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ADMINISTRACIÓN PÚBLICA
POR:
NORA MILENA CONTENTO CASTAÑO
Resumen:
Se trata de abordar la teoría de la Nueva Gestión Pública, desde la concepción dada por la
relación mandante mandatario, que da un nuevo rol al servidor público.
1 ARTICULO 3. La soberanía reside exclusivamente en el pueblo, del cual emana el poder público. El pueblo la ejerce en forma directa o por medio de
sus representantes, en los
términos que la Constitución establece.
ARTICULO 95. La calidad de colombiano enaltece a todos los miembros de la comunidad nacional. Todos están en el deber de engrandecerla y
dignificarla. El ejercicio de los derechos y libertades reconocidos en esta Constitución implica responsabilidades.
Toda persona está obligada a cumplir la Constitución y las leyes.
Son deberes de la persona y del ciudadano:
1. Respetar los derechos ajenos y no abusar de los propios;
2. Obrar conforme al principio de solidaridad social, respondiendo con acciones humanitarias ante situaciones que pongan en peligro la vida o la salud
de las personas;
3. Respetar y apoyar a las autoridades democráticas legítimamente constituidas para mantener la independencia y la integridad nacionales.
4. Defender y difundir los derechos humanos como fundamento de la convivencia pacífica;
5. Participar en la vida política, cívica y comunitaria del país;
6. Propender al logro y mantenimiento de la paz;
7. Colaborar para el buen funcionamiento de la administración de la justicia;
8. Proteger los recursos culturales y naturales del país y velar por la conservación de un ambiente sano;
9. Contribuir al financiamiento de los gastos e inversiones del Estado dentro de conceptos de justicia y equidad.
ARTICULO 103. Son mecanismos de participación del pueblo en ejercicio de su soberanía: el voto, el plebiscito, el referendo, la consulta popular, el
cabildo abierto, la iniciativa legislativa y la revocatoria del mandato. La ley los reglamentará.
El Estado contribuirá a la organización, promoción y capacitación de las asociaciones profesionales, cívicas, sindicales, comunitarias, juveniles,
benéficas o de utilidad común no gubernamentales, sin detrimento de su autonomía con el objeto de que constituyan mecanismos democráticos de
representación en las diferentes instancias de participación, concertación, control y vigilancia de la gestión pública que se establezcan.
Se puede afirmar que cualquier entidad de orden estatal, es una interacción humana
que cumple una misión social estable, sometida a un sistema macro organizativo, y a sus
reglas internas, y normas generales que la orientan. Su marcha normal implica un esfuerzo
colectivo de personas, coordinando en su interacción con las otras organizaciones de la
entidad.
Sin embargo, tales críticas no son razonables, pues deforman las características
peculiares de la administración pública. No se dan cuenta de la fundamental
diferencia entre el gobierno y la empresa privada utilitaria. Lo que llaman
deficiencias y faltas en el funcionamiento de las agencias administrativas son
calidades necesarias. Una oficina pública no es una empresa para ganar dinero;
no puede utilizar un cálculo económico; ha de resolver problemas desconocidos
para la administración de negocios. Es inadmisible pensar en mejorar su manejo
reformándolo de acuerdo con los moldes de la empresa privada. Es un error el
juzgar la eficiencia de un gobierno comparándolo con la labor de una empresa
sujeta a los altibajos de los factores del mercado...”
De todas maneras con los rápidos cambios que hoy se viven (transformación
económica mundial, la globalización comercial, la creación de bloques geoeconómicos y
estratégicos, el vertiginoso desarrollo tecnológico, las políticas de ajuste macroeconómico y
de gasto público en la gestión del Estado), las barreras entre lo público y lo privado se han
ido diluyendo, hasta el punto que hoy se habla de hacer administración publica sustentada
en los criterios de la competitividad y la productividad, mediante la gestión del
conocimiento y su aplicación.
Lo anterior ha llevado al cumplimiento de roles sociales tanto desde los público
como desde los privado apuntando con lógicas diferentes (lo público como regulador, lo
privado desde la rentabilidad), a las mismas misiones: Desarrollo social; Habitabilidad y
medio ambiente; Competitividad y desarrollo económico productivo; Gobernabilidad,
participación y ciudadanía; Capacidades administrativas.
Teniendo en cuenta todo lo anterior, puede decirse que la función básica del Estado
en cuanto a su finalidad social es: Garantizar un nivel mínimo de satisfacción de
necesidades materiales, sociales y espirituales, como salud, educación, vivienda, atención a
la vejez y la niñez, agua potable y saneamiento ambiental, entre los más importantes.
En correspondencia con tal función básica, las tareas fundamentales en este aspecto
de la política social han de ser las siguientes:
- La formulación y ejecución de una definida política redistributiva del ingreso, con la cla-
ra identificación de los sectores sociales que han de beneficiarse de ella.
- La vigilancia de la calidad de los bienes y servicios sociales que han de atender las
necesidades insatisfechas de los sectores más desprotegidos.
La discusión aquí se centra en las nuevas realidades que rodean la política social, se
introduce el concepto de “Buen Gobierno” entendido como aquel que está en manos de
ciudadanos pulcros y capaces, además de estar comprometidos con el servicio a la
comunidad.
Sin duda, uno de los principales retos inmediatos es «repensar» la forma de planear
y ejecutar la política social y de asignarle recursos, sobre la base de que ya no puede
discutirse si existe subordinación de la política social a la económica o si el gasto social y el
económico son excluyentes, sino cómo deben complementarse y armonizarse en una
concepción de desarrollo que integre la producción, las personas y el entorno.
Pero en nuestro medio la pobreza se ha convertido en una endemia social que es
necesario superar, basta mirar los datos de la Agenda de Competitividad de Caldas, para
encontrar que nuestro desarrollo organizacional a nivel Estatal no ha impactado sobre la
problemática nacional, sino que en muchos caso la han agravado:
En algunas zonas de Caldas hay cultivos de coca y amapola. Soñamos con buenas
opciones para los campesinos del Departamento.
Cada vez nuestra problemática es más urbana y afecta a núcleos crecientes de las
capas medias, habiéndose generado unos «nuevos pobres», se producen cambios sus-
tanciales en la forma de manifestarse, pues mientras disminuye según las necesidades
básicas insatisfechas se mantiene o incluso aumenta por la «línea de pobreza», esto es, de
capacidad de compra de una canasta de bienes y servicios.
Sobre esta estructura se han montado los denominados Pactos de Transparencia,
modelo traídos de otras latitudes, que vinculan a diferentes organizaciones de la Sociedad
Civil, para la calificación de los gobiernos locales y regionales, calificación que se da sobre
una matriz rígida elaborada por el Gobierno Nacional, y que lleva a que se den puntajes
ponderados a partir de informes suministrados por la misma Administración que se califica
sin que existan medios de contraste por la carencia de relación del Comité de Transparencia
con los Organismos de control.
Para muchas personas existe una barrera infranqueable entre la empresa privada y la
empresa pública y social y, aún más, entre la forma de gobernar los asuntos privados y los
asuntos públicos y sociales. Parecería que siempre la empresa privada está regida por el
mercado y produce bienes y/o servicios que se realizan en éste a un precio conocido y
fijado en razón de costos competitivos, mientras la empresa pública y social no se mueve en
el mercado y al estar regida por razones de estado y/o de política gubernamental, produce
bienes y/o servicios que parecería no tienen precios y si los tienen no se fijan en razón de
los costos.
Por tanto, así como los conceptos y técnicas de la gerencia moderna son
indispensables en la empresa privada para sobrevivir en la compleja economía de hoy,
también en la dirección de los asuntos públicos y de las empresas sociales se requieren los
mismos conceptos y técnicas para atender con oportunidad y suficiencia a los ciudadanos y
ofrecer a los consumidores mejores bienes y servicios a precios más equitativos.
En este campo se ha dado un proceso de marcha paralela o simultánea entre las
concepciones generales de gerencia, de un lado, y las más específicas de gerencia de lo
social, del otro lado. Desde finales de los años 70 hasta mediados de los 80 el énfasis se
inclinó bastante hacia el uso eficiente de los recursos: «neo taylorismo»2. Luego, y hasta
finales de los 80, el énfasis se centró en la importancia del mejoramiento del recurso
humano: «Gerencia del Recurso Humano». Al mismo tiempo se introducían en el sector
social concepciones que adicionaban preocupaciones nuevas, identificadas con la expresión
común de «Gerencia de la Calidad Total», y en un momento más reciente, «Gerencia
Integral».
2
NEOTAYLORISMO: El taylorismo es un sistema de organización de la producción inventado por el ingeniero
norteamericano WINSLOW TAYLOR consistente en reducir esfuerzos y tiempo y, por lo tanto, hacer más productivos a
los trabajadores.
Se denomina gerente, en concordancia con la definición anterior a los empleados
que participan en la torna de decisiones que afectan parcial o totalmente la misión, los
objetivos o el destino de los municipios o de sus empresas. «El gerente es ante todo un
trabajador cerebral», según nos enseñara Peter Drucker, que manejando una serie de
recursos influye sustancial y seriamente en la marcha de la organización a la cual pertenece.
Es decir que, aunque con atraso, en el sector social también se ha dado el mismo
ciclo de planteamientos sobre la empresa, su misión y la gerencia, que lo ocurrido en
sentido general en el mundo académico y en la vida práctica. Primero, se está frente al
«planteamiento organizacional», con la preocupación enfocada hacia la estructura y las fun-
ciones; luego llegó el «planteamiento estratégico», que ve más a la empresa como una
unidad que cumple objetivos; a continuación se desarrolla el «planteamiento psico-
sociológico», que traslada la preocupación a las personas que conforman la empresa, y en la
actualidad se adiciona el «planteamiento socio-político», que enfatiza en las relaciones de
la empresa con su clientela y en la responsabilidad social.
Es por esto que la filosofía que debe iluminar al gobernante como gerente es la
decisión de que él y su equipo de trabajo deben ser los mejores, para constituirla en una
vivencia colectiva, que se convierta en una cultura corporativa obteniendo el compromiso y
la participación de todos para el cumplimiento de los siguientes principios:
Se trata entonces a partir de los conceptos de los que hoy se denomina la Nueva
Administración Pública, retomar la Epistemología de esta ciencia, para su aplicación en la
Alta Gerencia de las entidades, logrando así la presencia de principios, fundamentos y
métodos del más alto valor ético para el trato de lo colectivo. De esta manera se transforma
la cultura social verdadera porque obtiene el compromiso y la participación de todos y cada
uno de los funcionarios, centrados en todos y cada uno de los siguientes principios:
E. Wight bake. «Concept of the Social Organization», en Haire, op, cit., capítulo 2.
Sobre los peligros de tratar las partes de una organización aisladamente, véase CHRIS
ARGYRIS, Understanding Organizational Behavior, pp. 2-7.
Silva Colmenares, Julio. Hacia una Gerencia Moderna para los Programas y Empresas
Estatales y Sociales. Documentos Espiral, Pereira. 1995, p. 4
Boisier, Sergio. El difícil arte de hacer Región. Centro de Estudios Regionales Andinos
”Barlomé de las Casas”. Cusco, Perú, 1992, p.77.
Parra, Darío. Manual de Gestión en Calidad. Universidad Eafit, segunda edición. Santafé de
Bogotá, 1992
Drucker, Meter F., Gerencia para el Futuro, Ed. Norma, Santafé de Bogotá, 1993.
Bautista, Oscar Diego. La gestación de la ética pública. Universidad Autónoma del Estado
de México (UAEM). Centro de Investigaciones en Ciencias Sociales y Humanidades. 2011.