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Introducción
Este libro es una investigación de las Fuentes históricos y los múltiples contornos del
encuentro político-estético del marxismo y el modernismo. Nos concentraremos en las obras de sus
articulistas principales: Luckacs, Brecht, Benjamín, Adorno.
El marxismo contiene críticas penetrantes, indispensables, históricamente definidas de la
economía, la sociedad y la cultura capitalistas, y un método poderoso de análisis dialéctico. Esto se
una a una fe dogmática en la inevitabilidad histórica, una concentración exclusiva en las fuentes
capitalistas de la opresión moderna y una tendencia hacia una teoría de copia de la conciencia como
un reflejo de procesos sociales llamados objetivos.
La cultura modernista contiene algunos ingredientes que pueden ayudar a la superación de
estos problemas tales como una preocupación intensa por la mediatización del “contenido” por la
forma, la exploración de la experiencia fragmentada y alienada de los individuos en las modernas
sociedades urbanas. El arte modernista tiene sus propias deficiencias, deficiencias que un
marxismo culturalmente sensitivo podría aclarar en sus términos históricos y criticar con fruto;
como el culto aristocrático del arte hermético, una condición humana ahistórica e intemporal, y una
forma de revuelta estrechamente cultural que facilita la absorción del arte como moda.
Cada una de las cuatros figuras aquí estudiadas elaboraron diferentes marcos históricos
amplios para el análisis del arte y la cultura moderna, entre una serie de debates entre ellos mismos.
A través de estas confrontaciones empezó a surgir una estética marxista seria y flexible para el
siglo XX. Los cuatro autores llegaron al marxismo sólo después de haber sido refinados críticos o
practicantes de las artes modernas.
Se centrara en el período de 1920-1950 y 1928-1940 para analizar cada debate a través del
contraste de biografías y experiencias históricas y en los diversos enfoques del marxismo y el
modernismo articulados en cada autor.
CONCLUSIÓN
Las ideas estéticas y culturales muy diversas de los 4 autores enriquecieron la tradición
marxista en éstas áreas y la equipararon mejor para evaluar los nuevos desarrollos asociados a la
revuelta marxista. La confrontación con el modernismo librada por nuestros cuatro autores en la
época de Hitler y de Stalin desafió al marxismo APRA que afrontara finalmente la crisis de la
sociedad burguesa liberal y sus valores desde el decenio de 1870, a cuyas estructuras debía mucho
el marxismo optimista clásico.
En cuanto a los beneficios obtenidos por el modernismo de su investigación por parte de
marxistas estéticamente sensibles podríamos considerarlos en primer término a la luz de su
declinación, ampliamente discutida ahora. Tal desarrollo hace que las críticas de los autores al
modernismo parezcan más poderosas que nunca, aunque tengan las deficiencias de su propio
pesimismo monolítico. Los cuatro autores sostuvieron convincentemente que el modernismo debía
entenderse en relación con la economía, la sociedad y la cultura capitalistas; y en términos más
amplios, debía contemplarse históricamente, aunque muchos de sus practicantes parecieran rechazar
el modo de pensamiento histórico.
Los cuatro autores no eran tanto marxistas que se ocuparon del arte como importantes
pensadores estéticos que utilizaron su significativa experiencia cultural al volverse marxistas para
desarrollar sus importantes aportaciones a una estética marxista.