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LA HISTORIA DE LA PULSION DE
AGRESION Y MUERTE ANTES DE 1920
su inmortal obra Más Allá del Principio de Placer propuso la existencia de la pulsión o
creadora de Freud, no fue exactamente así. Antes de 1920 dos personajes, W. Stekel y
A. Adler propusieron la existencia tanto una pulsión de muerte (Stekel) como una
pulsión agresiva (Adler). Sin embargo, en sus iniciales contribuciones no sólo padcieron
Este fenómeno no puede pasar de lado para el estudioso del psicoanálisis y los
imitaciones e identificaciones del grupo original ante la persona y poder de Freud, sin
dejar de lado la compleja personalidad del fundador del psicoanálisis rechazaron, con
función de dichas pulsiones. Esta contribución buscará acercarse a aquellos años del
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que a continuación veremos serán los avatares de personas quienes en su afán de
descubrir los escondrijos del alma humana padecieron choques ideológicos donde creo
historia inicial del movimiento psicoanalítico las primeras propuestas que, en un afán de
propone luego de una gran investigación psicoanalítica con sus pacientes la existencia
de una pulsión independiente de la libido o pulsión de vida desarrollada por Freud y sus
seguidores. Stekel se refiere a ella bajo el singular y mítico nombre de Thanatos (del
griego Θάνατος nombre del dios de la muerte suave o sin violencia, gemelo de Hipnos,
dios del sueño por cierto) o la pulsión de muerte. Sostuvo en dicha conferencia que en la
Aunque el trabajo fue interesante, causó un evidente, aunque discreto rechazo. Veamos
la reseña de O. Rank quien entonces era secretario en las reuniones de los miércoles: el
1 Años después, en 1922, el mismo Stekel puntualiza: “El instinto de vivir va acompañado del instinto de
muerte. Sólo la unión de estos dos instintos forma la unidad psíquica de la vida”. (p. 20-21) Y al referirse
a Más Allá del Principio de Placer sostiene que Freud: “llega al punto de vista que yo expuse en 1908 en
la primera edición de mi obra Estados nerviosos de angustia”, explicando que el instinto de muerte se
origina por represión y amenaza al instinto sexual. En el prologo a la edición de 1924 escribe una nota a
pie de página: “Freud se vio obligado, finalmente, a reconocer la existencia de un instinto de muerte. Es
verdad que tardó mucho en hacerlo.” (p. 36).
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primero en alzar la voz fue Paul Federn, quien sostuvo que dicha pulsión de muerte no
tiene nada de primario (a diferencia de la de vida). Así, en vez de atribuirle valor a tal
pulsión, habría que regresar a Freud y conservar su postura inicial acerca de la única
retirada de libido de los objetos. E. Hitschmann por su parte opina: “Stekel sólo sembró
agitar a su auditorio: “Es probable que las objeciones que ha encontrado la ‘pulsión de
sí no carece de valor”. Esto no relajó el clima de rechazo. Fritz Wittels, quien fuera
analizado del propio Stekel y posiblemente debido a ello apoya su idea, sosteniendo que
“es una verdad tan antigua como el mundo”, el que la pulsión de muerte acompañe al
amor. Continuó casi al final, como era generalmente su costumbre el anfitrión (pues las
tanto, en pocas palabras es insostenible afirmar que toda angustia es temor a la muerte.
Luego de tal afirmación y explicación teórica, no le quedó más a Rudolf Reitler, el así
cuenta en total adherencia a Freud y los asistentes expresando: “el temor a la muerte
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estas reuniones jamás fue vuelto a tocar. Prácticamente todos estaban ciertos al salir de
casa de Freud que la idea de W. Stekel de una pulsión de muerte era poco más que un
desatino. Así, durante años completos esta posición se sostuvo, haciendo añicos la
después de leer el texto de Freud, Más Allá del Principio de Placer, las cosas fueron
distintas.
ENSAYO HISTORICO
afirmaciones teóricas de este autor: “La teoría, en el libro de Stekel, parece estar
Stekel, la solicita vía correo a Freud para que éste le envíe la información. La carta es
enviada por Freud a Jones, sin embargo, “se le olvida” y omite incluir la dirección, a lo
que Jones, ya con conocimiento de los pareceres del fundador del psicoanálisis sobre
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Hubo, a pesar de todo, buenos tiempos. Freud no sólo lo analizó3, sino que llegó a
promover algunas de sus ideas y en secreto confirmaba los simbolismos de los sueños
propuestos por Stekel. Escribió: “posee el mejor olfato de todos con respecto a la
interpretaciones y luego me he dado cuenta de que tenía razón” (Freud a Jung 11-
XI-1909) afirmando que había que aprender mucho de él, ya que tenía una pasión
acrecentarse, así como la posición del mismo Stekel hacia Freud y el grupo original
en conjunto es buena persona y siente apego por mí, en segundo porque he de soportarle
como una vieja cocinera que lleva ya mucho tiempo en casa y sobre todo, en tercer
auténtico hijo del inconsciente (…), sin embargo, tiene razón en sus afirmaciones acerca
del inconsciente con respecto al cual está en mejor posición que nosotros”. (Op.Cit. pag.
278.)
3 Sabemos que W. Stekel tuvo un breve (y al parecer durante un tiempo exitoso) análisis con Freud debido
a que éste padecía impotencia psíquica y masturbación compulsiva. Nuevamente no podemos hacer de
lado uno de los más poderosos problemas de Freud: su indiscreción (E. Jones a Max Schur: 6-X-1955, en
Gay, 1989).
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Freud lo aceptó con reservas y con un mensaje claro de observación y control. En abril
de 1911 le solicita que haga una crítica al libro de Jung sobre los sueños, pero le exige a
Stekel que de haber algo que no le parezca, omita expresarlo. Poco después Freud le
escribe a Jung (14-III-1911) “El nuevo libro de Stekel es, como siempre, rico en
contenido, -el cerdo encuentra las trufas-, pero por lo demás, una porquería.” (Caparrós,
1997) A principios de 1912 las cosas volvieron a tornarse difíciles. Le confía Freud en
una carta a Sándor Ferenczi (16-V-1912): “Stekel se muestra negligente con sus visitas,
evidentemente no se encuentra bien y dado que mantiene relaciones con Adler el hecho
al punto de que entre el 21 y 22 de octubre del mismo año Freud le pide a Stekel que no
exige hablar acerca de sus diferencias. Como observamos por más de un motivo la
Cuando Stekel, incapaz de sostenerse y darse un lugar dentro del grupo de Viena,
seguramente contento a Freud (30-X-1912): “Le doy mi más sincera enhorabuena por la
enérgica expulsión de Stekel. Una tropa reducida, pero mas fieles, será mucho más
sádico del instinto sexual, nunca en ese tiempo como algo independiente. En verdad, a
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lo largo del desarrollo de las pulsiones a Freud le fue difícil integrar la pulsión agresiva
incluso, su dificultad lo llevó en 1909 a pensar que tanto el instinto sexual como el de
intento de dominar los estímulos provenientes del mundo externo (Freud, 1920, 1924;
Edgcumbe, 1975).
Alfred Adler, miembro del grupo de los miércoles de 1902 a 1911, y primer presidente
de la Asociación Psicoanalítica de Viena propuso entre otras cosas una contribución que
le causaría una animadversión que en conjunto con otras aportaciones duraría el resto de
reunión del grupo de los miércoles el 3 de junio4 no siendo nada bien recibida: En la
minuta de dicho evento E. Hitschmann sostuvo que tal novedad no modifica en nada lo
dicho por Freud. Hollerung siguió: la pulsión agresiva es tan solo un pleonasmo. Y, en
pocas palabras desacredita a Adler: Más que organizar a la agresión como una pulsión,
debería hablar de reacción agresiva. Siguió W. Stekel también con firmeza, antagónico
como sus colegas: la propuesta de Adler no aporta nada y su pulsión agresiva no puede
ser probada. Siguió Freud estando “de acuerdo” con casi todas las ideas, salvo una
pequeña, pero contundente corrección: “lo que Adler denomina pulsión agresiva es
nuestra libido” (p. 408). Explicando que, al perseguir la satisfacción de una necesidad,
la pulsión persigue entonces el placer y por lo tanto es regida por la libido, por lo tanto,
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Como se puede observar, pocos se adhirieron. De estos, Paul Federn, con tibieza
sostuvo que Adler no pretende desplazar la pulsión agresiva por la libido sino
intervenciones sosteniendo que es verdad que existe agresión, pero esta se encuentra en
ENSAYO HISTORICO
psicológico y deja a esto último de lado para encaminarse hacia lo biológico. Por otra
1910 le solicita a Jung que “no ponga en primera línea las [conferencias] heréticas,
(27-X-1910): “...está tan en contra de mis convicciones interiores que me enoja todas
especial con sus diferencias ante a la obra freudiana para alcanzar una fusión de ambas
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teorías o al menos lograr un esclarecimiento de sus diferencias. Freud aceptó, pero
celebró el 4 de enero. Adler inició con Algunos Problemas del Psicoanálisis, siendo
rebatido intensamente por P. Federn. Pero las cosas ahí no terminaron, en una carta a
Karl Abraham (3-III-1911) y otra dirigida a Ludwing Binswagner dos días después,
luego de tomar Freud la presidencia del grupo de Viena tras las renuncias de Adler y
La posición de los ortodoxos era similar. Ferenczi a Freud (19-XII-1910): “Ahora acabo
de entender las teorías de Adler sobre el odio; no quiere amar, y por eso tiene que odiar
y cree ser odiado; todo esto lo proyecta en sus teorías”5. Poco después le escribe Freud
al pastor Oskar Pfister (26-II-1911): “Las teorías de Adler se desviaban demasiado del
“absurdo” de que exista una pulsión agresiva y literalmente: “no creo ser injusto con él
H. Abraham y E. L. Freud, 1964). Lo mismo ocurrió en una carta de Jones a Freud (17-
III-1911) “Cuanto más pienso en Adler, más obvia se me hace la parcialidad de sus
ideas. Como dice usted, tal falta de juicio debe ser el resultado de fuertes factores
personales”.
Muchos años después, en un fragmento de una carta omitido por E. L. Freud y Adam
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conmoción al saber de la muerte repentina de Adler, Freud le contesta (22-VI-1937) 6:
“Yo no entiendo su simpatía por Adler. Para un muchacho judío nacido en un suburbio
de Viena, el morir en Aberdeen significa una carrera insólita desde ya, y es una prueba
proceso que el supuesto pensador lleva a cabo con conciencia, pero con una conciencia
contenido como la forma lo extrae del pensamiento puro, sea de su propio pensamiento,
sea del de sus predecesores. Trabaja con la única documentación intelectual que posee,
evidencia misma, porque para él todo acto es trasmitido por el pensamiento y, por eso,
1983). Y lo sabemos, aunque Freud por un lado solicitaba que nadie esperara su
aprobación para difundir sus ideas, le costaba mucho trabajo reconocer aquellas que
fueran opuestas a las de él. Incluso, le molestaba que le ganaran una idea. De esta
manera, Freud entendía las aportaciones ajenas sólo y solamente si podía integrarlas en
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Adler y Stekel, y la imagen que Freud tenía de ellos se fue creando una predisposición
En este caso ante la aportación nueva se impone y afirma la ideología. Del otro lado de
hay el mismo grupo las desvanece y niega. Así, mientras de un lado se está equivocado
impidieron a éste observar de otra manera los fenómenos que ahí mismo sucedían7. En
la idealización. Véase si no, en su autobiografía (1957), Fritz Wittels recuerda que los
ortodoxos se identifican con Freud. “Unos imitan su letra, otros adoptan su manera de
hablar y sus ademanes”. Por su cuenta, A. Kardinier recuerda que Theodor Reik: “se
hablaba tal como lo hacía Freud. Le llamábamos ‘el Freud de imitación’” (1977, p. 85).
7En su autobiografía, Stekel insistió y trató de persuadir tanto a Freud como a los seguidores de éste para
que Jung no fuera el primer presidente de la IPA, decía “¿por qué vamos a depender de la gracia de los de
Zurich?” furioso, le declara intelectualmente la guerra a Jung, y con Adler crean el Zentralblatt fur
Psychoanalyse. Publicación independiente sobre psicoanálisis.
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Esto producía una reasignación del rol y función de Freud en el grupo, haciéndolo
madurez y destino de los miembros dependía del padre del psicoanálisis. Así, las
miembros), desarrolló otro objetivo latente (que produjo el Comité Secreto): preservar la
de elaborar las ideas, estas evolucionaban a ideologías segregantes (Bach, 1975; Käes,
1976; Drevillion, 1978; Durkin, 1979; Loeser, 1979; Chazaud, 1980). Es cierto, Freud
los descendientes apreciados y valiosos (Käes, 1976; Flament, 1977; Cartwrighy &
Lippitt, 1979; Bennis & Shepard, 1979). De esta manera la ideología violenta las
similitud y diferencia. Así mismo subjetiviza de forma arbitraria los contextos histórico-
8Por ejemplo, en la mayoría de las reuniones, todos esperaban la participación de Freud quien, siempre se
mantenía casi hasta el final para dar “la última palabra” (Federn y Nunberg, 1974).
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tuvieron seguidores en esos días. Por el contrario, estuvieron solos, lo cual les impedía
su muerte, aparecieron las diferencias entre sus antes sanguíneos seguidores (Jung y los
suizos, Rank y Ferenczi con la técnica activa, Federn con su concepto del Yo y el
inconsciente, Jones con la etapa deuterofálica y su afinidad con Klein, entre otros).
CONCLUSION
Otra interpretación alrededor de la actitud y ruptura de Freud tanto con Stekel como con
Adler es ofrecida por P. Kuhn (1998). En ella, cree que las reacciones de Freud hacia las
Nuremberg de 1910 se sintió humillado por éstos. Incluso, cree que cínicamente Freud
fue preparando un camino para utilizar y luego sacrificar a Stekel, su entonces discípulo
más fiel y viejo de todos, durante las rencillas contra Adler y Jung.
No por nada M. Abadi (1959) comparaba las agrupaciones psicoanalíticas con las
masoquismo), donde niegan lo malo del adentro del grupo, igualmente, eligen un chivo
como en todos los grupos, la mayor ansiedad que puede vivir un sujeto es la no-
grupos, los núcleos psicóticos son neurotizados a partir de “la causa” (social, religiosa o
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individualidad es suplida por la pertenencia, tomando al grupo como ideal (Käes 1976;
Freud se refería a Adler y Stekel como los “nuevos dioscuros”, “Max y Moritz”9 o
Adler y Stekel aunque no fueron amigos, durante un tiempo luego de su exclusión del
con Freud y los ortodoxos11. Fue toda una disputa de bandos. En una carta de Freud a
Jones (14-V-1911) le comenta: “Stekel hizo las paces y prometió portarse bien, pero el
paranoico”. Donde la relación entre ellos era incómoda (Freud a Ferenczi, 23-XI-1910):
un divorcio sano, pero se alarga el asunto, de modo que tengo que seguir bregando con
ellos pese a que pienso que no hay nada que hacer” (p. 280).
reacciones. Jones a Freud (30-IV-1911): “Es una pena que Adler y Stekel no sean
hombres como Jung y Ferenczi. Es una lástima que tengan que molestarle a usted de
esta manera”. No olvidemos por cierto que uno de los motivos para la creación del
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Comité Secreto fueron por un lado la profunda decepción que se tuvo con Jung y los ya
Ferenczi era que ese grupo lo formaran solamente analizandos de Freud) que
Freud (1 de agosto de ese año) fue intensa: “Lo que en seguida ocupó mi fantasía fue su
idea de un concilio secreto compuesto de los mejores y más leales entre nosotros, que
y contrariedades cuando yo hubiera muerto (…). Le diría incluso que me sería más
ligero vivir y morir sabiendo de la existencia de un grupo de este tipo que se encargara
de preservar mi creación. Sé que este proyecto tiene un ingrediente infantil, tal vez
romántico, pero quizá pueda modificarse para ajustarse mejor a las exigencias de la
realidad”. De ahí Freud le comenta las posibles formas en que pudiera el grupo
12 Aunque larga, es importante hacer una pausa a título de nota al pie: Las reuniones del grupo de Adler se
celebraban los jueves. Hasta hoy, los grupos adlerianos continúan, son muy respetados y productivos. Hay
que decir que en mucho gracias a las ideas de estos dos pensadores, se fueron gestando las bases para el
desarrollo de la psicoterapia breve y estudios psicoanalítcos sobre psicosomática, entre otros puntos. Por
el contrario, la escuela de Stekel llamada “Asociación Independiente de Analistas Médicos” creada entre
otras razones porque se oponía a la formación de analistas no médicos, no tuvo el mismo éxito, en parte
porque perdió fiabilidad entre los grupos de psicoanalistas, pues se le consideraba un charlatán ya que
llegó a saberse que muchos de los ejemplos clínicos eran invenciones. Stekel inventaba pacientes que se
adecuaran a las discusiones. Jones recuerda que se referían ya irónicamente a él como “El paciente de los
miércoles de Stekel”, así como había fuertes rumores alrededor de su relación con pacientes del sexo
femenino. En su autobiografía, Stekel recuerda particularmente las muy personales y duras críticas de
Tausk hacia él, calificándolo de mentiroso y cuentista al hablar de sus casos. Stekel se dirigió en una carta
a Freud quejándose de dicho trato, comentando que de seguir así dimitiría, a lo que al parecer Freud le
pidió a Tausk que dejara de agredirlo. En dicho libro, Stekel mismo dice acerca de tal suceso: “si yo
inventara mis casos, sin duda sería mejor poeta que Shakespeare”.
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No sólo sucedía del lado de Freud y seguidores. Stekel en su libro Estados Nerviosos de
Angustia refleja su dolor alrededor de las presiones del grupo ortodoxo. Así, mientras
tercera (1920) cambia: “Como discípulo de aquel genial psicólogo, me encontré sujeto a
sostiene: “Comprendí también que la teoría de la libido de Freud era un error. No pude
seguir más las explicaciones casi místicas del profesor y de su escuela” (p. 22). Cuatro
años después, con el grupo ortodoxo, en la cuarta edición confiesa sus sentimientos:
“Me es imposible seguir por las vías sombrías y místicas de esta escuela ortodoxa. Soy
enemigo de inútiles especulaciones teóricas” (p. 21). Tal agrupación, siguió escribiendo:
“atrajo sobre mí el odio de toda la escuela ortodoxa de Freud, que se esfuerza en lanzar
contra mí el gran anatema pronunciado por el maestro y por rebajar la obra de mi vida
mediante una crítica mezquina” (p. 26.). Ello le llevó a omitir el prólogo de Freud a su
libro de 190813.
Hacia la Navidad de 1924 Freud, luego de recibir la biografía de éste escrita por Fritz
Wittels (donde se subraya la postura de Freud ante Stekel y Adler) le dice: “acierta al
deducir que con frecuencia me he visto obligado a dar un rodeo a fin de seguir mi
camino. También tiene razón al pensar que no admito ideas ajenas cuando éstas se
presentan en un momento inoportuno. (No obstante, respecto a este punto, creo que
13 En su Autobiografía, Stekel escribió: “Yo era el apóstol de Freud y él era mi Cristo” con el seudónimo
de Serenus, publicó novelas y obras de teatro. Fue analista además de Otto Gross y del psicólgo A. S.
Neill. Enfermo de diabetes y sabiéndose afectado de gangrena en un pie, se suicidó en Londres el 25 de
junio de 1940, en una habitación de hotel, con una fuerte inyección de insulina (Bos y Grememdijk, 2004.
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relación de Freud con A. Adler y W. Stekel fue tan dolorosa como la que tuvo con
Por otro lado, en torno a las ideas acerca de las pulsiones de agresión y muerte es
verdad que antes de 1920 hubo otros intentos de varios autores psicoanalíticos de
1912, tímidamente pero mucho más apegada a la idea de Stekel la desarrolla sin
Realidad y sus Estadios, como August Strärcke en 1914 (Freud, 1920; Vives, 2001)
tocaron el tema de impulsos destructivos, sin embargo, todos lo ubicaron siempre dentro
de la explicación freudiana, esto es, como parte de los aspectos destructivos inmersos en
la pulsión sexual, jamás como una pulsión independiente (incluso por correspondencia a
obra Freud casi no usó el término Thánatos. En el volumen XXIV de The Standard
el índice dicha palabra, sólo instinto de muerte precisamente a partir de Más Allá del
Freud tomó no sólo de poetas, las artes, mitología y literatura recursos para fincar sus
ideas. Muchas otras ya iniciado su desarrollo como teorizador del psicoanálisis las
tomaba de otros colegas (a veces sin hacerles saber ello). Así, de Jung se inspiró para
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Groddeck el Yo y el Ello (así como en otros momentos les pedía a algunos, como a
Groddeck, luego de leer el Yo y el Ello, le hace ver que la pulsión de muerte ha sido
Stekel buscó sin éxito reconciliarse con Freud. Éste último le escribe el 13 de enero de
1924 (luego de que Stekel le enviara una carta con buenos deseos ante su frágil salud).
En ella Freud le recuerda que inicialmente gozó de su simpatía, pero, luego de los
que después me haya dado base alguna para recuperarla”. Y continúa: “También me
conducta- las que imposibilitaron para mis amigos y para mí toda futura colaboración.
ser alguna vez distinta de la que fue durante los últimos doce años” (pp. 308-309). Y a
vuelta de correo Stekel le contesta: “Las disensiones han sido provocadas por unos celos
mutuos suscitados por una demanda de amor, más que por la reivindicación de sus
desarrollando a mi juicio la fantasía del “todos somos uno”. Bien lo señaló J. Drevillion
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“el hombre vive la existencia de varios grupos de los que es parte integrante, hasta tal
sólo para sí mismo, sino también para los demás” (1978, p. 10). La fundación de los
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Alberto Villarreal Hernández
Dr. Martínez 119. Col. Doctores. Monterrey, N. L. C.P. 64710
Tel: (81) 83 46 15 64
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