opción es la de la construcción en
altura .
Este principio se aplica por primera vez en el Leiter Building de 1879, sostenido exteriormente
por pilares de obra, muy espaciados, y en el interior por montantes metálicos .Edificación de
planta rectangular de 32 por 26 m, dividida en cuatro tramos por filas de columnas de hierro
con una envoltura de ladrillo. Este modelo, de planta rectangular con columnas y vigas
horizontales de hierro, con seis alturas y planta baja, repite la malla de las primitivas
construcciones fabriles inglesas pero con amplias aberturas al exterior.
Con mayor coherencia a estos principios proyectará el Home Insurance Building, (1885)
considerado el primer edificio de Chicago construido sobre una estructura completamente
metálica. El edificio de diez plantas –al que posteriormente se añadieron dos más-, poseía
sobre un zócalo de mampostería un armazón metálico, de hierro los cinco primeros pisos y de
acero Bessemer los restantes, con vigas y pilares metálicos recubiertos de ladrillos refractarios.
Los pilares metálicos sostenían vigas de doble T que soportaban los pisos de hormigón,
consiguiendo disminuir la función sustentante del muro. En 1889, con su segundo Leiter
Building y con el Fair Building, Jenney precisa su concepto constructivo reduciendo las
fachadas a ligeras pantallas sostenidas por el entramado metálico interior. El Manhattan
Building (1890) alcanza los 16 pisos –por primera vez en el mundo-, para buscar luz por encima
de una calle estrecha; las ventanas quedan recortadas en un muro continuo que se apoya, piso
a piso, en el esqueleto de acero.
Los almacenes Carson, Pirie and Scott (1899–1901) construidos para Schlesinger & Mayer,
sería el último edificio diseñado por Sullivan y supone la culminación de su búsqueda formal.
La estructura es marcadamente horizontal respondiendo a la concepción arquitectónica del
autor. Al estar destinado a grandes almacenes y tener una función representativa o de
reclamo, incorpora una esquina curva resuelta en pabellón, al modo de los almacenes
decimonónicos, su decoración es acentuada siguiendo modelos curvilíneos del Art Noveau.
Pero Argan Louis Sullivan es una figura compleja que se siente atraído profundamente por la
búsqueda de un "estilo" que le apasionó durante sus años de estudio en Europa y, sin
embargo, está convencido de la necesidad de una técnica moderna e innovadora. En el
Auditorium de Chicago analiza, profundiza y perfila el tema de las grandes arcadas. Después
afronta con decisión el tema de los grandes rascacielos como protagonistas de las ciudades
financieras. Hasta aquel momento el rascacielos era prácticamente una superposición de pisos,
un edificio normal multiplicado por diez o veinte con la consiguiente ruptura de todas las
relaciones proporcionales. Sullivan desplaza la función portante de las paredes a las
estructuras internas; las caras del bloque se convierten en simples diafragmas transparentes a
los que la ornamentación modula y califica en la relación con la luz. El edificio se convierte en
un organismo unitario, en una figura urbana, y no rompe la continuidad del espacio en el que
está incluido. Sullivan es explícito; en los centros urbanos americanos, los espacios interiores
son también espacios de la ciudad: el ir y venir de las gentes por las calles continúa en los
amplios halls de los buildings, en el incesante subir y bajar de los ascensores, en los pasillos y
en las oficinas.
Adler y Sullivan: Auditorium de Chicago, 1887. Adler y Sullivan: Guarenty Building, Buffalo.