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El Código de Nuremberg

El Código de Nuremberg de 1947 es considerado el primer antecedente de


relevancia internacional sobre ética de la investigación. El Código fue producto
de el “Juicio a los médicos”, también llamado el “Caso Médico”, uno de los juicios
de Nuremberg contra la Alemania nazi [1]. Ese juicio se abrió el 9 de diciembre
de 1946 y tuvo pronunciamiento el 19 de agosto de 1947 con la imposición al día
siguiente de la pena de muerte por horca a siete médicos. El veredicto de
culpabilidad fue por crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad con
pruebas documentales de los experimentos médicos que abarcaban desde
pruebas de supervivencia bajo situaciones de hambre, congelamiento,
infecciones provocadas y exposición a gas mostaza, hasta diversas mutilaciones
quirúrgicas y actos de esterilización y eugenesia. El juicio concluyó así con la
enumeración de un código de diez puntos sobre ética de la experimentación en
humanos conocido como Código de Nüremberg. Irónicamente, las fuentes del
mismo fueron las Richtlinien o directivas del Ministerio de Sanidad del Reich
alemán relativas a los nuevos tratamientos médicos y la experimentación
científica sobre el hombre, promulgadas en 1931. Estas normativas no tenían
comparación alguna en su época y fueron el primer gran código ético sobre
ensayos clínicos. Pero ese código nunca se aplicó en los campos de
concentración y progresivamente se fue confirmando la tesis de que los médicos
nazis no eran víctimas del régimen sino parte activa de su desarrollo desde el
darwinismo social de las teorías higiénicas. El Código de Nuremberg, sin
embargo, abrió una discusión creciente sobre la investigación biomédica y la
necesidad de utilizar principios éticos que la regularan, y fue asimismo una
expresión clara de la asociación entre la ética médica y los derechos humanos
cuya Declaración Universal sería aprobada al año siguiente.

Principios éticos en la investigación: Código de Núremberg

La prueba de crímenes de guerra y de crímenes contra la humanidad

Aplicando cualquier criterio reconocido de evaluación, el juicio muestra que se


han cometido crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad tal como se
alega en los puntos dos y tres de la querella. Desde el comienzo de la Segunda
Guerra Mundial se realizaron, en Alemania y en los países ocupados,
experimentos médicos criminales en gran escala sobre ciudadanos no
alemanes, tanto prisioneros de guerra como civiles, incluidos judíos y personas
"asociales". Tales experimentos no fueron acciones aisladas o casuales de
médicos o científicos que trabajaran aislados o por su propia responsabilidad,
sino que fueron el resultado de una normativa y planeamiento coordinados al
más alto nivel del gobierno, del ejército y del partido nazi, practicado como parte
del esfuerzo de guerra total. Fueron ordenados, aprobados, permitidos o
sancionados por personas que ocupaban cargos de autoridad, las cuales
estaban obligadas, de acuerdo con los principios de la ley, a conocer esos
hechos y a tomar las medidas necesarias para impedirlos y ponerles fin.

Experimentos médicos permisibles

Existen pruebas de gran peso que nos muestran que ciertos tipos de
experimentos sobre seres humanos, cuando se mantienen dentro de límites
razonablemente definidos, son conformes con la ética general de la profesión
médica. Quienes practican la experimentación humana justifican su actitud en
que esos experimentos proporcionan resultados que benefician a humanidad y
que no pueden obtenerse por otros métodos o medios de estudio. Todos están
de acuerdo, sin embargo, en que deben observarse ciertos principios básicos a
fin de satisfacer los requisitos de la moral, la ética y el derecho:

1) El consentimiento voluntario del sujeto humano es absolutamente esencial.

Esto quiere decir que la persona afectada deberá tener capacidad legal para
consentir; deberá estar en situación tal que pueda ejercer plena libertad de
elección, sin impedimento alguno de fuerza, fraude, engaño, intimidación,
promesa o cualquier otra forma de coacción o amenaza; y deberá tener
información y conocimiento suficientes de los elementos del correspondiente
experimento, de modo que pueda entender lo que decide. Este último elemento
exige que, antes de aceptar una respuesta afirmativa por parte de un sujeto
experimental, el investigador tiene que haberle dado a conocer la naturaleza,
duración y propósito del experimento; los métodos y medios conforme a los que
se llevará a cabo; los inconvenientes y riesgos que razonablemente pueden
esperarse; y los efectos que para su salud o personalidad podrían derivarse de
su participación en el experimento. El deber y la responsabilidad de evaluar la
calidad del consentimiento corren de la cuenta de todos y cada uno de los
individuos que inician o dirigen el experimento o que colaboran en él. es un deber
y una responsabilidad personal que no puede ser impunemente delegado en
otro.

2) El experimento debería ser tal que prometiera dar resultados beneficiosos


para el bienestar de la sociedad, y que no pudieran ser obtenidos por otros
medios de estudio. No podrán ser de naturaleza caprichosa o innecesaria.

3) El experimento deberá diseñarse y basarse sobre los datos de la


experimentación animal previa y sobre el conocimiento de la historia natural de
la enfermedad y de otros problemas en estudio que puedan prometer resultados
que justifiquen la realización del experimento.

4) El experimento deberá llevarse a cabo de modo que evite todo sufrimiento o


daño físico o mental innecesario.

5) No se podrán realizar experimentos de los que haya razones a priori para


creer que puedan producir la muerte o daños incapacitantes graves; excepto,
quizás, en aquellos experimentos en los que los mismos experimentadores
sirvan como sujetos.

6) El grado de riesgo que se corre nunca podrá exceder el determinado por la


importancia humanitaria del problema que el experimento pretende resolver.

7) Deben tomarse las medidas apropiadas y se proporcionaran los dispositivos


adecuados para proteger al sujeto de las posibilidades, aun de las más remotas,
de lesión, incapacidad o muerte.

8) Los experimentos deberían ser realizados sólo por personas cualificadas


científicamente. Deberá exigirse de los que dirigen o participan en el experimento
el grado más alto de competencia y solicitud a lo largo de todas sus fases.

9) En el curso del experimento el sujeto será libre de hacer terminar el


experimento, si considera que ha llegado a un estado físico o mental en que le
parece imposible continuar en él.

10) En el curso del experimento el científico responsable debe estar dispuesto a


ponerle fin en cualquier momento, si tiene razones para creer, en el ejercicio de
su buena fe, de su habilidad comprobada y de su juicio clínico, que la
continuación del experimento puede probablemente dar por resultado la lesión,
la incapacidad o la muerte del sujeto experimental.

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