Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
Pero la guerra del Pacífico abrió heridas muy profundas y obligó a reflexiones
muy serias sobre nosotros. Se podría decir que 1880 es un año clave para la
historia boliviana, en tanto el resultado de la guerra abriría la brecha de un
proceso de indagación sobre nosotros mismos. Ese camino devino en el
surgimiento de corrientes de gran relevancia. El nacimiento del indigenismo es
probablemente uno de los elementos más importantes a la vez que la
construcción de una historia realista y descarnada que pasó por el positivismo y
se afianzó en una visión crítica que con el estallido del otro gran conflicto bélico,
la guerra del Chaco, iba a tener su máxima expresión. El desencanto de un
sistema político y social que no funcionaba y la necesidad de cambios radicales
se expresaron en una novelística historia en la que la fuerza de la tierra por un
lado, y la realidad terrible de la minería por el otro, fueron factores
determinantes. La provincia y el campo fueron los dos grandes escenarios del
boliviano y la boliviana anterior a 1952. No había nacido todavía la reflexión
sobre la ciudad y es lógico que así fuera, porque Bolivia no tenía entonces
ciudades realmente importantes; sus capitales eran todavía provincianas,
pequeñas y algo adormiladas.
La aparición del nacionalismo en este contexto tiene que ver con los cambios
sociales y políticos que se produjeron entre 1920 y 1952. El final de la era
oligárquica y la necesidad de replantearse las bases del sentido de estado y de
nación, sumados a los fuertes vuelcos ideológicos de Europa con el marxismo y
el fascismo, establecieron una vigorosa corriente de pensamiento en por lo
menos dos generaciones (la del Chaco y luego la Revolución del 52) que buscaron
crear un nuevo modelo nacional. La creación de un nuevo estado nacional
implicaba también la formación de una nueva visión nacional. La revisión del
pasado sería el primer desafío de esa línea de pensamiento, que recién se
cristalizó después de la Revolución de 1952.
CAPITULO 1
LA REVOLUCIÓN NACIONAL
(1952-1964)
El Momento Histórico.
Sin duda el fenómeno de crecimiento más importante lo vivió La Paz que pasó de
60.000 habitantes en 1900 a 321.073 en 1950; un aumento de casi seis veces, el
mayor que haya tenido la sede de gobierno en toda su historia. En cambio, las
otras ciudades importantes crecieron en una proporción menor.
La segunda ciudad era Cochabamba con 80.795 hab. (Cuatro veces más que en
1900), Oruro con 62.975 (tres veces más que en 1900), Potosí con 45.758 (duplicó
su población en relación al 900) y Santa Cruz con 42.746 (algo más del doble que
en 1900). A pesar de esta dinámica demográfica, faltaban todavía cuatro décadas
para que la población urbana supere a la rural. Coherente con esta realidad el
70,5 % de los bolivianos se dedicaba a la agricultura y apenas un 8 % a la
industria; de este último porcentaje algo más de la mitad eran mineros.
La minería que era la principal fuente de ingresos estaba manejada por tres
grandes empresas, propiedad de los denominados “barones” del estaño: Simón I.
Patiño, Mauricio Hoschild y Carlos Víctor Aramayo. Esto suponía que e1 estado
recibía ingresos reducidísimos en proporción a las ganancias de los grandes
mineros, además de su dependencia directa de los propietarios de los complejos
mineros, las fundiciones y sus intereses. El problema además era que la gran
minería estaba en caída en Bolivia, los niveles de producción habían bajado y no
se habían hecho las inversiones necesarias para revertir la tendencia declinante,
los costos de producción habían convertido al país en poco competitivo. El hecho
de que los barones del estaño compensaran sus costos en sus otros centros de
producción esparcidos por el mundo, dejó a Bolivia, si no en situación marginal,
sí supeditada a intereses extranacionales.
La minúscula clase dominante que dirigía el país fue sustituida por una "clase
media" (difícilmente definible sociológicamente) que además afectó severamente
los intereses de la élite al expropiar las grandes minas y los latifundios. La
emergencia campesina en el agro y de trabajadores mineros y fabriles en
ciudades y centros mineros a través de organizaciones con poder real, modificó
radicalmente los estamentos de poder. Por eso se habla de una Revolución.
La Revolución de 1952 es un hecho fundamental en la historia contemporánea de
Bolivia pues cambió el país, al punto que es imposible comprender la Bolivia de
hoy sin entender la significación de la Revolución. Por un parte se modificó
totalmente la estructura económica.
De una economía semifeudal (agricultura) controlada y dependiente de capitales
privados de incalculable poder (minería particularmente), se pasó a una
economía básicamente controlada por el Estado (más del 70%). Se creó una
nueva burguesía que, sin haber logrado estructurarse realmente como clase
coherente, intentó industrializar al país. Una gran parte de esa nueva burguesía
sin embargo se dedicó a la intermediación financiera y al comercio importador.
Se logró una cierta diversificación en la producción económica y una mayor
articulación de la geografía nacional. El proceso de desarrollo excepcional del
oriente boliviano (Santa Cruz especialmente) es sin duda producto de 1952.
Esa opción llevó al país a una encrucijada muy seria cuando se desmoronó el
socialismo a partir de la caída del muro de Berlín en 1989. Bajo el liderazgo de
Castro, Cuba mantuvo su posición socialista intransigente como uno de los
pocos países que se mantuvieron en esa línea después de 1989, en medio de un
aislamiento creciente.
De este modo se puede ver la ligazón del fenómeno boliviano con el desarrollado
contemporáneamente en otras naciones del continente. En muchos aspectos la
Revolución boliviana vanguardizó las posiciones radicales con medidas como la
destrucción del ejército y la creación de uno nuevo, el control obrero con derecho
a veto en las minas, las milicias campesinas y mineras armadas y los ministros
obreros en el gobierno.
Bolivia inició, especialmente entre 1952 y 1956, una serie de cambios profundos,
pero el proceso no llegó a su plenitud. Su repercusión internacional fue relativa
dado el escaso desarrollo del país, su aislamiento y su mediterraneidad. Sin
embargo en los primeros años de gobierno del MNR varios intelectuales,
economistas y estudiosos progresistas de todo el mundo visitaron el país
interesados por la experiencia. En abril de 1953, primer año de la Revolución, se
reunió en La Paz un grupo destacado de intelectuales latinoamericanos.
Particularmente la reforma agraria ha sido estudiada en sus virtudes y defectos
para casos similares que se desarrollaron posteriormente en América Latina.
Víctor Paz Estenssoro es quizás la figura política más relevante del siglo XX en
Bolivia. Su papel en las transformaciones radicales de Bolivia en 1952 primero y
1985 después, lo convierten en un referente imprescindible para comprender la
política boliviana contemporánea.
Ha sido Presidente de Bolivia en cuatro ocasiones, entre 1952 y 1956, entre 1960 y
1964; en 1964 elegido por un tercer período que no concluyó al ser derrocado por
su vicepresidente Rene Barrientos y finalmente en 1985 elegido por cuatro años.
Es el Presidente que ha gobernado Bolivia por más tiempo (doce años y seis
meses). Entre 1956 y 1958 fue embajador de Bolivia en Inglaterra. Exiliado entre
1964 y 1971 regresó a Bolivia para colaborar con el gobierno de Hugo Banzer
(entre 1971 y 1973). En 1974 fue exiliado nuevamente.
La Reforma Agraria.
Entre las medidas adoptadas por el gobierno revolucionario, probablemente la
reforma agraria sea la más significativa. Esencialmente porque fue el paso más
importante dado en la época republicana por integrar el país y hacerlo una
verdadera nación.
La reforma significó entre otras cosas la incorporación de casi 2.000.000 de
habitantes al mercado nacional como productores y también como
consumidores (sobre una población total de 3.000.000). Se eliminó además un
sistema de explotación y una estructura económica muy próximos al feudalismo.
Antes de la Reforma Agraria los grandes propietarios, particularmente en el
altiplano y el valle, controlaban en latifundios más del 95% de las tierras
cultivables del país.
El campesino había pasado de ser un colono siervo, dependiente del patrón, a ser
propietario. En la práctica esto implicó una nueva mentalidad y una nueva
conciencia, pero no logró totalmente una integración entre campo y ciudad. El
proceso de emigración del agro a la ciudad se incrementó considerablemente en
las últimas dos décadas del siglo XX como resultado del bajo nivel económico del
sector. Se inició también un proceso de colonización de las tierras bajas, con la
idea de un desarrollo productivo alternativo y diversificador. Tierras gratuitas a
quienes se asentaran en esas regiones. Se pensó que la fertilidad de los llanos era
poco menos que infinita.
Los precios del estaño bajaron considerablemente entre 1951 y 1955 lo que
determinó una sensible disminución de la producción que descendió de 20.000
toneladas anuales (1952) a 22.400 toneladas (1956). En el período 1952- 1964, la
producción pasó de 32.472 toneladas a 24.412. El mejor año fue 1953 con 35.38 y el
peor 1958 con 18.013. En 1952 nuestra producción representaba el 18,7 % de la
producción mundial, en 1964 producíamos el 16,5 % de la producción mundial.
Es evidente, sin embargo, que el control de la minería por parte del estado evitó
la desmedida fuga de divisas y permitió recuperar el beneficio íntegro de la
producción minera para el país. Lamentablemente no se llevó a efecto la
inmediata creación de hornos de fundición que rompiera la dependencia de las
fundiciones extranjeras (básicamente de Patiño), con la consecuente pérdida del
valor agregado al exportar el mineral prácticamente sin procesar. La euforia de
un proceso político inédito y la posibilidad real de parte del sector obrero del
control directo de la más importante fuente de la economía nacional, trajo
consigo los lógicos desajustes de un cambio estructural tan profundo.
El Voto Universal.
Hasta las elecciones de 1951 (que ganó el MNR) el voto era restringido. No podían
votar ni los analfabetos ni las mujeres (que habían votado por primera vez en los
años cuarenta pero sólo en las elecciones municipales).El concepto de
ciudadanía estaba restringido además a quienes podían demostrar una renta
mínima.
El otro ingrediente negativo fue que a la par que la universalización del voto, se
sofisticó una maquinaria de fraude ya existente en el período oligárquico que
hizo poco creíbles los resultados. El MNR tenía indudable mayoría de respaldo en
el país, pero forzaba las cosas para controlar la casi totalidad del parlamento,
dejándole a la oposición apenas un margen mínimo de representación. El modelo
mexicano de partido único con sistema de voto abierto se seguía casi al pie de la
letra.
La Reforma Educativa.
La reforma tenía que ver con el esfuerzo por masificar la educación y ese fue sin
duda el resultado más evidente del cambio revolucionario. La explosión de las
escuelas rurales fue muy significativa aunque no hubo una correlación entre
número y calidad. En su conjunto, la reforma educativa que modificó el currículo
e intentó inyectar un contenido de reforzamiento de la identidad nacional a los
procesos educativos, se enfrentó a un sistema de escuelas normales incapaz de
formar maestros de buen nivel.
CAPITULO
El viejo y el nuevo ejército
Por primera vez en la historia del país un gobierno tocó la estructura más
profunda del ejército. La tesis era que un estado revolucionar o debía contar con
un nuevo ejército revolucionario (los modelos soviético y mexicano, en diversa
medida, inspiraron en parte esta decisión). La estrepitosa derrota militar a
manos de los revolucionarios en abril de 1952, condujo a la idea de que había que
destruir la raíz “oligárquica” ce las FF.AA.
Las dos medidas básicas que se tomaron fueron por una parte la clausura del
colegio militar y por la otra la separación de filas de altos oficiales la mayoría
fueron al exilio, de oficiales intermedios y el licenciamiento de los cadetes del
colegio. Junto a estas decisiones que afectaron a más de 500 uniformados, se
detuvo a muchos militares de alta y baja graduación que fueron trasladados a
prisión. En Curahuara por ejemplo, entre 1953 y 1955 había más de 50 militares
presos. El colegio militar fue reabierto en 1953 con el nombre emblemático de
“Gualberto Villarroel”. Se pensó que así se abría una nueva etapa en la que las
puertas del colegio se abrían al pueblo llano como de hecho ocurrió, aunque
paradójicamente serían esos militares los protagonistas del derrocamiento del
MNR en 1964.
Fue el trabajo de José Paz Estenssoro el que hizo posible el crecimiento notable
de YPFB, que tuvo su verdadero nacimiento como parte esencial de nuestra
economía en la década de los años cincuenta. Entre 1952 y 1964 la producción
pasó de 2.500 a más de 10.000 barriles día como promedio, además comenzó a
explotarse el gas natural. Al comienzo de los años sesenta Bolivia producía
alrededor de 20 millones de pies cúbicos por día, lo que impulsaría el crecimiento
espectacular que se dio en los años setenta.
Este salto se hizo posible con una inversión que en parte significativa salió de
una transferencia de recursos de COMIBOL a YPFB que permitió la explotación
del área de Sanandita, la perforación de pozos, el impulso de Camiri como centro
vital de la producción de crudo y la construcción de ductos de transporte de
crudo de los centros productivos al altiplano y posteriormente a Arica para la
exportación (este oleoducto fue terminado en 1958).
Fue precisamente en el ámbito del petróleo que el gobierno del MNR dio una
muestra evidente de que sus concepciones estatistas no sólo tenían matices, sino
que apostaban a la necesidad de inversión externa y una política liberal en este
campo. El código del petróleo preparado por el bufete estadounidense de
abogados Davenport y Schuster se aprobó como decreto en 1955 y por si
hubieran dudas, se ratificó en el parlamento en 1956 ya como ley promulgada por
el gobierno de Siles Zuazo. El código otorgaba amplias facilidades a los
inversionistas, a cambio de una regalía del 11 % al estado que podía reducirse
según el caso y un impuesto sobre utilidades del 30 %.
Esta decisión del gobierno de la Revolución fue clave pues marcó un giro
fundamental en la historia boliviana. La vertebración de occidente y oriente a
través del eje cruceño, impulsado de una manera impresionante por la
producción petrolera, llevó a un progresivo desplazamiento del eje de poder
económico lo que se vio de manera muy evidente a finales del siglo XX. La
dinámica económica de Bolivia pasó de las alturas andinas a los 1lanos a través
del desarrollo de la agroindustria.
Ese crecimiento notable tuvo mucho que ver con una lucha se sostenida por los
sectores cívicos crúcenos bajo el liderazgo de Melchor Pinto Parada, que
forzaron al gobierno a que las regalías del 11 % que pagaba la Gulf (y que se
hicieron luego extensivas también como obligación para YPFB) fueran
directamente al departamento de Santa Cruz. Entre 1957 y 1959 se produjeron
problemas muy serios como producto de enfrentamientos armados con un saldo
de dura represión gubernamental y algunos muertos y heridos. Finalmente Santa
Cruz ganó su batalla y logró las regalías para sí.
CAPITULO
Las Primeras Elecciones con Voto Universal
Se abría así una confrontación política electoral entre MNR y FSB como
principal fuerza opositora, bloqueada por la real popularidad movimientista y
por la máquina de fraude del gobierno. En 1956 el ejecutivo no necesitó
manipular la votación, pues su popularidad estaba aún en un punto muy alto. La
izquierda había perdido todo chance, en la medida en que el MNR encarnaba los
cambios más radicales que había vivido Bolivia.
El sustento electoral básico del MNR era el gran caudal de votantes campesinos
que beneficiados por la reforma agraria mantuvieron su lealtad de voto a los
movimientistas durante casi toda la segunda mitad del siglo XX.
Hernán Siles Zuazo nació en La Paz el 19 de marzo de 1913, hijo del también
Presidente de la República Hernando Siles Reyes (1926-193C). Estudió en el
Instituto Americano, se graduó como abogado en la Universidad Mayor de San
Andrés, destacándose como importante dirigente universitario. Fue funcionario
del ministerio de Hacienda y director de la biblioteca del congreso.
Desde 1940 fue diputado por La Paz en tres legislaturas. En 1941 fundó el MNR
junto a Víctor Paz y otros destacados intelectuales, partido del que fue sub-jefe
hasta su escisión en 1964. Fue jefe del movimiento revolucionario de abril de 1952
que instrumentó la Revolución Nacional.
Entre 1952 y 1956 ocupó la vicepresidencia de la república. En 1956 fue elegido
Presidente del país, cargo que ejerció hasta agosto de 1960. Entre 1960 y 1962 fue
embajador de Bolivia en el Uruguay. Ante la decisión de Paz de ir a la reelección
rompió con la jefatura del partido y apoyó al Gral. Barrientos quien derrocó a
Paz Estenssoro y al MNR. Poco después fue exiliado. En 1969 organizó el MNR de
Izquierda, partido con el que hizo política hasta su nuevo acceso a la presidencia.
Se opuso al golpe de 1971 lo que determinó su ruptura definitiva con Paz
Estenssoro.
En 1978 Siles retornó a Bolivia y tras organizar, junto a dirigentes del MIR y el
Partido Comunista, la Unidad Democrática y Popular (UDP), se presentó como
candidato presidencial en los tres procesos electorales de la reapertura
democrática (1978-1980). Cuando su triunfo por mayoría relativa (1980) hacía
suponer una votación congresal que lo ungiera Presidente, el golpe de estado de
julio de 1980 lo forzó a tomar el camino del exilio. Tras el triunfo popular que
obligó al ejército a convocar al parlamento de 1980, fue elegido y ungido
Presidente constitucional en 1982, cargo que ejerció sólo hasta 1985, pues se vio
forzado a renunciar a un año de su mandato como emergencia de la grave crisis
económica que vivía el país.
El efecto devastador que tuvo la inflación sobre vastas capas urbanas, generó un
desencante muy grande de esos sectores en relación al gobierno, que germinó
una sorda y progresiva oposición citadina al régimen, cuyo sustento siguió
basado en el respaldo de los grandes sectores de población rural.
Únzaga, hombre de una curiosa devoción casi mística a sus ideas políticas y
religiosas, simbolizó a parte de una generación idealista intransigente, que
quizás no comprendió la magnitud de los cambios que se realizaron en el país
desde 1952, pero que fue coherente con sus ideas y sus principios.
Durante los doce años de gobierno del MNR la oposición política, reprimida sin
tregua, fue simbolizada por la Falange Socialista Boliviana (FSB) bajo la
inflamada dirección de Óscar Unzaga, Germán Aguilar Zenteno, Guillermo
Kenning y otros. En toda su vida política la etapa más importante de FSB,
paradójicamente, fue ésta, en que actuó como partido opositor al MNR. A FSB se
unieron independientes y otros partidos contrarios al régimen.
FSB intentó varias veces, sin éxito, derrocar al MNR. El 19 de abril de 1959 se
organizó un complot. La planeada toma del Cuartel Sucre terminó en la muerte
de casi todos los líderes falangistas que intervinieron. En el mismo día se produjo
en La Paz un confuso hecho en una casa de la calle Larecaja 188. Allí se encontró
muertos a Óscar Unzaga jefe de FSB y su ayudante Rene Gallardo. La
investigación ya mencionada con participación de representantes de la OEA
llegó a la conclusión de un doble suicidio. Por los antecedentes, la tesis del
suicidio se hace realmente poco probable.
CAPITULO
Plan decenal.
El mal manejo de la empresa minera del estado, llevó la situación en pocos años
a pérdidas sistemáticas, por la alta burocracia, la baja productividad y los
altísimos costos de producción.
La Constitución de 1961.
Esta constitución postula la proyección social del estado. Incluye las minas
nacionalizadas al patrimonio del país, reconoce el voto universal, acepta la
reelección presidencial, define las relaciones de Estado e Iglesia, legaliza las
milicias populares y determina la validez del trabajo como suficiente título para
la propiedad en el campo. Si bien no se puede cuestionar la necesidad de adecuar
la constitución al proceso de 1952, no se debe olvidar que los elementos
esenciales de la nueva filosofía formaban parte de la constitución desde 1938 y es
muy evidente que el deseo de reelección del Presidente fue uno de los móviles
mayores de la sanción del nuevo texto.
En abril de 1962, siendo canciller José Fellmann Velarde, el país rompió relaciones
diplomáticas con Chile a raíz de la actitud unilateral e inconsulta de esa nación
de desviar las aguas del río Lauca, de curso común, perjudicando los intereses y
pasando sobre los derechos de Bolivia.
La ayuda estadounidense.
Sin ser justificable esta situación, puede explicarse a partir del desequilibrio de
relación entre la primera potencia mundial y uno de los países más pobres del
hemisferio, la impensable influencia entonces de la Unión Soviética en un área
bajo directo control estadounidense, la aguda crisis económica que las propias
medidas del primer período desataron y, sobre todo, la terrible tenaza de
depender de un solo producto de exportación para todo el andamiaje de ingresos
monetarios.
La baja de precios del estaño, las ventas que hizo Estados Unidos en la
postguerra, las trabas de exportación de los primeros años y la baja de
producción, obligaron al gobierno a apelar a préstamos y donativos para cubrir
déficits crónicos de presupuesto y deficiencias básicas de productos alimenticios
esenciales. La ayuda, claro está, condicionó las posibilidades de la Revolución,
haciéndola dependiente del modelo americano.
En los primeros años los programas como el Punto IV, la PL-480 de donación de
alimentos, las donaciones que cubrían el déficit fiscal y permitían el pago de
salarios, hicieron al país extremadamente dependiente de la ayuda externa.
Como contraparte Washington obligó a Bolivia a pagar la deuda externa cesante
desde 1931.
En 1963 el ala izquierda del partidio (dirigida por Lechín y Chávez) creó el
Partido Revolucionario de Izquierda Nacional (PRIN) Hernán Siles Zuazo se
declaró opositor a ultranza de lo que denominaba como “prorroguismo”, igual
decisión tomó Wálter Guevara. La convención era un hervidero de alas y
facciones. Se proclamó a Paz y al controvertido ex-ministro de gobierno Federico
Fortún.
La fuerte oposición interna obligó a Paz a eliminar a Fortún y designar a Rene
Barrientos, jefe de la “célula militar”, reconociendo así la influencia cada vez
mayor del ejército en la vida política del país. El 31 de mayo se realizaron las
elecciones; era en la práctica una fórmula única. Ganó Paz por mayoría
aplastante, 1.100.000 votos (el 86%), la oposición se abstuvo en su conjunto.
Lo que la Revolución no pudo hacer fue consolidar una burguesía nacional que
cumpliera su rol histórico, así como tampoco lo había logrado la oligarquía en la
primera etapa republicana. El proyecto de vertebración nacional y diversificación
económica consiguió resultados sólo parciales, el más notable de ellos, la
creación de un polo de desarrollo alternativo al área andina, Santa Cruz de la
Sierra, punto de partida para el progreso de una zona del territorio oriental de la
nación.
CAPITULO
El Momento Histórico
Al poco tiempo se produjo la ruptura con Siles Zuazo y luego con Juan Lechín,
determinando el exilio de ambos. FSB, el PSD, el PIR y el PRA asumieron la
representación civil de las fuerzas de apoyo a Barrientos, aunque el primer
gabinete fue casi exclusivamente militar.
De él salieron varios mandatarios y figuras importantes de la política
inmediatamente posterior. Juan José Torres (Hacienda), Hugo Banzer
(Educación), Rogelio Miranda (Agricultura), Joaquín Zenteno (Relaciones
Exteriores), Rene Bernal (Asuntos Campesinos), Juan Lechín Suárez
(COMIBOL).
Tras los acontecimientos de mayo se produjo una de las medidas más drásticas
referidas a los sectores laborales, particularmente las minas. Como medidas de
reordenamiento de COMIBOL se dispuso la rebaja general de salarios,
descongelamiento de artículos de pulpería, congelamiento de sueldos por un
año, prohibición de huelgas y desconocimiento de las direcciones sindicales.
Esta actitud ante los obreros fue una constante del gobierno de Barrientos, que,
como producto de la doctrina de seguridad nacional, tenía una actitud
frontalmente anticomunista. El Co-presidente asumía que los trabajadores en su
conjunto estaban manejados por comunistas a los que había que combatir y
doblegar sin miramientos.
CAPITULO
LAS ELECCIONES DE 1966
La Constitución de 1967.
El primer acto de la nueva legislatura fue constituirse en asamblea
constituyente, que en el período 1966-1967 sancionó la constitución política del
estado que mantuvo su vigencia hasta las reformas aprobadas en 1994, es decir
por más de veintisiete años. Se trata de la décimo quinta Carta Magna que, con
las reformas mencionadas, mantiene su vigencia. En la parte de las conquistas
de 1952 ratificó la constitución de 1961, pero eliminó la doble nacionalidad
española y latinoamericana, las milicias populares y la reelección inmediata del
Presidente. Se consideró el recurso de amparo y se estableció la irretroactividad
de las leyes.
La idea básica del Che, más que la toma del poder, era la creación de un foco de
irradiación continental, una especie de nuevo Vietnam contra el imperialismo.
Siguió el modelo foquista (guerrilla rural) de la experiencia cubana. No contó
con el apoyo del partido comunista boliviano que le retiró la ayuda, ni logró
reclutar campesinos bolivianos en su campaña. La izquierda del país, con pocas
excepciones, criticó la guerrilla. El comandante argentino-cubano olvidó un gran
detalle, que Bolivia había vivido una Revolución radical en 1952 cuyos principales
beneficiarios fueron los campesinos. El otro elemento fue su desconocimiento del
quechua, idioma que hablaba una parte significativa de los campesinos con los
que se cruzó a lo largo de su campaña.
Casi seis meses después de la muerte del Che, Antonio Arguedas, ministro de
Gobierno de Barrientos, tomó contacto con Víctor Zannier Valenzuela y le pidió
que mediante el partido comunista hiciera llegar una fotocopia del diario de
Guevara a Fidel Castro. Zannier la entregó a militantes socialistas chilenos que
a su vez se la entregaron en mano propia a Castro, lo que le permitió a éste
publicar el diario antes que el gobierno boliviano y la editorial estadounidense
con la que había negociado. Arguedas fue descubierto en julio de 1968, pero logró
huir a Chile.
Tras un extraño y largo periplo intercontinental volvió a Bolivia, se entregó; sus
explicaciones sobre los móviles de esa acción nunca fueron claras. Dijo ser
militante comunista y fue también vinculado como doble agente (con contactos
en la CÍA).
En 1969, va libre, tras sufrir un atentado que lo hirió, Arguedas que tenía en su
poder las manos formolizadas, del guerrillero y su mascarilla mortuoria se los
entregó también a Zannier, quien dando el habitúal rodeo de esos años por
países socialistas, llegó a La Habana y le entregó en persona las manos y la
máscara a Fidel Castro. Tras estos episodios, Arguedas tuvo una vida azarosa y
murió en sugesth as circunstancias cuando una bomba que llevaba le estalló en
las manos en febrero del 2000 en una plaza de La Paz.
En 1984 la casa subastadora inglesa “Sotheby” puso a remate los originales del
diario del Che, hecho que reveló que los originales del diario habían sido robados
de los archivos de las FF.AA. bolivianas que lo conservaban desde 1967. El
escándalo del robo no se esclareció, aunque miembros del gobierno de García
Meza y el propio ex-presidente fueron involucrados directamente en la
sustracción. Bolivia recuperó los originales que hoy forman parte del patrimonio
histórico de la nación.
La guerrilla del Che Guevara tuvo profunda influencia en toda una generación y
reflejó la radicalización política de varios sectores del continente impactados por
la revolución cubana, además de desencantos por la política norteamericana
contra Vietnam. En Bolivia se intentó repetir la guerrilla en 1970, y en alguna
medida el foquismo influyó en las universidades y en la gestación de un partido
de importante papel a partir de 1971, el MIR.
Muerte de Barrientos
Siles Salinas nació en la Paz el 21 de junio de 1925, hijo del Presidente Hernando
Siles Reyes y hermano por padre de Hernán Siles Zuazo. Estudió el bachillerato
en Chile. Estudió filosofía en Lima, luego en la UMSA y se graduó como abogado
en 1949 en la Universidad de San Francisco Xavier de Sucre. Realizó el doctorado
en Madrid. Desarrolló una importante labor como catedrático universitario en
Bolivia, Ecuador y Estados Unidos. Fue líder del Partido Social Demócrata, se
postuló a la vicepresidencia en 1966, ejerció ese importante cargo entre 1966 y
1969. Tuvo un papel preponderante como presidente de la asamblea
constituyente que promulgó la constitución de 1967. En 1969 sucedió
constitucionalmente a Barrientos, tras la trágica muerte de éste. Ese mismo año
fue derrocado por el Gral. Ovando.
Durante el gobierno del Gral. Banzer desarrolló una importante labor como
presidente de la comisión de Justicia y Paz en defensa de los derechos y libertades
en el país. En 1979 apoyó la candidatura de la UDP y en 1980 fue candidato
presidencial de una coalición de partidos de centro y algunos grupos de
izquierda. Apoyó el movimiento organizado en 1981 contra la dictadura de García
Meza.
Uno de los hitos más importantes para la comunicación de masas en Bolivia fue
la instalación de la Televisión Boliviana, inaugurada el 30 de agosto de 1969, en
un polémico contrato con la empresa española INELEC. Si bien toda la gestión
fue hecha durante el gobierno de Barrientos, le tocó a Siles su inauguración. La
llegada de la televisión integró a Bolivia a un medio que desde la década de los
años cincuenta había capturado la atención de millones de seres humanos en el
mundo. Bolivia fue uno de los últimos países latinoamericanos en contar con TV.
La existencia de un solo canal propiedad del estado por muchos años, convirtió a
la televisión en un poderoso instrumento de manipulación política en manos del
gobierno. Esta realidad sólo se quebró en 1984 con el nacimiento de los canales
privados.
CAPITULO
Los logros mayores de la CAN están referidos a una zona de libre comercio entre
los cinco países, un arancel externo común que tiene que ver con una política
aduanera concertada en relación a países de fuera de la comunidad. Los pasos
siguientes son el establecimiento de un mercado común a través de la
liberalización de los servicios y personas (tránsito sin necesidad de pasaporte,
derecho al trabajo, etc). La CAN tenía en el año 2000 una superficie de 4,7
millones de kilómetros cuadrados y una población de 104,8 millones de
habitantes.
Los resultados del Acuerdo fueron menores que los proyectados, pero han
confirmado la importancia de un desarrollo integrado de proyecciones
regionales. Para Bolivia, por su desarrollo relativo considerablemente menor
frente a los otros miembros (a excepción de Ecuador), se produjo un
desequilibrio desventajoso con las posibilidades de mercado y en la capacidad de
afrontar proyectos industriales de magnitud. Se hizo necesario modificar aún
más las políticas preferenciales hacia el país para permitir resultados
interesantes.
CAPITULO
La Nacionalización de la Gulf
CAPITULO
El país vivía una euforia revolucionar a sin precedentes, el gobierno intentó estar
a la altura de las expectativas de los sectores más progresistas y tomó medidas
concretas. Decretó la reposición salarial de los trabajadores mineros, la rescisión
del contrato de mina Matilde que pasó a control del estado, asegurando además
la comercialización del zinc que la mina producía. El gobierno expulsó de Bolivia
a los voluntarios del “Cuerpo de paz” norteamericano y pasando por alto una
sentencia judicial liberó a Regis Debray y Ciro Bustos que abandonaron Bolivia el
mismo día de su libertad. Se dio luz verde para una serie d 2 acciones de hecho
que amenazaron y provocaron un desquiciamiento de todo control sobre la
situación.
Mientras en Lima se producía el pacto de unidad del MNR entre Víctor Paz E. y
Hernán Siles Z. (que se rompió al apoyar Paz el golpe de Banzer), en La Paz se
crearon dos partidos políticos de gravitación fundamental en las últimas
décadas del siglo.
El Concilio Vaticano II fue como un cuchillo que dividió el pasado del presente de
un modo radical, sobre todo en el período inmediatamente posterior a su
clausura (1963). Violentamente, sin transiciones, los sacerdotes se vieron
enfrentados a la necesidad de cambiar su visión del mundo, se rompió la mirada
vertical de la realidad, que implicaba un inevitable filtro capaz de diluir los
problemas sociales y políticos hasta llegar a una imagen absolutamente aséptica
y fragmentada del hombre, cuyo fragmento más importante era el espíritu, único
para la labor sacerdotal. Por ello surgió una crisis que estremeció a toda la
iglesia. Sin una “ambientación” previa el sacerdote, aislado hasta entonces, se
encontró con el mundanal ruido.
Este desarrollo de ideas tiene que ver con las actitudes de cambio primero y
progresistas después de los papas Juan XXIII y Pablo VI. En América Latina el
eco de encíclicas como la Populorum Progressio dieron lugar al nacimiento de la
llamada teología de la liberación, estrechamente vinculada con la opción de la
iglesia por los pobres y la relación ideológica cristianismo-marxismo. Desde la
propia jerarquía los documentos de Medellín y Puebla reforzaron la doctrina
social de la iglesia y su compromiso con los desposeídos, que se estrelló
paulatinamente con las posiciones más conservadoras del papado de Juan Pablo
II.
La profunda debilidad del régimen del Gral. Torres determinó su inevitable caída.
Sectores de derecha, la empresa privada, una gran parte de las FF.AA. y la
participación de FSB y el MNR, confluyeron en la organización del golpe que se
originó en Santa Cruz. El movimiento estuvo liderizado por el Cnl. Banzer que
fue arrestado el mismo día del levantamiento (19 de agosto). Banzer había
irrumpido en el escenario político de esos días al enviar junto al cnl. Edmundo
Valencia, siendo comandante del colegio militar, una dura carta a Juan Lechín (9
de diciembre de 1970) en la que lo desafiaba a un debate público sobre el futuro
de las FF.AA., a las que Lechín criticaba sin cesar, el debate nunca se realizó. En
enero de 1971 Banzer fue destinado a Curahuara de Carangas. En esos días (11 de
enero) protagonizó un frustrado intento de golpe de estado fue dado de baja y
exiliado a la Argentina.
CAPITULO
Banzer fue seis veces candidato presidencial, ganó dos elecciones (1985 y 1997),
obtuvo dos segundos lugares (1989 y 1993) y dos terceros (1979 y 1993).
Bolivia había llegado en 1971 a una polarización que dividió la nación en dos de
manera irreconciliable. Por un lado, quienes creían que había llegado la hora del
cambio sin contemplaciones. Por el otro, la izquierda que atravesaba una etapa
de euforia revolucionaria sin precedentes. La clase media asustada se aferró a la
salida de una derecha también radical que no estaba dispuesta a ver tocados sus
intereses. El anticomunismo era una bandera también intransigente. En un
punto histórico como éste, no era cosible pensar en una solución por la vía del
diálogo.
Este fue un período en el que se gobernó con la aprobación de varios decretos ley
que sustituían las leyes aprobadas por el poder legislativo, clausurado en Bolivia
desde 1969. Se aprobó una ley de inversiones que varios sectores calificaron como
entreguista, de un tenor sumamente liberal para fomentar la presencia de
inversionistas extranjeros.
Se logró una afluencia sin precedentes en la historia de créditos del más diverso
tipo, lo que permitió llevar a cabo varios proyectos de desarrollo y
comunicaciones. La consecuencia a mediano plazo fue el endeudamiento del país
que pasó de una deuda de 460 millones de US$ en 1971 a casi 3.000 millones de
US$ entre los préstamos recibidos y deuda contratada en 1978. Un número
apreciable de los créditos fueron canalizados en inversiones no productivas que
frecuentemente se malversaron.
Bolivia organizó por primera vez una competencia internacional de nivel, los VIII
Juegos Deportivos Bolivarianos de 1977 que se realizaron con todo éxito en La
Paz. Esta responsabilidad implicó la construcción de importante infraestructura
deportiva, las dos obras mayores fueron la remodelación del estadio Hernando
Siles (inaugurado en 1930) que fue ampliado hasta una capacidad máxima de
55.000 espectadores, la piscina olímpica y el velódromo.
Uno de los problemas que afrontó el país para encarar adecuadamente sus
programas de desarrollo fue la falta de información sobre su realidad. A lo largo
del siglo XX se llevaron a cabo solamente cuatro censos. El primer en 1900, el
segundo cincuenta años después en 1950, el tercero en 1976 veintiséis años
después y el último en 1992, dieciséis años más tarde. El censo de 1976 nos
permite comparar el país de la pre-revolución con el posrevolucionario.
El rezago cambiario obligó a una medida radical que trajo como respuesta un
intenso movimiento popular de protesta, manifestaciones, etc., con los
consiguientes enfrentamientos. En 1974 un paquete de nuevos correctivos
económicos volvió a generar protesta popular. Los acontecimientos más graves
se vivieron en el valle de Cochabamba, el ejército movilizó efectivos y tanques
para controlar la situación. En las localidades de Tolata y Epizana las
manifestaciones fueron respondidas con disparos, dejando un saldo de algunos
muertos y varios heridos. Estos hechos fueron bautizados como “masacre de
Tolata”.
El Gas
El caso del petróleo es ilustrativo. Bolivia había pasado (años 50) a ser país
exportador en pequeñísima escala. En este gobierno llego al máximo de su
capacidad (1975) con una exportación de 2.105.302 m. A partir de entonces se
produjo una reducción hasta prácticamente cesar de exportar y mantener años
después un difícil abastecimiento del mercado interno. YPFB, tradicionalmente
una de las pocas empresas estatales solventes, entró en una espiral preocupante
de pérdidas. Hay que mencionar también el nuevo código de Hidrocarburos que
permitió a más de 15 empresas extranjeras iniciar trabajos de prospección en
Bolivia con el sistema de contratos de operación y explotación con YPFB.
Pero lo grave de esa etapa fueron las falsas expectativas que se generaron en el
país y las inversiones desmesuradas en refinerías e instalaciones que se
sobredimensionaron.
La preeminencia incuestionable del estaño como materia prima de exportación
en la primera mitad de este siglo, comenzó a sufrir variaciones importantes en el
período 1950 - 1975 y dramáticas en el período 1975 - 1986. El gobierno del MNR
se empeñó con éxito en el crecimiento de la producción petrolífera incluso
exportable.
En los años setenta se pasó del máximo de exportación de crudo a la crisis que
obligó a acortarla radicalmente para poder abastecer el consumo interno, pero
también en esos años se confirmó nuestra riqueza gasífera.
En ese contexto los minerales fueron cada vez menos importantes como rubro de
exportación, hasta la crisis radical de 1985 que convirtió al gas en nuestro primer
ingreso de exportación. Esto fue posible porque en la década de los años setenta
se confirme que Bolivia es un país con reservas de gas mucho más que de
petróleo. Nuestro subsuelo poseía varios trillones de m3 de gas que,
racionalmente consumidos internamente y sobre todo exportados, significan una
importante y creciente fuente de ingresos.
En su mejor momento (1976) Bolivia recibió un pago de 4,46 dólares por millar
de pies cúbicos exportados, luego el precio fue declinando hasta que en los años
noventa cayó por debajo de un dólar por MPC. Bolivia inició la exportación el 29
de abril de 1972 en el gobierno de Banzer una vez que se terminó la construcción
del gasoducto que nos unía con Buenos Aires.
Pero tan ambicioso proyecto se frustró, la razón fundamental fue una cerril
oposición interna liderizada por los grupos más recalcitrantes de izquierda
nacional que acusaron a Banzer de entreguista, sosteniendo que el gas boliviano
debía usarse íntegramente en el desarrollo interno. El Presidente, a pesar de su
poder casi omnímodo, no se atrevió a insistir (aunque en 1977 volvió a firmar un
acuerdo ratificatorio con Geisel). Probablemente las tensiones internas del
gobierno fueron obstáculos mayores que la propia oposición. Sectores políticos y
militares del gobierno estaban fuertemente influidos por las ideas nacionalistas
de los años cincuenta. Tampoco ayudó la subida espectacular de los precios del
petróleo, que desanimaron al Brasil de empeñarse en la concreción del convenio.
El hecho es que esa frustrada venta fue uno de los mayores fracasos del gobierno
de Banzer en su gestión y postergó las posibilidades reales de un gran
crecimiento económico del país.
Códigos y Leyes
El programa original de esta fase de la dictadura era gobernar hasta 1980 y luego
llamar a elecciones. No pudo ser, la presión interna y externa y algunos asuntos
emocionales que afectaron al Presidente adelantaron forzadamente la fecha de
convocatoria electoral.
Durante 1976 la opinión pública se vio estremecida por el asesina o del exiliado
ex-presidente Torres en Buenos Aires, que fue secuestrado, acribillado sin piedad
y abandonado bajo un puente en la provincia de Buenos Aires. En mayo había
sido asesinado el General Joaquín Zenteno Anaya en París mientras se
desempeñaba como embajador en Francia. Ambos actos terroristas nunca
fueron esclarecidos. Los sectores de oposición al gobierno atribuyeron ambos
asesinatos a la mano del gobierno en combinación con la dictadura militar
argentina. En los hechos, durante esos años, se desarrolló un sistema llamado
“Operación Cóndor” que vinculó a las dictaduras del cono sur (Bolivia, Chile,
Argentina, Uruguay, Paraguay y Brasil) que no sólo era una comunidad de
inteligencia, sino que actuó en la detención, tortura y aún muerte de ciudadanos
de la región que actuaban en grupos insurgentes y clandestinos con el objetivo de
derrocar a los militares. Con frecuencia fueron desaparecidas personas
inocentes.
El Abrazo de Charaña
Allí la negociación se enfrió y estancó; por su parte Perú dejo claro que no
aceptaría este arreglo con un texto ambiguo y una solución inaplicable de
presencia tripartita. En 1978, sin ninguna solución, Bolivia decidió romper
nuevamente relaciones ante el fracaso de la iniciativa. Esta negociación fue
probablemente la más importante que se hizo desde el enclaustramiento
marítimo, y el momento en que Bolivia estuvo más cerca de encontrar una
solución razonable a su enclaustramiento.
CAPITULO
El Momento Histórico
Bolivia, igual que el resto de los países latinoamericanos (unos antes que otros)
se vio ante la disyuntiva del cambio. La dictadura militar había agotado sus
postulados, la sociedad estaba cansada de tres lustros de gobiernos militares de
diferente cuño y esperaba ansiosa la apertura total de las compuertas de la
democracia. Pero ocurría que el modelo del estado del 52 parecía mantener
todavía su vigor. El capitalismo de estado había sido seguido al pie de la letra por
los militares y probablemente Banzer había sido el Presidente que más empresas
estatales creó desde las históricas medidas de 1952. Los militares habían
organizado a su vez mecanismos internos que los tenían convencidos que su rol
histórico era planificar el estado, gobernarlo y garantizar su futuro (se tomaban
absolutamente en serio aquello de que eran “la institución tutelar de la patria”).
Esa lógica tardó varios años en romperse, además de la evidencia de que el poder
traía consigo prebendas y ventajas personales que derivaban en una marcada
corrupción.
A este contexto se sumaba la lógica avidez del pueblo por gozar de los derechos
del ejercicio de la libertad que habían sido suprimidos por tantos años. Libertad
de pensar, expresarse en privado y en público, de asociarse, de apoyar a partidos
políticos de toda tendencia y expresarse a través de sus organizaciones sindicales
y gremiales. Esta compleja realidad sumada a la falta de práctica política y
democrática, abrió las puertas a una etapa dramática y desquiciada como
probablemente no se vivió en Bolivia en toda nuestra historia republicana.
Hay que decir sin embargo, que sostener coherencia diplomática para Chile
siempre fue un ejercicio muy sencillo, desde la cómoda posición del país
vencedor que usurpó, detentó y se benefició económicamente de los territorios
arrebatados, lo único que Chile tuvo que decir a lo largo de cien años es NO. Y lo
dijo siempre sin el menor escrúpulo.
La posición del Gral. Banzer tras la apertura democrática era muy delicada.
Fuertes corrientes populares se estrellaban contra su pasado gobierno y la
izquierda, a través del PS-1, anunciaba la instalación de un juicio de
responsabilidades contra su gestión nada más iniciarse las actividades del
congreso que se elegiría en julio de 1979. A los colaboradores del ex-presidente se
les ocurrió que la única respuesta posible era la creación de un partido político
que le sirviera de paraguas en el mismo parlamento. Así, el 23 de marzo de 1979
en el cine Esmeralda de La Paz, se creó Acción Democrática Nacionalista (ADN).
Entonces nadie o casi nadie le daba opción alguna al nuevo partido, considerado
de raíz fascista y ultra conservador. Pero, contra todo pronóstico, ADN empezó
muy bien, logrando un gran resultado electoral (tercero detrás de UDP y MNR).
En 1980 volvió a repetir el tercer lugar y en 1985, tras la debacle udepista, Banzer
ganó las elecciones pero perdió la presidencia en el congreso. Fue el espaldarazo
que consagró al ex-dictador como líder democrático. También en 1985 ADN
firmó un pacto de gobernabilidad con el MNR que permitió la estabilización
económica.
El resultado final (1o de julio de 1979) fue el de un virtual empate. Hernán Siles
obtuvo 528.696 votos (35.99%) contra 527.184 (35.89%) de Víctor Paz. Banzer
logró 218.587, logrando un sorpresivo y notable tercer lugar y Quiroga 70.765,
nueve veces más que en 1978. Las acusaciones de fraude contra el MNR
surgieron después de la etapa de recuento de votos, en la que se anularon
centenares de mesas por cualquier detalle, bajo el amparo de una ley electoral
que lo permitía.
El virtual empate entre Siles y Paz, dada la mínima diferencia de 1.512 votos entre
el primero y el segundo abrió las puertas para una batalla intransigente en el
legislativo. Al no obtener la mayoría absoluta ningún candidato, la decisión final
le tocó al parlamento que, tras siete votaciones entre el 4 y el 5 de agosto, no
pudo lograr la mayoría para ningún candidato (a Paz le faltaron cuatro votos
que no pudo obtener a pesar de su mayoría congresal). Fueron dos jornadas de
alta tensión y con la sombra del golpe rondando sobre los parlamentarios. Las
posturas eran tan intransigentes que en las siete votaciones los 25
parlamentarios adenistas votaron en blanco y los 5 del PS-1 anularon sus votos.
La gestión del Dr. Guevara se encuentra entre las más breves de nuestra historia,
lo cual le impidió desarrollar un trabajo administrativo importante. Desde el
primer momento el Presidente expresó que en un año era imposible establecer
medidas económicas y llevar adelante el proceso electoral que le fue
encomendado por el congreso. Esta posición fue interpretada por algunos
sectores políticos y parlamentarios como un deseo prorroguista del primer
mandatario.
Nada más comenzar la legislatura de 1979 (la primera después de diez años), el
líder del PS-1 Marcelo Quiroga Santa Cruz inició un juicio contra el ex-presidente
Banzer tanto por delitos económicos como por violación de libertades esenciales
de los bolivianos.
En una exposición de casi doce horas Quiroga Santa Cruz ratificó sus brillantes
condiciones como parlamentario y estableció una densa acusación contra lo que
a su juicio no podía calificarse sino como una dictadura.
La defensa del acusado insistió en que lo que se pretendía en realidad era juzgar
a las Fuerzas Armadas y no a Banzer, generando una gran susceptibilidad militar
que le daba argumentos a las FEAA. Proclives a un nuevo golpe de estado. La
interrupción del proceso democrático provocó que el juicio fuese archivado
primero y olvidado después. El reiterado éxito electoral de Banzer disminuyó
notablemente las posibilidades de reavivar el mencionado juicio de
responsabilidades.
Años después, además, surgió el juicio de responsabilidades contra Garcia Meza
que haría historia, contra un personaje mucho menos defendible que Banzer
cuyo gobierno tuvo elementos positivos y cuyos votos lo redimieron de cara a los
ciudadanos.
El rasgo más destacado del gobierno de Guevara fue, sin duda, el relativo a la
cuestión marítima. Por primera vez la Asamblea General de la OEA se realizó en
nuestro país, a ella como es tradicional asistieron los ministros de Relaciones
Exteriores de todas las naciones americanas. Llegó a Bolivia incluso el secretario
de estado de los Estados Unidos Cyrus Vanee.
El éxito, sin embargo, fue empañado por el golpe militar que estalló en la
madrugada posterior a la clausura de la Asamblea cuando aún muchos
cancilleres se hallaban en La Paz. Esto provocó el espectáculo lamentable de los
ministros extranjeros, llegando al aeropuerto escoltados por tanques del ejercito.
Chile por su parte celebró un golpe que le permitió al representante chileno ante
la OEA decir que Bolivia no era un interlocutor válido para tratar ni el tema del
mar ni tema alguno.
Los golpistas que tuvieron que adelantar el movimiento para evitar la destitución
de los cabecillas militares, esperaban que el MNR y el MNRI apoyaran el golpe y
forzaran al parlamento a da le el visto bueno. Se especuló mucho sobre la
participación de Paz Estenssoro en este movimiento. Nunca se pudo probar, a
pesar de que dos de sus más estrechos colaboradores fueron las cabezas civiles
más visibles de los golpistas. Paz desaprobó el golpe una vez consumado y
algunos de sus parlamentarios como Sánchez de Lozada fueron de los más
enérgicos opositores al movimiento subversivo.
Las medidas, bajo la batuta del ministro de Finanzas Augusto Cuadros Sánchez,
fueron la devaluación del peso de 20 a 25 por dólar, el incremento del precio de
los carburantes y ajustes a los precios de transporte y algunos alimentos básicos
de la canasta familiar. Las medidas fueron respondidas con la huelga de la COB y
el bloqueo de caminos de los campesinos. En diciembre la situación social
parecía insostenible, tero el ejecutivo capeó el temporal y logró paliar una crisis
económica que continuaba su curse ineluctable desde 1977.
García Meza, violando las propias leyes militares, volvió a ocupar el cargo de
comandante del ejército que había detentado en el golpe de 1979. El
nombramiento se produjo el 18 de abril. En mayo el jefe de seguridad de la
guardia presidencial Tte. Cnl. Terrazas intentó agredir a la Presidenta en la
propia residencia presidencial.
La Violencia Desestabilizadora
Dos días antes de las elecciones una manifestación de la UDP que marchaba por
el Prado de La Paz fue atacada por terroristas que lanzaron una granada de
mano; el saldo fue de dos muertos y trece heridos. El mensaje estaba claro, las
posiciones progresistas de personas y partidos no eran toleradas por los
militares más reaccionar os y los grupos civiles que los secundaban.
Una vez más el Congreso tenía que decidir el ganador al no haber obtenido
ningún candidato mayoría absoluta. La realidad era, sin embargo, dramática. El
país entero sabía que el golpe de estado llegaría, lo único que quedaba como
interrogante era cuando. Los militares se jactaban de su poder y de que
interrumpirían el proceso en cualquier momento, lo hacían en privado y en
público.
El gobierno estaba absolutamente inerme para evitar esa situación y
simplemente apostaba a durar lo más que le fuera posible. En esas condiciones,
el 17 de julio, 18 días después de las elecciones, se produjo el golpe de García
Meza.
En esa ocasión fue fríamente asesinado Marcelo Quiroga Santa Cruz, además
del dirigente político Carlos Flores y el sindical Justo Vega. Fueron detenidos
docenas de jefes políticos y sindicales, incluido Juan Lechín. Tras el asalto al
palacio de gobierno fueron detenidos casi todos los miembros del gabinete y la
Presidenta fue recluida en la residencia presidencial. En la noche de ese día la
señora Gueiler, bajo severas presiones, fue obligada a renunciar a la presidencia.
Quiroga Santa Cruz representó uno de los liderazgos más lúcidos y honestos de
la política boliviana de la segunda mitad de siglo. Su excepcional inteligencia y
sus notables dotes de orador se combinaron con una particular mística que lo
convirtió en uno de los símbolos de la izquierda boliviana.
Nació en Cochabamba en 1931. Originalmente estuvo próximo a FSB, fue en una
fórmula de ese partido que accedió al parlamento durante el gobierno de
Barrientos. Su interpelación por la masacre de San Juan le costó la cárcel. Fue
ministro de Minas y Petróleo del gobierno de Ovando desde donde propugnó la
nacionalización de la Gulf. En 1971 fundó el Partido Socialista. Fue exiliado por
Banzer. Ejerció la cátedra universitaria en México. A su retorno como jefe del
escindido Partido Socialista 1, fue candidato a la presidencia en tres
oportunidades (1978-1979 y 1980). Obtuvo un notable cuarto lugar con más de
100.000 votos en 1980. En 1979 inició un juicio de responsabilidades contra el ex-
presidente Hugo Banzer.
Es sin duda uno de los gobiernos más nefastos que ha tenido el país en su
historia. Protagonizado por la violencia y la intolerancia, fue un ejemplo de
abuso atrabiliario e irresponsable del poder. Durante este gobierno se hicieron
diversos negociados, se cortaron radicalmente las libertades ciudadanas y se
estableció un sistema de amedrentamiento y abuso contra la población, en el
contexto de derechos políticos y sindicales suspendidos.
El alto mando militar y el gabinete estaban conformados entre otros por: Gral.
Waldo Bernal Pereira (Comandante de la Fuerza Aérea), Ramiro Terrazas y
Osear Pammo (sucesivamente comandantes de la Armada), estos cuatro últimos
formaron junto al Gral. García Meza la junta de comandantes. Cnel. Luis Arce
Gomez (Interior), Gral. Armando Reyes Villa (Defensa), Gral. Osear Larraín
(Planeamiento), Cnel. Ariel Coca (Educación), Fernando Palacios
(Informaciones), Cnel. Mario Escobari (Secretario), Mario Rolón Anaya
(Relaciones Exteriores), Gral. Celso Torrelio (Interior), Jorge Tamaya Ramos
(Finanzas), Cnel. Rolando Cánido (Trabajo), Marcelo Galindo (Secretario) y
Enrique Crespo (Informaciones).
Fueron masacrados Luis Suárez Guzmán, Arcil Menacho, José Reyes, Ramiro
Velásco, Artemío Camargo, Ricardo Navarro, Jorge Baldivieso y Gonzalo Barrón.
Milagrosamente se salvó la dirigente Gloria Ardaya que fue torturada después de
los hechos y enviad i posteriormente al exilio. Poco tiempo antes, Arce había
advertido que todos los bolivianos debían ir con su testamento bajo el brazo.
Para quienes estuvieran contra el régimen el ministro del Interior dijo: “No va
haber perdón” y cumplió su amenaza sin misericordia.
El Narcotráfico
En 1975 el tambor de coca (100 libras) costaba 180 dólares, en 1980, 600 $us, en
1983 llegó a su pico, 800 $us por tambor, mientras que a partir de 1989 cayó a un
promedio de entre 50 y 100 $us por tambor. El jornal de los pisacocas cayó de 15
dólares en 1980 a 20 bolivianos (algo más de 7 dólares) en 1989. En 1980 se
producía alrededor de 450 toneladas de pasta base y 110 toneladas de clorhidrato
de cocaína. Esa producción llegó en 1990 a 1.167 toneladas de pasta y 265
toneladas de cocaína.
El problema del narcotráfico fue, sin duda, uno de los más agobiantes y graves
que afrontó el país, pues minó su estructura moral, incrementando
vertiginosamente la corrupción. Influyó además de modo importante sobre
nuestra economía.
Se estima que en 1980 la coca representaba el 12 % del PIB, ese porcentaje cayó en
1993 al 2,7 % del PIB, lo que marca una disminución progresiva del impacto de la
economía ilegal de la coca sobre la economía global del país. El problema
adicional con el que se cerraba el círculo negativo fue el espacio abierto para el
consumo interno que comenzó a ser peligroso en le s años ochenta y noventa.
La caída de García Meza fue formalmente adornada como renuncia y dio lugar a
una junta de gobierno integrada por los tres máximos comandantes de las
FF.AA., Celso Torrelio Villa del ejército, Waldo Bernal Pereira de la aviación y
Óscar Pammo Rodríguez de la Armada. Mientras Torrelio tuvo un ascenso
fulgurante durante el gobierno dictatorial, los otros dos comandantes se
mantuvieron en sus cargos como para demostrar que el poder garciamezista se
mantenía intacto. La junta ejerció sus funciones por sólo un mes, entre el 4 de
agosto y el 4 de septiembre de 1981, hasta que se decidió darle al ejército
nuevamente el control de la nación, designándose a Celso Torrelio como
Presidente de la República.
Celso Torrelio (1933-1999)
Signado por la mediocridad el gobierno de Celso Torrelio no fue otra cosa que la
continuidad de la dictadura de Luis García Meza. Con menos dureza que el
gobierno anterior, en esta administración comenzó a cristalizarse una aguda
crisis política que se vislumbraba ya desde tiempo atrás y que se hacía inevitable.
El Presidente carecía de capacidad alguna para mantener por más tiempo una
situación que para las FF.AA. se hacía poco menos que insostenible. Aunque el
Presidente dijo que gobernaría con la constitución en la mano, los mecanismos
de coerción, si bien suavizados, se mantenían intactos, sobre todo el aparato de
represión del estado.
La sucesión no fue fácil, las FF.AA. vivían una curiosa dinámica de “democracia”
interna a través de reuniones o consultas a los comandantes de grandes y
pequeñas unidades que no sólo opinaban, sino que también votaban en relación
a sus preferencias por uno u otro candidato. Entre el 19 y el 21 de julio de 1982 se
produjo un intenso cabildeo. Quien aspiraba con más vigor a ser el Presidente de
la transición era Faustino Rico Toro que, sin embargo, no pudo inclinar la
balanza a su favor. Finalmente, la institución optó por un hombre de transacción
sin mayor ascendiente, el Gral. Guido Vildoso. La flotación del peso boliviano.
Comienza la hiperinflación
En el único intento de tomar una acción correctiva ante el desmoronamiento de
la economía, el gobierno decidió una medida monetaria que el país se había
negado tradicionalmente a adoptar ante la debilidad del peso. Fue la “flotación”
de nuestra moneda en relación al dólar, evitando así la devaluación fija y no
flexible asumida en 1956, 1972 y 1979. La medida pretendía dejar el peso librado al
libre juego de oferta y demanda, pero carecía de un mecanismo elemental que
permitiera al banco Central evitar la caída definitiva de nuestra moneda, pues no
se contaba con un respaldo de divisas que desde el banco cubriera un proceso de
demanda agudizado por la percepción de la ciudadanía de que el peso carecía de
respaldo.
Ante esta realidad primó el sentido común. Vildoso, tras un intento fallido de
convocatoria a elecciones y un paquete de correctivos económicos que no pudo
aplicarse por falta de un mínimo consenso nacional, se dio cuenta de que lo
único que quedaba era retomar la realidad política que había sido interrumpida
violentamente en 1980.
El Congreso de 1980
Para el resto de los partidos, en cambio, esta opción era interesante pues
permitía sobre todo a ADN y MNR un control del parlamento que condicionaría
fuertemente las iniciativas del poder ejecutivo.
El Momento Histórico
El otro rasgo destacado de esta etapa fue que por primera vez en su historia
Bolivia vivió la transmisión de mando democrática y pacífica de gobierno a
oposición. Esta práctica se inauguró en 1985 cuando Hernán Siles Zuazo de la
UDP-MNRI transmitió la presidencia a Víctor Paz Estenssoro del MNR. En 1989
Víctor Paz transmitió el mando a Jaime Paz de la coalición ADN-MIR, en 1993
Jaime Paz transmitió el poder a Gonzalo Sánchez de Lozada del MNR y en 1997
Sánchez de Lozada se lo entregó a Banzer de la ADN. Fue una experiencia que
demostró también en este aspecto una creciente madurez de la democracia
boliviana.
El descalabro económico de los ochenta puso a Bolivia en uno de los trances más
graves de toda su historia. La recuperación económica después de 1985 fue muy
lenta, el país perdió un tercio de su capacidad productiva y retrocedió una
década en avances económicos. El decrecimiento del PIB por casi un lustro
pulverizó el poder adquisitivo de los salarios y el nivel de vida cayó por debajo del
alcanzado en los años setenta. Las exportaciones cayeron casi en un 40% y su
recuperación apenas permitió en la mitad de los años noventa volver a los
volúmenes de 1980.
Nuestra relación bilateral con los Estados Unidos entró en una fase de aguda
dependencia y condicionamiento por la producción masiva de coca para el
narcotráfico. Las presiones norteamericanas y su injerencia en nuestros asuntos
internos llegaron a grados que pueden considerarse sin precedentes.
El gobierno comenzó, sin embargo, debilitado por las diferencias internas que se
habían generado en el período del exilio y clandestinidad entre 1980 y 1982, lo que
condujo a desinteligencias y tensiones que repercutieron en la administración del
poder. La UDP demostró además carecer de un programa serio que permitiera
superar una crisis que en 1982 era ya muy grave. Los puntos de vista diferentes
sobre cómo encarar la crisis y cómo distribuir las cuotas de poder, terminaron
por hacer inviable la coalición que se fracturó totalmente antes de terminar el
período.
Entre abril y octubre de 1984 nacieron en Santa Cruz y La Paz los primeros
canales de televisión privada, canal 13 de Santa Cruz (luego Red UNO) y los
canales 2 (luego Unitel) y 9 de La Paz (luego ATB). Su creación pasó por alto la
legislación vigente y su presencia se impuso ante la flagrante debilidad del
gobierno de la UDP. La televisión privada cambió dramáticamente el impacto de
este medio en la historia boliviana reciente.
Pero, sin duda, el mayor aporte histórico del gobierno de Hernán Siles Zuazo es
la defensa a ultranza del sistema democrático, el respeto escrupuloso de los
derechos ciudadanos y de sus libertades. La vocación democrática del Presidente
permitió que, en medio de los agudos problemas económicos y sociales, el país se
diera cuenta de que la libertad conquistada con tanto sacrificio era uno de
nuestros bienes más preciados. Esa fue la voluntad obsesiva del gobernante que
prefirió sacrificarlo todo antes que ceder a la tentación del autoritarismo. El
respeto escrupuloso a los derechos de todos los ciudadanos fue una lección que
permitió la proyección de la democracia a largo plazo.
Paquetes Económicos, Deuda Externa, Desdolarización e
Hiperinflación
La idea de la UDP era la consolidación del modelo nacional revolucionario del 52,
basado en la economía mixta con fuerte preeminencia estatal y sobre la base de
la planificación dirigida desde el gobierno.
En los años ochenta, ti peso de la deuda externa sobre los países más pobres fue
uno de los dogales mayores que limitó severamente a nuestras sociedades para el
crecimiento. Una parte muy significativa de nuestros ingresos se iba en el pago
de la deuda a las sociedades más desarrolladas. El movimiento internacional
contra el pago de la deuda liderado por Fidel Castro no tuvo éxito y el intento de
buscar negociación de bloque de los deudores latinoamericanos con la banca
internacional se rompió antes de nacer.
Bolivia suspendió el pago de la deuda por algún tiempo, víctima de una iliquidez
que le hacía imposible honrar sus obligaciones. Esa realidad cortó toda opción de
negociar en serio con el FMI y la banca internacional, lo que trajo como
consecuencia no contar con crédito externo, salvo el esencial de tipo alimentario
y humanitario.
Por si fuera poco, Ernesto Aranibar ministro de Finanzas, bajo la inspiración de
Rolando Morales aplicó la desdolarización de la economía, medida que afectó
severamente a los pequeños ahorristas y saneó las pérdidas de muchas empresas
privadas subrogándolas al estado. Al no contar el gobierno con reservas de
ninguna naturaleza en el Banco Central, no tuvo posibilidad de respaldar su
decisión, consiguiendo resultados inversamente proporcionales a sus objetivos,
pues no estimuló el ahorro, lo destruyó. E factor confianza fue decisivo, la gente
no creyó que la medida garantizase los ahorros existentes se retiró masivamente
del sistema bancario y adquirió dólares en la calle.
La Central Obrera Boliviana, dirigida por Juan Lechín Oquendo, basó su lucha en
un salarialismo a ultranza (salario mínimo con escala móvil) y una oposición
radical a la política oficial. Con el marbete de “proimperialista y
fondomonetarista”, el gobierno se vio pronto acorralado y no pudo aplicar
correctivos siempre rechazados por los dirigentes de los trabajadores. A pesar de
ello, se ensayaron dos modalidades de administración directa de obreros y
campesinos con el gobierno, la Co-gestión obrera mayoritaria en COMIBOL y
CORACÁ (Corporación Agraria Campesina) manejada por la CSUTCB para la
comercialización c e productos agrícolas.
Acciones como esta pasaron por alto los procedimientos legales de extradición,
pero respondieron en un momento de nacimiento del sistema democrático
todavía frágil y muy sensible en temas que se vinculaban con las dictaduras
apenas superadas. Barbie fue acusado de asesorar a los militares en varias
gestiones, pero muy especialmente en la cruel dictadura de García Meza, a las
ordenes del ministro del Interior Luis Arce Gómez.
Este intento que fue precedido en diciembre de 1983 por un motín en el gran
cuartel protagonizado por el Cnel. Olvis Arias, reflejaba todavía una lógica
heredada de un período de militarismo en el que se mezclaba la idea de tutoría de
las FF.AA. sobre el país y la incomprensión en torno a la lógica democrática que
se imponía en Bolivia y el continente.
El Fin de la UDP
El costo político de esta gestión fue muy alto para sus protagonistas. El MIR
sufrió dos divisiones, la primera en abril de 1984, cuando grupos radicales
opuestos a la política económica crearon el MIR Masas bajo la conducción de
Walter Delgadillo (que se fusionó años después con el MBL), quien primero
aceptó ser ministro de Siles y apenas tras días después renunció al no estar de
acuerdo con el paquete económico que los ministros te lían que firmar la
segunda en diciembre de 1984, tras la habilitación inconstitucional de Jaime Paz
Zamora como candidato presidencial, que fue parte de la negociación que
posibilitó el adelantamiento de elecciones. Esta decisión implicó la renuncia de
Paz Zamora a la vicepresidencia en diciembre de 1984 y la ruptura más grave del
MIR, al separarse Antonio Aranibar y un importante grupo de dirigentes que
crearon el Movimiento Bolivia Libre. Esta ruptura se produjo tras una larga serie
de desencuentros y distanciamiento ideológico entre una postura pragmática y
otra principista.
El PCB a su vez sufrió una escisión tras su V Congreso (1985), para terminar casi
pulverizado tras la caída del muro de Berlín en 1989. El MNRI, finalmente, llegó
como único partido de lo que un día fuera la UDP, al final del gobierno de Siles,
pero era entonces sólo una sigla sin convocatoria alguna, que no pudo sobrevivir
al retiro de su jefe político y tuvo como última actuación pública la candidatura
de Roberto Jordán Pando a las alecciones de 1985.
CAPITULO
LAS ELECCIONES DE 1985
La tendencia del electorado dio un giro que marcaba las nuevas tendencias
ideológicas tras el hundimiento del estatismo, pasó de posiciones de centro
izquierda e izquierda a un centro y centro derecha; con los años el centrismo fue
la posición mayoritaria del votante la que se acercaron también los principales
partidos políticos.
Fue muy significativo el triunfo de Banzer, apenas siete años después de su
gobierno dictatorial, que marcó un giro de su rol en la historia contemporánea
del país. A partir de entonces sus aportes a la consolidación democrática fueron
significativos.
En Agosto de 1985 Bolivia atravesaba una de las crisis más a través de toda su
historia. La economía estaba totalmente fuera de control y en proceso de
decrecimiento, la hiperinflación amenazaba llegar al 25.000 % a fin de año, el
aparato productivo estaba desmoronado y el poder adquisitivo de los salarios en
su punto más bajo (7 dólares mensuales era el salario mínimo nacional).
La redacción del decreto fue un trabajo contra reloj que tuvo que encararse en
menos de un mes. Participaron en su diseño Sánchez de Lozada, Fernando
Romero, Juan Cariaga (que originalmente fue asesor del programa de gobierno
de Banzer, lo que llevó a los adenistas a pretender una paternidad sobre el 21060)
Eduardo Quintanilla y Francisco Muñoz. Participó como asesor, una vez
aprobado el decreto el norteamericano Jeffrey Sachs que ganó prestigio
internacional por este apoyo al proyecto estabilizador boliviano.
La medida provocó una huelga general de la COB que duró quince días (uno
menos que el récord nacional que soportó Siles Zuazo). El Presidente tomó una
drástica decisión, decretó el estado de sitio y confinó a más de 150 dirigentes en el
norte del país, entre ellos al propio Juan Lechín. Esta medida fue histórica por
dos razones, permitió la aplicación del decreto y marcó una nueva etapa de la
COB, el fin del liderazgo indiscutido de Lechín y el comienzo de una crisis y
debilidad del sindicalismo que no pudo ad iptarse a los nuevos vientos políticos y
económicos.
El mecanismo del bolsín fue una de las medidas más ingeniosas y acertada de la
estabilización, permitió una combinación entre el libre juego de oferta y
demanda de dólares en el mercado subastados en el banco Central y el control
ejercido por éste a través de un respaldo permanente en divisas que fijaba
diariamente el precio del dólar. Este sistema sustituyó las traumáticas
devaluaciones periódicas y la insuficiencia de la flotación.
La reforma tributaria fue clave en este proceso pues redujo más de 400
impuestos a sólo siete básicos, entre ellos el IVA (impuesto al valor agregado),
con lo que logró recuperar ingresos por impuestos que del 1 % del PIB pasaron a
así el 10% en un cuatrienio. La disciplina tributaria y la recuperación de los
ingresos por este concepto al erario fueron un paso muy importante para
generar en el ciudadano responsabilidad con su país a través del mecanismo de
impuestos. Por primera vez en cuarenta años el ejecutivo presentó el presupuesto
general de la nación a consideración y aprobación del congreso, respetando las
prescripciones constitucionales en este aspecto.
Una de las ideas incorrectas sobre el 21060 es que marcó una lógica de
desmantelamiento del estado. En realidad el Título V referido a las empresas,
planteaba la descentralización de YPFB y COMIBOL, pero en ningún caso su
debilitamiento o desmantelamiento. Disolvió en cambio la Corporación
Boliviana de Fomento (CBF) y la Empresa Nacional del Transporte (ENTA).
En Febrero de 2006 en una conferencia de prensa, Paz E. predijo que este decreto
y la nueva política que representaba, duraría veinte años dadas las
características de la economía mundial. Tenía razón. La crisis política de 2003
dio lugar al cambio de políticas y la derogación de partes del 21060 se comenzó a
hacer en 2006, aunque las líneas macroeconómicas no se tocaron.
El 21060 fue diseñado sobre la idea de un precio promedio de 5.5 dólares por libra
fina de estaño. En octubre de 1985 el mercado de Londres (el más importante de
este mineral) se desplomó, dejando sin cotización al estaño. En 1986 el promedio
bordeó los 2,5 dólares por libra fina. Esto obligó a la adopción de medidas
radicales. Las pérdidas acumuladas de COMIBOL superaban los 750 millones de
dólares en los últimos diez años y el costo de producción en algunas minas
quintuplicaba su cotización internacional.
En este contexto, y ante una circunstancia exógena que modificó todas las
previsiones, se decidió la relocalización (léase despido) de 23.000 mineros de una
planta de 30.000 que tenía COMIBOL, lo que provocó la denominada “Marcha
por la vida”. Los trabajadores varios miles marcharon de Oruro a La Paz para
exigir su permanencia en la empresa. Era la medida de despido masivo más
radical que había tomado gobierno alguno en toda la historia republicana. El
gobierno decretó el segundo estado de sitio (agosto 86) y envió al ejército a
detener la marcha en Calamarca (a 60 km. de La Paz).
El esfuerzo más significativo del gobierno del MNR para paliar esta dramática
realidad, fue la creación del Fondo Social de Emergencia dirigido por Fernando
Romero, que ejecutó más de 1.000 proyectos con una inversión de mas de 150
millones de dólares, resolviendo de manera parcial el problema de mano de obra,
ya que estos proyectos tenían como objetivo precisamente un uso intensivo de
mano de obra (empedrado de caminos, alcantarillado, etc.).
Bolivia abrió en este período sus puertas al mundo. Importantes visitas como la
del presidente alemán, los reyes de España y el papa Juan Pablo II (mayo de
1988), fueron ejemplo de una etapa nueva en la que el país intentaba romper un
enclaustramiento no sólo físico, sino de ideas y de contactos.
Dos veces candidato a la presidencia por el MIR (fracturado en 1984) fue elegido
Presidente de la república por el congreso en 1989, a pesar de haber obtenido el
tercer lugar en esa elección, llegó a ese alto cargo a los 50 años. Gobernó entre
1989 - 1993 apoyado por la coalición ADN-MIR. A partir de 1993 pasó a la
oposición. Acusado en 1994 de vínculos con el supuesto narcotraficante Isaac
Chavarría, renunció a la política, pero volvió activamente en 1995. En 1996 el
gobierno de los Estados Unidos le retiró la visa de ingreso a ese país, que le
repuso en 2001. En 1997 y 2002 volvió a ser candidato presidencial, obtuvo en
ambas ocasiones ocupó el cuarto lugar con el 16 %.
En 1997 se alió a Banzer y en 2002 a Sánchez. En 2005 fue candidato a prefecto
de Tarija y perdió. En 2006 el MIR desapareció.
Una de las críticas mayores contraste gobierno fue el alto nivel de corrupción de
algunos de sus funcionarios y los varios negocios irregulares que se denunciaron
y comprobaron en esta administración, lo que deterioró seriamente la imagen de
credibilidad del Acuerdo Patriótico y contribuyó a su contundente derrota
electoral. Problemas comprobados en ENFE con la otorgación ilegal de terrenos
de la empresa en varios puntos del país, expulsión del Presidente de YPFB por
irregularidades en sus funciones, denuncia y pedido de desafuero del diputado
Hugo Lozano acusado de malversación en el Fondo de Desarrollo Campesino,
denuncia de venta ilegal de tierras y juicio de responsabilidades contra el
ministro de Educación Hedim Céspedes y acusaciones de beneficio ilícito en la
liquidación de LINABOL contra el Alte. Sáenz Klinsky ministro de Defensa. A
esto se sumó el caso de los narcovínculos denunciado un año después del fin de
esta gestión de gobierno.
El Acuerdo Patriótico
La alianza entre el MIR y la ADN fue uno de los elementos de mayor impacto
político en el nuevo período democrático. Que los antiguos enemigos, las
víctimas de ayer se aliaran con los victimarios fue éticamente muy cuestionado y
difícil de aceptar en un principio en un país poco acostumbrado a que el diálogo
fuera un elemento esencial de la vida política (Banzer ya lo había logrado por
primera vez en 1971 con la alianza MNR-FSB).
Jaime Paz había dicho que un “río de sangre” separaba al Gral. Banzer del MIR.
El objetivo común de bloquear la presidencia a Sánchez de Lozada, permitió un
acuerdo que no se firmó en documento alguno pero que se respetó
escrupulosamente durante los cuatro años de gobierno.
El Censo de 1992
El país siguió sin cumplir las sugerencias de la ONU de realizar un censo cada
diez años, la responsabilidad que le correspondía a la gestión anterior fue
postergada por la grave crisis económica. El gobierno de Paz Zamora encaró
finalmente tan importante tarea.
Por primera vez un censo reflejó mayor población urbana que rural, 57,5 % de los
habitantes vivían en ciudades, mientras que el 42,5 % vivían en el campo,
exactamente al revés que en 1976. La tendencia seguía abriendo la brecha en
favor del área urbana. El analfabetismo siguió disminuyendo, en 1992 el
porcentaje era del 20 %, una mejora de casi 17 puntos en relación al 36, 8 % de
1976. Mientras en 1976 el 78,8 % hablaba castellano (y en muchos casos además
del quechua, aymara o guaraní), en 1992 ese porcentaje subió al 87,4 %. El 34 %
tenía al quechua como lengua materna y el 23,5 % el aymara.
Bolivia era un país mayoritariamente joven, el 60,15 % de la población era menor
de 25 años. La mortalidad infantil en menores de un año pasó de 151 niños
muertos por cada mil en 1976 a 75. Si bien fue un logro positivo, el país seguía
entre los de mayor índice de mortalidad infantil en el hemisferio occidental.
Por iniciativa del ministro del interior Carlos Saavedra, se ofreció un trato
benevolente a quienes se entregaran voluntariamente a la justicia. Siete capos del
narcotráfico se entregaron y recibieron condenas de entre 4 y 6 años, a pesar de
la gravedad de sus delitos. En abril de 1991, el nombramiento de Faustino Rico
Toro, ex-colaborador de García Meza, como jefe de la Fuerza Especial de Lucha
contra el Narcotráfico (FELCN) desató una tormenta política. El embajador de
los EE.UU. Robert Gelbard obligó al Presidente a destituir a Rico Toro y provocó
la renuncia del comanda de la policía y del ministro del Interior Guillermo
Capobianco, acusando a éste de vinculaciones con traficantes. Más allá de la
valoración de la veracidad de las acusaciones, esos hechos demostraron la
debilidad real de Bolivia en nuestras relaciones con la potencia del norte.
Si Rene Barrientos se caracterizó por sus viajes dentro de Bolivia, Jaime Paz lo
hizo por sus viajes fuera de la nación. Sumó 40 durante su mandato. Los más
importantes fueron a la I Cumbre de jefes de estado de Iberoamérica en
Guadalajara, a Argentina para el acuerdo de “borrón y cuenta nueva” de deudas
con ese país y una regularización del contrato de venta de gas, que en términos
generales fue desventajoso para Bolivia por la reducción de volumen y precio.
El otro viaje importante fue al Perú. En Ilo firmó un acuerdo con su colega
Alberto Fujimori que concedió a Bolivia una zona franca, acceso al uso y
administración del puerto y cinco kilómetros de playa denominada “Boliviamar”.
Fue una medida inteligente que coincidió con los 200 años del nacimiento del
mariscal Andrés de Santa Cruz. Paz Zamora logró una alternativa real de acceso
al océano y una carta de negociación importante en nuestra difícil relación con
Chile. Lamentablemente, el país no aprovecho tan importante oportunidad al no
desarrollar ni a nivel estatal ni privado inversiones que justificaran el esfuerzo
diplomático realizado por el gobierno.
Volvió a Bolivia a principios de los años cincuenta. Entre 1952 y 1958 trabajó
como productor de cine en la empresa Telecine que él mismo fundó. Produjo
películas tan destacadas como Los que nunca fueron (1954), Un poquito de
diversificación económica (1955) y Voces de la tierra (1956). Trabajó en una
empresa de servicios petroleros y, a principios de los sesenta, creó COMSUR
(Compañía Minera del Sur), una de las empresas mineras más poderosas de
Bolivia. A través de COMSUR, Sánchez de Lozada amasó una importante
fortuna personal.
En 1979 a los 49 años, comenzó su actividad política, elegido como diputado por
el MNR. Fue reelecto en 1980. En 1985 fue elegido senador y presidente de esa
Cámara. En 1986 el Presidente Paz Estenssoro lo nombró ministro de
Planeamiento y Coordinación. Desde ese cargo contribuyó a la exitosa política
de estabilización económica post-hiperinflación. Fue además uno de los gestores
del famoso decreto 21060. En 1988 fue nominado por su partido como candidato
presidencial. Ganó por mayoría relativa las elecciones de 1989, pero perdió la
presidencia en el congreso ante la alianza del segundo (Banzer) y el tercero (Paz
Zamora), que llevó a la presidencia a este último.
En 1993 a los 63 años de edad, volvió a ganar las elecciones sobre Hugo Banzer.
Gobernó entre 1993 y 1997 aplicando el llamado Plan de Todos, un ambicioso
programa de reformas estructurales. En 1997 volvió a la oposición. En 2002 fue
elegido Presidente por segunda vez. Un año y tres meses después, en medio del
repudio popular y tras violentas jornadas, se vio obligado a renunciar al cargo,
abandonar el país y autoexiliarse en los Estados Unidos. En 2004 el Congreso
abrió un juicio de responsabilidades en su contra por los sucesos de octubre de
2003.
CAPITULO
El primer paso fue la coalición que surgió del voto parlamentario que lo hizo
Presidente. Bajo el férreo manejo personal del primer mandatario, se sumaron al
MNR el MRTKL del vicepresidente Cárdenas, el Movimiento Bolivia Libre que fue
el socio más leal y que más ideas aportó en la aplicación del plan de gobierno.
Antonio Áranibar, presidente de ese partido, fue el único ministro (RR.EE) que
ocupó el cargo durante los cuatro años y Miguel Urioste jefe en ejercicio del
MBL, fue el principal articulador en la coalición.
Fue también socio, aunque errático, UCS de Max Fernández que se retiró y volvió
al gobierno más de una vez. En noviembre de 1995 Fernández murió
trágicamente en un accidente aéreo. Causó también conmoción nacional la
muerte en accidente de aviación del empresario, político adenista y dirigente
deportivo, Mario Mercado también víctima de un accidente de aviación. El
Presidente propuso al país un plan de gobierno que denominó “Plan de Todos”,
cuya base eran tres pilares: la capitalización, la participación popular y la
reforma educativa.
La ecuación que buscaba resolver era uno de los puntos más polémicos del
denominado modelo neoliberal, su capacidad para conjugar la aplicación clara e
inequívoca de una economía de mercado sin restricciones, con una política social
adecuada a los requerimientos de una nación pobre y con graves brechas socio -
económicas.
El primer paso para emprender los cambios fue la ley del poder ejecutivo. Con
ella el gobierno cedió inexplicablemente al legislativo la potestad del Presidente
de establecer el número y funciones de sus ministros. La ley redujo el número de
ministerios de 17 a 12;10 con función permanente y dos sin cartera (uno dedicado
a la Capitalización y el otro a Desarrollo Económico). La gran innovación fue la
creación de tres “superministerios”, el de Desarrollo Humano que integró
educación y salud e hizo énfasis en las etnias y la mujer, dos sectores claramente
desatendidos y discriminados en el pasado; el de Hacienda y Desarrollo
Económico que muy pronto tuvo que desdoblarse ante la imposibilidad de
controlar su gigantesca estructura y el de Desarrollo Sostenible y Medio
Ambiente; un salto de Bolivia a una nueva concepción del crecimiento y un lugar
de jerarquía para el tema de la protección ambiental, clave en este final de siglo.
Como otras muchas reformas parecidas, este modelo no sobrevivió la gestión de
su creador.
En 1995 se desató una crisis bancaria con la caída, intervención y quiebra de tres
bancos privados: el Sur, el de Cochabamba y el Boliviano Americano
Internacional. Entraron en prisión varios banqueros entre ellos Guillermo
Gutiérrez, Jorge Córdoba y Marita Siles acusados de malos manejos y
malversación de fondos de los depositantes. La crisis fue superada por el estado
en medio de una polémica sobre la legitimidad del respaldo oficial a operaciones
irregulares del sistema financiero.
Capitalización y Bonosol
La capitalización fue el eje del programa de gobierno, así como la medida más
resistida por la opinión pública. En su funcionamiento se basaba todo el proyecto
de cambio. La idea marcaba una diferencia esencial con la privatización pura y
dura, no porque no fuese un proceso privatizador, sino porque hizo que las
empresas estatales capitalizadas vendieran el 50 % de su patrimonio a los socios
capitalizadores, quienes se hicieron cargo del manejo y administración de las
empresas en cuestión e invirtieron el 100 % de su aporte en las propias empresas
capitalizadas. El dinero no entró al tesoro general sino a las empresas. El 50 %
restante pasó en un fideicomiso a favor del pueblo boliviano en forma de un Bono
de Solidaridad (Bonosol).
El gobierno capitalizó entre 1995 y 1996 las cinco empresas estatales más
grandes del país: Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), Empresa
Nacional de Telecomunicaciones (ENTEL), Empresa Nacional de Electricidad
(ENFE), Lloyd Aéreo Boliviano (LAB) y Empresa Nacional de Ferrocarriles
(ENFE), solo quedó pendiente por falla de proponentes la Empresa Nacional de
Fundiciones (ENAF). Para aplicar el plan se aprobó la ley de capitalización
(1994) y leyes complementarias como la de telecomunicaciones, hidrocarburos y
electricidad.
En 2002 la suma de reservas probadas, probables (que son las que se cuentan
oficialmente) y posibles llegaba a 77.17 tpc. El 87,5% del gas y el 81,7% del
petróleo estaba en Tarija, el 9,3% del gas y el 10, 1% del petróleo en Santa Cruz, el
2% del gas y el 7,4% del petróleo en Cochabamba y el 1,3% del gas y el 0,8% del
petróleo en Chuquisaca. Esta la evolución de las reservas de petróleo en el
periodo:
Uno de los temas más polémicos del proceso fue el de los impuestos a las
petroleras. El tratamiento sobre los hidrocarburos existentes a 1996 era del 50%
de impuestos: 11% de regalías departamentales, 1% de regalías compensatorias,
6% participación de YPFB al TGN, 13% de regalía nacional complementaria y 19%
de participación nacional. El tratamiento sobre los hidrocarburos nuevos era
solo del 18%: 11% de regalías departamentales, 1% de regalía complementaria y
6% participación de YPFB al TGN.
Adicionalmente, t n ambos casos se consideraba un 25% de impuestos sobre
utilidad de empresas, 12,5% de impuestos sobre remisión de utilidades al exterior
y solo en el caso de los hidrocarburos nuevos, un 25% de "surtax" (sobre
utilidades por extracción de recursos naturales no renovables). Dado que más
de: 90% de las reservas probadas y probables correspondían a hidrocarburos
nuevos, este rango impositivo era excesivamente liberal y uno de los de menor
beneficio para el estado en América Latina. Los ingresos al tesoro por impuestos
de hidrocarburos pasaron de 1.480 millones de dólares en el periodo 1993-1996 a
1.668 millones en el periodo 1997-2000.
El nuevo estado requería de otras reglas de juego para terminar con su papel de
juez y parte en el manejo del funcionamiento de los servicios al ciudadano. Para
ello se creó el Sistema de Regulación Sectorial - SIRESE (1994), cuyo papel era
regular, controlar y supervisar las actividades de varios sectores. Tuvo como
tarea arbitrar, en caso de reclamo de usuarios frente a un operador de servicios,
exigir el adecuado cumplimiento y calidad de servicios y aprobar o no las
propuestas de incrementos de tarifas.
La Participación Popular (PP) fue la idea clave del Plan de Todos y la que tuvo
una repercusión histórica mayor de todas las encaradas por Sánchez en su
gestión. Marcó la superación de una brecha aparentemente imposible, lograr que
la economía abierta no estuviese reñida con una redistribución más justa del
ingreso y un concepto esencial a la democracia: la participación del ciudadano
en la gestión de su destino. Apoyado en la democracia municipal el gobierno
aprobó la ley de participación popular (1994); para ello territorializó los
municipios, creando 311 en el país con jurisdicción, más allá del ámbito
meramente urbano (la base política fueron las secciones de provincia).
El gobierno encaró otra de sus reformas más difíciles con el cambio radical del
sistema de pensiones. Concretó la desaparición de los fondos complementarios y
el traspaso del pago de pensiones a manos privadas a través de las
Administradoras de Fondos de Pensiones. Dos empresas españolas se hicieron
cargo de esta responsabilidad a partir de 1997. Terminó así el concepto de
universalidad y nació el sistema de acumulación individual y personalizada de la
jubilación. También esta medida fue dura y tenazmente resistida por
pensionistas, sindicatos y oposición. El cambio representó una carga brutal
sobre el TGN y marcó un aumento dramático del déficit fiscal.
Reforma Educativa
Ley Inra
Como casi todas las medidas de cambio del gobierno, la aprobación de la ley
INRA (del Instituto Nacional de Reforma Agraria), a pesar del consenso previo,
provocó serias confrontaciones, entre ellas una de las mayores movilizaciones
campesinas de la historia a la ciudad de La Paz (octubre de 1996). Tras las
concentraciones masivas y enfrentamientos callejeros, el parlamento aprobó una
ley que en los hechos es una nueva ley de tierras que sustituye al decreto de
reforma agraria de 1953.
La nueva ley reconoció por primera vez a las comunidades originarias, las
organizaciones indígenas tradicionales y los territorios indígenas en el oriente
(que habían recibido el primer territorio por la vía de decreto en el gobierno de
Jaime Paz). Eximió de pago de impuestos al solar campesino, la pequeña
propiedad y la tierra de comunidad. Estableció un nivel de impuestos racional
para la mediana y gran propiedad y determinó la reversión para las tierras
abandonadas, que no pagan impuestos o están en contra del bien común. Tuvo la
tarea de titular definitivamente las tierras de comunidades, dio preferencia a la
dotación a comunidades e indígenas organizados colectivamente y adjudicó
tierras fiscales por concurso público y con objeto de su uso productivo.
Reforma a la Constitución Política del Estado y nuevas Leyes
El gobierno enfrentó una opinión pública adversa y una fuerte influencia sobre
ella de los productores de coca, liderizados por Evo Morales, que protagonizaron
marchas sobre La Paz que degeneraron en violencia y una situación de
permanente tensión en la región del Chapare con un saldo de muertos y heridos
(tanto campesinos productores como policías de UMOPAR.
Amayapampa y Capacirca
El hecho más grave del que fue responsable el gobierno de Sánchez de Lozada fue
el desenlace sangriento producido en vísperas de la Navidad de 1996 en los
centros mineros de Amayapampa, Capacirca y Llallagua. La toma ilegal de
minas de propiedad privada (empresa extranjera Dacapo) por parte de mineros
que se oponían al trabajo de los propietarios, condujo al gobierno a la
intervención de esas minas. Para ello envió un destacamento policial bajo la
dirección de su comandante Gral. Willy Arriaza.
La acción policial, a pesar de la evidencia de trabajadores y comunarios
armados, fue desproporcionada. El saldo trágico fue de 11 muertos y más de 50
heridos. La intervención de parlamentarios como mediadores logra frenar la
espiral de violencia.
Bolivia y el Mundo
Bolivia y el Mercosur
El resultado mostró la atomización del electorado. Ganó Hugo Banzer con el 22,3
%, el porcentaje de votos más bajo obtenido por un candidato presidencial,
ganador en la historia electoral boliviana, Juan Carlos Duran obtuvo el segundo
lugar con el 8,2 % y Remedios Loza el tercero con el 17,2 %. El parlamento
ratificó al ganador por mayoría relativa, Hugo Banzer, a quien acompañó como
vicepresidente Jorge Quiroga. En esta elección se aplicó por primera vez el
sistema de diputados uninominales y plurinominales, con notables resultados
para algunos candidatos que recibieron respaldo de sus regiones, más allá de los
votos obtenidos por sus candidatos presidenciales.
CAPITULO
El Momento Histórico
El primer acuerdo entre Paz Estenssoro y Banzer conocido como Pacto por la
Democracia, inauguró un mecanismo que consolidó la gobernabilidad, pero a la
vez estableció un circuito cerrado de poder entre tres partidos, el MNR, la ADN y
el MIR, que controlaron seis gobiernos en el periodo de dieciocho años.
Esta práctica acabó por desnaturalizar los importantes aportes que hicieron a la
democracia, pues se creó una élite socio-económica que se enriqueció a la
sombra de estos gobiernos, la lógica de prebendalismo y corrupción penetró en
las estructuras de la administración y se dio una progresiva conversión de los
partidos en maquinarias electorales más que en instrumentos genuinos de
representación de los intereses de la sociedad.
La aplicación de lo que Paz Estenssoro llamó la nueva política económica, marcó
el progresivo desmantelamiento del estado, la adscripción a una economía de
mercado y el intento de adaptar al país a la globalización. Las reformas del
primer gobierno de Sánchez de Lozada, sin embargo, no reflejaron una política
puramente neoliberal, dentro de ese marco ideológico se aplicaron elementos de
cambio progresista y aún revolucionario. Es el caso de la participación popular,
el proceso más profundo de descentralización de la historia con la creación de
más de 300 municipios territorializados con gestión autónoma y recursos
propios cedidos por el estado.
La economía del país pasó en este periodo por un proceso de recuperación, desde
la estabilización económica de 1986 que cortó la hiperinflación y recuperó la
productividad del país, aunque con un altísimo costo social, expresado en un alto
desempleo. Los principales indicadores macroeconómicos del periodo se pueden
resumir así: La inflación tuvo un promedio de 81 % en el periodo 1986-89, 10,4 %
en el periodo 1990-99 y 3,1 % en el periodo 2000-03. El crecimiento del PIB tuvo
un promedio de 1,48 % en el periodo 1986-89, 4,01 % en el periodo 1990-99 y 2,28
% en el periodo 2000-03.
A todos estos factores se sumó un proceso de recesión económica muy duro que
se inició en 1999 y duró hasta 2002. Este fue el punto de inflexión histórica de la
nueva democracia. El gobierno de Banzer enfrentó el comienzo del
desmoronamiento de las relaciones entre el estado y la sociedad expresado en
abril de 2000 en la llamada “guerra de agua”. Desde ese momento, el estado fue
perdiendo terreno en la imposición de la autoridad constitucional y el control
básico del orden. Se olvidó la idea de que el cumplimiento de la ley es la base de
las relaciones civilizadas de una sociedad. La ley fue, como todo en los conflictos,
sujeto de negociación. La historia comenzó a cobrar las facturas de la exclusión,
la discriminación y el racismo.
La primera ley aprobada por el legislativo fue la reforma de la ley del poder
ejecutivo que había aplicado Sánchez de Lozada, aumentando el número de
ministerios de doce a catorce y creando viceministerios en sustitución de las
secretarías nacionales. Lo más destacado fue el renacimiento de los ministerios
de Educación y Salud y la creación del ministerio de Comercio Exterior. En 1999
repuso el ministerio de Comunicación con el nombre de Información
Gubernamental. Otro de los cambios que el gobierno hizo fue el del sistema
regulador. Eliminó las superintendencias de Seguros, Valores y Pensiones,
fundiéndolas en una sola. Creó también el Superintendente de Recursos
Jerárquicos lo que debilitó al Superintendente General.
En la ONU, Banzer volvió a reclamar una salida marítima para el país y exigió el
retiro de minas antitanques y antipersonales sembradas por Chile en la frontera
con Bolivia. El gobierno chileno no hizo efectiva esta acción. La política hacia
Chile a pesar del embate inicial, no produjo un giro de fondo en lo que hace a las
relaciones económicas, pero un nuevo tema complicó la agenda bilateral, el
usufructo gratuito por parte de Chile de las aguas del manantial del Silala (en el
departamento de Potosí) que Bolivia consideraba que debían ser pagadas por
quienes las usan en ese país.
Una de las medidas más polémicas de esta administración fue la eliminación del
Bonosol que había surgido del proceso de capitalización. Tomando una decisión
ilegal sobre fondos privados, el gobierno eliminó el mencionado bono y lo
sustituyó por el Bolivida. Del total del monto destinado al Bonosol (que en 1997
significó 248 dólares para cada persona mayor de 65 años), un tercio fue al
nuevo bono equivalente a unos sesenta dólares por persona, y dos tercios a
acciones para todos los bolivianos beneficiarios, que podrían usarlas como
garantía de créditos o como base de ahorro para la jubilación. Esta segunda
parte nunca se cumplió ni se aplicó, y quedó sin efecto cuando el segundo
gobierno de Sánchez de Lozada repuso el Bonosol. El éxito de la erradicación de
la coca excedentaria y las secuelas de violencia en el chapare
La aplicación del plan Dignidad fue una de las prioridades de esta gestión. En el
periodo 1997-2001 se logró el nivel más alto de erradicación de la historia, con
más de 25.000 hectáreas eliminadas, lo que puede considerarse como un éxito
indiscutible del gobierno. A su vez cesó la compensación monetaria directa a los
productores por hectárea erradicada. En una primera fase se hicieron
compensaciones colectivas a cada comunidad que erradicaba, para luego
eliminar toda compensación. Esta tarea, que se basó en una clara voluntad
política y contó con la participación militar, superó un proceso de círculo vicioso
que habían llevado los anteriores gobiernos desde 1988, que era mantener casi
sin modificación los niveles de siembra y erradicación con un resultado neto muy
modesto. Este esfuerzo gigantesco que dejó en el Chapare solo 6.000 hectáreas,
no tuvo una compensación adecuada por parte de los Estados Unidos, ya que
dejó un vacío de ingresos que se calculan entre 300 y 500 millones de dólares
(año) con un efecto muy duro sobre la deprimida economía del país.
Reformas Institucionales
La idea era un camino hacia la despolitización del poder judicial y una mayor y
genuina independencia con relación al poder ejecutivo. Aunque de hecho, lo
partidos grandes mantuvieron un control sobre el poder judicial, mediante
acuerdos parlamentarios para lograr los dos tercios requeridos. Otro aporte
importante fue la reforma del código de procedimiento penal que dio un salto
decisivo dando fin al sistema escrito y dando comienzo a la oralidad de los
juicios, además de la inclusión de los jueces ciudadanos, lo que permitió juicios
expeditos y la aceleración de administración de justicia en este ámbito.
La Sombra de la Corrupción
El Caso Diodato
La Recesión Económica
El éxito de Manfred Reyes Villa como alcalde de Cochabamba (1993-2000) dio pie
a la creación de Nueva Fuerza Republicana (NFR) en 1996. La influencia en
Cochabamba de esta agrupación le permitió una alianza con ADN para las
elecciones de 1997. Tras dos años de participación en el gobierno de Banzer y la
renuncia de Reyes Villa a la alcaldía de Cochabamba, su proyección a nivel
nacional llevó a NFR a su punto más alto en las elecciones de 2002, en las que
tras perfilarse como favorito, logró un estrecho tercer lugar y una importante
presencia parlamentaria. NFR buscó ser un partido renovador dentro de una
línea crítica al modelo, sin salir de los lineamientos esenciales del modelo
democrático y económico vigentes entonces.
Fue jefe de campaña de Hugo Banzer en las elecciones que éste perdió en 1993.
En 1995 fue elegido subjefe de ADN. En 1997 acompañó a Banzer como candidato
vicepresidencial en las elecciones que ganaron. Ocupó la vicepresidencia entre
1997 y 2001. Tuvo mucha influencia en la política económica de ese gobierno, así
como en el plan integridad y el de erradicación de coca. Su relación con el
mandatario fue distante y por momentos muy tensa.
El mal manejo del Lloyd Aéreo Boliviano por la brasileña VASP, llevó a la
compañía a una crisis que devino en su compra por parte del empresario
boliviano Ernesto Asbún. El proceso posterior abrió un escándalo en torno a la
grave situación económica del LAB y al propio mecanismo de compra, que llevó a
un desastre casi terminal de la compañía a principios del 2006. En cambio, las
telecomunicaciones vivieron una revolución expresada en el número de teléfonos
celulares, que de 295 en 1991 pasó a 779.917 en 2001, superando las 522.931 líneas
fijas. El periodo de Quiroga terminó con la aprobación por parte de EE.UU. del
ATP-DEA, un mecanismo que permitía a los países andinos la exportación de
textiles a esa nación.
El 19 de febrero de 2001 La Paz sufrió una granizada de más de una hora que
desencadenó el desborde de ríos y taponamiento de sistemas de drenaje, que
provocó 69 muertes, medio millar de heridos y varias familias que perdieron sus
hogares. Los daños materiales fueron de gran consideración. Fue una de las
mayores tragedias de la ciudad en toda su historia.
La meta más ambiciosa del gobierno fue concretar la venta de gas boliviano a
México y Estados Unidos. El punto crítico de la negociación, el lugar de la
transformación de gas natural en gas natural licuado en un puerto del Pacífico,
planteaba la necesidad de decidir sobre el puerto.
La idea era instalar allí una planta de transformación de gas a líquidos para su
transporte al norte vía barco y el abastecimiento del mercado chileno, que
comenzaba a tener grandes déficits y necesitaba con urgencia un abastecimiento
próximo y barato, es decir gas boliviano.
El Proceso de Institucionalización
El congreso aprobó una ley de necesidad de reforma con varios cambios para
modernizar la carta magna. Varios de esos cambios se inspiraron en el trabajo
encomendado por el Presidente al Consejo Ciudadano de Reforma Constitucional
en el que participó quién sería luego Presidente Carlos D. Mesa Gisbert.
El 5 de septiembre de 2001 se llevó a cabo el primer censo del siglo XXI. Los
resultados marcaron los siguientes datos relevantes: El país tenía 8.274-325
habitantes, 1.853.533 más que en 1992, un crecimiento del 22,40% (2,74% de
crecimiento intercensal, significativamente superior al 2,11 % que se dio en el
periodo 1976-1992). El complejo urbano La Paz-El Alto se mantuvo como el
mayor conglomerado citadino del país, con una población de 1.420.308; Santa
Cruz superó también el millón de habitantes con una población de 1.113.582; por
primera vez dos centros urbanos pasaban del millón de habitantes, Santa Cruz
casi duplicando su población con relación a 1992.
La confrontación electoral parecía tener un ganador, Reyes Villa, quien con una
equivocada estrategia electoral terminó derrotado. Sánchez de Lozada ganó una
elección por tercera vez en su vida, aunque con un estrecho 22,5 % frente al 20,9
% de Morales. Ambos dieron una sorpresa que barrió las expectativas de las
encuestas. El tercer lugar lo ocupó Reyes Villa también con 20, 9%, apenas 721
votos por debajo del MAS. El MIR ocupó otra vez el cuarto lugar con el 16,3 %. El
Congreso con una histórica presencia pluriétnica y multicultural, ratificó con su
voto mayoritario al ganador por mayoría relativa, consagrando Presidente a
Gonzalo Sánchez de Lozada y vicepresidente a Carlos D. Mesa Gisbert, tras la
alianza entre el MNR y el MIR, a quienes acompañaron MBL y UCS.
Hay que subrayar también la diferencia muy grande entre su primer y segundo
gobierno. La apertura del primero a independientes e incluso militantes de la
izquierda seducidos por el ambicioso programa de cambios, fue uno de sus
rasgos distintivos. Técnicos e intelectuales de primer nivel tuvieron cabida en esa
gestión. En el segundo gobierno la consigna fue “ahora le toca al MNR”. Un
gobierno de partido, basado en prebendas y privilegios para la- militancia y no
por la excelencia, sustituyó la lógica anterior. El 35% de voto popular de 1993 que
pasó a un reducido 22% en las elecciones de 2002, colocó al Presidente en
posición débil, lo que lo forzó a acuerdos apadrinados por los Estados Unidos
entre el MNR y el MIR, entre Gonzalo Sánchez y Jaime Paz, cuyos rencores
personales nunca se superaron. Los débiles aliados del MBL y UCS no pudieron
contrarrestar a un MIR que controló y debilitó al gobernante desde el primer día.
El parlamento marcó por su parte una nueva composición que parecía reflejar un
cambio histórico, pero que mostró muy rápidamente su incapacidad y la
repetición de viejas prácticas prebéndales y de sujeción al ejecutivo terriblemente
negativas para el país. La cámara alta tuvo 3 senadores indígenas sobre 27, el
11%. La cámara de diputados contó con 24 indígenas sobre 130 representantes, el
18 %, un crecimiento significativo aunque insuficiente en la proporción de la
población india, que de acuerdo al censo de 2001 (manipulado por una pregunta
que obligaba a una identificación étnica, desconociendo la categoría de
mestizaje) representaba el 62% del total por autoidentificación de los censados y
solo 45 % de acuerdo a la lengua materna indígena hablada por los censados.
La oferta gubernamental básica fue la generación de obras con empleos. El
principal problema del país, el desempleo, se había agudizado por la recesión. De
hecho el gobierno solo pudo paliar la situación con la continuación del “Plañe”,
un programa de empleo temporal equivalente al salario mínimo nacional para
obras de infraestructura a cargo del gobierno que no pudo encarar la solución
estructural del desempleo.
La situación económica que heredó ora muy crítica. La recesión que se había
iniciado en 1999 remitió leve aunque insuficientemente en el 2002, el 2003 fue el
año de inflexión de la economía. El principal problema era el déficit fiscal. En los
gobiernos de Banzer y Quiroga subió de 4,65 a 8,81. A pesar de esa realidad, el
gasto público se incrementó por la presión del cuoteo político. Al terminar el
2003, el déficit había bajado apenas 0.9 puntos. Para lograr ese resultado se
incrementó los impuestos sobre beneficios a las refinerías de petróleo en manos
privadas. Se calcula que en 2003 el contrabando le restó al TGN ingresos por 480
millones de U$., alrededor de un 5 % del PIB. Se aprobó el nuevo código tributario
cuyo objetivo era hacer más eficientes las recaudaciones. Las exportaciones
crecieron en un 17% en el periodo 2002-2003.
En tanto, el sistema financiero seguía con dificultades, altos niveles de mora, casi
10.000 juicios a deudores y más de 210 millones de U$. de propiedades agrícolas
entregadas en dación de pago. La crisis había dejado a la empresa privada local
devastada y exhausta, con serias dificultades, gigantescas deudas financieras y
también deudas con el estado (impuestos, Afp's y CNS). El proyecto del “hospital
de empresas”, basado en el apoyo a empresas en dificultades que se acogieran al
programa, no arrancó por la imposibilidad de acuerdos con los entes
financiadores del proyecto.
Las dos medidas sociales más importantes de este periodo fueron el Bonosol y El
Sumi. A través de una ley se repuso el Bonosol, que con una intención política
evidente el gobierno de Banzer sustituyó por el inoperante y efímero Bolivida. El
bono volvió con un pago anual de 1.800 bolivianos a cada persona mayor de 65
años. Esta medida es uno de los legados más importantes de Sánchez de Lozada
a la política social boliviana como producto de la capitalización.
La creación del Seguro Único Materno Infantil (Sumi) que garantiza atención
médica gratuita a la madre en el periodo de gestación y parto y a los niños hasta
los cinco años, fue un esfuerzo clave para reducir indicadores de morbilidad
(enfermedades) y mortalidad materno infantil y distribuyó esfuerzos entre
estado y municipios para cubrir estos requerimientos, que si bien afrontaron
problemas de aplicación y cobertura sobre todo en el área rural, marcaron otro
avance en el cumplimiento de responsabilidad estatal en uno de los sectores más
sensibles y vulnerables de la sociedad.
El Problema de la Tierra
Durante todo el 12 la ciudad, con una policía que se negó a patrullar las calles y
un ejército que retrasó su presencia urbana varias horas, quedó a merced del
vandalismo. Grupos organizados incendiaron el ministerio de Trabajo, el de
Desarrollo Sostenible, el Tribunal Militar y las sedes del MNR y el MIR. El hecho
más dramático fue el intento de toma e incendio del edificio de la Vicepresidencia
que sufrió pérdida total en un par de salones. El equipo de seguridad del
Vicepresidente y un heroico grupo de estudiantes de historia de la UMSA salvó la
Biblioteca y Archivo del Congreso de un incendió que pudo haber destruido una
parte esencial de la memoria histórica del país. Hechos similares aunque
menores se vivieron en Oruro y Santa Cruz.
La decisión del Presidente y los ministros del ala dura a reaccionar con extrema
violencia a los hechos de conmoción civil de octubre por parte del gobierno, con
un saldo trágico muy elevado, marcó la ruptura final, cuando e Vicepresidente
decidió romper con el gobierno el 13 de octubre de 2003 en un mensaje a la
Nación en el que expresó que no estaba dispuesto a matar para permanecer en el
gobierno.
El saldo trágico de sus catorce meses de gobierno fue de 112 muertos: 92 civiles y
20 entre policías y militares.
Ha escrito doce libros, entre ellos Presidentes de Bolivia entre Urnas y Fusiles
(1983), La Aventura del Cine Boliviano (1985) e Historia de Bolivia (1997). Ha
realizado un centenar de documentales, junto a Mario Espinoza, entre ellos El
Cielo y el Infierno (1988), y la serie histórica Bolivia Siglo XX, con ejemplos como
La Guerra del Chaco (1991), Más allá de los Andes (2005) y Los hijos del Sol
(2006). Es miembro de la Academia Boliviana de la Historia y de la Sociedad
Boliviana de Historia. Ha recibido los premios de periodismo Manuel Vicente
Ballivián (2000) y el internacional Rey de España. (1994).
El Cato de Coca
Si bien en los primeros seis meses la situación social estuvo casi totalmente en
calma, muy pronto las demandas de varios sea ores, lideradas por dirigentes
sindicales y gremiales en el contexto de una gran atomización, cercaron al
gobierno. Uno de los ejes fue la toma de tierras en La Paz, Cochabamba y Santa
Cruz, protagonizadas por el Movimiento sin Tierra, con dirigentes desaprensivos
como Ángel Duran, con casos críticos como Las Maromas o Yuquises, resueltos
pacíficamente por el gobierno, a diferencia de sus dos antecesores, pero que
dieron fuertes argumentos al empresariado cruceño para atacarlo.
Paros del transporte, presión de la COB dirigida por Jaime Solares (que fuera
informante del gobierno de García Meza), tomas de minas por cooperativistas,
bloqueos de carreteras, marchas y paros del magisterio, trabajadores en salud,
desocupados y ex trabajadores estatales, toma de campos petroleros, paros y
presión de líderes cívicos, empresarios y medios de comunicación crúcenos,
marcaron un escenario de grave desorden social.
Ese clima afectó mayoritariamente a representantes del estado y las fuerzas del
orden. La violencia terrorista dejó como saldo la muerte de tres militares y dos
policías, cuatro en atentados en el Chapare y uno en enfrentamiento organizado
por propietarios de tierras en Beni; en ese mismo hecho murieron dos
campesinos. El 31 de enero de 2004 Marino Diodato fugó de la cárcel, el 1 de
marzo la fiscal Mónica von Borries que seguía su caso, fue asesinada en un
atentado que destrozó su vehículo.
Pero debe recordarse que cuando el ejecutivo pidió "mano justa" al ministerio
público, esto es aplicar justicia y procesar a los bloqueadores con la ley en la
mano, el Fiscal General y los nueve fiscales de distrito respondieron que los
bloqueos eran derechos constitucionales de los oprimidos.
Uno de los factores que dificultaron más la gestión de este gobierno, fue la
incomprensible actitud del Tribunal Constitucional, con una serie de fallos
cuestionables y un comunicado, que colocaron varias veces al gobierno en serias
crisis. En mayo de 2004 el Tribunal Constitucional (TC) desconoció un fallo del
tribunal militar que absolvió a oficiales que participaron en los hechos de
“febrero negro” y estableció que debían ser juzgados en tribunales ordinarios.
Medio centenar de generales y coroneles de las FFAA. se presentaron en traje de
campaña en palacio de gobierno para exigir al Presidente una toma de posición
sobre el tema. Mesa Gisbert resolvió la crisis comprometiendo una acción común
con las FFAA. en el marco del respeto a la Constitución y desarrolló junto al Alto
Mando una estrategia de reconocimiento al fallo del tribunal militar. Fue un
momento crítico para la estabilidad democrática. La actitud del gobierno fue
siempre de respeto institucional del Presidente a FFAA. y Policía que marcó una
excelente relación del gobierno con ambas.
En los diez años anteriores los gobiernos bolivianos habían decidido bajar el
perfil de la demanda marítima, convencidos de que los acuerdos económicos con
Chile terminarían por solucionar el problema. Esa lógica no consiguió ningún
avance en la cuestión marítima, solo la oferta de una zona franca en territorio
chileno, que lo que quería era garantizar el abastecimientos del mercado chileno
con gas boliviano, el verdadero objetivo de Santiago.
En su discurso a la Nación de 4 de enero de 2004, Mesa Gisbert pidió a Chile una
actitud que entienda la realidad del siglo XXI, dijo que era imposible una relación
fluida entre dos países histórica, económica y culturalmente complementarios si
no se resolvía el tema de la soberanía boliviana. Para entender esta posición
había que recordar que además de la convicción histórica estaba el efecto que
habían dejado los casi 70 muertos de octubre, que exigieron no exportar el gas
boliviano por Chile, lo que bloqueaba toda opción de avanzar en la dirección
propuesta por el Presidente chileno Lagos a sus colegas Banzer, Quiroga y
Sánchez de Lozada.
Mesa Gisbert y su canciller Juan Ignacio Siles se reunieron con una docena de ex
cancilleres bolivianos a los que les explicaron y consultaron la nueva estrategia.
Bolivia recibió el apoyo de los presidentes de Venezuela y Uruguay, del ex
presidente Cárter de EE.UU. y del secretario general de la ONU Koffi Anan.
La tesis del gobierno no era la definición simplista de “gas por mar”, buscaba
construir una relación estrecha con el Perú para exportar el gas boliviano por un
puerto peruano con destino a México y Estados Unidos, en un proyecto
binacional con el gas de ambos países, aprovechando los altos precios
internacionales que hacían técnica y económicamente viable el proyecto,
considerando además la insuficiencia de las reservas peruanas para un
megaproyecto encarado individualmente, que permitiera el desarrollo de energía
para el oeste de Bolivia y sur del Perú. Esto daría a ambos condiciones favorables
de negociación con Chile. Ese fue el espíritu del acuerdo entre Mesa Gisbert y el
Presidente Toledo del Perú en agosto de 2004 que se sumaba a un Tratado de
Libre Comercio firmado en esa ocasión, igual que el acuerdo de intenciones con
el Presidente mexicano Fox para la exportación de gas a ese país y la limitación a
la Argentina para revender a Chile el gas que importaba de Bolivia.
Esta decisión galvanizó al país que lo respaldó masivamente (la empresa Apoyo
Opinión y Mercado, midió el respaldo presidencial ese mes de marzo de 2005, a
un año y medio de gobierno, éste era de 86 % en La Paz, 78 % en El Alto, 85 % en
Cochabamba y 44 % en Santa Cruz). El Congreso rechazó la renuncia. En ese
contexto, el Presidente desperdició la oportunidad de imponer su proyecto de ley
de hidrocarburos y prefirió una absurda negociación sobre la ley que reposicionó
al legislativo. A los pocos días, tras el fracaso de la negociación y el nuevo
rechazó a elementos clave de su proyecto de ley, el Presidente pidió al Congreso
el acortamiento de su mandato y a convocatoria a elecciones. Los
parlamentarios rechazaron el pedido.
El día 9 por decisión de Vaca Diez, el legislativo fue convocado en Sucre para
considerar la renuncia presidencial. Marchas de campesinos y mineros
promovidas por diversas organizaciones y especialmente el MAS, rodearon la
ciudad. El gobierno envió sus tropas policiales de élite y al comandante de la
policía, que controlaron el orden con solvencia. El Presidente ordenó a las FEAA.
desplegarse en las carreteras con el único objetivo de evitar violencia. Un
acontecimiento empañó esa tarea casi impecable, la muerte del minero Carlos
Coro, víctima de una bala de origen desconocido, que murió dentro de un bus
con mineros que se dirigía a Sucre.
Por mandato constitucional en un caso como este (art. 93, inc. III), el Presidente
estaba obligado a convocar a una nueva elección presidencial, cosa que hizo
ampliando los comicios para la renovación del poder legislativo. El acuerdo
político entre el parlamento y el poder ejecutivo hizo posible este proceso sin
mayores dificultades.
Pero sin duda, la tarea más importante del ejecutivo fue posibilitar los acuerdos
políticos que viabilizaran el proceso electoral. Eso demandaba la redistribución
de diputados de acuerdo al censo de 2001, tema muy sensible para los
departamentos de menor población. Tras arduas discusiones se llegó a un
consenso: La Paz pasó de 31 a 29 diputados, Santa Cruz de 22 a 25, Cochabamba
de 18 a 19, Potosí de 15 a 14, Chuquisaca mantuvo 11, Oruro pasó de 10 a 9, Tarija
mantuvo 9, Beni mantuvo 9 y Pando mantuvo 5. También se incrementó el
número de circunscripciones uninominales de 68 a 70 y se ratificó la
convocatoria a elección de prefectos hecha por Mesa Gisbert. Se debatió y aprobó
la realización de elecciones para asambleístas constituyentes y para un
referéndum nacional sobre las autonomías para julio de 2006, aunque la ley de
convocatoria quedó pendiente.
Por presión del gobierno de Estados Unidos que consideraba que la treintena de
misiles de fabricación china que poseían las FF.AA. desde los años noventa, podía
ser sustraída y usada en acciones terroristas, se aceptó entregarlos a la
embajada de ese país en Bolivia para su desmantelamiento total con el
argumento de que estaban obsoletos y fuera de uso útil. Rodríguez afirmó que
nunca autorizó la entrega del material a los Estados Unidos. Los misiles fueron
sacados de Bolivia por un avión norteamericano.
La noticia se filtró y generó una presión de medios y opinión pública que obligó a
la devolución de los misiles ya desactivados. Esta decisión derivó en una
acusación del MAS contra el Presidente, el ministro de defensa y miembros del
mando militar.
La tercera fuerza representada por Samuel Doria Medina ex mirista que creó
Unidad Nacional (UN), no pudo copar el centro al escoger equivocadamente a su
candidato vicepresidencia Carlos Dabdoub, líder de la “nación camba” grupo
radical contrario al occidente del país. Morales logró un triunfo aplastante. Por
primera vez desde 1979, un candidato ganaba con el 50 % más uno de los
sufragios. El MAS logró más de un millón y medio de votos, el 53,7 % del total.
Quiroga obtuvo el 28,6 %. Doria Medina el 7,8 %. Michiaki Nagatani del MNR el
6,5 % y Quispe del MIP el 2,2 %. Por primera vez en la historia, alguien que
representaba al mundo indígena llegó al mando de la nación. El péndulo que
había comenzado a girar en el gobierno anterior, se movía a través del voto
popular, cerrándose la era de apertura económica iniciada en 1985 con el decreto
21060.
Las primeras elecciones directas para prefectos fueron un éxito. El MAS ganó
tres prefecturas, Davidl Sánchez en Chuquisaca, Alberto Aguilar en Oruro y
Mario Virreira en Potosí. Podemos ganó tres, José Luis Paredes en La Paz,
Ernesto Suárez en Beni y Leopoldo Fernández en Pando. Agrupaciones
ciudadanas diversas ganaron las tres restantes, Rubén Costas de APB en Santa
Cruz que logró el triunfo por mayor porcentaje en el país con el 47,88 % de votos,
Manfred Reyes Villa de AUN en Cochabamba y Mario Cossío de CC en Tarija.
Últimos Acontecimientos