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LENGUA HABLADA Y LENGUA ESCRITA

Pedro Salinas

Pensemos ahora en otra cualidad del valor social del lenguaje. En la relación del
lenguaje, el individuo y el tiempo. Ahora nos referimos especialmente a la lengua
escrita. Es ésta muy diferente de la hablada. Porque la actitud del ser humano cuando
escribe, su actitud psicológica, es distinta de cuando habla. Cuando escribimos se siente,
con mayor o menor conciencia, lo que llamaría yo la responsabilidad ante la hoja en
blanco; es porque percibimos que ahora, en el acto de escribir, vamos a elevar el
lenguaje a un plano distinto del hablar, vamos a operar sobre él, con nuestra persona-
lidad psíquica, más poderosamente que en el hablar. En suma, hablamos casi siempre
con descuido, escribimos con cuidado.
Casi todo el mundo pierde su confianza con el lenguaje, su familiaridad con él,
apenas coge una pluma. El idioma se le aparece, más que como la herramienta dócil del
hablar, como una realidad imponente, el conjunto de todas las posibles formas de decir
una cosa, con la que el que escribe tendrá que luchar hasta que halle su modo. Igual
sucede eso al poeta que al muchacho que empieza una carta a la novia. Sí, las lenguas
hablada y escrita son diferentes, pero no viven alejadas una de otra, en distintas órbitas.
Sería imposible, porque perteneciendo las dos al espíritu del hombre, han de reunirse
siempre en la unidad del hombre.
De la lengua hablada se nutre, se fortifica, la lengua escrita, sin cesar, y de ella
suben energías, fuerzas instintivas del pueblo, a sumarse a las bellezas acumuladas de la
lengua escrita. Y de ésta, de la escritura, nacen continuamente novedades, aciertos que,
en toda sociedad bien organizada culturalmente, deben poder difundirse en seguida
entre todos, para aumento de su capacidad expresiva. Es el pueblo el que ha dicho:
"Habla como un libro". Frase que evidencia cómo el habla popular admira y envidia al
habla literaria, cómo las dos se necesitan; y es que según Vendryes ha dicho: "en la
actividad lingüística de un hombre civilizado normal están en juego todas las formas del
lenguaje a la vez". Y yo, por mi parte, no sé a veces distinguir si una frase feliz que está
en mi memoria la aprendí de unos labios, en palabra dicha, o de un libro, de la palabra
impresa. Sería insensatez oponer las dos formas del habla; y toda educación como es
debido debe ponerse como finalidad una integración profunda del lenguaje hablado y el
escrito. Si las dos lenguas se separan, dice Amado Alonso, la escrita acabaría en lengua
muerta, la hablada en patois, en dialecto, sin valor general.

Apoyo léxico:
Órbita. Espacio, ámbito o área de influencia.
Lengua muerta. La que antiguamente se habló y no se habla ya como propia y natural de
un país o nación.
Patois. Se da este nombre a hablas locales modernas, muy circunscritas, de cualquier
región dialectal.
Dialecto. Estructura lingüística, simultánea a otra, que no alcanza la categoría social de
lengua.
SOLUCIÓN

Resumen
El autor comienza explicando que la lengua escrita es distinta de la hablada, por
ser más reflexionada, cuidada y requerir mayor responsabilidad. Al escribir, el hablante
se siente abrumado por esa dificultad expresiva del lenguaje escrito. Sin embargo, la
lengua hablada y escrita no viven separadas, tienen su punto de unión en la persona.
Ambas están interrelacionadas y se nutren una a la otra. Por eso el autor aboga porque la
educación integre adecuadamente ambas facetas de la lengua. Si ambas se separaran, las
consecuencias serían negativas, de pérdida, en ambos casos.

Enunciado del tema


Defensa de la necesidad de dominar tanto la lengua escrita como la hablada como
dos facetas interrelacionadas del mismo idioma.

Comentario
Dentro del texto que tenemos delante, cabe señalar en primer lugar que el emisor
mantiene un punto de vista subjetivo, puesto que nos ofrece de forma explícita su
opinión acerca de que la lengua hablada y escrita no son tan diferentes como cabría
pensar. En ese sentido, encontramos una presencia del sujeto-emisor dentro del texto,
puesto que deja clara su opinión personal: “yo, por mi parte, no sé a veces distinguir...”
(L. 26). Aparecen, además, varios ejemplos de plural sociativo, estrategia retórica con la
que el emisor pretende involucrar al lector en el texto, ya que emisor y destinatario
comparten el mismo código: “Cuando escribimos se siente...” (L. 4).
Al margen de esa cuestión, se aprecia que estamos ante un texto divulgativo,
dado que el destinatario es común, esto es, no requiere tener conocimientos previos para
poder entender el texto. El emisor busca convencer al destinatario mediante argumentos
claros y evidentes, busca hacerle cómplice de su reflexión e ideas personales. Dadas
estas características apuntadas, se desprende que en el texto domina, por una parte, la
función del lenguaje representativa o referencial, que es la que, entre todos los
elementos del esquema comunicativo, da más importancia a la información transmitida
en el mensaje. Por otro lado, también es patente la función apelativa o conativa, puesto
que se busca una respuesta por parte del destinatario. La finalidad del texto es, en ese
sentido, la de convencernos de la necesidad de un cambio en nuestra mentalidad. Aun
así, el texto posee un registro lingüístico culto, pues hay una riqueza sintáctica y léxica
apreciable en el texto, y el emisor es un literato reconocido, pues Pedro Salinas es poeta
de la Generación del 27.
Este texto se estructura, en concreto, en tres partes bien diferenciadas. La
primera es la introducción, la cual ocupa el primer párrafo. Aquí el emisor enuncia el
tema, en este caso, las diferencias entre la lengua hablada y la lengua escrita. En
segundo lugar aparece el cuerpo argumentativo, el cual ocupa el párrafo segundo y parte
del tercero, hasta la línea 26. En este caso el emisor argumenta que realmente lengua
hablada y lengua escrita no son tan distintas como cabría pensar. Finalmente aparece la
conclusión, que ocupa de la línea 26 a la 31 del texto. Ahora el emisor ofrece su postura
de forma abierta, pues se incluye directamente en el texto, como se ha indicado antes. Al
observar este esquema, hay que indicar que el texto posee una estructura inductiva,
puesto que la tesis del texto se encuentra, precisamente, en la conclusión. Es el punto
donde el emisor sostiene que con la debida educación, la persona debe trabajar el
desarrollo de ambos dominios del lenguaje, el hablado y el escrito.
Dentro de los rasgos más característicos del texto, en el plano morfológico cabe
destacar que hay un predominio de las formas verbales en presente de indicativo, pues
intenta proponer sentencias como verdades generales: “De la lengua hablada se nutre, se
fortifica, la lengua escrita” (L. 20). Dado el carácter argumentativo del texto, aparecen
incluso verbos de pensamiento: “no sé” (L. 26). La adjetivación es de carácter
valorativo, pues refleja la opinión del emisor: “herramienta dócil” (L. 11). También hay
cierta predominancia al uso de sustantivos abstractos, dado que el texto entra más en
conceptos e ideas: responsabilidad, actitud, tiempo. Dentro de la morfología verbal se
aprecia un uso elevado del condicional, estrategia retórica que indica modestia en las
afirmaciones realizadas por el emisor, que busca cierta objetividad en su argumentación.
Por otro lado, en el plano sintáctico, se observa un predominio de la modalidad
enunciativa o declarativa, pues es la más propicia para la transmisión de información.
La estructura sintáctica es compleja, pues se observan periodos oracionales largos con
diversos casos de subordinación: “El idioma se le aparece... hasta que halle su modo”
(L. 9-11). Encontramos, a su vez, presencia de conectores discursivos para relacionar
los enunciados: “Porque” (L. 3).
Finalmente, hay que destacar en el plano léxico-semántico que el vocabulario es
rigurosamente denotativo, es decir, las palabras significan según su entrada en el
diccionario. Se ve en ese punto que el autor, para dejar claro su mensaje, no se vale de
figuras retóricas y juegos del lenguaje. En relación al campo léxico dominante del texto,
se aprecia que todo gira en torno al término lengua, tanto hablada como escrita.
Por último, en el nivel pragmático, hablamos de cómo el texto cumple con las
propiedades de adecuación, coherencia y cohesión. Respecto a la adecuación, vemos
que la intención comunicativa del emisor es la de convencernos de una postura
personal: una reflexión sobre las dos dimensiones del lenguaje, la escrita y la hablada.
Su actitud es seria y formal, pues busca hacernos reflexionar sobre el uso del idioma. En
relación con la coherencia, ya hemos demostrado previamente mediante el resumen, el
enunciado del tema y el esquema del texto que este presenta las ideas de forma clara y
ordenada, como es habitual en los textos argumentativos. Finalmente, por parte de la
cohesión, ya hemos destacado la presencia de conectores discursivos.

c) indique qué tipo de texto es (0,25 puntos)


De análisis realizado, se desprende, por una parte, que el texto de Pedro Salinas
pertenece a la variedad textual argumentativa, dado que el emisor pretende defender una
opinión mediante pruebas y razonamientos personales sobre asuntos sujetos a
controversia con la finalidad de convencer al receptor. Se trata, en ese sentido, de una
argumentación sobre opiniones, donde adquieren importancia las convicciones perso-
nales y las creencias colectivas. Además, pertenece al género discursivo de los textos
humanísticos, puesto que habla sobre el lenguaje, materia estudiada por la filología.
Dentro de este, se trata de un ensayo, una disertación científica sin prueba explícita
donde el emisor nos ofrece su postura personal sobre unos hechos.

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